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Departure

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Episodio 1: Pesadilla 

El hombre se volvió hasta mí. Su rostro


estaba cubierto por las sombras. No se
distinguía en la oscuridad del bosque que
nos rodeaba. Pero el hacha que blandía sí
era fácil de ver: brillaba con la sangre de
su víctima.
Sonreía con locura. Las sombras estaban
vivas y deformaban sus facciones.
Era una escena de pesadilla, pero yo
estaba despierto.
El poseído estaba ante mí. Me era
imposible centra la mirada en él, como si
estuviese en un punto ciego causado por
un tumor o una enfermedad ocular.
Sangraba sombras, como tinta bajo el
agua, como nube de sangre tras el ataque
de un tiburón.
Era presa del pánico. Me así a la linterna
como si mi vida dependiera de ella, para
evitar que se acercara aún más. De pronto
ocurrió algo y la luz pareció brillar con
más intensidad.
Durante mucho tiempo, la presencia oscura
había dormitado, débil, como una pesadilla
casi olvidada o destello sombrío en el bosque,
por la noche; no lo bastante real como par
existir y, al mismo tiempo, demasiado
evocadora como para disiparse por completo.
Ahora despertaba, aquel novelista era una
mosca atrapada en una telaraña cuyos hilos
transmitían sus vibraciones hasta su guardia.
Podía pericibirlo. Podía utilizarlo.
Sólo necesitaba un pequeño incentivo.
Los oí antes de verlos, lanzándose en
picada desde el cielo, chillando.
Me di la vuelta cuando la nube se
abalanzó sobre mí, durante un instante
pude ver un centenar de ojos muertos,
perlas negras que brillaban en la
oscuridad.
Levanté mi linterna y el enjambre explotó
como fuegos artificiales. Sus plumas
ardían, convirtiéndose en ceniza. Mis
gritos se perdían entre los suyos.
Al principio seguía encontrando las
páginas casi de forma accidental. El libro
que no lograba recordar era, o una
profecía terrible y cruel o un acto de
creación que había rescrito el mundo.
Empecé a buscarlas de manera incansable
ya que albergaban la respuesta del
misterio.

Así podría salvarme.


Así podría salvar a Alice.
Me metí en el taller de la gasolinera.
Estaba oscuro y en silencio. El lugar era
un desastre. Parecía que alguien lo
hubiera arrasado, o que hubiera sido el
escenario de una pelea. Entraba luz a
través de una puerta abierta en la parte
trasera.

Me dirigí hacia allá. Sin previo aviso, me


cegó una luz brillante. Un viejo televisor
portátil, en el estante, se había encendido
solo. Inexplicablemente, podía verme en
la pantalla hablando como un loco.
“¿La cabaña de Cauldron Lake?”,
preguntó.

La alguacil me miraba suspicaz. La


primera luz del día entraba por las
ventanas de la oficina. Tal vez no hubiera
podido salir del bosque con vida sin su
ayuda, pero no podía contarle la verdad
delo que me había sucedido la noche
anterior. Pensaría que mentía o que estaba
loco. Me encerraría.

Y no me ayudaría a encontrar a Alice.


Stucky escupió en el suelo del taller e intento
sacudirse las telarañas de la cabeza. La pareja
no había ido a recoger las llaves. Desde ese
momento las cosas se complicaron.

Algo, un sentimiento, llamo su atención.


Levantó la vista y miró fijamente, mientras su
cerebro trataba en vano de procesar el horror
que tenía ante sí. Dio un traspié, volteó una
lata de aceite. Un charco negro se extendió
por todo el suelo. Donde luchó por unos
momentos antes de ceder a la oscuridad, que
lo envolvió de forma inexorable
Rose sabía que había hablado demasiado,
pero ya no le importaba. En lo que a ella
respecta, su breve encuentro con Alan
Wake había sido, literalmente lo mejor de
su vida.

Lo observó meterse en el coche con su


esposa. Era guapa, segura de si misma,
perfecta para Alan Wake. No colmo ella.
Estaban hechos el uno para el otro.

Hubiera dado lo que fuera por ser su


amiga.
Barry Wheeler estaba loco de contento.
Se había metido en un avión después de
que Al y Alice ignorasen sus llamadas
durante varios días. Tal vez estuviesen
disfrutando de una segunda luna de miel,
pero Barry no lo creía, Al estaba
demasiado inquieto para ello, insomne,
preocupado.

Tenía muchos años de experiencia


lidiando con Alan Wake y no había vuelta
de hoja: algo andaba mal.
Toby conocía su olor: el del hombre, el
hombre bueno que siempre lo mimaba y
nunca se cansaba de jugar con él. Toby
sacudió su cola, emocionado y ladro de
alegría.

Después percibió otro olor, uno inquietante,


lo bastante extraño como para ponerlo alerta.
Confundido, gruñó desde lo mas profundo de
la garganta. El olor venía del hombre bueno.

Un terror ciego, primario, le atravesó el


cerebro apenas un instante antes de que el
hacha lo hiciera.
Barry bebió otro sorbo de aquel delicioso
café, Le sonrió a Rose. Seguro que
aquello era amor.

Rose continuó, sin tomar aliento: “La


nueva será una obra maestra, ¡estoy
segura! Dile que no haga caso a los
tipejos de los foros que dicen que nunca
terminará “Departure”. Debería tomarse
su tiempo para que sea perfecta.
Yo puedo esperar”.
Episodio 2: Poseídos 

A pesar de su máscara humana, describir


a la presencia oscura como inteligente
habría implicado conferir cualidades
antropogénicas a algo que no las tenía.

No obstante, encontró un lugar lo bastante


oscuro en la cafetería. Llego algo de luz al
pasillo y se estremeció. Asumió el dolor,
terrible como era. El novelista de pronto
le pondría remedio. Pronto acudiría al
único lugar en que aún tenía poder.
El secuestrador disparo el arma una última
vez, y la sombra desapareció en la oscuridad
de la que había salido.

“Lo ve, no pasa nada, Wake.”

La idea de que Alice estuvo entre sus brazos


me repugnaba. Estábamos en la plataforma de
Lovers´ Peak, con la cascada y la montaña
tras nosotros. Las luces de la antena de radio
parpadeaban rojas en lo alto. Reprimí la
necesidad de darle un puñetazo y me obligué
a hablar:

“Déjese de historias. ¿Dónde está mi


esposa?”
Alice miro por el visor para preparar el
disparo. Cauldron Lake tenía un aspecto
arrebatador. Algo llamo su atención: una
figura en las sombras, detrás de la cabaña.
Una mujer delgada. Vestida de negro.

Bajó la cámara y volvió a mirar. No había


nadie, sólo algunos arbustos que tenían un
aspecto vagamente humano. Sacudió la
cabeza y se echó a reír.
Barry nunca se había llevado bien con
Alice, pero sabía que Alan la amaba con
una intensidad que casi daba miedo, Y
ahora, algo le había ocurrido a Alice… y
ahí estaba Al, pistola en mano, diciendo
cosas por las que la gente solía acabar en
una celda acolchonada. Parecía como si
su amigo hubiera experimentado un
terrible brote psicótico y se hallara
totalmente alejado de la realidad.

Barry estaba asustado.


El olor nauseabundo del centro hacía
difícil la respiración, como si algo
putrefacto se hubiera arrastrado fuera de
su tumba.

Rusty seguía tosiendo sangre. Mi mirada


se volvió hacia su pierna retorcida y
desecha. El ataque había sido brutal, Max
gimió en su jaula. Los ojos de Rusty
brillaban enloquecidos, febriles, aterrados.

Murmuro: “Sr. Wake, ha ocurrido tal y


como estaba escrito en la página”.
El centro turístico era fuerte, pero el
impacto había hecho pedazos su fachada.
Rusty había atravesado el vestíbulo como
una muñeca de trapo, golpeándose conta
la pared.

No le dolió hasta que intentó moverse y


vio su pierna dislocada. Sentía las
costillas rotas clavándose en la carne.
Rusty aulló de dolor y de miedo,
temeroso de morir en la soledad.
En el último momento, cambie de
dirección y me eche al suelo. El hacha
hizo astillas el tronco de un árbol.

Me adentré con torpeza en la zona


iluminada. Me ardían los pulmones, la
fatiga me impedía moverme. Me preparé
para recibir el golpe de gracia, pero no lo
recibí. Levanté la cabeza. Nada se movió
en la oscuridad que me rodeaba.

Por el momento, bajo la fría luz, estaba a


salvo.
En su ultimo momento de conciencia,
Rusty pensó en Rose. Él era mayor. Ella
apenas tenia veinte, pero le hacia sentirse
joven y olvidar el fracaso de su
matrimonio, que tanto tiempo había
languidecido.

Aun llevaba la alianza. Esperaba que ella


le pidiese que se la quitara.

Ahora, ya no podría hacerlo.


Doblé la esquina, con miedo ante lo que
podía revelar el haz de luz. De pronto vi
resplandecer el símbolo de una antorcha
pintada toscamente. Tras él, oculto por
una roca había un baúl de metal abollado.

Estaba ahí por algún motivo, lleno de


suministros: pilas, bengalas, munición.
Cosas que necesitas para sobrevivir a la
oscuridad, dejado por alguien que sabia lo
mismo que yo, o más.
El agente Nightingale no quería estar en
Bright Falls. Esos pueblos le daban
nauseas. Tampoco le gustaban los árboles,
ni el café. Ahora sabáa que había horrores
inconcebibles detrás de cada fachada, de
cada sonrisa.

No quería nada, salvo subirse al coche y


ar media vuelta. Conducir hasta
desmayarse o hasta que se acabase la
carretera. O la bebida. Pero había trabajo
por hacer: debía detener al novelista, a
toda costa.
En más de una ocasión, Alice había intentado
explicarme lo que era el miedo a la oscuridad.
Para ella no se trataba solo de la ausencia de
luz, sino de algo más tangible.

Era algo que se podía palpar y sentir. O peor


algo con una mente propia. Algo malicioso.
Algo maligno. Para ella, las cosas cambiaban
cuando la oscuridad las envolvía. Se
convertían en algo más, algo extraño: y
entonces perdían su inocencia.

Nunca entendí sus palabras, hasta entonces.


La noche trajo una sucesión de
situaciones desesperadas. Estaba
exhausto. Me sentía como si hubieran
masticado y escupido.

La linterna me pesaba en la mano. Apretar


el gatillo era sentir una sacudida de dolor
en el brazo. Sin embargo, por fin había
salido del boque y la situación parecía
aclararse.

Fue entonces cuando oí la motosierra.


Cuando Barry vio cómo la oscuridad atacaba
el centro para turistas, comenzó a darse
cuenta. Los hombres a los que Al había
disparado no eran pueblerinos locos.

De alguna forma, el mundo había cambiado,


como un canal que cambia la emisión sin
previo aviso, y crees que estas viendo una
comedia cuando en realidad se trata de una
película de terror.

Cuando los pájaros empezaron a tacar la


cabaña, Barry no se sorprendió. Estaba
muerto de miedo.
La orden del agente del FBI hizo que me
detuviera en el acto. Pensé en rendirme.
Después de todo, ya no había esperanza.
Podía dejarlo, que otro se encargara de
esto.

Pero no estaba bien. Llámalo instinto. Su


postura, la forma de sostener el arma…
No era un amigo.

Con los disparos silbando en mis oídos


me cole por el agujero de la reja y volví a
adentrarme en la oscuridad.
La presencia oscura había tocado a la niña
para atraer al escritor a la trampa. Ahora,
en la noche, yacía indefenso, drogado,
iluminado por la tenue luz de las
interferencias de la pantalla del televisor.

Las sombras se fundieron en la sala


mientras la presencia oscura se acercaba
al novelista, dispuesta a tocarlo de nuevo:
“A trabajar muchacho”.
Rose sabia que Rusty estaba enamorado y
a ella también le gustaba, Le gustaba
mucho. Él le había enseñado a bailar y la
vida le había mostrado el valor de un
hombre dulce. La trataba bien, le hacia
sonreír, sentirse a gusto.,

Sin embargo, Rusty no era su príncipe


azul, y eso solo hacía más evidente la
insoportable verdad: ella estaba tan lejos
como él de la magia de Hollywood.
Nadie en Bright Falls parecía conocer el
paradero de Al, pero Rose, la mesera de la
cafetería, lo había visto. En lo que respectaba
a Barry, a Al se lo había tragado la tierra tras
salir de la cafetería.

Rose era el tipo de fan al que Al odiaba, pero


intentaba ayudar. Además, era inteligente y
sabía mucho sobre lo que pasaba en el
pueblo, y también mucho sobre Al. Incluso
sabía quién era Barry.

Le gustaba. No era extraño. En cuestión de


mujeres, Barry y Al tenían gustos muy
diferentes.
Sarah no dio importancia a las amenazas
legales que había proferido el agente de
Wake. Lo dejó marcharse sin discutir,
porque había algo en el escritor que no
sabía identificar, algo que le recordaba as
su padre.

No podía concebir que Wake le hubiera


hecho algo malo a su esposa. Después,
pensó en la forma en que fue a ver a
Hartman, en la irritación que mostró de
improviso.
El depósito de troncos estaba hecho un
desastre. La oficina modular había caído
por el acantilado.

El oficial Thornton salió entre el resto


nervioso, respirando con dificultad por el
esfuerzo. “No hay nadie. Qué raro. ¿No te
parece raro”?

Aburrido, Mulligan profirió una especie


de gruñido. “Diablos, siempre es raro
todo, Thornton. Solo es cuestión de ver
con que tipo de rareza nos enfrentamos
esta vez.”
Las sombras se agitaban y el viento se
levantaba a mi paso veloz por el bosque.
Sentía que la presencia oscura me
observaba.

Después, la luz de la luna fue tapada por


las sombras que corrían por el suelo con
violencia, moviéndose con agilidad
desmesurada. La oscuridad se cernió
sobre los árboles y volvió a disiparse,
dejando ver a los poseídos: no habían
llegado por medio naturales.
No hubo ningún malentendido. Alice y yo
habíamos estado en Cauldron Lake, pero
no había ni cabaña ni isla. Había perdido
una semana. ¿Qué había sucedido? ¿Qué
le había ocurrido a Alice?

Tenía que encontrarla. No podía vivir sin


ella.
Episodio 3: El Rescate

Al Sr. Randolph le gustaba Rose, su


pequeña sonrisa, como conservaba su
dulzura a pesar del empeño de la vida por
amargarla.

No era asunto suyo lo que hiciera en el


remolque. Sin embargo, esos extraños, el
novelista y el listillo de su compañero, no
parecían buena gente, llevaban horas ahí.
Cualquier otro día, ella ya estaría
durmiendo. Tomo el teléfono y llamo a la
oficina de la alguacil.
Durante décadas, la oscuridad que albergaba
la piel de Barbara Jagger durmió inquieta en
la oscuridad de su hogar y prisión. Estaba
hambrienta y adolorida. Soñaba con las
noches de gloria que vicio cuando los versos
del poeta la invocaron para disfrutar el poder
y la libertad durante un instante efímero. Las
estrellas de rock la despertaron al igual que
aquel poeta de su profundo sueño.

Al percibir al escritor en el transbordador,


abrió los ojos.
Nightingale observo al oscuro bosque a
través de la ventana rota del estudio. Se
dio la vuelta, con intención de marcharse,
pero Maine lo sujeto del brazo.

"¡Joven, casi me hiere! Uno no va


pegando tiros de esa forma por ahí. ¿Qué
le pasa?"

Nightingale libero su brazo y se fue.


Estaba ruborizado de rabia y humillación.
Sarah confiaba en sus instintos. Y sus
instintos le decían que el agente Nightingale
era un tonto.
Apestaba, y no solo era por la bebida barata.
Era la forma en la que presumía su placa y su
cargo, la forma de mirar cuando buscaba
respuestas.

¿Dónde estaba Alan Wake? ¿Qué era eso del


accidente? ¿Dónde estaba su esposa? Y,
sobre todo, ¿Por qué lo dejo irse?

El no respondería sus preguntas. "Asunto


federal", era lo que diría.
La tubería se soltó sola de la estructura de
acero del puente. Envuelta en un halo de
oscuridad, flotaba en mitad del aire,
retorciendo con espasmos.

Por un momento me costó comprender


que estaba mirando.
Se abalanzaba hacia mí con una fuerza
incomprensible. Me aparte de su camino,
pero apenas lo suficiente.
Cuando enfoque la linterna hacia ella se
agito con una furia oscura, antes de volver
abalanzarse sobre mí.
Le cerré la puerta en las petulantes
narices. Me suplico que la abriera. Fiel a
su esencia, el tonto pensaba que iba a
obedecerlo.
Se agotó mi compasión y el sentimiento
de culpa. Al menos hacia él. Me tome un
momento para disfrutar sus gritos.
Apuesto a que estaba sonriendo.

Para eso si tenía tiempo. La presencia


oscura estaba en la casa, conmigo.
La oscuridad se levantó hacia mí, arrastrando
lo que no estaba pegado al suelo hacia sus
profundidades, tirándome de la ropa.
Vi la bengala que dejo caer el secuestrador y
me lance hacia ella cuando note que mis pies
dejaron de tocar el suelo.

La oscuridad me abrazo con la fuerza de un


tornado.
De algún modo, conseguí encender la
bengala.
La oscuridad rugió y me expulso.

Caí hacia las aguas oscuras del lago, que se


extendían abajo.
Rose no sabía cómo había entrado esa
vieja extraña a su remolque. De algún
modo no tenía buen aspecto. Le mostró
los dientes esbozando lo que pretendía ser
una sonrisa y recorrió su mejilla con un
dedo. “bella niña”, dijo.

Rose sintió que se quemaba dormida, pero


seguía de pie, la anciana le hablo en un
susurro palabras que penetraron frías y
oscuras en su oído.
Tocada por la presencia oscura, Rose se
perdió en un país de ensueño donde todo
estaba pintado en gamas de grises y
negros. La anciana le había prometió que
todos sus deseos se harían realidad. Que
iba a convertirse en la musa de Alan
Wake.

Sonreía tan abiertamente que le dolía la


cara. Vertió un bote de somníferos en el
café.

En lo más profundo de su ser gritaba de


terror.
Danny había salido, pero al encontrarlo de
nuevo era diferente, había algo extraño,
era un monstruo. Walter trato de matarlo
primero con sus puños luego con una
silla. No moría, los golpes no le
afectaban. El miedo logro que Walter lo
derribara por la escalera del sótano.
Corrió y se puso al volante y puso en
marcha el motor. El alcohol no lo haría
olvidar, pero quería intentarlo.
El motor de la escarbadora cobro vida con
un rugido. El barro y las piedras volaban a
su paso. Atravesó la pared de hormigón y
aterrizo con estruendo en el patio.

Si fuese un animal, habría sacudido la


cabeza tras el golpe, habría fijado sus ojos
hacia mí y habría embestido. Por supuesto
no tenía ni cabeza ni ojos. Las sombras se
arrastraron sobre ella, convirtiéndola en
un monstruo.

Entonces vino por mí.


Incluso después de todo este tiempo, oyendo
los temas de Night Springs habían causado
una oleada de emisiones contradictorias en
mí. Había sido mi primer relato de escritura
real. Barry conoce a un chico que de pronto
se ve como un escritor semi-regular de series.
Yo siempre me había sentido avergonzado de
mi trabajo, sentía que era basura. Yo quería
ser un artista, un novelista.

Era ingenuo en ese entonces. Me costaba


mucho tiempo aprender a estar orgulloso de
mis obras.
Una vez que Nightingale se fue y la brisa
nocturna entro por la ventana del estudio,
Maine miro a Sarah fijamente la alguacil
aparto la mirada. La voz de Maine vibro
incapaz apenas de contener su enfado:

"Ese joven bebe más de lo que piensa,


espero que sepas lo que estás haciendo,
Sarah. Tiene la mirada enferma. Créeme:
busca a Wake por una razón, y seguro que
no es buena".
Cuando Thomas Zane se enamoró de Barbara
Jagger, todo ocurrió rápidamente. Ella era
joven, vibrante, bella y llena de vida. Él
nunca había sido un hombre muy feliz. Sin
esfuerzo aparente ella lo cambio por
completo.

Zane se sintió feliz por primera vez en su


vida. Todo cuanto ella hacia era otra pieza de
un rompecabezas que él ni siquiera sabía
incompleto.

Y lo mejor de todo es que hacía que las


palabras fluyeran fuertes y agudas. Era su
musa.
Algunos de los poseídos conservaban el
eco de sus identidades pasadas, pero no
eran más que el reflejo nervioso del tejido
muerto. No quedaba si no un cascaron,
cubierto y repleto de oscuridad.

En la mayoría de los casos, las marionetas


servían bien a los propósitos de la
presencia oscura. Sin embargo, para los
casos más complejos como el del
novelista, no bastaba: necesitaba su
mente. En lugar de poseerlo por completo,
solo le basto rozarlo.
Miraba por los barrotes de la celda. Barry
estaba detrás de mí Balanceando sus pies,
parecía tan enfermo como yo.

l agente Nightingale estaba del otro lado


de los barrotes, con la alguacil Breaker.
Nightingale tenía un montón de páginas
del manuscrito en su mano. Parecía
desquiciado:

"Bien por fin es mío Raymond Chandler.


Todas las evidencias, incluida la
conspiración para asesinar a un agente
federal".
Las cosas nunca eran tan fáciles en la vida
real como en la ficción. Ya había perdido la
cuenta de las veces en las que me habría
gustado que hubiese una razón clara para mi
bloqueo. Algo con que pelear, algo que
desechar.

Pero no la había. Estaba lleno de dudas. No


me parecía al héroe de mis libros. Alex Casey
habría vivido su vida con gran determinación,
sin alejarse nunca de sus metas.

Incluso ahora estaba enfadado conmigo


mismo, con Alice, con Barry. No hacía más
que dar vueltas, sin tener un plan.
Aún tras las puertas cerradas y las
cortinas de su habitación mugrienta del
Magestic, el motel local, Nightingale
podía sentir que lo observaban. Lo
juzgaban implacables.

Trato de reprimir aquel pensamiento. Por


lo que sabía, todos habían caído presa del
embrujo de Wake. Para acabar un trabajo
había que hacer lo que fuera necesario.

Busco consuelo en la botella que tenía en


la mano: "Por favor", pensó. "Déjame
superar todo esto".
Mott había inspeccionado todas las cabañas
de Stueky. No había ni rastro de los Wake.
Ya había oscurecido cuando encontró su
coche estacionado al final de la carretera e
Cauldron Lake.

No tenía sentido, tenía que haberse


equivocado de camino, pero tampoco había
señales de ellos y el coche ya llevaba ahí
horas.

Frustrado, Mott se quedó al pie de los restos


podridos de la pasarela que antes llevaba a
Diver's Isle, antes de que desapareciera bajo
las olas. Su jefe no se iba a alegrar.
Intente aferrarme a Alice pero su forma se
desvaneció. Estaba perdiendo el control. En
su lugar estaba el Dr. Hartman. Quería
golpearlo, pero no tenía fuerza en los brazos.

El doctor sonreía. Trataba de reconfortarme y


lo odio por ello.

"he tenido que administrarle un sedante. No


luche. Ha pasado por una mala experiencia.
Ahora es importante que se calme. No
queremos que tenga otro episodio. Es usted
mi paciente en mi clínica, desde hace un
tiempo".
Para Mott, el espionaje hecho a Wake en
el transbordador fue una decepción, su
jefe le dijo que era algo especial, pero a
Mott no le había impresionado.

Sin embargo, había conseguido una gran


descripción de su mujer y le gusto lo que
vio. Mott había fantaseado incitar a Wake
y provocar una pelea, pero no ocurrió. Sin
embargo, él tendría otra oportunidad de
provocar a Wake.

Se lo habían prometido.
Los cazadores eran hombres grandes y
fornidos. En el bosque se sentían como en
casa. Estaban de buen humor bebiendo
cerveza y compartiendo historias de
fantasmas hasta altas horas de la noche.

Cuando fueron poseídos por la presencia


oscura, se vieron arrastrados a una
tiniebla mucho más terrible que cualquier
historia que pudieran haber contado o
escuchado.
El doctor se sentó a pensar. Ya había
examinado a Rose y a Barry. Barry se
estaba recuperando. Rose ella era otra
historia estaba consiente, pero delirante,
perturbada "Tocada de la cabeza" como
solían decir.

No era la primera vez que el doctor había


visto algo así, pero fue hace treinta años.

El Doctor se sirvió un trago.


No había olvidado nada.
Levanté la página frente a mí y la leí.
Levanté la página frente a mí y la leí.
Levanté la página frente a mí y la leí.
Levanté la página frente a mí y la leí.
Levanté la página frente a mí y la leí.
Levanté la página frente a mí y la leí.
Los relámpagos resplandecían en la casa
de Cauldron Lake. Tor Anderson se reía,
blandiendo el martillo de acero por
encima de la cabeza. La enfermera
Sinclair trataba de calmarlo, sin éxito.

Tor sonreía con locura y gritaba:”! Este es


mi martillo¡!tome un regalillo de
Mjöllnir, joven ¡"

Descargo el martillo con todas sus fuerzas


sobre la cabeza de Sinclair.”! Volvemos a
estar de gira, muñeca ¡”.
Episodio 4: La Verdad

Zane podía sentir como los poemas


cobraban forma, creando universos.
Cuando experimentaba, creía percibir la
fuerza que emergía de las letras de su
máquina de escribir.

Le llenaba de júbilo, pero también de


miedo. De no haber sido por su joven
ayudante Emil lo habría dejado, pero lo
persuadió para que no lo hiciera. Él
también tenía facilidad de palabra.
Hartman siguió hablando, enseñándole a
Barry con orgullo cada detalle del lugar.
Hablaba y hablaba de sus trofeos de caza.
Barry estaba impresionado, pero había ido a
verlo por negocios. Elevo la voz e
interrumpió el monologo:

"Eh, Hartman, ¿Dónde está Al?"

Hartman paro en mitad de la frase, molesto


por la interrupción. Hizo un gesto al hombre
corpulento que esperaba sus órdenes. Este
sonrío y dejo caer una mano fornida sobre el
hombro de Barry.
Hartman fue testigo de la caída de Alan
Wake con sus prismáticos. Cuando el escritor
se unido en el lago, ordeno a Jack que llevase
el barco hasta ahí.
El lugar era fácil de recorrer en la oscuridad,
Aun con todas las luces del barco. La bengala
seguía ardiendo a pesar de estar flotando en
el agua.
Jack subió el volumen de la radio cuando el
motor empezó a trabajar. La música era dura,
ruidosa, un sonido que los hermanos
Anderson habrían apreciado sin duda, aunque
Hartman decidió ignorarla, Wake estaba, por
fin, al alcance de su mano.
Hartman sabía que no era un creador. No
tenía intenciones al respecto y no quería
acabar como el resto de artistas con los
que había trabajado, dañado de forma
difícilmente descriptibles o peor.

Para él era suficiente mantener el control


creativo y establecer directrices. Ser el
"productor" era lo que necesitaba la
mayoría de aquella gente, en realidad.

Por supuesto, los sujetos apropiados no


abundaban.
Me quede viendo la parafernalia vikinga que
cubría la zona, rodeando la plataforma
central: La plataforma era de tamaño
completo, Con un sistema de sonido
impresionante, y muchos detalles incluyendo
un dragón. Habría que tener alguna especie
de locura para algo como esto en medio de un
campo.

Cuando el cielo se cubrió con una explosión


ensordecedora y la música comenzó, se sentía
extrañamente apropiado.

"Al ten cuidado, ¡Puedo verlos moverse! Van


por ti".
Por el momento, Barry estaba contento de
sobrevivir al ataque, había sido deparado de
Alan, y no había manera fácil de subir ahí.

Se dijo que higa a estar bien, en el bosque


tenebroso por la noche. El solo tenía que
esperar un tiempo a que Alan encontrara un
camino hacia abajo. Barry volvió a oír unos
pesados pasos y vio un movimiento: La
sombra con forma de orden se abalanzo hacia
el entre los arbustos, con hacha en mano.

Barry grito y levanto su mano para


protegerse. El mundo estallaba.
Mott sabía que Wake era más inteligente
que él, tenía más dinero, una mujer
guapa…lo tenía todo. Y Hartman había
dicho que Wake era importante. Eso lo
hacía mejor que Mott.

Pero Mott llevaba ahora las riendas.


Había esperado que Wake llorara y se
arrastrara, Pero parecía dispuesto a pelear.
Sabía que lo había irritado.

Ojalá tuviera a su esposa… Aquel


pensamiento lo estremeció.
Hartman no estaba contento. Mott podía
verlo en sus ojos. Bajo la vista. Lo había
estropeado todo, lo sabía.

Era duro enfrentar la vergüenza del


fracaso. No había esperado que Wake le
pidiera más tiempo. Le grito "dos días",
un plano menor del que había pedido
Wake, para dejarle claro quien mandaba.

Pero eso forma parte del plan de Hartman.


Hartman se apresuró por el pasillo, no le
había gustado ver salir a Wake en el
momento más susceptible de su terapia,
pero no era una tormenta ordinaria. Wake
había estado escribiendo y algo despertó
en las profundidades del lago. Ahora
vendría por él.

Hartman había preparado una situación


como esta. Los hermanos idiotas
mantendrían distraído a Wake mientras
Hartman aseguraba todo.
Hartman observo como Wake iba cediendo.
Era un hombre testarudo, no había duda. Aún
tendido en la cama, casi le rompe la nariz a
Hartman por segunda vez. Con un poco de
tiempo podría acabar con él, encausarlo por
el buen camino. Era, con toda seguridad, el
sujeto más prometedor que había tenido…
desde Tom, en realidad.

"Que duerma bien, Alan", le susurro


sonriente. "Yo cuidare de usted".

Respiro con fuerza para aclararse la nariz.


Trago la sangre sin apenas sentirla.
El agente Nightingale miraba al escritor
inconsciente. El hombre estaba durmiendo en
esa noche terrible. Nightingale sintió una
punzada de envidia por el estado de Wake,
pero había trabajo que hacer.

Puso su pistola en la frente del novelista y


estuvo a punto de convertirse en asesino. La
mano le temblaba. Su garganta estaba tensa,
reseca. Apretando los dientes, intento
accionar el gatillo de nuevo. No tenia el
valor.

Wake se agito, tendría que conformarse con


arrestarlo.
La tormenta arreciaba mientras los
hermanos Anderson se alejaban de la
clínica, justo con el resto de pacientes.
Sabían que esta vez no volverían. La
oscuridad que los rodeaba hervía con
horrores, pero Tor y Odín no tenían
miedo.

Sus ojos brillaban con astucia. Conocían


todas las sendas secretas. Tenían sangre
en las manos. Ya habían luchado contra
esas sombras.
La presencia escrita había seguido la
coreografía descrita en el manuscrito,
haciendes más y más fuerte, moviéndose
como un vendaval, sembrando la
destrucción a su paso.

Con todo, seguía atada al devenir de la


historia, encadenada al lugar del que
había salido.

Cuando la trama llegase a su final sería al


fin libre.
Es 1976. La locura reina en la granja de
los Anderson. En contra de toda lógica el
ingrediente más embriagador de su licor
casero es el agua sin filtrar de Cauldron
Lake. Los Anderson se sientes dioses
Odín no puede dejar de reír. Planea
arrancarse un ojo, Tor corre por el campo
desnudo, gritando, con el martillo en la
mano, intentando atraer al relámpago.

Sus canciones son patentes. Algo


ancestral se remueve en las
profundidades, queriendo regresar.
Una vez más los gritos de Alice resonaron
en la quietud de la noche. Me vi corriendo
hacia la cabaña, con la linterna en la
mano.

Seguía a mi yo del pasado, era como un


observador. Era como un observador
extracorpóreo, un viajero en el tiempo en
un sueño de embriagues y locura. Era el
comienzo, la noche en la que Alice había
desaparecido.

El misterio de lo que había sucedido en la


semana perdida estaba a punto de ser
revelado.
Cuando se detuvo el coche en la granja
Anderson, Walter se sintió aliviado, sintió
que estaba cerca. Los hermanos perdieron
un frasco de alcohol ilegal, o dos, en el
manicomio. Pero entonces vio al hombre
en el porche, y sabia quién era.

Conduciendo por su vida y saber que era


inútil, no se dio cuenta de que estaba
llorando hasta ver el camino de las
lágrimas.
Hartman nunca se había sentido tan
ansioso hasta la semana en la que Mott
logro perder las hojas. Su coche estaba
junto al camino que alguna vez llevo a la
isla.

Era cuesten de tiempo para que Wake


comenzara a escribir de nuevo. Tenía que
encontrarlo y rápido.

En el momento en el que escucho la radio


que habían cogido a Wake, encendió su
coche, y condujo hacia la ciudad.
Por algún momento, Hartman considera
estrangular al idiota. Mott era mezquino
pero fácil de manipular, un niño
emocional que ocupa aprobación.

Wake, por el contrario, era mucho más


complicado. Mott había dado demasiada
cuerda. En dos días, ¿Quién saque que
podría pasar? Hartman tenía que
encontrar alguna manera de pararlo
inmediatamente.
El oficial Mulligan ya no presto atención
a la plática de Thornton. Pensaba que los
escritores eran gente inútil y todo ese
dispositivo para atrapar a uno solo le
parecía absurdo, sobre todo le impedía
disfrutar de su café con pan. Ni siquiera
estaba claro que había hecho ese hombre,
aparte de salir huyendo del
estacionamiento de remolques.

Mulligan sabía que no estaba solo: la


alguacil estaba perdiendo la paciencia con
el federal.
A medida que se ve arrastrado por Wake
y Wheeler, el agente Nightingale examina
detalladamente las hojas que llevaba
Wake. Era incompleto un montón de
páginas al azar.

Pero no fue suficiente: vio su nombre allí,


entre otros. Sus manos temblaban de
emoción.

Finalmente, era la prueba. Estaba en lo


cierto.
Episodio 5: El Sr. Clic

Nightingale intento dar sentido al


manuscrito. Era incoherente, extraño. No
entendía ni la mitad, pero sonaba real,
incomprensiblemente real.

Saco la maleta cuando llego a la página


que describía como llegaba a la página
que le hizo sacar la maleta.

La cabeza le daba vueltas, pero no por la


bebida.
Nightingale sentía que la situación se le
escapaba de las manos, pero al menos aun
podía sujetar con firmeza la pistola. Estaba
dispuesto a abrir fuego, a que eso ocurriera
por encima de su cadáver... y, sin embargo,
dudo.

Ya había visto ese momento antes. Lo había


leído en la página. Estaba paralizado por el
deja vú, por el horror de ser un personaje de
una historia que alguien había escrito.

Entonces, la presencia se abalanzo sobre el


por la espalda y lo arrastro hacia la noche.
La oscuridad que llevaba el rostro de
Barbara Jagger estaba furiosa. La historia
del manuscrito la había fortalecido más y
más, pero la luz había liberado al escritor
y la había herido, debilitándola.

Era cuestión de días que la presencia


oscura recuperaría sus fuerzas, pero entre
tanto, le sería difícil volver a capturar al
novelista.
Cynthia Weaver trabajaba duro, siguiendo
sus obsesivos rituales; a veces luchaba contra
ellos, pero siempre cedía en última instancia.

Recorría los pasillos de la central eléctrica de


Bright Falls. Mareaba sus escondites con
pintura sensible a la luz, solo perceptible por
aquellos ojos tocados por la oscuridad y
salvados por la luz, como los suyos.

Preparaba las líneas de defensa y suministro


de una guerra que sabía inminente. La guerra
entre las fuerzas de la luz y de la oscuridad.
Para ser libre, la presencia oscura necesitaba
que el escritor termine la historia. Una y otra
vez, la trama le permitía acercarse a él hasta
un extremo frustrante, pero sin poder
capturarlo. Estaba atada a los
acontecimientos del manuscrito.

Pero podía perseguir al novelista


indirectamente, por medio de otros,
deteniendo a quien tratase de ayudarlo.

Tomo posesión de todo lo que encontraba en


su camino, convirtiéndolo en su marioneta,
arrojándolo contra Alan Wake.
Alice grito hasta que no pudo más. A su
alrededor, la oscuridad estaba viva. Era
fría, húmeda, malévola, infinita. Era
prisionera esa negrura.

El terror podía haberla consumido, pero


algo alimentaba su esperanza; podía sentir
a Alan en la oscuridad. Podía oírlo, ver las
palabras que escribía, como sombras
relucientes.

Él también la sentía e intentaba llegar


hasta ella.
Barry estaba en su mundo, haciendo
llamadas, precipitando los
acontecimientos, sin saber a ciencia cierta
cuales eran. No quería defraudar a la
atractiva alguacil, a pesar de que cada
ruido del exterior, y no eran muchos, le
hacía sobresaltarse. Solo se había
detenido para que se diera prisa.

De pronto, se quedó helado; se había roto


una ventana en alguna parte del edificio.
Y todo quedó a oscuras.
Barry volvió a la tienda general de Bright
Falls y entonces se sacudió el polvo. Justo
al lado de las latas de alubias en conserva
había una caja cerrada con lanza bengalas.
¡Y convenientemente, también había un
barril con palancas!

Barry sonrío al pensar que aquella era la


típica escena de película, en la que el
héroe tiene que armarse hasta los dientes.
Sin dudarlo, asumió el papel.
La historia que escribió en la cabaña se
volvió realidad. Tocado por la presencia
oscura, había escrito un relato de terror,
aunque aún faltaba el final. La última
página, todavía sin terminar, seguía en la
máquina de escribir del estudio en la
cabaña.

Si conseguía volver ahí y leer la página,


podría escribir mi propio final para la
historia y salvar a Alice.
Sarah casi empezaba a relajarse. Tal vez
aun podía convertir aquello en una
victoria.

De pronto oyó un sonido penetrante,


como si una sirena se hubiese vuelto loca;
un centenar de pájaros cayeron de entre
las sombras y se abalanzaron sobre el
rotor.

El helicóptero se agito y se encendió un


aviso, diciéndoles lo que ya sabían; iban a
estrellarse. Barry Wheeler grito con ella.
Thomas Zane sabía que debía acabar con
todo lo que había hecho posible aquel horror,
incluso consigo mismo. Era la única forma de
acabar con la presencia oscura que había
desatado, y ahora lo miraba a través de los
ojos de su amada muerta.

Sin embargo, también sabía que, a pesar de


sus esfuerzos, tal vez volvería algún día. Por
ello, mientras escribía su destierro y el de su
obra, añadió una cláusula como seguro, una
excepción a la regla: las propiedades dentro
de una caja de zapato seguirían existiendo.
Siguiendo las tuberías del agua, Cynthia
caminaba, enfadada con el escritor. Ese
joven necio que tomaba riesgos
innecesarios. ¡Vaya forma de romper las
reglas! ¿Acaso no sabía lo que estaba en
juego?

Desde aquellos terribles años setenta no


había dudado ni una sola vez, por duro
que hubiera sido. Estaba exhausta después
de proteger al pueblo durante todos estos
años. Ahora solo quería descansar.
El poeta y las letras Muse de los Antiguos Dioses
de Asgard.

El coro:

Y ahora ve tu amor en libertad

Tendrá clave de la cabina de la bruja

Encuentra la señora de la luz, se ha vuelto loco


con la noche

Encuentra la señora de la luz, todavía delirando


en la noche

Así es como remodelar tu destino


Los niños de las letras Elder God de los
Antiguos Dioses de Asgard.

El primer verso del coro:

Guerreros, portadores de la antorcha, vengan


a redimir nuestros sueños

Enciende una luz en esta noche de los


demonios de otros mundos

Odín podría ser su guía, usted deje la cuerda

Forma de Hammer tendrá su decir, se


levantan en su nombre

Oh, Memoria y Pensamiento

Jet negro y arañó

Niños del dios antiguo


Azote de la luz sobre la oscuridad
Los niños de las letras Elder God por los
Antiguos Dioses de Asgard.

El segundo verso del coro:

Bruja rascadora, afila sus garras, el rechinar


de sus dientes torcidos

Usted ha tomado esclavos, como las olas del


mar, ahora siente el Seethe Ocean

Thor Padre, bendice esta guerra entre la


oscuridad y la luz

En sus canciones dejan que sus males


traigan la disolución de noche

Oh, Memoria y Pensamiento

Jet negro y arañó


Niños del dios antiguo

Azote de la luz sobre la oscuridad


La presencia oscura ya no quería capturar
al escritor para que escribiese el final que
deseaba.

Sabía demasiado. Era demasiado fuerte y


llevaba un arma que había pertenecido a
Thomas Zane, algo con lo que podía
herirla.

Ahora la oscuridad trataba de impedir por


todos los medios que el novelista pudiese
llegar a Cauldron Lake y al lugar oscuro
del que había salido.
El fondo de Cauldron Lake era un
cementerio en el que reposaban los
objetos que el lago había reclamado para
si a lo largo de las décadas. La presencia
oscura las levanto en su despertar,
esparciendo aquí y allá el casco de una
vieja barca o los restos de una avioneta
estrellada hacía tiempo.

Los árboles se destrozaron por el impacto.


La tierra gimió. Sin darse cuenta.
Zane le arranco el corazón, pero no
murió. El ser que llevaba el rostro de
Barbara le seguía cantando ternura,
ofreciéndole azúcar envenenada.

Se puso el traje y desato al monstruo de la


silla. La cosa se retorcía débilmente entre
sus brazos, pero él no cedió. Salió del
embarcadero y penetro en las aguas
oscuras, un destello de luz que bajaba
hacia un fondo que nunca llegaba.

Pagina 4: El lugar oscuro


El lugar oscuro en el me encontraba no se
parecía a nada que pudiera haber
imaginado; no era sólido, fluía. Era
conceptual, subjetivo.

Para otra persona, un artista de otro


campo, habría tenido la historia del
manuscrito a mi alrededor, las palabras y
las ideas flotando en el aire, listas para
cobrar vida.
Tras la marcha de Zane, permanecí solo
en el sueño cambiante que era el lugar
oscuro, llegar a la cabaña. Había previsto
un camino para ello en el manuscrito.

Seguí la idea del camino. Ya había


descrito mi travesía a través del río que
me bloqueaba el paso, y así, apareció un
puente hacia la isla. La idea de la cabaña
relucía en la oscuridad subacuática. Desee
que fuera real.

Y así fue.
El poeta y las letras Muse de los Antiguos
Dioses de Asgard.

El primer verso:

Hay una vieja historia forjada con el


misterio de Tom el poeta y su musa

Y un lago mágico que le dio la vida a las


palabras que el poeta utiliza

Ahora, la musa era su felicidad, y rimado


de su gracia

Y le contaba historias de tesoros


profundos bajo las aguas ennegrecidas

Hasta que, en la quietud de un amanecer,


aún en su corona brumosa
La musa sefue hacia el lago, y en las
ondas se ahogó.
El poeta y las letras Muse de los Antiguos
Dioses de Asgard.

El segundo verso:

El poeta llegó hasta el lago para llamar a


su querida

Al no obtener respuesta se sintió


abrumado por el miedo

Buscó en vano el tesoro perdido y


demasiado pronto caería la noche

Sólo su propio eco que llorar de nuevo


esperando su llamada
Y cuando juró traer de vuelta sus historias
de amor
Las pesadillas en su sueño lo movieron a
la oscuridad del lago.
El poeta y las letras Muse de los Antiguos
Dioses de Asgard.

El tercer verso:

En la oscuridad de la noche, ella se le


acercó con la oscuridad en sus ojos

Que lleva un vestido de luto, palabras


dulces como su disfraz

La tomó sin decir una palabra para ver a


su grave error

Y les prometió silenciar a las


profundidades del lago

Ahora, si es real o sólo un sueño un


misterio continúa
Pues se dice, en las noches sin luna
todavía pueden frecuentar este lugar
Al final, Barry no iba a dispararle a Sarah,
ambos lo sabían. En cuanto perdió la
oportunidad de ir tras Wake, Barry le
entrego el arma y se sentó en el suelo,
protegiendo el rostro del resplandor sin
misericordia de la sala.

“No creo que vuelva a verlo nunca más”,


dijo con un hilo de voz.

Sarah no podía enfadarse con él. Además,


probablemente tendría razón.
La primera vez que había oído el poema
en un sueño, recitada por una extraña luz
OVNI. Me gustaría volver a leerlo en la
cabina, en un libro de Thomas Zane:

Porque él no sabía

Que más allá del lago

Él llamó a su casa

Se encuentra una más profunda, más


oscura

Green Ocean

Cuando las olas son

Un tanto más salvaje


Y más sereno

Para sus puertos he estado

Para sus puertos he estado.

“No es un lago, es un mar”.

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