Breve Tratado Del Paisaje Roger Alain
Breve Tratado Del Paisaje Roger Alain
Breve Tratado Del Paisaje Roger Alain
Consejo asesor
Miguel Aguiló, Lorette Coen, Fernando Gómez Aguilera,
Yves Luginbühl, Claudio Minca, Nicolás Ortega,
Carmen Pena, Florencio Zoido, Perla Zusman
Alain Roger
BREVE TRATADO
DEL PAISAJE
BIBLIOTECA NUEVA
Cubierta: José M.ª Cerezo
Título original: Court traité du paysage, Éditiones Gallimard, 1997
Prefacio .......................................................................... 11
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índice
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prefacio
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breve tratado del paisaje
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prefacio
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breve tratado de l paisaje
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naturaleza y cultura
La doble artealización
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naturaleza y cultura. la doble artealización
2 vol., I, pág. 167. La cursiva es mía. Hay edición en español: Oswald Spen-
gler, La decadencia de Occidente: bosquejo de una morfología de la his-
toria universal , Espasa-Calpe, Madrid, 1998, 2 vol. Traductor: Manuel
García Morente.
6 Carl Gustav Jung, Problèmes de l’art moderne, Ginebra, Buchet-Chas-
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que nos ha dado la vida, sino más bien una creación de nues-
tro cerebro: es nuestra inteligencia lo que le da la vida a la
naturaleza. Las cosas son porque nosotros las vemos, y la recep-
tividad así como la forma de nuestra visión dependen de las
artes que han influido en nosotros. Actualmente, la gente ve
la neblina no porque haya neblina, sino porque los pintores
y los poetas les han enseñado el encanto misterioso de tales
efectos. Sin duda, en Londres hay neblina desde hace siglos.
Es infinitamente probable pero nadie la veía, por lo que no
sabemos de su existencia. No existió mientras el arte no la
inventó [...] Esta luz blanca trepidante que ahora vemos en
Francia, con sus singulares manchas malvas y sus móviles som-
bras violetas, es la última fantasía del arte, que la naturale-
za, hay que reconocerlo, reproduce de maravilla. Donde
antes componía corots y dauvignys, ahora nos ofrece adora-
bles monets y encantadores pissarros» 10.
El narrador proustiano no dice nada distinto cuando
expone a Albertina su concepción del artista oculista: «La gente
con clase nos dice ahora que Renoir es un gran pintor del
siglo xviii. Pero cuando lo dicen, se olvidan del Tiempo y de
que ha hecho falta mucho, incluso en pleno xix, para que
Renoir fuera saludado como gran artista. Para conseguir ser
reconocido así, el pintor original, el artista original actúa como
hacen los oculistas. El tratamiento a través de su pintura, a tra-
vés de su prosa, no siempre es agradable. Cuando ha termi-
nado, el cirujano dice: ahora mire. Y he aquí que el mundo
(que no ha sido creado una sola vez, sino cada vez que ha
aparecido un artista original) se nos presenta totalmente
diferente al antiguo, pero perfectamente claro. Mujeres que
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Marcel Proust, Du Côté de Guermantes, en À la recherche du temps
perdu, París, Gallimard, «Bibl. de la Pléiade» 1953, 3 vol., II, pág. 327.
Hay edición en español: Marcel Proust, La parte de Guermantes (En
busca del tiempo perdido), Barcelona, Lumen, 2002. Traductor: Carlos
Manzano.
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logía que acaba de publicar: «La palabra paisaje, cuya construcción a par-
tir de la palabra país servirá de modelo a todas las lenguas europeas, apa-
reció por primera vez en francés: en 1493 exactamente, según el Diccionaire
étymologique et historique du français de J. Dubois, H. Mitterand y
A. Dauzat, que atribuye esta innovación a un poeta originario de Valen-
ciennes (así pues, de Flandes): Jean Molinet (muerto en 1507), que lo uti-
liza para designar un «cuadro que representa un país» (Jardins et paysa-
ges, París, Larousse, 1996, pág. 93). Yo me inclino a creer que el «flamenco»
Molinet no hizo más que traducir el landschap neerlandés y me adhiero
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a la opinión de Jeanne Martinet: «Por tanto, todo hace pensar que la pala-
bra francesa, si no se ha forjado a partir del modelo neerlandés landschap,
al menos sí se ha adoptado como su calco o equivalente. La idea de pai-
saje en sí misma podría habernos sido propuesta por la visión de los pin-
tores, y el interés habría llevado finalmente de la representación al mode-
lo» («Le paysage: signifiant et signifiée», dans Lire le paysage, lire les
paysages, Université de Saint Etienne, 1984, pág. 64). Por lo demás, como
lo señala el propio J.-P. Le Dantec, nuestro desacuerdo no es más que una
cuestión «de detalle» (ob. cit., pág. 606).
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el genio del lugar no existe» (Être humains sur la terre, París, Gallimard,
«Le Debat», 1996, pág. 187).
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Sainte Victoire acaba por no ser más que un Cézanne 20. Por
otra parte, Cézanne era perfectamente consciente de que, para
sus contemporáneos, empezando por los campesinos de Pro-
vence, ningún ‘espíritu’ respiraba en la Sainte-Victoire, nada
de una ‘montaña inspirada’, puesto que, como escribe a su
amigo Gasquet, ¡ellos ni siquiera la ‘veían’! «Con los cam-
pesinos, fíjate, a veces he dudado de que sepan lo que es un
paisaje, un árbol. Sí, esto os parece extraño. A veces, he
dado paseos. He acompañado detrás de su carreta a un gran-
jero que iba a vender patatas al mercado. Nunca había visto,
lo que nosotros llamamos visto, con el cerebro, en conjunto
nunca había visto la Sainte-Victoire».
Y con razón: precisamente le debemos al genio de Cézan-
ne la Sainte-Victoire, su ‘inspiración’, su artealización de
país en paisaje. En la autopista A8, que atraviesa el macizo,
nos conminan, por medio de carteles, a admirar la Sainte-Vic-
toire y los ‘Paisajes de Cézanne’, nos hablan del genio del lugar,
como si, sin esta referencia, el paisaje corriera el riesgo de
volver a caer en la indiferencia —nulidad del país, lugar sin
genio—. Otro signo revelador: la Sainte-Victoire, no hace
mucho devastada por un incendio, será restaurada ‘a la
Cézanne’, como un cuadro, tal como, en definitiva, la cam-
bió Cézanne en sí misma... De una artealización (in visu) a
la otra (in situ).
Esta restauración, donde el genio del arte infunde respe-
to a la naturaleza ciega, me recuerda una anécdota graciosa
y reveladora a la vez. Se refiere al monte Fuji, ‘montaña ins-
pirada’ para los ojos de los japoneses y tema obligado para
todos los pintores, incluso los abstractos. No creo que haya
otro lugar en el mundo que haya sido objeto de tal devoción
estética ni de tantas representaciones codificadas, pues exis-
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pág. 186.
23 Michel Corajoud, «Le paysage, c’est l’endroit où le ciel et la terre
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ficada.
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Pierre Samson, en CIVAM, Le Tourisme du pays, AIDR, diciembre
de 1994.
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