Psicopatologia Familiar PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 6

La Terapia Familiar ha utilizado con naturalidad la psicopatología.

El diagnóstico clínico formaba parte de su


lenguaje fundador, que dio sus primeros pasos, no lo olvidemos, buscando respuestas al enigma de la
esquizofrenia, así como nuevas maneras de abordar el que constituía y constituye el principal problema de la
salud mental, por su gravedad y por las discapacidades que genera.

La psicopatología se define como la ciencia que estudia los trastornos psíquicos, y precede a la psiquiatría (o
psicología) clínica, que agrupa los síntomas que describe la psicopatología en entidades que supuestamente
tienen una relación etiopatogénica y/o similares tratamientos entre sí.

La patología es una construcción nacida de la interacción entre los mitos, prejuicios y creencias de una cultura
sobre lo saludable y lo enfermo, lo bello y lo feo, lo bueno y lo malo, y la lucha de una persona para sobrevivir
y adaptarse a estos criterios contrapuestos.

El concepto de salud mental se vincula a la noción de desarrollo óptimo del individuo


dentro de su entorno, teniendo en cuenta su edad, capacidades, condiciones de vida y cultura.

Posibles criterios de determinación de normalidad /anormalidad:


Lo contrario o lo distante a un ideal (ideal de perfección) Lo raro o lo infrecuente (criterio estadístico)
Lo que perturba, es inadecuado o supone una ruptura (criterio social)
Criterio subjetivo (vivencias personales de malestar, dolor o sufrimiento)

La salud mental es el resultado de una correcta ‘nutrición relacional’, entendida como la vivencia subjetiva de
ser complejamente amado.

ESTRUCTURA DEL BIENESTAR PSICOLÓGICO


Los determinantes de la calidad de vida y de la satisfacción personal son:
Bateson, que proponen aproximarse a cada caso, a cada sistema, como distinto de todos los anteriores. No
hay una idea de patología individual o relacional, sino problemas existenciales que se sustancian entre
familia/pareja/paciente y terapeuta.

Es esencial acercarse a cada situación con la posición del «no-saber», por lo que en realidad lo aprendido en
el tratamiento de un caso no nos sirve demasiado para enfrentarnos al siguiente, ya que cada uno es
diferente.

El diagnóstico, es decir, la agrupación de conflictos/problemas/ conductas similares no tiene mucho sentido,


ya que nunca vamos a encontrar dos sistemas iguales entre sí. No podemos encontrar tampoco «evoluciones
previsibles» ni sistematizar posibles intervenciones.

Evidentemente, se trata de desarrollar un diagnóstico relacional, un lenguaje que dé cuenta de las


disfunciones de los sistemas que acuden a nuestras consultas, y que conecte con el lenguaje psicopatológico
y de la psiquiatría (psicología) clínica, buscando tender puentes y una mejor comprensión del sufrimiento
humano,
LA DETECCIÓN DE LOS TRASTORNOS PSÍQUICOS
La existencia de un trastorno psíquico suele manifestarse por:
 Una alteración de las relaciones interpersonales
 Por cambios anómalos en la conducta de las personas o del grupo familiar de pertenencia
 Elevado nivel de aislamiento
 Frecuentes expresiones hostiles

El planteamiento de desarrollar una «psicopatología relacional» es apasionante. Se trata de sustituir las


descripciones fenomenológicas de los signos y síntomas que nutren la psicopatología tradicional por las
disfunciones, trastornos y conflictos relacionales, especialmente los asociados con la familia de origen, que
estarían en la génesis, desarrollo y mantenimiento de los trastornos relacionales.

Estas bases, que parten de los ejes fundamentales de la conyugalidad y la parentalidad, que se organizan en
deprivaciones, caotizaciones y triangulaciones, van confomando el marco en el que se inscriben las psicosis,
la neurosis, la depresión y los trastornos de vinculación social. La definición de las bases relacionales de los
trastornos psicopatológicos debe permitir avanzar en la fijación de criterios específicos para guiar la
intervención terapéutica.
Neurosis
En el área de maltrato psicológico definido por las triangulaciones, las neurosis representan, además del
trastorno psicopatológico de menor gravedad, la modalidad de triangulación más clara y más fácil de describir.
Hemos llamado ‘triangulación manipulatoria’ a la situación relacional en la que un miembro del sistema,
generalmente un hijo, recibe mensajes de otros dos, generalmente los padres, invitándolo a unirse a su juego
mediante alguna modalidad de coalición.
La ansiedad, que es la manifestación neurótica más general e inespecífica, constituye la respuesta básica a la
triangulación manipulatoria. A ella se pueden añadir otros síntomas, dependiendo de los juegos relacionales que se
desarrollen superpuestos a la triangulación

Psicosis
Se deduce que la psicosis puede ser considerada un ‘trastorno identitario’. Y ya hemos visto que la identidad está
fuertemente blindada frente al cambio, ya que no admite confrontaciones directas. Los cambios identitarios, si se
producen, lo hacen por vías colaterales y como resultado de estrategias indirectas. Esto constituye un serio problema en
la psicosis, porque la identidad en ella está hipertrofiada hasta el punto de ocupar casi todo el espacio narrativo.
Se comprenden las dificultades que encuentran los modelos que abordan individualmente a la psicosis y hasta se
entiende que Freud afirmara la imposibilidad de psicoanalizar a los psicóticos. ¡Tenía razón! La identidad delirante «no
es asequible a la argumentación lógica», como decían los viejos manuales de psicopatología, y su gran crecimiento
reduce a un mínimo la narrativa no identitaria, haciendo también muy difícil su abordaje individual directo. En cambio, la
terapia familiar cuenta con la organización y la mitología como espacios adecuados para la intervención. Cambiándolas,
se hace posible ampliar indirectamente la narrativa no identitaria y, en última instancia, ayudar a que se redimensione y
modifique la identidad.

Depresion Mayor
La ‘organización’ de la familia de origen del depresivo mayor presenta generalmente una apariencia aglutinada, bajo la
cual subyace un fondo desligado y hasta expulsivo. Se habla mucho de unidad, pero el paciente puede tener la impresión
de que su presencia es, en realidad, superflua. La pareja parental se muestra, como hemos dicho, ‘cohesionada’, en
contraste con la mayor distancia emocional que evidencia con respecto a los hijos y, particularmente, con el paciente.
En la ‘mitología’ de la familia del depresivo se distinguen unos ‘valores y creencias’ presididos por la ‘descalificación’ del
paciente. El ‘clima emocional’ muestra el contraste entre una apariencia de calidez solidaria y un fondo de gran frialdad
e hipercrítica. Se da por sentado el fracaso del paciente, dadas su incapacidad, su insignificancia y sus escasos recursos.
Crecer en un ambiente de hiperexigencia, donde está prohibido rebelarse, conduce a construir una identidad que
incorpora narrativas coherentes con ese contexto. En ellas ocupan lugares preferentes la responsabilidad, el deseo de
quedar bien con los demás, la necesidad de preservar la respetabilidad de las apariencias y de comportarse «por encima
de cualquier sospecha»

Trastorno de la vinculación social.


Un fracaso simultáneo de la parentalidad y la conyugalidad. Con mucha frecuencia, la pareja parental se constituye ya de
forma casual, en ausencia de verdaderos vínculos, o se rompe apenas constituida. A su vez, la parentalidad se muestra
titubeante y contradictoria, gravitando a menudo solo sobre la madre quien, inmadura y acosada por múltiples
dificultades, resulta incapaz de ejercerla.
la identidad de los miembros individuales representativos de la multiproblematicidad es escasa y débil, y ello no debe
hacer pensar en carencias intelectuales. Una «identidad pobre y poco consistente» significa que, en el proceso
madurativo del psiquismo de estos sujetos, pocos han sido los constructos narrativos seleccionados como identitarios.
Pocos y de forma poco clara. Por eso, su personalidad mostrará un exceso de indefinición en algunos aspectos
importantes. Ello no es óbice para que se pueda tratar de personas inteligentes y complejas. Si hay un constructo
identitario que suele destacarse, es el que corresponde a la bipolaridad semántica ‘rebeldía/dependencia’, asociados
ambos términos con intensidad paradójica. En efecto, son sujetos díscolos y poco respetuosos de las instituciones; al
mismo tiempo, desarrollan una gran dependencia de ellas,
La identidad del paciente límite no suele ser muy sólida ni consistente, pero muestra algunas características que vale la
pena destacar. Quizá sea la ‘labilidad’ la principal característica emocional de la identidad límite: frecuentes cambios de
humor, que pasan de la depresión a la agresividad y de la ansiedad a la euforia.
el objetivo de la actividad terapéutica debe ser liberar de síntomas y disminuir el sufrimiento mediante el pleno
restablecimiento de las relaciones amorosas, complejamente interferidas en los procesos patológicos. Hacer, pues, que
las personas se sientan relacionalmente nutridas o, lo que es lo mismo, complejamente amadas. A tal efecto, será de
gran utilidad contar con guiones, tan fieles como flexibles, que orienten sobre los modos y las maneras en que se han
producido, y, en mayor o menor grado, se mantienen las interferencias patológicas del amor complejo.

Si decimos de las psicosis que su contexto relacional más significativo es la triangulación desconfirmadora, tendrá
sentido que organicemos la terapia familiar de los pacientes psicóticos como un proceso: a) destriangulador en el plano
de la organización y b) reconfirmador (o propiciador del reconocimiento) en el plano de la mitología. Si consideramos
que la depresión mayor se genera en contextos relacionales definidos por mitologías descalificadoras y organizaciones
deprivadoras, veremos útil armar la intervención terapéutica en torno a estrategias recalificadoras y vinculadoras. Y si
entendemos a las familias multiproblemáticas como caracterizadas por una organización caotizante y una mitología
negligente, veremos correcto abordarlas con estrategias estructurantes y respon sabilizadoras

Y que esas agrupaciones permitan desarrollar intervenciones que, con las necesarias adaptaciones a cada
caso, puedan servir de orientación y guía a los terapeutas que se aproximan, aprenden y practican la terapia
familiar sistémica.

Bibliografia
American Psychiatric Association (2002). DSM-IVTR: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales.
Barcelona: Masson.
Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (Eds) (2008) Manual de psicopatología. (2 vol). Madrid: McGraw-Hill.
Caballo, V.E., Buela-Casal, G. y Carrobles, J.A. (Eds) (1996). Manual de psicopatología y trastornos
psiquiátricos. (2
vol). Madrid: Siglo XXI.
Davison, G. y Neale, J. (1999). Psicología de la conducta anormal. México: Limusa-Wiley.
Equiluz, I. y Segarra, J. (2005). Introducción a la Psicopatología. Barcelona: Ars Médica
Frieedman, A., Kaplan, H., y Sadock, B. (Eds). (1992). Tratado de psiquiatría. (2 vol). Barcelona: Salvat.
Fuentenebro, F. y Vazquez, C. (Eds) (1990). Psicología médica, Psicopatología y Psiquiatría. (2 vol). Madrid:
McGraw-Hill.
Lemos, S. (2000). Psicopatología general. Madrid: Síntesis
Mesa, P. (1999). Fundamentos de Psicopatología General. Ediciones Pirámide. S.A.
Vallejo, J. (Ed.) (2006). Introducción a la Psicopatología y la Psiquiatría. Barcelona: Masson.

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy