Armamento en Los Siglos XVI y XVII Versión 1.0 PDF
Armamento en Los Siglos XVI y XVII Versión 1.0 PDF
Armamento en Los Siglos XVI y XVII Versión 1.0 PDF
los siglos
XVI y XVII
Por Juan Molina Fernández
Broquel pág 74
Targa pág 75
Kalkan pág 77
Rodela pág 80
Dhal pág 82
Tablachina pág 83
Tarja pág 85
Targe pág 86
Escudo pavés pág 87
Adarga pág 88
Escudo de duelo pág 90
Escudos-pistola pág 91
Escudos-linterna pág 93
Armas de asta pág 94
Pica pág 95
Media pica pág 99
Lanza pág 100
Venablo pág 102
Lanza gineta pág 102
Venablo de capítán pág 103
Espontón pág 104
Dardo pág 104
Lanza de caballería pág 105
Kopie pág 108
Alabarda pág 108
Escorpión pág 111
Archa pág 112
Guja pág 113
Hocinp pág 113
Partesana pág 114
Corcesca pág 114
Roncona pág 115
Ronca/bisarma pág 115
Martillo de Lucerna pág 118
Ahlspiess pág 118
Alcón/hacha de armas pág 119
Chuzo pág 120
Lanza de berbería pág 122
Guadaña de guerra pág 123
Guadaña pág 123
Horca de guerra pág 124
Hoz de guerra pág 126
Sacbout pág 127
Lochaber pág 128
Vara pág 128
Armas contundentes pág 130
Navíos a vela
Navíos a remo
Este pequeño documento busca ser una guía de las diferentes armas que se podían encontrar
en el periodo del llamado “siglo de oro español” (siglos XVI-XVII) en Europa y todos los países
mediterráneos, incluyendo Norte de África. No he incluido por el momento armas americanas
y del Pacífico, por no tener conocimientos suficiente sobre ellas, pero posiblemente en una
futura actualización se incluirán. Tampoco se ha incluido sistemas de fortificación, aunque
también es posible que se incluyan en una versión futura.
La base de este pequeño estudio son los nombres. En algunos casos los nombres de las armas
son dudosos, y si sólo existe el nombre actual, no se añadirán otros nombres. Es decir, se
clasifican las armas por nombre. Cuando varios nombres coincidan en una misma arma, se
añadirán en el mismo apartado. En ocasiones he separado armas “del mismo tipo” (por
ejemplo, una espada de pitones debería ser una “espada de guerra”, o una espada de
verduguillo debería ser una ropera) ya que considero que sus características son lo
suficientemente diferentes para merecer un apartado propio.
Es prácticamente imposible incluir todas las armas existentes y es muy posible que falten
varias de las que no he sido consciente o desconozco. Si encontrara nuevas armas, las incluiría
en una nueva versión.
Añadir además, que las armas no tienen un orden concreto, sino que se han ido añadiendo
según revisaba mis fuentes o encontraba nuevas evidencias de su uso.
Notas: en el título de cada arma aparece la misma con nombres dentro y fuera de paréntesis.
Lo nombres en paréntesis son nombres que se dan hoy en día. Los nombres sin paréntesis
son los que se daban entonces y, en muchos casos, se siguen dando. Los nombres entre
comillas son vulgarismos, ya sea de entonces o de ahora. Si sólo aparece un nombre,
significa que no existe otra referencia en el nombramiento de ése elemento, siendo en
muchos casos moderna.
Este documento puede compartirse libremente pero queda prohibida su distribución con
ánimo de lucro.
Todas las afirmaciones de este documento son teóricas y no definitivas, aunque basadas en
fuentes, por lo que el documento no sustituye a las fuentes directas. Todo elemento que
aparece en este texto está sujeto a posibles errores de interpretación. No es un texto
académico en ninguna manera, pero pretende ser lo más exacto posible.
Espadas
Las espadas son las armas básicas de estos dos siglos. Prácticamente no hay soldado que no
porte una y eran increíblemente comunes en Europa y el Mediterráneo, incluso en manos de
civiles. Las formas y diversidades de este tipo de arma son casi infinitas, por lo que un estudio
completo al 100% se hace imposible. Podríamos definir una espada, en todo caso, como
cualquier arma formada por una hoja afilada con una longitud superior a un cuchillo o una
daga. En este estudio no distingo entre “espadas” (rectas y de doble filo) o “sables”
(usualmente curvadas y de un sólo filo), ya que en su época no había una gran diferenciación
entre ambos tipos, así que he preferido englobar tanto hojas rectas como hojas curvas en un
solo apartado.
En cuanto a los nombres que he puesto en estas armas, realmente todas las voces podrían
sustituirse por la voz “espada”. En ocasiones no hay forma de saber en las fuentes originales el
“modelo” de espada que portaba tal o cual personaje, ya que usualmente son llamadas
simplemente espadas. Es algo que hay que tener en cuenta ya, que podría haber muchos más
tipos de espada de los que se han añadido simplemente porque no tienen un nombre
específico.
La espada en Europa, y muy especialmente en España, era símbolo de clase social. Aquel que
portara una espada era, de alguna manera, “noble”, a pesar de ser un simple soldado. Los
soldados son herederos de la tradición militar de los caballeros y nobles de antaño, por lo que
adoptan en muchos casos sus costumbres, orgullo y dignidades. Sólo los nobles, hidalgos y
miembros de gremios artesanos (sólo en España esto último, cosa que choca a sus coetáneos
de otras naciones) tienen completo permiso (algunos dirían obligación) de portar espada. Esto
hacía que la apariencia importara más que la realidad, de tal forma que un don nadie ya
aumentaba de rango social si conseguía portar espada (que además solía inventarse un pasado
glorioso para justificar portarla). El problema es que portar espada impedía realizar ciertos
oficios y trabajos, por lo que no es raro encontrarse casos en los que un hidalgo debía elegir
entre la honra y la despensa, normalmente prefiriendo la honra antes que trabajar en algo
“indigno” (nótese que trabajar en algo indigno es cualquier trabajo que implique usar las
manos).
En España, el tema del rango llegó a tal nivel, que cualquiera que se dijese hidalgo o soldado
(en aquel entonces sinónimos de facto) debía mantener su honra. Por ejemplo, ser tocados
con un palo en España era el mayor de los insultos, de tal forma que los soldados españoles
eran castigados con tajos de espada en lugar de golpes de fusta para mantener su honra (y lo
increíble es que a pesar de las horribles heridas y el peligro de muerte, lo preferían. El palo o
fusta era el arma con que se castigaba al siervo). España, por ejemplo, fue el único país donde
el arma del maestro de esgrima era el montante, ya que en el resto de países (incluido
Portugal) el arma del maestro era la vara para separar contendientes. Es decir, los esgrimistas
preferían asumir el riesgo de que salieran gravemente heridos al ser separados con un
montante, a que les tocara un palo.
Esta era la espada más común de guerra, generalmente confundida con la ropera,
debido a que era usual que portaran las mismas protecciones de la mano. Sin
embargo, a diferencia de la espada ropera, pensada para el ámbito civil, la espada de
guerra solía ser más corta y ancha, aunque en ocasiones se mantenían largas
longitudes de hoja (pero aumentando considerablemente el peso total, lo cual
considerando que el manejo es con una sola mano, aumenta la incomodidad). La
mayor parte de las espadas de guerra medían alrededor de un metro sin contar el
mango y los arriaces. Aunque era habitual observar espadas de guerra con arriaces
idénticos a las espadas de civil, eran más comunes en los campos de batalla
protecciones más simples, siendo una simple cruz con unos anillos lo más habitual,
aunque era común encontrar diseños aún más simples, incluso era habitual en espadas
de guerra gavilanes “medievales” sin ninguna protección extra. Los diseños y formas
son realmente innumerables y varían según la época, las necesidades del campo de
batalla y las modas. Existen diseños de hoja triangulares, buscando la fuerza en la
estocada, diseños más rectos y anchos, buscando la potencia del tajo, etc.
Foto: Espada usual de guerra, con protecciones más que decentes. Modelos como este perduraron hasta
bien entrado el siglo XVII. Muchos modelos poseían, además, guardamano o el gavilán exterior se torcía
hacia dentro para proteger la mano.
Foto: Espada de guerra de principios del siglo XVII. Nótese las guarniciones sencillas, típicas de una espada
de soldado, donde sólo aparecen como protección los gavilanes y un gran anillo. Nótese cómo el gavilán
exterior se tuerce hacia adentro para proteger la mano.
Foto: Espada de guerra escocesa del siglo XVI. Nótese la simplicidad del arriaz.
Foto: Combate con espada de principios del siglo XVII o finales del siglo XVI. Puede observarse la
simplicidad que podía llegar a mostrar una espada de guerra de esta época, a pesar de lo comúnmente
asumido.
Foto: Dos soldados enfrentándose uno con espada y daga y otro con espada y broquel. Nótese que este
tipo de espada de guerra lleva guardamano sin necesidad de doblar el gavilán.
Foto: Combate con espada y capa. La combinación de espada y capa comenzó a ser un arma habitual esta
época, normalmente como arma improvisada.
Aunque suele confundirse con la espada del Cid hoy en día debido a que la espada
conservada de la que se afirma fue dueño Rodrigo Díaz de Vivar tiene el mismo arriaz,
el modelo no tiene nada que ver. La espada de pitones surgió a finales del siglo XV y
según los cuadros y crónicas fue un arma habitual del soldado español hasta bien
entrada la segunda mitad del siglo XVI. Básicamente es una espada de guerra normal,
como las descritas más arriba, con la particularidad de que la cruz dispone de dos
anillos que van a dar a la hoja (lo que permite introducir el dedo índice para mejor
control de hoja sin peligro de corte o, si están algo separados de la hoja, atrapar la
hoja adversaria) y unos pequeños salientes perpendiculares a la hoja que salen del
final de esos anillos, cuya finalidad es hacer de tope de la hoja adversaria.
Foto: Típica espada de pitones española de finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Este modelo de
gavilanes torcidos fue popular hasta la mitad del siglo XVI.
Foto: Espada de pitones de gavilanes “rectos” (entrecomillado porque los bordes solían estar torcidos,
como en la foto). Este modelo pervivió mucho más tiempo que el anterior, encontrándose diversas
variantes de esta espada incluso hasta principios del siglo XVII.
Espada de origen italiano, llamada así por las complejas protecciones que ofrece a la
mano, formadas por tiras de metal rodeando en mayor o menor medida la mano (las
primeras espadas de lazos sólo poseían unos simples anillos. En origen una espada de
guerra, de este modelo surgirá la espada ropera unos años después. El nombre puede
utilizarse indistintamente para espadas de guerra o de civil siempre y cuando la guarda
de la mano esté compuesta por lazos.
Foto: Espada de lazos de guerra de aproximadamente la segunda mitad del siglo XVI y posterior.
- Colhona, (Espada de cangrejo portuguesa, carrack sword).
- Espada irlandesa.
Espada típica de los guerreros irlandeses del siglo XVI. Se caracteriza por tener un
pomo hueco y unos gavilanes doblados hacia los lados. La hoja tiende a ser ancha,
preparada para el corte. No suele tener una guarda muy elaborada.
Foto: Cuatro espadas irlandesas. Las tres inferiores son el modelo típico de la isla. Puede observarse el
pomo hueco y los arriaces doblados.
Foto: Espada irlandesa del siglo XVI.
La espada por antonomasia de los siglos XVI y XVII del imaginario popular. A pesar de
la creencia extendida, la ropera no era un arma militar, aunque se sabe que algunos
soldados la portaban fuera de la normativa (probablemente porque la poseían antes
de alistarte y preferían no comprar otra). La diferencia fundamental con la espada de
guerra era la hoja, ya que los arriaces eran en muchos casos idénticos (si bien en las
espadas civiles solían ser más complejos, no siempre era así). La hoja de la ropera era
extremadamente larga para su época y mucho más fina que las espadas guerra. Eso no
significa que fueran ligeras, de hecho solían pesar lo mismo que una espada de guerra
(simplemente sustituyendo anchura de hoja por longitud de la misma). La razón de
esta largura es que un mayor alcance ofrece una ventaja y, al enfrentarse a enemigos
desarmados (en el sentido de sin armadura), no era necesario una hoja más gruesa
para asegurar la resistencia. Aunque es una espada fundamentalmente de estoque,
también podía ofender con fuertes tajos, tal como se explica en muchos tratados de la
época, si bien los tajos con ropera eran menos mortíferos que su punta. La longitud de
una hoja de ropera solía exceder 1,10 metros y era común encontrarse espadas más
largas.
Foto: Ropera de lazos de finales del siglo XVI. Nótese la hoja fina y larga.
- Espada de “verduguillo”.
La espada de verduguillo no es más que una ropera normal con la diferencia de que la
hoja se ha adelgazado muchísimo para conseguir una gran ligereza y así más velocidad.
Sacrifica contundencia y resistencia y, aunque aún tiene un buen corte, su uso en tajo
es peligroso ya que la hoja podría romperse con golpes briosos.
Foto: Ropera de taza con hoja de verduguillo y arriaces rectos, típico de la escuela española de esgrima.
- Espada de cazoleta, espada de taza.
Foto: Espada alemana de cazoleta del siglo XVII con hoja flamígera, en boga en aquellos tiempos, cuyo
objetivo parece ser fundamentalmente estético. El diseño de la hoja sugiere uso militar.
Espada surgida a finales del siglo XVI para aumentar la protección en las manos de las
espadas de lazos. Consistía en añadir una placa metálica encima del lazo en la zona
frontal externa de la guardia. Posteriormente, en el siglo XVII, surgieron varios
modelos añadiendo una segunda concha en el otro lado, aunque se siguió
manteniendo el modelo de una sola concha durante casi todo el periodo.
Foto: Espada de conchas de aproximadamente la mitad del siglo XVII. Posiblemente de hoja española con
guarniciones alemanas. Probable hoja de guerra debido a su anchura.
Foto: Espada de una sola concha, posiblemente de principios del siglo XVII.
- Espada “Pappenheimer”
Tipo de espada de conchas alemana surgida durante la guerra de los treinta años,
llamada así hoy en día debido a que parece ser que el general de la Liga Católica
Gottfried Heinrich Graf zu Pappenheim popularizó su uso en esa contienda. El modelo
de espada se caracterizaba por tener una hoja de una anchura similar a una espada
civil (ropera), pero ser lo bastante contundente y resistente como para usarla con
seguridad en la batalla, por lo que se usó tanto en el ámbito militar como en el civil. En
cuanto a las guarniciones, fue una de las primeras espadas en poseer dos conchas para
proteger ambos lados de la mano. También suele caracterizarse por poseer unos
gavilanes torcidos (el gavilán exterior hacia atrás y el interior hacia delante), aunque se
han conservado modelos con los gavilanes rectos. Posiblemente fue uno de los tipos
de espadas más populares en toda Europa junto a la espada de cazoleta, aunque esta
última fue algo posterior.
Foto: Espada de tipo pappenheimer típica de batalla. Aunque las pappenheimer solían tener la hoja más
estrecha, se dieron casos de hojas anchas como este.
Foto: Pappenehemier de caballería, distinguible por la inexistencia de arriaz exterior y una base de la hoja
extremadamente ancha para ofrecer más resistencia. Aunque es de caballería, es evidente que su función
principal era la de estoque.
Otro tipo de ropera distinto, caracterizada por tener una hoja extraordinariamente
larga, pudiendo alcanzar cerca de metro y medio de longitud. Era una espada ilegal, ya
que las espadas excesivamente largas estaban prohibidas. Era un arma típica de
matasietes, asesinos profesionales, matones y valentones que iban buscando
problemas. Solían ennegrecerse los últimos diez centímetros de la hoja con hollín para
que en los asaltos nocturnos el adversario creyera que la hoja era más corta de lo que
en realidad era. En la literatura de Cervantes, a menudo los maleantes portan una de
estas hojas. Cabe destacar que en algunos tratados italianos apareces espadas roperas
muy largas, por lo que dentro de esta consideración podrían entrar espadas de ciertas
escuelas italianas.
Foto: Imagen de un tratado italiano de esgrima donde puede percibirse el gran tamaño de algunas hojas
de espada ropera para maximizar su alcance.
- Espadín (incorrectamente llamado “florete” en ocasiones o “espada de esgrima”)
Espada surgida a partir de la segunda mitad del siglo XVII en Francia y base de la
esgrima francesa que se impondrá en Europa a partir del siglo XVIII. El espadín es una
espada mucho más ligera que la ropera y más corta, con unas guarniciones básicas y
muy simplificadas (los gavilanes prácticamente desaparecen, siendo principalmente un
adorno). Suele tener una cazoleta o un par de conchas como protección, aunque en
más raras ocasiones pueden encontrarse guarniciones de anillas simples. El espadín es
un tipo de espada diseñada en exclusiva para ceremonias y, sobre todo, duelos
concertados, aunque sigue siendo una buena arma de autodefensa (y, de hecho, se
portó mucho como arma de autodefensa civil). El diseño del espadín la hace muy ligera
y, pese a que puede estar en desventaja frente a otras espadas en alcance y
contundencia, bien utilizada es muy mortífera. Aunque hay espadines con hojas de
estoque sin filo (con hoja de sección triangular), lo normal es que tengan alguna clase
de filo (hojas de sección romboidal normales), incluso hay espadines con hojas
relativamente anchas (sin perder ligereza y equilibrio). A partir del siglo XVIII, los
espadines alcanzan tal popularidad que también son usados por el ejército, tanto
oficiales como tropa (aunque esta última solía utilizar con más frecuencia la bayoneta
y la espada es casi decorativa, una insignia de rango social y honra que desaparecerá
poco después para ahorrar costes). Un espadín de entrenamiento, sin filo ni punta, se
denomina florete.
Foto: Espadín típico (derecha) junto a ropera (izquierda). Pueden observarse a simple vista las diferencias.
Foto: Espadín típico. A pesar de mantener las anillas como la ropera, en el uso del espadín no se
introducen los dedos en ellos. De ello, los anillos son demasiado pequeños para los dedos.
Tipo de espada de guerra usada por los hombres a caballo. Idéntica a las espadas de
guerra normales por la salvedad de que la hoja solía ser más larga y también mucho
más gruesa, para dar golpes más fuertes desde la montura. Utilizar estas espadas a pie,
aunque perfectamente posible, era más complicado y solían ser más pesadas que una
espada de infantería. A partir del siglo XVII, las espadas de caballería comienzan a
perder los gavilanes, al ser menos necesarios, hasta pasar a convertirse en las espadas-
sable de la caballería pesada en el siglo XVIII.
Foto: Espadas de guerra para caballería del siglo XVI. Nótese lo ancho de la hoja.
Foto: Espada de caballería francesa de la segunda mitad del siglo XVII. Probablemente de oficial, debido a
lo rico de la empuñadura. Nótese la ausencia de gavilanes.
Foto: Espada de hackapell, famoso tipo de caballería media finlandesa de la primera mitad del siglo XVII al
servicio del rey de Suecia.
Foto: Espada de caballería veneciana de la primera mitad del siglo XVII.
- Cortalazos.
Espada típica de los reitres germánicos. Es una espada de caballería posiblemente más
pesada de lo normal, buscando con ello dar fuertes impactos en el adversario. El
nombre probablemente viene de su capacidad para romper las protecciones de la
mano de las espadas enemigas, generalmente denominadas “lazos”. Es posible que
fueran tanto espadas de mano y media como de una sola mano.
Foto: Espada de reitre germánico del siglo XVI, posiblemente esta era la llamada “espada cortalazos”. Era
una espada diseñada para poderse usar cómodamente a una y a dos manos. Nótese el ancho de la hoja
para darle más contundencia de tajo. Las espadas a dos manos para uso a pie solían ser más estrechas.
Denominación española de las espadas cortas. El nombre puede venir de que es una
espada a la que le falta el último tercio de la hoja, o bien que su medida es una tercera
parte de una hoja normal. Espadas muy utilizadas por buscavidas y delincuentes,
especialmente durante el siglo XVI, ya que sus medidas estaban por debajo de las
mínimas requeridas para ser consideradas “espadas” (una espada era a partir de 90 cm
aproximadamente. Un terciado mediría unos 60 cm o menos). Su aspecto exterior era
similar al de cualquier espada, aunque probablemente sus guarniciones y protecciones
eran muy simples. Sin embargo, aunque su uso civil era sobre todo en maleantes, no
era raro encontrar terciados en el mundo militar, ya que en determinadas situaciones
(lucha entre cuadros de picas, asaltos a batería, etc) una espada corta podía ser muy
útil. Existían tanto versiones curvas como rectas. Las curvas solían tener doble filo al
menos en el tercio débil. Probablemente a los terciados curvos también se les llamaba
alfanjes.
Foto: Rodelero con un terciado, principios del siglo XVII. Porta al cinto una espada normal más larga, lo
que denota su uso especializado en determinadas circunstancias; en este caso, combate con rodela.
- Bilbo sword (espada bilbaína)
Nombre que se daba por parte de los marinos ingleses a las espadas fabricadas en
España, y especialmente en el País Vasco, sean del tipo que sean. Sin embargo, hoy en
día se refieren a una tipología muy concreta de espada. Lo que hoy se llaman “bilbo”
son espadas creadas en las últimas décadas del siglo XVII (y que continuarán
fabricándose en el siglo XVIII en diversos modelos) con ciertas características notables,
entre ellas un guardamano completo, más cerrado que una simple espada de cazoleta,
y en algunos casos una hoja corta y ancha. Los gavilanes están retorcidos o son
inexistentes por lo general, ya que es una espada fundamentalmente de tajo. Las
distintas variantes de esta espada, desde el siglo XVII al XVIII, fueron muy usadas por la
caballería española del periodo y parece ser que por la infantería de marina en los
abordajes, con la diferencia de que estos últimos tenían una hoja más corta.
Foto: Espada bilbaína de infantería de finales del siglo XVII y principios del XVIII.
Foto: Espada bilbaína de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Podría ser tanto una espada de
caballería como de infantería de marina.
- Alfanje.
Arma afamada por ser usada por los turcos y norteafricanos, pero que también fue
muy usada en Europa, especialmente en España, Italia, Alemania e Inglaterra. Se
caracterizaba por tener un solo filo y ser muy corto. Podía ser de hoja curva o recta.
Autores de la época como Cervantes le dan una capacidad de corte superior a la
espada común. Hay grabados donde aparecen soldados de todas las naciones
europeas portando este tipo de espada. Solía ser un arma muy corta, en tamaño
similar al terciado, de ahí que probablemente podamos suponer que muchos terciados
sean también alfanjes, aunque el terciado común tuviera dos filos, aún curvo.
- Alfanjón.
Alfanje algo más largo y mucho más pesado, diseñado para usarse a dos manos,
utilizado por los ejércitos hispánicos como arma de verdugo. Si un soldado era
condenado a muerte, pero no había cometido ningún deshonor, se le “honraba”
siendo ejecutado con un alfanjón. No hay constancia de su uso fuera del ámbito de la
justicia, sin embargo es muy probable la existencia de versiones de combate a dos
manos.
- Espadón de verdugo.
Espada pesada con el mango corto, pero con espacio para usar las dos manos.
Generalmente sin punta y muy anchas. Eran las espadas que usaban los verdugos en la
mayor parte de Europa para ejecutar las sentencias de muerte en personas de alto
rango y nobles.
- Sable húngaro
- Sable armenio
Los sables armenios es el nombre por el que se denomina una familia de sables
basados en los sables húngaros, siendo casi idénticos en muchos aspectos. Hay tres
tipos diferenciados: el czeczuga, un sable ligero usado por la infantería; ordynka, un
sable largo y pesado usado por la caballería que usualmente llevaba una guarda hecha
con cadenas (muy usado en Polonia también) y la karabela, sable principalmente
ceremonial y de parada. Todos los pueblos del Este de Europa también los usaron a
pesar de su origen armenio: desde turcos y tártaros hasta polacos, ucranianos y rusos.
Foto: czeczuga tártaro del siglo XVII.
- Szabla
Sable típico de Polonia durante los siglos XVI y XVII, casi una copia del sable húngaro,
muy pesado y diseñado para ser usado fundamentalmente a caballo, si bien existe un
tipo de esgrima muy particular con grandes giros y tajo para usarlo adecuadamente a
pie. La mayor diferencia entre el sable húngaro y el polaco, aparte del peso, es la
existencia de un anillo para introducir el pulgar y poder manejar mejor el sable o bien
mantenerlo con un dedo con la mano izquierda mientras se manejan las riendas
portando a la derecha otra arma, como una lanza o una pistola.
Foto: Detalle de la empuñadura de un szabla polaco, donde puede observarse el anillo para el pulgar y se
puede percibir el tremendo grosor de la hoja, que le da gran peso.
Foto: Diagrama de la szabla.
- Palasz
Espada recta de origen polaco, más contundente y equilibrada que el zsabla, muy
utilizado por los famosos húsares alados y otro tipo de caballería polaca.
Foto: Palasz polaco del siglo XVI. Los palasz del siglo XVII suelen tener arriaces más simples, generalmente
idénticos a los de un szabla, pero manteniendo la hoja recta.
- Koncerz
Estoque de guerra utilizado fundamentalmente por los húsares alados polacos (que
también portaban un szabla y un palasz además del koncerz), aunque se usó en otras
naciones también. Era enormemente largo (entre 1,30 y 1,60 metros de hoja, en
ocasiones incluso de 1,80 metros) y sin filo. Estaba diseñado para ser usado “en ristre”,
como la lanza, y solía ser usado si la lanza de caballería polaca (kopie) se rompía o
perdía. Se cuenta que los húsares alados de edad avanzada que no podían mantener el
kopie debido a su peso cargaban directamente con el koncerz. También se usaron
modelos similares por parte de la caballería pesada otomana y húngara durante los
siglos XVI y XVII.
Foto: Yatagán más recurvo y, por tanto, con una gran capacidad de impacto.
- Telek y Kaskara
Aunque de ambos modelos sólo se conservan ejemplares del siglo XIX, se ponen aquí
como ejemplo de las espadas comunes norteafricanas que portarían los guerreros de
los siglos XVI y XVII, ya que no diferirían mucho en diseño a pesar del paso del tiempo,
siendo las principales diferencias estéticas. El telek es una espada de uso común por
parte de los Tuareg y la kaskara por los sudaneses, teniendo especial fama en la
llamada “guerra del Mahdi”.
Foto: Espada larga contra pica. Nótese que la espada lleva falsaguarda para proteger las manos, algo no
muy común, pero que puede encontrarse en algunos ejemplares de la época.
- Federschwert.
El sable suizo es un tipo de espada único de los cantones suizos durante el siglo XVI.
Consiste en un diseño basado en una espada larga de un solo filo y de hoja curvada.
Usualmente tiene un guardamano de lazos muy complejo y generalmente de diseño
muy estético. Al estar basado en el diseño de una mano y media, la empuñadura es
para dos manos, aunque podía usarse sin muchos problemas a una sola mano. Fue
muy utilizado por oficiales de las compañías de piqueros suizos.
Foto: Sable suizo de aproximadamente la mitad del siglo XVI.
- Estoque, panzerstecher.
El estoque es una derivación de la espada larga y puede usarse tanto a una mano
como a dos. En el estoque se elimina completamente el filo (o casi) y se caracteriza por
poseer una hoja de sección casi cuadrada para darle más fuerza de penetración. Fue
diseñado en el siglo XIV para atravesar armaduras (por los huecos de las mismas,
siguen siendo incapaces de atravesar un peto, pero pueden traspasar una cota de
mallas mucho más fácilmente que una hoja convencional), pero a finales del siglo XVI
prácticamente había desaparecido (aunque existen espadas de caballería de una sola
mano con hoja de estoque en el siglo XVII, especialmente en Alemania, donde se les
denominaba panzerstecher, o “estoqueaarmaduras”). Solían usarlo tropas de origen
nobiliario especialmente montadas a caballo, donde se manejaban en ristre, como las
lanzas, y era utilizado cuando se perdía la lanza. También era común en Alemania
durante el siglo XVI para resolver duelos judiciales entre dos adversarios en armadura.
El uso de este arma a pie es con el agarre llamado de “media espada”, por la que una
de las manos se agarra del filo en lugar de la empuñadura.
Foto: Estoque de caballería del siglo XVI.
Foto: Estoques de duelo típicos. Nótese cómo los gavilanes se han convertido en picos de cuervo para
atravesar protecciones. Los pomos se han convertido en mazas (tipo “lucero del alba”). El estoque de la
derecha tiene una pequeña rodela para proteger la mano en el agarre a media espada.
- Katzbalger.
Foto: Dos katzbalger cortos y un katzbalger con hoja y empuñadura de “mano y media”.
Foto: Raro ejemplo de katzbalger tardío, probablemente de finales del siglo XVI o principios del siglo XVII.
Foto: soldado alemán de principios del siglo XVI portando un katzbalger temprano. Sus gavilanes aún no
están completamente cerrados, solamente parcialmente torcidos a los lados.
- Dussack.
Foto: Arriba, dussack de soldado del siglo XVII. Abajo, dussack simple de producción en masa para milicias,
cuyo mango ha perdido el cuero del agarre.
- Messer.
Sable corto alemán de origen medieval, a medio camino entre un alfanje corto y un
machete largo. Muy común en Centroeuropa hasta la mitad del siglo XVI, donde
comenzó a sustituirse por el dussack. Fue muy portado por lansquenetes de ciertas
provincias y por campesinos. Su longitud es inferior a los 60 cm generalmente. Su gran
virtud es que podía usarse como una “multiherramienta”, de ahí su uso común por
parte del campesinado.
Foto: Messer junto a otros cuchillos de uso común. Generalmente la vaina del messer estaba unida a otras
vainas de cuchillos más pequeños, pero no usados para combatir, sino para otras labores (cuchillo de
corte, cuchillo de comer, mondadientes, etc).
Versión alargada del messer, muy utilizada por soldados del área alemana. Era un
arma muy apreciada pero con un “estatus” inferior al de otras armas. A diferencia del
messer, que servía de “multiherramienta”, esta era un arma de pleno derecho. Al igual
que el messer, comenzó un lento retroceso en su uso durante todo el siglo XVI. En
ocasiones llamado grosse messer si es muy grande.
Foto: Ejemplo de langes messer en una recreación moderna. Las distintas formas del messer eran
innumerables.
Foto: Langes messer recto. Menos común que el curvo. A pesar de ser recto, sólo contaba con un filo.
Versión del langes messer aún más largo y diseñado para usarse a dos manos. Era la
versión “espada larga”, pero en sable. En ocasiones también llamado “grosse messer”.
También fue desapareciendo su uso con el tiempo durante el siglo XVI. Existieron
versiones del tamaño de montantes, que son más infrecuentes y en los que
probablemente su uso no difería demasiado del montante común.
Gran espada, que podía medir entre 1,60 metros y 2 metros, originada de la espada
larga. Su uso era exclusivo de la infantería debido a su tamaño y solían empuñarla
tropas de élite durante el siglo XVI, aunque posteriormente algunas milicias,
especialmente centro y noreuropeas la adoptaron como arma. A pesar de su gran
tamaño, solían pesar entre 2,5 kg y 3 kg únicamente y estaba bien equilibrada, lo que
la convertía en un arma ágil y potente que además tenía un alcance extraordinario
para un arma tipo espada, de tal forma que era considerada “la reina de las armas” por
muchos maestros de esgrima. Muchos montantes suelen tener una pequeña cruz en el
tercio fuerte de la hoja además de los gavilanes normales, llamado falsaguarda y
diseñado para evitar estocadas a la mano durante la realización de atajos. También se
usa para realizar un agarre de “media espada” con la mano más protegida. El
montante solía utilizarse para romper frentes de tropas, especialmente picas, pero
esas misiones solían ser arriesgadas. En Alemania, la hermandad de San Marcos era la
única que podía examinar a un alumno de montante y tenía gran fama. En España,
además, el montante era el arma de los maestros de esgrima, que usaba para separar
a dos contendientes (en el resto de Europa era una vara larga, sin embargo en España
se consideraba un deshonor ser tocado con un palo). Existían muchas variantes del
montante según su uso y persona. Usualmente, los montantes iban a medida de los
portadores (por eso los montantes alemanes son más largos, ya que la media de altura
en Centroeuropa es superior) y del uso (los montantes de guerra eran algo más
pesados). Cabe destacar la existencia de montantes negros (sin filo) para la práctica (a
diferencia de los blancos, con filo) y los montantes de floreo, montantes
extremadamente ligeros que servían para hacer demostraciones de habilidad frente al
populacho. En Italia, los montantes de gala se denominan también “estocco” o
estoque, aunque no tienen nada que ver con el arma real de estoque.
Foto: Diferentes versiones del montante, siendo las tres primeras por la derecha probablemente
versiones “de gala” y el resto de combate. Señalar la falsaguarda como elemento habitual, aunque no
todos los montantes la tenían, como los números 1 y 3.
Foto: Montante “común” que se puede encontrar en muchos museos y tratados: gran hoja con un gran
mango y una falsaguarda próxima a los arriaces, normalmente con espacio para introducir una mano. Sin
embargo, la existencia de montantes con falsaguardas demasiado próximas al arriaz sugiere que en la
mayoría de los casos eran utilizados para desviar puntas al realizar atajos y así evitar estocadas a la mano
del portador.
Foto: Imagen del tratado de Agrippa donde podemos observar el tamaño habitual del montante con
respecto a su portador. Había montantes más grandes que pertenecían a personas más grandes, pero
entre los tratadistas parece haber consenso en que el montante no debía superar en mucho la altura de la
barbilla, aunque en ocasiones encontramos modelos que serían de la misma altura que el portador.
- Claymore.
Tipo de montante de origen escocés muy utilizado durante los siglos XVI y XVII,
generalmente de un tamaño inferior al montante europeo general. Las claymore se
caracterizaban por unos gavilanes con un ángulo agudo respecto de la hoja y
rematados en una especie de flores metálicas. En cuanto a tamaño, mantenían un
término medio entre el montante europeo común y la espada larga.
Foto: Claymore típica del siglo XVI, conservada en el museo británico. Su ancha hoja indica una evidente
preferencia por el corte.
- Lowlander, “montante escocés”.
Montante escocés al parecer típico de las tierras bajas escocesas, de ahí su nombre.
Mayor que el claymore (con un tamaño similar, si no idéntico, al montante europeo
típico) y con gavilanes rectos hasta la punta, donde se retorcían hacia delante.
Foto: Reproducción moderna de una espada lowlander escocesa del siglo XVI.
Foto: Reproducción actual de un caladbolg irlandés. Como todas las espadas irlandesas, tiene el pomo
ahuecado característico.
Foto: Grabado de Durero donde se aprecian dos gallowglass del siglo XVI portando un caladbolg cada uno.
Nombre dado a las espadas con una hoja ondulante, intentando imitar el aspecto de
una llama. Aunque la mayoría de los estudiosos opinan que es un simple recurso
estético, algunos sugieren un aumento en la capacidad de corte o en el agarre de la
hoja enemiga. Los flambergues de combate solían tener la hoja recta y la forma
flamígera era “escarbada” en los filos de la hoja para aumentar la resistencia, ya que si
se forjaba doblando la hoja para dar la forma, perdía resistencia ante impactos.
La espada con hoja de guadaña debió ser un arma extraña del siglo XVI, tan extraña
que sólo se conserva un ejemplar a día de hoy, que perteneció a Thomas Müntzer,
famoso por liderar las revueltas campesinas protestantes a principios del siglo XVI.
Esta espada se caracteriza por tener un calendario en caracteres rúnicos en la hoja.
Probablemente tenía una gran capacidad de corte, pero la hoja no era especialmente
larga. El filo es interior, quizás inspirado en las antiguas espadas tracias, llamadas sicas.
Foto: Espada-guadaña perteneciente a Thomas Müntzer, guardada en el museo de Dresde.
Espada de origen veneciano caracterizada generalmente por una hoja bastante larga y
en muchas ocasiones ancha, pero sobre todo por una guarda de lazos
extremadamente cerrada y compleja que cierra completamente la mano, aunque en
las versiones más tempranas de esta espada, a principios del siglo XVI, la guarda era
mucho más simple, siendo similar a las katzbalger tempranas. El nombre viene de que,
al parecer, estas espadas fueron inspiradas es espadas eslavas (o eslavonas), ya que
Venecia contrataba muchos mercenarios eslavos del cáucaso.
Foto: Schiavona típica del siglo XVII, con una guarda muy compleja y protectora.
Foto: Schiavona o schiavonesca (espada eslavona o esclavona) del siglo XVI, de la que surgiría la más
famosa del siglo XVII, con más protecciones.
- Broadsword (mortuary sword, espada ancha).
Espada tradicional inglesa del siglo XVII, cuyo origen se cree en un espadero veneciano
y de ahí su parecido con las espadas italianas de tipo schiavona. Se caracteriza por una
guarda de la mano completamente cerrada y una hoja de tamaño medio o largo y
bastante ancha, siendo más pesada que otras espadas europeas. Se debe mencionar
que anteriormente a este modelo, una broadsword se refería a cualquier espada de
hoja ancha, independientemente de las guarniciones.
Foto: Espada ancha del tipo “mortuary sword”, típica de Inglaterra en el siglo XVII.
Aunque existente desde tiempos medievales, el sable recto se hace popular a partir
del siglo XVII, especialmente usado por la caballería pesada. Su aspecto físico es
idéntico al de una espada ancha inglesa, pero tienen únicamente un solo filo.
- Cinquedea.
Espada corta italiana, originada en el siglo XV pero usada por todo el siglo XVI,
caracterizada por ser extremadamente plana, pero con una base muy ancha (de cinco
dedos, de ahí su nombre) y una punta muy aguzada. Era un arma diseñada para crear
graves heridas de estoque, ya que cuanto más profunda se clavaba, más amplia y
mortal era la herida. Tuvo mucha fama como arma de parada entre la nobleza, ya que
su anchura permitía grabar todo tipo de inscripciones y dibujos. Existía también una
versión más corta en forma de daga. En el siglo XVII se perdió como arma de guerra,
pero se mantuvo como arma de parada y gala en Italia.
Versión alargada de la daga de piquero suizo. Muy utilizada por los piqueros como
arma secundaria en momentos donde la pica no podía usarse adecuadamente.
Dentro de las espadas de caza hay de muchas clases: desde montantes de caza y
estoques a sables, pasando por espadas rectas. Su uso era secundario, ya que solían
utilizarse como arma defensiva contra animales, especialmente jabalíes, si el disparo
de arcabuz o ballesta no acababa con ellos y no se disponía de un venablo. Suelen
caracterizarse por estar profusamente adornados, siendo en algunos casos meros
elementos decorativos.
Foto: Espada de caza a dos manos. Nótese cómo únicamente la punta tiene filo, mientras que el resto de
la hoja es gruesa y estrechada para aumentar su fuerza y poder de penetración. Diseñada para la caza
mayor. Siglo XVI.
Foto: Espada de caza típica del siglo XVII. Principalmente un arma decorativa para lucirla en ocasiones de
caza entre la nobleza, aunque por supuesto servía de arma de autodefensa, por lo que sigue siendo una
hoja muy fuerte para aguantar posibles embestidas de un animal grande.
Escudos
Se suele decir siempre que los escudos comenzaron a desaparecer a finales de la Edad Media,
pero esto no es exacto. Lo más correcto sería decir que se mantuvieron para ciertas ocasiones.
Realmente, el ocaso de los escudos en Europa vino de la mano de la estandarización militar
que fue la moda del siglo XVIII a partir de los modelos francés y prusiano. No es que el escudo
fuera inútil, es que un fusil y una bayoneta eran más útiles, pues podían usarse en más
momentos. Casos como las cargas escocesas de las guerras jacobitas con espada de farol y
targe demuestran que el escudo era un complemento excelente en el cuerpo a cuerpo junto a
un arma como una espada. Sin embargo, la preponderancia de las armas de fuego a partir del
siglo XVI fue dejando el escudo más apartado a momentos específicos, como abordajes
navales, ciertos tipos de caballería ligera, asaltos a brechas de muralla (asaltos a batería),
reconocimientos, etc.
Durante el periodo de los siglos XVI y XVII el escudo por antonomasia es la rodela,
especialmente su versión a prueba de balas. Sin embargo, sorprenderá a muchos saber la gran
variedad de escudos que seguían existiendo en Europa y el Mediterráneo en esta época.
Los materiales usados por los escudos van desde el acero y la madera a elementos más
exóticos como cuero, corcho o mimbre. De hecho, salvo por las rodelas a prueba de balas de
acero, casi todos los escudos de la época tienden a utilizar materiales más ligeros a pesar de
ser menos resistentes, probablemente para mejorar la movilidad con los modernos sistemas
de esgrima.
En el imperio otomano y el Este de Europa los escudos tienden a ser más utilizados, pero no
son exclusivos. Encontramos ejemplos europeos en el casi desconocido (para el gran público)
broquel, escudo diminuto mucho más común que la daga para la mano izquierda o la adarga
hispana.
Foto: Dos de los broqueles más típicos junto a espadas. Uno tiene un umbo metálico, pero es de madera.
El otro es completamente metálico. Ambos sería de los llamados “broqueles chicos”.
Foto: Marinos del mediterráneo (posiblemente españoles o italianos) en 1540. Nótese que el de la
izquierda porta una targa.
Broquel de origen arabo-otomano utilizado por todos los pueblos bajo el influjo del
imperio otomano. Se caracteriza por tener un agarre de tipo broquel, es decir,
agarrado en lugar de embrazado. El kalkan se utilizó desde el norte de África hasta en
Polonia, por parte de la caballería ligera polaca. Se caracterizaba, como el broquel, por
tener un umbo central. Sin embargo, en pocas ocasiones era completamente metálico.
Por lo general, del umbo partían una serie de radios metálicos que se engarzaban a
tablones de madera, cuero o esparto de buena calidad debajo, aunque hay kalkanes
sin este tipo de radios. Los soldados más humildes utilizaban kalkanes hechos de
esparto y fibras vegetales (aunque había kalkanes de esparto de excelente calidad),
suficiente para parar una buena hoja enemiga y ecepcionalmente ligeros. Los kalkanes
de esparto fueron especialmente utilizados en el Khanato de Crimea por parte de la
infantería armada con arcos turco-mongoles. Por lo general los kalkanes medían unos
60 cm de diámetro, pero se sale que existían kalkanes de hasta un metro.
Foto: kalkan de esparto (salvo el umbo metálico) de excelente calidad, propiedad de algún oficial o
soldado de origen noble.
Foto: kalkan otomano pequeño cuyo umbo se asemeja a un puño. En este caso, los radios de metal
refuerzan lo que parece una superficie de cuero resistente y claveteado en los bordes.
Foto: Kalkán de Crimea sencillo de infantería. Al no tener adornos por pertenecer a un soldado raso,
puede observarse perfectamente la disposición del esparto.
Foto: Kalkan de infantería otomano donde puede verse con claridad el sistema de radios metálicos de
refuerzo para el esparto, así como la sencillez del kalkan de un soldado raso.
- Rodela.
Foto: Dhal otomano perteneciente a algún oficial o noble dado su ornamentación y calidad. Nótese que
está decorado con palabras en árabe del Corán invocando a Alá para proteger a su portador.
Foto: Dhal otomano también perteneciente a un noble a un oficial.
Escudo de madera cuadrado o rectangular, tanto curvo como plano, que siempre se
llevaba embrazado (si se llevaba con la mano usualmente se llamaba broquel grande).
Muy utilizado en siglo XVI por parte de milicias locales en occidente (famosas son las
tablachinas canarias, de gran resistencia) y por unidades de caballería del Este de
Europa (como por ejemplo los escudos húngaros, llamados en España tablachinas). En
resumen, tablachina era el nombre utilizado para los escudos tradicionales de madera
que aún seguían utilizándose en multitud de campos de batalla. La medida de las
tablachinas dependía del modelo de escudo, pero nunca eran ni demasiado grandes, ni
demasiado pequeños. Su medida era similar a una rodela, pero teniendo en cuenta
que una tablachina siempre era de forma rectangular o cuadrada.
Foto: Tablachina húngara (o escudo húngaro hoy en día), usada mucho por su caballería en el siglo XVI.
Modelos similares fueron muy usados también por la caballería otomana.
Foto: Tablachina húngara de duelo, siglo XVI. Nótese que los duelistas usan langes messer.
- Tarja.
Escudo utilizado en las justas por la nobleza durante el siglo XVI, pero su uso en batalla
en nulo o, como mucho, anecdótico. Se caracterizaba por ser aproximadamente
cuadrado o rectangular de pequeño tamaño y por torcer los bordes hacia afuera para
desviar las puntas de lanza. Siempre llevaba pintado el escudo heráldico del caballero
en cuestión. Usualmente estaban fabricados de madera, aunque hay versiones en
metal. Su uso desapareció con la desaparición de las justas. También existió una
variante de la tarja para duelos judiciales alemanes, algo más grande, y que con
frecuencia llevaba cuchillas y púas en los bordes de la misma.
Foto: Tarja de torneo. Nótese el hueco en el lado izquierdo para poder apoyar la lanza en determinadas
técnicas.
Foto: Duelo judicial con una tarja de duelo y un estoque, principios del siglo XVI. Nótese que aparte del
estoque, lleva una espada larga al cinto como arma secundaria.
Foto: Duelo judicial entre dos caballeros portando tarjas. Además portan estoques de duelo, lanzas y
dagas de punzón.
- Targe.
Escudo rectangular de gran tamaño, usado en origen para cubrir ballesteros de los
tiros de proyectiles enemigos. En los siglos XV y XVI se usó en conjunción con una lanza
o un dardo hasta la imposición de la pica (llamados empavesados). Tras el auge de la
pica, el pavés se mantuvo en el combate naval durante unas décadas. En los asedios,
se mantuvo el pavés en algunas acciones, donde se le denominaba “tabla” (siendo la
tablachina una tabla pequeña, así pues un pavés pequeño [o medio pavés] sería
llamado tablachina), especialmente en los combates subterráneos en las zapas, donde
el soldado que iba primero iba armado con una tabla y un pistolete. La forma
simplificada de tabla para combates subterráneos se mantuvo hasta el siglo XVII.
Foto: Pavés de lancero, de finales del siglo XV, aunque aún sería muy usado a principios del siglo XVI.
- Adarga.
Escudo de cuero originario del norte de África y usado desde la Edad Media tanto por
tropas musulmanes como cristianas debido a su versatilidad. La adarga solía llevarse
agarrada, pero también podía embrazarse debido al diseño de los agarres. Su forma
era acorazonada por lo general, pero en el norte de áfrica podían verse adargas con
forma de lágrima o circulares como una rodela. Era el escudo típico de los llamados
jinetes, caballería ligera montada a la morisca. Era utilizado también en los juegos de
cañas hispánicos. También era común en la infantería hispánica durante el siglo XVI en
el norte de África y en América. Fueron, posteriormente, el símbolo de los dragones de
cuera hispanoamericanos, que portaban una de ellas como parte del equipo.
Foto: Adarga hispano-mexicana, probablemente del siglo XVIII, utilizada por los dragones de cuera.
Nótese la diferencia con las adargas más antiguas en que se ha reducido su altura.
Foto: Adarga española metálica del siglo XVII, posiblemente para su uso en juegos de cañas.
Escudo poco común utilizado en los duelos judiciales germánicos al menos desde el
siglo XV hasta finales del siglo XVI. Básicamente era un pavés agarrado, no embrazado,
con multitud de cuchillas en el borde de tal forma que podía usarse como arma
autónoma sin necesidad de arma de apoyo.
- Escudos-pistola.
Los escudos-pistola fueron armas muy personalizadas, raras y caras, cuyo origen
posiblemente está en Italia, pero pueden encontrarse ejemplares por toda Europa.
Fueron muy apreciados en combates navales, donde podían cargar protegidos por el
mismo y disparar para abrir un hueco. Siempre eran completamente metálicos y
existían versiones en forma de rodela y de broquel.
Foto: Rodela-pistola italiana de 1540.
Escudos típicos de todo el periodo que pueden encontrar tanto en forma de broquel
como en forma de rodela, pero siempre son completamente metálicos. Tienen la
particularidad de que en el umbo tienen una potente linterna de aceite o similar para
iluminar, junto con una abertura para que salga la luz con una tapa. Posiblemente era
un arma para alguaciles y patrulleros nocturnos, pero también podía ser utilizada para
realizar trucos “sucios” en un combate nocturno, ya que si se pone una fuente de luz al
adversario de noche, se cegará en parte y no podrá ver bien la espada y los
movimientos del adversario. Posiblemente, en el ámbito militar fuera usado en
encamisadas nocturnas por parte de oficiales adinerados.
Foto: Broquel-linterna inglés del siglo XVII. La tapa que se ve en su parte superior podía abrirse para emitir
el foco de luz sorpresivamente, lo que cegaba momentáneamente al adversario.
Foto: Rodela-guantelete-linterna-espada italiana de la segunda mitad del siglo XVI. Mención especial cabe
darle a las dos púas que salen de los nudillos del guantelete que, aunque pueden utilizarse para herir al
contrario, muy probablemente su objetivo es atrapar hojas de espada.
Foto: Vista interior de una rodela-guantelete-linterna. La rodela presenta un agarre para utilizarla más
afianzadamente. Además, se puede observar que la espada del artilugio es retráctil. También podemos
observar perfectamente la linterna. El forrado interior indica que esta clase de escudos eran artículos de
lujo. Aparentemente, este tipo de armas fueron relativamente populares entre combatientes adinerados
en Italia durante el siglo XVI, ya que se conservan varios ejemplares diferentes.
Armas de asta
Las armas de asta, y muy especialmente la pica y sus derivadas, fueron la base de la guerra
renacentista y barroca. No se podía hacer nada sin un cuadro de picas bien formado, pues en
caso contrario, la caballería podría arrasar con facilidad cualquier posición. A pesar de su
aparente pasividad en el campo de batalla (a partir del siglo XVII apenas tenían acción, eran
una tropa disuasoria) eran de enorme importancia para poder asegurar las posiciones. Hasta la
invención de la bayoneta, las armas de asta no fueron desplazadas. Y aun así, la pica podía
encontrarse con facilidad en los campos de batalla del primer cuarto del siglo XVIII, ya que aún
no se habían perfeccionado las técnicas de bayoneta.
Las armas de asta, durante toda la historia, han sido siempre un arma esencial en la guerra,
debido a dos capacidades que las hacen armas muy difíciles de batir: son largas, con lo cual se
puede atacar al enemigo de lejos; y son baratas, con lo que se pueden enviar a una gran
cantidad de guerreros al campo de batalla a muy bajo coste.
Casi todas las armas de asta tienen ventaja sobre las armas de mano, más cortas. Su gran
alcance y la fuerza que poseen las hacen muy difíciles de batir si no se tienen armas similares,
especialmente en grandes grupos. Todos los tratadistas militares de los siglos XVI y XVII
recomendaban atacar a las armas de asta con armas de fuego como la única manera de vencer
a un cuadro sin tener demasiadas bajas. Las picas, además, desplazaron a la caballería como
reina del campo de batalla, especialmente combinados con soldados con armas de fuego.
A pesar de la creencia popular de que los siglos XVI y XVII fueron los siglos de la pica y, en
menor medida, la alabarda, hubo una gran cantidad de armas de asta muy efectivas que pasan
más desapercibidas, principalmente porque la pica constituía la gran mayoría de las armas de
cuerpo a acuerpo en el momento.
A continuación aparecen las listas de armas de asta de los siglos XVI y XVII.
- Pica.
La pica fue el arma básica de los ejércitos del periodo de los siglo XVI-XVII, creada por
la infantería suiza en el siglo XIV e introducida por mercenarios suizos en España en la
guerra de sucesión Castellana. Consiste en una larga lanza pensada para usarse a dos
manos dando un gran alcance. La pica española parece ser que medía unos 26 palmos
(recomendada por Londoño) que es aproximadamente unos 4 metros (aunque hay
opiniones que afirman que la pica de Londoño medía más de 5 metros). Revisando los
cuadros, en la gran mayoría aparece que la pica mide de media aproximadamente dos
veces y un cuarto la altura del soldado que la porta. En la práctica, parece ser que
existía la costumbre (no permitida por los mandos) de recortar la pica por comodidad
un par de palmos o más, eventualidad que nunca llego a poder eliminarse por
completo. Una de las características más interesantes de la pica es que la punta era
mucho más fina que la contera o pitipié (final de la pica) con el objetivo de equilibrarla.
El asta no solía ser muy ancha en su parte más gruesa (aproximadamente alrededor
del final del primer tercio de la pica contando por la contera) para mejorar el agarre y
aligerar la enorme arma. Solía utilizarse el fresno para fabricar el asta. Los piqueros
más famosos de Europa hasta el primer cuarto del siglo XVI fueron los suizos y a partir
de entonces los alemanes, que además, debido a su altura, solían llevar picas de 28
palmos por lo general, a diferencia de los 26 palmos (sin recortar) de la pica española
común. La aparición de la bayoneta convirtió a la pica en parcialmente obsoleta y fue
sustituyéndose paulatinamente.
Foto: Combate entre formaciones de piqueros y alabarderos, siglo XVI. Nótese que el extremo de la pica
es mucho más estrecho que la contera.
Foto: Enfrentamiento entre piqueros, siglo XVI.
Foto: Piqueros españoles en la batalla de los pozos en Túnez. A pesar de que su uso más efectivo era en
formación de cuadro, no era raro que el piquero tuviera que luchar en solitario por razones varias, como
en este grabado. Las picas solían utilizarse fuera de formación algunas escaramuzas y en asaltos a brechas
de murallas, manteniendo alejado al enemigo para que los arcabuceros pudieran acabar con él a corta
distancia, como se aprecia en el grabado.
Foto: Picas holandesas del siglo XVI. Nótese que las moharras son muy pequeñas y estrechas.
Foto: Picas italianas de la década de 1530. Nótese que el extremo del asta mide aproximadamente 1 cm
de diámetro.
Foto: Pica del siglo XVII.
- Media pica.
La media pica era una pica de 20 palmos aproximadamente (unos 3 metros, quizás
algo menos) utilizada en momentos donde una pica normal era demasiado larga o
incómoda. Solían portarla los picas secas cuando acompañaban a los arcabuceros (para
mejorar su maniobrabilidad) y los coseletes cuando servían en un navío (por falta de
espacio) o bien cuando era más conveniente un arma más corta. Mantenían las
mismas proporciones que sus primas mayores en cuanto a anchura del asta.
Foto: Piquero del norte de Europa en 1633, portando lo que parece una media pica, aunque también
podría ser una pica normal recortada. Nótese lo fino que es el extremo superior de la pica que sujeta la
moharra.
- Lanza, langspiess, spear.
Aunque parcialmente obsoleta con la llegada de la pica, la lanza siguió siendo usada en
algunos teatros de operaciones durante el siglo XVI, especialmente por parte de la
caballería ligera, pero también infantería y milicianos, especialmente en el Este de
Europa. En occidente se usó junto al pavés aproximadamente los primeros 15 años del
siglo XVI. La lanza típica medía entre 1,80 y 2,20 metros. En los duelos judiciales
alemanes se siguió usando en los combates con armadura. En cuanto a los campos de
batalla occidentales, multitud de variantes de la lanza se utilizaron como distintivo de
oficialidad.
Foto: Pífano del siglo XVII, probablemente del norte de Europa, portando una lanza para su autodefensa y
un alfanje.
Foto: Lanspiess o lanza larga alemana del siglo XVI. Este tipo de lanza fue sustituida pronto por la pica en
la mayoría de las ocasiones
- Venablo.
Lanza de caza en la luego se basaron varias armas de asta militares, aunque también es
sinónimo de arma arrojadiza. Se caracterizaba por una hoja ancha, a menudo con
forma de hoja, que bajo la mista solía tener un tope, para evitar que los jabalíes, con
los que se usaba esta lanza, se empalaran demasiado y alcanzaran al cazador.
Generalmente era lo bastante recia para aguantar el envite de un jabalí, pero a la vez
lo bastante ligera para poder lanzarse. Medía alrededor de 1,60 metros.
Lanza utilizada por la caballería ligera española montada a la gineta. Aunque podía
usarse en ristre, usualmente se utilizaba levantada por encima de la cabeza junto a
una adarga. Medía unos 2,5 metros aproximadamente, quizás algo menos.
Foto: Imagen de la toma de Orán de 1509. En el centro jinetes españoles armados con lanzas ginetas y
adargas.
- Venablo de capitán, gineta de capitán.
Foto: Rendición de Breda, de Velázquez. A la izquierda, tres capitanes con sendas lanzas ginetas y dos
sargentos con sus respectivas alabardas.
Foto: Piquero español junto a un capitán con lanza gineta y rodela en la batalla de los pozos de Túnez.
- Espontón.
Arma derivada de los venablos de caza que marcaba el rango de oficial en los ejércitos
franceses desde el siglo XVI. Se caracterizaba porque la moharra tenía un tope bajo la
hoja (típico de las armas de caza). Solía medir entre 1,60 y 2 metros.
- Dardo.
Foto: Detalle de “El triunfo de la Muerte”, de Brueguel el Viejo. Aunque es una obra alegórica del siglo
XVI, las armas y vestimentas son de la época y nos sirve para ver ciertos detalles del armamento. En
primer plano, tenemos dos esqueletos a punto de lanzar sendos dardos de guerra emplumados contra un
desesperado caballero. Apréciese cómo la contera de los dardos es más gruesa que la punta para
equilibrar el dardo durante el vuelo.
Lanza utilizada por los hombres de armas y las compañías de lanzas de caballería
durante los siglos XVI y XVII, pero desarrollada durante la Baja Edad Media. Se
caracterizaban por su gran longitud, de hasta 3,5 metros en ocasiones, y por su forma,
apareciendo un cono delante del agarre de la mano, para su protección, y un tope
detrás de la misma, con el objetivo de equilibrar la lanza y fijarla en el ristre. Su
potencia de choque era muy fuerte y fue una de las razones de su pervivencia hasta
bien entrado el siglo XVII. Sin embargo, el tiempo que llevaba entrenarse con la lanza y
su cada vez más limitado uso, llevó a su desaparición. Las versiones más largas de este
tipo de lanzas solían ser huecas para reducir el peso.
Foto: En esta imagen de una batalla podemos ver cómo la caballería con lanza cargaba contra un cuadro
de picas. Era una táctica peligrosa en aquellos tiempos, pero aún era una táctica poderosa si el cuadro
enemigo estaba desorganizado o se atacaba por el flanco, como en esta ocasión.
Foto: En esta imagen puede verse con nitidez la forma de una lanza de caballería en este enfrentamiento
entre dos hombres de armas a mediados del siglo XVI. El contendiente de la izquierda lleva la lanza en el
ristre, listo para ensartar a su adversario, pero este, a la derecha, lo desvía agarrando a media lanza su
arma. Cabe destacar que la parte trasera de la lanza es más gruesa para equilibrar, además de tener un
tope para engancharlo en el ristre. Además, la lanza tiene un cubremanos para asegurar aún más la
protección del guantelete.
Foto: Distintos diseños de lanzas de caballería. Los más comunes durante el periodo serían el primero por
la izquierda y el segundo por la derecha.
- Kopie.
Lanza de caballería polaca (usada por los húsares alados), prácticamente igual a la
usada en Europa occidental, salvo por el hecho de ser extraordinariamente larga
(entre 3,8 y 5,6 metros), buscando ganar en alcance a las picas. Su extrema longitud
hacía que se fabricara siempre hueca, lo que la hacía más frágil y generalmente no
aguantaba más de un impacto, tras lo cual el húsar utilizaba el koncerz.
Foto: Aquí podemos ver la gran ventaja del desmesurado tamaño del kopie, que aún podía hacer frente
con mucha seguridad a un piquero. Se puede observar una de las características más interesantes del
kopie, que el cubremanos es una pieza redonda de madera.
- Alabarda, “sargentina”.
Arma de origen suizo, que combina una lanza con un hacha en un lado y un gancho en
el otro. Su longitud es variable, estando las más cortas en alrededor de 1,80 metros y
las más largas en los 3 metros, aunque una altura normal solía ser entre 2 y 2,50
metros (contando la moharra). Los piqueros suizos solían colocar una fila de
alabarderos cada tres filas de picas (para así proteger a base de hachazos la primera
fila de posibles infiltrados). Durante la guerra de sucesión castellana es muy posible
que se introdujera la alabarda de manos de mercenarios suizos, donde tuvo una rápida
acogida. En la era de los tercios, la alabarda era el símbolo de rango de los sargentos
españoles, añadiendo a la moharra una borla roja (a la alabarda del sargento se la
llamaba sargentina). La alabarda fue también usada frecuentemente por coseletes y
fue el arma de elección de la mayoría de las guardias de la monarquía hispánica,
destacando la guardia alemana. La fuerza de la alabarda residía en su versatilidad:
podía mantener las distancias con la punta, atacar a la infantería con el hacha y
derribar jinetes con el gancho, buscando huecos en la armadura. El asta de la alabarda,
a diferencia de otras armas de asta, era uniforme en toda su superficie, siendo desde
la punta hasta la contera igual de ancho (entre 3 y 3,5 cm). En ocasiones la contera
disponía de un regatón con una afilada púa metálica.
Foto: Alabarda suiza de principios del siglo XVI. Ejemplo de alabarda avanzada y bien construida, pero
simple, de soldado raso.
Foto: Alabarda de cabeza de media luna, muy popular en el siglo XVII, especialmente entre oficiales. Estas
dos son procedentes de Italia.
Foto: Alabarda alemana de guardia o de oficial de finales del siglo XVI. Nótese la reducción de la cabeza
del hacha para mayor comodidad, ya que no era una “alabarda de combate” propiamente dicha.
Foto: Alabarderos españoles en Orán, 1509. Podemos observar un buen ejemplo de la típica alabarda
española de finales del siglo XV y principios del siglo XVI, que presenta ciertas particularidades respecto a
las alabardas alemanas, como una cabeza de hacha más largada y más estrecha. Nótese las pequeñas
púas que surgen cerca de la moharra, probablemente con la doble función de sujetar la moharra y hacer
daño al adversario si se falla el hachazo y se golpea con el asta.
- “Escorpión”, alabarda italiana.
Foto: Moharra de alabarda italiana. Nótese todos los ganchos y púas que tiene.
Arma con una larga tradición militar medieval y que pervivió durante casi todo el
periodo de los siglos XVI-XVII. Consiste en una cuchilla ligeramente o muy curvada
montada en un asta y medía entre 1,80 a 2,20 metros (incluyendo moharra) siendo
muy raros ejemplares más largos. Aunque podía usarse para estocar, su principal
virtud era el tajo, ya que la moharra solía ser relativamente pesada, dándole una gran
fuerza de impacto. Aunque durante la Edad Media solía usarse como arma propia de
tropas que luchaban desde la segunda fila, en los siglos XVI y XVII pasó a ser un arma
de milicias y, sobre todo, de guardias personales (como la guardia de archeros también
denominada guardia de cuchilla). En ocasiones, a la cuchilla se le añadía una púa o un
gancho en el contrafilo.
Foto: Archas de combate propiamente dichas, aunque también se les llamaba cuchillas o gujas en
ocasiones.
Arma de origen francés similar al archa, muy utilizado durante los siglos XIV y XV y que
entra paulatinamente en declive a partir del siglo XVI, aunque dura durante todo el
periodo. Durante los siglos XVI y XVII es un arma fundamentalmente de milicias y de
guardias personales. Es similar al archa, pero tiene una hoja muy ancha y la moharra se
agarra al asta por uno de sus lados no por su base, a diferencia de la mayoría de armas
de asta. Como su prima el archa, es un arma enastada fundamentalmente de golpe.
Aunque tienen una punta capaz de herir, no suele ser muy aguzada, siendo en algunos
casos roma o imposible de clavar si no es fortuitamente. El asta solía rondar los dos
metros, aunque en algunas ocasiones se dan ejemplares más altos.
Foto: Dos ejemplos de moharras de gujas. La de la izquierda es un modelo más refinado que el de la
izquierda, pero ambos presentan el asta enganchada a un lado.
- Hocino.
Arma de origen inglés, utilizada principalmente como arma policial, aunque también se
usó por parte de milicias. El arma se basó en la herramienta agrícola del mismo
nombre para cortar ramas. Gracias a su diseño, puede utilizarse con cierta comodidad
para atrapar al adversario, de ahí su uso policial. Al carecer de potencia para atravesar
armaduras, su uso en batalla fue muy limitado y sólo algunas milicias estaban armadas
con hocinos.
Fotos: Dos hocinos del siglo XVI. El de la izquierda es un hocino simple, de fabricación sencilla. El de la
derecha es ya un hocino más complejo y más preparado para el objetivo de atrapar adversarios, con una
función posiblemente más policial.
- Partesana.
Arma de asta originaria de la Edad Media, caracterizada por tener una moharra de
gran longitud acabando en punta muy aguzada. Durante el siglo XVI se redujo el
tamaño de la hoja, pero siguió siendo más larga que la media en las armas de asta. La
partesana fue el arma “madre” de una gran familia de armas para oficiales durante el
periodo. Su longitud (contando la moharra) estribaba entre 1,80 y 2,20 metros. Era un
arma muy utilizada en milicias y en marinas de toda Europa.
Foto: Partesana de combate sencilla del siglo XVI. Cabe destacar la gran longitud de la hoja, aunque las
partesanas medievales aún eran mucho más largas.
- Corcesca.
Arma que a partir del siglo XVI representa a la oficialidad francesa y basada en la
partesana, aunque la hoja tiende a ser más corta. La hoja forma una especie de
tridente buscando imitar la flor de lis francesa. Medía alrededor de 2 metros.
Foto: Corcesca, roncona y corcesca de oficiales. La roncona era una versión alternativa de la corcesca (ver
abajo).
- Roncona.
Versión de la corcesca en la que las puntas laterales del tridente se doblaban hacia
abajo formando unos ganchos. A diferencia de la corcesca, la roncona fue muy
utilizada como arma de marinería además de como arma de oficialidad. Medía
alrededor de 2 metros.
Arma de origen francés muy utilizada por las milicias y guardias personales, aunque a
partir del siglo XVI comienza su desuso, siendo confundida en ocasiones con la
alabarda italiana. Consiste en una cuchilla similar a la de un archa, pero con una punta
aguzada en el extremo y un hocino en el lado de la cuchilla. Generalmente, en el
contrafilo se engarzaban una o más púas. Las medidas de este arma varían entre los 2
metros y los 2,50 metros (moharra incluida).
Foto: Distintas roncas de los siglos XVI y XVII. Cabe destacar de las bisarmas su gran hocino en la parte
superior y la gran cantidad de ganchos y púas. Fue un arma diseñada para derribar caballeros de sus
monturas.
Foto: Ronca sencilla de infantería, de principios del siglo XVI.
Foto: Uso de la ronca según Achille Marozzo, maestro de armas italiano del siglo XVI.
- Martillo de lucerna.
Arma de origen suizo (la ciudad suiza de Lucerna era famosa por la manufactura de
martillos de guerra) consistente en una lanza con un martillo en uno de sus lados y un
gancho o púa en el otro. Medía entre 1,80 y 2,50 metros, moharra incluida
(generalmente su gran altura se debía a la aguzada púa de estoque más que al asta,
que era de una altura de unos dos metros). Era común entre unidades de alabarderos
y guardias personales ya que, en esencia, era una alabarda que cambiaba el hacha por
un martillo, siendo mucho más efectivo contra armaduras pesadas.
Fotos: A la izquierda, típico martillo de lucerna e los siglos XVI y XVII, con una cabeza de martillo
segmentada para reducir peso y aumentar la penetración. A la derecha, martillo de lucerna más recio, con
menos separación entre las puntas. Ambos están acabados con un pico de cuervo y una larga punta.
El ahlspiess es un tipo de lanza alemana utilizada durante los siglos XV y XVI diseñada
especialmente para atravesar armaduras. Básicamente es una lanza con una punta de
sección cuadrangular, de igual manera que un estoque, y que carece de filo. El
ahlspiess suele tener una pequeña rodela al final de la moharra. El asta de ahlspiess
normal medía entre 1,60 y 1,80metros (probablemente con la moharra llegaba con
facilidad a los 2 metros), pero existían versiones de menor tamaño llamados
candeliere, comunes en el norte de Italia, básicamente el mismo arma salvo por la
altura del asta. Hay constancia de su uso por parte de piqueros suizos y lansquenetes,
además de por tropas francesas e inglesas.
Foto: Distintas moharras de ahlspiess.
Arma popular entre los hombres de armas desmontados durante el siglo XV que
comienza a decaer en su uso a partir del siglo XVI, manteniéndose durante las
primeras décadas del siglo, aunque sigue perviviendo en los combates judiciales en
armadura que aún se celebraban en Alemania durante el siglo XVI. Se caracteriza por
ser una lanza con un hacha en un lado y un martillo de guerra en el otro o bien algún
tipo de púa. Solía medir entre 1,60 y 2 metros. Como la alabarda (con la que suele
confundirse), era común que llevase un regatón con una aguzada púa.
Foto: Cabeza de hacha de armas típica, con un martillo plano, un hacha, una punta de lanza y dos púas a
los lados.
Foto: Alcón del siglo XVI donde se ha sustituido el martillo por tres púas en el lado trasero. Aquí puede
percibirse el largo del asta.
- Chuzo.
Foto: Chuzo típico de los siglos XVI y XVII: una punta simple de fabricar y un asta corta, probablemente de
madera barata.
Foto: Mosquetero escocés de la época de la guerra de los treinta años con un chuzo-horquilla para el
mosquete.
Foto: Marinos de un buque escuela actual practicando ejercicios de formación y combate con chuzos.
Lanza utilizada por la caballería ligera berberisca probablemente desde antes del siglo
XV, consistente en una larga lanza cercana a los 4 metros y que tiene una moharra en
cada extremo, no existiendo contera o pitipié. Se utilizaba a dos manos, agarrándola
por el medio del asta, de tal forma que cada punta quedaba a uno de los lados del
caballo. Era un arma fundamentalmente de corte, pero con buena capacidad de
estocada, utilizada para escaramucear a una distancia segura lanzando tajos y
estocadas sin descanso contra el adversario, especialmente si es infantería,
cabalgando alrededor de ella, pero nunca buscando el contacto directo.
Foto: Caballería ligera berberisca atacando a los soldados españoles con lanzas de dos puntas en la batalla
de los pozos en Túnez.
- Guadaña de guerra.
Arma con gran tradición histórica, ya que hay relatos de su uso desde tiempos de
Roma. En los siglos XVI y XVII es usada como arma de fabricación barata para poner en
manos de milicias. Consistía en una hoja de guadaña colocada de forma paralela al
asta en lugar de perpendicular, como es usual. Especialmente usado por las milicias de
Centroeuropa y del Este de Europa. Solía medir menos de 2 metros (contando la
moharra).
Foto: Imagen donde se pueden ver diversos diseños de guadañas de guerra de los siglos XVI y XVII además
de otras armas de asta, como chuzos y lanzas.
- Guadaña.
- Horca de guerra.
Foto: Horca de guerra italiana con linterna de 1570 a su lado una guadaña de guerra con una púa al lado,
ambas armas de milicia.
Foto: Horca de guerra del siglo XVI. Se pueden apreciar los dos ganchos que se han añadido a los lados.
- Hoz de guerra.
Como las armas anteriores, no es más que una hoz puesta en el extremo de un asta.
Arma típica para armar rápidamente una leva de milicianos. Mantenida durante todo
el periodo.
Arma de origen francés que es básicamente una horca con una de sus puntas acortada
y doblada hacia abajo para crear un gancho, aunque en ocasiones simplemente se
recorta una de las dos puntas de la horca. Su nombre viene del francés “saquer”, que
significa “pinchar”. El asta era muy corta, generalmente de la altura del portador. Muy
usado como horquilla para mosquetes y por parte de milicias.
Foto: Lochaber escocés típico. Nótese el gancho en el extremo del asta, utilizada principalmente contra
caballos.
La vara es un arma inmemorial, usada para la autodefensa, y que tuvo en esta época
un gran auge en escuelas que enseñaban estilos con varas y palos. Hoy en día se
conservan algunas de estas artes de autodefensa, como el Jogo do palo portugués y el
juego del palo canario. La vara podía tener muchas medidas. Desde poco más de un
metro, en una versión que sirve tanto como arma como bastón, hasta alrededor de
1,80 metros. También existían la variante del garrote, una vara con un extremo más
grueso que el otro, y que también aparece en vario tratados históricos.
Foto: Dos soldados alemanes practicando la lucha con vara.
El arma contundente por antonomasia del siglo XVII fue el martillo de guerra. Era
enormemente versátil y mucho más efectivo que la mayoría de mazas y hachas, aunque éstas
nunca dejaron de usarse, ya que tenían otras virtudes.
Las armas contundentes de caballería solían ser armas secundarias para usar contra tropas
acorazadas, a pie o a caballo, una vez que se había perdido la lanza o se había disparado la
pistola de arzón.
En la infantería fueron más raras, aunque no desaparecieron del todo. Es de resaltar el uso en
toda Europa de hachas a dos manos e hisopos (especie de mazas enastadas a dos manos) por
parte de milicias e incluso soldados profesionales y mercenarios. En momentos de combate
cercano y combate urbano podían dar mejor resultado que las armas enastadas, demasiado
largas, o que las espadas, a veces demasiado ligeras.
Las armas contundentes fueron especialmente utilizadas en los países del Este de Europa,
probablemente porque seguían utilizando cotas de malla masivamente y son mucho más
efectivas contra tropas acorazadas con cotas.
A continuación, una lista de las armas contundentes más importantes del periodo.
- Martillo de guerra, martillo de caballería, martillo de armas.
Versión de una sola mano del martillo de Lucerna, pero con un asta lo suficientemente
corta como para usarlo con comodidad a una mano y a caballo. Muy populares entre
hombres de armas, caballería ligera y coraceros, ya que contra enemigos acorazados
era infinitamente superior a la espada. Usualmente, aunque no siempre, llevaban una
púa por encima del martillo para estocar y un arma contundente en el otro lado
(usualmente otra púa, un pico de cuervo o un hacha). Algunos martillos estaban
decoradas de formas rocambolescas, como los martillos de guerra alemanes con forma
de mano.
Fotos: Martillos de guerra alemanes del siglo XVI con forma de puño, muy populares en Centroeuropa en
la primera mitad del siglo XVI.
Arma muy popular entre los hombres de armas que en occidente tuvo un rápido
desuso a comienzos del siglo XVI, aunque en Centroeuropa y el este de Europa siguió
teniendo gran uso hasta bien entrado el siglo XVII por parte de la caballería
(especialmente la ligera), siendo en regiones como Polonia o Rumanía el símbolo de
mando de un general. Su desuso se vio afectado por el aumento de calidad de las
protecciones, para las que la maza era en general insuficientemente potente.
Foto: Mazas de aletas del siglo XVI, la superior es italiana, el resto, alemanas.
- Bozdogan.
Maza de armas otomana que, a diferencia de las de aletas, era completamente maciza.
Muy contundente, sobrevivió todo el periodo, donde frecuentemente se usó como
símbolo de mando en los ejércitos orientales. Fue muy usual en la caballería pesada
otomana, especialmente en el siglo XVI.
- Porra, porra forrada, morgernstern, (lucero del alba, maza con púas, maza de mano)
Tipo de maza compuesta por un asta corta, para ser usada a una mano, a la que se la
añaden púas para mejorar el efecto contundente. Posiblemente era el tipo de maza
más barata. Bastante usada para armar milicias y galeotes en combates marinos.
Existían versiones más refinadas con una cabeza metálica, llamadas hoy comúnmente
“luceros del alba”. No confundir con el hisopo, descrito más abajo.
Foto: “lucero del alba” milanés de principios del siglo XVI.
Foto: Distintas cabezas de porra usadas durante los siglos XVI y XVII. Muchas se usarían igualmente para
hisopos.
Arma usada profusamente hasta el siglo XIV, pero que durante el siglo XVI se
mantendrá su uso en Alemania. Basado en el mayal, pero para un uso con una sola
mano. Consiste en un hasta de 30 a 50 cm en cuyo extremo se encasta una cadena de
una longitud aproximada a 1/3 de la vara o inferior (para no golpear la propia mano
del usuario), que a su vez tiene un peso en su extremo, que es el elemento
contundente del arma. Este peso podía estar mejorado con púas o diseñado para
hacer más daño. Usualmente era utilizado por la caballería alemana, pero en el siglo
XVI era un arma en decadencia. No confundir con el mayal, cuyo uso es a dos manos y
por la infantería.
Foto: Mangual del siglo XVI, posiblemente otomano.
Foto: mangual simple alemán de finales del siglo XVI.
Arma usualmente utilizada por la caballería que, al igual que el martillo de guerra, era
superior a la espada contra enemigos con armadura. Como el martillo, era usual que
tuviera una púa para realizar estocadas y, en el lado contrario, un martillo, una púa o
un pico de cuervo. Versiones más simples (con una mera cabeza de hacha) eran muy
utilizadas en batallas marinas por marinos y galeotes.
Foto: Hachas europeas de caballería del siglo XVI, a la izquierda con martillo, en medio con una púa y a la
derecha con pico de cuervo.
Foto: Tabarzin sirio de finales del siglo XV/principios del siglo XVI.
- Pico de cuervo.
- Nazdiak.
Martillo de guerra de origen húngaro utilizado por todo el Este de Europa, pero en
especial en Hungría y Polonia. Solía ser un símbolo de rango (es decir, era un arma de
oficialidad) y era lo bastante largo para servir de bastón a la vez que de arma, ya que
su asta medía unos 70 cm.
- Obuch.
Martillo de guerra con un pico de cuervo excepcionalmente curvado, de origen
otomano, pero muy utilizado también en Hungría y Polonia. Como el martillo anterior,
tenía un asta de alrededor de 70 cm para ser usado de bastón y también solía ser
símbolo de rango.
Foto: Obuch otomano.
- Hacha de armas, (hacha de batalla, hacha a dos manos, mordaxte).
Arma en gran decadencia en el siglo XVI, pero aún utilizada en algunos teatros de
operaciones, como América o África, o por parte de infantería con una buena
armadura, especialmente en Alemania. En ocasiones se encuentran hachas de
caballería con un asta lo bastante larga para usarse a dos manos con comodidad. En
muchas ocasiones, el hacha estaba acompañada por una púa para realizar estocadas y,
en el lado opuesto, un martillo, otra púa o un pico de cuervo.
Hacha de guerra de dos manos procedente del imperio otomano. El nombre de tabar
sirvió para nombrar a las hachas de guerra en Turquía, el Cáucaso, Rusia, Persia, India,
Pakistán, etc. Existían múltiples variantes, pero todas tenían en común una hoja muy
curva, formando en ocasiones casi una semiesfera, y en muchas ocasiones un pequeño
martillo saliente en el otro lado, aunque no siempre. El mango es recto y simple. Los
tabar comúnmente estaban muy decorados, especialmente las hachas utilizadas por
nobles y jenízaros.
Foto: Tabar otomano de finales del siglo XVI. Nótese la gran curvatura de la hoja y el martillo en el lado
opuesto.
- Hacha “sparth”.
Arma de origen ruso que consiste en una gigantesca hacha, con la hoja muy larga y
muy fina, con forma de luna creciente. Los mosqueteros rusos usaban el bardiche para
apoyar el mosquete al final del asta y así tener una horquilla y un arma en el mismo
objeto. El asta del bardiche no solía sobrepasar el metro y medio.
Foto: Diferentes modelos de bardiches rusos. Al utilizarlo, una mano se apoyaba en el final del asta y la
otra en el hueco superior entre el hacha y el asta, así se podía manejar con comodidad.
- Jeddart
Especie de “bardiche escocés”. Se caracteriza por una hoja muy fina y casi plana, y un
mango que usualmente (aunque no siempre) está protegido por un guardamano. Muy
usado entre los siglos XVI y XVII. El asta medía entre 1,80 y 2 metros. Posiblemente
utilizados en los tercios escoceses.
Foto: Jeddart escoceses típicos.
- Mayal de guerra.
El mayal era un arma muy utilizada por las milicias centroeuropeas y del Este de
Europa desde la Edad Media y no dejó de usarse como arma por las mismas hasta las
postrimerías del siglo XVII, quizás incluso hasta el siglo XIX como arma improvisada.
Básicamente es idéntica a la herramienta agrícola: una larga vara de entre 1,60 a 1,80
metros atada con una muy corta cuerda o cadena a una pequeña porra o cilindro de
madera con clavos y púas clavados para hacer más daño. En ocasiones la porra de
madera se cambiaba por un cilindro o bola metálica con púas, pero era mucho más
raro.
Foto: Imagen de un tratado de 1540 donde se aprecian lansquenetes alemanes luchando con mayales.
- Hisopo, morguenstern (maza enastada, lucero del alba a dos manos).
Arma compuesta por una vara de entre 1,50 y 2 metros en cuyo extremo se injertan
clavos, púas, una bola metálica y/o una punta de lanza. Arma muy usada durante la
Edad Media y muy usada por milicias centroeuropeas y británicas hasta bien entrado
el siglo XVII. Aunque podía ser usada a modo de lanza, su principal virtud estaba en la
contundencia de sus golpes. No confundir con la porra, descrita más arriba.
Las armas de tiro, desde tiempos antiguos, han sido un arma secundaria, que servía para
hostigar al enemigo antes de entrar en el cuerpo a cuerpo y rematarlo. A partir de la
revolución militar, especialmente con las armas de fuego, este concepto cambia
completamente, y las armas de fuego comienzan a ser la clave de las batallas, donde cada vez
empieza a ser menos común en contacto cercano entre enemigos.
Aunque los británicos comenzaron a desarrollar el uso táctico de las armas a distancia como
base de la victoria sobre el enemigo con el arco largo, hasta la llegada de la escopeta y las
tácticas de Gonzalo Fernández de Córdoba no se impuso la superioridad de las armas de
proyectiles frente al choque.
Las armas de fuego comenzaron a ser utilizadas llevando una disciplina de disparo, lanzado
“rociadas” (nombre dado por los soldados españoles a las descargas de armas de fuego)
organizadas. Estas rociadas comenzaron siendo organizadas por filas, de tal forma que
mientras un arcabucero o mosquetero recargaba, otro disparaba en rápida sucesión.
Generalmente se utilizaban 8 filas de arcabuceros para mantener un fuego sostenido y 12 filas
de mosqueteros para lo mismo. En ocasiones, cuando se iba a lanzar un ataque cuerpo a
cuerpo con la infantería se lanzaba una sola rociada con todas las armas de fuego a la vez para
acto seguido cargar. Esta última táctica fue perfeccionada por Gustavo Adolfo, que fue la clave
de muchas de sus victorias: grupos de mosqueteros seguidos de cerca por piqueros y caballería
que disparaban a bocajarro tres filas de armas de fuego y varios falconetes, provocando
grandes huecos y cargando inmediatamente con la infantería y la caballería.
Las armas de fuego utilizaron muchas llaves para encender la carga de pólvora. Inicialmente
sólo existía la propia mano, es decir, se llevaba la mecha en la mano, se acercaba a la cazoleta
donde estaba la pólvora y se disparaba. Este sistema era muy incómodo e impedía apuntar con
precisión y pronto se solucionó con el serpentín simple: una espiga de metal curvada en forma
de S que se movía con la mano y acercaba la mecha a la cazoleta permitiendo un disparo
apuntado. Sin embargo, no era un sistema muy sofisticado y se acabó creando la llave de
serpentín de resorte que, con un mecanismo algo más complicado, pero más eficiente, dejaba
caer la mecha mediante un resorte a la cazoleta con la pólvora.
Para la infantería fue un sistema muy útil, pero en la caballería no se podían usar las armas de
fuego adecuadamente, ya que mantener una mecha encendida a la vez que se cabalgaba era
extremadamente complejo. Pronto se inventó la llave de rueda, que mediante una piedra
giratoria creaba una chispa que encendía la carga de pólvora. Pronto se popularizó y hasta la
infantería comenzó a incluir la llave de rueda en sus armas. Sin embargo, esta llave sólo se
mantuvo en la caballería porque tendría a estropearse con frecuencia y se necesitaba de un
artesano experimentado para repararla.
Ya en el siglo XVII comenzó a utilizarse otro método: la lave de chispa. Este sistema consistía en
un martillo que golpeaba con fuerza un pequeño pedernal (sílex) sobre una zona con acero,
produciendo chispas que encendían la pólvora. Este sistema fue imponiéndose a la llave de
rueda, especialmente en la caballería. Sin embargo, ni la llave de rueda, ni la llave de mecha
desaparecieron del todo por una razón importante: al golpear el martillo en el acero, se movía
el arma, lo que disminuía la precisión por el movimiento. Hasta que no se mejoró el sistema, la
infantería siguió usando masivamente la mecha, aunque las nuevas tácticas de la caballería,
que comenzó en el siglo XVII a volver al choque, hacía que la llave de chispa superase a la de
rueda, a pesar de ser más precisa, ya que usualmente se disparaban las pistolas de arzón a
bocajarro. Ya a finales del siglo XVII, la llave de chispa se impuso definitivamente apartando
poco a poco el resto de llaves más antiguas, creándose variantes, como la llave de miquelete,
típicamente catalana.
Proyectiles
Según el arma hay distintos tipos de proyectiles. En las armas de fuego, podemos diferenciar
claramente dos: las pelotas de plomo y las de piedra. Las pelotas de plomo eran proyectiles
circulares que cada soldado se fabricaba por sí mismo con un molde hecho específicamente
para el calibre de su arma. Esto era muy importante, ya que los arcabuces solían tener
distintos calibres, lo que podía hacer que una pelota de calibre inferior reducía la precisión y la
potencia, y una de un calibre superior, si cabía por la bocacha del arma, podía hacer estallar la
misma. Las pelotas de piedra se usaban en los llamados pedreros: arcabuces, mosquetes y
escopetas diseñadas específicamente para lanzar esta clase de proyectiles. Las pelotas de
piedra había que fabricarlas con herramientas de gastar piedra específicas. La diferencia entre
ambas pelotas es que las de plomo tenían más potencia, penetración y precisión. Las pelotas
de piedra en muchos casos no podían atravesar armaduras de, ya que se desmoronaban. Sin
embargo, su virtud residía en generar unas heridas terribles, ya que al estar hechas de piedra
blanda, al entrar en el cuerpo, la pelota se fragmentaba haciendo una herida mucho más grave
si cabe. También, una pelota que chocara en un elemento cercano a un soldado se convertía
en astillas que podían herirlo si estaba cerca. Existían otro tipo de proyectiles más
especializados y raros, como las dos pelotas encadenadas, típico de principios del siglo XVI. La
cadena, al ser disparada a corto alcance, podía causar estragos. Sin embargo, lo caro de este
tipo de proyectil y su poca precisión hizo que no tuviera demasiada difusión.
En cuanto a armas más antiguas, como el arco o la ballesta, la cantidad de proyectiles era
inmensa y existen problemas de nomenclatura no del todo resueltos.
Los proyectiles de arco se llaman flechas y los de ballesta se llaman saetas. Las flechas son
largas para poder tensar el arco al máximo y tienen por lo general tres plumas. Las saetas son
cortas, ya que si se pone una flecha en la ballesta, el rozamiento con el carril del disparo
reduce su velocidad o incluso puede desviar el tiro. Así, cuanto menos roce, en este caso, más
efectivo el tiro. Además, las saetas tienen sólo dos plumas, pues si se pusieran tres no podría
encajarse en el carril de tiro.
Según las características de la punta, las saetas de denominaban de una manera u otra. Así, los
proyectiles de caza se llamaban virotes (aunque actualmente virote es sinónimo de saeta) y los
proyectiles de guerra solían llamarse pasadores y cuadrillos, siendo la denominación de saeta
más “genérica”.
No se sabe exactamente de dónde viene el término virote ni qué viene a significar. Las dos
teorías más extendidas es que o bien la saeta estaba preparada para girar sobre su eje en el
vuelo para darle más precisión o bien que la base de la punta fuera redondeada para dar
menos rozamiento. Lo que está claro es que una punta de virote solía ser ancha y afilada para
causar todo el daño posible en el tejido de sus víctimas.
En cuanto al pasador, tampoco se sabe exactamente qué viene a significar. Las dos teorías más
extendidas es o bien que era una punta perforante redondeaba (“pasa” a través de la
armadura) o bien era una punta de guerra aguzada, pero más afilada y plana que el cuadrillo.
El cuadrillo es el género de saeta mejor conocido. Consiste en una saeta con una punta
piramidal de cuatro caras, con la punta a veces más aguzada o a veces más plana (sin ser,
obviamente, plana del todo) y que era especialmente efectiva atravesando placas de arneses.
Estas mismas puntas también existían en las flechas normales, con ciertas diferencias, aunque
en estos casos no hay palabras para diferenciarlos en el español, ya que el tiro con arco en la
Península Ibérica no era nada usado.
Existían otras puntas menos conocidas y usadas, como las barbadas, muy dañinas y usadas
fundamentalmente para la caza, o las de media luna, de la que se sospecha servía para la caza
menor, aunque no se sabe si tuvieron una verdadera aplicación militar.
A continuación, la lista de las armas de tiro más comunes de los siglos XVI y XVII.
- Ballesta de palo.
Arma compuesta por un arco de madera montado sobre un afuste también de madera
con un mecanismo de disparo. La ballesta de palo fue la más común de las ballestas,
pero también la menos potente. Aunque en Europa desapareció de los campos de
batalla antes de la mitad del siglo XVI, en regiones como el Norte de África, América y
el Pacífico siguió siendo importante. También fue mantenida durante varias décadas
como arma de emergencia y para descubiertas por los ejércitos de toda Europa. La
versión con arco de madera (o palo) era popular por su facilidad de carga, en muchos
casos pudiéndose montar con las manos desnudas, aunque la mayoría se montaban
con un artilugio llamado “pata de cabra”. El problema era su escasa potencia,
pudiendo una simple cota de mallas o una cuera fuerte detener el impacto. Los
moriscos, que utilizaron mucho todo tipo de ballestas durante la guerra de las
Alpujarras, fueron famosos por utilizar saetas envenenadas.
Foto: Ballesta de palo (arco de madera) del siglo XVI. Eran las más utilizadas por su velocidad de recarga,
aunque fueran las menos potentes. Fueron el arma principal a distancia de la conquista de América.
Foto: Pata de cabra para recargar una ballesta ligera y cómo colocarla en la ballesta.
- Ballesta de hierro.
Foto: Ballesta de hierro con cranequín para cargarla de alrededor de 1550. Las ballestas que necesitaban
cranequín eran muy potentes, pero se tardaba más en cargar que una ballesta de palo.
- Arbalista, ballestón.
- Ballesta pedrera.
Ballesta utilizada casi exclusivamente para la caza menor, caracterizada por lanzar
piedras esféricas en lugar de saetas. Al estar diseñadas para la caza menor, no solían
ser demasiado potentes y la mayoría de las versiones podían ser cargadas con la mano.
Solían ser piezas de gran calidad, de materiales caros, ya que su uso era por parte de
nobles. Tenían además, como las ballestas de caza normales, unos puntos de mira
mucho más avanzados que las ballestas militares. Esto se debe a que en las ballestas
militares se prefería la simplicidad a la precisión. Este tipo de ballestas perduró hasta al
menos finales del siglo XVIII.
Foto: Ballesta pedrera de principios del siglo XVI. Nótese el punto de mira a ña altura de la nuez y en el
centro del arco. Asimismo nótese que la cuerda está diseñada como la cesta de una honda para asegurar
bien una esfera de piedra o plomo.
Foto: Ballesta pedrera alemana de finales del siglo XVII, completamente metálica.
- Arco húngaro.
Utilizado por los jinetes húngaros durante el siglo XVI, el arco húngaro, una versión
propia del arco turcomongol, combinaba gran potencia con poco tamaño. Aunque las
flechas eran incapaces de atravesar la mayor parte de las armaduras (una buena cota
de mallas protegía bien contra esos disparos), fueron muy útiles en el estilo de
combate del Este, donde el sistema ataque-huida era muy común (llamado por los
soldados españoles tornafuye desde tiempos medievales).
Utilizado por las tropas inglesas desde el siglo XIII al menos, el arco largo es
posiblemente uno de los arcos más potentes de la historia, si no el que más,
superando con facilidad las 90 libras de potencia, pero sólo podía usarse a pie. Tenía
un alcance óptimo y precisión mayor que cualquier ballesta o arcabuz, sin embargo,
mucha menos potencia y velocidad de salida de la flecha que una saeta de ballesta o
una pelota de arcabuz, con lo cual la mayoría de las protecciones podían aguantar los
tiros a una distancia prudencial. Debido al auge de las armas de fuego, a partir de la
segunda mitad del siglo XVI, el arco largo fue delimitado a milicias nacionales
británicas. Sin embargo, según las fuentes históricas, los tercios de escoceses y, sobre
todo, de irlandeses, siguieron usando en gran medida el arco largo, lo que hacía que
los españoles los calificaran de “muy montaraces”.
Foto: Reconstrucción de un arco largo inglés. Nótese que el arco es tan grande como el tirador.
- Espingarda.
Arma de fuego primitiva de cañón muy largo (a diferencia de los anteriores “cañones
de mano” o truenos, de cañón corto), pero incómoda, pesada y de calibre
relativamente pequeño, utilizada en Europa principalmente en el siglo XV. Para el siglo
XVI había sido sustituida casi en su totalidad por escopetas y arcabuces, mucho más
fiables y potentes. Las tribus del norte de África siguieron usándolas durante cientos
de años más, actualizando su diseño y añadiendo nuevas llaves más efectivas a las
originales (de serpentín o directamente prendiendo la mecha a mano), de tal forma
que, aunque se les siguiera llamando espingardas, tenían muy poco que ver con las
espingardas originales y eran más parecidas a los que en Europa se denominaban
“escopetas”.
- Escopeta.
Foto: Grupo de escopeteros en 1533, probablemente alemanes o españoles. Obsérvese que algunos
siguen prendiendo la mecha a mano, sin llave de ninguna clase. Además, todos están disparando desde la
cadera, tipo de disparo típico de armas de fuego primitivas, donde la precisión no es importante, sino el
volumen de fuego.
- Arcabuz.
Foto: Evolución del arcabuz alemán durante la primera mitad del siglo XVI.
Foto: 1. Arcabuz alemán de finales del siglo XVI, 2. Arcabuz francés de finales del siglo XVII, 3. Arcabuz
italiano de principios del siglo XVII, 4. Arcabuz alemán de principios del siglo XVII, 5. Arcabuz alemán con
ánima rayada (para darle precisión) de 1637, 6. Arcabuz alemán de principios del siglo XVII, 7. Arcabuz
alemán de muralla de 1687 (probablemente por su gran calibre), 8. Arcabuz alemán del siglo XVII.
Foto: Tres arcabuces, dos pistolas y tres polvereras otomanas. Los otomanos utilizaban arcabuces y
mosquetes de un calibre enorme y sus tiros eran muy temidos, especialmente si estas armas eran
portadas por jenízaros, aunque generalmente su cadencia de fuego era menor que los contrapartidas
occidentales.
- Petronel.
Arcabuz con culata torcida, que impedía tirar desde el hombro, de moda en la segunda
mitad del siglo XVI. Con los petroneles se solía disparar apoyando la culata bajo la
axila, en el pecho o directamente a pulso, como se percibe en muchos grabados. La
precisión de este arma era muy baja y los mandos intentaban impedir su uso, sin
embargo, el sistema de tiro era cómodo y no molestaba a los ojos, una de sus
principales virtudes por las cuales era tan popular a pesar de su clara ineficacia en
precisión.
Versión de gran calibre del arcabuz, también evolución del medieval Hakenbüchse,
usado sobre todo en el siglo XVI. Aunque era técnicamente un arma de fuego personal,
su gran peso y tamaño lo hacían poco práctico para combates fuera de fortalezas y se
usaba apoyado en muros y aspilleras de fortalezas. También se apoyaba en horquillas
para dispararlo en lugares menos estables o cuando se usaba fuera de fortalezas,
aunque era infrecuente este uso. Una versión aligerada del mosquete de muralla daría
lugar a la creación del mosquete tradicional. Como el resto de armas de fuego, había
diversas versiones: pedreras, de munición especial, etc. Se siguió utilizando hasta bien
entrado el siglo XVIII en versiones modernizadas.
-Foto: Cañón de muralla primitivo de finales del siglo XV y principios del siglo XVI.
Foto: Arcabuz de gancho del siglo XVI. Nótese el tope cerca de la boca para apoyar en una horquilla o en
un muro.
- Ribadoquín de gancho.
Foto: Un ribadoquín siendo disparado por un lansquenete. Nótese que el ribadoquín se apoya en un
saquer.
- Mosquete.
Foto: Arriba, mosquete primitivo del siglo XVI (con culata recta para pasarla bajo la axila o sobre el
hombro, quizás para disparo desde la cadera) modelo habitual para su uso en murallas, abajo, mosquete
típico de entre finales del siglo XVI y mediados del siglo XVII.
Los fusiles son la evolución del mosquete en las últimas décadas del siglo XVII, aunque
en esa época, los términos fusil y mosquete son prácticamente sinónimos. Un fusil es
básicamente un mosquete muy aligerado, con llave de chispa (pedernal) y gran
alcance. Para ello, se bajó el calibre del mosquete y se alargó al cañón. El fusil siempre
lleva una bayoneta de encaje para la defensa, introduciéndose por el cañón del fusil,
impidiendo a este disparar a la vez que se usa. Posteriormente se creó la bayoneta de
cubo, que al dejar espacio para el cañón puede dispararse a la vez que está calada. No
se sustituyeron plenamente ni el mosquete, ni el arcabuz (normalmente utilizadas
como armas de reserva en plazas fuertes o en manos de milicias) por el fusil hasta la
primera década del siglo XVIII, por lo que las tres armas convivieron en el campo de
batalla los últimos años del siglo XVII.
Foto: Fusil con bayoneta de encaje calada, de finales del siglo XVII.
Versión minimizada de un arcabuz para poder usarse a una mano. Usualmente usa un
calibre muy pequeño y una carga de pólvora escasa, lo que la hace inútil contra la
mayoría de las armaduras, incluso muchas que no son a prueba. Fueron muy utilizadas
por la caballería ligera y en los combates cercanos, marinos y urbanos. A pesar de ser
armas ilegales para los civiles, los autores de la época afirman que los personajes de
mala catadura solían llevar un pistolete como defensa. En un ambiente civil, sin
armaduras y pudiendo esconderla fácilmente, eran un arma temible. Al ser un arma
pequeña pensada para desenfundarse y desentenderse rápidamente, es raro
encontrar pistolas de llave de mecha, que hay que estar atendiendo continuamente.
Usualmente eran de rueda (siglo XVI) y de pedernal (siglo XVII en adelante). El final del
mango del pistolete solía estar rematado en una esfera para su utilización como maza
tras haber sido disparada.
Foto: Pistola de chispa del siglo XVII.
Versión más potente del pistolete pensada para ser utilizada a caballo en ambientes
militares, generalmente de más calibre y con una carga de pólvora mayor para poder
atravesar armaduras. Generalmente estaban diseñados para poder dispararse a una
sola, pero por su tamaño mayor podían dispararse cómodamente a dos manos
comúnmente. Fueron famosos en su uso los reiter alemanes mediante la técnica de la
caracola.
Foto: Tercerola de caballería del siglo XVI. Nótese la forma de pomo del final del mango para poder ser
usada como maza.
Foto: Tercerolas de reiter del siglo XVI.
- Pistolas-hacha.
Las pistolas hacha fueros armas combinadas muy poco frecuentes y utilizadas sobre
todo alrededor del siglo XVII, aunque se pueden encontrar algunos ejemplos a finales
del siglo XVI. Sólo los húsares alados tenían como arma reglamentaria una pistola-
hacha. Fuera del ámbito polaco, eran armas de encargo muy raras.
- Espadas-pistola, dagas-pistola
De igual manera que las pistolas-hacha, las espadas-pistola y las dagas-pistola, son
armas extraordinariamente raras que sólo eran producidas por encargo y que sólo se
ven a partir de finales del siglo XVI. Básicamente son una espada o daga ordinarias a
las que se les añade un cañón de pistola que puede dispararse con un gatillo cercano a
la empuñadura del arma.
Foto: Distintos arcabuces según calibre. En los países donde se usaban caliver, el calibre de las armas de
fuego estaba estandarizado.
- Lanzagranadas.
Era un arma bastante rara que ya aparece a finales del siglo XVI, pero que no tiene un
uso algo generalizado hasta finales del siglo XVII por parte de unidades de granaderos.
Básicamente es un mortero de mano: se mete una granada en el gran cañón del
lanzagranadas, previamente cargado de pólvora, se enciende la mecha de la granada y
se dispara con rapidez, enviando la granada al enemigo.
Foto: Distintos lanzagranadas del siglo XVII.
- Trabuco, blunderbuss.
El trabuco es un arma de fuego de cañón ancho que en lugar de cargarse con una bala,
se carga con postas o metralla. Se creó en las últimas décadas del siglo XVII y fue un
arma muy usada por dragones y marinería, siendo famoso en los siglos XVIII y XIX por
su uso por parte de bandoleros. Se tardaba bastante en cargar, con lo que solía ser un
arma de un solo uso por batalla, ya que su alcance efectivo era de unos pocos metros.
Foto: Trabuco europeo de finales del siglo XVII. Nótese la gran anchura del cañón y lo corto del mismo.
Foto: Trabuco otomano de finales del siglo XVII.
Las armas de fuego de varios cañones fueron armas muy raras durante el periodo, ya
que no se fabricaban en masa, sino sólo por encargo. Tenían la ventaja de poder
disparar varias veces sin necesidad de recargar, pero cada cañón aumentaba el peso
del arma significativamente, por lo que no eran armas especialmente prácticas.
La honda es un arma compuesta por dos cuerdas que sostienen una cesta de cuero o
tela para lanzar piedras a gran distancia girando ambas cuerdas agarradas por una
mano. En los siglos XVI y XVII eran armas de ámbito civil, especialmente entre
pastores, que usaban hondas de gran longitud para defender el ganado de ataques de
animales salvajes. Sin embargo, es probable que se usara en ciertos momentos para el
lanzamiento de artefactos incendiarios o explosivos a gran distancia por parte de algún
soldado ducho en el uso del arma. La longitud de las cuerdas de honda variaba según
la potencia y distancia del lanzamiento. Una cuerda corta lanza la piedra con una gran
precisión y velocidad pero corto alcance. Una honda larga tiene gran alcance y
potencia, pero la velocidad de lanzamiento es muy lenta.
A partir del siglo XVI se comenzó a usar de manera habitual en la batalla dagas en la mano
izquierda junto a la espada, con lo cual las dagas se volvieron aún más indispensables.
Las dagas, asimismo eran un arma de batalla muy utilizadas para rematar a enemigos heridos,
de tal forma que en tiempos medievales se les llamó en ocasiones “misericordias”. Sin
embargo, esta denominación no tiene nada que ver con un modelo determinado de daga y,
por lo que parece, no era una denominación usual en este periodo.
Las dagas eran un arma esencial en la guerra de picas, donde las espadas podían ser
demasiado largas para poder ser bien usadas. Destacan en este sentido las dagas suizas.
Muchos piqueros suizos ni siquiera llevaban espada, simplemente la daga para su defensa
personal.
Las dagas y cuchillos, asimismo, fueron el arma de defensa civil más abundante de todo el
mundo, debido a su bajo coste, efectividad y comodidad en el porte. Esta comodidad en el
porte hizo que fuera también un arma muy utilizada para peleas callejeras y asaltos.
- Cuchillo.
Hoja corta, generalmente de un solo filo, utilizado para diversos usos, entre otros el
combate. El cuchillo se consideraba un arma de “gente del hampa” y por ello no se
tenía una gran estima (el hidalgo usaba espada y no cuchillo, era una forma de
diferencia). Aunque en Europa se prefería el uso de la daga, el cuchillo fue una
herramienta imprescindible del soldado que en más de una ocasión sirvió de arma.
- Navaja.
Cuchillo plegable aparecido en España a finales del siglo XVI como arma de
autodefensa para las clases populares que no podían acceder a una espada. Estas
primeras navajas podían llegar a ser bastante grandes desplegadas, teniendo el
tamaño, incluso, de espadas cortas, pero por lo general tenían una hoja de alrededor
de 20 centímetros. El hecho de poder plegarse las hacían un arma popular entre las
clases bajas, que podían esconderlas con facilidad. La navaja, al ser un arma de la clase
baja, era indigna para cualquier soldado, ya que el arma del soldado es la espada.
- Gumía.
Cuchillo (al ser de un solo filo) típico de las tribus norteafricanas, muy curvo. Su
nombre significa “en la manga”, ya que solía llevarse escondido allí.
Foto: Gumía de finales del siglo XIX, las gumías del siglo XVI serían muy similares.
- Jambiya, jambia.
Cuchillo típico de toda la península arábiga. Está formado por una hoja curva de un
solo filo, siendo muy característico.
Foto: Jambiya del siglo XVII. Probablemente debido a sus adornos, perteneciente a un noble.
- Daga.
La daga es cualquier hoja corta de doble filo, aunque algunos cuchillo se consideran
dagas debido a su tamaño, ya que la daga suele ser más corta que una espada, pero
más larga que la mayoría de cuchillos. La diferencia entre distintos tipos de daga suele
ser la forma de la hoja y la guarda, aunque la mayoría presentan doble filo.
- Daga de orejas.
Llamada así por su empuñadura, cuyo fin parece poseer unas orejas. Su hoja podía ser
de muchos tipos: desde triangular y afilada, hasta de punzón y sin filo real, para
atravesar armaduras. En España fue usada tanto por cristianos como musulmanes
durante el siglo XV. En el siglo XVI comienza a desaparecer.
Foto: Daga de orejas de principios del siglo XVI.
Llamada así por su guarda, que recuerda a unos testículos. Su hoja podía ser de
punzón o triangular afilada.
Foto: Daga testicular de finales del siglo XV, principios del XVI.
- Daga suiza.
Daga característica de los piqueros suizos. Se caracterizaba por tener un tope tras el
mango similar a la guarda.
Fotos: Dagas suizas típicas del siglo XVI. Caracterizadas principalmente por tener un “tope” en ambos
lados de la empuñadura.
- Daga de mano izquierda, daga de izquierdilla, “main gauche” (mal llamada vizcaína o
misericordia).
Daga de hoja larga que comenzó a popularizarse en el siglo XVI para acompañar en la
mano izquierda a una espada durante el combate. Las dagas de mano izquierda se
caracterizaban por ser usualmente más largas que una daga normal y por tener
arriaces más largos para mejorar la parada. Usualmente tenían algún anillo de
protección para la mano y estaba muy bien equilibradas. En ocasiones presentaban un
filo aserrado para evitar que la hoja enemiga resbalase.
Foto: Daga de mano izquierda usual del siglo XVI, con un anillo protector para proteger la mano.
Foto: Otra daga de mano izquierda típica de los siglos XVI y XVII, en esta caso con los gavilanes torcidos
para enganchar hojas.
Daga de mano izquierda aparecida a mediados del siglo XVII que se caracteriza por
poseer una chapa triangular (o vela) sobre el mango para proteger la mano.
Daga de mano izquierda con una serie de incisiones en uno de los filos con el objetivo
de atrapar las hojas de las espadas y quizás romperlas.
Foto: Daga de rejas, con incisiones en la hoja para atrapar hojas de espada.
Daga de mano izquierda caracterizada porque los gavilanes están curvados hacia
delante, hacia arriba o bien hacia arriba y hacia abajo, en lugar de rectos. El objetivo
era enganchar la hoja contraria.
Daga que aparece a mediados del siglo XVI y que mediante un mecanismo, su hoja se
divide en tres partes para enganchar la hoja. Probable origen alemán o italiano.
Foto: Daga tridente que, mediante un botón relativamente disimulado, despliega los filos y, si la hoja
adversaria se ha quedado en los gavilanes, puede quedar atrapada.
Foto: Daga cangrejo, con su característico doble arriaz para atrapar la hoja con facilidad.
- Daga de rodela.
Daga de origen alemán muy popular en el siglo XV, aunque su uso entra en declive en
el siglo XVI. Llamada así por poseer una guarda en forma circular cerrada, e ocasiones
con otra “rodela” al final del mango. Usualmente tenían una hoja de punzón sin filo,
pero podía encontrarse con hojas de doble filo. Muy utilizado por hombres de armas
para rematar al adversario dentro de una armadura. En los duelos judiciales alemanes
en armadura, casi siempre ambos contendientes llevan una de estas dagas con hoja de
punzón.
Foto: Daga de rodela de hoja de punzón, sin filos, para buscar huecos en la armadura enemiga.
Foto: Daga de rodela con filos, habitual en Alemania hasta bien entrado el siglo XVI.
- Estilete.
Foto: Estilete de gala del siglo XVII. Nótese su sección de hoja triangular para dar más potencia de
estocada.
- Kindjal, khanjaly.
Dagas de doble filo balcánicas basadas en el kard otomano, propias de las tribus
montañeras. También daga muy propia del sur de Rusia.
Foto: Daga kindjal del Cáucaso del siglo XIX. Las kindjal del siglo XVII eran muy similares.
- Kard.
Daga típica turca, muy utilizada por la mayoría de soldados otomanos. Era una daga
recta y larga de doble filo. Existían versiones para la nobleza muy adornadas y
enjoyadas.
Foto: Kard otomano del siglo XVIII. Los del siglo XVII son prácticamente idénticos.
Foto: Kard persa del siglo XVII.
- Bayoneta.
- Hoz.
La hoz es una herramienta de segador para el campo. Sin embargo fue muy usada
como arma improvisada o como arma secundaria por parte de milicias rurales. En el
tratado de 1540 de Paulus Hector Mair, existe una sección donde se explica su uso en
combate.
Foto: Sección del tratado de Paulus Hector Mair donde se explica el combate con hoz.
Armaduras
Las armaduras han sido la protección básica para cualquier soldado desde tiempos
inmemoriales. Su objetivo, obviamente, es proteger al guerrero del daño de las armas del
enemigo, pero sin restar movilidad en lo posible.
En esta sección se enlistarán los tipos de armaduras más habituales en el teatro europeo y
Mediterráneo. Las diferencias culturales suelen ser extremadamente evidentes en las
armaduras, incluso más que en las armas.
Mientras que en Europa occidental se tienden a preferir las protecciones rígidas, que protegen
más, en oriente se tiende a las protecciones más flexibles, pese a que su protección tiende a
ser inferior.
Armadura compuesta por anillos de acero entrelazados que ofrecía una buena
protección y una excelente movilidad, aunque en ocasiones es muy pesada. Durante el
siglo XVI es usada frecuentemente por la infantería ligera, como los arcabuceros, en
forma de camisa de malla (hasta la cintura y sin mangas), que usualmente también
estaba tapada con alguna prenda encima de ella. Es la armadura principal de los
soldados otomanos (aunque la mayoría no tenían protección alguna) en forma de
loriga completa (hasta los muslos) y piezas de placas rígidas. En los arneses, las zonas
que no se podían proteger con placas rígidas solían cerrarse con trazos de cota de
mallas cosidos a jaqueta de armar que casi todas las armaduras llevan debajo.
Foto: Armadura de mallas completa de la caballería pesada otomana junto con protecciones “de espejo”.
Foto: Jubón de armar alemán del siglo XVI, consistente en un perpunte con mangas de malla para poner
un arnés completo de placas rígidas encima.
Foto: Lansquenete armado con ronca, borgoñota y camisa de mallas, año 1559.
- Manto de obispo.
Tipo de cota de mallas ligera que sólo cubre el cuello, los hombros y la parte superior
del tórax. Muy utilizada en la primera mitad del siglo XVI, especialmente en Alemania e
Irlanda.
Foto: Lich desde el sur, de Hans Döring. Aquí se pueden ver a varios líderes de la Liga Esmalcalda portando
mantos de obispo de mallas.
Foto: Tambor lansquenete con un casco sencillo y un manto de obispo. A su lado alférez con coraza, 1525.
- Guanteletes/manoplas de malla.
Los guanteletes de malla fueron unas piezas de malla diseñadas para proteger las
manos a modo de guantes. Menos utilizadas en Europa, sin embargo el Imperio
Otomano los utilizó con frecuencia, especialmente entre la caballería pesada. En
Europa no fueron raros como arma de duelista, para agarrar y parar hojas enemigas
afiladas con seguridad.
Foto: Guante de malla francés diseñado como arma defensiva en duelos.
Foto: Guanteletes de duelo italianos de finales del siglo XVI. Nótese que la mano derecha, en la palma de
la mano y el interior de los dedos no lleva malla para agarrar mejor la espada. El guantelete izquierdo lleva
malla por toda la palma para agarrar hojas enemigas con toda seguridad.
Foto: Manopla de malla otomana del siglo XVI. Nótese que va unida a un brazal y que no hay separación
entre los dedos.
- Coraza.
Armadura de dos piezas rígidas llamadas peto y espaldar que protegen pecho,
abdomen y espalda. En ocasiones va acompañada de escarcelas que protegen los
muslos. También suele llamarse coraza a cualquier pieza de armadura que cubra pecho
y espalda aunque no esté formado por piezas rígidas.
Foto: Coraza de piquero del siglo XVII a prueba de balas, con lo que parece una cuera debajo.
- Peto.
Armadura de una sola pieza que protege únicamente pecho y abdomen. Se sabe que
algunos soldados compensaban la falta de protección trasera con una rodela colgada a
la espalda, lista para desplegarla en caso de necesidad. Era habitual durante el siglo
XVI acompañar un peto con una cota de mallas, una cuera o ambas.
- Pancera.
Pieza de armadura que se solía llevar encima de una cota de mallas o una brigantina y
que protege únicamente el abdomen. Usada en muchas ocasiones por guardias,
milicias y fuerzas policiales al ser barata y relativamente efectiva, aunque durante el
siglo XVI estuvo en retroceso prefiriéndose generalmente una coraza completa.
Foto: Pancera típica.
Armadura básica de los piqueros coseletes durante el siglo XVI, ya que en el XVII los
coseletes sólo llevarán coraza. El coselete está compuesto por peto, espaldar,
hombreras y brazos armados. Frecuentemente también tiene escarcelas para los
muslos, gorguera para el cuello y guanteletes o manoplas para las manos. En los
tercios españoles los soldados que cumplimentasen con un coselete completo tenían
derecho a luchar en la primera fila. Cuanto más hermoso, mejor decorado y mejor
cuidado fuera el coselete, más derecho tenían para ocupar el puesto de más riesgo
(pero también honor) en el cuadro. Usualmente los coseletes eran a prueba de balas,
al menos el peto y el casco. Los coseletes de caballería solían tener unas escarcelas tan
largas que llegaban a las rodillas. En el siglo XVII era común llamar coselete a un
soldado armado únicamente con una coraza simple. Así, el que llevaba un coselete con
todas las piezas se denominaba “coselete cumplido”.
Foto: Coselete de caballería alemán, siglo XVI. Nótese las largas escarcelas hasta la rodilla.
Foto: Lansquenete alemán en 1555 con coselete cumplido. Nótese que lleva guanteletes y gorjal. El casco
lo lleva colgado a la espalda, probablemente una borgoñota.
El arnés era la armadura completa, que protegía todas las partes cuerpo con placas
rígidas. Constaba con casco (en el siglo XVI generalmente almete), gorguera, coraza,
brazos armados, guanteletes/manoplas, quijotes (protección de muslos), grebas
(protección de espinillas) y escarpines (protección de pies). El casco y la coraza solían
ser a prueba de balas, pero no el resto para no aumentar demasiado el peso. Si se
podía ver el metal de la armadura, la armadura se la llamaba “de punta en blanco”,
pero en el siglo XVI se puso de moda pavonar la armadura de negro para protegerla
del óxido (típica de los reiter germanos). Era normal, especialmente a principios del
siglo XVI, llevar una vestimenta sobre la armadura para protegerla de los elementos,
por lo general algún tipo de sayón abierto. El arnés era un símbolo de estatus social y
político. Todos los personajes importantes del periodo poseían uno incluso si no se
dedicaban a la guerra. A partir de la segunda mitad del siglo XVI, los coseletes de
caballería también podían ser llamados arneses, mientras que a un arnés tradicional
con protección de piernas se llamaba “arnés cumplido”. Hubo varias variedades a los
largo de los años. En las primeras décadas siguieron manteniéndose los arneses de
estilo milanés (de líneas lisas y hombreras asimétricas) y los arneses de estilo alemán
(de líneas más angulosas y simétricas, usualmente tocados con una celada alemana),
sin embargo, en el siglo XVI surgieron nuevos modelos, siendo el más famoso el arnés
“Maximiliano” (caracterizado por una gran cantidad de pliegues y rebordes en su
estructura), llamado así por ser común en la época del emperador Maximiliano I,
abuelo de Carlos V. A partir de 1530 se observa una paulatina “estandarización” de
líneas en los arneses cumplidos mezclando todos los estilos anteriores según convenga
y que finalmente serían las piezas más refinadas hasta su abandono del campo de
batalla.
Foto: Arnés alemán de finales del siglo XV y principios del siglo XVI.
Foto: Arnés milanés de finales del siglo XV y principios del siglo XVI.
Foto: Arnés Maximiliano de principios del siglo XVI.
Foto: Arnés típico del siglo XVI y señalización de todos los elementos de la armadura.
Foto: Arnés completo de hombre de armas del siglo XVI, junto a arnés de barda (armadura del caballo).
Foto: Arnés de torneo de la segunda mitad del siglo XVI, con una tarja metálica integrada en la armadura
que podía retirarse gracias a unos tornillos para su uso en combate.
Foto: Arnés completo de Felipe II junto a arnés de caballo y una rodela. Originalmente irían pavonadas de
negro completamente manteniendo al descubierto los adornos dorados.
Armadura típica de Oriente Próximo muy usada por tropas pesadas otomanas,
especialmente oficiales y caballería. Su nombre proviene de las grandes placas
cuadradas o circulares que cubren las partes más importantes del cuerpo (que
usualmente estaban pulidas como espejos), especialmente tórax y abdomen. Es un
término medio entre el arnés europeo y la armadura laminar. Existen ejemplares
profusamente adornados, pertenecientes a la nobleza y la oficialidad. Fue usada
también por los pueblos del Este de Europa, alcanzando mucha popularidad en Rusia y
Ucrania (llamadas allí zertsalo).
Foto: Armadura de espejos otomana, donde se puede ver un “espejo” principal circular unido por cota de
malla a espejos con otras geometrías que se adaptan al cuerpo.
Foto: Armadura de espejos otomana de infantería, que sustituye las uniones de cota de malla por uniones
de cuero.
Foto: Armadura de espejos cuadrados más simple, típica de finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII.
A medida que fueron menos útiles, fue disminuyendo la complejidad de las mismas.
- Barda.
Una barda es una armadura diseñada para un caballo. Aunque en el siglo XV eran
bastante comunes, en el siglo XVI va decayendo su uso, aunque en la primera mitad
del siglo son utilizadas con mucha frecuencia. Existían tres tipos de barda: de cota,
formada por cota de malla y muy utilizada por la caballería oriental y del Este de
Europa; de vaqueta, hecha de cuero y muy utilizada por la caballería ligera y en la
conquista de América, bastante resistente; y de punta en blanco o arnés, que, como
aparece en las fotos anteriores, se realizaba a medida con placas rígidas de metal y se
usaba únicamente por destrales de calidad (otras razas de caballos no podrían
moverse con la suficiente ligereza por e campo de batalla así).
Foto: Barda otomana del siglo XVI, compuesta por una mezcla de cota de mallas y placas laminares.
- Guanteletes, manoplas.
Los guanteletes son la protección más efectiva para la mano y fueron utilizados
durante todo el periodo, especialmente por la caballería, pero no sólo. Los mejores
modelos solían proteger la palma de la mano y la zona interior de los dedos con cota
de malla. Las manoplas eran versiones sin dedos de los guanteletes. Protegían mucho
mejor que los guanteletes sin dedos, pero reducían en parte la movilidad.
Foto: Manoplas ligeras de principios del siglo XVI. Estas eran la versión más barata, donde los dedos sólo
eran protegidos por cota de malla y tenían muy poca movilidad.
Foto: Manoplas de caballería alemanas del siglo XVI.
Foto: Soldado alemán de 1599 forrajeando. Podemos ver cómo cuelga de la vara una borgoñota y un par
de guanteletes.
- Cuera, coleto de búfala.
Foto: Cuera italiana del siglo XVI. Nótese que está “relleno” al estilo del perpunte o gambesón para dar
acolchado.
Foto: Cuera del siglo XVII fabricada al estilo de una ropilla. Nótese que en este caso lleva musleras además
de mangas.
- Guantes de cuero.
Los guantes de cuero fueron muy utilizados tanto durante el siglo XVI como el XVII,
tanto en el ámbito civil como el militar. Al ser unos elementos relativamente caros y
que se estropeaban con facilidad con el uso, solían ser portados sobre todo por
oficiales o soldados con cierta experiencia y nivel económico. Podían estar
profusamente decorados o ser muy sencillos.
Foto: Guantes de cuero adornados de hombre del siglo XVI.
Foto: Guantes de lujo del siglo XVII.
Foto: Jubón de armar, siglo XVI o XVII. Esta prenda se colocaba bajo el arnés o el coselete para ajustar las
piezas de armadura y ofrecer protección y comodidad frente a la propia armadura.
Foto: Perpunte en forma de coleto del siglo XVI, posiblemente contenga también cuero, en cuyo caso
podría denominarse cuera.
- Jackchains.
Tipo de armadura “de pobre” de origen inglés durante el siglo XV pero que perduró en
las primeras décadas del siglo XVI. Consiste en una serie de plaquitas de metal
encadenadas protegiendo sólo las zonas de los brazos donde es más posible recibir un
golpe, es decir, la zona exterior de los mismos.
Foto: Jackchains para brazos de finales del siglo XV, principios del siglo XVI. Las rodelas del extremo van en
los hombros y el extremo sin rodela se ata a la zona de la muñeca, quedando la rodela de en medio a la
altura del codo.
Cascos
Los cascos son la protección más importante de cualquier armadura. A diferencia del resto de
la armadura, el casco siempre es rígido, ya que no es necesaria la flexibilidad en el cráneo.
Se ha separado los cascos del resto de armaduras, ya que era normal combinar cascos con
diferentes tipos de armadura. Así, podemos encontrarnos un arnés complementado con un
capacete, en lugar del más habitual almete o celada.
Generalmente el casco era la protección más básica del soldado y sólo los guerreros que
luchaban a más distancia, como los mosqueteros, podían prescindir del mismo.
- Celada.
Casco, con visera o sin visera (llamada “abierta”), de origen alemán del siglo XV, muy
popular hasta mediados del siglo XVI, especialmente por parte de jinetes (con la
versión con visera fundamentalmente), aunque la infantería también lo usó mucho (sin
visera fundamentalmente). Se caracterizaba por estar diseñado de tal forma que parte
del casco cubría la nuca. Como dejaba el cuello desprotegido por delante, era habitual
utilizar un gorjal o gorguera para complementar la protección. El modelo sin visera fue
tan exitoso que fue utilizado incluso por soldados otomanos de infantería hasta el siglo
XVII. Celada también se usó durante el periodo para denominar de forma genérica al
casco de caballería fuera cual fuera su modelo.
Foto: Soldados españoles en la toma de Orán en 1509 portando la mayoría de ellos celadas abiertas.
Casco similar a los anteriores utilizado por la infantería en la primera mitad del siglo
XVI distinguible por llevar una especie de orejones metálicos para proteger la zona de
los oídos.
Pequeño casco con forma de medio coco, usado generalmente bajo algún tipo de
gorro o sombrero, especialmente a partir del siglo XVII, donde los mosqueteros y
arcabuceros solían llevarlo bajo el sombrero de ala ancha. En el siglo XVI también fue
común entre los lansquenetes, que lo llevaban bajo el sombrero con frecuencia. Eran
cascos muy simples, sin adornos, en muchas ocasiones burdamente hechos.
Foto: Calota del siglo XVII. Nótese los agujeros en los bordes para coserla al sombrero.
Foto: Calota con orejeras, para poder encajarse con más comodidad a la cabeza.
- Morrión.
Casco de origen italiano muy utilizado a partir de la segunda mitad del siglo XVI,
característico por llevar grandes aletas en los bordes del casco dobladas hacia arriba.
En ocasiones también aparece una aleta recorriendo la mitad superior del casco.
Foto: Morrión de finales del siglo XVI o principios del siglo XVII.
- Almete, armet.
Foto: Almete de coracero de mitad del siglo XVII. Nótese su simplicidad respecto a los modelos del siglo
XVI. Algunos expertos creen que sería más adecuado llamarlo borgoñota, el ser más simple que los
almetes anteriores.
Foto: Almete usual del siglo XVI. Nótese cómo guarda todo el rostro, incluso los ojos, extendiendo los
rebordes hacia afuera para desviar posibles puntas de hojas enemigas.
Foto: Mismo tipo de almete del siglo XVI con protección extra para torneo (gorjal). Se solían añadir piezas
extra de protección en este tipo de cascos para los torneos, buscando proteger la zona más vulnerable del
casco, como es el cuello. Sin embargo, la falta de movilidad que producía el gorjal, hacía que se eliminara
esta pieza en las batallas.
Foto: Almete de parada o fiesta del que se dice perteneció a Enrique VIII. La moda de crear almetes con
caras de monstruos o animales se creó en Alemania a principios del siglo XVI con el propósito de
disfrazarse en carnavales (obviamente para los nobles). Pronto la práctica se extendió a cualquier fiesta
señorial de Europa.
Foto: Almete-borgoñota del siglo XVII. Nótese el estilo buscando parecer una calavera.
- Casco de langosta (borgoñota tardía).
Casco de caballería de mediados del siglo XVII característico en que la cubrenuca está
extremadamente segmentado. Utilizado por todos los jinetes europeos de la segunda
mitad del siglo XVII. Su origen parece ser la caballería pesada del este de Europa. Un
regimiento de caballería parlamentaria en la guerra civil inglesa se hizo famoso por
usar este tipo de casco e ir especialmente acorazados, siendo llamados los “London
Lobsters”.
Foto: Casco de langosta de mediados del siglo XVII. Cabe destacar las láminas de hierro que protegen la
cara de tajo de espada, como una versión aligerada de un almete.
- Capacete.
Casco similar al morrión, pero de diseño y uso más antiguo, con alas rectas o dobladas
hacia abajo. De moda durante todo el periodo, aunque se fue simplificando con el
tiempo.
Foto: Capacete de finales del siglo XV y principios del XVI, probablemente de caballería. Nótese que, a
diferencia del morrión, las crestas son bajas y la parte delantera no está muy alzada. Tampoco posee
cresta. Lleva un gorjal pesado para mejorar la protección.
Foto: Capacete del siglo XVII. Nótese cómo se ha simplificado el diseño, siendo casi completamente
redondo y manteniendo las alas horizontales.
- Borgoñota.
Casco casi completamente cerrado, salvo el rostro. Surgió a principios del siglo XVI en
Borgoña, de ahí su nombre. Usado por infantería principalmente, pero también por la
caballería. Algunas versiones de caballería llevan un gran gorjal para cerrar el casco por
la zona del rostro. Se caracterizaba, además, por poseer una gran visera y
generalmente una cresta en la mitad del casco, aunque no siempre. Fue muy popular
entre la infantería durante todo el periodo y, aunque se suele asociar a piqueros,
también fue muy usado por arcabuceros, especialmente en el siglo XVI.
Foto: Borgoñota típica de infantería, válida tanto como ejemplo del siglo XVI como del XVII.
Foto: Borgoñota de finales del siglo XVI o principios del XVII. En este caso, este ejemplar no lleva cresta,
pero mantiene la visera.
Los cascos de zapador eran utilizados por gastadores y zapadores desde el siglo XVI
para protegerse de disparos efectuados desde las murallas de la fortaleza enemiga
durante un asedio. Algunos elementos de las obras de asedio eran tan cercanos a la
muralla que los gastadores y zapadores recibían continuos ataques, así que solían
equiparse con corazas y cascos a prueba de bala (generalmente de acabado muy tosco,
pero efectivas). Generalmente solían ser versiones simplificadas pero muy pesadas y
gruesas de otros modelos de casco, generalmente borgoñotas, celadas y capacetes.
Algunos podían llegar a pesar 10 kg para asegurar la supervivencia del gastador.
Foto: Dos ejemplos de cascos de zapador: a la izquierda, una borgoñota y a la derecha, una celada. Nótese
que el de la izquierda conserva un tiro recibido.
- Yelmo-turbante otomano.
Foto: Yelmo turbante otomano del siglo XVI. Ha perdido su almófar de malla, que comenzaría en el borde
del casco.
Foto: Yelmo-turbante persa del siglo XVI que sigue conservando su almófar de malla.
- Khula Khund.
Este casco otomano es una versión más simple del yelmo turbante, que fue muy
utilizada durante todo el periodo. También tiene un cubrenariz. Solía ser llevado por
oficiales y nobles otomanos, el modelo se utilizó también en regiones tan lejanas como
Persia o La India.
La artillería, el concepto de una máquina de guerra que por medio de un tubo lleno de
pólvora dispara un proyectil a grandes distancias, se desarrolla y evoluciona
plenamente durante los siglos XVI y XVII, siendo crítica en batallas y asedios. La
artillería se creó en el siglo XIV, comenzando por el mortero, que en sus primeros
modelos disparaba flechas, además de bolaños de piedra. Durante el siglo XV aumentó
su importancia, sobre todo en asedios. En el siglo XV la artillería comenzó generara
variantes antipersonales que darían lugar a las llamadas armas de fuego más adelante.
Durante los siglos XVI y XVII hay dos tipos fundamentales de artillería: los cañones,
diseñados para asedios y batir murallas, y las culebrinas, con un uso más antipersonal.
Se acabará imponiendo a mediados del siglo XVII el cañón por ser más móvil. Estos dos
tipos de artillería se fabricaban fundamentalmente de bronce. Otras “familias” de
artillería importantes son los morteros y la artillería de hierro forjado (bombardas), de
origen medieval, que siguió usándose hasta casi finales del siglo XVI. Existieron
también algunos cañones no fabricados de metal, como los cañones de caña, madera y
cuero, que generalmente sólo valían para un solo tiro.
La artillería de hierro forjado fue el primer tipo de artillería, común en la Baja Edad
Media. Se fabricaba de forma similar a los barriles: largas láminas de hierro forjado
(duelas) unidas formando un tubo y fijadas con anillos también de hierro forjado.
Generalmente, se hacían de dos piezas. La primera era la caña, por donde iba a salir
disparado el proyectil y la segunda la recámara, donde se cargaba la pólvora y el
proyectil. Una vez cargada la pólvora, se introducía la recámara en la parte trasera de
la caña y se ajustaba a presión por medio de piezas de madera encajadas en la cureña.
Eran pesadas y poco prácticas, casi siempre utilizadas en asedios, aunque
posteriormente se crearon versiones pequeñas contra infantería. En el siglo XVI se
dejaron de fabricar, pero las creadas en la Edad Media se siguieron usando hasta el fin
de ese mismo siglo. Debido a su forma de fabricación, no podían disparar muchas
veces al día o corrían el riesgo de dañarse.
Foto: artillería de sitio de hierro medieval. Gran parte de este tipo de artillería se siguió usando en el siglo
XVI.
La artillería de bronce surgió en el siglo XVI como alternativa más segura y potente de
la de hierro forjado. A diferencia de estos, estaban fabricados a fundición en molde.
Generalmente, los campaneros eran los que se encargaban de hacer piezas de bronce
en los primeros tiempos, a diferencia de los cañones de hierro, que eran fabricados en
forjas de herrero.
La artillería de bronce era de avancarga, es decir, debía cargarse por la boca del arma.
Esto hacía que las cureñas debían tener ruedas en todos los casos, pues había que
retrotraer la pieza para cargarla de nuevo, especialmente en asedios. Se acabó
aprendiendo a utilizar el propio retroceso del arma para retrotraerla y recargarla en
una zona segura. Este retroceso fue una de las razones de la victoria del cañón sobre la
culebrina, pues al ser una pieza más pesada, tenía muy poco retroceso y había que
retrotraerla a mano. Finalmente, las ventajas del bronce aventajarían al hierro y a
partir de la segunda mitad del siglo XVI, casi todas las bocas de fuego de artillería son
de bronce.
Las variedades, como se mostrarán, eran inmensas según el calibre. En muchos casos,
no había un calibre exacto para ciertas piezas de artillería.
En cuanto a los proyectiles, los había numerosísimos. Los más comunes eran la bola de
hierro maciza. Sin embargo, también se utilizaron bolaños de piedra (en las versiones
pedreras de la artillería, sobre todo morteros), bombas explosivas (sobre todo por
parte de morteros), balas de estopa (para iluminar e incendiar objetivos, también
llamadas balas de fuego), el tiro de metralla (inventado aparentemente por el artillero
español Pedro Navarro en el sitio de Marignano en 1515, que solía consistir en un bote
de hojalata o un saco de lona llenos de postas, piedras y restos menudos, utilizado
sobre todo en la defensa de brechas), la bala roja (bala de hierro al rojo vivo para
provocar incendios), la palanqueta (barra de hierro acabada en una bola en cada
extremo) y las balas encadenadas (dos bolas unidas por cadenas).
Foto: Algunos tipos de balas encadenadas y palanquetas.
Casi toda la artillería iba encajada en cureñas, piezas de madera diseñadas para
mantener el cañón en su sitio y manejarlo. Las primeras cureñas de las armas de fuego
más primitivas eran fijas y no poseían ruedas, sin embargo, para las piezas ligeras,
solían realizarse una serie de sistemas de ejes de cierta complejidad, pero
relativamente frágiles. Finalmente, en el siglo XVI se impusieron los sistemas de cureña
en rueda tanto para piezas grandes como pequeñas.
En cuanto al equipo necesario y personal necesario para disparar una pieza de artillería
normal, solía depender de su tamaño. Por lo general, cuanto más grande es una boca
de fuego, más personal es necesario. En un falconete, por ejemplo, posiblemente sólo
dos personas son necesarias para dispararlo, mientras que un cañón al menos
necesitaría tres personas. Por lo general, un cañón normal necesitaría dos artilleros
(decide la munición y cantidad de pólvora a usar, además de cargar y disparar el
cañón) y un tracista (se dedica a calcular la trayectoria del proyectil y por tanto su
función es apuntar y comandar el fuego). Dentro de la batería (conjunto de varios
cañones que disparan desde una misma posición al unísono) existían más
especialidades, como el ingeniero (diseñaba y mantenía ingenios necesarios para la
artillería y otras armas y solía tener alta autoridad), el conductor (oficial de una
batería, en resumen, el trabajo físico), minadores, gastadores y obreros (para hacer
obras de fortificación y apoyo necesarias), tenderos y furrieles (se encargaban de
vigilar, montar y mantener el campamento de artillería y todos los útiles necesarios en
buen estado), petarderos (encargados de fabricar explosivos, materiales incendiarios y
pólvora). Más alto en la escala nos encontramos con los maestres mayores (artilleros
muy experimentados al mando de varias baterías) tenientes generales de artillería
(mandaban en ausencia del capitán general) y el capitán general de
artillería(mandaban toda la artillería de un ejército).También hay que tener en cuenta
el equipo del cañón: herramientas como el botafuego (sistema para prender fuego
consistente en un palo o un arma enastada con una mecha enrollada)o brancha
(sistema de prender fuego a la pólvora mediante un hierro al rojo), el atacador
(herramienta para empujar y apretar la carga en las piezas de avancarga), la esponja
(esponja en el extremo de un palo mojada en agua que se metía tras cada disparo para
enfriar el cañón y apagar posibles rescoldos de pólvora), el cepillo (tras la esponja,
para eliminar toda la suciedad del cañón), el rascador (para sacar el taco, la bala y el
saco de pólvora si el cañón no había sido disparado), los espeques y el pie de cabra
(para frenar el retroceso del cañón, a modo de cuña y para moverlo). Además, cada
disparo necesitaba de un saco de pólvora (salvo en las piezas de retrocarga, que se
colocaba la pólvora sola), una bala de cañón y un taco de madera para fijar. Además,
cada cañón necesitaba varias acémilas para tirar del propio cañón y del carro con el
equipo. Hay casos de cañones especialmente pesado que necesitaban un par de
decenas de acémilas para poder transportarlos, ya que pesaban varias toneladas.
Se listan a continuación todos los tipos de artillería que se han podido encontrar,
aunque realmente son innumerables. De muchos tipos, sólo conocemos el nombre y
algunas características básicas, no habiendo imágenes.
Familia de los morteros y las bombardas
- Mortero.
Foto: Mortero del siglo XVII en su afuste. Nótese que en la boca del mortero se ha puesto un
transportador con un péndulo para medir el ángulo de la pieza. Era el sistema utilizado por los tracistas
para calcular el alcance junto con la cantidad de pólvora.
- Bombarda, lombarda.
Tipo de artillería de hierro más común, diseñada para batir murallas y fabricada sobre
todo en el siglo XV. Tenía un rango de unos 2.000 metros, pero su alcance eficaz era
alrededor de 200 metros, la décima parte. Su calibre podía variar mucho, desde 20 o
30 cm (los más comunes) hasta un metro en las versiones más enormes como las
utilizadas por los otomanos en la toma de Constantinopla. Su longitud no solía ser muy
larga comparada con el ancho de la boca. Una bombarda podía disparar unas 8 veces
al día con seguridad, ya que acelerar el tiro podía ser peligroso. Para prender la
bombarda se utilizaba una vara de hierro con la punta a introducir en orificio de la
pólvora (oído o fogón) al rojo vivo, llamada brancha.
Foto: Bombarda real de finales del siglo XV, muy probablemente utilizada durante todo el siglo XVI.
Tipo de bombarda muy corta que daría lugar al mortero pedrero del siglo XVI.
Fabricada en hierro a base de duelas y aros. Utilizada para lanzar proyectiles en vuelo
parabólico (de ahí su nombre, trabuco, igual que la máquina de guerra poliorcética del
mismo nombre).
Foto: Bombarda trabuquera en su cureña o afuste. La cureña estaba diseñada para darle el ángulo
deseado a la pieza. Este tipo de cureña no permitía el lanzamiento de grandes proyectiles o grandes
cargas de pólvora, pues el afuste se destruiría.
- Pedrero.
Versión más reciente y mejorada del mortero diseñado para lanzar principalmente
proyectiles de piedra de gran tamaño. Estos proyectiles, al impactar contra el suelo, se
fragmentaban haciendo el efecto de “metralla”, aunque utilizaba otro tipo de
municiones también. Este tipo de mortero fue utilizado hasta el siglo XVIII. El pedrero
tenía un mayor calibre que el mortero común.
Foto: Pedrero llamado “el cantero”, que puede verse en el museo de Sevilla. Tiene 46 cm de calibre y
fundido en bronce. Posiblemente del siglo XVII o principios del siglo XVIII.
- Alcón.
Tipo de mortero específico del que solo he podido saber que era parte del tren de
artillería de Carlos V, por lo que podemos suponer que sólo se utilizó en la primera
mitad del siglo XVI, pudiendo referirse esta nomenclatura a otra forma de artillería ya
conocida, podemos aventurar quizás un houfnice.
- Obús, houfnice .
La gran bombarda otomana fue un tipo de bombarda gigantesca utilizada en los siglos
XV y XVI que lanzaba balas de más de 100 kg de peso. Estos proyectiles eran de
principalmente de piedra, pero hay registros de poryectiles de hierro y
específicamente de mármol. El mármol, al ser extremadamente duro, era muy efectivo
para derribar murallas, sin embargo, al ser una piedra tan cara y difícil de moldear,
sólo fue utilizada por el Imperio Otomano. Al principio se hicieron en hierro, pero
posteriores versiones se hicieron en bronce. Era tal su peso, que para transportarla, la
caña debía ser desmontada en dos partes mediante un sistema de tornillo. Su uso era
destruir cualquier muralla, ya que utilizarla en el campo de batalla era básicamente
inútil. No podía disparar más de una o dos veces al día por lo complejo de su
preparación y sistema de carga. El alcance máximo de esta bombarda se estima en
algo más de un kilómetro, pero su alcance efectivo probablemente es mucho menor,
no sobrepasando los 200 o 300 metros.
Foto: Gran bombarda turca hecha en dos piezas de bronce. Nótese el tamaño de los pryectiles.
Foto: Gran bombarda otomana, llamada “de Dardanelos” al ser usada con gran efectividad contra la
incursión inglesa en Dardanelos en el siglo XIX, pese a haber sido fabricada en el siglo XVI. Realizada en
dos piezas de bronce unidas por una enorme rosca.
Foto: Detalle de una gran bombarda donde se muestra la unión de las dos partes por medio de una rosca.
La bombarda debía ser transportada en dos piezas debido a su gran peso.
- Cortago.
Foto: Cortago típico. La parte de abajo se cargaba con la pólvora y la de arriba con el proyectil. El cortago
se ponía en una mina bajo una torre y se disparaba, causando daños catastróficos.
- Pasavolante o bombardeta.
- Cerbatana.
Foto: Posible ejemplo de cerbatana. No se puede asegurar ya que la nomenclatura y la relación entre
piezas y nomenclatura a veces es muy difusa.
- Barrefosos.
- Culebrina.
Tipo de artillería de caña larga y calibre reducido cuyo objetivo principal es batir
personas y no muros, aunque también se utilizó en asedios. Suele ser muy difícil
clasificar estas piezas pues cada fundidor tenía sus propias medidas y calibres. La
culebrina solía cargar un proyectil de 16 a 30 libras de peso y de 25 a 35 calibres de
longitud. Su alcance era de unos 4.500 metros, pero su uso efectivo está alrededor de
los 400 metros.
Culebrina caracterizada por una longitud de 30 calibres y que tiraba una munición de
24 libras. Podríamos definir que la “legítima”, como se llamaba, era la culebrina
“estándar”. Su alcance efectivo era de 400 metros.
Foto: Culebrinas pertenecientes a Carlos V. Nótese el enormemente alargado cañón. Posiblemente son
del tipo conocido como “legítimas”.
- Dragón, doble culebrina.
Disparaba balas de 32 libras de peso a distancias enormes. No fue muy usada pues
consumía una cantidad ingente de pólvora y era muy pesada, pero a pesar de ser
diseñada como arma antipersonal de largo alcance, su potencia le permitía derribar
con facilidad muros y murallas. Podía llegar a pesar 6 toneladas. Probablemente su
alcance efectivo estuviera cerca de los 800 metros.
Culebrina especialmente diseñada para asedios, que dispara una bala de 48 libras,
aunque hay ejemplares que tiran balas de 100, 135 y 137 libras a grandes distancias.
Su longitud era entre 26 y 30 calibres. Su alcance se medía en 1.276 pasos andantes.
Solía adornarse su caña con motivos de reptiles mitológicos, como dragones, basiliscos
y similares.
Foto: Basilisco inglés del siglo XVI llamado “La pistola de bolsillo de la reina Isabel”.
- Serpentín, serpentina, serpentino, culebrina bastarda.
Tenía unos proyectiles de entre 9 a 12 libras y una longitud de cinco pies y medio. Era
la culebrina más usada debido a su término medio entre potencia y ligereza. Tenía un
alcance efectivo de unos 300 metros.
- Águila, falcón pedrero, cañón pedrero, medio cañón pedrero, pedrero corto.
Pieza liviana de la familia de las culebrinas, con unos proyectiles inferiores a las 9 libras
de peso y un alcance efectivo de unos 250 metros.
- Ribadoquín.
Tipo de artillería muy característica de finales del siglo XV y principios del XVI en la que
varias piezas de muy pequeño calibre (pero mayor que el esmeril) se juntaban en la
misma cureña para disparar al unísono (desde tres o cuatro hasta más de veinte).
Generalmente estas piezas individualmente eran ribadoquines, pero podían
encontrarse piezas aún más ligeras o aún más pesadas.
Foto: Comparativa entre ribadoquín único y ribadoquín en órgano, utilizado fundamentalmente en plazas
fuertes.
Foto: Ribadoquín de quince cañones. Estos cañones órgano se utilizaban para defender plazas fuertes
fundamentalmente y su uso en campo abierto es anecdótico.
Foto: Ribadoquín otomano del siglo XVI. El concepto de cañón-órgano varió en las diferentes culturas, en
este caso, siendo el cañón múltiple una sola pieza.
Pieza ligera de 44 calibres de largo y que disparaba una bala de una libra.
Pieza ligera de artillería de 31 calibres de largo o 6 pies y tres dedos. Pesa 7 quintales y
medio. Dispara una bala de hierro de libra y media o una bala de plomo de 2 libras y
un cuarterón.
Versión aún más ligera del falconete, usada fundamentalmente en combates navales y
fabricado a imagen y semejanza del mismo, poseyendo también una rabera y siendo
de retrocarga. En el siglo XVI se fabricarán de bronce. El nombre de mosquete de
orejas le viene de los muñones utilizados para asentar el arma. Originalmente de la
familia de las bombardas, en el siglo XVI pasaría a la familia de las culebrinas.
Foto: Esmeril de bronce típico de los siglos XVI y XVII. Nótese su parecido con el falconete, pero mucho
menor a este.
Foto: Esmeril de asedio de finales del siglo XV o principios del siglo XVI.
Pieza más liviana de la familia de las culebrinas, con un diámetro de cañón de 2 a 6 cm,
fundamentalmente usado en navíos, aunque también presentes en campos de batalla
terrestres, especialmente defendiendo plazas fuertes. Era extraordinariamente largo
para su calibre, prácticamente un mosquete pesado en un afuste fijo, aunque
posiblemente no tan largo como el girifalte.
- Serena, sirena.
- Pelícano.
- Cañón.
Pieza de artillería creada en el siglo XVI exclusivamente con el objetivo de batir muros
de fortalezas. Debido a su facilidad de manejo y a la mejora de las prestaciones, los
cañones de los diferentes tamaños y formas sustituyeron completamente a las
culebrinas a partir del siglo XVII. El calibre de sus proyectiles era de 24 a 56 libras. Su
longitud era de 25 a 30 calibres. Su alcance máximo era unos 4.000 metros, pero su
alcance efectivo solía ser de 300 metros.
Foto: Cañón “encampanado”, típico del siglo XVII, a diferencia de los del siglo XVI que eran mucho más
rectos.
- Cañón legítimo, cañón entero.
Cañón con una longitud de 20 calibres. Era la medida más “estándar” de cañón.
- Cañón sutil.
Originalmente una pieza de artillería primitiva de boca muy ancha y cañón corto (“15
calibres de boca”, según las fuentes). Similar a un mortero, pero de tiro recto. Aunque
generalmente atestiguado su uso sólo en el siglo XV, se menciona el uso de rebufos en
campaña durante el reinado de Carlos V. Su evolución daría pie a que se considerara
cañón bastardo a cualquier cañón con una longitud superior a 18 calibres pero inferior
a 20.
Foto: Rebufo o cañón de un tratado de principios del siglo XVII, pero probablemente creado a mediados
del siglo XVI.
- Crepante, brecante, medio cañón.
Foto: Crepante de un tratado de principios del siglo XVII, pero probablemente creado a mediados del siglo
XVI.
Foto: Berraco o verraco de un tratado de principios del siglo XVII, pero probablemente creado a mediados
del siglo XVI.
- Cuarto de cañón.
- Octavo de cañón.
Cañón muy pequeño que probablemente no se utilizaba para derribar muros, sino
como arma antipersonal. Disparaba balas de 5 libras.
- Cañón aculebrinado.
Cualquier cañón de caña más larga de lo normal buscando las ventajas tanto de
cañones como de culebrinas, habituales a partir del siglo XVII a medida que las
culebrinas dejaron de usarse.
Foto: Cañón aculebrinado portugués llamado “El tiro de Dios”, del siglo XVII.
Los ingenios mecánicos para dar la victoria en las guerras son tan antiguos como el ser
humano. Los siglos XV y XVI fueron todo un estallido de creatividad armamentística. A
pesar de que la pólvora acabó desplazando la mayoría de ingenios (como los arietes,
que no volverían a ser utilizados), algunas armas se mantuvieron, sorprendentemente,
bastantes años, como el trabuco o el ballestón.
A partir del siglo XVII, la mayor parte de ingenios de guerra son diversos usos de la
pólvora y los ingenios mecánicos desaparecen en su mayoría, salvo los más simples,
como los caballos de Frisia y los cestones.
A continuación se exponen algunos ingenios utilizados en los siglos XVI y XVII, pero no
se incluyen obras de asedio como las minas y contraminas, ni las fortificaciones fijas.
- Bomba, granada.
Las granadas o bombas son una de las armas más comunes en los siglos XVI y XVII. Las
bombas consistían en una carga de pólvora encerrada en un objeto cerrado,
generalmente una esfera de hierro, cerámica o vidrio, con un agujero para poner una
mecha y activar la carga. Las bombas tenían muchas formas y, sobre todo, muchos
tamaños. Las más pequeñas podían lanzarse con la mano, honda, fustíbalo o
lanzagranadas, mientras que las grandes se lanzaban con morteros y ballestones. Las
bombas, además, solían estar rellenas de metralla, además del propio contenedor. En
algunos casos, el contenedor se hacía con púas con el doble objetivo de servir de
metralla y de clavarse a enemigos y objetos de madera antes de estallar. La efectividad
de las mismas dio pie a la creación de los cuerpos de granaderos a partir de la segunda
mitad del siglo XVII.
- Bengala.
Los fuegos artificiales era el nombre que se daba en el siglo XVI a la serie de
compuestos químicos utilizados para provocar incendios en el enemigo. Se utilizaba
tanto en forma de granada, como derramada de forma líquida o en contacto. Uno de
los fuegos artificiales más famosos es el fuego griego, muy utilizado por el Imperio
Otomano, que tenía la virtud de avivarse con el agua y se “pegaba” a la gente, lo que
lo hacía ideal para los combates marítimos. Sin embargo existían otros fuegos
artificiales, como aquellos que se impregnaban de noche en los toldos del
campamento enemigo y prendían con los rayos del sol, creando el caos. La brea
también se consideraba un fuego artificial y era el compuesto básico de muchas de
estas mezclas.
Foto: Distintos modelos de granadas con fuegos artificiales de propósito incendiario. El caldero del centro
guarda una mezcla incendiaria descrita en el texto.
Foto: Lámpara de caballería que podía usarse para realizar incendios.
Foto: Tratado de 1584 donde aparece el uso de gatos y pájaros con ingenios incendiarios atados con el fin
de incendiar ciudades.
- Lanzallamas.
Pica generalmente mayor de dos metros que, en su extremo superior, en lugar de una
moharra, dispone de un contenedor de materiales inflamables, lo que permite
utilizarlo como un primitivo lanzallamas de larga distancia. Solía utilizarse en asaltos a
fortalezas, para despejar brechas de muralla y atacar lienzos de muralla desde el suelo,
obligando al enemigo a huir. Los productos químicos de la pica de fuego no duraban
más de un par de minutos, así que un asalto utilizando estos ingenios debía ser rápido.
Existían versiones para caballería, posiblemente para hacer huir a los enemigos en el
campo de batalla.
Foto: Pica de fuego del siglo XVII conservada en museo.
Foto: Pica de fuego del siglo XV.
Foto: Picas de fuego conservadas. A la izquierda, un botafuego de artillero.
Foto: Caballero portando una lanza de fuego.
La pica explosiva es una versión de la pica de fuego, pero en cuyo extremo se pone un
explosivo. Usado en asedios para despejar brecha en lienzos de muralla y para
despejar adarves de muralla. Disponía de una mecha y el soldado portador de la pica
explosiva corría rápidamente una vez encendida hacia su objetivo. Existían versiones
de caballería, probablemente para causar estragos en la carga contra formaciones
enemigas.
Foto: Distintos elementos incendiarios y explosivos del siglo XVII: flechas fuego y explosivas, guirnaldas y
turquesas incendiarias, una pica de fuego a la izquierda y una pica explosiva a la izquierda.
- Ruedas de fuego.
- Cohete.
Los cohetes fueron uno de los primeros ingenios que se crearon con la pólvora.
Aunque en su mayor parte se utilizaban de forma recreativa, en el siglo XVI hay
constancia de su uso en las Guerras de Italia para asustar a los caballos enemigos,
lanzando los cohetes en masa.
Foto: Cohete de un tratado del siglo XVI.
- Ballestón, balista.
El ballestón era una ballesta de un tamaño tal que necesitaba de una cureña para
poder ser utilizada. Se sabe que se utilizó fundamentalmente en la primera mitad del
siglo XVI, en ejércitos que durante un asedio no disponían de suficientes morteros.
Aunque originalmente el ballestón disparaba grandes saetas a largas distancias, en el
siglo XVI se utilizó fundamentalmente para disparar bombas, tanto de forma libre
como encajadas en el extremo de una saeta. El ballestón desapareció con el
abaratamiento de los morteros y pedreros.
Foto: Ballestón con su afuste y proyectil incendiario, finales del siglo XV, principios del siglo XVI.
- Trabuco, trabuquete, mangonel (catapulta de contrapeso).
El trabuco era una catapulta de contrapeso utilizada desde la Edad Media. En el siglo
XVI estaba en franca decadencia y apenas se usaba, pero se conoce asedios en los que
se construyeron varios de estos artefactos ante la falta de suficiente artillería, como el
ejército de Cortés en el asedio de Tenochtlitlán. Existía una versión simplicada en el
que se sustituía el contrapeso por fuerza manual de varios soldados que impulsaban
con unas cuerdas el mecanismo.
Foto: Trabuco medieval, muy similar a los usados al principio del siglo XVI. En este caso parece usar un
sistema mixto de contrapeso y propulsión mecánica manual.
Las escalas y rampas de asalto eran escaleras diseñadas específicamente para escalar
murallas (las escaleras con un ángulo respecto al suelo cercano a los 90º y las rampas
con un ángulo cercano a los 45º). La mayoría eran escaleras simples, con la base más
ancha para mejorar su punto de gravedad. Sin embargo, hubo escalas más elaboradas
diseñadas para evitar ser empujadas y lanzadas al suelo antes de que los asaltantes
pudieran subir a las murallas. Algunos de estos mecanismos consistían en ganchos que
se encajaban en las almenas. Las escalas de asedio en los siglos XVI y XVII sólo se
utilizaban en asaltos sorpresa, ya que con la evolución de las armas de pólvora, un
asalto con escalas directo y evidente sólo llevaba a una carnicería entre los asaltantes.
Foto: Escala de asalto del siglo XVI. Obsérvese al lansquenete de la derecha con una horquilla para poner
la escala en su sitio y ayudar a mantener la escala en caso de que intenten derribarla.
- Torre de asedio.
- Carro de guerra.
Los carros de guerra de los siglos XV y XVI no tienen nada que ver con los carros de
guerra de la antigüedad clásica. Los carros de guerra eran fundamentalmente
elementos defensivos específicamente diseñados para defender impedimenta,
provisiones y campamentos. La mayor parte de los carros de guerra disponían de
gruesos tablones de madera a prueba de arcabuz y ventanucos para disparar, a su vez,
armas de fuego. Muchos llevaban montados cañones de pequeño calibre y, los más
complejos, tenían cuchillas por toda su superficie para evitar que el enemigo se
acercara. Los más simples eran, literalmente, carros normales con algunos sacos
terrenos para que los arcabuceros y mosqueteros se cubrieran. La táctica más utilizada
con los carros de guerra, consistía en crear un círculo de carros donde las tropas se
ocultan en el interior del círculo, salvo los arcabuceros que se colocan en los carros.
Los piqueros solían colocarse en los huecos entre los carros, para evitar que las tropas
traspasaran el perímetro. En el siglo XV, utilizando esta táctica, los hussitas ganaron
gran cantidad de batallas. En el siglo XVII, los cosacos utilizaron mucho esta táctica
para evitar ataques de la caballería polaca a sus campamentos.
Foto: Carro de guerra de finales del siglo XV o principios del siglo XVI, de diseño alemán. Nótese las
cuchillas en las ruedas.
Foto: Carro de guerra diseñado en el siglo XVI. Nótese una serpentina en el morro y los caballos detrás
para evitar que sean alcanzados.
Foto: Línea de carros formada para proteger un campamento de asedio en 1533. En este caso, protegen la
artillería, probablemente sirviendo de bastimento para ésta. En caso de ataque, los arcabuceros lucharían
montados en los carros de bastimento.
- Pantera.
Los manteletes, utilizados desde la Edad Media para proteger a los asediadores de los
proyectiles de una fortaleza, siguieron usándose profusamente, especialmente en el
siglo XVI. Se aumentó el grosor de la madera para aguantar tiros de armas de fuego,
pero generalmente no podían aguantar disparos de armas de artillería más pesada y
ésa fue la razón de que se dejaran de usar. Los manteletes de asalto eran una versión
móvil de éstos, una especie de carretilla con una gran plancha de madera delante y
multitud de cuchillas, utilizado para asaltar una brecha sin recibir disparos haciendo
que el adversario se desbande. En ocasiones, a los manteletes de asalto se les añadían
pequeñas piezas de artillería para aumentar su capacidad ofensiva, teniendo el
aspecto de pequeñas panteras.
Foto: Mantelete de asalto de finales del siglo XV, similar a los usados en el siglo XVI.
Foto: Pequeña pantera o pequeño mantelete de asalto con dos serpentinas para despejar una brecha en
el asalto. Nótese el ariete de la zona delantera para derribar posibles escombros o empujar enemigos.
Foto: Bombarda con manteletes y cestones de asedio a finales del siglo XV o principios del siglo XVI.
- Abrojos.
Los abrojos son pequeños objetos metálicos formados por cuatro púas formando una
pirámide que siempre tiene una púa hacia arriba. Se solían utilizar para rellenar fosos,
impidiendo los asaltos, y en forma de “campo de minas” para detener a la caballería
en ciertos campos de batalla.
Foto: Más diseños de abrojos. Los de arriba a la izquierda están basados en diseños romanos (los llamados
“stimulli”), diseñados para clavarse en el suelo con un martillo. A la derecha, zuecos de metal diseñadas
para superar campos de abrojos.
- Cestones.
Los cestones eran una serie de cilindros hechos de madera y fajos de ramas, paja,
barro y otros elementos diseñados para proteger las trincheras en los asedios de la
artillería contraria. Al ser baratos y efectivos, se utilizaron durante todo el periodo.
Foto: Sistema defensivo de cestones.
- Blinda.
Sistema defensivo parecido a los cestones, pero en lugar de crear cilindros de fajines
de ramas, se crea una muralla sostenida con una serie de palizadas. No era muy
resistente y su objetivo principal era ocultar los movimientos propios en el
campamento más que evitar daños. Lechuga, en su tratado de artillería, afirma que
sólo protege de los ataques de mosquetería.
Foto: Gastadores montando una blinda.
- Estacas.
- Caballos de Frisia.
Los caballos de Frisia, aparentemente originados durante las guerras frisias del siglo
XVI pero posiblemente ya existentes con anterioridad, consistían en un largo tronco
sostenidos por varios troncos más pequeños con forma de X. Su objetivo es impedir a
las tropas enemigas, especialmente la caballería, acceder a ciertas partes del campo de
batalla. Eran especialmente utilizados en asedios y para defender campamentos.
Posteriormente se crearon diversos diseños con el concepto de ser una barrera frente
al paso de infantería y caballería y, a la vez, poder ser transportable.
Foto: Esquema de caballo d Frisia contra un húsar alado.
Foto: Caballos de Frisia usados en la guerra de secesión norteamericana, muy similares a los realizados en
los siglos XvI y XVII.
Los brulotes eran barcos diseñados para llevar una cierta carga explosiva hasta el
adversario a través de ríos o mares y crear el caos en una explosión entre el enemigo.
Se usaban generalmente contra otros navíos, pero en teatros de operaciones como los
países bajos, con gran cantidad de canales, se utilizaron también contra tropas. Es
destacable el uso de brulotes contra el “puente de Farnesio” en el asedio de Amberes.
Su explosión provocó graves daños en el puente y acabó con la vida de centenares de
tropas, aunque al final no tuvo el efecto deseado.
- Obstáculos fluviales.
- Pontones de barcas.
En esta época no había una clasificación real entre barcos civiles y de guerra, aunque
se comenzó a separar ambos tipos de navío poco a poco. La diferencia entre barco de
guerra y barco mercante solía consistir simplemente en el tipo de carga que portaba:
soldados y artillería o productos de comercio. Con frecuencia, de hecho, los navíos
mercantes solían portar armas y mercenarios para su autodefensa y los navíos
militares, carga con un objetivo de lucro. El caso más paradigmático de la época será el
galeón español, que sirve tanto de carguero de los bienes extraídos de América, como
para la defensa del mismo.
El siglo XVI y el XVII se caracteriza por el auge de los navíos atlánticos con impulsión
única de vela, sobre todo debido al descubrimiento de América. En el Mediterráneo,
sin embargo, sigue reinando la galera como arma de guerra principal, debido a las
características más calmadas del Mediterráneo, sin embargo, las mejores prestaciones
de los navíos a vela a partir del siglo XVII comenzarán a sustituir a los clásicos navíos a
remo.
En cuanto al tipo de artillería, suelen portar una gran cantidad de cañones de pequeño
calibre, ya que no se buscaba fundamentalmente hundir el barco, sino herir a la
tripulación. Así, la mosquetería y arcabucería sería esencial en las batallas navales de la
época.
La lista de barcos de guerra más habituales del periodo son las siguientes.
- Nao.
Barco muy pesado de gran envergadura, diseñado para portar gran carga, cuyo origen
está en el siglo XV pero que fue evolucionando para mejorar sus prestaciones hasta
caer en completo desuso a finales del siglo XVII al ser sustituido paulatinamente por
mejores modelos de barcos. Se distingue por aparejar velas redondas en el mástil
grande y en el trinquete, mientras que en la mesana recurren al velamen latino para
auxiliar la maniobra del timón, aunque se dieron casos en los que se usaron velas
cuadradas para todos los mástiles. Tenía dos grandes castillos, uno a proa y otro a
popa, que servían tanto como defensa como de camarotes de la oficialidad. En el siglo
XVI mantuvo entre 3 y 4 cubiertas. Necesitaba de cien marinos para ser manejada
correctamente, aunque si debían subir soldados y artilleros, especialmente si era
usada como barco militar, podía aguantar más del doble de tripulantes. Solía tener un
peso de entre 400 a 50º toneladas.
- Carraca.
Barco que hizo su aparición a finales del siglo XV como mejora de la coca, con objetivo
comercial. Su principal característica es su casco muy redondeado y de alto bordo. A
diferencia de la coca, su castillo de proa formaba parte de la estructura y no sobresalía
por la borda. Tanto el castillo de proa como el de popa eran extraordinariamente altos
para colocar ahí la artillería en un inicio (cada castillo podía tener 2 cubiertas), si bien
en años posteriores se añadieron cañones en el lateral de la embarcación como el
resto de navíos. Además, fue el primer barco en llevar tres palos. En el ámbito militar
se usó mucho como transporte de tropas debido a su gran capacidad de carga. En
ocasiones se confunde con la nao, pero no son el mismo tipo de barco.
Foto: Pintura japonesa del siglo XVI mostrando una carraca portugesa, la llamada “nave negra”.
Foto: Carraca típica del siglo XVI. Nótese cómo los cañones se disponen en los castillos.
Foto: Carraca de finales del siglo XVI o principios del XVII, donde los cañones ya se disponen en el lateral.
- Carabela.
Barco típico de los siglos XV y XVI, muy rápido y manejable para su época. Fue muy
apreciada como nave mercante y pirata. Sus buenas características la hicieron perfecta
para los viajes a través del océano Atlántico y fue partícipe principal de los grandes
descubrimientos geográficos del siglo XVI. Era una nave de casco ligero, de entre 2 y 4
palos, aunque generalmente tenía 3, con un peso medio de 300 toneladas y entre 20 y
25 metros de eslora. Al principio no llevaba castillo de proa para mejorar la
maniobrabilidad, pero en su evolución se acabaría añadiendo. Usualmente, todas sus
velas eran latinas.
Foto: Carabela típica de principios del siglo XVI, sin castillo de proa y con velas latinas.
Foto: Típica carabela del siglo XVI. Nótese que ya se ha añadido castillo de proa, pero mantiene sus velas
latinas.
- Carabela redonda.
Llamada así a la carabela cuyas velas latinas han sido sustituidas completamente o en
parte por velas cuadradas (también llamadas velas redondas). Eran las utilizadas en los
viajes atlánticos, pues aprovechaban mejor los vientos de ése océano.
Barco comercial de carga que surge en los Países Bajos a mediados del siglo XV. Tenía
unas líneas muy anchas y redondas, lo que le daba poco calado y gran capacidad de
carga, pero era un barco muy lento. Medía unos 40 metros de largo. Militarmente muy
poco usada, salvo como transporte de tropas. Se usó hasta bien entrado el siglo XVIII.
Navío que apareció en el siglo X y se mantuvo hasta el siglo XVI, donde fue sustituido
por barcos más modernos como la carraca. Fue diseñada para comerciar en el Mar
Báltico y pronto su diseño se extendió a otras naciones. Disponía de dos castillos y un
solo palo con una vela cuadrada, con una longitud de entre 15 y 25 metros de largo y
una manga de 5 a 8 metros. Podían transportar hasta 200 toneladas. Fue el primer
navío en usar el timón de codastre, sustituyendo al timón de espadilla.
Foto: Coca medieval reconstruida.
Foto: Exvoto de una coca de finales del siglo XV. Las cocas del siglo XVI posiblemente tendrían el mismo
aspecto.
- Galeón, galleon, kalyonlar, kalyon.
El galeón es el navío más importante del periodo entre los siglos XVI y XVII. Fue un
buque diseñado exclusivamente para el viaje entre América y Europa. Excelente tanto
en la guerra como en transporte, usualmente era usado para ambas tareas.
Igualmente, había dos variante principales: la de guerra, con mayor velocidad y menos
capacidad de carga, y la de comercio, algo más lento pero con más capacidad. Sin
embargo el aspecto exterior de ambos tipos de barco no difería demasiado. En origen,
el término galeón se refería un tipo de galera a remos muy maniobrable que se usaba
en el mediterráneo, pero a principios del siglo XVI, el término galeón se comienza a
usar para este tipo de navío, un barco únicamente movido a vela. Sus proporciones
fueron innovadoras: eslora doble que la manga, y manga doble que el puntal, dejando
un navío más corto y ancho que una galera y más largo y alto que una nao. Además,
conserva los castillos de proa y popa diseñados para la guerra de las galeras y el
espolón, aunque progresivamente este espolón se va convirtiendo en beques
(plataforma abalconada desde la que se maniobra la jarcia de la proa y que alberga los
jardines o letrinas de la tripulación). Las medidas más típicas eran 41,3 metros de
eslora (30,5 metros de quilla) y 10 metros de manga. Generalmente pesaban unas 500
toneladas, pero existieron galeones de gran tamaño de hasta 2000 toneladas (los
galeones de Manila, que debían llevar una gran carga desde España hasta Filipinas).
Los primeros modelos de galeón usaban cuatro palos, pero finalmente se dejaron en
tres, donde se usaban velas cuadradas y latinas. Una característica propia de los
galeones (al menos hasta el siglo XVII) era la galería, un pasillo en el exterior del
castillo de popa donde se encontraban las letrinas de los oficiales y que permitía
rodear el barco sin entrar en la bodega. Una innovación del galeón fue el pinzote, que
permitía al piloto controlar el timón desde una posición más cómoda (el timón de
rueda aún no se había inventado). Un galeón típico solía portar 90 marineros y
oficiales y 125 soldados.
Foto: galeón español del siglo XVII. A pesar de ser un modelo del siglo XVII, este modelo en particular
conserva aún un morro agalerado con el espolón-beque muy bajo.
Foto: Esquema de galeón del siglo XVI.
Foto: Galeón de la primera mitad del siglo XVI. El castillo de proa aún está muy separado del espolón, que
aún no cumple la función de beque. Puede observarse el pasillo exterior de popa.
Foto: Vista de pájaro de la cubierta de un galeón.
- Galeoncete.
Galeón inferior 370 toneladas de peso, aparte de ello completamente igual a su primo
mayor en diseño.
Experimento de finales del siglo XVI que buscaba combinar la capacidad velera del
galeón con la potencia remera de una galera. Aunque se construyeron muchos durante
los siglos XVI y XVII, el experimento no llegó a desarrollarse más debido a que fue
imposible emplazar una gran capacidad artillera a los costados junto a los remeros y
por tanto su capacidad artillera era insuficiente. Sin embargo, el nuevo diseño era más
hidrodinámico y ofrecía menos resistencia al viento de proa. Años más tarde, al
probarse este mismo diseño sin los remos, se creó la fragata, por lo que el galeón
agalerado es su antecesor. Este tipo de barcos fue muy popular entre algunos piratas,
ya que como buscaba el abordaje y no cañonear al adversario, era excelente para
perseguir barcos.
Foto: Dibujo actual de un galeón agalerado de la segunda mitad del siglo XVI.
Foto: Planos conservados de un galeón agalerado del siglo XVI.
Buques de tres palos derivados de los galeones agalerados, pero donde se habían
sustituido los remos por más espacio artillero. Disponían de dos cubiertas y entre 30 y
50 cañones. Fue una de las primeras naves diseñadas exclusivamente para el ámbito
militar. Era utilizada, debido a su gran velocidad como escolta y patrullera. Durante el
siglo siguiente fue el navío de guerra más común en todas las armadas modernas. Para
la creación de la fragata se redujo el tamaño de los castillos de proa y popa y se
eliminó cualquier elemento que impidiese aprovechar el viento para ganar velocidad,
quedando un navío de líneas muy limpias.
- Navío de línea.
Buque de guerra de tres palos con aparejo de velas cuadradas y dos o tres cubiertas,
extremadamente grandes. El nombre viene del sistema común de combate marino del
siglo XVII consistente en formar una línea con lo barcos para aumentar la eficiencia del
disparo de la artillería. El concepto fue desarrollado por los ingleses, que buscaban
destruir el navío enemigo sin llegar al abordaje. En el siglo XVIII fue el caballo de
batalla de todas las armadas modernas del mundo. En España se dividieron en tres
clases: primera clase, con 100 o más cañones, segunda clase con más de 80 cañones y
de tercera clase con más de 60. El navío de línea más grande jamás construido fue el
Santísima Trinidad, de la marina española, con 136 cañones y 4 morteros, botado en
1769.
Foto: Santa Ana, navío de línea español de 112 cañones.
Foto: Bombarda española, llamada “la Candelaria”. Nótese el espacio en proa para dar cabida a los
morteros, donde se elimina el habitual tercer palo para dar cabida a la artillería.
- Balandra, agribar.
- Bricbarca, bergantín-barca.
Navío de tres palos (en ocasiones cuatro) en los que sus dos primeros palos, los de
trinquete y el mayor, están compuestos por velas cuadras y el tercero, el de mesana,
con velas cangreja y escandalosa. A las bricbarcas artilladas a veces se las llamaba
corbetas, aunque no son exactamente iguales. Las bricbarcas aparecieron en la
segunda mitad del siglo XVII y se usaron hasta el siglo XIX gracias a sus notables
características de velocidad.
Especie de navío minúsculo con un palo con una vela para conseguir propulsión propia.
Muy utilizada por las autoridades portuarias para visitar barcos que entran en el
puerto.
- Filibote, fluyt.
Barco de tres palos con velas latinas utilizado por los corsarios argelinos y tunecinos
para practicar la piratería en el mediterráneo, aunque originalmente era un navío de
pesca. Aunque en el siglo XVI no presentaban apenas artillería, para el siglo XVII era
común que un jabeque poseyera unos 20 cañones. El palo de trinquete estaba torcido
hacia delante, lo cual era una característica muy propia de estos navíos. Hasta el siglo
XVIII el jabeque disponía de remos.
- Chambequín.
Pequeño navío de origen andaluz de tres palos y generalmente velas latinas que podía
ser usado a remo. Muy similar al jabeque.
Foto: Corbeta española del siglo XVIII. Las del siglo XVII eran muy similares, salvo que también poseían
remos.
- Falucho.
Barco de pequeño tamaño cuyo palo principal está torcido hacia proa y que presenta
una sola gran vela latina. Algunos faluchos más grandes disponen de más palos.
Navío propio de Cataluña, caracterizado por tener dos o tres palos de vela latina. Tenía
el palo mayor y el de trinquete inclinados hacia popa. Era usada en muchas ocasiones
de guardacostas y patrullero, montando doce cañones de bajo calibre.
- Patache.
- Queche, sloop.
Es un velero con dos mástiles: uno principal y uno menor o de mesana, ubicado detrás
del principal pero delante del timón. El aparejo está dispuesto paralelo a la quilla en
lugar de perpendicular a ella, arbolado con velas triangulares. El mástil principal puede
tener adosados de uno a tres foques que se utilizan para navegar contra el viento.
- Yate, yacht.
Pequeño navío de un palo utilizado en el siglo XVII por los países norteuropeos como
patrullero y guardacostas, muy poco artillado.
Foto: Yate brandemburgués del siglo XVII.
- Zabra.
Barco de vela muy veloz de tres palos, capaz de hacer el trayecto de España a América
en menos de 30 días, por lo que solía ser usado como nave de correo o exploración o
bien de carga rápida (transportaba unas 100 toneladas). Estaba bien armado para su
tamaño, unas 10 piezas de artillería.
Buque mercante de origen turco con la popa muy elevada. Se utilizó con frecuencia
como transporte de tropas en el mediterráneo por parte de ejércitos otomanos y
cristianos en el Mediterráneo. Posiblemente basado en el diseño de la carraca o de la
nao, pero con características propias diferenciadas para la navegación mediterránea.
El tipo de galera más común en todo el mundo. Disponía de 26 bancos, bogando 24.
Medía 170 pies de largo y 20 de manga aproximadamente. Servía tanto como nave
principal de batalla como para realizar operaciones de menor calado, patrullas y corso.
Solían tener unos 30 soldados de media, aunque en campaña podían llegar a 100.
Foto: Galera ordinaria en sus colores de batalla. El color más común en España era el rojo. Las capitanas
iban de negro.
Galera de mayor tamaño que las ordinarias, normalmente usadas como galeras
capitanas en una escuadra. Tenían 27 bancos para remeros bogando 25, pues dos se
retiraban para colocar el esquife y el fogón. También llevaban el doble de soldados que
una galera ordinaria (unos 200 hombres en tiempo de guerra, 60 en tiempo de paz).
- Bastardela.
Galera bastarda con tanta tripulación como una galera ordinaria, es decir, no se
doblaba la cantidad de hombres que portaban.
- Galera capitana.
Tipo de galera construida por primera vez en 1568. Disponía de 32 bancos bogando 30,
aunque hubo experimentos de intentar crear galeras reales de 33 bancos bogando 31.
No debe confundirse el término galera real náutico (tipo de navío) con el término de
galera real más usual (galera que transportaba al rey y que generalmente era una
galera ordinaria). Este tipo de galeras solía hacer las veces de nave insignia en las
grandes batallas.
Foto: Galera real del siglo XVII. Se podían distinguir porque solían llevar un fanal, es decir, una lámpara
especial que solían llevar todas las galeras que actuaban de capitanas. Nótese que se ha colocado un toldo
sobre los remeros para protegerlos del sol.
- Galeota, kalyata.
Galera muy pequeña, rápida y manejable. Solía disponer de entre 16 y 23 bancos y uno
o dos mástiles. Existían galeotas turcas muy grandes, prácticamente galeras de dos
palos y pocos remeros. Esto se hacía así en las galeras civiles para evitar que el sultán
pudiera requisarlas en caso de guerra, ya que las galeotas estaban exentas del servicio
obligatorio.
Foto: Galeota berberisca (kalyata).
- Galocha.
Galera de remos especialmente grandes, que necesitaban de los tres remeros del
banco para ser movidos.
- Galizabra.
Híbrido entre galera y zabra (ver más arriba). Básicamente una zabra más estrecha con
remos, muy utilizada en el comercio mediterráneo.
Foto: Plano de galizabra de siglo XVI.
- Saetía, saeta.
Tipo de galera utilizada hasta el siglo XVIII, mayor que la galeota, pero menor que la
galera ordinaria, entre 24 y 25 bancos. Poseía dos cañones agalerados en proa y en
popa, además de ocho falcones pedreros por banda. Fueron muy usadas en la guerra
en corso, tanto por norteafricanos como por sudeuropeos.
Foto: Puede observarse una saetía en este cuadro a la derecha, medio cortada por la imagen.
La galera turca tenía pocas diferencias con las cristinas. Principalmente una corulla
más baja y, en muchas ocasiones, un solo mástil con una única enorme vela latina.
- Kadirga.
- Fusta.
- Agribar, grippi.
Navíos otomanos aún más pequeños que las fustas, de tipo galera.
La galeaza era un tipo de galera inventada en 1529 por Venecia, aunque no obtuvo
gran importancia hasta la batalla de Lepnato. Se caracterizaba por su gran altura de
borda en comparación con otras galeras, con dos enormes castillos de proa y popa
fuertemente artillados. Además, a diferencia de las galeras normales, los remeros iban
bajo cubierta (a cubierta corrida), a salvo de la intemperie. Llevaban 32 remos por
banda, pero sus remos eran de galocha (15 metros cada remo), por lo que se
necesitaban siete u ocho hombres por remo. Una galeaza normal disponía de 59
metros de eslora, 9 de manga, 3, 35 metros de calado 6,5 metros de puntal. A
diferencia de las galeras comunes, la galeaza no estaba pensada como elemento de
abordaje, sino como plataforma artillera, para lo cual estaba armada con 20 piezas
artilleras de gran calibre (culebrinas, cañones, bombardas) y 30 piezas de bajo calibre
(falcones, sacres, esmeriles…) repartidos por toda la superficie del navío,
especialmente en los castillos de proa y popa, a diferencia de las galeras normales,
cuya artillería se concentraba al frente.
Foto: Galeaza española de finales del siglo XVI.
Foto: Galeaza veneciana del tipo utilizado en Lepanto. Nótese lo artillado del castillo de proa y cómo los
remeros están bajo cubierta.
- Chalupa.
Barca pequeña a remos utilizada para desembarcar de un barco mayor o como enlace
portuario.
Foto: Chalupa moderna.
Embarcación pequeña y sin cubierta que utilizan los barcos mayores para maniobras
de desembarque y apoyo, mayor que la chalupa. Existen de varios tamaños pero por lo
general portan entre cuatro y seis remos, aunque los hay mayores. En una galera se
debía desmontar un banco para poder dar cabida al esquife. Era muy normal utilizar
un esquife para enviar partidas de abordaje contra barcos enemigos. El famoso Miguel
de Cervantes recibió sus heridas luchando en un esquife.