Yo Soy La Vid
Yo Soy La Vid
Yo Soy La Vid
Supongamos que Jesús se haya detenido con los discípulos ante el templo, con la figura de
la vid, símbolo de Israel, esculpida en mármol a la vista con la luz de la luna llena, y mirando
hacia arriba dijera: “ésa no, Yo soy la vid verdadera…”, ¡qué enfático, qué dramático y qué
impresionante hubiera sido para los discípulos! Plummer se imagina que quizás estaban
todavía en el aposento alto y Jesús señalaba una rama de vid que entraba por la ventana. En
efecto, él estaba comparándose con el Israel nacional, “la vid” del AT, y afirmando que ésa
ya no era la verdadera, sino que estaba siendo reemplazada. Jesús se presenta como la vid
verdadera, genuina, ideal y perfecta. él y únicamente él, no la nación judía, ni el cristianismo
institucional que estaba por nacer, constituiría la vid nueva y verdadera (ver 1:9). La del AT
no cumplió el propósito de Dios, pero la nueva y verdadera sí lo haría. Nótese la relación
estrecha entre el Padre, quien es el labrador, y la vid, que es su Hijo. El término labrador
traduce un vocablo griego compuesto de “tierra” y “obra”, dando la idea de uno que trabaja
en la tierra. El Padre se presenta como realizando su voluntad por intermedio de su Hijo.
Es muy posible que al salir del lugar de la cena, y al estar caminando por Jerusalén en
dirección hacia el Huerto del Getsemaní, que Jesús y sus discípulos hubieran pasado cerca
del recinto del Templo, y puede ser que algo que vieron ahí ocasionó esta séptima
declaración "Yo soy". Desde tiempos antiguos se hacía comparación de Israel con una viña.
Así como el árbol cedro vino a ser un símbolo del Líbano (y hasta hoy figura así en su
bandera nacional), la vid siempre fue y aun es, un símbolo de la nación de Israel.
Según Josefo, el Templo entero estaba envuelto en enormes racimos dorados, algo sin duda
muy impresionante y fácil de notar. Puede ser que esa imágen dio el impulso para las
próximas palabras de Jesús.
En el Antiguo Testamento, la comparación de Israel con una vid es bastante frecuente.
Algunos de estos pasajes son:
Isaías 5 – La Parábola de la Viña Corrupta
Isaías 27 – La Viña Restaurada
Salmo 80:8-17 – La Vid de Egipto
Jeremías 2:21 – La Vid Escogida
Ezequiel 15, 17 y 19 – La Vid Inútil
Oseas 10:1 – La Viña idólatra
Oseas 10:1,2
La viña idolatra Israel es un viñedo frondoso, dando fruto para sí mismo; según la
abundancia de su fruto, así multiplicaba los altares; cuanto más rica era su tierra, más
hermosos hacían sus pilares sagrados. Su corazón es infiel; ahora serán hallados culpables;
el Señor derribará sus altares y destruirá sus pilares sagrados.
Salmo 80:8-17
Oh Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y seremos
salvos. Tú removiste una vid de Egipto; expulsaste las naciones y la plantaste.
Este hermoso y emotivo salmo, probablemente escrito por uno de los descendientes de Asaf
por motivo de la caída de Samaria o la invasión babilónica, repite la misma analogía de
Isaías, comparando a Israel con una viña que inicialmente fue fuerte y fructífera pero que ha
caído bajo la desgracia. Algo muy hermoso de este salmo es la oración por el Mesías, "el
hombre de tu diestra", "el hijo de hombre que para ti fortaleciste". La analogía de la viña con
Israel queda evidente con el clamor del salmista, "Restáuranos; haz resplandecer tu rostro
sobre nosotros y seremos salvos."
Estos y otros pasajes del Antiguo Testamente hacen uso de aquella parábola o analogía, de
la vid como representación del pueblo de Dios, la nación de Israel. Todo esto ilumina
intensamente el significado de las palabras de Jesús esa noche, rumbo al Getsemaní y al
arresto, "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador" (Juan 15:1).
Cometemos un error al leer e interpretar esta declaración sin tomar en cuenta su contexto
histórico y religioso. Jesús ha llegado al punto culmine de sus declaraciones "Yo soy". Todas
las previas declaraciones “Yo Soy” son una progresión de revelaciones acerca de la persona
de Jesús que nos llevan a esta última declaración. Hasta aquí se ha revelado como el
cumplimiento perfecto de todo los señalado en las fiestas e instituciones de Israel - el
Shabbat, la Pascua, Tabernáculos y Dedicación. El maná en el desierto, el cordero pascual,
el agua de la roca, la columna de fuego, los libertadores - Moisés y los Macabeos, la puerta y
el camino hacia el Padre - todos son tipos que apuntan hacia Cristo.
Pero ahora Jesús dice, "Yo soy la vid verdadera." En otras palabras, El está declarando ser
el “Israel verdadero." En El se cumplen todos los propósitos de Dios para Israel. Estar en
Cristo es estar en el verdadero Pueblo de Dios.
Para los lectores de este evangelio, cristianos judíos que sufrían los terribles efectos de
aposunagogos - ser expulsados de sus sinagogas y comunidades, el saber que al estar en
Cristo estaban en la verdadera vid, el verdadero pueblo de Dios, tiene que haber sido un
consuelo y una bendición extraordinarios.