Teoría y Técnica de Psicoterapia Psicoanalítica
Teoría y Técnica de Psicoterapia Psicoanalítica
Teoría y Técnica de Psicoterapia Psicoanalítica
El terapeuta aborda los elementos inconscientes por sus derivativos. Todos los
componentes repelidos del Ello y del Yo producen derivados (manifestaciones), “híbridos”
no conscientes pero altamente organizados de acuerdo con el proceso secundario y son
accesibles al Yo consciente.
El procedimiento que el analista quiere que el paciente emplee para facilitar la comunicación
de los derivados es la asociación libre. Estos derivados aparecen en las asociaciones
libres, los sueños, los síntomas, los lapsus, los actos fallidos y las actuaciones del paciente.
Se pide al paciente que trate dentro de lo posible de dejar venir las cosas y de decirlas sin
importarle la lógica ni el orden; ha de comunicar incluso lo que le parezca trivial, vergonzoso
o descortés, etc. Dejando que las cosas le vengan a la mente, se produce una regresión
al servicio del Yo y tienden a salir a la superficie los derivados del Yo inconsciente, el Ello
y el Superyó. La tarea del analista consiste en analizar esos derivados por el paciente.
Aunque el que padece una neurosis llega al tratamiento psicoanalítico por el motivo
consciente de desear un cambio, hay dentro de él fuerzas inconscientes que se oponen al
cambio y defienden la neurosis y el statu quo. Estas fuerzas se oponen a los procedimientos
y procesos de tratamiento y se denominan resistencias. Las resistencias proceden de las
mismas fuerzas del Yo que forman parte del conflicto neurótico. Las resistencias interfieren
con el Yo razonable y han de ser analizadas antes de que pueda hacerse ninguna otra
buena labor analítica. Porque sólo puede ser efectivo el insight si el paciente puede tener
y mantener un Yo razonable. El Yo razonable es también esencial para la construcción y el
mantenimiento de la alianza de trabajo.
Se invita al paciente a que examina su mente con toda libertad, a que expresa sus ideas y
sentimientos, a que dé rienda suelta a las reminiscencias y la fantasía.
Hay una limitación fundamental que el terapeuta se impone a sí mismo y cuida de poner
bien en claro ante los pacientes: “No le diré qué debe hacer; no le insinuaré qué decisiones
debería tomar, ni de qué modo pienso que debería comportarse”. Esto no significa de
ninguna manera, que sus actos le tengan sin cuidado: “Trataré de ayudarlo a entender el
porqué de sus acciones, y a veces contribuiré a que logre esclarecer los motivos de sus
decisiones. Pero lo que usted haga y decida depende de usted mismo”. El terapeuta no
aconseja, no administra recompensa ni establece castigos; no entabla con el paciente una
relación de maestro o amigo; mantiene una neutralidad; observa sin participar
mayormente, comenta sin juzgar. La neutralidad no quiere decir la indiferencia ante el
paciente, pero el terapeuta no gratifica la necesidad que experimenta el paciente de ser
aceptado o rechazado, recompensado o castigado, aprobado o desaprobado, ni sus
necesidades de “alimentación” o dependencia. Se tratará de evitar también cualquier tipo
de manipulación consciente.
De todos modos, en situaciones excepcionales de peligro (de hacer daño a otros o a sí
mismo) hay que dar consejos, y eventualmente hay que hospitalizar a un paciente.
Hay una necesidad (una, tan solo) que se podrá gratificar en el paciente y en el terapeuta.
Es la función sintética que adopta la forma de una necesidad de comprender y ser
comprendido. Sin embargo esa comprensión no tiene nada que ver con el tipo de
“comprensión” que se reduce, en última instancia, a aprobar, aceptar o exonerar al otro.
Comprender las experiencias de otra persona significa conocerlas (ser-con-el otro):
reconstruirlas y enunciarlas claramente. Adquirir conocimiento de factores circunstanciales
y supuestamente casuales es parte de ese proceso de comprensión, ya que dicho
conocimiento puede resultar inestimable para reconstruir y enunciar con claridad esas
experiencias. Saber el Porqué de las cosas suele ser un paso importante para averiguar el
Qué y el Cómo.
Además, siempre existen diferencias sustantivas entre una terapia y otra. Incluso dos
pacientes muy parecidos, con problemas muy similares, que se analicen con el mismo
terapeuta, inevitablemente han de vivir experiencias terapéuticas significativamente
distintas.
De otra parte, en las cuestiones psicológicas hay también siempre notables excepciones;
es por esto que hay que tomarlos por sentado cada vez que se enuncie una proposición o
una generalización. No hay que tomar como reglas los principios técnicos, sino como
simples abstracciones o generalizaciones. En cada uno de los casos clínicos que se
presente es preciso evaluar con sentido crítico cada principio y cada prescripción o
proscripción técnica. Nada debe aplicarse en forma mecánica o automática; su fundamento
racional es lo que cuenta.
Se necesitan también ciertas aptitudes. Se pide que el paciente sea capaz para
analizarse: a) de regresionar y progresar, b) de ser pasivo y activo, c) de renunciar al control
y de mantenerlo y d) de renunciar a la prueba de realidad y de conservarla. Para realizar
todo esto, el paciente tiene que tener funciones yoicas elásticas y flexibles. Esto parece
estar en contradicción con nuestra anterior descripción de la neurosis, resultado de una
insuficiencia en las funciones yoicas. Pero lo que caracteriza al neurótico analizable es que
el defectuoso funcionamiento de su Yo se limita a aquellas regiones más o menos
directamente ligadas a sus síntomas y rasgos de carácter patológicos. A pesar de su
neurosis, el paciente tratable conserva la facultad de funcionar con eficacia en las esferas
relativamente libres de conflicto. Además, a medida que avanza el tratamiento esperamos
que se produzca un incremento paralelo en el campo de las funciones yoicas flexibles.
Debe tener cierta capacidad de laborar con el analista y también dejarse regresionar y sentir
diversos tipos e intensidades de amor y odio por él. Para decirlo sucintamente, deberá
acostumbrarse a ir y venir entre la alianza de trabajo y la neurosis de trasferencia.
El paciente ha de tener cierta capacidad de soportar la incertidumbre, la angustia y la
depresión, las frustraciones y humillaciones que aparecen en el curso del análisis, sin
recurrir a acciones destructivas.
Pedimos al paciente que no haga ningún cambio radical en la realidad de su situación hasta
que éste completamente analizado. Para ello habrá de tener paciencia, posponer la acción
pero no entregarse a la resignación ni la desesperación. Antes de poder asimilar
los insights que proporciona el analista tiene que comprobar primero su validez,
introspeccionarse, reflexionar, rumiarlo y digerirlo todo. Sus funciones yoicas sintéticas e
integrantes, en conjunción con su alianza de trabajo, hacen posible la elaboración.