Economía de Asia

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ECONOMÍA DE ASIA

Algunos países de Asia han podido aprovechar los


recursos naturales, tecnificar su producción y
convertirse en países altamente industrializados. En
la actualidad los tres gigantes asiáticos Japón, China
e India son los países con mayor crecimiento
económico del continente.

A nivel mundial Japón es la tercera potencia


económica, resultado del carácter laborioso del
pueblo japonés y de la colaboración entre industrias de gobierno. Su modelo de
industrialización se originó a partir de 1868, fue más rápido que el europeo y
norteamericano.
Varios aspectos son básicos en el modelo industrial japonés, la alta calificación y
formación de los trabajadores y la responsabilidad social de los empresarios.
Japón impulso un amplio proceso de industrialización, sin necesidad de disponer de
mucha riqueza de materias primas ni fuentes de energía en su propio terreno.
China es la economía de mayor crecimiento del planeta, después de Estados Unidos.
Este país se ha convertido en el principal productor de acero, mineral, hierro y carbón.
Las regiones de las costas son principales fabricantes mundiales de aparatos
electrónicos, textiles y juguetes. Los adelantos tecnológicos se utilizan en la
construcción de grandes obras de ingeniería; tal es el caso del embalse más grande del
mundo, las tres gargantas, destinado a la generación eléctrica y la regulación del cauce
del rio Yangtsé, causante de frecuentes inundaciones.
No obstante China tiene numerosos problemas, entre ellos, los crecientes
desequilibrios sociales y económicos en las áreas industrializadas de la costa y las
áreas rurales del interior, así como las altas tasas de desempleo, la gran dependencia
del capital exterior, búsqueda de mercado para sus productos y búsqueda de fuentes
de energía.
Otros países como India, Singapur, Malasia, Corea del Sur, Taiwán han desarrollado la
industria y el comercio en las últimas décadas. Sin embargo los países de Asia carecen
en términos generales de un equilibrio económico desarrollado. Con la excepción de
Japón, la mayoría de la población no goza de adecuadas condiciones de vida, ni de
bienestar. Existen enormes diferencias entre regiones y clases sociales.
En la región de occidente la economía sigue dependiente de manera importante de la
producción de petróleo. Algunos de los principales de petróleo se ubican allí: Arabia
Saudita, Irak, Irán, Kuwait y los Emiratos Árabes.

El ascenso económico de Asia y el coronavirus


Antes de la crisis Asia lideraba el crecimiento económico mundial. Hasta el momento,
la aparición del coronavirus ha reforzado esa tendencia.
A comienzos de este año comentaba en este mismo espacio que el siglo XXI iba a ser
en lo económico el siglo del continente asiático. En aquel momento todas las variables
apuntaban a que el dominio asiático de la economía mundial era ya un hecho y
además todo indicaba que su peso sería aún mayor en los próximos lustros. Países
como China, Japón, Indonesia o India y en menor medida otras economías pujantes
como Corea del Sur o Taiwán estaban llamadas a liderar el mundo económico de forma
incontestable. Sin embargo, este análisis se hizo sin tener en cuenta los efectos de un
fenómeno entonces imprevisible como era el de la aparición en escena del
coronavirus.
El Covid-19 desencadenó el confinamiento en los primeros meses del año de ciudades
enteras, el cierre de fronteras y el cese temporal, que en muchos casos se ha
convertido o se convertirá en definitivo, de miles de empresas repartidas por todo el
mundo. La enfermedad a día de hoy está lejos de ser controlada y las nefastas
consecuencias económicas que el virus está trayendo consigo son cada día más
doloras. Millones de personas han perdido sus empleos y el hambre y la desesperación
llama cada vez a más puertas. En definitiva, el mundo se está enfrentando a una crisis
sanitaria y económica global sin precedentes.
La pandemia traerá muchos cambios en nuestra forma de vida en los próximos años.
Algunos de estos cambios son a día de hoy aún muy difíciles de calibrar, pero otros
parecen ya evidentes. Entre estos últimos destaca la mayor dependencia de la
tecnología en todos los aspectos de nuestras vidas como en el trabajo, el ocio, el
consumo o el aprendizaje. Igualmente podemos incluir en este cambio de paradigma el
reforzamiento de Asia como el espacio geográfico que asumirá en los próximos años el
liderazgo económico indiscutible gracias a su apuesta clara y sin ambages por la
utilización de la tecnología a gran escala. Además, aunque el continente presenta una
gran variedad de regímenes políticos, en la mayoría de los casos estos se caracterizan
por una fuerte estabilidad, lo que constituye una palanca muy importante para
impulsar y consolidar su crecimiento y liderazgo económico.
Antes de la crisis la mayor parte de los países asiáticos apostaron por la digitalización y
las nuevas tecnologías y esta apuesta les ha ayudado, en gran medida, a afrontar con
éxito la gestión de la pandemia. Si se examinan, por ejemplo, las cifras de
fallecimientos en Corea del Sur o Japón se observa como entre ambos países llevan a
día de hoy poco más de 1.300 fallecidos conjuntamente cuando su población
combinada suma algo más de 180 millones de personas.
Sin embargo, no podemos considerar a la tecnología como el único factor que explique
el “éxito” de ambos países en el control de la pandemia. Existen otros elementos que
también hay que tener en cuenta como son el del distanciamiento social natural que
existe, por ejemplo, en Japón, en donde costumbres como abrazarse, darse la mano o
besarse en público son muy infrecuentes. Además, hay que tener en cuenta que en la
cultura asiática, al contrario de lo que sucede en Europa o América, lo colectivo tiene
un papel mucho más importante en la vida de la gente que lo individual. El individuo
en Asía tiene asumido desde la infancia que pertenece a un colectivo y que sus
decisiones individuales terminarán afectando al grupo y por eso tiende a medir mucho
más sus actos si estos afectan o pueden afectar al colectivo. Por el contrario, en
Europa o Latinoamérica, es lo individual o el yo lo que acapara todos los focos,
tendiéndose a dejar en un segundo plano a la colectividad en la que el individuo está
inserto.
Finalmente, hay que indicar que al contrario de lo que ha sucedido en Europa o
Latinoamérica en donde sus gobiernos han ido por lo general siempre por detrás de la
pandemia en lo que a la toma de decisiones se refiere, en Asia las autoridades tomaron
medidas desde el primer momento de forma decidida y es en este punto en donde
estos gobiernos han utilizado las posibilidades que les ofrecen las nuevas tecnologías
de forma masiva. Otro punto de debate será el determinar en qué medida muchas de
estas prácticas están suponiendo o no el quebranto de derechos fundamentales
individuales, aunque en este tema es preciso volver a destacar como en la cultura
asiática lo colectivo es mucho más importante que lo individual.
La dinámica positiva que las economías asiáticas traían con anterioridad a la pandemia,
el hecho de contar con una población mayoritariamente joven, el contar con niveles de
deuda pública relativamente bajos, el aprovechamiento de las nuevas tecnologías en el
control de la pandemia y la toma de medidas rápidas y eficaces por parte de sus
gobiernos, son las claves que refuerzan el liderazgo de Asia como la potencia
económica del siglo XXI. En contraposición a esto encontramos la pésima gestión que
de la pandemia se ha hecho en Europa, Estados Unidos y muy especialmente en
Latinoamérica en donde el número de fallecidos continúa creciendo de forma
desbocada y en donde las consecuencias económicas serán devastadoras en el corto y
medio plazo.
Sin embargo, no todo el viento es a favor de las economías asiáticas. Por un lado, los
efectos de la pandemia todavía se dejarán notar de forma notable en los próximos
meses y el hecho de que hasta el momento estos países hayan sorteado la crisis
sanitaria mejor que otras geográficas no implica que a corto plazo la situación allí
también se complique desde el punto de vista económico y sanitario. Por otro lado,
hay que tener en cuenta que la mayoría de las economías asiáticas son exportadoras y
dependen en gran medida de la demanda del resto del mundo y por lo tanto sus
economías también dependerán en gran medida de cómo se recupere
económicamente el resto del planeta.

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