Literatura de Colombia
Literatura de Colombia
Literatura de Colombia
En el siglo XIX proliferó la poesía, así como la literatura costumbrista y las novelas que seguían el estilo del
Romanticismo, y también se desarrolló el estilo conocido como Simbolismo. En esa época se destacaron
autores como Soledad Acosta de Samper, Rafael Pombo, Jorge Isaacs, José Eugenio Díaz Castro, José
Asunción Silva, José Caicedo Rojas, Eustaquio Palacios, entre otros.
La literatura colombiana propiamente dicha tuvo su mayor crecimiento en el siglo XX, rico en poetas y
movimientos poéticos. Cabe destacar la llamada generación de Los Nuevos, entre los que sobresale León de
Greiff; los piedracielistas, con Arturo Camacho Ramírez y Jorge Rojas; el grupo de Mito, liderado por
Alejandro Vaupéz; los Nadaístas, encabezados por Gonzalo Arango; la generación Golpe de dados,
representada por Raúl Gómez Jattin, María Mercedes Carranza y Piedad Bonnet, y el Grupo de Barranquilla,
constituido, entre otros, por José Félix Fuenmayor, Álvaro Cepeda Samudio y el Nobel Gabriel García
Márquez. Desde los poetas del postmodernismo, Luis Carlos López, lleno de humor y profundidad sencilla, y
Porfirio Barba Jacob, intenso, pensativo y melódico, hasta los más recientes poetas de estilos muy diversos
como Darío Jaramillo Agudelo, Juan Manuel Roca y Mario Rivero, la literatura colombiana se caracteriza ante
todo por su diversidad estilística.
En años recientes, se ha venido presentando en Colombia un "boom" de escritores, cuyas obras han sido
ampliamente acogidas por los lectores, hasta el punto de ser llevadas al cine.
Índice
Literatura indígena
Nuevo Reino de Granada
Virreinato de Nueva Granada
Tertulia Eutropélica
Tertulia del Buen Gusto
Siglo XIX
Literatura de la Independencia
La constitución de la República
El romanticismo en Colombia
El costumbrismo
La novela en el siglo XIX
La prensa y la novela folletín
Los relatos de viaje en Colombia
El modernismo
Siglo XX
Los nuevos
Piedra y cielo
El nadaísmo
La generación del boom
Generación desencantada
Literatura Fantástica y Ciencia Ficción
Literatura narco o del sicariato
Literatura indígena actual
Generaciones recientes en prosa
Generaciones recientes en poesía
Premios Nobel
Referencias
Véase también
Bibliografía
Enlaces externos
Literatura indígena
Al igual que la historia de la literatura universal, la literatura colombiana tiene sus orígenes en la tradición oral,
y es, por tanto, una literatura oral que a posteriori ha sido consignada por escrito. La literatura indígena,
aquellos relatos de los pueblos precolombinos , es de la que menos noticia se tiene, aunque muchos fueron
recogidos en las Crónicas de Indias que escribieron los primeros cronistas. Algunos de los relatos
sobrevivientes son:
Relatos de la mitología muisca: Son relatos orales del pueblo muisca, que es el pueblo que
habitaba el altiplano Cundiboyacense a la llegada de Gonzalo Jiménez de Quesada, y que
fueron recopilados por distintos cronistas de Indias como Fray Pedro Simón o Lucas
Fernández de Piedrahíta, entre otros. Algunos de esos relatos son el mito de Bochica o el mito
de Bachué.
Leyenda de Yurupary: Narración de origen amazónico, escrita por el indio José Roberto y
traducida al italiano y publicada por primera vez por el conde Ermanno Stradelli en 1890.
Yurupary es un héroe mítico, conocido en Brasil y Colombia. Recoge una historia originaria de
la cuenca del río Vaupés.
Primitivos relatos contados otra vez: Es una compilación de relatos amazónicos, compilada
por el investigador Hugo Niño en 1977. Esta obra ganó el Premio Casa de las Américas en la
categoría literatura para niños y jóvenes en 1976.
Nuevo Reino de Granada
En la época del Nuevo Reino de Granada se escribieron obras de
diversas materias: desde literatura edificante hasta libros de ciencia,
desde oratoria hasta historia y literatura. La mayoría de estos libros se
publicaron en diferentes partes de Europa y unos pocos en Lima y
Ciudad de México, ciudades que contaban con imprenta desde el
siglo XVI.
Francisco Álvarez de Velasco y Zorrilla (Bogotá, 1647-Madrid, 1708). Era hijo de un oidor
neogranadino y de la hija de un oidor de Quito. Desde muy temprano recibió formación
religiosa y ejerció la vida política. Su obra fue recogida en el libro Rhytmica Sacra, Moral y
Laudatiria. Al contrario de Domínguez Camargo, era un gran admirador de Francisco de
Quevedo y era reticente con respecto al gongorismo, con la excepción de Sor Juana Inés de la
Cruz a quien le escribió desconociendo que había muerto. Velasco y Zorrilla asume el nuevo
lenguaje americano -sus modismos- con orgullo, por lo que se ha ganado el reconocimiento
como 'primer poeta americano'. También se le atribuye ser precursor del neoclasicismo. Se
destaca su poema Vuelve a su quinta, ah friso, solo y viudo en donde relata el triste
reencuentro del hombre viudo con su hogar y cómo la ausencia de su amada transforma el
ambiente para el que llega y para los que están.
Francisca Josefa del Castillo (Tunja, 1671-1742). Religiosa tunjana, reconocida como una
de las autoras místicas más destacadas de Hispanoamérica, llegando a ser comparada con
sor Juana Inés de la Cruz.
Tertulia Eutropélica
Esta tertulia literaria estaba encabezada por el cubano Manuel del Socorro Rodríguez, fundador del primer
periódico del Virreinato y director de la primera biblioteca pública de Santafé de Bogotá. La tertulia estaba
integrada por jóvenes que acudían a la biblioteca y que por las noches se quedaban allí para discutir sobre
literatura y política, además de hacer competiciones poéticas y de prosa. Algunas de las obras fueron
publicadas en el Papel Periódico de Santa Fe. Algunos de los miembros más destacados de esta tertulia fueron
los tres payaneses José María Valdez, Francisco Antonio Rodríguez y José María Gruesso, entre otros.
Fundada en 1801, esta tertulia literaria tenía lugar en la casa de doña Manuela Santamaría de Manrique, una
dama muy culta que además de su interés literario también tenía conocimientos de botánica. Tenía un gabinete
de historia natural, formado y clasificado por ella misma, que servía como "museo" en la capital del Virreinato.
Por las noches se llenaba su casa con todos los jóvenes interesados en la literatura. Entre los contertulios se
encontraban los hijos de doña Manuela, llamados Tomasa y José Ángel, que aún eran adolescentes. José
Ángel fue autor de un poema burlesco titulado Tocaimada, y participó en la conspiración de 1794, junto con
otros jóvenes entre los que se encontraba Antonio Nariño. Otros contertulios destacados fueron José María
Salazar, José Miguel Montalvo, José Fernández Madrid, Fruto Joaquín Gutiérrez, José María Gutiérrez,
Francisco Antonio Ulloa, Camilo Torres, Manuel Rodríguez Torices y Custodio García Rovira, entre otros.
Siglo XIX
Literatura de la Independencia
José Celestino Mutis (Cádiz, 1732 - Bogotá, 1808). El sacerdote y científico español es bien
conocido por sus estudios botánicos y sus dibujos de la flora americana. También hizo
estudios lingüísticos sobre los idiomas indígenas nativos. Su obra más conocida es Flora de la
Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada: 1783-1816.
Francisco José de Caldas (Popayán, 1768 - Bogotá, 1816). Apodado el Sabio por su
erudición, escribió sobre la geografía del país.
Simón Bolívar (Caracas, 1783 - Santa Marta, 1830). El discurso político de entonces, liderado
por el propio Libertador, marcaría fuertemente la vida literaria del país.
Antonio Nariño (Bogotá, 1765 - Villa de Leyva, 1823). Nariño representa al intelectual de la
época, una figura fundamental en el naciente periodismo republicano (http://www.huellas.biblio
tecanacional.gov.co/index.php?idcategoria=38277) (enlace roto disponible en Internet Archive;
véase el historial (https://web.archive.org/web/*/http://www.huellas.bibliotecanacional.gov.co/index.php?idc
ategoria=38277), la primera versión (https://web.archive.org/web/1/http://www.huellas.bibliotecanacional.g
ov.co/index.php?idcategoria=38277) y la última (https://web.archive.org/web/2/http://www.huellas.bibliotec
anacional.gov.co/index.php?idcategoria=38277))., así como un importante actor político y militar. Su
traducción de los derechos del hombre lo hizo ser castigado por el gobierno español.
Camilo Torres (Popayán, 1766 - Bogotá, 1816). Abogado, intelectual, político y prócer. Es
famoso su Memorial de Agravios, un texto donde criticaba al gobierno español.
Luis Vargas Tejada (Bogotá, 1802 - 1829). Fue fabulista, poeta, traductor y el más conocido
dramaturgo de la época. Fue autor de varias obras como Sugamuxi, A mis Amigos, A mi lira,
Recuerdo de Boyacá, La madre de Pausanias, Doraminta, Catón de Útica y la comedia Las
convulsiones, representada en julio de 1828.
José Joaquín Ortiz (Tunja, 1814 - Bogotá, 1892). Famoso por su poema "La bandera
colombiana", escribe acerca de la patria, la naturaleza y los símbolos nacionales, entre otros.
La decisión unánime de los padres de la patria de proteger y promover el idioma español o castellano en el
suelo nacional, evidencia la gran importancia que la época daba a la palabra. De allí que sea Colombia la
primera nación hispanoamericana en fundar en 1871 la Academia Colombiana de la Lengua; Ecuador lo hará
poco después en 1874 con la Academia Ecuatoriana de la Lengua y Venezuela en 1883 con la Academia
Venezolana de la Lengua para completar el cuadro de las naciones neogranadinas e integrarse posteriormente
en lo que hoy se conoce como la Asociación de Academias de la Lengua Española (Panamá conformará su
propia Academia Panameña de la Lengua en 1923).
La constitución de la República
“[…] el siglo XIX es el siglo de la historia: porque profundos cambios sacuden el orden
tradicional; porque surge la compulsiva necesidad frente a la fundación de órdenes nuevos escribir
o inventar los pasados y las tradiciones; porque el nuevo sujeto que irrumpe en la escena política
necesita legitimarse del discurso historiográfico. Precisemos: una concepción moderna de la
historia que todo lo invade".4
De este modo, se muestra cómo surge una nueva forma de ordenar y, por lo tanto, de conocer el mundo
durante el siglo XIX. La idea moderna de progreso permea la forma de entender la Historia. Por consiguiente,
se empiezan a entender los procesos del pasado de forma lineal y continua, cuyos orígenes están dados para
que la Historia cumpla un curso determinado y encaminado hacia el progreso de las naciones. En otras
palabras, la historia se utiliza para argumentar que un elemento como la nación colombiana siempre ha estado
presente.
La literatura colombiana que se está conformando en ese momento también entra dentro de las lógicas de
progreso, así, por ejemplo, la Historia de la literatura en Nueva Granada, escrita por José María Vergara y
Vergara en el 1876 tenía la “[…] necesidad de escribir una historia propia que se desprendiera de la española
en el reconocimiento de una tradición, a la vez que de estudiar su desarrollo en América”.5 Para Vergara la
literatura del siglo XIX era resultado de la producción escrita que se había generado tiempo atrás, tomando
como referencia la idea de un progreso literario que va de la mano con el desarrollo de las sociedades, en
consecuencia, se afirma la “[…] existencia de un movimiento literario, digno de mención y aplauso, anterior a
1810”.5 Se tiene la pretensión de construir una tradición literaria que dé cuenta del progreso nacional.
No obstante, la conformación de una “Literatura nacional” en el contexto del progreso moderno, presenta una
paradoja: Por un lado, el progreso implicaba no volver a lo tradicional porque esto significaba un retroceso al
pasado. Por el otro lado, el pasado era necesario para legitimar el proceso presente de la conformación de un
Estado nacional. De esta forma, las propuestas para la conformación de una literatura nacional fueron variadas,
es decir que la creación de una literatura nacional debe pensarse no como una sola propuesta que responde a
un solo proyecto político. Al igual que dichos proyectos políticos, las propuestas literarias eran diversas y
apuntaban a señalar diferentes puntos de vista de acuerdo con el autor que las escribía. Por ejemplo, no es lo
mismo una producción literaria escrita por un conservador antioqueño a una producción literaria escrita por un
liberal del Valle del Cauca.
El romanticismo en Colombia
El Romanticismo es un movimiento cultural de origen europeo que emerge como una reacción a la tradición
clasicista. La literatura del Romanticismo representa el individualismo, la libertad de creación y la expresión
artística, entre otros. En Colombia, su auge coincide con la gesta y el espíritu de la Independencia y con el
proceso de representación de la nueva sensibilidad nacional. Se destacan algunos temas, como:
El paisaje: El hombre romántico adapta el paisaje a sus sentimientos. Para algunos autores,
esta temática es la que justifica la idea de la existencia del romanticismo en Colombia, ya que
los autores europeos hablaban de la vuelta a la vida natural y su belleza.
La exaltación de lo nacional y lo popular: a través de la voz o la actuación de diversos
personajes se reconstruyeron aspectos del folclor y de las expresiones culturales del territorio
colombiano.
La vida y la muerte: El dilema existencialista se vio reflejado en novelas como María, en las
que el hombre sufre por un destino que domina su voluntad. El amor que sienten Efraín y
María se ve siempre afectado por los problemas sociales y cuando estos se resuelven, la
muerte demuestra la imposibilidad de su amor.
Una primera corriente romántica, entre 1830 y 1860, coincide con los movimientos de liberación nacional y
los periodos de estabilización gubernamental. Se celebra la idea de la patria y los valores cívicos de las nuevas
sociedades. Se puede identificar con los autores siguientes:
José Eusebio Caro (Ocaña, 1817 - Santa Marta, 1853). Poeta, periodista y escritor; también fue
ideólogo y fundador del Partido Conservador Colombiano.
Julio Arboleda. (Timbiquí, 1817- Berruecos, 1862) fue un poeta, dramaturgo, periodista y
estadista, elegido presidente de la Confederación Granadina en 1861.
Gregorio Gutiérrez González. (La Ceja del Tambo, 1826 - Medellín, 1872) fue un poeta,
reconocido principalmente por Memoria sobre el cultivo del Maíz en Antioquia.
Una segunda corriente romántica, aproximadamente desde 1860 hasta 1880, coincide con la organización del
estado nacional. Entre los exponentes asociados con esta etapa se encuentran:
Epifanio Mejía (Yarumal, 1838 - Medellín, 1913). Poeta, autor de la letra del Himno de
Antioquia.
Rafael Pombo (Bogotá, 1833 - 1912) fue un escritor, poeta, fabulista, traductor, intelectual y
diplomático. Es reconocido por sus fábulas infantiles como La Pobre Viejecita, Simón el Bobito
y El Renacuajo paseador.
Candelario Obeso (Mompóx, 1849 ‒ Bogotá, 1884). Se le considera uno de los primeros
poetas negristas; fue novelista, dramaturgo y catedrático.
Miguel Antonio Caro (Bogotá, 1843 - 1909) fue un humanista, periodista, escritor, filólogo y
político colombiano.
Julio Flórez (Chiquinquirá, 1867 - Usiacurí, 1923) fue un poeta perteneciente al grupo Gruta
Simbólica.
El costumbrismo
El mayor interés del costumbrismo era retratar la sociedad decimonónica en sus costumbres. El costumbrismo
colombiano tuvo su mayor auge durante el periodo de 1840-1850; además, estaba encaminado a romper con
un pasado español que, según el texto de Beatriz González-Stephan “Visiones paródicas: risas, demonios,
jocosidades y caricaturas”, había truncado los proyectos nacionales posteriores a la independencia.6 De esta
forma, el costumbrismo no mostraba una realidad nacional conflictuada, sino, más bien, estática e histórica
donde se destacaba un entorno mayormente rural, exaltando entornos naturales vírgenes y representando a
sectores de la población que no pertenecían a las elites, identificando sus características raciales con un
determinado modo de vida.4
Sin embargo, esta forma de representar a los sectores populares cumple una función política: Toda forma de
resistencia a la conformación de un proyecto nacional homogéneo fue representada de tal forma que entraba a
ser parte del sistema de pensamiento de las élites colombianas:
"La cuestión era reducir cualquier forma de resistencia […] a una referencia fácilmente manejable
dentro del pensamiento letrado: lo “otro” [Con lo “otro”, la autora se refiere a los sectores
populares que no se acomodaban del todo al proyecto nacional de las élites, por ejemplo, algunos
grupos indígenas o algunos grupos afrocolombianos] fue convertido, en el más flagrante de los
casos, en pura naturaleza o paisaje, en selva o llano, en sierra o costa; y en el menos, re-
convertido en cuadro de costumbres. El hombre popular aparecía entonces como una tarjeta
postal, reducido a cromo literario, fetichizado bajo la paleta pintoresquista".4
Los costumbristas se ocuparon de señalar los rasgos generales de un pueblo a través de los personajes de sus
relatos. En muchos casos, se asumió una postura crítica frente a la sociedad, pues constituye el retrato de los
males de una sociedad por culpa del gamonalismo y las guerras civiles. El costumbrismo no se puede separar
completamente del romanticismo, ya que encontramos novelas con tramas románticas con toques naturalistas.
José Eugenio Díaz Castro (Soacha, 1803 - Bogotá, 1865). Célebre por su novela Manuela,
(1856) considerada en su época la novela nacional y una de las iniciadoras del género
costumbrista en Colombia.
María Josefa Acevedo de Gómez (Bogotá, 1803 - Pasca, 1861). Poeta, biógrafa, ensayista y
escritora de cuadros de costumbres, escribió sobre el amor filial, al amor romántico, la moral
social, la historia y las costumbres.
Jorge Isaacs (Santiago de Cali, 1837 - Ibagué, 1895). Su padre era un judío inglés procedente
de Jamaica, que se instaló primero en el Chocó y después en Cali, donde se casó con la hija
de un oficial de la Marina española. El padre fue propietario de la hacienda "El Paraíso", el
escenario de la obra más importante del escritor, su novela María (1867).
Eustaquio Palacios (Roldanillo, 1830 - 1898). Su obra más importante es El alférez real de
corte histórico-romántico.
Luis Segundo de Silvestre (Bogotá, 1838 - 1887). Su novela Tránsito relata el encuentro de un
joven de la capital, Andrés, y una campesina de la provincia, Tránsito.
El siglo XIX colombiano implicó que los neogranadinos, después del proceso de independencia, buscaran
enmarcar su propia historia en la historia de Occidente, así, se empezaron a elaborar textos donde el lector
encontrara un sentido en un contexto histórico más general. En consecuencia, la producción literaria se vio
influenciada por esta necesidad de pertenencia a un marco más universal.
Al enmarcar una categoría como “novela” dentro de la producción
literaria del siglo XIX colombiano se hacen evidentes los debates que
implican adoptar una idea europea en los cánones propios con el fin
de crear un discurso nacional. En Europa existía un debate en torno al
romanticismo y al clasicismo como movimientos artísticos que
permeaban la literatura europea: “[…] no siempre se aceptó la
tradición española [en la literatura del siglo XIX en Colombia], pues
también estuvo presente el problema de la emancipación literaria
como una necesidad de construir otras formas de historia”.5 Dichos
debates se trasladaron al contexto nacional donde los neogranadinos
vieron la necesidad tomar posición ante la discusión, pero
diferenciando su producción literaria de la de Europa. Así, se
evidencian nuevamente las preguntas acerca de si se está generando
una literatura nacional propia o si se está copiando lo que viene de
Francia o España.
En consecuencia, se puede ver cómo, por ejemplo, la novela María de Jorge Isaacs es aparentemente una
historia de amor por excelencia. Sin embargo, como Doris Sommer señala en su libro Ficciones
fundacionales: Las novelas nacionales de América Latina, este relato también muestra una armonía racial
entre los diferentes grupos que conformaban a la nación colombiana, pero haciendo evidentes las diferencias y
la jerarquía entre ellos.
De esta forma, se muestra la jerarquía familiar de una hacienda vallecaucana donde todos los personajes viven
en comunidad pero reconociendo que el padre de Efraín, el protagonista de la historia, es la punta de la
pirámide: “[…] esta novela histórica elimina toda posibilidad de amalgamación entre la aristocracia colombiana
y sus esclavos recién libertos”.7 Además, es importante señalar la imposibilidad de amor entre María y Efraín,
causada por una enfermedad que la protagonista heredó de su madre, así como también le heredó sangre judía.
Por consiguiente, se hace evidente la imposibilidad del amor entre dos grupos raciales diferentes.
Las mujeres también empezaron a escribir,8 aunque quienes lo hacían pertenecían a familias pudientes. Una
muestra de ello es la novela Un asilo en La Goajira de Priscila Herrera de Núñez —de quien se dice, fue
cuñada del presidente Rafael Núñez—, escrita en 1869 pero publicada en 1936 y corregida en 2007. Uno de
los primeros trabajos literarios de los que se tiene registro en el Estado Soberano del Magdalena, la novela
relata el exilio de una viuda en una ranchería wayú —Herrera no nombra a la viuda, pero sí a su marido—,
quien abandonó Riohacha con sus dos hijos tras el asesinato de su esposo en medio de una guerra que arrasó
con la ciudad.9
En primer lugar, la novela por entregas es un género que tiene su origen en Europa y que llega a América
posteriormente. Para la segunda mitad del siglo XIX, este género se fortalece en Colombia a la par con el
surgimiento de las primeras novelas fundacionales como Manuela de José Eugenio Díaz Castro o María de
Jorge Isaacs y con la consolidación de una prensa nacional dinámica e influyente. De este modo, las obras
literarias eran publicadas en una sección del periódico de forma fragmentada y periódica, haciendo que el
lector siguiera la historia por medio de las publicaciones de prensa.
Es importante señalar que la prensa generó un “nuevo lenguaje” sobre los temas religiosos y políticos que se
debatía entre la tradición española y la necesidad de aspirar a otras propuestas encaminadas a consolidar el
componente nacional. En consecuencia, se evidenciaron tensiones entre las publicaciones hechas en Colombia
y las que venían de España u otros países de Europa. En un primer momento, las publicaciones extranjeras
fueron mayores en la prensa nacional, sin embargo, para la segunda mitad de la década de 1850 esta situación
cambia, aumentando las publicaciones neogranadinas, así, la literata e historiadora Carmen Elisa Acosta señala
que:
"[…] entrando el siglo XIX, en la década del treinta, aún no se contaba con una tradición
periodística, pero su construcción se hacía cada vez más necesaria, dada la agitación partidista que
a la vez implicaba nuevas polémicas religiosas […] A partir de la década del cuarenta, la
profusión de las publicaciones fue constante".5
La prensa también generó espacios para la circulación de ideas que posteriormente pasarían a alimentar las
discusiones de los lectores, creando así un público receptor. De esta forma, Carmen Elisa Acosta señala que:
“La lectura se propuso, entonces, como un acto colectivo, una forma de socialización desde los textos; como
una relación activa e inmediata entre el periódico y sus lectores”,5 así, la novela por entregas se enmarca en el
acto colectivo de la lectura. Sin embargo, es importante hacer la salvedad de que está práctica de lectura se
evidencia sobre todo en las élites debido a los altos niveles de analfabetismo en el país. En consecuencia, se
puede mostrar cómo la novela por entregas se debatía entre un conflicto sobre lo nacional y lo extranjero, pero
también en generar un discurso aparentemente poco político, en tanto se exaltaba su carácter literario al que
tenían acceso muchos grupos de la élite colombiana del siglo XX.
Aun así, se sabe que la literatura tiene un estrecho nexo con los proyectos políticos a lo largo del siglo XIX y
este nexo está, a su vez, relacionado con las publicaciones de prensa: “La relación entre prensa y novela
constituyó un vínculo privilegiado por medio del cual la élite neogranadina otorgó una función social a la
literatura […]”.5 En otras palabras, la novela del siglo XIX era un vehículo de opiniones, formas de pensar y
propuestas de construcción nacional que provenían de la élite y estas ideas inmersas en la literatura se
difundían por medio de la prensa, en el mecanismo de las novelas por entregas. Así mismo, la novela por
entregas permitió la formación de una comunidad letrada que se reúne en torno a la lectura de un mismo texto.
Los relatos de viaje forman parte de un género literario que, en el contexto colombiano, permite mostrar la
manera en la que los colombianos del siglo XIX que podían viajar a Europa y a Estados Unidos relatan sus
experiencias en el extranjero. Estos relatos de viaje se construyen a través de cartas y diarios íntimos que
posteriormente generan interés en la comunidad americana y son publicados. Estos relatos de viaje, por lo
general, están desprovistos de una intención literaria, por lo que pueden poseer cierta sinceridad en su tono, de
esta forma el historiador francés Frédéric Martínez afirma que: “El interés por las vivencias de los viajeros
reside en el contacto directo que tienen aquellos con ese «laboratorio europeo» que atrae poderosamente las
miradas hispanoamericanas”.10
Los testimonios muestran que la Europa retratada no es en todos los casos un lugar cómodo para los viajeros
americanos. El interés que generan dichos escritos se debe a su “carácter nacional”, es decir, al hecho de que
es un personaje americano el que está retratando a Europa y no al revés, como suele suceder. De igual forma,
se puede ver como el tono de relato cambia en la forma de mostrar por ejemplo a Europa, dependiendo de la
filiación política de quien escribe. En ese sentido, se puede ver como los conservadores tienden a exaltar el
carácter católico del mundo, usando sus experiencias a favor de una pedagogía católica que sirven para la
catequización. Por otro lado, los autores liberales exaltan el carácter moderno del progreso. Así, se genera una
competencia entre los partidos por en donde se disputa la representación de Europa: “Si los relatos de viaje
aparecen, cuando son escritos por plumas conservadoras, como instrumento de catequización, se convierten
bajo las plumas liberales en herramientas de pedagogía del progreso”.10
El modernismo
El modernismo fue un movimiento literario que se desarrolló entre los años 1880-1910 a lo largo de
Hispanoamérica que se caracterizó por una ambigua rebeldía creativa, un refinamiento narcisista y
aristocrático, el culturalismo cosmopolita y una profunda renovación estética del lenguaje y la métrica.
Para el periodista colombiano Carlos Uribe de los Ríos, la clasificación de Carrasquilla como
autor costumbrista le causó una larga marginación dentro de la literatura colombiana:
José María Vargas Vila (Piedras, Tolima 1860 - Barcelona, 1933). Uno de los personajes más
polémicos de principios del siglo XX en América, se caracterizó por sus ideales liberales
radicales y la consecuente crítica contra el clero, las ideas conservadoras y la política
imperialista de Estados Unidos.
Siglo XX
Los nuevos
Los nuevos es un movimiento que contesta con la ironía a los vestigios del romanticismo y del costumbrismo
precedente y que abriría tímidamente las puertas de la modernización literaria propia de la primera mitad del
siglo XX. Aunque su periodo de mayor actividad literaria fue durante la década de los años veinte, muchos de
sus miembros tuvieron una dilatada vida pública: desde funcionarios públicos como Luis Vidales o León de
Greiff hasta ministros y presidentes de la República, como Germán Arciniegas y Alberto Lleras. Este grupo
intelectual, político, literario y artístico se reunió alrededor de la revista del mismo nombre, publicada en 1925.
La junta directiva de esa publicación fue conformada por Felipe Lleras Camargo, director; Alberto Lleras
Camargo, secretario de redacción; Abel Botero, Eliseo Arango, C.A. Tapia y S., Francisco Umaña Bernal,
Jorge Zalamea, José Enrique Gaviria, José Mar, León de Greiff, Luis Vidales, Manuel García Herreros y
Rafael Maya. A pesar del fracaso de la revista Los Nuevos, varios de sus miembros participaron
posteriormente en publicaciones como la revista Universidad.
Piedra y cielo
El siglo XIX avanzaba en occidente al paso veloz de la industrialización, la literatura en Colombia como en
Hispanoamérica bien pronto se enriqueció con el surgir de movimientos que abrirían el abanico de las letras.
De la década de los novísimos, se crea el célebre grupo de Piedra y cielo (1939) con personajes como Eduardo
Carranza, Jorge Rojas, Arturo Camacho Ramírez, Gerardo Valencia, Carlos Martín, Tomás Vargas Osorio y
Daniel Samper. Rinde homenaje al poeta Juan Ramón Jiménez. Está inspirado en la tradición clásica española,
con voluntad de orden ante los excesos vanguardistas y creando el movimiento "piedracelista". Organizado
como editorial, el grupo publicó los Cuadernos de Poesía de Piedra y Cielo.
El nadaísmo
El nadaísmo, fundado en los años 50 por Gonzalo Arango, fue un movimiento nacido de una época convulsa
bajo la sombra de la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla. Su nombre recuerda el nihilismo y el
dadaísmo, se autodenominaban nadaístas ya que no creían en nada. Pretendían que la poesía se comunicara
con la gente, estos incorporaron a la poesía mensajes agresivos y directos, expresaban la clara oposición
literaria y filosófica al ambiente cultural establecidos por la academia y la iglesia. Entre sus precursores están:
Gonzalo Arango, Pablus Gallinazus, Eduardo Escobar, Jaime Jaramillo Escobar, Patricia Ariza, Jotamario
Arbelaez, Fanny Buitrago, entre otros; estos se reunían secretamente para escribir, se escabullían por los techos
para reunirse en determinados lugares que solamente ellos conocían.
Gran parte de la producción literaria colombiana desde las décadas de los 60s ha sido definida en relación al
boom latinoamericano, del cual hizo parte el premio nobel de literatura de 1982 Gabriel García Márquez. Hace
parte del llamado realismo mágico y del movimiento de la literatura latinoamericana.
Por el mismo tiempo aparece Andrés Caicedo, quien no sólo estaba distanciado geográficamente del boom,
sino que sus obsesiones eran más cercanas a la cultura relacionada con el cine y el rock n' roll, retratando
problemáticas sociales urbanas y juveniles. Durante este periodo, Albalucía Ángel logra relevancia a nivel
nacional e internacional; especialmente por la publicación de su novela Estaba la pájara pinta sentada en el
verde limón (1975), ambientada durante La Violencia.
Generación desencantada
Con este rótulo, varios críticos, tales como James J. Alstrum,11 han agrupado a un grupo amplio y diverso de
poetas posteriores al nadaísmo que comenzaron a publicar hacia la década de 1970. Poetas como Harold
Alvarado Tenorio, José Manuel Arango, María Mercedes Carranza, Juan Gustavo Cobo Borda, Darío
Jaramillo Agudelo, Giovanni Quessep, Elkin Restrepo, Mario Rivero y Juan Manuel Roca entre muchos otros,
han sido considerados parte de esta "Generación desencantada", a pesar de sus significativas diferencias de
estilo, temática e ideología. María Mercedes Carranza identifica tres características fundamentales de la que
ella llama "poesía post-nadaísta"12 : primero, interacción con el lenguaje de los medios masivos y la
cotidianidad en contextos urbanos; segundo, escepticismo frente a la política y a la poesía misma, con un tono
más intelectual que emotivo; tercero, elaboración personal de lo coloquial y lo cotidiano con cierta perplejidad
moral frente a la cual la imagen poética ofrece una alternativa.
Aunque las corrientes de lo fantástico y la ficción científica en Colombia suelen ser pasadas por alto cuando se
hacen compilaciones de subgéneros, se han constatado los antecedentes de su presencia en el país incluso
desde tiempos coloniales13 . Dentro de la literatura fantástica, pueden contarse como precursoras no sólo las
narraciones históricas de Crónicas de Indias, sino también la obra El Desierto Prodigioso y Prodigio del
Desierto, del siglo XVII13 , autoría de Pedro de Solís y Valenzuela. En el campo de la Ciencia Ficción, se
puede citarse como año origen a 1892, con el cuento Phrazomela de Emilio Cuervo Márquez14 . Es
innegable, sin embargo, que el desarrollo pleno de las historias fantásticas y de ciencia ficción se observó
durante el transcurso del siglo XX, con escritores como José Félix Fuenmayor, Germán Espinosa, Antonio
Mora Vélez, o René Rebetez, estos dos últimos más representativos del género. Otros autores nuevos han
continuado la evolución del género en el siglo XXI15 .
Durante los primeros años de la década del noventa del siglo XX empezó a aparecer la realidad de la violencia
del narcotráfico en la literatura de la época. Títulos como La Lectora de Sergio Álvarez, Rosario Tijeras de
Jorge Franco y La Virgen de los Sicarios de Fernando Vallejo empezaron a retratar los nuevos miedos y
obsesiones que el país había adquirido en esta etapa de la violencia. Las ciudades, a la vez que se convierten
en escenario de esta violencia, se convierten en el escenario de estas tramas. Recientemente fueron publicadas
obras como La ciudad de todos los adioses de César Alzate Vargas, Happy birthday, Capo de José Libardo
Porras, El ruido de las cosas al caer16 de Juan Gabriel Vásquez y 35 muertos del autor Sergio Álvarez, que
hacen una aproximación más extensa, por décadas, en las ficciones, del tema del narcotráfico y su afectación
en la vida de los colombianos.
Fredy Chikangana: Poeta de la Comunidad Yanacona del Sur-Oriente del Cauca, Colombia,
cuyo nombre en lengua indígena es Wiñay Mallki, raíz que permanece en el tiempo. Su obra
ha sido publicada en diversos medios impresos y digitales17 . La Antología de Literatura
Indígena de América, publicada en Chile en 1998, recoge sus poemas. Poeta y oralitor
Quechua, de la Nación Yanakuna Mitmak, del Cauca, Colombia. Premio de Poesía
Universidad Nacional 1992, Premio Poesía Nosside de Poesía Global Multilingüe, Italia,
200818 . Entre los trabajos de su autoría se cuentan: Cantos de amor para ahuyentar la muerte,
Yo Yanacona, Palabra y memoria y El colibrí de la noche desnuda y otros cantos del fuego.
Actualmente trabaja en talleres relacionados con la reivindicación de la palabra y la hoja de
coca, y en la propuesta sobre “Oralitura y resistencia desde las comunidades indígenas del
Cauca”.
Hugo Jamioy Juagibioy: Hugo Jesús Jamioy Juagibioy (nacido en 1971) es un poeta y
cuentista colombiano, proveniente de la familia indígena Camsá del sur de Colombia.19 Libros
publicados por Jamioy: Mi fuego y mi humo, mi tierra y mi sol (1999); No somos gente
(2000);Danzantes del Viento (2010).
Entre las voces literarias que se han establecido en la segunda década del siglo XXI, se encuentran John
Fitzgerald Torres, Margarita García Robayo, Pilar Quintana y Carolina Sanín.
Generaciones recientes en poesía
En las últimas décadas, Colombia ha producido un significativo número de poetas de importancia, de temáticas
urbanas y antipoéticas. Entre ellos, se destacan los nombres de Antonieta Villamil, Janet Núñez Marroquín,
Yirama Castaño Güiza, Luz Helena Cordero, Elvira Alejandra Quintero, Matilde Espinosa, Orietta Lozano,
Ana Milena Puerta, Monique Facuseh, Jorge García Usta, Ramón Cote, Gabriel Arturo Castro, Carlos Patiño
Millán, Jorge Cadavid, Juan Felipe Robledo, Hernán Vargas-Carreño, Antonio Silvera, Luís Mizar Maestre,
Jorge Mario Echeverri, Nelson Romero Guzmán, Carlos Alberto Troncoso, Óscar Torres Duque, Gonzalo
Márquez Cristo, Rafael Del Castillo Matamoros,Federico Meléndez, Andrea Cote Botero, Lucia Estrada,
Felipe García Quintero, Lauren Mendinueta, Enrique Rodríguez, Federico Díaz Granados, Henry Alexander
Gómez22 , Alonso Quintín Gutierrez, Juan David Sanabria, Juan Darío Cárdenas, Hernándo Urriago Benítez,
Fátima Vélez23 , Omar Garzón24 , Camila Charry y Andrés Álvarez, estos últimos reconocidos como
importantes referentes de la poesía contemporánea en Colombia.
Premios Nobel
Premios Nobel
Imagen Escritor Año Alma Mater
Gabriel Universidad
García 1982
Márquez Nacional de
Colombia
Referencias
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8/TH_38_002_001_1.pdf) Bogotá, Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo 68, 1984.
4. González-Stephan, Beatriz. Fundaciones: canon, historia y cultura nacional: la historiografía
literaria del liberalismo hispanoamericano del siglo XIX. 2.ª. Ed., corr y aum. Madrid:
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5. Acosta, Carmen Elisa. Lecturas y nación: novela por entregas en Colombia 1840─1880.
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6. González-Stephan, Beatriz “Visiones paródicas: risas, demonios, jocosidades y caricaturas”.
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7. Sommer, Doris. “El mal de María. (Con)fusión en un romance nacional”. Ficciones
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Económica, 1993.
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10. Martínez, Frédéric. El impacto del viaje. En El nacionalismo cosmopolita. La referencia
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18. https://www.elespectador.com/noticias/un-chat-con/poesia-al-estilo-indigena/.aspx
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20. https://www.eluniversal.com.co/suplementos/facetas/vito-apushana-memoria-mitica-de-la-
guajira-FN2935896.aspx
21. https://www.elespectador.com/noticias/cultura/la-letra-errante-de-vito-apushana/.aspx
22. https://www.uniminutoradio.com.co/para-leer-y-escuchar-el-arbol-rojo-henry-alexander-gomez-
poeta/.aspx
23. https://www.eltiempo.com/lecturas-dominicales/resena-de-diseno-de-interiores-de-la-
colombiana-fatima-velez-494136/.aspx
24. «Un recorrido por la poesía contemporánea colombiana» (https://www.elnuevosiglo.com.co/arti
culos/08-2017-un-recorrido-por-la-poesia-contemporanea-colombiana).
https://www.elnuevosiglo.com.co/. Consultado el 15 de julio de 2020.
Véase también
Literatura homosexual en Colombia
Anexo:Escritores de Colombia
Categoría:Escritoras de Colombia
Bibliografía
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editores. ISBN 958-05-0125-4.
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icesi.edu.co/editorial/literatura-como-oficio) (PDF). Exploraciones (13) (1st edición). Cali,
Colombia: Universidad Icesi. ISBN 978-958-5590-37-3. doi:10.18046/EUI/expl.13.2020 (https://dx.doi.org/10.1
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Enlaces externos
[1] (https://web.archive.org/web/20140522114936/http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/liter
atura/histolit/indice1.htm/) (Historia de la literatura en la Nueva Granada por José María
Vergara y Vergara).
[2] (http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/maria/indice.htm) (María por Jorge
Isaacs).
[3] (http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/cosiv/cosiv23a.htm) (Las tres tazas por
José María Vergara y Vergara).
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