Sentencia Contrato Arrendamiento Comercial Incendio

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Sentencia T-769/05

ACCION DE TUTELA CONTRA PARTICULARES-Casos en que


procede

INDEFENSION FRENTE A PARTICULARES-Naturaleza

DEBER DE SOLIDARIDAD-Principio constitucional

PERSONA EN CONDICION DE DEBILIDAD MANIFIESTA-


Estado de vulnerabilidad a causa del acaecimiento de un
desastre/PERSONA EN CONDICION DE DEBILIDAD
MANIFIESTA-Protección especial por parte del estado y la sociedad
ACCION DE TUTELA CONTRA PARTICULARES-Procedencia
excepcional para la ejecución de negocio jurídico por afectar derechos
fundamentales

Es necesario tener en cuenta que ante una situación de calamidad o ruina se


derivan, por lo menos, dos resultados constitucionalmente relevantes: (i) la
obligación de parte de todos los habitantes de socorrer y ayudar a quienes
hayan quedado en situación de debilidad por el siniestro, y (ii) la posibilidad
de ejercicio de la acción de tutela aún contra particulares, debido al estado
de indefensión generado por la catástrofe. Como se indicó, el juez de tutela
esta obligado a verificar y considerar las circunstancias que acompañan a los
demandantes en orden a establecer si se hace necesario promover el amparo
eficaz de los derechos fundamentales de los damnificados, teniendo en cuenta
que éstos merecen de especial consideración, sin que la pre existencia de un
vínculo contractual sea un obstáculo para impartir la protección. Más aún, la
Corte ha establecido en varias oportunidades como subregla constitucional,
que respecto de cierto tipo de controversias de naturaleza eminentemente
contractual, el amparo puede ser procedente siempre que respecto en la
ejecución de tales pactos se vean comprometidos principios superiores y se
pueda comprobar la existencia de un estado de subordinación o indefensión.
Precisamente, como herramienta dogmática para entender la competencia del
juez de tutela sobre la ejecución de los contratos de derecho privado, en la
sentencia T-222 de 2004 se diferenciaron las condiciones de desigualdad que
se pueden presentar en la ejecución de cualquier negocio o acto jurídico y, en
paralelo, los grados de intensidad de la intervención del amparo en cada uno
de ellos. En esta jurisprudencia la Corte reiteró la capacidad de
“irradiación” que tiene la Carta Política sobre los actos públicos y privados

DERECHO AL DEBIDO PROCESO-Fundamental en el Estado Social


Constitucional de Derecho

DERECHO AL DEBIDO PROCESO EN ACTUACIONES


PARTICULARES-Relaciones contractuales

En la medida en que la Ley defina las formas que deben acompañar las
actuaciones que deben regir las relaciones particulares o que delegue
determinadas competencias a los ciudadanos para que sean satisfechas en los
vínculos privados, sobre todo en aquellos en donde existe algún tipo de
subordinación o indefensión, es posible aplicar las subreglas propias del
debido proceso como pautas de un trato idóneo, es decir, acordes al numeral
1 del artículo 95 de la Carta. En efecto, teniendo en cuenta que en el ámbito
particular se concreta habitualmente el ejercicio de los derechos
fundamentales y que el debido proceso constituye medio garantista para la
efectividad de aquellos, es apropiado decir que también constituye un medio
para evitar su abuso. Ya que el abuso del derecho se encuentra vedado por la
Constitución, en el desarrollo de las relaciones contractuales de tipo privado
es procedente que se apliquen las garantías que promuevan el respeto por el
derecho de los demás, sobre todo cuando éstos se encuentren en un estado de
indefensión o subordinación. En el caso de la suscripción, ejecución o
terminación de los negocios jurídicos se debe contemplar, en todo caso y
como punto de partida, que tales actos se encuentran cobijados por la
Constitución Política y, por supuesto, por las leyes que rigen el acto jurídico.

DERECHO AL MINIMO VITAL-Vulneración por privación de


ingresos laborales

El concepto de mínimo vital consiste en la protección de uno de los elementos


del trabajo, a saber: la remuneración que acompaña al mismo. Ahora bien,
hay que tener en cuenta dentro de dicha lógica, que en el núcleo esencial del
mínimo vital se encuentran, en general, la realización de las condiciones
materiales para subsistir derivadas de cualquier ocupación y, por tanto, en el
caso en que una micro empresa sea la única fuente de ingresos o el medio
exclusivo para derivar los medios económicos de un individuo también será
necesaria, su protección debido a su conexión con este derecho y a la
salvaguarda consignada en el artículo 333 de la Constitución Política. Si el
derecho al trabajo encuentra amplia protección en nuestro sistema de
derechos, el mismo debe abarcar a aquellos que, en solitario o de manera
independiente, adelantan esfuerzos para forjar una empresa y a través de
ella, buscan derivar lo necesario para vivir. Como se puede apreciar, el
trabajo en cualquiera de sus dimensiones, goza de amplio reconocimiento
constitucional. En paralelo, es decir, como correspondencia a la contribución
que le otorga al desarrollo económico, la empresa, como unidad de
producción e intercambio de bienes y servicios, goza de trato especial, el cual
se sintetiza en la defensa de ésta frente a eventuales obstrucciones.

ACCION DE TUTELA CONTRA PARTICULARES-Procedencia


excepcional para la protección de arrendatarios en estado de
indefensión/RENOVACION DEL CONTRATO DE
ARRENDAMIENTO-Caso de incendio en Centro Comercial de
Pasto/DERECHO A LA RENOVACION AUTOMATICA DEL
CONTRATO DE ARRENDAMIENTO/DERECHO DE
PREFERENCIA EN CONTRATO DE ARRENDAMIENTO-
Aplicación del artículo 521 del C. de Co.
La Corte reconoce y reitera que el contrato per sé no genera una situación de
subordinación entre las partes. Sin embargo, la relación contractual fue
desbordada por la conflagración a partir de la cual el sustrato de hecho del
negocio jurídico cambió. Los comerciantes en el presente caso, esperaron
durante casi un año a que el Centro Comercial fuera restaurado para
reiniciar sus labores. Sin embargo, pese a que no existió ningún desahucio de
parte del arrendador, sus locales no fueron reasignados sino que se exigieron
nuevos requisitos y condiciones para la suscripción de uno nuevo. De
cualquier forma y ante la inauguración del Centro Comercial, no se permitió
que los comerciantes continuaran con sus labores en las tiendas respectivas.
La Sala advierte que tales hechos confirman la existencia de una indefensión
y de un perjuicio irremediable que hacen procedente la acción de tutela. En
efecto, ante las pautas constitucionales y legales de protección de los
comerciantes damnificados y la difícil situación dejada a ellos por el
siniestro, es necesario concluir que a través del amparo se deben proteger los
derechos fundamentales vulnerados. Llegar a una conclusión diferente
favorecería el acto ilegítimo ejecutado por los propietarios del Centro
Comercial a partir de la conflagración, el cual es contraria a los derechos
fundamentales al mínimo vital, al trabajo y al debido proceso y, en principio,
a las reglas de protección de los damnificados y de la empresa establecidas
en la Constitución Política y el Código de Comercio.

Referencia: expediente T-1060455

Acción de tutela instaurada por el señor


Jimmy Alexander Andrade Molina y otros
contra la sociedad “Inmuebles y
Arrendamientos Limitada en Liquidación”
y otros.

Magistrada Ponente:
Dra. CLARA INÉS VARGAS
HERNÁNDEZ

Bogotá, D.C., veinticinco (25) de julio de dos mil cinco (2005).

La Sala Novena de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los


magistrados, CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ, JAIME ARAUJO
RENTERIA y ALFREDO BELTRÁN SIERRA, en ejercicio de sus
competencias constitucionales y legales, profiere la siguiente

SENTENCIA

En el proceso de revisión de los fallos adoptados por el Juzgado Cuarto (4°)


Penal Municipal y el Juzgado Quinto (5°) Penal del Circuito de la ciudad de
San Juan de Pasto, dentro de la acción de tutela instaurada por el señor Jimmy
Alexander Andrade Molina y otros contra la sociedad “Inmuebles y
Arrendamientos Limitada en Liquidación” y otros.

I. ANTECEDENTES

Los ciudadanos Jimmy Alexander Andrade Molina, Ana Cristina Ramírez


Arévalo, Julia Esther Tumbaquí Herrera, Luis Edgardo Torres Montero y
Liliana del Carmen Mora Gómez, por intermedio de apoderados, interpusieron
acción de tutela contra la sociedad “Inmuebles y Arrendamientos LTDA en
Liquidación”, por considerar vulnerados por ésta los derechos fundamentales
al trabajo, la vida, la igualdad, el mínimo vital y la dignidad humana.
Posteriormente, en el trámite de la primera instancia, fueron vinculados a la
parte pasiva de la litis los señores: Nelson Rodrigo Romo Rosero, Segundo
Eduardo Romo Rosero, Nestor Alfredo Delgado Romo, Manuel Antonio
Romo Rosero, Jorge Alberto Romo Rosero, Mauricio Alfredo Romo
Mosquera, Pablo Daniel Moncayo Romo, David Edmundo Moncayo Romo,
Inés Rosero de Romo, María Cristina Mosquera de Romo, Diana Cristina
Romo Mosquera, Natalia Andrea Romo Enriquez, Pedro Pablo Delgado
Romo, Hector Genaro Delgado Romo, Marcel Eduardo Albornoz Romo, Alan
Alfredo Albornoz Romo, Edmundo Andrés Moncayo Romo, Manuel
Alejandro Delgado Romo e Inés de Fátima Romo Rosero.

Para fundamentar su demanda los peticionarios señalan los siguientes:

1. Hechos

Afirman que venían ejerciendo diferentes actividades mercantiles en el


“CENTRO COMERCIAL LA 17” de la ciudad de Pasto en calidad de
arrendatarios de algunos de sus locales.

Indican que el 06 de noviembre de 2002, en el inmueble mencionado acaeció


un incendio que destruyó buena parte de sus tiendas y la mercancía que había
en ellos. Agregan que en varias ocasiones solicitaron al propietario del
edificio, la sociedad “INMUEBLES Y ARRENDAMIENTOS LTDA”, el
mantenimiento de las instalaciones eléctricas respectivas. Además aducen
como causa del fuego, que dicho dispositivo era inadecuado y se encontraba
sobrecargado y desprotegido.

Resaltan que del trabajo que ejercían en cada uno de los almacenes derivaban
el único sustento para vivir.

Advierten que el representante legal de la sociedad propietaria del centro


comercial les aseguró que éste se reconstruiría y que podrían seguir trabajando
en sus locales “sin ningún incremento del canon de arrendamiento, ni
desmejoramiento de sus actuales condiciones (...)”. Ante esta situación,
anotan que esperaron durante casi un año a que se arreglara el inmueble para
que les fueran entregados cada uno de los establecimientos comerciales.
Señalan que al término de la restauración del edificio se acercaron a la oficina
de la administradora, quien les indicó que el canon mensual de arrendamiento
de los locales fluctuaba entre un millón y un millón trescientos mil pesos, lo
que constituye un aumento del 100 o 150 por ciento en el valor de la renta en
comparación al antiguo monto del alquiler. También destacan que se
añadieron varios requisitos para celebrar el contrato respectivo.

Observan que ante el aumento del canon y de los requisitos para arrendar un
local, se remitieron a la casa de la justicia y la personería municipal de Pasto;
esta última citó al representante legal de la sociedad “INMUEBLES Y
ARRENDAMIENTOS LTDA”, pero éste no se presentó a ninguno de los
requerimientos.

Aducen encontrarse en situación de indefensión frente a la arrendadora quien


desde antes de producirse el incendio imponía su voluntad debido al “estado
de necesidad” en el que se encuentran.

Recalcan que los propietarios del Centro Comercial La 17 despliegan


publicidad para alquilar los locales, sin que se respeten sus contratos de
arrendamiento, lo cual atenta contra sus derechos “Fundamentales, Civiles,
Comerciales y Humanos (...) poniendo en peligro INMINENTE el sustento
personal y familiar derivado del ejercicio de su profesión de comerciante
(...)”.

Por todo lo anterior, solicitan se ordene a los accionados reconocer el derecho


de preferencia contenido en el artículo 521 del Código de Comercio y asignar
un local del Centro Comercial La 17 de la ciudad de Pasto. También requieren
se ordene una indemnización en abstracto conforme al artículo 25 del Decreto
2591 de 1991.

2. Respuesta de la Entidad Demandada

El representante legal de la sociedad “INMUEBLES Y ARRENDAMIENTOS


LTDA”, a través de apoderado, se opuso a las pretensiones del amparo
previniendo que tal persona jurídica se encuentra en proceso de liquidación y
que a causa de las pérdidas sufridas en el incendio vendió el inmueble en
donde funcionaba el “Centro Comercial La 17”.

Señala que “jamás han existido conductas arbitrarias ni actitudes


despectivas” y que tampoco hay indefensión o subordinación de los
peticionarios frente a la arrendadora. Concluye que no se suscita ninguna de
las causales para que proceda la tutela contra particulares y, por tanto, el
amparo deviene improcedente.

Indica que los nuevos propietarios del Centro Comercial han adelantado
acciones para arrendar en forma preferente los locales a los antiguos
inquilinos conforme al artículo 521 del Código de Comercio. Advierte que el
incremento del canon no constituye vulneración del Derecho de Preferencia
conforme a la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia y precisa que las
pretensiones de la demanda solamente hacen parte de una controversia
comercial en la cual no se ha demostrado la existencia de un perjuicio
irremediable y que, por tanto, la tutela no es procedente para dirimir el
conflicto.

3. Pruebas

En el expediente de la acción de tutela en comento obran las siguientes


pruebas:

- Declaraciones extrajuicio de los señores: Jimmy Alexander Andrade Molina


(folio 16), María Cristina Pantoja Mora (folio 17), Mabel Cecilia Eraso
Betancourt (folio 18), Gloria Cháves (folio 60), Ana Cristina Ramírez (folio
62), Fanny Ortega Portilla (folio 61), Julia Esther Tumbaqui Herrera (folio
105), Galdys Cuaicuan Hidalgo (folio 106), María del Pilar Vélez (folio 107),
Gildardo Andrade Molina (folio 149), Jimmy Andrade Molina (folio 150),
Luis Edgardo Torres Montero (folio 151), Carmen Lucia Alvarez Freire (folio
194), Fredy López (folio 195) y Liliana del Carmen Mora (folio 196). En
éstas se insiste en la calidad de comerciantes que tienen los demandantes y en
la difícil situación a la que se vieron avocados después del incendio.

- Fotocopia de los certificados de existencia y representación legal de la


sociedad “Inmuebles y Arrendamientos Ltda.” del 07 de noviembre de 2002
(folios 19 y 20) y del 25 de febrero de 2003 (folios 21 y 22).

- Fotocopia del certificado de tradición y libertad del inmueble con matrícula


240-13012 del 08 de noviembre de 2002 (folios 23 y 24).

- Fotocopia del derecho de petición dirigido al personero municipal de la


ciudad de Pasto (folio 25).

- Fotocopia de la respuesta del derecho de petición dirigido a los comerciales


del “Centro Comercial La 17” por la Personería Municipal de Pasto, en donde
se deja constancia de la inasistencia de los señores Nelson Rodrigo Romo y
Alfredo Romo, gerente y liquidador de la sociedad “Inmuebles y
Arrendamientos Ltda.”, a las diligencias para transar el conflicto (folios 26 a
29).

- Fotocopia del folleto en donde se consignan los “Requisitos para solicitar


un local comercial en arrendamiento” del centro comercial la 17 (folio 30).

- Fotocopia de la citación elevada al señor Nelson Romo en febrero de 2002,


por los arrendatarios del centro comercial para “tratar asuntos relacionados
con diferentes inquietudes” (folio 31).

- Fotocopia de la respuesta expedida por la administración del centro


comercial (folios 32A y 32B).
- Fotocopia de los informes presentados por el cuerpo de bomberos
voluntarios de Pasto el 12 de noviembre de 2002 (folios 33 a 35) y por la
facultad de ingeniería de la Universidad de Nariño (folios 36 a 39), sobre el
incendio acontecido en el Centro Comercial La 17.

- Fotocopia de oficio dirigido por los comerciantes al Fiscal Seccional 11 de


la ciudad de Pasto (folios 40 a 43).

- Certificado del registro mercantil a nombre del señor Carlos Humberto


Villota (folio 59).

- Certificado expedido por la directora de “Promociones y Cobranzas Beta


Pasto” sobre las obligaciones financieras en cobro prejurídico a cargo del
señor Carlos Humberto Villota (folio 63).

- Certificado del registro mercantil a nombre de Luis Edgardo Torres Montero


(folios 152 y 153).

- Certificado del registro mercantil a nombre de Liliana del Carmen Mora


Gómez (folio 193).

- Certificado de existencia y representación legal de “Inmuebles y


Arrendamientos Ltda., en liquidación”, del 28 de octubre de 2003 (folios 231
y 232).

- Certificado de tradición y libertad del inmueble con matrícula 240-13012


del 28 de octubre de 2003 (folios 233 a 235).

- Declaraciones juramentadas de: Ana Cristina Ramírez Arévalo (folios 237 y


238), Julia Esther Tumbaqui Herrera (folios 241 y 242), Fabiola Meneses
Cabrera (folios 244 y 245), María Mercedes Narváez (folios 246 y 247),
Jimmy Alexander Andrade (folios 249 y 250), Liliana del Carmen Mora
(folios 251 y 252), Segundo Alfredo Romo (folios 253 y 254), María Eugenia
Paz (folios 255 y 256) y Luis Edgardo Torres Montero (folios 257 y 258).

- Fotocopia de la factura de pago del arriendo del local número 70 del Centro
Comercial La 17 a cargo de la señora Cristina Ramírez (folio 239).

- Fotocopia del oficio que dirigieron Carlos Villota y Cristina Ramírez al


Centro Comercial La 17 el 21 de agosto de 2003, en el que solicitan: “se nos
tenga en cuenta para que nos concedan el mismo local que ocupábamos”
(folio 240).

- Fotocopia del informe del CTI, fechado 20 de diciembre de 2002, en el que


se establecen las causas del incendio en el Centro Comercial La 17 (folios 281
a 290).

- Dos (02) fotografías del antes y después del incendio en un sector del
Centro Comercial (folios 310 y 311).
II. DECISIONES JUDICIALES OBJETO DE REVISION:

1. Primera instancia

Del presente asunto conoció el Juzgado Cuarto (4°) Penal Municipal de Pasto,
quien en sentencia del día siete (07) de noviembre de 2003 denegó la acción
de tutela al considerarla improcedente por existir otro medio de defensa
judicial idóneo para la solución de la disputa planteada por los arrendatarios.
Indica que la controversia debe ventilarse en la justicia ordinaria sobre todo
para aquellos sobre quienes no se encuentra probada la existencia de un
contrato de arrendamiento por haberse cedido sin el consentimiento del
arrendador. Adicionalmente, esta instancia consideró que en este caso no se
corrobora la existencia de alguna de las causales para que proceda la acción de
tutela contra particulares, en estricto, que exista un estado de indefensión o
subordinación que justifique el amparo.

2. Impugnación

Los apoderados de los demandantes impugnaron el fallo del a-quo, replicando


que si existe una situación de indefensión respecto de los arrendadores, la cual
se ilustra con la negativa de instalar contadores de electricidad a cada uno de
los locales “aprovechándose de manera negligente e irresponsable de su
posición dominante, como propietario del establecimiento mencionado”.

Respecto de la existencia de un perjuicio irremediable, los peticionarios


insisten en que los propietarios del centro comercial adelantan maniobras de
promoción de los locales en orden a lograr su arrendamiento, en detrimento de
los derechos de los comerciantes damnificados, quienes gozan de una
“expectativa cierta otorgada por el Código del Comercio, respecto del
derecho de preferencia”. Como los locales se estaban arrendando a terceras
personas, la vía judicial ordinaria no es adecuada para proteger los derechos
sino la acción de tutela como mecanismo para prevenir la entrega de los
establecimientos sin que se respeten las garantías previstas para los
arrendatarios. Aducen que por encima de las formalidades del contrato de
arrendamiento, se encuentran el sufrimiento y las dificultades económicas y
personales que han soportado desde que acaeció el incendio.

3. Segunda instancia

El Juzgado Quinto (5°) Penal del Circuito de Pasto, en providencia del


dieciséis (16) de enero de 2004, confirmó la sentencia de primera instancia por
considerar que existe otro medio de defensa judicial para satisfacer las
pretensiones de los demandantes y no evidenciar la existencia de un perjuicio
irremediable qué proteger.

III. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS


1. Competencia

Es competente esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional para revisar


los fallos mencionados, de conformidad con lo establecido en los artículos 86,
inciso tercero, y 241 numeral noveno de la Constitución Política y en los
artículos 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991.

2. Presentación del caso y planteamiento del problema jurídico.

Ante la reconstrucción del Centro Comercial La 17 de la ciudad de Pasto,


luego de haberse producido un incendio, algunos de los arrendatarios
solicitaron al propietario la asignación de los locales bajo las mismas
condiciones en las que se venían ejecutando los contratos. Como respuesta, el
arrendador dispuso nuevas condiciones para celebrar el negocio jurídico y
aumentó en gran medida el canon del alquiler.

Conforme a lo anterior, corresponde a la Sala en esta oportunidad establecer si


vulnera los derechos fundamentales de unos arrendatarios damnificados por
un incendio, la negativa de rentarles los locales comerciales bajo las mismas
condiciones contractuales aplicadas antes de producirse el siniestro.

Para tal efecto esta Sala examinará las causales para que proceda la acción de
tutela contra particulares en una relación de carácter contractual haciendo
énfasis en la protección que merecen los damnificados de un siniestro, para
luego abordar el derecho al debido proceso aplicado a las relaciones entre
particulares, el mínimo vital, el derecho al trabajo, la libertad empresa y
finalmente estudiará el caso concreto, en donde se hará mención especial al
deber que tienen los jueces constitucionales de enviar oportunamente los
expedientes de tutela para su revisión a la Corte Constitucional.

3. Acción de tutela contra particulares en una relación contractual.


Características de la situación de indefensión y protección especial de los
damnificados. Deber de solidaridad.

3.1. El inciso 5° del artículo 86 de la Constitución Política define los eventos


generales en que la acción de tutela procede contra particulares bajo las
siguientes condiciones: “La ley establecerá los casos en los que la acción de
tutela procede contra particulares encargados de la prestación de un servicio
público o cuya conducta afecte grave y directamente el interés colectivo, o
respecto de quienes el solicitante se halle en estado de subordinación o
indefensión”.

Conforme a tal mandato, el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991 desarrolló


las condiciones para que proceda del amparo contra las acciones u omisiones
de los particulares. De esta norma, vale la pena destacar los siguientes
numerales:
“4. Cuando la solicitud fuere dirigida contra una organización
privada, contra quien la controle efectivamente o fuere el beneficiario real de
la situación que motivó la acción, siempre y cuando el solicitante tenga una
relación de subordinación o indefensión con tal organización”.

“9. Cuando la solicitud sea para tutelar (la vida o la integridad de)
quien se encuentre en situación de subordinación o indefensión respecto del
particular contra el cual se interpuso la acción. Se presume la indefensión
del menor que solicite la tutela”.

La disposición entre paréntesis fue declarada inexequible en la sentencia de


Constitucionalidad 134 de 19941 en la cual se abordaron de fondo las
circunstancias bajo las cuales resulta admisible el amparo de los derechos
fundamentales en una actuación u omisión de carácter privado. En ese
entonces, la Corte estableció conforme a la naturaleza de la acción de tutela,
que el significado de las condiciones “subordinación e indefensión” hacen
parte del derecho de igualdad como soporte básico de las relaciones entre
particulares. En este sentido en tal providencia se afirmó lo siguiente:

“La acción de tutela contra particulares procede en las


situaciones en que el solicitante se encuentre en estado de
indefensión o de subordinación. Al igual que en el caso del
servicio público, esta facultad tiene su fundamento jurídico en el
derecho de igualdad, toda vez que quien se encuentra en alguna
de las situaciones referidas no cuenta con las mismas
posibilidades de defensa que otro particular. Por ello, el Estado
debe acudir a su protección -en caso de haberse violado un
derecho constitucional fundamental-, la cual no es otra cosa que
una compensación entre el perjuicio sufrido y el amparo
inmediato del derecho. Con todo, también debe advertirse que las
situaciones de indefensión o de subordinación deben apreciarse
en cada caso en concreto”.

Pues bien, conforme a lo señalado en el examen de constitucionalidad, en cada


caso la jurisprudencia de la Corporación se ha encargado de establecer los
principales ingredientes que componen las situaciones de indefensión y
subordinación. Al respecto, sobre la diferencia básica entre las dos
situaciones, en la sentencia T-290 de 1993 (M.P.: José Gregorio Hernández
Galindo) se consideró:

“...que la subordinación alude a la existencia de una relación


jurídica de dependencia, como ocurre, por ejemplo, con los
trabajadores respecto de sus patronos, o con los estudiantes frente
a sus profesores o ante los directivos del establecimiento al que
1
M.P.: Vladimiro Naranjo Mesa.
pertenecen, en tanto que la indefensión, si bien hace referencia a
una relación que también implica la dependencia de una persona
respecto de otra, ella no tiene su origen en la obligatoriedad
derivada de un orden jurídico o social determinado sino en
situaciones de naturaleza fáctica en cuya virtud la persona
afectada en su derecho carece de defensa, entendida ésta como
posibilidad de respuesta efectiva ante la violación o amenaza de
que se trate”.

Fundamentalmente, la principal diferencia entre los dos escenarios radica en


el origen de la dependencia entre los sujetos. Si el sometimiento se presenta
como consecuencia de un título jurídico nos encontraremos frente a un caso
de subordinación y contrario sensu si la dominación proviene de una
situación de hecho, podremos derivar la existencia de una indefensión. Sobre
ésta última ha precisado la Corporación que:

“La situación de indefensión es una circunstancia empírica, no


normativa, que coloca a la persona en la imposibilidad real de
ejercer sus derechos fundamentales por motivos ajenos a su
voluntad. Pese a que, in abstracto el ordenamiento jurídico dispone
de medios de defensa judicial para la protección de los derechos e
intereses, en la práctica, diversos factores de hecho, entre ellos la
inacción de las autoridades públicas, pueden dar lugar a la
desprotección y consecuente indefensión de una persona frente al
poder o a la supremacía de otro particular. En estos casos, al juez
de tutela corresponde verificar si efectivamente se configura una
situación o relación de indefensión en la que esté en juego algún
derecho fundamental que deba ser tutelado2”.

Teniendo en cuenta que la indefensión debe ser evaluada en cada caso


concreto, de acuerdo a las circunstancias de hecho, la jurisprudencia ha
establecido como subregla que el juez constitucional es el encargado de dar
contenido a este concepto. A partir de ello esta Corporación ha definido líneas
de jurisprudencia en donde se indican a manera de ejemplo los diferentes
casos en donde es posible establecer la existencia de una dependencia de facto
y, en consecuencia, ha determinado la procedencia de la tutela entre
particulares. Sobre el tema, en la sentencia T-277 de 19993 se dijo:

“3.4. El estado de indefensión, para efectos de la procedencia de


la acción de tutela, debe ser analizado por el juez constitucional
atendiendo las circunstancias propias del caso sometido a estudio.
No existe definición ni circunstancia única que permita delimitar
el contenido de este concepto, pues, como lo ha reconocido la

2
Corte Constitucional. Sentencia T-210 de 1994. M.P.: Eduardo Cifuentes Muñoz.
3
M.P.: Alfredo Beltrán Sierra.
jurisprudencia, éste puede consistir, entre otros en: i) la falta,
ausencia o ineficacia de medios de defensa de carácter legal,
material o físico, que le permitan al particular que instaura la
acción, contrarrestar los ataques o agravios que, contra sus
derechos constitucionales fundamentales, sean inferidos por el
particular contra el cual se impetra la acción -sentencias T-573
de 1992; 190 de 1994 y 498 de 1994, entre otras-. ii) la
imposibilidad del particular de satisfacer una necesidad básica o
vital, por la forma irracional, irrazonable y desproporcionada
como otro particular activa o pasivamente ejerce una posición o
un derecho del que es titular -sentencias T-605 de 1992; T-036; T-
379 de 1995; T-375 de 1996 y T-801 de 1998, entre otras- iii) la
existencia de un vínculo afectivo, moral, social o contractual, que
facilite la ejecución de acciones u omisiones que resulten lesivas
de derechos fundamentales de una de las partes v.gr. la relación
entre padres e hijos, entre cónyuges, entre coopropietarios, entre
socios, etc. - sentencias 174 de 1994; T-529 de 1992; T-; T-233 de
1994, T-351 de 1997. iv) El uso de medios o recursos que buscan,
a través de la presión social que puede causar su utilización, el
que un particular haga o deje de hacer algo en favor de otro. v.gr.
la publicación de la condición de deudor de una persona por
parte de su acreedor en un diario de amplia circulación
-sentencia 411 de 1995- la utilización de personas con
determinadas características -chepitos-, para efectuar el cobro de
acreencias -sentencia 412 de 1992-; etc.”.

En conclusión, esta Corte ha establecido que tratándose de una situación de


indefensión, ésta se debe valorar conforme a las circunstancias de hecho
presentes en el proceso que permitan inferir una DESVENTAJA ILEGÍTIMA
que vulnera los derechos fundamentales. De acuerdo a las condiciones
propias y personales del peticionario se debe calcular el grado de sumisión y
la suficiencia y efectividad que le brindarían otros medios de defensa judicial.
En este sentido se pronunció el pleno de esta Corporación, así:

“De esta manera, cuando un particular no tiene los medios físicos


o jurídicos eficientes y suficientes para repeler las agresiones de
las cuales viene siendo objeto por parte de un particular que
atenta contra sus derechos fundamentales, la acción de tutela
surge como el mecanismo judicial excepcional idóneo y efectivo
que protege los derechos violentados, respecto de los cuales la
agresión se hace ya incontenible. A lo anterior, han de agregarse
las consideraciones subjetivas relativas a desprotección especial,
a circunstancias económicas, sociales, culturales y los
antecedentes personales de los sujetos procesales que deben ser
valorados por el juez de tutela para determinar el grado de
indefensión que hace procedente la acción” .

Corte Constitucional, sentencia SU-062 de 1999, argumento jurídico número 1.


Ahora, concretando el tema al caso de las relaciones contractuales que
suponen la existencia formal de un equilibrio entre las partes, la Corte ha
derivado, bajo ciertas condiciones especiales de hecho, la existencia de una
indefensión que justifica a la tutela como el mecanismo indicado para proteger
los derechos fundamentales. En la sentencia T-118 de 2000 4 consintió la
procedencia del amparo contra una compañía de seguros para lo cual
consideró: “Pero, en cambio, se muestra como ostensible la indefensión,
como relación de carácter fáctico, en cuya virtud la persona afectada no
puede oponerse de manera efectiva a la actitud de la compañía, que repercute
en el perjuicio de los derechos fundamentales invocados”. De hecho, sobre
este tema en reciente examen de constitucionalidad de uno de los artículos de
la Ley 820 de 2003, sobre arrendamiento de vivienda urbana, en aplicación del
juicio de proporcionalidad, se estimó bajo el criterio de necesidad de la norma
que uno de los condicionamientos fácticos de este negocio jurídico es la
situación de desventaja en la que se pueden encontrar los arrendatarios en
razón de su fragilidad o dependencia económica5.

3.2. Pues bien, una vez definido que la indefensión se caracteriza por
situaciones de hecho que ponen en circunstancia de desventaja a una de las
partes lo cual no se supera con la existencia de un vínculo contractual, es
necesario abordar, en paralelo, la condición del damnificado como un sujeto
de especial protección conforme al deber de solidaridad social 6 presente en la
Constitución Política. Esto nos permitirá sostener que en ciertas relaciones
entre particulares, incluso aquellas que estuvieren precedidas o sustentadas por
un negocio jurídico, cuando quiera que acaezca un siniestro, es procedente la
acción de tutela como uno de los mecanismos idóneos para evitar la
desprotección de aquellos que queden bajo un escenario de inestabilidad,
debilidad o de pleitesía económica que genere una desventaja ilegítima capaz
de vulnerar los derechos fundamentales.

El preámbulo y el artículo 95 de la Constitución Política establecen como uno


de los parámetros fundamentales de nuestra sociedad a la solidaridad. Pues
bien, sobre el marco dentro del cual se desenvuelve tal principio como pauta
4
M.P.: José Gregorio Hernández Galindo. En esta sentencia se analizó la demanda presentada contra una
compañía de seguros que se negó a amparar conforme a la póliza los servicios de salud de una beneficiaria
debido a una supuesta preexistencia.
5
Corte Constitucional. Sentencia C-731 de 2005. M.P.: Humberto Antonio Sierra Porto, argumento jurídico
4.4..
6
El principio de solidaridad social, los derechos fundamentales y la dignidad humana son pautas que
encarrilan las reglas económicas de la Constitución. La Corte se pronunció sobre esta premisa en la sentencia
T-505 de 1992 (M.P.: Eduardo Cifuentes Muñoz) de la siguiente manera: “El Estado social de derecho
mantiene el principio de legalidad, pero lo supera y complementa al señalar entre sus finalidades la de
garantizar un orden político, económico y social justo (C.N., Preámbulo). La naturaleza social del estado de
derecho colombiano supone un papel activo de las autoridades y un compromiso permanente en la
promoción de la justicia social. La defensa de los valores supremos del ordenamiento obliga al Estado a
intervenir —dentro del marco constitucional— para proteger a las personas en su dignidad humana y exigir
la solidaridad social cuando ella sea indispensable para garantizar derechos fundamentales como la vida y
la salud. (…) El Estado social de derecho, los principios de dignidad humana y de solidaridad social, el fin
esencial de promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los derechos, deberes y principios
constitucionales y el derechos fundamental a la igualdad de oportunidades, guían la interpretación de la
Constitución económica e irradian todos los ámbitos de su regulación, propiedad privada, libertad de
empresa, explotación de recursos, producción, distribución, utilización y consumo de bienes y servicios,
régimen impositivo, presupuestal y de gasto público’’.
de protección de las personas que se encuentren en estado de debilidad, el
pleno de la esta Corporación en la sentencia SU-256 de 19967 consideró:

“La construcción de la solidaridad humana y no la


competencia mal entendida por sobrevivir, es el principio de
razón suficiente del artículo 95 de la Carta Política y por ello,
en lugar de rechazar a quien está en situación ostensible de
debilidad, es deber positivo de todo ciudadano -impuesto
categóricamente por la Constitución- el de socorrer a quien
padece la necesidad, con medidas humanitarias. La acción
humanitaria es aquella que desde tiempos antiquísimos
inspiraba a las religiones y a las sociedades filantrópicas hacia
la compasión y se traducía en medidas efectivas de socorro,
que hoy recoge el derecho internacional humanitario (…)”.

En estricto, respecto del deber de solidaridad en el caso de los ciudadanos que


hayan soportado un desastre, la Corte8 ha sostenido lo siguiente:

“En esta medida, en el caso de personas que se encuentran en


situaciones de debilidad manifiesta, debido a su estado de
vulnerabilidad a causa del acaecimiento de un desastre, el
principio de solidaridad cobra una dimensión concreta que hace
que el derecho a una vida digna se relacione directamente con la
salud, con la seguridad alimentaria y con la protección mínima de
seguridad ante los peligros de la intemperie entre otros aspectos.
Por esta razón tanto el Estado, como la sociedad y la familia
deben concurrir a la protección de este bien jurídico.

“En conclusión, la Sala estima que en situaciones de desastre la


solidaridad se concreta como una pauta de comportamiento
conforme a la cual deben obrar tanto el Estado como la sociedad
(sentencia T-434 de 2002, M.P. Rodrigo Escobar Gil). En esta
medida las personas que se han visto afectadas de forma
indirecta por las consecuencias de un desastre, específicamente
por las consecuencias que implica la nueva situación de los
damnificados en el entorno social, deben colaborar activamente
en la mitigación de los daños obrando conforme al principio de
solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias ante
situaciones que pongan en peligro la vida o la salud de las
personas (C.P. artículo 95 numeral 2), por lo cual deben
abstenerse de ordenar o ejecutar actos que puedan amenazar,
profundizar la condición vulnerable de la población que ha
7
M.P.: Vladimiro Naranjo Mesa, argumento jurídico 2.5.. Caso en el cual se examinó el despido
aparentemente legítimo de una persona afectada por el virus del VIH.
8
Sentencia T-1125 de 2003, Sala Sexta de Revisión, M.P.: Marco Gerardo Monroy Cabra, argumento jurídico
2. Providencia en donde se estudiaron y apoyaron las estrategias de protección de los damnificados de un
incendio.
sufrido directamente los efectos de la calamidad, o de dañar la
vida de sus semejantes, procurando el cuidado integral de su
salud y la de su comunidad”.

En conclusión, es necesario tener en cuenta que ante una situación de


calamidad o ruina se derivan, por lo menos, dos resultados
constitucionalmente relevantes: (i) la obligación de parte de todos los
habitantes de socorrer y ayudar a quienes hayan quedado en situación de
debilidad por el siniestro, y (ii) la posibilidad de ejercicio de la acción de
tutela aún contra particulares, debido al estado de indefensión generado por la
catástrofe.

3.3. Como se indicó, el juez de tutela esta obligado a verificar y considerar las
circunstancias que acompañan a los demandantes en orden a establecer si se
hace necesario promover el amparo eficaz de los derechos fundamentales de
los damnificados, teniendo en cuenta que éstos merecen de especial
consideración, sin que la pre existencia de un vínculo contractual sea un
obstáculo para impartir la protección. Más aún, la Corte ha establecido en
varias oportunidades como subregla constitucional, que respecto de cierto tipo
de controversias de naturaleza eminentemente contractual, el amparo puede
ser procedente siempre que respecto en la ejecución de tales pactos se vean
comprometidos principios superiores y se pueda comprobar la existencia de un
estado de subordinación o indefensión.

Precisamente, como herramienta dogmática para entender la competencia del


juez de tutela sobre la ejecución de los contratos de derecho privado, en la
sentencia T-222 de 2004 (M.P.: Eduardo Montealegre Lynett) se diferenciaron
las condiciones de desigualdad que se pueden presentar en la ejecución de
cualquier negocio o acto jurídico y, en paralelo, los grados de intensidad de la
intervención del amparo en cada uno de ellos. En esta jurisprudencia la Corte
reiteró la capacidad de “irradiación” que tiene la Carta Política sobre los actos
públicos y privados, para lo cual estimó y trascribió lo siguiente:

“[En] Situaciones excepcionales, en las cuales el medio de


defensa judicial no resulta eficaz o idóneo para proteger los
derechos constitucionales afectados o violados por la ejecución
(sea cumplimiento o interpretación) del contrato, es posible
demandar la intervención directa del juez constitucional, por vía
de tutela. En sentencia T-202 de 2000, la Corte señaló:

“Esta Corporación reitera nuevamente en esta oportunidad, que


conforme a su jurisprudencia (T-050 de 1999; T-019 de 1999; T-
037 de 1999; T-322 de 1993; T-341 de 1993; T-416 de 1996), la
Carta Política tiene una capacidad de irradiación sobre la
interpretación de las leyes y de los contratos celebrados por los
particulares, pues la educación y los derechos fundamentales de
los ciudadanos constituye un marco valorativo que impregna y
condiciona todos los actos jurídicos celebrados por los
coasociados. En consecuencia, la celebración, interpretación,
ejecución y terminación de los contratos no puede conducir a una
arbitrariedad por parte de uno de los signatarios del negocio
jurídico, máxime cuando con el incumplimiento del mismo se
afecta un derecho fundamental como ocurre en este evento con la
educación de uno de los contratantes.”

(…)

“El grado de intervención del juez constitucional depende, por


entero, de la manera en que se verifica la violación o amenaza de
los derechos fundamentales de alguna de las partes. Si tal
amenaza o violación surge de manera directa de alguna de las
cláusulas contractuales, se ha de admitir una intervención más
intensa, mientras que si se trata de consecuencias
inconstitucionales derivadas del ordinario cumplimiento del
contrato, la intensidad disminuye y la carga probatoria y
argumentativa exigible al demandante aumenta”9.

Tenemos entonces que afirmar que en una controversia de origen o con


trascendencia contractual la acción de tutela es absolutamente improcedente
puede ser equivocada si en el caso concreto no se verifican las condiciones de
los peticionarios y no se argumenta suficientemente la inexistencia de una
situación de subordinación o indefensión. La existencia de una relación
contractual no puede ser – se repite- la única premisa para denegar el amparo
ya que en la suscripción o la ejecución de un contrato se pueden consignar u
originar cláusulas o tratos inconstitucionales y vulnerar derechos
fundamentales que requieran de un mecanismo de protección reforzado como
la tutela. Situaciones arbitrarias que afecten derechos fundamentales como la
vida, el mínimo vital, la salud y el trabajo, deben estimarse a fondo por el juez
constitucional con el objeto de definir si basta, para su defensa y protección,
con la satisfacción de los medios ordinarios de defensa.

4. Debido proceso y abuso del derecho en actuaciones de particulares.

El derecho fundamental consignado en el artículo 29 de la Constitución


Política tiene como destinatarios, en principio, a todas aquellas autoridades
públicas que se encarguen de la evaluación y juzgamiento de las conductas
desplegadas por cualquier persona. Las garantías emanadas de este derecho se
han materializado, entre muchas otras, en la existencia de un juez y de reglas
preexistentes al reparo de la conducta y en el despliegue con garantías del
derecho de defensa a partir de la contradicción de los hechos y de las pruebas.
Tales prerrogativas, sin embargo, hacen parte de un marco mucho más amplio
que permite entender la importancia del desarrollo de este derecho en nuestra
sociedad. De acuerdo a este supuesto, del derecho al debido proceso hacen
parte dos dimensiones (una objetiva y otra subjetiva) y un fin. La primera
9
Sala Séptima de Revisión, Argumento jurídico 15.2..
dimensión encarna los presupuestos sociales del ejercicio democrático en
contra de la tiranía, consolidados en el ejercicio discursivo en todos los niveles
y ámbitos del poder10. La segunda prescribe el conjunto de requisitos
necesarios para que cada individuo pueda ejercer la democracia, es decir, para
que pueda participar del discurso11. En conclusión, el derecho al debido
proceso constituye un pilar o instrumento fundamental para la consolidación
de la democracia, el cual tiene como guía u objetivo principal la garantía de
los derechos fundamentales y la promoción de un orden político, económico y
social justo.

Nada obsta dentro del marco Constitucional para que los parámetros de
protección y garantía del debido proceso se apliquen a las relaciones entre los
particulares. Por el contrario, su aplicación y exigencia estricta se ajustan al
deber atribuido a todos los colombianos en los incisos primero y segundo y el
numeral 1 del artículo 95 de la Constitución12. De acuerdo a lo anterior, se
puede entender al debido proceso como un derecho fundamental indirecto o
sea, como mecanismo para la protección de otros derechos fundamentales en
el Estado democrático13. Sobre este asunto en la sentencia T-470 de 1999 14 se
consideró:

“La garantía del debido proceso ha sido establecida en favor de


la persona, de toda persona, cuya dignidad exige que, si se
deducen en su contra consecuencias negativas derivadas del
ordenamiento jurídico, tiene derecho a que su juicio se adelante
según reglas predeterminadas, por el tribunal o autoridad
competente y con todas las posibilidades de defensa y de
contradicción, habiendo sido oído el acusado y examinadas y
evaluadas las pruebas que obran en su contra y también las que
constan en su favor.

“No podría entenderse cómo semejante garantía, reconocida al


ser humano frente a quien juzga o evalúa su conducta, pudiera ser
exigible únicamente al Estado. También los particulares, cuando
se hallen en posibilidad de aplicar sanciones o castigos, están
obligados por la Constitución a observar las reglas del debido
proceso, y es un derecho fundamental de la persona procesada la

10
Sobre este tema explica Carlos Bernal Pulido: “Es de este modo que la democracia se estructura en torno
a un proceso legislativo, seguido de procesos de ejecución y aplicación de las leyes por parte de la
administración y la jurisdicción, en los cuales los individuos intercambian argumentos, pretensiones y
evidencias para la defensa de los intereses propios”. En: Bernal Pulido, Carlos. “El Derechos de los
Derechos”. Universidad Externado de Colombia. Pág. 335. 2005.
11
Véase: Zuleta, Estanislao. “Educación y Democracia, un campo de combate”. “La participación
democrática y su relación con la educación”. Corporación Tercer Milenio. Bogotá, 1995.
12
En los cuales se indica: “ART. 95.—La calidad de colombiano enaltece a todos los miembros de la
comunidad nacional. Todos están en el deber de engrandecerla y dignificarla. El ejercicio de los derechos y
libertades reconocidos en esta Constitución implica responsabilidades.
“Toda persona está obligada a cumplir la Constitución y las leyes.
“Son deberes de la persona y del ciudadano:
“1. Respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios”.
13
Bernal Pulido, op. Cit. pág. 337.
14
M.P.: José Gregorio Hernández Galindo. En el mismo sentido cfr. sentencia T-944 de 2000, M.P.: Alejandro
Martínez Caballero.
de que, en su integridad, los fundamentos y postulados que a esa
garantía corresponden le sean aplicados. Por eso, ante las
vulneraciones o amenazas para el ejercicio de ese derecho
fundamental, cabe la acción de tutela”.

En la medida en que la Ley defina las formas que deben acompañar las
actuaciones que deben regir las relaciones particulares o que delegue
determinadas competencias a los ciudadanos para que sean satisfechas en los
vínculos privados, sobre todo en aquellos en donde existe algún tipo de
subordinación o indefensión, es posible aplicar las subreglas propias del
debido proceso como pautas de un trato idóneo, es decir, acordes al numeral 1
del artículo 95 de la Carta. En efecto, teniendo en cuenta que en el ámbito
particular se concreta habitualmente el ejercicio de los derechos
fundamentales y que el debido proceso constituye medio garantista para la
efectividad de aquellos, es apropiado decir que también constituye un medio
para evitar su abuso. Al respecto, sobre el abuso del derecho en un contrato de
compraventa, la Corte en la sentencia de tutela T-411 de 199915 consideró:

“Así las cosas, la constructora incurrió en lo que la doctrina y la


jurisprudencia coinciden en denominar un abuso del derecho,
pues “...si el derecho es una función que debe ejercerse para el
cumplimiento del fin social y sobre bases de estricta justicia, o sea
sin traspasar los límites de la moral...”, éste no se conforma “...
con el ejercicio de las facultades que con arreglo a las normas
nos corresponden, sino que exige que las mismas sean ejercidas
no sólo sin perjuicio de los demás, del todo social, sino también
con la intención de no dañar con un fin lícito y moral simultáneo”
(Corte Suprema de Justicia, Sala de Negocios Generales,
septiembre 6/35).

“Es claro, que los elementos constitutivos del abuso del derecho a
los que se refiere la jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia, sobre la materia, en el caso que se revisa se presentan
inequívocamente, pues a través de una conducta que refleja de
manera nítida un exceso en el ejercicio de las facultades
contractuales de la demandada, ésta, que sin duda se encuentra
en posición dominante frente a sus usuarios, los compradores de
vivienda de interés social actores de la tutela, sin que se evidencie
necesidad objetiva y en abierta violación no sólo de los estatutos
excepcionales que la regulan, sino de la misma Constitución,
exige, “bajo la modalidad de contrato”, el cumplimiento de una
cláusula que redunda en daño para la parte que se vio precisada
a adherir a sus condiciones”.

15
Sala Octava de Revisión, M.P.: Fabio Morón Díaz.
Ya que el abuso del derecho se encuentra vedado por la Constitución, en el
desarrollo de las relaciones contractuales de tipo privado es procedente que se
apliquen las garantías que promuevan el respeto por el derecho de los demás,
sobre todo cuando éstos se encuentren en un estado de indefensión o
subordinación. En el caso de la suscripción, ejecución o terminación de los
negocios jurídicos se debe contemplar, en todo caso y como punto de partida,
que tales actos se encuentran cobijados por la Constitución Política y, por
supuesto, por las leyes que rigen el acto jurídico.

5. Mínimo Vital, Derecho al Trabajo y protección de la Libertad de


Empresa. El arrendamiento de los establecimientos de comercio.

La Corte Constitucional no ha definido de manera precisa o restringida el


concepto de mínimo vital pero si ha concebido que la operatividad del
concepto obedece a patrones cualitativos y no cuantitativos. Como tal, la
Corporación ha señalado que el carácter de fundamental del concepto, parte de
la estrecha relación que tiene con derechos como la vida y la dignidad. A
partir de ello lo ha establecido como el punto de partida del ejercicio pleno de
los derechos, es decir, como pauta o término para el desempeño funcional del
individuo en la sociedad, para lo cual ha concretado que éste consiste en la
necesidad de establecer un “mínimo de condiciones decorosas de vida”16.

Adicional a lo anterior, la Corporación ha generado una línea de


jurisprudencia sólida que relaciona la realización del mínimo vital con las
condiciones económicas presentes para cada sujeto. Para este efecto, ha
señalado reiteradamente que la ausencia prolongada de pago de salarios y
pensiones, presume su vulneración. Podemos derivar a través de esta premisa,
que la acción de tutela se ha consolidado como el instrumento para defender la
remuneración que es producto de cualquier ocupación o labor; por supuesto, la
vulneración al mínimo vital abarca condiciones de subsistencia particulares y
subjetivas, las cuales deben ser analizadas en cada caso concreto; sobre este
aspecto, se ha señalado que:

“El mínimo vital es concebido en la jurisprudencia constitucional


como un concepto indeterminado cuya concreción depende de las
circunstancias particulares de cada caso. De cualquier forma, la
vulneración del derecho al mínimo vital puede establecerse
atendiendo las consecuencias que para la persona tiene la
privación de sus ingresos laborales en la situación concreta en
que se encuentra. Los elementos mínimos incluidos en el concepto
de mínimo vital también han sido determinados por la Corte: “El
pago  oportuno y completo de un salario garantiza el goce de lo
que se ha denominado el mínimo vital, considerado éste como
aquellos recursos absolutamente imprescindibles para solucionar
y satisfacer no solamente las necesidades primarias de
alimentación y vestuario, sino aquellas relacionadas con la salud,
educación, vivienda, seguridad social y medio ambiente, factores
16
Sentencia SU-995 de 1999, M.P.: Carlos Gaviria Díaz.
insustituibles para la preservación de calidad de vida.” (Sentencia
T-043 de 2001 M.P. Alvaro Tafur Galvis )”17 (subrayado no
original).

Todo lo anterior permite evidenciar que el concepto de mínimo vital consiste


en la protección de uno de los elementos del trabajo, a saber: la remuneración
que acompaña al mismo. Ahora bien, hay que tener en cuenta dentro de dicha
lógica, que en el núcleo esencial del mínimo vital se encuentran, en general, la
realización de las condiciones materiales para subsistir derivadas de cualquier
ocupación y, por tanto, en el caso en que una micro empresa sea la única
fuente de ingresos o el medio exclusivo para derivar los medios económicos
de un individuo también será necesaria, su protección debido a su conexión
con este derecho y a la salvaguarda consignada en el artículo 333 de la
Constitución Política.

Si el derecho al trabajo encuentra amplia protección en nuestro sistema de


derechos, el mismo debe abarcar a aquellos que, en solitario o de manera
independiente, adelantan esfuerzos para forjar una empresa y a través de ella,
buscan derivar lo necesario para vivir. Así las cosas, sobre la trascendencia
del derecho al trabajo en cualquiera de sus dimensiones (subordinado o
independiente), es necesario resaltar un aparte de la sentencia T-394 de 1999,
en la que se indicó:

“El significado de dicho presupuesto cobija las diversas


modalidades de trabajo, es decir, lo relacionado con el campo de
las relaciones laborales dependientes y subordinadas, así como
del realizado en forma independiente. Considerado en esta forma
integral, el trabajo, según señalamientos reiterados de la Corte
Constitucional, adopta una triple naturaleza constitucional, es
decir como “un valor fundante de nuestro régimen democrático y
del Estado Social de Derecho (CP art. 1), un derecho fundamental
(CP art. 25) de desarrollo legal estatutario (CP art. 53) y una
obligación social” (Sentencia T-009/93, M.P. Dr. Eduardo
Cifuentes Muñoz.). Desde esta perspectiva el trabajo es objeto de
una especial salvaguarda por parte del Estado, no sólo en razón a
esa particular naturaleza, sino porque además realza la primacía
de otros principios igualmente protegidos, como el respecto (sic) a
la dignidad humana y a los derechos fundamentales de las
personas que, como trabajadores en una concepción amplia,
adelantan una actividad tendente a desarrollar su potencial
laboral físico o mental, en aras de la provisión de los medios
necesarios para su subsistencia y sostenimiento familiar. Al
respecto la Corte ha señalado: “No sólo la actividad laboral
subordinada está protegida por el derecho fundamental al
trabajo. El trabajo no subordinado y libre, aquel ejercido de
forma independiente por el individuo, está comprendido en el
17
Sentencia T-148 de 2002, Sala Tercera de Revisión, M.P.: Manuel José Cepeda Espinosa.
núcleo esencial del derecho al trabajo. La Constitución más que
al trabajo como actividad abstracta protege al trabajador y su
dignidad. De ahí el reconocimiento a toda persona del derecho a
un trabajo en condiciones dignas y justas, así como la
manifestación de la especial protección del Estado "en todas sus
modalidades" (CP art. 25)” (Sentencia T-475/92, Eduardo
Cifuentes Muñoz)”18 (subrayado no original).

Como se puede apreciar, el trabajo en cualquiera de sus dimensiones, goza de


amplio reconocimiento constitucional. En paralelo, es decir, como
correspondencia a la contribución que le otorga al desarrollo económico, la
empresa, como unidad de producción e intercambio de bienes y servicios 19,
goza de trato especial, el cual se sintetiza en la defensa de ésta frente a
eventuales obstrucciones. De hecho la jurisprudencia de esta Corporación ha
restringido las limitaciones que la ley pretenda imponer a la libertad de
ejercicio empresarial, a las siguientes condiciones: “i) necesariamente debe
llevarse a cabo por ministerio de la ley; ii) no puede afectar el núcleo
esencial de la libertad de empresa; iii) debe obedecer a motivos adecuados y
suficientes que justifiquen la limitación de la referida garantía (Sentencia T-
291 de 1994. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz); iv) debe obedecer al principio
de solidaridad (Sentencia T-240 de 1993. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz); y
v) debe responder a criterios de razonabilidad y proporcionalidad (Sentencia
C-398 de 1995. M.P. José Gregorio Hernández Galindo)”20.

Dentro del ámbito referido y de manera específica, es decir, como uno de las
formas de protección a la empresa, en el Código de Comercio se encuentra
regulado el arrendamiento de los inmuebles ocupados con un establecimiento
comercial. Estas normas, que sólo regulan algunas de las eventualidades del
referido contrato de manera imperativa21, proporcionan un marco de garantía
del arrendatario que en un inmueble determinado pretende adelantar su labor
comercial22.

La primera de las salvaguardias consiste en el derecho a la renovación


automática del contrato de arrendamiento (artículo 518 del Código de
Comercio) a favor del empresario-arrendatario que haya ocupado el inmueble
con un mismo establecimiento por un término mínimo de dos (02) años. Se
excluyen de tal hipótesis tres (03) casos entre los que se encuentra la
reconstrucción o reparación del inmueble. Las diferencias que surjan de la
renovación, de acuerdo al artículo 519, “se decidirán por el procedimiento
18
Sala sexta de revisión, M.P.: Martha Victoria Sáchica de Moncaleano.
19
Sobre el concepto de empresa y de libertad de empresa cfr. Sentencias C-524 de 1995, M.P.: Carlos Gaviria
Díaz y C-616 de 2001, M.P.: Rodrigo escobar Gil.
20
Sentencia C-070 de 2004, M.P.: Clara Inés Vargas Hernández.
21
Código de Comercio, artículo 524: “Contra las normas previstas en los artículos 518 a 523, inclusive, no
producirá efectos ninguna estipulación de las partes”.
22
Al respecto, en el texto del doctor José Alejandro Bonivento Fernández se indica: “ De manera expresa, las
normas consignadas en este estatuto (518 a 524 del Código de Comercio) hablan sobre el arrendamiento de
inmuebles ocupados con un establecimiento de comercio. Particularmente, tienden a proteger a los
arrendatarios empresarios de establecimiento de comercio, o sea, aquel conjunto de bienes organizados por
aquéllos (sic) para realizar los fines de la empresa (artículo 515 del Código de Comercio)”. En: “Los
principales contratos civiles y su paralelo con los comerciales”. Décima Cuarta Edición. Ediciones Librería
del Profesional, 2000, página 453.
verbal, con la intervención de peritos”. Frente a este primer evento surge,
entonces, una pregunta: ¿ante el conflicto presentado sobre los términos de
renovación del contrato, el arrendamiento queda suspendido o expira 23, o el
mismo se entiende que debe continuar su curso hasta que se emita el
pronunciamiento judicial respectivo?. La respuesta, de acuerdo a la
mencionada protección de la que es titular la empresa, debe ser que el contrato
continua vigente y en ejecución hasta que se le dé solución al conflicto.

La segunda de las garantías consignadas a favor del empresario se consigna en


el artículo 520 de referido estatuto y consiste en el desahucio que se le debe
prestar al arrendatario con no menos de seis meses de anticipación, cuando
quiera que se den los eventos consignados en los numerales 2 y 3
(reconstrucción del inmueble) del artículo 518, para que se evite la
“renovación o prórroga en las mismas condiciones y por el mismo término del
contrato inicial”24. En otros términos, si acaecida alguna de las situaciones
del 518, v. gr. la reconstrucción del inmueble, no se hiciere el desahucio
correspondiente, el contrato se entenderá renovado automáticamente a favor
del arrendatario. De esta norma se desprende que a pesar de que el inmueble
sea desocupado para su restauración, es necesario que el arrendador adelante
los procedimientos necesarios para indicarle a los arrendatarios que el contrato
será terminado o, contrario sensu si no lleva a cabo el correspondiente acto de
desahucio, el contrato se entiende renovado, como medida de protección, a
favor de los arrendatarios, es decir, para que éstos sigan adelante con su
establecimiento de comercio una vez se haya restaurado el inmueble.

Al contrario de lo establecido en el numeral 1 del artículo 2008 del Código


Civil, la destrucción de la cosa arrendada, en este caso el inmueble en donde
se encuentra un establecimiento de comercio, no expira el arrendamiento, sino
que permite al arrendador dar por terminado el contrato siempre que –se
repite- desahucie a los arrendatarios en los términos indicados. Por tanto, si
no existe desahucio se entiende que el contrato prosigue y, en consecuencia,
las diferencias que surjan como consecuencia de la renovación, pueden
solucionarse por un juez sin que se desaloje a los comerciantes o se les impida
realizar su labor u oficio.

Lo anterior, además, sin perjuicio del tercer y cuarto beneficio consignado en


la legislación comercial para el arrendatario de un local comercial: (i) el
derecho de preferencia de los anteriores arrendatarios (artículo 521 del Código
de Comercio) cuando quiera que se extinga la relación contractual conforme al
artículo 520, y (ii) la indemnización de perjuicios a favor del empresario
(artículo 522 ejusdem).

23
Código Civil, artículo 2008.
24
La Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, respecto de la constitucionalidad del mencionado artículo,
en sentencia de noviembre 18 de 1971, consideró: “(...) Se supone que en los casos comentados, el
propietario que desee readquirir la tenencia del inmueble, dispone de un plazo suficientemente amplio para
hacerlo saber al arrendatario con los fines atrás anotados. Si así no procede y trata de forzar un
desalojamiento repentino o apresurado o guarde silencio, el precepto impone automáticamente la prórroga
del contrato. El texto legal, puesto de frente a dos intereses, el particular del propietario del inmueble y el
del empresario comerciante que envuelve como se vio, elementos de interés social, impone una solución a
favor del último” (negrilla no original).
Conforme a las anteriores herramientas teóricas se procederá a abordar el
problema jurídico planteado dentro del caso concreto.

6. El caso concreto.

Varios de los comerciantes afectados por un incendio en el “Centro Comercial


La 17” de la ciudad de Pasto, acudieron a la acción de tutela para solicitar el
respeto a sus derechos fundamentales al trabajo, la vida, la igualdad, el
mínimo vital y la dignidad humana. Para ello, afirman que perdieron toda la
mercancía que había en las tiendas al momento de la conflagración,
dejándolos en una situación crítica, dado que de su actividad comercial
derivaban lo necesario para vivir. Lo anterior, se encuentra soportado por los
diversos testimonios obrantes en el expediente en donde se afirma que los
peticionarios hacen parte, de tiempo atrás, del conjunto de arrendatarios del
mencionado edificio y que de cada una de sus tiendas originaban los ingresos
para satisfacer sus necesidades básicas. Queda pues demostrado en el
expediente: (i) la calidad de arrendatario-comerciante del “Centro Comercial
La 17”, (ii) el estado de damnificado producto del incendio y (iii) que de las
tiendas en cuestión cada uno de los peticionarios derivaban los ingresos para
vivir.

Por su parte, la sociedad accionada advirtió que se encuentra en estado de


liquidación y que el inmueble en donde “funcionaba” el Centro Comercial fue
vendido. Además consideran que la acción de tutela en este caso no procede
por no existir ninguna situación de subordinación, indefensión o un perjuicio
irremediable qué proteger. Este último argumento además, fue compartido
por las dos instancias, quienes consideraron que existe otro medio judicial de
defensa idóneo para satisfacer las pretensiones en cuestión.

Es necesario agregar a lo anterior, que durante el trámite de la primera


instancia fueron vinculados a la parte pasiva de esta acción, los actuales
propietarios de la edificación en donde para la época del incendio funcionaba
el “Centro Comercial La 17”, que se componen en estricto sentido por la gran
mayoría de socios de la sociedad “Inmuebles y Arrendamientos Ltda., en
liquidación” y otros familiares.

De acuerdo a lo expuesto, lo primero a solucionar dentro del problema


jurídico planteado es si en el presente caso la acción de tutela procede a pesar
de presentarse contra un particular con quien se celebró un negocio jurídico
de arrendamiento.

Las dos instancias dentro del presente amparo, se limitaron a observar que
ante la existencia del contrato de arrendamiento no era posible derivar una
situación de indefensión o subordinación que hiciera procedente la acción.
Sin embargo, con los argumentos esgrimidos se llega a una conclusión
radicalmente diferente, teniendo como premisas las condiciones de
arrendatario y de damnificado. Por supuesto, si dentro del análisis tan sólo se
tiene en cuenta la evaluación del negocio jurídico, no es posible emanar de
ella, subordinación o indefensión alguna. Al contrario, si los jueces de
instancia se hubieran detenido a reflexionar sobre el atributo de
“damnificado” que ostenta cada uno de los peticionarios, habría llegado a una
solución diferente.

La Sala ha reiterado a lo largo de la presente providencia que en lo que tiene


que ver con la situación de indefensión, es deber del juez constitucional
analizar a fondo las circunstancias de hecho que acompañan a los
demandantes. En el presente caso están comprobados dos atributos: el de
contratista y el de damnificado. Por tanto, el desarrollo de la relación
contractual en sede de tutela no puede ser examinado a través de una sola de
las dos condiciones. Es necesario valorar las cualidades de los peticionarios
en orden a dar solución a la siguiente pregunta: ¿los peticionarios se
encuentran bajo una situación de desventaja provocada por una situación de
hecho dentro del caso en cuestión?.

La respuesta a tal asunto, de acuerdo a lo expuesto, es afirmativa conforme a


las herramientas allegadas al expediente. Es necesario valorar con cuidado
que la ejecución y las controversias contractuales puede que no se desarrollen
en un plano de igualdad cuando existe de por medio una catástrofe o siniestro.
La propia Constitución Política reconoce esto cuando obliga a todos los
ciudadanos a “[o]brar conforme al principio de solidaridad social”. ¿Es
posible ubicar dentro de un plano de identidad, al comerciante que no ha
sufrido percance alguno frente al que ha perdido todas sus mercancías y que
espera legítimamente, esto es con arreglo a la ley, la remodelación de su local
para continuar con su ocupación?. La valoración sobre la existencia de una
indefensión en el presente caso debería haber partido de la difícil situación
personal y económica de los peticionarios consecuencia del incendio y no
haberse agotado en la existencia de una relación o controversia contractual.

La Corte reconoce y reitera que el contrato per sé no genera una situación de


subordinación entre las partes. Sin embargo, la relación contractual fue
desbordada por la conflagración a partir de la cual el sustrato de hecho del
negocio jurídico cambió. Los comerciantes en el presente caso, esperaron
durante casi un año a que el Centro Comercial fuera restaurado para reiniciar
sus labores. Sin embargo, pese a que no existió ningún desahucio de parte del
arrendador, sus locales no fueron reasignados sino que se exigieron nuevos
requisitos y condiciones para la suscripción de uno nuevo. De cualquier
forma y ante la inauguración del Centro Comercial, no se permitió que los
comerciantes continuaran con sus labores en las tiendas respectivas.

La Sala advierte que tales hechos confirman la existencia de una indefensión


y de un perjuicio irremediable que hacen procedente la acción de tutela. En
efecto, ante las pautas constitucionales y legales de protección de los
comerciantes damnificados y la difícil situación dejada a ellos por el siniestro,
es necesario concluir que a través del amparo se deben proteger los derechos
fundamentales vulnerados. Llegar a una conclusión diferente favorecería el
acto ilegítimo ejecutado por los propietarios del Centro Comercial a partir de
la conflagración, el cual es contraria a los derechos fundamentales al mínimo
vital, al trabajo y al debido proceso y, en principio, a las reglas de protección
de los damnificados y de la empresa establecidas en la Constitución Política y
el Código de Comercio.

Tanto la Carta como la ley -como se adviritió- han establecido normas para la
protección del empresario y el establecimiento de comercio. Ahora bien, en
circunstancias específicas como las presentes, la salvaguarda de la unidad
comercial se encuentra íntimamente ligada con el derecho al trabajo y al
mínimo vital. Si los comerciantes derivaban su única labor y el sustento para
vivir de la administración de sus locales comerciales, los obstáculos
presentados, si son ilegítimos, afectan sin justificación los derechos
fundamentales indicados.

Pues bien, de acuerdo a la posición ejercida por el arrendador, para evitar el


abuso de sus derechos, ha debido aplicar de manera estricta las normas que
sobre arrendamiento comercial se encuentran establecidas en la Ley. Esto
hubiera permitido comunicar oportunamente la terminación del contrato y
habría evitado que pese a no prestar el desahucio correspondiente se
imposibilitara injustificadamente que los peticionarios hubieran proseguido
con su labor en los locales respectivos. Dicha omisión, a saber, no aplicar los
procedimientos previstos en la ley para notificar la terminación del contrato
de arrendamiento, permiten aseverar a la Sala que el arrendador adoptó una
postura ilegítima, vulnerando los derechos adquiridos y también, el debido
proceso como derecho fundamental indirecto.

El comportamiento que debió asumir el arrendador ante la inexistencia del


correspondiente desahucio, en orden a garantizar los derechos fundamentales
de los arrendatarios, era designar para cada uno de ellos un local comercial en
el que siguieran desplegando su labor. Si existiera cualquier duda o
controversia sobre la ejecución, prórroga o la renovación del contrato, aquel
podría haber acudido a la jurisdicción ordinaria pero sin obstaculizar o
impedir de manera alguna y hasta que ésta decidiera, que los comerciantes
ejercieran sus labores libremente. Bajo esta óptica, es el arrendador que no
profirió el desahucio correspondiente, quien tiene a su disposición los medios
judiciales idóneos para plantear cualquier tipo de controversia sobre la
ejecución del contrato. Poner a los arrendatarios damnificados a reclamar la
entrega de sus locales por medios judiciales desconoce sus derechos
fundamentales y desecha sin razón la expectativa legítima creada por la
inexistencia del desahucio.

La misma lógica se aplica a las controversias surgidas a partir de la supuesta


cesión de los contratos. De acuerdo a los testimonios que obran en el
expediente, todos los peticionarios ocupaban un local en el Centro Comercial
La 17 desde hace más de dos años, tiempo durante el cual el arrendador
percibió sin reparo los cánones respectivos. No obstante, sólo cuando fue
reclamada la asignación de un local, el arrendador de manera unilateral,
recordó que respecto de algunos de ellos no existía contrato de arrendamiento.
Esta Sala, debe ser explícita y reiterar que, en orden a proteger los derechos
fundamentales de los comerciantes damnificados, cualquier controversia debe
surtirse ante los jueces ordinarios pero mientras tanto, se debe respetar la labor
que adelantaba cada uno de ellos en el centro comercial.

Conforme a lo anterior, la Sala revocará los fallos adoptados por el Juzgado


Cuarto (4°) Penal Municipal y el Juzgado Quinto (5°) Penal del Circuito de la
ciudad de San Juan de Pasto y, en su lugar, concederá la tutela solicitada. En
consecuencia dispondrá que los propietarios del “Centro Comercial La 17”, en
el término de cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de este
fallo, procedan a asignar un local comercial a los peticionarios conforme al
artículo 520 del Código de Comercio.

Ahora bien, la Sala destaca que en todo caso tanto demandantes como
demandados, si lo llegaran a considerar necesario, disponen de otras vías
judiciales para que definan los otros debates planteados en la demanda y su
contestación. Así, por ejemplo, los primeros podrían solicitar las
indemnizaciones correspondientes conforme al artículo 522 del Código de
Comercio y los segundos podrían censurar los términos de las renovaciones
conforme al artículo 519 ejusdem.

7. Negligencia judicial por parte del Juzgado Quinto Penal de Circuito de


la ciudad de Pasto.

No puede esta Sala pasar por alto, que en el estudio del presente caso se
advierte una grave negligencia por parte del Juzgado Quinto Penal del
Circuito de Pasto, al desconocer por completo lo señalado por el artículo 32
del decreto 2591 de 1991, que ordena que dentro de los diez días siguientes a
la ejecutoria del fallo de segunda instancia, el juez debe remitir el expediente
de tutela a la Corte Constitucional para su eventual revisión.

Tal despacho judicial profirió sentencia el día dieciséis (16) de enero de 2004,
quedando ejecutoriada el día 21 del mismo mes, con lo cual la remisión del
expediente debió hacerse a más tardar el día 04 de febrero del mismo año. Sin
embargo, el expediente en cuestión fue recibido por la Corte Constitucional
solo hasta el día siete (07) de febrero de 2005 es decir, doce (12) meses
después.

Por lo anterior, visto que el Juzgado Quinto Penal del Circuito de Pasto no
cumplió lo señalado por el artículo 32 del decreto 2591 de 1991, considera
esta Sala que, de acuerdo con lo señalado por el artículo 53 del mismo decreto
2591 de 1991, se incurrió en una falta por parte del mencionado juez, razón
por la cual es pertinente compulsar copias de esta decisión y del proceso al
Consejo Seccional de la Judicatura de Nariño, Sala Disciplinaria, para que
proceda a realizar las investigaciones a que hubiere lugar, respecto de todos
los funcionarios de tal despacho, que de una u otra manera hubiesen tenido
que ver en su oportunidad en el trámite del presente expediente de tutela25.

IV. DECISION
25
Véase sentencia T-542 de 2002, M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
En mérito de lo expuesto, la Sala Novena de Revisión de la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de
la Constitución,

RESUELVE:

PRIMERO.- REVOCAR los fallos proferidos por el Juzgado Cuarto (4°)


Penal Municipal de Pasto y el Juzgado Quinto (5°) Penal del Circuito de la
ciudad de Pasto de fechas siete de noviembre de 2003 y dieciséis de enero de
2004 respectivamente, que denegaron el amparo de los derechos al trabajo, la
vida, la igualdad, el mínimo vital y la dignidad humana de los ciudadanos
Jimmy Alexander Andrade Molina, Ana Cristina Ramírez Arévalo, Julia
Esther Tumbaquí Herrera, Luis Edgardo Torres Montero y Liliana del Carmen
Mora Gómez.

SEGUNDO.- TUTELAR los derechos fundamentales al trabajo, al mínimo


vital y al debido proceso de los señores Jimmy Alexander Andrade Molina,
Ana Cristina Ramírez Arévalo, Julia Esther Tumbaquí Herrera, Luis Edgardo
Torres Montero y Liliana del Carmen Mora Gómez. En consecuencia,
conceder la tutela solicitada y disponer que los propietarios del “Centro
Comercial La 17”, en el término de cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la
notificación de este fallo, procedan a asignar un local comercial a los
peticionarios en las mismas condiciones y por el mismo término del contrato
inicial.

TERCERO.- COMPULSAR copias de esta decisión y del proceso, al


Consejo Seccional de la Judicatura de Nariño, Sala Disciplinaria, para que
proceda a realizar las investigaciones a que hubiere lugar, respecto de todos
los funcionarios del Juzgado Quinto Penal del Circuito de Pasto, que de una u
otra manera hubiesen tenido que ver en su oportunidad en el trámite del
presente expediente de tutela.

CUARTO.- Por Secretaría, líbrese la comunicación prevista en el artículo 36


del decreto 2591 de 1991.

Notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional


y cúmplase.

CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ


Magistrada Ponente

JAIME ARAÚJO RENTERÍA


Magistrado
ALFREDO BELTRÁN SIERRA
Magistrado

MARTHA VICTORIA SACHICA MENDEZ


Secretaria General

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