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2002698. I.3o.C.69 C (10a.). Tribunales Colegiados de Circuito. Décima Época. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Libro XVII, Febrero de 2013, Pág. 1303.
subsistencia, por lo que no puede depender de que exista una relación matrimonial o de
concubinato, o de que no se demuestre la disolución de un matrimonio anterior, porque no se
trata de un derecho exclusivo o excluyente de una persona frente a otra (como incluso lo
prevé expresamente el artículo 17 de la Ley de Sociedad de Convivencia para el Distrito
Federal), sino que resulta exigible cuando nace un vínculo de solidaridad entre personas,
determinado no solamente por razones de familia o de establecer un hogar común, con
voluntad de permanencia y de ayuda mutua, a través del matrimonio, concubinato, sociedad
en convivencia o el parentesco, sino que es el hecho natural consistente en la procreación de
hijos mutuos o adoptados, lo que motiva que la mujer se haga cargo del hogar donde viven y
del cuidado de los menores, para la atención de sus necesidades, lo que genera una situación
de dependencia. La mujer tiene el derecho a alimentos y podrá reclamar de su pareja o del
padre de sus hijos menores, esos alimentos que no surgen de un específico estado civil en que
se encuentran, sino de las relaciones de solidaridad y ayuda mutua que han entablado, que se
reflejan en la procreación de los hijos y en la atención y cuidado de estos últimos. En tal
virtud, no constituye una razón válida para negar la existencia del derecho a reclamar y la
obligación de pagar alimentos, a quien como mujer tiene esa relación de solidaridad y ayuda
con el deudor alimentista y que ha procreado hijos, con independencia de que exista un
matrimonio previo, que impida configurar el concubinato o alguna otra institución de familia,
porque no se discute la titularidad de un derecho patrimonial que derive de ese régimen a
favor de uno de los cónyuges o concubinos, como es una donación, la herencia o la
administración de la sociedad conyugal, que son derechos personalísimos en su goce y
ejercicio por los cónyuges y concubinos, sino el cumplimiento de un mínimo deber de
solidaridad entre personas que guardan un nexo que debe ser tutelado por la ley y por la
autoridad judicial, por tener hijos en común. Así las cosas, la condición de mujer no casada o
no concubina pero que cuida un hijo procreado con el deudor alimentista, no puede servir de
base para excluirla del reconocimiento a una prestación familiar, como los alimentos, porque
implica una discriminación por razón de sexo y estado civil proscrita por el artículo 1o. in
fine de la Constitución Federal y los artículos enunciados de la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
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