Los Orígenes de La Filosofía
Los Orígenes de La Filosofía
Los Orígenes de La Filosofía
dos mil quinientos años, pero como pensar mítico mucho antes.
Origen es, en cambio, la fuente de la que mana en todo tiempo el impulso que mueve a
filosofar.. Este origen es múltiple. Del asombro sale la pregunta y el conocimiento, de
Primero.
ojos nos "hacen ser partícipes del espectáculo de las estrellas, del sol y de la
Y Aristóteles: "Pues la admiración es lo que impulsa a los hombres a filosofar: empezando por
admirarse de lo que les sorprendía por extraño, avanzaron poco a poco y se preguntaron por
las vicisitudes de la luna y del sol, de los astros y por el origen del universo."
saber. Busco el saber, pero el saber mismo, no "para satisfacer ninguna necesidad
común".
vida. Este despertar tiene lugar mirando desinteresadamente a las cosas, al cielo y
al mundo, preguntando qué sea todo ello y de dónde todo ello venga, preguntas
cuya respuesta no serviría para nada útil, sino que resulta satisfactoria por sí
sola.
ella, que ya no respeta nada, pero que por su parte tampoco logra dar un paso
más, o bien preguntándome dónde estará la certeza que escape a toda duda y
- Jaspers, K. (1953): La Filosofía. México, Fondo de Cultura Económica. Cap II: Los orígenes de la
filosofía.26
La duda se vuelve como duda metódica la fuente del examen crítico de todo
conocimiento. De aquí que sin una duda radical, ningún verdadero filosofar. Pero
la certeza.
la duda como la vía de la certeza, vivo entre y para las cosas, sin pensar en mí, en
medio del pensamiento lo que reside en mí, a saber, la forma y el contenido de mis
representaciones.
aprovechan, no vuelven más. Puedo trabajar por hacer que cambie la situación.
existencia las llamamos situaciones límites. Quiere decirse que son situaciones de
cerrando los ojos y haciendo como si no existieran. Olvidamos que tenemos que
Entonces sólo tenemos que habérnoslas con las situaciones concretas, que
hemos salido del trance y seguimos viviendo, nos dejamos deslizar de nuevo,
lucha sin fin de todos contra todos; en la ayuda mutua quiere lograr la seguridad.
Pero también aquí subsiste el límite. Sólo allí donde los Estados se hallaran
en situación de que cada ciudadano fuese para el otro tal como lo requiere la
libertad. Pues sólo entonces si se le hace injusticia a alguien se oponen los demás
como un solo hombre. Mas nunca ha sida así. Siempre es un círculo limitado de
hombres, o bien son sólo individuos sueltos, los que se asisten realmente unos a
fue la bella ilusión de tiempos tranquilos en los que permanecía velado el límite.
Pero en contra de esta total desconfianza que merece el mundo habla este
otro hecho. En el mundo hay lo digno de fe, lo que despierta la confianza, hay el
fondo en que todo se apoya: el hogar y la patria, los padres y los antepasados, los
da una confianza absoluta, pues tal como se adelanta hacia nosotros es toda ella
obra humana; en ninguna parte del mundo está Dios. La tradición sigue siendo
ser, confianza. Pero esa desconfianza que despierta todo ser mundanal es como un
pensamiento, porque a éste le falta todo contenido propio. Nos deja sin
de lo posible.
Pero lo que quiere el estoico es auténtica filosofía. El origen de ésta que hay
sin velos y tenerlo presente como límite constante de la propia existencia, o bien el
sensible lo que realmente existe a pesar y por encima de todo evanescente ser
conciencia de estar perdido. En todo caso comienza el filosofar con una conmoción
total del hombre y siempre trata de salir del estado de turbación hacia una meta.
ser.
imperiosa.
alma.
para nosotros. La patencia del ser para la admiración nos hace retener el aliento,
pero nos tienta a sustraernos a los hombres y a caer presos de los hechizos de una 29
pura metafísica. La certeza imperiosa tiene sus únicos dominios allí donde nos
el estoicismo sólo tiene valor para nosotros como actitud transitoria en el aprieto,
son sin duda válidos, pero no suficientes, los tres motivos expuestos hasta aquí.
los hombres.
disolución actual es sensible sobre todo en el hecho de que los hombres cada vez
en algún punto límite sólo parece quedar la lucha sin esperanza por la unidad,
una lucha sin más salida que la sumisión o la aniquilación; la flaqueza y la falta
Todo ello podría pasar si hubiese para mí en el aislamiento una verdad con
a espíritu, sino que llegue a ser de existencia a existencia, tiene sólo por un simple
entonces medios, no para lograr poder, sino para acercarse. La lucha es una lucha
amorosa en la que cada cual entrega al otro todas las armas. La certeza de ser
Y este filosofar tiene al par sus raíces en aquellos tres estados de turbación
está fundado en último término el señuelo de todos los fines: el interiorizarse del