Fracaso Escolar
Fracaso Escolar
Fracaso Escolar
Del mismo modo, no podemos caer en el error de centrar el problema del fracaso
escolar en el alumno y olvidarnos de la responsabilidad que tienen otros agentes e
instituciones, así como de los entornos sociales y familiares, del sistema educativo o
de la propia escuela, todos ellos factores que interactúan con él.
Desde la Unión Europea se ha apostado por lograr una sociedad del conocimiento,
considerando que la lucha contra el fracaso escolar debía convertirse en una de sus
prioridades principales. De hecho, los Ministros de Educación de todos los países
miembros acordaron, en marzo de 2008, el objetivo de reducir el porcentaje de
abandono escolar a un 10% antes del año 2010, algo que ha quedado en una mera
utopía.
Entre los países de la Unión Europea (UE) que ya tenían que hacer enormes
esfuerzos para reducir sus cifras de fracaso escolar destacaban tres –Malta, Portugal
y España- donde las tasas eran preocupantes. En Malta la cifra alcanza un 41,2%, a
pesar de una reducción muy importante en el último quinquenio, y en Portugal se
registra un 38,6%. En España, la tasa de fracaso escolar es del 30,8%, lo que
significa que duplicamos la media europea situada en el 15.2%.
Tal y como se ha expresado, inicialmente, la ambigüedad del término puede
llevarnos a conclusiones erróneas. Todos estamos de acuerdo en que el fracaso
escolar es uno de los problemas más graves que padecen los sistemas educativos
en la actualidad. Este hecho ha motivado que aumente el interés de los organismos
públicos por solucionar esta problemática y por trabajar en la búsqueda de las
causas que lo originan. Por consiguiente, esta situación exige una reflexión global
por parte de toda la comunidad educativa (instituciones, docentes y padres).
Desde mi perspectiva, el término fracaso escolar es aquel que debería aplicarse a los
alumnos que al concluir su enseñanza obligatoria, o a lo largo de ella, no han logrado
alcanzar los objetivos educativos que se habían propuesto inicialmente. Por lo tanto,
el rendimiento académico obtenido ha estado por debajo del esperado.
No obstante, buscar una solución a un problema como este es, ante todo, una tarea
compleja que conlleva una implicación individual y colectiva para ser superado. La
dificultad para la resolución del fracaso escolar tiene su origen en que éste se ve
afectado por causas muy diversas, las cuales hacen que tanto su diagnóstico como
la búsqueda de soluciones se consideren un trabajo arduo. En esta misma línea
argumental, Castillo (2016), señala que: El fracaso escolar es una situación
polivalente y especialmente compleja, y en el momento de la intervención hay que
tener en cuenta variables diversa.
Por otro lado, el fracaso escolar no puede separarse de sus protagonistas, ya que
según establece Bonal (2014): El proceso de maduración y construcción de la propia
identidad, con las dificultades y contradicciones que les suponen es un elemento
interpretativo definitivo a la hora de valorar el fracaso escolar como fenómeno tanto
personal como sociológico. Así pues, el fracaso escolar es un escenario que se
sustenta sobre dos pilares básicos
En este planteo existe la idea de un algo previo e irremisible que ninguna educación
puede sustantivamente modificar. Tal planteamiento tiene una ideología subyacente
que asigna a la naturaleza la responsabilidad última de las desigualdades en el
aprendizaje escolar constituyendo el sustento de ciertas políticas de discriminación
educativa y exclusión social. (Seve, 2015).
Fracaso escolar y pautas culturales: en las últimas décadas las dimensiones socio-
ambientales son incorporadas al análisis del rendimiento escolar. Los factores
culturales y socio-lingüísticos se constituyen en ejes temáticos de la problemática
educativa y de la cuestión de la incorporación y exclusión del sistema, de
determinados grupos y sectores sociales.
Por lo contrario cuando tales pautas son revertidas, los mismos alumnos - los de
sectores populares - alcanzan un rendimiento escolar más alto y llegan, en muchos
casos, a lo largo del tiempo, a niveles de aprendizaje semejantes a los chicos de
otros grupos sociales (Cresas, 2016). Fracaso escolar y enfoque multidimensional:
en este enfoque, el fracaso escolar es interpretado como el efecto resultante de la
articulación y convergencia de múltiples factores.
Ésta es, tanto de aquellos factores referidos a los aspectos intrínsecos del
aprendizaje escolar (infraestructura, equipamiento, material didáctico, formación y
perfeccionamiento docente, contenidos, métodos de enseñanza, pautas de
evaluación del aprendizaje, percepción del docente de la realidad social del alumno,
canales de comunicación entre escuela-familia, etcétera) como de los factores
externos a la escuela, es decir, los específicamente referidos a la familia y
comunidad (actitud paterna hacia la escuela, pautas de crianza y modelo de niñez,
ocupación de los padres, vivienda, ingresos, participación y comunicación de la
familia con la escuela, trabajo infantil, percepción de la familia acerca de la acción
educativa). De tal manera que el fracaso escolar aparece como la resultante del
entrecruzamiento dinámico de factores culturales y materiales, internos y externos a
la escuela. (Tedesco, y Parra, 2015).
De tal manera que ahora puede comprenderse que muchos casos intelectualmente
normales, considerados por los padres o maestros como fracasos en estudios (en
algunas o en todas las asignaturas), en realidad no son tales, sino jóvenes que
rinden un patrón diferente, quizás un poco inferior al de la mayoría de su grupo, pero
que de todas maneras lo hace inferior conforme a su propia modalidad o capacidad,
y en este caso lo importante es descubrirlo y saberlo orientar, dándole al adolescente
la explicación adecuada, junto con la reafirmación de confianza en sí mismo
También puede ser pedagogía inapropiada aquellos casos que fracasan debido a
una inadecuada ubicación de grado o de año de estudio por falla de conocimientos
fundamentales para el rendimiento del grado en que han sido colocados; es
frecuente encontrar estos problemas cuando los alumnos pasan de tercer año de
secundaria, a preparatoria, en que hay diferencias considerables en contenido de
materias, en formas de estudio, horarios, etcétera., de un grado a otro.
La angustia provocada por los exámenes, o por miedo del adolescente a perder la
aprobación o afecto de los padres o profesores, es otro ejemplo de la intervención
mixta de los factores. También puede ser frecuente la mezcla de problemas
orgánicos y emocionales.
Los estudiantes con dificultades lo suelen pasar muy mal, debido a que por sus
dificultades, son señalados, humillados, censurados, castigados, reñidos,
incluso puedes sufrir distintos tipos de bullying. La solución no pasa por condenarles,
sino por ayudarles. Una dificultad se convierte en problema cuando no sabemos
cómo solucionarla. Te expongo un ejemplo muy simple para entenderlo:
También las repercusiones del fracaso escolar son más grandes en los chicos que
en las chicas, por aquello de que aún las expectativas laborales, discriminando los
sexos, son mayores en los varones que en las mujeres; y por estas razones se
sienten más afectados los padres cuando es el hijo, y no la hija, quien fracasa en la
escuela.
Al padre Llanos se le apodó en España durante años “el cura rojo”, por su talante
progresista, comprometido en la ayuda de los jóvenes socialmente más
desfavorecidos. Sus palabras están entresacadas de una entrevista, en la cual hacía
referencia a los chicos de su barrio, algunos de ellos en situación de delincuencia y
drogadicción, que acudían a visitarle a la parroquia.
Los expertos consultados señalan que es importante incluir procesos como enseñar
a pensar y enseñar a aprender dentro del proceso formativo, a la vez que se
favorecen los mecanismos que permiten un mejor conocimiento de uno mismo.
El papel del profesor es de vital importancia para conseguir este objetivo. De hecho,
los dos ingredientes con más influencia en la mejora del aprendizaje, son la calidad
docente y la necesidad de que los alumnos adquieran competencia en la gestión
de su propio aprendizaje.