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GUIA DE ESTUDIO-MUN SAN MARCOS


2020 Octava Edición

2
Delegadas y delegados,

¡Bienvenidos a la Octava Edición del Modelo de Naciones Unidas de la

Universidad Nacional Mayor de San Marcos!

Escribir esta bienvenida para mí es un completo honor. Es el fin de casi seis

años trabajando junto al equipo organizador del MUN San Marcos, el Club ONU-

UNMSM. Desde que ingresé a la universidad he sido parte de esta familia, en la que

tuve la oportunidad de conocer a quienes se convirtieron en grandes amigos y

personas que admiro.

Hoy, dirigiendo la organización del primer Modelo de Naciones Unidas de una

universidad pública peruana, me encuentro trabajando junto a estudiantes

sanmarquinos que comparten el mismo sentimiento por la difusión de los estudios

internacionales en diversas áreas (Derecho Internacional, Política Internacional,

Economía Internacional, etc.) que -estoy seguro- guardan ustedes también,

estimados participantes. Es con este sentimiento que nos encontramos laborando

para realizar un evento que supere sus expectativas y sea una experiencia

enriquecedora, entretenida e inolvidable para ustedes. Buscamos que quienes han

participado antes en Modelos de Naciones Unidas vuelvan a sentir la emoción que

se llevaron en su primer MUN que los animó a hacer de esto una pasión y que

quienes participan por primera vez, guarden dentro de sí una experiencia que

querrán repetir y repetir todas las veces que puedan.

Qué duda cabe, las circunstancias en las que realizamos esto son

profundamente complicadas. Nuestro mundo se enfrenta este año a uno de los

mayores problemas que ha enfrentado la humanidad en toda su historia, sin

embargo, esta terrible situación ha significado también una nueva oportunidad. En el

3
MUN San Marcos hemos aprendido y entendido esto bien, es así que desde el

primer momento trabajamos para expandir nuestro Modelo hacia fuera de nuestro

país, tarea que, hasta el momento, hemos desarrollado de manera satisfactoria,

teniendo mesas directivas que se encuentran en 9 países diferentes y esperando

participantes de más de 10 nacionalidades. Lo que significará para ustedes y

también para nosotros una experiencia completamente multicultural.

Desde ya les agradezco por haberse inscrito en el Modelo de Naciones

Unidas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la universidad que me

acogió durante los últimos años, espero que disfruten tanto del MUN San Marcos

como he disfrutado yo de ser parte de su organización durante todos estos años.

Este proyecto es hecho con todo cariño y atención para ustedes. Esperamos poder

realizar un buen trabajo para que se sientan cómodos debatiendo en un ambiente de

amistad y confraternidad. ¡Nos vemos en el MUN San Marcos!

Juan Víctor Rueda Manchego

Secretario General

Octava edición del MUN San Marcos

4
¡Bienvenidos/as al MUN San Marcos 2020!

Es un honor y un placer servirles en calidad de Mesa Directiva del Comité para la

Utilización Pacífica del Espacio Ultraterrestre de Naciones Unidas.

Aprovechamos para, antes que nada, presentarnos: somos Diego Sánchez, Director,

y Mirella Ruiz, Directora Adjunta. Diego es un estudiante de último curso del Grado

en Derecho especializándose en Derecho Internacional y de la Unión Europea en la

Universitat Abat Oliba CEU (Barcelona, España), y Mirella es un magíster en Derecho

Internacional y Europeo por la Universidad de Milán que actualmente reside y trabaja

en Londres.

Sin lugar a dudas, ambos reconocemos la singularidad que el mundo del MUN

envuelve. Ello se materializa en enriquecedoras y extraordinarias experiencias que

definen cada Conferencia en la que hemos participado, bien como Mesa, bien como

delegados. Asimismo, el MUN sirve de punto de encuentro para personas de

diferentes contextos nacionales y culturales, con cuya interacción ponemos a prueba

nuestra mentalidad abierta para conocer, desde otros puntos de vista, nuestra

realidad.

Sin más preámbulos, el comité en el que vais a participar afronta el reto de dirimir las

posibles disputas que puedan surgir sobre el estatus jurídico del espacio

ultraterrestre, así como la superficie y subsuperficie de los cuerpos celestes en el

sistema Solar. Con el fracaso del Acuerdo que debe regir las actividades sobre la Luna

y otros cuerpos celestes de 1979, el Comité debe evaluar, en consideración del auge
del interés de sujetos privados en la exploración espacial, la fórmula legal que

garantice la sostenibilidad en la zona extraterrestre. La legalidad de la propiedad

ultraterrestre, visto el marco jurídico-normativo internacional existente, representa un

5
reto en el consenso entre los Estados con presencia en la exploración espacial

respecto de la efectividad, y exigibilidad, de un marco equitativo que prevenga

posibles conflictos inter partes, incluyendo un posible innovador marco de

responsabilidad internacional para asegurar la eficacia de la medida.

No esperamos más que vuestra dedicación, interés y responsabilidad para hacer de

esta no solo una simulación verosímil y enriquecedora, sino un primer encuentro con

la importancia de trasladar la preocupación por el uso responsable de los recursos

extraterrestres. Ambos confiamos en que disfrutaréis de esta experiencia y nos

encontramos a vuestra plena disposición para resolver cuantas dudas podáis tener.

¡Nos vemos pronto!

Diego & Mirella

Directores del comité

Octava edición del MUN San Marcos

6
I. MANDATO DEL COMITÉ

El Comité para la Utilización Pacífica del Espacio Ultraterrestre (COPUOS),

que actúa como órgano subsidiario de la Asamblea General1, materializa la

cooperación internacional en materia del derecho del espacio ultraterrestre2. Es un

comité que tiene como objeto el estudio de cuestiones legales que podrían traer

causa consigo de la exploración del espacio ultraterrestre3. La composición del

COPUOS es, actualmente, de 95 Estados Miembros4, en donde Turquía y Grecia

participan de forma rotatoria cada 3 años5. Del mismo modo, la adopción de

recomendaciones y reportes, para su consideración en la Asamblea General,

requiere del consenso de todos los Miembros del Comité6.

Durante la Guerra Fría, las principales superpotencias, los Estados Unidos y

la URSS, se enfrentaron en una ‘carrera espacial’. En 1957, el satélite soviético

Sputnik-I consiguió circunnavegar la órbita terrestre, reavivando la necesidad de

regular la exploración espacial, en consecuencia, en 1959, se creó un comité

permanente para supervisar la utilización pacífica del espacio ultraterrestre: el

COPUOS7.

El COPUOS estaría a cargo de, por un lado, la revisión de la cooperación

internacional en materia espacial, y, por otro, el estudio de mecanismos de

implementación de los programas de uso pacífico del espacio ultraterrestre bajo la

ONU8. De la misma manera, es el órgano responsable de coordinar los esfuerzos de

las agencias especializadas de la ONU incluyendo a organismos

1
Frans von der Dunk, International organizations in space law, p. 274
2
Diaderies-Verschoor and V. Kopal, An Introduction to Space Law, p. 23
3
Gennady Zhukov and Yuri Kolosov, International Space Law, p. 25
4
A/RES/74/82
5
A/RES/35/16
6
Ver nota 3 supra, p. 26
7
Ver nota 1 supra, p. 273
8
A/RES/1472 (XIV), para 1(a)

7
intergubernamentales y no gubernamentales (ONGs) en todo lo referido a asuntos

del espacio ultraterrestre9.

II. DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA

La discusión respecto de la legalidad de la propiedad ultraterrestre responde

a los recientes avances en la incorporación de sectores no gubernamentales en la

exploración, y posible explotación del espacio ultraterrestre. La legislación

internacional regulando este ámbito data de antes de inicios del siglo XXI, momento

en el que el avance de los sectores privados no es objetivamente comparable al de

hoy con ambiciosos proyectos como SpaceX.

En ese sentido, en tanto en cuanto el derecho internacional no puede resultar

ajeno a un espectro de actividades con potencial de repercutir en el equilibrio del

espacio ultraterrestre10, el COPUOS está facultado para abordar esta problemática

y formular recomendaciones que esclarezcan la postura jurídica. En consecuencia,

la discusión se enmarcará dentro de los tratados internacionales que conforman el

corpus jurídico-normativo del espacio ultraterrestre, y su necesaria actualización o


reformulación a la luz de los avances tecnológicos actuales.

9
Ver nota 3 supra, p. 29
10
Ronald Dworkin, Law’s Empire, p. 11

8
Existen dos principales tratados internacionales cuyo objeto concierne la

regulación sobre las actividades, incluyendo la explotación y exploración, que

conciernen al espacio ultraterrestre, refiriéndose a la Luna y otros cuerpos celestes.

Por un lado, el Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los

Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y


otros cuerpos celestes (en adelante, ‘Tratado sobre el espacio ultraterrestre’) y, por
otro, el Acuerdo que debe regir las actividades de los Estados en la Luna y otros

cuerpos celestes (en adelante, ‘Acuerdo sobre la Luna’).


El Tratado sobre el espacio ultraterrestre establece en su Artículo II que

[e]l espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes no

podrá ser objeto de apropiación nacional por reclamación de

soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera11

Por otro lado, el Acuerdo sobre la Luna, el cual, según el artículo 1(1), es

aplicable mutatis mutandis a otros cuerpos celestes del sistema solar, estipula en su

artículo 11 que

(1) La Luna y sus recursos naturales son patrimonio común de la

humanidad

(2) La Luna no puede ser objeto de apropiación nacional mediante

reclamaciones de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra

manera

(3) ...ni superficie ni subsuperficie de la Luna ni ninguna de las partes

o recursos naturales podrán ser propiedad de Estados, organizaciones

11
A/RES/2222 (XXI), Anexo

9
internacionales, gubernamentales o no gubernamentales, nacionales

o entidades no gubernamentales o personas físicas.12

Ambos preceptos codifican el principio del derecho del espacio ultraterrestre

de la no apropiación; la misma naturaleza del espacio ultraterrestre impide esta

apropiación, y existe un consenso de no conceder reclamaciones territoriales sobre

cuerpos celestes13. Esto se reafirma en que, siguiendo una interpretación

teleológica, la mens legislatoris del precepto tiene vocación expansiva, toda vez que

los entes privados no desempeñaban un papel clave, como hoy, en la exploración y

explotación espacial como los Estados, elemento que, al dirigirse respecto de sujetos

capaces de realizar estas actividades en el espacio, no excluye per se a los entes

privados14.

Máxime lo anterior si, bajo una interpretación sistemática, los demás

preceptos del tratado, en especial el Artículo IV, atribuyen responsabilidad

internacional a los Estados por las actividades de “entes gubernamentales o no

gubernamentales” de su nacionalidad por actividades realizadas en el espacio

ultraterrestre15. En este sentido, no puede existir un derecho a la propiedad respecto

del suelo de un cuerpo celeste si este no es reconocido jurídicamente por un ente

legitimado y capaz para ello. Debido a que el tratado impide a los Estados reclamar

soberanía sobre este suelo, sería contradictorio que los sujetos privados de esos

Estados sí pudieran hacerlo, ya que los Estados no podrían reconocerles un derecho

que implicaría una violación de una obligación internacional contraída por ese mismo

Estado16.

En consideración de que, efectuando la interpretación literal del precepto,

conforme a la regla general de los artículos 31 y 32 de la Convención de Viena sobre

12
A/RES/34/68, Anexo
13
Zhukov and Kolosov, pp. 48-49
14
Fabio Tronchetti, Legal aspects of space resource utilization, p. 779
15
Ibid.
16
Ibid., p. 780

10
el Derecho de los Tratados, es clara la ambigüedad respecto al alcance de

“apropiación nacional”, el Instituto Internacional del Derecho del Espacio

Ultraterrestre concluyó en 1966 que el principio de no apropiación abarca tanto a

entidades públicas como privadas17. Por ello, un sector de la doctrina entiende al

espacio ultraterrestre y cuerpos celestes como res communis omnium en tanto en

cuanto bienes protegidos por el derecho internacional al ser dirigidos al ‘beneficio

de toda la humanidad’18. Siendo nunca esta consideración excluyente del

aprovechamiento, para fines científicos o económicos, del espacio ultraterrestre y

cuerpos celestes. En conclusión, la proyección de la soberanía nacional sobre el

espacio aéreo acaba tras la exosfera, y, es en el espacio exterior que el régimen

convencional es aplicable19.

Aunque el Tratado sobre el espacio ultraterrestre es desarrollado en el

Acuerdo sobre la Luna respecto a la cuestión de la propiedad privada del espacio


ultraterrestre y los cuerpos celestes, este último tratado marca un nuevo estándar

de protección. El Acuerdo se refiere al ‘patrimonio común de la humanidad’ y ya no

al ‘interés y mejor provecho de la humanidad’ del Tratado, en donde se contiene una

exploración sin discriminación tomando en cuenta los intereses de todos los

Estados20. La referencia expresa a un ‘patrimonio común’ circunscribe la exploración

y uso del espacio ultraterrestre y de cuerpos celestes a un régimen internacional que

garantice una gestión ordenada, distribución equitativa de los beneficios de los

recursos extraídos, sin perjuicio del deber de proteger este espacio21. Este

reforzamiento de la protección del espacio ultraterrestre bajo un régimen

convencional responde a aprovecharlo de forma responsable, orientado a obtener

17
Proceedings of the 8th Colloquium on the Law of Outer Space, Stevens and Sons, London,
1966: p. 468. Citado en Zhukov and Kolosov, p. 49
18
Ver nota 14 supra.
19
Diaderies-Verschoor and V. Kopal, An Introduction to Space Law, p. 26
20
Ver nota 19 supra, p. 50
21
Ver nota 14 supra, p. 784; nota 19 supra, p. 51

11
recursos del que la comunidad internacional se beneficie sin, por ello, desequilibrar

ni contaminar esta área.

No obstante, existe una discrepancia respecto del alcance de la prohibición

de no apropiación en el precepto del tratado. Un sector doctrinal entiende que la

interpretación del Artículo II comprende un presupuesto de res extra commercium

del que no cabe exclusión per se del tratamiento del espacio ultraterrestre y los

cuerpos celestes como bienes objeto de derechos reales 22. Esto deriva de la

interpretación conjunta del precepto del artículo II con el artículo 11 del Acuerdo

sobre la Luna en el que, visto la casi nula ratificación de este tratado, se defiende la
necesidad de reconsiderar la regulación de apropiación por entes privados de

recursos en cuerpos celestes23.

Mientras que, otro sector sostiene que la proscripción del artículo II no impide

la extracción de recursos por entes privados siempre que no reclamen la soberanía

sobre el suelo del cuerpo celeste de origen24. En esta línea, la mayor discrepancia

radica en la relación entre Estados con presencia en actividades espaciales y

aquellos que no. En tanto en cuanto son los primeros los que asumen los riesgos y

costes de la exploración y explotación del espacio ultraterrestre, los segundos

podrían suponer una carga al tomar ventaja de los beneficios de la posición sin

necesariamente efectuar gasto alguno25.

En esta misma línea, la proscripción del artículo 11 del Acuerdo sobre la Luna

supone un desincentivo a la exploración y explotación espacial en sí mismo. Declarar

ex lege que ningún Estado o ente privado puede reclamar la propiedad sobre el
suelo de un cuerpo celeste, en especial por los recursos que extraiga, impide la

aplicación de un marco legal que favorezca el desarrollo económico del mercado

22
Wian Erlank, Property Rights in Space: Moving the Goal Posts So the Players Don't Notice, p. 4
23
Ibid., p. 5
24
Sarah Coffey, Establishing a Legal Framework for Property Rights to Natural Resources in Outer
Space, p. 125
25
Ibid., p. 128

12
espacial26. Esto responde a la interpretación sistemática del artículo II junto con el

artículo I sobre el cual la doctrina entiende el término “uso” como dirigido a permitir

cierta forma de apropiación en lo que facilite la exploración del espacio

ultraterrestre27.

Estas tres anteriores posturas contrarias a la proscripción se resumen en la

consideración con base al potencial lucro y de la necesidad de establecer un régimen

que atraiga la inversión y exploración espacial. La consideración doctrinal es clara

respecto a la ambigüedad con que el régimen internacional del Acuerdo se

establecerá, y, de qué manera garantizará una distribución equitativa sin producir

pérdidas en las inversiones de Estados y entes privados con presencia en

exploración espacial28.

La alta intensidad del carácter restrictivo de la proscripción, en contraposición

al artículo II del Tratado, desmotivó a Estados con presencia en la exploración

espacial como los EE.UU, la Federación Rusa y la RPC en ratificar este Acuerdo29. Al

no esclarecer el concepto de ‘patrimonio común de la humanidad’ ni las bases

respecto de las cuales un régimen internacional se establecerá para gestionar esta

exploración y uso de recursos extraterrestres30, opera una falta de certeza de la que

se predica incertidumbre sobre la plausibilidad de este mecanismo.

Atendiendo a la consideración de los tratados y de la costumbre como

fuentes del derecho internacional del espacio ultraterrestre 31, corresponde analizar

la fuerza normativa de estos textos codificadores de los principios referidos a la

exploración y uso del espacio.

26
Rand Simberg, Property Rights in Space, https://www.thenewatlantis.com/publications/property-
rights-in-space
27
Kurt Anderson Baca, Property Rights in Outer Space, 58 J. Air L. & Com. 1041 (1993), p. 1066
28
Ver nota 14 supra, p. 786
29
Nahal Toosi, Who owns the moon?, The Agenda,
https://www.politico.com/agenda/story/2019/06/13/space-travel-moon-resources-000899/
30
Ver nota 14 supra, pp. 786-787
31
Frans von der Dunk, International space law, p. 31

13
El Tratado sobre el espacio ultraterrestre, a la fecha, ha sido ratificado por

110 Estados Miembros, incluyendo a los Estados con presencia en las actividades

de exploración espacial, tales como los Estados Unidos, la Federación Rusa, los

Estados Miembros de la Unión Europea (UE), India y la República Popular China 32.

En tanto en cuanto están presentes aquellos Estados que desarrollan actividades

espaciales, reafirma el valor normativo del contenido del tratado, incluyendo el

principio de no apropiación del res communis omnium.

Por el contrario, el Acuerdo sobre la Luna, solo cuenta con 18 ratificaciones,

de las cuales ninguna es de un Estado con presencia en la actividad espacial salvo

las firmas de Francia e India33; razón por la cual la doctrina concuerda en reconocer

el fracaso de este tratado34, así como negar su posible correlación con la costumbre

internacional sobre el espacio ultraterrestre visto el rechazo por Estados implicados

directamente en estas actividades35.

32
United Nations Office for Outer Space Affairs, 2020, Status of International Agreements Relating
To Activities in Outer Space as at 1 January 2020.
https://www.unoosa.org/documents/pdf/spacelaw/treatystatus/TreatiesStatus-2020E.pdf
33
Ibid.
34
Ver notas 23, 25, 26 y 30 supra.
35
Ver nota 27 supra, p. 1069

14
III. SITUACIÓN ACTUAL

La disciplina se enfrenta hoy a problemas como la delimitación aéreo-

espacial, la monopolización de las telecomunicaciones, la militarización del espacio

sideral y su privatización, la disposición de los desechos espaciales, la

responsabilidad internacional por daños en este sector, el turismo espacial, así como

los desafíos que plantean las plataformas orbitales que ya son una realidad

experimentada y cuya tendencia a la expansión está recalcada

(del Skylab, el Spacelab y la Mir, a la Estación Espacial Internacional).36

En este sentido, un sector creciente de la doctrina jusinternacionalista es

aquel del problema de la intervención en el espacio exterior por parte de las

entidades privadas (personas físicas o jurídicas) y de las entidades públicas (Estados

y organismos internacionales), así como las semi-públicas que puede revestir,

respectivamente, dos manifestaciones concretas y precisas: por un lado, el de

la privatización propiamente dicha y, por el otro, el de la apropiación estatal

o extensión de las potestades soberanas o competenciales al ámbito ultraterrestre.


En efecto, recientemente se han presentado diferentes casos de individuos o

personas físicas y de compañías, empresas o sociedades mercantiles que han

pretendido crear, alegar, disponer, adquirir e incluso transmitir derechos de

propiedad sobre algunas partes del espacio, los cuerpos celestes y principalmente

sobre la Luna, el único satélite natural de la Tierra. Los gobiernos de algunos

Estados, yendo en contra el espíritu de la normativa internacional vigente, han

realizado reivindicaciones de soberanía sobre segmentos del espacio, con la

esperanza de lograr reconocimiento de supuestos derechos adquiridos por

“contigüidad”, ocupación u otros medios similares, y obtener ganancias económicas

a través de la renta, por ejemplo, de lugares en la órbita geoestacionaria para la

36
Juan Carlos Velásquez Elisarrás, 2013, El derecho del espacio ultraterrestre en tiempos
decisivos: ¿estatalidad, monopolización o universalidad?, Anuario Mexicano de Derecho
Internacional vol. 13, https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1870465413710511

15
colocación, operación, uso, o arrendamiento incluso, de satélites artificiales

matriculados por otros países.

En el Tratado del Espacio de 1967 se indica que “El espacio ultraterrestre,

incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrán ser objeto de apropiación


nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra
manera”, y todos los signatarios se obligan a no aplicar la costumbre internacional
en la adquisición de nuevos territorios fuera de la Tierra. El estatus de ratificación

del Tratado, a agosto de 2012 es de poco más de 100 Estados, considerando a

todos aquellos que disponen de alta tecnología espacial, mismos que renuncian

jurídicamente a la práctica consuetudinaria de res nullius. Con el paso del tiempo,

este precepto no ha sido cuestionado, por lo que distintos autores confirman que ha

devenido en una nueva forma de costumbre internacional, es decir, la de obligarse

por los Estados a no apropiarse de nuevos territorios en el espacio ni de los cuerpos

celestes, hayan o no ratificado el instrumento.

Respecto a los particulares, es necesario analizar la aplicación del Tratado en

dos niveles, respecto de los individuos y por cuanto toca a las compañías privadas.

En el primer caso, es oportuno recordar algunos ejemplos de la actividad individual

en el espacio exterior en tiempos recientes. A finales de septiembre de 2010, una

compañía rusa (Orbital Technologies) dio a conocer sus planes de instalar un hotel

espacial con cuatro habitaciones y que podría estar en órbita en 2016; cuyos

huéspedes viajarían en una nave espacial Soyuz. Así mismo, el caso clásico del

estadounidense Denis Hope, quien argumentó tener propiedad sobre la Luna

escudándose en el Acta Homestead, procediendo a enviar cartas de notificación a

los gobiernos de Estados Unidos, de la ex URSS e incluso, a las Naciones Unidas.

Aunque no tuvo respuesta, insistió y aseguró públicamente que el Tratado del

Espacio no se le aplica a él como persona física, sino únicamente a los gobiernos,

por lo que no estaba obligado a respetarlo. En este sentido, destaca la opinión del

Instituto Internacional de Derecho Espacial, una organización internacional no

16
gubernamental que agrupa a especialistas en derecho espacial, que ha manifestado

públicamente que “las actividades de los individuos son actividades nacionales, por

lo que las declaraciones de propiedad privada sobre los cuerpos celestes están
prohibidas también para ellos”.
Por otro lado, en lo concerniente a la aplicación del Tratado de 1967 a las

compañías privadas o sociedades mercantiles particulares, cabe recalcar que el

derecho internacional público no adjudica a los Estados las actividades de sus

individuos. Si una persona física o moral comete una falta administrativa dentro o

fuera del territorio de su Estado y con ello viola los derechos de un extranjero u otro

Estado, el Estado de nacionalidad de tal persona jurídica no está obligado a asumir

responsabilidad internacional por estas actividades, aun cuando tales personas

hayan producido daños (responsabilidad objetiva).

En este punto preciso, la Carta del Espacio introduce una interesante norma

en el derecho internacional, con el acuerdo expreso de Estados Unidos y la Unión

Soviética, a través de su artículo VI, el cual indica a la letra que, los Estados partes

en el Tratado ‘serán responsables internacionalmente de las actividades nacionales

que realicen en el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, los
organismos gubernamentales o las entidades no gubernamentales y deberán
asegurar que dichas actividades se efectúen en conformidad con las disposiciones
del presente Tratado. Las actividades de las entidades no gubernamentales en el
espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, deberán ser
autorizadas y fiscalizadas constantemente por el pertinente Estado parte en el
Tratado […].”

El hecho es que continúa creciendo el número y proyectos espaciales en que

intervienen grandes transnacionales norteamericanas con desarrollo de alta

tecnología en la materia (algunas de ellas encubiertas bajo la denominación de

entidades “mixtas” o “semipúblicas”, figuras ambas no contempladas

suficientemente por el derecho internacional público).

17
Otro cuestionamiento que debe plantearse es si es posible calificar de

“actividad espacial” el que un individuo persona física declare públicamente que

tiene propiedad sobre la Luna y otros cuerpos celestes, sin apropiarse

materialmente, y luego proceda a vender terrenos de ellos. Sobre el particular, el

criterio del Instituto Internacional de Derecho Espacial ha reprobado

categóricamente la creciente tendencia de individuos de declarar a la Luna y otros

cuerpos celestes como propios y proceder a vender abiertamente con terrenos. Sin

señalar a ninguna nación en específico, este Instituto elevó en 2004, reiterado en

2007, 2009 y 2011, un llamado a todos los Estados de apegarse a la Carta del

Espacio y responder con firme rechazo a este tipo de declaraciones. Estos hechos

ponen de relieve que tales declaraciones de propiedad y la subsecuente venta de

terrenos fuera de la Tierra se consideran actividades espaciales, aun cuando los que

declaran ser propietarios o los compradores no tengan la posibilidad de tomar

posesión física de tales terrenos en los cuerpos celestes.

IV. CASOS DE ESTUDIO

Propiedades en la Luna
Pese al Tratado de las Naciones Unidas sobre Espacio Exterior de 1967 al

inicio de la conquista espacial, que prohíbe que ningún gobierno reclame como suyo

18
cualquier cuerpo celeste, dicho tratado no incluyó a personas particulares. El

estadounidense Dennis Hope aprovechó la ley de la era de los pioneros de ese país

de 1862, “Homestead Act”, la cual permite que una persona se apropie de parcelas

sin dueño, siempre y cuando la registre a su nombre y nadie presente protesta en el

transcurso de ocho años. En este sentido, en 1980, Dennis Hope fundó su llamada

“Embajada Lunar”, con la cual ha vendido en todo el mundo alrededor de 1,6

millones de parcelas en el satélite natural de la Tierra. Mientras que hace unos años

estos terrenos consistían de varios cientos de metros cuadrados, ahora se venden

acres, unos 4000 metros cuadrados por terreno.

Cabe remarcar que el Acuerdo de la Luna fue examinado y elaborado por la

Subcomisión de Asuntos Jurídicos de 1972 a 1979, siendo adoptado por la

Asamblea General en 1979. Sin embargo, no fue hasta junio de 1984 que el quinto

país, Austria, ratificó el Acuerdo, lo que le permitió entrar en vigor. El Acuerdo

reafirma y desarrolla muchas de las disposiciones del Tratado sobre el espacio

ultraterrestre aplicadas a la Luna y otros cuerpos celestes, siempre que esos cuerpos

se utilicen exclusivamente con fines pacíficos, que no se perturbe su entorno y que

se informe a las Naciones Unidas de la ubicación y el propósito de cualquier estación

establecida en esos cuerpos. Además, el Acuerdo establece que la Luna y sus

recursos naturales son patrimonio común de la humanidad y que debe establecerse

un régimen internacional para regular la explotación de esos recursos cuando dicha

explotación esté a punto de ser factible.

En el caso de declaraciones de propiedad sobre cuerpos celestes y la

comercialización de los mismos, las autoridades de Estados Unidos y otros países

aplican su legislación hasta que se presenta una demanda ante una corte. En este

sentido, interviene la exhortación por parte del Instituto Internacional de Derecho

Espacial que llama a los Estados a tomar medidas activas (informar a los nacionales)

19
para evitar la violación del Tratado de Espacio por individuos y compañías privadas.

Este Instituto ha afirmado que las demandas de propiedad privada por individuos

no se transforman en legales por el silencio de las autoridades al respecto.

Aunque las actividades comerciales de la mencionada compañía Embajada

Lunar no han sido retadas ante una corte en los Estados Unidos, las declaraciones

de propiedad sobre un asteroide ya han sido juzgadas en este país, donde se ha

constatado que el Tratado del Espacio se aplica a individuos y a compañías privadas.

En la práctica, hasta ahora, en la situación particular de la Luna y otros

cuerpos celestes, ningún Estado se ha atrevido a respaldar las declaraciones de

propiedad de individuos o compañías privadas, ni la comercialización de predios en

esos cuerpos siderales, por lo que es válido concluir que dichas declaraciones y

transacciones carecen enteramente de valor legal en los órdenes nacional e

internacional.

SpaceX
Space Exploration Technologies Corporation (SpaceX) es una empresa

aeroespacial estadounidense con sede en Hawthorne (California), EE. UU. Fue

fundada en 2002 por Elon Musk con el objetivo de crear tecnologías para reducir los

costos de acceso al espacio y permitir la colonización de Marte. La compañía

desarrolló los lanzadores Falcon 1, Falcon 9 y Falcon Heavy y las cápsulas Dragon

20
y Dragon 2, para el transporte de carga y astronautas hacia y desde la Estación

Espacial Internacional.

En septiembre de 2016, el CEO Elon Musk dio a conocer el Sistema de

Transporte Interplanetario, una iniciativa financiada con fondos privados para

desarrollar tecnología de vuelo espacial para vuelos interplanetarios. En 2017, Musk

informó acerca de una configuración actualizada del sistema (Starship), que será el

cohete más grande de la historia, programado para lanzarse en 2021.

En la actualidad, SpaceX mantiene acuerdos con la NASA para enviar

misiones de reabastecimiento de combustible a la Estación Espacial Internacional

(contratos de Servicios de Reabastecimiento Comercial) y astronautas (Programa

de Tripulación Comercial), así como con el Departamento de Defensa de Estados

Unidos y empresas privadas para el lanzamiento de satélites.

En relación a la ambición de Musk de colonizar el planeta marciano, es aún

incierto cómo el primer aterrizaje humano en Marte cambiará las políticas actuales

con respecto a la exploración del espacio y la ocupación de cuerpos celestes. Dado

que el planeta Marte ofrece un entorno desafiante y obstáculos peligrosos para que

los humanos los superen, las leyes y la cultura del planeta probablemente serán muy

diferentes a las de la Tierra. En este sentido, tras el anuncio por parte de Elon Musk

acerca de sus planes para viajar a Marte y colonizar el planeta, no está claro cómo

se desarrollará la dinámica de una empresa privada que posiblemente sea la primera

en llevar a un ser humano a Marte a escala nacional y mundial.

V. POSICIÓN DE CADA BLOQUE

La exploración espacial comprende una división tangible entre los Estados

con presencia en este sector y aquellos Estados que no disponen de los medios

materiales necesarios para sostener una industria espacial. Esto se explica en el

21
estatus actual de ratificación del Acuerdo sobre la Luna de 1979, del cual son partes

al tratado Estados sin capacidad de emprender actividades económicas o de

investigación en el espacio ultraterrestre37.

Empero, puede resultar contradictorio que la resolución, cuyo Anexo era el

Acuerdo sobre la Luna, fuese adoptada por consenso 38 en la Asamblea General, más
nunca fue ratificada por una cantidad de Estados comparado con el Tratado sobre

el espacio ultraterrestre.
Por un lado, se encuentran los Estados que reconocen la propiedad privada,

por parte de particulares, del suelo de cuerpos celestes, incluyendo recursos del

espacio ultraterrestre. En esta línea, los Estados Unidos y Luxemburgo, al haber

adoptado una legislación consecuente con esta posición, preconizan un

reconocimiento jurídico de la posibilidad de que sujetos privados adquieran la

propiedad de la superficie de donde extraigan recursos naturales en el espacio

ultraterrestre39.

Por otro lado, la Federación Rusa es enérgica en su rechazo de acciones

unilaterales en el marco del derecho del espacio ultraterrestre, por ello, apuesta por

una regulación internacional que favorezca la certeza jurídica en la exploración

espacial40.

En la misma línea, el G77, junto con la República Popular China expresaron

su conformidad con la idea de una explotación pacífica y sostenible de los recursos

naturales del espacio, bajo el concepto de “patrimonio de la humanidad”, en el marco

37
Ver nota 24 supra.
38
United Nations Digital Library. Agreement Governing the Activities of States on the Moon and the
other Celestial Bodies : resolution / adopted by the General Assembly.
https://digitallibrary.un.org/record/621548?ln=en
39
Lorenzo Gradoni, 2018, What on Earth is Happening to Space Law?, Blog of the European
Journal of International Law, https://www.ejiltalk.org/what-on-earth-is-happening-to-space-law-a-
new-space-law-for-a-new-space-race/
40
A/AC.105/L.304, p. 7

22
de una distribución equitativa de los beneficios respecto de los Estados en vías de

desarrollo41.

Finalmente, cabe destacar la postura de la Unión Europea (UE). El Tratado de

Funcionamiento de la UE (TFUE), instrumento normativo que regula la operatividad

en el marco de ejercicio de competencias atribuidas a la Unión, estipula que

[a] fin de favorecer el progreso científico y técnico, la competitividad industrial

y la aplicación de sus políticas, la Unión elaborará una política espacial

europea. Para ello podrá fomentar iniciativas comunes, apoyar la

investigación y el desarrollo tecnológico y coordinar los esfuerzos necesarios

para la exploración y utilización del espacio.42

En ese sentido, la Unión no preconiza, prima facie, un intento por legitimar la

propiedad, por parte de entes privados, de recursos en el espacio ultraterrestre; no

obstante, el TFUE no faculta a la Unión a armonizar la legislación de los Estados

miembros en materia del espacio ultraterrestre43. Sin perjuicio de lo anterior, la

Unión busca integrar las actividades de exploración y utilización con los valores que

promueve, entre ellos, la sostenibilidad, asimismo, es favorable a compartir los

beneficios de las actividades de exploración con los Estados africanos, y redirige su

política espacial a un marco de cooperación internacional bilateral con otros Estados

con presencia espacial44.

VI. CUESTIONES QUE LA RESOLUCIÓN DEBE RESOLVER

41
Statement of the Group of 77 and China during the High-Level segment of UNISPACE +50 on
the occasion of the 61st session of the Committee on the Peaceful Uses of Outer Space, Vienna
20th June 2018, https://www.unoosa.org/documents/pdf/copuos/2018/hls/01_01E.pdf
42
Art. 189(1) TFUE.
43
Art. 189(2) in fine TFUE.
44
Commission Communication 'Towards a space strategy for the European Union that benefits its
citizens' COM(2011) 152 final, https://eur-lex.europa.eu/legal-
content/EN/TXT/?uri=CELEX:52011DC0152

23
El Comité, en el marco de su mandato, debe considerar elaborar una

propuesta de lege ferenda que pretenda resolver la laguna interpretativa del

concepto de apropiación en el derecho internacional del espacio ultraterrestre. Con

todo lo anterior, el COPUOS no debe buscar necesariamente una enmienda a los

tratados internacionales existentes, sino adoptar un marco fiel a los intereses de los

Estados participantes en la sesión y que responda adecuadamente a las exigencias

actuales en el uso del espacio. Con ello, la posible resolución que el Comité adopte

para ser discutida en la Asamblea General debe ser consciente de la importancia de

asegurar la vinculación de los Estados con presencia espacial y de la responsabilidad

bajo un concepto consensuado de la propiedad o de explotación pacífica en el

espacio ultraterrestre.

1. ¿Debería el COPUOS revisar su propuesta del Acuerdo sobre la Luna o

plantear un nuevo marco de negociaciones y discusión sobre el concepto de

apropiación?

2. ¿De qué manera pueden las Naciones Unidas contribuir en el uso sostenible

y controlado, a la luz de los avances y descubrimientos, del espacio

ultraterrestre?

3. ¿Debería el espacio ultraterrestre, y los cuerpos celestes que forman el

sistema solar, ser considerados como un patrimonio de toda la humanidad o

es preferible alguna otra fórmula legal?

4. ¿Cómo podría el COPUOS reconciliar la disparidad entre los Estados con

presencia espacial y los que no en relación con la redistribución de los

beneficios económicos y científicos del uso del espacio ultraterrestre?

24
VII. BIBLIOGRAFÍA

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12 December 1959, https://www.unoosa.org/pdf/gares/ARES_14_1472E.pdf

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3 November 1980, https://www.unoosa.org/pdf/gares/ARES_35_16S.pdf

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January 2020,

https://www.unoosa.org/res/oosadoc/data/resolutions/2019/general_assembly_74

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610 UNTS 8843 (entered into force 10 October 1967)

Agreement Governing the Activities of States on the Moon and Other Celestial
Bodies, 18 December 1979, 1363 UNTS 23002 (entered into force 11 July 1984)

25
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into force 27 January 1980)

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26
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happening-to-space-law-a-new-space-law-for-a-new-space-race/

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04_0_html/AC105_L304E.pdf

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UNISPACE +50 on the occasion of the 61st session of the Committee on the

Peaceful Uses of Outer Space, Vienna 20th June 2018,

https://www.unoosa.org/documents/pdf/copuos/2018/hls/01_01E.pdf

27

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