El Dominio Propio

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  El Dominio propio

El dominio propio es la capacidad que nos permite controlar a


nosotros mismos, nuestras emociones y no que estas nos
controlen a nosotros, sacándonos la posibilidad de elegir lo que
queremos sentir en cada momento de nuestra vida. ...
Sentimiento, lo podemos definir como una reacción física a un
pensamiento

Pedro escribe que el dominio propio (la templanza) debe ser


evidente en la vida de alguien que pone toda diligencia para
agregar virtud a su fe y crecer en amor. (2 Pedro 1:5-7) Cuando
Pablo describe cuál es el fruto del Espíritu, él menciona que el
dominio propio es parte de los frutos del Espíritu. (Gálatas 5:22-
23
El dominio propio que Pedro describe, nos lleva al temor de Dios,
a una vida ante el rostro de Dios. En el antiguo pacto, ya se nos
había dado un sabio consejo respecto a una vida de confianza
en Dios. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu
propia prudencia… No seas sabio en tu propia opinión; Teme a
Jehová, y apártate del mal…” Proverbios 3:5-7. El Espíritu nos
quiere guiar ahora en el camino que Jesús abrió, un camino
completamente libre del pecado para hacer la voluntad de Dios
en lugar de nuestra propia voluntad, y al seguir este camino se
vuelve natural que ya no confiemos en nuestras propias
intuiciones o ideas

1. La Mente

“3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la


carne; 4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino
poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 5 derribando
argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo,”  2 Corintios 10:3-5  
2. Tus emociones.  
“26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro
enojo, 27 ni deis lugar al diablo… 31 Quítense de vosotros toda
amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda
malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a
vosotros en Cristo.”  Efesios 4:26-27, 31-32  
3. Tus ojos.  Lo que ves, lo que miras.  El primer pecado entró
cuando la mujer miró y codició el fruto del árbol de la ciencia del
bien y del mal.  Lo vio agradable a los ojos.  
“34 La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno,
también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es
maligno, también tu cuerpo está en tinieblas.”  Lucas 11:34  
4. Tu tiempo.  No puedes malgastar tu tiempo; tienes que
dominarlo.  
“15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino
como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son
malos.”  Efesios 5:15-16  
5. Tu lengua, tus palabras.  Dice la Biblia que darás cuenta por
toda palabra ociosa.  
“Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros,
sabiendo que recibiremos mayor condenación. 2 Porque todos
ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es
varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. 3 He
aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que
nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. 4 Mirad también las
naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son
gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las
gobierna quiere. 5 Así también la lengua es un miembro pequeño,
pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque
enciende un pequeño fuego!”  Santiago 3:1-5  
6. El dinero.  Tienes que tomar dominio propio no tan solo en la
búsqueda del dinero, sino también en cómo lo gastas, cómo lo
inviertes, lo que haces con él.  
“9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y
en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres
en destrucción y perdición; 10 porque raíz de todos los males es el
amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y
fueron traspasados de muchos dolores.”  1 Timoteo 6:9-10  
7. El sexo.  
“3 pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis
de fornicación; 4 que cada uno de vosotros sepa tener su propia
esposa en santidad y honor; 5 no en pasión de concupiscencia,
como los gentiles que no conocen a Dios;”  1 Tesalonisenses 4:3-
5  
8. Tus relaciones.  
“33 No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas
costumbres.”  1 Corintios 15:33  
Para tomar control y autoridad, para crecer en el dominio propio: 
Ama a Dios, recuerda los que han confiado en ti, y recuerda el
propósito de Dios para tu vida.  

En Génesis, José es llevado esclavo, llega a casa de Potifar y allí


comienza a prosperar, a progresar, a crecer.  Un día se queda solo
en la casa con la esposa de Potifar, ella trata de seducirlo, y él le
responde con estas tres cosas: Yo amo a Dios; y tu marido, mi jefe,
ha confiado en mí todas las cosas excepto a ti.  Tú debes saber lo
que Dios te ha dado, y lo que no.  José sabía, además, el propósito
de Dios para su vida.  Si él cometía aquel acto en aquel momento,
pagaría un alto precio.  No se cancelaría el propósito de Dios para
él, pero tendría que caminar con problemas que hubiera podido
evitar.  Pero él ejerció dominio.  

Cada vez que tú vayas a enfrentarte a una tentación, recuerda esas


tres cosas: Tu amor por Dios, la gente que ha confiado en ti, y el
propósito de Dios para tu vida.  Tú no quieres cargar con
problemas, sino caminar limpio hacia el propósito de Dios para tu
vida.  Cuando tú eres capaz de mirar estas tres cosas ante toda
tentación, te puedes parar firme.  Puede que te cueste por un
momento; José terminó preso; pero mejor preso y con tu carácter
intacto y demostrando tu amor a Dios; mejor juzgado por los
hombres, pero libre delante de Dios, que libre ante los hombres,
pero ante Dios con ese juicio sobre tu vida.  

Cambia de ambiente.  No todo ambiente te favorece.  No pienses


que tienes dominio como para estar en cualquier lugar.  Rodéate de
la gente correcta.  Hay quienes te van a incitar a las cosas
incorrectas, van a hablar lo incorrecto al lado tuyo, no te van a
ayudar en cuanto a tu dominio propio.  Estudia la Palabra.  Esto te
hace más firme cada día.  Haz tu diario devocional; no dependas
del servicio de tu iglesia.  Recuerda siempre la presencia de
Dios.  Esto trae reverencia a tu vida.  Cuando Dios se encuentra
contigo no es para condenarte, sino para amarte y corregirte.  Si
algo cambia tu vida, es encontrarte con Dios.  
Jacob estaba caminando, y a la noche se acostó a dormir; tuvo un
sueño y se encontró con Dios.  Cuando despertó, su vida era
diferente.  Dijo: Esto es casa de Dios y puerta del cielo; aquí me
encontré con Dios.  La presencia de Dios no está para condenarte
ni señalarte, sino para consolarte, guiarte.  Una persona consciente
de la presencia del Señor, toma dominio sobre su vida.  No es que
tú vayas a ser perfecto, que siempre harás todo bien;
lamentablemente, nuestra carne es débil, y fallamos, si no en
palabra, en pensamiento; nos rodeamos de quienes no deberíamos,
frecuentamos lugares incorrectos.  Lo importante es que haya en ti
un autocorrector, algo que te diga que estás mal, algo que redirija tu
vida.  Esa es la voz del Espíritu Santo que te va a ayudar en todo
momento.  
Siempre leemos los comentarios de cada mensaje. Es un
verdadero gozo y un privilegio que Dios nos permita bendecir tantas
vidas, aún a la distancia. Compártenos siempre cómo esta
palabra ha bendecido tu vida

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