Analisis XXX

ANALISIS: LA ENCICLICA LAUDATO SI DEL PAPA FRANCISCO EN
RESUMEN, EN SINTESIS
En el Capítulo 1 – “Lo que le está pasando a nuestra casa” y El Capítulo

segundo – “El Evangelio de la creación”, su santidad apunta hacia la
responsabilidad que como seres humanos, seres creados por el padre y seres
creyentes, tenemos con nuestra casa, es decir, la tierra, y su enfermedad
ambiental causada por años de contaminación. Esta responsabilidad, según su
santidad, representa el desafío más importante para nuestra sociedad actual, ya
que el clima es en sí mismo un bien común; un bien para todos y sobre el cual
todos tenemos responsabilidad. La crisis del clima no solo se puede ver desde la
dimensión ambiental, sino también política, económica, social y moral, ya que los
factores que más han contribuido al desarrollo del malestar climático desprenden
del desarrollo de las economías y de las sociedades modernas en la era de la
industrialización.
Vivimos en un mundo donde la economía depende de la extracción de los
recursos no renovables que se explotan de la tierra, esta es en si el principal
sostenimiento que mantiene a los Estados, y que permite en gran medida llevar
el estilo de vida capitalista que se estimula en la mayoría de las sociedades
contemporáneas, y que nos pone a todos en una contradicción moral, ya que la
brecha social, que se desprende del juego económico y los monopolios
empresariales, causan una desigualdad con la que en realidad no sabe nadie
como lidiar, generando grupos vulnerables sobre los que al final cae el mayor
peso de las consecuencias climáticas. Esto su santidad lo alinea con la ruptura
de las tres relaciones fundamentales: la relación con Dios, con el prójimo y con la
tierra.1 La distorsión radical de estas relaciones a causa del pecado son la causa
de nuestra insensibilidad hacia la creación de la que hacemos parte, no como un
ser especial que está por encima de las demás criaturas, sino como uno que
hace parte de la creación de un todo, de una misma belleza.
De igual forma las consecuencias irreparables con la naturaleza y las especies
de animales y naturales, a las cuales no les estamos haciendo justicia, son
dilemas que caen sobre nuestras intenciones de moralidad y cristiandad, y como
apunta su santidad, sobrellevamos con: “un cierto adormecimiento y una alegre
irresponsabilidad”2 esto como consecuencia de la indisposición de una “cultura
adecuada”. Ante esto la posición de su santidad se enfoca en buscar un estilo de
vida que vaya acorde al desarrollo del momento actual. Para esto es
1
https://www.revistaecclesia.com/la-enciclica-laudato-si-del-papa-francisco-en-resumen-en-sintesis/
2
indispensable que desde la cristiandad, se predique con el ejemplo moral, tanto
desde la posición individual como desde los gobiernos.
En el Capítulo tercero – “La raíz humana de la crisis ecológica”, nos habla de
la responsabilidad humana frente a las problemáticas actuales, y hasta donde ha
llegado el ser humano para conseguir lo que desea. Hoy no es la moral y las
luces lo que guía al individuo en la senda de la vida, sino una falsa noción de
progreso individualista, que esta completamente separado de la empatía moral,
centrando al individuo en sí mismo, poniendo sus intereses por encima de las
demás criaturas, incluso por encima de sus propios hermanos y del mismo
Padre. La lectura lo explica perfectamente en el siguiente párrafo:
“En la raíz de todo ello puede diagnosticarse en la época moderna un exceso de
antropocentrismo (116): el ser humano ya no reconoce su posición justa respecto al
mundo, y asume una postura autorreferencial, centrada exclusivamente en sí
mismo y su poder. De ello deriva una lógica “usa y tira” que justifica todo tipo de
descarte, sea éste humano o ambiental, que trata al otro y a la naturaleza como un
simple objeto y conduce a una infinidad de formas de dominio”.3
El Capítulo cuarto – “Una ecología integral”, aquí su santidad aboga a que no

podemos entender a la naturaleza como algo externo a nosotros, sino “como un
marco en nuestra vida”.4 Esto haciendo apreciación a que hay un vínculo entre
intrínseco entre los asuntos ambientales y las cuestiones sociales humanas el
cual no puede romperse, y por lo tanto, este lazo, puede ser usado tanto para el
bien como para el mal: “porque “no hay dos crisis separadas, una ambiental y la
otra social, sino una única y compleja crisis socio-ambiental”.5
En este sentido, su santidad hace un llamado al entendimiento de la ecología
integral, procurando la acción más que las palabras, ya que solo de esta manera
se podrá dejar un legado palpable a las futuras generaciones, mejorando la
calidad de vida ahora que aún estamos a tiempo, siguiendo siempre la idea de
que nuestras problemáticas actuales no son separadas, sino que hacen parte de
una mucha más general la cual llega hasta nuestra cotidianidad, tanto en los
sectores urbanos como en los rurales. Nuestro estilo de vida cambiara cuando en
colectividad y en individualidad, el amor al prójimo sea el constituyente esencial
de nuestra espiritualidad y nuestros deseos. Esta es la tarea que su santidad nos
impulsa a seguir.
El Capítulo quinto – “Algunas líneas orientativas y de acción”, es a la vez una
invitación y un reclamo. En este apartado su santidad insiste en que los análisis
no bastan, y que se requieren propuestas que lleven al dialogo y a la acción
3
4
5
inmediata,6 ya que las discusiones que se hacen en las cumbres mundiales
sobre el medio ambiente, no parecen generar ningún resultado práctico. Esto
último relacionado directamente con la incapacidad del poder político para
gestionar y tomar decisiones favorables y de peso frente a las problemáticas
ecológicas, por lo que hace un llamado al buen ejercicio de la gobernanza
global. Ante esto, su santidad apela a que las medidas a desarrollar, no deben
estar dirigidas por el interés meramente económico:
“Necesitamos un acuerdo sobre los regímenes de gobernanza global para toda la
gama de los llamados “bienes comunes globales”» (174), dado que «“la protección
ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y
beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no
son capaces de defender o de promover adecuadamente”7
“¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su
incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?” pregunta su
santidad. Si se quieren generar resultados precisos con proyectos que apunten al
cambio de los modelos de explotación ambienta, se requieren políticas
transparentes, encabezadas por las empresas y los políticos, pero de igual
forma, del resto de la población, porque al fin y al cabo somos nosotros los
consumidores finales.
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