La Unión Soviética se disolvió en 1991 debido a las tensiones entre las repúblicas que la componían, incluidas diferencias lingüísticas e ideológicas. Mijail Gorbachov intentó reformas para mantener la unidad con su política de perestroika, pero los sentimientos separatistas continuaron creciendo. Finalmente, Gorbachov renunció y la Unión Soviética se disolvió, dando lugar a la Comunidad de Estados Independientes y marcando el fin de la Guerra Fría y del bloque socialista en Europa del Este.
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La Unión Soviética se disolvió en 1991 debido a las tensiones entre las repúblicas que la componían, incluidas diferencias lingüísticas e ideológicas. Mijail Gorbachov intentó reformas para mantener la unidad con su política de perestroika, pero los sentimientos separatistas continuaron creciendo. Finalmente, Gorbachov renunció y la Unión Soviética se disolvió, dando lugar a la Comunidad de Estados Independientes y marcando el fin de la Guerra Fría y del bloque socialista en Europa del Este.
La Unión Soviética se disolvió en 1991 debido a las tensiones entre las repúblicas que la componían, incluidas diferencias lingüísticas e ideológicas. Mijail Gorbachov intentó reformas para mantener la unidad con su política de perestroika, pero los sentimientos separatistas continuaron creciendo. Finalmente, Gorbachov renunció y la Unión Soviética se disolvió, dando lugar a la Comunidad de Estados Independientes y marcando el fin de la Guerra Fría y del bloque socialista en Europa del Este.
La Unión Soviética se disolvió en 1991 debido a las tensiones entre las repúblicas que la componían, incluidas diferencias lingüísticas e ideológicas. Mijail Gorbachov intentó reformas para mantener la unidad con su política de perestroika, pero los sentimientos separatistas continuaron creciendo. Finalmente, Gorbachov renunció y la Unión Soviética se disolvió, dando lugar a la Comunidad de Estados Independientes y marcando el fin de la Guerra Fría y del bloque socialista en Europa del Este.
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CAIDA DE LA URSS
FIN DEL BLOQUE SOCIALISTA
Uno de los acontecimientos suscitados al finalizar la Primera Guerra Mundial fue el advenimiento de los países socialistas. En 1921 surgió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas como resultado de la revolución bolchevique. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, la URSS era ya una gran potencia industrial y militar. La derrota de la Alemania nazi fue posible por el desempeño que la unión Soviética tuvo; su colaboración con los países aliados trajo como resultado que en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la URSS fuera un verdadero bloque político y geográfico en Europa del Este y en parte del continente asiático; su influencia sobre otros países y su rivalidad frente al capitalismo que Estados Unidos representaba en el contexto de la Guerra Fría, hicieron que la URSS realizara una especie de contrapeso al interior de la ONU y en la balanza del nuevo orden económico internacional. La competencia entre la URSS y Estados Unidos se desarrolló en los terrenos económico y político, científico, cultural y tecnológico. No obstante el peso hegemónico de la Unión Soviética como líder del bloque comunista, la burocracia estatal y la falta de libertades en un Estado totalitario fueron factores que desgastaron la cohesión de las varias repúblicas socialistas soviéticas que conformaban a la URSS. Diversas regiones al interior de la Unión Soviética sostenían con sus recursos naturales y con su fuerza de trabajo al Soviet Supremo dentro de Moscú. Países socialistas de Europa del Este que no formaban parte de la URSS, también padecieron los excesos de la centralización política administrativa que se estableció en Moscú. Polonia, Hungría, Yugoslavia, Rumania y Checoslovaquia carecieron, durante las décadas de la Guerra Fría, de una verdadera soberanía. La movilización de sindicatos independientes en Polonia fue precisamente el inicio de un movimiento separatista por la autonomía de ese país en la década de los ochenta. La influencia política y religiosa del papa Juan Pablo II fue significativa para la apertura que Polonia experimentó en la siguiente década. Pero el resquebrajamiento de la URSS se extendió entre las mismas repúblicas que integraban a la Unión Soviética. La inconformidad civil y las diferencias lingüísticas, ideológicas y hasta religiosas fueron cobrando peso y motivaron que la vieja unidad burocrática del sistema se agrietara. En 1985 Mijail Gorbachov inició la Perestroika, una reforma de apertura política y de tolerancia, en un intento por mantener la unidad. En los siguientes años la situación se agravó sin que Gorbachov lograra contener las tendencias separatistas. Un efecto benéfico en la apertura del sistema soviético se presentó cuando en 1987 Estados Unidos y la URSS acordaron destruir parte de sus arsenales nucleares. Pero la caída del Muro de Berlín en 1989 distendió casi en forma definitiva la rivalidad entre ambas potencias. Entre las consecuencias suscitadas por la caída del Muro de Berlín, deben considerarse ciertos reajustes geográficos en Europa, tales como la formación de Croacia como un país soberano, la separación de Montenegro de la ex Yugoslavia, y de la República Checa en Europa Central, además de la reunificación de Alemania, por supuesto.
El derrumbe total del bloque soviético sobrevino en 1991, cuando Gorbachov
abdicó como primer ministro de la URSS. Tras la disolución de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, se estableció la Comunidad de Estados Independientes (CEI) con Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Georgia y otras repúblicas en 1993. Boris Yeltsin disolvió al Partido Comunista y logró sostener un pacto de apertura económica y política entre las nuevas repúblicas de la CEI. Por su parte, Afganistán y los países bálticos se separaron en definitiva.