Quatroccento
Quatroccento
Quatroccento
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Historia de la Arquitectura
Introducción
En el Quattrocento, los planos de los monumentos y el estudio de las formas antiguas revisten
una importancia decisiva. Bocetos y cuadernos de notas traídos por los viajeros circulan de un
taller a otro, alimentando el talento de pintores y escultores o suscitando el interés de
medallistas y ornamentistas. En esto estriba la originalidad de Florencia. Mientras que en las
cortes de Verona, Mantua, Ferrara o Milan parecen disfrutar todavía de lo maravilloso de los
temas corteses, extraídos de la poesía épica y de la caballería, Florencia y sus reformadores
imponen un arte estrictamente ordenado y opuesto rotundamente al estilo cortesano. El año
del nacimiento de Masaccio coincide con una etapa importante en el arte florentino y la
historia del arte lo pone de punto de referencia, como el amanecer de una nueva era: el
famoso Concurso de 1401 para las puertas del baptisterio. Asimismo, el renacimiento del arte
se desarrolla en paralelo con una revisión del conocimiento, sobre todo de los textos griegos y
romanos. El siglo XV fue la época dorada de los teóricos: Leon Battista Alberti escribe sus
reflexiones en sendos tratados fundamentales sobre la pintura y la escultura, y más tarde
sobre la arquitectura; Ghiberti publica a su vez sus Comentarios y Piero della Francesca escribe
su Tratado de la perspectiva. Ghiberti manifiesta en sus Comentarios que, tras de diez siglos de
inmovilidad, la pintura, la escultura y la arquitectura «modernas», habían recuperado el poder
de los Antiguos, tal como se manifestaba todavía al final del Imperio Romano.
Este primer Renacimiento supone una ruptura radical con el lenguaje característico de la Edad
Media utilizando de elementos constructivos tomados de la
Antigüedad Clásica, De esta forma vuelven a utilizarse el arco
de medio punto en alternancia con el dintel; esto lleva a la
utilización de la cubierta de bóveda de cañón, y a la
utilización de las cúpulas, bien semiesféricas u ojivales;
columnas y pilastras con los órdenes clásicos; entablamentos;
decoración de casetones, etc.
Otro gran arquitecto del quattrocento fue sin duda León Battista Alberti Hijo natural de un
exiliado florentino, realizó sus estudios en Padua y Bolonia, si bien su auténtica formación
artística se produce en Roma. Es allí donde descubre toda la grandeza del arte clásico e inicia
su obra erudita “Descriptio Urbis Romae”. Sobresalió en todas las artes, ideó artilugios
mecánicos y dedicó tratados a la escultura, a la pintura y a la arquitectura. Sobre esta última
disciplina escribió en diez libros "De re aedificatoria" (Florencia, 1485), en cuyas páginas
defiende por vez primera el aspecto intelectual del arquitecto, como dibujante de planos e
inventor de maquetas. Su misión será la de concebir mentalmente el edificio, confiando su
ejecución material a los maestros de obras y albañiles.
Algunos de sus principios sobre la arquitectura era Concebir la BELLEZA como EURITMIA,
armonía entre las partes y el todo, sólo apreciable
desde un punto de vista intelectual, y como
EQUILIBRIO, manifestado particularmente por la
simetría. Según sus propias palabras, "la belleza es
una armonía entre todas las partes en cualquiera que
sea el objeto en que aparezca, ajustadas de tal
manera y en proporción y conexión tales que nada
pueda ser añadido, separado o modificado mas que
para empeorar”.
La estructura del palacio renacentista es, como en general toda la arquitectura de la época,
muy simple: cuatro cuerpos reunidos alrededor de un patio central; en suma, un cubo con un
vacío en el centro. Esta disposición era el mejor compromiso entre las exigencias de intimidad
(garantizada por el patio central, sobre el que se abrían las puertas de las habitaciones, que se
comunicaban entre sí por corredores en forma de pórticos, es decir, por las galerías del patio)
y las de representación (que podían tener un imponente panorama sobre las calles). Las
fachadas que se debían organizar eran, por tanto, la que daba al
patio y las que daban a la calle. La del patio tenía un tema
obligado, establecido por la galería. Venía a ser así una o más
series de arcos apoyados sobre correspondientes series de
columnas; o bien –como se hizo muy pronto transformando la
logia superior en un corredor cerrado- una serie de arcos con
columnas en la parte baja, con una serie de ventanas encima.
Generalmente un entablamento correspondiente al orden de las
columnas separaba un piso de otro; y una serie de pilastras -
parcialmente encajonadas en el muro- correspondían, en los pisos
superiores, a las columnas del pórtico.
Mucho más complicada era la fachada exterior, de tal forma que el Renacimiento no adoptó
un esquema único. Alberti adoptó una fachada almohadillada, con ventanas separadas por
pilastras de escaso relieve, e, inspirándose en el Coliseo romano, fragmentada en tres pisos de
órdenes superpuestos: toscano, el más rústico, en el bajo, corintias sencillas en la mitad y
corintias decoradas arriba, lo cual supone todavía
una cierta confusión tipológica. Entre piso y piso ya no había una simple cornisa, sino el
entablamento correspondiente al orden de la columna que había debajo. El orden inferior se
apoya en un basamento que, además de servir como banco en el espacio urbano, recuerda el
"opus reticulatum" romano, y, cobijándolo todo, una amplia cornisa en saledizo. El
segundo objetivo de Alberti es el templo, que "bien hecho y ordenado es el mayor y
más principal ornamento de la ciudad". Sus trabajos iniciales consisten en remodelar
edificios del Medievo, enmascarándolos con portadas renacentistas: A la basílica gótica
de Sta. M.ª Novella, de Florencia (1456), le añadió una fachada de proporciones
perfectas, dotada de sentido musical, asumiendo como módulo compositivo el
cuadrado