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ISSN 0718-6924

VOL. VIII, Nº 1, AÑO 2009

EL DUOGRAMA EN LA FORMACIÓN SISTÉMICA.


LOS TERAPEUTAS Y SUS RELACIONES DE PAREJA1
TERESA ARCELLONI * GLORIA FERRERO
Associazione Episteme, sede de Turín del Centro Associazione Episteme, sede de Turín del Centro
Milanese di Terapia della Famiglia, Italia Milanese di Terapia della Famiglia, Italia

RESUMEN En este trabajo las autoras proponen una reflexión sobre los aspectos relacionales de los lazos de
amor del terapeuta: el duograma. Se creó un neologismo para evidenciar cómo, de forma análoga al
genograma, el duograma subraya la atención hacia las relaciones, pero pone en segundo plano la
idea que sean los vínculos de sangre los únicos importantes en la historia del terapeuta. El duograma
comprende las relaciones sentimentales significativas para el sujeto a lo largo de su vida; desde las
que tuvo cuando niño y de las que tiene memoria, a las vividas en la adolescencia y como adulto,
incluidas las historias deseadas, fantaseadas y nunca realizadas en la realidad ya sea porque no hubo
correspondencia del sentimiento o porque ese quedó en secreto. Se analiza el método en la
utilización que se hace de ella en los grupos de formación sistémica y también en el uso particular en
grupos que encuentran como su motivo de congregación una única jornada de estudio. Las
reflexiones sobre esta experiencia en grupos “sin historia previa” se basan sobre la experiencia de
trabajo en Chile de una de las autoras. En este trabajo nos concentramos en el uso del duograma en
la formación, sobre la utilidad y sobre el significado que este ejercicio puede tener para el alumno
que lo relata y obviamente para todo el grupo que participa.

PALABRAS CLAVE duograma; formación de terapeutas; relaciones de pareja; terapia sistémica

THE DUOGRAM IN SYSTEMIC THERAPY TRAINING.


THERAPISTS AND THEIR COUPLE RELATIONSHIPS
ABSTRACT In this paper, the authors pose a discussion on the relational aspects of the love bonds of the
therapist: the duogram. A neologism is created to make evident how, in analogy with the genogram,
the duogram highlights attention towards relationships, leaving in second place the idea that blood
ties are the only important bonds of the therapist´s history. The duogram covers subjects´ significant
sentimental relationships throughout his or her life; from childhood and remembered relationships,
to adolescent and adult relationships actually lived, including stories which were desired, fantasized
and were never fulfilled, whether due to non-correspondence of the sentiment or because it was kept
secret. The use of this method is analyzed in groups of systemic training, as well as in one-day
workshops. Reflections about this experience in groups “without previous history” are based on the
experience developed in Chile by one of the authors. In this paper we concentrate on the use of the
duogram for training, on its usefulness and on the significance of this exercise for the student who
relates, as well as on the participating group.

KEYWORDS couple relationships; duogram; systemic therapy; therapist training

RECIBIDO CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO:


28 Febrero 2008 Arcelloni, T. y Ferrero, G. (2009). El duograma en la formación sistémica. Los terapeutas y sus relacio-
nes de pareja. Psicoperspectivas, VIII (1) ,195-230. Recuperado el [día] de [mes] de [año] desde
ACEPTADO
http://www.psicoperspectivas.cl
12 Abril 2009
* AUTORA PARA CORRESPONDENCIA:
Teresa Arcelloni, Psiquiatra, Psicoterapeuta. Docente del Centro Episteme de Torino.
E-mail: terarci@libero.it

1
Traducción: Luisa Castaldi, profesora de la Escuela de Psicología – Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. E-
mail: lcastald@ucv.cl

© Pontificia Universidad Católica de Valparaíso


Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons Atribución 3.0 Unported
EL DUOGRAMA EN LA FORMACIÓN SISTÉMICA. LOS TERAPEUTAS Y SUS RELACIONES DE PAREJA

La historia familiar del terapeuta y sus relaciones de pareja son parte integrante
de la terapia, ya que se juegan en la relación terapeuta de la misma manera que
el hecho de tener el pelo canoso o de ser una joven mujer. Estas características
en la vida del terapeuta no son tema de la terapia, pero en nuestra experiencia
de terapeutas familiares sistémicas y observadoras del no verbal nos lleva a con-
siderar como muy importantes también los aspectos de la relación que quedan
como no expresados verbalmente ni tematizados. Estimuladas por estas re-
flexiones hemos experimentado en la formación una nueva forma de describir
las relaciones de pareja, ideando el duograma. Hemos creado un neologismo
para describir nuestro trabajo que, análogamente al genograma, subraya la
atención a las relaciones, pero pone en segundo plano la idea que sean los lazos
de sangre a ser los únicos importantes en la historia del terapeuta.

Con el termino duograma hacemos referencia a la narración y la representación


gráfica de las historias de pareja de una persona y nos rehacemos voluntaria-
mente al termino genograma que en vez describe las relaciones familiares. El
duograma incluye las relaciones sentimentales significativas para el sujeto du-
rante todo el arco de su vida, desde aquellas de cuando era un niño y de la cua-
les tiene memoria, a aquellas vivida en la adolescencia y de adulto, incluidas las
historias deseadas, fantaseadas y nunca realizadas en la realidad ya sea porque
no hubo correspondencia de sentimiento o porque ese quedó en secreto.

Los enamoramientos de los niños y las historias de amor imaginadas pueden


marcar la vida de una persona menos dramáticamente respecto a un divorcio o
a una traición pero, en una buena lectura sistémica y relacional, todas las vicisi-
tudes tienen el mismo peso y tienen que interesar en cuanto “experiencias de
relación” sean esas fantásticas o vividas. También el recuerdo de un rechazo re-
cibido cuando chico lleva consigo una serie de emociones, significados y viven-
cias que contribuirán en el tiempo a la definición de ideas y prejuicios sobre el
amor y sobre la pareja.

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El duograma no diseña el mapa cognitivo, sino que la representación subjetivas


de las relaciones de pareja, como el genograma no se refiere a las relaciones de
“sangre”, sino que a los vínculos “de amor”, a los lazos sentimentales instaura-
dos en la vida con personas del otro o del mismo sexo.

En el duograma se toma en consideración una única generación, la del sujeto


narrador y se sigue el desarrollo evolutivo de su historia de vida; no es impor-
tante en la narración y en la representación el as temporal pasado-presente: la
sucesión temporal de los lazos interesa en relación al desarrollo y al ciclo de vida
de la persona (Walsh, 1993).

Por consecuencia la representación gráfica resulta muy diferente respecto a


aquella del árbol genealógico, comúnmente usada para el genograma, que sim-
boliza el vínculo de las relaciones del pasado con la multiplicidad del presente.
En el duograma cada relación puede resultar gráficamente desligada de las
otras, durante el relato la persona puede seguir libremente el flujo de la memo-
ria, sin tener que atenerse a la cronología de los eventos, puede contar de sus
relaciones en el orden que prefiere, eligiendo también si relatarlas todas o dejar
afuera una o más. La elección de omitir conscientemente algunas historias es
legítima y se tiene que respetar, si se puede “olvidar” un pariente....

Los alumnos tienen una historia y una familia

Se invitan los alumnos de nuestra escuela sistémica a reflexionar respecto a su


propia familia de origen y respecto a las generaciones anteriores para “decons-
truir” toda descripción estereotipada y totalizadora respecto a la idea de fami-
lia. Para ayudar los futuros terapeutas a ser consciente de cómo la historia fami-
liar pueda influir el pensamiento respecto a un problema o a una situación es-
pecial de la vida, los alumnos son estimulados a mirar su misma experiencia en
familia utilizando un método que sea parecido a aquello que ellos podrían usar
en terapia con sus clientes.

Durante la participación a simular y a trabajo en grupos, se favorecen las refe-


rencias y las conexiones con la historia de la familia del estudiante, pero es la

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presentación del genograma el momento en el cual más explícitamente se hace


referencia a la historia familiar que está “detrás” de cada uno. Este trabajo en-
riquece el futuro terapeuta de nuevas perspectivas con la cuales mirar a las fa-
milias que encuentra en terapia y algunas veces lo lleva a descubrir y experimen-
tarse al interior de su contexto familiar. En relación a eso Bowen (1972) sostiene
que el nivel de diferenciación del clínico de su familia de origen tiene mucha in-
fluencia sobre la respuesta de la familia en terapia, o sea sobre la posibilidad del
terapeuta de ser eficaz.

Se han aportado muchos argumentos a la tesis que los terapeutas en formación


tengan que reflexionar sobre su familia de origen. En el panorama de las escue-
las de formación italianas Andolfi (1995) afirma que el genograma es parte in-
tegrante de la formación: a través de la reflexión sobre sus relaciones familiares
el alumno realiza un entrenamiento respecto a cuanto deberá poner en práctica
con las familias en terapia. Sorrentino (1995) considera que el alumno, a través
del genograma, logra construir nuevas conexiones y a develar su propia posición
en el juego familiar.

Cecchin sugería una lectura del genograma orientada a conectar las relaciones
familiares del futuro terapeuta con su elección de ser terapeuta; la pregunta
que guía las reflexiones sobre el genograma en formación se vuelve: ¿por qué
este colega ha elegido este trabajo? (Formenti, 1995)

Nosotros consideramos que además de esta perspectiva “profesional” sea útil no


excluir aspectos aparentemente más personales. Decimos aparentemente por-
que no es un hecho que conectar las relaciones familiares con el deseo de ser te-
rapeuta sea menos “personal” de la reflexión pongamos acerca de por qué la
abuela se permitía ser autoritaria con la tía y no con la mamá...2

Las sugestiones que nos han entregado los genogramas durante la formación
nos han llevado a poner el acento sobre el presente del alumno con una re-

2
A pesar de esta postura respecto a lo personal y profesional en el artículo se han cambiado los nombres
y las referencias de las personas que presentaron sus duogramas.

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flexión respecto a las relaciones de pareja en su vida: ¿por qué no enfrentar un


trabajo relacional también sobre su historia afectiva? Es verdad que en la ejecu-
ción del genograma casi todo dibuja su elección sentimental actual, si existe, pe-
ro muchas veces parece que la pareja haya sido agregada como un intruso en la
compleja red relacional de la familia. ¿Y los otros? ¿Los hombres y las mujeres
que pueden haber marcado la lectura de la vida más que el abuelo? ¿Por qué
reflexionar sobre la posición en la familia de origen e ignorar la propia posición
en las relaciones de pareja?

Existen analogías teóricas y metodológicas entre el genograma y el duograma:


ambas modalidades de trabajo no son únicamente un gimnasio para aprender
“cómo se hace” a trabajar con la familia, sino que son unos instrumentos que
ayudan a poner el acento sobre los prejuicios del alumno en la descripción de
sus relaciones familiares.

Trabajando con el genograma y duograma exploramos las relaciones y conec-


tamos estas observaciones con las actitudes del alumno.

En la discusión en la cual el grupo propone hipótesis respecto a las relaciones


que el colega ha descrito emergen muchas veces puntos de vistas contrastantes
por ende lo que parecía “obviamente” trágico a veces se colorea de ironía, al-
gunos toman las partes de la oveja negra de la familia encontrando sus “buenas
razones”, hay quien muestra molestia hacia una relación descrita como idílica
etcétera. Se dan vuelta situaciones que se habían dado como hechos porque re-
latadas como historias inmodificables.

Así como el genograma no devela como es la familia, también el duograma es


el diagrama de procesos en evolución, no la fotografía de la realidad: es interac-
tivo y puede dar vida a una historia completamente nueva si viene presentado
en un diverso momento de la vida o en un contexto diferente.

El duograma durante la formación

Desde hace tiempo es común la idea que el terapeuta tenga que trabajar sobre
el análisis de su historia pasada, así Barnes, Down y MacCann (2000) enfrentan-

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do el tema de la formación de la terapia sistémica atribuyen gran importancia a


la relectura de la historia personal del futuro psicoterapeuta, Hildebrand (1998)
subraya la importancia de identificar durante el training las variables personales
a través de un trabajo auto reflexivo desarrollado al interior del grupo que es-
timule los alumnos a ponerle voz a aspectos de su experiencia personal.

La formación del psicoterapeuta cambia en sintonía con la evolución de la idea


de lo que signifique hacer terapia. Podríamos decir que el concepto de forma-
ción y aquello de terapia están ligados recursivamente y se influencian recípro-
camente. Desde hace muchos años el terapeuta sistémico ha abandonado la ilu-
sión de guardar sus pensamientos y sus emociones bien cerrados en la “caja ne-
gra” (Ugazio, 1965). El constructivismo ha llevado al interior del marco terapéu-
tico la persona del terapeuta con sus prejuicios (Cecchin, Lane y Ray, 1994), su
diálogo interno (Bertrando y Arcelloni, 2006), sus características personales, cul-
turales (Tomm, 1987; Fruggeri, 1994) y de género (McGoldrick, Anderson y
Walch, 1989): una terapeuta veinteañera construye una historia terapéutica dis-
tinta de la que se juega entre un terapeuta hombre septuagenario y su cliente.
En el pensamiento sistémico el sí mismo ya no es una infiltración del mundo psi-
coanalítico: para Bertrando y Defilippi (2005) la terapia es, al contrario, el lugar
electivo en el cual modificar la narración del modo de hablar de sí. En la tradi-
ción de la terapia familiar la biografía personal y la historia familiar (McGoldrick
y Gerson, 1985; Montagano y Pazzagli, 1998) ya eran parte constitutiva de la
psicoterapia. La consecuencia es que la formación se abre cada vez más a la re-
flexión respecto a las características del terapeuta, de su evolución y de su histo-
ria.

Por ende es importante permitir al alumno enfrentar la narración de sus histo-


rias de pareja, de aquellas relaciones que en su vida lo han llevado a construir
una personal visión de las relaciones de amor. El duograma puede ser importan-
te para ayudar el alumno a explicitar sus propias premisas y a volverse más cons-
ciente de sus prejuicios respecto a las relaciones de pareja. En el umbral de una
profesión que involucra tan fuertemente como la del psicoterapeuta, es oportu-

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no que una persona pueda enfrentar críticamente su historia hecha también por
las vicisitudes de pareja.

Es también viviendo las historias afectivas, con todo el bagaje emocional y de


significados que las acompaña, que cada uno de nosotros se crea unas ideas res-
pecto a la relación de pareja, de los hombres y las mujeres, respecto a cómo nos
deberíamos comportar, sobre lo que es lícito en una historia de amor, respecto a
qué cuenta de verdad y qué debería quedar en secundo plano.

Estas ideas no quedan inmutadas en el tiempo, sino que, en un complejo reco-


rrido recursivo, influencian la experiencia y son a su vez modificadas por los
nuevos sucesos que irrumpen en nuestra vida afectiva de manera inesperada.

Con el duograma queremos explorar las ideas que los alumnos tiene acerca de
sus experiencias de pareja para conectarlas con sus sistemas de significado: es
obvio que la elección de la pareja se da por un entrecruzarse de motivaciones
complejas, en una alquimia de elementos heterogéneos, pero en el duograma
nos interesa la lectura que el alumno hace de su elección. Hemos privilegiado el
tema de la relación de pareja porque nos parecía un campo interesante y crucial
para nuestros jóvenes estudiantes in fase de desvinculación, una fase del ciclo vi-
tal en el que, al interior de la relación de pareja, se experimentan nuevos mo-
dos de “hacer familia”, a lo mejor diversos de la premisas que se habían cons-
truido en la familia de origen.

No existe una definición universal de qué es una pareja: es posible imaginarla


como una estructura constituida por dos personas, resulta mucho más complica-
do dar de ella una definición funcional y evolutiva, o sea definir cómo y para
qué dos personas están juntas. Estamos en pareja por amor, pero el odio y la in-
diferencia algunas veces son pegamentos todavía más fuertes; estamos juntos
por sexo, para procrear, para divertirnos, para ayudarnos y sostenernos, para ca-
sarnos...pero también por razones totalmente opuestas. En pareja se comparte
todo o nada, se hacen cosas juntos o separados, con la bendición de la propia
familia o en contra del resto del mundo. Cuando el alumno cuenta sus propias
historias de pareja emergen las diferencias entre las diversas relaciones en el

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tiempo y se pone en crisis la idea que exista una descripción de pareja que hay
que adoptar como criterio normativo de cómo hay que vivir de a dos.

En acuerdo con Luhaman (1984), consideramos la comunicación como parte


constitutiva del sistema y la pareja como sistema de significado y de funciones:
por eso es importante cómo cada uno describe qué sucede en su relación de pa-
reja y cómo los miembros han escogido justamente esa descripción que les ha
permitido experimentar sufrimiento o placer (Retzer, 2004).

Proponiendo el duograma invitamos el alumno a releer las historias de pareja


de toda su existencia: no es valioso sólo el pasado, pero también es importante
el presente en su doble valencia. Por un lado el presente es el “aquí y ahora” del
alumno, el teatro de su vivir, por el otro es el observatorio de su pasado, la lente
que usa para leer sus relaciones pasadas. Pasado, presente y futuro están ligados
en un anillo autoreflexivo, de manera que el presente determina el pasado a
través de la descripción que del pasado se hace en el presente (Boscolo y Ber-
trando, 1993).

Hablar de las relaciones de pareja significa también enfrentar temas que no se


toman frecuentemente en consideración en la formación como el sexo y el ero-
tismo. Muchas veces los terapeutas en formación expresan sus dificultades en
enfrentar en terapia temas concernientes las relaciones sexuales de sus clientes.
Así durante una terapia, una joven alumna dirigía a una pareja de treintañeros
preguntas respecto a su tiempo libre, preguntando si, cuando estaban solos,
hablaban, veían televisión o iban al supermercado...Se había creado una especie
de alón de protección alrededor del tema de su vida sexual así que los clientes
parecían dos ingenuos escolares al grupo detrás del espejo. En la discusión con
los observadores la terapeuta nos comunicó de una forma igualmente inocente
que era “demasiado luego” para hablar de sexo, en el fondo estaban recién en
la tercera sesión... En realidad se estaba construyendo un sistema terapéutico en
el cual había que evitar el argumento sexo, en perfecto acuerdo con el sistema
de formación, en el cual se hablaba de relaciones, pero sólo de las parentales.

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En un análisis original del uso posmoderno del sexo Zygmunt Bauman (2001)
sostiene que, a través del erotismo, la especie humana si la ha ingeniado para
darle al acto sexual un valor adjunto, más allá de su función reproductiva, el del
placer. En la edad moderna por ende se han contrapuesto dos estrategias cultu-
rales, por un lado aquella que reforzaba la función reproductiva del sexo, soste-
nida por la iglesia y escuela, por el otro la estrategia romántica, connotada por
disenso y rebeldía que sostenía el vínculo entre erotismo y amor. Para Bauman
nuestra sociedad posmoderna ha quebrado este dualismo: hoy el sexo es razón y
meta de sí mismo. ¿En dónde colocar nuestra terapia y nuestra formación un
poco para decirlo de alguna manera, “púdica”? ¿No será que el terapeuta
sistémico no habla de sexo por temor de meterse en un campo en el cual se co-
rre el riesgo de ser normativos (también la exaltación de sexo y placer pueden
volverse normativos) y por ende prefiere ignorar el sexo así como por un largo
tiempo ha elegido ignorar la existencia del diagnóstico para no correr el riesgo
de patologizar?

Enfrentando el aspecto sexual de las relaciones, en el trabajo con el duograma


hemos mostrado a los alumnos la posibilidad de leer también la vida sexual de
los clientes de manera relacional: a través de la relación sexual las personas se
comunican una serie de significados que son personales y que a veces el tera-
peuta da por hecho. Estamos por ende atentas al aspecto relacional del sexo
que subjetivamente invertimos de sentido y de importancia personal, y que
nuestros clientes experimentan en la estrategia de la reproducción, del placer,
del amor etcétera (Clement, 2004). En Italia la terapia sistémica no ha dado un
gran resalte al aspecto sexual de la relación, las revistas específicas han descui-
dado el tema. Vella y Solfaroli Camillocci (1999) toman en examen la sexualidad
en la terapia de pareja en relación al evolucionar del ciclo vital. En el ámbito de
la formación los aportes son todavía más escasos: Jones (1996) y Wendt (1996)
hablan de sexo del terapeuta en formación, pero se refieren a la influencia so-
bre la terapia de las diferencias de género.

El duograma no es naturalmente sólo reflexión respecto al sexo: se atribuye una


gran importancia a las diferencias en la historia de la persona en relación al ciclo

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de vida. La infatuación de la escuela básica es una historia diversa respecto a


aquella actual de una treintañera, a pesar que el hecho que sea la treintañera a
apuntar el foco de su narración sobre la niña de entonces hace de aquella lejana
vicisitud una relación que mucho nos dice que como es hoy quien relata.

Brunner (2002) dice que contar acerca de nosotros es como inventar un relato
sobre quién y qué somos nosotros, sobre qué pasó y respecto a por qué hacemos
lo que estamos haciendo. Nuestras historias se juntan en el tiempo, se dividen
en géneros, envejecen, se adaptan a nuevas situaciones, los mismos recuerdos se
vuelven “víctimas” de nuestras historias. Por ejemplo la alumna que habla del
niño del jardín que besó en el baño, no cuenta la historia “verdadera, original”
de la emoción que sintió en ese entonces, sino que narra lo que hoy ella de
treinta y un año siente recordando esa experiencia, también a la luz de sus suce-
sivas experiencias de pareja.

El relato de la propia existencia no toma desde una bodega los recuerdos guar-
dados y siempre disponibles de la misma manera (Rosenthal, 1995), sino que ca-
da relato es el cuento que aquella determinada persona hace hoy, en este mo-
mento y por ende habla de las emociones actuales, de sus significados de hoy.

Este aspecto nos parece muy útil en la formación del terapeuta: frecuentemente
los terapeutas inexperto “se esperan” historias que sean en sintonía con su si-
tuación actual y por ende encuentran muy difíciles las terapias con parejas ma-
duras o ancianas. Volver a verse en las propias historias de pareja en el curso de
la vida ofrece una medida de cómo los sistemas de significados cambian en el
tiempo y aumenta la curiosidad hacia historias de personas de otras generacio-
nes, más que estimular juicios de aprobación o desvalorización.

La técnica: ¿cómo se hace el duograma?

Hemos preferido utilizar el duograma con alumnos en el segundo bienio de la


formación: contarse de manera diferente poniendo en discusión premisas y pre-
juicios respecto a las relaciones requiere un cierto entrenamiento y costumbre

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en hacer hipótesis relacionales. Trabajando con el duograma, además del alum-


no que relata su historia, se involucra todo el grupo, por lo que es más fácil que,
a partir del tercer año, el clima esté marcado por una mayor “confianza” y por
ende sea más simple confiar a la escucha y a la participación de los colegas in-
formaciones sobre la propia vida.

La reflexión que hacemos con el duograma es atenta no sólo a los contenidos,


sino también a los procesos a través de los cuales vienen vividas las historias.
Haciendo referencia a los contenidos el alumno experimenta que no existen
preguntas por sí misma “poco sistémicas”: preguntar cómo se maneja el dinero
en la pareja no es menos sistémico que preguntar si con los suegros hay conflic-
to, en realidad es a la lectura de la respuesta que se puede atribuir una valencia
más o menos relacional. Focalizando nuestra atención en los procesos nos ha pa-
recido muy útil dar importancia también a aquellas relaciones que frecuente-
mente se liquidan apuradamente en el relato de la propia vida en cuanto “poco
importantes”. No existe una información por sí misma “irrelevante”: la curiosi-
dad dirigida al proceso hace de la fugacidad de una relación un dato significati-
vo. Análogamente no nos interesa la sinceridad “la verdad verdadera”: decir to-
do no es importante para los objetivos de este trabajo, no cuenta la historia co-
mo es, sino como se narra. Con el duograma el alumno y el grupo experimentan
el placer de contar y escuchar, peculiaridades básicas para un psicoterapeuta.

A través del cuento de las relaciones sentimentales emergen informaciones de


datos personales, fechas, tiempos, eventos, sentimientos, emociones, roles, re-
glas, significados: todo viene leído en una óptica relacional, en la búsqueda de
semejanzas y diferencias, al interior de la misma relación y entre las diversas re-
laciones entre ellas. Emergen estilos y pautas relacionales, modelos comunicati-
vos, redundancias, eventos y etapas significativas del ciclo vital que acompañan
las elecciones sentimentales del individuo.

Es útil que cada alumno tenga la posibilidad de trabajar en grupo sobre las pro-
pias relaciones de amor, por esta razón hemos reservado para este ejercicio un
espacio no ocasional en la formación, pero hemos dejado a los alumnos la liber-
tad de decidir si y cuándo hacerlo. El carácter voluntario no ha limitado la ejecu-

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ción: la mayor parte de los alumnos nos ha pedido de poder “hacer el duogra-
ma”. A través del compartir, el duograma se ha vuelto una especie de rito de in-
tegración con el grupo al que nadie sentía poder renunciar. Por el lado nuestro
nosotras no hemos querido “imponer” este trabajo para favorecer la responsa-
bilidad del alumno con su formación: cada uno sabe cuándo es el momento en
el cual confiar en el grupo y entregar a él sus experiencias.

Podemos esquemáticamente (y un poco artificialmente) subdividir la ejecución


de un duograma en cuatro momentos:

1. Un alumno cuenta sus relaciones de pareja y las indica gráficamente sobre una
pizarra visible para todo el grupo. Se específica que la pizarra representa simbó-
licamente el espacio relacional en el cual toman vida las historias; la simbología
es aquella conocida con el genograma para representar la pareja heterosexual
se usa un círculo que indica la mujer y un cuadrado, que indica el hombre, uni-
dos por una línea continua. Las relaciones mantenidas en secreto o deseadas se
representan con una línea punteada. Para cada relación se pide indicar la dura-
ción y la edad de los dos miembros de la pareja. Se tiene la facultad de elegir
cuáles relaciones narrar, todas o sólo algunas, sin tener que especificar; si desde
el relato no es claro el orden cronológico de las historias, se pueden preguntar
las fechas para ordenarlas en el tiempo.

Para cada relación el alumno cuenta los elementos descriptivos que caracterizan
la pareja (nombre, aspecto físico, aspectos de carácter, edad, ocupación...), la
evolución de la historia (quién dio el primer paso, qué llamó la atención del
otro, cómo cambió la relación, cómo terminó...), cuáles reglas implícitas y explí-
citas, (la sexualidad, la gestión de la plata, las relaciones con las familias de ori-
gen, las relaciones con los pares, etc.), la vivencia emocional con la que hoy re-
cuerda esas vicisitudes.

El grupo escucha y observa el proceso a través del cual las historias vienen rela-
tadas y dibujadas y pone atención a los aspectos no verbales del relato. En un
primer momento, si el grupo no tiene experiencia en este ejercicio, serán los do-

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centes que formularán las preguntas y sucesivamente el grupo podrá intervenir,


poniendo preguntas para explorar los aspectos que considera significativos. Se
requiere una actitud de respeto que consiste en evitar de formular juicios por
ejemplo sobre la oportunidad o menos de la elección de esa determinada pare-
ja, sobre los comportamientos y los valores de la pareja etc. Estamos atentas en
recoger el feedback de quien relata: si tenemos la duda si el alumno prefiera no
enfrentar algunos temas preguntamos simplemente si es así y por qué, las in-
formaciones que tenemos de esta metacomunicación son a veces más sugestivas
del contenido mismo de las historias.

2. Terminado el relato de las historias y acabadas las preguntas, la persona que ha


narrado su historia se sienta apartado y se queda en silencio a escuchar la discu-
sión del grupo. Se hacen entonces hipótesis relacionales sobre cada relación y
entre las diversas relaciones en el tiempo, respecto a las reglas explicitas y a las
que quedan no dichas...Las hipótesis conectan redundancias y diferencias de ro-
les y posiciones en las parejas, vivencias de las personan involucradas y circuns-
tancias recurrentes: a través de este proceso emerge una posible descripción de
los prejuicios y de las premisas respecto al amor y a la pareja.

Los docentes estimulan la reflexión sobre los que podrían ser los puntos de fuer-
za y cuáles los riesgos para un terapeuta con esta historia amorosa detrás. El
grupo es invitado a reflexionar sobre lo que ha salido del relato con atención
también a la modalidad de representación gráfica que se debe tomar en consi-
deración como si fuera parte del “no verbal” del duograma. Con tal objetivo se
evidencian aspectos como el orden según el cual se dibujan-relatan las historias,
los olvidos, las omisiones, las puntualizaciones, el uso del espacio gráfico, los
tiempos, el tono emotivo...

Es fundamental una observación crítica del desarrollo en el tiempo de la historia


afectiva del sujeto respecto a aquel que se considera el ciclo de vida “normal”
de la persona (una relación de una chica de diecisiete años podría ser muy dis-
tinta en todos sus aspectos a la historia amorosa de una treintañera).

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3. Al término de las fases anteriores es útil un ulterior pasaje: conectar el duogra-


ma del alumno con su genograma hecho en anterior momento del recorrido
formativo. Analizar las características de las “parejas” de la propia familia de
origen (aquella de los padres en primer lugar pero también de los hermanos,
tíos, abuelos...) confrontándolas con las experiencias personales de pareja puede
estimular hipótesis y vivencias importantes, nuevas conciencias o confirmaciones
de aspectos relativos a sí mismo ya experimentados, pero que ahora pueden
asumir una nueva luz en cuanto observados desde un nuevo punto de vista.

Hemos tratado de evidenciar afinidades y diferencias entre genograma y duo-


grama con preguntas relacionales de conexión y de confrontación experimen-
tando cuanto este momento del trabajo puede ser útil para releer el propio ge-
nograma, en un proceso circular de complejidad aún mayor.

4. La “última palabra” le toca a quien ha propuesto su historia. El alumno comenta


las reflexiones del grupo cuando han terminado ya todas las intervenciones, si
quiere puede declarar de haber dejado afuera una o más relaciones y explicar la
razón. No necesariamente tiene que retomar todas las sugestiones propuestas
por el grupo, sino que comentará lo que le ha parecido significativo. Los docen-
tes le preguntarán después cómo se ha sentido durante el trabajo y cuáles han
sido las preguntas o las observaciones que le han sido útiles o lo han fastidiado.
Esta pregunta es muy importante, ya que a través del relato de las sensaciones
experimentadas el alumno tiene la posibilidad de metacomunicar acerca del
proceso que lo ha visto protagonista y por ende puede volver a trabajar como
de costumbre en el grupo en una dimensión emotiva distinta a la del duograma.

Proponemos una pauta de las áreas explorables a través del duograma, con el
objetivo de hacer que el instrumento y el uso que de él se puede hacer sean más
claros (Ver tablas 1, 2 y 3). Es importante precisar que estas son sólo algunas de
las muchas posibilidades: la fantasía, la capacidad de conectar informaciones, la
sensibilidad de quién participa al duograma puede hacer ilimitada la variedad y
las tonalidades de las interrogantes que se pueden proponer para estimular la
narración y construir hipótesis relacionales.

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TABLA 1
POSIBLES ÁREAS DE INVESTIGAR: LAS PAREJAS DEL DUOGRAMA.

Fisicidad
CARACTERÍSTICAS DE LA PAREJA Aspectos del carácter
Costumbres y pasiones

Conflictos
Sexualidad
División de roles
Gestión del dinero
LA RELACIÓN
Ritos y rituales
Proyecciones e hijos
Familia de origen
Reglas

Entre relaciones y emociones


CONFRONTACIONES Y CONEXIONES
Prejuicios y estereotipos

Posibles alternativas
PREGUNTAS HIPOTÉTICAS
Y de otra manera....

Imágenes
FANTASÍAS Metáforas
Mitos

TABLA 2
POSIBLES ÁREAS DE INVESTIGAR: UNA MIRADA DEL GENOGRAMA.

Semejanzas y diferencias entre estilos de pareja Temáticas


LOS ORÍGENES nuevas y recurrentes
Reglas y costumbres en el tiempo

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Prejuicios y estereotipos sobre amor y pareja

Roles y tareas de ayer y de hoy


EL GÉNERO
Poder, dinero, trabajo

Cortejo, placer y sexo


LA SEXUALIDAD Mitos y tabúes a través de las generaciones
Padres y madres confrontados

TABLA 3
POSIBLES ÁREAS DE INVESTIGAR: EL TERAPEUTA.

Valores e ideas personales


Resonancias
LÍMITES Y Temáticas de riesgosas o privilegiadas
RECURSOS Alianzas
PERSONALES Riesgos posibles
Puntos de fuerza
Prejuicios personales

El duograma de una alumna y su grupo

Durante una jornada de formación del tercer año de la Escuela de Psicoterapia


de Espíteme habíamos propuesto por primera vez una reflexión personal sobre
las relaciones de pareja: Nos parecía el momento correcto, ya que desde varios
meses estábamos trabajando con el grupo sobre la terapia de pareja: frecuen-
temente las alumnas hacían hipótesis respecto a la pareja que teníamos en tera-
pia con referencia a una idea de pareja “normal” “así como debería ser”, mu-
chas veces sin tener en cuenta que las expectativas del terapeuta frente a dos
personas están influenciadas también por las tendencias, culturas y gustos per-
sonales: La lectura que haces del mundo depende de tu historia (Cecchin, Lane y
Ray, 1994).

El clima emocional del grupo es de curiosidad por la novedad y Paola, una


alumna de 31 años, que frecuentemente se queda callada, se ofrece inmediata-

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TERESA ARCELLONI Y GLORIA FERRERO

mente con entusiasmo desafiando abiertamente el prejuicio que “de algunas


cosas es demasiado íntimo y difícil hablar”. Le pedimos contar sus relaciones de
pareja “afectivas-amorosas”, todas aquellas que recuerda, también de niña,
también las deseadas pero nunca nacidas.

Inicia dibujando las historias en orden cronológico, una debajo de la otra, de


cada una indica nombre y edad de él y la duración de la relación.

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Sergio
Paola
9 años 3 años 9 años

Franco
18 años Paola
1 año 14 años

La otra Darío Paola


17 años 15 años

6 meses

Fulvio Paola Sergio


Paola
19 años 17 años 27 años
17 años

3 meses 5 meses

Luigi Paola
23 años 18 años

11 años

FIGURA 1
DUOGRAMAS OBTENIDOS DEL EJERCICIO REALIZADO.

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Cuenta cada historia, las docentes hacen preguntas.

Estaba en la básica, Sergio es el niño con el cual, dice Paola, descubrió las dife-
rencias entre varones y niñas, o sea los juegos, las maneras de hacer y de ser di-
ferentes. Ella estaba más cómoda con los niños, era considerada un marimacho,
se vestía como hombre y era desordenada, su mamá trataba de vestirla como
señorita pero ella se subía por todo lado también cuando andaba con vestido.

¿Qué te gustaba de él?

El aspecto físico, la forma de caminar. Recuerda con placer la amistad que los
unía.

¿Alguna vez hubo un beso?

Si, una vez en el baño, se le había olvidado, sonríe recordando el episodio.

¿Quién besó quién?

Fue él que la besó a ella. No estaban juntos, en el sentido de decirse pololos, pe-
ro siempre andaban juntos, sus familias se visitaban y ellos dos se veían también
en la casa, afuera de la escuela.

¿Qué pasó después?

Hacia el final de la escuela, él empezó a alejarse, a frecuentar otros compañeros,


para ella había sido una fuerte desilusión, él ya no la buscaba.

De Franco estaba prendida pero no correspondida, era uno de los grandes de la


parroquia que frecuentaba, ella escribía largas cartas que nunca le ha entrega-
do, mantenía un diario de vida que llenaba de palabras sobre él, lo describe co-
mo inalcanzable, ya tenía una pareja de la cual ella era envidiosa y que encon-
traba muy afortunada. Todos sabían de sus sentimientos hacia él, ella no hacía
nada para esconderlos pero a pesar de sus sentimientos nunca habían tenido
una historia.

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¿Cómo terminó?

Con el tiempo la cosa se apagó y terminó.

¿Con cuáles emociones recuerdas ese periodo?

Con rabia, había hasta peleado con una amiga por él, no entendía por qué no se
había interesado, ella era considerada una bonita.

Era “la amante” de Darío, él tenía una polola oficial y después a escondida es-
taba con ella. Paola quería divertirse, había sido él que la había enganchado,
todo el grupo de los amigos sabía de ellos dos, cuando la otra chica lo descubre
deja Darío por un tiempo, pero después vuelven juntos y terminan de nuevo.
También durante ese periodo, ellos dos siguen viéndose pero nunca en público,
siempre solos después de las veladas con los amigos. “Yo era aquella del des-
pués, de los secretos”.

¿Qué cosa te fascinaba de esta relación?

Contesta: la liviandad, el riesgo, que hacía que todo tuviera picardía.

¿Cómo era Darío?

Lindo, pero con las mujeres era seductor, las ilusionaba todas.

¿Hacían proyectos respecto a ustedes dos?

Hablan de ellos dos cuando adultos, hablaban siempre mucho del futuro, de la
vida.

¿Tenían relaciones sexuales?

Había mucha intimidad física, pero nunca relaciones completa, ella recuerda que
estaba muy enamorada.

¿Qué decía tu familia de esta relación?

No aprobaban, él no gustaba, ella peleaba con la mamá porque volvía muy tar-
de la noche.

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¿Cómo terminó?

Ella en ese periodo cambiaba frecuentemente de amigos y de grupo, terminó


así, ella se cansó de él.

Después hubo un periodo de historias breves, de sexo, relaciones de pocos me-


ses. Los chicos se sucedían, recuerda en especial dos historias aquellas con Fulvio
y Sergio, y cuenta con calor que Fulvio la “salvó” de Sergio.

¿Qué pasó entre tú y Sergio?

“Él me quería mucho, estaba siempre apegado a mí” ella decide estar con él, él
era mucho mayor.

¿Qué sensaciones están ligadas a esta historia?

Sobretodo desagradables, la peor relación, la más fea que haya tenido; tiene
malos recuerdos hasta de las relaciones sexuales, lo aborrecía pero era imposible
sacárselo de encima. Cuando se mete con Fulvio espera también de alejar a Ser-
gio pero es sólo cuando encuentra Luigi que esta historia termina completa-
mente.

Luigi lo había conocido en la media, tenía 5 años más que ella, ya estaba traba-
jando. Lo describe como una persona delicada, atenta, curiosa.

¿Qué le gustó de ti?

No sabe, no lo recuerda, quizás las ideas que tenía.

¿Qué hacían juntos, cómo pasaban el tiempo?

Tenían un grupo de amigos con los que salían con regularidad, después de
haber estado con los amigos salían solos, iban a algún local a conversar o a su
casa.

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¿Qué sentías hacia él?

Estaba muy enamorada, se querían; él a veces tenía crisis respecto a su relación


de pareja decía que quería terminar pero ella conversando siempre lograba
“convencerlo” para que no lo hiciera.

¿Visitaban a sus familias?

Si, él le gustaba a su familia, ella pero no tenía mucha simpatía hacia la suegra,
sostiene que nunca se han gustado.

¿Cómo se conocieron?

Fulvio, con quien había salido por pocos meses, era el hermano de Luigi, así se
conocieron, después de haber terminado con Fulvio al poco tiempo comenzó a
frecuentar Luigi.

¿Fulvio tenía celos de ti?

Dice que no había entendido que entre ellos dos había algo especial.

Hoy Paola y Luigi están casados.

¿Cómo manejan la plata en la casa? ¿Tienen una sola cuenta o dos?

Dos cuentas separadas, la casa adquirida está a nombre de él, él paga el divi-
dendo. Ella todavía trabaja poco y saltuariamente, de hecho la familia todavía la
mantiene, le pagan la escuela de especialización.

¿En su pareja hay ritos?

Si, el domingo siempre se almuerza en la casa de la suegra, Luigi es muy apega-


do a la mamá, otorga mucha importancia a las ideas de la madre.

¿Y las relaciones con tu familia?

La mamá quedó minusválida a causa de un accidente sucedido años atrás, Paola


en ese entonces era una muchachita. Hoy ella, hija única, es el único referente

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de la madre, la visita todos los días, incluso más de una vez, sabe que es su
sostén desde hace años. Se emociona hablando de eso.

¿Tienen proyectado tener hijos?

Están hablando de eso, Luigi quisiera tener uno luego, ella duda, está muy in-
segura respecto al hecho de querer tenerlo ahora y quizás también en futuro.
Están atravesando un momento difícil, también sexualmente este aspecto está
condicionando su vida de pareja.

Reportamos algunas observaciones del grupo que enfrentan cuestiones que


quedan obviamente abiertas: el interés es el de crear nuevas lecturas y alternati-
vas relacionales a través del trabajo de hipotización respecto a la historia conta-
da.

Son reflexiones “calientes”, casi la transcripción de las palabras del grupo de


formación, por esa razón algunos pasajes podrán parecer un poco simplificados
o apurados, pero nos interesa poner en evidencia el aspecto sugestivo de las
propuestas y reflexiones, la función “perturbadora” que algunas relecturas
pueden tener.

1. Las colegas de Paola individualizan algunos temas que hacen de hilos conducto-
res del relato de manera longitudinal en el tiempo. Desde la básica al matrimo-
nio en las parejas se describen importantes cuestiones de diferencias de género,
secretos, el grupo de pares, la definición de los roles, situaciones de miedo, peli-
gros-seguridad, seriedad- liviandad. Respecto a estos temas se hacen hipótesis
que subrayan como importante de estar definido como explícitos /escondidos
en la relación. ¿Estará Paola cómoda con una pareja que viene a terapia sin te-
ner un problema claro?

En las relaciones de Paola parece faltar, a parte la con Luigi, una clara definición
de la pareja, los rechazos recibidos no fueron comprendidos, o sea ella no en-
tendía como fuera posible que no gustara... ¿de qué podrá entender de haber
sido reconocida, aceptada o rechazada como terapeuta?

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2. Nada se reporta acerca del padre de la alumna, sino que Paola se refiere siem-
pre y sólo a la madre (¿omisión de preguntas por parte del grupo por temor a
ser “invasivos”?). ¿De nuevo el tema del secreto? ¿Qué hará Paola frente a un
secreto intuido o revelado durante una terapia de pareja?

3. La relación más duradera y quizás significativa inicia poco después de una histo-
ria difícil y desagradable, que le dio hasta miedo “¿de la basura nacen las flo-
res?”. ¿No se puede ser feliz si antes no se toca fondo? Una alumna recuerda
que este tema ya había surgido durante el genograma...

4. De algunas historias Paola describe en especial la vivencia de liviandad con la


cual las enfrentaba, el placer provocado por ser clandestinos que hacía que la
cosa fuera excitante. Paola aparece fascinada por la idea de tener el papel de
amante, de transgredir, de tener una vida casi secreta, paralela... ¿Será una car-
ta ganadora con parejas algo “alternativas”?

5. La “seriedad” en la relación llega casi repentinamente, todo cambia en las re-


glas y en la definición de los roles, en los proyectos... ¿está fascinada por el
cambio discontinuo? ¿Le cuesta reconocer un hilo conductor en la narración de
una historia de vida?

6. Cuando se le pide que describa la relación entre sus padres, lo hace relatando lo
que Luigi dice de la mamá...de nuevo el genograma, en el cual a las mujeres le
tocaba hacer, los varones daban su aprobación y podían expresar disenso, pero
eran las mujeres a seguir adelante con los trabajos.

A la pregunta si hubiese sido difícil contar, Paola ha contestado que implicó un


compromiso emocional pero que respecto al relato del propio genograma ha
sentido menos “arrastres”: en revivir sus historias amorosas ha percibido fuer-
temente que esas han sido fruto de sus decisiones.

Paola ha afirmado que durante el relato se sintió un “individuo” autónomo, con


elecciones sólo de ella y con relaciones importantes también afuera de su fami-
lia de origen. Haciendo el genograma se había puesto en una posición de obser-

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vadora en las relaciones con su familia (“uno no elige los abuelos...”) mientras
que estas relaciones de pareja las había querido y construido ella.

Los comentarios del grupo no pretenden tomar una fotografía de cómo Paola
“es” o ser predictivos de cómo necesariamente “será” como terapeuta, se sitúan
más como sugestiones que se acercan a cuestiones cruciales de todas las rela-
ciones. Sería ingenuo y simplista afirmar que a Paola le costará relacionarse con
roles de género diversos de aquellos que ha experimentado en sus parejas, pero
haber reflexionado sobre estos aspectos narrando su vida podría llevarla a estar
atenta a no darlos por sabidos. Es importante que el grupo pueda tocar con
mano como las descripciones que se hacen de temas ligados a la vida de pareja
no son válidas universalmente. Una superficialidad de los terapeutas poco ex-
pertos es la de no tener presente que las descripciones que se hacen son relati-
vas a las coordinadas de quien las hace: no existe una descripción absoluta de lo
que es la traición y la fidelidad, ni de lo que es irrenunciable para poder estar de
a dos....

En el caso reportado el duograma es un fragmento de la experiencia formativa,


una propuesta que puede llevar a ulteriores profundizaciones personales y que
se tiene que conectar a tantos otros momentos del estar en el grupo del alum-
no.

Hemos experimentado esta metodología también en el ámbito de algunos se-


minarios sobre la formación en terapia de pareja, dictados para psicoterapeutas
que habían ya terminado su recorrido formativo. El escenario era completamen-
te diferente: la extemporaneidad del encuentro no permitía hacer referencia a
la costumbre del conocimiento, sino que estimulaba un proceso de hipótesis más
libre, estimulado del aquí y ahora del relato. También en este caso hemos co-
nectado las historias de pareja del duograma con la actitud profesional de quien
las representaba pero tuvimos que hacer preguntas más abiertas, que no busca-
ban confirmación de lo que ya habíamos experimentado en el grupo.

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La experiencia chilena: el duograma en un grupo “sin historia”

El duograma en Chile: sugestiones contrastantes e intensas, que hablan mucho


de emociones, de la excepcionalidad de esta experiencia transoceánica. La oca-
sión es el trabajo de un día con un grupo de psicólogos chilenos interesados en
aprender y experimentar la metodología. No existe en realidad un grupo “sin
historia”, existen grupos que consumen su historia en el espacio de una jornada,
no hay pasado común, ni está prevista una profundización futura. Una terapeu-
ta que había participado en un perfeccionamiento sobre la terapia de pareja
contó su sensación de estar haciendo algo que no habría tenido posibilidad en
futuro de ser modificado, por ende una constricción de tiempo, pero también la
posibilidad de aprovechar el momento fugaz sin apenarse por ser coherente con
las expectativas de los colegas. El tiempo de un grupo presenta de todas mane-
ras una dimensión de profundidad: tiene un pasado sobre el cual funda su pro-
pio presente, sobre el cual se apoya para proyectar el futuro. En los grupos que
se organizan alrededor de un único encuentro de trabajo la dimensión pasada
existe como evento personal no abiertamente compartido, pero muchas veces se
moviliza para poder ser puesta en común y construir así la dimensión histórica
del grupo. Consuelo Casula (2001) nos dice que en el grupo está vigente una
causalidad múltiple de tipo circular según la cual cada evento puede ser provo-
cado por numerosos factores contemporáneos o anteriores, que residen en una
memoria del pasado o en los pródromos de la memoria del futuro. La memoria
del pasado del grupo de trabajo en Chile tenía que enfrentarse obviamente con
experiencias personales, colectivas y culturales, pero faltaba el conocimiento
compartido de esos aspectos. Todo eso solicitaba una activa curiosidad junto con
el deseo de contar acerca del pasado para poder mirar al futuro. Desde allí la fa-
cilidad de contar la propia biografía que se observa en los grupos “menos afia-
tados”. Eso ha marcado la primera jornada de seminarios en Chile, que tenía
contemplada una exposición sobre la técnica y sobre el sentido de nuestro tra-
bajo en relación a las parejas del terapeuta, seguida por una ejercitación prácti-
ca. Una petición muy atractiva, pero abierta a algunos riesgos.

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El entusiasmo y la curiosidad de la invitación eran cautivantes, pero confirma-


ban que haber contado acerca del duograma dejaba el tema en la mitad: en el
duograma así como en el genograma hay una parte interactiva que se juega en
el tono de las preguntas y de las respuestas, que vive de las emociones de quien
relata y quien escucha, en la observación visiva de la parte gráfica...en fin des-
pués de haber explicado la música, ¡ahora teníamos que tocar y cantar! A la vez
la preocupación era respecto al sentido de un trabajo tan personal afuera del
contexto de un verdadero grupo de formación: cuando con los alumnos se llega
a proponer un trabajo respecto a la biografía personal, se tiene la percepción
que haya llegado el “momento justo”, que todo el grupo esté preparado para
compartir de una manera constructiva y respetuosa las informaciones de quien
cuenta. ¿Era el momento justo para estas personas que habían participado al
seminario sin saber con exactitud qué se les iba a pedir para el trabajo práctico?
La platea era muy numerosa, más de sesenta terapeutas, la mayoría mujeres,
muchos eran desconocidos entre ellos, desconocida también la conductora, una
extranjera que necesitaba una traductora para hacer las preguntas que en gene-
ral se juegan en el lampo de una alusión o en la inmediatez de una conexión in-
tuida. Decidimos entonces construirnos un grupo a medida de duograma: se le
pide a una docena de personas que no se conocían entre si que se sentarán en
círculo, los que quedaban en un lado de la sala tenían la tarea de observar con
atención las interacciones, el proceso de “cómo” se desarrollaba el duograma.
Ahora había un grupo que iba a trabajar directamente sobre las historias de pa-
reja, los demás eran a ese punto observadores detrás de un hipotético espejo.
Pamela, una joven terapeuta si había propuesto para relatar sus relaciones de
pareja.

Pocas palabras de presentación, en la primera parte del trabajo solo nosotros


del grupo con Pamela tenemos “derecho de palabra”, silencio de todos, se per-
cibe un clima de gran respecto y participación. Muchas veces, cuando está para
empezar el duograma, se crea una atmosfera un poco farandulera, risas y gui-
ños...una forma de superar la incomodidad de un relato tan personal en vivo.
Apenas la alumna empieza a concentrarse en su historia la atmosfera cambia:

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todo están más concentrados y atentos. Si hay ironía no es el “burlarse” de al-


guien, sino una manera de esparcir la semilla de la duda respecto a las propias
convicciones (Bertrando, 2006).

Pamela empieza a contar y a marcar en la pizarra sus relaciones, para tranquili-


zarla sobre nuestra disponibilidad hacía ella, le pedimos de metacomunicar
abiertamente respecto a si se siente “incomoda” en su posición. Inicia a relatar
de su primer “amor”: un chico que vivía frente a su casa y que fue su novio ima-
ginado e idealizado hasta cuando ella cumplió los catorce años. Siete años de
sonrisas y guiños “a escondida” – agrega. “¿Pero a escondida de quién?” “de mi
papá” guiña Pamela con voz de niñita. La mamá sabía, pero el papá no tenía
que saber. “¿Qué?” “¡Todo!” Perplejidad de la conductora: no está claro cuál
sería el peligro para el papá, Pamela levanta los hombros y dice “Así era mi
papá” Alrededor no parece que los presentes, juntos con la psicóloga que tra-
duce, estén muy interesados en el discurso de la incómoda prohibición paterna
sostenida por la complicidad de la mamá. El grupo hace preguntas respecto a los
hermanos, a los amigos...Pamela habla ahora acerca de las relaciones de su ado-
lescencia, no se oculta, se conmueve contando de una historia terminada por
ella en un momento en el cual – dice – estaba concentrada sólo en el control de
su peso. ¿Y el padre qué pensaba de estos pololos de la hija y después del hom-
bre con el cual ella tuvo una relación estable por cinco años? “Él nunca lo supo”
Miguel no le habría gustado, tenía ideas políticas diferentes, mejor evitar que se
juntaran.

El grupo trabaja respecto a las hipótesis que conectan el relato de Pamela a sus
actitudes como terapeuta, se entrecruzan conexiones audaces, mucha atención
respecto a algunos temas recurrentes: vuelve el tema de la protección. Sus hom-
bres han hecho tanto por ella, han hecho de todo para que la vida no la hiciera
sufrir mucho. ¿Puede correr el riesgo de ser una terapeuta que no logra ver las
potencialidades de sus pacientes, un poco enganchada con el protegerlos de los
peligros? “Un poco parecido a lo que su papá ha hecho con usted” Pamela pa-
rece tocada por esta observación, dice que en realidad algunas veces ser prote-

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gidos puede ser incomodo, uno tiene la impresión que la vida fluye en otra par-
te...

Mientras el grupo de observadores comenta el proceso realizado a través de


nuestro trabajo quedan preguntas no expresadas sobre la relación que esta te-
rapeuta ve entre los hombres de su vida: su padre y los otros...parece una co-
existencia imposible, en donde está la relación de pareja no puede estar la rela-
ción padre-hija. ¿Competencia? ¿Miedo? ¿Vergüenza? El grupo entero parece
tender una mano a Pamela, ayudándola a dejar caer estas preguntas. Preguntas
que ya no tiene mucho sentido proponer: como a veces sucede en las terapias
hay un timing también en el duograma (como en la vida), podemos volver a
pensar pero es imposible hacerlo de nuevo.

Algunos días después un nuevo duograma con un grupo mucho más restringido
de terapeutas, aquí también el marco es el del grupo que durará cuanto el se-
minario. Una vez más es una mujer que propone las historias de su vida. Cuando
relata la relación con el “amor de su vida” dice que lo ha frecuentado durante
siete años sin que su padre supiera: el viernes se iba a la casa de Marcelo, volvía
donde sus padres el domingo. La mamá y la tía lo sabían, pero el padre “nunca
sospechó nada”, no, no vivía en otra ciudad, sino que a pocas cuadras de distan-
cia. ¿Por qué el papá no hubiera tenido que saber? “No hubiera estado de
acuerdo simplemente que yo tuviera una relación con un chico, quienquiera que
fuera.” En la formación nos parece útil estimular los terapeutas en trabajar más
respecto a las diferencias que a las analogías, para construir nuevas hipótesis y
nuevos puntos de vista hay que saber coger los elementos excéntricos, la norma
bloquea las ideas. No tenía por ende mucho sentido generalizar y pensar “en es-
te país quizás son así”, pero cómo no sentirse sorprendidos frente al relato de
siete largos años, fiestas incluidas, en los cuales un padre no se dio cuenta que el
fin de semana la hija “con la cual tenía una optima relación” estaba con un
hombre a unos centenares de metros de la casa. ¿Y para qué buen motivo había
sido oportuno construir la idea de un secreto?

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Como escribió Laura Fruggeri (2005, p. 61) “las familias no viven en el vacío” si-
no que son parte de una compleja red de relaciones sociales, de procesos comu-
nicativos y de influencias recíprocos que determinan el modo según el cual los
individuos “hacen familia”, ¿existe entonces un sistema de creencias, prejuicios
o estereotipo que sostienen la cultura del silencio y del secreto entre estas hijas
y estos padres? Parecía oportuno tomar en consideración la variable cultural:
¡hubiera sido un poco simplista pensar que las relaciones de pareja no resientan
de las definiciones que socialmente se atribuyen al estar en pareja y en familia!
La variable “sur del mundo” se hacía presente, tanto de volverse preponderante
respecto a una lectura relacional familiar: habíamos dado por hecho que fuera
un juego entre padre e hija, descuidando el rol de las madres en estos dos rela-
tos del duograma. ¿Por qué estas madres habían decidido criar las hijas en la ilu-
sión de un secreto? “heroico o guerrero, el padre del tiempo pasado es la en-
carnación familiar de Dios, autentico rey taumaturgo, dueño de las familias.
Heredero del monoteísmo, reina sobre el cuerpo de las mujeres y decide las pu-
niciones que hay que infligir a los niños.” De esta forma Elisabeth Roudinesco
(2002, p.19) pinta el dios padre del siglo diecinueve... ¿era a este hombre al que
estas mujeres le temían? ¿Un hombre que no podía entrar en contacto con el
otro varón, él de la hija? En la confrontación entre el “estilo de pareja” de los
padres y el de ella, la terapeuta que llevaba su duograma contó que sus padres
tenían una relación “paritaria, basada en la complicidad”... ¿cómplices también
en tener vivo el simulacro de la figura del padre-dios a través de la institución
del secreto y del silencio? Esta pregunta había quebrado el velo, el relato se en-
focaba ahora al tema del secreto y del silencio. Una familia paralela del papá,
hermanastros no conocidos pero vislumbrados: un descubrimiento hecho “por
causalidad” cuando ya estaba en la universidad, el día de su cumpleaños, des-
pués nunca más se habló. Si la mamá probablemente sabía pero había callado.
¿De nuevo? Quizás quería garantizar al padre autoridad y respecto. Sólo ahora
esta joven psicóloga entrevé una posible conexión entre “lo secreto” de sus his-
torias amorosas y el secreto custodiado por los padres respecto a la doble vida
del padre.

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El padre-dios ya no está, pero quizás es útil que quede el simulacro de aquello


que representaba. Un hombre para temerle, para utilizar como vocero de una
autoridad pérdida, una ilusión de solidez en el quebrarse de los vínculos familia-
res más tradicionales. Una especie de extremización de la frase subrepticia “si no
te porta bien se lo voy a decir a papá cuando llegue” con la que generaciones
de madres muy fuertes han llamado en causa un persecutor externo para ocul-
tar su voluntad de hierro. Una hipótesis más compleja describe familias mante-
nidas juntas por el silencio sobre un secreto, mercancía de intercambio entre las
generaciones: mejor ignorar las relaciones afuera de la intimidad familiar.

Una lectura de género: corresponde a las hembras las tareas de mostrar solida-
ridad y aceptación, mientras los hombres tienen que ser intransigentes, la mujer
se complace de mostrarse comprensiva, maternal justamente, aceptando las re-
laciones de la hija (o del marido) mientras que el padre ignorándolas de hecho
las niega.

Niñas que tienen que mostrarse al varón-padre sin interés hacia las relaciones de
amor: ¿no será la vuelta subrepticia de la idea que en fondo sólo los varones
tienen derecho a una vida sexual? Vuelve la vieja historia del cuidado: en punto
de muerte la madre dijo: “cuidarás de tu padre, ¿verdad? “Para siempre” con-
testó entre sollozos la hija, arrodillada con el corazón partido. Frases de Father,
una novela de Elisabeth von Arnim, escrito en 1931 (p.7). El mandato de las
madres que prescriben a las hijas el silencio sobre sus relaciones amorosas podría
ser aquel de cuidar el padre, dándole la ilusión de ser el único varón que vale la
pena en la vida de ellas.

El trabajo con el duograma es útil para el terapeuta ya que ayuda a ver con
otros ojos la propia historia, estimula historias alternativas, justamente el traba-
jo que hacemos con nuestros pacientes. En estos dos casos por ejemplo, el secre-
to ya no es asumido como un factor constitutivo de las relaciones familiares, si-
no que ha estado conectado a varias lecturas relacionales. Un buen ejercicio pa-
ra quien, como nosotras, trabaja con “materia humana” entrelazada con signifi-
cados no siempre explícitos. Un trabajo también para quien guía al terapeuta,

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ya que tiene que esforzarse de trabajar sobre el significado hipotético de las re-
laciones relatadas: justamente por esta razón no tenemos una conclusión que
“explique” las personas que realizaron su duograma, no es este el objetivo de
este trabajo. De la misma forma sería ocioso e inútil reducir estas historias a
“fenómeno chileno”, queda de toda manera viva la imagen de la tenacidad con
la que estas dos mujeres defendían la autoridad paterna, una experiencia que
no habíamos nunca experimentado en los duograma realizados en nuestro país.

Antes de cerrar el duograma algunas veces tratamos de asignar al trabajo reali-


zado un “titulo” una especie de descripción concisa, resumida de lo que nos ha
llamado la atención. Pedimos muchos “títulos” distintos entre ellos, de manera
de evitar una relectura unívoca de la experiencia, también la persona que ha
trabajado en sus historias viene invitada a realizar este trabajo. De manera
completamente inesperada, Pamela dijo tener en mente un solo título “tera-
peuta e hija en pareja”. El duograma en Chile se conecta hoy a este recuerdo de
manera prevalente: mucho espacio para las historias “parentales” en su co-
nexión (o no conexión) a las relaciones amorosas de los terapeutas.

Conclusiones

Proponiendo este trabajo a los alumnos teníamos como intento declarado crear
nuevos grados de libertad, reflexionando sobre el hecho que las relaciones que
has tenido no te marcan el futuro, pero la lectura que tu hace de ellas a lo me-
jor sí. Si tú observas tus relaciones de pareja desde otra perspectiva, puedes ser
más libre, abierto, liviano hacia tus clientes y hacia la idea de la unión sentimen-
tal que te llevan los clientes. A través el duograma el alumno tiene manera de
utilizar la riqueza de las múltiples voces del grupo que constituyen nuevas,
múltiples y contrastantes historias (White, 1995) Revisitando las historias emer-
gen a veces “mitos de pareja” que rigidizan las interacciones de manera no muy
diferente de la fuerza con la cual los mitos familiares cristalizan las relaciones en
la familia (Ferreira, 1963) A través del trabajo de hipotización, en el duograma
las descripciones unívocas y rígidas vienen relativizadas y conectadas al tiempo y
a la cultura.

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Un terapeuta con una “desastrosa” vidas sentimental puede por ende ser un
buen terapeuta familiar y de pareja, su lectura de lo que ha vivido en ámbito
amoroso será de todas maneras útil a su manera de hacer terapia, si será puesta
en relación a las circunstancias, a los eventos y a su cultura de origen. Las histo-
rias que una persona experimenta, lindas o feas que sean, son una riqueza en el
momento en el que el terapeuta se da cuenta que son sólo una de las tantas po-
sibilidades, se transforman en una jaula cuando se vuelven la medida según la
cual se atribuyen significado a las historias ajenas.

Con el duograma se subraya el valor de la elección y de la responsabilidad indi-


vidual: se elige una pareja o se elige también una manera de relacionarse con él
o con ella. El duograma puede tener un efecto desvinculante: un alumno dijo
sentirse menos entrampado con su historia, otros han referido percibir el peso
de la responsabilidad de ser artífices de su propio destino. La referencia al ge-
nograma y a la historia familiar amplia el marco de las relaciones explorables y
permite una conexión entre la idea de pareja que el terapeuta tiene y la des-
cripción del “ser pareja” experimentada en el ámbito de la propia familia. Los
focos se apuntan sobre los mitos de pareja y de familia que nacen de la expe-
riencia personal, familiar y cultural.

Después de haber experimentado la eficacia del duograma durante la formación


fue inmediata la idea de usarlo en la terapia con los pacientes. ¿Por qué no de-
jar que también nuestros clientes cuenten, a través de él, sus experiencias afecti-
vas? Utilizamos entonces el duograma también en algunas terapias individuales
que nosotros conducíamos con resultados muy interesantes. Las personas a las
que se le ha propuesto han comentado positivamente la experiencia diciendo de
haber rencontrado y recordado episodios, emociones y situaciones olvidadas
desde hace tiempo, y ahora vinculadas con nuevas e inesperadas conexiones.

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