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EL QUESO Y LOS GUSANOS

El cosmos, según un molinero del siglo XVI)

(Carlo Ginzburg)

Reseña

Alumno: José Antonio Elías Bernal

Profesor: Manuel Herrero Sánchez

Asignatura: Fundamentos de historia moderna

Plan de estudios: Grado en Humanidades

Curso y grupo: 2º (2º semestre) EPD-11

Fecha: Marzo 2014

Antes era válido acusar a quienes historiaban el pasado de consignar únicamente «gestas de
reyes». Hoy día ya no lo es, pues cada vez se investiga más sobre lo que ellos callaron,
expurgaron o simplemente ignoraron. «¿Quién construyó Tebas de las siete puertas?» (...) Las
fuentes nada nos dicen de aquellos albañiles anónimos, pero la pregunta conserva toda su carga.

Con esta alusión a la entonces incipiente corriente de la microhistoria comienza


Carlo Ginzburg el prefacio de El queso y los gusanos, obra considerada como
importante exponente de esta disciplina historiográfica que se caracteriza por la
reducción de la escala sobre el estudio del pasado. A través de la actas de un proceso
inquisitorial llevado a cabo en el siglo XVI en la región italiana del Friuli nos ha llegado
hasta nuestros días información sobre un molinero cuyos discursos sobre su visión
cosmológica, además de llevarle frente al Santo Oficio, le convierten en un individuo
peculiar a ojos de la historiografía cultural posterior. Ginzburg expone al lector en esta
obra el caso de Menocchio, que así se llamaba el molinero, tras una tesis dirigida a la
relación de esta visión cosmológica con su contexto cultural propio de la Italia y la
Europa modernas. El resultado es un estudio articulado en capítulos cortos que siguen
una línea expositiva casi novelística y que dibujan a todos los niveles el ambiente en que
Menocchio se movió y transmitió sus ideas: su modo de vida, su relación con los
vecinos, la construcción de su cosmología... y una explicación a la aparición de una
heterodoxia individual tan llamativa para las autoridades eclesiásticas de la época.

El presente volumen de Muchnik Editores contiene el mencionado estudio de


Ginzburg precedido de un prefacio, también divido temáticamente en una decena de
capítulos, y seguido una sección de notas que ofrecen de forma detallada y directa
información sobre las actas inquisitoriales que cimentan el texto. La obra original fue
publicada en 1976 bajo el título Il formagio e i vermi, en 1981 traducida al castellano
para la editorial por Francisco Martín y reeditada en 1986.

El autor reflexiona en dicho prólogo sobre hasta qué punto puede la historia de
Domenico Scandella (nombre legal de Menocchio) ser de utilidad para el estudio de la
época. En el marco de la aludida microhistoria –advierte– «existe un riesgo de caer en
la anécdota (...). Pero no es un riesgo insalvable». Un molinero de las colinas del Friuli
del siglo XVI que pone en cuestión frente al público y las autoridades religiosas la
cosmología y el sistema eclesiástico adoptados por la comunidad no es un ejemplo
común. Sin embargo, se señala más tarde la cultura –un término reciente, préstamo de
la antropología cultural– como «una jaula flexible e invisible para ejercer dentro de ella
la propia libertad condicionada». Esto es: por muy atípico que resulte un individuo
siempre estará condicionado por su cultura. De ahí la importancia del estudio de la
cultura de la época para entender el caso de Menocchio y encuadrarlo dentro de ella. A
fin de cuentas, la historia avanza con cambios paradigmáticos en la cultura, por lo que
Ginzburg se propone encontrar la razón de este pensar revolucionario propio de un
individuo de a pie, condenado al anonimato por la historiografía tradicional.

Peter Burke parte en Cultura popular en la Europa moderna de un


«descubrimiento del pueblo», del encuentro de una cultura –o más bien de «un sistema
de significados, actitudes y valores compartidos, así como de formas simbólicas a través
de las cuales se expresa o se encarna»– propia de las clases subalternas o populares, que
no comenzó a ser de interés historiográfico hasta principios del siglo XIX. También
Ginzburg encuentra en el período moderno una distinción entre una cultura popular y un
cultura de élite, propia de los sectores eclesiásticos y nobiliarios. La popular es una
cultura cimentada en la tradición oral, lo que consecuentemente dificulta su estudio
retrospectivo. Menocchio, cuyo percibir del mundo floreció dentro de este conjunto de
saberes populares y orales, vio reflejadas por escrito todas sus declaraciones frente al
Santo Oficio en las actas inquisitoriales: de ahí la importancia de un caso como el que
nos ocupa. Lo atípico de las opiniones del molinero redundó en unos largos
interrogatorios por parte de unas autoridades que se interesaron en indagar con todo
detalle en su mundo intelectual y, por ello, también en unas actas en las que podemos
leer todas sus respuestas. Entre ellas, encontramos su visión cosmológica, la cual fue
obligado a repetir frente al tribunal en numerosas ocasiones.

Yo he dicho que, por lo que pienso y creo, todo era un caos... Y que aquel volumen poco a poco
formó una masa, como se hace el queso con la leche, y en él se formaron gusanos, y estos fueron los
ángeles; y la santísima majestad quiso que aquello fuese Dios y los ángeles, y entre aquel número de
ángeles también estaba Dios creado también él de aquella masa y al mismo tiempo.

Estas palabras del acusado por herejía son tomadas por el autor como un paradigma
del pensamiento que le llevó al tribunal, una hipótesis central que el molinero exponía
proféticamente a sus vecinos y que además da título al estudio. ¿Cómo un hombre del
siglo XVI, en el marco de una cultura popular y oral, puede destacar sobre la sociedad
con discursos como este? Ginzuburg da especial importancia a las lecturas que
Menocchio había acumulado: entre las que destaca El Florilegio de la Biblia, una obra
que gozó de amplia difusión manuscrita, que bebía de distintos autores y evangelios
apócrifos y que el procesado declaró «haber comprado por dos sueldos». Fue el único
libro que sabemos adquirido directamente por él, ya que el resto llegó a sus manos a
través de préstamos. Ginzburg describe, dentro del ámbito rural del molinero «una red
de lectores que superan el obstáculo de sus exiguos recursos financieros pasándose
libros unos a otros (...). Una intensa circulación que incluye a los curas (...) y hasta a las
mujeres». Pero no basta con conocer el afán lector de Menocchio dentro de este ámbito
de circulación cultural –sólo posible gracias a la implantación de una educación nulla
habita exceptione personatum– ya que el conocimiento demostrado por él difiere mucho
del presumido en las obras que leyó, dejando entrever un particular espíritu lector que
filtra en lugar de asimilar íntegramente. A lo largo del estudio, el autor señala diversos
casos que ilustran cómo la visión de Menocchio, defensor de una tolerancia religiosa y
una negación de la trinidad que le convirtieron en hereje, es fruto de una tergiversación
de sus lecturas llevada a cabo por la tradición oral en él predispuesta.

Con una actitud inconscientemente desprejuiciada se sirvió de los restos del pensamiento de otros
como si fueran piedras y ladrillos. Pero los instrumentos lingüísticos y conceptuables que pudo
procurarse no eran neutros ni inocentes (...). Con una terminología embebida de cristianismo, de
neoplatonismo, de filosofía escolástica, Menocchio intentaba expresar el materialismo elemental,
instintivo, de generaciones y generaciones de campesinos.

Las lecturas expandieron el mundo de Menocchio más allá de las lindes de su


pueblo natal, sí, pero fue un proceso encorsetado por este «filtro», por esta cultura
fundamentada en lo oral. Así, por ejemplo, se ve cegado por la diversidad paisajística y
social expuesta en Los viajes de Mandeville y explica una visión del cosmos mediante
una lenguaje abundante en metáforas de inspiración cotidiana: un queso del que surgen
gusanos ˗˗aparentemente por generación espontánea, como generalmente sostenía la
ciencia hasta los experimentos de Francesco Redi un siglo más tarde˗˗.

El queso y los gusanos nos proporciona de este modo una visión general de la
implantación de la cultura moderna en Europa de una forma que ha merecido ser el
prototipo de obra microhistórica. Tratar de explicar el mundo moderno desde la
perspectiva de un individuo anónimo se antoja una enorme y difícil tarea, por lo que
Ginzburg se ve obligado a tomar para ello un caso atípico y documentado. En el
interrogante de cómo un molinero se lanza a explicar el mundo y a cuestionar el dogma
católico mediante sus propias experiencias es el espíritu argumental de esta obra. «Dos
grandes acontecimientos históricos hacen posible un caso como el de Menocchio: la
invención de la imprenta y la Reforma», adelanta el autor en el prólogo, pero a medida
que nos sumergimos en el estudio de las actas vemos cómo van apareciendo
contradicciones no explicadas por la mera existencia de tales hechos históricos, sino por
la acumulación infructuosa en una persona de dos culturas que florecieron parejas
durante la modernidad: oral y escrita, popular y de élite. Un extraordinario caso
mediante el cual se nos abre, esta vez desde el lado mundano y popular, el «largo siglo
XVI»...

Bibliografía

-Burke, P. (1990) La cultura popular en la Europa moderna. Madrid: Alianza.


-Ginzburg, C. (1986) El queso y los gusanos: el cosmos, según un molinero del siglo
XVI. Barcelona: Muchnik.

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