Debate 1

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Al psicólogo conductista le interesa el estudio de la conducta misma y su relación con los eventos

medio ambientales. La conducta es su objeto de estudio.

Al psicólogo cognitivo le interesan los procesos mentales que median entre lo que sucede en el
entorno del idividuo y su comportamiento

. La conducta es un recurso metodológico para la contrastación de hipótesis, teorías o modelos. La


memoria es uno de estos tópicos que despiertan el interés de los psicólogos cognitivos. En toda
acción de un ser humano influye en alguna medida la experiencia anterior. Para dar cuenta de la
forma como esta experiencia pasada determina nuestros actos presentes se construye un modelo
complejo que recibe el nombre de memoria.

Destacando el carácter provisorio de la enumeración que sigue , se hace posible afirmar, en primer
lugar, que las coordenadas socio-históricas en las que esta psicología emerge son las mismas que
las del conductismo; como bien afirma el propio Varela, y a semejanza de conductistas y
comportamentalistas, el ‘aspecto sociológico’ de las Ciencias Cognitivas es para él causa de
verdadero asombro, porque “(...) la revolución cognitiva de las últimas cuatro décadas recibió una
fuerte influencia a través de líneas de específicas de investigación y financiación en los Estados
Unidos”

la cognición, actividad propia del ser vivo, se halla enraizada en la organización biológica, y tal
organización se manifiesta en todas sus acciones y en todo su ser.

Por último, será necesario destacar que en las diversas descripciones y explicaciones propuestas
acerca del funcionamiento de la ‘vida mental’ o de los ‘estados mentales’ que permiten y
aseguran la cognición y los otros diferentes procesos en los que esa vida se manifiesta se percibe
inevitablemente un afán por alcanzar la explicación de los ‘desempeños’ humanos en tales o
cuales condiciones, o lo que parece ser lo mismo, una persistencia en explicar y predecir los
comportamientos - y quien afirma esto debe utilizar también el verbo controlar - de un ser cuya
esencia debe residir, desde un perspectiva crítica como la que ha pretendido asumir el presente
trabajo, precisamente, en la negación y en el rechazo de aquello que se le quiere presentar como
‘natural’, y aún en mayor medida cuando a esa naturaleza se la reclame humana.

La psicología cognitiva ha sido fuertemente criticada por los


psicólogos e investigadores asociados a la corriente conductista.
El motivo es que, según su perspectiva, no hay motivo alguno
para considerar que los procesos mentales son otra cosa
diferente a la conducta, como si fuesen elementos fijos que
permanecen en el interior de las personas y que están
relativamente separadas de lo que ocurre a nuestro alrededor.
La psicología cognitiva se preocupa del estudio de procesos tales como
lenguaje, percepción, memoria, razonamiento y resolución de problema.
Ella concibe al sujeto como un procesador activo de los estímulos. Es
este procesamiento, y no los estímulos en forma directa, lo que
determina nuestro comportamiento.

-Psicologos cognitivos : Su objetivo era inferir la actividad mental en las respuestas de


las personas que se prestaban a las investigaciones.
-Psicologos conductistas : tenían como objetivo establecer inferencias sobre los
procesos mentales implícitos en la resoluciones de las tareas.

En 1913, John Watson lanzó la revolución conductista, afirmando que el tema de estudio
adecuado de la psicología no era el funcionamiento de la mente sino el examen de la conducta
objetiva y observable. Basándose en estudios fisiológicos, propuso que todas las actividades
psicológicas podían explicarse comprendiendo los reflejos que se establecen en las porciones
superiores del sistema nervioso. Esta era una psicología molecular, pura y simple, que iba de lo
particular a lo general.
Un elemento decisivo del canon conductista era la supremacía y el poder determinante del
medio. Consideraban que los individuos no actuaban de la manera en que lo hacían a raíz de
sus propias ideas y propósitos, o porque su aparato cognitivo poseyera ciertas tendencias
estructurantes autónomas, sino que operaban como reflectores pasivos de diversas fuerzas y
factores presentes en el medio. Se postularon los principios de condicionamiento y refuerzo
para describir cómo se producía el aprendizaje. Los conceptos, por ejemplo, según la tradición
clásica descripta anteriormente, se adquirirían a través de cadenas asociativas simples entre
un estímulo y una respuesta.
2. El núcleo central del conductismo está constituido por su
concepción antimentalista. Es la versión más cruda del asociacionismo. Situado en
la tradición asociacionista que nace con Aristóteles, el conductismo comparte la teoría del
conocimiento del empirismo inglés, cuyo exponente es Hume, quien postuló que el
conocimiento humano está constituido exclusivamente de impresiones recibidas a través
de los sentidos (Carpio, l977). Las ideas que se forman de esas impresiones son copias
que recoge la mente y que perduran una vez que desaparecen las impresiones. El
conocimiento se alcanza mediante la asociación de ideas según los principios
de semejanza, contigüidad espacial y temporal y causalidad. Estos son los
principios básicos del pensamiento en el empirismo de Hume. Con diversas variantes,
todos los conductistas se basan en estos principios para la descripción y explicación de la
conducta humana y animal (Crystal, 1971).
las formas psicológicas desafiadas; el propio Gardner se pregunta, con el
asombro fingido de quien encuentra una novedad por enésima vez, si hay que
“(...) examinar la conducta en su contexto natural o procurar despojarla de
todos sus atavíos cotidianos y recurrir a las condiciones artificiales del
laboratorio” (Gardner, 1987, p.114).

en una sociedad tan competitiva y exigente como la que nos ha tocado vivir
(...) la psicología aspira a aplicar una serie de conocimientos bien establecidos
para mejorar el funcionamiento psicológico del ser humano en relación con el
medio en que vive” pues el objetivo último de la psicología cognitiva es “(...)
lograr conductas inteligentes, adaptadas al medio y más efectivas”
(Ballesteros Giménez, 1996, p.26).

Hemos revisado las fuentes originales de autores conductistas y


hallamos evidencias que muestran que, más que una revolución
cognitiva, ya existía una evolución desde dentro del
conductismo. Hay indicadores históricos previos a 1950 que
muestran que el conductismo no ha negado la existencia de los
pensamientos e imágenes mentales; en términos generales, su
propuesta ha sido estudiar la conducta desde la metodología
científica no especulativa. Varios autores neo-conductistas, a
diferencia de la primera posición adoptada por John Watson,
postulaban teorizaciones que incluían variables organísmicas.
Dichas variables del organismo incluyen pensamientos,
representaciones de los estímulos, impulsos, mapas cognitivos,
etc.

Por lo menos dos décadas antes de 1950, varios autores


conductuales han ampliado la noción E-R a E-O-R, incluyendo las
variables organísmicas e internas en sus teorizaciones. En otras
palabras, desde dentro del conductismo ya había una apertura
superadora de las limitaciones del primer conductismo
watsoniano. De hecho, en este período, ya se perfilaban
diferentes «tipos» de conductismos, tales como el conductismo
metodológico (Hull, Tolman, Guthrie), el conductismo radical
(Skinner), el interconductismo (Kantor), el conductismo biológico
(Lashley), etc. O’Donohue y Kitchener (1999) llevaron a cabo un
inventario de más de 10 tipos de conductismos que muestran
desde sus orígenes la pluralidad, evolución y debate del
paradigma conductual. (Pérez Álvarez, 2003). Por ello,
homologar el conductismo watsoniano al neo-conductismo deja
fuera la transición, evolución y pluralidad que presentaba el
conductismo.

En 1947, Hans Eysenck publica una obra denominada «Estudio


científico de la personalidad»; en la misma se detallan las
investigaciones llevadas a cabo utilizando test para evaluar
dimensiones de personalidad, tales como el Neuroticismo y la
Extraversión. También Eysenck (como Hull, Tolman, etc.) amplía
las limitaciones del modelo E-R, estudiando las variables del
organismo. En términos generales, Eysenck plantea que no
todos los sujetos tienen el mismo grado de «condicionabilidad».

Este autor postula que hay diferencias individuales que


predisponen a que los sujetos tengan mayor facilidad para
aprender determinadas conductas. Este investigador utilizó test
psicométricos, basados en preguntas e ítems puntuales, que
indagaban sobre elementos internos de la conducta. Por
ejemplo, sus test incluían preguntas tales como: «¿se considera
usted una persona sociable?», «¿dice siempre la verdad?», «¿a
veces no dice todo lo que siente?». Este tipo de preguntas
intentan indagar de qué modo la persona piensa, siente y se
comporta. El uso de estos test amplía las limitaciones del
método observacional, permitiendo investigar –directa o
indirectamente- no sólo la conducta motora, sino también las
diferencias de personalidad y su relación con la conducta y
procesos encubiertos.
El problema principal no ronda en torno a si debían considerarse
o no las reglas, las ideas y las representaciones en sí mismas,
sino en cómo encontrar la forma de poder estudiar tales
nociones con rigurosidad metodológica. De hecho, parte del
conductismo ha aceptado teorizaciones sobre las mismas,
siempre y cuando ellas estuviesen apoyadas por investigaciones
experimentales. El concepto de «asociación» implicaba
teorizaciones sobre procesos (hoy llamados cognitivos) como la
atención, la memoria y el aprendizaje. Por otra parte, desde
Pavlov a la fecha, el conductismo se ha interesado por las bases
neurales del condicionamiento y el aprendizaje.

 Si bien su posición es bastante diferente a la posición


cognitivista posterior a 1950, ya había un interés incipiente
dentro del paradigma conductual en la cuestión de los
elementos internos o encubiertos del comportamiento.

En 1953, B.F. Skinner – también neo-conductista- en su obra


Ciencia y Conducta Humana, analiza y teoriza sobre diversos
elementos de la conducta, tales como pensamientos, imágenes
mentales, emociones y respuestas psicofisiológicas. Lejos de ser
indiferente a tales elementos encubiertos, los considera parte de
la conducta. Su conductismo radical, considera el
comportamiento «de raíz», donde las imágenes mentales y los
pensamientos también forman parte de la conducta.

anto Skinner como los representantes del conductismo


mediacional adhieren directa o indirectamente a la continuidad,
homogeneidad, interacción y transferencia entre las conductas
observables y las conductas encubiertas. En este sentido, la
conducta siempre incluyó a la «cognición», por ende el término
cognitivo-conductual es, de algún modo, redundante. Por eso,
dentro del neo-conductismo, no se asume el significado de la
revolución cognitiva. (Morris, 1998)

La frase de Gardner omite el trabajo de varios autores, que han


intentado abrir la llamada caja negra; y más que esquivar o ser
indiferente a los elementos internos del comportamiento, el
conductismo ha propuesto estudiarlos bajo el ala del método
científico. En términos generales, si se formulaban teorías que
planteaban la existencia de planes, mapas cognitivos,
representaciones y demás constructos y variables intervinientes,
estás debían ser operacionalizadas para poder ser evaluadas y
medidas científicamente. Nótese la diferencia de significado
entre esquivar «por capricho» el estudio de lo mental, de la
necesidad metodológica de operacionalizar los constructos
mentales para evitar la proliferación de teorías especulativas.

En el estudio de la conciencia la única forma e operacionarla es


el lenguaje y no es este un comportamiento?

Recordemos también que el conductismo partió de la premisa


epistemológica propia de la ciencia: para poder estudiar
científicamente la conducta es necesario poder contar con datos
observables (medidos de modo directo o indirecto que avalen o
refuten las hipótesis formuladas). Por otra parte, en sus
primeras investigaciones era bastante complejo (y lo sigue
siendo hoy día) estudiar científicamente las respuestas motoras,
los pensamientos e imágenes mentales y las emociones; todo de
modo simultáneo en los experimentos psicológicos.

Más allá de las limitaciones de toda la psicología científica de la


época, el neo-conductismo (previo a la década del 50) siempre
consideró en sus postulaciones que la noción de «Conducta»
incluye no solo los elementos motores y observables de la
misma, sino también las respuestas emocionales y los
pensamientos. Lo que sí ha defendido el conductismo de modo
taxativo es que para poder realizar inferencias sobre procesos
internos, era necesario partir de datos observables y medibles,
directa o indirectamente. Por ende, el paradigma conductual ha
evolucionado desde sus inicios y ha reformulado sus supuestos
epistemológicos, prácticamente desde sus inicios.

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