Libro de Ester

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TEMA IV.

LIBRO DE ESTER

BIBLIOGRAFÍA: J. M. SÁNCHEZ CARO (ed.), Historia, Narrativa, Apocalíptica (Estella:


Verbo Divino, 2000); J. VILCHEZ LÍNDEZ, Rut y Ester (Comentario teológico y literario del
AT; Estella: Verbo Divino, 1997); F. VARO, Antiguo Testamento: Libros Históricos (ISCR,
Pamplona, 2002); M. A. TÁBET, Introducción al Antiguo Testamento. I. Pentateuco y Libros
Históricos (Madrid: Palabra, 2004); J. RUIZ MARTORELL, “Rut, Judit, Ester…: mujeres que
hacen historia”, en J. ALEGRE & L. ALONSO SCHÖKEL et alt., Personajes del Antiguo
Testamento II (Estella: Verbo Divino, 22005) 188-199.

El libro recibe el título del nombre persa del personaje central del relato
(Ester); su nombre judío era Hadassá (2,7). En la Biblia cristiana, se encuentra
incluido entre los libros históricos, después de Judit. En el canon hebreo, el libro
de Ester ocupa el octavo puesto entre los Ketubim, quinto entre los llamados
Meghillot y el más importante hasta el punto que se le designa como hL'gim.
(Meghillah), es decir, el «libro o rollo» por excelencia. Aún hoy día el libro de Ester
se lee durante la fiesta de Purim, fiesta que nace, según el relato bíblico, del final
feliz de la historia (9,20-32). Se trata de una fiesta judía alegre y muy popular, el
carnaval judío, que se celebra el 14 y 15 del mes de Adar (febrero-marzo). En Est
3,7 se da una explicación del nombre de la fiesta que vendría a significar
«suertes» (del acádico pur, suerte), porque el día fijado para el exterminio de los
judíos se había determinado echando a suertes.

En realidad, tenemos dos libros de Ester: uno en lengua hebrea y otro en


lengua griega. Ambos tienen grandes semejanzas: el argumento es el mismo. Sin
embargo, existen grandes diferencias: el texto griego es mucho más largo que el
hebreo. El hebreo no nombra nunca a Dios, aunque en Est 4,14 hay una ligera
alusión a su poder sobre la historia; el griego, en cambio, lo nombra
abundantemente, sobre todo en las oraciones que añade. Las diferencias entre el
texto hebreo y el griego de Ester no se ciñen sólo a la extensión, sino que también
se refieren al marco y al planteamiento general de la obra. El autor griego ha
hecho explícito lo que para el lector israelita era evidente pero implícito: es Dios
quien incluso en las circunstancias más difíciles salva a su pueblo. Pero ambos,
griego y hebreo, no hablan nunca de algunos temas fundamentales para los judíos:
el templo, la ley, el sacerdocio, el sábado y Jerusalén. JERÓNIMO tradujo el libro
del hebreo al latín y añadió como apéndices las amplificaciones del griego. La
Iglesia reconoce como inspirado por Dios no sólo el libro hebreo, sino también las
amplificaciones griegas. En consecuencia, los traductores actuales introducen en
el texto hebreo, en su lugar lógico, las amplificaciones griegas.

Es muy probable que el texto hebreo del libro de Ester adquiriera su forma
definitiva en la diáspora judía durante la época persa (s. V-IV a. C.). Apoya esta
hipótesis el conocimiento que demuestra el autor de los usos y costumbres de las
regiones dominadas por el imperio persa, en particular, de la vida cortesana y el
hecho de que en el libro aparecen numerosos términos procedentes del persa y

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del arameo. Los añadidos griegos podrían ser del s. II a.C. El epílogo (10,31), que
menciona una traducción hecha por Lisímaco de la carta de Mardoqueo sobre el
Purim, llevada a Egipto por Dositeo en el cuarto año de Tolomeo y Cleopatra,
quizá Tolomeo IX (116-80 a. C.), se considera como un añadido posterior.
Respecto al autor del Ester griego: el autor debía ser un judío culto, familiarizado
con la tradición bíblica sapiencial y con el ambiente persa, con sus usos y
costumbres. La presencia de numerosos términos de origen persa y arameo sugiere
que el autor procedía de aquellas regiones. Respecto al autor del texto hebreo,
algunos lo han identificado con Mardoqueo o Esdras, pero la mayoría de los
autores piensa que es un judío desconocido por nosotros.

1. Género literario

Nos encontramos ante un relato que presenta un tema desarrollado en


constante tensión, gracias a una sabia utilización de los contrastes entre los
personajes y los acontecimientos: Ester-Vasti; Mardoqueo-Amán; decreto de
genocidio-decreto de salvación. Encontramos algunas dificultades históricas: por
ejemplo, en tiempos de Jerjes, la reina era Amestris y no Vasti; Mardoqueo que
había sido deportado el año 597, habría tenido en la época del relato más de cien
años; según el testimonio de Herodoto, parece inconcebible la elección de una
reina que no perteneciese a las siete familias de la nobleza persa... Tomadas
aisladamente pocas de estas objeciones tienen suficiente peso para minar la
historicidad; pero en su conjunto están orientadas hacia un presupuesto que
muchos admiten: el presupuesto de que la fiesta de Purim tiene su origen en un
festival pagano, adoptado posteriormente por los judíos.

Más cercana a la realidad del libro de Ester nos parece la calificación de


«narración libre de un hecho histórico», pero para expresar esta realidad es mejor
utilizar un término propio de la literatura bíblica y judía, midrash haggádico. El
midrash trae su inspiración de la Biblia y de la historia para transmitir de modo
vital una tradición. Se sirve de ampliaciones, embellecimientos fantásticos,
pintorescos, humorísticos, sapienciales, para conservar y actualizar hechos,
personajes, ritos y fiestas del pasado. Todo esto corresponde a las características
del libro de Ester. En sentido estricto no se trata de una obra historiográfica,
aunque en su origen se encuentren hechos reales, quizá de proporciones
modestas.

2. Estructura y contenido

Después de que la reina Vasti es repudiada por el rey Asuero por no querer
obedecer la orden de presentarse ante los comensales durante el gran banquete
ofrecido por el rey, Ester, gracias a una intervención de Mardoqueo, su tutor, que
la introduce en el harén del rey, es elegida entre las mujeres del reino para ocupar
su puesto. Aconsejada por Mardoqueo, mantiene oculto su origen judío. Mientras

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tanto, Amán, elevado a la dignidad de primer ministro, por odio contra
Mardoqueo que rechazaba saludarle con una postración según el uso oriental
(3,5-6), consigue obtener un decreto real para perseguir y exterminar todos los
judíos del reino. Ante la inminente tragedia, Mardoqueo exhorta a Ester para que
se presente ante el rey e interceda a favor de los de su nación. Después de haber
orado y ayunado, Ester desvela valientemente al rey la nación a la que pertenece
e interviene a favor de su pueblo, deshaciendo la conjura de Amán. La suerte
cambia: el pueblo judío es salvado por mediación de Ester, Amán es ajusticiado y
Mardoqueo, que tiempo atrás se había hecho conocer por haber deshecho un
complot urdido contra el rey persa, es constituido primer ministro en sustitución
de Amán. Los judíos obtienen además la autorización de resistir a los asaltantes y
castigar a sus enemigos en el día mismo que Amán había fijado para ajusticiarles.
Para conmemorar este gran evento se instituye una fiesta singular en el pueblo
hebreo: la fiesta de Purim (9,20-32), es decir, de las «suertes», porque Amán
había determinado echando a suertes el día en que los judíos debían ser
exterminados y, por el contrario, se salvaron y prevalecieron contra sus enemigos.
Encontramos así en el relato:

1. Parejas de personajes: Asuero y Vasti, Ester y Mardoqueo, Amán y Zeres.

2. Cambio de situaciones: Ester sustituye a Vasti, Mardoqueo a Amán, la


alegría al exterminio. Este giro de situaciones alcanza su clímax en tres momentos
particulares: en la decisión de Ester de intervenir a favor de su pueblo (4,15-17),
el honor que Amán se ve obligado a otorgar a Mardoqueo (6,1-13) y la elevación
de Mardoqueo a los máximos honores (8,15-16).

El texto griego de Ester, además de adaptar el original hebreo a las nuevas


exigencias culturales del mundo helenístico y suavizar algunos de sus rasgos más
duros, como el de la venganza, amplifica el contenido del texto hebreo y explicita
su profundo significado religioso. Un dato numérico lo revela: el texto hebreo
nunca nombra explícitamente a Dios, en el texto de los LXX, el nombre divino
aparece más de cincuenta veces. Los diversos añadidos griegos presentan, a
grandes rasgos, la siguiente perspectiva religiosa de los acontecimientos:

1. Al estar colocados como preámbulo y epílogo de la obra el misterioso


sueño de Mardoqueo y la detallada explicación de dicho sueño hecha por el
mismo Mardoqueo, el texto griego pone de manifiesto que Dios es el Señor de la
historia, que conoce de antemano y que encamina hacia el bien de los que actúan
rectamente, respetando siempre la libertad humana.

2. El episodio en el que Mardoqueo descubre la conjura contra el rey plantea


desde el comienzo la oposición entre Mardoqueo y Amán, entre el hombre justo y
el perverso.

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3. Las oraciones de Mardoqueo y Ester, sus lamentos y súplicas, profundizan
el significado teológico de los acontecimientos, recordando los temas centrales de
la alianza sinaítica y de la historia de la salvación: majestad de Dios, elección,
promesas, alianza, pecado, castigo y penitencia.

Los dos edictos reales hacen explícitos los motivos religiosos vinculados a la
persecución y salvación del pueblo judío.

1. PRÓLOGO. EL SUEÑO DE MARDOQUEO (1,1a-r)


2. Ester sustituye a la reina Vastí (1,1–2,23)
3. Amán trama la destrucción de los judíos (3,1-13.13a-g.14-15)
4. Ester y Mardoqueo piden auxilio (4,1-8.8a.9-17.17 a-z)
5. Se prepara la liberación (5,1.1a-f.2.2a-b.3-14)
6. Dramático cambio de las fortunas (6,1–8,12.12a-v.13–9,19.19a)
7. La fiesta de los Purim (9,20–10,3)
8. Epílogo. Interpretación del sueño de Mardoqueo (10,3a-l)

3. Mensaje teológico

Una primera lectura nos puede sugerir que la finalidad del libro es la
justificación de la fiesta de Purim, sin embargo, una lectura más detallada muestra
un tema teológico de fondo: mostrar cómo debe comportarse el hombre justo en
las circunstancias difíciles y adversas de la vida para no perder la propia identidad
religiosa. Además se quiere transmitir la enseñanza de que aquel que, como la
protagonista, goza de un cierto poder entre los no hebreos, debe mantenerse
solidario con su pueblo (4,13). Como la mayoría de los escritos del período
postexílico, el libro de Ester está preocupado por el doloroso y urgente problema
de cómo ser un judío fiel en medio de un ambiente extranjero. Una solución
común a este problema fue la creación de enclaves judíos donde los creyentes
podían aislarse del mundo pagano y nutrirse fervientemente de una piedad
altamente explícita. En Ester encontramos un énfasis diferente: los judíos tienen
que participar en los asuntos de Estado; deben apreciar los buenos elementos de
la sociedad no judía y cooperar donde fuera posible; tienen que asumir su
responsabilidad.

3.1 La responsabilidad humana en la construcción de la historia

Si nos atenemos al texto hebreo, el libro de Ester puede sorprender porque


nunca habla directamente de Dios y sólo existen veladas alusiones a su presencia
en la historia (4,13-14). El autor no niega la influencia de Dios en los asuntos
humanos, pero ésta es una causalidad misteriosa, una causalidad en la que Dios
decide confiar a sus criaturas la difícil empresa de gestionar un mundo
peculiarmente humano. En este sentido, el libro de Ester parece querer subrayar
la actuación de la responsabilidad humana en la construcción de la historia. Así
el libro presenta una teología en la que se une la presencia escondida de Dios en

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la historia y la responsabilidad humana en sus acontecimientos.

3.2 La historia como acontecimiento de fe

Con los añadidos griegos, la historia de Ester, sin perder su dimensión


humana, se convierte en una historia impregnada de fe, de oración, de explícitas
intervenciones de Dios. El texto griego evidencia que Dios, con el concurso del
hombre, controla todos los acontecimientos de la historia y transforma las
situaciones humanas más críticas. El mensaje del libro es claro: Dios protege
siempre a su pueblo aunque no se perciba a primera vista. En esta línea general se
insertan otros temas: la lucha entre las fuerzas del mal, personificadas en Amán, y
el pueblo de Dios que no se pliega a seguir sus normas; el contraste entre la fuerza
y la debilidad, tan frecuente en los demás libros de la Biblia. El constraste se
resuelve siempre, por la proteción divina, a favor del débil. Dios aquí como en
Judit y como en tantas otras ocasiones relatadas en el libro de los Jueces
interviene realizando su juicio histórico sobre los malvados. Una vez más como
cuando Rahab (Jos 6), Débora y Yael (Jue 4-5), Judit (Jdt 13) o incluso como
cuando Betsabé intervino a favor de Salomón (1 Re 1), la intervención de una
mujer es decisiva en el camino hacia la salvación. Leyendo estos ejemplos (Eclo
36, 1-7) el israelita se volverá, cuando esté en dificultades, a confiar plenamente
en Dios que actúa en la historia a favor de su pueblo.

3.3 Dificultades morales

El libro suscita una serie de objeciones morales. El odio y la venganza de los


judíos contra sus enemigos parecen quedar justificados en la narración. Se aplica
la ley del talión. Es demasiado fuerte el decreto real que permite a los judíos
vengarse de los que los atacan matando a mujeres y niños inocentes (Est 8,1).
Hay ensañamiento en la descripción de la caída de Amán y cuando Ester solicita
un día más de venganza (Est 9,13). Sin embargo, una lectura más atenta del libro
permite emitir un juicio menos duro contra él. En primer lugar, las dificultades
que se derivan del silencio sobre Dios en el libro hebreo, las soluciona la edición
griega haciendo explícita la religiosidad implícita de la edición hebrea. Porque el
libro en conjunto destaca implícita, pero claramente la protección de Dios sobre
su pueblo. Esta protección singular que Dios dispensa a su pueblo es una
consecuencia de la fidelidad de Dios a su alianza y una llamada a la fidelidad de
los israeltas de todas las épocas. En segundo lugar, sería un flagrante anacronismo
aplicar al libro de Ester criterios de moral evangélica. Además el acento no hay
que ponerlo en la grandeza de la venganza sino en la grandeza de la liberación
contada según la mentalidad de la época.

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