Acuerdos de Paz
Acuerdos de Paz
Acuerdos de Paz
6 Historia del proceso de paz guatemalteco El acuerdo de Esquipulas II marca el momento en que la instancia negociadora se toma como la
única válida para resolver el conflicto guatemalteco. A raíz de ese acontecimiento se produjeron los primeros acercamientos entre las partes en
conflicto y, con fundamento en lo acordado, se estableció la Comisión Nacional de Reconciliación, quien, según el acuerdo, tenía la función de
constatar la vigilancia real del proceso de reconciliación, así como el respeto irrestricto de todos los derechos civiles y políticos de los
centroamericanos. En atención a sus obligaciones y atributos, la CNR tomó la iniciativa y desarrolló esfuerzos por dar un inicio a las pláticas de paz.
En octubre de 1987, un día después de la toma de posesión de la CNR, las partes en conflicto: la URNG y el gobierno (en cuya comitiva se
encontraba el ejército de Guatemala) hicieron un primer intento de acercamiento en Madrid propiciado por el embajador de Guatemala en España,
Danilo Barillas. Dichos acercamientos fueron violentamente rechazadas por grupos conservadores opuestos a la propuesta de paz.
La CNR buscó la manera de propiciar un ambiente negociador, de esa cuenta, se produjo una reunión con la URNG en Oslo, Noruega (30 de marzo
de 1990), en la que se dejaron sentadas las bases de lo que sería la negociación posterior. El acuerdo de Oslo fue denominado "Acuerdo Básico para
la Búsqueda de la Paz por Medios Políticos". Con éste se superó la objeción militar que buscaba el fin del conflicto por medios militares. Vale la
pena tener en cuenta que ese acuerdo no fue firmado por la comandancia guerrillera, sino por una delegación de tres médicos pertenecientes a la
comisión diplomática de la URNG y que como miembro de la CNR estaba Jorge Serrano Elías, quien posteriormente sería elegido como presidente
de la República. En dicho acuerdo se definió, como objetivo de la negociación, establecer un proceso serio que culminase con el logro de la paz y el
perfeccionamiento de una democracia funcional y participativa. A la vez creó la figura del "conciliador" que asumía el rol de mediador interno
(cargo que recayó en el obispo de la diócesis de Zacapa, Monseñor Rodolfo Quezada Toruño), presidente de la CNR, llamando también la presencia
de un observador de las Naciones Unidas, en representación del secretario general (cargo que recayó originalmente en Francesc Vendrell y
posteriormente en Jean Arnault).
El acuerdo de Oslo estableció que la CNR debía organizar rondas de encuentros de la URNG con diversos sectores de la sociedad civil y
posteriormente se reanudaría la discusión directa con el gobierno. La estrategia planteada advertía la necesidad de concientizar a los actores
guatemaltecos de la necesidad y posibilidad de la paz y de crear condiciones que hicieran posible retomar la negociación directa. De esa cuenta, se
realizaron una serie de reuniones, resultando de las mismas: importantes acuerdos o comunicados.
La primera de esta serie fue la reunión que se realizó entre los partidos políticos y la URNG en mayo de 1990, en El Escorial, España. En el acuerdo
se convino que la negociación se desarrollaría dentro de los marcos constitucionales, y que a la vez se pondría en marcha un proceso de revisión y
reforma institucional, lo que incluía reformas a la Constitución Política de la República, a fin de lograr las metas de paz y perfeccionamiento de la
democracia funcional y participativa. Las reformas acordadas no fueron logradas.
La segunda reunión se produjo entre la URNG y el sector empresarial organizado representado por la Comité Coordinador de Asociaciones
Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras de Guatemala, CACIF. Esta reunión tuvo lugar en Ottawa, Canadá, en agosto y septiembre de
1990. De esta reunión no se logró la suscripción de acuerdo alguno, sino sólo fue logrado un "comunicado" en la cual ambas partes formulaban
sendas declaraciones.
En septiembre de 1990 se desarrolló la reunión entre la URNG y líderes de los sectores religiosos (Iglesia Católica, Iglesia Episcopal, Confederación
de Guatemala, Alianza Evangélica, Iglesia Presbiteriana, Asamblea de Grupos Cristianos, Comunidad Judía). La reunión tuvo lugar en Quito,
Ecuador. De dicha reunión emanó la Declaración de Quito.
En el mes de octubre de 1990 se desarrolló la reunión entre la URNG y representantes del movimiento sindical y popular. Dicha reunión tuvo lugar
en Metepec, Puebla, México y de la misma emanó una declaración conjunta. Asimismo, en ese mes se desarrolló la reunión entre la URNG y
representantes de los sectores académicos, cooperativistas y profesionales. La misma tuvo lugar en Atlixco, Puebla, México y de ésta emanó una
declaración conjunta.
Con excepción del primer encuentro, en las restantes reuniones se coincidió en señalar que la paz necesariamente debía buscarse en la solución de
problemas nacionales y no solamente se refería a la conclusión del conflicto armado, lo cual indica que se advertía que la paz deseable era la que
tenía un contenido amplio.
El estancamiento del proceso se dio cuando, una vez concluida la ronda de encuentros, se volvió a la posición inicial, en la que el gobierno persistía
en negarse a volver a encontrarse con los insurgentes, si éstos no hacían presencia a los diálogos con el fin de discutir las condiciones para deponer
las armas. La dirigencia de la izquierda armada insistía en el tratamiento de los temas sustantivos o de reestructuración social, antes de deponer las
armas. Esa inflexibilidad sostenida durante el gobierno de Cerezo Arévalo tiene como justificación el hecho que durante su mandato, el ejército de
Guatemala se oponía rotundamente a las conversaciones con la guerrilla. Una frágil democracia naciente, difícilmente, tomaría el riesgo de
oponerse a las posiciones asumidas por los grupos de poder, toda vez que los sectores más duros del ejército habían intentado dos veces dar un
golpe de Estado.
Es lugar común que al período que comprende las reuniones que se sostuvieron entre la comandancia de la izquierda armada y los distintos grupos
representativos de la sociedad guatemalteca se le denomine fase de negociación indirecta.
Jorge Serrano Elías, cuando asume la presidencia de Guatemala (enero de 1991), se ubicó en una posición diferente al de su predecesor. Serrano no
buscó apoyo dentro de grupos de poder del Ejército, sino se limitó a impartir órdenes y asumir efectivamente su cargo constitucional de
Comandante General de dicha institución. Esta posición le otorgó suficiente fuerza como para que el ejército no le condicionara la posibilidad de
entablar diálogo con la URNG.
En abril de 1991, el presidente Serrano dio a conocer su "Iniciativa para la paz total de la nación", en la cual se pedía discutir inmediatamente el fin
de la lucha armada y la desmovilización de los insurgentes, así como su incorporación a la vida civil, el inicio de programas para lograr mayor
equidad económica y social y para profundizar el proceso democrático. Dentro de ese marco, formó una comisión gubernamental de paz, bajo la
dirección de Oscar Conde Orellana.
Ante esos hechos, era inminente que la comisión gubernamental se sentaría en la mesa de negociaciones con la URNG. Cuando esto se produce, el
Gobierno de la República entró a la negociación, a la inversa que lo hacen los insurgentes, asumiendo su legitimidad y el carácter democrático del
régimen imperante en el país. Por ello su motivación central era la de concluir el conflicto armado por medio de la negociación política (tal como lo
prescribe el Acuerdo de Esquipulas II). El gobierno admitió un conjunto de insatisfacciones y demandas sin respuesta, presentes en la sociedad,
pero no las vio como fundamentales del conflicto, sino como manifestaciones de un proceso democratizador inacabado, de ahí su reiterada
percepción de que la institucionalidad constituía la infraestructura adecuada para resolver esa situación y que el problema más urgente a resolver
era el aspecto bélico del conflicto. Con esa óptica, el gobierno pretendía buscar la solución lo más rápido posible al conflicto, concediendo menor
urgencia a los temas sustantivos.
La URNG llegó a la mesa con una posición menos reticente. Comparando su postura con la del Ejército, la URNG estuvo más interesada en articular,
e incluso participar en la convocatoria del diálogo nacional. Aceptó finalmente Esquipulas II y, en su nombre, presionó para realizar el diálogo.
Rearticuló sus frentes políticos nacionales e internacionales (como la Representación Unitaria de las Oposición Guatemalteca, RUOG) y reforzó su
campaña internacional de denuncia contra la militarización del país. En su discurso comenzaron a aparecer temas como el fin de la discriminación y
el respeto a la identidad de los pueblos indígenas y el llamado a realizar un diálogo nacional sobre temas sustantivos, como la situación agraria, la
distribución de la riqueza y la eliminación de las condiciones que provocan la pobreza y la violación de los derechos humanos. De esa forma, la
URNG se interesó en aparecer como representativa de los intereses de la población y socialmente marginada.
En fecha 26 de abril de 1991 se reunieron los representantes gubernamentales y la URNG en la ciudad de México. De esa forma se da inicio a la
llamada fase de negociación directa. Denominar a esa etapa como de negociación directa podría dar lugar a confusión, ya que no solamente se
hizo uso de la negociación como medio de solución de conflictos. En esta fase estuvieron presentes los buenos oficios y la mediación.
Durante la reunión de Ciudad de México se logró firmar el "Acuerdo del procedimiento para la búsqueda de la paz por medios políticos", o
"Acuerdo de México", en el cual se logró acordar un temario de once puntos a negociar y el procedimiento para desarrollar la negociación. El
temario incluyó:
2) Fortalecimientos del poder civil y la función del ejército en una sociedad democrática;
5) Aspectos socioeconómicos;
6) Situación agraria;
De esa suerte, la agenda contempló una parte para resolver una amplia gama de problemas nacionales (denominada parte sustantiva), para
después pasar a trabajar sobre el fin de la confrontación armada y la desmovilización de los rebeldes (denominada parte de procedimiento). Con
ello se puede notar que el proceso de paz tomó el perfil deseado por la dirigencia insurgente, en el sentido que primeramente debían abordarse los
temas estructurales y luego los procedimentales.
El acuerdo definió un proceso para negociar la firma de un acuerdo de paz firme y duradera en el que se consignarían los acuerdos políticos, su
implementación y ejecución por las partes, y los términos de verificación por la CNR y la ONU.
Este acuerdo tuvo amplio consenso en la población y ganó expectativas optimistas sobre la posibilidad de alcanzar rápidamente la paz. Esas
expectativas se acentuaron al firmarse el "Acuerdo sobre democratización para la búsqueda de la paz por medios políticos", también conocido
como "Acuerdo de Querétaro", suscrito el 25 de julio de 1991. Conviene citar textualmente a Gabriel Aguilera Peralta, quien le otorga una
importancia trascendental a este acuerdo. Veamos:
"Este acuerdo es uno de los logros más importantes hasta la fecha en la búsqueda de la paz. Constituye una especie de marco general para el
tratamiento de los restantes puntos del temario. En su redacción el acuerdo define lo democrático en cuatro dimensiones: política, social,
económica y cultural y le pone dos apellidos: funcional y participativa.
Al definir lo que quiere decir por 'funcional y participativa' se vierte una visión de una sociedad democrática que abarca sub temas como: respeto a
los derechos humanos, desmilitarización, reconocimiento de los derechos indígenas, necesidad de la distribución del ingreso, vigencia del Estado de
derecho, eliminación de la represión, retorno de los refugiados. Se plantea también la participación de la sociedad civil en la formulación, ejecución
y evaluación de las políticas de gobierno.
La importancia del consenso de Querétaro estriba también en que por primera vez desde que se inició la guerra interna ambas partes, gobierno e
insurgentes, se ponen de acuerdo en un modelo de sociedad democrática para el país...".
Siendo la democratización el primer punto de la agenda sobre temas sustantivos, con la adopción del acuerdo de Querétaro se dio por cerrado el
primer punto, dando paso, en octubre de 1991, al siguiente: los derechos humanos.
Los derechos humanos comenzaron a abordarse en septiembre de 1991 y para mayo de 1993 aún no se había resuelto. No existía consenso tal
como el observado al tratar el tema de la democratización. La discusión se movió a un terreno concreto que implicaba decisiones con efectos
prácticos, ello causó dificultad, toda vez que resultaba muy difícil lograr el consenso sobre decisiones que implicaran una óptica común sobre un
conflicto tan prolongado y complejo y que, obviamente, implicó violaciones masivas a los derechos humanos por parte de ambos bandos.
Ya para diciembre de 1992, se habían resuelto diez de los once puntos en que se subdividía el tema de derechos humanos. En las discusiones se
habían logrado entendimientos para dar plena vigencia (normativa y sociológica) a un conjunto de derechos ya incorporados en los ordenamientos
legales del país. Sin embargo, las grandes dificultades se dieron por la discrepancia en los siguientes aspectos:
a) La situación de las milicias auxiliares del ejército, compuestas por los comités voluntarios de defensa civil, conocidos originalmente como PAC. La
URNG pedía su disolución inmediata, en tanto que el gobierno ofrecía su disolución hasta finalizar el conflicto;
b) El momento de vigencia del conjunto de entendidos sobre derechos humanos. Al respecto, los insurgentes pedían la vigencia inmediata de los
acuerdos y el gobierno ofrecía la vigencia de éstos desde que finalizara el conflicto; y
c) La inclusión de una comisión que investigara violaciones de los derechos humanos en el curso del conflicto. A esto se oponía el gobierno,
protegiendo intereses de miembros del ejército.
Finalmente se acordó que el gobierno ya no organizaría más milicias auxiliares del ejército y que las existentes podrían ser encuestadas en cuanto a
la voluntariedad de pertenencia, quedando en libertad de retirarse los elementos que no estuvieren por voluntad propia. Como contrapartida, la
guerrilla aceptó que sus fuerzas fueran desmovilizadas hasta el final del conflicto. Las otras dos diferencias no pudieron resolverse, pues el
autogolpe de Estado del 25 de mayo interrumpió la negociación.
Cuando asumió Ramiro De León Carpio aceptó la renuncia de la CNR, que había actuado como mediador interno del proceso de pacificación,
integró una nueva comisión de paz gubernamental, bajo la dirección de Héctor Rosada Granados, formulando una propuesta conocida como "Plan
Nacional de Paz".
Mientras que los acuerdos de Oslo y México abordaron el tratamiento conjunto de temas sustantivos y operativos, el plan de De León Carpio
contemplaba una propuesta distinta al contemplar como eje central una división entre los temas sustantivos y operativos de la agenda, pues se
concibió que primero debía buscársele solución a las causas del conflicto armado y después ponerle fin al mismo. Con dicho plan, los temas
procedimentales seguían siendo negociados por gobierno y URNG, en tanto que los temas sustantivos pasaban a jurisdicción de un foro
permanente por la paz, integrado por representantes de la sociedad civil, cuyas recomendaciones se debían tomar en cuenta por el gobierno para
diseñar las directrices políticas. Otra novedad que contemplaba el plan era la de un mediador internacional, o sea un representante de las Naciones
Unidas, en lugar del mediador nacional que había sido el conciliador.
La propuesta de De León no tuvo entera receptividad. Al establecer que la negociación directa sólo giraría en torno a los temas operativos,
negándose la posibilidad de que la izquierda armada tuviera autoría de los acuerdos que pudieran lograrse y que la deposición de su actitud hostil
se diera únicamente cuando se diera solución a las causas que propiciaron el conflicto armado, colocaba en una situación desfavorable a la URNG.
La negatividad de los insurgentes ante la propuesta del gobierno estancó el proceso.
Estancado el proceso, las Naciones Unidas, quien, según el Plan Nacional de Paz, tendría la iniciativa de acercar a las partes, convocó a éstas a una
reunión que se llevó a cabo en México y, a raíz de la misma, se convino en los términos para reanudar las discusiones de paz por medio de un
instrumento denominado "Acuerdo Marco para la reanudación del proceso de negociación entre el gobierno de Guatemala y la Unidad
Revolucionaria Nacional Guatemalteca" (10 de enero de 1994).
En el apartado I del Acuerdo Marco se ratificó el temario de negociación establecido en el Acuerdo de México. Veamos:
"Las partes negociarían el conjunto de los puntos del temario general del Acuerdo de México en cada punto. Las partes decidirían conjuntamente
los alcances de sus compromisos, los cuales estarían sujetos a verificación.