Ensayo

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ENSAYO “CUANDO

NOS ALCANCE, I” LAVaca


CIENCIA
Morales Francisco
3IV2
Shahen Hacyan
Introducción

Mi libro está compuesto por una selección de artículos de divulgación científica


que publico el autor en los diarios de La Jornada y Reforma, tiene alrededor de 8
capítulos, cada uno es diferente al otro en ciertos aspectos, por lo que decidí
basarme uno que considero que es el más indispensable; ya que sin este el ser
humano no hubiera podido jamás descubrir lo que hoy conocemos como la ciencia
y la tecnología.

El capítulo al cual me voy a centrar es el capítulo “VI-.La Mente”. Es básicamente


un sistema de comunicación y control entre el thetán, el ser espiritual que es la
persona misma, y su entorno. Está compuesta de cuadros de imagen mental que
son grabaciones de experiencias pasadas.

El individuo usa su mente para plantear y resolver problemas relacionados con la


supervivencia y para dirigir sus esfuerzos de acuerdo con estas soluciones. 

La mente tiene dos partes: la mente analítica y la mente reactiva.

La mente analítica es la racional, la mente consciente que piensa, observa datos,


los recuerda y resuelve problemas.

La mente reactiva es la porción de la mente de una persona que trabaja sobre una
base totalmente estímulo-respuesta. No está bajo control voluntario, y ejerce su
fuerza y poder de mando sobre la consciencia, propósitos, pensamientos, cuerpo
y acciones.
Desarrollo:
“Cuando la Ciencia Nos Alcance, I”:
EL PENSAMIENTO "PRIMITIVO"
Reforma, 7 de diciembre de 1995
Según los psicólogos rusos L. S. Vygotsky y A. R. Luria, que se basaron en los
relatos de antropólogos y exploradores como Arseniev, las diferencias de
percepción entre hombres "primitivos" y "civilizados" son reales y se manifiestan
desde el mismo lenguaje. En contra de lo que podría parecer, los idiomas
"primitivos" poseen vocabularios mucho más extensos que los nuestros, que
incluyen una enorme cantidad de términos para designar objetos que se
diferencian entre sí sólo por sutilezas; esta abundancia contrasta, por otra parte,
con una falta de conceptos genéricos y abstractos. Así, por ejemplo, los pueblos
australianos dan un nombre distinto a cada tipo de árbol, pez, pájaro, incluso
cuando se distinguen entre sí por detalles imperceptibles para un civilizado, pero
carecen de nombres genéricos como "árbol" o "pez". Para los maorís de Nueva
Zelanda, cada objeto tiene un nombre propio. En el idioma de los indios ponka,
para decir "un hombre mató un conejo" hay que especificar si el hombre estaba
parado o sentado, con qué arma mató, si el conejo corría o no, etcétera, ya que
cada uno de estos conceptos tiene un nombre distinto. Y si a un primitivo se le
pide que cuente, preguntará qué debe contar, pues el sistema de numeración no
es el mismo para contar árboles, cerdos o montañas.
Vygotsky y Luria llegan a la conclusión de que la percepción tan aguda de los
hombres primitivos está relacionada con el hecho de que, en sus idiomas, "sus
palabras no se diferencian de los objetos, sino que mantienen una estrecha
relación con las percepciones sensoriales inmediatas". Los conceptos genéricos y
las ideas abstractas, que son tan fundamentales para nosotros, son del todo
inútiles para los hombres que viven en contacto directo con la naturaleza.
Ellos, por el contrario, utilizan complejos, agrupaciones de elementos dispares
cuyas relaciones entre sí no son evidentes.
Volviendo a Dersu Uzala, vemos en la película de Kurosawa cómo los hombres
civilizados que tienen la misión de cruzar Siberia se encuentran totalmente
desprotegidos en el hábitat natural del hombre primitivo, donde no podrían
sobrevivir un solo día sin su guía. Sin embargo, al llegar a la ciudad de su destino
los papeles se invierten: ahora los civilizados se encuentran a sus anchas,
mientras que el hombre de las estepas se halla perdido en un mundo que le es
hostil e incomprensible.
Evidentemente, el modo de pensar y el lenguaje están adaptados al medio. El
problema, surge cuando los "primitivos" se ven forzados por el progreso a
abandonar sus medios naturales y emigrar a las ciudades, donde la mayoría de
ellos sólo encuentra una vida miserable. Ante esta situación caben algunas
preguntas: ¿Tienen sentido los programas de educación masiva, en todos los
niveles, cuando están basados en estructuras lógicas que son ajenas a la mayoría
de los hombres y las mujeres? ¿Tiene sentido una "globalización" que pretende
transferir a millones de seres humanos a la "civilización"? ¿Es esa civilización la
única aceptable?
Estructuras de la Mente
Como lo vemos ahora, las inteligencias se expresan siempre en el contexto de
tareas, disciplinas y ámbitos específicos. No existe la inteligencia espacial "pura":
en su lugar hay una inteligencia espacial tal como se manifiesta en la manera en
que un niño resuelve una adivinanza, encuentra un camino, ensambla un modelo
para armar o manda un pase de basquetbol. Por la misma razón, los adultos no
manifiestan directamente su inteligencia espacial, sino que son jugadores de
ajedrez, artistas o geómetras más o menos diestros. De este modo, haremos bien
en evaluar las inteligencias ya sea al observar a las personas que ya conocen
estas actividades o cuentan con ciertas capacidades, o al introducir a algunos
individuos en tales ámbitos y observar cómo superan su condición de principiantes
con o sin ayudas o instrumentos específicos.
Es probable que una persona con inteligencia musical se interese, y logre
destacar, en el ámbito de la música. Pero el ámbito de la interpretación musical
requiere inteligencias que van más allá de lo musical (por ejemplo, la inteligencia
cinestésicocorporal), así como la inteligencia musical puede extenderse a ámbitos
que trascienden la música en un sentido estricto (como a la danza o a la
publicidad). De modo más general, casi todos los ámbitos requieren destreza en
un conjunto de inteligencias; y toda inteligencia se puede aplicar en un amplio
abanico de ámbitos culturales.
En conjunto, el trabajo con las inteligencias múltiples y el trabajo con las
limitaciones de la mente crean una visión del ser humano radicalmente distinta de
la que se solía tener hace una generación. En el apogeo de la psicometría y el
conductismo, en general se creía que la inteligencia era una entidad única
hereditaria y que los seres humanos —al comienzo, una tabula rasa— podían ser
capacitados para aprender cualquier cosa, siempre que se presentase de modo
apropiado. En la actualidad, un creciente número de investigadores consideran
precisamente lo opuesto: que existe una multitud de inteligencias bastante
independientes entre sí; que cada inteligencia tiene sus propias ventajas y
limitaciones; que la mente se halla lejos de estar libre de trabas al momento del
nacimiento; y que es muy difícil enseñar cosas que vayan en contra de las
antiguas teorías "ingenuas" o que desafíen las líneas naturales de la fuerza de una
inteligencia y sus ámbitos correspondientes.
Sin embargo, en realidad la psicología no rige directamente la educación (Egan,
1983); sólo nos ayuda a entender las condiciones en que ésta se lleva cabo. La
limitación de una persona puede ser la ventaja de otra. Siete tipos de inteligencia
darían lugar a siete formas de enseñanza. Y no sólo a una. Y cualquier limitación
considerable de la mente puede modificarse a fin de presentar un concepto
particular (o todo un sistema de pensamiento) de tal modo que los niños tengan
más probabilidades de aprenderlo y menos de deformarlo. Es paradójico que las
limitaciones puedan ser sugestivas y, a la postre, liberadoras.
El “Estado de naturaleza”. La comunidad primitiva y el pensamiento de Marx
En esta obra, que tampoco fue publicada en vida de su autor, se parte de una
crítica de las concepciones contractualistas por suponer que los individuos existen
o existieron en algún momento de la historia al margen de la sociedad. Para Marx
la consideración del cazador o de los pescadores solos y aislados como inicio del
proceso evolutivo son el fruto de lo que llama “robinsonadas dieciochescas”36. …
En la misma línea de la denuncia ya formulada en los Manuscritos contra los
teóricos de la Economía Política, para Marx lo que hay detrás de esta concepción
es, más bien, un intento de retrotraer rasgos de la sociedad actual al pasado:
“En realidad, se trata más bien de una anticipación de la «sociedad civil» que se
preparaba desde el siglo XVI y que en el siglo XVIII marchaba a pasos de gigante
hacia su madurez. En esta sociedad de libre competencia cada individuo aparece
como desprendido de los lazos naturales, etc., que en las épocas históricas
precedentes hacen de él una parte integrante de un conglomerado humano
determinado y circunscrito….”
De esta forma se ignora el carácter social del individuo y su producción. Para
Marx, el individuo sólo puede individualizarse en la sociedad y, en consecuencia,
aparece siempre integrado dentro de un todo mayor, sea la familia, la tribu o la
comunidad. Sólo dentro de la “sociedad civil” desarrollada en el siglo XVIII, la
época en la que paradójicamente se cree que las relaciones sociales se han
universalizado en mayor medida que en ninguna otra, se concibe al hombre
aislado y perseguidor de unos fines tan particulares que las relaciones con los
demás sólo son consideradas como medios.
Tal y como Marx lo narra, este proceso ocurre de la siguiente forma: el comunismo
primitivo tendría como base la familia o la reunión de varias familias en una tribu.
Estas tribus llevarían una forma de vida nómada hasta que se asientan en un lugar
determinado y pasan a explotar la tierra de una manera colectiva. Surge así la
horda o comunidad de sangre, de idioma, de costumbres, etc.
Comité Editorial de En-claves del pensamiento
La vulnerabilidad nos constituye, a nosotros y nuestras precarias y limitadas obras.
Un hecho que tiende a ocultarse por toda una atmósfera ideológica, cada día más
asfixiante, que nos hace despreciar la fragilidad de los cuerpos. Sin embargo, las
sucesivas crisis -económica, política o ética- de nuestros tiempos nos recuerdan, a
partir de ese malestar difuso y constante, nuestro ser vulnerable. Quizá desde el
inicio -pensemos en las tragedias griegas-, las humanidades han tenido en cuenta
nuestra condición precaria, advirtiéndonos de las debilidades de los logros de
nuestra especie y señalando las grietas que corroen el pedestal de las estatuas
que se han entronizado falsamente como incólumes.
Cuando, hoy día, muchas de las sólidas certezas se derrumban, encontramos
quepensar desde la vulnerabilidadque nos caracteriza debería servir para dar a los
cuidados, los afectos o la solidaridad el espacio que merecen en la construcción
de un mundo menos hostil hacia las debilidades y dependencias que, justamente,
nos humanizan: ser humano es ser vulnerable. Los invitamos entonces, a
considerar la vulnerabilidad como una categoría ontológica, ética y política que se
manifiesta también en la historia, la literatura y las bellas artes. DesdeEnclaves del
pensamientopercibimos la serie de imposiciones de discursos triunfalistas que
ensalzan la presunta omnipotencia de las ciencias duras y que,
consecuentemente, desprecian y asedian el saber humanístico. Por ello mismo, la
tarea de las humanidades es, actualmente, urgente y de gran relevancia. Así,
nuestros ámbitos de estudio deberán resistir estas ilusiones que nos hacen olvidar
el carácter contingente de nuestras creaciones sociales y la insuperable finitud de
la condición humana.

EL CONCEPTO DE LA MENTE EN LOS YOGASU•TRA

Hablar del concepto de la mente implica conceptualizar sobre la misma


herramienta productora de conceptos. No es de extrañar, por lo tanto, que éste
haya sido uno de los problemas más intratables de la historia del pensamiento
humano. ¿Cómo pensar el pensamiento? ¿No será acaso un tarea imposible,
como la de intentar saltar sobre la propia sombra? Una manera típicamente india
de empezar a tratar el problema es distinguiendo entre mente y conciencia. A
menudo se ha entendido la conciencia como una propiedad de la mente, de una
res cogitans capaz de conocer y saber que conoce. El pensamiento indio
distinguió desde muy temprano la conciencia de lo que entendió era su
instrumento: la mente. En este caso la conciencia no era una simple propiedad de
la mente, sino que la mente devenía un instrumento de la conciencia. En muchas
ocasiones este instrumento era considerado como una sustancia material, en
contraste con la conciencia considerada como una entidad inmaterial.
En algunas escuelas filosóficas de la India antigua la conciencia sería lo único
existente, el verdadero sustrato de la realidad. Se trataría en este caso de una
conciencia pura, desprovista de contenido, pero capaz de proyectar el mundo
material, que no sería sino un modo especial de la conciencia. Esta capacidad de
proyectar el mundo material sería la facultad que tiene la conciencia de dotarse de
contenido, de asumir formas diversas.
Para ser conscientes de la dificultad sería útil mencionar aquí la distinción hecha
por David Chalmers3 respecto de los tipos de problemas con los que nos
enfrentamos cuando hablamos de la conciencia. Chalmers habla de problemas
fáciles y difíciles. Los problemas fáciles son aquellos susceptibles de ser
explicados mediante los métodos actuales de las ciencias cognitivas que tratan de
los fenómenos del conocimiento en términos de mecanismos computacionales o
neuronales.
Mente, Representaciones y Ciencia
Rorty sostiene que "en nuestra cultura, las nociones de ‘ciencia’, ‘racionalidad’,
‘objetividad’ y ‘verdad’ están soldadas entre sí. Se piensa que la ciencia ofrece la
verdad ‘dura’ y ‘objetiva’: la verdad como correspondencia con la realidad, el único
tipo de verdad digno de ese nombre" (1996:57). Por esta razón, los humanistas
(filósofos, teólogos, historiadores y críticos literarios) se ven obligados a
preocuparse constantemente de si son ‘científicos’ en sus procedimientos y si sus
conclusiones son dignas del predicado ‘verdadero’. La tendencia a identificar la
‘verdad objetiva’ con el uso de la razón coincide con la consideración de la ciencia
natural como el paradigma de la racionalidad. También concebimos la racionalidad
como algo consistente en seguir procedimientos fijados de antemano, de seguir un
proceder "metódico". Así, tendemos a utilizar como sinónimos los términos
"metódico", "racional", "científico" y "objetivo". Esta imagen del científico es
producto de un desarrollo cultural e histórico específico de Occidente.
Rorty sostiene en este capítulo titulado "La ciencia como solidaridad" que en
nuestra cultura moderna y secularizada el científico sustituye al sacerdote. En
efecto, éste último en las etapas pre–modernas (en las que algunos países como
el nuestro estamos estancados en algunos aspectos) el sacerdote cumple la
función de unir a la comunidad con lo trascendente, lo divino, lo que no depende
de nuestra Sergio P. Fernández. Mente, Representaciones y Ciencia. Cinta de
Moebio. Nº5. Abril de 1999. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
subjetividad. En nuestros días, Rorty nos dice que la función de la ciencia y del
científico es la misma: "poner en contacto a la humanidad con algo que está más
allá de sí misma". La secularización de la cultura moderna tuvo como
consecuencia la despersonalización del universo, y con ello la adscripción de la
belleza y de la bondad moral a la esfera de lo subjetivo; en cambio, la verdad
quedó como el único punto en el que el ser humano es responsable frente a algo
no humano.
Persona, mente y memoria
De forma genérica la palabra memoria indica a cualquier material o instrumento
que permita almacenar y recuperar información. De esta manera hablamos sin
dificultades de la memoria en las computadoras y, como reflejo tosco que son de
la mente humana, construimos, distinguimos y podemos medir en ellas a una
memoria de trabajo (RAM) de otra de almacenaje en el disco duro. De manera
más restringida y específica nos referimos a la memoria como la capacidad para
recordar o como la facultad por medio de la cual se recuerda. Esta facultad
psíquica es crucial y definitiva para las personas, pues la conciencia que tienen de
sí mismas se basa en buena medida en su capacidad para reconocer, en su
habilidad para rememorar su pasado y en el recuento de su propia vida. Más aún,
las personas recolectan no sólo vivencias personales, sino un enorme bagaje de
conocimientos adquiridos, almacenados y útiles para vivir. Y si la inteligencia es
una capacidad para actuar y resolver la vida, el material que utiliza para realizarlo
está en buena medida en la memoria, la cual por medio de esta ruta de acción
sobre el mundo se imprime en el medio y lo modifica.
El concepto más central de la memoria es el recuerdo, es decir la presencia en la
mente de algo pasado, un ingrediente indispensable para el pensamiento y otras
actividades cognitivas. De esta manera, aunque para poder conceptuarlas y
estudiarlas distinguimos y dividimos a diversas facultades cognitivas superiores,
una descripción tan somera como la que aquí se hace nos revela que están
interconectadas, que son indispensables para operar en conjunto y que en su
interacción definen en buena medida la cognición y la conciencia.
Génesis y poder de las sociedades primitivas. Berman y Girard
Según Morris Berman, los animales viven en el “presente eterno”, la inmediatez
del entorno se les impone; tienen poca capacidad para prever los acontecimientos.
Pero los simios ya son capaces de abstraer las consecuencias de una acción y
almacenarlas en sus mentes para después utilizarlas. Los monos, por ejemplo,
logran colocar una caja sobre otra para alcanzar una banana. En este sentido, hay
cierta continuidad entre lo humano y lo animal. Sin embargo, llama más la
atención lo que separa al animal del hombre. Los primates, a diferencia de los
seres humanos, no hacen construcciones simbólicas. La capacidad del niño de
imponer una forma mental sobre la materia informe ya implica cierta habilidad
simbólica; un grado de abstracción y planeación que ni los simios más inteligentes
son capaces de realizar. El paso de los homínidos al homo sapiens sapiens alejó
al hombre del eterno presente. La conciencia de la existencia, el Yo percibido
como algo distinto del ambiente y los demás, es una experiencia común a la raza
humana desde hace 100 mil años, pero que se profundizó hace 35 mil. En las
primeras etapas, los homínidos se parecían más al mono que al hombre
contemporáneo; eran carroñeros y aunque tenían algunas herramientas, éstas no
implicaban mucha elaboración. Fue hasta el Paleolítico cuando esto cambió. En
ese momento, el hombre comenzó a concebir lo inmaterial, la personalidad
individual y la separación del Yo respecto al mundo; por ello, se han podido
encontrar numerosas herramientas, ornamentos personales, tumbas, pinturas de
caza de ese periodo.
LOS ALGORITMOS DE LA MENTE
El estudio de la mente ha pasado por muchos hitos a lo largo de la historia. Inició
entendiéndose como un hálito divino que nos permitía ser conscientes del mundo,
a ser entendida como un universo paralelo con sus propias reglas y misterios que
solo los versados podían develar. Luego, con la revolución de las ciencias,
personajes como Wilhem Wundt y William James, entre otros, aplicaron el método
científico a su comprensión. Así se pasó al conductismo y al cognitivismo y ahora,
a las neurociencias, que han hecho una reveladora aparición en la escena, que
demuestra la importancia del cerebro como ese gran procesador que le da origen.
Pero aún ahora, pese a todos los adelantos científicos, el misterio de la mente
todavía desvela a muchos científicos soñadores e inspira a otros tantos científicos
artistas.
Planteamientos como los del ingeniero electricista Shannon a finales de los años
cuarenta, o matemáticos y físicos como Norbert Wiener y Turing a inicios de los
cincuenta, ayudaron a la psicología a comprender la mente desde modelos
abstractos, pero cuantificables y predecibles, con los cuales se puede emplear a
todas luces el método científico en su mejor expresión, y es que la mente no se
aleja de ser un algoritmo complejo ejecutable solo por el único mecanismo capaz
de procesarlo, el cerebro.
El neurólogo y profesor Rodrigo Zequeira, de quien recibí clases en mi curso de
maestría, hablaba del cerebro como un gran bioprocesador capaz de ejecutar
algoritmos tan complejos que podía procesar datos incluso del campo espiritual, y
yo no disto de su punto de vista, pues este órgano contiene una de las células
más especializadas del cuerpo: las neuronas; y ellas, gracias a su naturaleza
bioelectroquímica, son capaces de transmitir miles de bits de información a una
velocidad casi milagrosa. Una estructura que pueda computar información de esa
manera, no es otra cosa que un bioprocesador. El estudio del cerebro desde las
diferentes ramas de las neurociencias y también desde la perspectiva de las
ciencias complejas, permitirá develar un poco más el misterio de lo que es la
mente o de lo que no es, si lo miramos desde la perspectiva de la ambivalencia
científica. Lo importante de resaltar aquí, es que nuestro cerebro es un procesador
biológico, y en la misma ruta de las computadoras actuales, ejecuta algoritmos
complejos que dan origen a nuestro mayor y más fascinante enigma: la mente
humana.
La prohibición de mentir
Mentir es una falta moral. Qué duda cabe. Quizá no hay convicción moral más
compartida e indiscutible; por eso es que la mentira puede encontrar atenuantes o
justificaciones, pero a lo largo de la historia ha encontrado muy pocos defensores
directos. Y sin embargo, no es fácil para los seres humanos mantenerse en la
veracidad, decir y escuchar la verdad. No sabríamos si tienen una inclinación
instintiva a mentir, pero el hecho es que los seres humanos no siempre buscan ni
quieren la verdad y a veces tampoco tienen el poder para quererla. Es por eso que
han debido establecer un cerco de sanciones, reprobaciones explícitas y
penalizaciones con el fin de limitar y exorcisar la mendacidad.
Lo mismo que la verdad, la prohibición de mentir también tiene una historia. Esto
es así, porque aunque la mentira posee una dimensión permanentemente moral
es, además, un problema que irrumpe en los dominios teológico, jurídico, político e
incluso lógico. Quisiéramos probar aquí que cada momento civilizatorio se
caracteriza justamente por una manera peculiar de valorar y combinar esos
dominios prácticos y conceptuales.
Mente abierta vs. Mente diseccionada: De cuando la ciencia vendió su alma
Hubo un tiempo, no ha mucho, en el que se albergaba la esperanza de hallar
facultades ignotas en el ser humano impelidos sin duda por la convicción de que al
se superaría el materialismo científico en el estudio de la mente. De rebote, se
creía que esta presunción podría regenerar el adormecido avance de la psicología,
tan encorsetada entre las paredes del laboratorio experimental. El libro que nos
ocupa revisa los condicionantes socio-históricos que fundamentaron los criterios
para establecer qué es científico y qué no lo es. En el caso de la psicología, cuya
historia social arranca a males del siglo XIX, esta discriminación resulta a veces
tan poco sutil como arbitraria. La polémica aún perdura en la actualidad; sólo por
la cuantiosa oferta de puntos de discusión que brinda ya merece la pena
aventurarse en la lectura de Los límites de la ciencia.
Mentalización y teoría de la mente.
Considerada como componente de la CS, la Teoría de la Mente (ToM) fue decisiva
en la consolidación del constructor y área de investigación (7), siendo utilizada
para remarcar la idea de que las personas tienen un conocimiento metacognitivo
complejo de su propia mente tan bien como el de la(s) mente(s) de otro(s),
adicionando aspectos afectivos y cognitivos (8), además de la distinción entre
apariencia y realidad (9). La CS es un concepto más amplio, e incluye aspectos
tanto “sociales” como “cognitivos” de la representación del mundo en las mentes
de las personas, sin embargo ambos conceptos hacen referencia a la destreza
metacognitiva que capacita a los humanos para informar de los estados mentales
propios, y de las otras personas (creencias, deseos, emociones, intenciones),
además de entender que estas representaciones basadas en sensaciones y
percepciones, no siempre se corresponden con la realidad (10). La ToM es una
capacidad mentalista, es decir, que brinda la posibilidad de percibir estados
mentales en otros seres y reconocer los estados mentales propios como distintos
a los de aquellos (diferenciación subjetiva), diferenciar unos estados mentales
particulares de otros (con un contenido potencialmente distinto), además de
atribuir estados mentales (a sujetos distintos y a uno mismo en momentos
diferentes), utilizando los estados atribuidos para explicar y predecir la conducta
de carácter predictivo u organizativo personal, al sustentar objetivos
comportamentales propios. Distintos investigadores han aportado al conocimiento
del término, denominándola también como lectura de mente, mentalización, y
razonamiento con teoría de la mente (11,12). Para entender a cabalidad las
implicancias de la ToM como parte de la cognición social, es necesario conocer
también otros conceptos estrechamente relacionados, que se han estudiado
desde el punto de vista de la filosofía y la etología: mentalización, indica que
cuando las personas desarrollan una “buena” ToM, podemos percibirnos no solo
como objetos sino también como seres subjetivos con estados mentales (8).
Intencionalidad, hace referencia a que los estados mentales tienen un contenido
en sí mismo, una actitud hacia ese contenido y un sujeto que le sirve de soporte;
es decir expresan la relación de un sujeto y un objeto en una proposición (por
ejemplo, percibir es siempre “percibir algo”, o pensar es siempre “pensar en algo”),
dicha característica se aplica a todos los verbos mentalistas como pensar, creer,
desear, pretender, imaginar, recordar, conocer, saber (13). Términos que los
filósofos denominan actitudes proposicionales. Ahora bien, no todos los seres a
los cuales se les atribuye la capacidad de mentalizar (como algunos primates no-
humanos), generan actitudes proposicionales; por ejemplo el pensar, es un estado
mental únicamente atribuible a los seres humanos, mientras que percibir es
compartido con distintas especies animales.
Conclusión:
La mente es una cualidad del ser humano que le ayuda a pensar de la manera
deseada para poder resolver sus problemas que tiene a diario; desde tiempos
atrás; el pensamiento ha sido fundamental para la creación y descubrimientos que
hoy utilizamos.
Lo que a los animales nos diferencia de lo humanos es nuestra manera de pensar,
nosotros poder realizar una construcción simbólica la cual no tendría mucha
utilidad; en cambio los animales solo piensan en lo que necesitan al momento y lo
piensan mientras lo ponen en marcha.
Se han hechos estudios, experimentos por científicos, psicólogos; pero lo que
siempre llega al final es la manera de pensar de cada persona es distinta, no se
puede tener una exactitud de la inteligencia de cada uno, ya que la inteligencia no
se puede ver, medir y/o sentir, por lo que la habilidad se llega a confundir. La
mente proporciona memoria, como la de una computadora, almacena todo la
información captada en el día y la recopila.
La mente tiene la gran capacidad de realizar grandiosos trabajos para resolver los
problemas que tenemos.

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su alma. Annette MÜLBERGER (Ed.) (2016), Los límites de la ciencia: Espiritismo, hipnotismo y el
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Mentalización y teoría de la mente


Zegarra-Valdivia, Jonathan., Chino Vilca, Brenda., Mentalización y teoría de la mente.. <i
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