El dominio propio es la capacidad de controlar nuestras emociones y pensamientos en lugar de dejar que nos controlen. La Biblia enseña que el dominio propio es un fruto del Espíritu Santo y nos ayuda a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Para desarrollar el dominio propio, debemos amar a Dios, recordar a aquellos que confían en nosotros, y recordar el propósito de Dios para nuestra vida.
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El dominio propio es la capacidad de controlar nuestras emociones y pensamientos en lugar de dejar que nos controlen. La Biblia enseña que el dominio propio es un fruto del Espíritu Santo y nos ayuda a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Para desarrollar el dominio propio, debemos amar a Dios, recordar a aquellos que confían en nosotros, y recordar el propósito de Dios para nuestra vida.
El dominio propio es la capacidad de controlar nuestras emociones y pensamientos en lugar de dejar que nos controlen. La Biblia enseña que el dominio propio es un fruto del Espíritu Santo y nos ayuda a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Para desarrollar el dominio propio, debemos amar a Dios, recordar a aquellos que confían en nosotros, y recordar el propósito de Dios para nuestra vida.
El dominio propio es la capacidad de controlar nuestras emociones y pensamientos en lugar de dejar que nos controlen. La Biblia enseña que el dominio propio es un fruto del Espíritu Santo y nos ayuda a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Para desarrollar el dominio propio, debemos amar a Dios, recordar a aquellos que confían en nosotros, y recordar el propósito de Dios para nuestra vida.
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El Dominio propio
El dominio propio es la capacidad que nos permite controlar a
nosotros mismos, nuestras emociones y no que estas nos controlen a nosotros, sacándonos la posibilidad de elegir lo que queremos sentir en cada momento de nuestra vida. ... Sentimiento, lo podemos definir como una reacción física a un pensamiento
Pedro escribe que el dominio propio (la templanza) debe ser
evidente en la vida de alguien que pone toda diligencia para agregar virtud a su fe y crecer en amor. (2 Pedro 1:5-7) Cuando Pablo describe cuál es el fruto del Espíritu, él menciona que el dominio propio es parte de los frutos del Espíritu. (Gálatas 5:22- 23 El dominio propio que Pedro describe, nos lleva al temor de Dios, a una vida ante el rostro de Dios. En el antiguo pacto, ya se nos había dado un sabio consejo respecto a una vida de confianza en Dios. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia… No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal…” Proverbios 3:5-7. El Espíritu nos quiere guiar ahora en el camino que Jesús abrió, un camino completamente libre del pecado para hacer la voluntad de Dios en lugar de nuestra propia voluntad, y al seguir este camino se vuelve natural que ya no confiemos en nuestras propias intuiciones o ideas
1. La Mente
“3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la
carne; 4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,” 2 Corintios 10:3-5 2. Tus emociones. “26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo… 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efesios 4:26-27, 31-32 3. Tus ojos. Lo que ves, lo que miras. El primer pecado entró cuando la mujer miró y codició el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Lo vio agradable a los ojos. “34 La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas.” Lucas 11:34 4. Tu tiempo. No puedes malgastar tu tiempo; tienes que dominarlo. “15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” Efesios 5:15-16 5. Tu lengua, tus palabras. Dice la Biblia que darás cuenta por toda palabra ociosa. “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. 2 Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. 3 He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. 4 Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. 5 Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!” Santiago 3:1-5 6. El dinero. Tienes que tomar dominio propio no tan solo en la búsqueda del dinero, sino también en cómo lo gastas, cómo lo inviertes, lo que haces con él. “9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” 1 Timoteo 6:9-10 7. El sexo. “3 pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; 4 que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; 5 no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;” 1 Tesalonisenses 4:3- 5 8. Tus relaciones. “33 No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.” 1 Corintios 15:33 Para tomar control y autoridad, para crecer en el dominio propio: Ama a Dios, recuerda los que han confiado en ti, y recuerda el propósito de Dios para tu vida.
En Génesis, José es llevado esclavo, llega a casa de Potifar y allí
comienza a prosperar, a progresar, a crecer. Un día se queda solo en la casa con la esposa de Potifar, ella trata de seducirlo, y él le responde con estas tres cosas: Yo amo a Dios; y tu marido, mi jefe, ha confiado en mí todas las cosas excepto a ti. Tú debes saber lo que Dios te ha dado, y lo que no. José sabía, además, el propósito de Dios para su vida. Si él cometía aquel acto en aquel momento, pagaría un alto precio. No se cancelaría el propósito de Dios para él, pero tendría que caminar con problemas que hubiera podido evitar. Pero él ejerció dominio.
Cada vez que tú vayas a enfrentarte a una tentación, recuerda esas
tres cosas: Tu amor por Dios, la gente que ha confiado en ti, y el propósito de Dios para tu vida. Tú no quieres cargar con problemas, sino caminar limpio hacia el propósito de Dios para tu vida. Cuando tú eres capaz de mirar estas tres cosas ante toda tentación, te puedes parar firme. Puede que te cueste por un momento; José terminó preso; pero mejor preso y con tu carácter intacto y demostrando tu amor a Dios; mejor juzgado por los hombres, pero libre delante de Dios, que libre ante los hombres, pero ante Dios con ese juicio sobre tu vida.
Cambia de ambiente. No todo ambiente te favorece. No pienses
que tienes dominio como para estar en cualquier lugar. Rodéate de la gente correcta. Hay quienes te van a incitar a las cosas incorrectas, van a hablar lo incorrecto al lado tuyo, no te van a ayudar en cuanto a tu dominio propio. Estudia la Palabra. Esto te hace más firme cada día. Haz tu diario devocional; no dependas del servicio de tu iglesia. Recuerda siempre la presencia de Dios. Esto trae reverencia a tu vida. Cuando Dios se encuentra contigo no es para condenarte, sino para amarte y corregirte. Si algo cambia tu vida, es encontrarte con Dios. Jacob estaba caminando, y a la noche se acostó a dormir; tuvo un sueño y se encontró con Dios. Cuando despertó, su vida era diferente. Dijo: Esto es casa de Dios y puerta del cielo; aquí me encontré con Dios. La presencia de Dios no está para condenarte ni señalarte, sino para consolarte, guiarte. Una persona consciente de la presencia del Señor, toma dominio sobre su vida. No es que tú vayas a ser perfecto, que siempre harás todo bien; lamentablemente, nuestra carne es débil, y fallamos, si no en palabra, en pensamiento; nos rodeamos de quienes no deberíamos, frecuentamos lugares incorrectos. Lo importante es que haya en ti un autocorrector, algo que te diga que estás mal, algo que redirija tu vida. Esa es la voz del Espíritu Santo que te va a ayudar en todo momento. Siempre leemos los comentarios de cada mensaje. Es un verdadero gozo y un privilegio que Dios nos permita bendecir tantas vidas, aún a la distancia. Compártenos siempre cómo esta palabra ha bendecido tu vida