Ciudades Intermedias y Desarrollo Territorial PDF
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Editores
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Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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José Canziani
Alexander Schejtman
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Ciudades intermedias y desarrollo territorial
José Canziani y Alexander Schejtman, editores
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Efraín Gonzales de Olarte. Prólogo 9
José Canziani y Alexander Schejtman. Introducción 13
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Primera parte
Fernando Carrión. Ciudades intermedias: entre una pirámide trunca y una red urbana
ria
en construcción 21
Alexander Schejtman. Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias 33
ito
Segunda parte
Ricardo Vergara. Ciudades rurales y superación de la pobreza extrema 61
Ed
Marta Vilela y Zaniel Novoa. Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque,
costa norte del Perú 139
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano S. Desarrollo urbano en Cajamarca:
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Tercera parte
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea 199
Alberto Magnaghi. Pacto ciudad-campo: un proyecto de biorregión urbana
para la Toscana central 223
Anna Marson. La planificación multifuncional del territorio rural como dispositivo
para calificar lo urbano: las experiencias italianas 245
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Prólogo
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¿Qué es una ciudad intermedia? Es una pregunta que tiene distintas respuestas
empíricas y normativas, basadas en diferentes percepciones y teorías económicas,
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geográficas, urbanísticas, de planeamiento o políticas.
A menudo se define como ciudad intermedia aquella que tiene una población
urbana que, según distintos criterios, puede oscilar entre veinte mil personas hasta
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dos millones, todo depende de la extensión del territorio nacional, de la población
total del país y del tamaño de las grandes ciudades. El rango es obviamente muy
amplio y no siempre es útil para acciones prácticas.
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Por ello es que otra definición va más bien por los atributos y funciones que
cumplen. Por ejemplo, las ciudades intermedias son centros de interacción social,
económica y cultural de amplias zonas rurales; son centros proveedores de bienes y
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servicios cuya oferta requiere de un tamaño de demanda mínimo para poder estable-
cerse; son lugares de entrecruzamiento de rutas que permiten la conexión con otras
ciudades grandes o intermedias: en este sentido, son nodos que permiten el funcio-
namiento de las sociedades en el territorio. Por estas razones, las ciudades intermedias
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suelen tener gobiernos municipales o regionales para poderse administrar. Esta defi-
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nición es más interesante que la puramente cuantitativa, pues asume que una ciudad
intermedia puede albergar treinta mil o quinientos mil habitantes, cumpliendo las
mismas funciones.
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1
Vicerrector académico de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) / egonzal@pucp.edu.pe
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
ambiental del conjunto de la ciudad, esto es, que el tamaño esté limitado por el uso
sostenible de los recursos naturales del entorno (hinterland) y por la mantención
de un medio ambiente saludable, entonces tenemos una definición más completa e
interesante, pues son las ciudades intermedias las que pueden asegurar tener simul-
táneamente estos atributos.
Por otro lado, las ciudades intermedias no se pueden entender de manera aislada,
P
pues su tamaño, naturaleza y funciones están referidas a la existencia de ciudades
«chicas», de «ciudades grandes» e incluso megalópolis; es decir forman parte de
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sistemas de ciudades que organizan el territorio de un país de una manera jerar-
quizada, con relaciones entre ellas, y con los entornos rurales. Por tanto, la ciudad
U
intermedia es una pieza clave de este sistema.
El problema es que conocemos muy poco de sus características, sus roles, su
lP
posición en el sistema de ciudades, su dinámica, su historia. En el caso peruano
conocemos muy poco. Por ello, este libro es importante: diría que es casi un hito
pues por fin tenemos un conjunto de investigaciones para comenzar a entenderlas,
ria
calibrar sus problemas, sus potencialidades, su lugar en el territorio y, sobre todo, el
papel que pueden cumplir para el desarrollo de la gente en sus respectivos territorios.
Es obvio que las ciudades son el producto de una construcción social, es decir de
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El porqué se crean las ciudades nos reenvía a sus respectivas historias: ¿por qué
algunas se quedan pequeñas, otras intermedias y otras grandes? Estas preguntas
nos obligan a analizar sus bases económicas, las relaciones sociales y las formas de
gobierno que han tenido. A menudo encontraremos que hay condiciones naturales,
o
Villa El Salvador en Lima, y de muchas otras. Lo cierto es que una vez establecidas, su
sostenibilidad dependerá de la capacidad de producir bienes y servicios, de poderlos
vender, y de que las fuentes de la creación de riqueza sean permanentes. Estas ciudades
tienen, en general, capacidades intermedias en la producción de bienes y servicios y
en la demanda que genera esta oferta; por ello en algún momento su crecimiento
tiene un límite que solo puede ser alterado si aparecen nuevas fuentes de riqueza.
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Efraín Gonzales de Olarte. Prólogo
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tamaño de ciudad se vive mejor. Las ciudades intermedias pareciera que plantean
mejores condiciones para eso, no solo porque su tamaño facilita la producción de
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ciertos bienes y servicios, tanto urbanos como rurales, que le dan cierta autonomía,
sino también porque sus sociedades están basadas en comunidades intermedias que
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se conocen mejor que aquellas grandes.
Uno de los factores más importantes para la viabilidad de las ciudades intermedias
lP
es su relación con su entorno rural. En una economía cerrada las ciudades podrían
crecer hasta aquel punto en el cual la oferta de alimentos de su entorno rural lo
permita, siempre que tengan suficiente agua para el consumo urbano; pero en una
ria
economía abierta pueden crecer más, siempre que la ciudad o su entorno produzca
bienes no alimenticios exportables. Por ello es que no se puede entender el creci-
miento de las ciudades sin el aporte de los sectores productivos urbanos y rurales de
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y darle vida a las distintas aproximaciones conceptuales y empíricas sobre las ciudades
intermedias. La variedad de ellas en distintos países, sus respectivos procesos de creci-
miento territorial, los diferentes marcos institucionales para la gestión urbana, la
naturaleza de las relaciones ciudad-campo, las experiencias de planeamiento urbano
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de estas ciudades, etcétera, nos presentan un gran fresco de «las ciudades intermedias
que realmente existen». Por ello, hay que agradecerles y felicitarlos, pues por fin
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Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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intermedia es, al parecer, el mejor espacio para lograr un desarrollo sostenible a
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escala humana.
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Introducción
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Los días 20 y 21 de mayo de 2010 se realizó en Lima el seminario internacional
«Ciudades Intermedias y Desarrollo Territorial», organizado por el Departamento
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de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y el Centro
Latinoamericano para el Desarrollo Rural (RIMISP). El seminario contó con la
participación de destacados especialistas provenientes tanto de las canteras del urba-
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nismo como del ruralismo, con el fin de responder a la idea central de la convocatoria
que tenía como objetivo presentar distintas miradas y experiencias sobre los vínculos
urbano-rurales desde la perspectiva común del desarrollo territorial.
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1
Profesor principal del Departamento de Arquitectura de la PUCP / jcanziani@pucp.edu.pe
2
Investigador principal de RIMISP (Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural) / aschejtman@
rimisp.org
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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y en los patrones de acumulación dieron lugar a la persistencia de un sesgo urbano en
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sus procesos de industrialización sustitutiva, con la consiguiente asimetría entre las
ciudades y las zonas rurales y las disparidades crecientes entre los ingresos urbanos y
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rurales, todo lo cual puso en cuestión la validez del paradigma clásico.
El acelerado proceso de urbanización y la emergencia de nuevas estrategias de vida
lP
basadas en fuentes diversificadas de ingreso, tanto de la población urbana como de la
rural, acentúa la creciente interdependencia de las demandas y ofertas de sus respec-
tivos habitantes. Esto permite sostener que el análisis de la evolución de los vínculos
urbanos rurales constituye un punto de entrada privilegiado para la comprensión de
ria
los procesos de desarrollo territorial. Así, con este tipo de enfoque es posible repensar,
entre otros problemas, el del diseño de políticas que conduzcan a la superación de las
desigualdades entre el mundo rural y el urbano.
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urbano no pueda abordarse sino a partir de su relación con los espacios rurales de los
territorios que comparte y que la preocupación por el desarrollo rural haya reque-
rido trascender su identificación con el desarrollo agrícola, asumiendo un enfoque
territorial que incluye a los núcleos urbanos a los que las actividades primarias están
estrechamente vinculadas.
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José Canziani y Alexander Schejtman. Introducción
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dades de desarrollo de las ciudades emplazadas en él.
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Dadas estas tendencias y sin perjuicio de reconocer que la urbanización es un
proceso mundial irreversible y que tiene contribuciones positivas al desarrollo
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nacional, surge la necesidad de asegurar que dicho proceso incluya a los sectores más
vulnerables de la sociedad, e impone el ineludible desafío de repensar y redefinir las
lP
relaciones entre lo urbano y lo rural en la América Latina, incluyendo casos como
el del Perú que, a pesar de atesorar un patrimonio ancestral de un extraordinario
manejo territorial, presenta situaciones cada vez más críticas y apremiantes en la
degradación de sus diversos espacios.
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Son estos antecedentes los que han motivado la convocatoria de este seminario
internacional y a especialistas en desarrollo urbano y rural en la búsqueda de un
desarrollo territorial que sea capaz de asegurar un crecimiento socialmente inclu-
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Contenido
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La idea del territorio como un espacio por conocer y reconocer, valorar y revalorar,
nd
apunta a avanzar en la formulación de políticas con enfoque territorial. Por ello, los
hemos ordenado en tres partes para su presentación:
La primera parte reúne el conjunto de trabajos destinados a examinar las cuestiones
conceptuales del desarrollo territorial en sus dimensiones urbanas y rurales e incluye
las consideraciones que hace el estudio de Fernando Carrión sobre el nuevo patrón
de urbanización de América Latina que, contextualizando la dinámica poblacional
de las últimas décadas, constata una tendencia hacia una pirámide trunca con una
contracción de las ciudades medias; el segundo trabajo de Alexander Schejtman que,
15
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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los documentos, de Ricardo Vergara, con el título provocativo de «ciudades rurales»
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y una crítica al pensamiento ruralista, caracteriza el proceso de diferenciación urbana
en que las ciudades que superan los cien mil habitantes crecen a más del doble de las
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pequeñas, y destaca el papel dinamizador de las ciudades y los mecanismos que están
detrás de los procesos de transformación productiva de la economía. El segundo
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trabajo es el de María Isabel Remy, que incorpora también el concepto de «ciudades
rurales» —en coincidencia con Vergara sobre lo insostenible del concepto censal
de lo urbano—, señala que recién a partir de los cinco mil habitantes aparecen los
primeros elementos embrionarios de diferenciación y muestra con ejemplos muy
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reveladores que la población urbana ya no crece solo por la migración a las grandes
ciudades, sino por la densificación rural.
Completan la segunda parte los cuatro estudios de caso peruanos. El primero
ito
lo macro (vinculación con la capital regional), en perjuicio del nivel meso (tesis
semejante a la ya señalada de Carrión y Vergara), con un detallado análisis de las
encuestas de hogares, que muestran que la pérdida de importancia de Urcos está
más acusada en el caso del segmento no pobre de la población y que la fuerza de los
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ricos elementos identitarios del territorio tenderían a reforzar esta tendencia. Por otra
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parte, los autores confirman la tesis de Remy sobre la densificación rural al destacar
que en los distritos de Oropesa y Lucre más del ochenta por ciento de la población
vive en áreas urbanas.
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José Canziani y Alexander Schejtman. Introducción
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concentración. Se destaca el divorcio entre la demarcación política y la identidad del
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territorio, y la necesidad de un marco que permita a las instituciones públicas ver el
espacio como la unidad, para lo cual se examinan las contradicciones y los conflictos
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de una estructura dicotómica: centralidad-dispersión, valle-desierto, urbano-rural,
ciudad formal-ciudad informal, cuenca baja-cuenca alta, dicotomías que generan
lP
grandes desequilibrios en la calidad de vida de la población.
El cuarto estudio, de Pablo Vega Centeno y Andrés Solano, está enfocado al
desarrollo urbano experimentado por la ciudad de Cajamarca como resultado de la
inserción de la minería del oro, que desplaza a la agricultura como fuente principal
ria
de ingresos departamentales. Los efectos directos e indirectos de la actividad minera,
por la vía de sus articulaciones hacia atrás con proveedores y hacia adelante con el
empleo y el consumo, producen una dislocación del vínculo urbano-rural preexis-
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tente, y genera una trama social e inmobiliaria socialmente segregada, con escasa
consideración por la campiña y los bienes públicos, poniendo en riesgo su impor-
tante y valioso patrimonio histórico-cultural.
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La tercera parte incluye los aportes de los investigadores europeos y se inicia con
el trabajo de Bernard Decléve, que en cierta forma sirve de marco conceptual para
los otros dos trabajos, en la medida que hace un recorrido por los diversos enfoques
urbanísticos, en un proceso que transita desde el ordenamiento de la naturaleza a
o
dos líneas de pensamiento y de acción: una que denomina funcionalista, que carac-
teriza los trabajos de los planificadores holandeses de los años noventa, y la segunda,
la territorial, que está reflejada por los trabajos desarrollados por Alberto Magnaghi.
El documento de Alberto Magnaghi ilustra precisamente lo que Decléve llama
«línea territorial», e introduce el concepto de «biorregión policéntrica» como
proyecto para la Toscana, el cual plantea una reconstrucción de las características
histórico-estructurales de los patrones policéntricos de poblamiento que fueran una
«invariante estructural» de esta región, para acordar a partir de ellas las reglas relativas
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Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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tancia del territorio agrícola, reconociendo su multifuncionalidad potencial. Asumir
C
esta perspectiva supone, según la autora, considerar las características de la sociedad
local y de su identidad cultural, las formas de propiedad de los terrenos, las expecta-
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tivas de rentabilidad (privada y social) y el grado de apertura a la innovación de las
políticas locales.
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Para concluir, cabe señalar que desde el momento del lanzamiento de la convoca-
toria al seminario, nos quedaba claro que el concepto de «ciudad intermedia» estaba
sujeto a debate, dadas las distintas acepciones que se le otorga. Sin embargo, se alcanzó
un elocuente consenso al coincidir los expositores en el hecho de que por ciudades
ria
intermedias no nos referíamos tanto a los aspectos cuantitativos, relacionados con su
escala, dimensión poblacional, área de extensión o relación de orden jerárquico, sino
más bien a su calidad de ciudades que inter-median entre las dinámicas propiamente
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urbanas con las que se desenvuelven en los territorios rurales a los que pertenecen.
En vista de los importantes alcances logrados en el seminario internacional
«Ciudades Intermedias y Desarrollo Territorial», el Departamento de Arquitectura
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ito Primera parte
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Ciudades intermedias: entre una pirámide trunca
y una red urbana en construcción
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Fernando Carrión1
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«El sistema urbano global es una red, no una pirámide»
Jordi Borja y Manuel Castells (1998)
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Introducción
ciudad empiece a dar muestras de agotamiento; segundo, la reforma del Estado que
conduce a un cuestionamiento de la capitalidad y al fortalecimiento de nuevos espa-
cios; y tercero, el impacto que tiene el proceso de globalización en la reconstitución
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de los territorios.
La expresión urbana de estos elementos termina por modificar la célula básica de
este proceso: las ciudades. Se percibe la evolución del concepto de ciudad frontera
(propio de la ciudad industrial) al de ciudad en red (expresión de la globalización).
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Este salto es fundamental porque —en la relación entre las urbes— se supera la lógica
nd
a ser superada por la presencia de relaciones específicas que articulan una red; es decir,
de un verdadero sistema urbano, donde cada ciudad es un nodo de interconexión y no
solo una cantidad de población contenida en un territorio.
1
Profesor investigador de FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – Sede Ecuador) /
fcarrion@flacso.org.ec
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
En este contexto las ciudades capitales y las ciudades intermedias son las que
mayores transformaciones tienen dentro de la red urbana. Las primeras, porque la
descentralización fortalece otras urbes y porque la privatización cuestiona su esencia
político-administrativa sustentada en el empleo público. Y las segundas, las ciudades
pequeñas, redefinen su relación con el campo —en tanto se comportan como inter-
mediarias de la ruralidad y la urbanidad— y las ciudades medias, que cumplen una
función de articulación del sistema urbano entre las ciudades grandes y las pequeñas.
P
Con este trabajo privilegiamos esta segunda condición de intermediación, porque
estas ciudades se convierten en los ejes vertebradores del sistema urbano, sea como
C
polos o nodos que articulan los espacios de integración interna (a la región y al país)
y de articulación externa con la red urbana global o con las regiones más dinámicas
U
de la economía internacional.
Se debe resaltar que asumir el tema de las ciudades intermedias implica también
lP
un cambio de método y de óptica respecto de las prioridades de la política pública2,
porque antes se han estudiado las grandes ciudades y ellas han sido referente prin-
cipal para las políticas. De allí que posicionar esta problemática es un importante
ria
paso en la construcción del sistema urbano y en la promoción del «desarrollo terri-
torial» con equidad.
En la actualidad las ciudades intermedias también tienen que ver con el peso que
ito
2
Para el presente trabajo entenderemos como ciudad intermedia aquel «lugar central, núcleo, polo,
nudo que genera una doble relación con su entorno; por un lado de centralidad (atracción, gravitación
de personas, de bienes, de comunicaciones), y por otro de polarización (o irradiación de servicios edu-
cativos, sanitarios, comerciales)» (León, 2010).
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Fernando Carrión. Ciudades intermedias: entre una pirámide trunca y una red urbana
En 1950 la población concentrada en las ciudades fue del 41%, cuestión que para
el 2000 llega casi al doble. Este crecimiento supone una disminución de las tasas de
urbanización a la mitad en el mismo periodo: en 1950 la tasa promedio fue de 4,6%
mientras que en el 2000 fue del 2,2%. Este cambio demográfico altera sustancial-
mente el comportamiento de las ciudades y en particular de las intermedias.
De estos datos se pueden desprender algunas cuestiones importantes: en 1950 la
población con disposición a la migración del campo a la ciudad bordeaba el 60%,
P
mientras que en la actualidad no llega al 20%; esto supone que el ciclo de la migra-
C
ción rural-urbana se ha ido cerrando mientras se abría el de la urbana-urbana. En este
ámbito de la migración se debe resaltar la internacional, porque representa una nueva
U
forma de integración de las ciudades a la red urbana global (remesas económicas
y culturales, incorporación de tecnología de punta), con lo cual la intermediación
lP
urbana sufre un cambio sustancial: se incorpora su dimensión internacional. Es decir
que las ciudades intermedias pueden provenir de tres tipos de relaciones: con la rura-
lidad, con las ciudades nacionales y con el sistema urbano-global.
Esta afirmación se sustenta justamente en el cambio de los destinos territoriales
ria
de la población o en la consolidación de otros. En esa perspectiva, hay tres lugares
donde la población se concentra: en las grandes ciudades de cada uno de los países de
la región, aunque en algunos casos con la disminución de sus habitantes en relación
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El promedio de homicidios nacionales es de 18 por cien mil habitantes, mientras en la frontera es de
38; es decir, el doble del del país.
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Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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una vasta red de ciudades binacionales en constante interacción transfronteriza,
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donde sobresalen los binomios San Diego-Tijuana, El Paso-Ciudad Juárez y
McAllen-Reynosa, que forman parte de no menos de 25 pares de ciudades que se
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integran en esta lógica de la intermediación regional en el sistema urbano. De las
ciudades mexicanas, hay ocho que tienen más de medio millón de habitantes, cada
lP
una de las cuales se articula con sus pares de los EE.UU. bajo lógicas asimétricas y
complementarias.
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Fernando Carrión. Ciudades intermedias: entre una pirámide trunca y una red urbana
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1.2. La reforma del Estado
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ver con la reforma del Estado que se origina en América Latina desde la década de
los ochenta. Hay probablemente en este campo tres elementos clave que producen
lP
importantes efectos en el patrón de urbanización y, dentro del mismo, de las ciudades
intermedias:
• La descentralización tiende a fortalecer la autonomía de los poderes locales
ria
municipales —en detrimento de las ciudades capitales y del gobierno
nacional— gracias a la transferencia de nuevas competencias y atribuciones, al
traspaso de más recursos económicos y al fortalecimiento de las instituciones
ito
democráticas locales. Sin duda que este proceso desarrollado de una u otra
manera a lo largo de toda la región ha impulsado una redefinición de los terri-
torios (ciudades y regiones) que van contra la centralización de la economía,
Ed
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Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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la condición pública que tienen las capitales debido a los procesos de privati-
zación. Es por ello que las ciudades que más impacto sufren por los procesos
C
de privatización son las capitales, tanto que pierden empleo público en un
momento de crisis que ni siquiera puede ser captado por el sector privado.
U
Frente a este fenómeno de las ciudades más grandes tenemos a las ciudades
intermedias, que han sido las principalmente beneficiadas de esta doble dimen-
lP
sión, lo que obviamente tiene un fuerte impacto sobre todo en el sistema
urbano y su relación con el campo; tanto es así que se redefine lo urbano como
espacio concentrado opuesto al campo.
ria
• La apertura económica de los Estados, sea mediante los acuerdos de libre
comercio, la reducción unilateral de aranceles o el desarrollo de la tecnología
virtual, produce un hecho sustancial: la competencia se desarrolla menos entre
ito
ellos y mucho más entre las ciudades y regiones, con lo cual la presencia de las
ciudades que no son capitales también tiene mucho impulso. En esta perspec-
tiva, el sentido de la competitividad y la conectividad interurbana adquieren
Ed
Sin duda que esta transformación del Estado tiene una incidencia directa en el desa-
o
rrollo de las ciudades intermedias, debida al cambio que se observa en los equilibrios
territoriales, tanto en términos simbólicos (la capitalidad se distribuye) como reales
nd
1.3. La glocalización4
4
Neologismo insertado por Robertson (1992).
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Fernando Carrión. Ciudades intermedias: entre una pirámide trunca y una red urbana
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la doble expresión: la internacionalización de lo local que viene de la necesidad de lo
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global y de su propia dinámica, tanto que para existir lo global tiene que localizarse y
para desarrollar lo local debe mundializarse, con lo cual lo global no es algo externo
U
a lo local sino algo constitutivo.
Sin duda que un componente central de este proceso tiene relación con las
lP
nuevas tecnologías de la comunicación que integran espacios distantes, discontinuos
y distintos. De esta manera se plantean nuevas formas de inclusión y exclusión que
finalmente se expresan en ciertos lugares específicos, como son las ciudades conside-
radas estratégicas, en función de los niveles de conectividad y competitividad que se
ria
desarrollan en una región económica importante, las que tienen un buen posiciona-
miento en mercados grandes o en zonas de alta innovación.
Pero también pueden ocurrir cambios en las redes urbanas que se constituyeron
ito
tiva para la Integración Regional Suramericana), para que el Brasil cuente con una
nd
salida hacia la cuenca del Asia-Pacífico, con lo que a futuro se crea un gran bloque,
una nueva región con gran dinamismo, y por ende toda la economía tiende a diri-
girse hacia allá, de forma que los países involucrados van a desarrollarse por su propia
Fo
27
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
En la realidad esto ocurre porque hay una distribución de ciudades que parte de una
gran ciudad con alta primacía urbana5 (macrocefalia), que luego sigue una distri-
bución irregular hasta la base de la pirámide. Por eso se considera que la pirámide
es trunca. De todas maneras, en la jerarquía de las ciudades siempre aparecen —al
menos— tres rangos de ciudades según su tamaño: las ciudades grandes (capital o
metropolitana), las medias y las pequeñas. Sin embargo, esta distribución de mayor a
menor se ve resquebrajada a la hora de clasificar las ciudades de un país, debido a que
P
según esta distribución, la ciudad más grande tiene una buena diferencia respecto de
C
la inmediata inferior6, con lo cual la alta primacía urbana trunca la pirámide.
Este proceso y construcción teórica parten de la consideración de que las ciudades
U
y su orden jerárquico se definen a partir de los atributos demográficos y no desde
relaciones constitutivas; por eso la metrópolis se define como una concentración
lP
significativa de población, o si una ciudad es grande tiene que ver con el tamaño
definido comparativamente con otra ciudad o con el proceso de urbanización. Estas
definiciones son distintas de la de ciudades intermedias, porque en este caso se hace
alusión a una función nacida de una relación constitutiva.
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Por eso la sola consideración del concepto de ciudad intermedia ya implica un
cambio sustancial en la comprensión de la urbanización. En otras palabras, con los
atributos de tamaño se definen los rangos de ciudades, tratando en lo posible de cons-
ito
truir una pirámide, que sería el paradigma deseado. Con las relaciones, en cambio,
el esquema es totalmente diferente, puesto que se construye un sistema urbano o la
ciudad en red. Es más, como habíamos señalado, la célula base también evoluciona
Ed
de una ciudad frontera que define los límites de la ciudad, los muros internos y las
zonificaciones de usos del suelo, hacia una ciudad en red, gracias al desarrollo de las
nuevas tecnologías de la comunicación, a la competitividad, a la conectividad, que
no son atributos sino relaciones.
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Para construir estas relaciones, en principio se necesita que las ciudades sean
nd
nodos, como puntos de articulación a una red, que provienen de una lógica comple-
mentaria y el desarrollo de circuitos de conexión a la manera de autopistas, carreteras
o sistemas de información con alta tecnología de la comunicación.
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5
En realidad la primacía urbana es la que trunca la pirámide, porque establece una relación de la
primera ciudad hacia las siguientes con mucha diferencia. Pero también se hace trunca por el sentido de
frontera que perduraba en la concepción de la ciudad, en tanto no permite la relación.
6
La primacía urbana expresa la preponderancia demográfica y económica de la primera ciudad de un
país respecto de la inmediata inferior y del resto de ciudades.
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Fernando Carrión. Ciudades intermedias: entre una pirámide trunca y una red urbana
América Latina tiene alrededor de 500 millones de personas, de las cuales alrededor
del 80% vive en ciudades. Sin embargo, este dato no sería completo si no se indica
que esta población se reparte en más de 16 600 ciudades que tiene la región, conforme
la siguiente distribución: tres ciudades cuentan con más de 15 millones de habitantes
(México, São Paulo y Buenos Aires); 49 concentran más de un millón de personas
P
y 62 tienen más de 500 mil, y conforman una jerarquía urbana bastante irregular
debido a que en el vértice tienen tres grandes aglomeraciones metropolitanas y en
C
la base, no menos de 16 000 pequeñas. Por esta razón se considera que en la región
tendríamos una pirámide trunca, producida por una alta primacía urbana que
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distorsiona los equilibrios territoriales: pocas ciudades con mucha población y poca
población en muchas ciudades.
lP
Sin embargo, esta tendencia empieza a modificarse debido a que la primacía
urbana muestra un punto de inflexión en el proceso general de concentración, tanto
que la tendencia se morigera y produce un cambio importante en los tres rangos de
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ciudades señalados. Así tenemos que las ciudades pequeñas en América Latina crecen
con una tasa del 3,7%; las ciudades medias lo hacen en un 1,5% y las ciudades grandes,
al 2,4%. Esto muestra que la histórica migración en escalera se ha transformado
ito
por migración urbana-urbana y las pequeñas por migración rural, lo que introduce
otro elemento en la consideración de la pirámide trunca, que viene, en este caso, de
la contracción de las ciudades medias.
Un sistema urbano de estas características tiene ciudades pequeñas que crecen
o
29
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
recién en el tercer lugar del escalón mundial y no existe mayor desglose respecto de
las formas de articulación como ocurre con las ciudades intermedias.
Una característica importante de destacar en los rangos de ciudades descritos tiene
que ver con la definición de pobreza. La pobreza en las ciudades medias y pequeñas
está básicamente relacionada con necesidades básicas insatisfechas (educación, salud,
agua potable), mientras que en las ciudades grandes se la relaciona preferentemente
con la desigualdad, es decir sectores sociales que tienen mucho y otros que tienen
P
poco. Sin embargo, se puede observar en esta comparación que la pobreza es un
C
elemento clave, tanto que las ciudades grandes tienen mejores condiciones urbanas
que las ciudades medias y pequeñas, porque en unas es un problema relativo, mientras
U
que en las otras es un problema absoluto.
Se debe resaltar que en términos de los recursos económicos que se transfieren a las
lP
ciudades hay marcadas diferencias según el rango de ciudades. Los gobiernos locales
de las ciudades grandes tienen más ingresos propios que las medias y pequeñas, que
reciben más recursos por transferencias. Esta situación es importante porque define
los grados de autonomía y dependencia que cada tipo de ciudad tiene, así como su
ria
base económica de sustentación.
ito
Las ciudades intermedias pueden ser consideradas de tres tipos: las que articulan la
red urbana con la ruralidad (ciudades rurales), las que integran el sistema urbano
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dentro de un país (ciudades medias) y las que logran articularse a la ciudad global
(ciudades fronterizas, regionales o metropolitanas).
Quizá las funciones más reveladoras de la intermediación tengan que ver, primero,
con la función político-administrativa, en tanto la capitalidad es en sí misma una
o
30
Fernando Carrión. Ciudades intermedias: entre una pirámide trunca y una red urbana
por ejemplo, las ciudades que operan como nodos de articulación por sí mismas
(São Paulo); aquellas urbes que se ubican en puntos estratégicos (acupuntura) dedu-
cidos de la explotación de un servicio (el turismo en Cusco), de un producto (el
salmón, como cluster en Chile); y las redes de ciudades regionales que operan como
centros de gravedad de espacios superiores (Media Luna en Bolivia o las fronteras).
De esta forma es importante tener políticas generales que tiendan a fortalecer la
intermediación a través, por ejemplo, del desarrollo de los medios de integración,
P
conectividad y posicionamiento (vialidad, transporte, tecnologías de la comunica-
C
ción), del fortalecimiento de las lógicas de capitalidad político-institucional a todos
los niveles, del impulso a las capacidades productivas complementarias con mercados
U
más amplios (comercio exterior), del impulso a la innovación con el desarrollo de
políticas de capacitación e investigación, de la mejora de la calidad de vida de la
lP
población para tener sujetos sociales empoderados, un mercado interno sólido y un
territorio más equilibrado a escala nacional.
ria
Referencias bibliográficas
Borja, Jordi & Castells, Manuel (1998). Local y global. Madrid: Taurus.
ito
SENPLADES. Mimeo.
nd
Robertson, Roland (1992). Globalization: social theory and global culture. Londres: Sage.
Fo
31
Fo
nd
o
Ed
ito
ria
lP
U
C
P
Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias
Alexander Schejtman1
P
C
U
Introducción
lP
En la última década, desde diversos ámbitos vinculados a las problemáticas del desa-
rrollo rural, se asiste a una convergencia de propuestas orientadas a abordar dicha
problemática con un enfoque territorial. En la primera parte de este trabajo se intenta
ria
examinar las razones que dieron lugar a dicha convergencia en el modo de proceder;
en la segunda parte se delinean los elementos básicos del enfoque territorial así como
los fundamentos o antecedentes teóricos que contribuyeron a su formulación para,
ito
a las que dicha actividad está sometida. A las demandas tradicionales de aportar
alimentos, materias primas y divisas, se plantea ahora la necesidad de que sea compe-
titiva, como consecuencia de la apertura comercial y del abandono de los subsidios;
Fo
que sea sostenible, no tanto por imposiciones de los mercados externos sino por la
creciente presión social en torno a los problemas del medio ambiente; y que contri-
buya a la equidad y a la seguridad alimentaria. El combate a la persistente pobreza e
indigencia rural ha adquirido alta prioridad en las agendas de los gobiernos de la región
y es precisamente este el que constituye el centro de las reflexiones que aquí se hacen.
1
Investigador principal de RIMISP (Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural) / aschejtman@
rimisp.org
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
urbano, cuyos límites, —sobre todo en términos de empleo—, empiezan a desdibu-
jarse cada vez más, pues no solo ha ido aumentando con más velocidad el empleo
C
rural no agrícola que el agrícola, sino que una parte creciente del empleo agrícola
ha pasado a residir en núcleos urbanos de distinto tamaño (Reardon, Berdegué &
U
Escobar, 2001).
Esta forma de enfocar el desarrollo rural y el empleo no niega la centralidad de
lP
la actividad agrícola, pues basta imaginar lo que ocurre con el conjunto de las acti-
vidades productivas, de servicio, sociales, culturales, etcétera, en regiones donde una
de las fuentes principales de empleo sigue siendo la agricultura cuando esta decae. De
ria
lo que se trata es más bien de fortalecer los vínculos de la agricultura con la agroin-
dustria, los servicios, la educación y el desarrollo tecnológico, con énfasis en aquellas
áreas en las que predomina la pequeña propiedad, de modo que permita, por esta vía,
ito
estos existen.
Las reformas estructurales han hecho que muchos de los antiguos instrumentos de
la política sectorial, cualquiera sea la opinión que se tenga sobre su eficiencia, hayan
sido abandonados sin que su espacio haya sido cubierto por otros agentes o por el
o
mercado. Por citar solo algunos de los vacíos existentes, es así como se constata una
carencia significativa en materia de mecanismos de financiamiento o de comercializa-
nd
ción para la pequeña agricultura; que la reducción del financiamiento a los institutos
de investigación y de transferencia tecnológica no ha logrado ser compensada con la
venta de servicios o con la transferencia a entes privados de esta última función; que
Fo
34
Alexander Schejtman. Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias
P
ción a las idiosincrasias locales, lo que exige estimular el desarrollo del capital social
C
—entendido como el acervo de normas de reciprocidad y de redes de compromiso
cívico entre el Estado y las organizaciones sociales— que supere el paternalismo y el
U
autoritarismo.
Quienes sostienen la necesidad de una segunda o tercera fase de ajustes estruc-
lP
turales hacen hincapié en la necesidad de reformas de las instituciones, entendidas
como las reglas formales e informales que asignan el control de recursos a los agentes
y determinan la forma como se establecen las relaciones entre estos. Según esta
óptica, corregir las desigualdades en materia de acceso a activos productivos a las
ria
condiciones para un cabal aprovechamiento de los que se poseen, pasan a convertirse
en un ámbito necesario de la acción de las políticas que tengan como norte la supe-
ración de la pobreza o el crecimiento con equidad.
ito
Los cambios en el contexto macro y los específicos del mundo rural constituyen
condicionantes externos e internos a los que está sometida la posibilidad de enfrentar
con éxito las nuevas demandas.
Los condicionantes externos al sector rural son el resultado de la aplicación de la serie
o
al libre juego de las reglas del mercado. En efecto, la disciplina fiscal, la unificación de
los tipos de cambio, el fortalecimiento de los derechos de propiedad, la desregulación
de los mercados internos, la privatización, la liberalización comercial, la eliminación
Fo
35
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
En la medida en que no se ha visto satisfecha la expectativa de que las polí-
C
ticas de ajuste estructural, además de reestablecer los equilibrios macroeconómicos
básicos, permitieran retomar la senda del crecimiento de un modo sostenido y que
U
por esta vía, tuvieran un impacto significativo en la reducción de la pobreza, han
surgido voces cuestionando la suficiencia —e incluso la pertinencia de algunas— de
lP
las medidas englobadas en el llamado Washington Consensus.
Detrás de dicha expectativa y de la idea de «establecer precios correctos» estuvo el
supuesto de que los mercados, liberados de toda interferencia, asegurarían una asig-
nación óptima de recursos (óptimo de Pareto) sin considerar que aquello ocurre solo
ria
bajo condiciones muy particulares, si es que no excepcionales (información perfecta
de los agentes, competencia perfecta y sobre todo, mercados plenos) en circunstancias
que en el mundo real y, especialmente en el ámbito rural, la información es asimé-
ito
la reciente crisis financiera ha terminado por echar por tierra el supuesto de la capa-
cidad incontestable de los mercados como un mecanismo infalible de regulación
económica (Krugman, 2009; Stiglitz, 2008).
Otro de los factores condicionantes, con importantes implicaciones potenciales
o
36
Alexander Schejtman. Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias
P
potencial de acentuar el carácter excluyente y polarizador, que ha sido la caracterís-
C
tica persistente del proceso de modernización agraria de la región, con el agravante
de que la apertura tiende a acelerar dicho proceso al exponer a los productores a
U
una mayor competencia y a disponer de menos recursos públicos para proteger a los
más débiles.
lP
Los condicionantes internos de los cambios en el entorno internacional y en las
reglas del juego han conducido a que el incremento sostenido de la competitividad
y su corolario, la amplia difusión del progreso técnico, hayan pasado a ser condición
necesaria para el crecimiento y para la propia viabilidad de las unidades productivas.
ria
En términos simples, esto supone generar los incentivos y fortalecer las capacidades
o los activos —como lo propone Sen (2000)— de los pequeños productores y de
las familias rurales con pocas posibilidades de impulsar su «competitividad» en el
ito
del funcionamiento del sector rural en la gran mayoría de los países de la región: la
heterogeneidad de la estructura productiva y la de la propia pobreza rural, así como
la presencia de fallas en los mercados de crédito, seguro, tecnología, información,
trabajo, etcétera, o su franca inexistencia en los territorios rurales.
o
nd
Hasta mediados de los años sesenta la percepción de los vínculos entre agricultura y
desarrollo estuvo dominada por lo que Johnston y Mellor (1961) definieron como
Fo
37
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Hay, sin embargo, amplia coincidencia entre diversos analistas en sostener que
el fortalecimiento de los vínculos con un núcleo urbano beneficia al desarrollo agrí-
cola, y señalando que las ciudades han constituido un punto importante de origen y
de difusión de la tecnología agrícola (Jacobs, 1985); que los mercados de capital, de
insumos, de trabajo y de productos tienden a ser menos imperfectos en el entorno
de núcleos urbanos y, como efecto de sus vínculos con estos, la agricultura adyacente
puede disfrutar de mayor mecanización, menos trabajo excedente, mejores precios
P
para sus productos y, por lo tanto, mejor remuneración por su trabajo (Schultz, 1953;
Katzman, 1974).
C
Según Schultz,
U
el desarrollo económico suele darse en una matriz de localización específica; pueden
haber una o más de estas matrices en una determinada economía lo que implica que
lP
el proceso de desarrollo no se da del mismo modo, al mismo tiempo o al mismo
ritmo en distintos lugares. Estas matrices son, en primer lugar, de carácter urbano-
industrial, como centros en los que se da el desarrollo económico, no se ubican
principalmente en áreas agrícolas aun cuando algunas de ellas pueden estar más
ria
favorablemente ubicadas que otras en relación con dichos centros; la organización
económica funciona mejor en aquellas partes de actividad agrícola situada favorable-
mente en relación con dichos centros y ocurre lo contrario en las situadas en la periferia
ito
de dicha matriz (citado por Bhadra & Salazar Brandão, 1993, traducción propia).
hectárea y por trabajador, y que es negativa o neutra respecto a la tierra por trabajador
(es decir, no parece afectar el grado de concentración) (Nicholls, 1969).
nd
indica las ventajas de la proximidad del hinterland rural a los núcleos urbanos (2004b).
Por su parte Vergara, respecto al vínculo entre ruralidad y modernización agrícola
para el Perú2, en una estratificación de comunas según grado de ruralidad, presenta
el siguiente cuadro (1992, p. 190).
2
Este autor señala al respecto: «[...] en realidad la gran catástrofe migratoria de la región (fue que) los
campesinos de la sierra no migraron hacia sus ciudades sino hacia las de la costa. En consecuencia, el
efecto modernizador que genera la urbanización fue monopolizado por la costa. Las rentas de locali-
zación favorecieron a los campesinos costeños y no a los serranos; la oferta de los servicios existió para
38
Alexander Schejtman. Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias
P
Estrato IV 1,83 46 32 6 4
Fuente: Vergara (1992).
C
Nadie pone en duda que la hiperurbanización tiene implicaciones no deseables y
U
que es correcto plantear estrategias que reduzcan o morigeren su crecimiento pero, si
la hipótesis de que el desarrollo urbano estimula o, puesto de modo más condicional,
lP
puede —bajo determinadas circunstancias—, estimular el desarrollo rural, lo que
cabe es examinar críticamente si el actual patrón de poblamiento urbano contribuye
efectivamente a estimular el rural, o puesto en un sentido positivo, qué medidas son
ria
necesarias impulsar para que los potenciales efectos benéficos se materialicen.
la agricultura.
los costeños y no para los serranos; la modernización de las mentalidades, de las relaciones sociales de
Fo
producción y de la tecnología fue ajena al espacio andino. Sin ciudades, el espacio andino vegetó en el
pasado» (Vergara, 1992, p. 186).
3
Se deja, por lo tanto, de llamar como urbanas a las capitales municipales, por ser tales a pesar de que
ni su nivel de infraestructura ni su peso poblacional permiten esperar que cumplan las expectativas
dinamizadoras de su entorno.
4
La OECD ha desarrollado una clasificación de territorios en dos etapas, combinando información
regional y local; en la primera, las comunidades se separan entre rurales y urbanas, tomando 150 habi-
tantes por km2 y en la segunda, los territorios son delimitados reflejando mercados de trabajo a partir de
los patrones de movilidad de mano de obra (commuting patterns) y distinguen tres categorías: predomi-
nantemente urbana si menos del 15% del área vive en comunidades rurales, predominantemente rural
si más del 50% lo hace, e intermedias al resto.
39
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
0,6
0,5
0,4
C
0,3
0,2
0,1
0
U Nicaragua
Bolivia
Panamá
Uruguay
Guyana
El Salvador
Trinidad y Tobago
Rep. Dominicana
Guatemala
Venezuela
Ecuador
Chile
México
Colombia
Surinam
Cuba
LCR Totales
Argentina
Costa Rica
Paraguay
Perú
Honduras
Brasil
lP
ria
Fuente: De Ferranti, Perry, Foster, Lederman y Valdés (2005).
dicho periodo, como lo revelan trabajos hechos para Bolivia (Paniagua, 1994), Brasil
(Da Veiga, 2001) y Chile (Berdegué, Jara, Modrego & Sanclemente, 2009a y 2009b).
En el caso de Brasil, en donde se procedió a una reclasificación de los núcleos
rurales con criterios de densidad demográfica, adoptando 80 hab/km2 o más para lo
o
Tipos
municipios 1991 2000 1991-2000 %
Declinantes 2025 20,8 19,7 -1,1 -5,3
Letárgicos 1351 16,0 17,5 1,5 9,7
Atrayentes 1109 11,0 14,4 3,4 31,3
RURALES 4485 47,7 51,6 3,9 8,1
BRASIL 5507 146,8 169,6 22,8 15,5
Fuente: Da Veiga (2002, p. 21) basado en IBGE Sinopsis del censo demográfico 2000.
40
Alexander Schejtman. Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias
P
simple de piso poblacional, se definieron como ciudades rurales (CR) a todos aque-
C
llos asentamientos con una población igual o superior a veinte mil habitantes, con
los resultados recogidos en el cuadro 3.
U
Cuadro 3. Comunas y ciudades rurales en Chile
lP
Estudio Censo
Comunas Número
Pob % Pob %
Analizadas 288 13 382,2 100,0 13 382,4 100,0
ria
Urbanas 65 8 740,4 65,3 11 491,9 85,9
Rurales 223 4 641,8 34,7 1890,5 14,1
Ciudades rurales 37 1463,3 10,9
ito
1.5. Corolario
advertir las siguientes: a) omisión del alto grado de heterogeneidad que caracteriza
al mundo de la pequeña agricultura y, por lo tanto, de la necesidad de políticas
diferenciales por tipo de productor; b) estar centrados en la actividad agrícola sin
considerar el empleo rural no agrícola, a pesar de que ha crecido en casi todos los
países a ritmos mayores que el empleo agrícola, ni el creciente trabajo a domicilio,
con una fuerte participación de las mujeres; c) no intervenir —o hacerlo solo frag-
mentariamente— en la corrección de fallas o de ausencias de mercado frecuentes,
41
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
determinado desarrollo del núcleo urbano pudiera tener, tanto en la transformación
C
productiva de la actividad agrícola como en las condiciones de vida y de trabajo de
la población rural: en otras palabras no incorporar los vínculos urbano-rurales en el
U
análisis y en el diseño.
En relación con este último punto, y a la luz de lo señalado anteriormente sobre
lP
el papel que los núcleos urbanos pueden jugar en el desarrollo de los espacios rurales,
es posible enumerar al menos las siguientes funciones que una política de desarrollo
rural debería fortalecer:
ria
• Su desarrollo como núcleos de demanda para los productos agrícolas de su
entorno destinados al consumo local o como puente a mercados mayores.
• Su condición de centros de producción y de distribución de bienes y servicios
ito
requeridos por las familias del hinterland rural en su doble calidad de produc-
tores-consumidores.
Ed
5
De hecho, los proyectos de desarrollo rural suelen reemplazar las fallas por ausencia de mercado con
la provisión directa de financiamiento, información o asistencia tecnológica, sin alterar las condiciones
que los beneficiarios enfrentarán cuando se termine el proyecto.
6
Ver al respecto la serie de trabajos sobre Agroindustria y Transformación Productiva de la Pequeña
Agricultura elaborados por el convenio CEPAL/FAO/GTZ para varios países de la región, sintetizados
en Schejtman (1998) y Dirven (1998).
42
Alexander Schejtman. Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias
Todo lo anterior apunta a señalar que las estrategias de desarrollo rural deberán
considerar un concepto ampliado de lo rural que incluya a núcleos urbanos (no
metropolitanos) de distinto rango, a los que estén vinculadas las actividades que
se desarrollan en el hinterland de dichos núcleos, lo que unido a los antecedentes
formulados hasta aquí llevaron a Rimisp a la formulación de un enfoque territorial
del desarrollo rural.
P
2. El enfoque territorial del desarrollo rural
C
Schejtman y Berdegué (2004) han definido al desarrollo territorial rural (DTR)
U
como «un proceso de transformación productiva e institucional en un espacio
rural determinado, cuyo fin es reducir la pobreza y la desigualdad rural». Dicha
lP
conceptualización está construida sobre dos pilares interdependientes y necesarios:
transformación productiva, entendida como la incorporación de innovaciones en
procesos, productos o formas de gestión, para acceder a mercados más dinámicos
que los propios de los territorios rezagados, y la transformación institucional enten-
ria
dida como un proceso de creación de plataformas publico-privadas que conducen a
la inclusión de los pobres en los beneficios de la transformación productiva.
Se señalaba en dicho documento un conjunto de criterios o condiciones del DTR
ito
territorio (los pobres requieren de alianzas con terceros para superar su condición),
y (d) gestar una compleja arquitectura institucional que dé cuenta de la gobernanza
del territorio.
o
43
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
CRECIMIENTO INCLUSIÓN
SOCIAL Y SUSTENTABILIDAD
AMBIENTAL
Propiedad y/o
tuición sobre Tipos de unidades
productivas
P
Capital
A natural
Dominio
humano
tecnológico y
C
material
MERCADOS
organizacional
financiero GEOGRAFÍA
social
B
U
TRANSFORMACIÓN PRODUCTIVA
IDEOLOGÍA
ESTRUCTURA ORGANIZACIÓN
VALORES
lP
DE PODER JURIDICO-INSTITUCIONAL
COSTUMBRES
C DESARROLLO INSTITUCIONAL
ria
A B C
ito
de las oportunidades por aquellas familias rurales que suelen excluir ciertos patrones
de crecimiento.
En el espacio B se destacan los mercados, y en el C, las instituciones; ambos
son desarrollos semiautónomos en el sentido de que tienen determinantes intra y
Fo
44
Alexander Schejtman. Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias
P
la reversibilidad de los vínculos entre ellos, y apunta a señalar que no existe una
C
causalidad lineal ni la primacía de un factor sobre otros, y que cualquiera sea la causa
interna o externa que rompe un estado inicial, este genera una dinámica de causalidad
U
circular hasta un hipotético nuevo estado cuya orientación y grados de estabilidad
dependen del tipo y de la magnitud de los shocks externos que lo afecten.
lP
2.2. Las fuentes teóricas
La literatura sobre desarrollo económico local (DEL) en sus diversas versiones, cons-
ria
truye sus fundamentos y sus propuestas de política a partir de una integración de los
elementos presentados mas arriba que apuntan al carácter localizado del desarrollo
económico7.
ito
trial (Marshall, 1954; Krugman, 1995; Hirschman, 1961), clusters (Porter, 1998;
Schmitz & Nadvi, 1999; Fajnzylber, 1991), nuevos distritos industriales (Camagni,
2000; Bagnasco, 1977; Saraceno, 2000 Garafoli 1998). En segundo lugar está la
Fo
7
Helmsing (2001), en lo que describe como «nuevas perspectivas del desarrollo económico local,»
señala tres factores como elementos que explican el carácter localizado del dicho desarrollo: las externa-
lidades, el aprendizaje y la gobernancia (governance).
45
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
están las consideraciones sobre gobernancia (governance)8 que hacen referencia a las
rutinas, reglas costumbres, valores, englobadas en los activos institucionales de una
región o territorio (los citados más North, 1998; Bordieu, 2001; Birner & Resnik,
2005; Williamson, 2000; Stiglitz, 2002 y 2008; Evans, 2004; Orstom, 1996).
P
Marshall Krugman Hirshman
Faznzylber
CLUSTERS
IDS Sussex
C
Competitividad sistémica
TRANSFORMACIÓN
PODUCTIVA
U
Piore y Sabel, Bagnasco,
Camagni, Sarraceno Nuevos Distritos
Industriales
lP
Industrialización flexible
DESARROLLO
TERRITORIAL RURAL
Maillat Storper Maksell
Maalberg
ria
Entornos de
Entornos o regiones
aprendizaje tácito
de aprendizaje e innovación
en países pequeños
ito
DESARROLLO
INSTITUCIONAL
North, Bordieu, Birner
Williamson Maintz
Stiglitz INSTITUCIONES
Ed
Como puede apreciarse en los datos de la bibliografía referida, con la sola excep-
nd
8
El PNUD incluye bajo este concepto al complejo de mecanismos, procesos e instituciones a través
de los cuales los ciudadanos y los grupos articulan sus intereses, median sus diferencias y ejercen sus
derechos y obligaciones legales.
9
Véanse sobre todo los trabajos de la división de políticas y planificación regionales del ILPES, y en
particular los de Boisier (1996) que partía desde los desarrollos de la Ciencia Regional para, desde los
46
Alexander Schejtman. Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias
P
administrativo, lo que no impide que temas como el v{inculo entre el DEL y la pobreza
C
estuvieran presentes en más de algún trabajo10. Sin perjuicio de lo anterior, los trabajos
realizados en y fuera del ILPES por Boisier (1996, 2001), Alburquerque (1997) y Silva
U
(2005); Vazques-Barquero (2000) los presentados al seminario internacional «Hacia
la Construcción de Territorios Competitivos Innovadores» en Quito (2002), en parti-
lP
cular los de Carlos López Leandro Sepúlveda, Luis Lira y Sergio Boisier, muestran el
interesante nivel alcanzado por los trabajos en los que se hace evidente la influencia
de los relativos a nuevos distritos industriales y, en particular, a la experiencia italiana.
(Bagnasco, 1998; Camagni, 2007; Saraceno, 2000, Garafoli 1998).
ria
3. Dinámicas territoriales y ciudades intermedias
ito
mente sostenibles. Los primeros pasos en dicha dirección son los que ha emprendido
nd
inicios de los años noventa, ser un intelectual activista de los nuevos enfoques del desarrollo territorial
(Boisier & Silva, 1990).
10
Ver al respecto la serie de interesantes trabajos presentados como parte del proyecto Desarrollo Eco-
nómico Local y Descentralización,de CEPAL/GTZ (2001), en los cuales de los 22 estudios de caso solo
dos involucraban a pequeños productores agrícolas.
11
El programa ha organizado el esfuerzo de alrededor de cincuenta organizaciones en once países de
América Latina. Esta sección, salvo que se indique lo contrario, está basada en algunos de los avances
de dicho programa.
47
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
en este caso se aplicaron a estimar los cambios ocurridos en la tasa de crecimiento del
producto o del consumo, en los niveles de pobreza y de desigualdad, con los resul-
C
tados que muestra el cuadro 4 a partir de más de diez mil municipalidades (o unidades
administrativas equivalentes) y del 80% de la población de América Latina.
U
Cuadro 4. Resultados del desarrollo en municipios de América Latina
lP
Crecimiento
Cambios en el ingreso, pobreza y distribución Población «Municipios»
Pobreza
del ingreso % %
Desigualdad
ria
1 BBB Mejoran significativa en todos 9 12
2 BBM Mejora significativa en ingreso y pobreza 15 20
3 BMB Mejora significativa en ingreso y distribución 1 1
ito
del ingreso
4 BMM Mejora significativa solo en ingreso 8 7
5 MBB Mejora significativa en pobreza y distribución 8 10
del ingreso
Ed
Fuente: http://www.rimisp.org/FCKeditor/UserFiles/File/documentos/docs/pdf/DTR/Annual-Report-2009.pdf
48
Alexander Schejtman. Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias
y desarrollo institucional a inclusión, los resultados que se obtienen son los que se
muestran en el gráfico siguiente.
CRECIMIENTO
P
7% 33%
C
EXCLUSIÓN INCLUSIÓN
U
32% 28%
ESTANCAMIENTO
lP
ria
Fuente: Elaboración propia.
producción.
de una primera hipótesis sobre las dinámicas centradas en las relaciones circulares
entre agentes (coaliciones), instituciones (gobernanza) y activos (distintas formas de
capital), enunciada en los siguientes términos: «Las relaciones entre actores sociales,
Fo
49
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
El hinterland rural
Equidad en el acceso a activos incluido tierra
Producción adaptada a la demanda que incrementa los ingresos
Demanda dinámica de amplia base por bienes básicos no agrícolas y por servicios
Diversificación de los medios de vida incrementa ingresos inversión y demanda por bienes
P
Ciudad Intermedia
C
Acceso al mercado local y al procesamiento de los insumos reteniendo el valor agregado
Incremento de la producción de bienes no agropecuarios y de la provisión de servicios.
U
Incremento de las oportunidades de empleo no agrícola
lP
Mercados urbanos nacionales e internacionales
Ampliación de mercados para la producción local
Provisión de una diversidad de bienes y servicios
ria
Fuente: Satterthwaite y Tacoli (2003, traducción propia).
ito
Como puede apreciarse hay una especie de círculo virtuoso entre el desarrollo del
hinterland y el de la ciudad intermedia, caracterizado por la presencia en el primero
de una estructura agraria relativamente homogénea y, en el segundo, de una capa-
Ed
50
Alexander Schejtman. Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias
P
El proceso de transición del latifundio a la empresa capitalista, unido a los
C
procesos de subdivisión que experimentaron las tierras externas a las grandes here-
dades (comunidades campesinas, tierras de pueblos indígenas, áreas de mediana
U
propiedad originaria) y a las tierras distribuidas por los procesos de reforma agraria,
que no fueron readquiridas por los grandes propietarios, dio lugar al surgimiento
lP
de estructuras agrarias bimodales, compuestas esquemáticamente por un segmento
de empresas capitalistas con distinto grado de modernización, y otro de unidades
campesinas con distinto grado de diferenciación, situación presente incluso en aque-
llos países que experimentaron reformas agrarias de mayor o menor profundidad.
ria
Se trata por cierto de una simplificación, pues hay entre los extremos un segmento
de empresas medianas con distinto grado de modernización que han surgido sobre
todo en las últimas dos décadas.
ito
Las implicaciones que este tipo de estructuras agrarias tuvieron sobre el patrón de
articulación entre la agricultura y el desarrollo industrial, sobre los senderos tecno-
lógicos seguidos por el desarrollo agrícola y sobre el tipo de liderazgo empresarial,
Ed
avanzada, y las regiones del sur; o bien entre Cataluña y el País Vasco, en España,
nd
autores sobre lo que habría sido el desarrollo del sur de los Estados Unidos de no
haber ocurrido la guerra de secesión.
A diferencia de las plantaciones del sur, basadas en la esclavitud, la población
de farmers independientes de los Estados Unidos ofrecía un amplio mercado
potencial para bienes durables simples [...] de estas localidades surgió el material
humano —trabajadores y empresarios— para el proceso de industrialización. La
agricultura de las plantaciones no pudo industrializarse sino mucho más tarde
(Jones & Woolf, 1969, p. 18)
51
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
hubiera podido instalar en el oeste, rodeando al noroeste. Los Estados Unidos
se habrían encontrado entonces en la misma situación de algunos de los países en
C
vías de modernización, con un sistema de latifundio, el dominio de una aristo-
cracia antidemocrática, una clase industrial y comercial débil, incapaz de impulsar
U
un proceso de democratización política o con pocos deseos de hacerlo (Moore,
1966, p. 153, traducción propia; véase también Senghaas, 1985).
lP
En economías cuyas estructuras agrarias se consolidaron en torno a la hacienda o
a la plantación, la demanda tanto de bienes de consumo como de medios de produc-
ción mostró tempranamente una marcada polarización, y se volcó hacia el exterior la
ria
demanda tanto de los componentes de consumo de las élites como de los medios de
producción empleados en el proceso de transición del latifundio hacia la gran empresa
agrícola moderna. Esta dinámica contrasta, como lo indican las citas anteriores, con
ito
la experimentada por los países de industrialización temprana o tardía que en las fases
iniciales de la industrialización contaron con una estructura agraria formada por una
masa relativamente homogénea de pequeños y medianos productores que se cons-
Ed
una creciente sofisticación de las pautas de consumo, una mejoría sistemática en las
nd
complejos para lograr una amplia difusión del progreso técnico —que constituye
una condición necesaria para conformar estructuras económicas capaces de generar
crecimiento con equidad—, pues mientras en estructuras homogéneas una opción
tecnológica válida (es decir, coherente con las dotaciones relativas de recursos de la
economía) lo es para la gran mayoría de las unidades productivas, en las bimodales una
opción válida para la gran empresa agrícola, dado un conjunto de precios relativos, es
improbable que lo sea también para el sector de agricultura campesina. Más aún, los
criterios con los que responde a las principales ínterrogantes en la gestión productiva
52
Alexander Schejtman. Desarrollo territorial rural y ciudades intermedias
(qué, cuánto, cómo, para qué mercado producir, etcétera) difieren de modo significa-
tivo en uno y otro tipo de unidades productivas.
ESTRUCTURA
DE PODER
P
C
DISTRIBUCIÓN INGRESO
PATRONES Y PAUTAS DE CONSUMO
DE ACUMULACIÓN
MATRIZ
U
AGRARIA ESCASEZ O DISTORSIÓN
REDUCIDA EN LOS ESTIMULOS
GESTACIÓN A LA INNOVACIÓN
lP
DE EMPRESARIOS
POTENCIALES
MERCADOS
ESTRUCTURA
PRODUCTIVA
ria
Finalmente, el tipo de estructura agraria bimodal permitió un marcado sesgo
ito
poder necesario para morigerar, si no es que para invertir dicho sesgo, en la región,
una serie de medidas compensatorias para el sector de grandes agricultores o de agri-
cultores modernos (créditos subvencionados, insumos e importaciones subsidiarias
o con aranceles diferenciados, precios de sustentación, etcétera) hizo que el peso
o
De lo señalado hasta aquí no debe colegirse que una estructura agraria unimodal
por sí misma da lugar a dinámicas exitosas en el sentido señalado anteriormente,
como de hecho lo demuestran las experiencias del desarrollo de muchas comuni-
dades campesinas en América Latina que están seguramente representadas en alguna
proporción en el conjunto de 28% de municipios de los tipos de dinámica sinteti-
zados más arriba en el diagrama 3.
Las posibilidades de una dinámica exitosa parecen depender de un modo decisivo de
la naturaleza de los vínculos que establecen con el núcleo urbano-industrial-comercial.
53
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
Una familia campesina tipo de la Mixteca gasta al año alrededor de US 1.785 Lo
C
que forma una demanda agregada de unos 150 millones de dólares que recibe
anualmente el comercio, además, el resto del dinero de las remesas es un capital
U
que rota constantemente transformándose en capital financiero en manos de
los bancos y cajas de ahorros. En el año 2001, INEGI registraba en la ciudad
lP
de Huajuapan de León, 3.307 unidades económicas, la gran mayoría estableci-
mientos comerciales, hoy día, según los primeros datos del censo del 2008, llegan
a 7.435 los establecimientos (2010, p. 44).
ria
Para la generación de círculos virtuosos a partir de estructuras unimodales, es
necesario que parte del excedente sea retenido y se transforme en incrementos de
capital (en sus distintas formas), para que se genere un proceso dinámico de demandas
ito
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nd
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Ed
ito Segunda parte
ria
lP
U
C
P
Fo
nd
o
Ed
ito
ria
lP
U
C
P
Ciudades rurales y superación de la pobreza extrema
Ricardo Vergara1
P
C
U
La historia de la humanidad nunca había conocido —y por consiguiente no se lo
había planteado— que la pobreza podía ser superada hasta que surgió la revolución
lP
industrial y la productividad del trabajo comenzó a crecer exponencialmente gracias a
que se desarrollaron las ciencias y se puso a estas al servicio de la producción. En estas
nuevas circunstancias, la existencia de la pobreza se convirtió en un problema sociopo-
ria
lítico, es decir, en un mal que podía ser imputado a ciertos actores como sus causantes.
Esta situación condujo a que se elaboraran diversas teorías explicativas del nuevo
problema que hasta entonces había sido ignorado, puesto que la pobreza había sido
ito
Dos grandes personajes enfrentados, Malthus y Marx, elaboraron teorías que devi-
nieron clásicas en el esfuerzo de definir la causalidad de la pobreza. El primero culpó
a los pobres quienes, atrapados por una pasión sexual irrefrenable2, se multiplicaban
más aceleradamente que los alimentos; el segundo, culpó a los ricos capitalistas que
o
condiciones que la aumentaban sin que los autores de la época pudieran percibir este
carácter pasajero del empobrecimiento. En efecto, el aumento de la productividad
agrícola condujo a la reducción de la mortalidad, a la explosión demográfica, a la
sobrepoblación rural y a la emigración que multiplicó la pobreza urbana. Paradóji-
camente, el aumento exponencial de los pobres urbanos validaba al mismo tiempo
1
Director y Consultor Asociado del Instituto SASE / rvergarabe@yahoo.com
2
Comportamiento «vicioso» que también podría haberse concebido como extremadamente «virtuoso»
si se hubiera asumido que representaba la sumisión total al mandato divino: «creced y multiplicaos».
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
fue quedando atrás; por consiguiente, puede asumirse que gracias a los anticoncep-
C
tivos, la pasión sexual irrefrenable dejó de ser un vicio, el ejército industrial de reserva
se redujo y la pobreza también.
U
Como era de suponerse, esta nueva situación escindió las filas revolucionarias del
marxismo y se produjo un gran cisma que enfrentó a los revisionistas dispuestos a
lP
admitir que el capitalismo podía eliminar la pobreza3, con los ortodoxos que adju-
dicaron la superación de la pobreza en los países avanzados a una causa particular:
la explotación imperialista del tercer mundo. Con esto la tesis revolucionaría pudo
seguir transitando «victoriosa» hasta que décadas después el derrumbe del socialismo
ria
soviético hizo evidente el triunfo del capitalismo, no solamente frente a sus enemigos
socialistas sino también frente a la pobreza. Pero ahora, iniciado el tercer milenio de
nuestra era, la promesa capitalista debe reconocer su carácter universal puesto que
ito
todos los pueblos aspiran con justicia a superar la pobreza, y esto pone sobre el tapete
teorizar sobre cómo se obtuvo dicho objetivo.
Ed
1. La reformulación de lo urbano
Sin embargo, estas categorías de personas no solamente creaban valor sino que
pusieron en marcha un conjunto de procesos sociales hasta entonces desconocidos;
principalmente, transformaron la naturaleza de las ciudades que, de constituir los
escenarios privilegiados del consumo, pasaron a ser los lugares clave de la producción.
3
En la social democracia alemana destacaron como representantes de esta tendencia Bernstein y Kautski.
4
Para los fisiócratas solamente los agricultores creaban valor puesto que, según ellos, los manufactureros
producían artículos de lujo para una minoría de privilegiados, y para Marx, que admitió a la industria
como generadora de valor, los servicios representaban solamente un gravamen sobre la plusvalía generada.
62
Ricardo Vergara. Ciudades rurales y superación de la pobreza extrema
De esta manera, las ciudades que durante siglos habían constituido el hábitat de las clases
asociadas al ejercicio del poder (políticos, militares y religiosos) pasaron a ser el escenario
productivo por excelencia, y en ellas se concentraron obreros, empleados y empresarios.
De allí en adelante, el espacio rural es aquel en donde predomina la produc-
ción primaria, y el urbano donde predominan la manufactura y los servicios. Luego,
como una condición adicional derivada de esta especialización productiva, el espacio
urbano es aquel donde el crecimiento demográfico es rápido mientras que la diná-
P
mica rural es lenta y con el tiempo deviene negativa5. Por consiguiente, como es
evidente en todos los países, la segunda característica que diferencia ambos espacios
C
es que las ciudades crecen y las aldeas se estancan.
Pero, ¿por qué la manufactura y los servicios generan crecimiento demográfico y
U
la agricultura no? Son varias las razones. Mencionaremos ahora que los bienes y servi-
cios urbanos se hacen utilizando cada vez más máquinas y gente, que se multiplican
lP
al interior de una superficie dada, que constituye apenas la plataforma sobre la cual se
trabaja; en cambio, en el campo se trabaja la tierra, y la mecanización que aumenta la
productividad hace disminuir la necesidad de trabajadores por unidad de superficie.
ria
En la ciudad se acumulan trabajadores dentro de una superficie constante cuando
se aumentan los medios de producción, e incluso se crea suelo sin aumentar la super-
ficie cuando se construyen edificios. Además, no solamente aumenta la cantidad de
ito
los bienes que se pueden producir, sino que también se amplían los tipos de bienes y
servicios que pueden ser producidos y las familias, conforme se enriquecen, reducen
la importancia de la alimentación en su canasta de consumo.
Ed
porque los sujetos se relacionan con categorías de personas a las que en realidad no
conocen: el taxista, el médico o el cliente a quien se vende un bien o un servicio.
nd
Las ciudades no solamente tienden a crecer sino que también se multiplican, aumen-
tando su número, y lo hacen eslabonándose en redes jerarquizadas que privilegian el
lugar central porque desde él se abaratan las transacciones. En el Perú, este proceso ha
originado que el número total de las ciudades —definidas como las aglomeraciones
con más de 2000 habitantes— se haya poco más que duplicado, pasando de ser 259
en 1961 a ser 565 en el 2007. Pero el número de las ciudades grandes ha aumentado
5
Finalmente, sin embargo, buena parte de las ciudades también dejan de crecer.
63
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
más rápido que el de las pequeñas: las aglomeraciones con más de 100 000 habitantes
se ha multiplicado por 7 mientras que el número de las ciudades pequeñas, con pobla-
ciones que fluctúan entre 2000 y 20 000 habitantes, apenas se multiplicó por 2,1 veces.
P
> 100 000 3 11 21
20 000 a 100 000 24 36 56
C
2000 a 20 000 232 301 488
Total 259 348 565
U
Fuente: censos nacionales.
lP
En ese lapso, el volumen de la población urbana pasó de ser el 39,6% a ser el 68%,
habiéndose multiplicado su volumen total 4,76 veces. Debe anotarse que el volumen
de las ciudades grandes creció con mucha mayor rapidez que el de las pequeñas: 5,37
ria
veces contra solo 2,68 veces.
Las ciudades más grandes crecieron con mayor velocidad porque el incremento
del tamaño del mercado favorece la complejidad productiva, lo que origina, en
Fo
6
Condición que se alcanza cuando se superan los cien mil habitantes (Chipoco, 1996).
64
Ricardo Vergara. Ciudades rurales y superación de la pobreza extrema
P
la producción a través de los descubrimientos y los inventos, y por consiguiente, se
C
revolucionan los procesos productivos, con lo cual aumenta la productividad y se
elimina la pobreza. Pero esto no debe hacernos olvidar que las ciudades pequeñas
U
lideran el desarrollo rural porque producen impactos concretos mientras que las
ciudades grandes modifican el contexto general.
lP
En efecto, el impacto de las ciudades grandes tiende a ser indirecto aunque no
por eso es menos importante; por ejemplo, el crecimiento global de la demanda
mercantil de alimentos viabiliza la colocación de mayores cantidades de productos
obtenidos gracias al aumento de la productividad agropecuaria, la elevación del costo
ria
de oportunidad de la mano de obra rural que de un lado comienza a escasear y del
otro aumenta su calificación merced a la instrucción pública, o el aumento de la
esperanza de vida que produce el envejecimiento de la población.
ito
En cambio, los vínculos de las ciudades pequeñas con los agricultores son
concretos. En ellas encuentran la oferta diseminada de bienes y servicios sociales y
productivos que reduce sus desplazamientos, el liderazgo político e intelectual que los
Ed
hace avanzar empresarial y gremialmente, las ofertas de trabajo local que les generan
significativos ingresos extra prediales, y finalmente, en la ciudad pequeña es donde
se localizan los intermediarios mercantiles y las agroindustrias que hacen sofisticada
la oferta alimenticia al adaptarla a las demandas más distantes (las grandes ciudades
o
e incluso la exportación)7.
nd
El límite de las ciudades medievales que había existido como un hecho físico y juris-
diccional se desvaneció con el surgimiento de la revolución industrial; las murallas
fueron sobrepasadas cuando no destruidas, y surgió un nuevo problema conceptual:
¿qué era entonces una ciudad? Es un problema que no termina de ser resuelto cuando
se debe zanjar la cuestión del límite entre lo rural y lo urbano.
7
En contrapartida, la presencia de los hombres del campo en las ciudades impacta sobre la ocupación
del espacio, el mercado laboral y la seguridad ciudadana.
65
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
La tentación de encontrar un límite exacto parte de concebir las realidades del
campo y la ciudad como antónimos complementarios, similares a la diferencia que
C
existe entre la condición de vivo y de muerto, desconociendo que en realidad se trata
de antónimos graduales, similares a la distinción existente entre lo caliente y lo frío.
U
Puestos en esta segunda perspectiva se habría admitido la existencia de la condición
intermedia, puesto que en la realidad existe la ciudad rural tal y como en nuestro
lP
ejemplo de antónimo gradual existe lo tibio.
Reconociendo esta realidad intermedia, el desarrollo rural deja de ser el equi-
valente al desarrollo de la actividad agropecuaria y de las aldeas donde residen los
ria
minifundistas. En lugar de ello, la conceptualización del desarrollo rural pasa a formar
parte del desarrollo regional, y sumados al tema del aumento de la competitividad
agroalimentaria se incorporan los temas de la concentración y de la valorización resi-
ito
ción en los pesos proporcionales de las poblaciones urbana y rural hace que, mientras
la capacidad de absorción citadina de los emigrantes rurales es cada vez mayor, la
nd
localidades más grandes, capaces de ser algo más que la residencia precaria de los
minifundistas. Pero para el pensamiento ruralista esta tendencia es perversa y debe
8
Así por ejemplo, para México es rural aquella población que habita en localidades que acogen a
menos de 2500 habitantes; para Bolivia es la población censada en localidades con menos de 2000
habitantes; para Perú es rural todo centro poblado que no tiene 100 viviendas contiguas ni es capital
de distrito, y para Chile, es rural todo asentamiento humano, concentrado o disperso, que cuenta con
1000 o menos habitantes, o entre 1001 y 2000 habitantes si es que menos del 50% de la PEA se dedica
a actividades secundarias.
66
Ricardo Vergara. Ciudades rurales y superación de la pobreza extrema
P
Evidentemente no9.
C
Cuadro 3. Población urbana y rural
(Provincia de Caylloma)
U
N° de viviendas N° de centros poblados Porcentaje
lP
Con 1 vivienda 1251 59,6
Entre 2 y 4 viviendas 588 28,0
Entre 5 y 20 viviendas 159 7,6
Entre 21 y 100 viviendas
ria 52 2,5
Entre 101 y 1000 viviendas 48 2,3
Con más de 1000 viviendas 2 0,1
ito
20,5% de la PEA rural pertenece a esta categoría ocupacional, mientras que en el área
urbana el porcentaje desciende hasta 3,9%. ¿Cómo podría desaparecer la pobreza
nd
en la mayoría de los distritos peruanos sin que importe la región natural donde se
encuentre, y el proceso se acelera cuando uno registra lo ocurrido entre los censos
de 1993 y 2005 y lo sucedido entre los censos 2005 y 2007. Nótese en el cuadro 4
que, entre los dos últimos censos, la población rural disminuyó en la mayoría de los
distritos de las tres regiones naturales.
9
Este hecho no excluye que el Estado deba proveer de servicios de salud itinerantes o de internados
urbanos a los estudiantes que provienen de estos lugares.
67
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
Fuente: Censos Nacionales de Población 2005 y 2007. Elaboración propia.
C
Sin embargo, vista la evolución a escala departamental puede observarse que son
U
los departamentos de la selva donde la población rural aumenta gracias a las posibili-
dades de la colonización, y es en los departamentos más urbanos y dinámicos donde
lP
la población rural disminuye.
que la pobreza rural (21,1% versus 60,3% en el 2009) sino que la disminución de
la tasa es mayor en la ciudad que en el campo: 16 puntos menos versus 9,5 puntos.
Otras dos maneras de destacar esta asociación inversa entre urbanización y pobreza
es mencionar la correlación que existe entre el porcentaje departamental de la pobla-
ción urbana y el nivel de pobreza (-0,89) y también, indicar que en el área urbana la
pobreza extrema apenas representa el 13,3% de la pobreza total mientras que en el
área rural este porcentaje aumenta hasta el 46,1%.
68
Ricardo Vergara. Ciudades rurales y superación de la pobreza extrema
Los principales mecanismos mediante los cuales las ciudades rurales ayudan a superar
la pobreza extrema son:
• La demanda mercantil de alimentos se despliega en el territorio y se genera
ventajas de localización para los campesinos alejados que pueden integrarse a los
P
mercados locales, vendiendo productos de baja calidad en pocas cantidades.
• La intermediación comercial y productiva (agroindustria local) se potencia y permite
C
el acceso de los productores agropecuarios a los mercados regionales y nacionales;
al mismo tiempo que la integración productiva de las ciudades pequeñas al sistema
U
urbano-regional se convierte en un factor de crecimiento para las ciudades más
grandes, pues retroalimenta positivamente el proceso del desarrollo regional.
lP
• Los campesinos acceden a mercados laborales cercanos manteniendo los vínculos
familiares y reforzando la capitalización dineraria de los predios.
• El acceso a bienes y servicios productivos y residenciales se abarata, lo que posibilita
mejoras en la esfera de la producción así como en la educación de los hijos, con lo cual
ria
aumentan su costo de oportunidad y pueden emprender una emigración exitosa.
• La reducción absoluta de la población rural aumenta la dotación de tierra
per cápita, viabiliza la implantación de frutales y la siembra de pastos, con lo que
ito
10
Los citadinos poseedores de mayores ingresos consumen más cárnicos, lácteos y frutales.
69
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
> 100 ha 13 0,9 33 0,6 38 3,6
TOTAL 1553 100,0 5701 100,0 1057 100,0
C
Fuentes: Censo Nacional Agropecuario del Perú 1994 y Vergara (1993, p. 103).
U
Este es el gran proceso que caracterizará la evolución del campo peruano en las
próximas décadas, y ya podríamos estar observándolo en toda su magnitud y cuanti-
lP
ficándolo si se contara con un censo agropecuario. Como este no existe, la atención se
enfoca en lo que ocurre en el segmento más alto: la concentración costeña de fundos
orientados a la exportación que aprovechan la existencia de significativas rentas de
ria
fertilidad: azúcar, espárragos o mangos.
Al mismo tiempo, sin que se le esté prestando mucha atención, se está concentrando
la propiedad campesina bajo el impulso de la pequeña producción mercantil que se
ito
contado, y con ello a vender sus animales para obtener liquidez (por ejemplo, los
alpaqueros), y al segundo, porque vende muy barato.
nd
Referencias bibliográficas
Fo
11
Además este proceso se ve facilitado porque el envejecimiento de los propietarios aumenta la transfe-
rencia de la propiedad.
70
Reflexiones sobre lo rural (y lo urbano) en el Perú
P
C
U
En la década de 1970, un encarnizado debate sobre el carácter de la sociedad peruana
dividía la izquierda, entre quienes pensaban que la sociedad era «predominantemente
lP
capitalista» y quienes opinaban que era aún «feudal». El debate se sellaba a favor de
los primeros, con un incuestionable dato censal: la mayoría de la población, desde el
Censo de 1972, era «urbana».
ria
La discusión sobre el carácter de la sociedad peruana quedó, en la década siguiente, fuera
de la historia. Y sin embargo, la «urbanidad» o «ruralidad» del país o de una zona, siguen
siendo evidencias de su nivel de desarrollo. Efectivamente, si la mayoría de la población
ito
(de un distrito, de una provincia, de una región) es urbana, se le atribuye un mayor nivel
de desarrollo que un espacio de mayoría rural. Lo rural carga así con una suerte de lastre:
una pervivencia de la historia que debe superarse; lo urbano aparece como progreso.
Ed
sugirió que, como el Estado no puede hacer un centro de salud o un colegio secundario
nd
en cada poblado rural, lo mejor era que las personas migren a «las ciudades interme-
dias», donde, según el parecer de García, existen muchos servicios de calidad. Si bien
sus apreciaciones se produjeron en el contexto de la aprobación de leyes que buscaban
Fo
facilitar que pobladores rurales vendan sus tierras a empresas privadas, la imagen de
ciudad con progreso y servicios y, por oposición, la de espacio rural con atraso y caren-
cias, jugaba sobre una especie de sentido común nacional.
¿Es lo rural un signo de atraso, naturalmente destinado a carecer de servicios? Y, a fin
de cuentas, ¿qué tan urbana es la población en el Perú? Son los dos temas que articulan
la reflexión del presente artículo.
1
Investigadora principal del IEP (Instituto de Estudios Peruanos) / mremy@iep.org.pe. Este artículo
se basa en Remy (2009).
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
Cuadro 1. Composición de la población según área urbana o rural,
de acuerdo con los censos nacionales
C
Urbana Rural
Años % %
U
1940 35,4 64,6
1961 47,4 52,6
lP
1972 59,5 40,5
1981 65,2 34,8
1993 70,1 29,9
ria
2007 79,9 20,1
Fuente: INEI. Censos. Elaboración propia.
ito
cios completamente diferentes que uno con un centro poblado de quinientas mil
personas. Pero ambos son urbanos.
Tanto como la magnitud (500 o 700 personas que definen lo urbano), puede
Fo
reflexionarse acerca de la asociación de «urbano» con la sede del poder local. Según
el censo nacional de población y vivienda de 2007, de los 1591 centros poblados que
son capital de distrito, 725, es decir, el 46%, tienen menos de 700 personas: todos
son urbanos en el imaginario estadístico.
Interesa anotar, de paso, que en la Encuesta Nacional de Hogares del mismo INEI,
que periódicamente permite una medición de la pobreza, —la definición de «rural»
se refiere a la población que vive en centros poblados de menos de cuatrocientas
viviendas (alrededor de dos mil personas). Es decir, cuando el INEI proporciona
72
María Isabel Remy. Reflexiones sobre lo rural (y lo urbano) en el Perú
los datos de pobreza en los que resalta que la pobreza rural es alta y persistente, se
refiere a una población mucho mayor que aquella que se deduce de las cifras censales.
¿Cuántas personas hacen una ciudad? Es una pregunta difícil; si bien es claro que
la población de cien viviendas no genera una dinámica urbana, ¿en qué magnitud
poblacional se marca un límite?
En un estudio del INEI (1995) sobre el crecimiento urbano, se muestra que recién
en centros poblados por encima de cinco mil personas se puede apreciar una población
P
con algún nivel de diversificación de actividades y un cierto desarrollo del comercio,
más allá de las necesidades del propio centro poblado; es decir, se cumple un primer
C
escalón de la función de aprovisionamiento del área rural circundante. Pero recién en
centros poblados por encima de diez mil personas se encontraban actividades diversifi-
U
cadas de servicios o instalaciones industriales. Según Vergara (2000), a partir de los diez
mil habitantes, un centro poblado empieza a tener una dinámica de atracción migra-
lP
cional y desarrollo de servicios más complejos, como hospitales y escuelas secundarias.
Entonces, si pusiéramos en diez mil personas el límite urbano, la población
urbana en el Perú habría tenido la siguiente evolución:
ria
Cuadro 2. Evolución de la población total y la población urbana
(centros poblados de más de 10 000 personas). 1961-2007
ito
Fuente: INEI, 1995; INEI (2007). Sistema de consulta de datos de centros poblados y
población dispersa. Elaboración propia. Nota: El total que se registra es el total de población
nd
Pero esta forma de calcular cuánta población hay en las ciudades y cuánta requiere
Fo
2
Lima y Callao.
73
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
90%
80% 79,90%
70% 70,10%
65,20% 63,75%
60% 59,50%
56,19%
P
50% 47,40% 47,63%
40% 40,96%
30%
C
29,79%
20%
10%
U
0%
1961 1972 1981 1993 2007
lP
Urbano según Censos Urbano: mayor de 10 mil personas
Fuente: INEI (2007). Sistema de consulta de datos de centros poblados y población dispersa.
Elaboración propia.
Fo
3
La elaboración de este gráfico y del siguiente tiene algunas dificultades. La principal es que si bien
la información de INEI se encuentra a escala de centro poblado, su referente es siempre distrital.
Es decir, una ciudad que se forma con la población de varios distritos aparecerá distribuida en igual
número de centros poblados. Para evitarlo, se tiene la categoría de «conglomerado», es decir, una unidad
poblacional que resulta de la suma de varios centros poblados. En términos censales se define como la
unidad formada por centros poblados cuyas periferias se ubican a una distancia no mayor de 3 a 5 km
(dependiendo del tamaño del centro poblado). No contamos con la actual lista de conglomerados, pero
utilizamos la misma lista proporcionada en el estudio del INEI 1995. Tiene el inconveniente de que el
crecimiento de algunas grandes ciudades entre el censo de 1993 (que sirve como base al estudio men-
cionado) y el de 2007 ha integrado más centros poblados. Pero tiene la ventaja de la homogeneidad.
74
María Isabel Remy. Reflexiones sobre lo rural (y lo urbano) en el Perú
P
Años Población total Población urbana* %
C
1961 8 669 778 1 353 133 16
1972 10 833 355 2 495 318 23
U
1981 13 238 337 3 935 379 30
1993 16 293 587 6 374 480 39
lP
2007 18 924 267 8 997 828 47
*Misma definición urbana del cuadro 2. No incluye la población de la provincia de Lima y la
provincia constitucional del Callao.
ria
Con la definición propuesta de urbano, el conjunto del país —con excepción de
Lima— no llega a tener una población urbana mayoritaria ni siquiera hoy en día.
ito
100%
92%
90%
84% 84%
80% 77%
o
24%
20%
1940 1961 1972 1981 1993 2007
Rural: población en CP<10 mil (sin Lima) Rural: población en CP<10 mil
Rural según el censo
Vista con más detenimiento, el siguiente gráfico muestra cómo se distribuye la población según el
tamaño de centros poblados, de acuerdo con el censo 2007.
75
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
8 000 000
7 000 000
6 000 000
5 000 000
P
4 000 000
3 000 000
C
2 000 000
1 000 000
0
U
CP CP CP CP CP CP CP CP
>250 000 >100 000 >50 000 >20 000 >10 000 >5 000 >2 000 2 000
y 250 000 y 100 000 y 50 000 y 20 000 y 10 000 y 5 000 o menos
lP
Fuente: INEI Censos nacionales 2007: XI de población y VI de vivienda. Sistema de consulta de datos
de centros poblados y población dispersa. Elaboración propia.
ria
Sorprende encontrar que poco más de cinco millones de personas en las regiones del
Perú viven en ciudades de más de cien mil habitantes en tanto que casi ocho millones
viven dispersas o en pequeñas unidades poblacionales. En términos regionales, esta
ito
65,92%
70,00% 60,88%
60,00%
o
50,00%
nd
40,00% 32,59%
28,70%
30,00%
16,72% 16,80%
Fo
20,00%
10,00%
0,00%
COSTA SIERRA SELVA
Fuente: INEI (2007). Sistema de consulta de datos de centros poblados y población dispersa.
Elaboración propia.
76
María Isabel Remy. Reflexiones sobre lo rural (y lo urbano) en el Perú
P
Pero queda el dato incuestionable de que, sea cual sea la forma de, la población rural
C
tiende porcentualmente a disminuir. Una interpretación común es que la gente del
campo, cansada de la pobreza y la falta de servicios, emigra atraída por las luces de
U
la ciudad. Hay indudablemente emigración rural hacia los grandes centros urbanos;
sin embargo, la afirmación era contundentemente cierta hasta los años setenta y aún
lP
los ochenta. En efecto, la ciudad de Lima creció a una tasa de 5% anual entre 1961
y 1972; el crecimiento aún fue alto en el periodo 1972-1981 aunque menor: 3,5%.
La tendencia al crecimiento de Lima ha seguido desacelerándose: 2,5% anual entre
1981 y 1993, y 2% en el último periodo intercensal (1993-2007).
ria
El dato censal más sorprendente desde 1981 es el crecimiento de las «ciudades
intermedias»: efectivamente, las mayores tasas de crecimiento se observan en centros
poblados de menor tamaño que la capital —y no solo las capitales departamentales—.
ito
El cuadro siguiente permite apreciar que, entre 1961 y 2007, el número de centros
poblados de más de diez mil personas ha ido aumentando progresivamente.
Ed
Áncash 2 3 4 4 5
nd
Apurímac 0 1 1 2 2
Arequipa 2 2 3 3 4
Ayacucho 1 1 2 2 4
Fo
Cajamarca 1 2 2 6 8
Cusco 2 3 3 5 6
Huancavelica 1 1 1 1 1
Huánuco 1 2 2 3 3
Ica 4 5 5 6 8
Junín 4 4 6 11 15
La Libertad 5 6 8 11 14
Lambayeque 5 6 9 11 12
77
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
Piura 5 7 8 13 13
Puno 2 2 3 5 9
C
San Martín 1 2 2 7 7
Tacna 1 1 1 1 1
U
Tumbes 1 1 1 3 4
Ucayali 1 1 2 2 3
lP
TOTAL 47 62 78 116 142
Fuente: Elaboración propia. ria
Lo que ha venido sucediendo es que pequeños pueblos o aldeas rurales, o lo
que fueron caseríos de haciendas, se han densificado hasta convertirse en pequeñas
ciudades o ciudades intermedias. En algunos casos se trata de pueblos en la ceja
de selva que, inicialmente por migración y colonización, pasan de campamentos a
ito
pequeñas ciudades, en las que poco a poco se instalan pequeños comercios, junto
con los colonos agricultores (cafetaleros, arroceros). Algunos casos (Jaén en Caja-
Ed
25 000
Arroceras
20 000
Fo
15 000 Bagua
Soritor
5000
0
1961 1972 1981 1993 2007
78
María Isabel Remy. Reflexiones sobre lo rural (y lo urbano) en el Perú
P
La red de ciudades intermedias de la costa resulta también de procesos de densi-
C
ficación rural, probablemente asociados a procesos como la reforma agraria: un
excedente agrícola antes apropiado por una familia y con frecuencia extraído fuera
U
de la región o consumido en las grandes ciudades (Lima, Trujillo, Piura, etcétera),
termina redistribuido entre miles de pequeños agricultores que consumen en el lugar;
lP
caseríos de hacienda o pequeñas comunidades aledañas; terminan siendo asiento de
pequeños comercios, tiendas de insumos agrícolas y, poco a poco, instalación de
almacenes de acopio y de agroindustrias. Mercados de abastos, servicios financieros,
servicios públicos, densifican el poblamiento:
ria
Gráfico 7. Ejemplos de ciudades rurales en la costa norte
ito
30 000
Desarrollo agroindustrial
25 000 Guadalupe
Ed
20 000 Moche
15 000 Viru
10 000 Tambo Grande
o
5000 Paijan
La Arena
nd
0
1961 1972 1981 1993 2007
79
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
Comercio, transporte,
Industria
financieros
7%
34%
U
La Arena: 14 184
lP
Servicios urbanos* Administración pública
12% 9%
Industria Agricultura
5% 52%
ria
Comercio,
transporte,
financieros
22%
ito
80
María Isabel Remy. Reflexiones sobre lo rural (y lo urbano) en el Perú
25 000
P
Sin Dinamismo Rural
20 000
C
15 000 Carhuaz
U
10 000 Puquio
Santiago de Chuco
lP
5000
0
1961 1972 1981 1993 2007
ria
Fuente: Elaboración propia.
sobre todo, nuestro Estado ha diseñado la mayoría de sus servicios para la atención
de la población urbana, no en el sentido censal, sino en uno demográfico, es decir,
servicios para poblaciones de cierto nivel de concentración (por lo menos diez mil
Fo
81
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
que las personas deben migrar para que los hijos puedan estudiar. Lo que nunca
se ha hecho es diseñar un sistema de servicios urbanos (en el sentido más duro del
término) al acceso de la población rural. Es decir, servicios que van desde sistemas
viales y servicios municipales de transporte, hasta secundarias con internados de
alternancia, que permitirían que adolescentes rurales asistan a secundarias grandes,
en donde se podrían concentrar altos niveles de servicios de calidad. Esto eliminaría,
por ejemplo, la principal restricción del acceso de niñas rurales a la secundaria: el
P
temor de los padres de que en los largos desplazamientos a pie sean violadas.
C
La salud tampoco requiere un hospital en cada lugar. Muchas experiencias de
agentes de salud de aldeas, dotados de botiquines de emergencia y radios (u, hoy en
U
día, teléfonos celulares) permiten una atención básica y también sistemas de traslado
rápidos, y que estados graves o emergencias puedan ser trasladados a grandes hospi-
lP
tales en grandes ciudades.
Sin embargo, imaginar servicios urbanos en un contexto rural supone dos cosas
que aún no tenemos: la primera, mirarnos como país rural, con una enorme pobla-
ción que valore el conjunto de nuestro territorio y no solo en puntos de concentración
ria
metropolitana. La segunda, considerar a esa población rural como igual, como porta-
dora de iguales derechos.
La segunda conclusión es que buena parte de la población urbana tiene como
ito
la densificación rural. Sin embargo, poco se hace desde gobiernos locales, asentados
en ciudades rurales, por gestionar mejor el ámbito ciudad-campo, por dinamizar
servicios y por cuidar un medio ambiente rural, del que viven las ciudades, a las que
la densificación poblacional, sin gestión ambiental, deteriora.
o
Referencias bibliográficas
nd
gob.pe/biblioineipub/bancopub/Est/Lib0046/Libro.htm
Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) (2007). Censos nacionales 2007: XI de
población y VI de vivienda. Lima: INEI.
Remy, María Isabel (2009). Las urbes, las ciudades y la población rural. Argumentos, 2.
Recuperado de http://www.revistargumentos.org.pe/las_urbes__las_ciudades_y_la_
poblacion_rural.html
Vergara, Ricardo (2000). Gobiernos locales en el medio rural. Socialismo y Participación, 87,
81-88.
82
¿El ocaso de las ciudades intermedias?
Urcos y las dinámicas territoriales del sur de Cusco
P
Raúl Hernández Asensio1 y Carolina Trivelli Ávila2
C
U
La gente continúa afluyendo a la plaza. Algunos vienen a pie desde sus comuni-
lP
dades. Se han levantado temprano. Llevan sus ropas de domingo y aprovechan la
ocasión para traer productos agrícolas, cargados en sacos y morrales: papas, chuño,
algunos quesos. Otros vienen en camiones. Jalean consignas recién aprendidas y
ria
lanzan miradas divertidas a su alrededor. La plaza está casi llena. El ruido aumenta.
Son casi las diez y comienzan a aparecer vendedores de golosinas y helados. En una
esquina, junto al edificio del nuevo mercado de abastos, se ofrecen viandas más
ito
es la figura central. En su mano derecha porta una sorprendente espada curva. Junto
a él, su esposa, Micaela Bastidas, y sus tres hijos, Hipólito, Mariano y Fernando. Este
nd
último es casi un niño. En el momento de la gran rebelión tenía apenas diez años.
Los cuatro están armados con huaracas y mosquetes. Cubriendo sus espaldas está
Tomasa Ttito Condemayta, cacique de Acos y ferviente revolucionaria. Su rostro
Fo
1
Investigador principal del IEP (Instituto de Estudios Peruanos) / rasensio@iep.org.pe
2
Investigadora principal del IEP (Instituto de Estudios Peruanos) / trivelli@iep.org.pe
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Sobre el estrado ya están preparados los diez candidatos. La ceremonia comienza con
el himno nacional. El equipo de sonido falla y se produce un momento de silencio.
Tras unos segundos de vacilación, los candidatos entonan las primeras estrofas.
Un representante de los organizadores lee el reglamento. Entre el público se escu-
chan murmullos de aprobación. Lee también las hojas de vida de los candidatos. Un
sorteo determina el orden de intervención. Los candidatos se saludan entre sí. Cada
uno dispone de diez minutos para exponer sus programas. El quechua se alterna con
P
el castellano.
C
Poco a poco el ambiente se hace más denso. Los candidatos están acompañados
por grupos de seguidores. Bandera en mano, alientan y jalean cada presentación. Las
U
expectativas aumentan cuando llega el momento de las preguntas. Cada candidato
debe responder tres cuestiones planteadas por el público, extraídas al azar de una
lP
urna que los organizadores han pasado previamente por toda la plaza. Es aquí cuando
surgen las verdaderas inquietudes: cómo van a actuar los candidatos ante la amenaza
que supone la llegada de productos brasileños tras la apertura de la carreta intero-
ceánica, qué medidas proponen para reactivar la actividad comercial en Urcos, qué
ria
obras se construirán en la localidad para evitar que continúen emigrando las parejas
jóvenes, cómo traer de regreso a los graduados universitarios que prefieren quedarse
en Cusco, en lugar de regresar a sus comunidades.
ito
Hacia las doce la lluvia hace su aparición, pero el público se resiste a irse. Los candi-
datos continuan respondiendo, ahora mojados y a viva voz. El agua ha terminado de
estropear el equipo de sonido. El evento concluye con un pasacalle multitudinario.
Ed
Los seguidores acompañan a sus candidatos en un recorrido por las principales calles
de la ciudad. Unos aplauden, otros miran. El ambiente es festivo. Bandas de música
especialmente contratadas acompañan a las comitivas. Tampoco faltan los disfraces
alegóricos que remiten a los emblemas de cada partido: un balón, la alpaca andina,
o
una olla. Algunos turistas toman fotografías. Por un momento la realidad les ha
nd
que se vive la política local en los distritos del sur de Cusco. Es significativa también
porque muestra las inquietudes de la población de Urcos ante lo que se percibe
como una incipiente decadencia de su localidad. Urcos es, en este sentido, el único
distrito del sur de Cusco que ha perdido población en la última década. Tampoco
la feria dominical es tan frecuentada como antes, señalan los pobladores, y ya no se
ve con tanta asiduidad a comerciantes de Cusco y Sicuani negociando las cosechas
de maíz y papa.
84
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
El objetivo de este artículo es explorar los cambios ocurridos en los últimos años
en la relación entre la capital de Quispicanchi y su entorno. El caso de Urcos es
relevante porque permite discutir la evolución de las dinámicas territoriales de la
sierra peruana, en un contexto de transformación, con profundos cambios sociales
y económicos. Permite también analizar los cambios en la política local y la forma
en que todo ello se imbrica con los relatos que dan cuenta de la identidad colectiva
de un territorio con gran densidad cultural. De una manera más amplia, el estudio
P
apunta a una revisión crítica de los paradigmas dominantes en el campo del desa-
C
rrollo rural, que destacan la centralidad de las ciudades intermedias y su importancia
como ejes articuladores del entorno rural. Sostendremos, en este sentido, que el sur
U
de Cusco avanza hacia un modelo territorial que enfatiza lo micro (nivel distrital) y
lo macro (vinculación con la capital regional), en perjuicio del nivel meso o provin-
lP
cial, representado por Urcos. Pese a su importancia como nudo de caminos y como
centro administrativo, Urcos no logra convertirse en un referente para la presta-
ción de servicios y para las actividades comerciales cotidianas de los habitantes de
los distritos de la provincia. En este sentido, el estudio permite también discutir el
ria
impacto profundo que tienen las mejoras de conectividad en las dinámicas territo-
riales de las zonas rurales cercanas a grandes centros de población.
Para indagar estas cuestiones contamos con los resultados de una encuesta apli-
ito
cada en los distritos de Ocongate y Oropesa, en los ámbitos urbano y rural. Esta
encuesta recoge información sobre las dinámicas de movilidad de la población y
la provisión de servicios en el sur de Cusco. También incluye preguntas sobre las
Ed
3
La encuesta fue aplicada por Cuánto S.A. a partir de un cuestionario preparado por el Instituto
de Estudios Peruanos. La muestra fue de 300 hogares en los ámbitos rural y urbano de los dos distritos.
Las características y resultados de esta encuesta se discuten en Hernández y Trivelli (2011a, 2011b).
4
Estas actividades se llevaron a cabo en el marco del programa Dinámicas Territoriales Rurales del
Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (RIMISP) durante los años 2009 y 2010. Las fotografías
que acompañan este documento fueron realizadas por Rafael Nova Arizmendi. Ludwig Huber, también
del IEP, participó en diversas etapas del trabajo de campo y en esclarecedoras discusiones sobre las
posibilidades y los riesgos de asociar identidad cultural y desarrollo territorial. Jimena Montenegro y
Raphael Saldaña colaboraron en la elaboración de la encuesta a hogares, y María Cristina Gutiérrez, en
las entrevistas a emprendedores locales.
85
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
U
lP
Fotografía: Rafael Nova Arizmendi.
ria
1. La provincia de Quispicanchi en el contexto del sur de Cusco
ito
La sierra del Perú experimenta en los últimos años notables cambios. La provincia
de Quispicanchi es un ejemplo de ello. De acuerdo con un reciente estudio, se trata
Ed
vive mejor o mucho mejor que hace diez años, mientras que solo el 12% señala que
vive peor o mucho peor (IEP, 2010). Estos cambios se deben a la confluencia de
nd
la provincia con los principales centros urbanos de la región. Como veremos más
adelante, la mejora de las vías de comunicación es capital para entender el cambio de
papel de Urcos. Reduce las distancias y los costos de desplazamiento de personas y
mercancías, y reconfigura las dinámicas territoriales.
La parte andina de la provincia de Quispicanchi comprende los valles de los ríos
Vilcanota, Huatanay y Mapacho. En total son más de dos mil kilómetros cuadrados
y casi ochenta mil habitantes. Es un territorio sumamente heterogéneo, con fuertes
diferencias entre distritos. En la zona más cercana a Cusco, en el valle del Huatanay,
86
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
P
ingresos proviene de los restaurantes y recreos campestres, que atienden sobre todo
C
los fines de semana (Hernández & Trivelli, 2011b). En Piñimpampa funciona una
pequeña industria artesanal de tejerías familiares que abastece a la capital regional.
U
Una parte importante de los habitantes de estos distritos acude diariamente a Cusco
para trabajar en la microcomercialización de productos o en la construcción.
lP
Estas actividades son mucho más esporádicas en la zona altoandina, donde la
ganadería es la principal fuente de ingresos. La carne y la leche se comercializan a
través de intermediarios y tiene como destino principal las poblaciones mineras de
la ceja de selva. Solo en las capitales de distrito existen algunos negocios, restau-
ria
rantes para la atención de la población local y alojamientos rústicos. La provisión de
productos de uso doméstico y alimentos se realiza a través de las ferias dominicales,
a las que acuden comerciantes de Sicuani, Puno y Juliaca.
ito
abastecen el valle del Vilcanota y los mercados urbanos de la sierra. Los cachemires de
Urcos compiten en Cusco con las prendas importadas. La industria textil es una fuente
de empleo y un eje de modernización del territorio. Su importancia económica es clave
para explicar la temprana electrificación de Urcos, ocurrida en los años treinta.
La cristalización de esta época de auge se produce en 1934 con la apertura del
primer tramo de la carretera de penetración hacia la selva. Esta vía debía unir Urcos con
las localidades altoandinas de Marcapata, Ocongate y Ccatcca, proveedoras de lana y
productos agrícolas para la creciente población urbana. La ceremonia de inauguración
87
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
es un ejemplo del impacto profundo que tienen las carreteras en los imaginarios de
la sierra peruana. El evento corre a cargo de una copiosa comitiva, presidida por el
prefecto del departamento, el coronel Jorge Vargas. La integran también dos vocales
de la corte superior de justicia, los miembros del comité constructor de la carretera,
congresistas locales, ingenieros y un buen número de periodistas, incluyendo los
directores de El Sol y El Comercio, los dos principales diarios de Cusco. En Urcos se
les unen varias autoridades locales, antes de emprender camino a las alturas «en una
P
hilera de automóviles y ómnibus». Arriba el paisaje es «agreste, desolado, yermo y
triste, con apenas un poco de pasto de las alturas y en muy raros lugares raquíticas
C
plantas que luchan contra la inclemencia del tiempo y las ventoleras». En Ccatcca, por
el contrario, esperan a los visitantes «trescientos jóvenes indígenas militarizados, enca-
U
bezados por una buena banda de música. […] ataviados de pintoresca vestimenta, que
les daba el aspecto de soldados napoleónicos». La carretera era, en palabras del gober-
lP
nador, don Martín Condori, «un anhelo acariciado por los habitantes del distrito,
que alejado de los centros de actividad se debatía en el marasmo e indiferencia». Su
inauguración permitiría que los campesinos altoandinos se sintieran «incorporados a
ria
los demás pueblos hermanos brindando todas las fuentes de riquezas, minera, agrícola
y ganadera que como ningún distrito está dotado de estos dones de la naturaleza»5.
Esta visión redentorista de la carretera era compartida también por el jefe de los
ito
ingenieros encargados de las obras. La nueva vía debía «traer el progreso y bienestar a
estos aislados pueblos de densa población, que vivían olvidados porque no se palpaba
sus necesidades». Su construcción es el punto culminante de un periodo de fuerte
Ed
sus puertas a finales de los años ochenta. En ese momento, la principal función de
Urcos es comercial. La ciudad forma parte de un complejo sistema de ferias que entre-
nd
laza los distritos del Vilcanota y las cuencas aledañas del Mapacho y el Huatanay. Son
tres las ferias principales: la de Urcos, que se celebra el día de la Virgen de la Cande-
laria, el 2 de febrero, la feria de Oropesa, que se celebra el día de la Asunción, el 15 de
Fo
agosto, y la feria de San Salvador, el día del Señor de Huanta, 14 de septiembre. Estas
tres ferias regulan la producción agrícola y su comercialización (CCAIJO, 1984).
La feria de Urcos es, sobre todo, una feria de insumos. Está asociada a productos
que solo se consiguen en ese momento del año: hortalizas, frutas, y los últimos rema-
nentes de granos de la cosecha anterior. Los campesinos se proveen de lo necesario para
su labor durante el resto del año: herramientas, insumos para la tinka de los animales,
5
En El Comercio de Cusco, del 21 de mayo de 1934.
88
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
para los pagos a la tierra y para las faenas familiares. Ropa y tejidos, bienes para el
equipamiento de la vivienda e, incluso, artefactos eléctricos. Inicialmente esta feria se
celebraba en Kuninkunka, a unos kilómetros de la capital provincial, pero desde princi-
pios de los ochenta se trasladó a la plaza de armas de Urcos, con lo que logra mayor realce.
La feria de Oropesa, la segunda en importancia, se realiza justo después de la
cosecha del maíz. Es una feria fundamentalmente artesanal, en la que las familias se
proveen de utensilios para uso doméstico y para el almacenamiento de la cosecha.
P
La mayoría de los comerciantes son puneños. Muchos de ellos comienzan a recorrer
C
los pueblos los días antes. Si les sobra, tras la feria vuelven a las comunidades para
completar la venta. La feria de San Salvador, por su parte, se centra en la venta de
U
maíz. En ella se define el precio que se mantendrá durante el resto de la temporada de
ventas. Es la más concurrida de todo el valle y la de mayor nivel de monetarización.
lP
Muchos acopiadores recorren las comunidades los días anteriores y aprovechan la
feria para revender los productos a acopiadores de Cusco y otras ciudades.
Este esquema de ferias se mantiene hasta la actualidad. Sin embargo, su importancia
se reduce a medida que el abaratamiento de los transportes permite un acceso más
ria
directo de los campesinos a los grandes mercados regionales, Cusco y Sicuani. También
incrementan su importancia las ferias dominicales, como la propia de Urcos, la de Kcauri
Ccatcca, e incluso la de Ocongate, que atraen un mayor volumen de mercancías y reducen
ito
89
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
los mercados y la provisión de servicios para los habitantes del sur de Cusco; suponen
cambios profundos en las dinámicas territoriales. La proliferación de ferias locales
C
hace que las ferias de referencia de los años ochenta pierdan importancia. Las nuevas
carreteras permiten ferias semanales en cada capital de distrito. Las carreteras reducen
U
el costo de los viajes a Cusco. En la actualidad es posible encontrar movilidad para
personas y mercancías a precios sumamente reducidos.
lP
Las vías de comunicación potencian una serie de transformaciones que ya estaban
en curso en todo el sur de Cusco. Un primer cambio tiene que ver con el incre-
mento de la población urbana, que pasa, en el conjunto de los tres valles analizados
ria
(Vilcanota, Mapacho y Huatanay), del 23% en 1972 al 36% en 2007. Se trata de
centros urbanos que casi siempre están situados en la proximidad de las carreteras. Esto
supone un reacomodo de la población que en ocasiones tiene también importantes
ito
carretera que conduce a Urcos y el desvío que lleva a las localidades de San Salvador,
el llamado Valle Sagrado de los Incas y la ceja de selva de Paucatambo. La presión
demográfica lleva a ocupar antiguas áreas de humedal, precariamente desecadas. El
Fo
resultado es que muchas de las viviendas colapsan debido a las lluvias y a la arreme-
tida de las aguas, generando un problema humanitario y político. El debate sobre la
reubicación del pueblo cruza intereses políticos y económicos, y marca el debate local
en las elecciones de octubre.
El caso extremo de urbanización lo constituye el valle del Huatanay, afluente del
Vilcanota. En los distritos de Oropesa y Lucre más del 80% de la población vive
en áreas urbanas. Esta cifra es también el síntoma de un proceso más profundo. Se
trata de una zona que tiende a diferenciarse cada vez más del resto de la provincia.
90
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
Las relaciones con Urcos y con los demás distritos del valle del Vilcanota son muy
secundarias para sus habitantes, a pesar de pertenecer a la misma provincia. Oropesa
es un buen ejemplo de ello. Sus hornos abastecen de pan a Cusco y a otras locali-
dades cercanas. A finales de los años noventa, con la mejora de las comunicaciones,
se establecen en las cercanías varias empresas comercializadoras de granos. La acti-
vidad agrícola deja de ser rentable para los habitantes de la localidad. También
disminuye el comercio con Huaro y Andahuaylillas, los principales centros de
P
producción de maíz y trigo del valle del Vilcanota. Muchos propietarios venden sus
C
tierras a instituciones y gremios de Cusco, que las adquieren para proyectos urbanís-
ticos diversos, sobre todo para urbanizaciones de segunda residencia. El resultado es
U
que, mientras el 80% de los entrevistados en Oropesa señala haber acudido a Cusco
en los últimos treinta días, solo un 29% señala haber visitado Urcos en el mismo
lP
periodo (IEP, 2010).
Esa dinámica aún no afecta en el aspecto externo de la ciudad. Oropesa sigue
siendo un pueblo tradicional de la sierra, relativamente próspero. Una gran iglesia
colonial da realce a su plaza de armas. A su alrededor, las casas son de albañilería,
ria
algunas de ellas con dos pisos y balcones de estilo tradicional andino. Otras, más
nuevas y cuidadas, son de gusto dudoso pero no excesivamente chocante. También
están cuidadas las viviendas de la calle que conecta el centro urbano con la carretera.
ito
En ella se concentran bodegas y hornos. Una segunda iglesia, también de origen colo-
nial y una ermita visible en un cerro cercano, completan las instalaciones urbanas. Sin
embargo, debajo de estos aires tradicionales, la actividad cotidiana muestra la transi-
Ed
ción hacia una ciudad dormitorio, con poca vida propia. Los ritmos están marcados
por su relación con Cusco. Las actividades comienzan muy temprano, ya que el pan
debe estar en las tiendas de la capital antes del amanecer. Después la ciudad se vacía.
La mayor parte de la población adulta se desplaza a Cusco, ya sea para la venta de pan
o
o para otras ocupaciones. Otros mantienen negocios en San Jerónimo, San Sebastián
nd
y Saylla, localidades con mayor actividad mercantil. En Oropesa, las calles presentan
un aspecto desolado, y la mayor parte de las tiendas están cerradas. Solo a partir de
las seis o de las siete de la tarde se percibe un incremento de la actividad comercial,
Fo
aunque la débil iluminación de las calles hace que después del atardecer los vecinos
se recojan en sus viviendas.
Un segundo efecto de la conectividad es el incremento de la oferta de bienes y servi-
cios en las capitales distritales. Hace dos décadas, los distritos del sur de Cusco tenían
una actividad comercial mínima. Por lo general apenas existían una o dos tiendas de
insumos, como una oferta limitada de productos. La situación cambia en los últimos
años. Los negocios se hacen más numerosos y muestran una incipiente especializa-
ción. Un ejemplo son los negocios de insumos agrícolas instalados en Ocongate.
91
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
el aumento de la demanda, resultado del auge ganadero, cambian la situación: ahora
C
sí es rentable abrir tiendas de insumos en poblaciones pequeñas. Sin embargo, no
son los pobladores locales quienes aprovechan la oportunidad. La mayoría de los
U
negocios están dirigidos por personas que provienen de Sicuani, y que mantienen
una estrategia de doble residencia. Muchos de los nuevos empleos son cubiertos por
lP
inmigrantes de otras localidades, y gran parte de los beneficios de los negocios se
reinvierten fuera del territorio. La disminución de los costos de movilidad facilita la
instalación de actores extraterritoriales, que suelen estar mejor conectados y disponen
de mayores recursos para hacer prosperar sus iniciativas: conexiones comerciales,
ria
acceso a crédito, experiencia en el manejo de negocios, etcétera.
En Ocongate y en otros distritos igualmente alejados como Ccatcca o Ccahuayo,
también mejora la provisión de servicios públicos. No se trata solo de que ahora
ito
existan más escuelas de primaria y secundaria, y centros de salud en todas las capitales
de distrito. Las facilidades en el transporte permiten también que estos estableci-
mientos cumplan mejor sus funciones. El ausentismo por parte de maestros y del
Ed
más infrecuente.
nd
92
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
Urcos también deja de ser una referencia para la prestación de servicios. Única-
mente el 1,7% de la población ha acudido en el último año al centro médico de la
localidad (IEP, 2010). Los servicios básicos (educación primaria y atención médica
no urgente) se concentran mayoritariamente en los mismos distritos de residencia.
El 69% de los ocongateños y el 81% de los oropesinos estudian la primaria en sus
distritos. Para los servicios especializados (educación secundaria y atención médica
de urgencia) la opción preferida es Cusco. La capital regional es ahora más asequible,
P
gracias a la disminución de los costos de desplazamiento.
C
Figura 1. Dinámicas de movilidad cotidiana
U
Dinámicas de movilidad Dinámicas de movilidad - Servicios
Compra de productos 89,7
69,3 Dentro del distrito
lP
75,7 En Urcos 73,0
Dentro del distrito 55,0 En Cusco
En Urcos
En Cusco 40,3 53,3
41,3
27,7 26,7 26,7 25,0 26,7 34,7
ria 22,6
16,3
8,7
1,3 0,3 0,3 0,3 1,7 1,3 3,7 6,3
0,0
Herramientas Insumos Ropa y Alimentos Atención Atención de Educación Educación Servicios
agrícolas calzado primaria urgencia primaria secundaria financieros
ito
(N=137)
mobiliario de las oficinas están escritos en quechua. Este idioma es utilizado también
por los encargados de atender al público. Como resultado, el 34% de la población de
Ocongate señala haber realizado al menos una transacción financiera en Urcos. En el
Fo
93
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Han ido en los últimos treinta días Han ido en los últimos doce meses
(según condición de pobreza) (según condición de pobreza)
80,4 92,9
85,6
54,6
26,5 28,6
P
14,3 11,9 10,6 9,5
7,6
1,5
C
Maldonado
Pobre No pobre Pobre No pobre
U
Fuente: IEP (2010).
lP
El análisis de los servicios públicos refuerza esta idea. Es el segmento menos
pobre el que con mayor frecuencia acude a Cusco para temas de salud y educación.
La tendencia es más acusada en tanto más especializado es el servicio requerido. El
ria
número de quienes estudian secundaria en Cusco es cuatro veces superior en el caso
de la población no pobre. Este dato es importante porque la formación secundaria
es una etapa clave para la «competencia práctica» de la población rural. Es en estos
ito
86,9
69,0
94
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
P
Atención médica de urgencia Enseñanza secundaria
(según condición de pobreza) (según condición de pobreza)
C
45,5
38,1 58,9 60,6
46,2
U
32,7
30,4
22,6
16,7
3,0 8,9 9,1 8,3 5,3 5,4
lP
0,0
agrícola. Urcos, por el contrario, casi no es tenido en cuenta para estas actividades.
Esto es muy significativo si tenemos en cuenta que hasta finales del siglo pasado
la capital era el principal centro de abastecimiento de suministros agrícolas de toda
la provincia. También es interesante notar que casi la mitad de la población no
pobre declara no haber comprado herramientas durante los últimos años, lo que
o
95
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
74,3
65,5 66,1
53,8
40,9
23,5 29,2 29,8
P
0,8 0,0 0,8 0,0
En el distrito En Urcos En Cusco En el distrito En Urcos En Cusco
C
Pobre No pobre Pobre No pobre
U
¿Dónde compra herramientas para la chacra?
(según condición de pobreza)
lP
51,2
37,1 34,9
28,0
20,2
ria 25,0
2,3 0,6
Pobre No pobre
18
15
15
o
12
12
Grupo de ......
Grupo de ......
9
9
nd
6
6
3
3
0
96
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
P
C
U
lP
ria
ito
en riesgo la cohesión del territorio. La capital provincial es el único distrito del sur de
Cusco que pierde población en la última década. Pasa de 12 400 habitantes en 1993
nd
de Urcos socava las bases del poder local. En este sentido, en los últimos años asis-
timos a un proceso de descentralización y ruralización de la política local: cambia la
extracción social de los alcaldes y cambia el sentido de su acción política. La capital
deja de ser determinante. Son los distritos los que marcan las prioridades políticas y
el sentido de las inversiones públicas.
Los gobiernos locales son actores claves en la dinamización del sur de Cusco.
Intervienen cada vez más en las actividades económicas y disponen de mayor auto-
nomía para el desarrollo de sus políticas. Han dejado de ser una prebenda política.
97
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Ya no pueden ser considerados instrumentos de control vertical por parte de las elites
urbanas, como ocurría en los años ochenta y noventa (Quintín, 1993; Sulmont,
1995). Esta nueva dinámica es el resultado de la apropiación, por parte de los actores
locales, de los procesos de toma de decisiones. La población rural entra a formar parte
del juego político, pero lo hace en sus propios términos. Utiliza en su propio provecho
las características del sistema electoral y progresivamente abandona el padrinazgo de
los sectores urbanos. Podemos hablar, en este sentido, de una profunda democratiza-
P
ción del poder político que atañe a la mayor parte de los distritos del sur de Cusco.
C
El punto de quiebre es la reforma agraria de los años setenta. Durante esos años
Cusco atraviesa un periodo crítico de cambio. Dos proyectos compiten entre sí:
U
por un lado, el promocionado por el gobierno militar, que pretende sustituir las
haciendas por empresas cooperativas administradas por funcionarios especializados,
lP
de las que los campesinos serían socios; por otro, el proyecto impulsado por los
propios campesinos, que apuesta por la comunidad como institución gestora de los
recursos productivos. Este proyecto será el que se imponga, gracias a la movilización
campesina y al progresivo desentendimiento estatal de la suerte de las cooperativas.
ria
La reforma agraria permite que la población rural recupere el control de los recursos
clave para la economía del territorio: la tierra y el agua. Existen en la actualidad
más de ochenta comunidades campesinas, que varían en tamaño, en número de
ito
analfabeta. Un año después, los alcaldes pasan a elegirse por sufragio universal. La
«competencia práctica» de la población rural aumenta exponencialmente6. Un factor
importante es la presencia de comuneros que, tras completar su educación superior,
regresan a trabajar en sus comunidades y se convierten en enlaces con el mundo
o
urbano. El resultado es que los últimos años una nueva generación de alcaldes de
nd
origen campesino sustituye a los antiguos hacendados y a sus sucesores mistis urbanos.
Un ejemplo es Domingo Huitoccollo, alcalde de Urcos hasta diciembre de 2010.
Su caso ilustra los nuevos liderazgos que encontramos en el sur de Cusco. Huitoccollo
Fo
6
El concepto «competencia práctica» es de Pierre Bourdieu. Es utilizado por Harvey (1993), en su
estudio sobre la dinámica de relaciones de género en Ocongate. Se refiere específicamente a la «capacidad
para hablar y ser escuchado», es decir, para actuar exitosamente en la interacción social.
98
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
Una vez en el cargo, apuesta por una agenda rural. En 2006 resulta elegido alcalde
provincial (Hernández, 2008). Es el primer alcalde de Quispicanchi que no tiene su
base de poder en la capital provincial. Su elección supone un paso más en la pérdida
de relevancia de Urcos, que deja de ser el centro de poder político de la provincia.
La elección de Huitocollo tiene lugar en un contexto de extremada fragmentación
política. Sus votos se concentran en las zonas rurales, sobre todo en el distrito de
Quiquijana. El total provincial obtenido es de apenas el 28%. El suyo no es un caso
P
único. Alcaldes campesinos son elegidos también en otros distritos, con porcentajes
C
de votos similares. La clave de este éxito es la conjunción de dos factores: la ausencia
de partidos políticos fuertes y un sistema electoral que otorga la alcaldía a la primera
U
votación, sin importar el porcentaje de votos obtenido. En Quispichanchi, como en
otras zonas de la sierra peruana, los partidos políticos han estado tradicionalmente
lP
controlados por clases medias de extracción urbana. En el caso de Quispicanchi,
se trata casi siempre de profesionales residentes en Urcos o en la zona más urbani-
zada cercana a Cusco. En un contexto en que unas pocas candidaturas se disputan
el poder, la agregación de votos era necesaria. Solo estos grupos urbanos contaban
ria
con los recursos necesarios para ello. Esto cambia tras el colapso de los partidos
políticos en los años noventa. En un contexto de gran fraccionamiento, sin maqui-
narias partidarias que instrumentalicen el voto rural, un pequeño grupo de votantes,
ito
solo la municipalidad de Urcos contaba con acceso a internet. Cuatro años después,
nd
7
El financiamiento del gasto corriente de las municipalidades a través del FONCOMUN ha crecido
en promedio 15% al año entre 2003 y 2008, además han crecido considerablemente los recursos pro-
venientes del canon y sobre canon (Trivelli, Escobal & Revesz, 2009).
99
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
ción de proyectos productivos (que, sobre todo, en el territorio están relacionados
C
con temas agropecuarios)8. Contribuyen a formar y dar empleo a profesionales del
territorio, facilitando su arraigo y evitando la fuga de capital humano. Una ODEL
U
típica tiene de cinco a ocho trabajadores, profesionales en su mayoría, que gestionan
programas de agricultura, ganadería, pequeña industria doméstica y comercialización
lP
de productos locales. Sus interlocutores son las comunidades campesinas, y cada vez
más, comités especializados formados dentro de estas comunidades para organizar las
actividades productivas (Escobal, Ponce & Hernández, 2010).
La consolidación de una nueva agenda municipal eminentemente rural es, al
ria
mismo tiempo, causa y consecuencia de la decadencia de Urcos como centro del
poder político. En las recientes elecciones de 2010 este es un tema que sobrevuela el
debate público. La votación resulta sumamente reñida. El candidato ganador alcanza
ito
8
Referencias sobre la creación y rol de las ODEL pueden hallarse en Trivelli, Escobal y Revesz (2009)
(especialmente en los capítulos 5 y 6) y en Trivelli, Remy, De los Ríos y Lajo (2010).
100
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
P
C
U
lP
ria
ito
Fotografía: Rafael Nova Arizmendi.
dores rurales (sobre este punto, en una escala más amplia, véase Trivelli, Escobal
& Revesz, 2009). Su presencia al frente de gobiernos locales supone también un
nd
cambio en las narrativas que dan cuenta de la identidad colectiva del territorio. Los
nuevos gobiernos locales apuestan por fortalecer el capital simbólico de la población
campesina. Revalorizan las costumbres y las formas de representación tradicionales,
Fo
101
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
Por sus antepasados y de acuerdo a sus costumbres, ¿Con cuál de las siguientes expresiones
C
usted se considera... 39,4 se identifica más?
89,4
31,8 29,8
69,6 29,2
U
22,6
19,7
16,1
28,6
lP
8,3
9,9 2,4
0,8 1,8 0,8
de todo.
Identidades
o
Oropesa
31,4
Ocongate
25,6
22,9
Fo
20,0
102
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
P
Raymi (festival de la tierra) de Ccatcca, el Tanta Raymi (festival del pan) de Oropesa,
C
el Qocha Raymi (festival del agua) de Urcos, etcétera.
Los raymis se han convertido en la actualidad en celebraciones de gran empaque,
U
que movilizan una cantidad notable de recursos públicos y privados. En determi-
nadas ocasiones llegan incluso a opacar y a absorber celebraciones más tradicionales,
lP
como las fiestas patronales (Flores Ochoa, 2003; Pérez Galán, 2003, 2006). Por sus
características, constituyen momentos importantes en la elaboración de la narrativa
sobre la identidad colectiva. Son escenarios en los que esta identidad se representa y
construye. Muestran la manera en que la población del sur de Cusco reelabora sus
ria
identidades colectivas. Especialmente interesante es el Qocha Raymi de Urcos. El
evento tiene lugar junto a una pequeña laguna, con presencia de todas las autori-
dades. La representación gira alrededor del ritual incaico de «adoración del agua».
ito
recorre las calles de la localidad, hasta la tribuna presidencial situada en las proximi-
dades de la laguna.
Los danzantes ocupan sus puestos en un escenario especialmente preparado.
Comienzan a bailar al ritmo de los pututus, caracolas ceremoniales andinas, que dan
o
al evento un aire de realce y solemnidad. Se inicia el ritual. Desde una isla de totora
nd
situada en medio de la laguna se aproxima una barca con tres personajes. Descienden
y toman su puesto entre los danzantes. Cada uno representa su papel. El momento
cumbre es el diálogo entre el personaje que encarna al inca y el personaje femenino
Fo
que representa a la laguna. El inca implora su protección para todos sus súbditos.
Para ello enumera, uno por uno, todos los hitos geográficos de su dominio. La lista
remite explícitamente a la idea de urcos-llajta o tierra de Urcos. Refleja, por lo tanto,
la imagen del territorio que buscan construir los actores locales.
El inca comienza pidiendo la protección de los dos cerros tutelares del Urcos-llajta,
el Pachatusán y el Ausangate. También se apela al apu tutelar del río Wilcamayu.
Estas referencias remiten a los tres espacios en que se divide el sur de Cusco: la cuenca
del Vilcanota, la cuenca del Huatanay y la zona altoandina o cuenca del Mapacho.
103
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
del inca, enumerando sus dominios, puede ser escuchada a más de veinte kilómetros
C
de distancia, en la quebrada del Vilcanota. Un pequeño desfase de segundos acentúa
el efecto dramático de la escena.
U
Más de una hora después, el ritual concluye con la procesión del inca y el saludo
protocolar de las autoridades de la provincia. Cada cual vuelve a sus asuntos. La cere-
lP
monia es una heteróclita muestra de interacción entre cultura, política y economía.
El Qocha Raymi, como otros eventos similares que se celebran en el sur de Cusco,
implica afirmación cultural, construcción simbólica del territorio y recreación de los
circuitos de intercambio entre las partes altas y bajas de los distritos. Son un escenario
ria
ideal para el surgimiento de emprendimientos basados en activos culturales. Junto a
la laguna se instalan decenas de carpas que sirven todo tipo de comidas preparadas
de acuerdo con el gusto local. Están presentes también asociaciones de artesanos
ito
que exhiben y venden sus productos. La fiesta se prolonga hasta la tarde, con actua-
ciones musicales y concursos de danzas típicas. En una esquina, conforme avanzan
las horas, comienzan a aparecer bandas de música y grupos de teatro, que muestran
Ed
sus habilidades, acuerdan nuevos contratos o alquilan sus servicios a los interesados
en continuar con la celebración.
El público se va retirando. El Qocha Raymi no es un evento pensado para el
turista. La inmensa mayoría de los asistentes son habitantes de Urcos y de los distritos
o
vecinos. El origen de la fiesta se remonta a los años noventa. Sus promotores son
nd
sin embargo, que haya sido en esta zona en particular —en el valle del Vilcanota—,
donde los raymis se han consolidado. Su éxito se debe a que la población y las auto-
ridades locales se han apropiado de las celebraciones. Asumen su continuidad, e
incorporan nuevos elementos, que provienen de su propia lectura del pasado y de
las tensiones territoriales del presente. En este sentido, se trata de una narrativa que
conjuga dos elementos de diferente origen, pero que se refuerzan entre sí y se crista-
lizan en la idea de Urcos-llajta: (a) la preeminencia de Urcos como capital del sur de
Cusco, y (b) la apelación al pasado mítico del territorio para legitimar esta primacía.
104
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
P
de la base política de la provincia. También sería difícil de entender sin considerar los
C
cambios en las dinámicas socioeconómicas y el incremento de la demanda de bienes
y servicios basados en activos culturales que se perciben en todo el sur de Cusco
U
(Hernández & Trivelli, 2011b). Son parte de un mismo proceso de reformulación
del territorio y redefinición de las relaciones entre los distritos y la capital provincial.
lP
Nuevos relatos de la identidad colectiva. Celebración del Qocha Raymi de Urcos
ria
ito
Ed
o
nd
5. Conclusiones
La vida sigue. Urcos continúa siendo un centro comercial importante. Como cruce
de caminos, es paso obligado de los autobuses que atraviesan el valle del Vilcanota.
Su plaza de armas es escenario de una continua agitación. Los gritos de los jala-
dores que buscan pasajeros se unen a los vendedores ambulantes, que ofrecen panes,
choclos sancochados, papas con huevo y otras viandas a los viajeros. En las calles
laterales, las tiendas rebosan de objetos de consumo para el hogar. Puestos callejeros
105
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
corbatas amarillo mostaza tocan la guitarra, el violín y el arpa. La solista es una mujer
C
de mediana edad, con dos coletas, lazos amarillos, un gran gorro blanco en forma
de copa achatada y traje de mestiza oropesina. De fondo, una cascada en medio de
U
ruinas incaicas e imágenes a cámara lenta de retamas. En las fachadas, afiches de
colores chillones anuncian las próximas presentaciones de cantantes novoandinos
lP
como «Alicia de Acomayo» y «Erick, el rompecorazones», que hacen furor aquí tanto
como en Sicuani y en Espinar.
Sin embargo, este dinamismo es solo una parte de la historia. Este estudio ha
mostrado las dificultades de Urcos para dar el salto y convertirse en una ciudad
ria
intermedia, articuladora de un amplio territorio rural al sur de Cusco. A comienzos
de los años ochenta la capital de Quispicanchi parecía cumplir todas las condiciones
para trasformarse en una ciudad intermedia: población en crecimiento, vinculación
ito
El caso de Urcos muestra, sin embargo, que pueden también suponer cambios en
nd
dades cotidianas. Esta pérdida de importancia se percibe sobre todo en el sector más
dinámico de la población, que cada vez más acude a Cusco para realizar sus compras
y para la provisión de servicios especializados.
El sur de Cusco avanza hacia un modelo de dinámica territorial que combina
lo micro (nivel de distrito) con lo macro (vinculación con Cusco), en perjuicio
del nivel meso. Urcos debe redefinir su papel como parte de una transformación
profunda de las relaciones sociales y económicas. Eventos como el Qocha Raymi
son un intento de recuperar esta influencia perdida. Sin embargo, pueden también
106
Raúl Hernández y Carolina Trivelli. ¿El ocaso de las ciudades intermedias?
P
¿Se mantendrá el actual dinamismo rural del territorio o, por el contrario, asistiremos
C
a un nuevo proceso de emigración hacia Cusco y otras zonas urbanas? ¿Hasta qué
punto afectará la conclusión de la carretera Interoceánica y la apertura del camino
U
hasta Brasil a las dinámicas territoriales? Queda pendiente también ampliar el foco de
estudio. ¿Es Urcos un caso representativo de la evolución de las capitales de provincia
lP
rurales de la sierra peruana? ¿Constituye, por el contrario, un caso excepcional, deter-
minado por la cercanía a Cusco y el dinamismo adquirido en los últimos años por
esta ciudad?
ria
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o
108
Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
U
Introducción
lP
En esta exposición, que presenta los resultados preliminares de un estudio de caso,
nos ha interesado analizar las dinámicas urbano-rurales en la región Piura y las inte-
rrelaciones entre el desarrollo de los centros urbanos y su vínculo con el espacio rural.
ria
Asimismo, nos propusimos explorar las raíces históricas que generaron en la región
un singular sistema de ciudades, que configura una red que articula el territorio y
sus diferentes ecosistemas. En especial, nos interesó el rol y el potencial que esta
ito
red de ciudades intermedias tiene y puede tener a futuro para el desarrollo territo-
rial regional, como también analizar las posibles estrategias para consolidar esta red,
posibilitar un desarrollo sostenible y permitir que este se extienda y articule con las
Ed
los estudios territoriales, con las perspectivas que provienen de las ciencias sociales y,
especialmente, de quienes han tenido un importante rol en el estudio de la historia
nd
1
Profesor principal del Departamento de Arquitectura de la PUCP / jcanziani@pucp.edu.pe
2
Investigador principal del CIPCA (Centro de Investigación y Promoción del Campesinado) /
brevesz@cipca.org.pe
3
Profesor principal del Departamento de Arquitectura de la PUCP / pbelaunde@pucp.edu.pe
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
aguas relativamente frías de la corriente de Humboldt y, más al norte, de las corrientes
cálidas de aguas tropicales que incrementan su presencia durante los eventos de El
C
Niño; la escasa elevación de las cadenas montañosas de los Andes, que no superan los
3500 metros sobre el nivel del mar (msnm), con facilidades de paso transversal, como
U
en el abra de Porculla a tan solo 2400 msnm; la ausencia en las zonas altoandinas
del piso ecológico de puna y más bien la presencia de un páramo frío y húmedo; la
lP
relativa proximidad de la Amazonía al litoral del Pacífico (poco más de 200 km); y el
desarrollo de una selva alta en la vertiente occidental de los Andes (Collin Delavaud,
1984; Ferreyra, 1986; ONERN, 1970, 1978, 1985; Pulgar Vidal, 1966; Troll,
ria
1958). Todas estas condiciones geográficas generan multiplicidad de ecosistemas y de
recursos, pero también facilidades de desplazamiento, de relación e intercambio en
una región de fronteras biológicas y culturales, si bien hay que subrayar críticamente
ito
2. El espacio litoral
4
Si bien nuestro estudio se centra en la región Piura, asumimos el criterio de otros investigadores que
comprenden con razón también a Tumbes como parte de una misma región (Aldana & Diez, 1994).
5
Este planteamiento es sustancialmente coincidente con el de Aldana y Diez (1994, p. 24), que incluye
entre las zonas de vida de la región a la del bosque seco tropical, a la que denomina «despoblado costeño».
110
José Canziani, Bruno Revesz y Pedro Belaunde. Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
norte, como el que se conserva en San Pedro, en la provincia de Sechura.
C
U
lP
ria
ito
Ed
o
nd
Litoral
Valle agrícola
Fo
Sierra andina
Mapa de Piura señalando los principales espacios ecológico-económicos y su relación con el emplaza-
miento y articulación de la red de ciudades.
111
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
excepcionales características de diversidad biológica del mar piurano, en el que se
C
combinan las condiciones generadas por las corrientes de aguas frías como las de
aguas tropicales, la pesca artesanal e industrial y las actividades de procesamiento
U
de sus productos han desempeñado, y continúan haciéndolo, un importante rol
económico en la región, y es la primera abastecedora de pesca de consumo humano
lP
del país.
ria
ito
Ed
o
nd
Fo
112
José Canziani, Bruno Revesz y Pedro Belaunde. Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
El puerto de Paita tuvo, desde la época colonial, un rol protagónico por ser puerto
de ingreso al territorio del Perú, dado que desde este punto se privilegiaba el tránsito
por tierra hacia el sur, debido a las dificultades de la navegación en contra de las
corrientes y de los vientos dominantes (Glave, 1993). Hoy en día Paita es el segundo
puerto del país en cuanto al movimiento de naves así como de contenedores (Revesz,
2009). Se prevé su modernización y una notable expansión de sus actividades al
constituirse en punto terminal de la carretera y del corredor bioceánico nororiental.
P
A fines del siglo XIX e inicios del XX, a las actividades pesqueras y portuarias se
C
añaden otras importantes como la minería y especialmente la explotación del petróleo,
que genera considerables transformaciones territoriales en el espacio litoral. Entre estas
U
destaca la implantación de los campamentos petroleros de empresas extranjeras, a
manera de típicos company town. Así fue como surgieron Talara, Lobitos, El Alto, Los
lP
Órganos, Zorritos; algunos de los cuales posteriormente se convertirían en importantes
centros urbanos e inclusive en ciudades intermedias. El progresivo desarrollo de estos
centros petroleros y su creciente demanda de alimentos incentivaría a su vez la presencia
y la expansión de caletas de pescadores, como Cabo Blanco, Máncora y El Ñuro.
ria
Desde hace unas décadas se suma con fuerza a estas actividades el turismo
nacional e internacional, atraído por la belleza de sus playas, unida a las bondades del
clima cálido del litoral a lo largo de todo el año, como también por las condiciones
ito
113
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Los valles agrícolas de Tumbes, Chira y Piura constituyen los principales espacios
económicos, por su asociación con la producción agrícola y por las actividades de
transformación industrial y de servicios asociadas al ámbito rural. Asimismo, histó-
ricamente dichos valles corresponden a las áreas territoriales de la región Piura más
transformadas por la ocupación humana, especialmente con el desarrollo de la irriga-
P
ción artificial que tiene sus remotos orígenes durante la época prehispánica. Los valles
costeños representan el espacio donde se concentra la mayor parte de la población de
C
la región y donde se asientan las principales ciudades —Piura y Sullana— asociadas
a una densa red de centros urbanos de diversa jerarquía. Un factor determinante
U
que explica este fenómeno es el hecho de que la agricultura en Piura ocupa cerca del
40% del empleo regional y que estos valles correspondan a un área privilegiada por
lP
grandes inversiones, que han posibilitado, entre otras cosas, dotarla de unas 120 000
ha bajo riego (Revesz, 2009), gracias a la regulación de la irrigación artificial y al
desarrollo de infraestructura asociada a la construcción de grandes represas, como
ria
Poechos y San Lorenzo, lo que ha permitido el aporte de aguas de la cuenca del Chira
a la del Piura, normalmente deficitaria en relación con la superficie agrícola.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, la creciente articulación de los territorios
ito
que, por el contrario, la sierra se aislaba de forma progresiva (Aldana & Diez, 1994, p. 30).
La actual problemática agraria de la región tiene como uno de sus ejes críticos
la crisis del monocultivo del algodón —un cultivo tradicional y emblemático de la
región desde su implantación extensiva a mediados del siglo XIX— y su progresivo
o
desplazamiento por el cultivo del arroz. Uno de los aspectos críticos en este traslado
productivo ha derivado de una situación de monopsonio —es decir, una situación
nd
favorecida por lo que se podría denominar la «trampa del arroz», en la que confluyen
aspectos como que se trata de un cultivo de bajo costo de producción y con un bajo
riesgo comercial, al estar amparado por la presión social y políticas gubernamentales
populistas, pero con aspectos sumamente negativos, derivados de su alta demanda de
agua en una región mayormente desértica, y que además trae como consecuencia la
salinización de los suelos y un alto costo en la sostenibilidad del desarrollo territorial6.
6
Usualmente el cultivo de una hectárea de arroz involucra el uso de 18 000 m3 de agua de riego.
114
José Canziani, Bruno Revesz y Pedro Belaunde. Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
U
lP
ria
ito
Ed
115
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Este espacio, muchas veces considerado marginal al litoral y a los propios valles
costeños, es de gran importancia por encontrarse en el área de influencia de estos prin-
cipales espacios de actividad económica y social, como también por su importante
rol en el manejo forestal, especialmente de especies emblemáticas de la región como
el algarrobo, que proveen las vainas de algarroba, madera, leña, carbón (combustible
P
de la mayoría de hogares de la región), y cuya floración propicia el desarrollo de la
apicultura, además de los servicios ambientales y ecoturísticos que el bosque provee.
C
Por otra parte, en este espacio se desarrolla una importante actividad ganadera
asociada al bosque seco y a la provisión de la algarroba como forraje. Sin embargo, esta
U
requiere para su desarrollo de una mayor regulación que permita una mejor explo-
tación de los recursos forestales y su tecnificación con miras a su manejo sostenible.
lP
ria
ito
Ed
o
nd
Fo
116
José Canziani, Bruno Revesz y Pedro Belaunde. Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
miento de amplias zonas de bosque, con la proliferación de especies arbóreas como
C
el algarrobo, como también en el extraordinario desarrollo de pastos naturales, que
cíclicamente permiten la sustancial ampliación de la actividad ganadera.
U
Este espacio de bosque, no obstante su relativa amplitud y notables valores paisajís-
ticos, es constantemente afectado por procesos de expansión agrícola y la habilitación
lP
de nuevas tierras, como también a raíz de la progresiva expansión urbana que se
produce en el borde de las ciudades y centros urbanos, o a lo largo de los ejes de las
carreteras. Asimismo, la demanda de leña como combustible por parte de los hogares
de escasos recursos económicos, como también su extracción ilegal para abastecer
ria
a las pollerías, representa una creciente amenaza para grandes áreas de bosque que
desaparecen o que irremediablemente se degradan.
ito
jicamente este proceso se acentúa a partir del desarrollo de las innovaciones productivas
y las inversiones, que desde inicios del siglo XX privilegiaron casi exclusivamente los
nd
espacios de los valles agrícolas y del litoral, especialmente con la inversión en grandes
obras de infraestructura, como fueron las emprendidas con la explotación petrolera, la
construcción de represas y los canales del sistema de irrigación Chira - Piura, así como
Fo
de las carreteras que comunican las regiones costeras en desmedro de las de la serranía.
De esta manera, este espacio regional se aísla progresivamente y comienza a desem-
peñar un rol marginal en la economía regional, con una producción sustancialmente
destinada al autoconsumo y como zona proveedora de mano de obra (1994, p. 30).
El piso ecológico del páramo juega en el espacio de la sierra andina un papel
invalorable por sus servicios ambientales, especialmente por ser la zona donde se
concentran las precipitaciones pluviales y donde su acumulación y retención natural
asegura la provisión del agua y del manejo agrícola de las cuencas de los valles.
117
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
U
lP
ria
ito
Ed
pequeños poblados. Por otra parte, las entidades urbanas son escasas, de escala menor
y con un limitado crecimiento poblacional. Otro indicador crítico sobre el espacio de
la sierra de Piura es la prácticamente nula tasa de crecimiento intercensal (0,3 entre
Fo
1993 y 2005) lo que significa que, frente a las demás zonas, su población pierde peso
relativo, emigra y envejece (Revesz, 2009). A esto hay que agregar los alarmantes
indicadores de pobreza en la región sierra de Piura7.
7
La Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO, 2005) proporciona indicadores de pobreza en la región
y en la sierra de Piura en particular, a partir de los datos sobre la provisión de servicios básicos, como
son el acceso a servicios de agua y desagüe, energía eléctrica, combustible utilizado para cocinar, uso
de electrodomésticos, acceso al servicio telefónico y otros, que por lo general son deficitarios o críticos
especialmente en el ámbito rural.
118
José Canziani, Bruno Revesz y Pedro Belaunde. Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
urbana jerarquizada, manifiesto en la ausencia de ciudades y de centros de servicios
C
y producción; y la deficiente conexión con la red vial y los problemas de transporte,
derivados de su inadecuada articulación territorial por medio de caminos rurales y de
U
tramos conectores de comunicación con la red vial nacional, en sentido transversal
como longitudinal, lo que acentúa aún más el aislamiento de la mayor parte del
lP
territorio de la sierra (Revesz, 2009).
Una directriz orientada al desarrollo de este espacio territorial proviene del impulso
y resultados promisorios obtenidos recientemente con el desarrollo de la agricultura
orgánica, sobre todo del café, del cacao, y de la panela, obtenida de la caña de azúcar;
ria
así como también de la exitosa asociatividad de los productores en cooperativas
(Remy & Glave, 2007). En sentido contrapuesto se mueven intereses de inversionistas
mineros que han encontrado en el caso controvertido de Majaz una fuerte resistencia
ito
sentativas ilustraciones referidas a las regiones del norte del Perú reunidas por el
obispo Martínez de Compañón entre 1782 y 1785. Estos testimonios dan cuenta de
que algunas de estas comunidades asentadas en el litoral de la región estaban dedi-
cadas a la pesca; otras estaban conformadas por agricultores asociados al manejo de
los espacios agrícolas de los valles; así como otras se dedicaban al manejo del bosque,
la ganadería y el arrieraje, al igual que en el caso de otras asentadas en zonas de la
sierra andina y las selvas altas, que estaban relacionadas con el manejo de los recursos
de estos distintos espacios ecológicos (Rostworowski, 1981, 2004).
119
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Aun después de las fuertes alteraciones sociales causadas por las reducciones tole-
danas, durante la segunda mitad del siglo XVI, y las repercusiones generadas en los
respectivos espacios territoriales por el proceso de concentración de comunidades
indígenas —donde inclusive se agruparon poblaciones pertenecientes a distintos
grupos étnicos— estas se recompusieron y se revitalizaron. Este es el caso de las
comunidades del litoral que eran reducidas en Sechura, Colán, Máncora y Tumbes,
algunas de las cuales se reconstituyeron en comunidades indígenas, cuyas sedes histó-
P
ricas se han convertido en importantes núcleos urbanos. Algo similar sucede con las
C
comunidades de agricultores de los valles que fueron concentradas en reducciones,
como es el caso de Catacaos (Diez, 1988, 1992).
U
En la serranía se produciría un fenómeno equivalente, habida cuenta de que durante
la época colonial las comunidades de la serranía tenían una importante articulación
lP
con las de la costa, como también con los espacios de los Andes del norte, —con lo
que hoy es Ecuador—, y con Cajamarca y los Andes del sur. Recordemos que esta
es una región de frontera, pero especialmente en esta época constituye una frontera
abierta y dinámica en los intercambios que se desarrollan entre los espacios, las gentes
ria
y los recursos del norte peruano y los del sur ecuatoriano (Aldana & Diez, 1994).
andinos del sur, se convirtió en una suerte de puerto de ingreso de las huestes colo-
niales y en una importante sede del poder colonial, si bien bajo el predominio de
Trujillo. Esta situación era especialmente importante en el caso del transporte de la
gente, de los recursos y de los productos que circulaban en el intercambio comercial
o
cambiaba por la ruta terrestre hacia el sur. De esta manera Piura era a su vez aduana,
punto de descanso y avituallamiento de los viajeros, además de lugar de provisión
de mulas para el tráfico de arrieraje de las rutas coloniales (ver Aldana & Diez,
Fo
120
José Canziani, Bruno Revesz y Pedro Belaunde. Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
con sus seis décadas de mudanzas y traslados a cuestas, es considerada un caso para-
digmático de la dificultosa implantación de las ciudades coloniales8.
P
TANGARARA 1532 - 1535
C
U
MONTE de los PADRES 1535
- 1578
lP
PAITA 1578 - 1588 ria PIURA 1588
ito
Mapa de la región de Piura con los desplazamientos sucesivos de la ciudad colonial luego de su fundación en 1532
hasta 1588.
en el ámbito del territorio rural, en este espacio aún persistían y predominaban las
formas de producción y los modos de vida de las comunidades indígenas.
La ciudad de Piura se constituye así en centro de poder colonial regional y en el
Fo
8
La ciudad de Piura fue originariamente fundada en 1532 en la localidad de Tangarará, en el valle del
Chira, donde permanece apenas hasta 1535 para ser desplazada a Monte de Los Padres, en el valle de
Piura, desde donde se muda en 1578 al puerto de Paita, para finalmente trasladarse definitivamente en
1588 —56 años después de su fundación— a su ubicación actual en la margen derecha del valle de Piura.
121
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
U
lP
ria
ito
Ed
A mediados del siglo XVI, con la aplicación de las reformas toledanas en la región,
o
ción de las reducciones coloniales, entre las que destacan Sechura, Colán, Máncora y
Tumbes en el litoral; Catacaos y Olmos en los valles costeños; y Huancabamba, Frías,
Salas y Ayabaca en la sierra. La vitalidad de estas reducciones da lugar a la recom-
Fo
122
José Canziani, Bruno Revesz y Pedro Belaunde. Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
Es una suerte de refundación parasitaria, que se inserta en un territorio con un manejo
C
sustancialmente indígena, para asegurarse así la fundamental provisión de recursos
agrícolas y de fuerza de trabajo. Podemos leer que en la actualidad esta dicotomía
U
entre la ciudad —ya no de españoles— y el territorio todavía persiste, aunque quizá
de forma no tan exacerbada como sucede con Lima y con otras ciudades peruanas
lP
que replican en sus respectivos espacios regionales este pernicioso modelo centralista.
miento causado por la guerra civil en los Estados Unidos. El inicio de la explotación
petrolera poco después reforzaría aun más los vínculos directos de la región con el
mercado internacional e impulsaría fuertes y acelerados cambios en el patrón de
Ed
nicaron Paita con Sullana y luego con Piura y Catacaos, al igual que impulsaron la
ampliación del puerto de Paita y su crecimiento como centro urbano.
De modo que la producción del algodón y sus distintas contingencias técnicas, al
igual que la extracción de hidrocarburos en el litoral, actuaron como detonantes de un
acelerado proceso de modernización y cambios en la estructura regional, que se refleja
en el inicio de un creciente proceso de desarrollo urbano, que interesó no solamente
a Piura, sino también a Sullana (valle del Chira), Paita (puerto regional) y de Talara
123
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
de desarrollo territorial presentes en estos distintos periodos históricos— tienen
C
como constante la generación y la persistencia de una red de ciudades que articulan
los principales espacios rurales de actividad económica: los valles (agricultura), el
U
despoblado (ganadería y forestería) y el litoral marino (pesca, petróleo, navegación).
Precisamente uno de los objetivos centrales de la investigación que estamos reali-
lP
zando, y de la cual este trabajo constituye un avance preliminar, es el de valorar
y destacar la fortaleza de esta red de ciudades como uno de los ejes fundamentales
para el desarrollo territorial de la región Piura.
De la persistencia de toda esta herencia histórica resulta la progresiva constitución
ria
de una red de ciudades. Esquematizando esta secuencia, tendríamos al finalizar el
periodo colonial y hasta mediados del siglo XIX la articulación de solo dos ciudades:
Piura, en el valle del mismo nombre, y el puerto de Paita en el litoral; a fines del
ito
siglo XIX e inicios del XX, con el desarrollo de las grandes obras de irrigación y
con la expansión de la agroexportación, se agregan Sullana en el valle del Chira y
Chulucanas en el Alto Piura, mientras que con el desarrollo de la actividad petrolera
Ed
9
De acuerdo con el censo de 2007, si solamente a la conurbación de los distritos metropolitanos de la
ciudad de Piura (Piura, Castilla y Catacaos) con 450 363 hab. le sumamos el aglomerado urbano de
la ciudad de Sullana (Sullana, Bellavista y Marcavelica) con 218 704 hab. con las poblaciones de las
ciudades de Talara (87 622 hab.) y Paita (72 510 hab.), esta red urbana aglutinaría una población de
829 199 hab.
124
TALARA (Pariñas)
AYABACA
LA BREA (negritos) LAS LOMAS
MARCAVELICA
QUERECOTILLO
VICHAYAL TAMARINDO
IGNACIO ESCUDERO
LA HUACA
SULLANA - BELLAVISTA
MIGUEL CHECA
TAMBO GRANDE
COLÁN
PAITA CHULUCANAS
MORROPON
PIURA CASTILLA
LA MATANZA
HUANCABAMBA
CATACAOS BUENOS AIRES
LA ARENA
CURA MORI
SALITRAL
LA UNIÓN
VICE
BELLAVISTA
DE LA UNION
LEYENDA BERNAL
POBLACIÓN URBANA 1981
RINCONADA LLICUAR
SECHURA
250,000 - 100,000
100,000 - 50,000
50,000 - 20,000
20,000 - 10,000
10,000 - 5,000
5000 - 2000
P
poblados de menos de 200 habitantes que reunían el 28% de la población, mientras
que el 67% de la población vivía en 448 pueblos de menos de 2000 habitantes.
C
Solamente dos centros tenían una población de más de 2000 habitantes, en el caso
de Ayabaca y Huancabamba, que sin embargo estaban —como aún hoy— bastante
U
lejos de alcanzar los 20 000 habitantes (Bernex & Revesz, 1988, p. 88).
En los valles costeños solamente el 20% de la población vivía en centros de menos
lP
de 200 habitantes; y otro 20% vivía en 35 centros de entre 2000 a 20 000 habitantes;
mientras el 60% de su población estaba concentrado en los seis centros urbanos que
alcanzaban más de 20 000 habitantes (1988, p. 88).
ria
En el litoral existían entonces 29 centros de menos de 2000 habitantes que congre-
gaban al 25% de la población, mientras que el 70% de la población se concentraba
en las dos capitales provinciales de Talara y Paita (1988, p. 88).
ito
de Ayabaca (con una población total de 38 338 hab.) la población «urbana» (3988
nd
hab.) representaría poco más del 10%, y en relación con el distrito de Huancabamba
(con una población total de 28 802 hab.) la población «urbana» (6472 hab.) sería
solo del 22%.
Fo
Comparando con los datos del reciente censo del 2007, se advierten tendencias
preocupantes en cuanto a la evolución poblacional desde 1993. La población total de las
provincias de Ayabaca y Huancabamba crece apenas poco más de 5% en estos últimos
catorce años. Algunos distritos de estas provincias inclusive pierden población como
Jilili (-9%), Montero (-13%), Sicchez (-26%), Canchaque (-12%), Lalaquiz (-15%)10;
10
La localización de estos poblados coincidentemente es la más apartada y menos conectada a los cami-
nos principales.
126
PARIÑAS (talara)
AYABACA
LA BREA (negritos) LAS LOMAS
Fo
MARCAVELICA
SALITRAL QUERECOTILLO
VICHAYAL TAMARINDO
nd
IGNACIO ESCUDERO
AMOTAPE
LA HUACA
SULLANA - BELLAVISTA
MIGUEL CHECA
TAMBO GRANDE
o
COLÁN
PAITA CHULUCANAS
MORROPON
PIURA CASTILLA
LA MATANZA
Ed
HUANCABAMBA
CATACAOS BUENOS AIRES
LA ARENA
CURA MORI SAN JUAN DE BIGOTE
SALITRAL
LA UNIÓN CANCHAQUE
ito
VICE EL TALLAN
BELLAVISTA
DE LA UNION
LEYENDA BERNAL
POBLACIÓN URBANA 1993
RINCONADA LLICUAR
>250,000 SECHURA
ria
250,000 - 100,000
100,000 - 50,000
50,000 - 20,000
lP
20,000 - 10,000
10,000 - 5,000
5000 - 2000
U
Piura: centros poblados urbanos de acuerdo al Censo de 1993.
C
P
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
MÁNCORA
LOS ORGANOS
EL ALTO
P
PARIÑAS (talara)
LA BREA (Negritos)
AYABACA
LAS LOMAS
C
SALITRAL
VICHAYAL
U
IGNACIO ESCUDERO
LA HUACA SULLANA - BELLAVISTA
MIGUEL CHECA FRIAS
TAMBO GRANDE
COLÁN
AMOTAPE
lP
PAITA
CHULUCANAS
HUANCABAMBA
MORROPON
PIURA CASTILLA LA MATANZA
LA ARENA
ria CATACAOS
BUENOS AIRES
SAN JUAN DE BIGOTE
LA UNIÓN
VICE
EL TALLAN
BELLAVISTA
DE LA UNION
BERNAL
SECHURA
>250,000
250,000 - 100,000
100,000 - 50,000
Ed
50,000 - 20,000
20,000 - 10,000
10,000 - 5,000
5000 - 2000
mientras muy pocos distritos crecen ligeramente, como Ayabaca (+1%), Huanca-
bamba (+5%), Frías (+13%), Lagunas (+22%), Pacaipampa (+3%), Paimas (+17%),
Sapillica (+22%), Suyo (+8%), El Carmen de la Frontera (+21%) y Huarmaca
Fo
128
José Canziani, Bruno Revesz y Pedro Belaunde. Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
más de 20 000 hab. que se emplazan en la zona de los valles11. El número de estas
concentraciones urbanas se mantendría en 2007, pero con un incremento subs-
tancial de su población ya que todos estos mismos centros superarían los 30 000
hab.; mientras, han surgido otros centros poblados que se acercan o superan los
20 000 hab. La ciudad de Piura crece de unos 340 000 hab. en 1993 a unos 450 000
hab. (+33%), mientras que Sullana crece de unos 175 000 en 1993 a unos 220 000
(+26%)12. Los otros principales centros urbanos intermedios que eslabonan el valle
P
medio y bajo del Piura también ven crecer su población de forma notable, como
C
Catacaos (+22%), La Arena (+27%), La Unión (+34%), Tambogrande (+54%) y
Sechura (+85%). Mientras tanto en el valle del Chira crece la población urbana de
U
algunos distritos cuya población está en torno a los 20 000 hab. y que se encuentran
en la esfera de influencia de la ciudad de Sullana, como Ignacio Escudero (+32%),
lP
Querecotillo (+14%), y Marcavelica (+26%).
En cuanto al litoral es notable el incremento poblacional de la ciudad portuaria de
Paita, que crece más de 70%: pasó de 42 491 en 1993 a 72 510 hab. en 2007. Mien-
tras tanto Talara (Pariñas) tiene un crecimiento menor, de apenas 7%, pasando de
ria
82 228 a 87 622 hab. En todo caso, estos dos centros urbanos constituyen la mayor
concentración poblacional del litoral, aunque debido al relativo estancamiento de
Talara y al crecimiento de otros centros urbanos menores, esta concentración pasó
ito
del 70% en los años ochenta, a un 63% en 1993 y se recuperó hasta un 67% en 2007,
debido al señalado crecimiento notable de Paita. Entre 1993 y 2007 es de resaltar el
estancamiento poblacional de algunos importantes centros urbanos menores como
Ed
Lobitos o El Alto, mientras en otros el crecimiento decae, como en Negritos (La Brea)
(-7%), y Los Órganos (-1%), lo que podría tener una explicación en la reducción
o reconversión de la actividad petrolera durante este periodo. Mientras tanto, otros
centros urbanos ligados tradicionalmente a la pesca, pero recientemente asociados
o
es el caso de Máncora que pasó de 6887 hab. en 1993 a 10 128 hab. en 2007, con
un incremento poblacional del 47%.
La lectura de la evolución poblacional y el proceso de desarrollo urbano reseñados
Fo
11
Consideramos entre estos a Piura, Sullana, Catacaos, La Unión, La Arena, Tambogrande y Sechura.
12
En este caso consideradas como conurbaciones, de acuerdo con la nota 10.
129
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
medios y menores. En el caso de la ciudad de Piura, se establece un estrecho vínculo
C
—que se proyecta como una futura conurbación— con Catacaos, a unos 10 km, que
representa un centro tradicionalmente relacionado con la actividad agropecuaria y
U
artesanal, y que hoy corresponde en jerarquía al segundo centro urbano en el valle con
unos 65 000 hab., e incorpora actividades comerciales y de servicios. En este mismo
lP
eje que recorre el valle medio y bajo se encuentran enlazados dos emergentes centros
urbanos como La Arena y La Unión, que superan cada una los 30 000 hab. hasta
llegar a Sechura, un antiguo y tradicional centro urbano, que hoy con sus cerca de
33 000 hab. parece haber reencontrado algo de su viejo dinamismo. Más al sur, este
ria
eje se conecta a lo largo del litoral con una serie de caletas de pesca como Chullachy,
Mata Caballo, Constante y Parachique, para culminar en el puerto de Bayóvar, donde
se encuentra la terminal del oleoducto, los depósitos para el embarque del petróleo
ito
cola, y hacia el Alto Piura, con Chulucanas (55 183 hab.), que concentra gran parte
de las actividades productivas y de servicios en este sector del valle y de los poblados
menores que se desarrollan en su entorno, inclusive los de la inmediata serranía.
En el valle del Chira, el conglomerado urbano de la ciudad de Sullana se enlaza
o
por la margen izquierda con los centros urbanos menores de Sojo (Miguel Checa)
nd
con San Jacinto (Ignacio Escudero) y con otros poblados menores como Tamarindo,
Amotape y Vichayal.
Desde Sullana, mediante el eje hacia el noroeste conformado por la carretera
Panamericana, el núcleo Piura - Sullana se articula con el litoral y el centro petrolero
de Talara y los centros poblados menores tradicionalmente asociados a esta acti-
vidad, como Negritos (La Brea) y Lobitos, y más al norte, con El Alto, Los Órganos,
Máncora y ya en el departamento de Tumbes, con Punta Sal, Zorritos y la ciudad de
Tumbes. En este eje, a las actividades de extracción petrolera se suman las asociadas a
130
José Canziani, Bruno Revesz y Pedro Belaunde. Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
la explotación de los recursos marinos, que se concentran en las caletas de pesca como
Cabo Blanco o El Ñuro; mientras que en otros centros urbanos como Los Órganos
y especialmente en el caso de Máncora y Punta Sal, a la pesca se ha añadido en las
últimas décadas una fuerte actividad turística, que ha dado lugar a inversiones hote-
leras y a un consecuente desarrollo urbano, en gran medida asociado a edificaciones
de servicios y residenciales propias del concepto de «balneario».
Como ya se ha señalado, las conexiones regionales con las zonas de serranía de las
P
provincias de Ayabaca y Huancabamba no han sido privilegiadas por el desarrollo
C
vial nacional, lo que no ha contribuido a reducir sino mas bien a incrementar las
distancias, no solo físicas, en relación con estas zonas de escaso desarrollo económico,
U
donde se registra una alta pobreza rural y uno de los más bajos índices de desarrollo
humano en la región y el país.
lP
Resumimos a continuación las directrices dominantes que se pueden apreciar
en las dinámicas de crecimiento urbano y poblacional. Una primera es que las prin-
cipales ciudades intermedias (Piura, Sullana, Talara y Paita), que conforman la red
de ciudades en el territorio de la región, crecen progresivamente en población, y
ria
conforman así uno de los más importantes conglomerados urbanos del país. Pero
crecen también las ciudades pequeñas y los centros poblados que se transforman
progresivamente en ciudades menores (Tambogrande, La Unión, La Arena, Para-
ito
131
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
de intensa urbanización de la población en la región Piura. Sin embargo, si ponemos
en cuestión los discutibles criterios estadísticos empleados por el Instituto Nacional
C
de Estadística e Informática (INEI) para asumir la población que considera como
«urbana», esta perspectiva puede resultar bastante distinta. Según los datos del último
U
censo de 2007, resultaría que la mayoría de la población regional sería urbana; como
podemos apreciar en el cuadro siguiente, la población urbana total superaría el 74%,
lP
mientras que la población total rural no llegaría al 26%. Este predominio urbano sería
uniforme en todos los distintos espacios de la región, a excepción de la zona andina.
ria
Cuadro 1. Población urbana y rural
(Según estándares del INEI)
Población
ito
132
José Canziani, Bruno Revesz y Pedro Belaunde. Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
2b, Valle Alto Piura 39,72 60,28 100,00
C
2c Valle del Medio y Bajo Piura 80,28 19,72 100,00
3, Zona litoral 89,87 10,13 100,00
U
Total Piura 55,58 44,42 100,00
lP
Fuente: Censo 2007, INEI; Revesz, Larrea y Oliden (2010).
Sin embargo, si utilizamos el criterio sustentado por Ricardo Vergara (ver contri-
bución en este volumen), de considerar como consistentemente urbanas a poblaciones
ria
concentradas en centros con más de diez mil habitantes, en este caso tendríamos una
clara mayoría rural en términos estadísticos, sin considerar que estos centros urbanos
tienen una profunda ocupación habitacional, productiva y de servicios fuertemente
ito
y arraigado en la región entre los ámbitos rurales y los urbanos, así como establecer
estrategias que ordenen y potencien su desarrollo sostenido. En este sentido, si bien
tenemos relativamente bien estructurada esta red de ciudades, es necesario también
advertir un creciente proceso de atomización, donde se hace evidente que no existe
o
una jerarquía ni una estrategia clara que oriente este tipo de modelo de desarrollo
nd
133
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
U
lP
ria
Campos de cultivo en el bajo valle de Piura.
ito
de los centros urbanos que ya están constituidos, aunque sin mayores indicios de
nd
134
José Canziani, Bruno Revesz y Pedro Belaunde. Piura: ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
blanco, donde el desarrollo de unas afecta las condiciones para el mejor desarrollo
C
de las otras, lo que es también el caso de la región Piura, donde se encuentran en
desarrollo los siguientes principales proyectos de inversión:
U
• Interoceánica multimodal (Paita – Yurimaguas – Amazonas);
• Puerto de Paita (concesión y ampliación);
lP
• Fomento de la pesca artesanal e industrial;
• Ampliación de la refinería de Talara e intensificación de la explotación petrolera;
ria
• Plantaciones de caña de azúcar en el valle del Chira, orientadas a la producción
de biocombustibles (etanol);
• Agricultura orgánica (café, banano) y plantaciones de agroexportación (limón,
ito
• Fosfatos de Bayóvar;
• Inversiones turísticas e inmobiliarias en el litoral.
tampoco para evaluar las posibles externalidades e impactos negativos que acarrean.
nd
Nos limitaremos a señalar que se advierte una ausencia patente de planificación que
proviene del propio Estado, que promueve desde sus distintas dependencias una
compulsiva política de inversiones que no toma en cuenta la vocación de los distintos
Fo
espacios territoriales y menos la concertación de estas políticas con los actores locales
y regionales, como parte de programas de acondicionamiento territorial.
Como alternativa a esta situación, recientes iniciativas de concertación regional,
promovidas por la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, instituciones
representativas y emprendedores regionales, están forjando acuerdos fundamentales
para establecer programas de desarrollo estratégico en la región y sus distintos espa-
cios territoriales.
135
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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ria
ito
Ed
o
nd
Fo
137
Fo
nd
o
Ed
ito
ria
lP
U
C
P
Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque,
costa norte del Perú
P
Marta Vilela1 y Zaniel Novoa2
C
U
La construcción y desarrollo del valle del Jequetepeque ha generado, a través de su
lP
proceso histórico, una ocupación urbana y rural de multicentralidades que ha confi-
gurado redes territoriales. Estas centralidades de diversos tamaños y especialidades
tienen relaciones de complementariedad o competitividad, en los que las redes terri-
ria
toriales organizan el desarrollo en el valle, pero con muchas desigualdades.
La accesibilidad y la conectividad territorial son un alto desafío para las ciudades
menores y para las ciudades rurales que conforman este valle; por lo tanto, es de
ito
Este valle está situado en la costa norte peruana; es parte de una secuencia de
valles de las cuencas del Pacífico en un continuo intercalado por desiertos, dentro
de la secuencia de valles y desiertos a lo largo del litoral; este aspecto es relevante
Fo
1
Profesora asociada del Departamento de Arquitectura de la PUCP / mrvilela@pucp.edu.pe. El estu-
dio de caso corresponde a la tesis doctoral en Urbanismo Construcción de un modelo espacial de redes
territoriales para ciudades intermedias: redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque, costa norte del
Perú, por Marta Vilela. Tesis doctoral. Universidad de Lieja, Bélgica.
2
Investigador del CIGA (Centro de Investigación en Geografía Aplicada) PUCP / znovoa@pucp.edu.pe
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Línea
divis
P
o
ria d
e
las c
C
uenc
Valle La Leche
as de
Valle Saña
U
l Pac
Valle Jequetepeque
ífico
lP y las
Valle Chicama
del A
tlánti
Valle Moche
co
ria Valle Virú
ito
Ed
Nota: Costa norte del Perú, secuencia de los valles que pertenecen a
las cuencas hidrográficas del Pacífico, intercalados por los desiertos
Elaboración propia a partir de la cartografía del IGN 2007.
que son diversos, conformados por el litoral, las playas, la zona agrícola, el sistema de
nd
canales, las dunas, el bosque seco, las lagunas, los desiertos, las primeras estribaciones
de la Cordillera de los Andes, las vías, las instalaciones de infraestructura y las ciudades.
Está situado a 7° latitud sur, entre dos valles importantes: La Leche por el norte,
Fo
y Moche por el sur, dos valles que en los últimos veinte años prácticamente han
doblado su población. Este crecimiento poblacional se concentra en ambos casos,
respectivamente, en una sola ciudad, Chiclayo (La Leche), con una población de
574 408 habitantes (Censo INEI, 2007), y Trujillo (Moche) con 683 046 habitantes
(Censo INEI 2007). Mientras, el crecimiento en el valle del Jequetepeque ha sido
lento, paulatino y de dispersión, y alcanza una población total de 170 357 habitantes
(Censo INEI 2007). Este crecimiento se ha centralizado en varias ciudades del valle
como se observa en el siguiente cuadro:
140
Marta Vilela y Zaniel Novoa. Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque
P
San Pedro de Lloc
(Distrito: 15 381) (Distrito: 16 149)
C
20 590 26 105
PACASMAYO Pacasmayo
(Distrito: 23 705) (Distrito: 26 118)
U
17 103 20 605
Guadalupe
(Distrito: 27 002) (Distrito: 37 239)
lP
1612 2161
Jequetepeque
(Distrito: 2,881) (Distrito: 3457)
1227 3830
San José
(Distrito: 9958) (Distrito: 11 414)
ria
24 068 36 770
Chepen
(Distrito 39 778) (Distrito: 45 639)
3481 3617
ito
CHEPEN Pacanga
(Distrito: 10 585) (Distrito: 17 976)
2536 3937
Pueblo Nuevo
(Distrito: 8804) (Distrito: 12 365)
Ed
79 332 109 196
TOTAL
(Total distrital: 138 094) (Total distrital: 170 357)
su crecimiento poblacional es alto y en los últimos años llega a 6334 habitantes según el Censo del 2007, INEI.
nd
Los temas por tratar son los siguientes: el valle y las ciudades, destacando el
concepto de territorio como una construcción; luego, la ocupación urbana rural en
red espacial, como alternativa al modelo centralista, buscando modos de observación
Fo
que nos vinculen con la complejidad y las redes territoriales; y por último, las diná-
micas y las escalas territoriales en la planificación.
La ocupación urbana en el valle está conformada por una red espacial de ciudades
menores que mantienen economías complementarias, susceptibles de mejorar y desa-
rrollar. El valle de economía agrícola se extiende en aproximadamente 45 000 has;
141
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
cuenta con una producción de alto volumen y calidad de arroz, orientada principal-
mente al consumo interno. En la actualidad, con el alza de los precios internacionales,
la exportación está en auge, y cuenta además con importantes recursos naturales:
suelos de alto valor agrológico, quebradas, canales acuíferos, franja costera con
recursos, clima benigno, asoleamiento y potencialidad eólica, así como recursos
tecnológicos: represa regional, energía eléctrica, carretera Panamericana y carretera a
P
las regiones de la sierra norte.
El valle está actualmente ocupado por una población de 170 196 habitantes
C
(Censo 2007, INEI), asentados mayoritariamente en cuatro ciudades de mayor jerar-
quía, San Pedro de Lloc, Pacasmayo, Guadalupe y Chepén, que albergan de 12 171
U
a 36 770 habitantes (Censo 2007, INEI), y que son complementadas por una trein-
tena de centros poblados rurales de menor y diferente jerarquía que albergan entre
lP
500 y 6000 habitantes.
Esta dispersión de las ciudades se da en red, lo que les ha permitido mantener
cierto equilibrio poblacional, un acceso más democrático a los servicios básicos y
ria
un nivel mayor de sostenibilidad regional comparada. Asimismo, esta dispersión se
encuentra en diferentes espacios del valle, como son la zona agrícola, la zona desér-
tica, el litoral, los bosques secos, el borde de río, las primeras estribaciones de los
ito
se distancia del mar. Igualmente la zona desértica es de poca pendiente, lo que facilita
la ampliación de la frontera agrícola con riego regulado.
3
El valor agrológico se da por la calidad y el espesor del suelo de limos y arcilla, debidos a importantes
depósitos aluviales de continuas inundaciones a los dos lados del río y su extensión con mínima pendiente.
4
El valle se sitúa en una zona tropical: 7° de latitud sur, predominantemente húmeda y de pocas pre-
cipitaciones.
142
Marta Vilela y Zaniel Novoa. Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque
La presencia del mar peruano, de aguas frías, hace que el clima sea más templado;
sin embargo, en los meses de verano la temperatura puede llegar hasta los 33°C.
El litoral como parte del valle juega un rol predominante.
El río Jequetepeque, que pertenece a las cuencas del Pacífico y es de gran caudal,
recorre 158 km y desciende desde los 4180 msnm de altitud hasta su desembocadura
en el mar, donde genera un gran delta, que beneficia a un valle extenso, de aproxi-
P
madamente 45 000 has (Junta de Regantes del Jequetepeque, 2007). Y desde hace
más de veinte años cuenta con una mayor proyección gracias al riego regulado de la
C
represa de Gallito Ciego.
La continuidad de desiertos en la costa norte ha sido el desafío común en la
U
ocupación de este territorio. En su origen, el área agrícola es pequeña: se ubica a lo
largo del río Jequetepeque, con anchos aproximados de un km hacia las márgenes;
lP
sin embargo, por la escasa pendiente en ambas márgenes del río, están sujetas a inun-
daciones periódicas que contribuyen a la sedimentación y a la formación de suelos
de alto valor agrológico.
ria
Durante la ocupación de los antiguos pobladores (época Moche5 y preinca), en el
valle del Jequetepeque se construyeron canales de regadío con altos niveles ingenieriles,
que mantuvieron la pendiente deseada por largos kilómetros, desde las bocatomas
ito
5
Se instala un patrón de asentamiento que tiende a la dispersión de la población antes que a la con-
centración, basada principalmente en la movilidad: caminos locales, grandes caminos y la relación
constante entre diferentes zonas del territorio del valle. Cabe incidir en el hecho de que se entendía el
territorio como un continuo: esto permitía tener en común los desafíos presentados por este y subrayar
la importancia de la movilidad.
143
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
• Cementerio San
José de Moro
• La gestión
del agua
• Defensa
del valle
P
el valle
Centralidad
C
El límite del valle esta dado por
la disponibilidad y la gestión del
U
agua (tecnológica y
administrativamente)
lP
Objetivos principales:
• irrigar estas zonas adyacentes
al río Jequetepeque,
• Seguridad alimenticia
ria • Bienestar de la población, y
mejores posibilidades de
• La subdivisión territorial pudo derivarse de la intercambio
complejidad del manejo hidráulico en un valle
cuya extensión era sustancialmente mayor
ito
(Canziani 2005)
• …los recurrentes conflictos, quedan
manifiestos en la notable presencia de sitios
fortificados (Dillehay, 2001)
Elaboración propia del esquema a partir de los datos de Manuel Burga 1976; José Canziani 2005; Eiling 1975
Ed
Nota: el canal de San Pedro (sur del valle) fue el primero en consolidarse, luego se construyen los canales del norte
del valle. Esta configuración de canales corresponde al espacio de los diferentes Señores en el valle. Desde su origen, la
organización fue por sectores que corresponden a los canales de regadío, el valle se organiza bajo varias centralidades.
Este esquema corresponde a los periodos preinca e inca.
o
En la época incaica, la administración central del inca deja subsistir a las adminis-
nd
traciones locales de los señoríos: se establece una mixtura entre una administración
local descentralizada por los canales de regadío que constituyen cada uno de los
señoríos, y otra central, la del Estado inca, que se abastece de los diferentes seño-
Fo
ríos locales. Esto último es un peso alto para las administraciones locales, que no se
sienten identificadas plenamente con el Estado central; sin embargo, es interesante
la mixtura de dos organizaciones, una fuertemente local y otra fuertemente central.
Durante la Conquista se da una ruptura en todo sentido: social, económica,
política, cultural, y espacial, que se consolida en la Colonia. Se trata de otra centra-
lidad: España, sin la menor posibilidad de administraciones locales autónomas; todo
es orientado hacia la Corona y se consolida una centralidad fuera del territorio. Sin
embargo, a escala local la ciudad orienta la ocupación del territorio; es así que se crean
144
Marta Vilela y Zaniel Novoa. Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque
las bases de las principales ciudades actuales6, particularmente en el valle: Chepén debe
su origen a una reducción de indios7; Guadalupe fue en su origen el asentamiento del
convento de los agustinos; Pacasmayo, localizada en el litoral, fue siempre puerto, y
San Pedro de Lloc se funda como ciudad de españoles y lugar del encomendero.
El uso del suelo y la administración del agua son determinados por la Colonia
y caen en gran deterioro, a lo que se suma a esto una «gran depresión demográfica
por altos índices de mortalidad por trabajos forzados, enfermedad, malnutrición, y
P
abusos de toda índole, muerte o huida, del tributario indígena, y el abandono de las
C
tierras comunales» (Burga, 1976).
La producción antes agrícola es ahora predominantemente pecuaria de caprinos,
U
actividad que necesita de menos mano de obra: así se desarrollan los bosques de
algarrobo en la zona. Dunas y algarrobos son parte fundamental del paisaje del valle
lP
en este momento. La contracción demográfica del valle trae consigo el empobreci-
miento de las encomiendas. Luego se establecen las haciendas de mentalidad rentista
instaladas desde la Colonia; el convento de los agustinos, en lo que hoy es Guada-
lupe, fue el centro económico del valle, por concentrar gran cantidad de tierras. Es
ria
así que se consolida en estos centros una clase social que busca vivir de las rentas de
la grande o mediana propiedad, a expensas del trabajo de los indígenas.
A partir de mediados del siglo XIX, la bonanza económica generada por el guano
ito
rrollo: en lo agroindustrial, por la construcción del tren8, por el desarrollo del puerto,
nd
6
La Conquista significa un cambio estructural en la ocupación del territorio, que se sustenta en las
«ciudades»: estas consolidan la toma de posesión de un espacio. La fundación de ciudades españolas en
Fo
los primeros cincuenta años de conquista de América significó aproximadamente 230 ciudades perma-
nentes (algunas con mayor éxito que otras en cuanto a su tamaño), y en los siguientes cincuenta años
sumaron 330 ciudades (López Guzmán, 1995).
7
Las reducciones constituyen el sistema de mayor impacto en la planificación de los pueblos de indios
por parte del español (Gutiérrez, 1993). Las reducciones establecen la permanencia de la población
indígena en los pueblos y restringen la movilidad, modalidad que llega hasta la hacienda capitalista
a principios del siglo XX. Muchas de estas reducciones llegarán a ser ciudades importantes, por su
dinamismo comercial, al aglomerar población indígena creciente y más adelante concentrar servicios
urbanos y gran actividad comercial, como es el caso de Chepén.
8
Recorrido del tren: Pacasmayo, San Pedro de Lloc, San José, bifurcación hacia Chepén y Guadalupe,
y bifurcación hacia Tembladera y Chilete.
145
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
la actividad comercial y de servicios como de educación y salud y, finalmente, la
C
actividad administrativa realizada por los municipios, identificándose la primera
modernización del valle.
U
A inicios del siglo XX, que se caracterizó como una época de grandes crisis,
se dan importantes cambios socioeconómicos que repercuten en el crecimiento o
lP
decrecimiento de las ciudades existentes, así como en el origen de pequeños centros
poblados anexos a las haciendas deprimidas.
Es el momento en que se construye la vía Panamericana Norte y se evidencia
una segunda modernización (figura 3), con la Compañía de Cementos Pacasmayo,
ria
fundada en 1949, para la elaboración de cemento así como de otros materiales de
construcción, empresa que abastece de dicho material a la zona norte del país.
La centralidad ejercida por los puertos cambia hacia la vía Panamericana. Luego,
ito
van a sucumbir algunos años después. Hacia 1985, muchas cooperativas y otras
asociaciones se han parcelado y, a su vez muchas de estas se han vendido de forma
individual. De grandes propiedades de tierras concentradas en los latifundios, se
pasa a las cooperativas, y de estas, al minifundio; en los últimos años una agricultura
o
146
Marta Vilela y Zaniel Novoa. Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque
l
ora
ora
Periodo: mediados del XIX e
Lit
Lit
Valle inicios del siglo XX Valle
- Ciudades -puerto
- Vías férreas en los valles
- Ciudades - administrativas
- « haciendas»
- la población indígena, criolla
P
se concentra (tendencia hacia el
comercio)
C
Periodo: siglo XX
U
-Vía Panamericana
“Bolsas de “Bolsas de
redes de
(1930-40-50) redes de
ciudades” -Ciudades puerto -olvidadas ciudades”
lP
-Ciudades-administrativas
(centros de decisión)
-«haciendas» transformadas
en «minifundios»
-Ciudades comerciales
ria
Nota: el predominio de los puertos corresponde a la primera modernización, y el predominio de la Panamericana
Norte y de la actividad industrial y agroindustrial corresponde a la segunda modernización.
ito
147
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
Figura 4. Rango de jerarquía de ciudades por tamaño y accesibilidad
U
CHEPEN
lP
GUADALUPE
ria Tembladera
Represa
Gallito Ciego
Santa María
Luego, las ciudades de segundo rango, —en su mayoría distritales— están rela-
cionadas con estos binomios mencionados y con la vía Panamericana Norte.
Las aglomeraciones urbanas de tercer y cuarto rango tienen una menor accesibi-
lidad y la población que albergan está predominantemente orientada a la agricultura,
y su desplazamiento se realiza generalmente en bicicleta o a pie.
Por otro lado, la demarcación territorial de las jurisdicciones gubernamentales
corresponde a la construcción del valle. Sin embargo, en los últimos años se han
148
Marta Vilela y Zaniel Novoa. Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque
debido más bien a decisiones políticas. Un claro ejemplo fue la creación de la provincia
de Chepén en 1984, prácticamente por el apoyo del partido Acción Popular, opositor
del partido político aprista, de mucho arraigo en la zona norte del país. Esta demar-
cación divide el valle políticamente en dos provincias. Las dos administraciones
provinciales de Chepén y de Pacasmayo tienen una posición aislada, donde la idea de
pertenecer a un solo territorio, como el de este valle, es frágil.
P
1.3. La red espacial como alternativa para el desarrollo
C
Una premisa importante es entender la red espacial como alternativa para el desa-
rrollo, dado que es mucho más viable entender el espacio territorial a partir de sus
U
relaciones. Esto permite a la planificación engancharse mejor a la dinámica existente.
Las redes fundamentales han sido definidas, para el caso del valle del Jequete-
lP
peque, como las redes del agua, del transporte y de la gestión local. Existen otras
redes que se desenvuelven o se articulan en el territorio en función de estas tres
primeras, como por ejemplo la red de energía, —que incluye en esta las líneas de
ria
transmisión como las estaciones de gasolina— la red de educación, igualmente la de
salud, otras como la del empleo en la actividad agrícola, etcétera.
Para que la red funcione es necesario el intercambio, y este tiene un soporte de
ito
que facilita el vínculo entre las aglomeraciones urbanas y las actividades económicas.
Cabe mencionar que esta es una red compleja y se relaciona con otros subsistemas,
nd
9
Las condiciones de existencia de una red espacial corresponden a los principios topológicos de la
naturaleza espacial del territorio: la capacidad de transformación del territorio, es decir que a pesar
de las deformaciones o cambios siempre quedarán las condiciones fundamentes de cada territorio; la
continuidad de los territorios, al transformarse no pierden su principio de continuidad; la conectividad,
las redes en el territorio por ejemplo son conexas, y al transformarse no pierde su principio de conecti-
vidad: si no son conexas, la red no existe; y la adaptabilidad: los territorios se adaptan, buscan nuevos
equilibrios; esta capacidad le hace posible transformarse (Tola, 2001).
10
Alberto Magnaghi, menciona en «El proyecto local» que la acumulación local es el soporte para el
desarrollo territorial; esta es la que la población local invierte en su propio espacio.
149
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
y entre Pacasmayo y San Pedro de Lloc, existe un servicio constante de transporte
vehicular público frecuente y un menor servicio de mototaxis demandado.
C
Generalmente los campesinos se trasladan a pie. Son pocos los que realizan reco-
rridos a caballo y burros con carretas, y es mediano el uso de bicicletas. Por lo general,
U
no usan el transporte público, tanto por el costo como por el hecho de que los reco-
rridos no corresponden a sus necesidades de desplazamiento —se trata básicamente
lP
de adentrarse a los campos de cultivo—. Al final de las jornadas de trabajo de campo
se observa el desplazamiento de gente, tanto a pie como en bicicletas, a lo largo de las
vías de alta velocidad así como en las vías secundarias.
ria
El transporte público regional de pasajeros se centraliza en los paraderos, que se
constituyen en centros dinámicos de cada ciudad, y conforman una red territorial
específica que evidencia la relación entre las ciudades, al vincular los centros. Desde
ito
el inicio del trabajo de campo se pudo observar una fuerte dinámica de pasajeros
entre las ciudades, a través del transporte de pasajeros, principalmente dirigida hacia
los mercados y los colegios.
Ed
deros, como por ejemplo la venta de comida preparada, frutas, bebidas, paraderos de
mototaxis, triciclos para carga, eventualmente taxis, venta de periódicos, y actividades
nd
150
Marta Vilela y Zaniel Novoa. Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque
P
CHEPEN
GUADALUPE Tembladera
C
Ciudad de Dios
/ Pakatnamu
U
Faclo
Limoncarro
Jequetepeque
San José,
lP
Verdun, Campanita Volumen de pasajeros entre 4791 y 3217 / día
PACASMAYO Relación en la vía Panamericana entre ciudades
de 1er rango
SAN PEDRO Volumen de pasajeros entre 892 y 1355 / día
DE LLOC
ria Relación en la vía Panamericana entre ciudades
de 2do y 3er rango con mayor jerarquía
151
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
volumen del desplazamiento de pasajeros es del orden de 33 000 viajes diarios (ida
C
y vuelta, promedio por semana), con una mayor concentración entre las ciudades
principales.
U
Se constata claramente la existencia de dos binomios que se encuentran a diez
minutos de distancia, conformados por las ciudades de Chepén y Guadalupe, y por las
lP
ciudades de Pacasmayo y San Pedro de Lloc. Existen otros binomios menores, confor-
mados por las ciudades de Pacanguilla y Pacanga; por Pueblo Nuevo y Guadalupe,
entre otras.
Las principales ciudades en el valle se ubican en la Panamericana Norte, vía que
ria
se constituye como un elemento de centralidad de alta jerarquía en el valle. En la
vía Panamericana se observa una superposición de escalas espaciales: es una vía de
carácter internacional, nacional, regional, e inclusive urbana y local. Cerca de las
ito
152
Marta Vilela y Zaniel Novoa. Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque
Estas dicotomías espaciales no son las únicas, pero sí son las que enfrentan el manejo del
uso del suelo y tienen una fuerte connotación espacial al ser perceptibles en el paisaje.
En esta observación del territorio a partir de su espacialidad, dada principalmente
por el uso y las relaciones adecuadas, se han determinado las siguientes dicotomías:
• Centralidad–dispersión: en el antiguo Perú, la ocupación entendía el territorio
andino como diverso y de recursos dispersos, dos condicionantes fundamentales
P
para establecer una estrategia específica al ocupar el territorio. Por ello, se estableció
una ocupación en red multidireccional, que permitía la articulación transversal a
C
nivel local, a lo largo de las cuencas hidrográficas y entre pisos ecológicos próximos,
y la articulación longitudinal entre valles, relacionándose así todo el territorio;
U
sin embargo, la centralidad se ejerce con mayor determinación desde la Colonia:
concentrar decisiones y poder era la base de esta ocupación, lo que en la actualidad
lP
se convierte prácticamente en un modelo de ocupación concentrada y centralizada.
• Valle–desierto: el desierto es el desafío común de la ocupación de la costa, si se
entiende al territorio como continuidad. Se presenta como el protagonista principal
ria
que finalmente nos integra en el territorio; por lo tanto, todas las ocupaciones y acti-
vidades humanas en la costa priorizarían el manejo y uso del agua para incrementar
la frontera agrícola.
ito
pesticidas van en perjuicio de las ciudades próximas por deterioro de suelos y conta-
minación de la napa freática. Las instituciones públicas están dejando de ver el
territorio como una unidad.
• Ciudad formal–ciudad informal: dentro de las ciudades, lo informal se refleja
en la falta de servicios básicos para la vida como el agua, y de accesibilidad del trans-
porte, entre otros, lo que muchas veces ocupa extensiones de igual proporción que
la ciudad formal.
153
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
esta. Cabe resaltar que esta visión dual o de dicotomías espaciales implica, dentro de
C
una visión futura, desarrollar el concepto de continuidad territorial.
La continuidad territorial en una condición de red espacial tiene propiedades
U
esenciales para su funcionalidad:
• La complementariedad: de acuerdo con los grados de competencia o capacidad
lP
que cada centro tenga dentro de una red, se generarán roles de complementariedad
y niveles de competitividad.
• La reciprocidad: esta propiedad explica que las relaciones complementarias
ria
benefician con equidad recíproca a los centros enunciados por Rostworowski (2005)
desde las primeras ocupaciones en la zona norte del país.
ito
Mientras más presentes estén dichas propiedades en una red, mayor fuerza tendrá
el estado reticular de la misma y su eficiencia. Esta realidad constituye en sí un
sistema, e intrínsecamente, una red11.
Estas propiedades esenciales de la red —complementariedad, reciprocidad y
o
teamientos son relevantes dado que nos sirven para coproducir con la población
involucrada una imagen de las propuestas espaciales.
El desarrollo territorial de las ciudades intermedias está sujeto a la consolidación y
Fo
a la eficiencia de una red espacial que permita un desarrollo armónico con su entorno,
estableciendo sinergias en la relación urbano-rural y valle-desierto, mejorando la rela-
ción dentro de la cuenca entre la ciudad formal e informal y estableciéndose la red
espacial como alternativa entre la centralidad y la dispersión.
11
Desde una perspectiva topológica, una red posee tres tipos fundamentales de componentes: centros,
vínculos y superficies, los que desarrollan propiedades de tendencia sinérgica.
154
Marta Vilela y Zaniel Novoa. Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque
P
El origen de cada ciudad le asigna un carácter que desarrolla y que mantiene en su
historia. San Pedro de Lloc fue «ciudad de españoles» y logró consolidarse en la época
C
de la Independencia con una población de criollos, muchos de ellos combatientes
de la guerra de Independencia. Es así que desde su origen mantiene el carácter de
U
ciudad administrativa; en la actualidad es sede de la capital provincial y concentra la
infraestructura de la administración educativa, de salud, entre otros.
lP
Pacasmayo es una ciudad localizada en el litoral; fue desde su origen una caleta
de pescadores y luego puerto. El tren local del valle la consolidó en la actividad del
intercambio: el puerto la relacionaba directamente con Europa, Norteamérica y otras
ria
ciudades importantes. La vía Panamericana desde 1940 ha desplazado al tren y al
puerto, pero la ciudad sigue siendo hasta hoy un centro dinámico de comercio y de
servicios especializados, como el educativo, siempre vinculada al litoral, que hoy es
ito
más bien un recurso turístico, debido a las playas, la actividad de deportes marinos
como la tabla, y de pesca artesanal. Cabe resaltar la localización en su periferia de la
Compañía de Cementos Pacasmayo, empresa de gran envergadura que moviliza gran
Ed
155
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Dentro de cada ciudad, la zona urbana más antigua es la plaza de armas, donde
se localizan la iglesia y la municipalidad distrital, los servicios educativos, financieros
—como los bancos— y el comercio local, así como farmacias, restaurantes, librerías,
entre otros. Otra zona urbana con centralidad en cada ciudad es el mercado, y otra lo
constituye el paradero. Dentro de la ciudad tiene especial importancia la ubicación
del paradero que es el elemento articulador entre la dinámica urbana propia y la rela-
ción con las otras ciudades: es la puerta de ingreso a la ciudad.
P
El mercado de la ciudad enfatiza su dinámica urbana, especialmente cuando coin-
C
cide con el comercio del mercadillo12, que es el mercado itinerante y semanal en el
valle, que atrae a la población de las aglomeraciones menores de su entorno. Por
U
ejemplo, Guadalupe atrae población de Ciudad de Dios y Pakatnamú, así como
Pueblo Nuevo y Santa Rosa.
lP
El paradero de las ciudades principales está en la vía Panamericana, que es alta-
mente dinámica para la ciudad: concentra un volumen importante de población en
las horas punta, los mejores restaurantes buscan localizarse en su proximidad, al igual
que el comercio ambulatorio. La Panamericana es actualmente una vía de circunva-
ria
lación que ya ha sido rebasada por el crecimiento urbano.
Los servicios educativos y de salud son elementos de fuerte atracción urbana. La
población estudiantil de las aglomeraciones menores del entorno viaja diariamente
ito
Luego está la relación con otros equipamientos importantes, como son los colegios
y el hospital. Este prácticamente constituye un modelo de relación urbana que se
encuentra en las diferentes ciudades del valle.
Es de importancia aproximarse a estas relaciones urbanas de la ciudad, dado que
o
a generar una relación en red en diferentes escalas, urbanas y territoriales, las que
actualmente no resultan del todo articuladas.
La gestión así como la planificación se centran muchas veces en un solo nivel de
Fo
estudio o trabajo. Por ejemplo, el nivel urbano se articula difícilmente con niveles
de diseño urbano y arquitectónico, y menos aún con niveles territoriales mayores.
12
El mercadillo es un mercado itinerante que rota por diferentes ciudades dentro del valle y una vez
por semana se instala en cada ciudad de importancia. Los domingos se localiza en Chepén, los lunes
en Pacasmayo (total de puestos: 369; encuesta realizada en agosto de 2007), los martes en San Pedro
de Lloc (total de puestos: 256), los miércoles en Chilete (total de puestos s/d), los jueves en Guadalupe
(total de puestos: 244), los viernes en Pacanga (total de puestos: 94), y los sábados en Limoncarro (total
de puestos: 101). El mercadillo tiene su propia organización y relación con los diferentes municipios,
así como sus espacios establecidos en la ciudad.
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Marta Vilela y Zaniel Novoa. Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque
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locales provinciales y distritales, y en particular con la Comunidad Campesina de San
Pedro de Lloc, tienen siempre el enfoque territorial, que no solo nos remite a articular
C
las diferentes escalas de gobierno, sea este local, municipal, provincial y del territorio
del valle, sino también a observar las dinámicas de manera integrada y en su proceso.
U
Dentro de esta dinámica de talleres se trata primero de conocer cómo se da el
proceso urbano en relación con el territorio, y es ahí que se manifiestan algunas inquie-
lP
tudes y preocupaciones. Quedó en evidencia por ejemplo el desconocimiento de los
planes que existen de las diferentes escalas territoriales. Además los municipios no
cuentan con un plan de desarrollo urbano, lo que denota la poca o nula importancia
ria
que tiene este aspecto para la población en el desarrollo de sus ciudades. Entonces
¿cómo se priorizan las inversiones y cómo la ciudad ve el territorio? Es decir, ¿cómo se
plantea la articulación de diferentes escalas regionales con otros nodos urbanos, con
ito
otros componentes de los sectores medio y alto de la cuenca para una mejor gestión
territorial que no solo involucre los recursos naturales sino su propia gobernabilidad.
Para el cumplimiento de la normativa que exige elaborar planes de acondiciona-
miento territorial, planes de ordenamiento territorial y planes de desarrollo urbano,
o
estos no se proyectan dentro del marco de la unidad del espacio que permite integrar
a las dos provincias que conforman el territorio del valle, como propone el Plan de
nd
Ordenamiento Territorial del valle del Jequetepeque. Una visión unitaria nos llevaría
a desarrollar la integración de la ciudad y del campo, involucrar al valle con la franja
marino-costera muchas veces olvidada, y las relaciones con la cuenca.
Fo
13
El equipo de trabajo «Ciudad y territorio» está realizando un programa de talleres urbanos, que se
inició en el año 2009. El primer taller fue «Convocatoria y antecedentes», el segundo fue «Redes de ciu-
dades y planes existentes»; el tercer taller fue «Diagnóstico urbano», y el cuarto taller, «Espacio urbano
prospectivo».
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Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
perspectiva del proceso urbano pero lamentablemente las Direcciones de Desarrollo
C
Urbano no lo conocen o no lo tienen en cuenta, y por lo tanto no lo utilizan.
Igualmente, las propuestas de «Ejes de Desarrollo» que involucran la cuenca
U
íntegra del Jequetepeque, y las de «Gestión Urbana Regional Integrada»: GURI
La Libertad, que el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, y el de Vivienda
lP
y Construcción realizaron plantean un manejo adecuado del territorio y proponen
incluso lineamientos para el ordenamiento territorial, no son conocidas y lamen-
tablemente estas dependencias municipales no las tienen consigo, por lo que no se
vinculan con estas.
ria
Desde la perspectiva del enfoque territorial se ha empezado a trabajar propuestas
de ordenamiento que involucran al litoral (Novoa, 2009), donde se identifican las
zonas marino-costeras por proteger, y se incorpora el espacio litoral como parte del
ito
territorio del valle, que es de vital importancia como un espacio económico, geográ-
fico y sociocultural.
Los alcaldes, los directores urbanos y la propia sociedad civil son conscientes
Ed
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Marta Vilela y Zaniel Novoa. Redes de ciudades en el valle bajo del Jequetepeque
Entender que el territorio es una construcción nos permite tener una aproxi-
mación integral y de continuidad de las redes y de las tendencias espaciales. Tanto
la observación espacial como la coproducción de los planes (tema por desarrollar)
permiten asegurar la calidad del proceso de la planificación.
La ocupación en red es una alternativa para el desarrollo en un contexto muy
centralizado como el nuestro, siempre y cuando se tengan en cuenta la inclusión
social y el desarrollo sostenible, lo que es pertinente en un medio de gran diversidad
P
pero también frágil por razones de dispersión, y donde la finalidad es la del desarrollo
C
humano en su espacio territorial.
U
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Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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C
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U
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lP
ria
ito
Ed
o
nd
Fo
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Desarrollo urbano en Cajamarca: entre dinámicas
territoriales y globales
P
Pablo Vega Centeno1 y Jorge Andrés Solano S.2
C
U
1. Las encrucijadas del desarrollo urbano en el Perú de hoy
lP
El Perú viene experimentando más de una década de crecimiento sostenido según
muestran los indicadores macroeconómicos, lo que permite que su manejo de la
ria
política económica se convierta, para organismos internacionales como el Banco
Mundial, en uno de los modelos por imitar por otros países en vías de desarrollo.
Este crecimiento, que por una parte puede ser explicado por una política económica
ito
adecuada y estable, se fundamenta en buena parte en los altos precios que alcanzaron
minerales como la plata, el oro, el zinc o el cobre en el mercado internacional, así
como en el reciente aprovechamiento del gas natural —que fuera descubierto en
Ed
1
Profesor principal del Departamento de Arquitectura de la PUCP / pvega@pucp.edu.pe
2
Profesor del Departamento de Arquitectura de la PUCP / jasolano@pucp.edu.pe
El presente artículo forma parte de los resultados de la investigación «Desafíos para el desarrollo
urbano sostenible de ciudades intermedias: el caso de Cajamarca», que se llevó a cabo en el CIAC
con el apoyo de la Dirección Académica de Investigación de la Pontificia Universidad Católica del
Perú (hoy DGI-PUCP). El equipo de investigadores estuvo conformado por Pablo Vega Centeno,
Juan Carlos Dextre, Adriana Scaletti y Jorge Andrés Solano.
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
aglomeraciones urbanas que en él se insertan, lo que para autores como Magnaghi
C
(2003) pone en riesgo la sustentabilidad del territorio así como de las identidades
locales que sobre él forjaron los grupos humanos. Surge entonces un escenario de
U
conflicto entre lo local y lo global, donde el primero representa las formas territo-
riales de organización de la cotidianeidad, mientras que el segundo estructura los
lP
flujos que ligan los nodos estratégicos de la producción y gestión a escala mundial
(Borja & Castells, 2000). Existe pues una relación compleja y no necesariamente
fácil entre las actuales dinámicas económicas dominantes y el manejo del territorio.
Los cambios ocurridos en la economía urbana son un excelente indicador de
ria
las tensiones que estos nuevos procesos vienen produciendo. Si nos remontamos al
estudio de la ciudad de Weber (1962), escrito a principios del siglo XX, encontramos
que él definía la ciudad como lugar de mercado y de gestión, donde el vínculo con
ito
efectos de un mal tratamiento de este tenían efectos directos tanto para el campo
como para la ciudad.
Este vínculo solo comenzó a resquebrajarse con el advenimiento de la sociedad
industrial, que dio paso a la movilidad como elemento estructurante de la ciudad
o
162
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
P
del siglo XX. En términos de infraestructura, se mejora el tendido de redes viales
C
en el país y la gran novedad supone la habilitación de los circuitos electrónicos que
permiten la difusión masiva del teléfono portátil y de internet.
U
Estas importantes innovaciones tecnológicas tendrán un efecto significativo en la
organización de la producción de bienes. Como bien señala Castells (1997) las tecno-
lP
logías de la información y la comunicación facilitaron el surgimiento de un nuevo
espacio industrial, donde las unidades de producción de las empresas no precisan
situarse en el mismo lugar que las unidades de decisión, innovación o de adaptación
del producto al cliente, si pueden estar virtualmente interconectadas en tiempo real.
ria
Inclusive muchas grandes empresas eligen «desintegrarse» en términos jurídicos, y
reducen su masa laboral para luego incrementar su red de empresas proveedoras
de bienes y servicios3. Esta nueva configuración independiza a las empresas de la
ito
3
Un caso sugerente para observar es el de la empresa Centromín Perú en La Oroya, que luego pasó a
propiedad de Doe Run. El personal se redujo a menos de la mitad, pero muchos de los empleados pasaron
a formar parte de empresas proveedoras, como por ejemplo la flota de transporte (Vega Centeno, 2007).
163
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
(Sassen, 1998; Borja & Castells, 1999), que toman acción directa en el curso de las
C
decisiones empresariales, en la definición de mercados, así como en la innovación
tecnológica. Por ello, Ascher (2004) afirma que las actividades económicas domi-
U
nantes en la escena contemporánea son las actividades cognitivas.
Esta concentración de recursos humanos es a su vez posible por el conjunto de
lP
estímulos que un centro urbano puede ofrecer. En primer lugar, abre la posibilidad
de generar sinergias para el propio oficio a través de encuentros estimulantes con
pares, con quienes se puede intercambiar información y orientar decisiones. En
ria
segundo lugar, permite vivir cotidianamente en un espacio que concentra lugares
atrayentes para su vida social y cultural, así como para la de su familia, lo que se
traduce en espacios de diversión, actividades culturales o servicios educativos de
ito
primer nivel en un espacio urbano que los integre o articule para este segmento
de la población.
A su vez, la organización de estos espacios urbanos estimula determinados patrones
Ed
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Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
P
personas era relativamente conocido.
La fragilidad en los lazos sociales también se expresa en la relación del citadino
C
con su hábitat, pues para esta vida cotidiana la ciudad se convierte en un conjunto
de nodos o destinos abstraídos del territorio en el que puedan insertarse, los que
U
son alcanzados mediante una red vial, por lo que la percepción del espacio se vuelve
difusa o vacua.
lP
Se construye entonces una forma de entender el desarrollo urbano que las
empresas inmobiliarias han sabido recoger y estimular idealizando este nuevo modelo
de vida urbana. Las transformaciones urbanas se traducen en importantes inversiones
ria
en edificios residenciales y de oficinas, condominios, centros educativos exclusivos,
grandes centros comerciales o malls, que se convierten en los nuevos indicadores del
grado de modernidad que alcanza una ciudad.
ito
parte de una mejora en la calidad de vida de los habitantes? ¿El desarrollo supone
inevitablemente la subordinación de lógicas territoriales a las redes nodales del nuevo
espacio urbano?
Estas interrogantes plantean las tensiones y conflictos entre territorio y globa-
o
lización como formas de construcción social del espacio. El territorio supone una
relación estrecha entre las características del espacio y los comportamientos humanos
nd
165
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
Durante las últimas dos décadas ha experimentado la presencia de la inversión
C
privada que ha tenido efectos importantes en la estructura urbana. Por ello, el
análisis propuesto buscará observar las transformaciones de la forma urbana así como
U
las percepciones de la población sobre los cambios que vienen ocurriendo5. Esta
aproximación busca poner en debate, por una parte, el rol de la actividad minera, y
lP
por otro lado, si el tipo de crecimiento urbano que viene ocurriendo es inevitable, o
si en su defecto, existen alternativas de desarrollo urbano viables.
ria
2. La ciudad y su territorio: la actividad agropecuaria como lazo
tradicional
Cajamarca se sitúa aproximadamente a los 7° de latitud sur, en los Andes del norte
ito
del territorio peruano a una altitud aproximada de 2720 msnm, emplazada en uno
de los valles norandinos más importantes del país; es atravesada por los ríos San
Ed
que la temperatura mínima llega a promediar los 5°C. Las lluvias, si bien son esta-
nd
cionales, configuran uno de los registros de precipitación pluvial más altos entre las
regiones andinas del Perú. Aún así, entre mayo y octubre pueden producirse situa-
ciones de escasez de agua para las zonas de secano.
Fo
Por otra parte, la topografía del valle presenta suaves pendientes hasta el inicio
de los contrafuertes andinos que lo circundan. La ciudad ocupa el fondo del valle, y
limita por el oeste con los contrafuertes andinos y hacia el este y sur con la campiña
del valle, como se observa en el gráfico 1.
4
Ocupa el puesto 20 de 24 departamentos de acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano del año 2007.
5
La investigación llevada a cabo consideró también la observación de los efectos de estas transforma-
ciones en el patrimonio arquitectónico y en la movilidad, que por problemas de extensión no han sido
considerados en el presente artículo.
166
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
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lP
ria
ito
Ed
urbanizado (gráfico 2). Los potenciales agropecuarios de este territorio son pues inne-
gables, y contribuye con otros valles de la región a que el departamento de Cajamarca
goce de prestigio a escala nacional, tanto en la crianza de ganado vacuno, como en la
Fo
6
El departamento de Cajamarca cuenta con la segunda ganadería más importante del Perú y produce
el 16% de la leche del país, insumo básico para la elaboración de quesos y mantequillas artesanales,
industria tradicional de la región de acuerdo con el estudio de Zegarra y Calvelo (2006, p. 20).
167
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ocupado a través del sistema de encomiendas, que más adelante pasó a constituirse
en el régimen de haciendas, que existió hasta 1969. Los encomenderos, y luego los
hacendados, se convirtieron en los personajes notables de una ciudad que marchaba
a sus ritmos. Por otra parte, la importancia demográfica de la población indígena del
valle atrajo a varias órdenes religiosas, que habilitaron sus templos y conventos en
la naciente ciudad. Además, dentro de sus proyectos evangelizadores, estimularon
el surgimiento de obrajes para la producción de textiles, convirtiéndose esta en la
primera actividad urbana productiva de la ciudad.
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Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
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Foto 1. Feria pecuaria de Cajamarca
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Fuente: Archivos CIAC, 2007.
lP
Este problema se remonta a la época colonial, cuando Cajamarca formaba parte
del circuito de intercambio mercantil con la costa de Lambayeque y Trujillo desde
mediados del siglo XVIII, pese a que las condiciones para el transporte de mercancías
ria
eran difíciles, pues la ciudad se encontraba a cinco días en viaje a lomo de mula desde
Trujillo7. A fines de la década de 1920, mediante la ley de conscripción vial, el gobierno
de Leguía habilitó la primera carretera que unía a Cajamarca con Chilete, pero su
ito
utilidad fue escasa debido a que se trataba de una vía angosta y los vehículos eran
frágiles. De esta manera, como señala Zorrilla (2005), las exportaciones de Cajamarca
hacia la costa siguieron dependiendo del transporte a lomo de mula o arrieraje hasta
Ed
1945, cuando finalmente se inauguró una carretera que podía ser transitable todo el año.
En 1940 la población de la ciudad ascendía a 14 290 habitantes, y la habilitación
de mejores vías de comunicación con la costa permitió un florecimiento de la gana-
dería y la industria lechera. En 1947 la empresa transnacional Perulac, orientada a
o
7
Esta distancia se redujo en dos días desde principios del siglo XX, cuando se completó la vía férrea
que unía Pacasmayo con Chilete.
170
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
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laborales en la ciudad más importante de la región. Sin embargo, tampoco se puede
C
omitir que el país estaba viviendo, desde mediados del siglo XX, un crecimiento
demográfico explosivo como consecuencia de una notable reducción de la tasa de
U
mortalidad a escala nacional, mientras la tasa de natalidad se mantuvo relativamente
estable. Por otro lado, un factor de atracción que no debe soslayarse es la expansión
lP
del aparato estatal a partir de la década de 1960, cuya masa de empleos a su vez enca-
denó la multiplicación de pequeños comercios y servicios.
En la actualidad, la red carretera todavía es insuficiente. Solo el 35% de la red vial
nacional del departamento está asfaltada, mientras que ninguna de las vías departa-
ria
mentales tiene esta condición (Guerra García, Minaya & Mosqueira, 2006). Los ejes
carreteros mejor acondicionados son los que comunican la ciudad de Cajamarca con
las ciudades situadas en la costa, mientras que en la red vial al interior de la región
ito
Ciudades en la costa
Pacasmayo 190 km 5 horas
Chiclayo 265 km 8 horas
Trujillo 300 km 9 horas
o
171
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
creció de manera espectacular.
C
Si observamos la evolución del PBI del departamento en el gráfico 3, podremos
apreciar que entre 1970 y 1990 la actividad agropecuaria representaba el 30%,
U
siendo el principal sector económico de la región. Es a partir de 1994 que la impor-
tancia del sector agropecuario se reduce en términos del valor total del PBI, mientras
lP
que, tanto la minería como el sector comercio y servicios aumentaron significativa-
mente su importancia. Desde 1998 la minería se convierte en el principal sector de
la economía cajamarquina, pero no es el único sector que va a crecer. El sector de
comercio y servicios, que representaba el 7,8% del PBI en 1998, diez años más tarde
ria
aumentó al 12,5%; mientras que el sector construcción, que era el 4,8% del PBI en
1998, subió a 7,6% en 2008, por lo que podemos relacionar el florecimiento de estas
actividades con el auge de la minería. Por su parte, el sector agropecuario se redujo a
ito
un 20% del PBI en 2008, pese a que, paradójicamente, nos encontramos en uno de
los departamentos más rurales del país.
Ed
100%
o
80%
nd
60%
40%
Fo
20%
0
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
Agropecuario Pesca
Minería Comercio y restaurantes y hoteles
Manufactura Servicios gubernamentales
Construcción Otros servicios
Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos del INEI en soles de 1994.
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Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
P
3. La minería y la economía urbana de Cajamarca
C
La referencia a la actividad minera en Cajamarca en la actualidad pasa sin duda por
el impacto que han tenido las operaciones de Minera Yanacocha S.R.L. Sin embargo,
U
no se trata de la primera oportunidad en que la minería tiene incidencia sobre la
economía urbana de Cajamarca. Si nos remontamos hacia fines del siglo XVIII,
lP
encontramos que la ciudad se vio beneficiada por el auge de la explotación minera de
Hualgayoc, mina de plata que se encontraba a dos o tres días de camino de la ciudad8.
El yacimiento no estaba dentro del valle de Cajamarca, pero ello no fue obstá-
culo para que la ciudad se vea beneficiada, pues era la aglomeración urbana más
ria
importante próxima al lugar. Así, si bien los mineros que se aventuraron a explotar el
yacimiento provinieron de diversas partes del país o del exterior, quienes más se enri-
quecieron con la actividad minera fueron los proveedores, tanto de materiales para
ito
la explotación del mineral, como de alimento, enseres y vestido para la población del
lugar, dada la pobreza de recursos del entorno inmediato de la mina de Hualgayoc.
Además, hacendados importantes de Cajamarca fungieron de socios habilitadores de
Ed
dinero para los mineros, varios de los cuales terminaron perdiendo su propiedad por
deudas (Contreras, 1995). El auge de esta actividad minera ocurrió principalmente
entre 1776 y 1824, donde fueron sobre todo los hacendados cajamarquinos, gracias
a la provisión de insumos, bienes y dinero, quienes alcanzaron gran prosperidad9.
o
8
Hualgayoc se encuentra camino a Bambamarca y Chota, a una distancia aproximada de 70 km de
Cajamarca.
9
Uno de los habilitadores más emblemáticos fue don Miguel Espinach, quien fue también minero y
era dueño de siete minas a fines del siglo XVIII. Espinach fue alcalde de Cajamarca (Contreras, 1995).
10
Es curioso observar las semejanzas, salvando la diferencia de escala, con lo que ocurre con los impactos
mineros de la actualidad. En el siglo XVIII Cajamarca fue la beneficiaria antes que Hualgayoc. En el
siglo XXI los beneficios de Cajamarca son mucho menores a los que recibe Lima.
173
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Como en toda sociedad de tipo estamental, el excedente obtenido por los hacen-
dados se dirigió a gastos de consumo en lugar de ser orientados a un proceso de
acumulación de capital. Las familias que se enriquecieron con la actividad minera desti-
naron sus riquezas a la edificación de grandes mansiones en la ciudad de Cajamarca,
entre otros aspectos que garantizaran su estilo de vida y afirmaran su posición social.
La mayor parte de las grandes casonas del centro histórico de la ciudad tiene su origen
en este periodo, donde una particularidad importante está dada por las fachadas de
P
piedra, labradas con mayor o menor cuidado y que señalaban la relativa importancia
C
del inmueble residencial. Pese a que varias de estas casonas han sido demolidas, aún
existe un importante patrimonio de arquitectura civil que constituye uno de los más
U
importantes del país (Scaletti, 2012).
lP
Foto 3. Fachada de piedra de casona colonial
ria
ito
Ed
o
nd
Fo
174
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
La riqueza obtenida por la ciudad fue fugaz y no tuvo mayor impacto en la mejora
de la calidad de vida del conjunto de sus habitantes ni de los campesinos del valle de
Cajamarca, porque las estrategias de la élite social, de corte estamental, privilegiaron
la afirmación de su estatus social a través de signos exteriores de riqueza, entre los
que estaban sus mansiones. Paradójicamente, este gasto suntuario del siglo XVIII
ofrece para el siglo XXI una fuente diferente de oportunidades, fundadas esta vez en
el atractivo mundial que posee la arquitectura patrimonial, por los pocos cambios
P
morfológicos y arquitecturales que la ciudad ha experimentado en dos siglos.
C
La ciudad mantuvo su configuración y características generales hasta épocas muy
recientes, en el marco de una situación económica de estancamiento y de depen-
U
dencia con las ciudades de la costa norte. Es en este contexto que a inicios de la
última década del siglo XX ocurrirá una segunda experiencia minera, esta vez a
lP
40 km, que tendrá un papel explicativo importante en las grandes transformaciones,
tanto sociales, económicas, como urbanísticas que vienen ocurriendo en Cajamarca
en las últimas dos décadas.
En 1993 la Minera Yanacocha inició operaciones mineras prospectivas en la
ria
provincia de Cajamarca, que le permiten descubrir reservas de oro importantes en
las montañas que forman las nacientes de las cuencas de ríos en los distritos de Caja-
marca, Baños del Inca y Encañada. En este caso, a diferencia de la extracción de vetas
ito
el año de inicio de sus operaciones, pasó a 2 058 000 onzas en 2009, teniendo
picos como el establecido en 2005, en que se superaron los tres millones onzas de
oro (ver gráfico 4). Por otra parte, las concesiones territoriales para la exploración
Fo
11
En el caso de Yanacocha, la Newmont Mining Corporation tiene 51,35% de la participación en las
acciones de la empresa, mientras que el grupo Buenaventura tiene el 43,65% (opera en las bolsas de
Nueva York y Lima) y la corporación financiera internacional el 5% restante.
12
De Echave, citado por Aliaga (2006, p. 70).
175
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
3500
3000
2500
P
2000
C
1500
U
1000
lP
500
0
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009
ria
Fuente: Minera Yanacocha (2009). Elaboración propia.
La magnitud del yacimiento es pues de gran escala, por lo que es lógico que las
ito
las adquisiciones que se hacen en otras partes del país que provee el 82,5% de las
compras de la empresa, la mayor parte concentrada en la capital, donde opera la sede
central de Minera Yanacocha.
La cercanía física de Cajamarca con Yanacocha no es necesariamente una gran
o
ventaja estratégica, pues centros urbanos dinámicos como Lima resultan mucho
más atractivos como proveedores de insumos y de mano de obra calificada. Esto
nd
se explica dentro de lógicas económicas propias de una economía global, que apro-
vecha el espacio de los flujos para constituir las redes económicas que le resultan más
competitivas y eficientes. Las grandes empresas como Minera Yanacocha aprovechan
Fo
la libertad de elección que permiten las conexiones viales de alta velocidad al igual
que vías aéreas y los sistemas virtuales de comunicación en tiempo real.
De todas formas, existen beneficios directos que brinda la minería a la región,
siendo el principal el canon minero, que reciben directamente los gobiernos regio-
nales, provinciales y distritales desde 199413. Como se observa en el gráfico 5, el canon
13
La ley de canon minero señala que el 50% del impuesto a la renta por tercera categoría pagado por
la empresas mineras se debe redistribuir sobre la base de criterios poblacionales y necesidades básicas
176
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
minero comienza a crecer de manera muy significativa a partir del año 2003, en que
supera los setenta millones de dólares anuales. Gracias a ello, los gobiernos munici-
pales de las jurisdicciones donde opera Yanacocha comenzaron a recibir montos muy
superiores a los presupuestos que estaban acostumbrados a ejecutar.
P
180 000
C
160 000
U
140 000
120 000
lP
100 000
80 000
60 000
ria
40 000
20 000
ito
0
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009
año 200414. Una vez instalado el SNIP, se han iniciado obras de mejoramiento de la
nd
insatisfechas de la siguiente manera: 10% para los gobiernos locales, 25% para los gobiernos distritales y
provinciales, 40% para los gobiernos locales de la región y 25% para los gobiernos regionales de la zona
donde se explota el recurso.
14
El ejemplo más patético fue del distrito de La Encañada, donde se construyó un estadio de fútbol,
un coliseo cerrado y una plaza de toros pese a que el mayor centro poblado de la localidad tiene menos
de dos mil personas. En la actualidad el Sistema Nacional de Inversión Pública actúa como barrera para
evitar el mal uso de este dinero.
177
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
que se inserta, sí resulta fundamental que se preocupe por qué tipo de planes y
proyectos de desarrollo, tanto urbano como territorial, se vienen elaborando para
C
la región.
Los vínculos que esta empresa global estableció con el territorio y su población
U
fueron frágiles y solo recientemente se ha preocupado por desarrollar una política
de «buen vecino»15. Uno de los grandes problemas que no atendió fue el comporta-
lP
miento de sus diferentes jerarquías de empleados, que por su manejo prepotente de
demandas cotidianas cosecharon enormes antipatías entre los habitantes de la ciudad
(Arca, 2010), las que hicieron eclosión al darse a conocer problemas de contamina-
ria
ción de responsabilidad de la empresa16.
Si bien Lima constituye el centro urbano nacional más atractivo, y probable-
mente otras ciudades de la costa también formen parte de estas redes, la ciudad de
ito
El área ocupada o huella urbana de Cajamarca se localiza en la margen oeste del valle.
nd
Se extiende y expande desde la ladera hacia el valle de oeste a este, y desde el norte,
hacia Mollepampa al sur.
Fo
15
Ello se observa a partir del Reporte de Sostenibilidad 2008 de Minera Yanacocha (2009).
16
El accidente de mayor envergadura ocurrió en junio de 2000 en Choropampa, donde un derrame de
mercurio de una de sus unidades intoxicó a más de un millar de personas. El año 2004 se desencadenó
una cerrada oposición a las exploraciones previstas por Yanacocha en el cerro Quilish por el temor a que
afecte el acuífero, y las principales jornadas de protesta ocurrieron en la ciudad de Cajamarca.
178
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
P
C
U
lP
Fuente: Google Earth. Elaboración propia.
ria
Si bien la ciudad ha continuado creciendo demográficamente, llama la atención
la gran expansión del continuo urbano que se ha venido produciendo. Si en 1999 la
ito
ciudad ocupaba 723,6 ha, un año después la superficie ya era de 1167,2 ha y para el
año 2005 se calculaba en 1572,18 ha. Es decir, en tan solo seis años el área urbana
se duplicó.
Ed
Fuente: Fotos Aéreas Instituto Geográfico Nacional, Google Earth. Elaboración propia.
179
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
Los propietarios inmobiliarios configuran a su vez un espectro amplio de actores.
C
Cabe resaltar que al ser un valle rico para la actividad agropecuaria, la totalidad del
entorno urbano es de propiedad privada. No se debe olvidar que el territorio estaba
U
conformado por grandes haciendas, que luego de la Reforma Agraria fueron fraccio-
nadas. Esto derivó en una multiplicidad de pequeños propietarios, muchos de los
lP
cuales están siendo presionados por los promotores inmobiliarios, que ven cómo un
terreno sin servicios en la campiña cajamarquina con potencial urbanizable puede
incrementar su valor en más de diez veces. ¿A qué se debe este cambio en el valor del
terreno? Es aquí donde hay que relacionar la presencia indirecta de los efectos de la
ria
gran minería. Minera Yanacocha precisa que parte de su personal calificado supervise
los trabajos en el yacimiento, por lo que buscarán un lugar para vivir en la aglome-
ración urbana más próxima al sitio. Del mismo modo, varias empresas que ofertan
ito
marca y que busca satisfacer en ella sus expectativas de vida urbana. Esto forma
nd
180
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
P
C
U
lP
ria
ito
Ed
significativas. Por ello, el papel que adquieren sus planes de desarrollo como instru-
nd
intangible a través de un cinturón verde (green belt) que lo delimite y que prohíba su
utilización para fines urbanos. Este anillo fue definido por la vía de evitamiento, una
gran avenida que trasladaba el transporte de carga ancha desde la costa a la mina fuera
de la ciudad, suponiéndose que se comportaría como borde o límite de la ciudad. Sin
embargo, lo que ocurrió fue que al habilitarse esta importante avenida se incentivó la
expansión de la ciudad hacia el valle. Esto hizo que las posibilidades de consolidar una
urbanización radial se incrementen y se favorezca la especulación inmobiliaria en los
límites de la ciudad con el valle. El valor de los terrenos se incrementó notablemente,
181
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
lo que estimuló la venta de los fundos. Por ejemplo, hacia 1996 el valor de un lote
frente al centro comercial El Quinde era de USD 20 por metro cuadrado, y ahora
bordea los USD 500. Si bien hay muchos fundos que fueron lotizados con aproba-
ción municipal, lo cierto es que la construcción de la vía de evitamiento en forma
de cinturón verde (prohibiendo construcciones en el valle) difundió la urbanización
clandestina como norma para el crecimiento del continuo urbano17.
P
Gráfico 8. El cinturón verde, la vía de evitamiento y los dos planes urbanos
C
U
lP
ria
ito
Ed
para la expansión de la ciudad. Uno de los casos más notables es el de la avenida que
une el borde este de la ciudad con el distrito de Baños del Inca. Esta vía ha permitido
nd
17
De acuerdo con lo recogido en diferentes entrevistas por Manuel Etesse (2007) la modalidad es la
siguiente: se compran terrenos agrícolas a campesinos a precios muy bajos y posteriormente se los vende
como suelo urbano a un precio mucho mayor. La gran mayoría de estas transacciones son legalizadas y
certificadas por notarios, quienes avalan la compra de tierras ilegalmente vendidas para uso urbano sin
realizar ninguna coordinación con la Oficina de Catastro de la Municipalidad. Una vez que los trafican-
tes de terrenos cuentan con los documentos notariales es muy difícil que las autoridades ediles impidan
la habilitación de viviendas.
182
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
P
creado por la demanda del personal calificado de Yanacocha, adonde los niños
C
acuden solamente a través de vehículos particulares. Asimismo, cerca de esta avenida
se ubica el centro comercial El Quinde, que alquila el terreno que ocupa al orfanato
U
de la ciudad, y que se constituye hoy día en el principal centro de abastecimiento
que sigue las pautas de los modelos globales de los mall, donde además de diferentes
lP
tiendas internacionales y nacionales se encuentra, en formato multicine, el único
cinematógrafo de la ciudad.
Otro tipo de inversiones que sí tiene un encadenamiento más directo con las
dinámicas laborales de Minera Yanacocha es el que ocurre por efecto de la localiza-
ria
ción del gigantesco paradero de ómnibus en la vía de evitamiento, que permite a la
empresa recoger y luego devolver a sus numerosos trabajadores. Además de ser un
nodo laboral de la empresa, en este caso sí ocurren efectos directos sobre el territorio
ito
La ocupación ilegal para fines residenciales de los sectores sociales de menores ingresos
nd
suele concentrarse en los bordes urbanos de los contrafuertes andinos. En estos casos,
la dificultad del terreno los vuelve poco atractivos para las especulaciones inmobiliarias.
Es más costoso construir en la ladera y, aún si se quisiera, el Reglamento Nacional de
Fo
183
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Otros lugares que son ocupados por habitantes de menores recursos son los que
comprende el sitio arqueológico de Huacaloma, próximo a la zona de Mollepampa,
al sur de la ciudad. En este caso, es doloroso comprobar que la presión por contar
con una vivienda es capaz de deteriorar gravemente uno de los sitios prehispánicos de
mayor importancia de la región. Huacaloma, en términos patrimoniales, debe situarse
al mismo nivel que el centro histórico de la ciudad. No obstante, mientras la ciudad
ansía obtener el carácter de patrimonio histórico de la humanidad para el centro, las
P
autoridades públicas han tenido una actuación pasiva ante la ocupación ilegal del
C
sitio, y en la actualidad demuestra poco interés en recuperarlo, posiblemente por el
cálculo del costo social de tener que desalojar a cientos de familias que habitan ahí.
U
Foto 5. Expansión urbana hacia Mollepampa
lP
ria
ito
Ed
o
184
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
otra parte los familiares de muchos de los internos buscaron habilitar sus viviendas
en zonas próximas al establecimiento penitenciario. Asimismo, esta zona siempre ha
sido más árida en comparación con las partes más verdes del valle cercanas a los ríos
Mashcón y Chonta, y nunca ha habido casas-hacienda importantes. Esta zona, por lo
tanto, siempre fue una prolongación de casas de clase baja en la carretera hacia Jesús,
siendo el valle preferido por los sectores más pudientes.
Otro tipo de acción urbana que viene generando efectos en el crecimiento urbano
P
son los recientes proyectos urbanos de la municipalidad, siendo el más llamativo el
C
complejo Qhapac Ñan, inaugurado en octubre de 2010. Este proyecto parte de la
necesidad real de construir centralidades alternativas al centro histórico que permitan
U
descongestionar la actual sobreconcentración de funciones que aún recae en él. En
este lugar, sobre un área de 30 ha se ubican un centro artesanal, un anfiteatro, un
lP
parque polideportivo y un coliseo multiusos, y se espera en un futuro habilitar un
terrapuerto y un centro cívico. Sin embargo, llama la atención que el lugar elegido
para desarrollar este proyecto haya sido el borde este de la ciudad. Si se proyecta
una inversión pública de envergadura en dicha zona, ello potenciará aún más la
ria
especulación inmobiliaria de la campiña cajamarquina, con el peligro inminente de
que genere encadenamientos terciarios de difícil control para las autoridades ediles,
además de consolidar al distrito de Baños del Inca como alternativa residencial de los
ito
185
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
mucho cuidado por las características de sus emplazamientos. Por otra parte, los
sectores sociales con mayores recursos satisfacen su demanda residencial en un
mercado inmobiliario que ensalza las bondades de urbanizaciones de carácter exclu-
sivo o de edificios en condominio, que sostienen como ventaja positiva la negación
de formar parte del continuo urbano, o por lo menos, su independencia de la calle
como espacio de socialización. Este panorama de cambios en el crecimiento urbano
se mezcla a su vez con la permanencia de lógicas cotidianas que aún se sustentan en
P
el intercambio con la actividad rural, donde los campesinos buscan comerciar sus
C
productos en diferentes mercadillos o ferias de la ciudad.
Si las tendencias que actualmente se observan en las formas de expansión de la
U
ciudad se afianzan, es probable que la ciudad consiga un mejor acceso a las dinámicas
globales de la economía, pero a costa de una urbanización difusa o dispersa que, a
lP
largo plazo, no le permitirá constituirse en una aglomeración atractiva para vivir. En
efecto, los sectores altos presionan por la urbanización de la campiña, lo que conduce
inevitablemente a su desaparición a mediano plazo, con lo cual el propio paisaje
urbano se verá afectado, a más de las consecuencias medio ambientales que esto
ria
tendría. Es importante considerar que en casos como Cajamarca, el paisaje urbano es
tan significativo como el natural, siendo además muy dependientes el uno del otro.
De otro lado, los sectores populares producen una urbanización desordenada
ito
hacia Mollepampa por el sur, hacia los contrafuertes andinos por el norte y hacia
el noroeste por la carretera al aeropuerto, donde la fragmentación de sus unidades
se vuelve una característica común. Además, en varios casos se ocupan terrenos no
Ed
donde los espacios destinados a los transeúntes son aceras muy estrechas (menos de
nd
los mineros), que han deteriorado la función de movilidad del peatón. Las estrechas
calles del centro no están preparadas para vehículos de tal tamaño, lo que genera una
sensación de inseguridad aún mayor, así como estrés en los peatones. Por otro lado,
la multiplicación de edificios en condominio, que restringen el vínculo con la calle,
reduce aún más los espacios de integración o de convivencia del colectivo urbano.
La anulación o restricción de espacios públicos como tendencia urbana se legi-
tima al corto plazo con los discursos sobre la necesidad de seguridad para las familias,
pero terminan afectando la calidad del entorno y, por consecuencia, el atractivo
186
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
P
único gran espacio público sigue siendo la plaza de armas. Ante esta situación, han
C
aparecido múltiples centros campestres recreacionales privados en las afueras de la
ciudad, donde acuden muchas familias los fines de semana. Por todo esto, se hace
U
necesario entonces apostar por un mejor diálogo entre el territorio y la aglomeración
urbana, que resulte estimulante para la calidad de vida ofrecida.
lP
En este contexto, consideramos necesario que los planes de desarrollo de la
ciudad partan de una visión de ciudad que no solamente acoja la modernidad, sino
que explore las potencialidades de un proyecto de ciudad compacta atractiva para
la economía global. Las centralidades nodales son aún incipientes y se observan de
ria
forma más evidente en los condominios residenciales. Cajamarca debe explorar las
potencialidades de la integración social a través de la recuperación de los espacios
públicos, por ejemplo en su casco central; la afirmación de espacios de convivencia,
ito
proceso de expansión urbana que, por una parte, sigue la urbanización dispersa para
sectores pudientes, y por otra, permite o tolera la ocupación fragmentada de terrenos
menos atractivos para los sectores populares. En ambos casos ocurre una ocupación
temeraria del territorio, sin atender por un lado el daño irreparable al patrimonio y al
o
medio ambiente del valle, y por el otro, a los peligros que supone localizarse en zonas
nd
187
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
U
Fuente: Google Earth. Elaboración propia.
lP
ria
5. ¿Cómo perciben los cajamarquinos los cambios recientes?
ito
la que mediante su poder adquisitivo impone sus demandas urbanas, que en muchos
casos interpretan la exclusión social como un requisito altamente positivo de distin-
nd
tenemos por ejemplo la demanda por empresas proveedoras de bienes y servicios que
la producción requiere, lo que desemboca en que estas inviertan en la creación de
sucursales dentro de la ciudad de Cajamarca. Del mismo modo, podríamos vincular
las importantes inversiones inmobiliarias en nuevos conjuntos residenciales o en
edificios en condominio, al igual que el desarrollo de diversas universidades privadas,
18
Ver http://www.youtube.com/watch?v=WTfo2eZtQ9U
188
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
pues van dirigidos hacia un sector de la población con recursos suficientes que estaría
empleado, si no en Yanacocha, en alguna de sus numerosas empresas proveedoras.
En otras palabras, existe un movimiento económico creciente en la ciudad de
Cajamarca que tiene en su origen las inversiones de la gran minería, pero que se
expresa en nuevos actores urbanos, así como en la dotación de mayores recursos
para la gestión municipal, como vimos páginas atrás. La ciudad vive pues impor-
tantes transformaciones pero, ¿cómo son percibidas por la población cajamarquina?
P
Una aproximación al nivel perceptivo de los habitantes resulta sugerente, pues
C
permite analizar la carga valorativa con la cual la población viene experimentando
estos cambios. Este registro es de gran importancia para el desarrollo urbano, en
U
la medida en que van perfilando imaginarios urbanos específicos, que a su vez
son los que orientarán la acción de los habitantes. Para ello nos vamos a apoyar
lP
en algunos de los resultados de una encuesta de percepción que fuera aplicada en
octubre de 200919.
Si bien en diferentes entrevistas con autoridades y actores sociales se reconoce un
relativo acceso a equipamientos modernos en la ciudad, percepciones de los cajamar-
ria
quinos indican una tendencia a añorar situaciones anteriores. Dos grandes problemas
son los que suelen dominar en la percepción de los habitantes: la contaminación y la
seguridad, como puede observarse en el cuadro 2.
ito
Seguridad 57,7
Pobreza 40,1
Corrupción 34,0
o
19
Esta encuesta fue aplicada a una muestra representativa de habitantes de la ciudad de Cajamarca por
estudiantes del curso de Práctica de Campo de la Especialidad de Sociología de la PUCP y estudiantes
de Sociología de la Universidad Nacional de Cajamarca. El diseño y procesamiento del instrumento fue
preparado por Andrés Pérez Crespo; parte del trabajo fue financiado con el apoyo a esta investigación
recibido de la DAI (actual DGI) de la PUCP.
189
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
diata con la minería (gráfico 6).
C
Gráfico 10. Principal responsable de la contaminación en la ciudad
U
Los negocios Otros El Estado Las autoridades
4% locales
lP
1% 4%
Las empresas 12%
mineras
Los migrantes
46%
2%
ria
Los propios
cajamarquinos
ito
31%
las prácticas de los propios habitantes. Pese a ello, el 46% de los encuestados sindica
nd
190
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
P
ineficiencia de las fuerzas del orden. Como podemos apreciar, la importancia global
C
de la mina y sus efectos en la ciudad son vistos con temor en una ciudad que se
adaptó a ritmos y cadencias propias de un espacio local débilmente conectado con
U
las principales redes urbanas del país.
lP
Cuadro 3. Principal causa del aumento
de la delincuencia (en %)
extrañas a la ciudad. Afirmamos esto porque un supuesto generalizado entre los caja-
marquinos es que el penal es responsable de la venida de numerosos delincuentes a
la ciudad. No obstante la creencia popular, el 80% de los internos son de Cajamarca,
Fo
191
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Más edificios
Nada importante
para vivienda y
condominios Poco importante
P
Algo importante
Más centros
comerciales Muy importante
C
NS/NR
Más parques y
áreas verdes
U
0% 50% 100%
lP
Fuente: Encuesta PUCP, octubre 2009.
El actual proceso urbano, que cuenta a la actividad minera como uno de sus principales
motores, representa una particular forma con la que la ciudad accede a la modernidad,
Fo
192
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
P
Este conjunto de inversiones va surgiendo enlazado a su vez con diferentes
inversiones públicas, como la habilitación de diferentes avenidas o la edificación
C
del reciente complejo urbano de servicios y esparcimiento Qhapac Ñan, pero lo
hace siguiendo patrones de urbanización propios de lo que hemos aludido como
U
«urbanización difusa», esto es, sin vínculos con el territorio en donde se emplazan y
generadores de espacios excluyentes, por el gran temor o sentimiento de inseguridad
lP
que alimenta el encuentro con el desconocido.
Esta oferta inmobiliaria de desarrollo urbano satisface de manera eficiente las
demandas de estos nuevos actores que configuran una suerte de nueva élite urbana
ria
(Vega Centeno, 2009). Esta población cuenta con un nivel de ingresos elevado para
el medio local y aspira plasmar sus necesidades de consumo buscando replicar aque-
llos estilos de vida dominantes en grandes ciudades como Lima.
ito
En la medida que este modelo solo revitaliza algunos espacios de la ciudad a manera
de nodos e ignora el continuo urbano como territorio, el desarrollo fragmentado y
disperso de la ciudad se abre como amenaza para su futuro. Entre las zonas excluidas
Ed
de la ciudad tendremos, por una parte, los ritmos tradicionales de la ciudad peatonal,
donde se sigue observando la fuerte presencia campesina, y de otra parte, aquellas
zonas de menor valor inmobiliario, que se urbanizan de forma precaria e ilegal.
Cajamarca vive entonces varias encrucijadas. ¿Crece hacia Baños del Inca
o
actores y nuevas lógicas urbanas en la ciudad. La masa laboral con poder adquisi-
tivo que vive en Cajamarca gracias a los empleos directos o indirectos que produce
Minera Yanacocha no busca integrarse a los ritmos de la vieja ciudad, sino imponer
los suyos, que no son sino una suerte de imitación de lo que ocurre en Lima o en
otras ciudades de la costa peruana.
El problema reside entonces en el modelo de urbanización que actualmente
siguen las empresas privadas que participan del mercado inmobiliario en la ciudad, al
que perciben como el único rentable para sus intereses y que satisface las expectativas
193
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
una parte, si hay una masa de población que es excluida, ello se expresará en pobreza
C
urbana, que es a la vez caldo de cultivo de diferentes formas de violencia. De otro
lado, la poca atención que se otorga al territorio corre el riesgo de comprometer la
U
campiña, uno de los elementos físicos más atractivos para la vida urbana en esta aglo-
meración, tanto en términos paisajísticos como medioambientales. Lo mismo sucede
lP
con el poco cuidado que reciben algunas casonas que forman parte del patrimonio
arquitectónico de la ciudad (Scaletti, 2012).
Por ello, creemos que es fundamental que se abra en Cajamarca la discusión del
proyecto de ciudad al que sus habitantes aspiran. La ciudad se encuentra en la encru-
ria
cijada de cristalizar una modernidad sustentada en el modelo de urbanización difusa
o de producir un desarrollo urbano moderno sustentado en modelos que otorguen
otra importancia al territorio.
ito
El gran cambio, en este caso, se sustenta, entre otros aspectos, en el valor de los
espacios públicos compartidos como red que une el territorio urbano integrando
al conjunto de habitantes de la ciudad. Una apuesta por un rediseño de la ciudad,
centrada en los espacios públicos, permitiría pensar otro tratamiento de la densifica-
o
Para el caso de Cajamarca, la campiña del valle no solamente tiene un valor agrope-
cuario o el reciente valor inmobiliario para fines residenciales. Su importancia radica
en su condición de paisaje urbano, es decir, como bien público para la ciudad20.
Fo
Es importante entonces debatir de forma creativa las formas adecuadas para redis-
tribuir los ingresos públicos urbanos con la campiña, en la medida que, bajo estos
parámetros, sí forma parte del territorio urbano.
Creemos que construir un proyecto de ciudad compacta es viable para Caja-
marca. Ello supone, por una parte, replantear el rol del centro histórico, y, por otra,
20
Al respecto, Magnaghi propone vincular la agricultura al ecosistema territorial, experiencia que ya
ocurre en Alemania con numerosas asociaciones que protegen la agricultura en salvaguarda del paisaje
(2003, p. 88).
194
Pablo Vega Centeno y Jorge Andrés Solano. Desarrollo urbano en Cajamarca
P
de planificación urbana legítimos, que puedan afrontar exitosamente un desarrollo
urbano con calidad de vida para toda la población y como consecuencia de ello,
C
atractivo para estas nuevas élites urbanas.
Esta visión debería ser también recogida por la gran minería, pues empresas como
U
Minera Yanacocha son socialmente responsables de las conductas que sus trabaja-
dores tienen en la ciudad, pues les ha dotado de un poder adquisitivo que tiene
lP
enorme impacto sobre los ritmos cotidianos cajamarquinos.
La actual urbanización difusa que ocurre en Cajamarca no es entonces la única
vía posible de articulación con la economía global. Urge que autoridades políticas,
ria
sociedad civil y empresas socialmente responsables participen en el rediseño de una
ciudad que persiga una mejor calidad de vida para todos e integren el territorio en
donde se insertan. Es urgente que la gestión municipal no se limite a planificar la
ito
expansión urbana, sino que se comprometa a pensar y a diseñar la ciudad del futuro.
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ria
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Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
Bernard Decléve1
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C
U
1. La hiperciudad europea y el proceso de urbanización del mundo
lP
Luego de una treintena de años, existe en Europa un importante movimiento de inves-
tigación que busca comprender cómo se formó y en qué consiste esta entidad física y
mental que es el territorio. Muchos de estos trabajos se fundan sobre la tensión entre una
ria
evolución observable en la realidad, por una parte, la que va en el sentido de la extensión
de lo urbano al conjunto del territorio europeo, y, por otra parte, la necesidad de encontrar
un nuevo concepto territorial que permita pensar en este cambio. Para tratar de describir
y calificar la manera como las ciudades existentes se han expandido sobre el territorio
ito
1
Profesor principal de la Facultad de Arquitectura, Ingeniería Arquitectural y Urbanismo de la
Universidad Católica de Lovaina (UCL) / bernard.decleve@uclouvain.be
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
sentación. Al hacerlo, elimina también el antagonismo ciudad-campo que durante
mucho tiempo paralizó el territorio. No resuelve el antagonismo pero lo supera,
C
desplazando el enunciado del mismo: el espacio urbanizado de la hiperciudad es
menos aquel donde las construcciones se siguen en orden estrecho, que aquel donde
U
los habitantes han adquirido una mentalidad ciudadana. Eso implica pensar de otra
manera las relaciones entre las ciudades y los campos, sabiendo que la representa-
lP
ción del antagonismo secular es para Corboz «tan falsa como aquella que concebiría
una isla limitada por el agua y definida por ella: es un pensamiento terrestre que no
tiene sentido para los pescadores cuyo incesante ir y venir de la tierra al mar usa los
ria
umbrales entre los elementos para crear, a partir de dos dominios aparentemente
incompatibles, una unidad necesaria» (1997, p. 223).
Corboz recuerda sin embargo que, si la oposición de lo rural y de lo urbano ahora
ito
está en el proceso de superarse, es menos en razón del nuevo concepto territorial —la
hiperciudad— que solo interviene en segundo lugar, que en virtud de la extensión de
lo urbano en el conjunto del territorio.
Ed
200
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
constante entre estos dos modelos: el de la relajación del centro sobre sus periferias y
el de la dispersión de las densidades en toda la extensión. El primer modelo se refiere
a la topología de círculo, mientras que el segundo se refiere al de la red isótropa. Estas
dos figuras tienen una dimensión utópica en el doble sentido del término u-topía,
que significa a la vez «no lugar» y «buen lugar o lugar de la felicidad». La figura
cerrada del círculo se refiere a las ideas del lugar, de límites y de una colectividad
caracterizada por los rasgos de la comunidad más que aquellos de la sociedad. Está
P
íntimamente asociada a las funciones urbanas de residir y de habitar. Es la figura de la
C
ciudad como modelo cultural de vida en conjunto en un mismo lugar. En cambio, la
figura de la red se refiere a las configuraciones sociales y a los dispositivos técnicos que
U
permiten la apropiación del espacio infinitamente abierto. Está ligada a las exigencias
urbanas de conectividad, de movilidad y de dominio del tiempo. Es la figura de lo
lP
urbano como modelo cultural de estar en todas partes, de forma instantánea.
En realidad, las dos figuras se encabalgan siempre una sobre otra: tiene redes en
los círculos, y círculos en las configuraciones en entrelazamientos o en árbol que
caracterizan a las redes. Sin embargo, la finalidad política, la práctica, la cultura o
ria
simplemente la inercia de la historia empujan siempre a los operadores del territorio
a concebir la apertura de la ciudad ya sea dentro de una lógica de círculo, ya sea
dentro de una lógica de red.
ito
201
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
corolario una sobredeterminación del instrumento reticular: hay redes técnicas múlti-
ples, dotadas cada una de una métrica propia, que recortan físicamente el espacio,
C
engendrando formas inéditas de inclusión-exclusión en lugar de la idea de inclusión
integral que el modelo plantea. Está sometida al riesgo de la disolución del lugar en el
U
espacio infinito de la red. Para algunos, esta disolución es ineluctable: es el precio de la
modernidad y del progreso. Permite al individuo liberarse de la dominación de lo local
lP
que se considera alienante. Para otros, por el contrario, la alienación nace de la desin-
tegración de la vida social en el anonimato suburbano y en la sujeción de la condición
urbana al imperativo de movilidad, a la lógica de los flujos y a las restricciones técnicas
ria
del sistema reticular. Para otros aun, la mutación del sistema espacial de una lógica de
localización hacia una lógica de posicionamiento en un mundo de redes no debería
implicar la disolución del lugar sino, por el contrario, reforzarlo como figura motora
ito
Una segunda clave del proyecto de apertura-cerrazón del espacio reside en la elección
de naturaleza urbana. ¿De qué naturaleza se trata? El espíritu humano se divide entre
el ideal de una naturaleza benevolente y la realidad de una naturaleza siempre domi-
nante y a menudo hostil (Mantziaras, 2008, p. 157). Las culturas de la naturaleza que
resultan de esto se aplican, en el medio urbanizado, a dos estados de la naturaleza:
la naturaleza civilizada por una parte (naturaleza cultivada en jardines o artefactos
públicos y privados), y la naturaleza espontánea y salvaje por otra parte (terrenos
baldíos, páramos, márgenes y riveras) (Donadieu & Perigord, 2007, p. 36).
202
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
Figura 1. Distribución de las trece villas de los Médici en el valle del Arno.
Desde cada una de ellas se puede ver el domo de Brunelleschi
P
C
U
lP
ria
Fuente: Steenbergen (2001).
ito
también tierra (el suelo y la topografía), aire (el clima y los vientos), fuego (el sol, la luz)
o tiempo (el ciclo del día y de la noche y el de las estaciones) (Younès, 2000, p. 70). La
naturaleza en la ciudad no es tampoco exclusivamente exterior, y son numerosos los
artefactos que participan en la apertura de la ciudad reinterpretando la naturaleza de
o
de naturaleza viva «en sí»? Se ha utilizado a menudo la metáfora biológica para hablar
de la ciudad. La armonía del organismo vivo contrasta con la idea de fragmentación
social y espacial a menudo asociadas a las representaciones más funcionalistas. De
Fo
2
«El postulado fundamental de la mesología es que, en un medio humano, la realidad procede de una
logica donde la naturaleza (es decir, la Tierra) está en posición de sujeto (S), y la cultura (es decir un
mundo) en posición de predicado (P); lo que se resume por la fórmula: r = S/P, y se lee: la realidad,
es S en tanto que P. La captura de S en tanto que P no es otra cosa que una predicación («S es P»).
203
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
[…] una operación que se relaciona con la manera global en la que lo humano
captura su entorno por medio de los sentidos, por el pensamiento, por las palabras
y por la acción […] En ello se puede ver tanto la creatividad de la naturaleza, que
no cesa de engendrar especies nuevas como, más específicamente, aquella de las
generaciones humanas sucesivas, en la que cada una de ellas da la naturaleza (S)
por descontado, cuando en realidad es la obra de las generaciones precedentes
(S/P) (2009, p. 35).
P
Lo que nosotros llamamos naturalización de la ciudad es una forma de trayección
C
que permite tomar la ciudad (S/P) en tanto naturaleza (S).
El concepto de ciudad-paisaje (Stadtlandschaft], desarrollado en la Entreguerra en
U
Alemania como escenario de integración de la ciudad en un sistema espacial extenso,
traduce esta evolución de una noción de paisaje urbano que integra, como en un
lP
cuadro, algunos toques de naturaleza, hacia una concepción más global donde el
establecimiento humano se fusiona con el paisaje natural en un paisaje de cultura
(Kultuurlandschaft]. En esta visión, los paisajes urbanizados son formaciones artificiales
concebidas según las leyes de la técnica, y la naturaleza actúa solo esporádicamente
ria
—como la bruma londinense, las avalanchas de nieve o las inundaciones— y es rápi-
damente escamoteada por la vida cotidiana (Mantziaras, 2008, p. 94).
Los espacios abiertos disponibles para implementar el proyecto de una ciudad
ito
concebida «en tanto que» naturaleza, se relacionan con las dos categorías, referidas
a los dos estados civilizado y salvaje de la naturaleza en la ciudad. La primera es
Ed
la categoría de los espacios verdes, que contiene todos los artefactos de naturaleza
provenientes de una voluntad y potencialmente abiertos a un uso social legítimo de
producción, de reposo, de oxigenación o de recreación; la segunda contiene los espa-
cios que constituyen lo que el paisajista Gilles Clément (2004) llama el tercer paisaje:
son espacios sin función económica establecida y escapan a toda intervención pública
o
o privada. Se observará que las fronteras entre esas dos categorías no son herméticas
nd
Esta operación no se relaciona solamente con el lenguaje verbal, sino con la manera global en que lo
humano captura su ambiente por los sentidos, por el pensamiento, por las palabras y por la acción.
Es en este sentido que la califico de trayección» (Berque, 2009).
204
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
P
que estas se conformen a un reglamento de uso establecido por la autoridad pública»
(Rémy & Voyé, 1981, p. 93).
C
Todo espacio abierto no es evidentemente público. Muchos son además los dispo-
sitivos de territorialización que prácticamente «cierran« el espacio, supuestamente
U
público, a ciertas horas, a ciertos grupos o a ciertas actividades por la aplicación
de reglamentos de uso establecidos por la autoridad. Simétricamente, ciertos espa-
lP
cios que forman parte del dominio privado —patios y jardines privados, recintos
cerrados, atrios, galerías comerciales, clubes deportivos, etcétera— participan en la
apertura de la ciudad. Recordemos que el carácter público del espacio no es algo
ria
dado, sino un constructo cultural, político y social que depende, en cada lugar, del
régimen de relación entre el espacio y la sociedad.
ito
El hábitat es una mediación práctica, ya que son los usos singulares del espacio
nd
(desde la casa hasta el mundo) y las experiencias sociales y culturales, los que hacen el
lugar sea habitable. A la par, los relatos de estos empleos y aplicaciones, que permiten
describir el hecho de habitar contiene las formas prácticas de la identidad urbana.
Fo
3
Para una profundización de la noción de mediación y de las tres formas que toma, ver Bernard
Lamizet (2007, 2008).
205
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
La tercera forma de mediación es simbólica y opera por el trabajo de la cultura.
C
Esta emplea lenguajes escritos, plásticos o sonoros de los que se nutren los relatos y
representaciones colectivas (artísticas, científicas o simplemente cotidianas) del espacio
U
habitado, territorializado. Estas representaciones son retransmitidas por medio de
imágenes, de escritos, de objetos diversos o de sonidos a los habitantes y a los visitantes
lP
de paso, que las utilizan a su vez como materiales de producción imaginaria.
Estas tres formas de mediación coexisten, se articulan y se nutren mutuamente.
Actúan como operadores del proyecto de apertura del espacio, a veces de manera
convergente, a veces de manera divergente, en función de las situaciones.
ria
6. Apertura del espacio y evolución de las formas de habitar
ito
206
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
al aire libre cada vez más intensiva fuera de las ciudades y en los múltiples tipos
de espacios verdes urbanizados. Desde el jardín familiar hasta el bosque urbano,
pasando por todas las variedades de parques, riveras, montañas, desiertos, no existe
sobre el planeta prácticamente ya espacio que no forme parte —de manera práctica,
potencial o virtual— de la experiencia de estar en el mundo.
La apertura del espacio del que goza el citadino contemporáneo por medio de la
movilidad generalizada tiene no obstante efectos paradójicos. Rediseña las fronteras
P
del aquí y del allá, exacerba la figura de lo extranjero (Simmel, 1984, pp. 53-61)4 y
C
multiplica las prácticas modeladas por un imaginario del temor y de la inseguridad.
En este universo reticular, la figura operatoria del vivir en conjunto es más la del
U
campamento (Smets, 2004) que la del espacio abierto. En testimonio de esto está, por
todas partes en nuestras ciudades, el fenómeno de reemplazo de los espacios públicos
lP
por dominios privados protegidos: el centro comercial que sustituye a la plaza pública,
el video doméstico, el multiplex vigilado, los clubes deportivos o las discotecas de
admisión restringida. En esta escenografía, el espacio abierto tiene a menudo una
función «paisajística» de distanciamiento más que de lugar y apoyo a la sociabilidad.
ria
Este escenario de la movilidad generalizada y de la discontinuidad temporal y
espacial no elimina de todos modos otros escenarios centrados sobre la localidad. La
crisis de la energía será quizá para muchos la muerte del mito de la distancia abolida,
ito
y la mutación hacia la etapa pospetróleo, que pensábamos ver extenderse sobre una
veintena de años, podría hacerse a marchas forzadas.
Los cambios ya son perceptibles en la vida cotidiana, en las maneras de consumir,
Ed
York, por ejemplo, el barrio de Brooklyn está animado por un movimiento singular,
formado por los adeptos del régimen locavore5, para quienes está prohibido tener en
sus platos lo que no ha sido producido, preparado y embalado en un radio de 160 km.
Fo
4
Lo extranjero es a la vez móvil y fijado en el espacio y comprende en el espacio simbólico las interac-
ciones entre las personas. Para Simmel, judío que sufrió toda su vida el antisemitismo y siempre fue de
cierta manera un extranjero en su propia casa, lo extranjero es todo salvo alguien de paso: se acerca más
bien al apátrida. La figura de lo extranjero se define entonces por las nociones de distancia y proximidad,
que lo hacen endosar un papel específico de mediación en el espacio público.
5
Locavore: neologismo ingresado en 2007 en el New Oxford American Dictionary. Se refiere a los adep-
tos de un modo alimentario que privilegia los ingredientes locales (Fuente: Nouvel Observateur, 2279,
10 al 16 de julio de 2008). Ver también el artículo «Le locavore, délices et délires» («El locavore, delicias
y delirio»), publicado el 22 de mayo de 2008 por Corinne Lesnes en Le Monde.
207
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
Otro ejemplo es la eclosión, en nuestros campos, de actividades múltiples de
C
diversificación agrícola que permiten tener espacios abiertos, mantenidos y econó-
micamente viables, a las puertas de los espacios urbanos, ahí donde el campo se
U
convierte más fácilmente en presa de las lotizaciones. Son numerosas en efecto las
familias de agricultores que, rendidos ante la evidencia de que la ganadería o la agri-
lP
cultura no son suficientes para permitirles vivir, se resisten a la tentación de lotizar su
tierra o de venderla, y emprenden algunos la apertura de un bed and breakfast; otros,
de ligar la actividad de explotación agrícola a una actividad de recreación (paseos a
caballo, paseos campestres), e incluso a un proyecto de granja pedagógica, donde los
ria
citadinos pueden descubrir la naturaleza y las actividades de la granja.
208
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
P
menos largo plazo: la búsqueda de la naturaleza (bajo la forma de paisajes) implica
C
en efecto la destrucción de la naturaleza (en términos de biósfera) (Berque, 2009). El
modelo procede igualmente de una contradicción, desde un punto de vista social, en
U
la medida en que la apertura de la ciudad hacia el campo genera más individualismo
y segregación que apertura al otro y convivialidad pueblerina.
lP
7. La apertura del espacio como el elemento en juego de territorio
En 1978 el geógrafo francés Paul Claval, analizando la ciudad como lugar de inte-
ria
racciones sociales, explicaba que lo que determinaba la polarización del espacio por
la organización urbana era el hecho de que un estado de dispersión (de la población
y de los capitales) hacía imposible el nivel de interacción deseado. Según él, desde
ito
una ideología, con una epistemología, con un vínculo preciso con la técnica y con
nd
las relaciones de poderes entre los actores. Esto se traduce por un trabajo incesante
de territorialización, desterritorialización, re-territorialización, que fija o desplaza las
fronteras políticas o administrativas, posiciona estratégicamente los servicios públicos
Fo
209
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
dejarle a la ciudad la libertad de ocupar todo el suelo. Los espacios abiertos, por medio
C
de las políticas verdes, son materiales privilegiados de esta estrategia de tratamiento.
Si los fenómenos de dispersión son muy diversificados, como lo testimonia
U
la proliferación terminológica que trata de definir sus dinámicas, las estrategias y
los mecanismos de difusión de las centralidades urbanas también lo son. En este
lP
contexto se observará el particularismo de la problemática valona, muy diferente de
aquellas que plantean la citta difusa del norte de Italia, la Randstadt holandesa o la
ciudad-trama en Flandes. En Valonia, los espacios naturales y urbanos no están tan
totalmente encabalgados como en estos distintos contextos. Esto se debe sobre todo a
ria
que la trama paisajística ya fue dominada durante una decena de siglos por los grandes
paisajes abiertos (Openfield), luego por la tierra agrícola rodeada de setos en ciertas
regiones particulares, antes de que los grandes cambios de la producción agrícola,
ito
del territorio sigue ocupado por espacios abiertos de naturaleza6. En tal contexto, un
escenario que considera a la región valona como el jardín de las regiones urbanas que
la rodean no es más plausible que el que la presenta como una red de ciudades que
nuevamente se han convertido en ganadoras. Uno puede preguntarse además si, en el
o
Este ejemplo permite notar la incidencia de las representaciones sobre el trabajo polí-
tico de la reterritorialización y sobre la marcha del proyecto. Se puede enunciar la
hipótesis de que detrás de cada proyecto de planeamiento, de urbanismo o de paisaje,
hay una utopía fundadora, una representación no localizada (u-topos) del «buen
lugar» (eu-topos) que el proyecto relata. En la antología L’urbanisme: utopies et réalités,
6
En 2002 había 886 500 hectáreas de espacios no construidos registrados en el catastro como «tierras
cultivadas», «pastizales y prados» o «huertos» (CPDT, 2005).
210
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
que Françoise Choay consagró a los textos teóricos fundadores del urbanismo, ella
introduce una clasificación que reposa sobre tres relatos urbanísticos mayores: uno
progresista, que privilegia los valores de progreso, higiene, medio ambiente, eficacia
y técnica, y diseña una ciudad donde las formas urbanas corresponden a las unidades
funcionales autónomas planteadas sobre un fondo de naturaleza; un relato culturalista,
inspirado por la nostalgia de la ciudad antigua europea tradicional, en el cual la tota-
lidad (la aglomeración urbana) triunfa sobre las partes (los individuos) y el concepto
P
cultural de ciudad antigua triunfa sobre la noción material de ciudad; y un relato
C
naturalista, que se inscribe en la tradición de la corriente antiurbana americana, en el
cual la naturaleza se convierte nuevamente en un medio continuo y en donde la idea
U
de ciudad se disuelve en una tela acéntrica de pequeñas unidades puntuales ligadas
entre sí por una abundante red de carreteras y aérea (1965, pp. 31-48).
lP
Figura 3. Le Corbusier: Una ciudad contemporánea
de 3 millones de habitantes (1922)
ria
ito
Ed
Fuente: Panorama en perspectiva (Gouache sobre impresión), 45x65 cm. Fundación Le Corbusier,
Paris, inv. n° 29711.
o
a las leyes de una geometría «natural». Los objetos construidos vienen a posarse en
ella según un recorte funcional relativamente simplista, que separa los lugares donde
uno habita, aquellos donde uno trabaja, aquellos que se consagran a la recreación y al
Fo
mantenimiento del cuerpo, y aquellos finalmente por donde uno circula. La obsesión
de la higiene se polariza alrededor de las nociones de sol y de verdor, y conduce a los
urbanistas a hacer estallar el espacio cerrado para desdensificarlo y aislar en el sol y el
verdor a los edificios que dejan de estar ligados los unos a los otros para convertirse
en unidades autónomas. Paralelamente, la mayoría de los urbanistas preconizaron
la construcción en altura para reemplazar la continuidad de los antiguos inmuebles
bajos por un número reducido de unidades o seudodesarrollos urbanos verticales
(1965, p. 35).
211
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Construido sobre todas las demás bases, el relato culturalista lucha por el contrario
contra lo que Camillo Sitte llama «la enfermedad moderna del aislamiento». A la
estandarización de las respuestas funcionalistas responden la diferenciación y la parti-
cularización de la ciudad antigua culturalista. A la ciudad hecha de formas–unidades
extensibles al infinito sobre el fondo abstracto de naturaleza, se opone la idea de
un espacio abierto recortado «en vacío» en la continuidad del fondo construido.
Esta matriz construido-espacio vacío está claramente limitada por un cinturón verde
P
destinado a impedir toda coagulación con otras aglomeraciones.
C
Por el relato naturalista, la mejor ilustración es el proyecto utópico Broadacre
City, de Frank Lloyd Wright. La red de circulación enlaza en ella cada punto con la
U
totalidad del espacio y la relación con la técnica moderna es aun más decisiva en ella
que en el relato progresista: en efecto, el modelo disperso de Broadacre no adquiere
lP
sentido más que gracias al automóvil, el avión, el parkway y otras técnicas avan-
zadas de transporte y de comunicación. Pero contrariamente a lo que sucede en el
relato progresista, la naturaleza no se reduce a servir de telón de fondo del desarrollo
ria
urbano. Por el contrario, la arquitectura está subordinada a la naturaleza, para la que
constituye una suerte de introducción, y en la que ella obtiene la organicidad tan
cara a F. L. Wright. Para Choay, Broadacre es la «única proposición urbanística que
ito
212
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
Figura 4. Rob Krier, Karlsruhe, Perspectiva aérea sobre la «Via triumphalis», 1979
P
C
U
lP
ria
ito
Ed
Fuente: Rob Krier, On architecture, 1982, Academy Editions, Londres, cubierta posterior.
El segundo relato es aquel del progreso. Aquí también, el análisis que el autor hace
se recorta sobre el análisis de Choay. Es el relato de una generación que quiere cons-
o
truir una historia diferente, donde el urbanismo y la arquitectura tienen una función
motora de síntesis. Su dimensión utópica se expresan por las vanguardias sobre el
nd
terreno de las artes, una atención cuidadosa al maquinismo sobre el terreno de las
técnicas y las formas a veces ingenuas del determinismo ambiental sobre el terreno
social. En la primera parte del siglo XX, este discurso corresponde a la acción construc-
Fo
213
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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C
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ito
Ed
Fuente: Margot Stipe, Frank Lloyd Wright Archives, 2004, Editions du seuil, para la traducción francesa: p. 63.
El autor se desmarca más de Choay con el tercer relato —el del welfare—, que narra
o
la búsqueda paciente que realizaron los arquitectos y los urbanistas desde finales del
nd
siglo XIX para definir la «distancia justa» entre las cosas y las dimensiones concretas
del bienestar individual y colectivo. Sus terrenos de experimentación privilegiados
fueron la vivienda social y los equipamientos públicos, pero también la manera en
Fo
214
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
dentro de una crítica rigurosa y severa y de una confrontación continua con lo coti-
diano. Se distingue en esto del relato progresista, que proyecta un futuro diseñado
por la imaginación, así como del modelo culturalista, que piensa el futuro en relación
con el pasado. El carácter claramente hedonista de la batería de argumentos que
desarrolla lo acerca al relato naturalista, no en su versión moralista, representada por
la corriente antiurbana americana, sino tal como se manifiesta en la versión de F. L.
Wright con Broadacre City. En el relato del welfare, la naturaleza se convierte un
P
poco más cada día en el lugar de prácticas lúdicas o hedonistas ligadas a un empleo
C
del tiempo menos subordinado y a un cuidado de sí mismo más atento. Puede ser
reinterpretada, como en Broadacre, como «el lugar y el medio de una nueva estetiza-
U
ción de la vida individual y colectiva» (Secchi, 2004).
lP
9. El desarrollo sostenible: ¿Nuevo relato urbanístico o variante
de los modelos antiguos? ria
En este contexto podemos preguntarnos a qué vertiente(s) semántica(s) pertenece el
discurso del desarrollo sostenible, y cómo se desarrolla en él el tema de la apertura del
espacio. Es la pregunta que nos haremos en la última parte de este texto.
ito
de los recursos del medio ambiente y, por otra parte, es la memoria reencon-
trada, luego de un olvido de dos siglos, de que el hombre no está por encima de
la naturaleza sino que le pertenece. Lo que motiva el relato son los temores susci-
tados por los hechos ambientales que se producen a partir de la actividad humana:
o
que integra globalmente una preocupación ecologista (economizar los recursos del
medio ambiente, contaminar menos, conservar mejor) reemplazando a la vez diversas
demandas de integración de la relación entre la ciudad y la naturaleza.
Fo
215
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
relación entre la forma urbana y el consumo de energía por habitante (Newman &
C
Kenworthy, 1999). Este relato del crecimiento propio le da algo de importancia a la
calidad del paisaje, no funcional en términos energético-ambientales. Los partida-
U
rios del crecimiento propio apoyarán entonces la extensión de los parques eólicos y
enfatizarán la utilización de medios de transporte capaces de realizar economías de
lP
energía sustanciales (autos propios, nuevas tecnologías ferroviarias, aviones menos
sucios y menos ruidosos), sin inquietarse demasiado por la influencia que tienen las
infraestructuras espaciales de estas tecnologías propias sobre los paisajes.
ria
Existe una versión naturalista del relato del desarrollo sostenible que presenta al
hombre como enemigo de una naturaleza que se debe proteger. Para impedir que el
hombre agote la naturaleza, se delimitará espacios de protección, reservas naturales
ito
o parques nacionales. La urbanidad está, en esta versión, relegada a las ciudades que
se han vuelto compactas, donde los raros espacios abiertos son objeto de drásticas
medidas de protección. Esta preocupación por la protección de la naturaleza y de
Ed
216
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
P
(ecoestabilización) para la que se preconiza una doble estrategia: por una parte, la
C
integración de «funciones verdes» en la ciudad compacta, y por otra parte, la creación
de una red territorial por medio de «redes ecológicas» de diverso tipo (vías verdes,
U
interconexiones entre paisajes, etcétera) (Peemans & De Rijk, 2004). Sobre esta base
de pensamiento crítico, se desarrollan dos líneas de pensamiento y de acción. La
lP
primera, funcionalista, fue desarrollada por los planificadores holandeses en los años
noventa. La segunda, territorialista, encuentra su referencia en el trabajo sobre la
Toscana desarrollado por Alberto Magnaghi y su equipo.
ria
La reflexión de la corriente neerlandesa parte de la idea de que las autoridades plani-
ficadoras no pueden oponerse al despliegue espontáneo de los individuos y empresas
en las afueras de la ciudad densa, pero que sí se debe controlar la realidad de la ciudad
ito
difusa si queremos ser serios con las exigencias del desarrollo sostenible. A partir de
ahí, propone una estrategia proactiva centrada sobre la apertura de nuevas combi-
naciones de desarrollo urbano y rural para permitir la evolución hacia un «sistema
Ed
urbano» que no esté más centrado exclusivamente sobre la «ciudad compacta» y que
supere así la división entre lo «urbano/rural». Este sistema urbano se concibe como un
«paisaje urbano» (city landscapes), integrado por todos los componentes de las «redes
verdes», comprendiéndose allí las nuevas formas de agricultura extensiva para redefinir
o
las relaciones entre espacios urbanos y rurales (Hidding & Teunissen, 2002).
Uno de los grandes méritos de esta corriente es abordar con un sentido crítico la
nd
igualmente en cuenta una pluralidad de objetivos (los corredores ecológicos, las redes
hidrológicas, las redes de transporte ferroviario) para manejar la integración de todos
los elementos del «sistema urbano». La integración de esta pluralidad de objetivos
implica formas renovadas de planificación estratégica (2002). A pesar de su carácter
incontestablemente innovador, este enfoque holandés sigue estando impregnado de
una lógica funcionalista centrada sobre la zonificación y el control de los flujos. Si la
naturaleza recibe un tratamiento, el objetivo de la multifuncionalidad de la ocupación
217
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
engendrada por la metropolización. Tres movimientos articulan este relato en el que
C
la Toscana central provee el principal soporte de análisis y de experimentación: el
primero consiste en escindir las metrópolis en pequeñas municipalidades susceptibles
U
de recrear las relaciones conviviales de proximidad. El segundo consiste en reorga-
nizar las regiones en biorregiones urbanas, que Magnaghi llama Ecópolis —sistemas
lP
de valles, cuencas fluviales, interiores costeros, regiones urbanas— partiendo de redes
policéntricas de ciudades. La idea es superar los modelos basados sobre la jerarquía
centro-periferia para ir hacia los modelos multipolares más complejos, realizando
ria
nuevos equilibrios entre la ciudad y el campo desde el punto de vista de la alimenta-
ción, de la movilidad, de la basura, del agua o de la energía. El (re)poblamiento de
las zonas rurales y la (re)definición de las márgenes urbanas forman parte de las estra-
ito
11. Conclusión
Fo
218
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
P
que el relato del desarrollo sostenible vehicula, desde el punto de vista que nos ocupa,
dos ideas nuevas: reconoce el carácter finito de los recursos del medio ambiente y
C
expresa la conciencia de que el hombre ya no está por encima de la naturaleza, sino
que le pertenece. Por el contrario, las vertientes semánticas de las que el relato extrae
U
los recursos ideológicos de lenguaje y los recursos formales de su concretización
son globalmente las mismas que aquellas de los grandes relatos que han marcado la
lP
historia del urbanismo desde fines del siglo XIX. Esto genera una variante progresista
que tiene como motivación la confianza en los seres humanos y en su capacidad de
llevar a buen puerto un escenario de crecimiento y de progreso, y que acepta el precio
ria
de hacerlo, es decir la disolución de la ciudad en las redes de la metropolización y
la adaptación funcional del territorio a las exigencias de la globalización económica.
La única condición restrictiva aportada en esta versión sostenible del discurso del
ito
progreso es que hay que recurrir a tecnologías «limpias» y «verdes», lo que además se
interpreta como un nuevo desafío en términos de crecimiento y de progreso. El lado
opuesto, la versión naturalista del relato, presenta al hombre como enemigo de una
Ed
mentación de sistemas urbanos donde la apertura del espacio se prevé según tres
modalidades: el espacio abierto, incluyendo el espacio agrícola, recortado «en vacío»
nd
paisaje de las redes técnicas. Una variante funcionalista del relato —a cargo de los
landscape planners holandeses— ve este sistema como una partición reglamentada del
paisaje, en tanto que una variante territorialista, representada particularmente por
Alberto Magnaghi y la escuela territorialista italiana, corresponde a una concepción
más global de la ciudad, donde el establecimiento humano se fusiona con el paisaje
natural en un paisaje de cultura. El paisaje habitado toma allí una dimensión cultural
y política nutrida por el espíritu de los lugares (genius loci).
219
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
fecunda para describir la evolución del espacio urbanizado europeo como fenómeno,
C
es una buena idea para concebir las alternativas de proyecto de «metropolización del
mundo». ¿Su poder de evocación —como por lo demás aquél de internet— no pone
U
en riesgo de avalar —e incluso acelerar— un proceso de «desterritorializacion» criti-
cado por numerosos autores, particularmente la de Magnaghi que hemos evocado
lP
anteriormente?
Por cierto, se trata de una metáfora, y como previene Corboz, «la analogía no
se puede llevar hasta la homología, desde el momento en que ella no da cuenta de
toda la realidad» (1997, p. 222). ¿Pero acaso no habría que integrar al menos en la
ria
representación la cuestión de la gobernabilidad de la hiperciudad? Sabemos que el
ciberespacio está dominado por empresas privadas cuya principal ambición es valo-
rizar sus activos (Blackberry, Cisco, Facebook, Google, Microsoft, Twitter, etcétera).
ito
Magnaghi esboza una pista de respuesta que nos invita a volver a interrogar la
nd
220
Bernard Decléve. Los relatos de la apertura en la hiperciudad europea
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o
nd
Fo
222
Pacto ciudad-campo: un proyecto de biorregión urbana
para la Toscana central
P
Alberto Magnaghi1
C
U
Introducción
lP
Una primera aclaración general: cuando hablamos de relaciones entre lo local y lo
global en el contexto del desarrollo debemos tener en cuenta que la palabra «desa-
rrollo» ha sido sometida a fuertes críticas desde los años noventa. Por ejemplo,
Daly y Cobb (1994), al proponer indicadores de bienestar para los Estados Unidos
ria
(Index of sustainable economic welfare), elaboran gráficos en los cuales se evidencia que
a partir de los años setenta, mientras la curva del producto bruto interno crece, la
curva del bienestar (medido con indicadores relativos a la calidad urbana, a la segu-
ito
1
Profesor principal del Departamento de Urbanismo y Planificación del Territorio de la Universidad
de Florencia (UNIFI) / amagnaghi@unifi.it
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
La conclusión es que, desde el punto de vista del bienestar, respecto a las clásicas
visiones centroperiféricas del desarrollo (las áreas centrales son epicentro del desa-
rrollo y de la riqueza, las áreas periféricas están al servicio de aquellas centrales y las
áreas marginales son lugares de abandono y pobreza), la pirámide regional se voltea:
el área metropolitana de Florencia es aquella con el bienestar más bajo, la más crítica.
Por lo tanto, se trata de un área a la que hay que aplicar políticas de cuidado
más que políticas de grandeur de capital regional para acercarla a los niveles de bien-
P
estar de los otros centros y sistemas territoriales regionales. Por otro lado, desde hace
C
tiempo los estudios de Saskia Sassen (1997) sobre las ciudades globales muestran que
son estas las que presentan los niveles más acentuados de polarización social, con un
U
elevado crecimiento interno de la pobreza.
Así, cuando hablamos en este seminario del rol de las ciudades intermedias y de
lP
sus redes en el desarrollo territorial estamos hablando de problemas estratégicos, es
decir, de posibles alternativas a la forma metropolitana del desarrollo mantenido por
las redes globales; hablamos de sistemas de ciudades pequeñas y medianas caracte-
rizadas por una relación de equilibrio con el propio ambiente, potentes como una
ria
metrópolis, pero caracterizadas por una alta calidad de vida y bienestar.
Al presentar la crítica a la forma metrópolis (Magnaghi, 2000) que caracteriza a
la urbanización contemporánea distinguimos entre:
ito
224
Alberto Magnaghi. Pacto ciudad-campo
P
(Geddes, 1970) y de la «región de la comunidad humana» (Mumford, 1963); final-
C
mente, se articula bajo el concepto de ecosistema territorial (Saragosa, 2005) y bajo
nuestra definición (Magnaghi, 2011) de biorregión urbana: la biorregión urbana está
U
constituida por una multiplicidad de sistemas territoriales locales a su vez organi-
zados en racimos de pequeñas y medianas ciudades, cada una en equilibrio ecológico,
lP
productivo y social con su propio territorio. La biorregión puede ser «grande y
potente» como una metrópolis: incluso es más potente que el sistema metropoli-
tano centro-periférico porque produce más riqueza a través de la valorización y de la
inclusión en la red de cada uno de sus nodos «periféricos». Así, evita, por otro lado,
ria
congestión, contaminación y deseconomías externas, pues reduce los costes ener-
géticos y los costes de las emergencias ambientales, así como la movilidad inútil en
sus fuentes, y construye equilibrios ecológicos locales, que a su vez reducen la huella
ito
225
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
y en relación con todas las otras del sistema para formar ciudades de ciudad, ciudades
de pueblo (Magnaghi & Marson, 2004; Greater London Authority, 2002).
Dentro de esta visión, el proyecto de los espacios abiertos, en el que se centran
los temas de la multifuncionalidad de los espacios rurales y de los parques agrícolas,
asume una importancia central en tanto generador de una reconfiguración de rela-
ciones virtuosas y sinérgicas entre la ciudad y el mundo rural, relaciones determinantes
para invertir la tendencia a la degradación y a la creación de pobreza de los sistemas
P
metropolitanos. Este acto de restitución de fuerza proyectual y morfogenética a los
C
espacios abiertos, en la construcción de escenarios estratégicos de transformación de
la región metropolitana es la precondición para reproyectar la biorregión urbana a
U
través del tratamiento integrado y a distintas escalas de los diversos elementos que
la definen.
lP
Considerar la ciudad metropolitana como «región urbana» dentro de su significado
biorregional ayuda a la imaginación proyectual a redefinir la cuestión del crecimiento
como una cuestión de exploración y de medida de las relaciones internas a la región,
entre asentamiento humano y ambiente, para activar los principios de bioeconomía
ria
(Georgescu-Roegen, 1966) y de economía sistémica y solidaria (Bonaiuti, 2004),
orientando los principios de asentamiento hacia «la autoreproducibilidad del ecosis-
tema territorial» (Saragosa, 2005).
ito
sola palabra, la «personalidad» de cada lugar—, lo que nos permite encontrar los
criterios de mayor competencia/cooperación de los sistemas locales y de las ciudades
en el escenario mundial. Si se busca la calidad del bienestar a través de la valorización
de los patrimonios locales de larga duración, la reinterpretación del sentido múltiple
de los muchos lugares de una región para producir bienes únicos en el intercambio
de los mercados mundiales (Magnaghi, 2006a), se activan relaciones de intercambio
virtuosas: de la competencia/explotación hacia la cooperación/solidaridad; de los
viajes geográficos de conquista (improbables en un mundo en donde todo ha sido
226
Alberto Magnaghi. Pacto ciudad-campo
P
la región metropolitana que se extiende al sistema urbano de la Toscana central y coin-
C
cide con las cuencas hidrográficas del Arno —entre Florencia y Pisa— y del Serchio,
desarrollándose a lo largo de la elipse Florencia-Prato-Pistoia-Lucca-Pisa, y de regreso
U
a lo largo del Arno (Pontedera-Fucecchio-Empoli-Signa-Florencia) (figura 1).
lP
ria
ito
Ed
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nd
Fo
227
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
U
lP
ria
ito
228
Alberto Magnaghi. Pacto ciudad-campo
2.1. Las grandes invariantes del sistema policéntrico de larga duración y sus crisis
P
2.1.1. La cuenca hidrográfica del Arno y la red ecológica regional
C
El sistema de los valles intermedios y bajos del Arno, con sus afluentes, sus sistemas
de valles pantanosos y sus nodos orográficos, constituye un sistema ambiental cuyo
U
funcionamiento ha caracterizado históricamente la precondición y la riqueza del asen-
tamiento de la región. A lo largo de los años, la cuenca hidrográfica ha pasado de ser el
lP
principal recurso hídrico (irrigación, energía, generador urbano, territorial y de meta-
bolismos urbanos), productivo (canteras, molinos, fábricas, cavas, oficios), ecológico
(principal corredor ecológico este-oeste) y paisajístico (alta calidad de paisajes fluviales)
y de principal infraestructura navegable de la Toscana (el Arno, sus afluentes, su rico y
ria
difuso sistema de canales y zonas húmedas, ver figura 3) a representar el riesgo hidráu-
lico y contaminante y su ribera, sede de urbanizaciones lineales continuas, industriales
y residenciales. La relación entre sistema fluvial y territorio se ha interrumpido; el río
ito
229
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
U
lP
Redefinir nuevas funciones activas que reflejen la complejidad de las funciones
histórico-estructurales a escala de la cuenca requiere la articulación de requisitos
ria
estructurales relativos a:
• el balance hídrico: definir las condiciones de reproducibilidad de los recursos
ito
230
Alberto Magnaghi. Pacto ciudad-campo
P
tada por la antigua Vía Cassia (Poli, 1999). La identidad de cada nodo urbano está
caracterizada por ser un cruce (funcional, ambiental, relacional, paisajístico) entre
C
el sistema socioproductivo colinar y de montaña (vertical), cuyo nodo urbano es
el generador y de donde es continuamente regenerado, y la red de relaciones a lo
U
largo de la elipse de los llanos (horizontal) del que es nodo urbano entre Florencia
y el mar. Las ciudades son las perlas, la elipse el hilo que genera el collar, los valles
lP
la corona que ennoblece el porte de la figura territorial. Desde la Val Marina hasta
la Val di Bisenzio, a las montañas de Pistoia, a la Val di Nievole, a la Lucchesia a la
Val d’Era, a la Val d’Elsa y a la Val di Pesa, los paisajes de la corona de montaña y
ria
colinar impregnan sus capitales de culturas extraordinariamente diversas. Cada nodo
urbano aporta al collar su propia contribución de identidad y de relaciones verti-
cales y horizontales. Dentro de la elipse un extraordinario green core (constituido por
ito
zonas húmedas, bosques, montes, ricas tramas del paisaje agrario toscano) completa
el diseño de asentamiento de la biorregión.
El proceso de industrialización del sistema en el segundo periodo posguerra —una
Ed
231
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
la ocupación de muchos espacios abiertos del llano con modelos de difusión urbana
y de urbanización de la campiña, a los que corresponden esquemas urbanizativos en
serie de almacenes, infraestructuras, lotizaciones residenciales, centros comerciales,
plataformas logísticas, etcétera, lo que determina así un crecimiento exponencial del
consumo del suelo: adiós perlas, adiós hilo, adiós corona, adiós green core.
P
policéntrica
C
De estos procesos corruptivos de las grandes invariantes de la región histórica hacia la
conurbación metropolitana, emerge con fuerza la necesidad de un escenario de inver-
U
sión de tendencia de los problemas críticos ya citados, para realizar el proyecto de
biorregión urbana policéntrica, haciendo referencia como guía para la acción proyec-
lP
tual a la configuración identitaria de relaciones complejas del sistema de larga duración.
Un escenario como este requiere la identificación de un sistema de acciones
proyectuales multisectoriales e integradas que consideren (Magnaghi, 2006c):
ria
• El mejoramiento del modelo metropolitano centroperiférico, que ponga en
evidencia las peculiaridades morfotipológicas, funcionales, paisajísticas y
socioculturales de cada sistema urbano de la elipse, mediante la definición de
ito
2
Véase por ejemplo el desarrollo de los polos universitarios de Prato, Pistoia, Lucca, Empoli, Livorno,
—entendido como proceso de territorialización de la Universidad como motor de desarrollo de los
sistemas socioeconómicos locales—, en contraposición a la línea de la descentralización funcional en un
área metropolitana (Fanfani, 2001; Magnaghi, 2005).
3
Véase por ejemplo los documentos del patrimonio territorial (http://www.empolese-valdelsa.it/
UPTA/patrimonio_territoriale/home/home_atlante_territoriale.htm) y del patrimonio socioeconomico
(http://www.empolese-valdelsa.it/UPTA/Patrimonio_socio_economico/html/home_atlante_socio_
economico.htm) del distrito Empolese Valdelsa.
232
Alberto Magnaghi. Pacto ciudad-campo
P
• El desarrollo de las centralidades urbanas y del primado de los espacios
públicos como valores constitutivos de los centros urbanos.
C
• El mejoramiento de la calidad de vida de cada nodo, a través de la proyección
U
de la infraestructuras y servicios para vivir en la región urbana. Esto significa
que los habitantes de cada nodo urbano están en condiciones de disfrutar de
lP
las relaciones materiales e inmateriales con las otras ciudades y con el sistema
de los espacios abiertos, desde donde se eleva la calidad ambiental y paisajís-
tica, ya sea respecto a la proximidad como a escala regional.
ria
• La redefinición de la relación entre espacios rurales urbanos, que es el eje
estratégico de la recalificación urbana a través de la definición de alta calidad
ambiental de cada nodo urbano; el proyecto de los espacios abiertos de la
ito
del sistema, a través de la valorización del green core central y los corredores
verdes agrícolas, forestales y fluviales que lo conectan con los sistemas coli-
nares y montañosos que rodean la elipse; el refuerzo estratégico de los pasajes
entre los sistemas urbanos que caracterizan el sistema ambiental; la reali-
zación de conexiones verticales entre la elipse llana y los sistemas colinares
4
Véase por ejemplo los proyectos de navegabilidad del Arno y de movilidad pendular de conexión
entre sistema fluvial y sistemas territoriales colinares propuestos en Magnaghi y Giacomozzi (2009).
233
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
el transporte público ferroviario y sus nodos intermodales en la conexión entre
los diferentes centros como condición fundamental para mejorar la accesibi-
C
lidad a los diversos polos del sistema, y reglas anticonsumo del suelo agrícola
U
que permitan definir claramente los confines y la calidad de los márgenes
urbanos.
lP
• La reorganización de los espacios agroforestales con funciones multisectoriales:
producciones agroalimentarias de calidad (las cadenas del vino, del aceite y
del tartufo, productos hortofrutícolas típicos); el desarrollo del turismo rural
ria
(agroturismo); el mantenimiento y la restauración de los paisajes históricos
de la colina toscana; la producción de energía individuando una mixtura de
sistemas locales de energías renovables; la reducción de la huella ecológica
ito
gías específicas, como red ecológica menor conectada a la core area regional.
nd
• La revalorización del sistema fluvial del valle del Arno y sus afluentes como
sistema conector multisectorial de la ciudad policéntrica (recalificación del
corredor ecológico este-oeste) y estructura portadora del sistema ambiental
Fo
regional6.
5
Véase por ejemplo el master plan del sistema fluvial del Arno (Magnaghi & Giacomozzi, 2009) y el
parque agrícola multifuncional de Prato (Fanfani, 2009).
6
Véase nuevamente el master plan del Parque fluvial, cit.
234
Alberto Magnaghi. Pacto ciudad-campo
P
en la reurbanización de la biorregión urbana. El concepto de green core constituye una
evolución en clave ecológica de los conceptos históricos de green heart (Randstat Holland
C
y su evolución en el Green-blue Deltametropool), de green belt y su evolución, de green
corridors y greenways, en la evolución del Flemish Diamond7. A escala proyectual esto
U
alude a la extensión del concepto de «red ecológica» a todo el territorio regional. Dentro
de esta visión el proyecto se ha concentrado en la importancia central del proyecto de
lP
los espacios abiertos en cuanto generadores de la reconfiguración de relaciones virtuosas
y sinérgicas entre ciudad y mundo rural que he mencionado en el primer párrafo.
Esto se ha realizado por escalas: desde la biorregional, a los proyectos de área
ria
vasta (ejemplificados en el parque fluvial del Arno, en el parque agrícola de Prato,
en el proyecto de recalificación del sistema territorial de la Val di Nievole) y a los
proyectos sobre las diferentes tipologías de asentamiento de las periferias urbanas
ito
dores ecológicos, las áreas agrícolas incorporadas a áreas naturales, etcétera. Las flechas
nd
core interno al sistema con los sistemas de valles profundos de los cuales cada ciudad es
el nodo terminal conectado al sistema anular de llanura; conexión que es, sobre todo,
ecológica, de red, pero, de manera más general, se refiere a los ciclos vitales de las rela-
ciones entre ciudades y territorio (cuencas hidrográficas, sistemas urbanos colinares y
de valles que se deben conectar en cuanto sistemas productivos y de aprovechamiento,
en cuanto ciclos de las aguas, de los desechos, de la alimentación, etcétera - figura 8).
7
Para una aplicación del concepto a la ciudad policéntrica del Arno, véase Magnaghi (2006c).
235
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
C
U
lP
ria
Figura 8. La ciudad policéntrica: las conexiones con los sistemas de valles interiores
ito
Ed
o
nd
Fo
En el diseño estratégico de los espacios abiertos, estos han sido analizados e inter-
pretados según su propio carácter y por el rol que el espacio abierto regional puede
asumir en la reurbanización: roles productivos, urbanísticos, ecológicos, hidrogeoló-
gicos, energéticos y paisajísticos de recalificación urbana. Por lo tanto, el proyecto de
área vasta ha conectado el rol actual al rol multifuncional que cada ámbito agrofo-
restal puede asumir en el proyecto de la biorregión.
236
Alberto Magnaghi. Pacto ciudad-campo
P
El proyecto de escenario pone en evidencia y trata las funciones —reales y poten-
C
ciales— de cada uno de estos elementos respecto a la organización de la ciudad
policéntrica; cada elemento, valorizado de acuerdo con su especificidad (ecológica,
U
productiva, paisajística, energética, de uso) está relacionado con los otros y juega un
rol específico en el diseño de la «figura territorial» general del sistema.
lP
El diseño de los espacios abiertos se cruza con el reconocimiento morfotipológico
(figura 9), y el tratamiento de los sistemas de asentamiento de la elipse.
7 9
2 6
13
14
12 4
11
Ed
1
11
3
10
o
nd
Se han analizado las morfotipologías de cada nodo urbano para definir los puntos
críticos específicos, los confines y márgenes urbanos, la reorganización de la relación
ciudad-campo, en función de la realización del modelo policéntrico y del pacto entre
ciudad y campo.
237
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
del corredor ecológico este-oeste en el parque agrícola sur de Prato (figura 12), que
realiza la recalificación multifuncional del área sur de Prato, con intervenciones sobre
C
la agricultura (food y no-food), sobre la recalificación del sistema de las aguas, con
la redefinición de los espacios abiertos periurbanos y de los márgenes urbanos, con
U
proyectos de aprovechamiento del sistema en relación con la reorganización urbana;
en el escenario estratégico de la Val di Nievole lo que reconecta las áreas montañosas
lP
y los sistemas de valles con el sistema de planicies, mediante la recalificación de
los sistemas urbanos, los sistemas ambientales, las redes infraestructurales, los roles
multifuncionales de la agricultura y de las áreas húmedas.
ria
Figura 10. Croquis para el diseño del escenario estratégico para el Parque Fluvial
en la circunscripción de Empoli y Valdelsa
ito
Ed
o
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238
Alberto Magnaghi. Pacto ciudad-campo
P
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ria
Figura 12. Escenario integrado para el Parque Agrícola de Prato
ito
Ed
o
nd
Fo
239
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
P
ción difusiva, la segunda requiere una clara delimitación de los márgenes urbanos,
la recalificación de los espacios abiertos y su respectiva penetración en los espacios
C
urbanos internos («manos verdes» en la ciudad).
El presente estudio de los niveles de consumo del suelo y de los procesos de
U
difusión urbanizativa, así como el análisis de los puntos críticos que afectan la
calidad ambiental y urbana de la región nos lleva a afirmar que la situación actual se
lP
encuentra desde ya más allá de los límites de sostenibilidad de una biorregión que
desee realizar los equilibrios esenciales del funcionamiento de la cuenca hidrográfica,
de la movilidad, de las relaciones ecológicas entre llanura y sistemas montañosos, de
ria
los espacios abiertos y espacios construidos, de la calidad de vida.
Por lo tanto, si todos los equilibrios ambientales y territoriales están rotos en la
situación actual, no es suficiente detener el proceso de consumo del suelo; es nece-
ito
240
Alberto Magnaghi. Pacto ciudad-campo
Figura 13. El escenario de la reducción del uso del suelo en Iolo (Prato)
implantación de áreas forestadas y “filtros verdes” en los bordes, con funciones
tanto productivas como de mitigación de los impactos de infraestructura y
actividades industriales conservación de los espacios abiertos intersticiales destinándolos a
recuperación de áreas industriales abandonadas actividades agrícolas/recreativas, huertos urbanos, parques y jardines
pasarelas ciclísticas/peatonales
P
C
U
lP
recuperación/creación de
nuevos espacios públicos
ciudad-campo» que recupera todos los espacios periféricos de la región tratables según
el modelo aplicado a microescala en las ciudades pequeñas de Prato.
Surge una figura de sistema policéntrico que recuerda la identidad de larga
duración de la que hemos partido, y que propone una relación sostenibile entre
o
de reducción del consumo de suelo a escala biorregional y utilizarlo como guía para el
diseño, ya sea a escala regional, para la reorganización multifuncional de las políticas
agroforestales en el diseño del plan de la cuenca hidrográfica, en la recalificación de la
red ecológica; como a escala local para la planificación y la recalificación de los márgenes
urbanos en una prospectiva policéntrica que vuelva a anudar el collar de perlas de la
Toscana central, conectándola nuevamente a la corona de los sistemas de valles.
En conclusión, la multifuncionalidad de los espacios abiertos y las múltiples escalas
de los proyectos se entrecruzan de manera inseparable en el diseño de la biorregión.
241
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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La planificación multifuncional del territorio rural
como dispositivo para calificar lo urbano:
las experiencias italianas
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1. La importancia de «redescubrir» los arquetipos en lo que concierne
a la estructuración de las relaciones entre la ciudad y el campo
este caso externa y contigua, de terrenos dedicados al cultivo. Este todo —lo construido
y lo cultivado—, al que parecen añadirse en la imagen cursos de agua bien controlados,
forma un diseño compuesto por muchas tramas menudas y ordenadas, reemplazadas a
Ed
cierta distancia por bosques, aguazales y, luego, por una extensión indiferenciada.
Esta imagen es especialmente eficaz para describir, en forma esquemática y
simple, lo que en tiempos posteriores, durante algunos milenios, caracterizará al
asentamiento humano, desde el núcleo más simple de unas pocas familias, hasta las
o
y más aún, por textos de historia de la ciudad y la urbanística del siglo XX, sino
al conjunto constituido por un tejido edificado y por su campo pertinente. Sin su
campo de referencia no hay ciudad. Y el campo, dentro y fuera de las murallas, es
diseñado con un cuidado por lo menos igual que el de los edificios y, a veces, hasta
mayor. Ambos, edificios y campos, son construidos a partir de la naturaleza pero con
un valor añadido de trabajo humano bastante elevado.
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Profesora principal del Departamento de Proyectos y Planificación de la Universidad de Venecia
(IUAV) / marson@iuav.it
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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Fuente: redibujado de B.K. Roberts, Landscapes of Settlements. Prehistory to the Present. Nueva York:
Routledge,1996, p. 30.
Figura 2. Spoleto en el siglo XVI: detalle de campos dentro y fuera de los muros y selva
sagrada. Cortemilia en el siglo XVIII: el diseño de la ciudad y del campo
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Anna Marson. La planificación multifuncional del territorio rural
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también la actividad de gobierno, es pues el de la ciudad, que incluye su campo. La
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actividad de gobierno se extiende a ambas partes y las dos sienten sus efectos.
El conocidísimo fresco denominado del «buen gobierno» que se conserva en
U
el antiguo Palacio Municipal de Siena, ilustra de manera ejemplar cómo la ciudad
y el campo están ligados uno con otro y experimentan los mismos efectos del buen
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o del mal gobierno.
Un hermoso campo es pues el resultado de un buen gobierno, al igual que una
bella ciudad.
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Figura 3. Frescos de Ambrogio Lorenzetti (1339) en el Palacio Público de Siena,
en los que se ilustran los efectos del buen gobierno en la ciudad y en el campo
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es evidente cómo las ciudades han perdido su belleza, rodeadas de extensas periferias
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247
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Esto no ha sucedido solo en el sur, a través del conocido fenómeno del abusivismo,
sino de manera aún más importante en el centro-norte, donde la erosión del campo
por obra de las nuevas urbanizaciones, se ha planificado oficial y públicamente.
El diseño estético-funcional de lo que era un campo riquísimo en aguas, infraes-
tructura de saneamiento, cultivos e hileras de árboles que marcaban los límites,
cortaban el viento, ofrecían material de trabajo y otros, se convierte en una trama a la
que se enganchan chalés, cobertizos y centros comerciales, y así sucesivamente, hasta
P
que las carreteras que existen colapsan por el tráfico. Entonces se introducen nuevos
C
circuitos de carreteras en el límite del campo todavía sin construir, que pronto serán
tomados a su vez por asalto sin ninguna consideración como si fuera un espacio vacío
U
que se debe llenar, y no como un espacio diferente y lleno que se debe cuidar.
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Figura 4. La «Tercera Italia»: los «metal/aparceros» y el mantenimiento de la agricultura
familiar como composición económica de la renta; la dispersión urbana, agricultura
industrializada, jerarquización y externalización de las economías distritales, «desarrollo»
inmobiliario y erosión ulterior del territorio rural residual
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Anna Marson. La planificación multifuncional del territorio rural
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relativa escasez de terrenos planos, en los que se concentra dicho fenómeno, respecto
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a los de colinas y montañas, como por un considerable desorden de las urbaniza-
ciones que, a veces se deriva de las tramas muy complejas y estratificadas del campo
U
en el que se apoyan.
Sin embargo, la tendencia a un consumo desconsiderado del suelo es común
lP
a muchos países europeos. En toda Europa asistimos pues, en los últimos años, a
la búsqueda de métodos para invertir el rumbo, a partir del redescubrimiento
de la importancia del territorio agrícola y de sus funciones.
En el diseño del territorio, en algunos casos se ha experimentado provechosamente
ria
un vuelco de la concepción tradicional de la urbanización como elemento para «dar
forma» al territorio, utilizando en cambio las tramas rurales y la hidrografía como
elementos guía del proyecto de ordenamiento futuro. Ahí donde la urbanización
ito
ha perdido toda forma y, en cambio, el campo que queda todavía presenta signos y
códigos aún visualmente comprensibles, la actividad de diseño se desarrolla entonces
Ed
cohesión social y espacial del territorio y así promover el desarrollo local sostenible
también ha producido la búsqueda de nuevas técnicas de planificación y de diseño,
desde la escala supramunicipal hasta la escala urbana de detalles.
Fo
249
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Figura 5. Algunos ejemplos del uso del diseño del tejido agrícola y de las aguas para
«devolver forma a las urbanizaciones contemporáneas (arriba ejemplos italianos,
abajo la Deltametropool holandesa)
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Anna Marson. La planificación multifuncional del territorio rural
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para todos los efectos, interesados en economías y estilos de vida en buena parte
urbanos que también pueden tener dimensiones demográficas más pequeñas. Para
todos estos centros, independientemente de su dimensión, el cuidado de la forma y
de las funciones del campo que rodea la ciudad está surgiendo como un elemento
esencial, incluso con el fin de garantizar calidad urbana.
251
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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que todavía rodea a las ciudades de posteriores expansiones, así como de políticas que
promuevan la necesaria multifuncionalidad, la responsabilidad recae completamente
C
en los gobiernos locales y sus políticas.
En el contexto italiano no solo los fondos estructurales europeos para la agricul-
U
tura están administrados predominantemente a escala regional y provincial, sino que
el gobierno del territorio, formalmente materia de competencia entre el Estado y las
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regiones, no tiene en el ámbito nacional los instrumentos (como una ley urbanística
nacional actualizada: la vigente es de 1942) que podrían permitir poner en práctica
políticas adecuadas para la reordenación de los asentamientos existentes y la promo-
ria
ción de las áreas rurales como tales.
En cambio, una norma nacional permite a los municipios utilizar hasta el 75% de las
cargas de urbanización que se cobran a las previsiones de construcción para cubrir el gasto
ito
corriente, lo que representa así un fuerte incentivo a la expansión de las áreas edificables.
A esto se añade el hecho de que la planificación territorial y urbanística a menudo es
administrada por las regiones con muchas delegaciones a los municipios que, entonces, se
Ed
encuentran generalmente solos para decidir cuánto y lo complicado que es ser virtuosos
para prever un nuevo consumo de suelo agrícola para posteriores edificaciones.
Así pues, las políticas que pueden decidir el destino de las áreas agrícolas periur-
banas, contribuyendo a mantener y mejorar las características o transformándolas
o
en nuevas expansiones urbanas, son básicamente las políticas locales, con todas las
ventajas y limitaciones que implican.
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Los cuatro diferentes casos italianos que se presentan a continuación (el parque
agrícola del sur de Milán, el bosque de Mestre, el parque agrícola de la planicie de
Florencia Prato y los proyectos de agricultura multifuncional del Plan Paisajístico
Fo
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calidad urbana más equitativa en beneficio, efectivamente, de todos los ciudadanos,
e independiente de las posibilidades de gasto de cada uno, pueden aprovechar opor-
C
tunidades para realizarse que se ofrecen a menudo.
El proyecto de parque agrícola para el área del sur de Milán ha sido desarrollado
U
a partir de la iniciativa de algunas asociaciones cívicas, después apoyadas también
por algunas instituciones durante los últimos veinte años. El objetivo era, y es hasta
lP
ahora, sustraer a la expansión urbana las áreas rurales que todavía existen al sur de
Milán, antiguamente un campo muy fértil por la riqueza del agua y la consiguiente
posibilidad de tener varias cosechas al año, reconociéndolas como elemento esencial
ria
de la calificación ecológica, paisajística, alimentaria y cultural de la ciudad.
Con el transcurso de los años, el parque se oficializó como perímetro, indicación
cartográfica y zona de excursión, pero todavía ahora presenta elementos de abandono
ito
y degradación.
Con el proyecto Expo 2015, cuya candidatura ganó Milán —gracias también a la
elección del tema de la alimentación («alimentar al mundo»)— su calificación como
Ed
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Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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rador se puede notar cómo el campo que queda es tratado como un vacío en el que se
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deben colocar, de manera indiferente, nuevas instalaciones; en cambio, en la imagen
de la derecha, la representación de la trama rural que existe muestra la base para
U
poder construir un proyecto de territorio multifuncional.
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Figura 8. Planos del valle de Vettabia y la abadía de Chiaravalle. A la izquierda la inserción
funcional del depurador de aguas; a la derecha la valorización de la trama rural para
el diseño del proyecto del parque agrícola del sur de Milán
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ochenta, como idea para calificar la ciudad de tierra firme que se desarrolló en el siglo
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XX frente a Venecia.
En los años noventa, un primer financiamiento regional en el ámbito de las inter-
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venciones para la descontaminación de la laguna, sobre la base de un proyecto redactado
por la Empresa Regional de Bosques, permitió el inicio de la forestación. Asociaciones
lP
ambientalistas, clubes de Leones, Rotary, Soroptimist, etcétera, promovieron la idea
en los colegios y entre los ciudadanos. En los años siguientes el proyecto se extendió
a otros terrenos de propiedad comunal y provincial, mientras que el consorcio de
bonificación Dese-Sile promovió un proyecto para la realización de 120 km de franjas-
ria
tampón a lo largo de las riberas de los canales. En 1999, el plano regulador comunal
detectó otra idea de recalificación ambiental cuya forestación se confió a propietarios
privados, principalmente entidades con vínculos de uso de los terrenos adquiridos
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Ciudades intermedias y desarrollo territorial
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setenta, pero que solo actualmente se va concretando.
C
De una serie de conflictos (termovalorización e impactos sanitarios relativos;
proyecto de lotización para chalés en las Cascine di Tavola del siglo XVI, etcétera) que
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interesaron al cabo de los años, esta área de campo que queda entre las urbanizaciones
de Florencia, Prato y una serie de municipios menores que, por lo general, dan a la
planicie desde los territorios de las colinas limítrofes, maduró la propuesta de un
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parque territorial que se extiende desde Florencia hacia Prato, y más allá unas miles
de hectáreas más, aunque interrumpido en varios puntos por autopistas, carreteras,
canales artificiales, áreas productivas y diferentes urbanizaciones.
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En el área de Prato, entre los promotores de la iniciativa, después del plano
territorial-provincial de 2002 que la había representado figurativamente y normado
—plano revisado profundamente por la administración inmediatamente después de
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Desde entonces los municipios más cercanos a Florencia han incluido en sus instru-
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Anna Marson. La planificación multifuncional del territorio rural
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Región hasta ahora caracterizada por una fuerte economía agrícola, la Apulia
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evidencia una tradición mediterránea en la que sus agricultores, a diferencia de lo
que sucede en gran parte de Italia, viven tradicionalmente en los centros urbanos, y
no en zonas rurales o casas de campo aisladas. Entonces hay todavía una relación más
ria
estrecha entre centros urbanos y áreas agrícolas con las actividades relativas que las
caracterizan, y las áreas agrícolas que rodean la ciudad son todavía más importantes
para la ciudad y sus habitantes que en otros lugares, lo que constituye una dimensión
ito
estrechamente interrelacionada.
El reciente plano paisajístico regional ha localizado en el complejo catorce parques
agrícolas multifuncionales, tres parques CO2 de reforestación urbana y ha promovido,
Ed
de manera más general un pacto ciudad-campo para elevar la calidad urbana y rural.
Las diferentes acciones prevén jardines y huertos urbanos en las afueras, parques
agrícolas en el espacio circunscrito entre las diversas áreas urbanizadas, agricultura de
circuito corto y cosecha directa, itinerarios y recorridos lentos por el campo, huertos
o
lugar de las políticas urbanas, sociales, etcétera, potencialmente capaces de dar curso
a las políticas conjeturadas por el plano. Entonces, el desafío consiste, en gran parte,
en la capacidad de hacer que la máquina administrativa regional promueva acciones
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efectivamente intersectoriales.
3. A modo de conclusión
A partir de las reflexiones y de los casos expuestos de manera sucinta hasta aquí, parece
relativamente evidente cómo, mientras el arquetipo de la ciudad como conjunto de
asentamientos construidos y de campo que lo rodea representa un tipo ideal unitario,
no existen proyectos-tipo, estándares, aplicables a cualquier contexto.
257
Ciudades intermedias y desarrollo territorial
Para poder encontrar una actuación efectiva, todo proyecto de recalificación del
campo —potencial o realmente agredido por la urbanización— hacia una nueva
multifuncionalidad capaz de devolverle la capacidad de respirar, producir el alimento
del cual alimentarnos, dar alivio a nuestros ojos y recordarnos la larga historia de la
civilización como cultura del trabajo con la naturaleza, es necesario que se tenga en
cuenta una serie de aspectos.
El primer aspecto es el de las características de la sociedad local y de su identidad
P
cultural. En efecto, un proyecto no puede prescindir de las demandas sociales y de
C
las prácticas en curso, las que se deben subrayar analíticamente y conocer cualitati-
vamente; entonces es esencial ser consciente de que la oferta de visiones y acciones
U
innovadoras puede estimular demandas más avanzadas de las que se pueden subrayar,
sin las cuales la utilidad de cualquier proyecto tiende a desaparecer.
lP
El segundo aspecto que necesariamente se debe tener en cuenta está referido a las
formas de propiedad de los terrenos y a las expectativas de rentabilidad. En esta etapa
de crisis del rendimiento agroindustrial y del relativo estancamiento de los valores
de tierras e inmuebles, hay en cambio una demanda en el aumento de la producción
ria
local de alimentos. Para reactivar una economía agrícola y la posibilidad de acceso
a los terrenos por nuevos agricultores, debe quedar claro, sin embargo, que no hay
expectativas posibles de renta del suelo porque si no, los incrementos de valor espe-
ito
propia ciudadanía activa es difícil que pueda hacerse escuchar y contribuir a producir
políticas innovadoras, si las políticas públicas no son receptivas y atentas a las ideas
de los grupos de la sociedad que defienden intereses colectivos y amplios en lugar de
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¿Qué se entiende hoy por ciudades intermedias? ¿Qué papel desempeñan
en el desarrollo territorial?
P
urbanismo como del ruralismo, para responder a estas interrogantes y
presentar distintas miradas y experiencias sobre los vínculos urbano-rurales
C
desde la perspectiva común del desarrollo territorial.
U
Conocemos muy poco de las características de estas ciudades, sus roles, su
lP
posición en el sistema de ciudades, su dinámica, su historia. Por ello, este
libro propone un conjunto de investigaciones para comenzar a entenderlas,
a calibrar sus problemas, sus potencialidades, su lugar en el territorio y,
ria
sobre todo, el papel que pueden cumplir para el desarrollo de la gente en
sus respectivos territorios.
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