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Publicación de Ciencia
Política de la Sociedad Argentina de
Análisis Político
ISSN: 1666-7883
revista@saap.org.ar
Sociedad Argentina de Análisis Político
Argentina
VARETTO, CARLOS A.
El análisis del sistema de partidos en la ciencia política argentina: aporte al estado de la
cuestión y propuesta de ordenamiento
Revista SAAP. Publicación de Ciencia Política de la Sociedad Argentina de Análisis
Político, vol. 8, núm. 2, noviembre, 2014, pp. 555-584
Sociedad Argentina de Análisis Político
Buenos Aires, Argentina
CARLOS A. VARETTO
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Universidad Nacional de General San Martín, Argentina
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
cvaretto@gmail.com
Presentación
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Revista SAAP (ISSN 1666-7883) Vol. 8, Nº 2, noviembre 2014, 555-584
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Tal vez la única excepción, dentro de los trabajos contemporáneos a esta corriente, la
constituya la descripción del “juego imposible” por parte de O’Donnell (1972a), quien argu-
menta que el formato de distribución de poder y la existencia de un juego restrictivo empuja
a los partidos políticos a crear situaciones de colapso institucional. Este razonamiento cons-
tituye una excepción en tanto observa la interacción de los partidos políticos como actores de
un sistema y no por sus dinámicas organizativas. Para seguir el debate acerca de esta publica-
ción ver Kvaternik (1978), O’Donnell (1979) y Smulovitz (1986).
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Interpretaciones en esta clave acerca del peronismo se pueden encontrar en Gaudio y
Pilone (1983, 1984), de Ipola (1989), Torre (1989) y Korzeniewicz (1993).
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Este autor criticaría a Kenworthy por su inclusión dentro de este grupo. Ver Ranis (1975).
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Dentro del grupo revisionista, Snow (1969) sostiene que los estudios al respecto del
sistema partidario argentino han generado el mito de que los partidos conservadores obte-
nían sus bases en los terratenientes, el radicalismo en las clases medias y el peronismo en los
sectores populares. Afirma que “el voto de los partidos centristas es marcadamente estable
por encima de los limites de clase, y sólo el voto extremista cambia apreciablemente con la
clase social” (Snow, 1969: 166). Es decir, reafirma el carácter policlasista de los partidos
políticos argentinos. También Smith (1972) argumentaba y se proponía demostrar que el
impacto de los obreros en el surgimiento del peronismo era menor que lo estipulado por la
versión ortodoxa. Más tarde, se sumaría Tulio Halperín Donghi (1975) señalando que “la
oposición entre inmigrantes ultramarinos y migrantes internos tiene (…) un valor explicati-
vo más limitado que el que le asigna Germani” (Halperín Donghi, 1975: 774), y resultan aún
mas insatisfactorias en lo que respecta al proletariado rural.
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Si tomamos por cierto que, como afirma Di Tella (1980), los estudios
acerca de la política y los partidos políticos se orientaron a tratar de pensar la
fórmula que incluya al peronismo (y el populismo en términos generales)
dentro un sistema de partidos pluralista, con el regreso a la democracia de
5
Acerca de la imposibilidad de construir una opción conservadora fuerte, ver Cornblit
(1975) y Malamud (1995).
6
También fue criticado por Kvaternik (1972), que sostuvo que el golpe no sería la mani-
festación de la debilidad de partidos de derecha, sino esa debilidad la manifestación de las
preferencias golpistas en las clases medias y altas y la incapacidad de estos sectores para
establecer una pauta dominante.
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Esto se adjudicaba a un trayecto histórico que se iniciaba en 1930 cuando la oligarquía
inauguró la práctica de usurpación del poder mediante las fuerzas armadas, y al hacerlo
“…erosionó las bases de todo el sistema político” (De Riz, 1986: 672).
8
Utiliza esta expresión intencionalmente evitando la denominación sistema de partidos
pues considera que la característica de sistematicidad que implica el interreconocimiento
entre las partes está ausente en la Argentina.
9
Estos autores no llegaban a la conclusión bipartidista por la alternancia institucional
sino por la constatación de que “a pesar de los altos niveles de descontento de la población,
de la mala evaluación del desempeño del gobierno y del cuestionamiento de las políticas
públicas en materia socioeconómica, el candidato oficialista reunió el 37 por ciento de los
votos” (Catterberg y Braun, 1989: 368). Es así que el formato bipartidista lo definen como
“una fuerte tendencia de la población a distribuirse en los dos principales partidos” (Catterberg
y Braun, 1989: 369).
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lante, De Riz afirmaba que “los cinco comicios celebrados ponen de mani-
fiesto que el formato bipartidista surgido en las elecciones de 1983 se man-
tiene en 1991” (De Riz, 1992: 171) y Adrogué aseguraba que “el bipartidismo
aún goza de buena salud y todo hace prever que seguirá gozándola” (Adrogué,
1993: 441). Más tarde, con la entrada fuerte al juego electoral del Frepaso
—y la reforma electoral de 1994—, Burdman (1997) analizaba la posibilidad
de que el “bipartidismo complejo” existente se trasformara en un pluralis-
mo moderado o en un sistema de partido dominante (el peronismo).
En síntesis, el sistema de partidos argentino se consideraba primordial-
mente bipartidista pero de baja institucionalización. Tal vez la mejor mane-
ra de cristalizar esta fórmula es la de Grossi y Gritti en su enunciación acerca
de la existencia de un “sistema a doble partido con intención dominante”
(Grossi y Gritti, 1989: 53).
No obstante la caracterización del sistema de partidos no acaparó el
centro de la atención especializada: el sistema de partidos (y las estructuras
de los partidos) se constituyó en una de las variables intervinientes dentro
del andamiaje institucional, especialmente lo que tiene que ver con las rela-
ciones entre ejecutivo y legislativo. Especialmente enfocados en los riesgos
del gobierno dividido que, se presume, puede derivar en dos resultados
distintos: el bloqueo legislativo de las iniciativas del presidente o la tentación
del presidente de avasallar al poder legislativo de formas más o menos
institucionales. En este marco tres cuestiones resultaron centrales a los analistas:
la distribución de fuerzas, el respeto a las reglas de juego y la búsqueda de
relaciones de cooperación (o cohabitación) entre los actores políticos.
Ya en 1984 Cavarozzi (1984) sostenía que el desarrollo siguiente de las
relaciones en el parlamento iba a quedar supeditado a la capacidad de los
dos partidos mayoritarios de generar modalidades de interacción que no
afecten al orden institucional y permitan la discusión efectiva de los grandes
temas nacionales en el parlamento. Por su parte, Mustapic (1984) en un
estudio de las conflictivas relaciones entre ejecutivo y legislativo durante el
primer gobierno radical (Yrigoyen, 1916-1920) concluía que dentro del en-
tramado institucional de índole presidencialista se hace necesario contar
con partidos políticos predecibles y respetuosos. En un trabajo posterior,
Mustapic y Goretti (1992), siguiendo esta misma línea, demostraron que las
leyes sancionadas durante el gobierno alfonsinista habían sido producto de
acuerdos UCR-PJ (tomando la comisión como espacio privilegiado a tal
fin), predominando la unanimidad como regla decisión. La contracara de
este compromiso de productividad legislativa es que se excluía de su trata-
miento en el Congreso a aquellas iniciativas que no tuvieran consenso de
ambas fuerzas, dejándolas de lado o utilizando la vía del decreto presiden-
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cial. Por su parte, Palermo (1990) argumentaba que el fracaso del Plan Aus-
tral y las reformas que éste implicaba —durante el gobierno de Alfonsín—
se debió a la falta de negociación del ejecutivo con el Congreso y con los
partidos10. Equivalentemente, Pasara (1993) sostenía que el parlamento ca-
recía de las capacidades para dar forma al debate público y legitimar políti-
cas públicas.
El camino hacia el decreto que se había insinuado durante el alfonsinismo
toma dimensiones desproporcionadas durante el menemismo. El trabajo
paradigmático en esta línea es el de Ferreira Rubio y Goretti (1996) sugesti-
vamente titulado “Cuando el presidente gobierna solo”. A lo largo del artí-
culo, los autores caracterizan el “decretazo”: el presidente Menem dictó,
entre julio de 1989 y agosto de 1994, 336 decretos de necesidad y urgencia,
a través de los cuales creó impuestos, derogó leyes o modificó relaciones
contractuales privadas. De ello se desprende que el legislativo se vuelve
marginal y que los partidos políticos quedan excluidos de la negociación
política.
Sin embargo, diversos trabajos se opusieron a esta idea de intranscen-
dencia del poder legislativo y a que el decretismo constituyese el único modo
de acción del presidente. En este sentido, el trabajo de Gerchunoff y Torre
(1996) afirma que una vez superada la etapa económicamente más crítica
del gobierno menemista las autoridades tuvieron que negociar más que an-
tes con los representantes del propio partido de gobierno en ambas cámaras
del Congreso y con las organizaciones corporativas. Evidencias similares
encuentran Alonso (1998) respecto al tratamiento de la reforma previsional,
Llanos (1998) en relación a las políticas de privatización, Etchemendy y
Palermo (1998) en el tratamiento de la reforma laboral, y Etchemendy y Filc
(2001) en relación a la reforma liberal en general.
10
Así es que para Palermo, una de las mayores desventajas para garantizar la gobernabilidad
democrática del Plan Austral aplicado por Alfonsín respecto al Nuevo Plan Económico (NPE)
boliviano radica en que este último se sustento “en una cooperación partidaria (capaz a su vez
de expresar, y redefinir, intereses de actores sociales) [que] hizo posible un curso de acción
abiertamente confrontativo en relación a algunos actores corporativos” (Palermo, 1990: 363).
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Podría encontrarse este interés de modo embrionario en los trabajos citados de Adrogué
(1993), en el cual se postulaba la coexistencia de un plano nacional y sistema de partidos
provinciales diferenciados.
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De todo lo revisado resulta que los estudios acerca del sistema de parti-
dos en la Argentina han seguido una trayectoria que —similarmente a la
trayectoria de la bibliografía sobre sistemas de partidos en general— se ini-
ció en la preocupación acerca de la dinámica interna y coalicional de los
partidos hacia el sistema de partidos para arribar incipientemente al estudio
de los múltiples sistemas de partidos. A su vez, este trayecto también fue
eslabonando una preocupación acerca del procesamiento del conflicto y la
estabilidad democrática hacia otro preocupado por el formato de los patro-
nes de competencia interpartidaria y la capacidad de gobierno.
En un primer momento, el estudio se orientó a comprender la forma
en que los partidos políticos —peronismo y radicalismo— procesaron la
incorporación de las masas a la política. En este marco, adjudicaron a los
partidos argentinos un carácter movimientista y policlasista que atentaba
contra la conformación de una democracia liberal-partidista que los autores
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Palabras clave
partidos políticos – sistema de partidos – Argentina – democracia – estado
de la cuestión
Key Words
political parties – party system – Argentina – democracy – literature review
Abstract
In this article we propose to account for the major productions on party systems
in the social and political sciences in Argentina. Here we present a literature
review from 1961 to the present. First, this task allows us to sort the literature
into three groups: a sociological perspective (1961-1980), a view from the
institutionalization of the party system (1980-2000) and other of systemic
character and oriented to understanding fragmentation and denationalization
of party system and its consequences (2000-present). Additionally we can confirm
that the analysis of the party system as explanatory variable has been relatively
scarce until recently. Second, we found that these studies followed a path that
led from the concern about the ability of the system to process conflicts and
sustain democratic stability to the concern of the impact of denationalized party
systems on the state’s ability to make decisions. Finally, from a perspective that
incorporates the plurality of party systems we present a proposal to develop
links between the existing traditions, at first sight contradictory.
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