Las Etapas de La Filosofía
Las Etapas de La Filosofía
Las Etapas de La Filosofía
FILOSOFÍA Y
SUS ETAPAS
La siguiente etapa dentro de la filosofía es el período clásico (desde la segunda mitad del
siglo V a.c. hasta el año 322 a.c.). Durante este período, se produjo un cambio de
pensamiento, y los filósofos desviaron su atención de la naturaleza al ser humano y su
vida en sociedad (la antropología filosófica); y su centro principal radicó en Atenas. Los
primeros protagonistas de este período fueron los sofistas, un grupo de filósofos
defensores del relativismo. Según ellos, las normas morales son convencionales, fruto de
acuerdos adoptados por los miembros de una sociedad; y, por tanto, cada sociedad tiene
sus propios valores y sus propias normas, y por eso no se deben juzgar todas ellas según
una ley universal, porque existe variedad entre diferentes pueblos en ese aspecto. Dentro
de este grupo de filósofos destaca Protágoras, quien, siguiendo esta concepción relativista
afirmó: “El hombre es la medida de todas las cosas; de las que son en cuanto son y de las
que no son en cuanto no son”, refiriéndose a que cada uno de nosotros somos diferentes
y tenemos nuestra propia moralidad.
Además de los sofistas, destacó Sócrates. Este filósofo fue el primero en centrar su
reflexión en el propio ser humano,y su frase “conócete a ti mismo” fue incorporada en la
entrada del templo de Apolo en Delfos (él defendía que no es necesario buscar un objeto
de estudio en el exterior,porque nosotros somos el principal objeto de estudio, y que al
conocernos a nosotros mismos podemos llegar a conocer el ser humano que hay en
nuestro interior para así conocer al ser humano en general). Sócrates desarrolló un método
de investigación denominado mayéutica (dar a luz), basado en el uso del diálogo como
método para “dar a luz” los conocimientos. Por consiguiente, este filósofo no transmitía
conocimientos a sus discípulos, sino que les realizaba una serie de preguntas para que
fueran ellos mismos quien llegaran a obtener el conocimiento.
Finalmente, los otros dos autores más destacados de esta etapa son Platón y Aristóteles.
El primero de ellos, consideraba que los seres humanos somos un compuesto de alma y
cuerpo; el alma de naturaleza racional, inmortal; y el cuerpo material y mortal. Defendía
que el alma vie atrapada en el cuerpo y que su función es controlar las pasiones y
purificarse, y la dividía en tres partes: la razón, encargada del conocimiento y del gobierno
de las otras dos partes, inmortal; el ánimo, fuente de pasiones nobles, mortal; y el apetito,
fuente de pasiones nobles y también mortal. Creía que todos tenemos las tres partes pero
que en cada uno de nosotros predomina una de ellas. Por otro lado, Aristóteles defendía
que el ser humano es un ser natural sometido a cambios orientados a su perfección para
la plena realización de su esencia, la cual se basa en dos características: sociabilidad (el
hombre necesita convivir con otros hombres) y la racionalidad (el hombre tiende al
conocimiento de la realidad y la contemplación de la verdad). Afrmaba que el alma le da
forma a la materia del cuerpo pero que, al morir el cuerpo, muere con él el alma.
En el año 476 d.C. comienza la Edad Media, y con ella una nueva etapa de la filosofía.
Durante los primeros siglos, el triunfo militar de los pueblos del norte de Europa sobre el
Imperio Romano produjo un declive de la cultura, y con ello de la filosofía. Sin embargo,
a partir del siglo XI, esto cambió, y en el siglo XI surgió una nueva forma de pensamiento
denominada escolástica (la palabra procede del latín scholasticus, el que enseña o estudia
en la escuela). Esta nueva corriente retomó el interés por llevar a cabo una síntesis entre
filosofía y cristianismo, centrando su atención en diversos temas: la relación entre fe y
razón, la prueba racional de la existencia de Dios y de la Creación divina, y la
inmortalidad del alma humana.
El filósofo más destacable de la Edad Media fue Tomás de Aquino. Santo Tomás
defendía que solo es posible conocer al ser humano desde la comprensión de su relación
con el creador, y que la esencia de este último coincide con su existencia. A partir de esto
desarrolló el concepto de los seres contingentes y los seres necesarios. Según él, el único
ser necesario es Dios, puesto que no puede no existir porque su existencia es parte de su
esencia. Describía a Dios como el ser simple y perfecto colocado por encima del resto de
criaturas, y encargado de proporcionar existencia a los seres contingentes (el resto de
seres), aquellos que existen pero podrían no existir porque su esencia no comprende su
existencia. Aseguraba que el cuerpo es material y mortal, y el alma humana espiritual e
inmortal; y que el alma (que cuenta con intligencia y voluntad, lo que permite la libertad
del obrar humano), da vida al cuerpo, aunque no necesita de este para existir. Además,
Tomás de Aquino desarrolló una demostración a posteriori de la existencia de Dios
centrándose en los efectos de este ser en el ser humano, basándose en 5 vías: su
movimiento, su causalidad, su grado de perfección, los seres contingentes y necesarios, y
su finalidad/orden.
Entre los siglos XV y XVIII se desarrolló la filosofía moderna. Durante el Renacimiento,
se produjo un retorno hacia los autores clásicos, lo que supuso la recuperación de las
grandes corrientes filosóficas de la Antigüedad. En primer lugar, se produjo el desarrollo
de la ciencia moderna por el regreso a las investigaciones realizadas en Alejandría.
En el siglo XVI, Copérnico propuso un modelo heliocéntrico del universo (una idea ya
planteada por Aristarco de Samos en el siglo III a.C.). En este universo el Sol permanecía
estático en el centro, alrededor de él giraban los planetas en órbitas circulares, el universo
estaba delimitado por estrellas fijas, y la Tierra experimentaba rotación alrededor de su
eje, traslación alrededor del Sol y oscilación de su inclinación. Sin embargo, aparecieron
anomalías en la propuesta de Copérnico, que fueron resueltas gracias a las aportaciones
de Kepler, Galileo y Newton. Kepler, al querer proporcionar una teoría que se ajustara a
los datos científicos, propuso la idea de la existencia de órbitas elípticas, en lugar de
circulares. Galileo, por otra parte, desarrolló un programa basado en responder a aquello
comprobable con la experiencia sensible, tomar propiedades que pudieran ser tratadas
matemáticamente, diseñar nuevos instrumentos útiles, como el telescopio, y elaborar
argumentos que probaran la equivocación del modelo geocéntrico. Finalmente, Newton
desarrolló la ley de la gravitación universal, basada en la ley de la inercia, la de la fuerza,
y la de la acción y la reacción; y que se podía aplicar tanto a objetos terrestres como
celestes. Este modelo mecanicista desarrollado por estos cuatro pensadores se basaba en
cinco características: mecanicismo, porque se vinculaba el funcionamiento del universo
con el de una máquina formada por diferentes corpúsculos que se mueven conforme a
leyes deterministas; determinismo, porque todo lo que ocurre está sujeto a leyes causales;
matematización, ya que las matemáticas eran el método válido para conocer la
naturaleza; homogeneidad, porque la ley de la gravitación universal supuso el fin de la
división del universo en dos regiones; y el rechazo al antropocentrismo, debido a que el
nuevo modelo heliocéntrico supuso la pérdida del protagonismo del ser humano en el
universo.
Por otro lado, el tema central volvió a ser el humanismo, una exaltación del valor de lo
humano en contraste con a importancia dada a Dios durante la Edad Media. El humanismo
fue un movimiento cultural gracias al cual se produjo la renovación del pensamiento
mediante la recuperación de los autores clásicos. Para los humanistas, la verdadera
comprensión del ser humano se realizaba a través de sus productos culturales. A pesar de
que los humanistas constituyeran un grupo muy heterogéneo, compartían rasgos comunes
en su concepción del ser humano: antropocentrismo, confianza en las capacidades
humanas (el ser humano es capaz de diseñar su propia existencia) e individualismo (se
fomenta la capacidad creativa, la originalidad, la expresión de emociones y
sentimientos…).
En el siglo XVII, los filósofos centraron su interés en las cuestiones relativas a nuestro
conocimiento de la realidad (metafísica), y surgieron dos corrientes: el racionalismo y el
empirismo.
Los racionalistas defienden que la clave estaba en utilizar correctamente la razón, y solo
aceptan los conocimientos que procedían exclusivamente de ella. Desconfían de nuestros
sentidos, por lo que defienden la diferenciación de los conceptos originados a partir de la
experiencia sensible de los generados por la propia razón para tomar únicamente estos
últimos como base para la construcción del conocimiento. El modelo de ciencia del
racionalismo son las matemáticas, las cuales utilizan el método deductivo (la obtención
de una conclusión absoluta partiendo de unas premisas que admitimos como válidas). Su
principal representante fue René Descartes, quien describía al ser humano como un
compuesto de un cuerpo, una máquina sometida a leyes que determinan sus acciones, y
un alma, pensamiento que se despliega de manera autónoma e independiente. Con esta
distinción explicaba la existencia de la libertad humana, pero no daba respuesta a la
manera en la que se comunican ambas partes. Descartes desarrolló, además, un método
esencial que tiene como objetivo la fundamentación radical del conocimiento. A través
de él, rechazaba todos los conocimientos de los que puede plantearse una duda (los
sentidos, los sueños, la razón…), y aseguraba que lo único de lo que estaba seguro era de
su propia existencia, puesto que era un ser que pensaba (pienso luego existo).
Los empiristas rehuyeron de dar una respuesta teórica a la pregunta sobre la esencia
humana, y trataron de resolver el problema práctico de determinar las posibilidades y los
límites de nuestro conocimiento de la realidad, así como de nuestra acción moral y
política. Afirmaban que la única fuente de conocimiento son nuestros sentidos, y que la
razón solo puede trabajar sobre los datos que le proporciona nuestra experiencia, por lo
que no rechazaban el trabajo de la razón, pero lo situaban en un segundo plano. Esta
corriente se basaba en las percepciones, que clasificaba en impresiones e ideas. Defendía
que todas las ideas parten de impresiones, y que, si una idea no tiene su origen en una
impresión, entonces no es válida. Su modelo eran las ciencias empíricas, que usan el
método inductivo (obtención de una conclusión universal, altamente probable, mediante
la generalización de casos particulares). Sus máximos representantes son Locke y Hume.
Locke se interesó por la libertad humana, y afirmó que, en términos morales, el ser
humano es libre y puede decidir y tomar decisiones; y en términos políticos, defendía que
el hombre no debe renunciar a la libertad que le corresponde por naturaleza, y que debe
defender sus propios derechos cuando estos sean violados. Hume quiso elaborar una
ciencia sobre la naturaleza humana, y concluyó que en el ser humano tienen mayor
importancia los elementos irracionales que los racionales. En el ámbito del conocimiento,
aseguró que, aunque la razón es importante, los fundamentos últimos del conocimiento
humano se encuentran en la creencia de que la naturaleza se comporta de manera
uniforme; y en el ámbito de la acción, aseguraba que son los sentimientos y las emociones
las que nos empujan a actuar de una manera u otra.
Para terminar, otro autor destacable es Nietzsche, un pensador del siglo XIX que realizó
una crítica a la moral en general, afirmando que esta siempre ha sido un mecanismo de
dominio y diferenciando dos formas básicas de moral en la historia: la moral de señores,
en la que se considera bueno todo aquello que representa la aristocracia griega, y malo lo
que representa el pueblo llano; y la moral de esclavos, en la que se considera bueno lo
que antes era malo y viceversa. Nietzsche aseguraba que es necesario superar la vieja
moral e inventar valores nuevos que favorezcan la vida.
Para concluir, y observando esta breve línea del tiempo de la filosofía, podemos observar
su evolución a lo largo de la historia y la importancia que ha tenido desde la Antigüedad
y que, a día de hoy, sigue teniendo en nuestra sociedad.