Síntoma
Síntoma
Síntoma
El primer concepto a linderado lo moral, una clave ética que decide no solo el
despliegue psíquico, sino también la clave social en su dimensión histórica y
que ha hecho carrera en cada una de las ciencias que por lo humano (el
hombre) se han ocupado. Ha implicado entonces una mirada en el orden de la
descripción del comportamiento de las especies, su condición de forma,
desarrollo y de despliegue, según la temporalidad, según el espacio-lugar
mismo que le decide y determina. Se ha apelado al signo, al rasgo como una
manera de acercar la mirada a aquello que se ha salido de su cauce, de su
ruta, sin justificación aparente. Eso que se “sale” es significado a través de la
categoría de lo “anormal”, lo cual implica, justamente agotar esfuerzos para
decantarlo hacía lo “normal”.
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En Freud, recuérdese, el síntoma implica el retorno de un sentido reprimido en
función del ideal de felicidad. Desde esta perspectiva el síntoma comporta una
satisfacción sustitutiva a la que la persona de ningún modo va a rehusar, pues
el ideal opera desde la clave de sentido que impera en lo social. Con ello el
creador del Psicoanálisis ha introducido la subversión sobre el síntoma médico
y psicológico; pues este no se considera signo de una patología. Ahora, en
Lacan el síntoma implica la experiencia de un goce particular a cada quien, en
función de la exclusión del deseo, es el síntoma un significante reprimido de la
conciencia, es un sentido reprimido; es enigma.
Lo reprimido y el goce, como modos del síntoma, ya advierten otra lectura, otra
perspectiva que se diseña desde el modelo estructural. El sufrimiento humano,
si se prefiere el malestar, comporta una operación que evidencia su función
misma donde lo normal y lo anormal son condiciones ajenas a lo mental, pero
que se le asumen como si lo fuesen.
La adicción por ejemplo comporta como síntoma una función que no se deja
reducir a lo moral (normal-anormal), las adicciones dan cuenta de ello en la
sola experiencia. En la tarea que nos ocupa, se apunta precisamente a linderar
una perspectiva distinta que permita enriquecer la discusión en sentido
investigativo, en la comprensión misma del síntoma en lo mental-psíquico;
sobre todo en una época en la cual ello se exacerba.
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problematizado el lenguaje, la lengua, la palabra; le ha descubierto en su
condición basal, lo enigmático en tanto estructura.
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Dice Nietzsche1: “Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez
llegar a imaginarse que está en posesión de una <<verdad>>”. (Pág. 21).
Olvido en tanto negación, en tanto efecto de ficción.
Dice Nietzsche: “La <<cosa en sí>> esto sería justamente la verdad pura, sin
consecuencias) es totalmente inalcanzable y no es deseable en absoluto para
el creador del lenguaje”. (Pág. 22). Inalcanzable en tanto el lenguaje pese a
que permite nombrar, no ingresa a la totalidad de la cosa; y no es deseable en
tanto que el hombre no se resigna a nombrar, pues su condición misma es de
otro rasero, llámesele formas simbólicas, llámesele sentido, llámesele deseo,
llámesele obra.
La tarea del lenguaje es entonces designar las relaciones de las cosas
respecto del hombre y a través de la metáfora.
¿Qué metáforas?
1
Nietzsche F. Sobre Verdad y mentira. Hans Vaihinger. Edit. Tecnos 1990. España.
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Según Nietzsche, el lenguaje en su origen no da continuidad a un proceso
lógico y su materia prima no procede en modo alguno de la esencia de las
cosas.
¿Qué son las cosas para Nietzsche? Agrega E. Fink (Pág. 188):
“Las cosas son solo ficciones, produceos aparentes, detrás de los cuaÀes hay
un determinado quantum d| fuerza, de poder. La vida fluy—nte, impulsada por
la voluntad de poder, la vida inestable, siempre móvil, es lo único real; en
cambio, todas las cosas finitas, limitadas, no son más que ficciones”. Si se
prefiere, la cosa es el antojo del lenguaje. Recuérdese todo el armado que
comporta el lenguaje, su representación, su condición de objetividad y de
subjetividad, ha sido remontado por la pregunta por el sentido. Dicha pregunta
instala lo humano como derrotero, como aspiración y promesa.
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FINK. E. La Filosofía de Nietzsche. Alianza editorial 1989. Madrid. Cap. 5 La obra póstuma. La voluntad
de poder: Problema del nihilismo.
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Lo humano, el hombre, la metafísica y el nihilismo; todos ellos asuntos en el
ejercicio de escritura (más allá de las disciplinas) contenidos en el lenguaje y
significando épocas, decidiendo comportamientos, decidiendo lógicas de
sentido. Tal vez el cuestionamiento no es por la verdad de la cosa externa,
pues tal despliegue, como acontecimiento en serie, no incluye lo enigmático del
hombre como condición decisiva del mismo. Tal enigma jalona al lenguaje,
impone su avance y transformación; pero el asunto aún no es la resultante
como síntoma de lo mórbido en lo mental-psíquico; más bien en el justo
entronque en el que se deciden síntoma y lenguaje en tanto obra pendiente, lo
cual advierte Nietzsche. El asunto es pues en el lindero del enigma en tanto
angustia, en tanto nada, en tanto humano.
Del termino
Lo ubica, de entrada, en la dimensión estética, la cual es considerada como
ciencia de las cualidades que corresponden a la sensibilidad. Señala que la
actividad psicoanalítica no apunta necesariamente a lo emocional. Sin
embargo, dado que la literatura estética ha desviado el sentido otro que lo
sensible comporta: lo espantable, angustiante, espeluznante; esto es, lo
siniestro; resulta pertinente mirar el otro sector de la estética.
Freud, pese a que reconoce la estética como clave que mira cierta dimensión
de lo humano, no va a transitar, en su escritura, por dicho modelo. ¿Qué
hubiese resultado para el psicoanálisis si Freud asume con su habitual rigor el
modelo que apenas nombró? Sin duda, el autor lindero cierta posibilidad
transdisciplinar, la demarco tan solo.
3
FREUD. S. Obras completas. Biblioteca Nueva 1996.
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Obsérvese la segunda clave del término: ¡esta en la angustia!, esto es, allí
reposa.
Propone el autor averiguar acerca del sentido del término unheimlich (lo
siniestro) y observar dicha sensibilidad en la experiencia de las personas.
Lo siniestro en la experiencia
De la formulación final
Para Freud el retorno en la represión para enunciar lo siniestro no es suficiente.
Señala que la proposición no es posible invertir: “no es siniestro todo lo que
alude a deseos reprimidos y a formas de pensamiento superados y
pertenecientes a la prehistoria individual y colectiva” (Pág. 2500) Además, los
ejemplos que argumentan la proposición encuentran cierta oposición con otros
análogos que la contradicen.
3. Una ética que remonte la acción como valor y que instale el signo de las
pietas para el ser vivo.
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VATTIMO G. Más allá del sujeto. Nietzsche, Heidegger y la hermenéutica. Paidós Studio.
Segunda edición 1992.
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¿Es renuncia o es lectura?
En el capítulo primero de Vattimo (1992) que titula: “Nietzsche y el más allá del
sujeto”, más allá del personaje alemán, Vattimo lindera los mojones de
¿Uebermensch? ¿Dogmática filosófica? ¿Ueber?, referenciando los aportes de
Martín Heidegger, Georges Bataille, Gilles Deleuze, escritura que explicita la
importancia del pensamiento nietzscheano a la luz de los conceptos señalados.
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A propósito de la imagen. Recuerdese el aporte de Lacan: Lo imaginario. Término que
apela a la resultante identificatoria por la vía de lo especular, en la cual la niñez ingresa
al dominio de las funciones motoras en tanto se identifica con el otro. Lo simbólico.
Apela, dicho concepto, a la clave del significante, para señalar que el inconsciente está
estructurado como el lenguaje. Lo real. Digamos que es lo que escapa a la significación,
lo que está fuera del orden simbólico, excluido de la realidad y por ello, carente de
sentido. Con ello para puntuar en la lectura psicoanalítica, justo allí en el encuentro que
evoca desencuentro a modo de defensa. ¿Qué defensa?
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¿El más allá del sujeto? Vattimo señala que la tarea de una hermenéutica
radical se configura en el interrogante de la noción metafísica del sujeto. De allí
que resulte inquietante el modo metafísico de velar el ser.
“Así hablaba Zaratustra: un libro para todos y para nadie”. Título y subtitulo
a modo de advertir de entrada dos personajes siempre posibles: “todos” y
“nadie”, el primero a modo de continuidad con la imagen de otro que lo decide y
determina; y el segundo que se apela en el encuentro consigo.
Del prologo
9
Ibid.
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La voz del anciano en función de la creencia, de la religión, de Dios. Pese a
que el anciano personaje ha logrado una lectura de los hombres y por ello su
desamor hacia los mismos, se ha instalado en la creencia a modo de velo, en
tanto apela a su Dios para desplegar su amor, a diferencia del Zaratustra quien
dice: “¡Este viejo santo no se ha enterado todavía en su bosque que Dios ha
muerto! (Pág. 39). Nietzsche apela a través de este curioso personaje a la
metafísica hecha carne, hecha tiempo, hecha destino. Ingresa entonces dos
personajes que linderan al lado y lado el lenguaje.
Dice:
- ” ¿Qué haces ahí? _dijo al fin_. Sabía hace mucho tiempo que el diablo
me echaría la zancadilla. Ahora me arrastra al infierno. ¿Quieres tu
impedirlo?”
“Nada de eso _insistió Zaratustra_: del peligro has hecho tu oficio; nada
censurable hay en ello. Ahora tu oficio te ha hecho perecer. Yo, por eso,
te enterraré con mis manos”.
Sin embargo, la muerte como instante antes del lenguaje ¿Qué evidencia?
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