La Naturaleza en La Obra de Gabriela Mistral
La Naturaleza en La Obra de Gabriela Mistral
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LITERATURA Y LINGÜISTICA N9 3
La obra Lagar (1957) de Gabriela Mistral es uno de IDS últimos trabajos estructurados en verso de la
insigne poetisa. Es el resplandor final de una poesía ya alejada de Tala y de Desolación. En Lagar se aprecia
un intento de renovación, que va de la turbulencia romántica y modernista a una actitud de resignación cristiana
y de encuentro con la naturaleza. La experiencia de la muerte va despejando los enigmas de una mujer
que convirtió la vida en poesía.
El propósito de La Naturaleza en la obra de Gabriela Mistral es indagar el trasfondo de su ''paganía congenital" a
través de los elementos fundantes y de los eventuales nexos entre espíritu y materia. Los poemas de Lagar
revelan una dialéctica que proyecta a un hablante lírico hacia la contingencia de la historia y de la sociedad.
Los motivos de Lagar y su plan de composición están si tuados en el dolor, en la ternura y en la esperanza;
geografía y cultura son instrumentos de una misma sinfonía: vertebración de símbolos mitológicos cristianos;
naturaleza como principio de vida y movimiento de los existentes; pertenencia a la tierra como base del
sentimiento de Patria; importancia del regionalismo por encima del nacionalismo. En consecuencia, y con el
aporte de algunos textos de Gabriela anda por el mundo, Gabriela nos da una visión de lo que ha golpeado,
sufrido, perdido y mistificado el hombre por su insensato alejamiento de la naturaleza. Es la voz que no se
arrepiente de afirmar: "en el comienzo era la tierra".
"Yo les dije a los niños descalzos y de ropas parchadas de Montegrande que esperen todavía que
sean fieles un poco más a su suelo precioso. Pero que si siguen viviendo as4 en esa mala muerte, se
vayan todos, camino del mar, como me fui yo, y me volvería a ir cien veces, si todo mi paisaje
siguiera siendo ese cuadro asiático de un cauce seco del río, de viñedo enfermo y de hombres sin
esperanza. La mitad de esos niños no conoce el mar, en país marítimo. Les hablé del mar y del
mundo que no han visto y donde pueden ganar su pan sin pelea con la desidia".
Gabriela Mistral
INTRODUCCION
EL LENGUAJE DE LA NATURALEZA
Gabriela Mistral es una artista de primer orden que descubre situaciones, datos, hechos y
motivaciones espirituales en el paisaje que la rodea y que la conforma. Domina con acierto las
técnicas descriptivas, sobre las cuales queda flotando el encanto del tiempo y toda la marejada de
su fluir. La influencia del Valle de Elqui está presente en cada retablo de su mirada marítima,
aromática, racial o de pedernal. El silencio de la nieve acompasa el corazón y el aire amortigua sus
pasiones. De este modo se convierte en genio de su tierra, a través de un lenguaje sutilisimo que ata
todos los cabos de lo temporal y de lo espacial. Cosas aparentemente nimias adquieren
importancia y trascendencia. El mundo de Gabriela está constituido lingüísticamente por el
vocablo que sabe a olor de tierra húmeda al comenzar el invierno. Las palabras sugeridas como la
existencia de los pájaros, representan los hechos y números de su mundo: son los hechos casi
invisibles que el creador desoculta en la inmensa red de su geografía y que los sitúa en el tapete
del recuerdo después de volver a viajar por los poemas Abre horizontes, se exige hacia una
totalidad y nos enseña la importancia de lo comunitario.
Lo natural es aquello que se produce por sí o espontáneamente. En esta dirección Gabriela
nos ayuda a comprender su posición respecto a lo que es el Derecho Natural cuando conversa sobre
la tierra (el suelo) con las mujeres portorriqueñas. Es una vivencia religiosa en que la naturaleza
misma revela a la razón y al corazón del hombre sus divinas correspondencias. Su sentido es algo
opuesto a lo amficial como producto del arbitrio humano.
Ahora bien: en su obra apreciamos una interpretación de la naturaleza como principio de
vida y de movimiento de todas las cosas existentes. Ante sus ojos se reflejan los sueños y por las
quebradas donde la vida desliza sus lágrimas, descubre los materiales consustanciales a su canto y
el andamiaje perfecto de su melodía. Capta, a la manera de un Giordano Bruno, la dimensión de
la naturaleza como verdad divina manifestada en las cosas, aunque este acierto se aprecia también
y de otro modo, en su dimensión con lo terrestre, diciendo: "una paganla con-genital vivo desde
siempre con los árboles, especie de trato viviente y fraterno" (1)• Dentro de su concepción, Dios puso
al hombre en un jardín, en un paraíso terrenal, el hecho de no cuidarlo es regresar a sí misma, al
lugar oscuro de la razón humana. En 1922 declara que acostumbra a escribir en cuartos con
grandes ventanales que den al paisaje, que dejen entrar aleteos y pedazos de aroma y de cielo,
apreciando desde el aposento la ternura de aquello que la rodea. Por otra parte, en algunos
trazos se entiende que la naturaleza emerge como reflejo del alma en la materia y la idea en la
forma de ser otro, la exterioridad que sirve al poeta para acercarse a su identidad y procurar que
los demás compartan con entera libertad el goce de pertenecer a un lugar.
(1) Scarpa, Roque Esteban en Mistral 1970, p. 7,
TIERRA Y COMUNIDAD
El sentido comunitario y sus ideales humanísticos Gabriela los obtiene de la unidad de forma y
contenido a partir de su formación y de su pertenencia a un espacio campesino y cordillerano
llamado Valle de Elqui. Su sentido innovador frente a lo establecido es la base de su sentimiento
de Patria. Gabriela se funda en lo permanente de su tierra e inaugura su poesía en la herencia de
su padre andariego y de una madre diligente. Su naturalismo empapa como el rocío toda su
estética. Su humanidad es algo que rebota en sus escritos porque su Norte es aquella tierra que
la interpela como un bien que hay que recrear. Su encuentro con las cosas dadas es amoroso y
escasamente utilitario, eminentemente poético, fundamental y en ningún caso accidental. Por lo
tanto, cuando nos referimos al concepto de formación en Gabriela, nos inclinamos por su
integración espontánea a la naturaleza sin detestar a las demás patrias que constituyen las agru-
paciones raciales de las diversas nacionalidades del planeta. Su prosa es la revelación de un ser y
escritor "en su punto", bien informada y con vivencias que saben defender con vehemente
sufrimiento la totalidad de lo humano. En el lenguaje orteguiano, su yo y sus circunstancias vienen
a ser la justificación, la causa, la razón de su madurez emocional frente a lo dado, al habitat, al
entorno como alimento de su existencia. Su visión terrestre nos enseña a valorar al hombre y a
comprender la belleza como algo absolutamente reñido con el mal.
La vida de Gabriela fue una larga jornada por pueblos, ciudades, continentes. Ocupó cargos,
responsabilidades culturales y diplomáticas. Allí va rumiando discordias, avatares y también
galardones y premios. Empieza a trabajar en una escuela de la aldea llamada "Compañía Baja" a
los catorce años de edad, como hija de gente pobre y "con padre ausente y un poco desasido" (2). A
fines de 1910 trabaja en el liceo de niñas de Traiguén y termina como profesora en la ciudad de
Santiago alrededor de 1922.
En todos los pueblitos, familias, pensiones, etc., la naturaleza la acompaña, leyendo "a troche y
moche" lo que casualmente caía en sus manos de acuerdo a la voluntad de algunos conocidos. Fue
una mujer de pocas amistades que suplía con el mar, los olivares y las montañas su exceso de
soledad. "Como el primitivo. Lucila hacía dioses de todo lo creado y vive, en aquel entonces,
aquello que llama paganía congenital, en una entrega dionislaca, porque aún no ha nacido la
verdadera palabra que exige la hermosa exactitud" (3).
La zarza es el vegetal enredado y trepador, silvestre y austero, en parte egoísta porque donde él
está no existe nada más que su propia y difundida raí/; a Gabriela la presencia de la zarza le sirve
para explicar su carácter adusto que la hacía padecer injustamente a ella y a los demás. En
cambio, su poema Dulzura, nos transmite una consciencia tranquila y una intención solidaria.
Está, interiormente, siempre en paz con árboles y fieras. "Llevo la boca llena de alabanzas: hermosa
zarza mordedora del camino, te erizó las greñas la tempestad y te pareces a algún verso de Esquilo" (4).
POETA Y ESTRELLA
Para Gabriela, los poetas son seres llamados por las estrellas, una referencia cósmica,
inconmensurable, que no soslaya lo pequeño ni lo desagradable. Su trascendencia es la piedra sillar
de un lenguaje que nos conecta con la totalidad del universo:
"Señor, estoy en paz con la tierra del monte; ¡y me son terciopelo todos los horizontes, I y todo
rostro, amigo, luna llena, guimaldas inocentes. I Señor, yo soy aliada nueva del pájaro y la fuente".
En 1911 Gabriela llega a la ciudad de Antofagasta. Aunque esta etapa parece ser poco
significativa en su vida, un día le escribe a su madre: "la vida ahora me ha convertido en mujer, pero
aún mi corazón se estremece de ternura para recordarte. Estoy sola frente al espectáculo de esta
inmensidad matutina y te evoco con pasión de hija y viajera" (5)•
Don Jerónimo, su padre, fallece en la sala común del hospital de Copiapó y sus restos son
depositados en la fosa común del cementerio, la patria eterna de la miseria y del olvido. A pesar de
sus pérdidas, distanciamientos y desasimientos, amores y soledades, es la naturaleza del desierto
que en sus poemas hablará así:
"Este sol inclemente ¿calcinará mis huesos? I Bajo este sol estéril que ni aún para los muertos
es amable I para esos pobres muertos que dormir suplicaron bajo flores".
La vida en Antofagasta la obliga al encuentro con el silencio que habla por medio de la
soledad atenuada en los libros. Allí experimenta los sueños que no se anclan en la arena ni en el
mar, sino en su próxima partida al otro extremo del territorio de Chile. De todos modos, sin que
fuese incompatible la poesía con la pedagogía, tal vez se había convencido de que el profesor es un
profesional sin fortuna que se mantiene hasta que le llegue la hora trágica de la jubilación.
En su Decálogo del Artista, publicado en la revista La Ilustración en la ciudad de Antofagasta,
Gabriela expone nociones significativas de su estética. Define la belleza como "la sombra de Dios
sobre el universo", alcanzando así los lindes en su pensamiento superior al medio. Por eso está
convencida de que no hay arte ateo y por eso concibe su poesía como una forma religiosa del
pensamiento. Completa su idea de la siguiente manera: aunque el hombre no ame al Creador, lo
afirmará proyectando y creando a su semejanza. En carta enviada a un amigo, le manda
algunos retazos de lo que llama "su pobre vida". Le dice: "No me creo ni siquiera una mujer de talento,
sino un ser imaginativo y emocional, que ha hecho, sin inteligencia, poesía con imágenes y dolores" 16).
Sin duda alguna, lo más grande en su expresión creadora es su pasión; la pasión por la vida,
por la expresión poética de sus dolores; la pasión mística a su tierra elquina, por sus gentes
sencillas, por su aire campesino y por sus cerros que sobrecogen a los viajeros del viento y que
desde las cumbres se elevan y otean el mar para comunicarse con los astros y los mitos.
Por su parte, el poema Campo Chileno se refiere a la cuestión social. Denuncia que "la
clase media campesina, a la cual pertenezco, se ha vuelto pueblo hambreado" (8)• Dice ver a la pobreza
en las bocas sin dientes y en el semblante apagado de los niños. Le urge la recuperación de la
escuela y del calzado para los trabajadores del campo. Le preocupa el encierro existencial y la
inclinación a la pérdida de la esperanza. En consecuencia, es otra postura frente a la concepción
de patria que proyecta a partir de una condición humana que reclama el producto de su trabajo y
de sus bienes naturales.
En el poema Un Valle de Chile, prefiere el regionalismo al nacionalismo. La ciudad de
Santiago la conoce sólo como tránsito de una cultura verdadera a una civilización sin identidad.
"Temuco es en mi memoria un escalofrío de repudio por lo que padecí en sus hielos y sus lodos; Los
Andes, es cosa mejor en mi recuerdo, porque siendo ciudad de montaña me recordaba mi tierra
verdadera. Pero todas esas poblaciones me las viví en la juventud y la patria es otra cosa: la
infancia, el cielo, el suelo y la atmósfera de la infancia" ( )• Más adelante, en el mismo escrito,
9
aparecen las otras patrias, la patria campesina universal que es "la de los criados y construidos en el
campo y por el campo" (10)• También señala la patria común del oficio, de aquellos dos oficios (la
pedagogía y la poesía) que han hecho tatuaje sobre su cuerpo y sobre su alma.
(8) Searpa, Roque Esteban, en ,Ifiytnil, 1070. p. 131 (13) Sempa, Roque
Esteban, en Alistrai, 1078, p. 331. (101 Op.,dl , p. 332.
En el aparato sobre Guerra inserta cuatro poemas e invita a su hermano a rezar en medio
del desastre. Compara a la Gea Americana con la paz del trébol, del tomillo, la mejorana, los
castores y las chinchillas. En La Huella recuerda al hombre que no pudo mantener a su lado. En
Hospital se asombra por el dolor, la enfermedad y la muerte, reunida, anidada y avizorada como
destino del hombre entre los muros de la ciencia. Allí reside la ausencia del amor, el oído sin rostro
de mujer.
En Jugarretas hay referencias a situaciones y objetos que despiertan ternura. Concibe el día de
navidad sólo con la imagen de una mujer con un niño en su falda o en su regazo. En Doña
Venenos y en Nacimiento de una Casa está el motivo de la casa, de la vecina y de la forastera.
Búsqueda de un lugar sagrado en que la bondad sea la única forma de vivir. Entonces evoca la
muerte de Yin-Yin y con la misma intensidad de su luto esboza una doctrina sobre la creación. Los
hombres son como racimos vendimiados, laceraciones de la existencia, espinas distanciadas por
el viento. Los demás poemas son variaciones del mismo tema: Mesa ofendida, Los Dos, Noche de
San Juan, Una Palabra, etc. A mayor libertad, mayor poesía. Hasta aquí, Gabriela Mistral desea
contribuir con sus semillas para que lo existente se acompañe y florezca evitando el exilio.
En el aparato de Locas Mujeres nos encontramos con los siguientes motivos: voluntad de morir,
de destrucción y de pérdida casi total de bienes y expectativas. Son textos vinculados al asunto de
Desolación, especie de ritual de ausencias e ingratitudes danzando a través de huertos, ríos, solsticios,
cañaverales, serpientes y torbellinos. La curiosa unidad de ser en los otros seres ella misma, traslación
simbiótica, necesidad de poseer. Sueños de absoluta indigencia a partir de la angustia de la patria
escindida. Pero la libertad de esta mujer se puede hallar renunciando a lo mundano, haciendo un
juego de amor oblativo a la manera de un Cristo traicionado.
El texto La Fugitiva representa al árbol, la presencia mística de la naturaleza, el brazo ancho, la
cascada suelta y el frescor vivo, la sombra que cobija a todos por igual, el que camina y redime
despidiéndose del mundo con una incomprensible mueca de dolor. Es lo desapacible, la imagen
arraigada en la combinación pino-cedro. Sus palabras bíblicas, sus visiones de esperanzas son
como salares en los cuales el agua evaporada deja sus grietas y misterios allí en Montegrande. Lo
anterior se comprende porque Gabriela Mistral tiene un período budista tipo teosófico,
volviendo a lo cristiano-católico durante su estadía en México. Pareciera perder y recobrar la fe
con muchas alternancias y vacilaciones, siempre dudando, aunque nunca guarda una sensación
de reencarnación.
La Granjera es un poema en el cual se expone una forma de cultura; el predominio de la lógica
lleva a la falta de autenticidad. Visión de la existencia racionalizada a través de un campesino que
vive apasionadamente sin saber para quién lo hace. Pero ofrece la alternativa de espolvorear sal
donde se siembre y luego enterrar las herramientas para no cultivar en vano, evitando que la semilla
no sea cubierta por la tierra. En cierto modo el Hablante Lírico mistifica, dejando la impresión
de estar convencido de que sólo él sobrevivirá a todas las muertes de los demás y se molesta por
el envilecimiento del hombre en su acumulación de objetos. De aquí deriva el motivo de Mujer del
prisionero, del cual todos sin excepción estamos encarcelados por la condición de pescadores.
Una manera de redimirse es alternar con el mar, porque este es la naturaleza dadivosa que
acompaña al continente y al cuerpo del hombre por medio del peregrinar cósmico. Aparecen
los contornos mágicos de la naturaleza; y así, la noche ya no es tan oscuridad porque a través de
ella se reflexiona y se sueña, se explica el sentido del lecho y se proyectan nuevos quehaceres.
El apartado Naturaleza en Lagar contiene once poemas. La amapola es la planta que
simboliza el oro de la vida vegetal. Es la flor que comunica la acción de gracias por la intensidad y
tranquilidad que expresa el amarillo. Después de varios textos sobre palmeras, cactos y yucas, el
motivo de la piedra es una comunicación con el misterio de la materia. Y se vuelve a la Muerte del
mar, poema dedicado a Doris Dana, el más extenso de Lagar, con veintitrés estrofas: recogimiento y
achicamiento frente al continente, evocándose el amor y otras frustraciones indecibles. De todo, lo
único que persiste es la eternidad como testimonio y dominio del tiempo en el corazón
silencioso.
Sonetos de la poda lo constituyen Poda del Rosal, Poda del Almendro e Hijo Arbol. Textos evocativos y
alegóricos al significado de la rosa; a la situación del amor inconstante más allá de la vida con
fuerte acento romántico y a su congenitalidad referido a Erasmo de Roterdam. Hijo Arbol, sin
duda alguna es la unidad dual del hijo con la madre. Cuando dice "más noble así que si estuviera vivo I
de frondazón sensual, con su severa ¡forma que aguarda a la ancha primavera I en su perfil de Erasmo pensativo",
Gabriela nos conecta con aquel poema El Hijo y con aquellas treinta páginas dedicadas al árbol
en La desterrada en su Patria, apreciándose un amargo sentido de la evolución. El instinto maternal
está confundido con lo filial. La madre curiosamente siente en el hijo la separatidad que el
machismo le impone a la mujer. El hombre que poda, el que corta, el leñador, es el símbolo que
interrumpe y sesga cualquier tipo de unidad entre la imagen de Erasmo y el hastío de verse
inconclusa en el mundo. Agréguese a lo anterior el Poema del Hijo dedicado a Alfonsina Storni.
Maternidad y religiosidad son una sola cosa. Hay versos iconográficos, ausentes de erotismo. Lo
femenino pone la dimensión ancestral, en cambio lo masculino sólo la posibilidad de un cariño vo-
landero. Su deseo sexual no es puro. El árbol-mujer es la base de un hijo que trae la luz para que
Dios le dé un Cristo y un embarazo colosal. En sus entrañas, útero y sentimientos se confunden en
una misma atadura: "el río de mi vida baja a él, fecundo,1 a mis entrañas como perfume
derramado". Los deseos de la hembra aparecen como algo terrible que el macho puede satisfacer
para burlar, abandonar u olvidar. Aquí reside una de las claves de esta poesía asediada por la
naturaleza, tanto en su femineidad como por su telurismo vegetal, animal y mineral. El precio del
abandono es la muerte; la poda, matar al hombre que después del placer se convierte en embustero,
el peor veneno para la fidelidad. ¿Pensó ser, alguna vez Gabriela, una especie de virgen
demoníaca? Lo claro está que Gabriela le tenía honor a los celos, al menos eso se infiere de estas
lecturas.
Vertiente es el aparato que cierra Naturaleza del libro Lagar, seguido de Nocturnos, Oficios,
Rondas, Vagabundaje, Tiempo, Recado Terrestre y un Epílogo dedicado a Oscar Castro que lleva
por título Ultimo Árbol, como representación de la unión en el árbol literario. Su desvarío retorna a
las imágenes del prólogo. En la tumba de Oscar Castro se nutre una huerta y "sin espumas heridas,/
que de abajada no Ilamal y no se cree, de fina". Se atan los cabos: muerte y vida como un sueño
que todos oímos sin saber traducir.
PERTENENCIA A LA TIERRA AMERICANA
de Chile e intenta las explicaciones del carácter de su pueblo por intermedio de la naturaleza. En
el indio y en el mestizo hay "una derechura de expresión y hasta cierta brusquedad como la del
torrente cordillerano que cae casi vertical"(17 En Un Valle de Chile, Gabriela nos comunica su concepto
de patria total; el suelo como la razón de ser de lo abarcador y de lo seguro, identificante,
comunitario y agradable de la vida. Cada región de un país contiene a la patria entera y también
al macrocosmos y a los secretos de cada persona; por lo tanto, la Patria de la mayoría de los
(18)
hombres "no es otra cosa que una región conocida y poseída, y cuando se piensa con simpatía" .
Finalmente, Geografía humana de Chile, cierra este sentido de permanencia en la tierra americana.
Centrada en su país natal, expone sinópticamente los órdenes de relieves que existen al sur del
mundo: un orden mítico (desierto y sal); un orden romántico (zona de los valles transversales y
de los archipiélagos del sur) y el orden clásico (del valle central). "O si se quiere, nuestro territorio
sería una jarra, sostenida por'clos asas verticales y absurdas a la vez; la pampa salitrera y los
archipiélagos australes: el asa que arde y el asa que hiela"119).
CONCLUSIONES
Gabriela Mistral consigue a través de su poesía una compleja vertebración de símbolos
mitológicos cristianos, griegos, incas, mayas y aztecas, como testimonio de la vitalidad espiritual
de un continente, cuya primera experiencia colectiva se funda en la tierra y en el sentido común.
Su sensación de abandono y de sentimiento trágico de la vida, con intensidad y precisión, están
presentes en la adopción de la naturaleza para explicarse al hombre en su condición vital.
Ninguna de En consecuencia, Gabriela Mistral presenta a la naturaleza como lo fundamental de
su ser y de su experiencia estética: fundamento y referencia de su poesía. Su raigambre
campesina es algo más que el azar de haber nacido en el campo del Valle de Elqui. Es la
encargada por destino de poeta, de seguir adivinándonos dónde se nutre la existencia; es la voz
que no se arrepiente de parodiar a San Juan el Evangelista, y en vez de decir "en el comienzo era
el verbo", afirmar "en el comienzo era la tierra". Las miserias y de las virtudes deja de asociarse a
las imágenes para comprender que su "paganla congenital" supera lo meramente sensitivo,
gesticulando en la búsqueda de una respuesta trascendente.
En su obra se vislumbra la naturaleza como principio de vida y movimiento de todas las cosas
existentes. A partir de esa vertiente, su trato fraterno con árboles, animales, océanos y cordilleras se
establece en la peana de su poesía olfativa, melodiosa, flexible como el mimbre y mítica como el
maíz. Es una forma de abrirse camino hacia la libertad de ser una reina bondadosa sobre la tierra,
del mismo modo como los campesinos jamás confundirán la tierra fértil con el humo enrarecido y
destructor.
Se aprecia que el sentido de pertenencia a la tierra es la base del sentimiento de Patria.
Pertenecer fieles al mandato de Dios que puso al hombre en el jardín cósmico con la misión de
cuidarlo de la mano enemiga. Por eso defiende con vehemencia y justificado dolor el derecho de los
pueblos a ser los únicos dueños y soberanos del suelo.
En su calidad de viajera, profesora, diplomática y poeta, pudo convivir con las tonalidades
de diversos climas y de captar respuestas humanas a los estímulos e inclemencias de la naturaleza,
sea del desierto, del sur, de Europa, de Estados Unidos y del continente latinoamericano. Sin
embargo, su Valle de Elqui, Monte-grande, la cordillera de Los Andes, el campo y el mar, nunca
dejan de ser la referencia de la patria personal y universal. Por algo dice que es más importante el re-
gionalismo que el nacionalismo, porque cuando una porción de suelo se vive con simpatía, esa
porción explica a todo un país y por ende a la idiosincrasia del hombre que contiene.
No es reprochable, entonces, que desde su particular y comprometida perspectiva sugiera que
la Matria, desprendida del poema La Cabalgata, constituya a lo femenino como un elemento de
lugar común, la naturaleza predilecta de la herencia y de las santas campañas de los héroes, de
aquellas voluntades masculinas que no forjarían nada si no estuviesen las mujeres de resguardo y
compañía. Lagar, en cambio, no siendo el libro más logrado, intenta dar una visión de los daños,
sufrimientos , pérdidas y provechos indebidos por culpa del egoísmo, del distanciamiento y de la
insensata respuesta del hombre a los requerimientos de la naturaleza. La guerra es la negación de
todo; en ella, la savia, de ser agua fina, se trastoca en liquido venenoso y termina pudriendo las
bocas.
La vida en el extranjero también es un motivo que la estremece; el destierro, dentro o fuera de
la patria, sea voluntario o exigido por las fuerzas ciegas del fanatismo, es una vestimenta que
resquebraja el alma. Hay plena consciencia de la ingratitud, especialmente cuando La Granjera
sabe que no trabaja para ella. El mar también se muere y la cordillera se enfría, cuando aquel que
desata la melancolía, vuelve a repasar con miradas los recuerdos de una tumba embustera y suicida.
(15) ()p., cit., p. 192.
(16) Op , cit., p. 305.
(17) ()p., cit., p. 312.
(18) ()p., cit., p. 344.
(19) ()p., cit., p. 377.
Tercera de la Hora, La Tercera de la Hora, diario. "Gabriela Mistral vuelve a
1984. Chile" reportajes en Revista Buen Domingo, Nos. 1 a 11,
desde el 29 de abril al 8 de julio de 1984.
Undurraga, 1958. Undurraga, Antonio de. Atlas de la poesía chilena. San-
tiago de Chile, Editorial Nascimento, 1958, 503 pp.