Libro PDF Un Espejo para El Alma
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Primeraedición 1986
Re-edición 2003
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UNESPEJOPARAEL ALMA
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construirán y crearán como un hombre o mu-
jer de servicio.
Ni conocimientos ni experiencias
servirán, si ese hombre o esa mujer no po-
seen en sí el arte de convivir con ellos de mo-
do superior.
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Lo primero que ese hombre o esa
mujer han de desarrollar, es su percepción. El
fundamento del quehacer de un facilitador es
la realidad y la realidad sólo se toca a partir de
la percepción.
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tarea de vida. Conocer el sentido de un solo
hombre o una sola mujer es tarea infinita. Co-
nocer el sentido del ser humano, de la huma-
nidad es tarea de muerte. Quien se empeña
por tanto en convivir con el ser humano de
modo superior, es decir, profundo, ha de co-
nocer y aceptar el sentido de la muerte que
es, también, el sentido de la vida.
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estar en ese camino que facilita, es decir, par-
ticipa en los procesos de desbloqueo y desa-
rrollo, de otros seres humanos, de modo pro-
fundo y creador.
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no es ni un muro ni una frontera entre los se-
res, sino más bien una ancha avenida por la
que nos adentramos en el paraíso humano.
También en nuestros infiernos y purgatorios.
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posee grandes avenidas y, también, estrechos
pasillos, escarpadas laderas, oscuros túneles
y, en fin, infinitos lugares para conocerse y
tocar.
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ra ya no es. ¿Cuánto no es? Totalmente
¿Cuánto ha cambiado? Poco o mucho.
¿Cuánto ha variado, por ende, la realidad y la
verdad? Poco o mucho.
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ha de ser la convocatoria de todo facilitador o
facilitadora, puede admitir cualquier error o
ignorancia, excepto la de su propia coherencia
y apertura.
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conlleva un co-existir con sentido se convierte
ella en un proceso de profundización en lo
humano, un proceso que despega hacia lo va-
lórico, por tanto, un proceso inmerso en lo que
llamaré la educación de sí mismo y de la co-
existencia.
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Reflejar a tal ser no es, por cierto,
reflejar meramente sus urgentes necesidades
inmediatas. A veces reflejar a tal ser, incluye,
también reflejarle lo que no es, lo que aspira a
ser, lo que aparenta y lo que niega.
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El primer temor que todo hombre o
mujer es bueno que abandone, es el temor al
cuerpo del otro y al propio cuerpo.
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Delegar la percepción de sí mismo
y la responsabilidad de lo que ha de verse en
sí, en otro ser, constituye una primera y fla-
grante pérdida de conciencia y de estima.
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Creo que permanentemente esta-
mos optando y optar implica cambio, cambio
hacia la permanencia. El grado de conciencia
y fluidez con que optamos establece la dife-
rencia entre una vida asumida desde sí y otra,
más bien, empujada por otros y, en cierto mo-
do, ajena. ¿Cómo responsabilizarnos por lo
ajeno, por lo que no nace de nosotros mis-
mos?
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sentido tendrían, entonces, el espacio y el
tiempo?
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cuerpo adora la vida y no la muerte; la salud y
no la enfermedad: el bienestar y no el dolor; el
movimiento, la respiración, la alimentación, el
equilibrio y la interacción. El cuerpo ni miente
ni se equivoca ante estos eventos.
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La interacción no es el sentido, pe-
ro en ella, el sentido puede ser encontrado.
Hablo de la interacción consciente De la inter-
acción profunda, es decir, de la religión. De la
religiosidad óntica.
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mos. Como en el colegio, cuando yo sentía
desazón porque sin haber aprendido bien la
lección primera ya se me exigía iniciarme y
continuar la segunda y la tercera; y así. Sen-
tía mi atraso ante la presión pedagógica (¿o
anti-pedagógica?) externa.
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minosanchos, plenos y amables.
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esa persona. Incluso a representarle su situa-
ción y a realimentarle, a la vez, que alienta al
grupo a asumir una actitud similar.
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no es el de él, sino el que cada ser posee.
Por lo tanto, su misión es facilitar a cada ser el
descubrimiento de sus mejores posibilidades
de existencia y a la vez, de sus mejores for-
mas para lograrlo.
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La diferencia entre Moreno y Perls,
entre el psicodrama y la terapia de la Gestalt,
en cuanto psicodrama interno, estriba, preci-
samente, en que no es lo mismo la percepción
del otro, que la percepción propia de los pro-
pios sucesos. Y, sin embargo, ambas se
complementan y completan de excelente mo-
do. Ciertamente, la retroalimentación es un
pilar en el descubrimiento de los propios signi-
ficados. Ser retroalimentado es ser incitado a
comparar la propia percepción de sí mismo,
con la percepción del otro de mí mismo.
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ra nosotros, una fuente de reflexión, humildad
y tesón. A fin de cuentas cada ser mantiene
intacta su libertad y por ello decide su vida
con prescindencia de nuestra participación.
Nosotros somos meros facilitadores del en-
cuentro.
Facilitar el encuentro es promover
la conexión de un ser. Cuando esta conexión
ocurre, ocurre algo mágico, ese ser seconec-
tacon el Universo.
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gulada por las personas concretas y distintas
de quienes tú y yo somos amigos.
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llevarse consigo jirones de vida que desgarran
nuestros bordes. A más grandes, pesados y
sostenidos son esos diques, más desgarrados
emergemos a la verdad. Para algunos, enton-
ces, incluso la muerte es más acogedora que
esa verdad. Y, sin embargo, fue, así, cons-
truida paso a paso por ellos.
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En esta lucha lo primero que des-
cubrimos es nuestra modesta contribución a
cada ser, al lado de la contribución que cada
ser elige y activa para sí mismo. Como los
espejos, mostramos sin negar y, a la vez, sin
otra posibilidad mejor. Cuando logramos ser
un buen espejo, entonces podemos contener
la vida y la muerte, de cada ser con que inter-
accionamos; a sus bienes y males, sus pro-
blemasy sus soluciones, en fin, todo porque
todo está allí contenido. Y, por eso, más que
nunca, la libertad se hace presente. Ante el
espejo cada ser es libre y más responsable
cuando el espejo es más espejo.
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ticular forma de vernos a nosotros mismos y al
mundo, solemos perder esta forma hasta pa-
recernosajena.
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La verdad es que para un serabier-
to y sencillo todo es un espejo. Puede ver y
verse en todo; en el paisaje de un bosque, en
los objetos de una habitación, en sus propios
sueños, en el silencio de la noche, en todo.
Pues, en su interacción con el mundo él es el
núcleo de su interacción.
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mosen una situación verdaderamente curio-
sa, aunque muy explicable.
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La vida, podemos pensarla. como el jue-
go de interacción de millones y millones de
organismos, en que unos a otros aparecen
como ambiente o medio.
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sino de mi actitud ante los hechos. Y miacti-
tud nace de mi conciencia.
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interactúa con un grupo tiene la misión de
crear un ambiente y las oportunidades básicas
para que el proceso de experimentación sea
iniciado por el grupo y sus participantes.
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valórica donde se distinguen la naturalidad, la
honestidad, la integración, la integridad, la
sensibilidad, la sencillez, etc.
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impecablemente.
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posea un cierto grado de esa integración en
sí.
Si promueve la honestidad y la
apertura, que sus ojos sean claros, directos,
sinceros y su corazón esté abierto tanto para
dar como para recibir. Que su ser sea público
sin ocultamientos ni cosas raras.
Un facilitador no es un dechado de
virtudes, ni tampoco un santón o gurú. Un fa-
cilitadores un hombre enclavado en la exis-
tencia, sin más poder que su propia honesti-
dad. Un facilitador no es un misionero, pero
posee una misión que ama.
Un facilitador no es un orientador,
pero su vida posee sentido y dirección.
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bretrascendente y profundo.
Un facilitador no es un psicólogo ni
un médico, pero conoce el alma humana y sa-
be apoyarla en su propio rescate.
Un facilitador no es un gladiador,
pero se juega su vida en cada gesto, porque
rehuye los gestos inútiles.
Un facilitador no es un animador
simpático y sonriente, pero posee sentidolúdi-
co, humor y sana alegría.
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aprendices parecían creer que husmeando en
las vidas de otros, sus propias vidas se enal-
tecían. Y no trepidaban en pasearse ufanos
entre sus participantes, a quienes parecían
ver, más que como seres llamados adesarro-
llar sus propias vocaciones y existencias, co-
mocomparsas de sus gestos adquiridos.
Y como ocurre siempre, la verdade-
raluz jamás encandila ni enceguece. Muchas
veces, por lo tanto, no deslumbra no asombra;
la verdadera luz va paso a paso graduando su
intensidad a partir de los ojos que la contem-
plan y, primero que nada, se muestra ella mis-
ma antes de abrir el universo.
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De este modo, un facilitador inter-
viene allí donde el ritmo está extraviado, perdi-
do o alterado. En lo demás, acompaña a cada
ser o grupo, como un auditor atento a una me-
lodía ofrecida.
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Esta facultad es la facultad que otros
seres buscando en sí mismo buscarán en no-
sotros, en cada encuentro y cada taller. Esta
fidelidad no es el producto de arte alguno sino
de nuestra propia energía profundizando en
nuestra divinidad interna.
PATOVARAS S.
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