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EL DUELO EN LA INFANCIA

Cómo ayudar ante la muerte.


Fragmentos del libro “El duelo en la infancia”
De la autora Cristina García, pedagoga, educadora y
terapeuta, especialista en infancia, orientación
familiar y educación emocional.

Resumen realizado por:


Angélica Escobar Chacana
Psicopedagoga
Profesora de Educación Diferencial
(Mención en Literacidad y matemáticas)
Post grado en Trastorno Específico del lenguaje.
Cómo ayudar ante la muerte.

• Esta guía tiene como objetivo, orientar a


los adultos para que sepan con qué
pérdida se puede enfrentar un niño, cómo
la sienten, cómo pueden reaccionar y
sobre todo, cómo ayudarles en su
expresión emocional para que puedan
elaborar el duelo de esa pérdida.
Todas las situaciones de pérdida generan un
sentimiento común: La pena.
Cuanto más cercana es la relación que el niño o niña tenia con quien
ha perdido, más intensa será está pena. Nunca debemos obviar este
profundo sentimiento de tristeza ni tampoco compararlo.

La pena emocional es la reacción normal y natural ante la pérdida.


Todas las muertes son tristes y generan dolor.

Lo primero que hay que aceptar es que la muerte forma parte de la


vida, y que es necesario hablar sobre ella y permitir el dolor y tristeza
que la acompañan, esto permite convertirse en un ser humano
emocionalmente sano.

Tanto para los adultos y los niños, expresar las emociones de tristeza,
dolor y recibir consuelo y amor, genera el alivio que se necesita para
curar heridas.
PAUTAS PARA
BEBES DE 0 A
10 MESES.
Los bebes de 0 a 10 meses
• Para un bebe, la madre es su principal vínculo con la vida y la
fuente más importante de consuelo, seguridad y estabilidad. La
muerte de la madre la viven como “ausencia”, y para ellos es un
cambio repentino que pueden mostrar con inquietud, llorar sin
motivo aparente y constantes, cambios en el ritmo del sueño y la
alimentación.
• Para un bebe es posible que la muerte de un hermano, padre u otro
miembro de la familia no sea tan traumática como la muerte de la
madre. Sin embargo como en esta etapa de la vida madre y bebe
están fusionados emocionalmente, el bebe percibirá el dolor que
esta siente y reaccionará ante él, de la misma manera que percibirá
los cambios y los estímulos negativos del entorno.
• La madre tiernamente debe explicar a su bebe que está triste, que
siente una gran pena y que tiene que ver con la muerte de (…),
pero que seguirá cuidándolo y mimándolo, pues lo quiere mucho.
Los bebes de 0 a 10 meses
• Aunque el bebe no entiende el significado literal de las palabras, si
comprende su “mensaje emocional”, estas palabras darán sosiego a
la inquietud emocional que sienta al captar las emociones de la
madre.
• Ante la muerte de la madre se debe procurar que alguien se
encargue de ofrecer al bebe la misma rutina a la que estaba
acostumbrado sin limitar los momentos de contacto afectivo. Lo
ideal sería que se encargará el padre, y si este muy afectado lo
compaginara con la ayuda de otra persona.
PAUTAS PARA NIÑOS DE 10 MESES A 2
AÑOS DE EDAD.
De 10 meses a 2 años.
• Los niños de estas edades, aún no están preparados para
comprender la muerte. Experimentan la muerte de su madre como
una gran pérdida, ya que con ella establecen el primer vínculo y es
con quien tienen una relación muy cercana. La muerte de otro
miembro cercano de la familia no les afectará tanto, aunque si
percibirán el estado emocional de la madre y el entorno.
• Ante una pérdida es importante que el niño mantenga las mismas
rutinas y horarios de sus comidas, baño, cena, sueño y se
aumenten los momentos de contacto afectivo con momentos de
juegos, canciones, cuentos, arrumacos.
• Si mamá esta triste por la pérdida sufrida, no debe desatender los
momentos afectivos con su hijo ni dejar de mimarlo, abrazarlo,
leerle cuentos, jugar con él, pero si pedir ayuda para compartir los
cuidados.
PAUTAS PARA NIÑOS DE 2 A 5 AÑOS
DE EDAD.
De 2 a 5 años
• En estas edades es muy importante cuidar el lenguaje a la hora de
hablarles de la muerte, pues un niño o niña menor de 6 años lo
interpreta todo de forma muy literal. Por ello si usamos un lenguaje
indirecto o usamos explicaciones vagas, es posible que aumenten
la ansiedad y el miedo que sienten.
• Perciben la muerte como un estado temporal. Pueden equipararla a
una forma de dormir. En su mente, la persona que ha muerto sigue
comiendo, respirando y existiendo y se despertará en algún
momento para volver a llevar a una vida completa.
• Se le debe explicar de forma sencilla y muy clara. Se le podría decir
que el cuerpo de una persona o animal que ha muerto se detiene
del todo, así que no puede caminar, respirar o sentir nunca más.
Esta persona o animal no esta dormida, esta muerta.
• Debemos motivarles a que hagan preguntas.
De 2 a 5 años
• Ante un ¿por qué ha muerto?, podemos responder, las personas o
animales suelen morir cuando son muy muy muy mayores. Usar
muchas veces muy para evitarles confusión y ansiedad, pues para
los niños de estas edades, un adolescente es mayor y los padres y
maestros son muy mayores.
• Por ello el decir muy muy muy, implica que solemos gozar de la vida
y que llegar a la vejez es ser mucho más mayor que sus padres,
con ello evitamos que teman que sus padres mueran también de
mayores pues ellos son muy muy muy mayores.
• Evita expresiones del tipo “ha desaparecido”, “se ha ido”, Ha dejado
de vivir”, “esta dormido”, “se lo ha llevado Dios”, como intento de
suavizar la expresión “ha muerto”, pués no son útiles y crean gran
confusión en el niño.
• Compartir las emociones con los niños de esta edad es más
saludable que ocultarlas.
• El niño vive como normal lo que se vive como familia, así si sus
padres lloran y muestran tristeza por la pérdida, el comprende que
son formas normales y naturales de expresar unos fuertes
sentimientos.
Pautas para niños de 6 a 9 años.
De 6 a 9 años
• Los niños de esta edad tienen mayor habilidad para comprender la
muerte y sus consecuencias. Ya distinguen la fantasía de la
realidad, por lo que son capaces de captar la realidad, y lo que es
más importante, saben que la muerte tiene un carácter definitivo
(deja de ser reversible), que la persona fallecida no volverá.
• Necesitan conocer las causas de la muerte y se les debe explicar
de forma sensible y real. Ejemplo: “Ha sido un accidente”, “Estaba
muy enfermo”, “Era ya muy de edad”, también deben expresar
libremente sus pensamientos, sensaciones, preguntas y dudas, y
contar con alguien que les escuche.
• Aunque sean más capaces de aceptar la pérdida necesitan ayuda
para afrontarla y sobre todo, para comprender algunos de los
pensamientos que les sobreviene ante la muerte de un ser querido
son:
De 6 a 9 años
• Temen que se mueran las personas que quieren: Siente miedo al
abandono, uno de los temores más importante y presentes en la
infancia. Por ello es importante tranquilizarles y que el progenitor
que este a su lado le asegure que tiene la intención de estar a su
lado para cuidarle y protegerle. Nunca prometer a nuestros hijos “yo
no me voy a morir”, porque si faltamos a esta promesa el dolor que
les generaremos será aún mayor, al dolor de la pérdida se le
sumará la rabia por la decepción o por la mentira por no haber
cumplido su promesa. Les podemos decir, “mi intención es estar a
tu lado mucho tiempo, cuidarte y protegerte”, de esta forma no le
prometemos nada que no podamos cumplir, pero le aseguramos
que vamos a poner todo nuestro empeño en vivir mucho tiempo a
su lado y no abandonarle, dándole el mensaje de protección y
seguridad que necesita en estos momentos.
De 6 a 9 años

• Temen morirse: Como los niños de estas edades comprenden


mejor la muerte, pueden temer que vayan a morirse pronto. Toman
una mayor conciencia de los posibles peligros y de la necesidad de
tenerlos presentes para no perder la vida.

• La muerte significa un cambio: Una muerte en la familia cambia


la dinámica familiar y los niños se preocupan en como les afectará
este cambio. Tienen miedo que los niños de su edad les consideren
diferentes. Desean ser uno más del grupo y no que sus
compañeros o amigos les señalen porque alguien de su familia
haya muerto.
De 6 a 9 años
• La muerte significa experimentar nuevos sentimientos: Los
niños de estas edades pueden experimentar depresión, tristeza,
culpabilidad, nostalgia, miedo y confusión. Seguramente estos
sentimientos sean nuevos y desconocidos pero sin duda serán
molestos y necesitan ayuda para afrontarlos. Las creencias
personales religiosas o culturales pueden reconfortar a las personas
que están afligidas, incluyendo a los niños a partir de esta franja de
edad. Si les hablan de Dios o de un ser espiritual más elevado,
debe ser de forma positiva y sin que sea amenazador. Puedes
decir: “nosotros creemos….”y proseguir explicándoles como tu
religión o cultura ve la muerte. Eso si evita temas como el infierno o
el purgatorio, pués aumentará sus temores y no le consolará, y lo
mismo con los juicios de que era “bueno”, o “malo” pues puede
llevarle a la gran confusión de que si se siente malo por haber
recibido algún reto se pueda morir.
PAUTAS PARA PREADOLESCENTES
DE 10 A 12 AÑOS DE EDAD.
Los preadolescentes de 10 a 12
años.
• Ellos saben que la muerte es permanente y su concepto de la
muerte se parece al de los adultos. Pueden captar el significado de
los rituales, comprender como ocurrió la defunción y entender el
impacto de la pérdida en ellos y en la familia. Aún así suelen tener
preguntas sobre cómo ocurrió, sobre aspectos religiosos o
culturales que no tienen claros y sobre todo sobre su futuro.
• Les preocupan bastante los cambios que experimentarán en su vida
tras la muerte del ser amado; intuyen que en su vida habrá
transformaciones importantes y pueden llegar a hacer un
mecanismo de negación, rechazando que tal muerte haya
cambiado sus vidas e insistiendo que no sienten nada, o no les
importa. Sin embargo esta negación es para evitar sentir el intenso
dolor que realmente sienten y que después expresan por otros
canales más dañinos como conductas violentas.
Los preadolescentes de 10 a 12
años.
• Los preadolescentes dan mucha importancia a pertenecer a un
grupo, quieren sentirse aceptados y para ello buscan no ser
diferentes al resto. Perciben la muerte de un ser querido, en
especial la de uno de sus padres, como algo que los hace
diferentes. Por ello, temen que si se expresan su dolor pueda verse
como una señal de debilidad en el grupo. Los varones
especialmente pueden negarse a llorar o mostrar que están
afectados porque creen que esto les hace parecer vulnerables. Se
da la paradoja de que hacen ver que no sienten dolor, se
mantienen fríos o indiferentes con facilidad y reprimen cualquier
señal de aflicción para mantenerse por encima del dolor emocional,
cuando realmente sientan una profunda tristeza por esa pérdida
aunque a toda costa quieren ocultar. A menudo su dolor reprimido
surge al cabo del tiempo, cuando el resto de la familia ya ha vuelto
a la vida normal.
Los preadolescentes de 10 a 12
años
• Es necesario que puedan hablar con alguien cercano como el
padre, madre sobre sus preocupaciones acerca del futuro y recibir
respuestas tranquilizadoras sobre el rumbo que tomará su vida,
expresar y hablar de su tristeza, dolor, preocupación e incluso el
enfado que seguro les ocasiona esa pérdida.
• Es necesario que se sientan respetados, si desean estar un tiempo
a solas con las pertenencias del ser amado fallecido (fotos, música,
ropa, libros). Algunos preadolescentes intentar crear “vínculos” con
la persona fallecida reuniendo fotografías suyas, pasando tiempo en
la que era su habitación, poniéndose el perfume o la ropa que les
recuerda al ser querido que han perdido.
¿CÓMO PUEDEN DESPEDIRSE LOS NIÑOS?
¿Cómo pueden despedirse los
niños?
• Los niños de cualquier edad añoran al ser querido que muere y
algunos expresan su dolor y pena con más facilidad que otros,
según las edades y el entorno familiar, como hemos visto hasta
ahora.

• Sabemos que el dolor se supera mejor cuando sale afuera y que el


niño afronta mejor la pérdida en un entorno seguro, afectuoso y
cálido que promueva y fomente la expresión de las emociones.

• Realizar una actividad o un ritual de despedida que les ayude a


decir adiós y aceptar el hecho de que ya nunca volverán a ver a ese
ser que amaban. Deben hacerse en compañía del padre, madre o
de un familiar cercano, les ayudará afectivamente a la aceptación
de la pérdida y despedida.
RITOS PARA LA DESPEDIDA.
Ritos para la despedida
• Hacer un dibujo: Sirve para cualquier edad. Puede ser un dibujo
del niño o niña con el fallecido o solo del fallecido, animándole a
que use colores que le permitan expresar lo mucho que lo quería y
lo bien que lo pasaban juntos. Es recomendable hablar del ser
amado que ha perdido mientras va dibujando, si el menor así lo
desea. Es importante que en este dibujo o niño o niña, pueda decir
o escribir las palabras “gracias y adiós” . Las gracias le ayudarán a
conectar con los buenos momentos vividos con la persona fallecida
y el adiós le ayudará a la despedida. Para los más pequeños con un
simple “gracias abuelo”, “adiós abuelo” será suficiente. Los mayores
de 6 años pueden añadir lo que deseen de esos momentos
agradables. Como los mensajes tales como, “gracias por tu amor”,
“gracias por estar conmigo”, gracias por tus risas”, entre otros.
Ritos para la despedida
• Ritual especial: El niño o niña puede enterrar el dibujo
en un lugar especial que debe escoger los niños, quizás
junto a un árbol, o un lugar por donde paseaban juntos,
o en una maceta de flores. Podría también romper en
trocitos muy pequeñitos ese dibujo y que sirva para
abonar una planta o un árbol. Para finalizar volver a
expresar “gracias y adiós” dándole libertad para
expresar lo que sienta, los abrazos y palabras
afectuosas no deben faltar. El familiar que acompaña
este rito también debe expresar lo que siente, compartir
lágrimas y tristeza. Es la manera más sana de aceptar la
pérdida.
Ritos para la despedida
• Escribir una carta: Es muy recomendable para
los preadolescentes, aunque también la pueden
hacer niños más pequeños. La escritura les
ayudará a expresar sus sentimientos de tristeza
y añoranza, les permitirá sentirse cercanos a la
persona fallecida y recordar las experiencias y
los tiempos felices compartidos juntos, y por
último les facilitará despedirse. Esta carta se
puede enterrar, o guardar.
Ritos para la despedida

• Recuerdos: Tener un momento para mirar fotos


o recuerdo de la relación que se ha terminado,
hablando de la persona que ha fallecido o de lo
que necesite el niño.
Ritos para la despedida

• Fotos: Crear un álbum de fotos o una caja para


guardar fotos, dibujos y otros recuerdos de esa
persona, les ayudará a asumir e integrar la
pérdida.

• Estos rituales son especialmente indicados


en casos de muerte inesperada, pues el
dolor de no haberse despedido de la persona
genera un dolor todavía más profundo.
¿CUÁNTO TIEMPO DURA EL
DUELO?
Cuánto tiempo dura el duelo
• En general resulta difícil manejar las emociones de
tristeza, pena, dolor, principalmente porque se carece
del aprendizaje emocional para saber como
gestionarlas. Durante la infancia cuesta aún más.
Cuando un niño se enfrenta a la muerte de un ser
querido, el llanto, la pena, el dolor, durará lo que tenga
que durar.
• Si un duelo está siendo largo es porque el niño no está
recibiendo el apoyo y el acompañamiento emocional
necesarios para superar esa muerte, y por tanto, puede
que aún no la haya aceptado o esté atrapado en
sentimientos de culpa.
Cuánto tiempo dura el duelo
Aunque no existe una fórmula mágica que indique cuánto tiempo llora
un niño la muerte de un ser querido, tener en cuenta estos aspectos
importantes:
 Si ha sido una muerte súbita, frente a una muerte esperada, hace
que el dolor dure más
 Si el niño estaba muy unido a la persona fallecida, el periodo del
duelo será más largo. Cuanto más cercana sea la relación, más
tristeza y dolor tendrá.
 Si el niño esta recibiendo apoyo de la familia podrá superar el dolor
de mejor manera. Si no lo recibe el dolor durará mucho más.
 Si se le permite hablar de la persona fallecida, llorar la pérdida,
expresar con palabras su tristeza e incluso si se le alienta a ello,
tendrá un sano periodo de duelo.
Cuánto tiempo dura el duelo

• El camino que un niño seguirá durante el duelo


es tan imprevisible como los propios niños. Por
este motivo, los adultos debemos estar atentos
a sus estados de ánimo, comportamientos,
silencios. Atentos a sus señales para poder
ofrecerles las pautas adecuadas.

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