Masacre Del Pozzeto
Masacre Del Pozzeto
Masacre Del Pozzeto
Durante todos estos años revivo cada día lo que me ocurrió en el restaurante Pozzetto. Desde aquel 4
de diciembre de 1986 nunca hice pública mi versión de lo que pasó en ese lugar. Con asombro y
desilusión he visto las diferentes historias y mitos que se han tejido alrededor de esta infernal
tragedia que marcó la vida de Colombia. Esta es mi verdad.
Mi vida antes de Pozzetto era normal. Me había casado con el mayor Álvaro Pérez Buitrago y teníamos
un bebé de 22 meses de nacido. Álvaro era un hombre con un gran futuro dentro de la línea de ascenso
de las Fuerzas Militares. Ese día cumplíamos cuatro años de casados. Era un jueves y mi esposo madrugó
a su trabajo, pero me avisó que por la noche iríamos a comer para celebrar. Yo me quedé en el
apartamento cuidando a mi hijo y viviendo un día normal. Él había ido tres veces a Pozzetto y quería que
yo probara la cazuela de mariscos que ya era famosa en la ciudad.
Cuando mi esposo me recogió le dije que prefería la comida mexicana, incluso le sugerí que fuéramos a
otro lugar. Fue tanta su insistencia que él mismo sacó su ropa y no llevó su uniforme militar, cosa que
nunca hacía. Tampoco se quiso quitar una cadena de 52 gramos de peso en oro y esmeraldas que quería
mucho. Era un hombre terco.
Mientras nos arreglábamos estaban dando un partido de fútbol por televisión que fue interrumpido por
un extra noticioso. Anunciaba que había un tipo peligroso que había asesinado a su mamá y había
provocado un incendio en un edificio de la séptima. Yo casi ni le paré bolas al asunto y seguimos en
nuestro cuento. Cuando estábamos en el carro Álvaro me sorprendió con un regalo de aniversario. Eran
tres pulseras echas en tres oros distintos. Yo estaba feliz, no me cambiaba por nadie. Dejamos a mi hijo
con mi sobrina y nos fuimos a celebrar.
Recuerdo que al ver la fachada del restaurante le dije "qué sitio tan chichipato, ni siquiera hay dónde
parquear". Nos bajamos y entramos al que sería nuestro destino. Estaba repleto de gente y le dije a un
mesero que si nos podía acomodar en el segundo piso. Lamentablemente no estaba habilitado y nos
hicimos en el primero. Nos sentamos de forma que podíamos ver el carro. De inmediato el mesero nos
pasó la carta. Mi esposo pidió un vino y yo lo único que ordené fue una cazuela de mariscos. Llevábamos
cinco minutos en el restaurante cuando miré que había un hombre sentado detrás de mí. Me pareció
cualquier señor que se estaba tomando un vodka con otro hombre que simplemente le había pedido
permiso para sentarse con él. De un momento a otro sentí un tiro. En cuestión de segundos miré a mi
marido, giré la cabeza para ver qué pasaba y vi que el señor estaba botando sangre. Yo estaba sentada,
espalda con espalda, al lado de Campo Elías Delgado.
Como esposa de un mayor del Ejército uno aprende qué se debe hacer en una situación de peligro, eso
me sirvió para que reaccionara y me tirara al piso debajo de una mesa contigua. Mi preocupación se
centró en el hecho de saber que mi marido estaba con su arma de dotación y que no fuera a cometer
una locura.
Todo el restaurante fue un caos: gritos por todo lado, vasos que se quebraban, gente que iba a entrar al
restaurante y salía despavorida. Yo caí encima de un señor canoso que me dijo: "Soy boliviano y mire lo
que vengo a vivir acá". En ese momento Campo Elías gritó: "Esto es un asalto (no un atraco como han
dicho en los periódicos) necesito la plata en efectivo". Busqué a mi esposo con la mirada y lo encontré
debajo de la mesa, enfrente de mí. Mi esposo sacó la pistola, yo le hacía señas para que guardara el
arma, sufría más por él que por mí. Álvaro me miraba y se reía como si me quisiera dar calma y la
seguridad de que me iba a proteger.
La gente empezó, desde el piso, a poner sus joyas y el dinero que tenía encima de las mesas. Nadie se
paraba, Campo Elías había sido tajante al decir: "Todos hacia abajo, yo no quiero que nadie me mire".
Nunca olvidaré a una señora muy bonita que entró en ese momento con un vestido verde, ella miró a
Campo Elías y él le pegó un tiro a sangre fría.
De nuevo miré a mi esposo y vi que él le pegaba a la pistola contra el piso. Nadie lo sabe, pero a mi
esposo, al mayor Álvaro Pérez, su arma de dotación se le trabó y por eso no pudo usarla para frenar el
ímpetu asesino de Campo Elías. No fue el cobarde que muchos creen. La gente seguía gritando y Campo
Elías decía que no lo hicieran más. En ningún momento le escuché una grosería, solo pedía plata en
efectivo y que no le diéramos joyas. Alcé un poco la mirada y pude ver que Campo Elías tenía el pelo
muy corto, de estilo militar a ras. Era alto y acuerpado, no me acuerdo cómo iba vestido. Mi esposo
trató de levantarse y le dije que no. Fui yo la que trató de hacerlo y el señor boliviano no me dejó.
Campo Elías dio la vuelta, mucha gente entregó su plata y él no les hizo nada. Se acercó a mí, yo miré a
mi esposo y vi que tenía los ojos completamente abiertos en un gesto de desesperación absoluta. Nunca
conocí a mi suegra pero en ese momento pensé en ella y le pedí que si iba a morir alguien, mejor que
fuera yo, que no dejara que le hicieran nada a mi esposo. En ese momento el asesino de nuevo pasó. No
se qué se hicieron los meseros, no veía a ninguno. Escuché los tiros y vi que Campo Elías mató a un niño.
Al que lo miraba de inmediato le disparaba. Álvaro trató de levantarse pero se sentía impotente, la
pistola seguía trabada.
Luego el tipo se ubicó muy cerca de mí y yo me quité las joyas. Puse la mano encima de la mesa, levanté
la cabeza y lo miré. Nunca voy a olvidar su mirada y me dijo: "Yo le dije que no me mirara y no quiero
joyas". Me apuntó con el revólver y pude ver cómo su dedo movió el gatillo. Solo alcancé a girar un poco
la cabeza y sentí un quemonazo, me había pegado un tiro detrás de la oreja derecha.
Recuerdo que mi cara se estrelló contra el piso. Alcancé a escuchar cuando mi esposo gritó: "¡Me la
mató!". Mientras manaba sangre de mi cabeza, entre mi mareo y momentos vagos, vi cómo el boliviano
se levantó. Sentí literalmente una lluvia de disparos y ahí cayó la mayor cantidad de muertos de la
masacre de Pozzetto. Después de que recibí el disparo de Campo Elías, mi esposo el mayor Álvaro Pérez,
juzgado injustamente como cobarde en esta tragedia por diferentes fuentes, se levantó y enfrentó a
Campo Elías. Se abalanzó sobre él para quitarle el arma y forcejearon. En ese instante el médico
boliviano trató de ayudarle. Mucha gente murió en ese momento mientras las ráfagas iban de lado a
lado. Incluso, siempre he tenido la incógnita del por qué mi esposo Álvaro murió a causa de balas 9
milímetros de Mini Uzi, y no de un revólver 38 como el que tenía Campo Elías.
Lo que siguió después es bastante confuso. Me desmayé y por otras versiones me enteré de que cuando
me levantaron del piso mi vestido rosado era rojo por la sangre. La Policía empezó a arrojar los
cadáveres como bultos en una camioneta, ahí alguien dijo que yo estaba viva y me mandaron al Hospital
San Ignacio. Aunque me sentía perdida en espacio y tiempo, ahí yo estaba consciente. A los médicos les
di el nombre y el teléfono de mi papá y preguntaba por Álvaro, y les decía que lo buscaran.
Durante la cirugía pude ver mi cuerpo con los médicos alrededor tratando de salvarme, pasé por un
túnel negro que me absorbía y sentí paz y tranquilidad. Luego de la craneotomía a la que me
sometieron, me trasladaron al Hospital Militar. Duré con la cabeza abierta durante varios días, siempre
pregunté por mi esposo y nadie me daba una respuesta concreta, pensaba que todo había salido bien,
que la Policía había matado a Campo Elías, que mi esposo estaba vivo y que no había muerto toda esa
gente. Me enteré de la muerte suya porque mi hermana me dijo que ya lo de las prestaciones del
Ejército estaba listo. Las prestaciones solo se las dan a los oficiales muertos. Me sentí tranquila porque
siempre supe que mi esposo fue un hombre bueno, un gran militar y buen padre. Según me contaron, el
entierro de él fue con todos los honores.
Meses después de la tragedia le pedí a un amigo que me acompañara a Pozzetto. Necesitaba enfrentar
muchos miedos. Entré y muchas cosas habían cambiado, me pude sentar exactamente en la misma silla
y me comí la cazuela de mariscos que no pude comerme ese día. Lloré mucho pero fue importante para
mi recuperación. Después empezaron las amenazas para que no hablara de lo que había ocurrido, nunca
me enteré de dónde provenían. Yo siempre pregunté por la pistola de Álvaro y por todas las
pertenencias de los dos. Hasta el día de hoy nada ha aparecido. Lo que me dejó esta tragedia es una
gran carga que he tenido que llevar durante veinte años. Aún tengo ocho esquirlas de bala en mi cabeza,
sufro de fuertes migrañas y tengo que estar en tratamiento médico de por vida. Por ahora no perdono al
asesino de mi esposo y de tanta gente inocente que murió ese día. Cuando paso al frente de Pozzetto
me dan ganas de volver a entrar, pero mi actual esposo se opone.
Mi vida hoy tiene sentido, mi hijo es un fiel homenaje de lo que fue su padre y Dios me dio la
oportunidad de tener otra hija de siete añitos: María Camila. Ellos, junto a Sergio, mi actual marido, mis
padres y mis hermanos, han hecho que olvide por momentos esta pesadilla.
Junio 29 de 2007
1. Introducción
Después de la masacre de pozzeto se conocen muchísimos artículos que tratan de
dar explicación a las acciones de Campo Elías o simplemente artículos que tratan de
narrar los sucesos del 5 de diciembre de 1986, ahora bien desde antes de desarrollar
cualquier clase de investigación del caso de la masacre de pozzeto, es necesario
saber que no se va a poder obtener una verdad absoluta pues de los muchísimos
artículos que dan información acerca de estos hechos y de muchísimos medios que
nos hablan acerca de este mismo suceso vemos que entre las
mismas fuentes de información hay contradicciones y se llega al punto de no tener
información como tal si no que simplemente tenemos hipótesis acerca de lo que
pudo haber pasado. Estetrabajo consta de una recopilación de toda la información
que pudimos obtener acerca del caso, un estudio de dicha información y puesta en
común acerca de lo que expongan dichos medios teniendo en cuenta las
contradicciones de los mismos medios y las hipó tesis que se pueden venir
divulgando desde la fecha por medio de testigos con testimonios diferentes, ahora
bien después de que tengamos cada punto claro de cada información que nos
manden los medios, vamos a comparar dicha información estudiada con
el libro Satanás y así darnos cuenta que entra a ser parte de la historia real y que
hace parte de la ficción o imaginación de Mario Mendoza, por ultimo
sacaremos conclusiones y puntos de vista personales.
En este trabajo estamos exponiendo bastante información simultáneamente que en
otras partes posteriores del trabajo pueden ser utilizadas por esto para que el lector
no se tenga que devolver a los artículos anteriores y recopilar necesariamente la
información, vamos a repetir y a re-exponer información dada en partes anteriores
del trabajo por consiguiente le rogamos paciencia .
2. Reportaje revista semana
Entrando en materia, después de observar los artículos del Diario el Tiempo y el
Articulo de Revista Semana, nos damos cuenta de que el articulo de la revista
semana es mucho mas global y por consiguiente mas superficial en comparación
con la información que nos brinda el diario el tiempo; por estarazón hemos
decidido empezar por estudiar el articulo que brindo la revista semana en
su edición 240 (advertencia: no se sabe que tan verdad puede ser la información
brindada por este articulo pues data según el pie de pagina de ABRIL 1983, Ahora
bien creemos es un error de fecha pues la información que dan en el articulo es
completamente sólida)
El articulo que brindó la revista semana en donde hablaban de la masacre de
pozzeto se divide en:
1. La masacre
2. 49.896.93 pesos
3. tiquete sin regreso
4. La ultima cena
5. Desde la Barrera
6. Que entre el diablo y escoja
de allí que la obra si tiene muchísima ficción y que aparte de eso por las
contradicciones que se presentan en los testimonios de los testigos y sobrevivientes
nos damos cuenta que hay preguntas que no se resuelven totalmente y que este
trabajo puede dejar de ser un trabajo que explique la situación a un trabajo que
simplemente estudie los distintos testimonios y le de la razón a algún testimonio
bajo alguna argumentación como le hemos venido haciendo hasta ahora.
Nos damos ahora cuenta que ni la prensa en este momento tenia claridad de
el asunto y que por el contrario estaba totalmente confundida de allí que no nos
responsabilizamos a emitir juicios falsos por mala información o a publicar en este
trabajo información totalmente falsa.
Anexo artículos edición 240 Abril (1983)fecha error
La masacre
Un hombre canoso y con el pelo muy corto, 1,74 de estatura, ni muy grueso ni muy
delgado, vestido de gris claro, con la camisa abierta y un maletín negro de ejecutivo
en la mano derecha, salió a las 5:30 pasadas del edificio de la carrera 7 N° 52-27. El
tránsito por la carrera séptima era intenso, como cualquier otro día de la semana a
esa misma hora.
No había ningún motivo especial para detenerse a mirar a este hombre. Ni siquiera
por el hecho de que antes de emprender su camino, hubiera parado unos instantes
frente al muro de un solar vecino, sobre el cual estaban colocados varios carteles
anunciando el último montaje del Teatro El local: Bodas de sangre.
Minutos después, el hombre dobló la esquina de la 53 y se dirigió hacia el occidente,
siempre caminando.
Amante de la novela Dr. Jekyll and Mr. Hyde, no bebía ni fumaba. Se jactaba de ser buen tirador de
pistola. Después de la ducha se secaba el cuerpo con papel higiénico. Odiaba a los iraníes. No votaba en
las elecciones. Usaba el pelo a ras. Había sido combatiente en Vietnam. Era Campo Elías Delgado, el
responsable de la mayor matanza de su género en Colombia a quien, en una
notable investigación, SEMANA le reconstruyó paso a paso sus dos últimas jornadas. Gracias a este
reportaje por primera vez se pudo conectar el crimen de la calle 118 con la matanza de Pozzeto…
A esa hora la jornada de la mayoría de los bogotanos estaba terminando. Para
Campo Elías Delgado, 52 años, apenas se trataba del intermedio. Era difícil adivinar
que este hombre de paso firme y rápido y de presencia pulcra y sencilla, acabara de
matar esa misma tarde a su madre y a otras ocho personas. 49.896,93 pesos
Todo había comenzado el día anterior. A eso del mediodía, Delgado se acercó a
la oficina del Banco de Bogotá donde tenía su cuenta de ahorros número4352354, y
le informó al empleado de la ventanilla respectiva que venía a saldar la cuenta.
Los depósitos ascendían a 49.896,93 pesos. Para redondear la cifra el cajero le
entregó en efectivo 49.896.50, pero Delgado exigió de inmediato que le fueran
entregados los 43 centavos restantes. Este fue el detalle que permitió que para ese
cajero, Delgado se hubiera convertido en el único hombre distinto de los cientos
que había atendido ese mismo día.
En algún momento esa tarde, o en la mañana del día siguiente, Campo Elías
Delgado habría comprado cerca de 500 proyectiles para un revólver calibre 32
largo. Era claro que tenía en mente algo grande y grave. Y el primer capítulo de la
historia que habría de protagonizar ese jueves, y que irónicamente sería el último
en descubrirse, comenzó a eso de las 2 de la tarde en el apartamento 304 de un
edificio de la calle 118 No. 40-11.
Según el portero Juan Villamizar, allí llegó Delgado a visitar a Nora Becerra de
Rincón, propietaria del apartamento en el que vivía con su madre y buena amiga de
ésta. La señora Becerra estaba acompañada de su hija Claudia, de 15 años.
Otro hijo de la familia, Julio Eduardo, de 11 años, el jueves a las 9 de la noche
regresó a su casa pero no logró entrar porque nadie le abrió la puerta. Tuvo
que dormir esa noche en la portería y muy temprano en la mañana se levantó para
entrar al apartamento, utilizando las llaves de seguridad del edificio. Lo primero
que vio fue a su madre recostada sobre el sillón de la sala amordazada y maniatada,
con cuatro puñaladas en el cuerpo. Luego, en una de las habitaciones, encontró a su
hermana Claudia sobre la cama, atada de pies y manos y también amordazada.
Tenía 22 cuchilladas en su cuerpo.
Nadie podrá saber nunca cómo fueron los últimos momentos de la vida de estas dos
mujeres que ingenuamente le habían abierto la puerta, a las 2 de la tarde, a Campo
Elías Delgado. Tampoco se sabrá muy bien qué hizo éste después. Lo que está claro
es que alrededor de las 4 de la tarde llegó al apartamento en que vivía con su madre,
a quien le correspondería el siguiente turno de esta secuencia sangrienta.
Se sabe que a doña Rita de Delgado le tocó el primer tiro después de una discusión
airada. Y que después de muerta, Campo Elías la envolvió en papel periódico, la
roció con gasolina y le prendió fuego. Mientras las llamas invadían la estancia, dejó
tranquilamente el apartamento, bajó las escaleras, y con el pretexto de llamar a los
bomberos, timbró en el apartamento 301. Las estudiantes Inés Gordi Galat y Nelsy
Patricia Cortés le abrieron la puerta, sin saber que su destino inmediato sería un
tiro en la cabeza.
Después se dirigió al apartamento 302, cuya puerta ya había sido abierta por la
profesora Gloria Isabel Agudelo León, de 50 años, quien salía en ese momento para
averiguar dónde se habían producido los disparos. Delgado la mató, era la sexta
víctima.
Luego bajó al primer piso, y en el apartamento 101 tocó el timbre. Matilde Rocío
González, de 23 años, y Mercedes Gamboa, de 20, quienes se encontraban
estudiando para un examen final que debían presentar el viernes en la universidad,
corrieron la misma suerte que las anteriores. Salvo que, al parecer, Delgado les dio
un poco más de tiempo. Todo indica que, con la excusa del incendio del
apartamento del cuarto piso, también les pidió prestado el teléfono. Matilde alcanzó
a descolgar la bocina, pero antes de marcar el número la mató. En ese apartamento,
Delgado también hirió de muerte a otra estudiante, María Claudia Bermúdez
Durán, quien falleció horas después en el Hospital San José.
Caía la tarde cuando Campo Elías Delgado dejó por última vez su edificio, al tiempo
que la señora Blanca Agudelo de González, familiar de la profesora del 302, llegaba.
"Era extraño cómo ese señor se quedó sorprendido unos minutos mirando el cartel
de la obra de García Lorca, ‘Bodas de sangre’. Se acercó al borde del andén y creo
que se quedó allí como 10 minutos, completamente quieto", dijo doña Blanca a
los periodistas que la entrevistaron esa misma noche. Luego Delgado le dio la
espalda al afiche y se perdió por la calle 58.
La señora Berta Gómez, quien vivía con las estudiantes en el apartamento 101 y
había logrado salvar su vida saltando hacia el patio interior, salió velozmente del
edificio y detuvo una patrulla de la Policía, a la que pidió ayuda. Los agentes, según
doña Berta, al ver que el cuarto piso se estaba incendiando, le respondieron que
este era más bien un caso para los bomberos, y que ellos se encargarían de
llamarlos. Es muy posible que si esta patrulla hubiera atendido inmediatamente el
caso, Delgado habría podido ser capturado y evitarse el resto de la tragedia.
Pero ni la patrulla paró ni los dos policías militares que ocupaban la caseta de
vigilancia de la Dirección de Sanidad del Ejército en la acera de enfrente,
reaccionaron. Y a Delgado se le permitió seguir su camino.
La ultima cena
Y las noticias eran grandes y graves. A las 7:15, Campo Elías Delgado llegó a su
restaurante favorito, la Pizzería Pozzetto, en la carrera 7a. con calle 62.Saludó a los
meseros que lo conocían, se sentó en una mesa y pidió media botella de vino y unos
espaguetis bolognesa. Colocó a su lado el maletín negro que había llevado en las
últimas horas. Fue como siempre muy amable y el único detalle extraño que
notaron los meseros fue que en varias ocasiones se paró al baño. Pasadas las 8 de la
noche terminó la comida y pidió un primer ‘destornillador’ (vodka con jugo de
naranja). Pidió luego un segundo trago y, como el primero, lo bebió sin apuros,
mientras leía detenidamente una revista norteamericana. Terminado el segundo
trago, Delgado pidió la cuenta, la canceló, y le dijo al mesero Ecce Homo Rosas, que
le iba a componer un poema.
Ni el mesero ni ninguna de las 35 personas que se encontraban en el primer piso del
restaurante, tuvieron oportunidad de enterarse de que afuera, no muy lejos de allí,
decenas de agentes de Policía estaban buscando a Delgado, quien dentro de la
pizzería parecía en ese momento tan inofensivo como el resto de los clientes.
Pero no sólo los policías estaban enterados de lo que Delgado había hecho en el
edificio donde vivía. Decenas de periodistas andaban ya tras la noticia y algunas
emisoras de radio habían dado el flash de que un sicópata andaba suelto por las
calles de Bogotá. La noticia interrumpió las entrevistas de camerino de los enviados
especiales a Santiago de Chile sobre el primer regalo de Navidad que millones de
colombianos habían recibido esa noche: el emocionante triunfo de
la Selección Nacional juvenil de fútbol sobre el poderoso equipo del Brasil. Todo
esto explicaba la inusual soledad de las calles bogotanas a hora tan temprana en día
de semana.
Hacia los 8:15, Delgado ya había pedido un tercer vodka. Simultáneamente, a ocho
cuadras del restaurante, dos máquinas del cuerpo de bomberos terminaban de
apagar el incendio de su apartamento y las autoridades llevaban a cabo el
levantamiento de los primeros cadáveres. Poco después, Delgado pidió la cuenta de
ese último vodka y se sentó en la barra, después de entregarle la revista y el poema
a Ecce Homo. Pidió un cuarto vodka, el maletín negro siempre al lado.
Desde la barrera
Unos minutos antes de las 7, Carlos Fernández y su esposa Patricia, que viven en el
apartamento 401 de un edificio ubicado en frente de la pizzería, oyeron a
Pilar Castaño, en el Noticiero de las Siete, anunciar que un hombre había matado e
incinerado a su madre y asesinado a dos personas más, en un edificio de la carrera
séptima con calle 52. Vieron entonces las primeras imágenes del incendio del
cuarto piso del edificio que habitaba Delgado. Pero la noticia no había acabado de
suceder.
Hacia las 9:15 los Fernández escucharon un primer disparo y luego cinco más, uno
detrás de otro. "No escuché ningún grito —relata Fernández a SEMANA—, sólo
pensé en esconderme con mi niña de dos semanas, lejos de la ventana. Es lo mismo
que hago siempre que hay tiros por aquí cerca. Esperé tres o cuatro minutos, tal vez
más, había un gran silencio y Patricia se acercó a la ventana. Yo la seguí y alcancé a
ver cómo llegaban los primeros policías. Como tenía mi cámara a la mano, tomé
algunas fotos, mientras los policías rodeaban el lugar. Creo que escuché algunos
tiros más adentro de la pizzería. Los agentes se acercaron a las ventanas, rompieron
los vidrios y rasgaron las cortinas, mientras disparaban para cubrirse unos a otros.
Recuerdo que vi a don Bruno, el dueño del restaurante, cuando salió por la puerta
gritando: ‘No me destrocen más esto, que ya me ha costado como un millón de
pesos’. En esos momentos, se produjo un nutrido tiroteo y me parece que de
adentro se oyeron más disparos. Desde el costado izquierdo, donde venden las
pastas, un policía rasgó la cortina y vi cómo vaciaba el cargador de su arma hacia un
blanco muy definido. Era la primera vez que uno de los agentes disparaba
repetidamente hacia un lugar específico, pues los demás habían estado disparando
un poco a la loca. Hubo algunos tiros más y los agentes comenzaron a entrar
gateando. Don Bruno intentó seguirlos, y rápidamente lo sacaron, mientras le
gritaban. Vi entonces a un muchacho que corría de un lado a otro gritando:
‘¡Mataron a nuestra madrecita! ¡Mataron a nuestra madrecita!’. Luego vi cómo se
acercaba a uno de los carros parqueados frente al restaurante y le daba golpes en el
techo".
Lejos estaban los Fernández de imaginar las sangrientas escenas y los minutos de
espanto que se habían vivido en el interior del restaurante; una masacre sin
precedentes en los últimos 20 años de historia. Después vino la confusión, el caos.
Patrullas de Policía tenían aislado el sector y procuraban poner orden, para que los
médicos legistas pudieran adelantar las diligencias de levantamiento de los
cadáveres y los heridos fueran conducidos a los centros hospitalarios. Comenzaron
entonces las distintas versiones de los hechos. Aquí y allá, los medios
de comunicación entrevistaban gente y recogían testimonios a veces
contradictorios. Sin embargo, apareció lo que podría considerarse un testigo de
excepción: el cardiólogo Pedro José Sarmiento, a quien el azar de tres disparos
fallidos le había salvado la vida.
Sarmiento se hallaba comiendo con un colega suyo, el médico boliviano Andrés
Montaño Figueroa. La orden que les habían tomado no alcanzó a llegar a
la cocina. De espaldas al resto de la gente que se hallaba en el restaurante, oyó un
totazo que pensó que era una bomba. Cuando escuchó varias detonaciones más,
seguidas, supo que se trataba de disparos. No alcanzó a voltearse, cuando oyó una
voz que gritaba: "Esto es un asalto. ¡Todo el mundo al suelo! Entréguenme el
efectivo, no quiero joyas. El efectivo. ¡Bótense al suelo!". Era lo mismo que
escuchaba, pero dándole la cara a Delgado, Myriam Ortiz de Parrado, de 45 años,
madre de cuatro hijos. Ella no puede olvidar que decía: "Nadie me debe ver la cara.
Ustedes no me han visto nunca".
Los comensales obedecieron las órdenes y comenzaron a sacar sus pertenencias.
Sarmiento, quien se había tirado al suelo y yacía boca arriba, pensó que no habría
problema, que una vez que la gente entregara su dinero los atracadores se irían. Sin
embargo, esto estaba lejos de ser así. La posición de Sarmiento le permitió ver la
forma como procedió Delgado: "Ese tipo le pedía plata a la gente y cuando se
agachaba a recogerla le disparaba y la mataba. El tipo llegó al lado de Montaño. No
sé si le dio o no dinero. Entonces oí disparos, Montaño quedó ahí. Cuando se me
acercó fui a darle seis mil pesos que llevaba. Me eché un poco hacia atrás y él me
disparó. Pensé que era mi fin y él siguió a matar a los otros. Me toqué el
ojo derecho por donde me había disparado. Lo sentí, empecé a marearme". Era la
segunda vez que se salvaba. Segundos antes, dos balas habían pasado rozándolo
apenas. Pero Delgado siguió cobrando sus víctimas, hasta cuando un policía
destrozó uno de los ventanales de la fachada y disparó. Era el fin. Delgado cayó
entonces.
Es aquí donde surge la duda de si Delgado se suicidó, o si fue la Policía quien le dio
de baja
Una niña, Johana Cubillos Garzón, estaba allí esa noche negra: no sólo vio morir a
su hermanita de 11 años sino que asegura que vio cómo Delgado se suicidaba. "Yo vi
todo, yo era la única que lo estaba viendo. El loco pedía que le dieran dinero en
efectivo y que dejáramos los billetes sobre las mesas al tiempo que daba vueltas en
el salón disparando y matando. De pronto se paró junto a mí, me miró y pensé que
me iba a matar, pero no lo hizo, pensé que dispararía pero no lo hizo, no se por qué
no me mató, pero a mi hermana ya la había asesinado. Yo miraba cómo mataba a la
gente y no podía hacer nada. Hasta que llegó la Policía y rompió un vidrio, entonces
vi cómo el loco se disparó y cayó".
Que entre el diablo y escoja
Eran cerca de las 9:30 de la noche. En medio de sillas y mesas en
desorden, vasos y platos rotos, yacían sin vida los cuerpos de cinco mujeres y nueve
hombres. Quince personas más se quejaban de sus heridas. Cuando las autoridades
hicieron su entrada pensaron, por el número de muertos "que nos íbamos a
encontrar con pozos de sangre. Pero no fue así. Descubrimos que la mayor parte de
las víctimas había muerto de dos disparos en la cabeza". Para la Policía esto
revelaba la certera puntería de un hombre entrenado. Delgado, dicen algunos de
quienes lo conocieron, se preciaba de ser el mejorfrente a un polígono.
Sobre las escenas de horror comenzaron las diligencias para identificar a las
víctimas, diligencias que sólo terminarían a las 2 de la mañana. Los heridos fueron
trasladados a los hospitales de San José, San Ignacio, San Pedro y Militar, y horas
más tarde seis de ellos morirían. Se elevaba a 20 la cifra de los muertos en el
restaurante y a 28 el total de la trágica jornada.
Dos mujeres de apellido Infante, las únicas habitantes de la casa que sobre la
séptima limita con el restaurante, sintieron personalmente cómo se ramificaba y
extendía como mancha de aceite la tragedia. Un frasco de calmantes, litros
de agua aromática y un teléfono que siempre pusieron a disposición de
los familiares de las víctimas, fueron los servicios que hasta el final de la noche
prestaron, aún temblando, estas dos samaritanas.
Como en cualquier sitio público, aquella noche en Pozzetto se habían mezclado
personas de diferentes profesiones, orígenes y edades. Con la mención de los
nombres de las víctimas que la radio transmitía en directo desde el sitio, el país se
fue enterando de quiénes habían encontrado esa noche su cita con la muerte
7. Comentario; Ahora bien escogimos el documento de la revista Semana como
documento base para nuestro trabajo, por que lo tomamos como documento que
mira esta noticia desde un punto global y al parecer como La revista Semana no es
un diario si no que es una publicación que sale cada semana, asumimos que esta
edición tomo la noticia global que estuvieron publicando toda la semana entonces
puede tener un porcentaje mayor de verdad dentro de su información.
Segunda Parte
Ahora como todos sabemos la masacre fue el día Jueves 4 de diciembre de 1986
(desmintiendo varias publicaciones que dan en internet y que no tienen la fecha
correcta). Vamos a tomar la publicación del diario del tiempo el día siguiente
después de la masacre.
5. El tiempo, viernes 5 de diciembre de 1986
La noticia a lo largo de esta edición del diario del tiempo se desarrolla la noticia en
las siguientes paginas:
1. Portada
2. Página 12-D
3. Página 13-D
4. Pagina 1-E
Al iniciar este articulo dice que el soldado entro a las 9:30 pm al restaurante
Pozzeto, cosa que se contradice con el reportaje de semana pues dice que el
llego a la pizzería Pozzeto a las 7:15 pm (en el libro no hay hora), y en este
caso no asumimos ninguna información como verdad pues cualquiera de las
dos horas podría ser la verdadera. El articulo habla sobre el físico de Campo
Elías cosa que nadie contradice pues se tienen fotosdel asesino (en los anexos
en las paginas del tiempo se alcanza a ver la foto de el asesino con claridad). Y
DENTRO DE LA MISMA EDICIÓN DEL PERIODICO SE CONTRADICEN
pues en este articulo si dice que el asesino se sentó en una mesa cerca al bar y
que sus bebidas fueron destornilladores, y en el otro articulo decía la falsedad
(según nosotros) de que el se sentó en el segundo piso al lado de una mesa
que tenía cinco personas. El articulo también da una versión de cómo empieza
la matanza y describen algunas de las muertes con nombres precisos de las
victimas y como las mataron y también dice que hubieron personas que
huyeron cosa que en el libro no aparece y por el contrario en Satanás dice que
no dejo salir a ninguna persona del restaurante por que con su puntería
acababa con ellos, el articulo sigue describiendo los movimientos del loco a
través de su matanza y nombra una excapitan del ejercito que le disparaba al
asesino con un arma que portaba, cosa que no nombra ni el libro ni el
reportaje de la revista semana, y que aquel capitán también fue asesinado por
el soldado, sigue relatando la matanza y nombra que después de unos
minutos el soldado ya recargaba su 32 con una tranquilidad, cosa que
contradice al libro pues el libro dice que a medida que el venía disparando la
locura y pensamientos neuroticos lo fueron invadiendo hasta dejarlo
completamente loco, el articulo dice que la mayoría de gente había huido del
lugar cosa que en el libro tampoco expresa y por el contrario afirma que mato
a todos los que estaban adentro; en el articulo también nombran que según
un testimonio el hombre se alcanzó a sentar en una silla y soplar el arma cosa
que creemos es absolutamente falsa pues a los minutos de empezar la
matanza los policías ya entraban al lugar y el hecho no duro mas de 20
minutos y en el libro tampoco habla nada por el estilo; después en el articulo
nos confirman de que el asesino prefirió empezar a matar con una mesa
donde se encontraba mayor numero de personas y dentro del mismo articulo
hay otro testimonio que le da la razón al libro y dice que el hombre al ver
tantos cadáveres muertos se enloqueció y comenzó a dispara a todo objeto
material que encontraba como pantallas etc. Después confirman dentro del
articulo la preparada que se pego Campo Elías para su masacre y también
confirman los cursos que desarrollo en EEUU. Hablan también de que Campo
Elías a las mujeres antes de matarlas trataba de rasgarles la cara con el
cuchillo, cosa que puede que sea verdad pero que ni en el libro ni en el
reportaje de semana lo confirman, lo que si confirmamos es que el hombre
tenía un cuchillo y tal vez con el que nosotrossabemos pero la prensa no en
esos momentos, mato a las dos mujeres en la 118 con 40.
3. El tiempo- ¡ era un rambo! (pag 12-d)
Lo único que podemos anotar de esta lista de victimas ersa que las fuentes
periodísticas todavía no tenían idea de las muertes de la calle 118 con 40.
6. El tiempo- lista de victimas (pag 13-D)
En este artículo también describen totalmente los hechos del soldado para sus
múltiples asesinatos pero de nuevo comienzan diciendo que los asesinatos
empiezan en el apartamento de su madre e ignoran las muertes del
apartamento de la calle 118 con cr 40; es ahí donde se ven mas
contradicciones dentro de la misma edición del periódico. Entonces el artículo
sigue describiendo los hechos teniendo en cuenta la visita al barrio Sears y
con los horarios prácticamente claros por que coinciden perfectamente; ya en
la masacre dentro del restaurante recalca lo de los altavoces (que en el libro
no aparece) ni en la revista semana lo dicen; y el artículo también recalca la
posibilidad de que el asesino usara mas de un arma; en el articulo dicen que el
asesino hizo por lo menos 350 disparos y se vuelve a confirmar el que el
asesino tenía un cuchillo que no uso (según el articulo); el articulo dice que el
asesino en su cadáver tenía 9 impactos de bala y si los agentes dispararon
según los otros artículos cinco disparos hay otros cuatro disparos que no se
sabe donde quedaron he ahí el dilema que todavía persiste de que si el asesino
se suicido o si algún agente le dio de baja.
13. El Tiempo- Informe Al Exterior (pag Ultima A)
Es así como terminamos el estudio de la posible historia oficial que nos brindan los
medios entre si y la narración de la historia en el libro Satanás.
En ninguna parte de los diarios encontramos lo de la niña posesa del barrio la
candelaria aunque por fuentes personales creemos que es verdad pues varias
personas nos han dicho que se acuerdan de que si hubo un caso de esos por esas
épocas del año.
Comentario :
A lo largo de este trabajo hemos resuelto muchas dudas y asumido muchas
respuestas como verdaderas pero sin embargo quedan varias dudas, como lo son el
de el suicidio o no de Campo Elías o la visita o no de Campo Elías a la universidad
por que esta ultima la podríamos asumir como falsa pero lo que sabemos es que el
loco conoció a Mario Mendoza en la universidad para hablar de los dobles ,
entonces fue con el con quién Campo Elías compartió unos minutos del libro
hablando para pedirle una bibliografía sobre el tema de los dobles para la tesis del
soldado; entonces es así como nos quedan dudas pendientes que ojala por medio de
algunas entrevistas a Mario Mendoza que son publicadas en internet resolvamos
mediante su estudio. Además tenemos que aclarar las demás historias que se
desenvuelven a lo largo de este libro como lo es la historia de Ernesto, María y
Andrés al igual que la historia de la legión que tanto énfasis hizo en el libro.
Ahora estudiaremos las entrevistas y documentos publicados en internet pos las
diferentes fuentes web.
7. Entrevistas.
Primera entrevista.
"Satanás" de Mario Mendoza gana Biblioteca Breve
Eduardo Marceles
Primero tomamos como una idea principal de este documento el que el autor de
este dice que la novela la protagonizan los angeles y demonios que sufren o
practican la violencia y que el protagonista es Campo Elías Delgado. También
hablan de que Mendoza conoció al asesino anteriormente por que
intercambiaron libros para el desarrollo de la tesis del soldado, incluso dias antes
de la masacre el había hablado con el; asumimos ahora que Mendoza cogió una de
las escenas que vivió con el soldado y la cuadro dentro del día de la masacre sin
alterar horarios ni nada por el estilo pero si dejando la información de que el había
hablado con el personaje protagonista de esta masacre. Dice el articulo de cómo
Mendoza logro escribir el libro por medio de entrevistas a sobrevivientes y testigos
para la recopilación de documentos e información. Ahora el documento menciona
que las otras historias que se desenvuelven a lo largo de esta novela son parte del
"tintero" e imaginación de Mendoza. Y que la violencia Colombiana si se insinúa en
el texto pero que no es el tema principal.
(Anexo dos paginas de este documento)
Segunda entrevista:
Autor: Mario Mendoza
Editorial Seix Barral Premio Biblioteca Breve 2002
Número de páginas: 288
La fatalidad y la demencia se cruzan en el relato ágil y vibrante de Mario Mendoza.
Satanás es una novela posesiva, valga la paradoja. De esas en las que el lector pierde
la razón y se ve obligado a robarles tiempo a sus horas laborales yfamiliares para
poder liberarse de ese terrible pero emocionante demonio.
La novela de Mario Mendoza, premio Biblioteca Breve, se mueve entre
la frontera de la ficción y el documento periodístico no da respiro, es vertiginoso.
Su autor duró 15 años masticando esta historia y eso se nota. La arquitectura de su
historia es sólida. Tal vez se demoró porque en un comienzo fue solo una casualidad
del destino.
El escritor bogotano construye su historia a partir de tres de las víctimas de la
matanza. Andrés, un pintor de mediano éxito que sufre de extraños trances;
Ernesto, un sacerdote en crisis con sus votos sagrados, y María, una joven
delincuente, con ánimo de reformarse.
Esta es la parte literaria. Son personajes construidos con retazos de la realidad
colombiana. Representan la suma de la Bogotá diversa y enredada. Unaciudad en la
que los estratos se cruzan y los seres humanos están condenados por la fatalidad.
Andrés, el pintor visionario, no atiende los avisos de la providencia y marcha
resignado al patíbulo.
Los que vivieron o conocieron en su momento la matanza de Pozetto tienen una
desventaja frente al resto de lectores: conocen el desenlace. Los miembros del
jurado que la premió, no tenían la menor idea de quién era Campo Elías, pero los
colombianos sí, y esto último excita una curiosidad morbosa que vuelve al libro
adictivo.
Mendoza recupera un episodio atípico en la historia de violencia en Colombia. Un
hecho que todo el mundo esperaría que ocurriera en un restaurante de Austin,
Texas, o Boca Ratón, pero nunca en Colombia, a donde la Guerra del Vietnam solo
llegaba por el cine y la televisión.
Quién es Satán?
-Satán es legión. El problema es que tanto el Estado como la Iglesia necesitan
la identidad de la unidad para poder juzgar. No puedes llegar al cielo y decir: "Yo
soy siete". Y en la tierra un asesino con triple personalidad no puede ser juzgado. La
unidad es un discurso de poder.
-...Al que el múltiple Satán escapa.
-Una rata nunca está sola. Los animales viven en bandadas, piaras, cardúmenes,
jaurías. Belcebú es el señor de las moscas, el que está en todas partes y que es
muchos. Tenemos pánico a aceptar esa multiplicidad.
-Pero está en nosotros.
-Sí, cada persona está atravesada por fuerzas oscuras que pueden encarnarse en
cualquier momento. Eso es el mal.
-Usted lo ha vivido de cerca.
-Sí, pude ver de muy cerca del rostro de Satanás, capaz de asesinar a 29 personas.
Fuimos compañeros de universidad.
-¿Amigos?
-Intercambiábamos libros para nuestros doctorados. Compartimos tardes muy
intensas. Llegamos a reírnos juntos y a tomarnos una cerveza frente a la
universidad. Así acabó surgiendo la empatía que culminaría con la masacre. Yo
estuve con él la tarde antes.
-¿Quiénes eran ustedes entonces?
-Él era un hombre de cuarenta y tantos, un profesor de inglés excombatiente de
Vietnam, héroe de guerra. Yo era un universitario de 23 años con aspiraciones
literarias.
-¿Qué ocurrió?
-Es un día soleado. Campo Elías Delgado va a casa de una de sus alumnas y la abre
en canal a ella y a su madre. Luego va a la universidad a buscarme pero no me
encuentra.
-¿Qué debía querer?
-Supongo que quería conversar, desahogarse. Se va entonces al apartamento que
comparte con su madre. La asesina y la quema como a un bonzo. Con el pretexto
del incendio va llamando a las puertas para pedir ayuda y asesina a las vecinas que
le abren. Seis en total. Sale a la calle y ve un letrero: "Bodas de sangre" de García
Lorca, y se queda absorto contemplándolo 10 minutos.
-¡¡Estaba como una regadera!!
-Se va a cenar a una conocida pizzería de Bogotá y pide unos espagueti a la
boloñesa. Cuando termina de cenar se mete en el baño, se pone un cinturón
ribeteado de balas y se convierte en un ángel exterminador. Comienza el
apocalipsis: asesina a veinte personas indiscriminadamente.
-¿Y usted qué?
-Me quedo aterrado. Yo había publicado dos o tres cuentos, así que intento escribir
sobre él, pero la historia falla. Lo vuelvo a intentar dos años después y vuelve a
fallar. Tuve que esperar 16 años hasta adquirir la suficiente madurez para
afrontarla.
-¿Qué tenía de especial esa historia?
-Nada, era una crónica más hasta el día que leí las conclusiones del psiquiatra Luis
Carlos Restrepo, que decía que Campo Elías no había asesinado a causa del
síndrome del veterano, sino que fue a la guerra de Vietnam porque era un asesino.
Como casi todos los asesinos múltiples, Campo Elías entró en el restaurante con un
libro en el bolsillo.
-¿Cuál era el título?
-"Doctor Jekyll y Mister Hyde" de Stevenson. La clave de sus asesinatos está en el
libro, el problema estaba en su dualidad.
-¿Usted la intuyó?
-No, era un hombre interesante, culto, decente, educado, agudo, un lector perspicaz
con el que compartí gustos e inclinaciones literarias. Años después todo eso hizo
que me preguntara por qué nos parecíamos tanto.
-Me está usted asustando.
-El crimen fue llevado a cabo ante todo por un lector. Creo que le sucedió un
devenir literario: la transformación de un individuo en los personajes quelee y le
apasionan. Su crimen fue una manera de contarse.
-No acabo de entenderlo.
-Un individuo que no siente identificación con sus congéneres está más cercano a
los personajes de ficción: éstos se van volviendo sus amigos, sus guías.
-Y usted, ¿ha descendido a los infiernos?
-Sí, mis últimas novelas tratan de la falta de esperanza, de la angustia
contemporánea. "Scorpio City" habla de los grupos de exterminio de Bogotá que
asesinaron en una calle de cien metros a más de 175 personas.
-Le gustan a usted los récords.
-Me inquietó esa cifra y fui a la calle del Cartucho a investigar. Allí duermen
durante la noche recicladores de basura, nómadas y vagabundos. Una noche
cualquiera grupos paraestatales fueron a asesinarlos.
-¡¿Pero por qué?!
-Porque la asepsia es quizá una de las fases del mundo "light", limpio, casto y puro
del capitalismo salvaje. El primer mundo no quiere ver miserables ni pordioseros.
-¿Y qué recuerda de aquella gente?
-Una frase: "Nosotros somos invisibles". Y es cierto: no aparecen en el sistema, no
tienen DNI, ni recibos, ni domicilio. Son gente no detectada por elsistema y por eso
los persiguen. Son hordas de vagabundos que recorren la ciudad como tribus
primitivas.
-¿Cuál es el enemigo de Satán?
-La capacidad de conmoverse.
-Pero aun así ve a Satán en usted, en mí...
-Una de las grandes lecciones de la vida es aprender a convertir nuestras fuerzas
negativas en positivas, porque la mayoría tenemos un exceso de fuerzaque se
revuelve contra nosotros mismos por no saber expresarla.
-¿Alguna noche le visita Campo Elías?
-Me visitó durante 16 años ininterrumpidamente hasta que escribí la historia y me
lo saqué de encima. Ahora vive en un libro.
Estudio De La Segunda Entrevista
En esta segunda entrevista primero hablan de la obra como tal y después el autor le
hace preguntas a Mendoza acerca de Satán y el bien y el mal entre
otros temas, también acerca de la legión de la cual dice que es simplemente una
forma de identificación y que Satán es la capacidad de mal que podemos generar
cualquiera de nosotros dentro de nuestros actos. Hay otra idea que es que el
compartió varios momentos con el soldado en las actividades que ya hemos
descrito, y que el la tarde anterior a la matanza, asumimos que sea la tarde del
miércoles 4 de diciembre estubo con el, y esta (asumimos) pudo ser la escena que el
entre los actos de terror del ultimo capitulo del libro, ahora bien el mismo Mendoza
en esta entrevista dice que el soldado después de la matanza de la 118 SI FUE A LA
UNIVERSIDAD a buscarlo a el pero no lo encontró y fue cuando siguió su jornada
sangrienta en el apartamento de su mamá. Entonces si el mismo Mendoza dice que
el soldado visito la javeriana como lo describe el libro en la mitad de su jornada
sangrienta, simplemente le creemos y no ponemos en duda su sinceridad mas bien
nos cuestionamos para nosotros mismos ¿por qué eso nunca salió en la prensa?; y
podemos ver que ahora se generan dudas acerca del tema pero que son fuera del
libro y mas de la realidad del autor frente a los hechos.
Tercera Entrevista
Mario Mendoza: ''la cultura no nos hace mejores personas''
Un día cualquiera de 1986 un profesor de inglés, ex combatiente con los boinas
verdes en Vietnam, estudiante en la Universidad, mata a su madre, a varias vecinas,
a su alumna, a la madre de su alumna y a más de 20 personas en la pizzería Pozzeto
de Bogotá. Después se pega un tiro. Mario Mendoza le conocía, el asesino anduvo
buscándole en la facultad antes de culminar su masacre. Algunos años después, el
escritor colombiano ha conseguido asimilar la historia y explorar a través de ella la
delgada línea que separa lo mejor y lo peor de nosotros mismos.
Mario Mendoza en breve
Le gusta... Escribir
No soporta... No tener tiempo para escribir
Cualidad humana que más valora... Grandeza
Le gustaría vivir en... Bogotá, siempre
Un triunfo... El Biblioteca Breve
Una decepción...La violencia de mi país
Está leyendo... Muñoz Molina, En ausencia de Blanca
Escribe porque... No lo puedo evitar
Satanás
TERRA.- Debo confesarle que he pasado miedo leyendo su novela y que me ha
provocado bastante inquietud...
MARIO MENDOZA.- Me alegro. Peor hubiera sido que se hubiera aburrido.
T.- ¿Qué se siente al saber que alguien a quien conoce ha matado a 29 personas en
un día y entre crimen y crimen anduvo buscándole?
M.M.- Al comienzo mucha culpa, y después, con el paso del tiempo, me pregunté si
no había allí un mensaje cifrado, un enigma, una novela.
T.- Un asesino en serie culto y amante de la literatura, que para mí es tanto como
amar la vida. ¿Ha pensado en ello?
M.M.- Sí, a veces hay una plenitud de vida que se desborda, que se sale de sí y
alcanza registros opuestos y atroces. Los directores de los campos nazis, por
ejemplo, eran amantes de la poesía, de la ópera y del arte en general. Hitler mismo
era un gran lector y un gran conocedor de arquitectura y pintura. Tenemos
el mito de que la cultura hace a los demás personas mejores, y eso no es cierto. Hay
campesinos ignorantes que son mejores individuos que muchos intelectuales.
T.- En determinadas circunstancias, ¿cualquiera puede convertirse en asesino?
M.M.- Sí, la presión puede ser tan fuerte que en algún momento los diques no
soporten y la cabeza explote en mil pedazos. Las circunstancias, a veces, empujan al
individuo hacia el abismo.
T.- De todos los crímenes posibles, ¿cuál no llegará nunca a entender?
M.M.- El crimen por poder y por dinero, que es el más común.
T.- ¿Alguno justificable?
M.M.- Sí, el que es por defensa propia.
T.- ¿El mal fascina más que el bien?
M.M.- Según de qué estemos hablando. Lo que sucede es que estos polos son
relativos, no absolutos. Incluso pueden cambiarse entre ellos, y lo que
consideramos malo para nosotros, es bueno para otros. Y viceversa.
T.- ¿Le duele Colombia?
M.M.- Mucho, mi país es parte de mí, y lamento que existan
tantos intereses económicos mezquinos ( droga, tráfico de armas, importación de
insumos químicos) que nos impidan a los colombianos alcanzar la paz y la
sana convivencia.
T.- Violencia, personajes confundidos, un final dramático... dígame algo positivo
que aparezca en su novela.
M.M.- Aquellos momentos en los cuales los personajes entran al sexo con toda
la potencia de su ser. Me esforcé mucho en las escenas eróticas y sexuales. Son
instantes, creo, positivos para ellos, plenos. En la escena entre las dos mujeres, por
ejemplo, puse lo mejor de mí, y deposité en ella toda mi ternura y mi capacidad de
comprensión.
Estudio de la tercera entrevista:
Esta entrevista es mas superficial en donde hablan de cosas personales de Mendoza
y reconfirman lo que habíamos afirmado en la anterior entrevista como lo es por
ejemplo la visita del soldado a la Javeriana antes de continuar su jornada
sangrienta y de resto habla sobre cosas personales y superficiales de Mendoza hacia
o para el libro.
Acerca de La de la niña posesa que se habla en el epilogo y en otro de los capítulos
del libro no encontramos información pero sabemos que es cierto y que fue verdad
por eso no le hicimos estudio a lo largo de este trabajo ni lo desmentimos como si
no fuera cierto.
8. Opiniones personales y conclusiones.
Hemos llegado al final de este trabajo ya teniendo casi totalmente
en claro la base del libro Satanás, protagonizando esta Campo Elías que
personalmente creemos fue un hombre con propio carácter y con muchos
problemas psicológicos pues creemos que afrontar los traumas que el soldado sufrió
años atrás no es nada facil, todo esto sin darle la razón a sus actos; si lo miramos
desde el punto de vista de sus actos nos damos cuenta de que él era un loco
sin corazón. Lo que si nos queda totalmente claro es que ni por mas información
ni trabajos de investigación que hagamos vamos a poder decir con exactitud que era
lo que rodeaba la mente de el soldado y cual era su misión y visión personal de su
ser en este mundo; nos damos cuenta que quedan preguntas por responder pero
que ya no son de responder por medio de investigaciones extensas si no que son
dudas de las cuales cada uno de los lectores se la podrá responder bajo sus
argumentos personales y bajo su mentalidad. Ahora bien si miramos a Campo Elías
desde el punto de vista que nos relata el libro, nos vamos a encontrar con "legión"
que personalmente pensamos que también es la identidad del mal pues todos
somos tanto bien como mal y esa es la legión , personalmente vemos que esa legión
dentro del libro se ve cuando se incumplen las leyes católicas, mandamientos de
dios (cristianos) y se pasa a vivir en una vida terrenal, es ahí donde se muestra la
legión del mal, por ejemplo
Cuando Maria usa sus atributos físicos para hacerle daño a la gente y robar,
el mandamiento cristiano dice "no robaras" entonces se está obrando mal y
Maria hace parte de la Legión
De la misma manera cuando la misma Maria se mete con una mujer para
salir de su crisis mental, y el mandamiento dice "no cometerás actos impuros"
entonces está haciendo mal y es parte de la legión
O cuando Ernesto miente a su propia religión y a sus propias creencias y las
engaña, y el mandamiento dice "no mentirás" entonces está haciendo mal y es
parte de la legión
O cuando un hombre trata a su mamá como "esa señora" y es capaz de
pegarle, y el mandamiento dice "honrarás a padre y madre" entonces está
haciendo mal y es parte de la legión
O cuando una persona en una jornada sangrienta mata a 28 personas, y el
mandamiento dice "no matarás" entonces se está haciendo mal y es parte de la
legión