Enso Lluvias Mexico Magaña
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2 El Niño y el clima
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Climatología de México
Por su ubicación geográfica, la República Mexicana es afectada por sistemas
meteorológicos de latitudes medias durante el invierno, y por sistemas tropicales en
el verano. Parte importante de la dinámica de una atmósfera subtropical como la
mexicana, son las interacciones entre trópicos y extra-trópicos, que ayudan a enten-
der los cambios que experimenta el tiempo día con día. Los llamados «Nortes» son
una manifestación de dicha interacción entre trópicos y extratrópicos. Otro elemento
importante al analizar la dinámica atmosférica mexicana son los factores de frontera
como la topografía, el uso de suelo y la presencia de mares, que en gran medida
determinan el tipo de clima que se experimenta regionalmente.
a)
b)
Aunque llueve en invierno (Fig. 2.2a), las lluvias más intensas ocurren en vera-
no, y de forma general se puede decir que la temporada de lluvias en México comien-
za entre mayo y julio (Fig. 2.2), terminando entre septiembre y octubre, dependiendo
de la zona de interés. Por otra parte, el invierno se caracteriza por condiciones secas
en la mayor parte del territorio, excepto en el noroeste y en la vertiente del Golfo de
México. Por el hecho de presentarse lluvias durante el verano (Fig. 2.2b) en la mayor
parte del país y condiciones mayormente secas durante el invierno (Fig. 2.2a), se
habla de que México tiene un clima monzónico.
26 Capítulo 2 El Niño y el clima
a)
b)
Como parte del ciclo anual de las lluvias de verano, en la región centro-sur de
México y hasta Centroamérica, aparecen dos máximos en la precipitación de vera-
no, uno en junio y otro en septiembre. Por tanto, existe un mínimo relativo entre julio
y agosto (Fig. 2.3) conocido como sequía intraestival, sequía del medio verano, caní-
cula o veranillo, dependiendo de la región o país donde se experimente (Magaña et.
al. 1999).
Desde hace algunos años, se sabe que el fenómeno de El Niño afecta las
lluvias en México (Magaña y Quintanar 1997). Por ejemplo, Mosiño y Morales (1988)
encontraron que el fenómeno de El Niño tiene grandes repercusiones en la precipi-
tación en el centro del país. Otros trabajos han confirmado el papel que juega El
Niño, no sólo en las lluvias de verano, sino también en las de invierno (Cavazos y
Hastenrath, 1990).
Inviernos de Niño
corresponden a más lluvia en
el norte de México, mientras
que veranos de Niño
corresponde a lluvias por
debajo de lo normal.
Durante años de Niño, la circulación media invernal (Fig. 2.4a), con corrientes
en chorro sobre el Pacífico norte y la costa este de los Estados Unidos, es alterada
por una onda estacionaria del tipo Rossby, que se ha denominado patrón de circu-
lación del Pacífico Norte América, o patrón PNA (Fig. 2.4b). La presencia de esta
anomalía en la circulación media resulta en cambios en la posición de la corriente
en chorro de latitudes medias y subtropical, que se desplazan hacia el sur alrededor
de 500 km (Magaña y Quintanar, 1997).
a)
b)
Fig. 2.4 Circulación a 500 Hpa. a) media de invierno y b) anómala durante invier-
nos de Niño (1965-66,1972-73,1982-83,1986-87,1991-92,1997-98).
El sombreado corresponde a la intensidad del viento (m/s).
La señal de El Niño en invierno 31
Dado que los sistemas de latitudes medias utilizan este sistema de corriente
en chorro para adquirir energía, el paso de frentes fríos en el norte de la República
Mexicana se vuelve más frecuente y con ello, se tienen más lluvias invernales en el
norte y centro del país, e incluso en la península de Yucatán (Fig. 2.5a). Así, el norte
de Baja California experimenta lluvias invernales más frecuentes e intensas duran-
te periodos de Niño (Pavía y Badán, 1998), las cuales provocan en ocasiones inun-
daciones que afectan a la población. Por ejemplo, la compleja topografía de la
ciudad de Tijuana la hace vulnerable a las intensas lluvias invernales durante años
Niño (Rosquillas, 1998). Sin embargo, la experiencia de eventos El Niño anteriores
ha llevado a que en años recientes la población de esta región tome medidas preven-
tivas ante el anuncio de este fenómeno. Durante años La Niña, las anomalías en la
precipitación de invierno (Fig. 2.5b) parecen simétricamente opuestas con respecto
a las observadas en años de Niño.
a)
b)
a)
b)
Los Nortes
La atmósfera no tiene valores constantes de temperatura o densidad. Sin
embargo, en algunas partes se forman masas de aire con propiedades físicas rela-
tivamente afines a las características de su región de origen. Estas masas de aire,
casi-homogéneas, al desplazarse modifican el estado del tiempo regional. En oca-
siones, el paso de una masa de aire puede ocasionar condiciones de tiempo severo.
Por ejemplo, las masas de aire polar continental que en invierno llegan a México
provocan días de intenso frío. Cuando dos masas de aire de distintas características
se encuentran, se dice que ocurre un frente. En general, las condiciones meteoroló-
gicas de un frente frío se caracterizan por vientos y descensos de temperatura en
superficie. Cuando el aire frío encuentra una masa de aire caliente y húmeda, se
produce el desarrollo de nubes que pueden provocar precipitación. Si la posición de
el frente frío es tal, que el viento sopla intensamente de norte a sur sobre el Golfo de
México o Centroamérica, se tiene un “Norte”.
ii) Cambios en la dirección del viento, siendo éste del norte o noreste.
iii) Precipitaciones.
Día:1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31
4.0 35
Norte
b
3.5 30
Temperatura máxima
3.0 a d 25
Precipitación
2.5
c
20
Norte
2.0
Norte
15
1.5
10
1.0
0.5 5
0.0 0
i) Una alta presión que se desplaza del noroeste al sureste de los Estados
Unidos, es decir, desde las Rocallosas hasta la península de Florida.
iii) Los vientos de norte a sur, que son canalizados por el Itsmo de Tehuan-
tepec, salen al Pacífico, donde producen mezclado en las capas
superficiales del océano (ver Cap. 3).
durante
Nº. de nortes
´
TSM (ºC)
Años
Fig. 2.11 Temperatura superficial del mar (°C) en la región Niño 3.4 y núme-
ro de eventos de Norte de octubre a mayo para el periodo 1980 – 1998.
Sin embargo, se debe enfatizar que el sistema climático es no-lineal, esto es,
no se puede esperar que lo que ocurre con el clima en México durante El Niño, sea
exactamente opuesto a lo que ocurre durante La Niña, especialmente a nivel regional
(Ambrizzi y Magaña, 1998). Por esta razón, es necesario considerar el uso de mode-
los dinámicos, además de relaciones estadísticas lineales, cuando se realiza un
pronóstico de lluvias o de frecuencia de tiempo severo como los Nortes.
La señal de El Niño en verano 41
B A
A A
En México, durante el verano El Niño provoca que las lluvias en la mayor parte
del país disminuyan (Fig. 2.13a), llegando con frecuencia a producir sequías. La cons-
tante aparición de El Niño en los noventa ha llevado a declarar zonas de desastre a
gran parte de los estados del norte del país por la falta de lluvias (La Jornada, 25 de
mayo de 1999). Los efectos de El Niño en materia ambiental, asociados a menores
precipitaciones incluyen menos humedad en el suelo y frecuentemente, pérdidas de
miles de hectáreas de bosques por incendios forestales (ver Cap. 4). En abril y mayo
de 1998 se vivió uno de los peores desastres ecológicos de nuestro país, al ocurrir
un gran número de incendios por la gran sequedad del terreno (Cedeño y Medina,
1999). Las pérdidas materiales fueron inmensas, superando incluso aquellas repor-
tadas en 1983 (NOAA, 1994). Las perspectivas a futuro en materia de incendios, aun
no son alentadoras (ver Cap. 6). Es por ello que los mayores esfuerzos en materia
de diagnóstico y pronóstico del clima se centran en la temporada de primavera y
verano.
42 Capítulo 2 El Niño y el clima
Durante veranos La Niña, las lluvias en la mayor parte de México son cercanas
a lo normal, pudiendo incluso ser anómalamente intensas (Fig. 2.13b). Varios son los
factores que resultan en mayores lluvias, pero quizá el más importante sea la activi-
dad de ondas del este y los huracanes en el Caribe y Golfo de México. Véase por
ejemplo el cambio en la anomalía de las lluvias en los estados de Veracruz y
Tamaulipas (Fig. 2.13). Como en el caso de invierno sin embargo, la anomalías en
precipitación durante El Niño no son exactamente opuestas a las observadas duran-
te La Niña, como sucede en Sinaloa y partes de Sonora. Tal condición es nuevamen-
te reflejo del caracter no-lineal del clima, no sólo en México, sino en todo el mundo.
Asimismo, debe recordarse que El Niño no es el único modulador del clima.
a)
b)
Varios son los procesos dinámicos que se combinan y que resultan en una
disminución en la actividad convectiva sobre México durante veranos de Niño. Es-
tos tienen que ver principalmente con cambios de los sistemas atmosféricos relacio-
nados con la lluvia. En primer lugar, la Zona Inter-Tropical de Convergencia (ZITC) del
Pacífico del este, donde existe gran cantidad de nubes profundas (cumulunimbus),
tiende a permanecer más cercana del ecuador (Waliser y Gautier 1993). Esto se
debe a que la convergencia de humedad para las lluvias tiende a ser mayor en el
Pacífico ecuatorial del este que frente a la costa oeste de México (Magaña y Quintanar
1997). En años normales, el contraste térmico entre la alberca de agua caliente en el
Pacífico mexicano (ver Cap. 3) y la lengua de agua fría frente a las costas de Perú,
resulta en una circulación directa del tipo Hadley, que parece acumular humedad
frente a las costas de México. Al desaparecer este contraste térmico meridional du-
rante El Niño, la convergencia permanece cerca de la región de agua anómalamente
caliente frente a Sudamérica, por lo que los movimientos convectivos ascendentes
más importantes de la estación ocurren lejos del territorio mexicano. El desplaza-
miento meridional de la ZITC resulta en menos actividad convectiva cerca de nuestro
país y por lo tanto en menos lluvias.
a)
b)
Fig. 2.15 Circulación (m/s) media a 925 HPa y velocidad vertical omega
(Pa/s) a 700 Hpa durante verano. Sombreados obscuros corresponden a
movimientos descendentes y sombreados claros a movimientos ascen-
dentes.
La señal de El Niño en verano 45
a)
b)
Los alisios intensos (débiles) resultan en más (menos) lluvias en la costa del
Caribe centroamericano, mientras que producen un déficit (superávit) de precipita-
ción en la costa del Pacífico (Magaña et. al., 1999). En el sur de México, alisios más
intensos pueden inhibir la entrada de humedad por las costas del Pacífico, debili-
tando la componente orográfica de la lluvia y con ello, la posibilidad de formación
de nubes profundas y lluvias en la costa del Pacífico de México (Fig. 2.13a).
En años de Niña, las lluvias parecen estar alrededor o por encima de lo normal
en gran parte de México, pero especialmente en el noreste del país (Fig. 2.13b). La
respuesta de las lluvias a La Niña parecen casi opuestas a las observadas durante
El Niño, aunque como se ha mencionado, los patrones de anomalías no son exac-
tamente inversos (por ejemplo, en la región del monzón mexicano). Debe recordarse
que además de El Niño, existen factores que influyen en las lluvias de verano en
México como la temperatura de la superficie del mar tanto en el Pacífico mexicano
(Magaña et. al., 1999), como en el Caribe (Enfield y Mayer, 1996); la circulación me-
dia, y la humedad en el suelo (Sud et. al., 1996).
Además, se debe tomar en cuenta como factor escencial para las lluvias de
verano la actividad de huracanes (Jáuregui, 1989). La disminución de las lluvias en
México durante años El Niño, principalmente en la región del noreste, está asociada
con el decremento en el número de huracanes en el Caribe y Golfo de México (DeMaria
y Kaplan, 1994). Esta relación entre El Niño y los huracanes del Atlántico es significa-
tiva. Por otro lado, no es claro que la ocurrencia de El Niño afecte el número de
huracanes que se forman en el Pacífico mexicano.
Los huracanes
En verano, el país se ve afectado por huracanes, tanto en el Pacífico como en
el Atlántico. Los huracanes se forman principalmente en regiones de aguas tropica-
les cálidas, donde los cambios de la intensidad del viento en la vertical son débiles
(Emanuel, 1991). México se encuentra en medio de dos regiones ciclogenéticas muy
activas: el Pacífico tropical noreste y el Mar Caribe (Fig. 2.17).
AÑOS NIÑO
AÑOS NIÑA
Hoy en día se sabe que la relación entre El Niño y el número de huracanes del
Atlántico es estadísticamente significativa. Sin embargo, no es posible saber en qué
lugar del Atlántico se formaran más huracanes en años La Niña, si tenderán a seguir
trayectorias más cercanas o alejadas de las costas mexicanas o si serán fuertes o
débiles, aún y cuando todo esto se intenta pronosticar (Gray et. al. 1984). Evidente-
mente, un mayor número de huracanes en el Atlántico aumenta las posibilidades de
que estos toquen territorio mexicano aumentando las lluvias de verano. La disminu-
ción de huracanes en el Golfo de México, afecta principalmente las lluvias del norte
de Veracruz, Tamaulipas y Coahuila. Así sucedió durante el verano de 1997, debido
a la formación de un intenso fenómeno de El Niño (Fig. 1.4). Son tan importantes los
huracanes en las lluvias del noreste, que un sólo huracán puede significar el fin de
una sequía, como ocurrió en Texas en 1998 con el huracán Charley, que resultó en
alrededor de 450 mm de lluvia en la región (WMO 1999). De manera similar, si bien el
huracán Gilberto en 1988 causó graves daños en el norte del país, sus precipitacio-
nes aumentaron sustancialmente la disponibilidad de agua en una región, donde se
carece de tal elemento. En este sentido, debe también pensarse en la importancia
que tienen los huracanes para nuestro país como “proveedores de agua”.
Como se mencionó, existen dudas de que haya relación entre número de hu-
racanes en el Pacífico y El Niño. Al parecer, durante veranos en que la anomalía de
agua caliente aparece en el Pacífico del este, la dispersión en la génesis y trayec-
torias de huracanes aumenta, pudiendo incluso extenderse hacia regiones del Pa-
cífico central (Fig. 2.17). Sin embargo, la anomalía de agua caliente en años de El
Niño alcanza las costas mexicanas, hace pensar que la intensidad de los huracanes
en esta región aumente, como parece haber ocurrido con el huracán Paulina. Lo que
no se puede afirmar es que la trayectoria seguida por éste huracán a lo largo de
Oaxaca y Guerrero se debió a El Niño o que sea algo anómalo. Durante cada verano
existe la posibilidad de huracanes entrando por las costas del Pacífico, razón por la
que los planes de emergencia ante la presencia de huracanes, deben ser una cons-
tante en las ciudades y poblados de las costas mexicanas.
Presión Viento
Tipo Categoría
(mb) (m/s) (km/hr)
Pacífico Atlántico
Las estadísticas de la Tabla 2.2, muestran que para el Atlántico, las tormentas
tropicales y huracanes son (significativamente) más comunes en años No-Niño, que
en años El Niño. Contrario a lo que ocurre en el Pacífico, en años No-Niño los ciclo-
nes tropicales en el Atlántico son en promedio más intensos y cercanos a México. Tal
relación lleva a pensar que en años de Niña, se debe estar mejor preparado ante los
huracanes del Atlántico (Fig. 2.17).
ii) La cizalladura del viento entre los niveles bajos y superiores de la tropósfera
(850 y 200 mb).
Un aumento en la temperatura de
mar, la disminución de la cizalla en el
viento y una mayor humedad
observadas en años Niña, son los
elementos que resultan en más
huracanes en el Caribe y Golfo de
México.
Canícula
Niño
Niña
Fig. 2.19 Valores de temperatura de la superficie del mar (°C), cizalladura del
viento(m/s) y agua precipitable (kg/m2) en a) el Caribe y b) el Pacífico,
durante veranos El Niño y La Niña.
56 Capítulo 2 El Niño y el clima
La Canícula
Un entendimiento más completo de las dinámica de las lluvias de verano debe
incluir efectos como el de la llamada canícula o sequía intraestival, y su relación con
el fenómeno de El Niño. La sequía intraestival corresponde a una disminución en
las lluvias durante julio y agosto, y no a una sequía (Magaña et al 1999). Aunque se
ha tratado de encontrar una relación entre la canícula y el fenómeno El Niño, no se
tiene una respuesta definitiva, pues la dinámica de la canícula parece estar más
relacionada con la alberca de agua caliente frente a las costas del Pacífico mexicano
que con la dinámica del Pacífico del este ecuatorial.
Hidrología
Las sequías continúan ocurriendo sobre muchas partes del mundo con dife-
rentes grados de duración y severidad. En su mayor parte, las sequías están aso-
ciadas a variaciones en la circulación global del sistema océano-atmósfera, como
en eventos El Niño. Indonesia, el noreste de Brasil, Africa del Sur o Australia, son
sólo algunos ejemplos de regiones donde El Niño provoca graves sequías. México
también es frecuentemente afectado por sequías.
Las lluvias de invierno son de gran importancia para el norte de México. Du-
rante inviernos de La Niña, se tiene una disminución de las precipitaciones. Sin
embargo, inviernos de Niño resultan en general en mayores precipitaciones, permi-
tiendo que en principio, se pueda disponer de más agua en las presas de la región
norte (Fig. 2.22). Así por ejemplo, en la región de la presa Huites, entre Sonora y
Sinaloa, las lluvias de diciembre y el caudal del río parecen reflejar la ocurrencia de
Niño o Niña (Fig. 2.23). Aquí se observa que las mayores precipitaciones ocurren en
años de Niño, pero ésta no es una condición que siempre se cumple. No todos los
Niños producen la misma respuesta en las lluvias y consecuentemente en los
escurrimientos, pudiéndose tener un evento Niño con lluvias invernales escasas (Fig.
2.7). En el mejor de los casos, el Niño explica sólo un 25% de la variabilidad de la
precipitación invernal regional. Es por ello que otros factores deben ser considera-
dos para tener pronósticos estacionales de lluvia más precisos.
Hidrología 59
SINALOA
ESTACION HIDROLOGICA Y CLIMATOLOGICA HUITES
DICIEMBRE
150
N
PRECIPITACION(mm)
100
N
N N
50 N n
n
N = NIÑO
n n = niña
N
0 N
n
A nivel regional, la zona que parece más afectada es la del Pacífico Sur, cuyos
escurrimientos están negativamente correlacionados con la ocurrencia de El Niño
(Fig. 2.26). Este resultado es sólo consecuencia de la disminución en la precipita-
ción que ocurre durante estos periodos (Fig. 2.12). Al separar los análisis de corre-
laciones en dos periodos de verano, junio-julio y agosto-septiembre se encuentra
que El Niño afecta principalmente los escurrimientos de la segunda parte del vera-
no, particularmente en la región del Pacífico Sur (Fig. 2.25b). Esto se debe a que
conforme avanza el año, el fenómeno El Niño se intensifica.
a)
b)
La tradición del uso de “las cabañuelas”, de “la rueda salomónica” o del análisis
del comportamiento de los animales se ha extendido hasta nuestros días con la
esperanza de disponer de pronósticos del clima como una herramienta (de poco
éxito) de planeación en la agricultura (ver Cap. 4). En el mundo, aumentan los inten-
tos por pronosticar la anomalías del clima utilizando modelos numéricos. Los esque-
mas van desde modelo basados en ecuaciones de balance de energía (Adem, 1964)
hasta complejos modelos de circulación general de la atmósfera (Trenberth, 1992).
Aunque los resultados son valiosos desde el punto de vista práctico, siempre
es necesario preguntarse por qué funcionó el pronóstico y cómo funciona el clima
en nuestro país, con el fin de aumentar nuestro entendimiento del sistema y mejo-
rar los esquemas de predicción estacional. En este sentido, los modelos dinámicos
resultan más útiles.