Rich Adrienne - QUE NECESITA SABER UNA MUJER

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I. �QUE NECESITA SABER UNA MUJER?

{1 979)
Conferencia para Ia ceremonia de gradua­
cion, Smith College, Northampton, Massa­
chusetts, 1 979.

Me ha conmovido mucho que vosotras, Ia promocion de 1 979, me eli­


gierais para Ia conferencia de graduacion. Es muy importance para mi
estar aqui, en parte porque el Smith es uno de los primeros coleg.i os
universitarios para mujeres, pero tambien porque ha elegido seguir iden­
tifid.odose como tal. Estamos en un momento de Ia historia en el que
este hecho tiene un potencial enorme, a pesar de que ese potencial no
se haya desarrollado todavia. Las oportunidades de futura educacion para
las muj eres que existen en estos edificios y jardines son enormes, sobre
todo si pensamos en lo que un colegio universitario independiente de
mujeres podria ser: un colegio dedicado a ensefiar a· las mujeres lo que
estas necesitan saber y, por Ia misma razon, dedicado a cambiar el co­
nocimiento mismo. El germen de esas posibilidades reside simbolicamen­
te en Ia Coleccion Sophia Smith, un archivo con gran necesidad de
expansion y mejora pero que, por su mera existencia, afirma que aqui
se valora Ia vida y el trabajo de las mujeres, y que las hermanas que nos
precedieron, disminuidas y enterradas en una erudicion centrada en lo
masculino, son una presencia viva, necesaria y preciosa para nosotras.
S uponed que nos hacemos una simple pregunta: �que necesita saber
una mujer para convertirse en un ser humano conscience de s{ mismo y
con capacidad para definirse? �No necesita conocer su propia historia,
su cuerpo de muj er usado tantas veces con fines politicos, conocer el
genio creativo de mujeres del pasado, Ia habilidad, las destrezas, las tec­
nicas y las visiones que posefan las mujeres en otros tiempos y culturas,
y como se las ha sumido en el anonimato y se las ha censurado, inte­
rrumpido, devaluado? Como miembro de esa mayoria a Ia que todav{a

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se le niegan los derechos de todo ciudadano, a la que se esclaviza como
presa sexual, a la que se paga menos por su trabajo, o no se paga en
absoluto, y que esta alejada a la fuerza de su propio poder, �no necesita
una muj er un analisis de su condicion, conocer a las pensadoras que en
el pasado han reflexionado sobre todo ello, conocer, tambien, las rebe­
liones individuales y los movimientos que las muj eres han organizado
en todo el mundo contra la inj usticia social y economica, y como estos
se han visto fragmentados y silenciados?
�No necesita saber como se han institucionalizado condiciones apa­
rentemente naturales como la heterosexualidad o la maternidad, para
arrebatarle su poder? Sin tal educacion, las mujeres hemos vivido, y
continuamos viviendo, ignorantes de nuestro contexto colectivo, vul­
nerables a lo que la fantasia de los hombres ha proyectado sobre noso­
tras, tal y como se ve en el arte, en la literatura, en las ciencias, en los
medios de comunicacion y en los llamados estudios human{sticos. Mi
sugerencia es que no es la anatom{a, sino una ignorancia impuesta la
que ha sido crucial en nuestra falta de poder.
No hay, y digo esto con tristeza, ningun colegio universitario feme­
nino que proporcione a las muj eres jovenes la educacion que necesitan
para sobrevivir como personas completas en un mundo que niega la
totalidad a las mujeres -ese saber que, en palabras de Coleridge, <<re­
torna convertido en poder>> . La existencia de cursos de Estudios de la
Mujer ofrece al menos un cierto tipo de directriz en la vida. Pero inclu­
so los Estudios de la Mujer pueden llegar a ser simplemente una histo­
ria compensatoria; con demasiada frecuencia fallan a la hora de desafiar
las estructuras poHticas e intelectuales que se desafiarlan si las mujeres
como grupo accedieran alguna vez a una libertad colectiva y no exclu­
yente. La creencia de que la ciencia y la erudicion establecidas -que
han excluido de su construccion a las mujeres de forma tan implaca­
ble- son <<objetivas» y estan <<por encima de los j uicios de valor>>, y que
los estudios feministas son <<poco eruditos>> , <<sesgados>> e <<ideologicos>>,
es inmovilista. Aun as{, el hecho es que toda ciencia, y toda investiga­
cion, y todo arte, son ideologicos; no hay neutralidad en la cultura. Y la
ideologfa de la educacion que habeis adquirido durante cuatro afios en
un colegio universitario de mujeres ha sido en gran medida, si no ente­
ramente, la ideologla de la supremada del hombre blanco, un constructo
de la subjetividad masculina. Los silencios, los espacios vados, el len­
guaje en s{ mismo con su extirpacion de lo femenino, las formas de
discurso, nos dicen tanto como el contenido, una vez que aprendemos
a ver lo que se ha dej ado fuera, a o{r lo que no se ha pronunciado, a
estudiar los modelos establecidos de ciencia y erudicion con una mirada

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marginal. Uno de los peligros de una educacion privilegiada para las
mujeres es que podemos perder la mirada desde el margen y llegar a
creer que esos modelos funcionan para toda la humanidad, que son
universales y que nos incluyen.
Y por eso quiero hablar hoy de privilegio, de representacion, y de
poder. Todo lo que puedo deciros sobre este tema viene, ganado a pul­
so, de los labios de una muj er privilegiada por su clase social y su color
de piel, hija favorita de su padre, educada en Radcliffe, al que se deno­
minaba entonces informalmente el <<Anejo>> a Harvard. Gran parte de
las cuatro primeras decadas de mi vida se gasto en una continua tension
entre el mundo que los Padres me ensefiaron a ver, y me premiaron por
ver, y los destellos de percepcion que llegaban a traves de la mirada de
la que se siente marginal. Gradualmente aquellos destellos de intuicion
psicologica, que a veces paredan pinceladas de locura, comenzaron a
exigirme que luchara por conectar unos con otros, a insistir que me los
tomara en serio. Solo cuando pude confirmar finalmente la mirada des­
de el margen como fuente de una vision legltima y coherente, empece a
ser capaz de hacer el trabajo que verdaderamente querfa hacer, de vivir
la dase de vida que verdaderamente queda vivir, en lugar de llevar a
cabo el cometido que se me habla encomendado como muj er cuota y
privilegiada.
Para las mujeres cualquier privilegio es relativo. Algunas de vosotras
no nacisteis con privilegios de clase o de color de piel, pero todas teneis
el privilegio de la educacion, aunque sea esta una educacion que os ha
denegado durante mucho tiempo el conocimiento de vosotras mismas
como mujeres. Teneis, para empezar, el privilegio de la cultura; es hue­
no recordar que en una epoca de analfabetismo en aumento, el 60% de
los analfabetos del mundo son mujeres. Entre 1 960 y 1 970, el numero
de hombres analfabetos en el mundo se incremento en 8 millones, mien­
tras que el numero de mujeres sin alfabetizar crecio en 40 millones.1 Y
el numero de mujeres analfabetas sigue aumentando. Ademas de la cul­
tura, teneis el privilegio de poseer la formacion y los instrumentos que
os permiten ir mas alla del contenido de vuestra educacion y reeducaros,
cuestionaros, por decirlo asf, los falsos mensajes de vuestra educacion
en esta cultura, los mensajes que os dicen que las mujeres no se han
preocupado realmente del poder o de aprender o de la oportunidad de

1 . Naciones Unidas, Departamento de Economfa lnternacional y Asuntos Sociales,


Oficina de Esradisricas, 1977 Compendium ofSocial Statistics (Nueva York: Naciones Unidas,
1 980).

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crear por una necesidad psicol6gica de servir al hombre y tener hijos,
que s6lo unas pocas mujeres adpicas han sido las excepciones a esta re­
gia; los mensajes que os dicen que Ia experiencia femenina no es nor­
mativa ni central en Ia experiencia humana. Teneis Ia formaci6n y los
instrumentos para llevar a cabo investigaciones independientes, para
evaluar datos, para expresar lingiifstica y visualmente lo que descubrais.
Esto es un privilegio, sf, pero s6lo si a cambio no renunciais al profun­
do conocimiento de los no privilegiados; a saber que, como mujeres, se
os ha percibido hist6ricamente, y todavfa se os percibe, como existien­
do no por vuestro propio derecho, sino al servicio de los hombres. Y
esto unicamente si no renunciais a vuestra capacidad de pensar como
mujeres, ya que incluso en las facultades y en las profesiones a las que
muchas de vosotras ireis llegando, se os alabara y recompensara por
••pensar como hombres».
La palabra poder esta repleta de significados para las mujeres. La
hemos asociado durante mucho tiempo al uso de Ia fuerza, a las viola­
ciones, a Ia acumulaci6n de armamento, al despiadado aumento de Ia
riqueza y acaparamiento de recursos, al mando que actua s6lo en su
propio interes, despreciando y explotando a los desheredados -inclu­
yendo mujeres, niiios y niiias. Los efectos de este tipo de poder nos
rodean, incluso de manera literal, en el agua que bebemos y en el aire
que respiramos, en forma de residuos radiactivos y cancerosos. Pero desde
hace ya tiempo, las feministas han venido hablando de redefinir Ia
autoridad, de ese significado de poder que vuelve a Ia raiz -posse, potere,
pouvoir: ser capaz, tener Ia facultad, poseer y usar Ia energia creativa que
una tiene- el poder que transforma. Una de las primeras objeciones al
feminismo -en los siglos XIX y XX- era que este haria que las mujeres
se comportasen como hombres -de forma despiadada, explotadora y
opresiva. De hecho, el feminismo radical contempla una transformaci6n
de las estructuras y las relaciones humanas de forma que Ia autoridad,
en vez de ser algo que s6lo unos pocos detentan, se liberaria hacia Ia
mayoria y se compartiria en fo rma de conocimiento, pericia, toma
de decisiones, acceso a las herramientas necesarias , as f como en fo r­
ma de algo tan basico como Ia comida, el alojamiento, los cuidados me­
dicos y Ia cultura. Feministas, y muchas no feministas, todavfa se plan­
tean, y con raz6n, el significado de Ia autoridad en esa sociedad, y las
diferencias relativas de poder que existen entre las mujeres aqui y ahora.
Y ello me lleva a un tercer significado de poder que ataiie a las
mujeres: el falso poder que Ia sociedad masculina ofrece a unas pocas
mujeres, con Ia condici6n de que lo usen para mantener las cosas tal
como estan y que piensen fundamentalmente «como hombres». Este es

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el significado de Ia cuora femenina: el poder, arrebatado a una gran
mayoria de mujeres, se ofrece a unas pocas para que parezca que cual­
quier mujer «verdaderamenre cualificada>> es capaz de acceder al lideraz­
go, el reconocimiento y Ia recompensa; es decir, que prevalece de hecho
Ia jusricia basada en el meriro. Se incita a Ia mujer cuora a que se per­
ciba digna de ello y excepcionalmenre dotada, diferenre de Ia mayoria
de las mujeres, a que se distancie de Ia a_m plia condicion femenina y, de
esa forma, las mujeres «Comunes» acaban por verla alej ada, quizas in­
·

cluso como mas fuerte que elias mismas.


Porque esrais lejos de los Hmites mas remoros de Ia marginalidad
femenina y sois un grupo privilegiado de mujeres, es extremadamenre
importanre para vuesrra furura cordura que comprendais Ia forma en
que las cuotas funcionan. La primera gran conrradiccion es que aun
pareciendo que ofrece individualmenre a esa mujer elegida los medios
para que desarrolle su crearividad, para que influya en el curso de los
aconrecimienros, tambien, al imponerle un cierto tipo de conducta y
esrilo, empafia su mirada de marginal que podria ser el origen real de
su poder y su vision . AI perder su vision desde el margen pierde Ia per­
cepci6n que Ia une a orras mujeres y Ia afirma en sf misma. Las cuotas
demandan fundamenralmenre que Ia elegida niegue su idenrificacion con
las mujeres como grupo, especialmenre con las mujere$ menos privile­
giadas que ella: si es lesbiana, que rechace su relacion con mujeres con­
cretas; que perpetue las reglas, estructuras, criterios y merodologias que
han funcionado para excluir a las mujeres; que no desarrolle o que re­
nuncie a Ia perspectiva cdtica de su conciencia femenina. Las mujeres
diferentes a ella -mujeres pobres, de color, camareras, secretarias, amas
de casa en el supermercado, prostitutas, ancianas- se convierten en
invisibles; pueden representar tambien, de forma extrema, lo que ella
ha dejado 0 desea dejar arras.
El rector Conway me ha dicho que cada vez en mayor numero pa­
sais del Smith a cursar estudios especializados de derecho o medicina.
La noticia es buena a simple vista: gracias a Ia lucha feminista de Ia
decada pasada se abren mas puertas a las muj eres para enrrar en esas
dos poderosas profesiones. Me gustaria creer que cualquier profesion
mejoraria al tener mas mujeres ejerciendola, y que cualquier mujer que
ejerciera el derecho o Ia medicina usarfa su conocimienro y su destreza
para trabaj ar en Ia transformacion de los ambiros de Ia salud y de las
inrerpretaciones legales, para que estos respondieran a las necesidades
de rodos aquellos -mujeres, genre de color, nifios y nifias, genre an­
ciana, desposeida- para los que rodavfa funcionan como conrroles re­
presivos. Me gustaria creerlo pero no sucedera, aunque el 50% de los

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miembros de estas profesiones fueran mujeres, a menos que ellas rehu­
sen convertirse en mujeres cuota en posicion de privilegio <<desde den­
tro», a menos que protej an celosamente el punto de vista y Ia conciencia
marginales.
Ninguna muj er es verdaderamente una privilegiada en las institu­
ciones apadrinadas por Ia conciencia masculina. Cuando nos permiti­
mos creer que lo somos, perdemos el contacto con esa parte de nosotras
que aquella conciencia define como inaceptable; con Ia resistencia vital
y Ia fuerza visionaria de las iracundas abuelas, las chamanas, las fieras
mercaderes en Ia Guerra de las Mujeres Ibo, las trabaj adoras de Ia seda
que se resistfan a! matrimonio en Ia China pre-revolucionaria, los mi­
llones de viudas, comadronas y sanadoras torturadas y quemadas como
bruj as en Europa durante tres siglos, las beguinas del siglo XII, que for­
maron ordenes independientes de muj eres fuera del dominio eclesiasti­
co, las mujeres de Ia Comuna de Parfs que marcharon sobre Versalles,
las amas de casa sin instruccion del Gremio Cooperativo de Mujeres en
Inglaterra que memorizaban poemas sobre las tinas de los lavaderos y
se organizaron contra Ia opresion que sufrian como madres, las pensa�
doras despreciadas como <<estridentes», <<chillonas», <<iocas» o <<desviadas»
cuyo coraj e hen�tico para proclamar sus verdades nos es tan desespera­
damente necesario como apoyo en nuestras propias vidas. Creo que el
alma de las mujeres esta habitada por el espfritu de otras que, con ante­
rioridad, lucharon por sus necesidades insatisfechas y las de sus hijos e
hij as, sus tribus y sus pueblos, que se negaron a aceptar las prescripcio­
nes de una iglesia y un estado masculinos, que se arriesgaron y resistie­
ron, como hoy otras muj eres -Inez Garda, Yvonne Wanrow, Joan
Little, Cassandra Peten- luchan contra los que las violan y maltratan.
Esos espfritus nos habitan, intentan hablarnos. Pero podemos elegir no
ofr, y las cuotas, el mito de Ia muj er <<especial>>, Ia Atenea sin madre que
surge de Ia cabeza del padre, pueden hacernos sordas a sus voces.
En esta decada que ahora termina, dado que mas mujeres se esdn
dedicando a trabaj ar profesionalmente (aunque todavfa sufran acoso
sexual en el Iugar de trabajo, aunque rodavfa esten superadas amplia­
mente en numero por hombres en los puestos de mayor nivel y de toma
de decisiones) , necesitamos recordar con mas intensidad esa idea inicial
del movimiento feminista tal como se desarrollo a finales de los afios
sesenta: ninguna mujer estd liberada hasta que todas lo estemos. Los me­
dios de comunicacion nos inundan con el mensaj e contrario, diciendo­
nos que vivimos en una epoca en Ia que se aceptan libremente los <<es­
tilos de vida alternativos», en Ia que los <<COntratos matrimoniales» y una
<<nueva intimidad» estan revolucionando las relaciones heterosexuales, en

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Ia que el criar a los hijos de forma compartida y Ia <<nueva paternidad»
estan cambiando el mundo . Vivimos en una sociedad secuestrada por
Ia industria del <<Crecimiento personal>> y el <<potencial humano>> , por Ia
falsa ilusion de que se puede alcanzar Ia realizacion personal en trece
semanas o en un fin de semana, de que Ia meditacion trascendencal puede
mitigar o ahuyentar Ia alienacion e inj usticia que experimentan las mu­
jeres, Ia gente Negra y del Tercer Mundo, y los pobres, en un mundo
regido por machos blancos, en una sociedad que falla a Ia hora de saris­
facer las necesidades mas basicas y que se esra envenenando lencamen­
re. Quizas Ia expresion mas sucinca que yo he visro de este mensaje es Ia
aparicion de una revista para mujeres rirulada Seif? La insistencia del
movimiento feminisra en que Ia idencidad de Ia mujer es preciosa, en
que Ia ecica femenina de auronegacion y aurosacrificio debe dar paso a
una aurentica idencificacion entre muj eres que reafirmar1a nuestra co­
nexion con codas, se pervierte convirtiendose en un narcisismo ventajo­
so comercialmente y pollticamente debilirante. Es importance que ya que
esros mensajes van especialmence dirigidos a vosorras, discrimineis cla­
ramence entre un <<esrilo de vida liberado>> y Ia lucha feminista, y que
hagais una eleccion conscience.
Es un cliche en las conferencias de las ceremonias de graduacion que
el conferenciance rermine diciendo a los y las que se graduan que por
muy mal que lo hayan hecho las generaciones pasadas, su generacion
debe salvar el mundo. Yo preferirfa deciros, mujeres de Ia promocion
de 1 979: rratad de haceros merecedoras de las hermanas que os prece­
dieron, aprended de vuestra historia, buscad Ia inspiracion en vuestras
antecesoras. Si os han enseiiado esta historia de una manera pobre, si
no esrais al tanto de ella, usad vuestra privilegiada educacion para co­
nocerla. Aprended como algunas mujeres privilegiadas han puesto en
peligro una mayor liberacion femenina, como otras han arriesgado sus
privilegios para impulsarla; aprended como mujeres brillantes y de exi­
to fallaron a Ia hora de crear una sociedad mds j usta y asistencial, pre­
cisamente porque incencaron hacerlo en terminos aceptados y tolerados
por los poderosos hombres que las rodeaban. Aprended a ser dignas de
las mujeres que en codas las clases, culruras y momentos historicos lo
hicieron de otra manera, que hablaron con atrevimiento cuando se in­
sulraba y acosaba flsicamente a las mujeres por hablar en publico, que
-como Anne Hutchinson, Mary Wollsronecraft, las hermanas Grimke,

2. N. de Ia T.: La traducci6n del titulo de esta revista seria aproximadamente «Una


misma)), �«Tll misma>> o «YO>>.

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Abby Kelley, Ida B . Wells-Barnett, Susan B. Anthony, Lillian Smith,
Fannie Lou Hamer -rompieron tabues, que se opusieron a Ia esclavi­
tud- Ia suya propia y Ia de otros y otras. Llegar a ser una mujer cuota
-ya sea porque ganas el premio Nobel o porque simplemente consi­
gues un puesto a costa de negar a tus hermanas- es convertirse de hecho
en algo menos que un hombre, ya que los hombres son leales al menos
a su visi6n del mundo, a sus !eyes de hermandad y a sus intereses mas­
culinos. No estoy sugiriendo que imiteis las lealtades de los hombres;
como Ia fil6sofa Mary Daly, creo que los lazos entre las mujeres deben
ser completamente diferentes y tener un fin completamente distinto: no
el acumular avaricioso de recursos financieros y poder, sino el liberar
de unas bacia otras las reservas y el poder transformador de las mujeres
que todav{a permanecen sin explorar. Conseguid todo el saber y destre­
za que podais en Ia profesi6n que ejerzais, pero recordad que Ia mayor
parte de vuestra educaci6n debe ser autoeducaci6n, para aprender lo que
las muj eres necesitan saber y congregar las voces que necesitamos o{r
dentro de nosotras.

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