Causalidad y Determinismo
Causalidad y Determinismo
Causalidad y Determinismo
El determinismo es un antiguo problema que ha sido abordado desde campos tan lejanos
como la religión, la ciencia y la filosofía. Aparece ya en la filosofía antigua a través del
atomismo alcanzando desarrollo posterior en la época moderna con el desarrollo de las
ciencias naturales. Gracias a Bacon, Galileo, Descartes, Newton, Laplace, Spinoza y los
materialistas franceses del siglo XVIII, produciéndose como dijimos antes un determinismo
de carácter mecanicista y abstracto. Dándose entonces un gran valor a la forma de la
causalidad y se identifica la causalidad con la necesidad, entendiendo además al universo
como un gran sistema de relojería. El determinismo mecanicista estuvo cuestionamientos
hasta fines del siglo XIX, cuando los trabajos de Poincaré manifestaron limitaciones
intrínsecas en la predicción de la evolución temporal de algunos sistemas mecánicos. Así,
durante el siglo XX la cosmovisión de la ciencia se alejó considerablemente de la imagen
determinista del mundo-reloj, asumiendo nuevas modalidades. Por un lado, la consolidación
de la mecánica cuántica exigió una revisión del determinismo clásico al introducir la
aleatoriedad en el estrato fundamental de la realidad. Por otro, el desarrollo de la física del
caos también resultó un obstáculo insalvable para quienes pretendían una predicción
unívoca de todo estado futuro en todos los sistemas reales.
Según Laplace los valores de las coordenadas y de los impulsos de todas las partículas del
universo, en un momento dado del tiempo determinan su estado de manera absolutamente
igual al de cualquier otro momento en el pasado o futuro. Entendida así la causalidad y el
determinismo mecanicista conduce al fatalismo y de algún modo coincide con concepciones
que aceptan alguna especie de predeterminación divina. De hecho Laplace expresó este
determinismo suponiendo una inteligencia omnipotente capaz de calcular con la misma
precisión lo acecido y el futuro en el movimiento de cualquier cuerpo en el universo a partir
de la información que el mismo universo aporta y predecir con exactitud absoluta cualquier
fenómeno para cualquier otro instante determinado.
Es muy conocida la posición de Hume que piensa que lo que entendemos como causalidad
no es más que la costumbre de ver siempre una sucesión de acontecimientos, lo cual no
significa que haya algún tipo de vinculación necesaria entre ellos, razón por la cual no
podemos esperar que tal conjunción se dé en el futuro. Sin embargo hay muchas lecturas
posibles de la cuestión. Como hace Carnap, quien afirma que Hume no rechazaba por
completo la idea de causalidad, sino que intentaba depurarla, en el sentido en que el
problema es asociar la necesidad a la causalidad, pues los enunciados sobre una relación
causal son condicionales y dependen de las regularidades observadas en la naturaleza. Lo
que niega Hume, es la necesidad que se asume en la causalidad, pues un enunciado sobre
una relación causal es condicional y depende de las regularidades observadas en la
naturaleza. La pregunta es si la causalidad implica necesidad.
Para Popper el determinismo haría del mundo una pesadilla en la que seríamos apenas
engranajes de las secuencias causales del mundo, lo cual recuerda el fatalismo: si Dios es
omnisciente conoce el futuro y por tanto la libertad de nuestras decisiones no existe; sin
embargo el indeterminismo es contrario a la racionalidad humana, a nuestras pretensiones
de conocimiento y previsión de la realidad. El asunto es que no debe identificarse causalidad
con determinismo pues hay casos en los que se puede hablar de determinismo prescindiendo
de la idea de causa como en la definición de estado inercial de la primera ley de Newton,
que es un caso de un estado determinista pero sin causa; Laplace identifica determinismo
con predictibilidad, pero esta tiene condiciones: existe una solución analítica a las
ecuaciones de movimiento que obedecen a la mecánica newtoniana, esas soluciones son
globales y computables y se pueden determinar exactamente las condiciones iniciales, y esto
se cumpliría pero aun así no hay razón para ligar el determinismo físico a la predictibilidad
global; en la realidad esas condiciones no se dan; en los sistemas caóticos, que son
deterministas, la sensibilidad a las condiciones iniciales, una pequeña incertidumbre, se
multiplica exponencialmente con el paso del tiempo. Clark manifiesta que el determinismo
físico implicaría que hay solo un camino posible dadas ciertas condiciones: que hablemos de
sistemas físicos, que definamos cierta noción de estado, que se dé el aislamiento del sistema
y que se haga referencia a los caminos posibles. Lo primero porque el sistema puede tener
aspectos deterministas e indeterministas simultáneamente, lo segundo porque depende de
cuáles son las propiedades que se consideren intrínsecas, lo tercero es si existen sistemas
aislados (sólo el Universo lo sería) y lo cuarto depende de las historias del sistema, como
pertenecientes a mundos posibles (por ejemplo en referencia a la asimetría de algunas
leyes). Para Popper el argumento principal del determinismo es la clausura del sistema
físico en cuestión, sin embargo señala que la predecibilidad es diferente del determinismo:
la evolución de las sociedades humanas es impredecible, aun haciendo parte se secuencias
causales. Decir que un estado determina los estados siguientes es afirmar una forma débil de
determinismo: sería fuerte si hubiera una sola configuración posible derivada del estado
anterior.
Pareciera que el determinismo es la noción que nos autoriza o nos prohíbe hablar de libertad
desde la ciencia. Ella encierran una tensión que se manifiesta en la aporía de una libertad
que quiere ser conquistada gracias al ejercicio de un control completo sobre el mundo físico,
para descubrir luego que este logro nos arrebata precisamente la libertad.
Para Aristóteles una de las nociones fundamentales para conocer la realidad física es la de
causalidad. Estableciendo un esquema tetracausal (Material, formal, eficiente, final). Los
movimientos físicos son para Aristóteles el resultado de una causalidad. El pensamiento
aristotélico es muy destacable, pues delimita bien el ámbito de lo necesario y de lo
contingente.
Las causas de los movimientos son las interacciones y los estados de los movimientos
anteriores de cada uno de los cuerpos: fuerzas, masas, velocidades. Pero si bien Laplace
utiliza la palabra ‘causa’, la noción de causa que emplea ya no es obviamente la clásica. Se
trata ahora de una causa que sólo refiere a la dinámica del sistema. Es decir, la identificamos
como causa sólo en tanto que es expresión de una regularidad, que se puede expresar
mediante una ley matemática y que se puede contrastar experimentalmente.