Placer Matrimonio 1 Ok

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PLACER SEXUAL EN EL MATRIMONIO

Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu


juventud. Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias
te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre.
(Proverbios 5:18-19)

El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y


asimismo la mujer con el marido. (1 Corintios 7:3)

Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin


mancilla; pero a los fornicarios y los adúlteros los juzgará Dios.
(Hebreos 13:4)

La Biblia presenta un cuadro positivo y realista del sexo


como dimensión integral de la vida matrimonial. Lo presenta
como una creación de Dios, regalada al hombre y a la
mujer para ser expresada dentro de las normas
especificas. A muchos nos gusta jugar y ver el fútbol, pero
especialmente cuando se hace conforme a los reglamentos.
¿Qué tal sería si comenzasen a meter goles con las manos?
¡Ridículo!Pero así es cuando nuestra sociedad secular trata de
cambiar las reglas fundamentales que Dios nos ha dado.

La relación sexual humana es la expresión


comunicativa más íntima, poderosa y significativa entre
mujer y hombre. Es un darse totalmente, sin reservas. Tiene
poder para edificar o destruir. El Señor lo considera un asunto
tan serio que incluso permitió el divorcio en caso de que
hubiera una relación sexual extramarital. Acerquémonos al
tema con respeto y aprecio.

Unas consideraciones iniciales

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Debemos tener en cuenta varios factores antes de
estudiar el tema desde una perspectiva bíblica.

En primer lugar, enfrentamos el problema de los


extremistas respecto al sexo en nuestro medio.

Por un lado, en la calle, en el cine, en la televisión, en los


periódicos, en las revistas y en la propaganda, en el Internet,
nos están bombardeando con el sexo. Los publicistas entienden
muy bien que el sexo vende la mercadería. Sean motores
marinos, cubetas de plásticos de basura, jeans, automóviles,
cigarrillos, licores, computadoras o celulares, el mercado
sexual produce resultados y ventas.

Enfrentamos también toda una serie de mala información


referente al sexo, como la "cigüeña que trae a los niños de
París, la incompleta o errónea información recaudada entre los
amigos o aun universitarios, inclusive hasta en los manuales de
técnica sexual. Un hombre que ya está casado recibió la
primera información del sexo a los 10 años de su primo.
Estaban jugando en la finca del abuelo, cuando con voz queda
el primo dijo: "Oye, ¿sabes cómo se hacen los niños?" "Pues no
sé, ¿cómo se hacen?" y con eso el buen primo introdujo a su
joven familiar a los misterios desconocido de la sexualidad,
informándolo que cada vez que un hombre besaba a una mujer,
fueran jóvenes o adultos, estaban "haciendo un niño". Fue una
información tan trascendental que dejó al chico atónito por un
rato. Y así comenzó su educación sexual.

Por un lado tenemos el bombardeo sexual y la mala


información. Pero por otro lado encontramos un silencio
sepulcral en muchos hogares cristianos así como en tantas
iglesias referente al sexo. Hace unos años, en la materia de la
familia cristiana en el Seminario Teológico Centroamericano, el

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maestro preguntó a sus 24 alumnos cuántos de ellos habían
recibido una información y formación sexual positiva de sus
padres. De las señoritas, dos respondieron afirmativamente, y
de los varones, ninguno. El silencio es abrumador. ¿Y por qué
el silencio? En parte, los pastores y los padres ignoran
cómo orientar. No saben qué decir, ni cuándo, ni con quién.
En otros casos se ha prohibido la conversación orientadora
porque creen que es contribuir a la promiscuidad, y si alguien
les sugiere la lectura de un libro creen que es pornografía.

El segundo problema es la existencia de actitudes


erróneas tales como las del buen primo.

De nuevo, esto resulta por la ignorancia, la falta de


orientación familiar y los malentendidos.

En el caso de una joven de 25 años, graduada


universitaria, semanas antes de casarse todavía no sabía
"cómo se hacen los niños". Muchas parejas llegan a la primera
noche de su matrimonio cargadas de ignorancia en cuanto a la
información básica acerca de la relación sexual. Los dos,
aunque en nuestro medio probablemente más la mujer,
ignoran el arte del acto sexual, así como la anatomía y fisiología
de los órganos sexuales masculinos y femeninos. Este es el
caso también de muchos jóvenes que se consideran muy
enterados, o aun muy "machos" tocante al sexo.

Un tercer problema surge de las limitadas fuentes de


orientación, y muy pocas de ellas cristianas, en lo que
respecta al sexo.

Actualmente existe una buena bibliografía acerca de la


familia cristiana. Pero hace unos 30 años la lista de libros sobre
la familia cristiana no pasaban de doce. A Dios gracias,

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tenemos libros como El placer sexual ordenado por Dios, del
Dr. Ed Wheat, con su orientación cristiana. Hay un libro
Excelente que se llama Música entre la Sábanas de Dr. Kevin
Leman.

En las librerías seculares podemos encontrar literatura de


perspectiva humanista, de técnica o psicología, y si bien es
cierto que tienen su lugar, falta la voz cristiana. Y ni hablar de
las revistas que se presentan como obras "científicas" sobre el
sexo, u otras abiertamente pornográficas.

Otro problema más serio aún es el de los conflictos


internos en cuanto al sexo.

Algunos de éstos vienen desde la niñez. Algunas mujeres


han quedado grandemente traumadas e impedidas por haber
sufrido abusos.

Una mujer que ha asido violada puede que tenga


problemas para que una hombre la toque, y mucho menos
concebir que tuvieran relaciones íntimas al casarse; o por otro
lado se puede desatar una hipersexualidad rayando en la
promiscuidad.

Algunas mujeres pueden desarrollar hábitos insoportables


de exceso de limpieza, y pueden pasar como buenas amas de
casa, cuando en realidad buscan limpiar su vida, se sienten
sucias.

Otros sufren de experiencias dañinas en la juventud


referente al sexo cuando operaban lejos de la ética
cristiana.El impacto del pecado es grande.

Ha habido parejas que por practicar el sexo


prematrimonial han quedado emabarazados, y aunque se

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casan han llegado a perder, o dejar de sentir placer en la
dimensión sensual-sexual, aunque pueden llegar a tener más'
hijos. Se puede caer en la rutina de solo cumplir con el deber
conyugal si disfrutar el regalo de la sexualidad.

Por el lado positivo, tenemos una maravillosa


provisión del texto básico de la creación y diseño del
sexo en la Biblia. Dios lo creó y lo presenta sin esconder
su belleza, ni su poder constructivo o destructivo. La
Biblia no es un manual de sexo, pero sí enfatiza las actitudes
positivas, entiende la dinámica sexual, y es asombrosamente
actual en sus aplicaciones.

Finalmente, es nuestra tarea aceptar nuestra sexualidad,


nuestra variada necesidad en lo sexual y el respectivo control
denuestras fuerzas sexuales. Cuando una empresa de
electricidad busca un río para colocar una presa y encauzar el
agua para darle vueltas a las enormes turbinas, no busca el río
que está a punto de entrar al mar. Busca el río en la montaña,
cuya fuerza puede ser controlada para producir luz. Y así es
con el sexo en nuestra vida; es una potencia que tiene que ser
controlada para producir conforme a la Biblia. Demos gracias a
Dios por esta dimensión, pero también controlémosla.

LA BIBLIA, EL SEXO Y EL MATRIMONIO.

Al tomar en cuenta el panorama global de lo que las


Escrituras dicen acerca de la relación sexual dentro del
matrimonio, encuentro cinco lecciones principales.

En primer lugar, Dios presenta el sexo como una


dimensión íntegra del matrimonio. Esto lo encontramos desde
el principio en Génesis 2:24 cuando Dios diseña el matrimonio
y lo sella con la frase "y los dos serán una sola carne". Cristo

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repite esta frase en los Evangelios (Mt. 19:5 y Mr. 10:8), y
Pablo lo recalca en sus epístolas (Ef. 5:31). El verbo "conocer"
en hebreo es utilizado vez tras vez para referirse ' a la relación
sexual: "Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió
y dio a luz." (Gn. 4: 1). Este conocimiento obviamente no se
refiere al saludo y entendimiento de amigos. Es un término que
descriptivamente presenta la relación sexual como el conocerse
más profundo entre hombre y mujer.

Otra lección de la Biblia es que nos llama a una


renovación de la mente En cuanto al sexo.Pablo habla de la
transformación que viene "por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Ro. 12:2). Y el sexo
dentro del matrimonio es parte de esta excelente voluntad de
Dios. En Santiago 1:17 encontramos que "toda buena dádiva y
todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre.". Muchas
personas han crecido con ideas torcidas por Satanás acerca del
sexo. Algunos esposos, antes de conocer a Cristo, han
abusado de la mujer y su sexualidad. Las han tomado
como cosas, sin conocer su nombre, sin afecto, y sin amor. Hay
que renovarse. Otras esposas han sufrido por los abusos pre y
post matrimoniales, y tarde están formando actitudes
cristianas respecto al sexo. Hay que renovarse. Recuerde que
en cierto sentido el órgano más importante en el sexo es
la mente, porque la mente nos libera y nos inhibe.

La tercera lección viene al entender que la procreación


es solo uno de los propósitos del matrimonio y la relación
sexual. Un gran número de personas, particularmente
mujeres, creen que la única razón para casarse y tener
relaciones sexuales es la de producir niños. Pero la
hermosa verdad es que los niños son solo uno de los

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propósitos, y ni siquiera el principal. La razón central es la
de participar de la unión entre hombre y mujer en el
matrimonio y el sexo. Cuando Dios ofrece su clásica
definición del matrimonio en Génesis 2:24, no menciona a los
niños. El factor de unidad es más grande. Esta verdad es
de tremendo consuelo para las parejas que no han podido tener
hijos, o que tienen dificultad para concebir, así como para las
familias cuyos hijos ya han salido del "nido hogareño" y están
formando sus propias familias. Una de las dimensiones del
factor de unidad es la del placer. Indiscutiblemente, Dios
nos ha dado el sexo para gozarlo. La profunda experiencia del
coito, este encuentro físico- emocional, es de tremendo placer
para la pareja. Esto es verdad particularmente si los dos
participan activamente en la relación sexual. Un ejemplo
fascinante de este placer viene en Génesis 18:12, cuando Sara,
al escuchar que va a tener un hijo, pregunta: "¿Después que
he envejecido, tendré deleite ...?" Otro lo encontramos en
Génesis 26:8 cuando Isaac acariciaba sensualmente a Rebeca
de una manera que demostraba que realmente sí era su
esposa. Los dos casos presentan placer en el juego, y a la
relación sexual como algo placentero.

En cuarto lugar, la Biblia enseña que el acto sexual es


una profunda entrega del uno al otro. Bien lo dice el autor del
Cantar de los Cantares: Ponme como un sello sobre tu corazón,
como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la
muerte el amor; duros como el sepulcro los celos; sus brasas,
brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrán
apagar el amor ni lo ahogarán los ríos (8:6-7).

Pablo, en 1 Corintios 7:3-5, establece el profundo grado


de entrega y pertenencia mutua que se expresa en la relación
íntima. Y en Efesios 5 elabora una formidable comparación

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entre la relación de esposo y esposa con la relación de Cristo y
su Iglesia. Tan íntima y fuerte es la relación matrimonial
que sirve para ilustrar la relación espiritual del pueblo
de Dios con su Señor. La relación sexual refleja la unidad
espiritual y emocional entre los esposos. Por eso el encuentro
íntimo nunca debe tomarse sencillamente como algo físico-
sexual. Va más allá, entrando en la mística del ser humano en
todas sus dimensiones. Por eso la relación sexual extramarital
viola no solo el lazo y los votos matrimoniales, sino que es un
atentado a la esencia del sexo en el matrimonio como algo
sagrado.

Cabe, finalmente, advertir que la Biblia habla


claramente acerca del peligro y los resultados
devastadores del sexo extramarital

Recordemos el relato del rey David en 2 Samuel 11, y su


terrible pecado de adulterio que trató de cubrir con mentira y
asesinato, siendo él el autor intelectual del segundo crimen. A
David lo tenemos que ver como un hombre tal vez entre los
cuarenta y cincuenta años. Ya no es el joven de antes, y tal vez
por eso no sale a la guerra con su ejército. Cae la noche, y
David se siente inquieto, melancólico, no puede dormir.
Posiblemente desea estar con sus militares. Se dice a sí mismo:
"¿Y qué voy a hacer ahora ... ? Bueno, tal vez salga a caminar
por el terrado del palacio real". En un determinado momento
observa a una bella mujer bañándose y dice: "Tal vez lo que
necesito para aliviarme y darme vida, y así poder demostrarme
a mí mismo que sí soy hombre, aunque no salí a pelear, es una
mujer, otra mujer. ¿Qué mejor que este precioso ejemplar a
mano?" Averigua quién es aquella belleza y le manda un
mensaje de invitación real; ella acepta, y la historia humana
cambia para siempre.

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Antes de culpar solo a David, pensemos en Betsabé.
¿Por qué se bañaba tan cerca de las miradas del terrado real?
Ella tenía que saber que se estaba exponiendo a peligros. ¿O
estaba buscando algo también? Tal vez sí. Recuerde que su
marido, Urías heteo, estaba lejos, y ella también podía sentir
que la soledad la atacaba desesperadamente. Ella tampoco
rehusó la invitación del rey, hombre poderoso, puro israelita,
cuando su marido no era siquiera de sangre pura israelita. En
otras palabras, Betsabé estaba propensa para un encuentro
que le daría brillo a su vida de mujer casada con un militar.

Ahora, sospechamos que ninguno de los dos pensaba que


el asunto pasaría más allá de una noche breve. Pero al pasar el
tiempo, confirmaba la sospecha: "¡Estoy embarazada! ¿Y ahora
qué hago?" El resto del relato lo conocemos muy de cerca.

Lo inquietante es que el caso de David se asemeja al de


muchos hombres hoy día, y el problema se encuentra también
entre los que se llaman cristianos. En la Biblia el término
"adulterio" aparece unas 63 veces, y "fornicación" 44 veces.
Ambos hablan del pecado sexual extramarital, especificando el
resultado claro del pecado sexual.

Ahora, gracias a Dios, El nos ofrece perdón en caso


de haber , cometido este pecado. Viene a nuestra mente la
manera tan tierna en que Jesús trata a la mujer captada en
adulterio, descrita en Juan 8:3-11. A propósito, ¿dónde estaba
el hombre? ¿Será que era amigo
de algún fariseo, mientras que la mujer, muchas veces la más
afectada, no tenía amigos en aquel momento vergonzoso?
Cristo, como juez, sabe que los que necesitan más ser juzgados
son los acusadores, y los elimina del escenario, quedándose a
solas con ella.

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Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer,
le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te
condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni
yo te condeno; vete y no peques más.

Jesús entiende que la mujer ya ha sufrido lo necesario, y


la libra. Ella también reconoce quién es Él al llamarlo: "Señor".
Hay perdón y vida cambiada después del pecado sexual.

Pablo expone la·misma misericordia en 1 Corintios 6:9-


11. Note cuántos de los pecados tienen que ver con el sexo.

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?


No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros ni
los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni
los estafadores, heredaran el reino de Dios.
Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya
habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en
el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro
Dios.

¡Qué pasaje más magnífico de gracia y perdón! Amigo, si


usted ha tenido problemas en el pasado, Dios le perdona si se
apropia de su gracia. Y si usted hoy está involucrado en una
relación extramarital, póngase a reflexionar, regrese a la
fidelidad, pida perdón, busque la consejería sabia si es
necesario, y construya los puentes de amor y comunicación con
su propia esposa.

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