Acceso A La Justicia en El Mundo Rural
Acceso A La Justicia en El Mundo Rural
Acceso A La Justicia en El Mundo Rural
EQUIPO RESPONSABLE
Coordinación general: Javier La Rosa Calle
Coordinadora del Área de Acceso a la Justicia: Rocio Franco Valdivia
Asistentes de Edición: Aníbal Galvez Rivas
Maria Alejandra González Luna
Impreso en el Perú
ÍNDICE
Presentación 07
CAPÍTULO I
ESTADO DEL ACCESO A LA JUSTICIA EN EL MUNDO RURAL
ESTADO 11
Jaime Urrutia Ceruti, La sociedad rural en el Perú del 2006. 13
Javier La Rosa Calle, Acceso a la justicia: elementos para incorporar
un enfoque integral de política pública. 19
Francisco Ballón Aguirre, Las identidades jurídicas decrecientes:
el acceso y sus resistencias 37
Alejandro Diez Hurtado, La justicia del Estado, las justicias comunales y
la interculturalidad. 59
Jacinto Ticona Huamán, Experiencias de coordinación de la justicia
estatal con la justicia comunal en la provincia de Carabaya (Puno). 79
Teresa Soberón Paredes, Experiencias de coordinación entre la justicia estatal
y la justicia comunitaria en las provincias de Jaén, San Ignacio, Chota y Cutervo
(Cajamarca). 83
Jesús Cosamalón Aguilar, Comentarios a las ponencias de Jacinto Ticona y Teresa Soberón 87
CAPÍTULO II
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER Y LOS NIÑOS EN EL SECTOR RURAL 93
Susel Paredes Piqué, Violencia contra la mujer y el niño en el sector rural:
el caso de la defensoría comunal indígena de la FEMAAM. 95
Rocío Franco Valdivia, Miradas cruzadas: el acceso de las mujeres a la justicia
desde el género y la cultura. 109
Jeanine Anderson Roos, Comentarios a las ponencias de Susel Paredes
y Rocío Franco 125
Gina Yáñez De la Borda, Comentarios a las ponencias de Susel Paredes
y Rocío Franco. 131
CAPÍTULO III
REFORMAS NORMA TIV
NORMATIV AS Y DISEÑOS DE POLÍTICAS PÚBLICAS
TIVAS 135
Juan Carlos Ruiz Molleda, El desarrollo normativo del artículo 149| de la
Constitución Política sobre la jurisdicción comunal. 137
José Regalado, Criterios para una propuesta de reforma constitucional:
diseñando el sistema de justicia local en el Perú. 169
Jaime Vintimilla, Comentarios a las ponencias de Juan Carlos Ruiz y José Regalado 185
David Lovatón Palacios, ¿Cómo diseñar una política pública que identifique
la demanda de acceso a la justicia? 187
Walter Albán Peralta, Comentarios a la ponencia de David Lovatón 201
CAPÍTULO IV
EDUCACIÓN LEGAL Y ACCESO A LA JUSTICIA. IMPACTO EN
IMPACTO
LA FORMACIÓN DEL AB OGADO
ABOGADO 207
Elvira Méndez Chang, Reflexiones sobre educación legal
y acceso a la justicia 209
Rafael Vallenas Gaona, Cambiando el perfil del abogado para
favorecer el acceso a la justicia 219
Christine Benoît, La incorporación de un enfoque interdisciplinario y
de género en la educación legal 225
PRESENTACIÓN
PRESENTACIÓN
1
Según datos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) del 2001, Encuesta
Nacional de Hogares 1997-2001, cuarto trimestre.
nismos alternativos de resolución de conflictos, deberían estar comprendidos
dentro de esta definición.
En el primer capítulo, se analiza el marco general del sector rural y cómo diver-
sos procesos sociales han afectado su desarrollo en los últimos años, afectando
la vigencia de una serie de derechos ciudadanos. También se propone una
reflexión acerca de los nuevos enfoques sobre acceso a la justicia así como de las
barreras existentes, las vicisitudes que genera la interculturalidad, además de
presentar un análisis de caso de dos experiencias de organizaciones no guberna-
mentales que promueven la coordinación entre la justicia estatal y la justicia
comunal.
No queremos terminar esta parte sin dejar constancia del apoyo brindado por
Aníbal Gálvez Rivas para la preparación de la presente edición.
12
SOCIED
SOCIEDADAD RURAL
en el PERÚ 2006
Jaime Urrutia Ceruti*
En esta exposición haré un rápido repaso de los procesos sociales más impor-
tantes ocurridos en la sociedad rural en los últimos sesenta años. Antes, una
aclaración indispensable sobre la base estadística. Hace poco el Presidente de
la República señaló que el último censo nacional había sido "una estafa". Y no
era la suya una metáfora: Alan García se refería a un mal uso de los recursos que
ha llevado a que no sea posible utilizar las cifras que existen hoy porque son
muy pocas en comparación con las del censo anterior, de manera que resulta
muy difícil seguir la evolución, en este caso, de la sociedad rural. Se han perdi-
do, así, la riqueza y los matices de los informes censales anteriores.
El primero de los procesos mencionados tiene que ver con las enormes olas
migratorias del campo a las ciudades desatadas en el Perú desde la década de
1940. El segundo alude a que el universo rural es un universo de pequeños
propietarios y de comunidades campesinas. El Perú, en general, es un país de
pequeños propietarios; por lo tanto, las políticas tienen que estar dirigidas a
ellos y no solo a los exportadores. El tercer gran proceso da cuenta de que el
mundo rural no se concibe ya como un mundo cerrado o aislado del mundo
urbano. El cuarto es un proceso fundamental incluso en la administración de
justicia, y se refiere a la descentralización y municipalización de la vida social y
13
Acceso a la justicia en el mundo rural
14
Jaime Urrutia Ceruti
Respecto del segundo proceso, que señala que el nuestro es un país de peque-
ños productores. Según el último censo agrario, que data de 1994, el Perú tiene
35 millones de hectáreas y un millón 600 mil cabezas de familia, pero de ese
total de hectáreas solo 5 millones —es decir, 15 por ciento— es superficie pro-
piamente agrícola, y casi la mitad son pastos; de estos, cuatro quintas partes
pertenecen a comunidades campesinas. Y aunque es cierto que estas cifras son
antiguas, no deben haber variado mucho, porque el mercado de tierras en el
Perú es casi inmóvil no obstante la existencia del Programa Especial de Titula-
ción de Tierras (PETT) y de una serie de leyes que intentan incentivar, inclu-
so dentro de las comunidades, un mercado de tierras. En el Perú no se puede
entonces poner en práctica una política pública que tenga que ver con pastos si
no se toma en cuenta a las comunidades campesinas. Otro dato importante
relativo a este mundo de pequeños productores es que 55 por ciento de ese
millón 600 mil unidades agropecuarias tiene menos de 3 hectáreas y que 3 por
ciento cuenta con más de 50 hectáreas y ocupa 78 por ciento del territorio. Por
cierto, ese 78 por ciento del territorio que tiene más de 50 hectáreas está com-
puesto por los pastos de las comunidades campesinas. Un dato adicional: en
nuestro país hay 5 mil 600 comunidades campesinas reconocidas.
El tercer proceso tiene que ver con la aparición de un continuo entre lo rural y
lo urbano. Así, por ejemplo, si en la década de 1990 salía un solo camión de
Huamanga a Cangallo y se demoraba no sé cuántas horas, ahora parte un micro
cada 20 minutos y la gente ya no vive en su chacra sino en Huamanga, y va a ver
su chacra de vez en cuando. En el Cusco ocurre lo mismo: allá hay gente que
trabaja una chacra o siembra hortalizas en Anta pero vive en el Cusco, y va y
15
Acceso a la justicia en el mundo rural
viene, porque los colectivos salen cada 15 minutos. Las redes de comunicación
también cumplen un papel de articulación fundamental. De ahí que no sea ya
posible analizar la sociedad rural, ni la propia comunidad, como un universo
cerrado. Otra idea importante al respecto es que los migrantes han llevado su
cultura a la ciudad y así Lima, por citar el caso más emblemático, tiene hoy 450
mil quechuahablantes y el número más alto de aimarahablantes. Desde hace ya
varias décadas se han trasladado a la ciudad formas culturales que han cambia-
do el rostro de las urbes.
Si uno revisa el mapa electoral configurado con las últimas elecciones regiona-
les y municipales, se encuentra con claras reivindicaciones regionales. En Tum-
bes, por ejemplo, hay un movimiento que se llama "Obras y más obras por la
reconstrucción de Tumbes", y otro que se denomina "Adelante Tumbes, Dios
te da más fuerza Tumbes". Ellos canalizan un sentimiento de descontento con
la centralización. El Estado se resiste a transferir funciones. No basta con decir
que hay municipalización. ¿En el sistema de justicia será posible transferir fun-
ciones más de lo que ya se hace? ¿Basta modificar el sistema de administración
de justicia actual para que quienes están en la regiones sientan que hay una
justicia mucho más rápida y, a riesgo de redundar, más justa? Cabe preguntarse
también, de paso, ¿cómo se está permitiendo la creación de centros poblados
menores cuya intención es independizarse para obtener mayores recursos? Esto
último también concierne al tema de la administración de justicia.
16
Jaime Urrutia Ceruti
De la misma manera, los centros poblados menores —que ya son 1.864— han
ido adquiriendo una creciente importancia. Hay quienes sostienen que no de-
berían crearse, porque contribuyen a la mayor fragmentación de los recursos;
pero ellos congregan a la población rural más pobre, a la que no llegan los recur-
sos, porque la centralización se va reproduciendo: la provincia no traslada los
recursos al distrito, este hace lo mismo con las comunidades y estas últimas
quieren ser centros poblados menores para conseguir algo que el distrito no les
traslada.
17
Acceso a la justicia en el mundo rural
El último proceso al que me referiré será el de las secuelas que dejó la violencia
política desatada entre 1980 y el 2000. La mayor cantidad de muertos se regis-
tra en Ayacucho, Huancavelica, parte de Apurímac y parte de Junín. Ese es el
núcleo más golpeado: desde el territorio asháninka hasta Cangallo, pasando por
las alturas de Huanta. El segundo está constituido por el Huallaga.
18
ACCESO A LA JUSTICIA:
ELEMENTOS para INCORPORAR
un ENFOQUE INTEGRAL de
POLÍTICA PÚBLICA
Javier La Rosa Calle
Rosa Calle*
INTRODUCCIÓN
19
Acceso a la justicia en el mundo rural
Con tal propósito, nos preguntamos acerca de lo que suele entenderse por falta
de acceso a la justicia y cómo los diseñadores de políticas jurisdiccionales han
omitido el hecho de que somos un país desarticulado en el que el sistema jurídico
oficial no alcanza a todo el territorio, no existe un monopolio del Estado sobre el
Derecho y la jurisdicción, y en el que existen visiones culturales distintas, es
decir, una serie de factores que, al no ser tomados en cuenta, originan barreras
para que peruanos y peruanas encuentren un remedio eficaz a sus conflictos.
Esta reflexión debe pasar necesariamente por cuestionar las visiones tradicio-
nales que sostienen que para lograr un mejor acceso a la justicia solo se debe
profundizar la reforma del Poder Judicial; o aquellas otras que señalan que este
acceso queda asegurado con adecuadas garantías para el debido proceso. Propo-
nemos una revisión de estas concepciones, tratando de incorporar una visión
transformadora del sistema de justicia que permita superar las ideas menciona-
das, y con ese fin explicamos las diferentes barreras existentes en el país para
los ciudadanos y cómo pueden ser superadas.
Referirse a qué entendemos por este concepto requiere una revisión exhaustiva
de cómo ha evolucionado en el tiempo. Inicialmente, desde un enfoque general,
aludir al derecho al acceso a la justicia significaba que los ciudadanos puedan
hacer valer sus derechos y resolver sus disputas bajo el auspicio del Estado.2 Sin
embargo, esta noción ha transitado por sucesivas etapas que van desde el estable-
2 Cappelletti, Mauro y Bryant Garth: El acceso a la justicia: La tendencia en el movimiento mundial para
hacer efectivos los derechos. México: Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 9.
20
Javier La Rosa Calle
cimiento de una asociación directa con garantías procesales básicas (tutela judi-
cial), de acuerdo con las cuales resultaba suficiente proveer al ciudadano de más
tribunales de justicia y de mejor calidad, con lo que se estaría satisfaciendo esta
noción, hasta una visión vinculada a un derecho más complejo referido a toda clase
de mecanismo eficaz que permita solucionar un conflicto de relevancia jurídica.
Tal recorrido no ha sido fácil, y es aceptado solo parcialmente por los diversos
operadores de justicia. Esto no obedece solo al desconocimiento del tema sino
también, y sobre todo, a la ideología que estaría detrás de estas concepciones,
que en un caso permitirían mantener el actual sistema de administración de
justicia, con sus aciertos u omisiones, y en otro plantear un enfoque radical-
mente distinto que afirme la transformación del sistema de justicia hacia uno
inclusivo y pluralista. No estamos por lo tanto ante diferencias de matiz, ya que
la opción por una u otra visión del acceso la justicia conllevaría el desarrollo de
acciones de política pública con enfoques distintos.3
21
Acceso a la justicia en el mundo rural
4 Thompson, José (coordinador): Acceso a la justicia y equidad: Estudio en siete países de América Lati-
na. San José: Banco Interamericano de Desarrollo-Instituto Interamericano de Derechos Hu-
manos, 2000.
5 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo: Manual de Políticas Públicas para el Acceso a la
Justicia. Buenos Aires: PNUD, 2005, p. 7.
22
Javier La Rosa Calle
Tampoco creemos que la noción planteada pueda asociarse solo con la mejora
de la cobertura estatal. Al respecto, es pertinente referirse a las distintas con-
cepciones que subyacen a esta idea. Por un lado tenemos un enfoque institucionalista,
que: "[…] se centra en la maquinaria del ámbito público de la administración
de justicia".6 Para esta corriente, el problema de necesidades jurídicas se podrá
abordar con más tribunales, mejores equipamientos y más recursos humanos, lo
que permitiría ampliar la atención del Estado.
Por otro lado está el enfoque integral de acceso a la justicia, impulsado inicialmente
desde el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), pero asu-
mido posteriormente por diversas organizaciones de la sociedad civil que pro-
mueven la reforma de la justicia, especialmente en Latinoamérica. Esta visión
entiende el acceso a la justicia:
6 Ibid., p. 7.
7 Ibid., p. 11.
23
Acceso a la justicia en el mundo rural
Con esta orientación, más que insistir en la creación de nuevas unidades juris-
diccionales pensando erróneamente que de este modo se promueve una mayor
atención a los justiciables, debería reflexionarse acerca de qué se está haciendo
8 Francia, Luis: "El auxilio judicial en el marco del debido proceso", en Acceso a la justicia y Defensoría
del Pueblo. Lima: Comisión Andina de Juristas, 2001, p. 228.
9 Ibid., p. 12.
24
Javier La Rosa Calle
25
Acceso a la justicia en el mundo rural
ley, las desigualdades para acceder a la justicia socavan esa legitimidad y, por
ende, sus instituciones democráticas.11 Por ello, un acceso no igualitario a un
recurso efectivo ante una instancia prevista por nuestro ordenamiento jurídico
sería contraproducente y violatorio de este principio.
Por otro lado, si bien el derecho a la tutela jurisdiccional suele ser interpretado
como una serie de atributos, entre los que destaca el acceso a la justicia, enten-
dido como el derecho de cualquier persona a promover la actividad jurisdiccio-
nal del Estado sin que se le obstruya, impida o disuada irrazonablemente, así
como el derecho a la efectividad de las resoluciones judiciales,12 cabe acotar
que el basamento constitucional aquí referido debe entenderse coordinada-
mente con el principio de igualdad y con el derecho a la justicia que se infiere
del texto constitucional, por lo que consideramos que existen elementos sufi-
cientes para sostener que, si bien no es lo mismo tutela jurisdiccional que acce-
so a la justicia, uno subsume al otro, de manera que, dependiendo del enfoque
que se adopte, se pueda determinar cuál es el género y cuál la especie.
11 Garro, Alejandro: "El acceso a la justicia y el derecho de interés público", en Justicia y Sociedad,
año I, n.° 2. PNUD.
12 Sentencia del 5 de enero del 2006, expediente 0015-2005-PI/TC del Tribunal Constitucional.
26
Javier La Rosa Calle
27
Acceso a la justicia en el mundo rural
Diversos estudios e informes técnicos han referido ya los parámetros más im-
portantes para un diagnóstico del acceso a la justicia. En nuestra opinión, el
más acertado es el del PNUD,15 que señala que una evaluación de esta natura-
leza debería implicar dos análisis diferenciados que se habría de realizar de
manera consecutiva. Por un lado, un estudio de diagnóstico de necesidades
jurídicas; y, por otro, un análisis de los operadores y servicios de justicia.
14 La idea de pobreza legal entendida como aquella que imposibilita el litigio pero además impi-
de una verdadera solución al conflicto planteado. Tomado de Ferrandino, Álvaro: "Acceso a la
justicia", en En busca de una justicia distinta: Experiencias de reforma en América Latina. Lima: Con-
sorcio Justicia Viva, 2004, p. 382.
15 PNUD, op. cit.
28
Javier La Rosa Calle
En este acápite se tratan las más importantes dificultades o carencias para ac-
ceder a la justicia en el ámbito rural y urbano popular.16
16 Este capítulo ha sido adaptado de la separata Acceso a la justicia en el mundo rural: ¿Una agenda
para construir?, publicada en la revista ideele n.° 174. Lima: IDL, 2005.
29
Acceso a la justicia en el mundo rural
17 Actualmente existen 531 distritos beneficiados con la exoneración de las tasas judiciales, lo
cual beneficia aproximadamente a cerca de tres millones de personas. Sería importante verifi-
car cuántos distritos más deben alcanzar este beneficio. Por otro lado, debería terminarse con
esta dependencia del cobro de dichas tasas con el rubro "ingresos propios" que es utilizado
para cubrir parte del pago de las remuneraciones que se otorga a los jueces.
18 El otorgamiento del auxilio judicial ha sido regulado por la resolución administrativa 182-
2004-CE-PJ, mediante la cual se aprueba el "Procedimiento para la concesión del beneficio
del auxilio judicial", que establece una serie de requisitos que no corresponden a la realidad de
pobreza en la que se encuentran los ciudadanos solicitantes. Es el caso de quienes requieren
este beneficio y les solicitan acreditar su situación de pobreza con documentos como recibos
de electricidad, agua, teléfono o cable, de alquiler, etcétera, que no son los medios más apro-
piados para acreditar que una persona carece de recursos económicos.
19 Cifras a setiembre del 2004.
30
Javier La Rosa Calle
31
Acceso a la justicia en el mundo rural
Todo esto nos parece razonable y merece nuestro apoyo. Sin embargo, llama pode-
rosamente la atención que no se haya elegido como punto de partida el capítulo
sobre acceso a la justicia propuesto por la Comisión Especial de Reforma Integral
de la Administración de Justicia (Ceriajus), el primero en plantear un conjunto de
recomendaciones orientadas a la consecución de un sistema de justicia uno más
democrático, cercano a la población y respetuoso de las diferencias culturales.
20 De Belaúnde, Javier: La reforma del sistema de justicia: ¿En el camino correcto?: Breve balance de su
situación actual y de los retos pendientes. Lima: Fundación Konrad Adenauer/Instituto Peruano de
Economía Social de Mercado, 2006, p.141.
32
Javier La Rosa Calle
a) Apoyo a la justicia de paz: A pesar de que la justicia de paz forma parte del
Poder Judicial, está prácticamente abandonada, al punto que ni siquiera
se la incluye en el presupuesto del sector. Desde los poderes estatales se
podría promover la atención de las necesidades de los jueces de paz (ofi-
cinas para atención, materiales de trabajo, subvención para movilidad,
seguro de salud). Difícilmente se puede hablar de pleno acceso a la jus-
ticia si no se define una política de atención a este sector, el primero de
la judicatura en la atención de la población pobre y rural del país.
Aspecto decisivo de esta promoción sería la pronta reglamentación de la Ley
de Elección de los Jueces de Paz, que tiene más de un año esperando en
el Poder Judicial.21 Al apoyar la elección democrática de los jueces de paz
se legitima el trabajo de estos magistrados en beneficio de la población a
la que atienden.
En lo que concierne a la manera como manejan los conflictos de familia,
que involucran episodios de violencia familiar, urge apoyar la difusión y la
capacitación de estos operadores en el uso de medidas de proyección en
favor de la víctima.
Finalmente, creemos que se debería llevar a cabo una campaña de apoyo
y sensibilización de otras autoridades públicas acerca de la importante
labor que realizan los jueces de paz, hoy casi ignorados por varios sectores
estatales. En este sentido, sería útil que la Ley Orgánica del Poder Judi-
cial estableciese de modo sistemático todas las competencias de estos
jueces.
b) Reconocimiento de la justicia comunitaria: Dado que el nuestro es un país he-
terogéneo donde existen diversas culturas, lo que en el campo de la ad-
33
Acceso a la justicia en el mundo rural
34
Javier La Rosa Calle
35
Acceso a la justicia en el mundo rural
36
LAS IDENTID ADES JURÍDICAS
IDENTIDADES
DECRECIENTES: El ACCESO y
sus RESISTENCIAS
Francisco Ballón Aguirre
Aguirre*
Si usted desea conocer el Derecho y nada más, usted debe mirarlo como lo
mira el hombre malo, quien se preocupa solamente por las consecuencias
materiales que tal conocimiento le autoriza a predecir, y no como el hom-
bre bueno, quien encuentra otras razones para su conducta, ya sea dentro
del Derecho, o fuera de él, en las más vagas sanciones de la conciencia.
LAS PAUT
PA AS TEÓRICAS
UTAS
Lo cultural
La idea según la cual las personas prefieren su "propia justicia" a la "justicia del
aparato estatal" nos parece que puede ser analizada como parte de una estrate-
gia mayor: el de las relaciones entre la identidad cultural y la igualdad. No
siempre se piensa así, y no necesariamente la justicia "comunal" se autodefine
como la única verdad o camino posible. Ello no obstante, se puede reafirmar o
rechazar una identidad jurídica dependiendo de la estrategia del grupo social
en respuesta a sus particulares experiencias históricas. Es una cuestión distinta
37
Acceso a la justicia en el mundo rural
Así, pues, de manera general se puede decir que una entidad cultural es el
conjunto dinámico de elementos que identifican a un grupo humano en sus
relaciones con otros semejantes: su nivel de aislamiento, de contacto, de mes-
tizaje, la lengua, las costumbres, por medio de las cuales se tipifica una comu-
nidad humana ante sí misma y frente a las demás.1 En cierto modo es un con-
traste el que hace posible la identidad. Se trata de una situación bifronte: atañe
tanto al individuo como al conjunto.
1 Para considerar las dificultades de una definición de cultura véase nuestro libro: Introducción al
Derecho de los pueblos indígenas. Lima: Defensoría del Pueblo, 2003, pp. 79-89.
38
Francisco Ballón Aguirre
39
Acceso a la justicia en el mundo rural
Por otra parte, en nuestra perspectiva el concepto de justicia refiere a los diver-
sos mecanismos de control social especializados en ese objetivo por medio de la
creación, adjudicación y cambio de las normas jurídicas. Es decir, mediante
procedimientos que responden —en fondo y en forma— a un conjunto al que,
por sus características, podemos darle el nombre de "jurídico". De manera que
tomaremos la debida distancia de la "justicia" en el sentido de la obtención de
un valor —superior— generalmente vinculado a principios de equidad moral
mediante la toma de una decisión expresamente elaborada con ese propósito.
Todos los sistemas jurídicos están hechos por las personas, se mueven por las
personas y se acaban cuando las personas desaparecen. Con demasiada frecuencia
tendemos a ver las normas jurídicas alejadas de quienes se "mueven" o se "para-
lizan" por ellas. En circunstancias específicas los individuos comparten fuertes
lazos de identidad, y en algunos momentos la complejidad de esos vínculos
determina la presencia de una cultura: idioma, religión, uso de los recursos,
ubicación, memoria, etcétera. En las circunstancias del Perú, salvo rarísimas
excepciones, lo que tenemos es una variedad de expresiones culturales que
confluyen. En una sociedad dinámica el cambio es permanente. Lo que vivi-
mos es el tránsito, el paso constante de unos modelos y unas costumbres a otros
usos y otras costumbres; para el caso que aquí expongo diremos a otras estrate-
gias de la igualdad.2
2 Asumo en este punto la idea de sistema jurídico como lo define Hart y tal y como lo he
presentado a propósito del mundo awajún.
40
Francisco Ballón Aguirre
41
Acceso a la justicia en el mundo rural
las condiciones que los han generado y no pueden quebrarlas radicalmente; (v)
los elementos de uno y otro "fluyen" y se impactan entre sí, pero normalmente
el dominante se va imponiendo; y, (vi) en diversas situaciones los sistemas
pueden colisionar, coincidir, fusionar o desaparecer en el largo plazo.
Este drama sociojurídico tiene dos actores principales: el Estado, por una par-
te, e, individualmente, alguno de los pueblos indígenas. Es decir, tenemos una
gran fragmentación de las situaciones del punto (i), lo que dificulta las genera-
lizaciones y, obviamente, el desarrollo de políticas públicas y pro indígenas vá-
lidas en tan diversas circunstancias. Esta es una dificultad que debe anteceder
al diseño de una política a favor del acceso efectivo y la pluralidad. Al tratar de
medir todas las situaciones con la misma regla el fracaso es seguro. Deberíamos
intentar, en cambio, pensar en una regla que acepte a la fuente de las normas como
válida antes que a las reglas mismas; esto supone entender que el pluralismo no
está demarcado por la relación entre el Estado y lo "indígena" ("comunal", "an-
cestral", "originario", etcétera, en tanto esas palabras aluden a un sinnúmero de
situaciones diferentes), sino entre las múltiples expresiones indígenas de justi-
cia y el sistema normativo del Estado. Antiquísimas propuestas para recopilar
las normas en una suerte de "codificación" de las costumbres han traído más
desventuras que éxitos a la causa de una adecuada legislación nacional sobre el
tema, pero han engrosado los anaqueles de la Antropología Jurídica peruana.3
3 Véase Silva Santisteban, Fernando: Introducción a la Antropología Jurídica. Lima: Fondo Editorial
de la Universidad de Lima, 2000. La Antropología del Derecho en el Perú se ha desarrollado,
desde en el año 1978, de manera desigual. Si bien ha despertado un mediano interés el estudio
específico de casos andinos y amazónicos, ha desarrollado dos tumores benignos, pero tumores
al fin: el intento de cooptar, encapsular y administrar sus estudios en "redes" más o menos a
medida de sus patrocinadores, y el intento por usar contra toda razón y sentido sus fundamen-
tos para justificar —con estereotipos y lugares comunes— ciertas expresiones de "justicia
rondera" como si ellas fueran originadas en imaginarios pueblos indígenas, de modo que la
teoría sirva de decorado meloso a expresiones que de otro modo quedaban desnudas. Los
estudios más interesantes sobre esta realidad son pequeñas tesis diseminadas en algunas uni-
versidades de Lima, en especial en la PUCP y en universidades provincianas fruto del esfuerzo
poco conocido de estudiosos de origen indígena.
42
Francisco Ballón Aguirre
Por supuesto que el lector podrá ya considerar la primera premisa que estamos
sosteniendo: atar la idea de sistema jurídico a los pueblos indígenas
culturalmente bien definidos. Estamos ante un fenómeno de pluralidad de sis-
temas; es decir, en presencia de un sistema jurídico paralelo y no de "fenóme-
nos diversos de administración de justicia". En un pueblo joven o en una agru-
pación agraria nos encontramos ante un hecho de pluralismo del sistema domi-
nante. Para no enredarnos en la terminología, diremos claramente que, en nuestra
opinión, se requiere de una base cultural sofisticada, sólida, para que de ahí
emerja un sistema de administración de justicia histórica y jurídicamente justi-
ficable y defendible, en tanto que en los casos de "justicia popular" sería nece-
saria la exposición de una teoría cuya solvencia —hasta hoy— ponemos en duda.
Espero entonces dejar claramente fijado nuestro punto de vista en relación con
quienes encuentran —por decirlo así— el "Derecho" hasta debajo de las pie-
dras. Como es evidente, en este texto hemos situado lo jurídico en un plano
complejo de relaciones entre normas-principios y hechos, en una vertiente de
entendimiento más o menos complejo de las relaciones que conducen a que
cataloguemos a un conjunto de normas como un sistema dinámico y en cambio
constante. El siguiente paso que podemos dar, a favor de la claridad de la expo-
sición de las ideas y para despejar las dudas, es que consideramos que los siste-
mas jurídicos son variantes de mecanismos culturales y dependen de esas ar-
mazones mayores: las "representan", digamos. Por ello, no parece tan sencillo
llamar con el mismo nombre a diversos fenómenos de pluralidad y pluralismo,
en especial cuando ellos corresponden a los espacios erróneamente llamados
"marginales" o "subculturales" (pandillas juveniles, bandas, grupos de
autodefensa, rondas vecinales y rurales, barras, clubes, sindicatos, cofradías de
intereses financieros, grupos de presión económica, organizaciones de invaso-
res, etcétera, etcétera), siempre dispuestos a aumentar sus cotos de "juridicidad
interna" de manera creciente y relativamente al "margen" del sistema formal en
una estrategia de la igualdad acondicionada a sus intereses, como es lógico y
perfectamente tolerable y en alguna medida deseable, en especial cuando esos
procesos atañen al mundo del Derecho Civil. La dificultad todavía no resuelta,
a pesar de las montañas de papel en las que se "describe" el funcionamiento de
espacios normativos no estatales, es cómo probar que tales expresiones consti-
43
Acceso a la justicia en el mundo rural
44
Francisco Ballón Aguirre
45
Acceso a la justicia en el mundo rural
46
Francisco Ballón Aguirre
La primera premisa de la igualdad es que ella no pretenda otra cosa que decir-
nos "todos debemos ser medidos —ante la ley— de un modo semejante: con
iguales desventajas". La ley es omnicomprensiva, pues intenta que todos sea-
mos tratados por igual, en el entendido de que ni bien somos desiguales indivi-
dual y grupalmente, se trata de equilibrar esas diferencias dentro de una seme-
janza —formal— que las "neutralice" cuando de la justicia se trata.
47
Acceso a la justicia en el mundo rural
48
Francisco Ballón Aguirre
49
Acceso a la justicia en el mundo rural
LA DISCRIMINACIÓN SOCIOCULTURAL
SOCIOCULTURAL
50
LA IDENTIDAD CIUD
IDENTIDAD AD
CIUDAD ANA EN LA ESTRA
ADANA TEGIA POR LA IGU
ESTRATEGIA ALD
IGUALDAD26
ALDAD
26 Preliminar.
51
Francisco Ballón Aguirre
Acceso a la justicia en el mundo rural
Es posible que todos nosotros hayamos vivido alguna experiencia de este tipo y
hayamos reaccionado de una u otra manera. Esas reacciones pueden conside-
rarse como "estrategias" para lograr combatir la discriminación con los medios
al alcance de cada quien. Supongamos, para estas páginas, la imposibilidad de
acceso a la justicia como un mecanismo de discriminación social. Reparte privi-
legios y oculta injusticias diversas. Como consecuencia de ello, la desigualdad
obtiene espacios sociales más o menos diferenciados y, por tanto, posibilidades
distintas según la posición en la que uno se encuentre. Naturalmente, nadie
quisiera ser discriminado sino lograr que la igualdad ante la ley se presente
diáfanamente. En el mundo real las gentes de carne y hueso, sea cual fuere su
trasfondo cultural, deben lidiar con estos perjuicios, con estas segregaciones. Y
para ello deben reaccionar de algún modo. En la perspectiva aquí adoptada la
reacción es una estrategia que busca ampliar los márgenes de igualdad y, cuan-
do se trata de grupos culturalmente definidos, que se encuentran en relaciones
asimétricas, los impele a sopesar el valor de las diferencias culturales como
positivas o negativas, es decir, cuáles son las que aumentan o disminuyen la
segregación, el racismo, la xenofobia, el machismo, la marginalidad. Pudiera
considerarse entonces que un tipo de administración de justicia que responda
a ciertos patrones culturales —patrones que originan discriminación— podría
ser abandonada en pro de la búsqueda de un mejor equilibrio.
LA REACCIÓN A LA DISCRIMINACIÓN
52
Francisco Ballón Aguirre
Son muchos los modos por medio de los cuales se pueden obtener ventajas
segmentadas, de "clase", de condición racial, de género, etcétera. En la direc-
ción aquí adoptada, son claves aquellos que operan sobre el manejo o disposi-
ción de los elementos jurídico-culturales. Tales elementos se encuentran en
contradicción "política": unos son dominantes y otros dominados. Un ejemplo
bastante sencillo, pero crítico, es el del idioma castellano en relación con las
otras lenguas; su predominio y su estatus son evidentes. Imaginemos ahora
que, basados en la idea —acertada científica y demográficamente— de que
millones de peruanos tienen como lengua materna el quechua, decidiéramos que
en todos los casos judiciales en los que está comprendida mayoritariamente po-
blación que habla este idioma, los procesos que los involucren se tramitaran —
con todo su valor "oficial", o sea, sin requerir de traducción alguna— en esa len-
gua. Pensaríamos que hemos dado un gran paso en el acceso de los
quechuahablantes al sistema, y tal vez estemos equivocados. Pudiera ocurrir que
esa política chocara de bruces con la estrategia cultural de los supuestos benefi-
ciarios y que estos, por el contrario, fueran los primeros en rechazar la medida por
considerarla "discriminante": ellos deseaban un proceso judicial con todas sus
formas y entreveros —entre ellos el uso del castellano— aun a costa de "enten-
derlo" a medias. Regresaremos a este punto luego de dar un indispensable rodeo.
EL DECRECIMIENTO
53
Acceso a la justicia en el mundo rural
54
Francisco Ballón Aguirre
EL REEMPLAZO
55
Acceso a la justicia en el mundo rural
56
Francisco Ballón Aguirre
miento penal. Una suerte de vía previa que analice desde la legalidad las
opciones en juego y determine el mejor camino por seguir, pues lo que hoy
tenemos es el entrampamiento constante entre ciertas tradiciones y su ejer-
cicio, en contra del sistema dominante y, como consecuencia, una reacción
por lo general represiva.
Poco efecto tendría, en estos casos, exaltar el uso del idioma, de las costumbres
tradicionales, de los mecanismos comunales, cuando lo que se espera es preci-
samente que la identidad cultural se "modernice", se adapte en el manejo y
disposición de los elementos dominantes: en el acatamiento de las reglas "na-
cionales" como medio para "apropiarse" de lo externo e identificarse, por reem-
plazo, por asimilación. Y a pesar de lo que esta realidad significa como choque
con las pautas de una Antropología Jurídica encapsulada sobre sí misma, dis-
puesta a reafirmarse en una visión romántica de la justicia, es indudable que la
pérdida de la identidad jurídica parece una fuerza indetenible. No obstante,
debemos pensar que se trata de una estrategia y que, como tal, cumple en
definitiva una función de protección de cualidades culturales que están más
allá de la mera "administración de justicia" y que miran más directamente a la
igualdad efectiva y a su concreción —de manera estable— en el corto plazo. Se
trata de sociedades radicalmente expuestas al contacto, que no lo pueden evi-
tar, sin márgenes para el repliegue, con muy pocas opciones a su disposición.
57
Acceso a la justicia en el mundo rural
58
La JUSTICIA del ESTADO
ADO,, las
ESTADO
JUSTICIAS COMUNALES y la
INTERCUL TURALID
INTERCULTURALID
TURALIDAD AD
Alejandro Diez Hurtado*
59
Acceso a la justicia en el mundo rural
En todas las sociedades, la administración de justicia —o, como las hemos esta-
do llamando, las instituciones para la solución de disputas, conflictos o diferen-
cias— operan en el marco mayor de la sociedad. (Y este es uno de los factores o
considerandos poco tomados en cuenta en la discusión sobre la reforma del
Poder Judicial —discúlpesenos la trasgresión temática—.) Desde una mirada
antropológica, la administración de la justicia nunca es absoluta sino contin-
gente, o, para usar un término más moderno, contextual.
1 Gluckman, Max: Política, Derecho y ritual en la sociedad tribal. Madrid: Akal, 1978.
Assier-Andrieu, Louis: "La juridique des anthropologues", en Droit et Societé. París, 1987, (5):
91-110.
60
Alejandro Diez Hurtado
2 Douglas, Mary: Cómo piensan las instituciones. Barcelona: Alianza Editorial, 1996.
61
Acceso a la justicia en el mundo rural
función local; sobre ellos se encontraba el corregidor, que era también llamado
"justicia mayor" con jurisdicción sobre el conjunto de los cabildos de su "parti-
do" (provincia); sobre él se ubicaba la Real Audiencia. El sistema jurídico colo-
nial tenía una serie de características adicionales que es importante explicitar:
(i) estaba vinculado directamente a la administración local y al poder político;
(ii) respondía a una serie de normas escritas (las ordenanzas); y, (iii) era un
sistema inmerso en un mundo religioso, por encima de la justicia terrenal, por
lo que sus miembros tenían algo de sacralizad que se hacía evidente en ceremo-
nias públicas, religiosas y cívicas. El sistema colonial de justicia era tanto judi-
cial como moral y religioso, y reposaba sobre las autoridades legítimas, inclui-
das aquellas que gobernaban los cabildos.
3 Diez Hurtado, Alejandro: Comunes y haciendas. Procesos de comunalización en la sierra de Piura. Cusco:
CIPCA/CBC, 1998.
62
Alejandro Diez Hurtado
Ahora bien: las formas locales de administrar justicia también cambian con el
tiempo, adaptándose al proceso de expansión de la justicia formal nacional pero,
sobre todo, a los cambios sociales y políticos del entorno. Con la reforma agraria
desaparece el antiguo sistema de hacienda y, con él, buena parte de sus institu-
ciones para administrar justicia —aunque algunos de sus procedimientos reapa-
recen años después en las rondas campesinas—.4 En cambio, las colectividades
agrupadas bajo los cabildos de indios experimentan un proceso de fragmentación
y territorialización, que genera múltiples órganos de gobierno a lo largo del tiem-
po (alcaldes, procuradores, encabezonados, personeros, asambleas, gestores y di-
rectivas comunales), muchos de ellos con jurisdicción y funciones de administra-
ción de justicia local.5 A partir de estos procesos se configuran las principales
formas comunales y populares de administración de justicia en los ámbitos rura-
les. Todas ellas tienen su origen en las antiguas formas e instituciones de admi-
nistración de justicia local, pero también en los procesos y cambios desencadena-
dos en el contacto e interlocución con el sistema formal de justicia nacional.
(Regresaremos sobre el punto más adelante.) En general, puede decirse que la
expansión del sistema nacional supone de alguna manera un retroceso de los
sistemas comunales y populares, pero también procesos de adaptación, cambio e
incluso de recreación e invención de formas de administrar justicia.
4 Pérez Mundaca, José: Montoneras, bandoleros y rondas campesinas: Violencia política, abigeato y
autodefensa en Cajamarca. Cajamarca: Asociación Obispo Martínez Compañón, 1997.
5 Diez, op. cit., 1998.
63
Acceso a la justicia en el mundo rural
64
Alejandro Diez Hurtado
No llega a todos los espacios y regiones del país, y no está presente particular-
mente en aquellas zonas más apartadas —geográfica, económica y socialmen-
te—. Para la población, es un sistema costoso, en tiempo y dinero, probable-
mente no solo en términos absolutos sino, sobre todo, habida cuenta de los
resultados (insatisfactorios) que se pueden y suelen obtener. Y ello para no
mencionar la profunda diferencia cultural entre el sistema y sus usuarios, que
abordaremos más adelante. El problema es el propio sistema, lento, impráctico,
costoso en más de un sentido, no inclusivo y, aunque se declara universal, solo
está al alcance de una minoría. Sin embargo, tiene pretensión de universalidad,
de fundarse sobre datos objetivos y positivos, y además se asume a sí mismo
como "civilizado" y "desarrollado" en contraposición a otras formas populares de
hacer justicia.
65
Acceso a la justicia en el mundo rural
El sistema, en general, exhibe una expresa y cabal dificultad para ser inclusivo
a lenguajes y sobre todo a culturas diferentes. En la base de todo aquello existe
un conflicto técnico, de poder y también ritual.
Y, sin embargo, en buena parte del territorio del país, comprendidas las áreas
rurales, el sistema es criticado abiertamente, recusado y denunciado, no obstante
lo cual es habitualmente aceptado, acatado e incluso respetado. En muchos casos
es además fuente de legitimidad, pues se hace referencia a él para conferir legiti-
midad a las resoluciones y soluciones locales, construidas, las más de las veces,
sobre interpretaciones cultural y localmente determinadas de las leyes naciona-
les. He ahí la gran paradoja que representan las formas alternativas, comunales o
populares de administrar justicia: aunque funcionan con sus propios agentes, ins-
tancias y procedimientos, respetan, acatan e incluso se consideran garantes de la
legislación nacional, aun cuando esta ley nacional asumida no es la de los códigos
y leyes nacionales sino la interpretación de ella por la "costumbre".
LAS VENTAJ
VENTAJAS Y LOS PROBLEMAS DE LOS SISTEMAS POP
AJAS ULARES
POPULARES
Ante la debilidad del "sistema central", pero también por tradición y costum-
bre, existen, como hemos señalado, múltiples mecanismos populares para la
resolución de los conflictos y disputas sociales locales. Estas respuestas son las
más de las veces permanentes e institucionalizadas; algunas tienen larga data y
otras son de origen más reciente, pero todas ellas cuentan con cierta legitimi-
dad y capacidad de resolución de conflictos por medio de mecanismos diversos,
convencionales o no, legales o no.
66
Alejandro Diez Hurtado
mos a la palabra líneas atrás: (i) la conciliación ante la autoridad; (ii) la asam-
blea comunal; y, (iii) el tribunal rondero.
67
Acceso a la justicia en el mundo rural
Estas tres instituciones: (i) se sitúan en la periferia del sistema judicial central;
(ii) no conforman un fenómeno unitario: son muy diversas, se encuentran re-
partidas de manera desigual en diversos escenarios rurales, de acuerdo con sus
circunstancias históricas particulares; y, (iii) proporcionan respuestas y solucio-
nes locales y se hallan fuertemente inscritas y vinculadas a otras instancias e
instituciones sociales en sus ámbitos de competencia y acción.
A estas tres afirmaciones de carácter general se pueden sumar otras que, por
motivos heurísticos, llamaremos: (a) la interpretación o la lectura desde un
enfoque promocional; y, (b) la interpretación o la lectura a partir de una pers-
pectiva crítica.
68
Alejandro Diez Hurtado
la justicia y sus usuarios comparten un mismo marco cultural, aunque por ello
están sujetos a las reglas sociales y las relaciones de poder existentes en el
ámbito local.
Más allá de ambos enfoques, nos interesa destacar uno de los principales ele-
mentos para la comprensión de los sistemas populares de justicia que es al
mismo tiempo uno de los menos considerados y contemplados en los análisis
sobre ellos: los sistemas populares de administración de justicia se hallan inser-
tados en la vida social, cotidiana y política, están vinculados a los sistemas y
formas de producción y reproducción social de las sociedades y localidades que
las crean, utilizan y legitiman. Hemos dicho que se trata de una justicia local;
añadiremos aquí que está contextualizada y localizada en una sociedad y locali-
dad en particular. Por lo tanto, no se trata, en absoluto, de una justicia abstracta
sino de una que se enraíza en la historia local y en las correlaciones de fuerzas y
circunstancias locales. Ello es ciertamente una virtud pero puede significar al
mismo tiempo un problema, pues una resolución claramente justa y apropiada
69
Acceso a la justicia en el mundo rural
Desde el punto de vista del Poder Judicial, o, si se quiere, desde la justicia formal
—o, mejor dicho aun, desde los poseedores del monopolio legítimo, legalmente
hablando, de la administración de justicia—, las formas populares de administra-
ción de justicia o son ilegales o se colocan en el margen de la legalidad; en todo
caso, en la periferia jurisdiccional del sistema. Desde la perspectiva de quienes
practican formas populares de administrar justicia, existe la pretensión de la in-
clusión y la legalidad, por lo que buscan constantemente ser incluidos en el siste-
ma formal y esperan que sus determinaciones tengan también validez y sean
consideradas legítimas. Dicho de otra manera: si desde "arriba" parece que hay
múltiples sistemas, desde "abajo" existe un único sistema, porque las resolucio-
nes y acciones de las administraciones populares de la justicia no son la mayor
parte de las veces ni completamente autónomas ni culturalmente autistas. La
mayoría de resoluciones y acciones en las justicias locales se desarrollan en con-
traposición, como complemento o como reacción a la justicia formal. Las justicias
populares no existen sin el "contrapunteo" con la justicia formal.
Sin duda, esta afirmación puede ser también considerada como un postulado o
un presupuesto para nuestro análisis. Siempre se podrá argumentar que es posi-
70
Alejandro Diez Hurtado
En cualquier caso, buena parte de los problemas para el análisis de estos siste-
mas de justicia, y también para procurar una articulación positiva entre ellos,
proviene de un típico problema de incomunicación intercultural, que se expre-
sa de manera diferente dependiendo del punto de vista del observador.
Los análisis que tienen un enfoque intercultural poseen dos formas "tipo" de
aproximación a la problemática: la primera parte de un paradigma utópico de
relacionamiento intercultural positivo y equitativo, en situación de compren-
sión mutua de las partes, un ideal por alcanzar; la segunda enfatiza las situacio-
71
Acceso a la justicia en el mundo rural
6 Fernández, Marcelo: La ley del ayllu. Práctica de la jach’a justicia y jisk´a justicia (justicia mayor y
justicia menor) en comunidades aymaras. La Paz: PIEB, 2000. García, Fernando: Formas indígenas de
administrar justicia. Estudios de caso de la nacionalidad quichua ecuatoriana. Quito: FLACSO, 2002.
García, Fernando y Gina Chávez: El derecho a ser: Diversidad, identidad y cambio. Etnografía jurídica
indígena y afroecuatoriana. Quito: FLACSO, 2004.
72
Alejandro Diez Hurtado
En nuestra opinión, desde los marcos legales y formales del Estado existen en
la actualidad tres arenas para la discusión sobre la interculturalidad en relación
con las formas populares de administración de justicia: (a) el error culturalmente
condicionado estipulado en el Código Penal; (b) los programas para jueces de
paz; y, (c) la Ley de Rondas Campesinas. Estos tres espacios podrían conside-
rarse una apertura hacia el desarrollo de formas interculturales de administra-
ción de justicia, y sin embargo, desde una óptica estrictamente intercultural,
señalan también, al mismo tiempo, un sendero parcialmente equivocado, pues
se trata de justicia para los otros, cuando debería pensarse en mecanismos para
todos.
7 Autores varios: La justicia de paz en debate. Lima: Instituto de Defensa Legal, 1999. Yrigoyen,
Raquel: "Rondas campesinas y pluralidad jurídica", en Boletín de la CAJ, setiembre de 1992,
(34): 39-56. Huber, Ludwig y Juan Carlos Guerrero: Las rondas campesinas de Chota y San Marcos.
Lima: SER, 2006.
73
Acceso a la justicia en el mundo rural
74
Alejandro Diez Hurtado
Un tercer tema son las rondas campesinas y la ley que las reconoce y reglamen-
ta. Aunque de hecho es un avance frente a la situación anterior, en nuestra
opinión la ley tiene una importante debilidad: ha generado un ámbito de justi-
cia descontextualizado, pues ha reconocido a las rondas campesinas como si
existieran en un territorio organizacionalmente vacío, sin estipular, por ejem-
plo, los vínculos que podría y debería establecer con las comunidades campesi-
nas, a las que despoja de autoridad en algunas materias (la ley adjudica a las
rondas funciones de desarrollo que ordinariamente correspondían a las comu-
nidades, para no mencionar la capacidad de administrar justicia que estas te-
nían). Se trata de una ley bien intencionada pero construida sobre una imagen
casi idílica de las rondas, que no toma en cuenta sus posibles derivaciones "so-
ciales". Y a pesar de ello, la principal limitación de las rondas subsiste: sus reso-
luciones no son reconocidas por la justicia formal.
75
Acceso a la justicia en el mundo rural
Desde el punto de vista de la justicia comunal y popular, los retos que se plan-
tean son otros y múltiples, y se articulan sobre una consideración general que
engloba todas las otras: la necesidad de reconocer e incluir dentro del sistema
formal a las "otras justicias", brindándoles validez y aceptación en los ámbitos
de competencia que se les reconozcan. Este reconocimiento respondería tanto
a un tema de derechos (a la diferencia, al idioma y a la cultura propias, a la
inclusión) como a una serie de consideraciones prácticas. La medida debería
ser estimada también como una respuesta a las necesidades insatisfechas de
justicia de la población, como una respuesta del sistema formal para satisfacer
las necesidades y posibilidades de acceso a la justicia de los más pobres. Sería
necesario hacer entender al Poder Judicial que es más práctico y efectivo in-
cluir las formas tradicionales de administración de justicia que reemplazarlas.
Por supuesto que una medida de esta naturaleza no es sencilla, pues no se
puede hacer sin ceder poder y, sobre todo, sin cambiar. Incorporar las prácticas
tradicionales en el Sistema Nacional de Justicia implicaría forzosamente la trans-
formación de tales prácticas, pero también una serie de ajustes y cambios en el
propio Sistema Nacional.
El primer reto se refiere a saber con mayor certeza —o, si se quiere, con menos
arbitrariedad— dónde, cuándo y bajo qué condiciones se puede aplicar y reco-
nocer como válida la justicia comunitaria; identificar el ámbito de aplicación de
la justicia comunitaria es un problema central. Ello supone en primer término
76
Alejandro Diez Hurtado
8 Kymlicka, Hill: Ciudadanía multicultural: Una teoría liberal de los derechos de las minorías. Barcelona:
Paidós, 1996.
77
Acceso a la justicia en el mundo rural
78
EXPERIENCIAS de COORDINACIÓN
de la JUSTICIA ESTATAL con la
ESTA
JUSTICIA COMUNAL en la
PROVINCIA de CARABAY A (Puno)
CARABAYA
Jacinto Ticona Huamán*
Ticona
PRESENTACIÓN INSTITUCIONAL
PRESENTACIÓN
ÁMBITO DE LA EXPERIENCIA
Provincia de Carabaya. Ubicada en la zona norte de Puno, colinda con las regio-
nes Cusco y Madre de Dios. Se trata de un área eminentemente ganadera,
compuesta por cordilleras y en menor proporción por ceja de selva.
79
Acceso a la justicia en el mundo rural
Todo esto es posible gracias a la buena coordinación que existe entre ambas: los
ronderos y el Juez de Paz asisten a todos los encuentros o asambleas de resolu-
ción de conflictos en los ámbitos distrital y provincial, porque existe el compro-
miso y la corresponsabilidad de contribuir con el acceso de los más pobres y
excluidos a la justicia. Ronderos y jueces de paz portan sus libros de actas para
verificar los acuerdos.
80
Jacinto Ticona Huamán
81
Acceso a la justicia en el mundo rural
También hubo casos en los que la Fiscalía Mixta solicitó apoyo a la Ronda Cam-
pesina para que un abigeo devuelva los vacunos robados; se logró ubicar a los
semovientes y se los puso a disposición de la Fiscalía. Luego los animales fue-
ron devueltos a sus propietarios.
Una vez que la Ronda Campesina resuelve un hecho en asamblea, una de las
partes solicita el otorgamiento de garantías personales. El Gobernador, presen-
te en la asamblea, otorgar las garantías y registra este procedimiento en su Li-
bro de Actas.
82
EXPERIENCIAS de COORDINACIÓN entre la
JUSTICIA ESTATAL y la JUSTICIA
ESTA
COMUNIT ARIA en las PROVINCIAS de JAÉN,
COMUNITARIA
SAN IGNACIO
IGNACIO,, CHOT
CHOTA A y CUTERVO (Cajamarca)
CUTERVO
Teresa Soberón Paredes*
Paredes*
Una vez que el Presidente de esta Corte nos acogió, se firmó el único convenio
establecido hasta hoy entre la Vicaría y la Corte, puesto que los presidentes
posteriores no nos brindaron el mismo apoyo. Así, en 1997 hubo que reiniciar
las coordinaciones. El convenio fue dejado de lado porque la Corte Superior de
Justicia de Lambayeque decidió que para facilitar el trabajo de capacitación era
mejor no realizar convenio escrito alguno, pues hacerlo significaría desembolsar
dinero con el que no contaban.
83
Acceso a la justicia en el mundo rural
84
Teresa Soberón Paredes
85
Acceso a la justicia en el mundo rural
Logros obtenidos
Gracias a la labor realizada, se ha conseguido desarrollar un catastro y se han
formalizado muchos juzgados de paz. Asimismo, se ha aplicado un enfoque de
género para que la mujer participe en las convocatorias a las elecciones de jue-
ces de paz, pero lamentablemente hay un machismo extremo en la zona; mu-
chas mujeres tienen gran capacidad y son juezas de paz, pero después el esposo
las saca y las manda a su casa, por lo que el suplente o el accesitario tienen que
asumir el cargo. Además, se ha revalorado la justicia de paz, la participación
comunal y la participación ciudadana. En los últimos años los jueces de paz han
realizado eventos conjuntos con las rondas campesinas en bien del desarrollo
de su comunidad.
86
COMENT ARIOS a las
COMENTARIOS
PONENCIAS de JACINTO
TICONA y TERESA SOBERÓN
Jesús Cosamalón Aguilar*
En primer lugar, las diferencias para construir propuestas sobre justicia de paz en
el norte y en el sur. Según lo dicho aquí, en el sur existiría una mayor fluidez en la
construcción de este proceso, mientras en el norte se han presentado una serie
de problemas vinculados a la relación con el Estado. Yo me preguntaba si esa
dificultad tiene que ver con el mayor peso de las tradiciones comunales en un
sitio respecto del otro, es decir, con la existencia previa de una tradición comunal
de mayor vigencia en un sitio que en el otro. Esto plantea una discusión mayor
que atraviesa el Derecho y otras disciplinas y que tiene que ver con la vigencia —
y hasta la existencia— de lo andino, porque estamos acostumbrados, en especial
los historiadores y otros científicos del siglo XX, a utilizar esta palabra como una
suerte de cajón en el que pueden entrar muchas categorías diferentes.
87
Acceso a la justicia en el mundo rural
88
Jesús Cosamalón Aguilar
89
Acceso a la justicia en el mundo rural
En cuarto lugar está el problema del diálogo que tiene que existir entre la jus-
ticia formalizada en códigos, la noción de justicia que manejan los abogados y lo
que las comunidades reconocen como socialmente aceptable. A partir de las
exposiciones se observa que hay un peso enorme de la regulación de lo cotidia-
no, por el tipo de justicia que se tiene que ejercer: abigeato, violencia, paterni-
dad; y eso tiene que ver seguramente con la ruptura de lo socialmente acepta-
ble en cada comunidad. Cada comunidad debe de tener una noción de lo que es
válido y lo que es justo, y esa noción no tiene por qué ser compartida con el
abogado. Debe producirse entonces un diálogo para encontrar un punto en el
que todo pueda encajar, porque buena parte de esa noción de justicia o de lo
socialmente aceptado colisiona con aquella otra basada en la formalidad del
Estado-Nación en los siglos XIX y XX y que ha intentado regular cada vez más
lo cotidiano. Si en el siglo XVIII una mujer era golpeada por su marido, eso por
lo general no se convertía en un asunto público, cosa que sí ocurre ahora, de
modo que el Estado puede interferir en "lo privado".
90
Jesús Cosamalón Aguilar
Desde la Ilustración y la época del Mercurio Peruano, más o menos a finales del
siglo XVIII, se ha construido una imagen de lo indígena como postal. Cuando
uno abre cualquier libro de Historia o de Ciencias Sociales se encuentra con
indígenas pastando sus animales en la puna, tocando una quena. Esa ha sido la
imagen del hombre y la mujer andinos en los siglos XVIII, XIX y XX, lo que
induce a pensar en una cultura andina "inamovible" durante los últimos dos-
cientos años, cosa que es absolutamente falsa.
91
Acceso a la justicia en el mundo rural
Cuando, por ejemplo, un viudo se casaba con una mujer demasiado joven en
una comunidad campesina de Inglaterra, se rompía un cierto orden natural,
pues la idea es que los hombres jóvenes deben casarse con las mujeres jóvenes,
y un viudo que ya tiene cierto patrimonio acumulado interrumpe lo que podría-
mos llamar el "mercado matrimonial". Pero como eso no era ilegal, en tanto no
había nada que lo prohibiese, la comunidad imponía a veces sanciones morales.
¿En qué consistían estos "castigos morales"? Los jóvenes se ubicaban debajo de
la casa donde se había casado este señor con la novia y les hacían bulla toda la
noche para que no pudiesen dormir. Se trataba de imponer prácticas comunales
que regulasen la existencia cotidiana, y que obedecían a razones sociales y eco-
nómicas. En una comunidad cerrada donde las parejas surgen del mismo pue-
blo, si alguien "cambia el orden" hay otro (u otra) que se va a quedar sin pareja.
No hay que exagerar pues el carácter ‘folclórico’ de las tradiciones rurales, por-
que ello conduce a que no haya forma de compararlas con ninguna otra cosa en
el mundo.
No estoy diciendo tampoco que las tradiciones locales no existan, pero sí que
esas tradiciones no pueden ser puestas todas en un mismo saco llamado "andino",
pues hay muchas diferencias culturales, regionales y locales que se pueden ex-
plicar no tanto por la existencia de valores mentales o culturales vigentes desde
la época prehispánica hasta hoy cuanto por la historia propia de cada lugar, por
la relación que entablan con el Estado desde la época republicana, por sus re-
cursos sociales y económicos. La historia no se explica tanto en este caso por
una evolución mental cuanto, más bien, por otras razones que también se pue-
den rastrear.
92
Capítulo II
VIOLENCIA CONTRA
MUJER, los NIÑOS y
la MUJER
las NIÑAS en el
ECTOR RURAL
SECTOR
Acceso a la justicia en el mundo rural
94
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER Y LOS NIÑOS Y
NIÑAS EN EL SECTOR RURAL:
El CASO de la DEFENSORÍA COMUNAL
INDÍGENA de la FEDERACIÓN de MUJERES
AGU ARUNAS del AL
AGUARUNAS TO MARAÑÓN (Femaam)
ALTO
Susel Paredes P
Paredes iqué*
Piqué*
Si se revisan las estadísticas que sobre violencia familiar ofrece la Policía Nacio-
nal del Perú (PNP) desde la Oficina de Planificación de la Policía Nacional
(Ofipla) y la VII Dirección Territorial de la Policía Nacional (Dirtepol), en el
año 2005, de 44.270 denuncias por violencia familiar, 66 por ciento correspon-
dió a violencia física, en tanto que 34 por ciento se refiere a violencia psicológi-
ca. Otro dato que revelan las estadísticas policiales es la diferencia de sexo de
las personas que denuncian ser víctimas de este tipo de violencia: 94 por ciento
son mujeres, y solo 6 por ciento, varones.
Del total de mujeres víctimas, 38 por ciento son amas de casa, 19 por ciento
comerciantes y 10 por ciento profesionales, por lo que se puede concluir que la
* Abogada del Programa de Derechos Humanos de las Mujeres del Centro de la Mujer Peruana
Flora Tristán.
1 Paredes Piqué, Susel y Carolina Ruiz Torres: Derechos humanos de las mujeres. Informe 2005-2006.
Lima, 2006.
95
Acceso a la justicia en el mundo rural
Es necesario resaltar que 30 por ciento de las mujeres asesinadas fueron ante-
riormente víctimas de violencia familiar y que en esas ocasiones recurrieron a
las instancias estatales de protección sin encontrar respuestas eficaces que san-
cionaran o impidieran los hechos violentos en sus hogares.
Ante esta realidad —comprobada por las estadísticas—, es posible afirmar que
uno de los factores que genera inequidad entre hombres y mujeres es la violen-
cia contra la mujer, que este fenómeno social es transversal a todas las clases
sociales y que no tiene relación con el grado de instrucción de víctimas y agre-
sores. Esta violencia es una forma de vulneración de derechos humanos que
afecta gravemente la salud física y psicológica de todas las mujeres agredidas.
En este momento sería útil recordar la definición de género para continuar con
el análisis de la violencia contra la mujer. Género es la construcción cultural
que, sobre la base de la diferencia entre los sexos, establece identidades, roles
y espacios para hombres y mujeres, al mismo tiempo que fija una determinada
relación de poder entre ambos.2
2 Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán: Ciudadanía, género y sexualidad: Módulo de capacitación
para jóvenes universitarias y universitarios. Lima: CMPFT, 2003, p. 12.
96
Susel Paredes Piqué
La violencia contra las mujeres produce múltiples efectos negativos en sus vi-
das, tanto en lo personal como en lo productivo-laboral, en lo social y para la
salud. Algunos de estos efectos son baja autoestima, depresión, dependencia
emocional, sentimientos ambivalentes, embarazos no deseados, abortos espon-
táneos o provocados, desarrollo de conductas nocivas para la salud (alcoholis-
mo, tabaquismo, drogadicción), desórdenes en la alimentación (bulimia y ano-
rexia) y enfermedades de transmisión sexual, ya que existe el riesgo de conta-
gio de infecciones de transmisión sexual cuando la víctima es forzada a mante-
ner relaciones sexuales sin protección.4
3 Ibidem, p. 13.
4 Movimiento Manuela Ramos/Centro de la Mujer Flora Tristán: Manual sobre violencia familiar y
sexual. Lima: MMR/CMPFT, 2004, p. 28.
5 Sitio web del Ministerio de la Mujer y el Desarrollo Social: <www.mimdes.gob.pe>.
97
Acceso a la justicia en el mundo rural
Uno de los aportes más importantes de esta norma y sus modificatorias ha sido
la inclusión de medidas de protección, conocidas también como medidas
cautelares, preventivas o provisionales. "Estas medidas se aplican ante la pro-
babilidad o inminencia de un ‘daño irreparable’, con la finalidad de garantizar
el desarrollo adecuado de una determinada situación jurídica futura".6
98
Susel Paredes Piqué
Asimismo, el artículo 4.º dispone que: "Toda mujer tiene derecho al reconoci-
miento, goce, ejercicio y protección de todos los derechos humanos. Estos com-
prenden, entre otros: (a) el derecho a que se respete la vida; y, (b) el derecho a
que se respete su integridad física, psíquica y moral […]".
99
Acceso a la justicia en el mundo rural
100
Susel Paredes Piqué
101
Acceso a la justicia en el mundo rural
mediante la introducción del órgano genital del agresor, sino también la viola-
ción oral y la que se realiza con cualquier parte del cuerpo o con algún objeto.
Por otro lado, si bien la ley 28704 tiene como objetivo la protección de las
víctimas de delitos contra la libertad sexual, y a pesar de que la norma ofrece
nuevas herramientas para enfrentar estos casos, el sistema judicial no aplica
aún adecuadamente las leyes existentes. A esto hay que agregar la debilidad de
la legislación para sancionar otros hechos que también son formas de violencia
sexual, como por ejemplo el acoso sexual.
Según los datos de la PNP, durante el año 2005 se registraron 6.268 casos de
denuncias por violación a la libertad sexual, lo que significa un incremento de
9,6 por ciento en relación con el 2004.
En el 2005, del total de denuncias a escala nacional, 93,98 por ciento fue come-
tido contra mujeres y 6,02 por ciento contra hombres. De los 6.268 casos, las
edades más vulnerables a la violación sexual están entre los 14 y los 17 años.
Para estas edades se registraron 2.579 casos, de los cuales 2.504 fueron violacio-
nes a mujeres y 75 a hombres. Del total de las denuncias, 2.549 (40,67 por
ciento) corresponden al departamento de Lima, el de mayor incidencia. Le
siguen Arequipa con 418 casos (6,67 por ciento) y Junín con 366 casos (5,84 por
ciento). Es necesario señalar además que como resultado de las 6.268 denun-
cias registradas por violación sexual, la PNP solo realizó 2.427 detenciones.
También hay que considerar la violación sexual a un menor de edad, que deter-
mina como autor o autora de este delito a aquella persona que tenga acceso carnal
con un o una menor cuya edad cronológica se encuentre entre los 14 y los 18 años.
Una razón de preocupación generada por la norma que versa sobre la libertad
sexual es que se restringe, en forma arbitraria, a la libertad sexual de los adoles-
102
Susel Paredes Piqué
Lo hasta aquí descrito nos ha dado un panorama de los avances del Derecho
positivo peruano en su lucha por la prevención y contra la violencia hacia la
mujer; sin embargo, es necesario anotar que estos no están funcionando para
las mujeres rurales, entre las que incluimos a las mujeres indígenas amazónicas.
Pero ¿qué ocurre con los pueblos originarios que tienen un sistema jurídico
propio? ¿Qué pasa con las demandas de justicia en los casos de violencia contra
las mujeres en estas sociedades y ante estos sistemas jurídicos?
Son esfuerzos aislados los que luchan por incluir en los currículos de las facul-
tades de Derecho el reconocimiento del Derecho originario peruano. Un ejem-
103
Acceso a la justicia en el mundo rural
plo de ello fue el de Ella Dumbar Temple, abogada por la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, quien en su curso "Instituciones jurídicas peruanas", a
título personal, nos formó a los estudiantes sanmarquinos en la línea de valorar
y comprender la lógica del Derecho Incaico.
9 "Artículo 149. Las autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas, con el apoyo de las
Rondas Campesinas, pueden ejercer las funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito terri-
torial de conformidad con el derecho consuetudinario, siempre que no violen los derechos
fundamentales de la persona. La ley establece las formas de coordinación de dicha jurisdicción
especial con los Juzgados de Paz y con las demás instancias del Poder Judicial."
104
Susel Paredes Piqué
10 Convenio 169 de la OIT, artículo 8: "[…] 1. Al aplicar la legislación nacional a los pueblos
interesados deberán tomarse debidamente en consideración sus costumbres o su derecho con-
suetudinario. 2. Dichos pueblos deberán tener el derecho de conservar sus costumbres e insti-
tuciones propias, siempre que éstas no sean incompatibles con los derechos fundamentales
105
Acceso a la justicia en el mundo rural
definidos por el sistema jurídico nacional ni con los derechos humanos internacionalmente reco-
nocidos. Siempre que sea necesario, deberán establecerse procedimientos para solucionar los
conflictos que puedan surgir en la aplicación de este principio. 3. La aplicación de los párrafos 1
y 2 de este artículo no deberá impedir a los miembros de dichos pueblos ejercer los derechos
reconocidos a todos los ciudadanos del país y asumir las obligaciones correspondientes".
11 Convenio 169 de la OIT, artículo 9: "1. En la medida en que ello sea compatible con el sistema
jurídico nacional y con los derechos humanos internacionalmente reconocidos, deberán respe-
tarse los métodos a los que los pueblos interesados recurren tradicionalmente para la represión
de los delitos cometidos por sus miembros. 2. Las autoridades y los tribunales llamados a
pronunciarse sobre cuestiones penales deberán tener en cuenta las costumbres de dichos pue-
blos en la materia".
12 Convenio 169 de la OIT, artículo 12: "Los pueblos interesados deberán tener protección con-
tra la violación de sus derechos, y poder iniciar procedimientos legales, sea personalmente o
bien por conducto de sus organismos representativos, para asegurar el respeto efectivo de
tales derechos. Deberán tomarse medidas para garantizar que los miembros de dichos pueblos
puedan comprender y hacerse comprender en procedimientos legales, facilitándoles, si fuese
necesario, intérpretes u otros medios eficaces".
106
Susel Paredes Piqué
13 Paredes Piqué, Susel: Invisibles entre sus árboles. Lima: Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán,
2005, p. 39.
107
Acceso a la justicia en el mundo rural
108
MIRAD
MIRADAS AS CRUZAD AS: El ACCESO
CRUZADAS:
de las MUJERES a la JUSTICIA
desde el GÉNERO y la CUL TURA
CULTURA
Rocío Franco V
Franco aldivia*
Valdivia*
INTRODUCCIÓN
* Psicóloga graduada por la Pontificia Universidad Católica del Perú y con estudios de posgrado
en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Labora en el Instituto de Defensa Legal como
responsable del Área de Acceso a la Justicia.
1 Morrison, A. et al.: Cómo abordar la violencia de género en América Latina y el Caribe: Análisis crítico de
las intervenciones. Lima: Banco Mundial, 2004. Documento de Trabajo.
109
Acceso a la justicia en el mundo rural
2 Esta ponencia ha sido elaborada a partir de un artículo entregado unos meses atrás a la revista
argentina Urbe et Ius, aún en prensa.
3 Faccio, Alda: "Hacia la otra teoría crítica del Derecho", en FLACSO: Las figuras del patriarcado:
Reflexiones sobre feminismo y Derecho. Quito: FLACSO, 2000, pp. 15-44.
110
Rocío Franco Valdivia
lograr que las mujeres puedan hacer todo lo que hacen lo varones y en la forma
como ellos lo hacen, sino de permitir que la entrada de las mujeres cambie las
instituciones del Derecho de manera cualitativa.
Las organizaciones de mujeres estiman que cada día 212 mujeres sufren violen-
cia en el Perú. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) señala
que 41 por ciento de las mujeres peruanas ha sufrido alguna vez cualquier tipo
de agresión.4 El Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público informó de
cerca de 70 mil reconocimientos clínicos por casos de violencia familiar y 14 mil
delitos de violación contra la libertad sexual en el año 2004. En 78 por ciento de
los casos registrados las víctimas eran mujeres. La variedad de fuentes y de
formas de organizar la información resulta un obstáculo para la medición preci-
sa del problema, ya que el Perú no cuenta con un sistema nacional de registro
de casos de violencia contra la mujer. Por otro lado, los vacíos de información
sobre la incidencia de la violencia contra mujeres en zonas rurales resulta un
111
Acceso a la justicia en el mundo rural
112
Rocío Franco Valdivia
113
Acceso a la justicia en el mundo rural
114
Rocío Franco Valdivia
De esta manera, parece evidente que en el caso de las mujeres y las niñas indí-
genas víctimas de violencia, la perspectiva de fortalecer la justicia comunitaria
debe estar acompañada del desarrollo de una mayor sensibilidad hacia las parti-
culares necesidades de protección que ellas requieren frente a la violencia.
115
Acceso a la justicia en el mundo rural
10 López de la Vieja, M. T.: "La diferencia y los derechos". Leviatán n.º 85-86, II época, otoño-
invierno 2001, pp. 33-34.
11 Anderson, J.: "Sistemas de justicia de género e identidad de mujeres y culturas marcadas en el
Perú". Revista Peruana de Ciencias Sociales, volumen 2, n.º 1, enero-abril. Lima: Asociación Perua-
na para el Fomento de las Ciencias Sociales (Fomciencias), 1990, pp. 76-117.
116
Rocío Franco Valdivia
Este estudio tiene como objetivo indagar, por medio del análisis de actas y
entrevistas grupales, las normas y procedimientos de la justicia comunitaria.
Participaron un total de 117 comunidades quichuas del Ecuador y comunida-
des campesinas quechuas del Cusco y Puno, rondas campesinas de Cajamarca y
comunidades nativas aguarunas del Perú. Se recogieron 802 casos registrados
en actas de asambleas.13 Asimismo, se realizaron veinticuatro entrevistas grupales
(tres en cada zona) en las que participaron 192 personas, con una proporción
similar de varones y mujeres. Todos los participantes eran autoridades o líderes
y provenían de diferentes comunidades de una misma provincia en el caso pe-
117
Acceso a la justicia en el mundo rural
Debemos señalar que las mujeres y los varones primero participaron en grupos
separados y luego en grupos mixtos, con el fin de que ellas no se sintieran
intimidadas a la hora de dar su opinión. La elección de la entrevista grupal
como método obedeció a la necesidad de brindar un espacio en el que las per-
sonas pudieran también, además de dar su opinión de forma oral, compartir sus
puntos de vista y generar acuerdos acerca de las normas y procedimientos que
podrían caracterizar la justicia comunitaria, más allá de los linderos de su propia
comunidad. Finalmente, debemos señalar que las comunidades seleccionadas
compartían la característica de ser comunidades en contacto importante con
proyectos de promoción de derechos. Sin embargo, esta fue una condición que
afectó por igual a las mujeres y los varones que participaron de la investigación.
14 En esta categoría se consideraron casos de violencia familiar, violencia sexual y maltrato infan-
til. Sin embargo, la proporción de estas dos últimas fue muy baja (2 por ciento). Este resultado
puede representar el desigual avance en sensibilizar a la población frente a los distintos tipos
de violencia.
118
Rocío Franco Valdivia
119
Acceso a la justicia en el mundo rural
De forma sistemática, los varones mostraron una actitud más tolerante hacia la
violencia familiar y la agresión sexual, restaron importancia a los problemas de
violencia y afirmaron con mayor convicción la posibilidad de cambio de con-
120
Rocío Franco Valdivia
ducta del agresor. Ellos atribuyen las conductas de violencia a causas externas,
actitud que los lleva a ‘desresponsabilizar’ al agresor. Situaciones como chis-
mes, malos consejos y pobreza explicarían la existencia de la violencia contra la
mujer. Uno de los participantes recordó lo siguiente: "Yo para amistarme con mi
esposa háganme una buena acta y nos dan un pencazo17 a cada uno […] aconsé-
jele para que cambie su genio, seremos gente y viviremos tranquilos".
121
Acceso a la justicia en el mundo rural
Según ellos, las autoridades tienen como primera obligación velar por la unidad
familiar. La preocupación por la familia, y en particular por la situación de los
hijos, se expresa en las siguientes oraciones: "Una bronca, hacemos reconcilia-
ción, a veces el esposo llega mareado y le pega a la esposa, se le hace compren-
der, por motivo de los hijos". "El hijo ¿quién lo va a mantener? El hijo quiere
jabón, quiere ropa, para la crianza ¿quién se va a hacer cargo?"
122
Rocío Franco Valdivia
otra vez a su casa, hasta que al final el hombre la ha matado. Si eres casada, así
te hacen regresar, qué vas a hacer, así pues hasta que le han matado".
Tampoco la justicia del Estado es percibida positivamente. Las dos quejas ex-
puestas con mayor fuerza en los grupos de mujeres fueron el trato preferencial
que los varones reciben en las instancias formales de justicia y la ausencia de
medidas de protección de la víctima.
EL SUJETO
SUJETO,, EL GÉNERO Y LA CULTURA
CULTURA
Este breve resumen de resultados del estudio nos permite ilustrar que la co-
munidad es una unidad dinámica en la que existen percepciones y opiniones
distintas en permanente tensión y relación. Resulta sumamente significativo
que en grupos de orígenes y tradiciones tan diversos como el quichwa, el awajún,
el quechua y ronderos campesinos, las diferencias de opinión de los participan-
tes no se explicaran tanto por las diferencias de origen étnico cuanto por la
identidad de género.
La variedad de respuestas que pueden completar la frase "Yo soy…" nos permi-
te explorar la diversidad de bases sobre las que un individuo puede cimentar su
identidad, y también nos muestra que el individuo del positivismo —aquel que
constituye la unidad fundamental de la clasificación de la especie humana— es
123
Acceso a la justicia en el mundo rural
124
COMENT ARIOS a las PONENCIAS de
COMENTARIOS
SUSEL PAREDES y ROCÍO FRANCO
PAREDES
Jeanine Anderson Roos*
Roos*
Sin duda, hay complicaciones muy grandes por la subjetividad, por el descono-
cimiento de cómo se vive la identidad y por la participación en las distintas
realidades. Ya no podemos hablar de una participación en una cultura, sino de
una participación que implica un cierto vínculo con una raíz del pasado, aun-
que también de múltiples contactos y maneras de involucrarse con otros siste-
mas culturales que a su vez se mezclan y combinan de maneras muy complejas.
125
Acceso a la justicia en el mundo rural
126
Jeanine Anderson Roos
Estos castigos, que de algún modo han sido recogidos en este imaginario sobre
familias andinas como excepcionalmente castigadoras de sus hijos e hijas, son,
para mí, una leyenda. Sigue en pie la idea del contrato entre generaciones, la
reciprocidad en el tema de hombres y mujeres y en el de padres e hijos. Por lo
tanto, tendríamos un retrato de buenos salvajes en el que la violencia se produ-
ce en forma muy restringida en ciertos momentos y situaciones excepcionales.
Sin embargo, creo que tenemos casos de comunidades rurales con interacciones
y relaciones cara a cara, donde la mayoría de personas están emparentadas, se
conocen y existen muchos mecanismos de autorregulación, e intervienen los
padrinos, los familiares, el hermano y el padre para defender a la mujer si hay la
sospecha de violencia doméstica. Hay mecanismos de chisme y de tachar el
buen nombre de hombres, padres y madres abusivos y abusivas, y que salen
fuera de las reglas.
127
Acceso a la justicia en el mundo rural
dad de negociación de estas últimas, ya que les crea una imagen de debilidad
que invita a la violencia y al abuso. Los hombres tienen más posibilidades de
migrar, de salir y trabajar; las mujeres, en cambio, permanecen para muchos
efectos atrapadas o, en todo caso, participan en economías de intercambio, de
trueque, de servicios, de servicios públicos, e incluso de favores y servicios de
cuidados que proveen y reciben. Los hombres se manejan mejor en el mundo
del idioma castellano, y en ese sentido las mujeres tienen menos acceso a institu-
ciones e instancias en las que el conocimiento de ese idioma es imprescindible.
Hay una desvaloración de la esfera del hogar y de las actividades que antes
legitimaban a las mujeres en el manejo de las economías domésticas o de acti-
vidades más cercanas a la vida cotidiana. Estas actividades las dotaban de bie-
nes y capacidades que podían negociar y les proporcionaban una mejor posición
en la economía no monetizada, con otros significados y símbolos con los que
ambos géneros deben actuar ahora.
128
Jeanine Anderson Roos
plano material, porque estaríamos hablando de cómo las mujeres pueden obte-
ner sus propios recursos y activos para defenderse individual y colectivamente,
apelando a alianzas viejas y nuevas con figuras como el sistema de parentesco,
autoridades comunales, promotoras y promotores y capacitadoras que pueden
incorporarse en esa lógica de dotaciones de recursos y activos.
Considero que estamos fallando al momento de ver cuáles son esos activos; por
ejemplo, qué significa ingresar en una comunidad rural con un programa de
educación bilingüe intercultural. Se coloca como primera prioridad la simple
existencia del programa y no se mira cuántas niñas y cuántos niños están allí. Si
son muchos más niños que niñas, se está dotando de recursos, activos y meca-
nismos de defensa a los varones y restándoselos a las mujeres.
Para terminar, creo necesario recalcar este plano simbólico de los sistemas de
género en el que está el "núcleo duro", en parte porque es muy difícil imaginar
cómo actúa uno frente a actitudes y jerarquías de valor. Además de salir y predi-
car, deberíamos valorar más a las mujeres y la integridad física de niños y niñas.
Nosotros y nosotras no estamos en las comunidades rurales, pero nuestras acti-
tudes y acciones transmiten mensajes acerca de nuestros sistemas de valores,
cómo nosotros y nosotras valoramos vidas, oportunidades, posibilidades y capa-
cidades de hombres, mujeres, niñas y niños. Es allí donde hay algunas posibili-
dades de acción que podrían tener un correlato concreto en la realidad y que
luego podrían afectar los esquemas de valor, de símbolos y significados que
están en pleno proceso de recomposición en las comunidades rurales.
129
Acceso a la justicia en el mundo rural
130
COMENT ARIOS a las PONENCIAS de
COMENTARIOS
SUSEL PAREDES y ROCÍO FRANCO
PAREDES
Gina Yáñez De la Borda*
Lo que Susel Paredes comenta al principio es algo que conocemos, pero sobre
lo que aún es necesario hablar: las cifras. Creo que todavía no hay conciencia
real de la gravedad del problema, de manera que estas cifras nos lo refrescan,
así como también nos indican un problema muy concreto. Como los datos es-
tán muy desordenados, son una tarea pendiente para las entidades públicas, ya
que los esfuerzos particulares de entidades como la mía —y otras más como el
Instituto de Defensa Legal— son bastante meritorios pero insuficientes. Ne-
cesitamos por ello información mucho más precisa y con mayores indicadores,
en el sentido de contar con datos de diferentes zonas del país.
131
Acceso a la justicia en el mundo rural
Cuando hacemos una capacitación formal les decimos a las mujeres: "Cuando
entra una mujer rubia o un hombre rubio a un lugar, ¿qué sensación nos da? De
poder; nos da la sensación de que tiene dinero. Lo rubio lo relacionamos con lo
rico, lo poderoso. Pero cuando una mujer es pobre, ¿qué sensación no da? Sen-
sación de que no sirve, no vale. Tenemos tan interiorizado ese concepto de
economía y pobreza que deberíamos internalizarlo también para nuestro análi-
sis. Cuando una mujer, sea del sector que fuera, está en situación de violencia,
siempre le toca, lamentablemente, un papel de subordinación, de marginación,
de discriminación. Y digo esto en el sentido de que tenemos que colocarlo
—insisto— como una categoría de análisis permanente y no como un cliché".
132
Gina Yáñez De la Borda
En nuestro país, el Derecho está pensado desde una perspectiva machista. Por
ello me parece alentadora esta propuesta de trabajo comunitario, ya que, desde
la percepción de las mujeres participantes, la justicia comunitaria no se involucra
de manera suficiente, pero cuando lo hace es eficiente. En cambio, en Lima,
aunque la justicia oficial se involucre, tampoco es eficiente.
Desde mi experiencia con las orientadoras legales, considero que hay que lu-
char para que este tema sea visto de manera obligatoria en las universidades, ya
que es necesario poner en agenda el problema de la violencia de género. Pero
también es necesario revisar el currículo de quienes están haciendo ese trabajo
comunitario (orientadoras, promotoras, etcétera), de tal manera que haya una
valoración oficial del trabajo que realizan. Muchas veces las orientadoras lega-
les saben más que los abogados que no están en la materia.
133
Acceso a la justicia en el mundo rural
Hace como ocho o diez años, en Manuela Ramos pretendimos que las autorida-
des de diferentes juzgados nos dieran los datos de violencia familiar, pero en
todos los juzgados a los que íbamos —probablemente con mucha carga, por lo
menos en Lima— nos citaban para seis o siete meses después. En Moyobamba
nos dijeron que los datos sobre violencia familiar no están a la mano porque no
se consideran importantes.
Un comentario final. Creo que no debemos dejar de reconocer los aportes he-
chos con mucha voluntad y mucho sacrificio por el tiempo, la dedicación, el
amor y la solidaridad por las personas —sobre todo las mujeres— que están
involucradas en estas experiencias. Creo que nos quedamos cortas por la rique-
za que siempre nos dan.
Como decía hace un momento, queda mucho por hacer, pues aún no hay una
verdadera conciencia de la gravedad de la violencia de género, que, a su vez,
genera otros tipos de violencia. Si no tratamos a fondo el problema de la violen-
cia en la casa, el camino va a ser más difícil. Por ello me permito invocarlos a
que tengamos un trabajo permanente para tratar de incluir esto en nuestras
regiones, que la gente se sienta comprometida y, también, para que sea una
práctica de vida.
134
Capítulo III
136
El DESARROLLO NORMA
NORMATIVOTIVO
del AR TÍCULO 149.º de la
ARTÍCULO
CONSTITUCIÓN POLÍTICA
sobre la JURISDICCIÓN COMUNAL
Juan Carlos Ruiz Molleda*
Ruiz
INTRODUCCIÓN
Antecedentes
Han pasado trece años desde que se expidió la Constitución Política de 1993 y
aún no contamos con una ley de desarrollo del artículo 149.º de esa Carta, nor-
ma que, como sabemos, ‘constitucionaliza’ la facultad de impartir justicia de
las autoridades campesinas y nativas, todo eso a pesar de que el referido pre-
cepto constitucional hace alusión a una ley de coordinación. Esta omisión no es
casual: expresa el interés y la prioridad que el Congreso de la República asigna
al tema del acceso a la justicia de la población campesina y nativa.
Las ideas y propuestas que expondremos aquí son fruto del trabajo acumulado
por el IDL en varios años. Primero en el Área de Jueces de Paz, que permitió,
* Abogado del Área de Acceso a la Justicia del Instituto de Defensa Legal. Las ideas acá expues-
tas recogen en gran medida el diálogo sostenido con líderes de comunidades campesinas, nati-
vas, rondas campesinas y con operadores del sistema de justicia estatal de Cajamarca,
Moyobamba (San Martín), Sicuani (Cusco) y Ayaviri (Puno), con los miembros del Área de
Acceso a la Justicia del Instituto de Defensa Legal, y con mi amigo el profesor Armando
Guevara Gil, quien en largas conversaciones colaboró en afinar y ajustar muchas intuiciones y
a interpretar algunos hallazgos, incluso a pesar de nuestras discrepancias.
137
Acceso a la justicia en el mundo rural
Este trabajo tiene tres partes. La primera está referida a los cambios constitu-
cionales, la segunda a los cambios legislativos y la tercera al desarrollo normati-
vo que se puede lograr a partir de la jurisprudencia.
138
Juan Carlos Ruiz Molleda
mos tener en cuenta que este no es el único camino, pues aun cuando es cierto
que la ley regula, esta tiene límites, sobre todo en una realidad como la nuestra,
tan marcada por la presencia de diversas experiencias culturales y por la frag-
mentación, y con elevados niveles de desintegración y desarticulación.
¿Se puede regular la vida social mediante las leyes? Creemos que sí, pero debe-
mos ser conscientes de que esta es una fuente más del Derecho, no la única.
Ligado a ello tenemos el problema de la concepción mágica de la ley, presente
en muchos operadores del sistema jurídico, según la cual la realidad se transfor-
ma como por arte de magia porque la ley lo dice. Y aunque en el Perú existe una
cantidad gigantesca de leyes, es poco lo que la ley ha hecho para cambiar la
realidad, a tal punto que muchos antropólogos ven en esta inflación legislativa
no la solución sino el problema. Incluso no pocos antropólogos jurídicos sostie-
nen que estamos ante el agotamiento de la idea de que es posible regular la
vida social por intermedio de la ley.
139
Acceso a la justicia en el mundo rural
Una vez reconocidos los límites de la ley en nuestro país, hay que preguntarnos
qué tipo de ley queremos: ¿una que "cree" e "invente" la justicia comunal de la
nada?; ¿una que "recoja" o una que "encauce" la realidad de la justicia comunal?
En otras palabras: ¿queremos una ley que imponga desde Lima nuestra con-
cepción de la justicia comunal a las propias comunidades campesinas y nativas
(ley que crea), una ley que legalice y reconozca todo lo que hacen sin el menor
cuestionamiento o limitación (ley que recoge) o, finalmente, una ley que en-
cauce esta realidad, es decir que, recogiéndola, la adecue y la haga compatible
con la Constitución, los estándares de derechos humanos y con el Estado Cons-
titucional de Derecho?; ¿una ley que, evitando idealizar o satanizar estos es-
fuerzos, valore sus potencialidades y sea consciente de los límites que le impo-
ne la realidad?
Teniendo en cuenta que toda ley apunta a generar normas generales destinadas
a un conjunto de personas, no es ocioso preguntarse si queremos una ley que
homogeinice una realidad geográfica y estructuralmente heterogénea. Debe-
mos ser conscientes de que la ley a la que recurramos no debe aplanar una
realidad variopinta ni igualar una realidad distinta. Quizá deberíamos comen-
zar por reconocer que lo heterogéneo no es un problema o una deficiencia del
proceso de formación de la nación peruana, sino más bien una riqueza que debe
ser "celebrada". Como señala Guevara:
3 Guevara Gil, Armando: "Apuntes sobre el pluralismo legal". Ius et Veritas n.º 19, 1999, p. 288.
140
Juan Carlos Ruiz Molleda
sidad. En tal sentido, debemos apostar, más que por una "ley camisa de fuerza",
por una "ley piso", que no reglamente todo al detalle asfixiando y recortando la
libertad y la autonomía de los actores de la justicia comunal, sino que establez-
ca las pautas básicas y fundamentales de la justicia comunal. Esta posición se
explica por una razón muy sencilla: una sobrerreglamentación vacía de conteni-
do el derecho constitucional a la identidad cultural y étnica y el principio tam-
bién constitucional del pluralismo cultural y étnico.
Desde esa perspectiva, es preciso negar aquellas tesis que hemos recogido en
nuestros diálogos con los operadores del sistema de justicia estatal y que pro-
ponen la elaboración bajo distintas denominaciones de un código de derecho
consuetudinario o código de derecho indígena, fosilizando y congelando una
normatividad no necesariamente escrita en aras de la seguridad jurídica, con
absoluto desconocimiento de la naturaleza del derecho consuetudinario.
4 Zagrebelsky, Gustavo: El Derecho dúctil: Ley, derechos, justicia. Valladolid, Editorial Trotta,
1995, p. 109.
141
Acceso a la justicia en el mundo rural
los operadores del sistema de justicia estatal. Esto por cierto no es sencillo,
pues nos enfrentamos a una cultura jurídica de culto a la ley escrita, bien meti-
da en la cabeza de los abogados y que se incuba desde la universidad.
Diferentes son los temas que deben ser materia de regulación normativa; sin
embargo, a continuación presentamos los que consideramos fundamentales. Se
trata sin duda de materias debatibles y opinables, pues cada una de ellas presu-
pone adoptar ciertas posiciones y desechar otras. Por otro lado, cuando habla-
mos de normas no necesariamente estamos pensando en leyes escritas aproba-
das por el Congreso, sino también en normas constitucionales y en aquellas
que tienen su origen en la jurisprudencia (precedente vinculante) o en normas
del llamado derecho consuetudinario.
Nivel constitucional
Un primer problema que hemos encontrado al dialogar con los operadores del
sistema de justicia estatal y con los mismos líderes de la justicia comunal es
una concepción de la Constitución Política como norma política no vinculante,
es decir, no obligatoria. Esta percepción no es irrelevante; todo lo contrario: la
consecuencia práctica de una concepción como esta es el desconocimiento e
incumplimiento del mandato constitucional del artículo 149.º, invocando, en
el mejor de los casos, que como no hay ley de desarrollo legislativo, esta norma
no es de cumplimiento obligatorio y vigencia inmediata.
142
Juan Carlos Ruiz Molleda
clusivamente".5 Esto significa que no es un texto que recoge solo los objetivos
o directrices políticas, sino una norma que vincula y obliga a todos los poderes
públicos sin excepción alguna. Pero no solo es una norma jurídica que aspira a
reglar las conductas, sino que constituye la norma de mayor jerarquía, es decir,
la norma suprema, la "ley de leyes", como dicen los abogados. Más aun: no solo
estamos ante una norma jurídica y de la mayor jerarquía, sino ante una norma
exigible en aplicación y vigencia inmediata. Esto es clave para entender la juris-
dicción constitucional, pues significa que no necesita una ley de desarrollo le-
gislativo para ser vigente y vincular a los poderes públicos.
Si bien son varios los temas en el contexto actual de nuestro país, tres son
los que hay que tener en cuenta en cualquier reforma constitucional en
materia de justicia comunal: el primero, compatibilizar la jurisdicción co-
munal con el principio de unidad y exclusividad del Poder Judicial; el se-
gundo, reconocer las facultades jurisdiccionales de las rondas campesinas; y
el tercero, mantener en el texto aquel precepto según el cual las autorida-
5 Prieto Sanchís, Luis: Justicia constitucional y derechos fundamentales. Madrid: Editorial Trotta,
2003, p. 116.
143
Acceso a la justicia en el mundo rural
En relación con el primero, lo que hay que hacer es modificar el artículo 139.º,
inciso 1, de tal manera que se reconozca la justicia comunal como una excep-
ción al principio de unidad y exclusividad de la función jurisdiccional, junto
con la justicia militar y la arbitral. Esto es importante, pues permitirá comenzar
a compatibilizar la justicia comunal con la jurisdicción ordinaria.
Finalmente, un tercer punto tiene que ver con las funciones jurisdiccionales.
Existen algunas propuestas que apuntan a eliminar la palabra "facultades juris-
diccionales", "impartición de justicia" y, en general, cualquier referencia a la pala-
6 Véase la sección "Área N.º 1: Acceso a la Justicia. Sub Área N.º 6: Justicia de Paz y Justicia
Comunal", en Comisión Especial para la Reforma Integral de la Administración de Justicia:
Plan Nacional para la Reforma de la Administración de Justicia. Lima: Ceriajus, abril del 2004,
pp. 132-141.
144
Juan Carlos Ruiz Molleda
bra "justicia". Según estas, solo el Estado puede impartir justicia.7 Esta tesis olvi-
da que, tal como lo ha señalado Montero Aroca, organizaciones de la sociedad
civil pueden ejercer funciones jurisdiccionales, como en el caso del Tribunal de
Aguas de España.8 Fue esta posición la que prevaleció en la propuesta de la Ceriajus,
en la que se habla de las "decisiones" de las autoridades comunales.
Si se opta por no utilizar este vocablo, una concepción positivista podría inter-
pretar esta facultad como facultades de conciliación extrajudicial, lo que recor-
taría las posibilidades de intervención en materias de contenido penal, que,
como bien sabemos, no se pueden conciliar. Esto sería fatal, pues la mayoría de
7 Tenemos también por ejemplo el proyecto elaborado por el Grupo de Expertos convocados por
el Consorcio Justicia Viva. Dicho grupo redactó un documento de propuesta para la reforma
constitucional peruana en el tema de impartición de justicia, en el que no reconocen jurisdic-
ción a las autoridades comunales. Es interesante apreciar cómo los autores sustentan su pro-
puesta. Primero, no obstante que la denominan justicia comunal, luego dicen que no se ajusta
al concepto de jurisdicción. Ellos señalan: "[…] nuestra propuesta parte por reconocer la rele-
vancia social que tienen y han tenido los mecanismos de composición de conflictos propios de
diversos sectores de nuestra población. La denominada justicia comunal o tradicional debe
contar con un reconocimiento constitucional, aun cuando en rigor no se ajuste al concepto de
jurisdicción que venimos manejando" (véase Grupos de Expertos convocados por el Consorcio
Justicia Viva: Propuesta para la reforma constitucional peruana en el tema de impartición de
justicia.Lima: Justicia Viva, 2003, pp. 9 y ss). Para mayor información consultar con la página
web del Consorcio Justicia Viva: <http://www.justiciaviva.org.pe/publica.htm>.
8 Sobre el reconocimiento de los tribunales consuetudinarios se puede consultar Montero
Aroca, Juan: Derecho Jurisdiccional. Parte general, t. I, 10.ª edición. Valencia: Tirant lo
Blanch, 2000, p. 47.
145
Acceso a la justicia en el mundo rural
los conflictos que tratan las rondas tienen un contenido penal (faltas y delitos).
En efecto, asignar solo naturaleza de medios alternativos de resolución de con-
flictos (MARC) a las decisiones de las autoridades de las comunidades campe-
sinas, nativas y rondas campesinas —es decir, eliminar la naturaleza jurisdiccio-
nal de las decisiones que adopten estas autoridades— significaría debilitar
significativamente la justicia comunal, desnaturalizándola e inutilizándola en
los hechos, pues ya no podrían actuar de oficio.
Solo si tienen facultad jurisdiccional podrán actuar de oficio ante casos como el
abigeato, frente a los cuales los MARC nada pueden hacer. No entender esto
evidencia un gran desconocimiento de la realidad de la justicia comunal en
nuestro país, y de la naturaleza de los mecanismos de conciliación. Como seña-
la Ormaechea:
Por todo ello nos parece adecuada la propuesta del equipo profesional del Con-
sorcio Justicia Viva en materia de reforma constitucional del capítulo del Poder
Judicial, cuando, en relación con la justicia comunal, precisa que:
Artículo 138
[…]
Se reconoce, también, la potestad de impartir justicia de las comu-
nidades campesinas y nativas y demás pueblos indígenas, así como
146
Juan Carlos Ruiz Molleda
¿Qué significa esto? Significa que la justicia comunal no es una norma aislada y
desconexa del conjunto de la Constitución; no es una norma que desentone del
espíritu, los principios y los valores constitucionales, sino todo lo contrario: ella
147
Acceso a la justicia en el mundo rural
no solo guarda relación con la Constitución, sino que permite concretar y dar
vigencia a un conjunto de derechos constitucionales.
Nivel legislativo
Objetivos
Una ley de desarrollo legislativo debería tener dos objetivos: en primer lugar,
desarrollar criterios que permitan la coordinación entre la justicia ordinaria y la
justicia comunal, tal como lo señala el artículo 149.º de la Constitución Políti-
ca; en segundo lugar, aun cuando la Constitución no lo dice, pues restringe la
ley a la coordinación, debería desarrollar "principios orientadores básicos" que,
completando el artículo 149.º, permitan el desarrollo de la justicia comunal.
No comenzamos de cero
Un segundo punto por considerar es que no partimos de cero. Las rondas cam-
pesinas ya tienen su norma, la ley 27908, que, a su vez, cuenta con su reglamen-
to, aprobado mediante decreto supremo 25-2003-JUS. Aunque estas normas
están orientadas a las rondas campesinas autónomas, también las están utili-
zando e invocando las rondas campesinas de las comunidades campesinas. La
ley 27908 y su reglamento son claves, porque marcan una pauta y arrojan luces
sobre cómo desarrollar legislativamente el artículo 149.º de la Constitución
Política. Por ejemplo, el artículo 9.º de la ley, titulado "De la coordinación y
apoyo con autoridades jurisdiccionales", señala que las autoridades de la juris-
dicción ordinaria establecerán relaciones de coordinación con los dirigentes de
148
Juan Carlos Ruiz Molleda
Debemos señalar que este proyecto tiene como punto de partida diferentes
proyectos de ley elaborados en otros países de la región —especialmente en
Venezuela— que han reconocido la jurisdicción comunal o indígena.10
10 Véase la versión oficial del Proyecto de Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas
(EXP. 245) enviado por la Comisión Permanente de Pueblos Indígenas. Estado: aprobación en
primera discusión por la Asamblea Nacional, en el segundo período legislativo ordinario (5/12/
2002), en el sitio de la Asamblea Nacional de Venezuela: <http://www.asambleanacional.gov.ve/
ns2/leyes.asp?id=512>; el capítulo sobre jurisdicción especial está también disponible en
<www.Alertanet.org, Foro II>.
149
Acceso a la justicia en el mundo rural
150
Juan Carlos Ruiz Molleda
151
Acceso a la justicia en el mundo rural
152
Juan Carlos Ruiz Molleda
Este es un tema que guarda especial relación con el anterior. La pregunta que
hay que responder aquí es si las autoridades que imparten justicia tienen un
153
Acceso a la justicia en el mundo rural
En efecto, ejercer justicia es ejercer poder; por ello se habla de Poder Judicial.
Sin embargo, en un Estado Constitucional de Derecho no existen poderes ili-
mitados y absolutos, sino ejercicio de poderes limitados, sometidos a reglas. La
razón es clara: más allá de la experiencia cultural en la que nos encontremos,
cuando no encuentra límites, el poder abusa. Estamos en realidad ante una
garantía a favor del ciudadano.
12 Principio del juicio de legalidad o garantía del juicio previo, carácter exclusivo y obligatorio de
la función jurisdiccional, carácter obligatorio de las resoluciones judiciales, independencia ab-
soluta de los funcionarios judiciales, imparcialidad rigurosa de los jueces, igualdad de las par-
tes ante la ley procesal, principio de la excepcionalidad de la detención, fundamentación de la
detención, el derecho de defensa, excepcionalidad de la incomunicación, cláusula de no incri-
minación, principio del juez natural, principio de la presunción de la inocencia, principio indubio
pro reo y conflictos de leyes penales en el tiempo, principio de la instancia plural, principio de
publicidad, principio de la cosa juzgada, garantía de la inviolabilidad de domicilio,
fundamentación de las resoluciones, el derecho al propio idioma, principio de reparación del
error judicial, no debe dejarse de administrar justicia por vacío o defecto de la ley, no hay
condena en ausencia, nadie puede ser condenado en ausencia, etcétera.
154
Juan Carlos Ruiz Molleda
que regulan la administración de justicia; normas que, si bien no han sido escritas,
están presentes a la hora de resolver conflictos, y que guardan estrecha relación con
el debido proceso. Es más: estas normas son fruto de una lectura y de una simplifi-
cación y "vulgarización" del debido proceso tal cual lo conocen los abogados.
Otro tema fundamental que genera conflictos y que debe en consecuencia ser
normado es el relativo a los canales y las formas de resolver conflictos de com-
155
Acceso a la justicia en el mundo rural
petencia entre comunidades. Nuestra propuesta es que lo primero que hay que
hacer en aquellos casos es dejar que este conflicto sea resuelto en aplicación de
sus usos y costumbres. Si esto no funciona, hay una segunda posibilidad: la
petición de las autoridades comunales solicitando la intervención de la juris-
dicción ordinaria. Si esto tampoco funciona, o en forma alternativa a la segunda
posibilidad, puede recurrirse al arbitraje para conflictos entre comunidades que
no pertenezcan a una organización de grado superior. Ambas partes escogerán
al árbitro de común acuerdo.
Este es otro tema de vital importancia, a tal punto que la propia Constitución
lo ha reconocido. Supone pasar de una lógica de confrontación a una de coordi-
nación, en el marco del principio del pluralismo cultural, étnico y jurídico reco-
nocido por la propia norma suprema.
¿Con quiénes se coordina? En principio, con los operadores del sistema de jus-
ticia. Sin embargo, la coordinación no debe quedarse en este nivel. Tal como lo
ha hecho el Reglamento de la Ley de Rondas Campesinas, se debe coordinar
también con las autoridades estatales en general, es decir, con todas las autori-
dades públicas (por ejemplo, con el Serenazgo de la ciudad más próxima o con
la regiduría de seguridad ciudadana). Finalmente, también es preciso que coor-
dinen entre sí las autoridades de la justicia comunal y las de las propias organi-
156
Juan Carlos Ruiz Molleda
No es este, sin duda, un camino fácil, pues optar por él implica desarrollar un
conjunto de criterios que precisen y den materialidad y corporeidad a la obliga-
ción jurídica y constitucional de coordinar. En esa línea, hemos seleccionado un
conjunto de principios que pueden orientar y arrojar luces sobre en qué térmi-
nos debe darse esta relación de coordinación. Los hemos seleccionado de un
conjunto de documentos oficiales de instituciones vinculadas y relacionadas
con la administración de justicia. Los principios que proponemos son los si-
guientes:
13 Organización Internacional del Trabajo: Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en
Países Independientes. Costa Rica, 1989. Fue aprobado e incorporado a la legislación nacional
mediante resolución legislativa 26253, publicada el 2 de diciembre de 1993.
14 Tal como lo dice su propia página web, el Gobierno convocó a un diálogo nacional para lograr
un acuerdo que sirva de base para el proceso de consolidación de la democracia, la afirmación
de la identidad nacional y el diseño de una visión compartida del país a futuro. Sus objetivos
son: servir eficazmente a la transición democrática, promoviendo el diálogo nacional para lu-
char contra la pobreza; elevar la competitividad del Perú y construir un Estado al servicio de
las personas; ofrecer al país la estabilidad necesaria para crecer con equidad social, en demo-
cracia y en justicia social; crear una visión común del país a futuro; crear e institucionalizar una
cultura de diálogo democrático; crear consensos que nos permitan administrar las divergen-
cias, y generar crecimiento económico (véase: <http://www.acuerdonacional.gob.pe/>).
15 Para mayor información sobre la propuesta del Acuerdo Nacional por la Justicia, véase la si-
guiente dirección electrónica: <http://www.justiciaviva.org.pe/acuerdo.htm>. Para ver la pro-
puesta del Acuerdo Nacional por la Justicia, revisar: <http://www.justiciaviva.org.pe/otros/
2004/informefinal.doc>.
157
Acceso a la justicia en el mundo rural
• Adecuación del derecho interno sobre los derechos de los pueblos indíge-
nas, de conformidad con los mandatos contenidos en las normas interna-
cionales de derechos humanos y el Convenio 169 de la OIT (Plan Nacio-
nal de Derechos Humanos 2006-2010 del Ministerio de Justicia).16
16 El día 11 de diciembre del 2005 se publicó el decreto supremo 017-2005-JUS, que aprueba el
Plan Nacional de Derechos Humanos. Este documento, elaborado por integrantes del Estado
junto a las instituciones de la sociedad civil, pese a las omisiones que contiene, constituye un
gran logro ya que reconoce un conjunto de políticas para el fortalecimiento de los derechos
fundamentales.
158
Juan Carlos Ruiz Molleda
a) L egislativo
• Artículos 138.º y 149.º de la Constitución Política.
• Ley de desarrollo legislativo del 149.º que complete la ley 27908.
b) Jurisprudencial
• Sentencias vinculantes:
o Tribunal Constitucional.
o Corte Suprema.
o Cortes superiores.
• Sentencias ilustrativas (tribunales ordinarios).
c) Decisiones de las propias comunidades indígenas.
159
Acceso a la justicia en el mundo rural
No se trata de que estemos ante un camino diferente, es decir, que la forma sea
irrelevante a la hora de obtener los resultados. La "salida jurisprudencial" no
solo es otra manera de crear reglas, sino que constituye una opción que puede
asegurar normas cualitativamente distintas de las que puede elaborar el Con-
greso, más útiles y funcionales a la justicia comunal, en la medida en que tiene
más posibilidad, flexibilidad y libertad a la hora de precisar y aplicar el conteni-
do concreto de la ley parlamentaria a la realidad específica de una comunidad
nativa de Moyobamba o una comunidad campesina de Chumbivilcas en el Cusco,
realidades que el legislador jamás podrá apreciar desde Lima.
160
Juan Carlos Ruiz Molleda
Estamos aludiendo a un proceso gradual por el que los jueces podrían darse
cuenta poco a poco de los canales jurisprudenciales con que cuentan para lograr
este cometido. Somos conscientes del peso de una cultura jurídica que les im-
pide asumir una concepción democrática de la tarea que les corresponde en un
Estado Constitucional de Derecho.
161
Acceso a la justicia en el mundo rural
Como podemos ver, existen otros canales perfectamente legales que constitu-
yen fuente de normas y que contribuyen a ir modelando y moldeando la justicia
comunal. Estas son importantes, pues permiten ir adaptando y aplicando al
caso concreto las diferentes normas de la justicia comunal, con lo que resulta
posible canalizar y dar cabida a los matices y las singularidades que esta tiene
en cada localidad.
162
Juan Carlos Ruiz Molleda
Un último punto tiene que ver con la forma como se articula cada una de estas
fuentes del derecho. Lo primero que hay que hacer es tener claro qué le toca a
cada una, es decir, precisar con claridad cuál es el lugar de cada una en el repar-
to de competencias y atribuciones. En nuestra opinión, podemos hablar de un
edificio de cuatro pisos, no necesariamente jerárquicos, sino vertebrados sobre
un criterio de materia.
163
Acceso a la justicia en el mundo rural
El cuarto y último piso de este edificio normativo está constituido por las pro-
pias normas que elaboran y desarrollan localmente las autoridades de cada co-
munidad. Estas normas son importantes, pues "terminan" de concretar y com-
pletar la norma nacional y la jurisprudencia a la realidad, mediante la interpre-
tación jurídica. Aun cuando puede generar resistencias y escepticismo en algu-
nos, este nivel ha funcionado en países como Colombia, como lo prueban las
decisiones de muchas comunidades o pueblos indígenas ‘colgadas’ en el portal
de la rama judicial, equivalente al portal del Poder Judicial en el Perú.
164
Juan Carlos Ruiz Molleda
CONCLUSIONES
CONCLUSIONES
Todo lo hasta aquí expuesto nos permite arribar a las siguientes conclusiones:
c) Existen diferentes temas que una ley de desarrollo legislativo debe abor-
dar con urgencia; entre ellos, la coordinación entre ambas judicaturas;
qué hacer en caso se susciten conflictos entre ambas; y un conjunto de
principios que, antes que reglas rígidas, orienten y nos encaminen hacia
la solución de los problemas.
165
Acceso a la justicia en el mundo rural
166
Juan Carlos Ruiz Molleda
PALABRAS FINALES
Por último —ahora sí— debemos reconocer que no nos encontramos ante una
tarea fácil. Estos temas no pueden ser encarados sin una apertura a una reali-
dad, apertura bien escasa en los abogados que quieren solucionar todo con el
código bajo el brazo, convencidos de que allí se encuentran todas las respues-
tas. Una mirada amplia no es fácil, pues la mayoría de facultades de Derecho
del país nos enseñan sistemáticamente a ignorar la realidad y a rendir culto a las
normas escritas, buena parte de las cuales desconocen las reales necesidades de
la población de las zonas rurales.
167
Acceso a la justicia en el mundo rural
Estamos en campos farragosos, en arenas movedizas, donde hay que echar mano
de varias fuentes, incluso de las que se encuentran fuera del Derecho. Habrá
que reconocer que la realidad existe, y que antes de legislar hay que observar y
entender la realidad ("trabajo etnográfico" le llaman los antropólogos). Sea como
fuere, debemos ser conscientes de que estamos ante un proceso, en el mejor de
los casos, de mediano plazo, en el que una cultura y una ideología jurídica pla-
gada de monismo y positivismo irá cediendo y retrocediendo poco a poco ante
la evidencia de la realidad y de las nuevas maneras de entender el derecho, de
mirar y situarse frente a este, "nuestro" querido país.
En todo caso, no podemos olvidar que con o sin desarrollo normativo, las auto-
ridades de las comunidades campesinas, nativas y de las propias rondas segui-
rán resolviendo conflictos, creando y recreando sus propias normas, negociando
con los operadores del sistema de justicia estatal para que no metan presos a
sus líderes, mientras algunos académicos siguen discutiendo si la facultades
jurisdiccionales son monopolio del Estado. Sin duda, una ley ayudaría
sustantivamente a encauzar y articular la justicia comunal, ajustándola a los
estándares constitucionales y estableciendo reglas claras para mejorar la coor-
dinación entre ella y la justicia ordinaria, así como creando condiciones para
evitar el procesamiento y condena de no pocos líderes comunales por la presun-
ta comisión de delitos de secuestro y usurpación de funciones.
168
CRITERIOS para una PROPUEST
PROPUESTA
UESTA
de REFORMA CONSTITUCIONAL:
DISEÑANDO el SISTEMA de
JUSTICIA LOCAL en el PERÚ
José Regalado*
Regalado*
La interlegalidad es la contraparte
fenomenológica del pluralismo legal.
—BOAVENTURA SOUZA DOS SANTOS
INTRODUCCIÓN
Al reflexionar sobre los diversos criterios que se deben tomar en cuenta para
una reforma constitucional que regule el pluralismo existente en el Perú y las
formas de coordinación o relación entre la justicia estatal y comunal, me surgen
más dudas e incertidumbres que certezas y confirmaciones.
* Director de PROJUR.
1 Autores como Faundez, Donna Lee Van Cott han expresado sus preocupaciones sobre estas
regulaciones: «Aunque el reconocimiento formal parece necesario para evitar conflictos juris-
diccionales, también parece necesario que los sistemas no estatales retengan buena parte de
su informalidad. Es la informalidad de estos sistemas que constituye su autonomía y genera su
autoridad» (Van Cott: Pluralismo legal y administración de justicia, 2006).
169
Acceso a la justicia en el mundo rural
La segunda duda es si, aceptando que es necesario regular estos procesos, hay
que hacerlo, necesariamente, mediante la vía constitucional. Son los canales
constitucionales los que otorgan mejores condiciones para regular este proceso
de la justicia plural. ¿No sería mejor una legislación especial? ¿No legitima la
Constitución más bien el modelo imperante de soberanía y sistema único de
justicia? Finalmente, los cambios que se puedan incorporar al artículo 149.º del
texto constitucional no estarán siempre limitados en sus posibilidades de
institucionalización por la concepción que prevalece en el conjunto del texto
constitucional.
Sin embargo, también pienso que estas dudas en la práctica se despejan cuando
se constata la realidad, y que cualquier política, reforma o propuesta legal seña-
lada debe partir de entender y responder a esa realidad. Por lo tanto, me arries-
garé y superaré mis dudas por lo menos en el papel y la reflexión. Lo haré
partiendo de algunas ideas preliminares, a manera de antecedentes o marco
conceptual, que servirán como parte del aparato crítico que debemos tener en
cuenta para analizar los criterios y propuestas. Luego revisaré de manera gene-
ral los rasgos y características centrales de una dinámica de justicia local, y
finalmente me centraré en una propuesta que no pretende ser la gran propues-
ta sino solo aportar algunas ideas para contribuir a la discusión colectiva.
Algunos autores como Boaventura de Sousa Santos, Farias y Gonzales han dado
cuenta de los nuevos "procesos y tendencias" que han ocurrido en los sistemas
de justicia en las últimas décadas y que requieren ser revisados cuando formu-
lamos cualquier análisis o políticas de reforma sobre la justicia en América La-
170
José Regalado
171
Acceso a la justicia en el mundo rural
También señalan estos autores que el momento actual está marcado por una
profunda transformación de la espacialidad política y jurídica de la sociedad.
Los nuevos escenarios se caracterizan por una tendencia hacia la reducción de
la capacidad del Estado para actuar de manera efectiva sobre una creciente área
de la conflictividad. Las dinámicas sociales son cada vez menos articuladas en
el espacio nacional, y como contrapartida se da un desplazamiento del poder y
la producción del Derecho hacia un nivel planetario, por un lado, y hacia los
espacios locales, por el otro. Podemos entonces decir que los cambios en la
espacialidad se resumen en dos tendencias: la globalización y la localización. El
espacio nacional de regulación se retrae de cara a dinámicas en las que entran a
primar factores mundiales y locales de producción del poder.3
El otro enfoque que necesitamos tener en cuenta para formular nuestra pro-
puesta tiene que ver con la situación rural y los enfoques actuales sobre el
mundo rural o la sociedad rural en el Perú. En los albores del siglo XXI, la
sociedad peruana en su conjunto, pero especialmente la sociedad industrial y
urbana, tiene una elevada deuda social con las comunidades y habitantes de las
zonas rurales del país: los niveles de pobreza y de exclusión que soporta el
medio rural como producto del sesgo urbano que el modelo de desarrollo exige
diseñar y aplicar.4 Además de la crítica situación económico-productiva que se
vive en estas zonas, hay también una precaria institucionalidad (en las cuales
están los servicios de justicia estatal) que impide o limita una adecuada protec-
2 Boaventura de Sousa, Santos: La globalización del Derecho: Los nuevos caminos de la regula-
ción y la emancipación. Bogota, 1998.
3 Ardila Amaya, 2005.
4 Plaza, Orlando, 1998, p. 64: "En síntesis, no solamente existe una desvinculación teórica entre
el desarrollo rural y nacional, sino también desde el punto de vista de la formulación y ejecu-
ción de políticas (macro, sectoriales o programas), e inclusive carece de un adecuado aparato
institucional para llevarlas a cabo".
172
José Regalado
ción de los derechos de las personas y las comunidades. Esto requiere de polí-
ticas que reevalúen el papel de la sociedad rural en las actuales circunstancias
económicas, sociales y políticas del Perú y que demandan, como señalan diver-
sos autores, políticas diferenciadas5 y conceptos claves para articular su desa-
rrollo. Sin una clara voluntad política de transformar las condiciones de vida del
poblador rural, seguiremos manteniendo esta situación de exclusión.
Ahora bien: estos enfoques son necesarios para colocar el marco conceptual de
lo que será nuestro planteamiento, que rescata los procesos y dinámicas locales
de justicia para ser considerados en las propuestas de reformas sobre la justicia,
que no debe perder de vista estas dimensiones y enfoques señalados.
Hasta la fecha siguen vigentes los esquemas básicos del Estado-Nación: la ex-
clusión de los pueblos indígenas y un reconocimiento débil del pluralismo jurí-
dico-legal en el país. El texto constitucional que aborda este proceso sigue
siendo un texto ambiguo, limitado y asistemático, poco esclarecedor. En todo
caso, tal y como está elaborado no contribuye en absoluto para una sistematiza-
ción de la realidad plural.6
5 Se define como políticas diferenciadas para el desarrollo rural a aquellas que parten del recono-
cimiento de las características específicas de la economía campesina y de los pequeños produc-
tores, de la sociedad rural en que se desenvuelven y de su vinculación con la sociedad y economía
global. A partir de ese reconocimiento, tales políticas buscan modificar alguna o algunas de las
características indicadas, particularmente las que se vinculan con su inserción asimétrica en el
resto de la sociedad, tratando de generar un proceso de desarrollo rural de carácter global. En
síntesis, las políticas diferenciadas para el desarrollo rural deben partir de las dinámicas sociales
y políticas; de una elaboración específica que fusione conocimientos y estrategias; de instrumen-
tos para alcanzar los objetivos y de una propuesta global (Plaza, p. 154).
6 Vicente Cabedo señala que reconocer el pluralismo jurídico no significa únicamente reconocer
el Derecho Indígena. Refiere además que para hablar de un verdadero pluralismo jurídico
debe reconocerse el derecho consuetudinario indígena, y el ejercicio de las funciones jurisdic-
cionales, sobre la base de este derecho, por las propias autoridades indígenas. Al no existir
esto, Cabedo finaliza afirmando que entonces no existe un auténtico pluralismo jurídico (Cabedo
Peña, Vicente: Constituciones, Derecho y justicia indígena, 2002).
173
Acceso a la justicia en el mundo rural
El pluralismo legal en nuestro país no ha sido asimilado aún por la clase política y
los legisladores, y sigue siendo un tema por desarrollar. Se sigue partiendo de
premisas como "la soberanía del Estado" y, por ende, se legitima al único sistema
de justicia oficial que fortalece esa soberanía. Si uno revisa todos los proyectos
actuales sobre reforma constitucional en los temas de justicia, puede darse cuen-
ta de que aun los nacionalistas más radicales no incluyen otras perspectivas cons-
titucionales sobre el modelo imperante. Inclusive en los últimos proyectos pre-
sentados a la Comisión de Justicia, se reduce la jurisdicción indígena.
Algunos, como Yrigoyen, tienen una posición más optimista respecto de este
horizonte plural:
Sin embargo nos preguntamos, con otros autores, si esto no es seguir reprodu-
ciendo los esquemas del centralismo legal. Considero por el contrario, en la línea
de Boaventura, Sally Merry y otros, que conciben el mundo legal policéntrico,
que el pluralismo legal es el concepto clave de una visión posmoderna del dere-
174
José Regalado
8 Sally Merry (1998) distingue dos versiones en torno del pluralismo jurídico: a) El pluralismo
jurídico clásico, referido a la situación histórica producto del colonialismo; y, b) el nuevo plura-
lismo legal, relativo a toda forma de regulación vigente en cualquier sociedad.
175
Acceso a la justicia en el mundo rural
Esta justicia local podría ser considerada como una dimensión de la justicia
nacional que se desarrolla en espacios locales concretos, donde se producen
relaciones de justicia y de resolución de conflictos basadas en el derecho estatal
y consuetudinario, que tiene rasgos particulares, propios de los modos de pro-
ducción económica, social y cultural que los reproduce.
Ahora bien: esta justicia local tiene orígenes diversos y prácticas singulares, y
depende de muchos factores externos y dinámicas locales que recrean, actuali-
zan e impulsan esta justicia. En el Perú hemos identificado esta justicia como
autónoma, comunitaria, basada en el derecho consuetudinario y, por ende, vin-
culada a los valores indígenas y ancestrales.9 Con esta apreciación hemos termi-
9 Deborah Poole (2006) considera que en la formulación de los códigos legales a favor de los
indígenas lo que prevaleció fue la imagen de la comunidad o ayllu andino, que se caracterizaba
por la armonía, el consenso y su relación espiritual con la naturaleza y el pasaje; sin embargo, se
enfrentaron al problema de cómo plasmar esta visión bastante idealizada del mundo indígena
en un proyecto legislativo.
176
José Regalado
Hay que reconocer que los pueblos indígenas y las organizaciones campesinas
rurales, los hombres y las mujeres con una perspectiva colectiva, han creado y
desarrollado esta dimensión local de la justicia. Históricamente han demostra-
do una particular capacidad de autocomposición o resolución de sus propios
conflictos, en forma complementaria y hasta opuesta a la dispuesta por las au-
toridades u órganos judiciales formales.10
10 Así lo sostienen autores como Ardito, Peña y Jumpa refiriéndose a la experiencia de la justicia
comunal aimara.
177
Acceso a la justicia en el mundo rural
11 Poole señala: "Dada su trascendencia en el quehacer diario como representante del Estado en
la vida local, resulta curioso el estatus del cual gozan los jueces de paz, pues son los únicos
representantes del Estado exentos de la obligación de juzgar y actuar dentro del orden legal
establecido. Ellos deben juzgar basados en su leal saber y entender y en su sentido común". En
todo caso, lo que deduce la profesora Poole es que la costumbre siempre está condicionada por
su relación con la ley del Estado. Todo esto hace que describa estos espacios como espacios de
ilegibilidad.
178
José Regalado
Por otro lado, esta justicia local responde a las demandas locales de justicia;
está emparentada o arraigada con el contexto local, pero también con sus acto-
res; de ahí que exista satisfacción con las demandas de justicia y las respuestas
obtenidas.
Los usuarios de esta justicia local son la población rural, especialmente muje-
res y campesinos pobres que acceden a estos mecanismos de justicia comunal y
participan en algunos aspectos de las decisiones judiciales. Es una justicia
inclusiva, participativa y, por supuesto, democrática.
179
Acceso a la justicia en el mundo rural
Este panorama nos sugiere entonces que los procesos de interacción con el
Estado implicaron e implican dinámicas comunales de autoinvención perma-
nente ante medidas estatales que introducían cambios en los órdenes jurídicos
comunales.
180
José Regalado
¿Cuál es la conclusión, entonces? Que hay que fortalecer estos espacios locales,
sus actores de justicia, sus normas y procedimientos; descentralizar la justicia
estatal, adecuarla a las dimensiones locales, desarrollar sistemas de coordina-
ción. Se requiere entonces un nuevo diseño de los sistemas de justicia, que no
parta solo de la visión oficial, y de un solo derecho; tenemos que partir de una
visión plural, pero sobre todo que surja de las realidades locales. Tenemos que
trabajar en construir una justicia inclusiva, local, contextual y próxima.
Debe diseñarse un sistema de justicia local que defina quiénes juzgan, cómo
juzgan y qué niveles de coordinación hay entre estos actores y sistemas.
181
Acceso a la justicia en el mundo rural
Estos procesos locales son sistemas plurales de justicia; usan las costumbres y
el derecho consuetudinario en diálogo con las normas oficiales. Cada actor/
operador tiene su propia naturaleza legal, pero forma parte de la dinámica de la
justicia local.
Estos sistemas locales de justicia deben establecer la ley y los sistemas norma-
tivos que se aplicarán, las autoridades e instancias comunales que ejecutarán
estas normas, la jurisdicción y las competencias que asumen (materiales, per-
sonales y territoriales), los procedimientos de impartición de justicia o resolu-
ción de conflictos que se establezcan y los niveles de coordinación.
CRITERIOS Y PROPUEST
PROPUESTAS
UESTAS
13 Hay varias experiencias de reforma legal que se han elaborado en los Estados Mexicanos que
bien podrían servir para este proceso de diseño de la justicia local (v.g., Ley de Derechos de los
Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Oaxaca, 1998. y otros).
182
José Regalado
183
Acceso a la justicia en el mundo rural
184
COMENT ARIOS a las
COMENTARIOS
PONENCIAS de JU AN CARLOS
JUAN
RUIZ y JOSÉ REGALADO
Jaime Vintimilla*
Vintimilla*
El punto que más me llama la atención es el de las fuentes del Derecho, el caso
de la costumbre, de la jurisprudencia, y aceptar la existencia de autoridades
legas frente a autoridades letradas. Ese es el reto. Parecería que nuestro Dere-
cho nos especializa, y parecería que esto no ocurre solo con el Derecho sino con
todo el mundo actual: el mundo actual especializa todo.
Todo el mundo se especializa en cualquier cosa, pero nos olvidamos del sentido
común. ¿Qué es el Derecho? ¿Es algo que vive en la sociedad o es algo ajeno a la
sociedad? Y esa es la muestra que nos presentan acá tanto Juan Carlos como
José: ¿Qué es el Derecho: una herramienta social o simplemente un corsé; o,
citando a Novoa Monreal, una especie de obstáculo al avance de la sociedad?
Nuestro gran problema —en el Perú y en el Ecuador, porque somos casi idénti-
cos— es ese divorcio entre la norma y la realidad. ¿Qué es el ordenamiento
jurídico? Lo que tenemos en nuestros países, ese conjunto kelseniano de nor-
185
Acceso a la justicia en el mundo rural
mas reguladas por la Constitución y que brinda una uniformidad hermosa, líri-
ca, pero que no funciona en la realidad. Y acá nos presentan un salto cuántico
que permitiría pasar del ordenamiento al sistema, es decir, hacer que el ordena-
miento funcione en una realidad plural y diversa.
Soy abogado y no puedo más que defender los principios generales del Dere-
cho, pero cuando empezamos a trabajar con comunidades indígenas y a enten-
der su lógica nos dimos cuenta de que queríamos llevar conceptos nuestros a
otra realidad. Habría que invertir: deberíamos venir de la lógica comunitaria
hacia nuestra lógica; quizá hablarles shuar, aimara o quechua a nuestros estu-
diantes de Derecho, para que comprendan que al otro lado de la orilla existe
algo distinto. En el Ecuador nosotros traducimos la palabra kamachi como dere-
cho, pero conversando con los indígenas nos decían que para ellos kamachi es
algo más cotidiano e implica la idea de ánimo, de alma, de fuerza. Entonces se
van acercando a una filosofía propia y muy interesante: ánimo en acción perma-
nente ejercida por una autoridad que conecta normas naturales con conductas
de los comuneros.
186
¿CÓMO DISEÑAR una POLÍTICA
PÚBLICA que IDENTIFIQUE la
DEMAND
DEMANDA A de ACCESO a la JUSTICIA?
David L ovatón P
Lovatón alacios*
Palacios
Para empezar, quiero hacerles recordar algunas cifras que ya hemos visto.
187
Acceso a la justicia en el mundo rural
Áncash, Junín,
Madre de Dios,
Quintil 3 La Libertad, 7 5’771.672 22
Lambayeque,
Tumbes, Ica
Moquegua,
Quintil 4 Arequipa, 3 1’574.612 6
Tacna
Menos Lima, Callao 2 8’630.004 33
pobre
Total 25 26’152.265 100
Nota: El dato censal no incluye la población omitida.
Fuente: INEI: Censo de Población y Vivienda 2005.
Elaboración: FONCODES/UPR.
Cuando Gorge Farfán formó parte del equipo de Justicia de Paz, elaboró un
mapa de acceso a la justicia en el Perú, que es muy útil porque señala una serie
de mapas; entre ellos, un mapa lingüístico (que seguramente tendría que ser
188
David Lovatón Palacios
189
Acceso a la justicia en el mundo rural
190
David Lovatón Palacios
Otro tema que quería tratar, ya que tiene que ver con el acceso a la justicia, es
el que se presenta en el siguiente cuadro, extraído de una publicación de Wilson
Hernández, un economista que ha trabajado para el Consorcio Justicia Viva.
191
Acceso a la justicia en el mundo rural
192
David Lovatón Palacios
Muerta o lo que sea, los jueces casi han logrado recuperar su nivel de resolución
de casi un millón (973 mil). Yo creo que si sigue la persuasión, si se mantiene
"el tira y afloja", podremos llegar a un millón de expedientes, con lo que más o
menos podríamos haber resuelto la capacidad de resolución de los casos que
ingresan con los casos que se resuelven. La perspectiva del acceso a la justicia
no debería corresponder solamente al acceso formal, sino a una más integral,
que incorpore mecanismos comunitarios.
El año pasado, como Consorcio Justicia Viva, encargamos al grupo Apoyo una
encuesta en cuatro ciudades del país, y una de las preguntas era sobre el nivel
de aprobación de la justicia de paz. El nivel de aprobación de la justicia de paz
se mantiene con algunas variaciones. Muchos de los encuestados han entendi-
do o han incorporado ahí al juez de paz letrado, pero aun así el nivel de aproba-
ción se mantiene.
193
Acceso a la justicia en el mundo rural
194
David Lovatón Palacios
195
Acceso a la justicia en el mundo rural
196
David Lovatón Palacios
En cuanto a violencia familiar, según datos del Instituto de Medicina Legal del
año 2004, en el país cada hora se presentan nueve denuncias por violencia fami-
liar y son violadas dos mujeres. De acuerdo con datos de la Endes, en el año 2000
casi el 39,6 por ciento de las mujeres de zonas rurales habían sido agredidas físi-
camente por su esposo o conviviente, y el 23,2 por ciento por otros miembros de
la familia (padre, hermano, etcétera); es decir, un 62,8 por ciento de mujeres del
campo (dos de cada tres) habían sido víctimas de violencia en el núcleo familiar.
197
Acceso a la justicia en el mundo rural
las de Junín y Arequipa en las que se han realizado esfuerzos locales de acompa-
ñamiento a los jueces de paz.
Es necesario que mejore el sistema formal, ver cómo reducir el número de nue-
vos expedientes que ingresan año a año al Poder Judicial. Ahí hay que tomar la
iniciativa para ver qué tipo de casos no deberían ser resueltos en sede judicial,
sino en sede administrativa o privada (por ejemplo, los temas previsionales y de
pensiones).
198
David Lovatón Palacios
Otra medida sería crear más órganos jurisdiccionales, que es por donde ha co-
menzado el Poder Judicial.
Además de seguir con la política de las Alegra, los consultorios jurídicos gratui-
tos y la defensa de los internos de los centros penitenciarios que también están
ligados lamentablemente a su suerte.
199
Acceso a la justicia en el mundo rural
200
COMENT ARIOS a la PONENCIA
COMENTARIOS
de DAVID LOV
DAVID LOVAATÓN
Walter Albán Peralta*
Peralta*
Estoy totalmente de acuerdo con Javier respecto de que sería peligroso que
ahora el Congreso se ponga a desarrollar el artículo 149.º de la Constitución,
debido a que no tendrían la menor idea de lo que están haciendo. La única
posibilidad como esto pudiera resultar relativamente bien es que llegara al
Congreso una propuesta muy sólida, muy clara, muy elaborada, y eso no lo te-
nemos. Incluso los que estamos de acuerdo por recuperar esa experiencia de lo
que podríamos calificar como justicia comunal, todavía tenemos algunas apre-
ciaciones que no son coincidentes, y no estamos del todo claros o claras sobre
cuáles son los aspectos que se debería delimitar con mucha mayor precisión.
Creo que más bien la lucha habría que concentrarla en el diseño constitucional
y en que se pueda garantizar que el producto que resulte de esta modificación
constitucional sea útil.
201
Acceso a la justicia en el mundo rural
Por otro lado, como ha señalado David, el Perú es un país cuya población ha
pasado de ser fundamentalmente rural hasta 1940 a ser básicamente urbana:
hoy en día el 30 por ciento del país está en la zona rural y el 70 por ciento en
zonas urbanas. Pero como somos tantos millones, entonces ese 30 por ciento ya
significa que estamos hablando de 9 millones, y la población rural, por varias
razones indicadas en los cuadros, sufre las condiciones más extremas de pobre-
za. Esa situación viene acompañada de la negación de un conjunto de derechos,
incluyendo el tema de la justicia, con todas las barreras que se nos ha señalado
(lingüísticas, culturales, geográficas, económicas). Pues bien: esto es exclusión,
y es lo que señala el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
Por tanto, creo que los retos del momento en el tema judicial están en mejo-
rar este aparato oficial que está mal; pero mejorarlo es elaborar un diseño que
encuentre complementariedad con los mecanismos alternativos de solución
de conflictos, sobre todo con esos mecanismos que funcionan en las zonas
rurales. El tercer componente de este reto diría que es cómo encontrar los
puentes para articular y hacer que esta justicia oficial, reformada, mejorada,
se engrane y se complemente con la justicia rural o la justicia comunal o como
queramos calificarla.
202
Walter Albán Peralta
puede ser ese esquema ortodoxo, tradicional, oficial, en el que solo el Estado
resuelve los conflictos. Se tiene que recoger también esta experiencia comu-
nal. Ese es un paso importantísimo.
Por último está la propuesta de la Ceriajus, que, con el defecto que David
señala, no desconoce que esa experiencia hay que incorporarla. Esa propuesta
tiene para mí especial relevancia, porque no hay ni habrá instrumento más
elaborado, serio y trabajado desde las instancias donde tenía que partir para
poder avanzar en el cambio en aspectos de la justicia en el Perú. Es un instru-
mento de discusión obligado, cuyo punto de partida es que no estamos ha-
blando solo de la justicia estatal sino también de recoger la experiencia de la
justicia comunal.
203
Acceso a la justicia en el mundo rural
Hace poco conversaba con José Regalado y le decía que en la década de 1980
trabajé con rondas campesinas en Bambamarca, donde los castigos eran muy
crueles. Y me sorprendió mucho escuchar, luego de una charla, un debate entre
ellos sobre temas de derechos humanos. Decían que en esos momentos comen-
zaban a hacerse trabajos de reflexión, de debate y de difusión de lo que signifi-
caba ese tema de los derechos y sobre la necesidad de ver si acaso estaba bien lo
que estaban haciendo.
Como vemos, esta realidad es muy compleja; están las rondas, las comunidades
nativas, las comunidades campesinas, las defensorías comunitarias. Además de
las otras instancias que forman parte del aparato estatal en el diseño, porque en
la práctica forman parte también de esta justicia comunal, como los tenientes
de gobernadores o los jueces de paz. Me atrevería a decir que el nivel de legiti-
midad que tienen los jueces de paz no letrados está mucho más en función de
cuánto se parecen a la justicia comunal, y no en cuánto se parecen a la justicia
formal. Es ahí donde hay que buscar los puentes. Faltan más trabajos para po-
204
Walter Albán Peralta
der decir cómo hacemos este engranaje entre el aparato oficial y el no estatal,
que está compuesto por mecanismos no estatales que vienen funcionando en la
práctica pero que todavía no conocemos, y sobre todo que son distintos en cada
lugar del país, con algunas matrices o parámetros comunes.
No discrepo de lo que planteaba David sobre las cosas que se deberían hacer
desde la justicia oficial para mejorar el acceso a la justicia, pero estoy conven-
cido de que como eso depende de los señores que están arriba, en el Poder
Judicial, eso no va a ocurrir. Salvo que los cambios y las demandas vengan por
el otro lado.
205
Acceso a la justicia en el mundo rural
Y termino diciendo que nadie tiene la certeza de qué es lo que puede ocurrir en
el Perú, pero creo que todo en el país camina hacia un cambio en el tema judi-
cial, desde los sectores empresariales, los sectores más intelectuales, la percep-
ción ciudadana sobre lo que pasa en la justicia, todo hace insostenible lo que
ahora hay.
Desde que cayó el régimen de Fujimori se ha venido planteando que tiene que
haber un cambio profundo en el tema de justicia en el país. Sin embargo, sabe-
mos que muy pocos son los que han trabajado algo sobre este tema. Pero como
el debate es inevitable, hay una enorme oportunidad, que seguramente se pa-
rece mucho a cuando se aprobó el artículo 149.º. En esa época se reunió el
Congreso Constituyente Democrático, que era como se llamaba entonces, y la
mayor parte de los que aprobaron el artículo mencionado no tenían claro qué
estaban aprobando, pero también estaban quienes llevaron una propuesta sóli-
da, consistente y bien articulada, planificaron una estrategia eficiente, y es eso
lo que habría que hacer en este momento. Hay que trabajar a fondo en estas
propuestas. Como las decisiones se van a tomar en el Congreso, entonces nece-
sitamos algo que sea realmente muy bien planteado, consistente, seriamente
trabajado, pero además con base en una estrategia que también sea concertada
desde los distintos sectores que tienen algo que aportar en esto.
206
Capítulo IV
EDUCACIÓN LEGAL y
ACCESO a la JUSTICIA:
IMPACTO en la FORMACIÓN
IMPACTO
del AB OGADO
ABOGADO
Acceso a la justicia en el mundo rural
208
REFLEXIONES sobre EDUCACIÓN
LEGAL y ACCESO a la JUSTICIA
Elvira Méndez Chang*
Voy a dividir mi presentación en tres puntos: (a) cómo he visto que se discuten
los planes de estudio a lo largo de los últimos años; (b) qué retos existen para la
modificación de los planes de estudio relacionados con el tema del acceso a la
justicia; y, finalmente, c) algunas reflexiones e inquietudes con miras a tratar
de esbozar algunas respuestas tomando en cuenta sus aportes.
* Jefa del Departamento Académico de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
209
Acceso a la justicia en el mundo rural
Una primera distinción es la que hay entre los cursos obligatorios y los que no
los son, es decir, los electivos, facultativos, semiobligatorios, dependiendo de
cómo sea la estructura del plan de estudio de cada facultad. En ese sentido, voy
a permitirme referir a la facultad de Derecho de la cual provengo. Yo he sido
Directora de Estudios hará diez años, y creo que he pasado algunos de estos
procesos. Además, he podido revisar algunos planes de estudios de otras facul-
tades de Derecho del país y del extranjero. La percepción que tengo es que
nuestra primera reacción es ver qué es lo que tiene que ir en la formación básica
y, sobre todo, qué temas están quedando fuera. Esta es la primera versión que
se tiene cuando se quiere elaborar un plan de estudios. Cuando se forma una
comisión de plan de estudios, las primeras preguntas que uno se hace son: ¿los
obligatorios son los elegidos?, ¿deben ser más?, ¿debe haber más electivos?,
¿deberá haber más especialización?, ¿cuáles son los requisitos?, ¿cómo arma-
mos el plan de estudios?, ¿qué va primero: acto jurídico o contratos y al final
acto jurídico?, ¿qué es más abstracto?
Y así hemos empezado a discutir sobre los contenidos, o sea, qué cursos y cómo
los organizamos. En esa línea, la sensación es que estamos frente a un rompeca-
bezas para el que no hay una figura de referencia. En el caso de los cursos
obligatorios y los selectivos en una formación de abogados, a veces esa fotogra-
fía no está o no es muy clara. Entonces, ¿qué cosa sucede en la práctica? Lo que
sucede es que dentro de la idea de establecer los contenidos indispensables, lo
que fundamentalmente hacemos es ver qué temas elegir, qué temas son mo-
dernos, qué temas están a la vanguardia, cuáles están quedando fuera. Y a veces
hay tensión dentro de la comisión de plan de estudios, originada por la discu-
sión sobre cuál va a ser el peso que va a tener el Derecho Privado, el Derecho
Público, los llamados derechos sociales; es decir, cómo repartimos las piezas
del rompecabezas. Recuerdo que muchas veces la política ha sido tener a todos
contentos, manteniendo un equilibrio de las áreas, de tal forma que todas que-
den más o menos incluidas dentro del plan.
210
Elvira Méndez Chang
Ahora, dentro de este tema de contenidos muchas veces también se dice "cuá-
les son las materias que están de moda, cuáles son las materias que se ven, por
ejemplo, en Harvard, qué cosas se ven en las universidades europeas". En ese
sentido, nos encontramos con que hay una serie de temas que han surgido por
la globalización, por lo que se dice que para estar en la cresta de la ola hay que
tener en cuenta: los temas de fusiones y adquisiciones, finanzas corporativas,
mercados de valores, sin tener en cuenta que la mayoría de nuestras empresas
no se fusionan porque son tan pocas que apenas sobreviven.
Otro punto por tomar en cuenta es que el tema de contenidos está, a veces, amarra-
do con herramientas teóricas o herramientas de análisis. Una de las más famosas en
los últimos años es el Análisis Económico del Derecho. Cuando fui Directora de
Estudios conversaba con algunos profesores sobre el hecho de que si no se tenía un
curso de análisis económico había la sensación de que algo estaba quedándose atrás.
Ello me llevaba a pensar si efectivamente esa herramienta de análisis es una herra-
mienta que "debe" estar o si es más importante, tal vez, tomar en cuenta otro tipo
de herramientas que pueden ser útiles o mucho más útiles para el análisis de la
realidad en la cual nuestras facultades de Derecho se insertan.
Como les decía, una primera reflexión es que nuestro énfasis está puesto casi
siempre en los contenidos de los cursos. Sin embargo, debemos considerar que
211
Acceso a la justicia en el mundo rural
Otro aspecto que también entra en los procesos de reforma de los planes de
estudios es la reflexión sobre los valores y los principios, sobre todo los valores
y principios éticos. Y ahí surge un tema que me hace reflexionar. Hasta qué
punto el tema de la ética, el tema de los valores es un curso. Hasta qué punto
esto no tiene que ir amarrado o vinculado con una actitud de los docentes. Se
estaría hablando, por ejemplo, de docentes que propicien en sus alumnos una
actitud ética frente a los problemas y que censuren lo contrario ("no sacarle la
vuelta a la ley", como se dice coloquialmente).
Frente a ello, a veces nos quedamos satisfechos con el hecho de que haya un
curso de ética y que gracias a él los futuros abogados aprenderán a ser abogados
éticos. Nuevamente tenemos un punto sobre el cual me parece importante
reflexionar. Últimamente se han tomado en consideración lo que son aspectos
de carácter actitudinal, habilidades y competencias de los estudiantes; sin
embargo, a veces no se tiene mucha claridad sobre qué es lo que se quiere y
sobre las condiciones reales de las distintas facultades de Derecho.
212
Elvira Méndez Chang
¿Cuál es el reto que enfrentamos ahora? Pienso que para efectos de analizar un
plan de estudios estos temas son importantes, que deben estar presentes, pero
creo que uno de los aspectos que no se debe perder de vista es el tema de los
problemas de la sociedad en la que vivimos. Tenemos que tener claro si esta-
mos apostando por formar operadores del Derecho o por abogados. ¿Qué quiero
decir con esto? Que no tiene mucho sentido formar abogados que sepan de
muchos temas o que sepan de temas que son de vanguardia en ciertas áreas de
las ciencias jurídicas cuando no son capaces de hacer frente a los problemas
cotidianos y solucionarlos.
Se inculca a los alumnos que el tomar ese tipo de casos los convierte en aboga-
dos de segunda clase, pero que si quieren ser exitosos deben dedicarse, por
ejemplo, a fusiones y adquisiciones. Caricaturizando un poco, así es como se
llega a vivir feliz. Lo que se logra con esta tendencia es fortalecer cierto tipo de
213
Acceso a la justicia en el mundo rural
áreas —no digo que esté mal hacerlo— en desmedro del trabajo orientado a
nuestra sociedad. Vivimos acá y formamos abogados para que vivan en el Perú y
no en otras realidades.
Esto tiene que ver también con otros temas que estamos dejando de lado. La
pregunta sería: ¿hasta qué punto, cuando pensamos en este perfil del abogado
de éxito, estamos viendo a una persona que esté dispuesta, por ejemplo, a apos-
tar por mejorar un sistema judicial? ¿Hasta qué punto estamos incentivando a
nuestros alumnos a que sean jueces y fiscales? Lamentablemente, veo que mi
facultad no lo hace. Esto no quiere decir que algunos abogados lleguen a ser
jueces o fiscales, sino que, insisto, la imagen de éxito que tenemos es otra. Por
ello, el abogado que quiere graduarse y ser exitoso va a priorizar evidentemente
otros temas, y si le dan a escoger un tema mercantil, uno tributario o uno tal vez
sociológico, antropológico o constitucional, la elección será muy clara.
Aquí hay también una serie de mensajes y de símbolos que no están en el plan
de estudios netamente, sino un poco en el entorno donde nosotros alimenta-
mos opciones y propuestas para nuestros propios estudiantes. En esa línea, me
preocupa el tema de los estándares mínimos de calidad de enseñanza al cual
voy hacer referencia después y también al tema de pluralismo jurídico.
214
Elvira Méndez Chang
Si esto persiste, ¿que les podemos pedir después a los alumnos? Ellos también
discriminarán, también excluirán y, cuando puedan, dejarán de lado a un clien-
te "porque huele mal". Es así. Este comportamiento se traslada a la práctica
profesional, dejándose de lado los valores y las actitudes.
En este momento quisiera hacer algunas reflexiones respecto del tema de los
contenidos, partiendo de que los contenidos no lo son todo. Por ejemplo, yo
tuve la oportunidad de ser invitada a discutir el plan de estudios de una univer-
sidad de una provincia de nuestra serranía. Tuvieron la gentileza de alcanzár-
melo y solicitarme que haga algunas reflexiones sobre, por ejemplo, qué cursos
podían considerar. Varias cosas llamaron mi atención. Por ejemplo, en esta uni-
versidad se había eliminado el curso de Derecho Agrario. Absurdo, porque es
una universidad rodeada de campos que pertenecen, muchos de ellos, a comu-
nidades indígenas. Entonces, ¿por qué se había retirado el curso? Porque se
consideraba que la materia todavía estaba en Derechos Reales —de lo cual
discrepo totalmente—. Y no es el único caso, pues hay muchas universidades
que están en zonas rurales, donde el agro tiene mucho valor, que no tienen un
215
Acceso a la justicia en el mundo rural
curso sobre el tema. En esas zonas también hay una serie de empresas mineras,
y tampoco hay un curso de Derecho Minero. Sin embargo, pretenden poner un
curso de Mercados de Valores donde tal vez nadie tenga una acción. Con estos
ejemplos vemos que se plantean planes de estudio sin tomar en cuenta la rea-
lidad del estudiante y el tipo de problemas de la sociedad en la que vive.
216
Elvira Méndez Chang
Todo esto me hace pensar que realmente hay todavía mucho por hacer,
porque no se ha desarrollado conciencia sobre cuáles son las necesidades y
las controversias más frecuentes en el nivel local, cuáles los problemas
que deben resolver los jueces y para los que los abogados deben estar
preparados.
Yo quisiera también proponer una reflexión sobre cómo ir contra estos obstácu-
los, contra estas barreras que impiden el acceso a la justicia. La solución puede
propiciarse dentro de la formación jurídica con las llamadas "clínicas jurídicas",
o por intermedio de actividades que sean reconocidas curricularmente. El be-
neficio de participar de estas actividades puede reflejarse en créditos o incenti-
vos para los estudiantes, además de permitirles tomar mayor contacto con la
realidad.
En este sentido, creo que las universidades tenemos una labor muy importan-
te: la de propiciar la formación de consultorios jurídicos gratuitos, pero no como
simples mecanismos que ya existen en algunos colegios profesionales para cap-
tar clientes, sino para que, efectivamente, nuestros alumnos, con el apoyo de
profesores o ex alumnos, brinden orientación a quienes acuden en busca de
ayuda, porque a veces la gente no sabe siquiera si su tema es materia justiciable
o no. Ahí ya tendríamos una gran contribución al tema de acceso a la justicia.
Orientar a quien lo necesita, porque la gente no tiene por qué saber todas las
marañas y vericuetos de los trámites legales. Creo que esto debe ser reconocido
y propiciado en todas las escuelas de Derecho.
217
Acceso a la justicia en el mundo rural
Quiero terminar con una reflexión sobre la Ley del Sistema Nacional de Evalua-
ción, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa, expedida en mayo de
este año. Como ustedes saben, se ha generado este sistema que se llama Seneace
y que establece que hay un consejo llamado Coneaupu que acreditará en su mo-
mento a universidades públicas y privadas y, obviamente, también a las carreras
de Derecho. Creo que si bien esta ley —que se espera reglamentar— tiene toda-
vía una serie de temas pendientes, este es precisamente el momento para que,
con estas y otras reflexiones más, surjan otros aspectos y nos pongamos de acuer-
do sobre ellos. Por ejemplo, criterios, indicadores y estándares que midan el nivel
de calidad de nuestra formación, para que no vayamos a repetir el tema de cuán-
tos cursos de Civil o de Penal tenemos, o cuántos cursos de Deontología tene-
mos, sino que al cambiar esos estándares teniendo en cuenta qué tipo de profe-
sional necesitamos para nuestra sociedad, tengamos también en cuenta los pro-
blemas existentes y así se facilite el acceso a la justicia.
218
CAMBIANDO el PERFIL del
AB OGADO para F
ABOGADO AVORECER el
FA
ACCESO a la JUSTICIA
Rafael Vallenas Gaona*
Vallenas
Coincido con varios de los comentarios de la persona que expuso antes que yo,
de manera que parece que hubiésemos conversado algunos temas con anterio-
ridad. En esta intervención plantearé definiciones preliminares. Debe conside-
rarse que para lograr una formación legal apropiada a las necesidades del país, la
carrera profesional tendrá que ser entendida como un proceso signado por ele-
mentos filosóficos, ideológicos, sociales y políticos del entorno —sobre cuya
base se formularán los fines y los medios para conseguirlos—, que determina-
rán tanto la orientación teórica que se imprima a dicha formación como las
características de sus actividades prácticas. En ese sentido, la educación supe-
rior, la formación universitaria, no puede ser solamente una formalidad o un
conjunto de instrumentos que no tengan finalidad o contenidos serios. Por esto
se hace indispensable plantear nuevamente la visión del perfil de abogado.
219
Acceso a la justicia en el mundo rural
220
Rafael Vallenas Gaona
Por otro lado, se necesita asumir los valores de diálogo, comprensión y toleran-
cia como fundamentos transversales de toda la formación jurídica. En las cáte-
dras de Derecho Civil y de Derecho Penal deben considerarse estos principios;
algo que nos ayuda en ese sentido es que nosotros tenemos la cátedra titular de
Derecho Ambiental, en la que empezamos por formular políticas y aplicarlas,
para solo luego pensar en el Derecho como un instrumento para ejecutar políti-
cas ambientales.
Existe, entonces, una nueva visión del perfil de abogado. El Derecho es una
disciplina fundamentalmente comprensiva, que exige no solamente eficiencia
sino también ética y compromiso. Así se justifica que el abogado pueda ser un
agente de desarrollo.
221
Acceso a la justicia en el mundo rural
¿Qué estrategia utilizamos para enseñar este curso, esta forma de acceso al
terreno de la ley? Es difícil que llevemos un curso de forma tradicional, con
clases magistrales, de la forma que llamo escolástica; necesariamente tenemos
que abrir nuevas formas participativas. ¿Cómo lo hacemos? ¿Lo hacemos en
aula o como trabajo de campo? "Vayan a tal comunidad y desarrollen, en Puno es
más fácil hacerlo, los sistemas de justicia; evalúen, incluso definan; aproxímen-
se a la definición de justicia de la comunidad X o Y."
¿Cuál es el contenido mínimo que debe tener este tipo de curso? ¿Cuáles los
valores y los temas de justicia? ¿Cuáles son la autoridades reconocidas, los instru-
mentos que se utilizan? Y, finalmente, ¿cuáles las instituciones jurídicas que se
han ya formalizado en la conciencia de las personas? También en esto hay que
romper algunos paradigmas. No consideramos posible la existencia de un plan de
estudios uniforme para todo el país: debemos orientarnos a cubrir las expectati-
vas de cada región. De acuerdo con las realidades locales y sus necesidades, debe-
mos dar a algunas materias el carácter de obligatoriedad. Tardé dos años para
poder incluir en el currículo Derecho Ambiental como curso obligatorio. Para
conocer de manera efectiva esta jurisdicción alternativa debemos relacionarnos
con las autoridades judiciales de las comunidades, para aprender de ellas, y no
pretender difundir un conocimiento que no se ajusta a sus realidades. Dentro de
las modalidades de profesionalización o acreditación, podríamos conceder un cierto
tipo de reconocimiento universitario a los dirigentes y personas que ejercen efec-
tivamente la jurisdicción, considerando simplemente su experiencia.
222
Rafael Vallenas Gaona
de sus técnicos. Esa norma estipula que el Ministerio de Trabajo otorgará títu-
los a nombre de la Nación a personas experimentadas en la práctica de algún
oficio. La universidad debería aprender de quienes ya establecen estas nuevas
formas de acceso a la justicia. Tenemos que romper con el muy antiguo paradig-
ma de la exclusividad universitaria en la formación profesional. Esta formación
busca potenciar las capacidades propias de cada comunidad y de cada sociedad
específica, y definir la forma en que las universidades pueden aportar al rendi-
miento eficiente de tales capacidades.
223
Acceso a la justicia en el mundo rural
224
La INCORPORACIÓN de un ENFOQUE
INTERDISCIPLINARIO y de GÉNERO
en la EDUCACIÓN LEGAL
Christine Benoît*
INTRODUCCIÓN
Iniciaré mi exposición con una cita que apunta a meternos de lleno en la temá-
tica que abordaré en los próximos minutos:
* Abogada integrante del Área de Acceso a la Justicia del Instituto de Defensa Legal.
225
Acceso a la justicia en el mundo rural
El trabajo realizado, tanto con la niñez en el Canadá como con las mujeres
campesinas de las zonas rurales en el Perú, lleva —no necesariamente pero sí a
menudo— a un inevitable trabajo interdisciplinario. Por ello, mi reflexión me
llevará a plantear lo que me parece la necesaria incorporación de un enfoque de
distintas disciplinas científicas y de género en la educación legal, tomando en
cuenta las exigencias sociales a las que se enfrenta el Derecho.
226
Christine Benoît
Asimismo, cuando son las mujeres quienes apelan a la justicia, los problemas se
magnifican, ya que a menudo se trata de mujeres en situaciones de vulnerabili-
dad, víctimas de violencia o de graves violaciones de sus derechos, con escasez
de recursos económicos.1
1 Muy a menudo la triste realidad económica de las mujeres (que influye negativamente en su
acceso a la justicia) es indisociable de los roles que les atribuye tradicionalmente la sociedad
como trabajadoras "no remuneradas" (amas de casa) o trabajadoras mal remuneradas en el
mercado laboral (véase Addario, Lisa: Un pied dans la porte: Les femmes, l’aide juridique en
matière civile et l’accès à la justice. Ottawa: Direction de la Recherche, Condition féminine
Canada, 1998; <http://www.swc-cfc.gc.ca>).
227
Acceso a la justicia en el mundo rural
En este contexto, y para poder comprender mejor la situación que lleva a la exclu-
sión de las mujeres del sistema de justicia y así estar en capacidad de aportar
propuestas de estrategias para revertirla, es importante identificar las barreras
que ellas enfrentan para acceder a la justicia. Las construcciones socioculturales
(que se expresan en los roles, en los espacios y en las características de personali-
dad que se espera de cada una de las personas) influyen en el actuar de los opera-
dores de justicia; de ahí la importancia de trabajar el tema de la educación legal.
El racismo y el sexismo
sexismo
228
Christine Benoît
[En] ese momento no entendía nada [...] a los jueces, los fiscales, yo
le preguntaba, ellos me respondían en otra palabra que no entendía,
no entiendo nada, entonces he abandonado (víctima 2, 22 años).
229
Acceso a la justicia en el mundo rural
Además, para entender tales necesidades en los procesos judiciales que inician,
es preciso conocer las circunstancias en que se vive la violencia y las consecuen-
cias de la victimización para ellas. Debido a la situación de violencia, a la manipu-
lación ejercida por el cónyuge y a la amenaza de represalias, las mujeres que bus-
can ayuda han asumido a menudo un comportamiento pasivo —cuando no con-
tradictorio— frente a lo que les ocurría. Es conocido que, en la mayoría de los
230
Christine Benoît
casos, las mujeres víctimas de violencia familiar presentan una baja autoestima;
se sienten inferiores y humilladas; la vergüenza hace que no hablen fácilmente
de su condición de víctimas. Esas mujeres han desarrollado un sentimiento de
impotencia que provoca muy a menudo que se sientan incapaces de afirmarse.
Por otro lado, el sistema judicial exige de las víctimas que tengan confianza en
sí mismas, así como una buena autoestima, lo que, evidentemente, sucede muy
poco y repercute en la acción judicial. Al respecto, se plantea que las víctimas
deberían estar listas para involucrarse en un proceso cuyo final es incierto, y a lo
largo del cual su credibilidad estará muy probablemente cuestionada, cuando
no denegada por completo.
231
Acceso a la justicia en el mundo rural
larmente cierto en los casos que tienen que ver con el bienestar de los niños, así
como en aquellos que implican una gran carga emocional en razón del daño
ocasionado a la persona afectada, como por ejemplo las situaciones de violencia
familiar o las de de violación sexual.
De manera progresiva, los tribunales no han tenido otra opción que la de solici-
tar la asistencia de especialistas para entender mejor y tomar la decisión ade-
cuada para la adjudicación de un litigio. Así, se abrieron las puertas a los exper-
tos en las cortes de justicia. Originalmente los tribunales los consideraban con
cierta desconfianza porque los percibían como un ataque a su capacidad de
apreciar los hechos del litigio, y temían que sus poderes fuesen usurpados por
los especialistas de otras disciplinas. Era una época en la que se ubicaba mal el
rol del experto y se creía equivocadamente que su presencia afectaba el poder
discrecional de los tribunales.
232
Christine Benoît
3 Loli, Silvia: "Conciliacion de casos de violencia familiar en sede de justicia de paz", en Autores
varios: La justicia de paz en debate. Lima: Instituto de Defensa Legal, 1999, pp. 273-279.
233
Acceso a la justicia en el mundo rural
La situación actual indica que pese a las denuncias, las penas, la difusión y las
campañas de prevención, tanto el abuso sexual infantil como la violencia fami-
liar no ceden. Esto nos lleva a concluir que no es un fenómeno que se solucione
solamente con intervención legal, que es imprescindible y debería ser repara-
dora, sino que es una tarea en la que los profesionales de salud mental, de
derecho, trabajadores sociales, antropólogos, sociólogos y comunicadores —para
citar algunas especialidades— deberán estar involucrados y realizar investiga-
ciones rigurosas.
Cuando se aborda una problemática la primera solución que se nos ocurre, casi
inevitablemente, es de carácter jurídico: leyes e instituciones. Por supuesto, no
hay que olvidar el sistema de justicia. De manera permanente, las instituciones
que lo conforman —la PNP, el Ministerio Público, el Poder Judicial— son obje-
to de un conjunto de reivindicaciones. Sin embargo, la única solución no es de
carácter jurídico (crítica a la sobrevaloración de lo jurídico).
Las investigaciones realizadas desde las ciencias sociales contribuyeron a dar cada
vez más credibilidad a los niños en el marco de procesos judiciales. Cuando un
interrogatorio con un niño se lleva a cabo de manera adecuada, él puede dar
234
Christine Benoît
Por otro lado, las investigaciones en ciencias sociales han demostrado la impor-
tancia de garantizar un ambiente en el que el niño se sienta cómodo y que le
brinde seguridad. En la medida en que se sienten seguros y protegidos, los
niños están más dispuestos a relatar correctamente al tribunal los hechos de los
cuales han sido testigos.
El niño como testigo que tiene que ser protegido y la búsqueda de la verdad
235
Acceso a la justicia en el mundo rural
236
Christine Benoît
CONCLUSIÓN
CONCLUSIÓN
Las barreras sistemáticas y el temor de las mujeres son las razones principales
por las que la mayoría de las mujeres de comunidades campesinas puede llegar
a la conclusión de que las manifestaciones de violencia que viven con su pareja
son preferibles a exponerse a los malos tratos, a la discriminación, la incerti-
dumbre y los obstáculos que deberían enfrentar si la denunciaran, sobre todo si
la denuncia significa su posible encarcelamiento.
237
ACCESO A LA JUSTICIA EN EL MUNDO RURAL
Dice
En nuestra opinión, debe aparecer alguna palabra relacionada con la justicia, pues de lo
contrario no contará con las atribuciones de la jurisdicción, tales como la notio, la
judicio y la coercio, es decir, la facultad de conocer e investigar un caso, de emitir
sentencia y ejecutarla. En otras palabras: la consignación de la palabra jurisdicción
asegura el reconocimiento de las funciones y potestades de la jurisdicción comunal,
como son las facultades de investigar, conocer casos, tomar decisiones, ejecutarlas y
emplear mecanismos coercitivos para obligar a que se cumplan.
Debe decir
En nuestra opinión, debe aparecer alguna palabra relacionada con la justicia, pues de lo
contrario no contará con las atribuciones de la jurisdicción, tales como la notio, la
judicio y la coercio, es decir, la facultad de conocer e investigar un caso, de emitir
sentencia y ejecutarla1. En otras palabras: la consignación de la palabra jurisdicción
asegura el reconocimiento de las funciones y potestades de la jurisdicción comunal,
como son las facultades de investigar, conocer casos, tomar decisiones, ejecutarlas y
emplear mecanismos coercitivos para obligar a que se cumplan.
Dice
a) Elemento de la justicia comunal
Lo primero que tiene que reconocerse en la ley es el contenido o los elementos de la
justicia comunal. Nos referimos a tres elementos: (i) al derecho consuetudinario como
expresión del pluralismo jurídico; (ii) al sistema de administración de justicia; y, (iii) al
sistema de autoridades de las propias comunidades, elegidas de acuerdo con sus propias
costumbres. Este es un punto que no queda lo suficientemente claro para muchos
operadores del sistema de justicia estatal.
Debe decir
a) Elemento de la justicia comunal
Lo primero que tiene que reconocerse en la ley, como señala Raquel Yrigoyen2, es el
contenido o los elementos de la justicia comunal. Nos referimos a tres elementos: (i) al
derecho consuetudinario como expresión del pluralismo jurídico; (ii) al sistema de
1
Esther Sánchez Botero e Isabel Cristina Jaramillo, La jurisdicción especial indígena, Procuraduría
General de la Nación, Bogotá 2000, pág. 131. Esta idea es recogida por Raquel Yrigoyen Fajardo en:
“Hacia Un reconocimiento pleno de las rondas campesinas y el pluralismo legal” Publicado en: Revista
Alpanchis: Justicia Comunitaria en los Andes. No 59-60 Edición Especial, Vol. 1 (2002) Sicuani, Cusco:
Instituto de Pastoral Andina (pp.31-81). (disponible en: http://www.alertanet.org/ryf-alpanchis.htm), pág.
48.
2
Yrigoyen Fajardo, Raquel (2002): “Hacia Un reconocimiento pleno de las rondas campesinas y el
pluralismo legal” Publicado en: Revista Alpanchis: Justicia Comunitaria en los Andes. No 59-60 Edición
Especial, Vol. 1 (2002) Sicuani, Cusco: Instituto de Pastoral Andina (pp.31-81). (disponible en:
http://www.alertanet.org/ryf-alpanchis.htm).:
administración de justicia; y, (iii) al sistema de autoridades de las propias comunidades,
elegidas de acuerdo con sus propias costumbres. Este es un punto que no queda lo
suficientemente claro para muchos operadores del sistema de justicia estatal.