Arte Asturiano y Celta
Arte Asturiano y Celta
Arte Asturiano y Celta
Aunque es sucesor del estilo visigodo, no puede decirse que el asturiano sea heredero
legítimo suyo, pues no conserva sino accidentalmente alguno de sus elementos principales
como es el arco en herradura y si bien al principio debió ser una imitación paupérrima del
mencionado arte, muy pronto se manifiesta con nuevos y originales elementos acaso
importados de Oriente o de Lombardía que singularmente lo realzan y lo denuncian como
precursor del románico.
Características
El deseo de rememorar las glorias del reino visigodo de Toledo, del que se
consideraban herederos.
La íntima relación con el poder regio (se ha denominado también arte de la monarquía
asturiana).
o Las basas decoradas, los fustes sogueados y los capiteles enriquecidos, todo
ello para realzar las columnas.
o En la parte superior del ábside central, una cámara del tesoro abierta al
exterior por una ventana sin comunicación interna (en el visigodo lo era desde
el interior), y cuya función no se ha podido precisar, aunque podría ser un mero
recurso plástico para mantener la armonía de los volúmenes exteriores del
templo.
o Sacristías laterales.
Etapas
El arte asturiano ofrece los dos tipos o formas que ya se notaron distintas en el estilo
visigodo, pero que en el asturiano se precisan más todavía: el tipo latino y el tipo bizantino. Uno
y otro admiten columnas y pilastras y también semicolumnas adosadas al muro y trabadas con
arcos, formando así el muro compuesto y preludiando el pilar compuesto de la arquitectura
románica el cual aparece ya completo en la arquitectura mozárabe del siglo X. En ambos tipos
se hallan arcos de medio punto y peraltados pero no de herradura sino por excepción (salvo los
ajimeces) y arcos también de descarga en los muros y contrafuertes o estribos exteriores. En
uno y otro se observan cancelas o antepechos de piedra ornamentada en el ingreso del ábside
llamada iconostasis, capiteles algo historiados y que se apartan de la idea clásica, ventanas
ajimezadas y con ornamentación de piedra calada o celosía, pequeños rosetones, ornamentos
de toscas figuras, de tallos serpenteantes, de rosetoncillos variados, de cables y trenzados y
otras labores de estilo visigodo.
Según esto, dividiremos este arte en varias etapas:
Santianes de Pravia
La iglesia de San Juan, en Santianes de Pravia, edificada por orden del Rey Silo. En
esta aparecen prácticamente todos los elementos del prerrománico asturiano, aunque en
esencia sigue a lo visigodo.
Prerramirense o Alfonsí
Nos referimos aquí al periodo comprendido entre 791 y 842, reinado de Alfonso II,
quien intentó emular a Toledo. Trasladó la capital desde Pravia a Oviedo En las iglesias
antiguas de Asturias se constituye por la adopción de planta basilical con tres naves por lo
común con sus ábsides cuadrados y su ventana en cada uno. Se cubren éstos con bóveda de
cañón y las naves con armadura de madera.
Este rey construye la Cámara Santa, único resto del recinto palatino que queda en la
Catedral de Oviedo. Es un pequeño edificio de dos plantas, la segunda, el oratorio, reformada
en época románica, cuando se añadió la bóveda de cañón, y la primera abovedada, destinada
a guardar reliquias. También se construyó la cripta de Santa Leocadia.
También hizo construir cerca de la capital, la iglesia de San Julián de los Prados, o de
Santullano, templo espacioso que presenta claramente definidos los caracteres propios de este
estilo. Tiene planta basilical de tres naves, separadas por pilares cuadrados que sostienen
arcos de medio punto, y presenta un transepto con un remarcado alzado. El iconostasio o
iconostasis, que separa la parte reservada al clero del resto del templo, presenta una
remarcable similitud con un arco triunfal. Destaca de este templo su grandiosidad y su
originalidad, que se apartan de modelos visigodos. Pero sin duda, lo que más atrae es su
decoración pictórica, con pinturas al fresco (estucos, con más propiedad) en tres cuerpos
superpuestos, anicónicas, con decoración arquitectónica, de claro influjo romano. Se trataría
más bien de un templo monástico y no palatino, si bien que estaba reservada para el rey una
tribuna en el transepto.
Pertenecen también a este periodo la iglesia de San Tirso y Santa María de Bendones.
Ramirense
Empezando por la Iglesia de Santa María del Naranco, diremos que se considera como
Salón del Trono o Aula Regia del rey Ramiro (aunque la ausencia de un ábside para ubicar el
trono parece dificultar esta utilización), su residencia suburbana y como tal fue restaurada, a
partir de su reutilización como iglesia rural. La planta inferior es una sala cubierta con bóvedas,
sin ventanas, diferenciada en tres ámbitos: el central para guardia y servidumbre, otro para
capilla real privada, y otro con un aljibe; la superior, a la que se accede por unas escaleras de
fábrica exteriores, es un gran salón rectangular con bóveda de cañón y arcos fajones o
perpiaños, abierto en sus extremos por una triple arcada. La decoración es netamente nórdica
o germánica, con arcos muy peraltados y molduras talladas imitando obras en madera u
orfebrería.
San Miguel de Lillo era la iglesia palatina de Ramiro I, como lo atestigua su decoración
escultórica, y en ella se conservaba un trozo de la Santa Cruz, la reliquia más sagrada del
tesoro visigodo. Sus características principales son el abovedamiento, la esbeltez de los
soportes y la tribuna destinada al monarca. Tenía tres naves, pero sólo se conservan el pórtico
con dos cámaras y el primer tramo de las naves. Debemos destacar las jambas de sus puertas,
que posiblemente incluyen una representación del propio monarca, cuya decoración anuncia el
periodo románico.
Las características de las construcciones que acabamos de enumerar han hecho que
algunos autores hablen de prerrománico o protorrománico, y aunque, en efecto, sus formas y
soluciones arquitectónicas parecen indicarlo así, lo cierto es que el auténtico románico hispano
tuvo unas fuentes distintas.
Postramirense
Incluimos aquí el reinado de Alfonso III el Magno (866-910), que recibió influencias
directas visigodas, debido al contacto con construcciones de ese período, al ser repoblada la
península con el avance cristiano y el repliegue musulmán. Otros autores hablan de un
estancamiento o aislamiento del arte astur.
San Salvador de Valdediós (siglo IX) es un templo de tres naves cubiertas con cañones
axiales, cabecera triple, con cámaras abovedadas por encima de los ábsides cuadrados y
pórtico lateral añadido posteriormente, lo que se convirtió en una constante en la arquitectura
hispana; en las ventanas hay calados de piedra con dibujos como las cadenas de las coronas
de Guarrazar. Está muy influida por el arte mozárabe.
La iglesia de Santo Adriano de Tuñón poseía una estructura de tres naves, separadas
por pilares, pórtico tripartito y cámaras en los extremos de las naves laterales. Este templo es el
que más se aparta de las tradiciones del arte astur clásico.
Catedral de Oviedo
Comenzamos por la Cruz de los Ángeles, que Alfonso II mandó hacer en 808 para la
catedral de Oviedo, con una amenazante inscripción: quienquiera que osase quitármela de
donde mi libre voluntad la donare, sea fulminado por el rayo divino. Es un relicario en forma de
cruz griega, que recuerda prototipos hispanogodos o carolingios, con un disco en el centro; el
alma de madera va chapada en oro y engastada en pedrería.
Más grande, elegante y suntuosa es la Cruz de la Victoria, donada por Alfonso III en
908, de estructura similar a la anterior, a la que se añadieron esmaltes. La técnica (de origen
bizantino a través de influjos mozárabes) empleada para esta cruz, fue utilizada posteriormente
parala famosa Caja de las Ágatas, regalo de Fruela II en 910 a la Catedral de Oviedo, caja de
madera con ónice, esmaltes en azul y rojo, piedras preciosas y esmaltes de metal,
representaciones abstractas que evocan un lujo bárbaro que enlaza con la tradición visigoda
aún más directamente que la arquitectura. Otra caja, la Arqueta de la catedral de Astorga evoca
aún más la técnica y motivos de la Cruz de la Victoria, si bien se prefirió en esta ocasión la
plata dorada, con representaciones de ángeles, el Cordero divino, y el Tetramorfos, entre
motivos vegetales.
Arte celta.
El término arte celta alude a las expresiones artísticas de los llamados pueblos celtas.
Es, sin embargo, una categoría subjetiva y discutida, tanto como el propio concepto de
"civilización celta", ya que se aplica a un período de tiempo muy dilatado y a múltiples culturas
relacionadas pero diferentes entre sí.
De hecho, la expresión "arte celta" se emplea sobre todo en relación al arte pagano
tardío y cristiano temprano de las islas británicas, cuya más notable expresión son los
manuscritos ilustrados altomedievales ricamente ornamentados con elementos estéticos
propios del arte nativo insular. Ejemplos son el Libro de Kells, el Libro de Durrow o los
Evangelios de Lindisfarne. También destacan las piedras pictas escocesas, cálices, broches y
cruces celtas.
El arte celta insular, con sus característicos motivos de lazos y espirales, está
estrechamente relacionado con (e influenciado por) el arte ornamental y zoomórfico vikingo,
sobre todo el estilo Borre.
Monedas celtas
Creatividad: muchas veces la obra solo es un pretexto para dar rienda suelta a la
técnica y la imaginación del artista.
Horror vacui: el llamado horror al vacío, acuñado por los romanos (véase la Columna
de Trajano) también es muy característico del arte celta. No se encuentra
prácticamente ningún punto vacío en el espacio dispuesto por el artista.
Zoomorfismo: los animales, sean una especie existente o bien de caracter fantástico,
tienen preferencia a la hora de ser incluidos en la decoración céltica. Probablemente
estas figuras tuvieron en su origen un carácter totémico.
Toros de Guisando.
Su construcción más característica son los castros, poblados con recintos amurallados
levantados en las cimas de los montes, que se localizan en las áreas ocupadas por los celtas
en el valle del Duero o en Galicia: Las Cogotas (Ávila) y Castro de Santa Tecla (Pontevedra),
respectivamente.
Algo más tardía y en relación con la cultura ibérica, son las ciudades de los arévacos,
algunas de ellas con gran desarrollo urbanístico como en Numancia, y otras más primitivas,
excavadas las casas y calles sobre la roca como en Termancia.
El pueblo celta hunde sus raíces en la Edad del Hierro hace más de 20 siglos y sus
territorios eran amplísimos en casi toda Europa.
La primera etapa de su historia se denomina Cultura de la Hallstatt y de esa época se
han encontrado fortificaciones y tumbas espectaculares, lo que demuestra que ya era un
pueblo poderoso y avanzado.
La siguiente etapa es conocida como La Tène, en que la cultura celta recibe el influjo
de etruscos y griegos a partir del siglo V a.C. y en que se considera que se perfila de forma
auténtica las características de la cultura y arte celta.
La presión que otros pueblos germanos y los romanos ejercen sobre los celtas hace
que sus ocupaciones durante el Imperio Romano y la Edad Media se limiten a ciertos territorios
del norte de Francia, Irlanda, Gales y Escocia.
El pueblo celta se ubica en el norte de la Península Ibérica a partir de los siglos VI ó VII
a.C. procedentes de Centroeuropa.
A partir de este momento, el pueblo celta se funde parcialmente con el sustrato
indígena ibérico creando la nueva civilización celtibérica que se extiende por amplios territorios
de la Meseta Central, Sistema Ibérico y Valle del Ebro.
El Arte Celta
Los artistas celtas tuvieron gran vocación por la representación de la naturaleza en que
vivían. Proliferaron tanto motivos vegetales como guirnaldas, hojas y flores, como distintos
animales y personas. Estas figuras suelen ser interpretadas de forma esquematizada y
estilizada, pero con gran expresividad.
Las ceremonias religiosas de los celtas se llevaban a acabo al aire libro por lo que no
existen templos o santuarios, como en otras civilizaciones, pero sí se han encontrado
inscripciones rupestres de lugares consideraban sagrados o donde se practicaban algún tipo de
ritos
También se han encontrado numerosas necrópolis celtas.
Orfebrería
La Orfebrería celta fue uno de los campos artísticos más destacados. Se han hallado
un gran número de piezas de ajuares como fíbulas, torques, pendientes, collares, brazaletes,
cinturones etc. de metales que van desde el hierro, el bronce y metales preciosos.
Las fíbulas eran piezas de metal que servían para unir y sostener partes del ropaje,
(cumpliendo la función de los modernos imperdibles). Los torques eran adornos rígidos para el
cuello, a modo de collares, usados como símbolo distintivo por las altas jerarquías de las tribus.
Iluminación de manuscritos
Los manuscritos iluminados celtas del Medievo son verdaderas obras maestras gracias
a la habilidad de los artistas en el campo de la caligrafía ornamental, como se demuestra en el
famoso Libro de Kells. Para ello, los artesanos empleaban la misma minuciosidad decorativa
aplicada al pergamino que se había practicado tradicionalmente en la orfebrería. El resultado
es el de bellos e imaginativo diseños de gran complejidad y colorido.