18 Los Apócrifos Del AT

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Los apócrifos del Antiguo Testamento

Diácono Orlando Fernández Guerra

El término apócrifo viene del griego y significa “oculto”, y se usa para hacer referencia a
colecciones de textos surgidos en contextos judíos o cristianos, que no han sido incluidos ni en
el canon del Tanak judío, ni de la Biblia cristiana.
Los antiguos judíos solían clasificar los libros en tres grupos fundamentales: los “libros que
contaminan las manos”, o sea, aquellos tan sagrados que comunican la santidad con solo
tocarlos. En esta categoría estaban muchos de los hoy considerados canónicos. En segundo
lugar tenemos los guenuzim, palabra que significa “guardados”, “almacenados”, porque sólo los
sabios podrían leerlos sin que se dañase su fe. Estos eran muy apreciados pero no
considerados inspirados, aunque algunos guenuzim más tarde ingresaron al canon cuando se
resolvió el obstáculo teológico que los inhabilitaba para la lectura o el culto público. Estos
fueron: Proverbios, Cantar de los Cantares, Eclesiastés, Esther y Ezequiel. Y, finalmente, los
“libros de afuera”, que consideraban repudiables o despreciables.
La mayoría de los libros apócrifos que hoy conocemos provienen de estos dos últimos
grupos. Ahora bien, ¿por qué son interesantes los libros apócrifos si, -al no ser escritura
inspirada-, no son vinculantes para la fe? Porque proporcionan una gran riqueza como fuentes
históricas alternativas para la investigación bíblica. Vamos a ver algunos ejemplos, teniendo en
cuenta los tres grupos de libros que dijimos en el artículo anterior.
Cuando se estudian los targúmenes comienza uno a hacerse una idea más clara del
contexto histórico, literario y teológico en que nacen estos escritos, y la influencia que más tarde
tuvieron en el nacimiento del judaísmo rabínico aparecido tras la destrucción del Templo de
Jerusalén. La manera en que hasta hoy celebran su fe los judíos y el uso que hacen de la
Escritura, el Talmud y la Misná tiene mucho que ver con aquellos antiguos rollos.
Por otra parte, la literatura apocalíptica, aunque no es propia de Israel porque tiene raíces
persas, comienza a desarrollarse en el pueblo de Dios durante el exilio babilónico y tiene su
apogeo en los dos siglos anteriores al nacimiento de Jesucristo, debido fundamentalmente a la
situación de dominación extranjera que experimentaba el pueblo y a las cruentas persecuciones
que por motivos religiosos eran sometidos. La esperanza en un “más allá” esplendoroso, en una
“nueva tierra”, “una nueva Jerusalén”, etc., son propias de esta literatura.
Por esta razón, muchas veces fuera de los libros canónicos no encontramos otra fuente
documental paralela para entender el desarrollo de alguna doctrina, o práctica litúrgica en la fe
del pueblo. Sin embargo, en ellos podemos cotejar la diversidad de posturas que sobre temas
teológicos importantes existía entonces en algunas comunidades.
La Biblia no cayó encuadernada del cielo con una lista fija de libros inspirados, sino que
son el fruto de un largo proceso de redacción en el que todos estos factores (históricos,
políticos, literarios, culturales y teológicos) jugaron un papel importante. Es lo que el documento
del magisterio “La interpretación de la Biblia en la iglesia” llama: el proceso de encarnación de la
Palabra. No tenerlos en cuenta supondría asumir una visión fundamentalista del texto sagrado
que haría un flaco servicio a la revelación del Dios de la historia.
Finalmente, he aquí una lista, aunque no completa, de los libros apócrifos más conocidos
y estudiados: Apocalipsis de Abrahán; Vida de Adán y Eva; Carta de Aristea; Apocalipsis de
Baruc; El documento de Damasco; Apocalipsis de Elías; III libro de Esdras; IV libro de Esdras; El
libro de Henoc; Los Secretos de Henoc; La ascensión de Isaías; José y Asenet; El libro de los
Jubileos; III libro de los Macabeos; IV libro de los Macabeos; La oración de Manasés; El
apocalipsis de Moisés; La asunción de Moisés; El testamento de los XII Patriarcas; Vida de los
Profetas; Salmos de Salomón; Los oráculos Sibilinos, entre otros.

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