Kaminsky
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Sin embargo, no solo interesa conocer que son las instituciones sino también aquello
que creen que son. Lo que son y lo que no son, lo que son y lo que creen ser, lo que
son y lo que desean ser, etc. compone la pluralidad de imaginarios que se entretejen y
confunden con la realidad singular institucional.
3. Las instituciones tienen ojos. Los ojos, como en los humanos, son las puertas
que conducen al alma. Los ojos institucionales son los grupos. A través de ellos es
posible entrever a los que son objeto de ella y los que son sujeto de la misma.
El grupo objeto es el grupo sometido a las consignas instituidas, aquel que soporta y
sostiene la jerarquización institucional (su verticalidad). Su acción es la que se espera
de ellos. Son “hablados” por la institución incluso si cumplen mal las funciones y
expectativas que les caben. Ante la autoridad el grupo objeto inclina sus ojos, a lo más
mira de reojo.
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Ficha resumen del texto “Dispositivos Institucionales. Democracia y Autoritarismo en los problemas
institucionales”, puntos 1.1, 1.2 y 1.4 de Gregorio Gerardo Kaminsky, adaptada al Curso de Formación
de Acompañamiento Terapéutico dictado en CIAT. Los puntos mencionados son extraídos del texto
original.
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El grupo sujeto es aquel que opera o se propone operar ciertos desprendimientos de lo
establecido: pueden abrirse a un más allá de sus intereses puntuales aunque esto no
constituya necesariamente un más allá institucional. Aspira a “tomar la palabra” porque
en el discurso institucional siempre tienen algo que decir. Son los “hablantes” de la
institución, pero no asociarlos mecánicamente con los “rebeldes” institucionales
porque éstos bien pueden ser otra figura de lo instituido. Estos, como todo grupo
objeto van siempre al pie, de la letra, institucional.
No existen los grupos objeto o sujeto puro. Se trata de herramientas de uso para
trabajar en la movilidad de los insospechado institucional; esto remite a la
indispensable disposición para comprender la relacionalidad de lo instituido/
instituyente.
4. Los cuerpos instituidos son aquellos que han digerido hasta en sus gestos, las
reglas formales e informales de la institución. Son los cuerpos que tienen la regla
institucional.
Existen aquellos que se encuentran más bien ceñidos hacia la disposición vertical
según su organigrama y jerarquías (por ejemplo un ejército); pero también existen las
instituciones que dan lugar a la (co) existencia de cuerpos agrupados en formas
horizontales, de relación y comunicación (por ejemplo una universidad).
Hay aquellas cuya dimensión horizontal no opera sino como una fachada de
simulación u ocultamiento de una férrea e inconmovible estructura de conducción (por
ejemplo un partido político, un sindicato o una orden religiosa).
No se trata de liquidar la verticalidad para que así fluyan libremente los cuerpos
instituidos. Democrática no es la institución que elimina la verticalidad sino aquella que
no se aterroriza por los movimientos de las composiciones horizontales.
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5. Las violencias simbólicas no son otra cosa que modos de autoritarismo
encarnado.
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Estos términos generalizan las instituciones en torno a modalidades que, al fin y al
cabo, trascienden desde el vamos la especificidad institucional y despejan toda su
complejidad convirtiendo en un invisible psicosocial todo aquello que a sus ojos
sensibles y teóricos se hace imperceptible.
Entendemos por violencia discursiva aquella que cambiando los instrumentos y los
medios obra con arreglo a los mismos o semejantes propósitos que las otras
violencias guerreras.
El nivel imaginario de las instituciones expresa a las mismas y no solo las “representa”.
La dimensión imaginaria o la simbólica son dimensiones institucionales y no sendas
representaciones de la realidad institucional. Lo imaginario (y lo simbólico) es tan
constitutivo de lo institucional como las celdas para las cárceles y los chalecos de
fuerza para los manicomios. Es, precisamente, en el terreno de lo imaginario
institucional donde se ponen en juego las violencias y contraviolencias discursivas.
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hospitalaria o una clase escolar, porque no es menester recurrir a aquellos ámbitos de
sujetos socialmente estigmatizados, asilos, reformatorios: allí donde la violencia
discursiva se entreteje cotidianamente con la violencia física.
Existen discursos (algunos pretensiosos los llaman ciencias) acerca de los individuos y
también los hay sobre la sociedad. Sin embargo, lo que efectivamente existe son los
espacios de condensación de lo subjetivo y lo social: los grupos y las instituciones. Los
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Este material constituye una apretada síntesis de las clases dictadas por el Prof. Kaminsky en el primer
cuatrimestre de 1985. Se trata de un esbozo introductorio elaborado a los fines de dar comienzo a la
reflexión de la cuestión institucional, sus conceptos y, básicamente, sus problemas.
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hombres se producen, circulan y también se consumen solamente en estas
materialidades tangibles que son los grupos y las instituciones.
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La dimensión de lo instituido significa una estructura ya dada, mientras que la
dimensión de lo instituyente no es tan solo algo dado sino que se va haciendo, se va
conformando según este “juego” o dialéctica. La institución no es tan solo una cosa,
sino también algo en movimiento: aunque las paredes del edificio no se muevan
físicamente sí lo hacen en términos psicosociales. Este movimiento corresponde a la
relación entre lo instituido y lo instituyente; relación que no debe tomarse como
sinónimo de pasividad y actividad. No toda generación de acciones institucionales abre
las expectativas de lo instituyente.
Pueden registrarse los fines, objetivos, funciones o tareas de las instituciones, pero
todo ello no agota la trama compleja del proceso institucional. Aquello que omiten
finalistas y funcionalistas es la dimensión de lo imaginario en las instituciones. Aún
cuando sabemos que las facultades son para enseñar y aprender, para muchos es un
trabajo como cualquier otro, o un buen lugar para conseguir novia o marido o cientes,
etc. Aún cuando sabemos que las cárceles son espacios para purgar penas muchos
las consideran “universidades del delito”. Quiere esto decir que no solo interesa
conocer qué son las instituciones sino también qué creen que son. Y, para nosotros,
esto que creen forma parte de la misma dimensión institucional, como sus muros, sus
producciones y circulaciones. Todo ello, lo que son y lo que no son, lo que son y lo que
creen ser, lo que son y lo que desean ser, etc., compone pluralidad de niveles que se
entretejen y ramifican en la singularidad institucional.
Desde las instituciones podemos entrever a los grupos objeto y a los grupos sujeto.
El grupo objeto es el grupo sometido a las consignas instituidas: son aquellos grupos
que soportan la jerarquización institucional (la verticalidad), su acción es la que se
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espera de ellos, satisfagan o no las expectativas institucionales. Son “hablados” por la
misma incluso si cumplen mal las funciones que les caben.
Esta metáfora puede muy bien ser comprendida por sujetos de una institución
universitaria: tomar la palabra no se reduce al “activo” preguntar o inquirir sino más
bien al apropiarse de los discursos; mientras que repetir al pie de la letra es
exactamente eso.
El grupo sujeto enuncia algo, es enunciador (a veces es también necesario que sea
denunciador aunque sucede que grupos denunciadores, por sólo serlo no dejan de ser
grupos objeto); para el grupo objeto sus causas son oídas. No existen grupos sujeto u
objeto puros. Toda una movilidad, un movimiento de lo insospechado institucional nos
indica que las mutaciones grupales son frecuentes y lo que potencia la dialéctica
instituido/ instituyente.
Este material es una introducción que pretende recuperar la experiencia de cada uno
de nosotros en las instituciones y señalar algunas cuestiones conceptuales, para que a
modo de herramientas sean utilizadas en el abordaje que los alumnos realizarán de
las instituciones en el marco de su trabajo de campo.
Colaboraron en la elaboración de este material la Lic. Liliana Donzis y la Lic. María del
Carmen Bianchi.