Articulo Dignidad Humana Como Valor Absoluto
Articulo Dignidad Humana Como Valor Absoluto
Articulo Dignidad Humana Como Valor Absoluto
ASIGNATURA: ETICA
El término dignidad significa algo que es valioso, lo que es estimado o considerado por si mismo, y
no en función de otra cosa. La dignidad humana radica en el valor interno e insustituible que le
corresponde al hombre en razón de su ser, no por ciertos rendimientos que prestara ni por otros
fines distintos de sí mismo. El hombre vale por lo que el mismo es, por su ser. Ya hemos visto que
lo que caracteriza al hombre es su ser persona. Persona de naturaleza racional y libre, por tanto con
voluntad. La dignidad de la persona se funda en ella misma, en su ser persona. De aquí nacen todos
los derechos humanos y la igualdad en cuanto ser de hombre y mujer. No se trata de una igualdad
biológica porque claramente varón y mujer son distintos, con rasgos fisiológicos y psíquicos
distintos. Su igualdad se basa en que ambos son persona, esto es, tienen naturaleza racional que los
diferencia del resto de seres. El ser persona es lo común a ambos: el denominador común, y sus
peculiares características que son el numerador variado y riquísimo que constituyen su diferencia y
complementariedad.
Las diferencias físicas, raciales y culturales no pueden ser motivo para excluir a nadie ni tener un
trato diferente, ya que a pesar de esas diferencias, que en realidad son enriquecedoras, somos
iguales en dignidad.
La dignidad de la persona es la razón por la que no podemos tratar a las personas de cualquier
manera como cosas o animales. Sin embargo hay determinadas períodos de la vida en la que la
defensa de la propia dignidad resulta más difícil, es el caso de los no nacidos, los recién nacidos,
personas con discapacidad, demencia senil, etcétera, que son vulnerables al trato que reciben de los
demás y de la sociedad. Es igualmente persona un anciano que un niño, un enfermo que alguien
sano, todos merecen ser tratados con respeto. La persona es un ser relacional que siempre proviene
de otros y está en camino hacia otros. En las relaciones interpersonales hay que tener en cuenta la
dignidad de la otra persona. Por eso no es ninguna tontería la cortesía en el trato, la delicadeza, la
amabilidad, el modo de vestir… todo esto estará acorde con la dignidad de la persona: de uno
mismo y del otro; es consecuencia de la dignidad y a su vez manifestación de la misma. Una
educación bien orientada será aquella en la que se respete la dignidad de la persona y se enseñe a
tomar conciencia de la misma. Lleva a tomarse en serio a sí mismo y a los demás. Una persona que
no se respeta, es muy difícil que respete luego a los otros. La dignidad de la persona es la base de
cualquier sociedad, de cualquier tipo de relación. Si no se reconoce su valor íntimo, entonces se le
acaba tratando como a una cosa. El voluntariado es una acción que nace de la toma de conciencia de
lo que es la persona, de su dignidad, de su valor. Toda persona está necesitada de asistencia básica,
de cariño, de compañía, de alguien que les escuche, cuando descubrimos sectores o personas que
carecen de todo esto, nos vemos movidos a dárselo. El voluntariado es expresión de humanidad, de
que importan las personas por lo que son: ellas mismas.
El propio conocimiento y la apertura natural a los demás nos permite reconocer en ellos y en
nosotros el poder de la inteligencia y la grandeza de la libertad. Con su inteligencia, el hombre es
capaz de trascenderse y de trascender el mundo en que vive y del que forma parte, es capaz de
contemplarse a sí mismo y de contemplar el mundo como objetos. Por otro lado, el corazón humano
posee deseos insaciables de amor y de felicidad que le llevan a volcarse - con mayor o menor
aciertoen personas y empresas. Todo ello es algo innato que forma parte de su mismo ser y siempre
le acompaña, aunque a veces se halle escondido por la enfermedad o la inconsciencia. A la vez que
forma parte del mundo, el hombre lo trasciende y muestra una singular capacidad - por su
inteligencia y por su libertad – de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta finalidad.
Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden superior con respecto al de
los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo denominamos "dignidad humana". La dignidad propia
del hombre es un valor singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en
nosotros o podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano
retirárselo a alguien.
Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra voluntad y reclama de nosotros una actitud
proporcionada, adecuada: reconocerlo y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o
bien ignorarlo o rechazarlo. Este valor singular que es la dignidad humana se nos presenta como
una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto que, como se ha dicho, debe
extenderse a todos los que lo poseen: a todos los seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de
que toda la sociedad decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría
siendo una realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un trato
indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados, este desprecio no
cambiaría en nada su valor inconmensurable en tanto que seres humanos. Por su misma naturaleza,
por la misma fuerza de pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético, todo ser
humano es en sí mismo digno y merecedor de respeto.
La primera actitud que sugiere la consideración de la dignidad de todo ser humano es la de respeto y
rechazo de toda manipulación: frente a él no podemos comportarnos como nos conducimos ante un
objeto, como si se tratara de una "cosa", como un medio para lograr nuestros fines personales.
1) Principio de Respeto
En toda acción e intención, en todo fin y en todo medio, trata siempre a cada uno - a ti mismo y a
los demás- con el respeto que le corresponde por su dignidad y valor como persona. Todo ser
humano tiene dignidad y valor inherentes, solo por su condición básica de ser humano. El valor de
los seres humanos difiere del que poseen los objetos que usamos. Las cosas tienen un valor de
intercambio. Son reemplazables. Los seres humanos, en cambio, tienen valor ilimitado puesto que,
como sujetos dotados de identidad y capaces de elegir, son únicos e irreemplazables. El respeto al
que se refiere este principio no es la misma cosa que se
significa cuando uno dice “Ciertamente yo respeto a esta persona”, o “Tienes que hacerte
merecedor de mi respeto”. Estas son formas especiales de respeto, similares a la admiración. El
principio de respeto supone un respeto general que se debe a todas las personas. Dado que los seres
humanos son libres, en el sentido de que son capaces de efectuar elecciones, deben ser tratados
como fines, y no únicamente como meros medios. En otras palabras: los hombres no deben ser
utilizados y tratados como objetos. Las cosas pueden manipularse y usarse, pero la capacidad de
elegir propia de un ser humano debe ser respetada. Un criterio fácil que puede usarse para
determinar si uno está tratando a alguien con respeto consiste en considerar si la acción que va a
realizar es reversible. Es decir: ¿querrías que alguien te hiciera a ti la misma cosa que tú vas a hacer
a otro? Esta es la idea fundamental contenida en la Regla de Oro: «trata a los otros tal como
querrías que ellos te trataran a ti».
«En todas y en cada una de tus acciones, evita dañar a los otros y procura siempre el bienestar de
los demás».
«Busca primero el efecto beneficioso. Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu
intención tratas a la gente con respeto, asegúrate de que no son previsibles efectos secundarios
malos desproporcionados respecto al bien que se sigue del efecto principal» El principio de respeto
no se aplica sólo a los otros, sino también a uno mismo. Así, para un profesional, por ejemplo,
respetarse a uno mismo significa obrar con integridad.
4) Principio de Integridad
«Compórtate en todo momento con la honestidad de un auténtico profesional, tomando todas tus
decisiones con el respeto que te debes a ti mismo, de tal modo que te hagas así merecedor de vivir
con plenitud tu profesión». Ser profesional no es únicamente ejercer una profesión sino que implica
realizarlo con profesionalidad, es decir: con conocimiento profundo del arte, con absoluta lealtad a
las normas deontológicas y buscando el servicio a las personas y a la sociedad por encima de los
intereses egoístas. Otros principios básicos a tener presentes son los de justicia y utilidad.
5) Principio de Justicia
«Trata a los otros tal como les corresponde como seres humanos; sé justo, tratando a la gente de
forma igual. Es decir: tratando a cada uno de forma similar en circunstancias similares». La idea
principal del principio de justicia es la de tratar a la gente de forma apropiada. Esto puede
expresarse de diversas maneras ya que la justicia tiene diversos aspectos. Estos aspectos incluyen la
justicia substantiva, distributiva, conmutativa, procesal y retributiva.
6) Principio de Utilidad
«Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu intención tratas a la gente con respeto,
elige siempre aquella actuación que produzca el mayor beneficio para el mayor número de
personas». El principio de utilidad pone énfasis en las consecuencias de la acción. Sin embargo,
supone que has actuado con respeto a las personas. Si tienes que elegir entre dos acciones
moralmente permisibles, elige aquella que tiene mejor resultado para más gente.
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