La Escuela Nueva. Síntesis de Aportes
La Escuela Nueva. Síntesis de Aportes
La Escuela Nueva. Síntesis de Aportes
La educación tradicional fue una sólida construcción histórica resultado de una sedimentación de
saberes, conocimientos y experiencias que, en la emergencia de los Estados nación contemporáneos,
colaboró en imponer una manera de organizar socialmente la reproducción de esa forma de
organización social mediante la instalación de relatos, valores, y un sentido común que formara el
núcleo de una identidad nacional, diferenciada de otras identidades reubicadas en el lugar de lo
extranjero o lo exótico. Esta gran operación política y hegemónica –con intenciones de incidir nada
menos que en la cultura colectiva para ser incorporada a las prácticas populares– tuvo un éxito
rotundo en aquellos lugares donde logró articularse con un proyecto político cuyos dirigentes, como
clase, visualizaron la trascendencia de un logro de estas características.
En este apartado, recorreremos antecedentes de la escuela nueva para desembocar en el caso
argentino, como un caso paradigmático de imposición de esta modalidad y luego de éxito
hegemónico.
La emergencia del movimiento escolanovista representa una de las primeras alternativas que se
instauran para fijar una posición que impugna y enfrenta la hegemonía de la escuela tradicional.
Bajo esta denominación puede identificarse un conjunto de propuestas y experiencias de las cuales
no todas responden a la expresión “escuela nueva”, pero sí coinciden en sostener una serie de
denominadores comunes:
•• Impugnación del modelo predominante denominado escuela tradicional.
•• Necesidad de presentar un modelo alternativo.
•• Preocupación por caracterizar al niño de una manera más precisa al acudir a los avances de la
psicología evolutiva.
•• Preocupación por los efectos no deseados productos de una educación centrada en una lógica
adulta con fuerte énfasis en el iluminismo y enciclopedismo.
En los trabajos sobre historia de la educación se considera que The new school –creada por Cecil
Reddie (1858-1932) en 1889 en una finca de Abbotsholme, Inglaterra– inaugura la serie de
experiencias que emergen con la intención de renovar la enseñanza y acercar la escuela a la vida y a
la naturaleza, en clara contraposición al enciclopedismo que predominaba en la enseñanza común.
Sus ideas principales se centraban en un concepto de la escuela como fuente de experiencia,
actividad y estimulación para el aprendizaje, el contacto con la naturaleza y la vinculación de la
teoría con la práctica.
En Alemania, la primera escuela en esta línea –Landerzihungshein– fue creada por Hermann Lietz
(1868-1919) en el año 1898, en Ilsemburg, después de visitar Abbotsholme.
En síntesis, desde estas muy tempranas experiencias se observa uno de los ejes ideológicos de la
escuela nueva, que se vincula con las posturas sobre el carácter de la naturaleza infantil. Esa
naturaleza obedecía a un “espíritu” infantil fuertemente diferenciado de un espíritu adulto más
regido por la razón y la orientación utilitaria. Sin embargo, si tal espíritu infantil existe con una
especificidad determinada, allí se alojaría el germen de la humanidad, y la educación, que desde
esta perspectiva, sería la manera en que el mundo adulto debe posibilitar el despliegue de tal
humanidad. La pureza es uno de los signos distintivos de esa naturaleza infantil que se corrompería
en la medida que se vincula con lo social; por lo tanto, la educación tiene una misión de proteger y
posibilitar el libre desarrollo de ese espíritu originario. Estos principios se emparentan con los
desarrollados por Rousseau, en su ya célebre obra, la vida infantil de Emilio.
Para completar el panorama de antecedentes y antes de señalar el desarrollo de otras experiencias y
obras pedagógicas que inspiraron la escuela nueva, es indispensable destacar la obra de dos
pedagogos alemanes: Georg Kerschensteiner (1854-1932) y Paul Nartop (1854-1934), ambos
relacionados con la escuela activa y la pedagogía social.
El primero centra su trabajo en “Escuela para el trabajo” que postula la interrelación entre
formación-trabajo y comunidad. Por su parte, Natorp –integrante de la escuela neokantiana de
Marburgo e inspirador de la Constitución de Weimar–, reconoce el valor formativo del trabajo pero
su énfasis está puesto sobre el desarrollo del individuo en la comunidad. Así, se considera a Natorp
el fundador de los principios de la pedagogía social y junto a Kerschensteiner han contribuido a
sentar las bases de la escuela alemana, retomando los desarrollos de Kant, Pestalozzi, Fröbel,
Herbart y Fichte.
En estos desarrollos se toma como supuesto y punto de partida el hecho de que la individualidad no
se desarrolla al margen de la comunidad local, sino que recibe la influencia de ella y, por lo tanto,
forma parte de ese proceso, y es el trabajo el que permite volcar en la comunidad los resultados de
la acción formadora, así como permite desarrollar la propia individualidad. Para estos autores
contemporáneos la tríada formativa está compuesta por la individualidad, la actividad laboral
(trabajo) y el medio social (la comunidad).
Finalmente, nos referiremos a la obra del filósofo norteamericano John Dewey (1859-1952), uno de
los autores más influyentes dentro del campo de la escuela nueva, aunque su obra rebasa largamente
la reflexión sobre la escuela o la educación en sentido estricto, para plantear toda una concepción
filosófica sobre la ciencia, la política y la actividad humana.
Durante los años 1896 y 1904 lleva adelante en la Universidad de Chicago una
escuela experimental en la que plasma los principios que ya había proclamado en
una de sus primeras obras Mi credo pedagógico (1897). Luego de esta experiencia
–que termina de una manera abrupta debido a las resistencias que despierta, pero
que es adoptada como modelo en otras experiencias universitarias– John Dewey,
instalado en la Universidad de Columbia, dedica su trabajo a reunir los principios
filosóficos que animan su pensamiento pedagógico con los principios de la
organización de la democracia en la sociedad norteamericana.
Es de destacar que esto lo realiza en un momento en que el capitalismo industrial norteamericano
tomaba un impulso tal que pondría a los Estados Unidos, luego de la Segunda Guerra Mundial,
como la más importante potencia económica. Para Dewey, el desarrollo de una economía capitalista
industrial y la conservación de los principios de la democracia norteamericana era el mayor desafío
que se debía enfrentar en esta etapa, donde la educación estaba llamada a fijar los principios
morales y resolver desde el aspecto más embrionario la relación democrática entre los miembros de
la sociedad hasta el funcionamiento de las instituciones. Esta segunda parte de su obra tiene un
punto culminante en la publicación de Democracia y educación (1916) donde expone los
principales principios de su filosofía y la relación con la educación.
Terminada la Primera Guerra Mundial y frente al desarrollo de los autoritarismos en distintos
países, en la década de 1930 Dewey participa activamente de la actividad política de su país, en
primer lugar, oponiéndose a todo régimen autoritario ya insinuado en Italia, Alemania y luego
España, incluso al régimen comunista de la Unión Soviética cuyos principios había aceptado en sus
comienzos, pero llega a impugnarlos luego de observar los rasgos autoritarios del régimen stalinista.
En segundo lugar, participa de la organización del sindicato de trabajadores de Nueva York y apoya
la acción del Partido Liberal norteamericano que se presenta como alternativa más radicalmente
democratizante que el Partido Democráta del cual va a apoyar las políticas del Welfare State
(Estado de Bienestar) impulsadas por el Presidente Roosevelt.
En toda esta acción política, Dewey no dejará de sostener la idea de la formación de una
inteligencia colectiva, que se enfrente mediante la aplicación de la ciencia a los problemas que se
les presentan en la vida social. En ese sentido, sostiene que la actividad humana consiste en generar
experiencias que mediante la resolución de los problemas permitan alimentar esa inteligencia
colectiva donde reside el reservorio del saber de la sociedad y el conocimiento sobre cómo enfrentar
los problemas en la vida diaria. La actividad del hombre es la que permite alcanzar el conocimiento
para resolver los problemas que se presentan en la vida cotidiana y la educación es el vehículo
donde se experimenta la producción de ese conocimiento.
El pensamiento de Dewey, inscripto en Estados Unidos dentro de la corriente de “educación
progresista”, va ser solidario con las propuestas de la escuela nueva y activa pero no debe perderse
de vista la derivación hacia el campo de la política al cual su propuesta finalmente arribó.