Este documento discute el debate actual en América Latina sobre el significado de la democracia, la nación y el papel de los intelectuales. Se enfoca en la cuestión de la nación y el nacionalismo, y cómo esto influye no sólo en el sistema literario sino también en un tipo específico de novela llamada "Alegoría del tercer mundo". El documento analiza cómo esta discusión ha ejercido influencia en la literatura latinoamericana y cómo ciertas novelas representan a la nación de maneras alegóricas o cuestionan los discurs
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Este documento discute el debate actual en América Latina sobre el significado de la democracia, la nación y el papel de los intelectuales. Se enfoca en la cuestión de la nación y el nacionalismo, y cómo esto influye no sólo en el sistema literario sino también en un tipo específico de novela llamada "Alegoría del tercer mundo". El documento analiza cómo esta discusión ha ejercido influencia en la literatura latinoamericana y cómo ciertas novelas representan a la nación de maneras alegóricas o cuestionan los discurs
Descripción original:
Ensayo Jean Franco, nación y literatura latinoamericana
Este documento discute el debate actual en América Latina sobre el significado de la democracia, la nación y el papel de los intelectuales. Se enfoca en la cuestión de la nación y el nacionalismo, y cómo esto influye no sólo en el sistema literario sino también en un tipo específico de novela llamada "Alegoría del tercer mundo". El documento analiza cómo esta discusión ha ejercido influencia en la literatura latinoamericana y cómo ciertas novelas representan a la nación de maneras alegóricas o cuestionan los discurs
Este documento discute el debate actual en América Latina sobre el significado de la democracia, la nación y el papel de los intelectuales. Se enfoca en la cuestión de la nación y el nacionalismo, y cómo esto influye no sólo en el sistema literario sino también en un tipo específico de novela llamada "Alegoría del tercer mundo". El documento analiza cómo esta discusión ha ejercido influencia en la literatura latinoamericana y cómo ciertas novelas representan a la nación de maneras alegóricas o cuestionan los discurs
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CULTURA Y CRISIS
Actualmente se lleva a cabo en América Latina un debate sobre
el significado de la democracia, la nación y el papel que le corres- ponde al intelectual. En este trabajo presento uno de los temas principales de la polémica - el problema de la nación y del nacionalismo - , que es importante porque no sólo influye en el sistema literario sino también en un tipo específico de novela a la que Fredric Jameson denomina "Alegoría del tercer mundo"1. A toda persona que siga de cerca la problemática de América Latina no podrán menos que sorprenderle los términos en que se analizan hoy la democracia, el papel de los intelectuales y la participación de las masas en la vida pública. Uno de los rasgos característicos de este debate es que, por lo menos en el nivel inter- nacional, la iniciativa ya no está en manos de la izquierda, sino que la han tomado los intelectuales neoconservadores, quienes no necesariamente son antiimperialistas ni críticos del capitalismo. Por ejemplo, en una mesa redonda sobre la cultura a fines del siglo que tuvo lugar hace poco tiempo en Buenos Aires, Mario Vargas Llosa afirmó agresivamente que prefería la libertad a la igualdad, como si ambas cosas fueran incompatibles. En su inter- pretación, la libertad es la libertad económica de la sociedad capi- talista que, a su entender, inevitablemente produce desigualda- des, y concluye diciendo que "si queremos reducir estas desigualdades, esto va a significar necesariamente que el Estado intervenga en nuestras vidas, lo cual implica, a su vez, una inevi- table pérdida de libertad". La ecuación que hace Vargas Llosa
1 Véase " Third World Literature in the Era of Multinational Capital-
ism", Social Text, 1968, num. 15, 65-88. 412 JEAN FRANCO NRFH, XXXV
entre democracia y capitalism
debate sobre el significado de l que, en una u otra forma, cons los países del continente. Den Vargas Llosa como integrante d lectuales que, al igual que los n den aspirar a que se los conside rios, pueden señalar al gulag defender las elecciones aun c sólo la derecha y utilizar como dad la pluralidad de opiniones e en cuenta para nada que esa p de poder muy desigual. Este democracia hay que situarlo en ticas internacionales que socava noamericanas, por ejemplo las las irrupciones en México por e envío de tropas norteamerica debate se sitúan los intelectual especialmente en países como de un gobierno militar), se ocup que a menudo los lleva a rest paira poner el acento en mov Estos debates han ejercido un ratura, y de modos diversos. E definiciones de la democracia suponen la desconstrucción d incluyendo las de la literatura ruptura de la jerarquía de los sistema literario de los discurs tura popular, y de las voces fem ción hegemónica del nacionali segundo lugar, porque el Estad lista, ya no sólo se ve como pro la participación democrática, dad imaginaria". En otras p dera ya como la expresión ine nada tradición y un territorio reciente2. Y una vez que la n lismo pierde su verosimilitud,
2 Cf. BENEDICT ANDERSON, Imagined
and Spread of Nationalism, Verso, Lo NRFH, XXXV CULTURA Y CRISIS 413
dar obsoletos toda una serie de m
correspondientes: la búsqueda de ción de cierto tipo de paisajes y la tipos de protagonista, como el i la burguesía nacional. Precisamente a causa de este ca ficar la afirmación de Jameson d turas metropolitanas con respecto en que en esta última "la histori es siempre una alegoría de la sit sociedad del tercer mundo, siem mulación esencializa una forma minar el campo intelectual ni el m su aparición, ni tampoco da cuent rimenta esta alegoría nacional ant de la parodia. Esto no invalida la el canon dominante de las litera literaturas que se han configura o en relación con ella, sino que de historizar las formas concret esta relación. Sin embargo, es innegable que en el periodo que siguió inme- diatamente a la Independencia, la literatura latinoamericana fue definida como una alegoría de la nación por la intelligentsia secu- lar emergente. Así, Fernández de Lizardi, el primer novelista mexi- cano, esbozó la tarea de estos intelectuales, que era la de conver- tirse en asesores del nuevo príncipe e "imaginar en sus mentes un reino al cual le iban a otorgar leyes y constituciones". Pero el poder de lo que Ángel Rama denominó La ciudad letrada3 fue tal que estos pretendidos Maquiavelos usurparon, por lo menos en la imaginación, el puesto del propio príncipe. Así, los pensado- res de la época posterior a la Independencia dedicaron toda su vida a la Bildungsroman de la nación, y en este proyecto de construc- ción de la nación pusieron en juego todos los géneros: la poesía, el ensayo, la autobiografía, la alocución y particularmente la novela. Pero, al privilegiar la novela, que había adquirido importan- cia en la metrópoli, la intelligentsia (cuyos hombres en este periodo no eran sólo escritores sino también periodistas, políticos y "pen- sadores") se vio obligada a reinventar o readaptar esta forma para que pudiera cumplir las múltiples funciones que quería asignarle:
3 Ediciones del Norte, Hanover, 1984.
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didáctica (es decir, paradójicam
das), utópica, épica. A pesar de lo elevado del pr y de principios de este siglo p que simples alegorías, articul que casi siempre era un sustitu samente la posición anómala de curso metropolitano o negada ciones hegemónicas dentro de a que el éxito y el fracaso na terminología sexual y las fuerz minos de impotencia, virilida tas. En un cuento puertorriqu protagonista se castra en la B "Una ciudad que se llama Sa de esta simple alegoría nacio Rómulo Gallegos, que present zados por encima de la barbarie lo rural, y que tiene una estr el futuro de una nación integ Aunque la nueva novela que de 1940 conserva muchos rasgo bres de los protagonistas: Arte Cruz de Carlos Fuentes, el Sar casa verde, de Vargas Llosa, o marco temporal ya no es progr las se representa a la nación que se yuxtaponen tiempos dif da lugar a un doble gesto: por familiarización que yuxtapone gesto rei vindicativo de re valo el pasado de culturas no alfab la modernización. Por lo tanto, relacionado tanto con el moder pero lo más llamativo es que es el de la muerte, la novela c muerto o de velar durante la a este topos hasta su origen en M su expansión múltiple señala tiva. Basta mencionar El luto h llero, de Onetti, Sobre héroes y otoño del patriarca, de García M de Fuentes y La casa verde, d NRFH, XXXV cultura Y crisis 415
qué modo reiteradamente es
el cadáver, por el soldado de por ejemplo, en El luto hum restos de una comunidad ag violencia se va hundiendo h dación, y en la cual el tiemp reemplazado por el tiempo ri la aniquilación de la comuni dad de construir una nación sobre la base de valores diferentes de la violencia de Hobbes o con el surgimiento de otra clase que no sea la burocracia posterior a la revolución que mantiene inde- finidamente sus privilegios. En un registro un poco menos grave, el cuento de García Márquez, "Blacamán, vendedor de milagros " puede leerse como el relato de la legitimación del Estado moderno. Al final del cuento, Blacamán el Bueno, quien al modo nietz- scheano cuenta la historia de su triunfo sobre Blacamán el Malo, tiene a este último sepultado en un mausoleo pero hace resucitar el cuerpo muerto de su rival para que se oigan sus lamentos desde la tumba. Del mismo modo que el Estado moderno adquiere su legitimidad manteniendo vivo lo suficiente del pasado muerto para que actúe como factor de disuasión... un poco como el siglo XIX enterró y resucitó el periodo colonial con el fin de elaborar un dis- curso secularizante. En La casa verde, de Mario Vargas Llosa, se acarrea el cuerpo leproso de Fushía, fracasado pirata y empresa- rio, hasta su muerte, y en La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuen- tes, el topos de la agonía es disyuntivo y marca el fin de cierta fuerza libidinal que podría haber sido fuente de energía para la nación pero que quedó desplazada de cualquier finalidad produc- tiva. La fragmentación simultánea y las infracciones temporales de estas novelas no sólo están destinadas a que se las lea contra las cronologías tradicionales de la historia lineal, sino también para marcar el contraste entre la productividad de la literatura y las repetidas frustraciones de la historia. En la década de 1970 - periodo de gobiernos militares que volvieron a poner en circulación el patriotismo para su propio pro- vecho, y periodo también de intenso cuestionamiento del rígido estatismo de los gobiernos, aun en países como México- se pro- dujo un marcado viraje y se pasó de novelas que trataban de repre- sentar a la nación en términos alegóricos a novelas que ponen en primer término el descubrimiento del discurso nacionalista. Un anticipo de esto lo encontramos en la novela de García Márquez, MI otoño del patriarca que, si bien está estructurada sobre la vigilia del cuerpo agonizante, a la que me refería antes, tiene muchos 416 JEAN FRANCO NRFH, XXXV
episodios en los cuales el lector
la nación del dictador ha sido inventada como discurso. El efecto de comicidad tiene ciertas afinidades con el de Alicia en el país de las maravillas. Así, en uno de los episodios el Dictador manda matar al nuncio papal mientras éste cabalga a través de las montañas, porque ha descubierto que la madre del Dictador no lo ha conce- bido milagrosamente y que no fue parido por una virgen. Mien- tras el nuncio se desbarranca por la hondonada, se precipita de cabeza en las páginas de la literatura, los textos escolares y los clisés históricos. En unas pocas líneas, García Márquez derrumba el periodo colonial, en el cual la legitimación de la monarquía dependía de su presunta divinidad, y lo reemplaza por el Estado laico:
[el nuncio] iba cayendo en un vértigo sin fondo desde la cum-
bre de las nieves perpetuas a través de los climas sucesivos e instan- táneos de los cromos de ciencias naturales del precipicio y el naci- miento exiguo de las grandes aguas navegables y las cornisas escarpadas por donde se trepaban a lomo de indio con sus herba- rios secretos los doctores sabios de la expedición botánica, y las mese- tas de magnolias silvestres donde pacían las ovejas de tibia lana que nos proporcionaban sustento generoso y abrigo y buen ejemplo y las mansiones de los cafetales con sus guirnaldas de papel en los bal- cones solitarios y sus enfermos interminables y el fragor perpetuo de los ríos turbulentos de los límites arcifinios donde empezaba el calor4.
Aquí la conquista y la explotación toman la forma de un
extraño pastiche del material y las vidas heterogéneos que apare- cen unidos bajo el rótulo de nación. García Márquez yuxtapone la referencia a expediciones científicas europeas (como la de Hum- boldt) - que vincula claramente con la explotación - con la lite- ratura del siglo XIX {María, la clásica novela colombiana es la his- toria de una inválida en una casa grande), con los clisés de los libros escolares de geografía y las estampas de los viajeros del siglo XIX. García Márquez claramente subraya el papel que le cabe al nacionalismo en la tarea de homogeneizar textos tan dispares que en conjunto pasan a configurar nuestra idea de "la nación' \ Reemplaza la versión alegórica de la nación, en la que la novela
4 GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, El otoño del patriarca, Plaza y Janes, Bar-
celona, 1975, pp. 153-154. NRFH, XXXV cultura y crisis 41 7
delimitaba expresamente un ter
típicos, por la novela que, al con la propia complicidad de la lit ción de la historia de una clase del país en su conjunto (de al en el mismo momento en que l nidad natural, se pone de manif participa de una formación ideo certante comprobación de que l curso nacionalista - problemas técnicas correspondientes de e podían resolver por medio de tido con estos mismos proced Las novelas que me propong el Supremo, de Roa Bastos, La o Edgardo Rodríguez Julia y La g Vargas Llosa - dan por sentad cebía el siglo XIX, era en reali un relato escrito por la ciudad tan hacer de modos diversos y reescribir esa narración. Vale la pena destacar que dos de estas novelas provienen de países como Paraguay y Puerto Rico, que son atípicos en Lati- noamérica: uno constituyó una nación sin modernidad y en el otro se dio la modernización sin que hubiera una nación. En Paraguay la nación se configuró en contra de la penetración capitalista y oponiéndose a la invasión de los Estados vecinos, Argentina y Bra- sil. Bajo el. gobierno de Gaspar Rodríguez de Francia llegó a ser un Estado bunker, una nación autónoma que no pudo desarrollarse hasta convertirse en una sociedad moderna ni democrática. Puerto Rico se modernizó, pero bajo la hegemonía de Estados Unidos que hizo todo lo posible para impedir que llegara a ser una nación. Ambas novelas toman el discurso de la Ilustración y no creen que haya que escribir contra ese texto sino insertarlo en el presente a modo de pastiche, como un arcaísmo deliberado. Puesto que se trata de dos novelas sumamente extensas, sólo haré algunos comentarios selectivos. Yo el Supremo reproduce documentos encontrados en el enorme archivo sobre la dictadura del Dr. Francia, los cuales, según el com- pilador de la obra (que no se presenta como autor) incluyen veinte mil legajos inéditos, además de periódicos, entrevistas grabadas y cartas. Como observa el compilador, " Ya. habrá advertido el lector que, al revés de los textos usuales, éste ha sido leído pri- 418 JEAN FRANCO NRFH, XXXV
mero y escrito después"5. Esto
Francia" y la historia del Para como un efecto de estos textos plemente, sino que los trabaja. cimientos principales de la car que llevó a cabo para lograr la opuso a los intentos de usurpa pasión por la integridad territ prisión a los extranjeros que se teorías políticas y las leyenda figura, creadas por enemigos, o dores y fabuladores. En lugar de indicar directamen tos reescribe la narración histó cual queda destruida la caracterí ción histórica, que es su impers tiene varias consecuencias. Pone existe entre el Dr. Francia como inmortal, incorpórea, permanent tal, el Dr. Francia, que tiene u no puede sustraerse a la morta las sensaciones corporales, a las i vocadas por Patino - el secreta pios recuerdos, y ni siquiera al tura reinante. La paradoja de fu del cuerpo individual está imp se abre la novela y que la hace ducido de puño y letra del dicta senta como un decreto oficial Francia, post mortem. Inmediata mento falsificado, un pasquín es nante. En realidad, la autentici barse ni desmentirse. Dice así:
Yo el Supremo Dictador de la República. Ordeno que al acae-
cer mi muerte mi cadáver sea decapitado; la cabeza puesta en una pica por tres días en la Plaza de la República donde se convocará al pueblo al son de las campanas echadas a vuelo. Todos mis servidores civiles y militares sufrirán pena de horca. Sus cadáveres serán enterrados en potreros de extramuros sin cruz ni marca que memore sus nombres.
5 "Nota final del compilador", en la 3a edición de Siglo XXI, Buenos
Aires, 1975, p. 467. NRFH , XXXV cultura y crisis 4 1 9
Al término del dicho plazo, mando
dos y las cenizas arrojadas al río..
El pasquín es un símbolo del pr
su conjunto. Al usar la primera no la admite, se destaca la diferenc del Estado y el yo de una person el sentido después de su muerte. más creíble como falsificación si hu curso impersonal del Estado pero, cera persona por una primera, s ción. Yo el Supremo habla tanto e de nación. El Supremo Yo del Est drado, abstracto, no puede ser iden y, por lo tanto, no debería ser cap pitación. Por otra parte, si se co un ser humano que habla, entonces de yo en el discurso ejecutivo del E muertos no ejercen el poder... La güístico no reside en una persona La nación como el sitio de la inm ciona continuidad aparece aquí cuerpo/Estado. Pero, una vez que habla como individuo, las cosas c hay posibilidad de significado fi una persona que habla o de un oy el lenguaje mismo de la novela, q bras, retruécanos, paronomasias y subraya la inestabilidad de las p Así, el Dr. Francia no es tanto ción de una conjunción imposible d junción que se hace posible a trav la "persona". Roa Bastos transform tura histórica en una situación or tracciones y antiguos rencores de ras en el discurso continuo del s supremacía reside, al parecer, prec de quienes lo constituyen. Pero al mismo tiempo Roa Bast habla una "persona real". El "yo" a creer que "oímos" una voz. Per
* Ibid., p. 7. 420 JEAN FRANCO NRFH, XXXV
cortan en el medio y llevan glo
"quemado", "roto", "falta el f recen comentarios marginales sas y notas al pie, al lector nun que habla está escrito. De esta manera Roa Bastos pu nalista latinoamericano con sus la lucha por la autenticidad, l guaje en el cual es algo intrínse lo oral y lo escrito, la lucha po que está basada en la identific inevitablemente excluye todo dad: las clases bajas, las mujer a sí mismo como un cogito car traerse del mundo material p cia lógica de todo esto es que descomposición del cuerpo, la el cadáver, mientras al cuerp de comer: de comerse el huev de Francia, nunca empollará. Aunque la novela de Roa Bas mente como una novela de la lo anecdótico: en última instancia lleva hasta el absurdo la idea de la nación como inmortalización secular de los individuos, y muestra cómo ese concepto de inmortalidad inevitablemente excluye a las mujeres (asociadas con el ciclo mortal de nacimiento y muerte), la cultura y la vida cotidiana de las clases populares. Al desvalorizar la vida mortal, se sacrifica (patria o muerte) al principio en el que la nación apoya su legitimidad. La novela de Roa Bastos es, entonces, tanto una parodia como una trasposición y, como todas las parodias, niega aquello que parodia y deja como un signo de interrogación, o tal vez como una posibilidad utópica, la otra nación posible basada en el plu- ralismo, en el valor de la vida humana, en el diálogo. A diferencia del Paraguay, que instituyó la idea de nación como un modo de resistencia a la modernización según el modelo occi- dental, en Puerto Rico la idea de nación ha sido siempre una fic- ción, ficción escrita por una oligarquía nacional del azúcar, de origen principalmente catalán, y que intentó hacer una historia del Puerto Rico de los blancos negando el hecho de que la cultura puertorriqueña siempre ha sido esencialmente negra. En su novela, La oscura noche del bendito Aviles, Edgardo Rodríguez Julia subsana esta omisión al escribir nuevos episodios de la historia puertorri- NRFH, XXXV CULTURA Y CRISIS 421
quena, en particular la fundaci
habitada por esclavos fugitivos ción inversa a la de Roa Bastos de restituir al hablante vivo en el texto escrito con todas las con- tradicciones qué esto supone, Rodríguez Julia restituye los docu- mentos que corresponderían a mitos orales, leyendas, sueños y pesadillas pornográficas que nunca formaron parte de la historia oficial. Sólo tenemos tiempo para mencionar uno o dos aspectos de esta extensa novela que hasta el momento ha aparecido en una única edición de 1500 ejemplares. La novela usa el recurso borgiano de describir una ciudad que sólo se menciona en documentos apócrifos y promete contar su historia. La fundación de la ciudad por el bendito Aviles, a quien, cuando era niño, lo habían encontrado como a Moisés flotando en el agua, se interrumpe en el momento mismo en que Aviles señala el sitio en el que será fundada la ciudad, y la narración se interrumpe mediante la digresión y las postergaciones que cons- tituyen el grueso de la novela. En esta digresión se describen diver- sos incidentes ocurridos antes de la fundación: el descubrimiento del bendito Aviles flotando en el mar, cómo un obispo utilizó al niño para fundar una secta herética, la ocupación de San Juan Bautista por negros rebeldes y la campaña emprendida contra ellos por el obispo Trespalacios y la secta de Aviles. Esta campaña se describe en dos crónicas, una escrita por Gracián que está de parte del obispo, y la otra por un renegado español que milita en las filas del Mitume, uno de los capitanes del líder negro Obatalá. Pero las crónicas son también digresiones que, aunque manifies- tan describir la campaña de Trespalacios, constantemente se apar- tan de la lucha central y se detienen en algún suculento banquete con las consecuentes ventosidades, en viajes provocados por dro- gas (el obispo es un ' 'aficionado" a las drogas) y, en el caso del renegado, en una prolongada inmersión en el reino de los senti- dos y su aventura amorosa con una reina africana. Mezclados den- tro de estas crónicas están la historia de la obsesión de Obatalá por construir una pirámide invertida y documentos en los que se describe la construcción de una ciudad de vidrio, una ciudad d olvido cuya entrada tenía forma de vagina. El periodo al que presuntamente se refieren los documento abarca desde fines del siglo XVIII hasta el momento mismo en qu en Haití las grandes rebeliones de los esclavos llevaron a la cam paña de Toussaint l'Ouverture contra los franceses y al reinad negro de Henri Christophe. En contraste, la historia de Puert Rico no sólo no registra esa rebelión sino que, al haber sido escri 422 JEAN FRANCO NRFH, XXXV
por la oligarquía del azúcar, e
llegados al escenario del Carib tura negra en su conjunto. En realidad, la historia de P melancólico, de nostalgia por de gracia se lo dio José Luis G pisos1 en el que proclamó qu Puerto Rico había sido la d la obra de José Luis González ha tomado un nuevo rumbo la oligarquía y elaborar una novela de Rodríguez Julia es género que incluye su propia Baltasar, y Seva de Luis Lóp derrota apócrifa de una inv a fines del siglo XIX (que p pocos meses antes de que Es Puerto Rico). También podem el reciente cuento de Rosario tán Candelario", en el que s cunde entre los isleños cuando los Estados Unidos declararon su independencia. Pero lo que distingue a la novela de Rodríguez Julia no es sólo el uso del pastiche sino también que, igual que Roa Bastos, trata de introducir el cuerpo, el placer y la mortali- dad dentro de las utopías abstractas construidas por los letrados. Sería muy fácil ponerle a la novela el rótulo de "carnavalesca", pero sería simplemente incorporarla dentro de una categoría uni- versal ignorando el hecho de que se trata de un acto de rechazo del papel humillante que se espera que acepten los colonizados. Así, mientras los cronistas buscan sus metáforas "clásicas", ele- gantes y gastadas, la música de su prosa resulta frecuentemente interrumpida por ventosidades. Y detrás de las batallas festivas en las que el pene se encuentra con la vagina, y el tambor se encuentra con la flauta, existe una conciencia casi medieval del frenesí de la vida que se vive al borde del olvido. Tanto Roa Bastos como Rodríguez Julia trabajan contra el discurso histórico que, como señala Michel de Certeau, en sus versiones occidentales siempre trata al pasado como algo muerto y a la muerte como algo sin relación con los vivos (L 'Ecriture de VHistoiré). Ahora pasaré a ocuparme de un autor que también
7 Apareció en El país de cuatro pisos y otros ensayos, Huracán, Río Piedras
(P. R.), 1980. NRFH, XXXV cultura y crisis 423
emprende un acto de reescr
opuesto a los autores tratad Vargas Llosa, La guerra delfín cepción retrospectiva, ' 'cor la rebelión de Canudos que oc El texto original de Euclyde un testigo presencial de la exp minar a los rebeldes, hasta el un clásico de la literatura l Cunha aceptó las conviccion Estado nacional era el motor impulsaría hacia el present nación, era lo bastante hone cuenta del costo humano qu un autor peruano contempo A primera vista parecería qu los sujetos a la historia ya qu jes de ambos lados: el bando seilhero que creía que el Est Satanás, y el bando de los m personajes "flotantes", una m periodista miope que no tiene des da Cunha. Sin embargo, palabra a este pasado. Más b dista (siempre una figura pri carse, de revisar la jerarquía fica las acciones del Estado y exterminar a mujeres y niño duce un equilibrio morad al p aspectos del problema. Pero p en el terreno seguro del prese utópico del nacionalismo qu utopismo de los fanáticos r Rodríguez Julia le permiten tras que eliminan una de la abrir otras posibilidades, la este episodio del pasado en un mucha fuerza pero que no le del absurdo, tanto de la rel Podríamos mencionar mu emprenden la tarea de reescr naldo Arenas, El mundo aluci del último fraile del siglo X 424 JEAN FRANCO NRFH, XXXV
También se ocupa de reescribir
Perón, de Tomás Eloy Martínez, produce un pastiche de la crónic ración. Esto indica que reescri sí misma una táctica progresista extrañamiento de Brecht, que ciales revolucionarias. Reescrib del pasado, en palabras de Edw con ademanes, pero tales gesto de desafío. Reescribir en contra un público lector concreto (en nación") es "tendencioso", lo cu tos sean cerrados o que no sean tes, aun lecturas que ignoren embargo, el carácter tendencios parodian los textos históricos y eligen para parodiar. Pero es si res tienen una posición dentro d en problema para ellos es la naci a uno de esos momentos históric "lo viejo muere y lo nuevo no Roa Bastos muere deseando com último sobreviviente de Canu está en los huesos pero todavía y el victorioso obispo de Rodr tiene nostalgia del futuro.
Jean Franco
Traducción de Margarita N. Mizraji
8 Cuadernos de la cárcel, ed. Valentino Gerrataña, Era, México, 1981-1984,