Causalidad y Determinismo

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Causalidad y determinismo

El determinismo es la aplicación del principio de causalidad a toda naturaleza, de donde se


deduce que un fenómeno natural procede siempre necesariamente de una causa determinada
o de un determinado conjunto de causas. Es decir, el determinismo afirma la
condicionabilidad causal y universal de todos los fenómenos. La causalidad como tal es una
doctrina de gran importancia desde Aristóteles hasta Kant, desde Suárez hasta Hume, y hoy
día constatamos la presencia de teorías «científicas» de la causalidad generadas con los
planteamientos físicos de Galileo y Newton para quienes toda explicación física se basa en
la determinación de la causa mecánica que produce un fenómeno; conocida la causa, el
fenómeno resulta previsible o predecible, de la misma manera que, conociendo el estado de
un sistema en un momento dado es posible saber el estado del sistema en cualquier
momento futuro. 

Ciertos eventos se siguen a partir de otros, de manera invariable e ineludible. Resulta


posible entonces, e incluso adecuado, asociar a este tipo de secuencias, detalladas y
continuas, una estructura en forma de cadenas causales que representen las relaciones
mismas entre unos eventos y otros. Una estructura de la realidad capaz de dar cuenta incluso
de qué hay tras estas sucesiones, de por qué se dan unas secuencias y no otras, etc. El
resultado es, obviamente, una visión del mundo articulada en torno al orden causal.

El determinismo es un antiguo problema que ha sido abordado desde campos tan lejanos
como la religión, la ciencia y la filosofía. Aparece ya en la filosofía antigua a través del
atomismo alcanzando desarrollo posterior en la época moderna con el desarrollo de las
ciencias naturales. Gracias a Bacon, Galileo, Descartes, Newton, Laplace, Spinoza y los
materialistas franceses del siglo XVIII, produciéndose como dijimos antes un determinismo
de carácter mecanicista y abstracto. Dándose entonces un gran valor a la forma de la
causalidad y se identifica la causalidad con la necesidad, entendiendo además al universo
como un gran sistema de relojería. El determinismo mecanicista estuvo cuestionamientos
hasta fines del siglo XIX, cuando los trabajos de Poincaré manifestaron limitaciones
intrínsecas en la predicción de la evolución temporal de algunos sistemas mecánicos. Así,
durante el siglo XX la cosmovisión de la ciencia se alejó considerablemente de la imagen
determinista del mundo-reloj, asumiendo nuevas modalidades. Por un lado, la consolidación
de la mecánica cuántica exigió una revisión del determinismo clásico al introducir la
aleatoriedad en el estrato fundamental de la realidad. Por otro, el desarrollo de la física del
caos también resultó un obstáculo insalvable para quienes pretendían una predicción
unívoca de todo estado futuro en todos los sistemas reales.

Newton cree en la posibilidad de encontrar en la naturaleza leyes universales que nos


permitan describir y explicar el orden de los sistemas físicos o sociales.

Según Laplace los valores de las coordenadas y de los impulsos de todas las partículas del
universo, en un momento dado del tiempo determinan su estado de manera absolutamente
igual al de cualquier otro momento en el pasado o futuro. Entendida así la causalidad y el
determinismo mecanicista conduce al fatalismo y de algún modo coincide con concepciones
que aceptan alguna especie de predeterminación divina. De hecho Laplace expresó este
determinismo suponiendo una inteligencia omnipotente capaz de calcular con la misma
precisión lo acecido y el futuro en el movimiento de cualquier cuerpo en el universo a partir
de la información que el mismo universo aporta y predecir con exactitud absoluta cualquier
fenómeno para cualquier otro instante determinado.

El avance científico ha refutado el determinismo de Laplace no sólo en la naturaleza


orgánica y la vida social sino también en la física. La física de las partículas atómicas ha
restringido el campo de aplicación de la causalidad, la física cuántica, la teoría de la
relatividad especial de Einstein aplicada a las partículas elementales y el principio de
indeterminación obligan a decir que, para la física moderna, los fenómenos físicos son, al
menos en su aspecto subatómico, indeterministas y la ausencia de la causalidad en los micro
procesos. La física atómica establece limitación de las leyes causales en la naturaleza, y al
determinismo universal.

Es muy conocida la posición de Hume que piensa que lo que entendemos como causalidad
no es más que la costumbre de ver siempre una sucesión de acontecimientos, lo cual no
significa que haya algún tipo de vinculación necesaria entre ellos, razón por la cual no
podemos esperar que tal conjunción se dé en el futuro. Sin embargo hay muchas lecturas
posibles de la cuestión. Como hace Carnap, quien afirma que Hume no rechazaba por
completo la idea de causalidad, sino que intentaba depurarla, en el sentido en que el
problema es asociar la necesidad a la causalidad, pues los enunciados sobre una relación
causal son condicionales y dependen de las regularidades observadas en la naturaleza. Lo
que niega Hume, es la necesidad que se asume en la causalidad, pues un enunciado sobre
una relación causal es condicional y depende de las regularidades observadas en la
naturaleza. La pregunta es si la causalidad implica necesidad.

Para Carnap el problema de causalidad no es metafísico, pues consiste en cómo la ciencia


utiliza el concepto; y dicho concepto no hace referencia a una relación entre cosas sino que
involucra procesos, es decir la multitud de detalles que forman la realidad, y por eso
responder a cuál es la causa de un evento depende del punto de vista que se adopte, como en
el caso del análisis de la causalidad de Aristóteles: hay cuatro causas dependiendo de cómo
analicemos la relación. De hecho siempre hay miles de factores presentes en la situación
anterior al efecto, pero, dice Carnap, lo que se debe conocer son las leyes relevantes que,
junto con los hechos relevantes, permiten predecir el efecto; hablar de que un evento causa
otro significa que hay leyes naturales por medio de las que el efecto se deduce lógicamente,
combinadas con la descripción completa del evento causante.

Debemos distinguir entre determinismo causal (todo está sometido a causas)


y determinismo general (todo está sometido a leyes), pues el problema fundamental que
plantea el determinismo es, si debe aplicarse también la esfera de lo humano, que plantea
problemas al concepto de libertad. Esta relación problemática entre determinismo y libertad
ha estado presente a lo largo de la historia de la filosofía intentando diferenciar entre
procesos necesarios y los azarosos. Por un lado, está el determinismo que se refiere al
comportamiento de la naturaleza dentro del cual se genera una tensión entre el principio de
causalidad y la intervención de factores que alteren las nociones de la ciencia clásica al
respecto. Por otro lado pensamos si se puede hablar de libertad si nos limitan y condicionan
las leyes físicas de la naturaleza, y si hay libertad humana hay responsabilidad derivada de
ella.
Así pues la conducta humana no está sometida al principio de causalidad natural sino que es
libre. El principio de causalidad afirma que todos los fenómenos están sometidos a
regularidades invariables o leyes necesarias. A las mismas causas siguen siempre los
mismos efectos. Aunque cabría entender y distinguir dos tipos de causalidades muy
diferentes e incompatibles entre sí: una causalidad natural por necesidad, que rige de modo
inexorable los acontecimientos del mundo físico y biológico, y una causalidad por libertad,
no sujeta a leyes naturales de la física o la biología, sino a fines individuales e intenciones
personales que permiten la autodeterminación de la conducta humana.

Las nociones de necesidad, causalidad, legalidad, predictibilidad y fatalismo aparecen


siempre en el enfoque determinista de la realidad, mientras que en el lado indeterminista son
comunes los términos como contingencia, aleatoriedad, emergencia, incertidumbre, libre
arbitrio o libertad. Así que la cuestión física tiene alcances metafísicos en la reflexión
filosófica. El determinismo fue asociado a diferentes nociones en diversos períodos de la
historia, como las de causalidad, ley de la naturaleza o predicción. el determinismo se
predica de la naturaleza. En este sentido, sostener que la naturaleza es determinista equivale
a decir que las únicas posibilidades son las que de hecho ya se han actualizado, se están
actualizando o se actualizarán. Por un lado en una naturaleza determinista todo está ya dado
según un devenir inexorable. Por otro, importantes cuestiones de la experiencia humana
como la libertad encuentran una mejor explicación en un contexto indeterminista. El
determinismo no indica una propiedad de la realidad, sino que describe una actitud
intelectual (como liberalismo, socialismo o chauvinismo) por la que se atribuye a los
eventos reales la característica de estar necesariamente determinados. En otras palabras, el
determinismo sostiene que la evolución de los estados físicos del universo, considerada en
su totalidad, no posee ningún grado de libertad: el mundo, como sistema dinámico, posee
una única solución.

Para Popper el determinismo haría del mundo una pesadilla en la que seríamos apenas
engranajes de las secuencias causales del mundo, lo cual recuerda el fatalismo: si Dios es
omnisciente conoce el futuro y por tanto la libertad de nuestras decisiones no existe; sin
embargo el indeterminismo es contrario a la racionalidad humana, a nuestras pretensiones
de conocimiento y previsión de la realidad. El asunto es que no debe identificarse causalidad
con determinismo pues hay casos en los que se puede hablar de determinismo prescindiendo
de la idea de causa como en la definición de estado inercial de la primera ley de Newton,
que es un caso de un estado determinista pero sin causa; Laplace identifica determinismo
con predictibilidad, pero esta tiene condiciones: existe una solución analítica a las
ecuaciones de movimiento que obedecen a la mecánica newtoniana, esas soluciones son
globales y computables y se pueden determinar exactamente las condiciones iniciales, y esto
se cumpliría pero aun así no hay razón para ligar el determinismo físico a la predictibilidad
global; en la realidad esas condiciones no se dan; en los sistemas caóticos, que son
deterministas, la sensibilidad a las condiciones iniciales, una pequeña incertidumbre, se
multiplica exponencialmente con el paso del tiempo. Clark manifiesta que el determinismo
físico implicaría que hay solo un camino posible dadas ciertas condiciones: que hablemos de
sistemas físicos, que definamos cierta noción de estado, que se dé el aislamiento del sistema
y que se haga referencia a los caminos posibles. Lo primero porque el sistema puede tener
aspectos deterministas e indeterministas simultáneamente, lo segundo porque depende de
cuáles son las propiedades que se consideren intrínsecas, lo tercero es si existen sistemas
aislados (sólo el Universo lo sería) y lo cuarto depende de las historias del sistema, como
pertenecientes a mundos posibles (por ejemplo en referencia a la asimetría de algunas
leyes). Para Popper el argumento principal del determinismo es la clausura del sistema
físico en cuestión, sin embargo señala que la predecibilidad es diferente del determinismo:
la evolución de las sociedades humanas es impredecible, aun haciendo parte se secuencias
causales. Decir que un estado determina los estados siguientes es afirmar una forma débil de
determinismo: sería fuerte si hubiera una sola configuración posible derivada del estado
anterior.

la negación del determinismo gnoseológico no resulta un argumento concluyente para


afirmar el indeterminismo en general. Pues reconocer que nuestro conocimiento es
insuficiente para predecir una evolución futura no invalida, por una parte, la posibilidad de
que el determinismo se predique de las teorías científicas -como hemos visto en la sección
anterior-; ni por otra parte, la de predicarlo de la naturaleza -como veremos en los párrafos
siguientes
una visión determinista del mundo natural,

Es un planteamiento moderno el que dividió la realidad en dos mundos: el de la libertad y el


de la necesidad; frente a cuya oposición  algunos intentaron una reconciliación al convertir
la libertad en otra cara de la necesidad (Spinoza y Leibniz); mientras que otros más
consideraron la causalidad física de la naturaleza como una mera proyección mental, que al
final implicaba la negación total de la libertad (como en Hobbes y Hume).

Pareciera que el determinismo es la noción que nos autoriza o nos prohíbe hablar de libertad
desde la ciencia. Ella encierran una tensión que se manifiesta en la aporía de una libertad
que quiere ser conquistada gracias al ejercicio de un control completo sobre el mundo físico,
para descubrir luego que este logro nos arrebata precisamente la libertad.

La determinación, la estabilidad y la regularidad naturales, han sido tradicionalmente objeto


de la investigación filosófica. El pensamiento aristotélico describía los fenómenos naturales
como una mezcla entre procesos necesarios, regulares, y azarosos. Esta triple descripción ha
sido recogida con diferentes matices a lo largo de las diversas escuelas de pensamiento
occidental, pero con una constante: dar cuenta de la estructuración y la regularidad. En la
caracterización del determinismo se asocian otras nociones como son las de causalidad,
legalidad o predictibilidad. Algunas de ellas fueron empleadas desde el mismo nacimiento
de la filosofía y, a lo largo de la historia

Al seguir el rastro en la historia del pensamiento a las nociones de causa, de ley y de


predicción, se puede constatar que no todas han tenido siempre la misma importancia.

De Aristóteles a Newton está marcado por un cambio de prioridad, que se desplaza de la


noción de causa a la noción de ley. Se piensa que las leyes son las verdaderas causas que
determinan el comportamiento del mundo físico. A partir de Newton la prioridad de la
noción de ley quedó bien establecida para dar cuenta de los fenómenos físicos. De Newton a
Heisenberg se da un cambio en las características de las leyes físicas. Pues las nuevas leyes
no permiten predecir con certeza, sino dentro de un rango de probabilidad. Este nuevo paso
es introducido por la necesidad de explicar fenómenos antes desconocidos, para los que las
leyes de la mecánica clásica se mostraron insuficientes.

Resumiendo lo expuesto hasta el momento, podríamos decir que el estudio del


‘determinismo’ permite una mayor comprensión del mundo físico y de nuestra relación con
él. Hay tres nociones de las que dependen principalmente las diversas respuestas que se
suelen dar a la cuestión del determinismo: la noción de causa, la de ley y la de predicción.
Finalmente, afirmamos que las nociones de causa y de ley se disputaron a lo largo de la
historia la prioridad respecto a la comprensión de la realidad física; y que el hecho de
otorgar la prioridad a una u a otra ha dado lugar a un cambio de escenario en el que
podemos distinguir tres etapas históricas relevantes en la consideración del determinismo.
Las hemos etiquetado con nombres de tres personajes representativos: Aristóteles (primacía
de la causalidad), Newton (primacía de las leyes de la naturaleza) y Heisenberg (la
interpretación del formalismo).

Para Aristóteles una de las nociones fundamentales para conocer la realidad física es la de
causalidad. Estableciendo un esquema tetracausal (Material, formal, eficiente, final). Los
movimientos físicos son para Aristóteles el resultado de una causalidad. El pensamiento
aristotélico es muy destacable, pues delimita bien el ámbito de lo necesario y de lo
contingente.

3. Newton. Primacía de las leyes de la naturaleza  


El contexto histórico en el que vivió Newton favoreció la experimentación, el
descubrimiento de regularidades naturales y su formulación en términos matemáticos,
abriendo paso a un nuevo modo de conocer que, por fin, gozaba de una anhelada certeza.
Newton logró cuantificar el mundo sublunar de manera semejante a como los griegos lo
habían hecho con el mundo celeste, y esta cuantificación fue la clave del éxito de un proceso
que culminó con la formulación de la mecánica, desapareciendo para siempre la distinción
entre ambos mundos. Como Galileo, él pensó que las matemáticas no son ya sólo un
lenguaje más para expresar las regularidades naturales, sino que nos revelan el verdadero ser
de la realidad.

Las causas de los movimientos son las interacciones y los estados de los movimientos
anteriores de cada uno de los cuerpos: fuerzas, masas, velocidades. Pero si bien Laplace
utiliza la palabra ‘causa’, la noción de causa que emplea ya no es obviamente la clásica. Se
trata ahora de una causa que sólo refiere a la dinámica del sistema. Es decir, la identificamos
como causa sólo en tanto que es expresión de una regularidad, que se puede expresar
mediante una ley matemática y que se puede contrastar experimentalmente.

En resumen, el determinismo mecanicista asume que, cuando se conocen las condiciones


iniciales del sistema físico, las leyes que rigen su evolución dinámica le imponen una
evolución determinada. Éste es el núcleo del determinismo laplaciano.

La crisis de la cosmovisión determinista afectó a la racionalidad en su conjunto, dando lugar


a lo que Thomas Kuhn llamó un ‘cambio de paradigma’ (Kuhn 1971). Las repercusiones de
esta ‘revolución científica’ fueron tales que condujeron a la aparición de una nueva
disciplina académica: la filosofía de la ciencia.

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