Cultura y Crisis - Jean Franco

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CULTURA Y CRISIS

Actualmente se lleva a cabo en América Latina un debate sobre


el significado de la democracia, la nación y el papel que le corres-
ponde al intelectual. En este trabajo presento uno de los temas
principales de la polémica - el problema de la nación y del
nacionalismo - , que es importante porque no sólo influye en el
sistema literario sino también en un tipo específico de novela a
la que Fredric Jameson denomina "Alegoría del tercer
mundo"1.
A toda persona que siga de cerca la problemática de América
Latina no podrán menos que sorprenderle los términos en que
se analizan hoy la democracia, el papel de los intelectuales y la
participación de las masas en la vida pública. Uno de los rasgos
característicos de este debate es que, por lo menos en el nivel inter-
nacional, la iniciativa ya no está en manos de la izquierda, sino
que la han tomado los intelectuales neoconservadores, quienes no
necesariamente son antiimperialistas ni críticos del capitalismo.
Por ejemplo, en una mesa redonda sobre la cultura a fines del
siglo que tuvo lugar hace poco tiempo en Buenos Aires, Mario
Vargas Llosa afirmó agresivamente que prefería la libertad a la
igualdad, como si ambas cosas fueran incompatibles. En su inter-
pretación, la libertad es la libertad económica de la sociedad capi-
talista que, a su entender, inevitablemente produce desigualda-
des, y concluye diciendo que "si queremos reducir estas
desigualdades, esto va a significar necesariamente que el Estado
intervenga en nuestras vidas, lo cual implica, a su vez, una inevi-
table pérdida de libertad". La ecuación que hace Vargas Llosa

1 Véase " Third World Literature in the Era of Multinational Capital-


ism", Social Text, 1968, num. 15, 65-88.
412 JEAN FRANCO NRFH, XXXV

entre democracia y capitalism


debate sobre el significado de l
que, en una u otra forma, cons
los países del continente. Den
Vargas Llosa como integrante d
lectuales que, al igual que los n
den aspirar a que se los conside
rios, pueden señalar al gulag
defender las elecciones aun c
sólo la derecha y utilizar como
dad la pluralidad de opiniones e
en cuenta para nada que esa p
de poder muy desigual. Este
democracia hay que situarlo en
ticas internacionales que socava
noamericanas, por ejemplo las
las irrupciones en México por e
envío de tropas norteamerica
debate se sitúan los intelectual
especialmente en países como
de un gobierno militar), se ocup
que a menudo los lleva a rest
paira poner el acento en mov
Estos debates han ejercido un
ratura, y de modos diversos. E
definiciones de la democracia
suponen la desconstrucción d
incluyendo las de la literatura
ruptura de la jerarquía de los
sistema literario de los discurs
tura popular, y de las voces fem
ción hegemónica del nacionali
segundo lugar, porque el Estad
lista, ya no sólo se ve como pro
la participación democrática,
dad imaginaria". En otras p
dera ya como la expresión ine
nada tradición y un territorio
reciente2. Y una vez que la n
lismo pierde su verosimilitud,

2 Cf. BENEDICT ANDERSON, Imagined


and Spread of Nationalism, Verso, Lo
NRFH, XXXV CULTURA Y CRISIS 413

dar obsoletos toda una serie de m


correspondientes: la búsqueda de
ción de cierto tipo de paisajes y la
tipos de protagonista, como el i
la burguesía nacional.
Precisamente a causa de este ca
ficar la afirmación de Jameson d
turas metropolitanas con respecto
en que en esta última "la histori
es siempre una alegoría de la sit
sociedad del tercer mundo, siem
mulación esencializa una forma
minar el campo intelectual ni el m
su aparición, ni tampoco da cuent
rimenta esta alegoría nacional ant
de la parodia. Esto no invalida la
el canon dominante de las litera
literaturas que se han configura
o en relación con ella, sino que
de historizar las formas concret
esta relación.
Sin embargo, es innegable que en el periodo que siguió inme-
diatamente a la Independencia, la literatura latinoamericana fue
definida como una alegoría de la nación por la intelligentsia secu-
lar emergente. Así, Fernández de Lizardi, el primer novelista mexi-
cano, esbozó la tarea de estos intelectuales, que era la de conver-
tirse en asesores del nuevo príncipe e "imaginar en sus mentes
un reino al cual le iban a otorgar leyes y constituciones". Pero
el poder de lo que Ángel Rama denominó La ciudad letrada3 fue
tal que estos pretendidos Maquiavelos usurparon, por lo menos
en la imaginación, el puesto del propio príncipe. Así, los pensado-
res de la época posterior a la Independencia dedicaron toda su vida
a la Bildungsroman de la nación, y en este proyecto de construc-
ción de la nación pusieron en juego todos los géneros: la poesía,
el ensayo, la autobiografía, la alocución y particularmente la
novela.
Pero, al privilegiar la novela, que había adquirido importan-
cia en la metrópoli, la intelligentsia (cuyos hombres en este periodo
no eran sólo escritores sino también periodistas, políticos y "pen-
sadores") se vio obligada a reinventar o readaptar esta forma para
que pudiera cumplir las múltiples funciones que quería asignarle:

3 Ediciones del Norte, Hanover, 1984.


414 JEAN FRANCO NRFH, XXXV

didáctica (es decir, paradójicam


das), utópica, épica.
A pesar de lo elevado del pr
y de principios de este siglo p
que simples alegorías, articul
que casi siempre era un sustitu
samente la posición anómala de
curso metropolitano o negada
ciones hegemónicas dentro de
a que el éxito y el fracaso na
terminología sexual y las fuerz
minos de impotencia, virilida
tas. En un cuento puertorriqu
protagonista se castra en la B
"Una ciudad que se llama Sa
de esta simple alegoría nacio
Rómulo Gallegos, que present
zados por encima de la barbarie
lo rural, y que tiene una estr
el futuro de una nación integ
Aunque la nueva novela que
de 1940 conserva muchos rasgo
bres de los protagonistas: Arte
Cruz de Carlos Fuentes, el Sar
casa verde, de Vargas Llosa, o
marco temporal ya no es progr
las se representa a la nación
que se yuxtaponen tiempos dif
da lugar a un doble gesto: por
familiarización que yuxtapone
gesto rei vindicativo de re valo
el pasado de culturas no alfab
la modernización. Por lo tanto,
relacionado tanto con el moder
pero lo más llamativo es que
es el de la muerte, la novela c
muerto o de velar durante la a
este topos hasta su origen en M
su expansión múltiple señala
tiva. Basta mencionar El luto h
llero, de Onetti, Sobre héroes y
otoño del patriarca, de García M
de Fuentes y La casa verde, d
NRFH, XXXV cultura Y crisis 415

qué modo reiteradamente es


el cadáver, por el soldado de
por ejemplo, en El luto hum
restos de una comunidad ag
violencia se va hundiendo h
dación, y en la cual el tiemp
reemplazado por el tiempo ri
la aniquilación de la comuni
dad de construir una nación sobre la base de valores diferentes
de la violencia de Hobbes o con el surgimiento de otra clase que
no sea la burocracia posterior a la revolución que mantiene inde-
finidamente sus privilegios. En un registro un poco menos grave,
el cuento de García Márquez, "Blacamán, vendedor de milagros "
puede leerse como el relato de la legitimación del Estado moderno.
Al final del cuento, Blacamán el Bueno, quien al modo nietz-
scheano cuenta la historia de su triunfo sobre Blacamán el Malo,
tiene a este último sepultado en un mausoleo pero hace resucitar
el cuerpo muerto de su rival para que se oigan sus lamentos desde
la tumba. Del mismo modo que el Estado moderno adquiere su
legitimidad manteniendo vivo lo suficiente del pasado muerto para
que actúe como factor de disuasión... un poco como el siglo XIX
enterró y resucitó el periodo colonial con el fin de elaborar un dis-
curso secularizante. En La casa verde, de Mario Vargas Llosa, se
acarrea el cuerpo leproso de Fushía, fracasado pirata y empresa-
rio, hasta su muerte, y en La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuen-
tes, el topos de la agonía es disyuntivo y marca el fin de cierta
fuerza libidinal que podría haber sido fuente de energía para la
nación pero que quedó desplazada de cualquier finalidad produc-
tiva. La fragmentación simultánea y las infracciones temporales
de estas novelas no sólo están destinadas a que se las lea contra
las cronologías tradicionales de la historia lineal, sino también para
marcar el contraste entre la productividad de la literatura y las
repetidas frustraciones de la historia.
En la década de 1970 - periodo de gobiernos militares que
volvieron a poner en circulación el patriotismo para su propio pro-
vecho, y periodo también de intenso cuestionamiento del rígido
estatismo de los gobiernos, aun en países como México- se pro-
dujo un marcado viraje y se pasó de novelas que trataban de repre-
sentar a la nación en términos alegóricos a novelas que ponen en
primer término el descubrimiento del discurso nacionalista. Un
anticipo de esto lo encontramos en la novela de García Márquez,
MI otoño del patriarca que, si bien está estructurada sobre la vigilia
del cuerpo agonizante, a la que me refería antes, tiene muchos
416 JEAN FRANCO NRFH, XXXV

episodios en los cuales el lector


la nación del dictador ha sido inventada como discurso. El efecto
de comicidad tiene ciertas afinidades con el de Alicia en el país de
las maravillas. Así, en uno de los episodios el Dictador manda matar
al nuncio papal mientras éste cabalga a través de las montañas,
porque ha descubierto que la madre del Dictador no lo ha conce-
bido milagrosamente y que no fue parido por una virgen. Mien-
tras el nuncio se desbarranca por la hondonada, se precipita de
cabeza en las páginas de la literatura, los textos escolares y los
clisés históricos. En unas pocas líneas, García Márquez derrumba
el periodo colonial, en el cual la legitimación de la monarquía
dependía de su presunta divinidad, y lo reemplaza por el Estado
laico:

[el nuncio] iba cayendo en un vértigo sin fondo desde la cum-


bre de las nieves perpetuas a través de los climas sucesivos e instan-
táneos de los cromos de ciencias naturales del precipicio y el naci-
miento exiguo de las grandes aguas navegables y las cornisas
escarpadas por donde se trepaban a lomo de indio con sus herba-
rios secretos los doctores sabios de la expedición botánica, y las mese-
tas de magnolias silvestres donde pacían las ovejas de tibia lana que
nos proporcionaban sustento generoso y abrigo y buen ejemplo y
las mansiones de los cafetales con sus guirnaldas de papel en los bal-
cones solitarios y sus enfermos interminables y el fragor perpetuo
de los ríos turbulentos de los límites arcifinios donde empezaba el
calor4.

Aquí la conquista y la explotación toman la forma de un


extraño pastiche del material y las vidas heterogéneos que apare-
cen unidos bajo el rótulo de nación. García Márquez yuxtapone
la referencia a expediciones científicas europeas (como la de Hum-
boldt) - que vincula claramente con la explotación - con la lite-
ratura del siglo XIX {María, la clásica novela colombiana es la his-
toria de una inválida en una casa grande), con los clisés de los
libros escolares de geografía y las estampas de los viajeros del siglo
XIX. García Márquez claramente subraya el papel que le cabe
al nacionalismo en la tarea de homogeneizar textos tan dispares
que en conjunto pasan a configurar nuestra idea de "la nación' \
Reemplaza la versión alegórica de la nación, en la que la novela

4 GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, El otoño del patriarca, Plaza y Janes, Bar-


celona, 1975, pp. 153-154.
NRFH, XXXV cultura y crisis 41 7

delimitaba expresamente un ter


típicos, por la novela que, al con
la propia complicidad de la lit
ción de la historia de una clase
del país en su conjunto (de al
en el mismo momento en que l
nidad natural, se pone de manif
participa de una formación ideo
certante comprobación de que l
curso nacionalista - problemas
técnicas correspondientes de e
podían resolver por medio de
tido con estos mismos proced
Las novelas que me propong
el Supremo, de Roa Bastos, La o
Edgardo Rodríguez Julia y La g
Vargas Llosa - dan por sentad
cebía el siglo XIX, era en reali
un relato escrito por la ciudad
tan hacer de modos diversos y
reescribir esa narración.
Vale la pena destacar que dos de estas novelas provienen de
países como Paraguay y Puerto Rico, que son atípicos en Lati-
noamérica: uno constituyó una nación sin modernidad y en el otro
se dio la modernización sin que hubiera una nación. En Paraguay
la nación se configuró en contra de la penetración capitalista y
oponiéndose a la invasión de los Estados vecinos, Argentina y Bra-
sil. Bajo el. gobierno de Gaspar Rodríguez de Francia llegó a ser
un Estado bunker, una nación autónoma que no pudo desarrollarse
hasta convertirse en una sociedad moderna ni democrática. Puerto
Rico se modernizó, pero bajo la hegemonía de Estados Unidos
que hizo todo lo posible para impedir que llegara a ser una nación.
Ambas novelas toman el discurso de la Ilustración y no creen que
haya que escribir contra ese texto sino insertarlo en el presente
a modo de pastiche, como un arcaísmo deliberado. Puesto que
se trata de dos novelas sumamente extensas, sólo haré algunos
comentarios selectivos.
Yo el Supremo reproduce documentos encontrados en el enorme
archivo sobre la dictadura del Dr. Francia, los cuales, según el com-
pilador de la obra (que no se presenta como autor) incluyen veinte
mil legajos inéditos, además de periódicos, entrevistas grabadas
y cartas. Como observa el compilador, " Ya. habrá advertido el
lector que, al revés de los textos usuales, éste ha sido leído pri-
418 JEAN FRANCO NRFH, XXXV

mero y escrito después"5. Esto


Francia" y la historia del Para
como un efecto de estos textos
plemente, sino que los trabaja.
cimientos principales de la car
que llevó a cabo para lograr la
opuso a los intentos de usurpa
pasión por la integridad territ
prisión a los extranjeros que se
teorías políticas y las leyenda
figura, creadas por enemigos, o
dores y fabuladores.
En lugar de indicar directamen
tos reescribe la narración histó
cual queda destruida la caracterí
ción histórica, que es su impers
tiene varias consecuencias. Pone
existe entre el Dr. Francia como
inmortal, incorpórea, permanent
tal, el Dr. Francia, que tiene u
no puede sustraerse a la morta
las sensaciones corporales, a las i
vocadas por Patino - el secreta
pios recuerdos, y ni siquiera al
tura reinante. La paradoja de fu
del cuerpo individual está imp
se abre la novela y que la hace
ducido de puño y letra del dicta
senta como un decreto oficial
Francia, post mortem. Inmediata
mento falsificado, un pasquín es
nante. En realidad, la autentici
barse ni desmentirse. Dice así:

Yo el Supremo Dictador de la República. Ordeno que al acae-


cer mi muerte mi cadáver sea decapitado; la cabeza puesta en una
pica por tres días en la Plaza de la República donde se convocará
al pueblo al son de las campanas echadas a vuelo.
Todos mis servidores civiles y militares sufrirán pena de horca.
Sus cadáveres serán enterrados en potreros de extramuros sin cruz
ni marca que memore sus nombres.

5 "Nota final del compilador", en la 3a edición de Siglo XXI, Buenos


Aires, 1975, p. 467.
NRFH , XXXV cultura y crisis 4 1 9

Al término del dicho plazo, mando


dos y las cenizas arrojadas al río..

El pasquín es un símbolo del pr


su conjunto. Al usar la primera
no la admite, se destaca la diferenc
del Estado y el yo de una person
el sentido después de su muerte.
más creíble como falsificación si hu
curso impersonal del Estado pero,
cera persona por una primera, s
ción. Yo el Supremo habla tanto e
de nación. El Supremo Yo del Est
drado, abstracto, no puede ser iden
y, por lo tanto, no debería ser cap
pitación. Por otra parte, si se co
un ser humano que habla, entonces
de yo en el discurso ejecutivo del E
muertos no ejercen el poder... La
güístico no reside en una persona
La nación como el sitio de la inm
ciona continuidad aparece aquí
cuerpo/Estado. Pero, una vez que
habla como individuo, las cosas c
hay posibilidad de significado fi
una persona que habla o de un oy
el lenguaje mismo de la novela, q
bras, retruécanos, paronomasias y
subraya la inestabilidad de las p
Así, el Dr. Francia no es tanto
ción de una conjunción imposible d
junción que se hace posible a trav
la "persona". Roa Bastos transform
tura histórica en una situación or
tracciones y antiguos rencores de
ras en el discurso continuo del s
supremacía reside, al parecer, prec
de quienes lo constituyen.
Pero al mismo tiempo Roa Bast
habla una "persona real". El "yo"
a creer que "oímos" una voz. Per

* Ibid., p. 7.
420 JEAN FRANCO NRFH, XXXV

cortan en el medio y llevan glo


"quemado", "roto", "falta el f
recen comentarios marginales
sas y notas al pie, al lector nun
que habla está escrito.
De esta manera Roa Bastos pu
nalista latinoamericano con sus
la lucha por la autenticidad, l
guaje en el cual es algo intrínse
lo oral y lo escrito, la lucha po
que está basada en la identific
inevitablemente excluye todo
dad: las clases bajas, las mujer
a sí mismo como un cogito car
traerse del mundo material p
cia lógica de todo esto es que
descomposición del cuerpo, la
el cadáver, mientras al cuerp
de comer: de comerse el huev
de Francia, nunca empollará.
Aunque la novela de Roa Bas
mente como una novela de la
lo anecdótico: en última instancia lleva hasta el absurdo la idea
de la nación como inmortalización secular de los individuos, y
muestra cómo ese concepto de inmortalidad inevitablemente
excluye a las mujeres (asociadas con el ciclo mortal de nacimiento
y muerte), la cultura y la vida cotidiana de las clases populares.
Al desvalorizar la vida mortal, se sacrifica (patria o muerte) al
principio en el que la nación apoya su legitimidad.
La novela de Roa Bastos es, entonces, tanto una parodia como
una trasposición y, como todas las parodias, niega aquello que
parodia y deja como un signo de interrogación, o tal vez como
una posibilidad utópica, la otra nación posible basada en el plu-
ralismo, en el valor de la vida humana, en el diálogo.
A diferencia del Paraguay, que instituyó la idea de nación como
un modo de resistencia a la modernización según el modelo occi-
dental, en Puerto Rico la idea de nación ha sido siempre una fic-
ción, ficción escrita por una oligarquía nacional del azúcar, de
origen principalmente catalán, y que intentó hacer una historia
del Puerto Rico de los blancos negando el hecho de que la cultura
puertorriqueña siempre ha sido esencialmente negra. En su novela,
La oscura noche del bendito Aviles, Edgardo Rodríguez Julia subsana
esta omisión al escribir nuevos episodios de la historia puertorri-
NRFH, XXXV CULTURA Y CRISIS 421

quena, en particular la fundaci


habitada por esclavos fugitivos
ción inversa a la de Roa Bastos
de restituir al hablante vivo en el texto escrito con todas las con-
tradicciones qué esto supone, Rodríguez Julia restituye los docu-
mentos que corresponderían a mitos orales, leyendas, sueños y
pesadillas pornográficas que nunca formaron parte de la historia
oficial. Sólo tenemos tiempo para mencionar uno o dos aspectos
de esta extensa novela que hasta el momento ha aparecido en una
única edición de 1500 ejemplares.
La novela usa el recurso borgiano de describir una ciudad que
sólo se menciona en documentos apócrifos y promete contar su
historia. La fundación de la ciudad por el bendito Aviles, a quien,
cuando era niño, lo habían encontrado como a Moisés flotando
en el agua, se interrumpe en el momento mismo en que Aviles
señala el sitio en el que será fundada la ciudad, y la narración
se interrumpe mediante la digresión y las postergaciones que cons-
tituyen el grueso de la novela. En esta digresión se describen diver-
sos incidentes ocurridos antes de la fundación: el descubrimiento
del bendito Aviles flotando en el mar, cómo un obispo utilizó al
niño para fundar una secta herética, la ocupación de San Juan
Bautista por negros rebeldes y la campaña emprendida contra ellos
por el obispo Trespalacios y la secta de Aviles. Esta campaña se
describe en dos crónicas, una escrita por Gracián que está de parte
del obispo, y la otra por un renegado español que milita en las
filas del Mitume, uno de los capitanes del líder negro Obatalá.
Pero las crónicas son también digresiones que, aunque manifies-
tan describir la campaña de Trespalacios, constantemente se apar-
tan de la lucha central y se detienen en algún suculento banquete
con las consecuentes ventosidades, en viajes provocados por dro-
gas (el obispo es un ' 'aficionado" a las drogas) y, en el caso del
renegado, en una prolongada inmersión en el reino de los senti-
dos y su aventura amorosa con una reina africana. Mezclados den-
tro de estas crónicas están la historia de la obsesión de Obatalá
por construir una pirámide invertida y documentos en los que se
describe la construcción de una ciudad de vidrio, una ciudad d
olvido cuya entrada tenía forma de vagina.
El periodo al que presuntamente se refieren los documento
abarca desde fines del siglo XVIII hasta el momento mismo en qu
en Haití las grandes rebeliones de los esclavos llevaron a la cam
paña de Toussaint l'Ouverture contra los franceses y al reinad
negro de Henri Christophe. En contraste, la historia de Puert
Rico no sólo no registra esa rebelión sino que, al haber sido escri
422 JEAN FRANCO NRFH, XXXV

por la oligarquía del azúcar, e


llegados al escenario del Carib
tura negra en su conjunto.
En realidad, la historia de P
melancólico, de nostalgia por
de gracia se lo dio José Luis G
pisos1 en el que proclamó qu
Puerto Rico había sido la d
la obra de José Luis González
ha tomado un nuevo rumbo
la oligarquía y elaborar una
novela de Rodríguez Julia es
género que incluye su propia
Baltasar, y Seva de Luis Lóp
derrota apócrifa de una inv
a fines del siglo XIX (que p
pocos meses antes de que Es
Puerto Rico). También podem
el reciente cuento de Rosario
tán Candelario", en el que s
cunde entre los isleños cuando los Estados Unidos declararon su
independencia. Pero lo que distingue a la novela de Rodríguez
Julia no es sólo el uso del pastiche sino también que, igual que
Roa Bastos, trata de introducir el cuerpo, el placer y la mortali-
dad dentro de las utopías abstractas construidas por los letrados.
Sería muy fácil ponerle a la novela el rótulo de "carnavalesca",
pero sería simplemente incorporarla dentro de una categoría uni-
versal ignorando el hecho de que se trata de un acto de rechazo
del papel humillante que se espera que acepten los colonizados.
Así, mientras los cronistas buscan sus metáforas "clásicas", ele-
gantes y gastadas, la música de su prosa resulta frecuentemente
interrumpida por ventosidades. Y detrás de las batallas festivas
en las que el pene se encuentra con la vagina, y el tambor se
encuentra con la flauta, existe una conciencia casi medieval del
frenesí de la vida que se vive al borde del olvido.
Tanto Roa Bastos como Rodríguez Julia trabajan contra el
discurso histórico que, como señala Michel de Certeau, en sus
versiones occidentales siempre trata al pasado como algo muerto
y a la muerte como algo sin relación con los vivos (L 'Ecriture de
VHistoiré). Ahora pasaré a ocuparme de un autor que también

7 Apareció en El país de cuatro pisos y otros ensayos, Huracán, Río Piedras


(P. R.), 1980.
NRFH, XXXV cultura y crisis 423

emprende un acto de reescr


opuesto a los autores tratad
Vargas Llosa, La guerra delfín
cepción retrospectiva, ' 'cor
la rebelión de Canudos que oc
El texto original de Euclyde
un testigo presencial de la exp
minar a los rebeldes, hasta el
un clásico de la literatura l
Cunha aceptó las conviccion
Estado nacional era el motor
impulsaría hacia el present
nación, era lo bastante hone
cuenta del costo humano qu
un autor peruano contempo
A primera vista parecería qu
los sujetos a la historia ya qu
jes de ambos lados: el bando
seilhero que creía que el Est
Satanás, y el bando de los m
personajes "flotantes", una m
periodista miope que no tiene
des da Cunha. Sin embargo,
palabra a este pasado. Más b
dista (siempre una figura pri
carse, de revisar la jerarquía
fica las acciones del Estado y
exterminar a mujeres y niño
duce un equilibrio morad al p
aspectos del problema. Pero p
en el terreno seguro del prese
utópico del nacionalismo qu
utopismo de los fanáticos r
Rodríguez Julia le permiten
tras que eliminan una de la
abrir otras posibilidades, la
este episodio del pasado en un
mucha fuerza pero que no le
del absurdo, tanto de la rel
Podríamos mencionar mu
emprenden la tarea de reescr
naldo Arenas, El mundo aluci
del último fraile del siglo X
424 JEAN FRANCO NRFH, XXXV

También se ocupa de reescribir


Perón, de Tomás Eloy Martínez,
produce un pastiche de la crónic
ración. Esto indica que reescri
sí misma una táctica progresista
extrañamiento de Brecht, que
ciales revolucionarias. Reescrib
del pasado, en palabras de Edw
con ademanes, pero tales gesto
de desafío. Reescribir en contra
un público lector concreto (en
nación") es "tendencioso", lo cu
tos sean cerrados o que no sean
tes, aun lecturas que ignoren
embargo, el carácter tendencios
parodian los textos históricos y
eligen para parodiar. Pero es si
res tienen una posición dentro d
en problema para ellos es la naci
a uno de esos momentos históric
"lo viejo muere y lo nuevo no
Roa Bastos muere deseando com
último sobreviviente de Canu
está en los huesos pero todavía
y el victorioso obispo de Rodr
tiene nostalgia del futuro.

Jean Franco

Traducción de Margarita N. Mizraji

8 Cuadernos de la cárcel, ed. Valentino Gerrataña, Era, México, 1981-1984,


\ ts.

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