Una Staretz en Westerbork

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Facultad de Teología del Norte de España

Sede de Vitoria - Gasteiz

Una “staretz” en Westerbork


La influencia de la espiritualidad ortodoxa
en Etty Hillesum

TESIS PARA LA OBTENCIÓN DEL DOCTORADO EN TEOLOGÍA

Autor: Fernando ARRIERO PERANTÓN

Director: Dr. D. Jesús MARTÍNEZ GORDO

VITORIA 2017
2 Sumario
Una “staretz” en Westerbork 3

Agradecimientos

En primer lugar, y sobre todo, a Dios. En quien estudio, trabajo, rezo,


amo y soy.

Gracias por el esperanzador testimonio de Etty Hillesum, que se ha


convertido en este tiempo en mi compañera, amiga e inspiración pa-
ra desenterrar a Dios en tantos corazones que anhelan vivir con más
sentido.

Gracias a mis padres y hermanos, a mis abuelas Carmen y Rufina, por


haber dejado una huella indeleble de humanidad sagrada en mí. Gra-
cias por la alegría que llegada con Lucía, Julia y Martín

Gracias a mi nueva familia de Logroño y de Chile, una red de seguri-


dad tejida de cuidados continuos, plegarias incesantes y celebracio-
nes… ¡que no falten!

Gracias a mi familia marista. En su seno me formé como creyente,


hermano y educador. Soy, en buena parte, por ser con ellos lo que
fui.

Gracias a mis alumnos de Secundaria, muy especialmente a 3ºD, que


constituyen una llamada, un reto y una provocación continuos a mi-
rar cara a cara a este mundo, apostando siempre por el amor sin de-
jar espacio al desaliento.

Gracias a mis amigos de siempre, a los de ahora y a los que vendrán.


Bien sabe Dios a quienes va poniendo en mi camino.

Gracias a D. Jesús Martínez Gordo, por su paciencia, entusiasmo y


sabiduría para guiarme por los entresijos de la teología y la espiritua-
lidad.

Y por último, pero absolutamente esencial en la aparición de estas


páginas, mil gracias a Mamen, mi futura mujer, con quien deseo ha-
cer la experiencia cotidiana de que la vida es bella, a pesar de todo.

Logroño, a 14 de septiembre de 2017


Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz
4 Sumario
Una “staretz” en Westerbork 5

Sumario

Introducción ..........................................................................................................................7
1. Objetivo ..................................................................................................................................... 7
2. Metodología............................................................................................................................... 7
3. Estado de la cuestión ................................................................................................................ 10
4. Hipótesis de trabajo ................................................................................................................. 21
5. Estructura................................................................................................................................. 22
6. Interés...................................................................................................................................... 22
7. Límite del trabajo ..................................................................................................................... 24

Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum .....................................................................25


Cuaderno 1 (8 de marzo-4 de julio de 1941) ................................................................................. 28
Cuaderno 2 (4 de agosto – 21 de octubre) .................................................................................... 44
Cuaderno 3 (21 de octubre – 6 de diciembre)............................................................................... 55
Cuaderno 4 (8 de diciembre – 25 de enero).................................................................................. 62
Cuaderno 5 (16 de febrero – 27 de marzo de 1942) ...................................................................... 78
Cuaderno 6 (27 de marzo-30 de abril) .......................................................................................... 93
Cuaderno 8 (18 de mayo – 5 de junio) ........................................................................................ 102
Cuaderno 9 (5 de junio – 3 de julio) ............................................................................................ 107
Cuaderno 10 (3 de julio – 29 de julio) ......................................................................................... 125
Cuaderno 11 (15 de septiembre-13 de octubre) ......................................................................... 142
Cartas ........................................................................................................................................ 161
Conclusión del capítulo I ............................................................................................................ 176

Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa ..............................................................178


1. Recorrido histórico de la Ortodoxia rusa ................................................................................. 178
2. Claves espirituales .................................................................................................................. 192

Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava ...........................................214


1. Escuchar desde la hondura como batalla ascética ................................................................... 214
2. Diálogo ininterrumpido con Dios ............................................................................................ 224
3. Mediación agradecida entre Dios y las personas ..................................................................... 244
4. Cronista de la vida bella.......................................................................................................... 253
6 Sumario

5. Aceptación del sufrimiento sin resentimiento ni resignación .................................................. 261


6. Unidad con la creación: “lo llevamos todo dentro” ................................................................. 273
Conclusión del capítulo III ........................................................................................................... 282

Conclusión final: Etty Hillesum, una staretz en Westerbork ............................................. 285


Anexo 1: Autores rusos citados por Etty Hillesum en sus diarios y cartas ........................ 288
Bibliografía ....................................................................................................................... 292
Índice general ................................................................................................................... 305
Una “staretz” en Westerbork 7

Introducción
1. Objetivo

Este trabajo pretende mostrar cómo el proceso espiritual de Etty Hillesum 1 mantiene víncu-
los reseñables con la espiritualidad cristiana ortodoxa. Asimismo, se pondrá de manifiesto
cómo algunos de estos nexos se explican por la lectura que hace EH de autores inspirados,
en mayor o menor medida, en la mística rusa, entre los que destacan L.N. Tolstoi, F.M. Dos-
toievski y, ante todo, el poeta austrohúngaro R.M. Rilke.

Por ello, el título de la presente tesis habla analógicamente de EH como una staretz2, es de-
cir, como un sabio anciano ortodoxo que vive cotidiana y conscientemente la esencial co-
munión con Dios, convirtiéndose en guía espiritual para sus contemporáneos. Sin embargo,
EH no recorrió su itinerario de divinización/humanización en un monasterio, sino en un
campo de concentración bajo la ocupación nazi de los Países Bajos3. De ahí que se presente
a la joven holandesa como una staretz en Westerbork.

2. Metodología

Con miras al fin propuesto, resulta ineludible una doble tarea que otorga a estas páginas un
coeficiente de novedad con respecto a otros estudios relativos a la espiritualidad de EH:

2.1. Narrar la espiritualidad

Espiritualidad hace referencia al despliegue de la propia identidad fundamentada en Dios, a


la “forma envolvente y unificadora de entender toda la vida”4, al madurar en el Espíritu.
Asimismo, la identidad se concibe, lejos del inmovilismo, como algo dinámico y susceptible
de cambios a partir de las opciones que el individuo toma en medio de los avatares cotidia-
nos y de las narraciones de sus acciones. De hecho, la identidad del sujeto no solo es posible
narrarla, sino que, precisamente, este es el modo de construirla. Esta visión hermenéutica,
que tiene en Paul Ricoeur a uno de sus máximos representantes, incluye tanto la transfor-
mación como la variabilidad en la cohesión de una vida con sentido. El sujeto aparece como

1
A lo largo del trabajo nos referiremos a Etty Hillesum como EH, salvo si su nombre es parte del título de una
obra o de un epígrafe.
2
Este término eslavo, que procede del griego γέρων (anciano), es masculino, por lo que se debería emplear el
artículo “un”. Aunque existe el femenino de la palabra staretz (amma o staritza), este es mucho menos co-
rriente y, por eso mismo, no posee toda la carga de sabiduría espiritual que se busca en estas páginas. Por
eso optamos por emplear el masculino.
3
Se calcula que fueron exterminados unos 106.000 judíos holandeses, es decir, el 76% de la población judía de
este país (José Antonio Egido, El problema nacional judío: judaísmo versus sionismo, Intervención cultural,
Mataró 2006, 181).
4 2
S. Gamarra, Teología espiritual, BAC, Madrid 2004 , 37.
8 Introducción

lector, escritor y constructor de su propia vida, ya que esta es “refigurada constantemente


por todas las historias verídicas o de ficción que un sujeto cuenta sobre sí mismo” 5.

Por eso, el capítulo que presenta la espiritualidad de EH se desarrolla de acuerdo con la idea
de “identidad narrativa”, según la cual esta obedece más a una trama donde tiene cabida la
ambigüedad de la vida que a un concienzudo análisis a partir de un modelo psicoespiritual
previamente confeccionado: “¿Cómo un sujeto de acción podría dar a su propia vida, consi-
derada globalmente, una cualificación ética, si esta vida no fuera reunida, y cómo lo sería si
no en forma de relato?”6.

En congruencia con la dimensión narrativa de la espiritualidad, se ve necesario reforzar con-


tinuamente el vínculo entre el proceso interno de EH con la situación sociohistórica que se
vive en los Países Bajos, especialmente en Ámsterdam, siguiendo la intuición de que EH “vi-
vió en una época en la que el macrocosmos de los hechos históricos casi aplasta completa-
mente el microcosmos de las vidas individuales” 7. Y es que en el momento que se pierde de
vista el prisma social, ganan enteros quienes ven en la obra de EH un alarde espiritual exce-
sivamente naif e intimista.

2.2. Emplear las herramientas del análisis literario

Un estudio que busca un estilo narrativo, que se nutre principalmente de obras literarias (el
diario y las cartas de EH) y que busca las conexiones con otras (literatura rusa del siglo XIX y
obras de los Padres orientales principalmente) exige el empleo de herramientas propias del
análisis literario con el fin de comprender mejor el contenido y la intencionalidad del autor.
Por ello se debe atender a:

2.2.1. Atender a los géneros literarios de los escritos

Para llegar a buen puerto en el presente estudio es necesario tener en cuenta las claves
propias del género epistolar y del diario íntimo, sin intentar forzar contenidos que por la
naturaleza del texto no es fácil que aparezcan.

Se trata de dos géneros muy diferentes que, bien situados, permiten descubrir aspectos
diversos y complementarios de EH. Así, por ejemplo, los breves y frecuentes mensajes de
agradecimiento que EH envía de apenas una línea desde el campo de tránsito han de ser
tenidos en cuenta y no desecharlos por el mero hecho de que su contenido sea simple. Esos
mensajes hablan de gratitud, de esfuerzo por mantener los vínculos o de querer dar señales
de que aún permanecía en Westerbork. Por otro lado, los diarios se han de leer acogiendo

5
P. Ricoeur, Tiempo y narración III. El tiempo narrado, Siglo XXI, Madrid 2003, 998.
6
P. Ricoeur, Soi-même comme un autre, Du Seuil, Paris 1990, 160.
7
Palabras de Eva Hoffman citadas por Amanda Achtman, Learning to Kneel: Etty Hillesum and Simone Weil as
Examples of Openness to Reality, Conference for American Political Science Association 2014, 1-19.
Una “staretz” en Westerbork 9

el coeficiente de ambigüedad inherente a toda trama y con sumo cuidado para percibir los
pequeños cambios en narraciones, en ocasiones, un tanto repetitivas 8.

2.2.2. La frecuencia y el sentido del empleo de algunos términos y expresiones

Tanto la repetición de términos con una frecuencia determinada como los silencios son elo-
cuentes. De ahí la necesidad de rastrear ciertas expresiones o palabras, así como determinar
el contexto vital en que se dan. Así, por ejemplo, desde esta perspectiva, no resulta fácil
sostener la postura de W. Tommasi, según la cual “ayudar a Dios” es el punto más álgido de
la espiritualidad de EH9. Por supuesto que es un empleo peculiar y muy característico de la
joven holandesa, pero un análisis literario descubre que esta expresión no fue empleada ni
en el Cuaderno 1110 ni en las cartas de Westerbork, que son justamente los textos que refle-
jan su madurez espiritual.

2.2.3. Las influencias de autores leídos por Etty

La intertextualidad será un aspecto clave en este estudio que trata de rastrear la influencia
de la espiritualidad rusa en el itinerario personal que EH dejó plasmado en sus diarios y car-
tas11. Por tanto, lo importante no es solo que EH cite otros textos12, sino que ella (también

8
En este campo, el estudio de Edmon Jabès sobre la peculiaridad de los diarios escritos en la shoa es más que
sugerente para situarse ante la obra de EH. Cf. Edmon Jabès, From the Desert to the Book, Station Hill Press,
Barrytown NY, 1990.
9
Cf. W. Tommasi, “‘Cuerpo y alma son una sola cosa’. La experiencia religiosa de Etty Hillesum”, DUODA 42
(2012) 99.
10
A partir de ahora, al referirnos a cualquier de los cuadernos del diario de EH emplearemos la letra C junto al
número de cuaderno. En este caso sería el C11, que sería el último que escribiera. El cuaderno 7 (C7) no se
ha localizado, permanece perdido.
11
El fenómeno de la intertextualidad se fundamenta en estos principios: 1. Un texto no existe como un todo
cerrado y autosuficiente (C. Grivel, Thèses préparatoires sur les intertextes, Fink, Munich 1982, 240). 2. El
escritor ha sido lector antes que escritor. Todo lo leído influye en su escritura de manera muy diversa y sur-
ge en sus letras de manera consciente e inconsciente. 3. El lector aborda el nuevo texto desde el conoci-
miento de textos previos, lo que influirá en su proceso de lectura. 4. El reconocimiento de una alusión vela-
da y pensada por el autor puede ser o no captada por el lector; e incluso al lector pueden surgirle interpre-
taciones del texto que ni siquiera fueron previstas por el autor (Cf. H. Bloom, The Anxiety of Influence. To-
wards a Theory of Poetry, Oxford University Press, Oxford 1975, 107-108). 5. El significado de la obra de un
artista no solo debe tener en cuenta las obras precedentes que influyeron al escritor, sino también las obras
posteriores de otros autores que aumentaron su significado (Cf. T.S. Eliot, “Tradition and the Individual Ta-
lent”, en: M.H. Abrams (ed.), The Norton Anthology of English Literature II, W.W. Norton & Company, Lon-
don-New York 1979, 229-230). 6. Una interpretación completa de una obra exige un análisis del lenguaje y
de la psicología del individuo, pero desde una óptica social, ya que “cada hablante está condicionado por las
reglas básicas del lenguaje como código que garantizan su comunicabilidad y por la situación espacio-
temporal e histórico-social en la que se encuentra” (S. Onega Jaén, “Intertextualidad: concepto, tipos e im-
plicaciones teóricas”, en: M. Bengoechea, R.J. Sola (eds.), Intertextuality = Intertextualidad, Servicio de Pu-
blicaciones de la Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares 1997, 21).
12
Según el famoso narratólogo G. Genette, la intertextualidad es una relación de copresencia entre dos textos
o más en la que se produce una presencia efectiva de un texto en otro por vía de citación o alusión (Cf. G.
Genette, Palimpsestes: la litterature au second degré, Seuil, Paris 1982, 8).
10 Introducción

cada lector que se acerca a sus diarios y cartas) va dando sentido a su experiencia vital - y
construye su vida- en relación a los textos13. Con otras palabras, EH no imita o replica, sino
que interpreta o, como diría J. Derrida, elabora un suplemento que busca completar y su-
plantar al original en la búsqueda innata de encontrar la propia identidad 14.

3. Estado de la cuestión

Los estudios publicados sobre los rasgos fundamentales de la identidad de la joven holande-
sa admiran el precioso legado espiritual que supone su obra para nuestra época. Es cierto
que hay autores, como D. Patterson, que no ven en sus escritos ningún tipo de espirituali-
dad sino, más bien, una obra narcisista que atrae a los lectores de tendencia voyerista 15. O
L. Langer, que ve en EH una conversa latente al cristianismo, una joven naif, cursi y alejada
de los verdaderos miedos de las víctimas 16. O H. Boas, para quien EH no debería ser consi-
derada ninguna mártir porque simplemente fue una joven egoísta que intentó, en vano,
salvarse a sí misma. Prueba de ello sería su escasa atención hacia la horrenda realidad so-
ciohistórica que vivió su país17. En esta misma línea T. Todorov18 sostiene que las circuns-
tancias externas no afectaron interiormente a EH, quien simplemente aceptó con pasividad

13
S. Onega Jaén, “Intertextualidad: concepto,…”, 21.
14
J. Derrida, La diseminación, Fundamentos, Madrid 20073, 132.
15
David Patterson, “Through the Eyes of Those Who Were There”, en: Holocaust and Genocide Studies XVIII 2
(2004) 285. Este juicio está inscrito en uno más amplio en el que enumera las razones por las que los escri-
tos de EH no deberían ser considerados propiamente como Diarios del Holocausto. A mi parecer la deficien-
te comprensión de la mística que entrañan las páginas de la joven holandesa le llevan a esta conclusión. Si
Patterson concibiera posible que saberse sustentando por Dios posibilita la aceptación confiada, la com-
prensión de que el otro no es un enemigo y la acogida de la vida como bella incondicionalmente, no exigiría
en el texto de EH los “¿por qué?” propios de otros diaristas; comprendería mejor las expresiones “gracia” o
“todo es para bien” (3-X-1942); no buscaría controversias de dos bandos totalmente opuestos; o caería en la
cuenta de por qué no es saludable el goteo de desgracias realmente acaecidas para quien tiene que afrontar
un destino incierto. Arianna Rotondo también contesta a D. Patterson recordándole que los dos primeros
textos de EH -dos cartas publicadas clandestinamente y bajo otra autoría- fueron valorados como un testi-
monio digno de consideración por historiadores judío-holandeses, como Jacques Presser, teórico del Ego-
Dokument (Arianna Rotondo, “Parole dall´anima e la scrittura infinita: l´irrequietezza “sacra” di Etty Hille-
sum”, en: VVAA, Mestri Cercando. Per I Quarat´anni d´insegnamenti di Antonio di Grado. A cura di Rosario
Castelli, Bonano Editore, Roma 2015, 137).
16
Lawrence L. Langer, Admitting the Holocaust: Collected Essays, Oxford University Press, New York 1995, 70-
71.
17
H. Boas, “Etty Hillesum in niet-joodse en joodse ogen”, en L. Dasberg, J.N. Cohen, Neveh Ya´akov: Jubilee
Volume Presented to Dr. Jaap Meijer on the Occasion of His Seventieth Birthday, Assen, Van Gorcum 1982,
255-279; H. Boas, “Meer egocentrisme dan heiligheid”, en: J.G. Gaarlandt (Ed.) Men zou een pleister op vele
wonden willen zijn: reacties op de dagboeken en brieven van Etty Hillesum, Balans, Ámsterdam 1989, 44-47.
18
“Tanta felicidad termina por hacer que Etty nos resulte extraña… Es como si aspirase a que la desgracia que
hay a su alrededor se acrecentara para facilitar su desarrollo personal… Se empieza a desear que sepa tam-
bién sufrir el sufrimiento, no solo transmutarlo en belleza o en fuente de felicidad… A pesar de su indudable
nobleza, yo me abstendría de recomendarla a todos los oprimidos de la tierra” (T. Todorov, Di fronte
all´estremo, Garzanti, Milano 1992, 221-222).
Una “staretz” en Westerbork 11

estéril las atrocidades que le fueron llegando. Más aún, E. Frank sospecha que la joven ho-
landesa pudo mantener una cierta complicidad con la shoa al posturarse desde una acepta-
ción ambigua del sufrimiento19.

Sin embargo, la mayor parte de estudiosos que se han acercado con rigor a los diarios y a las
cartas de EH reconocen una profunda y sorprendente transformación espiritual en los dos
últimos años y medio de su vida. A continuación se expondrán aquellas aportaciones que
han desarrollado aspectos relativos a los objetivos que se persiguen con este trabajo.

3.1. Estudios que proponen claves hermenéuticas

Hay que apuntar que no son muchos los trabajos que explicitan la necesidad de acercarse a
la obra de EH teniendo en cuenta ciertos criterios hermenéuticos que posibiliten una com-
prensión genuina, alejando, de este modo, cualquier tentación de manipulación o riesgo de
contaminación ideológica. Quizá uno de los autores que más han luchado en este ámbito
haya sido R. van den Brandt20, quien ha estudiado la compleja recepción de los textos de EH
en la década de los 90. Ella se pregunta por qué algunos teólogos católicos romanos, incluso
después de la publicación de la edición completa en 1986, todavía hacen referencia a la
desafortunada hagiografía que precedía a la obra Het leven verstoorde, que subrayaba una
mística femenina con tintes sacrificiales y espiritualistas. Ha denunciado que algunos auto-
res católicos han declarado, como si conocieran a EH personalmente, que esta respondió a
la llamada a ir a Westerbork sin vacilar, que fue una personalidad brillante en el campo y
que había elegido conscientemente ser mártir.

Según R. van den Brandt, esta metodología acrítica condujo la aparición de biografías sim-
plistas y contaminadas de teologías varias que obstaculizan el acercamiento a la persona y al
testimonio de EH. De hecho, años antes, la autora había mostrado tres caminos nuevos para
comprender con mayor fidelidad a EH: no leer los textos de EH sueltos a base de selecciones
que han pretendido “cristianizar a Etty”; acercarse a EH desde una perspectiva cercana al
Maestro Eckhart, es decir, sin avasallar con el raciocinio occidental dejando paso al sentir
cósmico; y dar mayor relevancia a la amistad con H. Tideman 21. Este interés llevó a R. van

19
E. Frank, Con Etty Hillesum en busca de la felicidad, Sal Terrae, Santander 2006, 151. Esta autora tiene de
base a T. Todorov.
20
“Etty Hillesum and Her ‘Catholic Worshippers’: A Plea for a More Critical Approach to Etty Hillesum´s Writ-
ings”, en: Spirituality…, 215-224.
21
Cf. Ria van den Brandt, Etty Hillesum: Amicizia. Ammirazione. Mistica. A cura di Gerrit Van Oord, Apeiron,
Sant´Oreste, 2011. Henny Tideman (Surabaya 1907 - Zeist 1989), también conocida como Tide, era cristiana.
Se había convertido en gran amiga de Juluis Spier antes de que EH llegara al Spier Club. EH la describió co-
mo una mujer pelirroja, fuerte, de treinta y cinco años. Compartió con EH su amor por Dios y por JS. Para EH
supuso un gran enriquecimiento a todos los niveles, también en la fe, hasta el punto de confesarle que era
un gran regalo de Dios. Tide fue maestra durante la guerra, pero también cantaba espléndidamente y ac-
12 Introducción

den Brandt a publicar uno de los primeros estudios del Levenskunst: Gedachten van Week
tot Week, el cuaderno en el que H. Tideman y EH compartieron citas célebres durante trein-
ta y cuatro semanas en 1942. Con cierta frecuencia, semanalmente en algunos períodos,
una de ellas lo tomaba y transcribía una cita o un pensamiento que le estaba trabajando por
dentro. Posteriormente lo pasaba a la otra amiga 22.

Las pretensiones de algunos autores católicos por apropiarse a EH pusieron en guardia a


algunos filósofos como F. Manara23, que propuso acercarse a la experiencia de EH sin acudir
a la tradición mística, ya que esta podría hacer surgir cauces novedosos de encuentro con el
Misterio si se acoge sin deseo de catalogación. Este estudioso defendió siempre una lectura
de la obra de EH par coeur, es decir, saludando “el texto como es, escucharlo tal y como vie-
ne para escuchar su voz viva que nos habla y nos cuestiona”24. Para F. Manara, los diarios de
EH son textos en los que las experiencias de vida están a la inversa, como la antigua práctica
filosófica griega de una escritura dialogante que trata de alcanzar una conciencia cósmica.
Además, insiste en que a pesar de que el corpus de EH parece que está prácticamente ce-
rrado, no se debe intentar fijar una única línea de interpretación de lo que significa “místi-
co” sino, más bien, permitir una apertura que haga surgir nuevos cuestionamientos sobre el
itinerario de la joven holandesa y la experiencia de Dios. El autor se atreve a apuntar desde
la experiencia de EH que el misticismo hace referencia a explorar y experimentar la vida en
su integridad, profundidad y plenitud 25.

tuaba, en ocasiones, junto con JS, en las veladas musicales. EH se enteró de la noticia de la muerte de JS por
Tide.
22
Ria van den Brandt, “Unknown Sources of Etty Hillesum’s Spirituality”, Studies in Spirituality 24 (2014), 255-
269. Sin duda alguna un estudio más minucioso del Levenskunst: Gedachten van Week tot Week ayudará a
conocer mejor el año 1942, durante el que se supone que Tide y EH compartieron citas de autores referen-
tes para ellas. Cobrarán especial interés las datadas a partir de mediados de octubre, que es cuando deja-
mos de tener el testimonio de EH por medio de los diarios y apenas media docena son el único testimonio
de los últimos meses de 1942. Esta colección recopilada por A.J.C. van Seters contiene cuarenta y tres citas
de EH y, aunque en buena parte pertenecen a R.M. Rilke y a otros autores ya mencionados en sus diarios,
saltan a escena nuevos personajes que, por una razón u otra, iluminaron la vida de EH, como Ebba Pauli (es-
critora sueca autora de un bestseller de la época), Kees Schuurman (físico), Frederik van Eeden (psiquiatra
alemán), Giovanni Papini (escritor italiano que pasó del ateísmo al catolicismo, renovador de la cultura y la
literatura de su país en el s.XX) y Julia de Beausobre (autora de The Woman Who Could Not Die fue tortura-
da por los comunistas soviéticos en campos de concentración) y Alexander Eastman (espiritualidad de los
Sioux).
23
Fulvio C. Manara, “Pagine mistiche di Etty Hillesum?”, en: VVAA, Con Etty Hillesum. Quaderno di informazio-
ne e ricerca 1, Apeiron, Sant’Oreste 2009, 28-36; Este mismo tema es tratado por Ria Van den Brandt, “Etty
Hillesum and her “Catholic worshippers”: A plea for a More Critical Approach to Etty Hillesum’s Writings”,
en: Spirituality…, 215-231.
24
Cf. Fulvio C. Manara, “Philosophy as a Way of Life in the Works of Etty Hillesum”, en: Spirituality…, 379-398.
25
Cf. Fulvio C. Manara, “Dimensions of Mystical Experience”, en: Ethics…, 67.
Una “staretz” en Westerbork 13

Por último, es especialmente iluminadora la aportación de S. Gubar26 en la que incide en la


necesidad de comprender los diarios de EH en el marco del género literario “diarios ínti-
mos” y, además, dentro de aquellos que han sido redactados por una mujer.

3.2. Estudios sobre espiritualidad

Muchos autores, de hecho, han intentado acercarse a los escritos de EH con el fin de com-
prender su itinerario espiritual. Al hacerlo, descubren semejanzas con otros procesos. Así,
desde la perspectiva de P. Lebeau, los escritos de la joven holandesa contienen expresiones
muy afines al pensamiento del Maestro Eckhart, J. van Ruysbroek, Teilhard de Chardin, M.
Merleau-Ponty, Ignacio de Loyola, E. Levinas, P. Valéry y P. Claudel 27. Según este autor, en
EH se dio una simpatía por el cristianismo heredado de JS que le sirvió para elaborar su pro-
pia experiencia. De ahí las numerosas referencias, explícitas o implícitas, que se encuentran
en sus escritos y que permiten situarlos sin desentonar dentro de la tradición judeocristia-
na28. Aun así, P. Lebeau indica que es precisamente el hecho de que EH no se adhiriera a
ninguna tradición religiosa lo que ha contribuido a su gran recepción en la sociedad pluralis-
ta contemporánea.

Por otro lado, F. Brezzi29 reconoce en la obra de EH un anhelo de una nueva espiritualidad
que no persigue experiencias de éxtasis, sino que va más bien en la línea de lo que A. Poten-
te presenta como una “profunda comunión con lo que la vida revela y exige de nosotros” 30 o
de lo que R. Panikkar denomina “una experiencia integral de la vida, creando una nueva
conexión con la realidad”. En el análisis del “viaje existencial” de EH, F. Brezzi encuentra
características típicas de la mística tradicional como la sencillez y la búsqueda de la esencia,
el desprendimiento y la interiorización, la libertad interior y la búsqueda de Dios en la pro-
pia persona, la intimidad amorosa con Dios, el amor y la responsabilidad ante la humanidad.

26
Susan Gubar, “Falling for Etty Hillesum”, Common Knowledge 12 (2006) 279-301.
27
Cfr. P. Lebeau, “The Reception of Etty Hillesum’s writings in French language”, en Spirituality…, 191-214.
28
Un buen estudio que pretende describir la espiritualidad de EH con el fin de buscar la afinidad con la espiri-
tualidad cristiana es la tesina de licenciatura de Mª Jesús Tabar. Para la autora, basándose en el profesor Sa-
turnino Gamarra, hay tres hilos que tejen la espiritualidad de una persona: el camino hacia el interior, la re-
lación con lo trascendente y el itinerario de encuentro con los demás. A partir de este planteamiento desa-
rrolla once rasgos diferentes que en ocasiones, como es normal en un estudio conceptual de la persona que
es una unidad, se entremezclan y se solapan. Tabar apunta temas interesantes como la expresión corporal
en EH, la unidad de la persona a la luz del amor, el abandono en Dios, Dios en la belleza, la identificación con
su pueblo y el sufrimiento como motor de entrega, entre otros (La espiritualidad de Etty Hillesum. Sintonía
con la espiritualidad cristiana, Facultad de Norte de España, Vitoria-Gasteiz 2009).
29
Su aportación lleva por título “Etty Hillesum, an ‘Atypical’ Mystic”. Brezi se posiciona al lado de autores co-
mo Fulvio C. Manara y Gerrit Van Oord, que ven un riesgo en las lecturas superficiales de la obra de Etty y
exigen un estudio filosófico más profundo de la misma (Cf. Con Etty Hillesum: Quaderni di informazione e ri-
cerca, Apeiron, Sant´Oreste, 2009, 1,5).
30
Brazzi emplea las obras de A. Potente, Qualcuno continua a gridare: Per una mistica política, La Meridiana,
Bari 2008 y Raimon Panikkar, Opera Omnia I, Mistica Pienezza di vita, Jaca Book, Milan 2008.
14 Introducción

En este proceso, las palabras de EH parecen un eco, pero más fragmentado y menos siste-
mático, de los grandes místicos como el Maestro Eckhart, Santa Teresa de Jesús y San Juan
de la Cruz. F. Brezzi también reconoce ciertos vínculos con contemporáneos como D. Bon-
hoeffer, cuya concepción de Dios no omnipotente está cerca de la noción del Dios a quien
hay que ayudar de EH. El deseo de la joven de convertirse en una buena anfitriona y amiga
de Dios puede ser considerado como el legado más relevante para la cuestión planteada por
T. Adorno y H. Jonas: “¿Qué Dios después de Auschwitz?”. EH no conceptualiza sino que “su
mística está enraizada en la experiencia de la unidad, la búsqueda y el deseo” 31.

Fue W. Tommasi una de las primeras estudiosas que, respetando sumamente la religiosidad
ecléctica de EH, imposible de encerrar en una tradición confesional y configurada por in-
fluencias espirituales diversas (AT y NT, Coran, Talmud, San Agustín, Maestro Eckhart, F.D.
Dostoievski, R.M. Rilke, T. Kempis…), abrió la posibilidad de considerar a la joven holandesa
una mística. Para la profesora Tommasi, EH permanece libre de éticas institucionalizadas,
progresa desde el autocentramiento al diálogo con Dios 32 en la perspectiva de S. Kierke-
gaard, que afirma que la mujer no necesita del estadio intermedio de la normatividad ética
para pasar de la inmediatez estética a la inmediatez religiosa33.

En esta misma línea, A. Pleshoyano considera que Julius Spier34, psicoquirólogo, amigo y
amante de EH, es la fuente principal de la espiritualidad de la joven, de tal modo que ella
misma se vio como continuadora de su labor de mediación cuando este falleció. Esta autora,
de hecho, habla de Spierituality35 al considerar que fue JS quien le presentó las diversas
fuentes espirituales. De JS “aprendió la importancia de la auto-disciplina en todos los ámbi-
tos de su vida”. Él fue el maestro que le ayudó a sondear las profundidades de sí misma,
donde halló a Dios. A. Pleshoyano describe estas fuentes de espiritualidad así como la di-
námica de su proceso mostrando cómo la fe en Dios se convirtió en el centro de su vida. La
apertura hacia una gran diversidad de fuentes da a los escritos de EH una perspectiva ecléc-
tica, que no debe considerarse en sentido peyorativo, sino más bien como el aspecto que
hace de los mismo un legado universalmente accesible, muy especialmente a quienes viven
al margen de instituciones religiosas.

La influencia de JS en EH fue causa de un debate entre los especialistas en la materia pues P.


Lebeau36, S. Germain37 y P.E. Dreyer38 subrayan tanto la personalidad mágica del psicoqui-

31
F. Brazzi, “Etty Hillesum, an ‘Atypical’ Mystic”…, en Spirituality 190.
32
Gemma Beretta, La forza disarmata dell´autorità
33
S. Kierkegaard, Etapas en el camino de la vida, Santiago Rueda, Buenos Aires, 1951.
34
A partir de ahora JS.
35
A. Pleshoyano, “Etty Hillesum and Julius Spier: A 'Spierituality' on the Fringe of Religious Borders”, en: Spirit-
uality…, 43-74.
36 3
Paul Lebeau, Etty Hillesum. Un itinerario spiritual. Ámsterdam 1941- Auschwitz 1943, Sal Terrae, 2000 .
Una “staretz” en Westerbork 15

rólogo, a quien sitúan un esquema maestro-alumna, que parecería que se minusvalorara su


proceso personal. Por otro lado, en la línea más feminista y que reclama para EH toda su
importancia y singularidad, redimensionando la figura de JS, se halla D. de Costa39. Y aun-
que es cierto que ningún autor pasa por alto la figura de JS y lo que supuso en el ordena-
miento psicológico y el despertar espiritual de la joven holandesa, también se indica el gra-
do de confusión y batallas internas que le supusieron. Por otro lado, se ha de tener en cuen-
ta que también fue mucho el tiempo que EH vivió después de su muerte -13 meses-, aunque
apenas se tengan noticia de esa época.

3.3. Estudios sobre intertextualidad

Son numerosas las obras académicas que estudian a EH desde la intertextualidad, es decir,
atendiendo a la influencia que han tenido otros autores en la vida y obra de EH. Para ello,
primeramente, es deseable preguntarse, como hace P. Schrijvers, si la variedad de lecturas
que toma EH se debe a un eclecticismo consciente o, más bien, al fenómeno de “inmigra-
ción interior” que conduce a refugiarse de una situación político-social sobrecogedora hu-
yendo hacia el interior40.

D. de Costa41 estudia los textos de EH desde la noción de “escritura femenina” de H. Cixous,


en referencia a “la economía femenina libidinal”. Explica cómo esta economía libidinal fe-
menina es la afirmación y la fuente de la vida porque deja espacio para la alteridad diferen-
te al yo. La economía libidinal femenina no es una economía de apropiación, sino de dona-
ción. La autora, que considera la resistencia espiritual de EH una "política poética" o “una
pasividad activa”, enfatiza la función "comadrona" de sus textos: es posible dejarse leer por
EH y, de este modo, restablecer el contacto con el otro, el extraño, tanto el que habita den-
tro como fuera de uno mismo.

Por otro lado, la influencia de San Agustín es estudiada por G. Remy42, quien propone que la
lectura de las Confesiones seguramente aquilató su propósito de mirar hacia adentro, de
volver a sí misma para encontrarse y, en ese camino, hallar a Dios.

37
Sylvie Germain, Etty Hillesum: una vida, Santander 2004.
38
Pascal E. Dreyer, Etty Hillesum. Una testimone del Novecento, Lavoro, Roma 2000.
39
Denide de Costa, Anna Frank and Etty Hillesum, Inscribing Spirituality and Sexuality, Rutgers University
Press, London 1998.
40
Cf. Ria van den Brandt, “Etty Hillesum: le processus et les mots”, en: http://www.amisdettyhillesum.fr (últi-
ma consulta: 2-I-2017).
41
Denise de Costa, Anne Frank and Etty Hillesum: Inscribing Spirituality and Sexuality, Rutgrs University Press,
New Brunswick-London, 1998.
42
G. Remy, “E. Hillesum et St Augustin: L´influence dún maître spirituel?”, Recherches de Science Religieuse
95/2 (2007) 253-280.
16 Introducción

Pero en el terreno de la mística I. Adinolfi tiene una palabra de calidad al presentar el pro-
ceso de EH43 a partir de H. Bergson, quien tanto influyó en el pensamiento de C.G. Jung.
Considera que la joven holandesa no sigue el patrón de quien asciende desde las criaturas al
Creador. EH, más bien, siente un amor por Dios que le lleva a amar a todo lo creado. Según
I. Adinolfi, JS le transmite una concepción de la divinidad que procede de Jung, que a su vez
procede de Bergson- para quien la experiencia religiosa posee una función positiva consti-
tuyéndose en una energía vital, en una fuerza dinámica presente en todo lo creado, en el
motor de cada actividad social y cultural y que en el hombre alcanza el máximo grado de
evolución. Para el místico, el ágape no es solo un aspecto de Dios, sino su esencia más pro-
pia, de ahí que la unión con Dios confiera al alma una inmensa capacidad y creatividad para
amar. Dios ocupó el puesto que JS había tenido durante los primeros meses de la relación y,
mediante un abandono cada vez más total en Dios, el amor y la fe en EH llegaron a una
completa identificación. De ahí que en la última época de su vida EH simplemente se convir-
tiera en don para los demás.

Asimismo, N. Neri se centra en cómo el desarrollo psicológico y su conversión van de la


mano, así como en la influencia de JS y las obras de C.G. Jung44. Neri hace hincapié en un
sine qua non del crecimiento excepcional de EH: hineinhorchen. Esta introspección diaria no
se reduce a un individualismo egoísta, sino que supuso una conversión espiritual excepcio-
nal que conllevaba una ética de la responsabilidad individual de tal nivel que le llevó a la
determinación de “ayudar a Dios”, desenterrándolo de cada corazón y, de este modo, salvar
al hombre. En otro de sus escritos 45 marca la evolución moral de EH por medio de tres vir-
tudes cotidianas: la indignación que acaba con el odio; la sencillez que pone lo esencial en el
primer plano de la expresividad y de la acción; y la compasión hacia el prójimo, en quien es
posible hallar a Dios. Para la autora, en EH se da una evolución de la imagen de Dios desde
una concepción rilkeana hasta una más semejante a la de la tradición mística.

Por otro lado, A. Delaye46, después de un estudio comparativo con el judaísmo, el cristia-
nismo, el hinduismo y el budismo, concluye que la vivencia de EH es “sin fronteras”. Los
aspectos que esta autora destaca de la vida de EH son la aceptación indignada y resistente
43
Isabella Adinolfi, “Etty Hillesum. La condivisione nel profondo”, Annali di storia dell´esegesi 29 (2012) 219-
233.
44
Nadia Neri, “Etty Hillesum´s Psychological and Spiritual Path: Towards an Ethics of Responsibility”, en: Spirit-
uality…, 419-428. También Julie Saint Bris presenta el proceso de individualización de Etty a partir de la di-
námica “yo-sombra” o “consciente-subconsciente” (“Etty Hillesum á la lumière du processus d´individuation
de C.G. Jung”, Journée d'amitié du 14 novembre 2015, en: http://www.amisdettyhillesum.fr; última consulta
2-I-2017).
45
Nadia Neri, “Etty Hillesum: un´estrema compassione, la risposta esemplare di una vittima di fronte al male
estremo”, en: NERI, N., “Etty Hillesum: un´estrema compassione, la risposta esemplare di una vittima di
fronte al male estremo”, en: it.gariwo.net/dl/201401151015.pdf
46
Alain Delaye, Etty Hillesum. Mystique sans frontiers, Amalthée, Nantes 2014.
Una “staretz” en Westerbork 17

del sufrimiento, la conciencia cósmica de la joven, la evolución de la relación con Dios y con
JS, la importancia de R.M. Rilke en la configuración de su identidad y el deseo de escribir.

Más allá de la mística cristiana, F. Grimmelikhuizen trata de mostrar que existe una correla-
ción significativa entre la vida y escritos de EH y la filosofía oriental 47. Según el autor, EH
tenía una forma creativa de budismo, pues no solo emplea el término Buda o budista para
referirse a sus ejercicios diarios de introspección, sino que toda su manera de pensar y es-
cribir sugiere un gran parecido con el camino budista. La iluminación, el Dios interno, tikkun
olam, el sufrimiento, Weltinnenraum, la atención, el desprendimiento, el vacío, la sencillez
de vida son aspectos que conectan perfectamente con el budismo. F. Grimmelikhuizen hace
referencia al mandamiento hebreo tikkun olam48 (reparar el mundo) debido a que tanto en
el judaísmo como en el budismo es imperativo cambiar el mundo empezando por uno mis-
mo. De hecho, en el budismo cada persona ha de actuar y orar de una manera tal que todos
los seres de la tierra puedan alcanzar la felicidad, sin importar dónde se encuentren o qué
sean. También era imperativo de EH hacer un mundo mejor, empezando por sí misma.

3.4. Estudios comparativos con autores leídos por EH

De cara al objetivo del presente trabajo, es particularmente interesante el estudio que desa-
rrolla S. Gubar relativo a la influencia que el poeta alemán R.M. Rilke ejerce en el proceso
espiritual de la joven holandesa49. Este influjo se dio de manera connatural al compartir
ambos aspectos como el gusto por el mundo natural, la curiosidad intelectual por Rusia y
sus escritores, su escepticismo hacia la religión institucionalizada pero, al mismo tiempo,
veneración por sus figuras emblemáticas, su capacidad de expresar emociones en medio de
encrucijadas vitales, su preocupación por el ser más que por el hacer, su aprendizaje de de-
jar a la belleza ser en vez de atraparla y la sabia aceptación de las circunstancias externas.
Cabe resaltar que una de las influencias rilkianas más notables sobre la joven holandesa fue
la de un Dios allá en lo profundo, más que allí en lo alto del cielo 50.

En esta misma línea, P. Woodhouse desarrolla un artículo en el que expresa cómo EH lee a
R.M. Rilke no solo para alimentarse espiritualmente de él, sino para poder sobrevivir en

47
Fritz Grimmelikhuizen, “El camino de Etty Hillesum a la nada”, en: Spirituality…429-446. También elabora
una conexión con el budismo José Ignacio González-Faus, Etty Hillesum. Una vida que interpela, Sal Terrae,
Santander 20082, 99-100.
48
Bernard Weinstein ha apuntado la posible conexión entre el modo de ver a Dios de Etty y la noción judía de
tikkun, una relación de cooperación entre Dios y la humanidad (Bernard Weinstein, “Etty Hillesum´s An Inte-
rrumted Life: Searching for the Human”, en G. Jan Colijn y Marcia S. Littell (eds.), The Netherlands and Nazi
Genocide (Papers of the 21st Annual Scholar´s ConferenceI), Edwin Mellen Press, Lewiston 1992, 160.
49
Susan Gubar, “Falling for Etty Hillesum”, Common Knowledge 12 (2006) 279-301. También Maria Goetze,
Etty Hillesums Rilke-Lektüre (tesis doctoral), University Utrecht 2006.
50
Cf. Reiner Maria Rilke, The Book of Hours: Prayers to a Lowly God (edición bilingüe), Northwestern University
Press, Evanston 2001, 127.
18 Introducción

medio de la amenaza nazi. Y es que el poeta austrohúngaro es capaz de crear un mundo


paralelo en el que refugiarse y tomar fuerza para afrontar la cruda realidad con lucidez y
esperanza51. El autor indica tres aspectos que posibilitaron en EH un proceso de identifica-
ción vital con R.M. Rilke más allá de sus escritos: ninguno de los dos quedaron enraizados en
ninguna tradición religiosa52, ambos tuvieron una relación conflictiva con sus madres 53 y en
los dos había un amor profundo por Rusia 54.

Pero será W. van den Bercken 55 quien desarrolle este afecto por Rusia que, según el autor,
es imagen de una óptica filosófica y espiritual opuesta al Occidente racional 56. EH se sintió
intrigada por las descripciones de sufrimiento de Karl y Walter Nötzel Schubart, además del
“cosmopolitismo espiritual” del Stundenbuch de R.M. Rilke. Esta universalidad, incluso pri-
sionera detrás del alambre de púas de Westerbork, va en consonancia con la palabra rilkia-
na Weltinnenraum y las imágenes de vastos paisajes rusos para simbolizar su “paisaje inte-
rior”. En la segunda mitad de su ensayo, W. van den Bercken estudia la influencia de Los
hermanos Karamazov en EH en tres temas principales: el problema del sufrimiento humano
en relación con Dios; la experiencia de la creación como el Paraíso; y en tercer lugar, un sen-
timiento común de responsabilidad por el mal y un amor que todo lo perdona. Este autor
concluye que es posible leer las reflexiones de EH como un eco de F.M. Dostoevsky, consi-
derando a este literato ruso, junto con R.M. Rilke, san Agustín y los evangelistas, una de las
principales fuentes de la espiritualidad de EH.

51
P. Woodhouse, “The influence of the work of Rainer Maria Rilke”, en Klaas A.D. Smelik, Meins G.S. Coetsier,
Jurjen Wiersma, The Ethics and Religious Philosophy of Etty Hillesum (Supplements to the Journal of Jewish
Thought and Philosophy) Brill, Leiden 2017,285-298.
52
La influencia más temprana para el poeta alemán fue su madre Sophie Entz, que fue una mujer profunda-
mente piadosa. Su madre le llevaba a iglesias católicas a rezar y este recuerda cómo con cierto asco besaba
las heridas de Cristo en la cruz.
53
Para EH su madre era una histérica a nivel emocional y un elemento tóxico en el hogar. Por su lado, R.M.
Rilke recuerda también el desequilibrio emocional de su madre que lo pagaba con él. De hecho recuerda
cómo, por causa de la pérdida de su primer bebé, vistió a Rilke como una niña pequeña durante sus cinco
primeros años.
54
En 1899 R.M. Rilke viajó a Rusia con su amada Lou Andreas-Salomé y su fascinación por el paisaje y las for-
mas monásticas que allí encontró le sirvieron de trasfondo para El libro de las horas. También para EH Rusia
poseía un gran poder atractivo. Su madre, de origen ruso, llegó a los Países Bajos huyendo de un pogrom.
Un deseo que nunca realizó fue viajar entre Rusia y Europa y servir de vínculo entre estos dos grandes terri-
torios, que eran paradigma de dos modos de ser y de entender la vida
55
Wil van den Bercken, “Etty Hillesum´s Russian Vocation and Spiritual Relationship to Dostoevski”, en: Spirit-
uality…, 147-172.
56
También es interesante el estudio de Ellen Vandewalle, “L´influenza del Dostoevskij di André Suarès sui diari
di Etty Hillesum”, en: Gerrit Van Oord (ed.), Etty Hillesum: Study sulla vita e l´opera, Apeiron, Sant´Oreste
2013, 128-148.
Una “staretz” en Westerbork 19

3.5. Una tesela en un gran mosaico

Este estudio pretende ser, empleando la expresión de EH, una tesela en el gran mosaico 57
de la investigación sobre EH. Es cierto que esta piedrecita combina mejor con unos estudios
que con otros. Así, existe mayor sintonía con aquellos que acentúan el contexto histórico en
el que tiene lugar su experiencia transformante de apertura a la realidad y a Dios. Sin em-
bargo, mantiene una distancia prudente con aquellos que buscan fijar con cierta ansiedad a
EH bajo una tradición religiosa o justificar el uso o no uso de la etiqueta del misticismo. De
ahí que se tenga como referencia continua el estudio de F. Manara58 sobre el significado no
unívoco que EH da a la palabra mística.

Si P. Lebeau ha sido criticado por su tendencia a “cristianizar” a EH, quizás el trabajo de Mo-
nique Lise Cohen59 también podría ser puesto en tela de juicio por su tendencia a judaizarla.
No obstante, en estos grandes autores no se percibe una intencionalidad suspicaz por
adueñarse de un espíritu tan libre como el de EH. Sí que es cierto que en la actual situación
sociohistórica de excesiva susceptibilidad y, al mismo tiempo, de valoración por el diálogo
interreligioso, algunas expresiones podrían limarse más en los estudios de personas que,
como EH, son punto de encuentro de diversas tradiciones. De ahí que se pudiera exigir algo
más de prudencia y rigor a afirmaciones como: “Es verdad que la edición integral menciona
sólo nueve veces a Cristo y solamente una a Jesús (la mayoría son en citas). Pero el modo
que tenía Etty Hillesum de evocar a Dios parece implícitamente cristiano, así como el modo
en que vivió su relación con Dios y con el hombre hasta el final”60. Tampoco parece apropia-
do expresar que EH sintió a Dios como “Padre” 61 o que sospechara la intuición trinitaria o
que descubriera al Espíritu Santo aunque no lo nombrara 62.
Sin embargo, estas páginas también se alejan de los trabajos que son excesivamente sutiles
a la hora de afirmar la notable influencia que ejercieron algunos autores, obras o tradiciones
religiosas en la reconfiguración de la identidad y de la espiritualidad de la joven holandesa.
Por eso, es posible comprender la crítica de P. Lebeau a Jan Geurt Gaarlandt, primer editor
del diario de EH bajo el título Her verstoorde leven, quien afirmaba que el Dios de EH está
inafectado por el peso de siglos de cristianismo y judaísmo 63.

57
Expresión procedente de la carta 64 (24-VIII-1943, a Han y otros).
58
F. Manara, “Dimensions of Mystical Experience in the Thinking and Behavior of Etty Hillesum”, en Ethics…,
49-67.
59
Monique Lise Cohen, Etty Hillesum. Une lectura juive, Orizons, París 2013.
60
P. Lebeau, “The Reception of Etty Hillesum’s writings in French language”, en: Spirituality…, 211, nota a pie
de página 47.
61
F. Brezi, “Etty Hillesum, an ‘Atypical’ Mystic”, en Spirituality…, 186.
62 2
José Ignacio González-Faus, Etty Hillesum. Una vida que interpela, Sal Terrae, Santander 2008 , 62.
63
J. G. Gaarlandt, Het verstoorde leven: Dagboek van Etty Hillesum 1941-1943, De Hann, Haarlem 1981, 7.
20 Introducción

Por otro lado, se ha de decir que las obras impregnadas de un perceptible sincretismo, que
dan el mismo peso a la influencia budista que a la judía o la cristiana; a R.M. Rilke o a T.
Kempis… crean especial confusión, además de no estar suficientemente fundamentadas.
Así, el estudio de A. Delaye64 podría haber mostrado más justicia al sopesar mejor el dife-
rente coeficiente de influjo sobre EH de cada una de las religiones que trata: budismo, hin-
duismo, judaísmo, Islam y cristianismo.
Asimismo, la presente tesis se halla en profunda sintonía con los estudiosos que ayudan a
comprender y valorar en su justa medida algunos rasgos de la obra de EH gracias al fenó-
meno de la intertextualidad. Así, por ejemplo, es posible desmitificar expresiones que tradi-
cionalmente se habían creído originales de EH, como la de “ayudar a Dios”, que ya aparecen
en autores que lee la joven. Esto no supone restarles importancia, pero sí eliminar ese pun-
to excesivo de “canonización” con la que algunos escritos esbozan su experiencia vital. Más
aún, al descubrir los préstamos que toma EH de otros escritores, aparece un nuevo reto:
¿qué especificidad encierra el empleo de tal término o tal expresión? ¿Qué novedad surge
con la “relectura” que lleva a cabo?
Por otra parte, la deficiencia más común – nada sencilla de resolver- que se constata en los
comentarios a la vida de EH es la organización de los mismos. Si cada capítulo de una obra
se dedica a un rasgo de la joven, sin poner de manifiesto el desarrollo cronológico del mis-
mo, sino que se mezclan citas y entradas de diferentes épocas de la vida de EH, pudiera pa-
recer que lo vivido en los primeros meses de 1941 posee la misma finura espiritual que lo
expresado en 1943.
Es grato hallar, asimismo, cómo algunas obras saben valorar en su justa medida algunos
elementos de su vida que una mentalidad simplista absolutizaría, como el romance con JS,
el triángulo amoroso con JS y Henny Tideman, la atracción hacia Leonie o el aborto que se
provocó en diciembre de 1941. Es cierto que sorprende que otras obras lo pasen por alto,
pero también es verdad que no se han encontrado autores que hayan empleado estos suce-
sos para reclamar la femineidad de EH. Este trabajo considera que el peso de estos hechos
depende de la recurrencia que la misma EH hace a los mismos en sus escritos.
Por último, valoro la crítica que W. McDonough 65 dirige a autores - como D. de Costa- que
intentan fundamentar la respuesta ética de EH en una pura filantropía, sin tener en cuenta
la experiencia religiosa que dotó de fuerza centrípeta a su capacidad afectiva, transforman-
do la autorreferencialidad en compasión y entrega. Y, por otro lado, a quienes presentan a

64
Alain Delaye, Etty Hillesum. Mystique sans frontiers, Amalthée, Nantes 2014.
65
William McDonough, “Etty Hillesum's Learning to Live and Preparing to Die: Complacentia Boni as the Be-
ginning Acquired and Infused Virtue”, Journal of the Society of Christian Ethics 25 (2005): 179-202.
Una “staretz” en Westerbork 21

EH dentro de una especie de burbuja espiritual tan especial que alejan su experiencia de
cualquier mortal, como es el caso de O. Davies 66.
4. Hipótesis de trabajo

Este estudio sostiene que EH realmente tuvo una experiencia religiosa transformadora en
los dos últimos años y medio de su vida, pasando de un estancamiento existencial (autorre-
ferencialidad) a una vida con sentido y entregada a los demás (abierta a la alteridad) en me-
dio del exterminio nazi.

Los escritos de la joven holandesa sugieren, además, una sorprendente conexión con claves
espirituales propias del cristianismo ortodoxo: la ascesis del pensamiento; la importancia de
la tierra, del cuerpo y el corazón; la unión con todo lo creado; el sufrimiento como parte del
itinerario que exige aceptación… Estas concordancias no parecen ser fruto de la casualidad
ni se explican argumentando que la existencia de claves espirituales universales posibilita
que místicos de diferentes tradiciones conecten a ciertos niveles de hondura. En el caso de
EH, además de su madre Rebecca Bernstein 67, existe un posible cauce que explicaría la vin-
culación de EH con Rusia, su idioma, naturaleza, gentes, psicología y profunda religiosidad:
la literatura.

EH lo deja claro: “La literatura es mi patria”68 o “cuando realizo una simple traducción rusa,
la entera Rusia se extiende ante mis ojos y siento que debo escribir otros Hermanos Karama-
zov como poco”69. Sus lecturas van configurando en EH un alma “rusa” pues, además de
R.M. Rilke – poeta austrohúngaro apasionado por Rusia-, San Agustín, el Corán, C.J. Jung…,
llama la atención que la mayor parte de escritores que lee, traduce y estudia son de origen
ruso70. Estos tuvieron un influjo notable en la configuración de la espiritualidad de EH, en
cuanto que fueron un vínculo con la cultura rusa del siglo XIX que tan impregnada estuvo de
inquietudes religiosas y que tanto bebió de la espiritualidad monástica. En ocasiones el nexo
66
Oliver Davies, A Theology of Compassion: Metaphysics of Difference and the Renewal of Tradition, Grand
Rapids, Michigan 2001.
67
Nacida en Pochep, tuvo que emigrar a los Países Bajos huyendo de un pogrom. Madre e hija tenían de vez
en cuando algunas conversaciones en ruso (cf. 8-VIII-1941) e incluso se inscribieron con el padre a un curso
sobre Pushkin en este mismo idioma (Cf. Wil van Bercken, “Etty Hillesum´s Russian Vocation…”, 148). No es
de extrañar, entonces, que las inmensas estepas rusas se representaban en su interior en los momentos de
paz profunda, soñaba con viajar a Rusia y servir de vínculo entre aquel inmenso país y Occidente. Asimismo,
admiraba cómo el carácter ruso se osaba a vivir con intensidad y sin ningún tipo de excusas, muy al contra-
rio que los occidentales que, al llegar una dificultad, se esconden en los conceptos. Esta oposición puede
proceder de la lectura de dos autores que ella misma menciona en sus diarios: Karl Nötzel, Das heutige
Russland y Die russische Leistung y Walter Schubart, Europa und die Seele des Ostens (Cf. Wil van Bercken,
“Etty Hillesum´s Russian Vocation…”, 150). Incluso el 23 de junio de 1942 narra cómo alguna vez había so-
ñado que compró un ticket de tren para ir a Moscú.
68
29-III-1942.
69
5-IX-1941.
70
Ver Anexo 1.
22 Introducción

EH-literatura-espiritualidad ortodoxa se manifiesta con más claridad, en otras, al menos, es


posible indicar una vinculación más o menos accidental.

Estas páginas muestran, finalmente, que el término staretz, tomado de la mística ortodoxa,
es adecuado para definir la madurez espiritual de la joven holandesa porque, además de
expresar la conexión con la Ortodoxia, recoge sus rasgos esenciales: llamada por Dios, se
convierte en mediadora entre la divinidad y la persona posibilitando una vida en comunión
en medio de la oscuridad.

5. Estructura

El presente trabajo consta de tres capítulos.

El primero y más extenso narra el proceso espiritual de EH. Once apartados, uno por cada
cuaderno-diario conservado más otro dedicado a las cartas, construyen este capítulo que ha
procurado respetar lo más posible la cronología de las entradas.

El segundo de ellos, “Rasgos de la espiritualidad ortodoxa”, es una descripción de las carac-


terísticas de dicha espiritualidad, incidiendo de manera particular en Rusia. Pero ya que una
de las claves de la presente tesis es poner de manifiesto la vinculación de la espiritualidad
con el contexto histórico, se expone previamente un breve recorrido de la historia de la or-
todoxia rusa hasta el siglo XIX, siglo al que pertenecen los autores rusos que tanto influye-
ron en EH.

El último capítulo, “Estudio comparativo entre las claves espirituales de Etty Hillesum y la
espiritualidad eslava: la literatura como posible nexo”, es el resultado de poner en relación
los dos primeros con el fin de mostrar que el itinerario espiritual de EH rezuma espíritu or-
todoxo. Además, cada uno de los seis apartados (seis claves espirituales de la joven) conclu-
ye con una sección que revela cómo la lectura y estudio de diversos autores rusos y de R.M.
Rilke pudieron ser un canal del influjo ortodoxo.

Una conclusión final propone que el empleo del término staretz es apropiado para referirse
al estado de madurez espiritual al que llega EH tras su determinación en 1941 por salir del
estancamiento espiritual en el que se hallaba.

6. Interés

En el marco de los estudios de EH, este trabajo incide en que nadie en su recorrido espiritual
es totalmente original, sino que toda persona bebe de fuentes previas y diversas que le van
inspirando en su búsqueda de Dios. Además, esta tesis pretende ser un testimonio más de
que las tradiciones religiosas de siempre pueden ofrecer pistas inestimables para vivir de
una manera fresca y apasionante la relación con la divinidad, con el mundo y con la cotidia-
nidad. Asimismo, estas páginas recorren un sendero poco transitado, pues, aunque sí exis-
Una “staretz” en Westerbork 23

ten trabajos interesantes sobre la relación entre EH y F.M. Dostoievski y R.M. Rilke, no hay
un estudio sistemático y comparativo de los escritos de EH con respecto a las claves de la
mística ortodoxa rusa.

En otro orden de asuntos, esta tesis ha querido subrayar la dimensión narrativa de la identi-
dad, así como la necesidad de respetar la cronología de las entradas y cartas con el fin de
mostrar mejor el ritmo de su proceso personal. Por otro lado, estas páginas suponen un
paso más en los estudios relativos a las influencias que otros autores ejercieron sobre EH.

Además, este escrito aparece en una época en la que es creciente el número de personas
que sin sentirse pertenecientes a una tradición religiosa, pero bebiendo de varias fuentes
tradicionales, son conscientes de estar fundadas en una relación viva con la divinidad. Esta
situación insta a una reflexión teológica abierta a las semillas del Verbo allá donde se den.
EH es un ejemplo clarividente de este escenario que, a pesar de los límites, tiene una “pe-
queña voz”71 para quienes desean vivir fundados no en el propio ego sino en Quien es la
“Cámara alta”72.

Asimismo, con este y otros trabajos, EH resurge en nuevos y actuales “Westerborks” o


“Auschwitzs”, en un tiempo que aún está por demostrar – no solo a golpe de documentos-
que valora la vida de los individuos. Vivimos un tiempo en que conviven verdugos y víctimas
más cerca de lo que pudiera parecer; un tiempo en que la crisis económica y de valores ha
sido explicada por una profunda crisis de silencio; un tiempo de vértigo y transición hacia un
mundo tecnócrata y lleno de incertidumbre; un tiempo en que los equilibrios políticos pare-
cen ser propios de experimentados funambulistas a punto de ceder… Pero esta generación,
ávida de experimentar hasta el fondo el futuro incierto, puede hallar en EH el testimonio
asombroso de quien se negó a cerrar los ojos ante el sufrimiento, viviendo con responsabili-
dad social, sentido, arraigo interior, confianza y apertura a la alteridad incluso la mayor bar-
barie del siglo XX.

Este trabajo desearía ser una llamada a revalorizar elementos espirituales de siempre (escu-
cha profunda, unión con la creación, ascesis del pensamiento, centralidad del corazón, ora-
ción continua, compasión…) en las propuestas pastorales, con el único fin de pasar de una
tentación fortísima de egolatría a una apertura a la alteridad. Proponer itinerarios de creci-
miento integral en las que el yo se convierte en “principio y fundamento”, es haber ignora-
do dónde la persona se juega hoy el ser o no ser, el edificar una identidad cimentada o de-

71
Expresión procedente de la carta 64 (24-VIII-1943, a Han y otros).
72
Expresión procedente del último escrito conservado de EH: una postal lanzada desde el tren que la conducía
a Auschwitz (Carta 71. 7-IX-1943, a Christine van Nooten).
24 Introducción

masiado líquida73, en definitiva, avanzar enraizados en el Espíritu o permanecer, por el con-


trario, superficiales.

Por último, sería una alegría que estas páginas en español pudieran ser un cauce para com-
partir el precioso legado de EH en países hispanoparlantes, donde esta joven apenas ha en-
trado a formar parte de los testigos que poseen una palabra de esperanza para estos tiem-
pos.

7. Límite del trabajo

El mayor límite de este trabajo ha sido mi desconocimiento de la lengua original, por lo que
he empleado la traducción inglesa directa del holandés: Klaas A.D. Smelik (ed.), Etty. The
Letters and Diaries of Etty Hillesum 1941-1943. Complete and Unabridged, Eerdmans, Grand
Rapids 200274. El hecho de haber leído traducciones en varios idiomas, como el portugués,
italiano, francés e inglés, no ha sido precisamente una ayuda, porque las diferencias entre
traducciones son tan llamativas que, en ocasiones, provocan confusión 75. De ahí que cuando
el trabajo de análisis de textos requería discernir matices de palabras holandesas, he busca-
do el modo de ir al original con ayuda de traductores nativos.

73
Zygmunt Bauman, Los retos de la educación en la modernidad líquida, Gedisa, Barcelona 2007, 13.
74
A partir de ahora Etty, si hacemos referencia a la introducción o a las notas.
75
Un ejemplo es la entrada del 8 de agosto de 1941. Cuando EH habla de su familia afirma que es un hogar en
el que se desaprovechan “spiritual riches” (8-VIII-1941 en Etty 80) según la traducción inglesa. No obstante,
una traducción castellana dice “capital mental” (J.G. Gaarlandt (ed.), Diario de Etty Hillesum. Una vida conmo-
cionada (trad. Manuel Sánchez Romero), Anthropos, Barcelona 2007, 37). En este caso, no son traducciones
sinónimas sino opuestas. De hecho, EH descubre que ha de dejar de lado lo puramente mental para desbrozar
caminos de interioridad. Solo un estudio detenido de cómo emplea EH la expresión holandesa “geestelijk
kapitaal” ayudará a conocer qué tipo de capital se desperdiciaba en la casa paterna de la joven holandesa. En
unas líneas anteriores de esa misma entrada vuelve a emplear el término geestelijke para expresar su desarro-
llo espiritual. J.I. González-Faus, consciente también de esta deficiencia, dedica las diez últimas páginas de su
libro Etty Hillesum. Una vida que interpela a esta cuestión.
Una “staretz” en Westerbork 25

Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum


El 10 de mayo de 1940 las tropas alemanas invadieron Holanda. Solo cinco días después el
gobierno neerlandés se rindió y se refugió en el Reino Unido junto con la familia real 76. Por
aquel entonces Esther Hillesum (Etty) contaba con 26 años y residía establecida en Ámster-
dam, faltando tan solo nueve meses para que su vida cambiara de rumbo al llamar al portal
27 de Courbetstraat. Era el 3 de febrero de 1941 cuando inició un proceso de madurez ver-
tiginoso a todos los niveles gracias al anfitrión que abrió aquella puerta: Julius Spier 77.

EH nació el 15 de enero de 1914 en Middelburg 78, la capital de Zeeland, donde su padre


Levie (Louis) Hillesum impartía clases de lenguas clásicas (griego y latín) desde 1911. El Sr.
Hillesum fue el menor de cuatro hijos del comerciante Jacob Samuel Hillesum y su esposa
Esther Hillesum-Loeza, afincados en Sint Antoniesbreestraat 31, Ámsterdam. Por tanto, EH
hereda el nombre de su abuela paterna.

Louis Hillesum estudió lenguas clásicas en la Universidad de Ámsterdam. Donde se graduó


en 1902, obteniendo más tarde, en 1905, el grado de maestro 79. La escuela secundaria Hil-
versum Gymnasium de Middelburg fue su primer reto docente, pero, debido a la sordera en
un oído y dificultades de visión, tuvo serias dificultades para mantener la disciplina en las
numerosas clases de esa institución. Por eso, en 1916 se trasladó a un centro de enseñanza
más familiar en la ciudad de Tiel, en el centro de los Países Bajos, donde solo permaneció
dos años antes de convertirse en profesor de clásicas y director adjunto en Winschoten, en
el noreste del país. En 1924, fue destinado a Deventer, donde asumió la dirección del Gym-
nasium el 1 de febrero de 1928. Permaneció allí hasta su despido forzado, el 29 de noviem-
bre de 1940, por exigencia de las fuerzas ocupantes alemanas. Silencioso y discreto, contaba
con un humor fino y gran erudición; y aunque siempre reconoció cierto interés por el ju-
daísmo, su perfil concuerda más con el de “judío asimilado”, así, por ejemplo, solía trabajar
en sábado.

El Sr. Hillesum se casó el 7 de diciembre de 1912 con Riva (Rebecca) Bernstein, que nace en
el hogar formado por Michael Bernstein y Hinde Lipowsky el 23 de junio de 1881 en Pochep

76
El papel de la reina Guillermina es crucial para los holandeses. Cuando en 1933 Adolf Hitler (1889-1945)
llega al poder, la reina es de las primeras voces que alertan sobre el peligro del nazismo. La victoria del Ter-
cer Reich implica su exilio a Londres desde donde comienza personalmente a coordinar la resistencia holan-
desa, a la que apoya con su enorme fortuna familiar. Semanalmente pronuncia un discurso a través de las
ondas de Radio Orange en la que anima a los holandeses a presentar resistencia a los ocupantes germanos.
En 1945, Holanda liberada y la guerra terminada, la reina Guillermina vuelve a los Países Bajos aclamada por
las multitudes.
77
JS había alquilado un par de habitaciones a la familia Nethe en Courbetstraat 27.
78
En el hogar familiar, en Molenwater 77.
79
Ambos grados cum laude. El 10 de julio de 1908 defendió su tesis De imperfecti et aoristi usu Thucydidis,
igualmente valorado con cum laude.
26 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum

(Rusia). Después de un pogrom, fue la primera persona de su familia que deja Surazh (Cher-
nigol) para llegar a Ámsterdam el 18 de febrero de 1907. Fue acogida en la familia Montag-
nu, en el número 21 de la calle Tweede Jan Steen, donde poco a poco irían llegando sus fa-
miliares, quienes emigran a Estados Unidos en 1913. Solo Riva permaneció en Holanda al
haber contraído matrimonio con Louis Hillesum unos meses antes de la partida, el 7 de di-
ciembre de 1912. Definida por EH como caótica, extrovertida y dominante, su matrimonio
no fue nada fácil, siendo precisamente la estancia en Westerbork la escena de mayor acer-
camiento familiar.

Louis y Riva Hillesum engendraron dos hijos más: Jacob (Jaap, nombre del abuelo paterno)
el 27 de enero de 1916 y Michael (Mischa, nombre del abuelo materno) el 22 de septiembre
de 1920. El primero de ellos estudió medicina en Ámsterdam y Leiden. Era inteligente, con
una vena poética y atractivo. Su inestabilidad psíquica le llevó a estar internado en varias
ocasiones en hospitales psiquiátricos. Durante la guerra, trabajó en el Nederlandsch-
Israelietisch Ziekenhuis (hospital judío) en Ámsterdam, aunque no sobreviviría.

Mischa Hillesum exhibió desde niño un sorprendente talento musical. En 1931 se trasladó a
Ámsterdam, donde estudió en el célebre Vossius Gymnasium durante tres años, invirtiendo
el resto del tiempo en la carrera musical, en la que alcanzó un nivel excelente como pianis-
ta. Alrededor de 1939, fue internado en un centro psiquiátrico (Het Apeldoornsche Bos) para
ser tratado de esquizofrenia.

A diferencia de su hermano menor Jaap, que era un alumno extremadamente dotado, las
calificaciones de EH no eran particularmente altas. En la escuela estudió hebreo, y durante
un tiempo asistió a las reuniones de un grupo de jóvenes sionistas en Deventer. Tras su eta-
pa escolar inició sus estudios de Derecho en Ámsterdam, donde se alojó con diferentes fa-
milias 80 hasta que en marzo de 1937 alquiló una habitación en la casa del contable viudo
Hendrik (Han) J. Wegerif, en Gabriel Metsustraat 6, donde su hermano Jaap estuvo resi-
diendo desde octubre de 1936 a septiembre de 1937. Con el tiempo se fraguó una relación
de intimidad entre EH y Han, quien contaba entonces con 62 años. Fue en esta casa donde
EH vivió hasta su partida definitiva para el campo de Westerbork en junio de 1943.

De su época universitaria apenas se conoce un breve acercamiento a círculos estudiantiles


de la izquierda antifascista y las calificaciones no especialmente llamativas de sus exámenes
finales de Derecho, que tuvieron lugar el 23 de junio y el 4 de julio de 1939. Asimismo, estu-

80
Vivió con la familia Horowitz en la Ruysdaelstraat 321, donde su hermano Mischa estaba alojado desde julio
de 1931. Seis meses después se trasladó a Apollolaan 29, donde su hermano Jaap vivía desde septiembre de
1933 como estudiante de medicina. En noviembre de 1933, Jaap se trasladó a la casa Jan Willem Brouwers-
traat 22 y EH le siguió un mes más tarde. En septiembre de 1934, el nombre de EH apareció nuevamente en
el registro de Deventer. El 6 de junio de 1935, realizó los exámenes de licenciatura en la universidad de
Ámsterdam, estando registrada junto con su hermano Jaap en Keizersgracht 612c.
Una “staretz” en Westerbork 27

dió lenguas eslavas en Ámsterdam y Leiden y, aunque la ocupación alemana le impidió pre-
sentarse a los exámenes, ella continuó estudiando por su cuenta el idioma y la literatura. De
hecho, impartió clases de ruso durante un curso en la Volksuniversiteit (Universidad abierta)
y más tarde dio clases particulares hasta que pidió acudir al campo de Westerbork.

EH redactó sus diarios en Gabriel Metsustraat81, donde vivían con el Sr. Wegerif (Han), su
hijo Hans, la ama de llaves alemana Käthe Fransen y un estudiante de química, Bernard
Meylink, cuya novia, Gera Bongers82, asistía a las sesiones de quirología que impartía JS.
Bernard y Gera pidieron a EH el favor de asistir como “modelo” a una de las sesiones. Fue
de esta manera como el 3 de febrero de 1941 la joven holandesa se encontraba ante el por-
tal 27 de Courbetstraat.

81
“Tengo unas 1500 páginas de un diario desde el año pasado y uno de esos días te las leeré. ¡Qué vida más
rica surge de cada página! Pensar que esta fue mi vida… y sigue siendo. Pero lo hechos no importan en la vi-
da, solo lo que se llega a ser por ellos” (Carta 14. 28-IX-1942, a Osias Kormann).
82
Gera (Gerharda) Bongers (Wageningen 1914 - Ciudad del Cabo 1994) vivió en Bloemendaal durante la ocu-
pación alemana, donde impartió clases de idiomas modernos. Conoció a JS cuando uno de sus alumnos le
invitó a uno de los cursos nocturnos de JS. Después de esa visita se decidió a seguir un curso de quirología,
por lo que a partir de entonces va a casa de JS en bicicleta todos los martes por la tarde desde Bloemendaal
(algo más de 20 Km). En ese momento era la novia de Bernard Meylink (Zierikzee 1911 - Ámsterdam 1952),
un estudiante que vivía en la misma casa que EH, en Gabriël Metsustraat.
Cuaderno 1 (8 de marzo-4 de julio de 1941)
Introducción

EH aceptó la propuesta de Bernard no solo por hacerle un favor, sino también porque bus-
caba con cierta angustia un modo de salir del estancamiento existencial en que se hallaba y
que se traducía tanto en dolores físicos como en pensamientos suicidas. De hecho, en la
primera entrada de su diario habla de soledad, inseguridad, miedo, caos, sentimientos con-
trapuestos…1 que achaca a una herencia familiar de emociones desajustadas, a una educa-
ción laxa2 y a un anhelo profundo de llegar a la adultez.

Este primer cuaderno de su diario recoge un período de 119 días, aunque EH solo deja cons-
tancia de 31 de ellos en 46 entradas, ya que durante tres períodos superiores a dos semanas
deja de escribir al descubrir en ella suficiente ánimo y fuerza 3. Sin embargo, cuando su equi-
librio emocional tambalea, especialmente a raíz de la relación con JS, se sumerge en su es-
critorio delante del cuaderno4.

1
Después de varios encuentros terapéuticos, y aconsejada por JS, EH comienza un diario personal en el que
reflejará su proceso de ordenamiento del caos existencial que vive. EH lo asume más que resignada: “Escri-
bo con la máxima reticencia y siempre me siento inhibida e insegura cuando lo hago” (8-III-1941) y “¡Adelan-
te pues! Este va a ser un momento doloroso, casi insuperable para mí: entregar mi ánimo cohibido a un in-
significante trozo de papel lineado” (9-III-1941). Además del diario, se mencionan unos ejercicios físicos que
favorecieron su restablecimiento y otra práctica que JS le propuso: “Al final de cada día deberías concen-
trarte diez minutos para ver cómo ha pasado el día, qué te trajo de bueno y de malo, qué esfuerzos innece-
sarios…” (17-III-1941). Según W. Tommasi, la escritura del diario permite a EH permanecer siempre en con-
tacto consigo misma y no dejarse arrastrar por el impacto de las circunstancias: la escritura es la práctica
primera y fundamental de elaboración de las propias vivencias, gracias a la cual EH registra fielmente las os-
cilaciones de los propios estados de ánimo y cultiva y acompaña el propio sentir, sin perder nunca el hilo de
sí (Cf. W. Tommasi, “‘Cuerpo y alma son una sola cosa’...”, 98).
2
El 19 de marzo de 1941 EH recoge una serie de citas que proceden de JS sobre las relaciones familiares. Esto
sugiere que un tema trabajado en los primeros meses fue la familia. Las citas copiadas presentan un bino-
mio nada fácil de armonizar: el amor y respeto que los hijos deben a sus padres, pero también la libertad
que los hijos necesitan para ir creando su propia identidad. Justamente este es el proceso que EH lleva entre
manos.
3
Del 27-III al 7-V (42 días), del 10-V al 7-VI (29 días) y del 20-VI al 3-VII (14 días).
4
“Tendré que ocuparme de nuevo de mí misma, qué se le va a hacer. No he necesitado este cuaderno durante
un par de meses. La vida dentro de mí estaba tan clara y lúcida, el contacto con el mundo exterior e interior,
enriquecimiento de la vida, ampliación de la personalidad, el contacto en Leiden con los estudiantes: Wils,
Aimé, Jan; los estudios, la Biblia, Jung, y de nuevo S., siempre S. (…) Pero ahora, otra vez un estancamiento,
una intranquilidad algo turbia; en realidad no es en absoluto intranquilidad, para eso me encuentro ahora
demasiado desanimada. Tal vez sea solo un cansancio físico, del que tanto se sufre en esta fresca primavera.
Por eso las cosas a mi alrededor no me despiertan ningún interés. Pero sí sé muy bien que es esa relación ex-
traña no aclarada con S. la que me da quehacer. Y tendré que volver a vigilarme otra vez en cada paso que
dé” (8-V-1941).
Una “staretz” en Westerbork 29

Su diario queda inaugurado cuando aún no ha pasado un mes de las primeras deportaciones
a los campos de Buchenwald y Mauthausen5. Iniciadas el 22 de febrero de 1941, segaron la
vida de decenas de judíos. Como respuesta, tres días después los activistas comunistas or-
ganizaron una huelga general respaldada por varias organizaciones de trabajadores, de tal
modo que se paralizaron las fábricas más importantes, el sistema de transporte y la mayoría
de los servicios públicos 6. No había terminado el mes de febrero cuando las fuerzas alema-
nas ya habían reprimido brutalmente la huelga y neutralizado las organizaciones de resis-
tencia holandesa7.

Ordenar el caos

Las primeras entrevistas con JS parece que surtieron efecto: el agua estancada del pozo in-
terior de EH empezó a fluir, de tal modo que ya el día 10 de marzo expresa que “la vida es
maravillosa”. La sensación de tener la vida en sus manos, de poder luchar en la dirección
elegida, de controlar el caos poniendo los medios precisos y conseguir sus pequeñas metas 8,
le hizo renovar el ánimo.

Es cierto también que EH es consciente del precio que ha de pagar para seguir adelante por
este cauce: será necesario olvidarse de sí misma, descentrarse y conectar con la realidad de
modo consciente, viviendo el momento presente y evitando huir hacia el futuro o cargar el
lastre del pasado9. Para ello deberá impedir que sus incomodidades físicas se conviertan en

5
Se trató de una represalia por el ataque con gas amónico por parte de dos heladeros judíos de la Heladería
Koco a dos policías holandeses el 19 de Febrero de 1941. Como venganza los alemanes y colaboradores ho-
landeses bloquearon el barrio hebreo de Ámsterdam y deportaron a los campos de concentración de Bu-
chenwald y Mauthausen a 389 judíos de los que morirían 388, es decir, solo uno sobrevivió
(http://www.eurasia1945.com/ acontecimientos/crimenes/paises-bajos/; última consulta: 18-XII-2016).
6
Enciclopedia del holocaust, United States Holocaust Memorial Museum, Washington, en: www.ushmm.org
/wlc/es/article.php?ModuleId=10007566 (última consulta: 15-VIII-2017).
7
Los alemanes y la policía holandesa respondieron con dureza disparando a los manifestantes y provocando
en las calles una gran carnicería que dejó numerosos holandeses muertos, así como cientos de heridos y
cuatrocientos detenidos. Entre los arrestados la mayoría fueron enviados al campo de Mathausen, donde
cincuenta de ellos fueron asesinados nada más llegar tras ser empujados contra las vallas electrificadas,
mientras que otros trescientos cuarenta y ocho perecieron lentamente en la cantera por causa de los traba-
jos forzados y el maltrato sistemático (www.eurasia1945.com).
8
“Hice las traducciones de ruso más concentrada que nunca. Me eché una breve siesta de media hora. Después
Friedl y Anna. No gasté energía en discusiones con algunos con quienes suelo hacerlo. Después la divertida
sesión de leer las manos. Mantuve la distancia con Spier espléndidamente. Volví a casa sintiéndome des-
preocupada y libre de compromisos. Discusión con Wiep. Fue siempre a su nivel e intenté darle conversa-
ción… hablé sobre ello con Pa Han. Y ahora a dormir… ¡La vida es maravillosa, la batalla ha empezado y el
primer día fue bonito, demasiado bonito!” (10-III-1941). Aunque los objetivos conseguidos pueden parecer
sencillos, en absoluto lo son para una joven que ha vivido mucho tiempo a la deriva.
9
“Quien aborde una tarea importante debe olvidarse de sí mismo. Bajo este lema me he confiado a S. La pala-
bra ‘importante’ es algo que no necesito aplicarme en este tiempo, aunque tengo una fuerte sospecha de
que si me olvido de mí misma, podría conseguir algo importante (…) Sobre todo no debo fantasear con el fu-
turo, no debo ni siquiera pensar esta mañana si estaré esta tarde en casa de S. Este es el único camino para
30 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C1

excusa continuada del desorden y la pérdida de tiempo y energía; y, además, no conceder


espacio a las fantasías e ideas grandiosas10.

Así, el 12 de marzo de 1941 hace referencia a la última frase de la obra de N.V. Gogol, La
historia de cómo Ivan Ivanovich entró en conflicto con Ivan Nikiforovich: “El mundo va por
mal camino, caballeros”. A raíz de la misma EH ve necesario dejar de lado los múltiples sen-
timientos que terminan por bloquearla y centrarse en acciones concretas.

Esto no significa que EH tuviera que desechar la intuición que ella misma describe como una
fuente de vida, pero sí ha de mantenerse en alerta para que esas premoniciones no le va-
cíen de energía11. Pasan pocos días cuando EH apunta ya algunos cambios reseñables:

“En el pasado, solía permitirme las fantasías más salvajes y soñar despierta (…) Una
realidad en que todo simplemente de desvanecía y entonces llegaban las lágrimas”, pero
ahora “acepto la realidad de antemano (...) Ya no imagino cosas con antelación y esta
es la diferencia fundamental con respecto a lo que solía ocurrir”12.

Así, al día siguiente solo puede proclamar “¡Qué buena es la vida! He conseguido algo que
siempre buscaba desesperadamente pero que nunca alcanzo, a saber, estar completamente
concentrada y estar plenamente llena de aquello que estaba haciendo en ese momento… así
que la vida de repente es plena”13. En efecto, su sensación es de tal ligereza y alegría que
rechaza la posibilidad de escribir sobre su estado de felicidad actual, convencida de que nin-
guna palabra podrá expresarlo. Además, el cuerpo, como una gran caja de resonancia, lo
celebra14.

experimentar intensa y absolutamente la realidad, despreocupada por los pensamientos que pudieran venir,
que no corresponden con la realidad y no sirven para nada salvo para desilusionar, cansar y confundir a uno”
(12-III-1941). Nueve días después, la joven holandesa percibe que, aunque la vida sigue siendo difícil, el
miedo está siendo vencido. El secreto: vivir el presente, aquí y ahora: “Antes solía vivir caóticamente en el
futuro porque rehusaba vivir en el aquí y ahora. Quería conseguir todo sin esfuerzo, como un mal niño mi-
mado (…). Simplemente rechazaba hacer lo que debía ser hecho (…) avanzar hacia el futuro paso a paso. Y
ahora, ahora cada minuto está tan lleno, tan desbordante de vida y experiencias, y lucha, y victoria y derrota
y más luchas y a veces paz, ahora no deseo pensar en el futuro (…). Antes siempre vivía con anticipación, te-
nía la sensación de que nada de lo que hacía era real, que era una preparación para algo más, algo mayor,
algo más genuino. Pero ese sentimiento me ha abandonado completamente. Vivo aquí y ahora, este minuto,
este día, plenamente, y la vida merece la pena ser vivida. Y si supiera que voy a morir mañana, entonces di-
ría: ‘Es una lástima, pero fue bonito mientras duró′” (21-III-1941).
10
“Hacer un ejercicio de traducción y encontrar las palabras correctas es mucho más importante” (10-III-1941).
11
“Tu imaginación y tus emociones son como un vasto océano desde el que arrebatas pequeños trozos de tie-
rra… El océanos es ancho y elemental, pero lo que importa son los trozos de tierra que tu sacas de él… Man-
tén fijos tus ojos en la tierra principal y no chapotees en vano en el océano” (10-III-1941).
12
18-III-1941.
13
19-III-1941.
14
“De hecho no quiero escribir nada porque me siento tan ligera y radiante y feliz que todas las palabras pare-
cen pesadas en comparación. Incluso tuve que pagar la profunda alegría de esta mañana con latidos fuertes
y nerviosos del corazón” (21-III-1941).
Una “staretz” en Westerbork 31

No obstante, los momentos álgidos van seguidos de otros depresivos, cual losas que la para-
lizan. Y es que la fase inicial del proceso de reordenamiento existencial está marcada por los
altibajos. Por ejemplo, los días 12 y 13 de marzo son una mezcla de momentos álgidos y
esperanzadores en los que EH recupera el entusiasmo15 pero que proviene de una tormenta
emocional nefasta del día anterior16. De todos modos, intenta afrontar estos momentos
complicados desde la óptica que JS le había ofrecido: “las depresiones pesimistas había que
entenderlas como pausas creativas durante las cuales las fuerzas de uno se estaban restau-
rando. Si uno fuera consciente de esto, entonces las depresiones pasarían más rápidamente.
Uno nunca debería sentirse deprimido por una depresión” 17.

Esta cita le ayuda a ser más amable en la tristeza, pero no se la ahorra. Así, el domingo 23
de marzo EH sufre un fuerte bajón emocional y echa de menos el sentimiento de paz de la
semana anterior cuando disfrutaba del sol sentada sobre el contenedor y de su encuentro
con Kees18. La desolación es tan aguda que no le cabe en la cabeza que hace tan solo unos
pocos días, incluso el día anterior, podía vivir con felicidad. Así es la penetrante tristeza de
EH: oscurece el pasado, le hace perder esperanza en el futuro y convierte su paisaje interior
en una tierra llena de matorrales, embargada por lo que ella denomina “vacío de porqué” 19.

15
“Me siento muy bien y con armonía, completamente entera, incluso más: mi conciencia ha crecido rápida-
mente y todo lo que estaba encerrado en mi cabeza (…) fluye en mi corazón. Todo llegará a ser más claro
hasta que al final sea una persona adulta, capaz de ayudar a otras almas que estén en problemas…” (12-III-
1941). Al día siguiente, día 13 de marzo, al recordar tiempos anteriores, no puede dejar de constatar que las
cosas van mucho mejor. Los paisajes interiores, las sensaciones corporales y la ausencia de miedos así lo
demuestran: “Cielos, que miserable desgraciada solía ser en comparación con lo que soy ahora (…) feliz pero
no extasiada, casi objetivamente feliz. Es como si los hordas salvajes que solían perseguirse unas a otras a lo
largo de las llanuras de mi interior hubieran sido domadas, puestas en orden por una mano fuerte, y gran
fuerza emana ahora de ahí, energía pacificada, algo seguro y fuerte, armonioso, orgánico, confiado, y todo
eso, sin previo aviso, está en mí. El dolor de cabeza y la fatiga se han ido (…). Siempre solía tener miedo a
que esta fuerza me abandonara y entonces por supuesto se iba, pero ahora no le dedico a eso ni un pensa-
miento y mi fuerza queda restaurada automáticamente ante cualquier tarea que tuviera que abordar. Un ti-
15
po de milagro ha ocurrido en mí” (13-III-1941). EH transcribe estas líneas de su diario en una carta que en-
vía a JS en el mes de agosto (Cf. Carta 2, agosto de 1941, a Julius Spier).
16
El día 11 de marzo un breve encuentro con JS le ha dejado muy agitada. Intenta gestionar las emociones
deteniendo la mente y realizando ejercicios de respiración pero “la película sigue reproduciéndose en su ca-
beza”. Otro ejemplo de esta ambigüedad emocional lo tenemos el día 12 de marzo: “Ayer por la mañana
Lermentov finalmente ganó a S., y eso me dio un gran sentimiento de satisfacción. Por la tarde estaba can-
sada, deprimida, mi cabeza tensa y toda desordenada”.
17
17-III-1941.
18
Kees de Groot, dos años mayor que EH, se graduó en Derecho en Groinger. Antes de la guerra fue un miem-
bro activo del partido revolucionario socialista. Durante la guerra formó parte de la resistencia. Llegó a ser
uno de los editores del periódico Het Parool. Fue arrestado y asesinado públicamente junto con otros once
prisioneros el 8 de marzo de 1945 debido al ataque contra un mando principal.
19
“Cuando iba en bicicleta por el Apollolaan, volvió de nuevo esa ansiedad, esa infelicidad, un sentimiento de
vacío tras cada cosa, ese no estar satisfecha con la vida y dar vueltas a los asuntos sin ningún objetivo o fina-
lidad. En este momento me encuentro en un pantano. E incluso el saber que esto pasará no me trae paz”
32 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C1

Por todo esto, JS le va enseñando otro modo sencillo que le permite vivir con los pies en la
realidad de manera ordenada: la fidelidad a los hábitos cotidianos 20, entre los que destaca
el levantarse temprano, lavarse o ducharse con agua muy fría, ejercicios físicos y de respira-
ción.

Postura ante el sufrimiento

El 15 de marzo, apenas una semana desde que inició el diario, EH deja por escrito su posi-
cionamiento ante las consecuencias nefastas, injustas y dolorosas de la ocupación alemana:
hay que juzgar a las personas una a una, pues un odio indiscriminado es injusto21; la ambi-
güedad o superficialidad deben ser desterradas 22; en los pequeños gestos de la vida se pone
de manifiesto el verdadero posicionamiento, no en discusiones interminables 23; la crueldad
de los otros es una llamada a luchar contra los instintos de muerte que hay en el propio in-
terior, contra el deseo de venganza, de ira y destrucción 24; el odio no ayuda a la paz porque
no es buen consejero a la hora de analizar la realidad, por eso ser militante con odio es una
contradicción25; ante el verdugo no solo debe darse la pregunta por el sufrimiento que está
causando, sino también la preocupación por él y por la causa que le lleva a hacerlo 26.

Dos días después, el lunes 17 de marzo, EH copia algunas frases de JS de las que toma dos
nuevos criterios: la pasividad activa es más eficaz que la actividad pasiva a la hora de erigirse

(23-III-1941). Y termina con una frase de autonegación significativa: “¡Me odio como al veneno, y eso es lo
que hay!”
20
“Las prioridades de mi vida han cambiado de repente. En el pasado me gustaba comenzar el día en ayunas
con Dostoevsky o Hegel, y en tiempos perdidos podía zurcir una media si no había más remedio que hacerlo.
Ahora empiezo el día, en el sentido más literal, zurciendo y gradualmente voy subiendo hasta tareas en pla-
nos más altos, donde puedo encontrar poetas y filósofos” (16-III-1941).
21
“Si hubiera un único alemán decente, entonces debería ser apreciado a pesar de la brigada bárbara y por ese
alemán decente es una equivocación derramar odio sobre un pueblo entero (…) Pero un odio indiscriminado
es la peor cosa que hay. Es una enfermedad del alma. El odio no cabe en mi naturaleza”.
22
“Esto no significa estar a medias tintas; al contrario, debes hacer frente a la realidad, indignarte en estos
tiempos, intentar llegar hasta el fondo de las cosas”.
23
“Parece una tarea de gran valor mantener unida a esta comunidad como respuesta a todas esas falsas teo-
rías desesperadas sobre la raza, la nación y esas cosas”. Se ha de tener en cuenta que EH vivía con una mu-
jer alemana, dos cristianos, una chica judía, un señor socialdemócrata y un palestino.
24
“La barbarie nazi evoca la misma clase de barbarismo en nosotros… Hemos de rechazar el barbarismo que
hay en nuestro interior, no debemos alentarlo porque si lo hacemos el mundo no podrá salir ni una pulgada
del fango. No que nuestra actitud hacia el nuevo orden tenga que ser ingenua… Luchar contra el instinto de
mal que otras personas hacen surgir en nosotros…”
25
“Pero puedes ser muy militante y avanzar por el camino justo sin estar cegado completamente por el odio o
puedes estar lleno de odio sin darte cuenta de lo que realmente hay”.
26
“Si un hombre de la SS me golpeara hasta la muerte, yo debería mirarle a la cara y preguntarme: Dios mío,
tú, pobre tipo, ¿qué estará sucediendo en tu vida que te está llevando hasta esto?” (15-III-1941). Y además,
“Cuando alguien me dice algo odioso, que no ocurre muy a menudo, nunca pienso qué palabras odiosas de-
bo contestarle, sino que de repente me pregunto por qué él se encuentra así, y me olvido de mí misma”.
Una “staretz” en Westerbork 33

como resistencia ante las injusticias 27; y los aspectos menos integrados de las otras perso-
nas se han de saber identificar, pero no deben ser causa de desprecio sino de acogida com-
pasiva28.

Pero EH es consciente de la distancia entre transcribir ideales en su diario y vivirlos con-


gruentemente. De hecho, considera que quien las encarnara se convertiría en un ser hu-
mano diferente, excepcional. Ella misma, por ejemplo, narra cómo en ocasiones, cuando
leía los periódicos o escuchaba las noticias, le surgía un profundo odio que se transformaba
en maldiciones e insultos a los alemanes29.

Al recordar la muerte de W. Bonger 30 y de otros referentes intelectuales, como M. ter Bra-


ak, E. Du Perron o H. Marsman, EH se afirma en la necesidad de no escapar de la realidad. Y
es que la joven está convencida de que la urgencia de vivir con profundidad es absoluta-
mente compatible con los ojos abiertos; de que la interioridad y la exterioridad, lejos de
autoexcluirse, se potencian; y de que vivir enraizado en la realidad y en la propia alma es el
mejor modo de acompañar al mundo hacia una nueva época 31.

Escucha profunda

Estimulada por la enseñanza de JS sobre la necesidad de poseer un centro vital 32, EH logra
configurar un núcleo firme que le da consistencia interior y, al mismo tiempo, que irradia
energía al exterior. Asimismo, constata otro cambio: tiempo atrás solía vaciarse con el fin de
fortalecer a los demás con su vitalidad, aunque ella acabara hecha añicos. Desde que se

27
Cf. 17-III-1941.
28
“Uno debería reconocer la parte negativa de la gente… y evitarla, pero eso no es razón para rechazar y des-
preciar a estas personas sino más bien para tratarlas con compasión” (17-III-1941).
29
Más aún, reconoce que lo hacía para herir a Käthe, pues ella parecía no compartir el rechazo por lo que los
alemanes estaban haciendo: “Ahora y entonces decía ‘Todos son escoria’ y al mismo tiempo me siento aver-
gonzada y profundamente infeliz y no puedo evitarlo a sabiendas que está mal. Otras veces, nos sentimos
muy cerca de Käthe y la animamos diciendo: ‘Sí, por supuesto, hay también algunos alemanes buenos y de
todos modos los soldados no pueden hacer nada, y entre ellos también hay algunos buenos’” (15-III-1941).
30
Willem Adriaan Bonger (1876-1940) fue un célebre sociólogo y criminólogo holandés que afirmó la relación
causal entre las condiciones socioeconómicas y la criminalidad. EH asistió a uno de sus cursos y mantuvo
una conversación unas horas antes de que se suicidara el 15 de mayo de 1940, día de la capitulación holan-
desa.
31
“Un mundo se está cayendo a pedazos. Pero el mundo seguirá adelante y yo lo acompañaré por ahora, llena
de valor y de buenas intenciones. Nos han robado algo, pero ahora me siento tan rica interiormente, que to-
davía no me he dado cuenta por completo de ese robo. Aun así hay que mantener el contacto estrecho con
el mundo real de hoy día y tratar de encontrar un sitio en él. No se puede vivir solo con los valores de siem-
pre, ya que podría desembocar en la política del avestruz. Aprovechar la vida, por fuera y por dentro, no
querer sacrificar nada de la realidad exterior a favor de la interior y tampoco al revés: veo una hermosa ta-
rea en ello” (25-III-1941).
32
“Una vez que una persona tiene un centro, todas las impresiones externas pueden encontrar un anclaje ahí
(…) Quien carece de ese centro y es inseguro, la mínima impresión le hará perder el equilibrio (copiado en la
entrada del 17-III-1941).
34 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C1

vivencia centrada, cada relación le supone un enriquecimiento y un fortalecimiento y, al


mismo tiempo, los demás reciben mucho más de ella 33.

En junio de 1941 toma una resolución más trascendental de lo que, a priori, pudiera imagi-
nar: dedicar todos los días media hora a la meditación con el fin de escucharse a sí misma 34.
Será un ejercicio que combine con la media hora de ejercicio físico que realiza cada mañana,
aunque pronto comprueba que no es una práctica sencilla debido a las múltiples distraccio-
nes que la incordian. Sin embargo, la constancia y el esfuerzo merecen la pena porque gra-
cias a la meditación es posible…
“…convertir el propio espacio interior en una inmensa llanura, sin ningún matorral trai-
cionero que impida la vista. De esta manera algo de ‘Dios’ puede entrar en ti, y algo de
‘Amor’, también. No esa clase de amor de lujo que te hace sentir deliciosamente media
hora, enorgulleciéndote por las cosas sublimes que puedes sentir, sino el amor que se
puede aplicar en las cosas pequeñas de cada día”35.

EH no concibe la meditación como un mero ejercicio de bienestar emocional, sino como un


modo por el cual Dios trasvasa su amor al ser humano si este se ha vaciado de sí mismo. Y
este amor, lejos de ser narcisista, favorece la generosidad y la entrega en los detalles de
cada día. Meditar potencia la gratuidad del amor cotidiano y la unificación afectiva, aporta
una calma que ilumina todo el día y limpia el propio interior, de modo especial la mente,
donde se alojan las preocupaciones. Por eso la joven está convencida de la necesidad de
tiempo de silencio y escucha profunda antes de comenzar a trabajar 36.

Por otro lado, sus lecturas le invitan a avanzar en su proceso de interioridad. Así, encuentra
en F. Rittelmeyer37 una llamada a cuidar la vida que germina en el interior 38, vigilando el
cansancio que, en ocasiones, le agudiza la susceptibilidad con algunas personas. Además,
cae en la cuenta de que “lo llevamos todo dentro” en el sentido de que el ser humano suele

33
Cf. 17-III-1941.
34
A esta práctica lo llama perderse en mí misma y solo después de un tiempo empleará la palabra meditación
(cf. 8 y 9-VI-1941).
35
8-VI-1941.
36
“Una vez que uno haya aprendido a perderse en sí mismo, será también capaz de perderse en otro o en su
propio trabajo; uno crecerá en serenidad y estaré menos fragmentado, o al menos eso pienso yo” (9-VI-
1941). EH explica cómo la meditación intenta serenar la mente para poder escuchar lo que hay dentro de
uno: “No pensar, sino escuchar lo que hay dentro de ti” (10-VI-1941).
37
Friedrich Rittelmeyer (1872-1938) fue un pastor protestante y teólogo, que se interesó por la antroposofía
después de conocer a su fundador Rudolf Steiner en 1910. Este definió la antroposofía como un sendero de
conocimiento que quisiera conducir lo espiritual en el hombre a lo espiritual en el universo. En septiembre
de 1922 F. Rittelmeyer funda la Christengemeinschaft, Comunidad de Cristianos, también llamada "Movi-
miento para la renovación religiosa” (http://www.paudedamasc.com. Última consulta: 28-VII-2016).
38
Cf. 16-VI-1941.
Una “staretz” en Westerbork 35

buscar fuera de él lo que le falta, olvidando que todas las luchas y toda la belleza que es
posible hallar fuera de cada persona ya se dan en el interior 39.

Dada a expresar su estado interior por medio de imágenes, describe su estado interior como
una inmensa llanura, infinitamente ancha, donde apenas se ve el horizonte 40. En tan solo
cuatro meses ha pasado del estancamiento existencial a disfrutar, aunque sea en momentos
puntuales, de oasis de orden y serenidad 41.

No obstante, debe indicarse que todo este camino supuso una fuerte lucha consigo misma,
especialmente por la impaciencia ante el ritmo tan lento y tan propio de una reforma de
vida desde los cimientos. Pero JS ya le advirtió: “‘Un hombre en paz consigo mismo no se
preocupa por el tiempo. Al desarrollo no le debe preocupar el tiempo’. Estas palabras son de
la máxima importancia para mí”42. Sin embargo, la misma EH constata que en el pasado te-
nía la sensación fastidiosa de no tener tiempo para nada, al menos no para las cosas cotidia-
nas (ir al dentista, a la peluquería, pasear con los amigos…) que concebía como una pérdida
de tiempo precioso que podría emplear para trabajar, pero “ahora tengo tiempo para todo y
hago más, y trabajo más intensamente que nunca” 43.

Presencia de Dios

La crisis existencial en la que se halla en el momento en que se encuentra con JS es definida


por la misma EH como “atasco espiritual” 44. EH, que no participa activamente en ninguna
tradición religiosa, se encuentra desprovista de apoyos tradicionales para avanzar espiri-
tualmente. Así, cuando habla del ámbito religioso o divino se ve con la necesidad de recurrir
a conceptos y vocabulario de autores o personas cercanas con experiencia religiosa. Por eso
no es de extrañar que la primera vez que EH menciona en sus diarios a Dios toma prestados

39
EH recogía ya el 13 de marzo una frase de JS que va en esta misma línea: “Lo que esperas de los demás, es
decir, de fuera, lo llevas inconscientemente dentro de ti. En vez de esperar que venga de fuera, deberías
desarrollarlo en tu interior, haciéndolo consciente. El alma no es finita, es eterna. Debes sumergirte en ella,
traerlo a la conciencia, esto es, desarrollarlo por ti mismo” (13- III -1941).
40
Cf. 11-VI-1941.
41
De hecho, JS le ofrece un comentario en esta línea que deja pensativa a la joven holandesa: “No puedo evi-
tar pensar en aquella observación de S.: ‘Usted no es tan caótica como dice, es solo que rechaza volver a
aquel tiempo en que pensaba que ser caótica era mejor que ser disciplinada. Yo siempre pienso que usted es-
tá bastante centrada’”. Con esta frase JS parece que le anima a no hacer de la disciplina (diario, encuentros
de terapia, lectura, ejercicios físicos…) una cárcel de su espontaneidad. En el caos, JS descubrió más orden y
cordura de lo que la misma EH pudo advertir, halló una inmensa vitalidad que debía salvaguardar de la se-
guridad, a veces castrante, de la disciplina.
42
13-III-1941.
43
13-III-1941. Además, el 19 de marzo señala su sorpresa por cómo en ocasiones siente la necesidad de escu-
char música porque normalmente nunca ha tenido la paciencia suficiente para hacerlo.
44
9-III-1941.
36 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C1

unos versos del poeta holandés Albert Verwey 45: “‘Melodiosamente surge el mundo de las
manos de Dios’. Este verso de Verwey lleva resonando en mi cabeza todo el día. Yo también
querría salir melodiosamente de la mano de Dios” 46. De este modo expresa su anhelo de
que su vida fluya armoniosamente, que es justamente lo opuesto a su actual lucha interior.

Tres días después, el 12 de marzo, transcribe dos citas que reflejan tanto la curiosidad de la
joven por lo que otros llaman “Dios” como su modo racional de acercarse a dicha realidad 47.
Estudiosa de Derecho y Filología, necesita razones lógicas para aproximarse a la experiencia
religiosa, aunque sin renunciar a ciertos parámetros muy suyos como la creatividad, el hu-
manismo48 y la certeza de que la idea de Dios no puede ser fuente de desasosiego, amenaza
y terror. Pero lejos de ser el intelecto el acceso a la experiencia religiosa, será su conexión
contemplativa con la naturaleza la que le permitió intuir ciertos rasgos del encuentro con la
divinidad:

“El sol sobre las oscuras ramas, el tribunal de los pájaros y yo sobre el cubo de la basura
en este sol. En el pasado me solía sentar como ahora pero nunca como esta vez he senti-
do algo como esta tarde. En el pasado, atrapaba el árbol y el sol con mi intelecto. Quería
apuntar con muchas palabras lo que encontraba bello, quería entender cómo todo guar-
daba armonía conjunta, quería sondear esa profundidad (…) En otras palabras, quería
someter la naturaleza, todo, para mí misma, sentía la obligación de interpretarla. Y el
hecho sencillo es que ahora simplemente dejo a la naturaleza suceder. La contemplo con
profunda emoción pero no me agota sino que me da fuerza; la salud corre a través de
mis venas. Así sentada al sol, incliné mi cabeza de manera inconsciente como si interiori-
zara más profundamente ese nuevo sentimiento hacia la vida. De repente supe profun-

45
El poeta A. Verwey fue el joven líder de la generación de los años 80, grupo influyente de escritores y artis-
tas que alrededor de 1885 quisieron sacudir la vida cultural. Fue uno de los fundadores del movimiento lite-
rario Nueva Guía. A diferencia de la mayoría de sus compañeros, A. Verwey provenía de una familia de clase
trabajadora. Su obra poética se divide en dos etapas: la del individualismo lírico, teñido de misticismo, re-
presentada por el poemario Tierra (1896) y proseguida hasta los años veinte, y una etapa marcada por la in-
fluencia de la poesía de Stefan George. En: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/verwey.htm (últi-
ma consulta: 28-VII-2016).
46
9-III-1941. También el 7-X-1941.
47
La primera, de JS, dice así: “El temor es un indicio de lo divino, de omnipotencia creativa. Uno debería expe-
rimentar el temor, el “temor de Dios”. Uno debería sacar fuerza creativa de esa experiencia; el temor de Dios
significa soplar vida fresca en aquellos que lo viven. Debemos transformar nuestro temor; la gente y los ni-
ños primitivos experimentaban el temor. El temor es transcendido por la fe”. La otra es de Freud: “El hom-
bre que no va más allá sino que se somete al pequeño papel que representa el ser humano en este gran
mundo, ese hombre es, al contrario, irreligioso en el verdadero sentido de la palabra”.
48
Otra cita de JS, recogida por EH, insiste en que Dios y el hombre no son contrincantes, es decir, que acoger la
divinidad no es una pérdida de humanidad sino todo lo contario, una potenciación: “Dios ayuda a aquellos
que se ayudan. Quien se ayuda a sí mismo, confía en sí mismo y en su interior, también se fía de Dios” (19-III-
1942).
Una “staretz” en Westerbork 37

damente cómo es posible que alguien pueda venirse abajo impetuosamente sobre sus
rodillas y encontrar paz ahí, con su rostro escondido en sus manos juntas”49.

Estas líneas recogen un cambio existencial en EH: el paso del “yo activo” y acaparador que
desea sondear toda la belleza con el intelecto, al “yo contemplativo” que acoge con pasivi-
dad y emoción lo que simplemente sucede. Mientras que el “yo activo” le agota, la actitud
pasiva le hace sentir saludable. Más aún, la paz profunda que le embargó ese domingo le
hizo comprender por qué muchas personas llegan a arrodillarse, en actitud de abandono y
adoración. Esto no significa que EH se arrodillara, aunque sí realiza otro gesto: inclina su
cabeza inconscientemente como si interiorizara la sensación de plenitud vital 50.

Cuatro meses después EH deja un nuevo testimonio de cómo la belleza natural (río, casas de
paja, caballos…) constituye para ella un umbral hacia el estado de conciencia propio de la
adoración religiosa, la rendición ante Dios, la conexión con todo lo creado y la sensación de
una inmensa unidad51. Es cierto que este estado lo consigue en Deventer, no así en Ámster-
dam donde las sensaciones son diametralmente opuestas: pasa de la unidad a la fragmenta-
ción, del paisaje interior de las llanuras infinitas a su desaparición, de la vida con sentido al
cuestionamiento existencial, de la paz que embarga a la intranquilidad que desespera y del
contacto con Dios a su ausencia 52.

Julius Spier

Este cuaderno también recoge los inicios de un elemento desestabilizador: la atracción que
se da entre EH y JS. Es realmente llamativo cómo en algo más de un mes se genera un di-
namismo pasional tan intenso. Así, ya en la segunda entrada de su diario, el 9 de marzo,
analiza y explica cuáles son las primeras impresiones que tuvo con respecto a JS 53 y cómo,

49
16-III-1941.
50
Escribe a las 16,30h.
51
“En Deventer los días fueron grandes llanuras soleadas. Cada día de una gran unidad intacta. Tenía contacto
con Dios y con todos los seres humanos, probablemente porque apenas veía a nadie. Había campos de trigo
que nunca olvidaré, ante los que estuve a punto de arrodillarme. Las orillas del río Ijsesel con las sombrillas
llenas de colores, los techos de paja y los caballos paciendo. Y además, el sol, que bebía a través de todos
mis poros” (4-VII-1941).
52
4-VII-1941
53
“Mi primera impresión durante algunos minutos: una cara nada sensual, nada holandesa, un tipo con el que
de alguna manera me sentía familiarizada, que me recordaba a Abrascha, quien, sin embargo, no me caía
muy simpático. Mi segunda impresión: ojos astutos, increíblemente astutos, vetustos, grisáceos, que logra-
ron desviar mi atención de la densa boca por un breve instante, pero no por completo. Muy impresionada
por su trabajo: el diagnóstico de mis conflictos más profundos mediante la interpretación de mi segundo ros-
tro, las manos. Luego, un breve instante de rechazo, de alguna forma humillada, tal vez tan solo herida en
mi sentido estético; en todo caso él me parecía entonces bastante repugnante. Pero luego aparecieron de
nuevo aquellos deliciosos ojos humanos que, sondeando desde profundidades grisáceas, descansaban en mí,
ojos que me hubiera gustado besar. Y luego su conferencia. Yo solo fui para poder ver a ese ser humano des-
de cierta distancia, para examinar desde lejos, antes de entregarme a él en cuerpo y alma. Buena impresión,
38 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C1

en el fondo, no le parece una persona totalmente integrada a pesar de que a simple vista
pudiera parecerlo54. EH sospecha de él al percibir cómo algunas mujeres jóvenes están tan
polarizadas hacia él, que le miran y sonríen como hipnotizadas. Es como si JS les robara sus
sonrisas. A pesar de todo, EH se fio de él para volver a fluir y parece que, por lo menos ini-
cialmente, lo consiguió55:
“Y él pondría orden dentro del caos interior, liberaría las fuerzas discordantes que actúan
dentro de mí. Me tomó de la mano y dijo, mira, así tienes que vivir. Toda mi vida he teni-
do el siguiente sentimiento: ojalá viniera alguien que me cogiera de la mano y se ocupa-
rá de mí. Parezco valiente y hago todo sola, pero me gustaría muchísimo entregarme. Y
eso hace ahora este completo desconocido, el señor S., con su compleja cara. Ya en una
semana había hecho milagros conmigo, casi a pesar de mí. Gimnasia, ejercicios de respi-
ración, esclarecedoras palabras de salvación sobre mis depresiones, mi relación con los
demás etc. y de pronto, empecé a vivir de una manera distinta, más fluida. La sensación
de obstrucción desapareció, entró algo de tranquilidad y de orden en mí”56.

Ese mismo día por la noche EH se enfada porque solo la voz de JS por teléfono le descontro-
la, se grita a sí misma que no es una adolescente e incluso comenta que entiende muy bien
a los monjes que se flagelan para moderar su carne pecadora. Y es que él se ha convertido
para EH en fuente de conflicto entre razón y corazón, entre instintos posesivos y apertura
universal. De ahí las expresiones contradictorias y su oración a Dios– cuando aún Este no es
sino una idea más o menos filosófica mezclada con reminiscencias de su tradición judía-
pidiendo fuerza ante esta situación57. Y así, paulatinamente, EH se percibe con mayor capa-
cidad para distanciarse de sus fuertes emociones 58, encarando de este modo su propia ver-
dad y dándose a sí misma el estado de la cuestión:

conferencia de alto nivel. Hombre encantador (…) Me rendí ante una especie de libertad interior que emana-
ba de él, por su flexibilidad y tranquilidad y por una elegancia muy propia de su voluminoso cuerpo” (9-III-
1941).
54
“Todas las piezas que conozco de él las encajo como en un rompecabezas, pero no se convierten en una uni-
dad, permanece un todo difuso en sus contradicciones” (9-III-1941).
55
Las estrategias de JS no siempre eran muy ortodoxas. Así, llama la atención el modo con que mostró a EH
que el ser humano es una unidad de cuerpo y alma. “Pero ahora cuerpo y alma son una unidad. Seguramen-
te por ello él empezó a medir mi fuerza física provocando una lucha. Esa fuerza resultó ser considerable. Y
entonces ocurrió algo memorable: tiré a ese enorme tipo al suelo. Toda mi tensión interior, toda mi fuerza
concentrada, estalló y ahí estaba, derribado en el suelo, física pero también psíquicamente, como él me ex-
plicaría más tarde (…) Su labio sangraba. Se lo tuve que limpiar con colonia. Un embarazoso asunto privado.
Pero él era tan “libre”, tan ingenuo, abierto, natural de sus movimientos, incluso cuando rodábamos juntos
por el suelo. También cuando me encontraba debajo de él, firmemente sujeta entre sus brazos, finalmente
domesticada, se mantuvo distante, correcto (9-III-1941).
56
9-III-1941.
57
Cf. 19 y 20- III-1941.
58
La joven deja por escrito la primera vez que hizo un gran esfuerzo por no dejarse llevar indolentemente por
sus fantasías eróticas: “Esta noche (…) estaba tumbada, sin previo aviso imaginándome en sus brazos, como
Una “staretz” en Westerbork 39

“Pero tienes que ser bien consciente, mi chica, que si realmente no quieres que pase na-
da, entonces no es necesario que ocurra. Sin embargo, eres como un niño con su juguete
favorito, lo saca a relucir en todo momento para disfrutarlo y para jugar con él. Y esto es
lo que haces tú con S. Deliberadamente lo sacas a relucir continuamente en tu mente,
que no es extraño cuando uno encuentra a otra persona fascinante”59.

Además, ese mismo día EH se hace consciente de que supone un “reto” para la fidelidad de
JS porque él mismo se lo dice 60. Convertirse en un “reto”, en vez de ayudarla a centrar la
relación, le impulsa a todo lo contrario 61 a encender el fuego del deseo y la curiosidad. Aho-
ra son dos adultos con sentimientos de atracción recíprocos en una relación menos asimé-
trica en la que EH se encuentra con mayor confianza y complicidad: “Y ahora me siento a su
altura (…), hasta que le pedí que se quitara la máscara de psicólogo, perdió algo de su auto-
ridad pero todo es mucho más rico”62.

En los momentos de más serenidad, redimensiona la figura de JS y expresa cómo el amor


que siente por él sigue siendo fuerte aunque la parte erótica no es tan exagerada. En oca-
siones, esta calma se convierte incluso en indiferencia o antipatía debido a la fastidiosa de-
pendencia con respecto a él63.

La ambigüedad de los sentimientos hacia JS en este C1 es un continuum. Compatibilizar las


cualidades tan sugerentes y atrayentes de JS con el deseo y la curiosidad y, al mismo tiem-
po, con una voluntad contraria a una aventura amorosa se convierte en un verdadero enca-
je de bolillos para la joven holandesa64. Así, en la extensa entrada del 8 de mayo, en la que
dedica un espacio considerable para reflexionar sobre su relación con JS, construye una
pregunta muy lúcida: “Nuestra relación es mi aventura, y también su aventura, pero ¿es
nuestra común aventura?”.

Así, EH explica su relación con JS como una situación no querida por ninguno de los dos pero
inevitable. A pesar de poner el acento en lo mucho que le ha aportado en su proceso de

si fuera lo más natural del mundo, pero entonces me levanté furiosamente de la cama y comí algo de choco-
late y le hice desaparecer y fue una verdadera victoria. Esta fue la primera vez en mi vida, gracias a él, que
luché contra mis fantasías eróticas en vez de jugar con ellas cuando sé que interiormente no quiero hacerlo.
No, no quiero” (19-III-1941).
59
19-III-1941.
60
19 y 24-III-1941.
61
Se ha de apuntar que EH también está viviendo una relación con el Sr. Han Wegerif, propietario de la casa en
la que EH está alojada y a quien le sirve como una especie de “ama de llaves”. EH, que duerme con Han cada
noche, siente por él un “bueno, puro y profundo afecto” (19-III-1941).
62
24-III-1941.
63
Cf. 23-III-1941.
64
“Podría, por supuesto, escribir interesantes generalidades sobre mis sentimientos hacia él, por ejemplo que
el día que me abandone será el más duro de mi vida, pero que si me pidiera permanecer con él para siempre,
entonces le diría definitivamente ‘no’” (8-V-1941).
40 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C1

maduración, llega el erotismo que le provoca más soledad que plenitud. De hecho, al narrar
su primera tarde completa juntos, el 21 de abril, señala una inmensa y compleja soledad
tejida de tres hilos:

- Consciente de que no le surge un abandono físico a JS desde las entrañas, no halla


resonancia interior en el intercambio sexual. Esto le crea inquietud y culpabilidad.
- Además, sabe que él quiere ser fiel a su prometida Hertha, que vive en Londres.
- Siente también que accede al encuentro amoroso porque teme decepcionarle, e
incluso le da miedo perderle por lo mucho que está creciendo gracias a él. Esto
conlleva un sentimiento de no ser franca que, reiniciando el círculo vicioso, le im-
pide la entrega completa.

No será hasta el 9 de junio cuando exprese una idea que irá apareciendo en sucesivas pági-
nas con estas u otras palabras: “Una persona nunca debería hacer a otra el centro de su vi-
da”. EH considera que si se vive atado a otra persona, esta absorberá toda su energía por lo
que lo ideal es que cada uno tenga su propio centro y desde este transmitir luz y fuerza. Por
eso, el domingo 15 de junio, comprendiendo que liberarse de la dependencia de una perso-
na implica concentración de energía, voluntad y acciones concretas, reúne toda su fuerza
interior para reducir la duración de los encuentros con JS. Sin embargo, al día siguiente, 16
de junio, redacta cómo surgen en ella sentimientos de celos cuando ve a JS rodeado de mu-
jeres y de poseer un hombre para sí misma. Y tan solo pasan unas horas cuando la ambiva-
lencia se hace presente de nuevo: “A veces le idealizo demasiado, y en otras ocasiones le
infravaloro cruelmente. Un día estoy segura de que hallaré el feliz medio” 65.

Consciencia corporal

Todos los dinamismos emocionales que se han generado en tan poco tiempo van a tener
una repercusión física más que notable. Pronto cae en la cuenta de que la tensión traducida
en dolor de cabeza y en ardor en las mejillas no procede de su deseo por JS, sino del hecho
de no estar completamente segura de si quiere o no una aventura con él. Esta pequeña
puerta abierta que debilita el edifico de su persona en construcción le crea una agitación
corporal66. Es cierto que también los cambios positivos dejan su propia huella 67.

65
17-VI-1941.
66
19-III-1941.
67
“Algo bonito le está ocurriendo a mi rostro. Es como si estuviera emergiendo desde su primera capa, sus
contornos son cada vez más redondeados, la expresión más intensa y la boca realmente muy bonita: llena de
expresión y sentimiento, no demasiado, pero fuerte sin dejar de ser femenina. Ayer, miré de cerca mi boca
en el espejo y me gustó mucho lo que vi. Es como si de repente estuviera ubicada de una manera más íntima
y abierta en mi rostro. En el pasado parecía mucho más ansiosamente escondida y ahora está empezando a
desplegarse” (22-III-1941).
Una “staretz” en Westerbork 41

EH reconoce cómo en solo unos meses la vida ha vuelto a fluir. Su fortaleza es tal que se
atreve a mirar cara a cara el sufrimiento y permitir que en su interior se den “respuestas a
muchas preguntas desesperadas y el sentimiento de vacío se transformó en sentimiento de
que existía orden y sentido después de todo, y pude seguir con la vida”. Sin embargo, tal “ba-
talla” supone una factura: “una espantosa fatiga y jaquecas son el precio que tengo que
pagar”68.

Apenas dos días después deja constancia del dolor de estómago que le produce la ingesta
ansiosa de alimento. Consciente de que suele culpar a su madre por haberle permitido to-
mar tantos dulces en vez de ponerlos bajo llave 69, se propone mayor autocontrol para no
comer insensatamente como un niño caprichoso. Como se ve, el creciente autoconocimien-
to supone mayor lucidez para encarar los hábitos perjudiciales aprendidos y automatizados.
De hecho, tras varios meses de trabajo en su proceso personal y varias semanas colaboran-
do con JS en labores de secretaría en un contexto de enamoramiento tenso, se siente tan
agotada que decide ir a Deventer a visitar a sus padres para, en la medida de lo posible,
descansar.

Vocación de escritora

Durante estos meses la tristeza visita a EH con bastante frecuencia, pero por primera vez la
acoge como oportunidad y fuente de creatividad, como impulso para el despliegue de su
vocación de escritora. Si bien es cierto que aún no sabe cómo aprovechar los momentos de
pesar para que no permanezcan estériles. De ahí que pueda calificar a la angustia como sa-
grada y, al mismo tiempo, pedir a Dios que la transforme en su instrumento y le dé el don
de escribir70.

No se trata de ser un lápiz en las manos de Dios 71, ni siquiera de ser una cronista de los he-
chos históricos, sino de posibilitar a otros encontrarse con ellos mismos. Desconfía de los
psicólogos en el sentido de que no los ve capaces de alcanzar los rincones más irracionales

68
15-VI-1941.
69
Cf. 17-VI-1941.
70
“Estoy llena de una agitación incómoda, extraña, infernal que sería productiva si supiera qué hacer con ella.
Una ‘incomodidad creativa’. No del cuerpo. Ni siquiera una docena de apasionadas noches de amor podrían
aliviarme. Es casi una sagrada ‘incomodidad’. Oh Dios, tómame en Tus grandes manos y conviérteme en Tu
instrumento, permíteme escribir" (4-VII-1941).
71
“La madre Teresa se consideraba un simple instrumento en las manos del Señor, o, por usar una conocida
frase suya, ‘un lápiz en sus manos’. El mérito nunca es del lápiz, sino de quien escribe: en este caso, de Dios.
De esta convicción profunda nacía su ilimitada confianza, su esperanza tenaz…” (Gianni Cardinale, “La beati-
ficación de la Madre Teresa de Calcuta. Un lápiz en las manos de Dios”. Entrevista al cardenal Saraiva Mar-
tins, prefecto de la Congregación para las causas de los santos, tomado de la revista electrónica 30 días:
http://www.30giorni.it; última consulta: 28-VII-2016).
42 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C1

del ser humano, reservados para los artistas 72. No obstante, aún percibe en ella un gran
caos y poca confianza. Todavía ha de esperar sin forzar la escritura, sin buscar con avidez y
prematuramente la expresión de su interior. Es tiempo de acoger pacientemente la propia
vivencia interior para que no se imponga una forma que contamine el contenido 73.

Recapitulación

El C1 presenta cómo EH llega a la puerta de JS con un estancamiento existencial que se tra-


duce tanto en malestar físico como en pérdida de sentido de la vida. El encuentro con JS
supone un revulsivo, pues sus consejos y orientaciones - entre ellas escribir un diario íntimo-
le conducen a una mayor fluidez interior y a un control de su capacidad de racionalización y
fantasía.

En su proceso de minimizar su caos existencial, EH toma una opción esencial: meditar trein-
ta minutos diarios con el fin de que Dios trasvase su amor al espacio vacío que intenta abrir
en su interior. Estos tiempos de silencio se convierten en un catalizador que reconfigurará
su identidad, siendo los primeros síntomas una fuerte fluctuación emocional, característica
de quienes se inician en los caminos del espíritu. En los momentos de mayor tristeza es tal
la oscuridad que la invade que no puede ni imaginar que alguna vez hubiera estado o que
estará con paz y alegría. En sus estados depresivos se siente muy inquieta y miserable, se ve
incapaz de sacar algo de luz de los días felices anteriores, tiene la sensación de que la felici-
dad no tiene nada que ver con ella y en absoluto se da una mínima esperanza de salir de su
desolación. Sin embargo, cuando está bien, desborda esperanza, fuerza y placer por la vi-
da74. EH descubre, además, que existe una relación entre su vivencia interior y las señales
sensibles que su cuerpo emite.

Esta ambivalencia se agrava en poco tiempo ante la figura de JS, por quien se siente inten-
samente atraída. Por un lado desea entrar en comunión con él por los valores y el estilo de
vida que representa75 pero, al mismo tiempo, al hallarse reconstruyendo la propia identi-
dad, experimenta la necesidad de alejarse y contrastarse con él, como figura de autoridad

72
Cf. 4-VII-1941.
73
“Primero tengo que encontrar yo misma la forma, mi propia forma” (4-VII-1941).
74
“Pero incluso si vives en un ático y no tienes nada salvo pan duro para comer, la vida merece la pena ser
vivida (…) Hay tanto por lo que deleitarse, la vida es rica, aunque haya que conquistarla minuto a minuto”
(24-III-1941).
75
Por ejemplo, admira la intensidad y la congruencia con que vive: enseña lo que experimenta. Además, valora
su generosidad y magnanimidad en la entrega, así como la anchura del corazón que le permite acoger todo
lo que la vida trae consigo (Cf. 10-VI-1941).
Una “staretz” en Westerbork 43

que es. La personalidad de JS es tan rica y magnética que provoca en la joven estas reaccio-
nes antagónicas76.

EH comienza entonces un doloroso proceso de purificación de su posesividad, no solo con


respecto a JS sino también en lo que se refiere al disfrute de las cosas bellas, que aprenderá
a acoger sin ingerirlas, sin hacerlas suyas a toda costa77.

Por otra parte, se percibe en EH una cierta angustia ante la imposibilidad de sintetizar en
palabras lo que sucede en su interior, viendo frustrado el despliegue de su vocación de es-
critora. Sin embargo, expresa con nitidez su postura ante el sufrimiento: se ha de rechazar la
violencia, adoptando la pasividad activa y la comprensión del verdugo.

A nivel religioso, sus lecturas le sirven para adentrarse en una compresión creyente de la
realidad, aunque su principal puerta de acceso es la sensación sobrecogedora que le embar-
ga al contemplar la naturaleza. No obstante, aparecen ya breves oraciones de petición a
Dios.

76
Se pueden ver también las palabras de EH del 25-III-1941: “Ayer tuve un sentimiento realmente fuerte de
compañerismo hacia él, y ahora los demonios me tienen en sus garras otra vez”. Otro ejemplo de este anta-
gonismo es lo ocurrido el día 12 de marzo. Este día EH se dispone a acoger la realidad tal y como venga sin
estar planeando cada momento. Cuando va a visitarle dice que se siente “vacía y limpia, sin pensamientos a
priori”. Esto le dio una libertad grande, un posicionamiento más firme y una capacidad de elegir la distancia.
Tras un tiempo de encuentro, de nuevo acabaron en el suelo en un encuentro amoroso que, eso sí, esta vez
no le dejó soledad, sino una verdadera liberación; no le dejó una sensación sexual, sino un sentimiento de
calor humano y placer de estar cerca de él. La joven solo puede escribir: “Pobre Etty, realmente lo tienes
mal. Pero debes aplicar tu propia voluntad y no estoy todavía convencida que realmente sepas lo que quie-
res” (19-III-1941).
77
“Si una flor me parece hermosa, lo que más me gustaría hacer es apretarla contra mi pecho o comérmela. Si
se trata de algo de mayor tamaño resulta más difícil, pero el sentimiento es el mismo. Antes era demasiado
sensual, casi diría que era demasiado codiciosa. Anhelaba físicamente lo que me parecía hermoso, lo quería
poseer. Por eso siempre tenía ese sentimiento de deseo que nunca pude satisfacer, la nostalgia de algo que
me parecía inalcanzable, y a eso lo llamé entonces afán creativo (…). De repente todo eso ha cambiado, no
sé por qué tipo de proceso interior, pero ha cambiado (…) Hace poco reaccioné de forma diferente. Experi-
menté con alegría cómo el mundo creado por Dios, a pesar de todo, es hermoso. Pero su belleza ahora me
llenaba de gozo. Ese misterioso y callado paisaje en la penumbra me conmovió como podía haberlo hecho
antes, pero de alguna manera no deseaba poseerlo. Y el paisaje permaneció en mí, en el trasfondo, como un
manto sobre mi alma, poéticamente hablando, pero no quería llevármelo: no me ‘masturbé’ más con ello”
(16-III-1941).
Cuaderno 2 (4 de agosto – 21 de octubre)
Introducción

El C2 muestra la intención de EH de seguir trabajándose, de mantenerse en contacto consi-


go misma y de reflejar cuanto le ocurre en su diario, aunque confiesa que no siempre halla
la paciencia suficiente para recoger en él las vivencias cotidianas ni para seguir buscando un
único axioma o “fórmula” 1 que explique las contradicciones dela realidad2. De hecho, este
cuaderno recoge un período de 79 días hábiles, pero EH deja constancia solo de 31 días en
54 entradas. En dos ocasiones está una semana sin escribir (16-22 de agosto y 13-19 de oc-
tubre) y en otras dos son ocho días (27 de agosto-3 de septiembre y 12-19 de septiembre).

En la primera quincena de agosto pasa unos días de vacaciones en Deventer junto a sus pa-
dres. De este modo, puede tomar distancia de JS y coger aire para asimilar su intenso proce-
so personal. Sin embargo, la relación con sus padres, que nunca fue fluida, impidió que esta
estancia fuera serena. Sus escritos denotan una rabia más o menos contenida, algo de re-
chazo y cierto sentimiento de victimismo por la influencia negativa que sus padres ejercie-
ron sobre ella tanto a nivel educacional como, incluso, a nivel genético 3. No obstante, cuan-
do compara la situación actual con los años de la infancia, constata que algo ha cambiado:

“Hay mucho capital desperdigado por los suelos aquí, mucho capital espiritual y de valores
humanos, pero todo ello tirado, mal gestionado, sin ningún sentido. A veces una se siente
muy triste y apesadumbrada por esto. En el pasado mi pintoresca familia me habría costa-
do un cubo de lágrimas de desesperación cada noche. No puedo explicar aún cómo eran
esas lágrimas; procedían de algún lugar oscuro de mi subconsciente. Hoy en día no soy una
derrochadora de este valioso fluido, aunque de todos modos no sea fácil vivir aquí”4.

A nivel político, Reinhard Heydrich es nombrado jefe de grupo de las SS y se le encarga que
implemente la “Solución Final” a la cuestión judía, es decir, su aniquilación en masa 5. Así, el
27 de septiembre llegarían los primeros ciento noventa y cinco prisioneros judíos al campo

1
Cf. 8-V-1941; 7-VIII-1941; 23 y 24-V-1942 y 15-IX-1942.
2
7-VIII-1941. Aun así, en las últimas entradas del C2 reconocerá que escribir el diario es un buen entrenamien-
to para su paciencia, recurriendo nuevamente a la frase de JS que ya copió en el C1 (13-III-1941 y 19-VI-
1941), aunque esta vez lo hace en mayúsculas: “AL DESARROLLO NO LE DEBE PREOCUPAR EL TIEMPO” (7-X-
1941).
3
El 8 de agosto de 1941, por ejemplo, agotada por las continuas quejas de su madre, escribe: “Mi madre pue-
de probar la paciencia de un santo” o “Para ya, estúpido bebé llorón, para ya toda esa basura, estás comple-
tamente loca, qué persona tan loca eres”.
4
10-VIII-1942.
5
Cf. United States Holocaust Memorial Museum, Cronología del holocausto (1 de septiembre de 1939 - 2 de
septiembre de 1945), en: www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10007180 (última consulta: 15-
VIII-2017).
Una “staretz” en Westerbork 45

de Amersfoort 6, situado en las antiguas instalaciones del ejército holandés. Ante la descon-
certante experiencia del mal, EH decide seguir conectada a la realidad tanto a nivel racional
como espiritual, porque cabeza y corazón unidos tienen la capacidad de penetrar en las ra-
zones auténticas de la masacre7.

Escucha e interioridad

EH tiene la intuición de que para continuar el camino del orden debe afinar el oído del cora-
zón para “pararme y escucharme, escuchar el sonido de mis propios pasos…”8. Así, la consi-
deración de que la vida es bella depende cada vez menos de las emociones de un día con-
creto, sino que se va configurando como una convicción profunda que le acompañará du-
rante el resto de su vida. De hecho, el 7 de agosto se esfuerza por distanciarse de la densa
tristeza que le embarga apoyándose en la razón de que todo momento de oscuridad ha de
pasar: “Dentro de un rato no dudo de que escribiré qué bella es realmente la vida y qué feliz
estoy, pero por el momento no puedo imaginar cómo esto puede ser así”. Para la joven “la
vida es buena, venga lo que venga”9, a pesar de las ambigüedades y paradojas 10 que se den
en la existencia, a pesar de la alternancia de grandes satisfacciones y momentos mezquinos.

Será la soledad y el hábito de bajar a su interior lo que posibilitará a EH un mejor acceso a


los demás y una más fina capacidad de ayudarles. Quizás por eso copia estas palabras de F.
Rittelmeyer11: “Cuanto más profundo uno llega, más unida está la percepción con el objeto
percibido. Solo puedo conocer a un hombre en su esencia más profunda si yo también me

6
El 27 de septiembre un centenar de prisioneros de guerra rusos llegaron a este campo. Veintidós murieron
de desnutrición, disentería y malos tratos. La muerte de dos rusos más fue ordenada por el doctor holandés
del campo Dr. van Nieuwenhuysen, simpatizante nazi y colaboracionista. Sus cráneos estaban expuestos
como trofeo sobre su escritorio (http://www.elholocausto.net/parte03/cam01.htm; última consulta: 10-I-
2017).
7
“Todo lo que ocurra a mi alrededor debe ser clarificado en mi mente y más tarde en mis escritos. Pobre cabe-
za y pobre corazón, cuánto os espera todavía. Rica cabeza y rico corazón, todavía tenéis una vida maravillo-
sa, ambos dos” (13-VIII-1941). En este mismo sentido, el 15 de agosto emplea dos metáforas: su cabeza es
como un taller en el que el mundo debe ser pensando hasta ser clarificado, mientras que el corazón en un
horno ardiente en el que las diferentes situaciones han de ser sufridas y sentidas.
8
4-VIII-1941.
9
7-VIII-1941. En las reglas de la segunda semana sobre la desolación, San Ignacio propone al ejercitante pen-
sar que la oscuridad pasará, de ahí que sea necesario seguir con ánimo: “8ª regla. La octava: el que está en
desolación, trabaxe de estar en paciencia, que es contraria a las vexaciones que le vienen, y piense que
será presto consolado, poniendo las diligencias contra la tal desolación, como está dicho en la sexta re-
gla” (Cf. San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales. Introducción, texto, notas y vocabulario por Cándido
de Dalmases S.J., Sal Terrae, Santander 19854, nº321).
10
Cf. 3-X-1941. EH habla de cómo todo tiene sus dos polos, aunque esto no se puede captar con la mente. Se
trata de vivir y experimentar el fenómeno de que existe unidad en la diversidad. Por tanto, es inútil querer
eliminar la diversidad e intentar desesperadamente encajarla en la unidad.
11
F. Rittelmeyer, Briefe über das Johannesevangelium, Verlag Urachhaus, Stuttgart 1938, 92.
46 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C2

veo desde su punto de vista y así gano una nueva comprensión de mí mismo a través de la
percepción del otro”12.

De este modo, el tiempo dedicado al diario es restaurador, porque mediante la escucha


consigue hallar sentido profundo a la realidad exterior y se prepara para la actividad coti-
diana con renovadas fuerzas. De ahí que emplea las imágenes de una aventurera y una pa-
ciente granjera para explicar su labor de diarista13. Es tal la convicción de la necesidad de
una escucha cualificada de la realidad, que llega a inventarse una nueva palabra:
“Lo que yo hago es hineinhorchen… Escucharme a mí misma, a los otros, al mundo. Escu-
cho muy intensamente, con todo mi ser, e intento sondear el significado de las cosas.
Siempre estoy muy tensa y atenta, me mantengo en búsqueda de algo que no sé lo que
es. Lo que estoy buscando, por supuesto, es mi propia verdad, pero todavía no tengo ni
idea de cómo es”14.

Consciente de cómo el activismo supone para ella un riesgo, EH confiesa que tarde o tem-
prano siempre vuelve adentro15. De ahí que escriba: “Una y otra vez debo cerrar mis oídos al
mundo exterior y escuchar la voz interior”16. En este contexto le surge el profundo anhelo
por una celda conventual17, aunque enseguida rectifica y escribe: “Pero esto no tendría mé-
rito. Es justamente aquí, en este mismo lugar, en el aquí y el ahora donde debo hallarlos.
Debo lanzarme a la realidad, una y otra vez, debo bregar con todo lo que me encuentre en el
camino, alimentar el mundo exterior con mi mundo interior y viceversa”18.

EH constata que son muchos los que apoyan su opción fundamental en otra persona, ca-
yendo en un absurdo romanticismo de colegiala o enredándose en una esclava necesidad de
reconocimiento social. Lo importante es “volver a las propias fuentes y escucharse”19. EH
llega a esta misma conclusión al recordar una conversación con Tide sobre la cuestión de

12
9-VIII-1941.
13
“Sentada en el escritorio a veces me siento como una aventurera y al final del día en ocasiones me siento
como una paciente granjera que ha labrado una vez más una pequeña tierra de un inmenso campo del espí-
ritu. Y de nuevo, ese paciente y arduo trabajo ofrece un deseo impetuoso por la aventura” (23-VIII-1941).
14
23-VIII-1941.
15
Cf. 3-X-1941.
16
4-X-1941.
17
“…celda conventual con la sublime sabiduría de siglos en sus estanterías a lo largo de la pared con vistas
hacia los trigales – debe haber trigales mecidos por la brisa- y allí me sumergiría en la sabiduría de los años y
en mí misma. Entonces yo hallaría paz y claridad” (4-VIII-1941).
18
4-X-1941. Apenas tres días después vuelve sobre esta idea expresando su voluntad de conseguir un equili-
brio entre la vida y su escritorio: “Cuando en el pasado me sentaba en el escritorio, me sentí incómoda y te-
nía miedo de perderme la vida. Y cuando participaba en lo que se conoce como vida, implicándome con la
gente y sus divertimentos, me sentía sola y quería volver detrás de mi pequeño sitio en mi escritorio. Aún es-
toy así. El reto de mi vida será establecer una verdadera armonía entre la vida y el escritorio” (7-VIII-1941).
19
7-X-1941.
Una “staretz” en Westerbork 47

unirse a un hombre para toda la vida. Tide explica su soltería a EH con toda su inocencia:
“Dios nunca me envió un hombre”20. Esta frase motivó a EH a escuchar más su voz interior,
en vez de darle tantas vueltas a la cabeza o dejarse llevar por estándares sociales 21.

En definitiva, el proceso de interioridad de estos meses le ha exigido una mayor atención y


una lúcida gestión de las múltiples mociones para evitar que la lleven por derroteros no
deseados. De ahí que su interior parezca un laboratorio en el que se dan docenas de proce-
sos22.

Vigilancia

Uno de estos procesos consiste en apaciguar la mente porque “piensa demasiado”23. De


hecho, llega a calificar de “enfermedad” el hecho de captar el mundo pero no disfrutarlo 24.
Así que se plantea parar la máquina del entendimiento para abrir nuevos espacios al alma,
ya que el pensamiento le obstruye las fuentes profundas de su ser. Se trata simplemente de
estar, de vivir, respirar y encontrar la eternidad en la propia persona. Y aunque va adqui-
riendo la sabiduría necesaria para expresar que se debe creer más en la experiencia que en
los libros, EH constata que no es fácil acallar la mente con solo proponérselo 25.

Por otro parte, sigue reforzando su capacidad de vivir el presente sin anticipar continua-
mente el futuro26. Estar arraigados en el aquí y en el ahora impide ser agobiados continua-
mente por preocupaciones que se erigen en fantasmas que le roban la energía y el orden
vital. Vivir el presente favorece, además, la fidelidad a las tareas cotidianas (levantarse, zur-
cir las medias con agujeros, poner la mesa…)27 y la renuncia de aquellos factores le llevan al
desorden vital (comer chocolate, leer en exceso o irse a la cama tarde)28.

20
6-X-1941.
21
Cf. 12-X-1941.
22
Cf. 24-IX-1941. Arènes señala una serie de procesos o trabajos que ayudaron a EH a salir del narcisismo para,
a cambio, ofrecerle una gran libertad interior y una alegría como experiencia de pasividad fundamental. Es-
tos trabajos serían el de la verdad y la escritura; el de la soledad liberada de la angustia de la separación; y el
del duelo de reconocer y acoger la propia limitación (L. Arènes, “Etty Hillesum. Le laboratoire intérieur”, en:
www.amisdettyhillesum.fr/docs/J.Arenes.pdf).
23
9-IX-1941.
24
Cf. 4-X-1941.
25
Cf. 5-X-1941. Tan solo un mes antes escribía: “La realidad no es completamente real para mí, y es por eso
que no puedo llegar a hacer cosas ni apreciar su verdadera importancia y significado. Una sola línea de Rilke
me parece más real que hacer mudanzas o algo así. Debería pasar toda mi vida detrás de un escritorio. Sin
embargo, no creo que sea una soñadora boba. La realidad me fascina, aunque solo desde detrás de mi escri-
torio, no en la vida y el hacer. Para entender las ideas y las personas debes salir al mundo real, a la tierra en
la que todo vive y crece” (5-IX-1941).
26
Cf. 4-VIII-1941.
27
Cf. 20-X-1941.
28
Cf. 2-X-1941.
48 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C2

La presencia de Dios

En cuanto a la relación con Dios, el C2 se mantiene más bien silencioso. Sin embargo, la en-
trada del 24 de septiembre 29 recoge la primera ocasión en que se arrodilla, un gesto que
llegará a ser significativo para la joven. EH llevaba un tiempo sintiéndose nuevamente es-
tancada a nivel existencial, por eso hacia las 12,20h escribe: “Siento como si no hubiera es-
crito nada en este cuaderno de ejercicios durante meses 30, como si hubiera sido infiel a mí
misma de alguna manera y hubiera permitido que las cosas simplemente ocurrieran. Ha sido
falta de tiempo y también un sentimiento de que no tenía necesidad”. A continuación hace
referencia a la necesidad de trabajarse a sí misma, mantener el contacto con la propia pro-
fundidad y hallar el sentido de la vida. Pero no será hasta las 16,00h, en la segunda entrada
del día, cuando deje el testimonio de lo que le ha ocurrido entre las dos entradas del diario:
“Y ahora tengo nuevamente ese solemne sentimiento: tengo que comenzar de cero otra
vez. No creo que me haya estado trabajándome con la suficiente seriedad hasta la fecha.
Yo pensaba que podía seguir adelante conmigo misma tal y como era. Esta tarde de re-
pente me he encontrado arrodillada sobre la alfombra de coco marrón del baño, con mi
cabeza escondida en el albornoz que colgaba de la silla rota de mimbre. No me resulta
fácil arrodillarme, siento una clase de vergüenza. ¿Por qué? Probablemente se debe a mi
parte crítica, racional y atea. Y a pesar de todo, muy a menudo siento la urgencia de
arrodillarme con las manos en el rostro y de este modo encontrar algo de paz y escuchar
la fuente escondida que hay en dentro de mí”31.

Todo indica que este gesto surgió de la necesidad de dar un paso más en su proceso, de la
insatisfacción de quedarse con lo conseguido hasta entonces y de la constatación de que
dejando pasar la vida las cosas no se arreglarían. No fue un gesto fácil para ella, pero su ra-
cionalismo no ahogó la urgencia de arrodillarse que surgía de vez en cuando en su interior,
como un espacio en el que es posible conectar con sus fuentes internas, escucharlas y en-
contrar la paz necesaria para volver restablecida a la vida exterior.

Tan solo dos días después, EH se describe a sí misma por medio de la imagen de un pozo
cegado, como una mujer habitada interiormente por Dios, aunque con muchos obstáculos
para acceder a Él. Sabedora de sus resistencias, tiene el ánimo de extraer todo aquello que
le impide la vía libre hacia Dios:

“Dentro de mí hay un pozo muy profundo. Y ahí dentro está Dios. A veces me es accesi-
ble. Pero a menudo hay piedras y escombros taponando ese pozo y entonces Dios está
enterrado. Hay que desenterrarlo de nuevo. Me imagino que hay gente que reza con los

29
Paul Lebeau lo data el 15 de septiembre de 1941.
30
Había escrito cuatro días antes la oración de San Francisco.
31
24-IX-1941.
Una “staretz” en Westerbork 49

ojos dirigidos hacia arriba. Ellos buscan a Dios fuera de sí mismos. También hay otras
personas que agachan la cabeza profundamente y que la esconden entre sus manos;
creo que esa gente busca a Dios dentro de sí misma”32.

Este descubrimiento es de gran relevancia para EH pues, una vez que se hace consciente de
que Dios la habita, la respuesta agnóstica y atea ya no le sirven. Tan solo le quedan dos op-
ciones: echar más rocas hasta ahogar el anhelo de Dios por ella y de ella por Dios, o apostar
por vivir según esa melodía que corre en el manantial profundo 33. No ha pasado un mes -20
de septiembre- cuando EH se dirige a Dios tomando prestadas palabras del santo de Asís.
Esboza los versos de la segunda estrofa de la plegaria “Instrumento de tu paz”34, constituida
por una triple petición: ser liberado del egocentrismo poniendo las necesidades de los de-
más por delante de las propias, de modo que se desee consolar, comprender y amar a los
demás, antes de ser consolado, comprendido y amado 35.

El 25 de septiembre recuerda una conversación mantenida con su amiga Tide sobre el gesto
de arrodillarse. EH sigue buscando testimonios creyentes que iluminen su incipiente expe-
riencia religiosa. Tide, cuyo modo de relación con Dios raya la ingenuidad y la simpleza 36, le
responde con sencillez: “Soy como un niño. Si yo no sé qué hacer, me arrodillo en medio de la
habitación y le pregunto a Dios”.

El 7 de octubre de 1941, EH se encuentra nuevamente con JS, quien le da un golpe comedi-


do, sabio y directo en la coraza racional de la joven holandesa, al mismo tiempo que le invita
a beber de fuentes más profundas. JS, que conoce y comparte el corte humanista y terreno

32
26-VIII-1941.
33
E. Gendlin afirma que “una vez que la persona ha descubierto esta fuente interna, el sujeto ya no puede ser
suplantado por alguien o por algo distinto, porque percibe con gran claridad que ningún otro puede conocer
la propia vida de uno así como los pasos de su posterior evolución. Uno está abierto a toda clase de
aprendizajes, pero la evaluación ultima procede de dentro” (E. Gendlin, Focusing: Proceso y técnica del enfo-
6
que corporal, Mensajero, Bilbao 2009 ).
34
“Oh, Maestro!, que no busque yo tanto ser consolado como consolar; ser comprendido, como compren-
der; ser amado, como amar”.
35
De las tres peticiones, la segunda es en la que más insistió, pues tanto el día 5 de septiembre de 1941 (“Pero
realmente no quiero ser comprendida, todo lo que quiero hacer es comprender a otros (…) Teóricamente ya
lo he hecho pero aún no vivo en congruencia. Todavía espero que se me dé una completa atención y com-
prensión”) - quince días antes-, como el 9 de octubre de 1942 (“Señor, hazme menos exigente para ser
comprendida por los demás y hazme comprenderles”)– trece meses después- aparecen nuevamente claras
evocaciones a la oración franciscana, aunque únicamente contempla el comprender al prójimo.
36
Este modo de relación con Dios queda atestiguado en varias ocasiones en el diario. Quizás el episodio más
clarificador sea una conversación en la que Gera habla de Tide de manera burlona. Esta conversación dio a
EH qué pensar y cuestionarse hasta qué punto su idea de Dios era o no parecida a la de su amiga Tide, a sa-
ber, la de un Dios que actúa de manera directa y constante en la vida cotidiana de los hombres haciendo
que algunas cosas pasen y otras no: “Tide trata a Dios como a su enagua. Y entonces Dios tuvo que poner
clara de huevo en su orina así que no pudo ir a las Indias orientales holandesas. No hay duda de que Él ten-
dría sus razones” (22-IX-1942). Tide quería haber trabajado para el sistema educativo gubernamental en las
Indias holandesas, pero fue rechazada por causas médicas.
50 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C2

de EH, no demoniza la dimensión intelectual ni contrapone la creencia en Dios y la participa-


ción social activa. Estas palabras resquebrajarían un poco más esa parte racional, crítica y
atea de EH37.

Julius Spier

EH siguió suponiendo un verdadero reto para la fidelidad de JS 38, pero este tampoco se lo
ponía nada fácil a la joven, quien le expresó: “¿Sabes que me has dado una inmensa fuerza?
Y que también me cuestas mucho esfuerzo”39. Por tanto, la ambigüedad y la lucha siguen
siendo las notas esenciales de esta relación.

Unos días EH está serena y expresa que el amor que siente por JS no es como el de una mu-
jer a un hombre40, sino que se siente libre y feliz para dar gracias porque JS exista 41. No sien-
te que su vida deba estar atada a ningún hombre, sino que su amor es más amplio y tiene
como destinatario a toda la humanidad 42. De hecho, en la primera carta que se conserva de
EH a JS, fechada el 1 de agosto, le expresa que ha sido precisamente él quien le ha enseñado
que amar a todos es más bello que amar a una persona. Otros días se siente obsesionada
por él, especialmente sensual, le gustaría poseerle, siente celos 43 y le quiere como una mu-
jer ama a un hombre44.

Esta fluctuación emocional provoca enfado en EH. Así, el día 5 de septiembre expresa un
gran fastidio hacia JS porque una vez que se ha recuperado de un bache depresivo, este le
llama para decirle que le ha llegado carta de su prometida Hertha desde Londres. Días más
tarde, el día 9 de septiembre, EH explica lo que ella considera la relación ideal con JS: as-
cender en el nivel de amor hacia JS y eliminar los celos, la suspicacia, la inseguridad y el

37
“No debes vivir de manera cerebral, sino beber en fuentes más profundas, más eternas. Eso no debe impedir-
te mostrarte agradecida por tu inteligencia, que es un instrumento precioso para examinar y profundizar en
las cuestiones que surgen en tu alma. Para expresarlo de manera más sobria, es posible que eso quiera decir
que debo confiar más en mi intuición. Y también significa creer en Dios, lo cual no debe volverte pasiva, sino,
al contrario, hacerte más fuerte” (7-X-1941).
38
Cf. 4-VIII-1941 y Carta 1, agosto de 1941, a Julius Spier: “Una vez me dijo que yo era un reto para usted, pero
entonces usted también es un reto para mí”. La palabra “reto” en un contexto semejante ya ha aparecido en
las entradas del 19 y 24 de marzo. Como se puede constatar estas palabras surtieron un gran efecto en EH.
39
Carta 1, agosto de 1941, a Julius Spier.
40
Cf. 4-VIII-1941.
41
Cf. 7-VIII-1941.
42
“Lo original y primero en mí son los sentimientos humanos. Hay en mí como una fuente misteriosa de amor y
compasión por los seres humanos, por todos los seres. No creo que esté hecha para ser la compañera de un
solo hombre. Es como si, en ocasiones, tuviera la impresión de que es un tanto pueril no amar más que a una
sola persona. Tampoco podría ser fiel a un solo hombre. No tanto por causa de otros hombres, sino porque
me siento habitada por un montón de presencias. Tengo veintisiete años y me parece que he amado y que
he sido amada hasta la saciedad” (6-X-1941).
43
Cf. 25-IX-1941.
44
Cf. 26-IX-1941.
Una “staretz” en Westerbork 51

miedo. Pero la ambigüedad es el pan de cada día y ese mismo día confiesa que se enamora
de él una y otra vez, pero también continuamente se “desenamora” de él 45, o que quiere un
hombre pero también apoyarse solo en sí misma46 o “la noche pasada no le amaba. La no-
che anterior le amaba terriblemente. Siempre algo diferente. Y yo quiero tanto algo firme” 47.
Quizás sea la intuición del 9 de septiembre la que le vaya sacando de esta confusión: “Cuan-
do aprenda a aceptarle como es y sentirme feliz y cómoda al respecto, entonces mi estado
psicológico habrá sido restituido en gran manera”48.

Salud

Se ha de tener en cuenta que en el C2 la salud endeble es una fuente de sufrimiento, impo-


tencia y rabia para EH porque le merma la capacidad de trabajo intelectual y le influye nega-
tivamente en su estado psicológico 49. Así que se propone al inicio del mes de agosto recoger
en su diario los tipos de dolor de cabeza que padece e indagar sus causas. Esta observación,
que también incluirá los sueños, está basada en la comprensión de que el cuerpo, la mente
y el alma están muy conectados 50.

En medio de este bajón que le genera una sensación de vacío y sinsentido con respecto a lo
que hace, EH expresa un anhelo de armonía y unidad que suele experimentar al conectar
con la naturaleza51. Sentirse en comunión con el resto de criaturas le descansa y le da tal
seguridad que no necesita de un trabajo exhausto de su razón para sentirse orientada 52.

La interconexión cuerpo-mente-espíritu la vuelve a constatar el día 25 de septiembre cuan-


do habla de la “psicología del estómago” para explicar cómo una vez que puede situar o
gestionar un problema, el dolor del estómago desaparece. Así, diez días después, habla de
“estómago psicológico” en el sentido de que es ahí donde siente las dificultades, como si
45
Cf. 9-IX-1941.
46
Cf. 3-X-1941.
47
21-XI-1941.
48
9-IX-1941.
49
“Suelo pensar que es bastante humillante que la mente tenga que permanecer disminuida a causa de un
resfriado o de un dolor de cabeza o de cualquier queja física. Siempre me siento avergonzada por estar mal,
me lo guardo para mí, luchando contra ello y, como resultado, me siento el doble de mal” (25-VIII-1941).
50
“EH, no es tu cuerpo sino tu pequeña alma dañada lo que realmente te está afligiendo” (4-VIII-1941).
51
“En conexión con el cosmos. Sí eso es, me siento feliz ahora, a pesar de todo y todos. Esto viene de mi inte-
rior. Es como si hubiera vuelto a mí misma… Tengo la sensación nuevamente de que nada podrá tambalear
esta paz profunda que me abraza” (5-IX-1941).
52
“Sin embargo quiero perderme en todos y en todo – un sentimiento de querer vivir en armonía con todo lo
que existe. Todavía no he aprendido a aceptar que la vida tiene muchas más contradicciones con el núcleo
de mi ser que con mi intelecto. Lo que yo quiero es una total armonía, paz y unidad. Querría desaparecer, di-
solverme, olvidar y acabar conmigo misma. No huir de mí misma, sino surgir natural y armoniosamente con
la tierra y el cielo” (7-VIII-1941). Estas últimas palabras evocan unos versos de A. Verwey que EH copió el 9
de marzo en la primera entrada del diario y que expresan el deseo de surgir melodiosamente de las manos
de Dios.
52 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C2

una gran piedra estuviera dejando caer su peso justo en medio de este órgano 53. Como se
puede ver, el cuerpo también es testigo y parte de la fluctuación emocional 54. Sin embargo,
EH va percibiendo que las piezas del puzle van encajando y que no está necesitando tomar
aspirinas para aliviar los altibajos emocionales o el dolor de estómago 55. Este estado de pa-
cificación física sin necesidad de medicamentos, impensable pocas semanas antes, le deja
admirada y con gran deseo de seguir dando orden al caos.

Vivir para los demás

Durante estos primeros meses EH no paró de buscar la perspectiva pedagógica de su propio


proceso, pues es consciente de que, si vive con honestidad su camino de integración, podría
asistir a quienes estuvieran padeciendo un trance semejante al suyo56. De hecho, en un día
de fuerte depresión en sus vacaciones de Deventer, la joven escribe:
“Me tomo en serio mis depresiones porque intentando comprenderlas podré ayudar a
otros en sus tiempos difíciles. Siempre que me siento baja, lo tomo como una prepara-
ción para ayudar a otros, para guiarles a través del oscuro laberinto de su alma y así,
quizás, ahorrarles muchos momentos infelices. Pero antes de que pueda clarificar la vida
de otros, debo primero clarificar la mía”57.

Otra tarea que siente que debe realizar es la de escribir. Lo expresa mediante la imagen de
un bloque de granito que lleva en su interior y necesita ser tallado. Cree que debe plasmar

53
“Solía pensar que los dolores de cabeza, de estómago, reumatismo y otras condiciones desagradables simila-
res no eran sino física, pero ahora puedo ver que en mí las causas principales son psicológicas. Cuerpo y al-
ma son uno en mi caso (…) Es por eso que la higiene mental es terriblemente importante para mí. Mi gran
adquisición en estos seis meses últimos es que he llegado a ser consciente de esto y que ya no culpabilizo a
mi cuerpo” (5-X-1941).
54
De hecho en Deventer, el 15 de agosto, deja constancia de cómo su cabeza se siente torturada, su cráneo
parece demasiado estrecho para contener tantos pensamientos conflictivos y el corazón cada hora está más
pesado. Después de una semana en casa de sus padres, en la que ha vivido fuertes batallas interiores, se
siente “completamente extenuada e increíblemente infeliz, como si grandes piedras colgaran de cada parte
de mi cuerpo intentando hundirme en una clase de ciénaga” (15-VIII-1941). Algo más de una semana des-
pués, el 23 de agosto, las sensaciones corpóreas son diferentes porque también ella se encuentra en un es-
tado emocional y anímico muy distinto. EH emplea dos imágenes muy singulares para describir la ligereza y
la calidez que siente. Por un lado, habla de que su sensación era como estar formada por dos personas muy
juntas la una a la otra dándose calor, posibilitando esta experiencia: “tuve una amigable charla conmigo
misma y di un paseo por las Avenidas Amstel, completamente sumergida en mí misma”. La otra imagen es
bíblica. Se trata de la nube que rodeaba y protegía al pueblo de Israel en el desierto. EH se sentía como si
tuviera esa nube en torno a ella (Cf. 23-VIII-1941).
55
Cf. 5-X-1941.
56
“Tendré que resolver mis problemas. Siempre me acompaña el sentimiento de que cuando los resuelva para
mí, también los habré resuelto para otras miles de mujeres” (4-VIII-1941).
57
15-VIII-1941.
Una “staretz” en Westerbork 53

realidades concretas pero iluminándolas con su palabra 58, pero no halla la forma adecuada
que permita transparentar el espíritu de cada cosa y esto le hace sufrir 59.

No obstante, el 29 de septiembre se detendrá ante su diario de rayas azules con el fin de


reflexionar serenamente sobre su misión, su puesto en el mundo. Tras un sugerente análisis
concluye que su futuro debe tener dos vertientes: el estudio y la ayuda a los demás. Con
respecto a este segundo aspecto, EH comprende que asumirlo seriamente exigiría seguir
trabajando la interioridad, además de mejorar la situación física y la “higiene mental” 60.

Recapitulación

El C2 supone un avance importante en la actitud teologal de EH 61. En los inicios del cua-
derno emplea el término “Dios” para asignar una realidad vagamente cercana al ámbito
religioso, por ejemplo, para hacer referencia a las normas morales de la época en relación a
la sexualidad en su contexto social: “Es difícil estar en buenas relaciones al mismo tiempo
con Dios y con el cuerpo”62. No obstante, dos hitos van a suponer un crecimiento notable en
la confianza en Dios: por un lado, la comprensión de su persona como un pozo habitado por
Dios y, por otro, la primera vez que se arrodilla.

Estos avances están muy unidos al esfuerzo realizado por acallar su mente y escuchar con
profundidad (hineinhorchen). EH no ve que este proceso sea egoísta en medio del caos his-
tórico que vive su país, sino que se antoja imprescindible si se desea responder lúcidamente
a las grandes cuestiones de las que pueden manar vida para generaciones posteriores. De
hecho, la joven busca comunicar vida por medio de su escritura, a pesar de que no le resulte
fácil hacerlo. De ahí que emplee la imagen del bloque de granito para mostrar el combate
que le supone plasmar sus intuiciones por medio de palabras. Por ahora solo puede hacer
una cosa: esperar y ahondar con honestidad el pozo que ha descubierto en ella.

58
Cf. 5-VIII-1941.
59
Cf. 9-VIII-1941.
60
“Con todo el sufrimiento que hay, empiezas a sentirte avergonzada de tomarte tan en serio tus emociones.
Pero debes seguir tomándote en serio, seguir siendo tu propia testigo, señalando bien todo lo que ocurre en
este mundo, nunca cerrando los ojos a la realidad. Debes hacerte con esta época terrible y tratar de encon-
trar respuesta a las preguntas que estos tiempos presentan. Y quizás las respuestas no solo te ayudarán a ti
sino también a otros…” (13-VIII-1941).
61
Para Juan Martín Velasco “actitud teologal” es la expresión correcta para referirse a la experiencia de fe en
Dios que hace la persona creyente. No sería riguroso hablar de “experiencia de Dios” porque Este no puede
ser experimentado por la persona ya que en Él “vivimos, nos movemos y existimos”, de Él surge continua-
mente la realidad y la persona que se supone lo experimenta. ¿Cómo conocer al Gran Cognoscente? (Cf.
Juan Martín Velasco, Ser cristiano en una cultura posmoderna, Universidad Iberoamericana, México 1996,
100-101).
62
4-VIII-1941.
54 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C2

Por todo esto, rechaza una soledad que le desconecte de la realidad y que simplemente
generaría vidas angustiadas y estériles. Ella apuesta por una soledad que le lleve a una vin-
culación más comprometida con los demás. La escucha profunda en la soledad le permitirá,
además, seguir percibiendo los gritos de su cuerpo (“estómago psicológico”), así como la
belleza y la bondad de la vida, venga lo que venga.
Cuaderno 3 (21 de octubre – 6 de diciembre)
Introducción

El período que recoge este cuaderno consta de 47 días, de los cuales son narrados 27 de
ellos en 42 entradas. El período más largo sin escribir es de 10 días: del 1 al 10 de noviem-
bre. Desde el comienzo del C3 EH está empeñada en la “higiene mental” necesaria para su
“proceso personal”1. Toda esta dinámica se enmarca en un contexto social deprimente, en
una ciudad de Ámsterdam ocupada por el nazismo donde “la vida del ser humano hoy no
vale nada”2. Las nuevas prohibiciones firmadas por el Reichskommissar para los territorios
ocupados de los Países Bajos, Arthur Seyss-Inquart, impedían a los judíos formar parte de
una institución que tuviera miembros no judíos, a los cuales, a su vez, se les prohibía traba-
jar en casas de propiedad judía. Ante estas medidas EH se permite simplemente unos minu-
tos de tristeza porque la vida continúa 3.

Interioridad

La joven está determinada a seguir su camino de maduración controlando el poder impe-


tuoso de la mente, la fantasía y la imaginación. De ahí la transcripción de las siguientes pa-
labras de W. Rathenau4 al inicio de este cuaderno: “El mundo de las ideas y de la imagina-
ción es el más peligroso porque no tiene límite; exige que le demos forma de objeto en nues-
tro yunque, no sea que nuestros golpes concluyan a medio camino y el hombre y el martillo
rueden en el abismo”5. Incluso se dirige a Dios suplicando: “Oh, Señor, dame menos pensa-
mientos al principio de la mañana y un poco más de agua fría y ejercicios” 6. EH busca la mo-
deración del pensamiento poniendo en juego la dimensión física, ya que “vivir solo con la
mente empobrece”7 y enloquece, corriendo el riesgo de caer en una grave confusión entre
el mundo real y el irreal8. Por eso, EH contrapone el conocimiento mediante libros y la vida
misma, acentuando el vivir todo a toda costa 9 y vigilando para que todo conocimiento sea

1
21-X-1941.
2
22-X-1941.
3
Cf. 24-X-1941.
4
Berlín, 1867-1922. Hijo del presidente de la Sociedad General de Electricidad, AEG, dirigió esta tras la muerte
de su padre. Destacó en el mundo político como director de la Oficina de Materias Primas y Racionamiento
durante la Primera Guerra Mundial. A partir de 1921 se le encomendó el puesto de ministro de la Recons-
trucción y, un año después, el de Asuntos Exteriores. Su hito más importante fue la firma, en 1922, del Tra-
tado de Rapallo con la Unión Soviética, hecho por el que fue asesinado.
5
21-X-1941.
6
22-X-1941.
7
23-X-1941.
8
“Ese mundo irreal es más real para mí que el mundo real, y cuando más esfuerzo dedico al primero más impo-
tente me encuentro en el segundo” (30-X-1941).
9
Cf. 21-X-1941.
56 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C3

filtrado hacia la sangre sin que quede anclado en la cabeza 10. Por otro lado, experimenta
que este esfuerzo por no dejarse atrapar por la maraña del pensamiento le conduce a una
mayor simplicidad y, al mismo tiempo, a una mejor aceptación de la complejidad ajena 11.

Otro punto que la joven vigila es el nivel de cansancio que tanto le influye en la capacidad
de amar. Cuando está agotada, en vez de salir hacia los demás de manera entregada, les
exige amor y comprensión. De ahí su esfuerzo por no reclamar atención a nadie sino aguan-
tar sola los momentos de fatiga12. Mientras que ve cómo sus contemporáneos programan
su vida mirando al futuro en una especie de huida hacia delante, EH descubre que existe un
parámetro más sólido desde el que desplegar la existencia: el amor genuino por la vida 13.

Conectados a la fatiga se dan los momentos depresivos. Así, el 30 de octubre admite estar
atravesando una crisis que le empuja a dormir todo el tiempo y a organizar muchas acciones
que no logra acometer. Se refugia en los libros y en la poesía, le vienen pensamientos de
suicidio, tiene un fuerte dolor en el cuello, se siente miserable e incluso cancela las clases
del día. Y, además, cuando registra esto en el diario se espeta: “Me avergüenzo de ti”. En
estos momentos se añade un miedo más: ser como su madre, a quien le sobrevienen dolo-
res, desorganización vital, queja continua y pesimismo después de un poco de entrega ge-
nerosa14. El C3 es testigo de esta crisis que, si hubiera sido un poco más impetuosa, solo
habría tenido como salida, según la joven, una institución mental o la muerte 15. Y es que la
ambivalencia emocional sigue caracterizando a EH16. En ocasiones se abstiene de la lucha y
llega a preguntarse: “¿Por qué no puede haber espacio suficiente para todo dentro de mí?
De hecho todo está dentro de mí: una seriedad bien cargada y humor e ingenio (…) Lo pesa-
do y lo ligero debe ser aceptado como dos aspectos diferentes de mi ser” 17. Pero el día 2 de
diciembre, tres días después, EH aparece batallando por lograr una mayor estabilidad.

Este esfuerzo no será en vano, sino que la joven percibe cómo, en ocasiones, a pesar del
dolor de estómago o el vacío de inspiración, consigue seguir trabajando. Asimismo, adquie-
re otro hábito favorecedor de equilibrio: la organización previa del día pero sin excesiva

10
Cf. 11-XI-1941.
11
Cf. 22-X-1941.
12
Cf. 28-X-1941.
13
Cf. 31-X-1941. Un mes después llega a confesar: “A veces me siento totalmente llena de amor (…) La vida ha
sido realmente muy buena conmigo” (5-XII-1941).
14
Cf. 30-X-1941.
15
Cf. 5-XII-1941.
16
La ambivalencia afectiva conlleva un desequilibrio afectivo difícil de gestionar. La ansiedad es la causa de
que en ocasiones crezca el amor y se atenúe el odio, pero esa misma ansiedad, momentos después, puede
cambiar las tornas. Como dice Ghedin, superar la ambivalencia emocional significa recuperar la autonomía
(W.H. Ghedin, Amores ansiosos y otras cuestiones del amor, Lea, Buenos Aires, 2012, versión digital).
17
29-XI-1941.
Una “staretz” en Westerbork 57

rigidez. Así, aunque a veces se halle en una especie de desorden vital, es capaz de recondu-
cir el día gracias a tiempos dedicados a la interioridad18.

Confianza en Dios

Los espacios de silencio cada vez más amplios y frecuentes van revolucionando la vida inte-
rior de EH y en ese torbellino también está Dios. De hecho, menciona por vez primera el
título de una novela autobiográfica que le encantaría escribir sobre su propio proceso espiri-
tual: La chica que no sabía arrodillarse. Este gesto, de una intimidad mayor incluso que el
sexo, es asociado en varias ocasiones al encuentro con la divinidad:
“Hay una cierta lamentación y nostalgia y un poco de sabiduría en algún lugar dentro de
mí que ruega por salir. A veces diferentes diálogos me recorren por dentro al mismo
tiempo, imágenes y números, sentimientos, destellos fugaces que deben de ser mi más
auténtica verdad. El amor por los seres humanos por el que se debe luchar con fuerza.
No por medio de la política o un partido, sino en nosotros mismos. Mucha falsa vergüen-
za que exterminar todavía. Y está Dios. La chica que no sabía arrodillarse pero que
aprendió a hacerlo sobre una alfombra de coco en un baño desordenado. Estas cosas
son muy a menudo más íntimas incluso que el sexo. La historia de la chica que aprendió
gradualmente a arrodillarse es algo que me encantaría escribir lo más detalladamente
posible”19.

Dos días después, consciente del peligro de utilizar a Dios a fin de que la vida resulte más
llevadera o la realidad más digerible 20, se compromete ante Él a no evadirse de ella, sino,
por el contrario, a portar lo mejor de sí misma. Se atreve a pedir, a cambio, un poco de luz
para hacer realidad uno de sus anhelos más fuertes: escribir lo que lleva dentro de ella sin
que la falta de coraje ni la ignorancia 21 dejen arrinconado ese “algo” interior que se asemeja
a una lamentación o una dulce amabilidad que grita por salir 22. Por tanto, la joven se dirige a
Dios suplicándole hallar el propio modo de expresarlo, pues tal impotencia empieza a viven-
ciarla como un verdadero problema 23.

18
“Esta noche he llegado a estar más cerca de mí misma, me he descubierto a mí misma. Mi vida interior de
repente se ha hecho transparente otra vez. Este sentimiento de total armonía es lo máximo que uno puede
alcanzar. Al menos para mí. Tal noche es algo que sobrevivirá por mucho tiempo. No puedes esperar dar
vueltas en torno a esta bendita armonía para siempre” (31-X-1941).
19
22-XI-1941.
20
Cf. 24-IX-1941.
21
“Mira, Dios, lo haré lo mejor que pueda. No huiré de la vida. Permaneceré aquí e intentaré desarrollar los
talentos que me has dado. No seré una saboteadora. Pero dame siempre una señal y deja que algo de músi-
ca fluya de mí, permite que lo que hay dentro de mí adquiera expresión, lo deseo desesperadamente” (24-XI-
1941).
22
Cf. 22-XI-1941.
23
Cf. 6-XII-1941.
58 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C3

Y Dios no tardó en responder. El 25 de noviembre, yendo en bicicleta, llegó uno de los mo-
mentos de mayor cercanía divina, surgiendo de su interior una sincera oración. No son pa-
labra envalentonadas, sino llenas de humildad enraizada en un cada vez mayor conocimien-
to propio. A sabiendas de sus altibajos, expresa con toda llaneza lo que le gusta (calor y se-
guridad) y necesita (momentos de descanso), pero sin poner ningún tipo de condición a la
aceptación de los momentos de lucha, inquietud o incomodidad:

“Dios, cógeme de tu mano, te acompaño obedientemente, sin resistirme. No rehuiré na-


da de lo que me llegue en la vida, lo asimilaré con todas mis fuerzas. Pero dame de vez
en cuando un breve instante de tranquilidad. Tampoco pensaré, en toda mi inocencia,
que la paz, en caso de que me llegue, vaya a ser eterna. También aceptaré la intranqui-
lidad y la lucha que volverán a continuación. Me gusta estar protegida por el calor y la
seguridad, pero tampoco me rebelaré si entro en el frío, siempre y cuando sea de tu
mano. Iré a todas partes de tu mano y quiero procurar no tener miedo. Intentaré irradiar
algo del amor, del verdadero amor humano que hay en mí, en cualquier parte que esté
(…) A veces me gustaría estar recluida en un convento. Pero sé que debo buscarte entre
la gente, fuera en el mundo”24.

El abandono que refleja esta oración es asombroso, pero aún ha de pasar por el crisol de la
realidad herida y el límite. Cuando llega el sufrimiento, parece que uno prefiere elegir qué
escenarios tomar y cuáles dejar de lado. EH lo vivió en sus propias carnes y tan solo cinco
días después de la oración anterior escribe: “‘Oh, Señor, te dije que tomaría sobre mí el su-
frimiento que viniera’. Pero parece que quiero coger y elegir mi propio sufrimiento, algo así
como: ‘Sí, acepto esta clase de sufrimiento pero no esa’”25.

Se trata, además, de una oración en la que manifiesta su voluntad de permanecer en con-


tacto con el mundo exterior, pues es allí donde siente que Dios le espera. Su estar en el
mundo no es un estar anodino, indiferente o despistado, sino que pretende convertirse en
cauce del amor compasivo que mana de su interior26.

Y EH, conocedora de que el amor no es solo una tarea sino sobre todo un don, se arrodilla
unos días después para suplicar al Señor que le permita mantenerse en contacto consigo
misma para poder, de este modo, llevar a cabo sus acciones cotidianas con un amor profun-
do27. Esta genuflexión no se produce precisamente en un día sereno y de gran paz interior,
sino antes de tomar veinte pastillas que le produzcan un aborto. Embarazada sin desearlo,
siente angustia y ha decidido abortar para, con sus palabras, “no traer a este mundo, que es
un valle de lágrimas, a otra criatura infeliz y desgraciada”. Justamente antes de ingerir los

24
25-XI-1941.
25
30-XI-1941.
26
Cf. 30-XI-1941.
27
Cf. 3-XII-1941.
Una “staretz” en Westerbork 59

comprimidos de quinina, arrodillada en el baño, sobre una alfombrilla rugosa de coco, y con
las manos sobre sus ojos, hace su oración de petición:
“Me arrodillo una vez más en la rugosa alfombra de coco, mis manos sobre mis ojos y
rezo: ‘Oh, Señor, permíteme sentirme en contacto, en unidad conmigo misma. Permíte-
me obrar las miles de tareas cotidianas con amor, pero deja que cada acción brote des-
de el más íntimo centro de la devoción y el amor’. Entonces no importará lo que haga
sino quien soy. Pero todavía me queda un largo camino que recorrer. Yo tragaré veinte
pastillas de quinina hoy. Me siento un poco extraña aquí debajo, al sur del vientre”28.

Desde los parámetros morales de EH no hay contradicción entre el aborto y pedir a Dios
más capacidad de amor para las tareas cotidianas. Más aún, tres días después, todavía entre
prácticas abortivas, siente que realiza una buena acción. Y así se lo dice a su niño no nacido:

“Te dejaré en estado de no nacido, rudimentario ser que tú eres, y deberías estarme
agradecida. Casi siento un poco de ternura por ti. Me asalto con agua caliente, instru-
mental aterrador y lucharé pacientemente y sin descanso hasta que te haya devuelto a
la nada, y entonces tendré el conocimiento de que he realizado una buena acción, que he
hecho lo correcto. Después de todo no puedo darte suficiente fuerza y, además, mi fami-
lia contaminada te acribillaría con enfermedades hereditarias”29.

Un amor que lucha por ser universal

En medio de tantas circunstancias personales 30 y sociales, EH tiene que bregar para llevar
adelante una intuición con la que comienza este cuaderno: su amor es para toda la humani-
dad y no solo para un solo hombre. De ahí que a veces con cierta desesperación busque la
libertad y la independencia con respecto a JS31, ya que a pesar de reconocer que le ayuda a
serenarse, no desea tenerlo como modelo 32. EH pretende ser, simple y llanamente, ella
misma.

Es cierto que, en ocasiones, surge en ella la urgencia de vivir con un único hombre, pero
entonces se rebela hasta el punto de escribir: “Es algo que debo erradicar”33. Esta reacción

28
3-XII-1941.
29
6-XII-1941.
30
Sus escritos permiten diferentes interpretaciones del aborto. Por un lado, que fuera un tema superado rápi-
damente que no dejó ninguna herida especial, e incluso que pudiera resultar un alivio. Y es que no vuelve a
hacer mención en sus diarios de este acontecimiento. Tan solo el 21 de marzo de 1942 EH escribe cómo
aquella tarde surgieron con JS diferentes temas de conversación, entre ellos el del aborto o, como ella es-
cribía, el “niño no nacido”. Por otro lado, se pudiera pensar que este silencio tuviera que ver más con una
represión del tema. Una situación no integrada que le sobrepasa y que prefiere abandonar en el silencio del
subconsciente.
31
Cf. 21-X-1941.
32
Cf. 22-X-1941.
33
11-XI-1941.
60 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C3

se explica no tanto por una minusvaloración del matrimonio, sino por un rechazo frontal
contra la postura de muchas mujeres de su época de hacer de su marido su absoluto, su
sentido o su centro existencial. EH no concibe que una persona, en vez de forjar en su inte-
rior una consistencia real, se lance hacia afuera en busca del eje que debe unificarla. Ni si-
quiera en una persona muy amada.

El 25 de noviembre la joven explica cómo la relación con JS ha cambiado de improviso, co-


mo si interiormente hubiera roto con él. Por eso dice: “Sentí muy dentro de mí que mi vida
debe ser completamente independiente”. Pero confiesa también cómo hacía tan solo unas
semanas sintió gran felicidad y calidez cuando, en medio de los rumores de que los judíos
eran enviados a Polonia, JS le dijo que debían casarse para poder seguir trabajando igual de
bien. No obstante, de nuevo, ese tipo de gozo no era continuado, sino que terminaba disi-
pado abriendo espacio a otra sensación difícil de explicar que, después de unas horas, cris-
talizó en estas palabras: “Él se había convertido en una parte inseparable de mí. Y con esta
nueva parte de mí debo continuar, pero sola. Por fuera nada cambia, por supuesto. Yo sigo
siendo su secretaria, sigo mostrando interés por su trabajo, pero por dentro yo estoy mucho
menos atada”34. Apenas diez días después, EH expresa su sorpresa al comprobar que los
deseos eróticos hacia JS, que creía superados, siguen estando ahí 35. Esta conciencia corporal
le lleva no solo a tomar conciencia del propio deseo sexual, sino también de su falta de con-
trol con respecto a la comida que cree tener su origen en su ansia intelectual 36.

A nivel familiar, el combate continúa. Así, el 21 de noviembre EH siente una mezcla de re-
chazo y de pena al constatar la avidez de su madre a la hora de comer. Incluso piensa que es
posible que la obsesión que ella tiene por acaparar todo pudiera provenir de su madre. Y
quizás, precisamente por verse reflejada, siente cierto rechazo hacia ella. No obstante, una
semana después escribe en su diario un propósito ante la próxima visita de su padre: “amar
a mi padre profunda y sinceramente y perdonarle que me haya alterado mi vida placente-
ra”37. A los dos días describe a su padre como una persona sin gran personalidad, llena de
dudas y con un gran complejo de inferioridad que se ha traducido en un desastroso matri-
monio.
34
25-XI-1941.
35
Cf. 5-XII-1941.
36
“Es extraño que mientras he estado llena de impulsos creativos, ocupada rellenando hojas de papel con una
novela – “La chica que no podía arrodillarse” o algo así, y un tema sobre Levi- y tantas y tantas otras cosas,
me siento urgida de repente a escribir esto: “Salto de la colcha azul del diván como mordida por una víbora,
mi estómago ruge – sí, este estómago otra vez”. Y mientras ostensiblemente pondero mis problemas de éti-
ca y verdad y Dios, he desarrollado un problema con respecto a comer. Algo para analizar, sin duda. Arruino
mi digestión simplemente por comer demasiado. Por una falta de control, en otras palabras” (21-IX-1941).
Más aún, EH relaciona todos sus dolores de estómago con su madre, que siempre hablaba de comida y se
refugiaba en ella comiendo de manera compulsiva (Cf. 21-XI-1941).
37
28-XI-1941.
Una “staretz” en Westerbork 61

Recapitulación

El C3 no supone un avance importante en los frentes que EH tiene abiertos como, por
ejemplo, el esfuerzo por acallar su mente o por poner en palabras sus vivencias internas. No
obstante, en otros, como el intento de salir de sí misma en las relaciones familiares o la con-
fianza en Dios, sí se ven ciertos progresos.

En este último aspecto sobresalen algunas oraciones, como la del 25 de noviembre, en la


que la joven expresa su compromiso realista de afrontar todo lo que venga de la mano de
Dios. Por tanto, no se trata de una vinculación intimista, sino “extática”, en el sentido de
que conduce a la entrega y a la salida compasiva hacia los demás.

En lo que se refiere a la relación con JS, la joven sigue luchando para seguir la voz interior
que le conduce a no ser exclusiva en el amor a un solo hombre. Sin embargo, no le resulta
sencillo por la atracción que la personalidad de JS ejerce sobre ella.

Por último, se ha de indicar que los últimos días de este cuaderno vive la angustia de un
embarazo no deseado al que pone fin, expresando su deseo de no traer a este mundo des-
dichado una inocente criatura. En este contexto JS y unos amigos realizan un viaje a Utretch
el domingo 6 de diciembre, día en que comienza una nueva etapa en la maduración interior
de EH, según lo expresa ella misma la noche del 16 de diciembre ya en el C4.
Cuaderno 4 (8 de diciembre – 25 de enero)
Introducción

De los 49 días que van del 8 de diciembre de 1941 al 25 de enero de 1942, EH escribe en 63
ocasiones para dar cuenta de 32 días. El período más largo de ausencia es de tan solo 4 días:
del 24 al 28 de diciembre.

Se trata de un cuaderno muy especial por varios motivos. Por un lado, la misma EH siente
en su interior que empieza una nueva etapa1; en segundo lugar, este cuaderno se estrena
nada más haberse practicado un aborto; y, por último, al coincidir con el final del año 1941,
dedicará algunas de sus entradas a recapitular todo lo vivido desde que conoció a JS.

Si el C3 terminó con la dificultad que encontraba EH para desplegar su vocación como escri-
tora, la joven inicia el C4 con la imagen del bloque de granito al que desea dar forma. Se
trata de una metáfora del anhelo casi angustioso por hallar el propio modo de expresar lo
que hay en ella2. En ocasiones la tristeza le embarga por “la incapacidad de expresarme
adecuadamente. Cuando mis sentimientos y mi mente no aciertan a reflejar en palabras
claras e imágenes lo que hay dentro de mí” 3. De ahí que EH tenga que animarse a sí misma,
levantarse y echar de ella el miedo a escribir algo que no sea muy especial 4. El caso es que
sin su talante como escritora hubiera sido imposible el C4, que es testigo de la eclosión de
Dios en su vida en medio de una situación social en la que se gesta una de las mayores ca-
tástrofes humanitarias.

Y es que el tiempo que recoge el C4 coincide con el comienzo del traslado de los judíos de
las provincias a Ámsterdam, donde solo se les permitía acceder a ciertas zonas de la ciudad.
Mientras, los judíos extranjeros y sin patria fueron enviados directamente al campo de trán-
sito de Westerbork y nuevas medidas antisemitas salieron a la luz: se prohíbe la educación
pública y la conducción de coches a los judíos 5.

Postura ante el sufrimiento

Estas leyes hacen presentir la dimensión de la catástrofe que se avecina, pero EH ya ha em-
pezado a prepararse interiormente. Así, unos días antes de la Navidad de 1941, la joven
hace una sugerente distinción entre buscar el sufrimiento y acoger los eventos tal y como

1
La misma EH, en la noche del 16 de diciembre, escribe que el viaje a Utretch de JS y sus amigos (7 de diciem-
bre), que coincide con el aborto, marca una nueva fase de madurez. A este viaje fueron JS, Tide, Glassner
(organista y pianista alemán) y Adri Holm (miembro del Spier Club y secretaria de JS hasta que EH la sustitu-
yó en esta labor).
2
Cf. 8-XII-1941.
3
29-XII-1941.
4
Cf. 6-I-1942.
5
El 9 y el 23 de enero respectivamente.
Una “staretz” en Westerbork 63

llegan. Lo primero es masoquismo patológico; lo segundo es la aceptación saludable de la


vida. Según EH, no es necesario ir a buscar el sufrimiento, pero cuando este se impone no se
debe evitar, pues se sufre más jugando al escondite y maldiciendo el sufrimiento que mi-
rándolo cara a cara. La joven recuerda una frase de A. Suarès al hilo de sus pensamientos:
“El dolor no es el lugar de nuestro deseo, pero sí el de nuestras certezas” 6. Esto no significa
que EH esté reclamando que el sufrimiento sea visto como una perfección, sino que este
debe ser redimido7. Además, al reflexionar sobre el suicidio en momentos de absoluta gra-
vedad, considera que acabar con uno mismo es un error metafísico y una equivocación del
espíritu humano, porque “muestra falta de fe en la bondad eterna y una rebelión contra el
deber propio más profundo de obedecer la ley universal. Quien se mata es un asesino, y no
solo de sí mismo sino de otra criatura”8.

Vigilancia

EH va comprendiendo que el dolor y la inquietud es posible gestionarlos por medio del si-
lencio9, por lo que se propone cuidar el inicio del día 10 por si este amaneciera con tristeza11.
Además, otro modo que pone en marcha para comprender y gestionar sus dificultades men-
tales o emocionales es buscarles algún tipo de imagen poética, como hizo el 17 de diciem-
bre cuando mejora de un resfriado, de una gran fatiga y un dolor de estómago por medio de
la imagen de un “regazo seguro de la noche”. O semanas más tarde, después de arrodillarse,
recurre a la imagen de los canales que se dirigen hacia el mar, con el fin de volver a fluir12.

Así, poco a poco, EH se va familiarizando con lo irracional – que es parte de la vida13- y la


tristeza, cuyo origen comprende cada vez mejor: “De la incapacidad de expresarme adecua-
damente. Cuando mis sentimientos y mi mente no aciertan a reflejar en palabras claras e
imágenes lo que hay dentro de mí”14. EH siente la tristeza como una gran piedra pero “la
tomo con cariño y apertura y entonces es cuando me doy cuenta de que la tristeza es tam-

6
A. Suarès. Dostojewski, Kurt Wolff Verlag, Munich 1921, 81.
7
Cf. 15-XII-1941.
8
15-XII-1941. Se trata de una cita de W. Rathenau que continúa así: “Porque el individuo no es una entidad que
se autocontiene. Esta clase de muerte – y esta es mi más profunda convicción, no es una liberación como el
final natural del que no somos responsables. Cada acto de violencia tiene efectos duraderos, también todo lo
que hacemos. Estamos aquí para cargar algo del sufrimiento del mundo sobre nosotros… y no para incre-
mentarlo a base de violencia. Sé que sufres y sufro contigo. Sé amable con ese sufrimiento y él será amable
contigo (…) Tienes demasiado amor en ti; ofrécelo todo a tus colegas, a niños, a las cosas, incluso a ti mismo
y a tu dolor…”.
9
Cf. 11-XII-1941.
10
Cf. 13-XII-1941.
11
Cf. 17-XII-1941.
12
Cf. 5-I-1942.
13
Cf. 16-XII-1941.
14
29-XII-1941.
64 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C4

bién parte de mi ser, de hecho una preciosa parte de él y que no debo eludirla cuando ella
me reclama un tiempo”15. Y unos párrafos después: “Estoy siendo cada vez más consciente
del hecho de que la marea baja es posible y que tiene que ser aceptada y es algo bueno” 16.
Dos días más tarde, el 31 de diciembre, en su resumen de año, vuelve a incidir en que la
tristeza ya no le detiene ni le desconecta. Todo esto le lleva a expresar al final del C4 que los
momentos incomprensibles de tristeza que antes le condicionaban la vida varios días, ahora
puede gestionarlos en una media hora 17.

EH entiende, a medida que avanza en su proceso personal, que tanto la alegría como la tris-
teza son parte de la vida; los momentos más álgidos y los más oscuros tienen cabida en el
ser humano, el cual es mucho más “ancho” de lo que a priori es posible imaginar. Concebir
un ser humano estrecho es tan errático como decidir qué aspectos sí y cuáles no han de
constituir la existencia. Desalojar lo incómodo o lo que hiere o lo que desborda o lo que en-
ternece o… es evitar alguna dimensión de la realidad que puede constituirse en fuente de
sentido y de plenitud para la persona. Y es que…

“…todo lo llevamos dentro y nada debe ser negado: tu tristeza y tu fatiga al igual que tu
exuberancia, tus errores, tus momentos superficiales, los celos que tú combates y la des-
honestidad interna que reconoces. Y tu desaliento y tu euforia. Lo llevas todo dentro de ti
y no debes abandonar ninguna parte de tu vida, tienes suficiente espacio para acomo-
darlos y comprenderlo todo”18.

Dos semanas más tarde expresa nuevamente esta unidad interior que supera la antigua
sensación de una barrera infranqueable entre el estudio y la vida real, entre la mente y la
vida, entre lo interior y lo exterior. Aquella dualidad suponía una lucha y un desgaste inútil
de tiempo y de energía, al ser la razón, que conoce por separación, la que llevaba las riendas
de su vida19.

15
29-XII-1941.
16
29-XII-1941 y 11-I-1942. Como D. Goleman indica, la tristeza como tal no es necesariamente un estado nega-
tivo; por el contrario, puede desempeñar las funciones necesarias para una recomposición emocional, como
sucede con el duelo tras la pérdida de un ser querido. Pero cuando adquiere la naturaleza crónica de una
depresión, puede erosionar la salud mental y física de una persona llevándola incluso a cometer un suicidio
(Daniel Goleman, Inteligencia emocional, Kairos, Barcelona 1996, 129).
17
Cf. 24-I-1941.
18
29-XII-1941.
19
“Estudiar se ha convertido en una experiencia de vida real y ya no solo implica a la mente. En mi escritorio
me encuentro en medio de la vida en abundancia y llevo la paz interior y el equilibrio que he adquirido al ex-
terior. En el pasado tenía que mantenerme retirada del mundo porque sus muchas impresiones me creaban
confusión y me hacía infeliz. Tenía que huir hacia una habitación silenciosa. Ahora llevo esa habitación silen-
ciosa dentro de mí, por decirlo así, y puedo retirarme en cualquier momento, sea en un tranvía abarrotado o
en medio de la ciudad” (9-I-1942).
Una “staretz” en Westerbork 65

Un Dios ante el que arrodillarse

Varios lugares son para EH escenarios privilegiados para entrar en conexión consigo misma
y con el resto de criaturas de una manera casi connatural. Uno de ellos es un espacio natu-
ral en medio de la ciudad de Ámsterdam: el Apollolaan 20. El otro lugar en el que se ensancha
el alma de EH es la orilla del río Ijseel en Deventer21. Y en el fondo de su alma, Dios. Y es que
EH no solo expresa en su cuaderno cómo el deseo que tiene de Dios va en aumento, sino
también cómo Dios le concede una fuerza duradera22. Así, el 12 de diciembre la joven dirige
por primera vez una plegaria de agradecimiento a Dios. Es especialmente significativo que
exprese gratitud por lo que medio año atrás le hubiera resultado prácticamente imposible:
por haber sido creada por Dios tal y como es 23.

Y la siguiente noche EH se arrodilla en medio de la habitación, entre las sillas de hierro y so-
bre una alfombra24. Fue un momento de tal intimidad que la joven lo comparó con una no-

20
Se trata de una de las calles amplias e históricas, de doble dirección y con arbolado en la mediana, que lleva
el nombre del dios Apolo. Hoy en día, a lo largo del Apollolaan es posible encontrar algunos hoteles de lujo.
Además de su función residencial, Apollolaan también alberga muchas empresas del sector inmobiliario, le-
gislativo y financiero. Linda con el canal del río Amstel: “Hay un lugar en el que siempre siento que mi cora-
zón crece, allí, en Apollolaan, cuando dejo Stadionkade detrás. Mi corazón se ensancha entonces, lanzo mi
cabello al aire, y aparece un sentimiento especial cada vez. De repente me lleno de un tremendo placer, al-
gunas veces porque el viento me da en el rostro y me agarro a la bicicleta como a un caballo debajo de mí
que he de domar” (12-XII-1941). El Stadionkade es una calle que conduce hasta el estadio olímpico, cerca de
la cual JS vivía y pasaba consulta en un par de habitaciones alquiladas. Otros días en los que EH escribe so-
bre el Apollolaan o el Stadionkade: 12, 13 y 23-III-1941; 15-VI-1941; 29-IX-1941; 19-XII-1941; 19-I-1942; 2-III-
1942; 22-IV-1942; 23 y 26-V-1942; 8-VII-1942.
21
El río Ijssel es una de las tres ramas principales en las que se distribuye el Rin una vez que cruza la frontera
entre Alemania y Países Bajos: “El tren a Deventer. Mirando los rostros a mi alrededor… Los cielos abiertos,
serenos y también un poco tristes. Miro por la ventana y es como si estuviera recorriendo el paisaje de mi
propia alma. Paisaje de alma. Me siento así a menudo: que el paisaje de fuera es el reflejo de mi interior. El
jueves por la tarde a lo largo del río Ijssel. Un paisaje radiante, extenso y brillante. Y una sensación de estar
viajando a través de mi alma” (30-XII-1941).
22
“Querido Señor, no puedo estar llamándote en cada ocasión tonta. Aquella vez que te llamé con pasión ho-
nesta (se puede estar refiriendo a los días 24 y 25 de noviembre), fuera de una necesidad profunda, me diste
fuerzas que han tenido un efecto duradero” (11-XII-1941).
23
“Oh Dios, gracias por haberme creado como soy. Gracias por la sensibilidad de plenitud que a veces tengo.
Aunque después de todo, esa plenitud no es sino estar llena de Ti. Te prometo esforzarme toda mi vida por
conseguir la belleza y la armonía y también la humildad y verdadero amor, susurros de lo que escucho den-
tro de mí durante mis mejores momentos” (12-XII-1941).
24
Describe esta escena en la entrada del día siguiente: domingo 14 de diciembre. Se trata de un gesto del que
queda constancia en C4 en nueve días (ocho de manera explícita y una de manera más velada) de los treinta
y dos días que recoge. Esta postura corporal se encuentra en el límite entre la interioridad (contactar con su
parte más íntima) y la actitud teologal (ámbito de la confianza en Dios). En ninguna de las veces en que se
menciona el arrodillarse, salvo cuando se refiere a la experiencia de JS y de Tide, EH habla de Dios de mane-
ra explícita, aunque apunta hacia ello. Y solo en la última, justo en la que aparece el gesto de arrodillarse de
modo implícito, no habla de Dios pero sí de “rezar”. El gesto habla en la mayoría de los casos de una prácti-
ca de escucha interior con el fin de alcanzar paz, serenidad y lucidez, al mismo tiempo que le sirve para aca-
llar voces y pensamientos molestos que crean en ella confusión.
66 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C4

che de pasión amorosa solo capaz de ser descrita por un poeta. Fue realmente especial por-
que, a diferencia de otras veces, ella no toma la iniciativa en el gesto, sino que se siente im-
pulsada, apremiada e incluso forzada por una fuerza mayor. EH, además, añade un matiz: al
arrodillarse se sintió como en fase de entrenamiento. No es un gesto que le resulta automá-
tico, fácil o vacío de contenido. Aún le cuesta, pues le hace sentir cierto rubor25.

La entrada del domingo 14 de diciembre es significativa, pues pretende recapitular en ella


todo lo que en su interior se está moviendo a nivel religioso. Así, transcribe una conversa-
ción mantenida con JS a partir de un diálogo terapéutico que este mantuvo con un paciente:
“‘A veces tengo la sensación de que Dios está dentro de mí, por ejemplo cuando escucho
la Pasión de san Mateo'26 y S. dijo algo como ‘En tales momentos eres completamente
una con las fuerzas cósmicas y creativas que trabajan en todo ser humano’ Y estas fuer-
zas creativas son definitivamente parte de Dios, pero necesitas el coraje de ponerlo en
palabras’. Esta frase me ha estado resonando en los oídos varias semanas: necesitas co-
raje para ponerlo en palabras. El coraje de pronunciar el nombre de Dios. S. una vez me
dijo que me llevaría bastante tiempo hasta atreverme a decir “Dios” sin sentir que había
algo ridículo en ello”.

Estas palabras sobre la osadía de pronunciar el nombre divino quedaron latentes para, en el
momento oportuno, poner en jaque las resistencias internas de EH, y así acoger con mayor
libertad y gozo la presencia de Dios en su vida.

Ese mismo día JS siguió siendo, en cierto modo, protagonista del despertar religioso de EH.
Curiosa desde hacía tiempo por saber cómo rezaba JS, le preguntó. A la joven le sorprendió
que se ruborizara y contestara parcamente: “De eso todavía no puedo hablar”. Esta respues-
ta añadió a su incipiente inquietud religiosa un grado más de misterio, sacralidad, imponen-
cia, seriedad e inmensidad. Y es que su hombre más admirado y querido, con quien había
compartido momentos de intimidad y confianza, sabio conocedor de varias ciencias, parecía
reservar un silencio inviolable para su relación con Dios 27.

25
“Ayer por la noche, un poco antes de ir a la cama, de repente me arrodillé en medio de esta gran habitación,
entre las sillas de acero y la alfombra. Casi automáticamente. Forzada hacia el suelo por algo más fuerte que
yo misma. Hace un tiempo dije: “Estoy ejercitándome en arrodillarme”. Aún estaba ruborizada por este acto,
tan íntimo como los gestos del amor que tampoco pueden ser puestos en palabras, salvo por un poeta” (14-
XII-1941).
26
"La Pasión según san Mateo" (Matthäus Passion) fue estrenada por Juan Sebastián Bach (Eisenach 1685-
1750) el día 11 de abril de 1727 (Viernes Santo) en la Thomaskirche de Leipzig.
27
De nuevo la curiosidad le llevó a preguntarle unos días más tarde: “Y después de muchos consejos por su
parte, yo finalmente le hice la pregunta: ‘¿Tú te arrodillas también?’ Yo aún no puedo escribir sobre esto.
Más tarde. Y para Dios: ¿Cómo ha sido tu digestión más tarde?” EH intuye que una prueba de lo que real-
mente significa Dios para JS se encuentra en la expresión corporal de su relación con Él: “Conozco los gestos
íntimos que él usa con las mujeres, pero yo también quiero conocer los gestos que él tiene con Dios. Él reza
todas las noches. ¿Se arrodilla en medio de la pequeña habitación? ¿Y entierra su cabeza pesada en sus
Una “staretz” en Westerbork 67

La relación con JS fue decisiva para poner orden en el caos de EH y también para su inicia-
ción religiosa. Sin embargo, solo a medida que se fue liberando de los sentimientos de ena-
moramiento, pudo irse dejando en Dios. Al tomar distancia de sus afectos obsesivos, hubo
espacio para nuevas experiencias: “El estúpido y apasionado deseo de perderme en él (Spier)
ya se ha esfumado, ha crecido la sensatez. Todo lo que me queda de este sentimiento es la
voluntad de rendirme ante Dios o ante un poema”28. Así es. Abandono en Dios pero también
rendición a la poesía que supuso para EH un trampolín a lo inefable, a lo intangible y un cau-
ce para expresar la sed profunda de sentido.

Por otro lado, EH diferencia progresivamente entre la interioridad de su persona y el Dios


que la habita. Es una labor que le exigirá tiempo, ya que en los inicios se nota cierta confe-
sión: “Confianza, verdadera gran confianza, está madurando en mí finalmente. Me siento a
salvo y segura en tus manos, oh Dios. No me desconectaré tan a menudo de los manantiales
profundos que hay en mí”29.

El miércoles 31 de diciembre, la joven realiza por escrito una revisión del año transcurrido,
considerándolo el más rico y fructífero. Además relata un cambio relativo a su religiosidad.
Antes de empezar las entrevistas con JS, ella era de quienes se consideraba, en última ins-
tancia, y si no hay más remedio, creyente. Sin embargo, “ahora de vez en cuando caigo de
rodillas junto a la cama” y en esa postura escucha lo que hay en su interior y se deja condu-
cir por esta realidad. Asimismo, constata que esta experiencia es solo el inicio de una aven-
tura mayor y en el horizonte encuentra esa fuerza que le induce a arrodillarse 30 y esa voz
interior que la guía31, es decir, Aquel a quien llama, cada vez con mayor convicción, Dios32.

La lectura de C.G. Jung también entró a formar parte de este proceso en el que el raciona-
lismo y el ateísmo de EH, poco quedaba ya, se iba derritiendo 33. Los textos que copia del

grandes y buenas manos? ¿Y qué dice? ¿Se arrodilla antes de quitarse la dentadura o después?...” (21-XII-
1941).
28
17-XII-1941.
29
21-XII-1941.
30
Cf. 14-XII-1941.
31
cf. 31-XII-1941.
32
“La última tarde de un año que ha sido el más rico y fructífero, y sí, el más feliz de todos. Y si yo tuviera que
poner en pocas palabras lo que ha significado este año – desde el 3 de febrero cuando tímidamente toqué el
timbre del número 27 de la calle Courbetstraat y un hombre de mirada extraña y con una clase de antenas
en su cabeza me examinó las palmas de mis manos- entonces yo diría: ‘mayor conciencia y después más faci-
lidad para acceder a las fuentes internas’. En el pasado, yo, también, solía ser de aquellos que ocasionalmen-
te exclamaban: ‘Yo, de hecho, también soy religiosa’. O algo así. Pero ahora de vez en cuando caigo de rodi-
llas junto a la cama, incluso en una fría noche de invierno. Y escucho dentro de mí; me permito ser conduci-
da, no por algo de fuera, sino por lo que surge desde lo profundo de mi interior. Esto no es más que el princi-
pio, lo sé. Pero ya no es un inicio titubeante, sino que ya ha echado raíz” (31-XII-1941).
33
Se apuntan a continuación dos de los textos que EH copia en C4:
68 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C4

célebre discípulo de Freud aportan a la joven un apoyo racional para trascender precisa-
mente este nivel. Por ejemplo, le refuerzan la idea de que existen personas cultas y especia-
listas en las profundidades del ser humano, como son los psicólogos, que lejos de eliminar la
hipótesis de la existencia de Dios, necesitan esta premisa para poder explicar el alma. Por
tanto, Dios y el hombre no son contrincantes; la fe en Dios y la valoración de la razón son
compatibles; Dios posibilita una verdadera comprensión del mundo. Por otro lado, una nue-
va pieza del puzle encaja: una cosa es que el ser humano tenga experiencia de lo insondable
e inefable y pueda llamarlo “Dios”, y otra es que la imagen de Dios sea susceptible de ser
errónea. Y es que EH sentía esto mismo: su experiencia de Dios no siempre encajaba con el
contenido que sus contemporáneos daban al concepto “Dios”, el cual estaba muy por enci-
ma de todos los conceptos que la limitada mente humano pudiera crear.

El 9 de enero la joven se dirige a Dios agradeciéndole el fortalecimiento del núcleo interior


que regula su vida, que es precisamente Él mismo. EH le ha permitido habitar en el centro
de su ser, desde donde ejerce una poderosa fuerza de orden que pacifica los aspectos más
caóticos y alejados. EH ha encontrado de Quien fiarse34.

Durante estos días primeros del año, al repasar sus diarios iniciales, cae en la cuenta de lo
mucho que ha cambiado. ¡Qué antiguos le parecen sus propios escritos! De hecho, recuerda
cuánto le costaba tomar una postura orante y decir “Gracias, Señor”35, mientras que ahora

- “Para ellos (psicólogos tradicionales) no se trataba solo de una hipótesis, sino la evidencia manifiesta de que
este sistema era una entidad dotada de voluntad y de conciencia, y hasta incluso un ser. Y a este ser se le
llamó Dios, que se convirtió así en la quintaesencia de toda realidad. Dios era el ser más real, la primera cau-
sa, solo mediante la cual podía ser explicada el alma” (31-XII-1941). El texto completo en castellano se pue-
de hallar en C.G. Jung, Los complejos y el inconsciente, en: www.formarselibros.com.ar.
- “Conozco personas para quienes este encuentro con el extraño poder en su interior fue tan sobrecogedor
que lo llamaron “Dios”. Así experimentado, Dios también es una teoría en el sentido más literal, un modo de
mirar al mundo, una imagen que la limitada mente humana crea para expresar una experiencia insondable e
inefable. La experiencia sola es real, no puede ser discutida; pero la imagen puede ser dañada o rota en pe-
dazos”33 (12-I-1942) (C.G. Jung, The Importance of Psychology for the Present). Se trata de una conferencia
realizada en Rhineland en febrero de 1933. EH la copió en el Levenskunt en la segunda semana. En caste-
llano se puede encontrar en Cap. 7. “El significado de la psicología para el presente”, en Carl G. Jung, Civili-
zación en Transición. Obra Completa (Vol. 10), Trotta, Madrid 2014.
34
“Creo que trabajo bien contigo, Dios, trabajamos bien juntos. Te he asignado una morada cada vez más
espaciosa dentro de mí, y también estoy empezando a creer en Ti. Casi nunca tengo que negarte. Ni en los
momentos más frívolos y triviales, no tengo que negar mi propia vida interior por más tiempo por un senti-
miento de vergüenza. El poderoso centro irradia sus rayos hasta las más lejanas fronteras. Ya no me aver-
güenzo más de mis momentos más profundos, ni intento fingir nunca más que los tengo (…) Te doy gracias,
Dios, por la paz y la quietud que reina en mi gran dominio interior; gracias por la fuerte autoridad que ejer-
ces en mi centro. Las fronteras más alejadas sienten tu autoridad y tu amor y les permite ser guiadas por ti”
(9-I-1942).
35
11-I-1942.
Una “staretz” en Westerbork 69

lo confiesa sin problemas 36. En los siguientes días EH presenta a Dios como un huésped en
su interior. Se trata de un invitado de honor a quien agradece hasta tres veces en la misma
frase que haya querido alojarse en su propia persona. Esta inhabitación hace que la vida
adquiera color, sentido y sea más amable 37.

Este descubrimiento de lo divino en su interior no hubiera sido posible sin los momentos de
silencio38 que reserva cada día por la mañana temprano, siendo los días grises los que más
le serenan. En estas jornadas, apagadas y tristes para mucha gente, EH descubre la bondad
y la fascinación de la vida 39.

EH identifica este adentrarse en el silencio y estar conectada con lo más profundo de su ser
con “tener a Dios”. Este momento desbordante no depende en absoluto ni del lugar ni de la
labor que una persona desarrolla, basta con la determinación a adentrarse en el propio
ser40. Con este ir a adentro no se pretende buscar en la mente explicaciones racionales de
los movimientos internos que, además de agotador, supondría un alejamiento de la reali-
dad41. Se trata más bien de tomar conciencia de lo que es, dejando ser lo que es, acogiéndo-
lo con asombro y agradecimiento, sin etiquetarlo como “positivo” o “negativo”. Es. Simple-
mente es.

36
Esta capacidad de confesar su fe cada vez con mayor nitidez contrasta con una frase que escuchó a su madre
en su última visita a Deventer: “En realidad, soy una persona religiosa” (30-XII-1941). A EH le impresionó esa
frase por su vacuidad, denotando una fe sociológica que no coge el interior ni se traduce en nada exterior.
37
“Tú habitas dentro de mí, Dios, amo esta vida” (12-I-1942); “Dios, te doy gracias. Te agradezco que quieras
morar en mí. Gracias por todo” (15-I-1942). Estas palabras constituyen la breve entrada de un día muy espe-
cial: su cumpleaños; “Anoche me sentí tan bien y tan cómoda al volver a mi cama estrecha y solitaria. Le
agradecí a Dios otra vez, no la cama cálida ni la sopa de guisantes sino el querer habitar dentro de mí una
vez más. Nunca le agradezco los bienes mundanos que me ofrece ni me rebelaría si los quitara… Nunca po-
dré dar gracias por mi pan cotidiano cuando sé que muchos no tienen el suyo. Pero espero ser agradecida in-
cluso si alguna vez tuviera que pasar sin el pan de cada día. Agradecida sí por otras cosas. Por tener a Dios
habitando en mí. Y eso no tiene nada que ver con estar bien alimentada” (23-I-1942).
38
En una de las últimas entradas del C4 aparece nuevamente el gesto de arrodillarse como sinónimo de ejerci-
cio de oración/meditación que EH empleaba en ciertas épocas. A pesar de que esta vez no se explicita tex-
tualmente, la entrada incluye palabras que evidencian la acción (baño, rezar, alfombra de coco) por la rela-
ción existente con otras entradas que describen la misma postura: “Y esta mañana en el baño me lavé con
agua fría otra vez, hice mis ejercicios con calma y recé otra vez sobre la alfombra marrón de coco. Ya no se
siente frío a pesar de la gruesa capa de nieve, la estufa no ha sido encendida tampoco. Estoy pudiendo con
la vida otra vez” (24-I-1942).
39
Cf. 11-XII-1941.
40
“Si te decidieras a entrar dentro de cada momento de la vida y no resistirte o desconectarte de ti mismo, si te
dieras cuenta de que no importa dónde estés o lo que hagas, si tuvieras a Dios dentro de ti, ánimo, ahora”
(11-XII-1941).
41
“Todo lo que vaya orientado a tomar conciencia de lo que realmente hay, sea positivo o negativo, transfor-
ma positivamente la situación. Pero tomar conciencia no significa buscar las causas psicológicas de todas y
cada una de las emociones, reacciones… Poner en marcha la mente hasta la extenuación no solo no mejora
sino que desconecta de la realidad” (19-XII-1941).
70 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C4

Escucharse

Durante los meses más arduos del invierno EH sigue ahondando en la necesidad de escu-
charse a sí misma, con el fin de ir actualizando la propia autenticidad y aprender a vivir al
ritmo que le marca su interior. Sin esta escucha sería fácil convertir la norma social en certe-
zas incuestionables, renunciando, de esta manera, a la verdad que mana del interior42.

El sábado 20 de diciembre, EH se arrodilla en la alfombra dorada, con la cabeza escondida


en la colcha azul del diván43, con el fin de reunir muy dentro de sí misma los pensamientos y
sentimientos que de vez en cuando saltan impetuosamente en su interior. EH se identifica
con la imagen bíblica del buen pastor, ya que ha conseguido reunir lo que estaba disperso
dentro de ella: pensamientos, emociones, sensaciones, experiencias, reacciones… 44

Dos días después, el lunes 22 de diciembre, vuelve a mencionar el título de la novela auto-
biográfica que desearía escribir - La chica que no podía arrodillarse- y, a continuación, des-
cribe cómo ella misma se arrodilla entre la cama deshecha y la máquina de escribir, con la
cabeza en el suelo. En este caso une el gesto con el deseo de conseguir paz, aunque esta
postura quedó interrumpida con la entrada imprevista de Han y el consecuente disimulo de
EH.

Quince días después45 la joven se siente como acartonada, apagada, como si el mundo fuera
unidimensional. Pues bien, después de arrodillarse durante unos minutos, el día recobraba
luz y sus dimensiones se normalizan. Ese tiempo de recogimiento supone un resituarse en
su jornada con un ánimo renovado que cambia su óptica de la cotidianidad. La oscuridad
densa en la que incluso siente que Dios le abandona se transforma en ligereza 46.

42
“Ojalá escuchara mi propio ritmo e intentará vivir acorde a él. Mucho de lo que hago es mera imitación,
brincos desde el sentido del deber o de nociones preconcebidas de cómo la gente tiene que comportarse. Las
únicas certezas sobre lo que es correcto y es erróneo son aquellas que surgen de las fuentes profundas de
uno mismo” (12-XII-1941).
43
Se ha de constatar cómo el gesto de arrodillarse en EH se da en muchas ocasiones en una alfombra y con el
rostro cubierto, ya sea por un albornoz en el baño, con las propias palmas de las manos o, en este caso, con
una colcha del diván en el que JS recibía a sus pacientes.
44
Jesús se denomina a sí mismo “El buen pastor que da la vida por sus ovejas” (Jn 10,11). No obstante, EH
puede estar evocando también los textos veterotestamentarios que emplean la imagen del pastor que guía
a sus ovejas para hacer referencia a la función de quien gobernaba y conducía al pueblo. Los profetas criti-
caban a los reyes porque eran pastores que no se ocupaban de su grey y no la conducían a pastar (Cf. Jr 2,8;
10,21; 23,1-2). Esta crítica llegó a su punto culminante cuando por culpa del rey el pueblo fue deportado al
destierro (Cf. Ez 34,1-10; Zc 11,4-17). Ante tal frustración surge el deseo de tener a Dios como Pastor que
reúne a su rebaño disperso por las naciones y le guía por el desierto nuevamente a la tierra prometida (“El
Señor es mi Pastor, nada me falta”, Sal 23; Cf. Is 40,11; Ez 34, 11-16).
45
Esta escena es descrita por EH en la entrada del lunes 5 de enero.
46
Cf. 5-I-1942.
Una “staretz” en Westerbork 71

El siguiente domingo, día 11, recurre a la imagen de los monjes que viven austeramente y
que se arrodillan sobre el suelo frío de piedra. Se trata de una imagen que a EH le evoca la
necesidad de penitencia, de austeridad, de contemplación, de orden de vida, de control…
con el fin de no ser arrastrada por el caos. Sin embargo, tan solo una semana después con-
sidera que ya no necesitará volver al rincón para escucharse a sí misma, ya que “ahora escu-
cho lo que hay dentro de mí durante todo el día, incluso cuando estoy con otras personas no
tengo necesidad de retirarme sino que soy capaz de sacar fuerzas de las fuentes más pro-
fundamente escondidas en mi interior”47.

Una vida que pretende estar enraizada en la realidad necesita una orientación que solo pue-
de ser hallada en el interior. EH explica esta intuición por medio de una nueva imagen: el
bote necesitado de un embarcadero para no extraviarse. El hondón de la persona no solo es
la fuente de donde surgen las palabras ansiadas por la joven, sino también la brújula para no
despistarse en la vida48.

De esta capacidad de escucha nace la autoconsciencia que capacita al hombre para percibir
la propia transformación. De ahí que no extrañe la presencia de una especie de listas en C4
que enumeran los cambios más significativos que percibe en su vida. Por ejemplo: menos
superficial y caótica49; gestiona mejor los dolores y los cambios emocionales de la mens-
truación50; cada vez se siente menos influida por las taras de su salud y por lo que otros pu-
dieran decir o pensar de ella 51; irradia calidez, le resulta más fácil orar, pues se ha tejido una
mayor comunión entre cuerpo y alma, no cree que deba ser para un solo hombre… 52; juzga
las situaciones con mayor perspectiva, sin quedarse únicamente con los aspectos negativos,
acepta mejor las equivocaciones, no establece relaciones íntimas al azar… 53; y advierte que
por la noche la energía se le renueva54.

Por último, hay que señalar que el 15 de enero de 1942, último día del C4, expresa cómo
desde que conoció a JS “el cosmos se ha movido de mi cabeza a mi corazón, o en mi caso
particular, a mi vientre- da igual, de la cabeza a otra área. Y una vez que Dios se mudó den-
tro de mí al espacio en que él reside, bien, ¡de repente paré de tener dolores de cabeza y de
estómago!”55.

47
19-I-1942.
48
Cf. 23-I-1941.
49
Cf. 29-XII-1941.
50
Cf. 29-XII-1941.
51
Cf. 3-I-1942.
52
Cf. 11-I-1942.
53
Cf. 14-I-1942.
54
Cf. 24-I-1942.
55
Carta 4. A Aimé van Santen, 25-I-1942.
72 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C4

Un amor en proceso de universalización

La relación de EH y JS sigue su proceso de maduración y purificación. La joven conecta con él


a niveles más profundos 56 deseando su cuerpo tanto en cuanto refleja su espíritu 57. Su amor
es menos posesivo, más real58 y más amplio porque también su corazón se abre a más reali-
dades59.

Sin embargo, este equilibrio se hace añicos en episodios complicados, como las veces en
que JS se distancia emocionalmente, y que exigen a EH a aceptar los diversos ritmos que se
dan en las relaciones 60; o las veces en que siente tal deseo de él que cualquier contacto físi-
co resultaría peligroso porque algo de lo imaginado buscaría el modo de hacerse realidad61.
El caso es que EH se percibe con gran conciencia de sus dificultades cuando el deseo sexual,
especialmente los días previos a la menstruación, se despierta con fuerza 62; o cuando apa-
rece el malestar al intuir que él juega con sus pacientes 63; o aquellas ocasiones en que su
dependencia con respecto a JS le agota y le hace vacilar 64.

Pero estos momentos están compensados por la maduración adquirida al vivir preciosas
experiencias a su lado, por el apoyo que brinda a JS en sus momentos de salud quebranta-
da65, por la ayuda y cercanía que ofrece a JS a la hora de presentar documentación en la
Gestapo66 o por los gestos de delicadeza y ternura que él le dedicó en el día del cumplea-
ños67.

56
“La culminación vino ayer por la tarde cuando nos encontramos físicamente de nuevo, de hecho no había
otra salida, era la consecuencia lógica de nuestra cercanía durante esos días. Estúpida, pero aquel domingo
me sentí mucho más cerca de él y más feliz con respecto a él que ayer por la tarde cuando estuve estrujada
hasta la muerte contra su jersey de lana rojo” (11-XII-1942).
57
Cf. 11-I-1942.
58
Cf. 8-XII-1941.
59
Cf. 24-I-1942.
60
Cf. 23-XII-1941. De hecho, unos días antes, apunta cómo ya no le afectan tanto los cambios entre el JS de la
mañana y el JS de la tarde (Cf. 14-XII-1941).
61
Cf. 11-XII-1941.
62
Cf. 2-I-1942.
63
Cf. 16-XII-1941.
64
Cf. 25-I-1942.
65
Cf. 29-XII-1941.
66
Cf. 7-I-1942.
67
Ese día JS le regaló unas flores y un libro de C.G. Jung con dos cartas de visita: una oficial y otra no oficial. EH
conservó en su diario esta segunda, en la que JS había escrito: “A su secretaria, tan espectacular en lo que se
refiere a lo intelectual, siempre mejorando en los asuntos reales y prácticos, que son una ayuda para la
67
“Realidad del Alma ”, así como para la realidad de todos los días”. Realidad del alma es el título del libro de
Jung que JS le regaló por su cumpleaños. Se ha de apuntar, sin embargo, que EH considera que su verdadero
cumpleaños es el 3 de febrero, porque fue ese día cuando conoció a JS y se inició su “nuevo nacimiento”.
Así, en una carta a Gera Bonders relata cómo celebró su primer “nuevo” cumpleaños el 3 de febrero de
1942: compró tulipanes amarillos y rojos; llevó a JS sus “confesiones anuales” en quince hojas de cuaderno,
Una “staretz” en Westerbork 73

Dejarse configurar por la literatura

Además de los textos que se han señalado previamente, EH incluye decenas de citas de di-
versos autores en C4. Además de hacer referencia a F.M. Dostoievski en ocho días diferen-
tes68 y a R.M. Rilke en trece, también hay palabras sobre A.S. Pushkin y L.N. Tolstoi.

Es cierto que EH tuvo que hacer un esfuerzo por acercarse a la literatura sin retroceder en lo
mucho que había avanzado con respecto a serenar el mundo de la mente. Los libros debían
servirle para dinamizar su búsqueda interior, no para multiplicar ideas que la desconectaran
de sus fuentes más profundas. He aquí un aprendizaje nada fácil que, en ocasiones, no lo-
graba ajustar siempre 69.

El 13 de diciembre la joven expresa, no obstante, cómo ha ido cambiado su modo de leer.


Mientras que en el pasado podía consumir cientos y miles de páginas, ahora apenas unas
pocas le llenan hasta el punto de tener que releerlas, de recrearlas y de llevarlas consigo a lo
largo del día70. Y apenas unas horas después, a partir de su experiencia con El idiota de F.M.
Dostoievski, EH vuelve no tanto al contenido sino al modo con que uno debe acercarse a los
libros, que es exactamente igual a como habría que hacerlo con las personas: sin prejuicios,
dándoles la libertad necesaria para desplegarse y abiertos a la sorpresa de su riqueza 71.

escritos con sangre y lágrimas; y tuvo una comida y una cena exquisitas con los amigos… Asimismo, expresa
cómo se encuentra: “Soy una preciosa niña y ya puedo caminar por mí misma (…) Hace un año entré en es-
tas dos habitaciones más o menos por casualidad en busca de sensación y la primera hora pasada fue el
inicio de un año que se ha convertido en el más rico y fructífero de mi vida” (Carta 4. A Gera Bongers, 6-II-
1942).
68
C4 es el cuaderno en que más ocasiones se alude a F.M. Dostoievski.
69
“Todavía no he aprendido a vivir bien. Sigo gastando más energía en mi vida interior que en lo que sucede
fuera. Por ejemplo, he leído solo diez páginas de El Idiota, y esas pocas páginas han dado lugar a una masa
de ideas y pensamientos fuera de toda proporción con el pequeño número de páginas. Debo leer mucho más
moderadamente y sumergirme en la escritura. O quizás, por el contrario, no debo hacerlo. El estímulo exte-
rior más pequeño a veces suscita mundos enteros dentro de mí. Tiene que haber un mayor equilibrio entre lo
que produzco dentro y lo que sale” (11-XII-1941). Aun así, en ocasiones, lograba trabajar con gran concen-
tración con solo unas líneas de lectura: “La semana pasada realmente me sentí maravillada. Me quedé ab-
sorta con El Idiota, solamente traduje algunas líneas, las anoté en un cuaderno, tomé notas, y de repente
eran las diez. Entonces sentí: Sí, así debes trabajar siempre, tan profundamente sumergida que olvides el
tiempo” (12-XII-1941).
70
“Tomo a Rilke. Una sola línea es de repente más importante para mí que…, bien, qué? He vivido de unas
pocas líneas de su libro sobre Rodin. Oh, Dostoevsky. Aún recuerdo leerle – ¿fue durante las vacaciones de
Navidad?- en casa. Hasta que me quedaba aturdida, exhausta y estupefacta, cientos y miles de páginas has-
ta el final. Y ahora solo unas pocas páginas de vez en cuando, sin embargo las recreo activamente, las llevo
conmigo a cualquier lugar durante varios días (…) Dostoevsky ha estado persiguiéndome recientemente lla-
mando a casa una y otra vez (…) Solo ahora, cuando tengo 27 años, he empezado a leer más a propósito,
podría decir más independientemente de lo que sea que esté leyendo. Y para mí los personajes de los escri-
tores están empezando a emerger mucho más definidos” (13-XII-1941).
71
“En relación con el Idiota, con el que no me he metido demasiado bien por obstáculos lingüísticos y por lo
tanto me he sentido inclinada a dejar que lo poco que he leído florezca profusamente en mi imaginación:
hay que acercarse a un libro de la misma manera que uno se acerca a sus compañeros de trabajo. Sin ideas o
74 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C4

Después de comer, al día siguiente, deja por escrito un gran hallazgo: “2.00 pm: Mientras
estaba catalogando los libros de S. inesperadamente he encontrado El Libro de las Horas de
Rilke”72. Y es que este autor le va a prestar ideas, palabras, términos con los que expresar y
desplegar su mundo interior. De hecho, en el balance del año confiesa su confianza en él –
junto a la música del Beethoven- para esta tarea73 y copia unas palabras de M. Betz que des-
criben cómo R.M. Rilke fue creando su obra como un artesano, con un trabajo constante y
dedicado, a partir de las inspiraciones recibidas. R.M. Rilke es el referente al que EH vuelve
una y otra vez74. Así, el 16 de diciembre elabora una síntesis de los escritores a los que dedi-
ca muchas horas y que le dinamizan tanto la mente como el corazón. En ella expresa cómo
ha redescubierto la idea de El Gran Inquisidor de F.M. Dostoievski en un breve poema de
R.M. Rilke y cómo se halla inmersa en la lectura de un comentario de A. Suarès sobre el no-
velista ruso75 y otro de Stefan Zweig sobre el poeta austrohúngaro 76.

El día 18 de diciembre, en la sala de espera del dentista, estuvo leyendo el siguiente poema
de R.M. Rilke en El Libro de las Horas77:

Entonces yo podría, en un polifacético

demandas preconcebidas. A veces una se forma una imagen de la obra después de las primeras páginas y se
lanza a esa imagen, negándose a dejarla ir, a menudo haciendo violencia al autor. A los seres humanos se
les debe conceder su plena libertad y también a los libros. Cada expresión usada por una persona o encon-
trada en un libro puede arrojar una nueva y repentina luz nueva, rompiendo nuestras ideas fijas y la certeza
en la que nos han embotado” (13-XII-1941).
72
14-XII- 1941. Se trata de la obra Rainer Maria Rilke, Das Stundenbuch: Enthaltend die drei Bücher: Vom mön-
chischen Leben / Von der Pilgerschaft / Von der Armut und vom Tode, Insel Verlag, Leipzig 1905.
73
“Esto también es uno de mis últimos logros: la realización de que cada momento da nacimiento a un nuevo
momento, lleno de nuevo potencial, y a veces como un presente inesperado. Y que uno no debe aferrarse a
momentos de malestar y prolongarlos innecesariamente, porque al hacerlo se puede prevenir el nacimiento
de un momento más rico. La vida se desarrolla a través de uno como una corriente constante en una gran
serie de momentos, cada uno situado en su propio momento del día. Vamos, ¿no puedes hacerlo mejor? No
puedo evitarlo, de verdad, todavía no puedo ponerlo en palabras. Silencio ahora. Sé paciente. Y si no puedes
decirlo, entonces alguien lo hará por ti, Rilke o Beethoven, por ejemplo. – Adiós” (31-XII-1941).
74
“Betz sigue diciendo: Cuando fue capaz de responder a las inspiraciones productivas de su inconsciente, en-
tonces también supo hacer valer en su obra la gran paciencia del artesano, habiendo aprendido de Rodin
que el amor y el anhelo de la belleza no sirven de nada a menos que uno trabaje largo y duro para crear las
condiciones especiales que les permitan encarnarse en palabras u objetos” (19-XII-1941. Maurice Betz, Rilke
in Frankreich: Erinnerungen, Briefe, Dokumente, Herbert Reichner Verlag, Vienna 1938, 78).
75
“No hay un rastro de alegría en el gran ruso. La enorme y dolorosa comedia de Dostoievski toca el corazón.
Lebedev, Marmeladov, el viejo Karamazov y muchos otros también, de incomparable riqueza recuerdan uno
de Falstaff. Esta riqueza, como todas las demás, surgen del amor” (Cita copiada por EH de A. Suarès, Dosto-
jewski…, 101).
76
“Ha estado en Rusia para dejar las campanas del Kremlin resonando en su poesía; ha mirado los ojos de
Tolstoy para descubrir el azul visionario abarcando muchas miles de imágenes de gentes y sus destinos” (cita
copiada por EH de S. Zweig, Abschied von Rilke, Rainer Wunderlich Verlag Hermann Leins, Tubinga 1928,
18).
77
R.M. Rilke, Sämtliche Werke I, 256-262.
Una “staretz” en Westerbork 75

meditar, conocerte hasta tu extremo,


y, en posesión fugaz como sonrisa

En tu palabra lo interpreto
desde la historia de los gestos
con los cuales tus manos en torno al devenir
sapientes se curvaban, conformándolo, cálidas.
…….
Pero un asesinato se anticipó a la muerte
……
Y desde aquel momento, lo que balbuceaban
son solamente trozos
del nombre tuyo antiguo.

Dice el joven pálido Abel:


Creo en todo lo nunca dicho aún.
Quisiera liberar mi sentir más piadoso.
Estoy demasiado solo en el mundo, pero no lo bastante
para santificar cada hora.
Soy demasiado insignificante en el mundo, pero no lo bastante pequeño
para ser como una cosa ante ti
…..
Quiero reflejarte siempre de cuerpo entero
y quiero no ser nunca ciego o demasiado viejo
para mantener tu densa y oscilante imagen.
Quiero desplegarme.
No quiero quedar doblegado en parte alguna,
porque allí donde estoy doblegado, estoy falseado
y quiero mi sentido
verdadero ante ti. Quiero describirme
como una imagen que he visto
largo tiempo y de cerca,
como una palabra que he comprendido.
Verás, quiero mucho.
Tal vez quiero todo:
la oscuridad de cada caída infinita
y el juego tembloroso de cada ascenso.
Te deleitas en todos aquellos
que te usan como un instrumento.
Aún no tienes frío, ni es demasiado tarde
76 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C4

para escudriñar tus profundidades crecientes,


donde la vida se revela con calma.
Te construimos con manos temblorosas,
como átomo en el átomo que apilamos.
Pero, ¿quién puede completarlo,
gran iglesia que eres?
Por el hecho de que uno te quiso ya una vez
yo sé bien que nosotros podríamos quererte.
Aunque no lo queramos:
Dios madura.

Este poema contiene una serie de claves espirituales que pudieron encontrar cierta reso-
nancia en EH:

- La práctica de la meditación tiene como fin el conocimiento de Dios, pero nunca será
posible la posesión perenne de la divinidad.
- Dios es quien dirige la historia y la va conformando.
- Necesidad de ser verdadero delante de Dios para hallar el propio sentido.
- Es posible conocer la profundidad de Dios allá donde hay pura quietud.
- El ser humano, el poeta, es quien construye a Dios átomo a átomo. Por tanto, Dios
está inacabado, va madurando.

Es curioso cómo EH empieza a emplear referencias de estos autores en situaciones más o


menos cotidianas, denotando que no solo los lee, sino que, de alguna manera, van configu-
rando su cotidianidad y, a la larga, su identidad 78. De hecho, el domingo 21 de diciembre
comienza con una serie de citas de diferentes poemas de El Libro de las Horas del que se
está empapando79 o el 29 de diciembre vincula estos poemas a su experiencia con JS 80.

78
Por ejemplo, el 6 de enero de 1942 EH desea regalar a H. Tideman con motivo de su cumpleaños un ejem-
plar de Crimen y Castigo. Quiere escribirle unas líneas en el libro como recuerdo y homenaje. Pues bien, ese
día escribe en su diario: “El Dostoevsky que doy a Tide está impreso en papel barato, pero la portada es bo-
nita y me complace. Voy a incluir algunas palabras en este sentido: ‘Tide, he estado estrujando mi cerebro
una semana pensando en tazas de té, macetas y música hasta que de repente se me ocurrió: ¿por qué no
darte algo muy personal, algo de mi propia cosecha? Has enriquecido mi vida al ser una ‘Casa abierta’. Ho-
rrible, horrible, qué manera de decirlo. Sé muy bien que no es la ‘redacción’ lo que importa y que el senti-
miento verdadero es suficiente estilo - como Suarès dijo sobre Fyodor Mikhailovich- pero la discrepancia en-
tre mi sentimiento y mi ‘estilo’ es todavía demasiado grande. Esto no es solo el vano deseo de decir cosas
bien, sino una verdadera limitación. - De repente nieva fuera de mi ventana”.
79
“Estoy demasiado solo en el mundo, pero no lo suficiente”; “ y te pertenezco (por la amplitud de una sonri-
sa)”; “ quiero reflejarte siempre de cuerpo entero”; “Quien las contradicciones de su vida / en un símbolo
capta y reconcilia”; “ Si eres el soñador, yo soy tu sueño. Pero si quieres despertar, yo soy tu voluntad”; “Mi
vida no es esta hora rápida, en la que me ves apresurarme”.
80
“Rilke se lo decía a Dios pero estas líneas iban para mí en el tren y en los pocos días en Deventer en cualquier
lugar en el que pensaba en nuestra amistad: ‘mantener tu densa y oscilante imagen’. Y cuando le entregué
Una “staretz” en Westerbork 77

Recapitulación

El C4 recoge el balance del año 1941. Tras repasar todo lo vivido, EH concluye que ha sido el
año más rico y fructífero. Y es que la joven no solo ha salido de su racionalismo con el fin de
abrirse a nuevos acercamientos a la realidad; no solo ha comprendido que la tristeza puede
ser fuente de gran creatividad; no solo se ha atrevido a conectar la mente con las emocio-
nes, sino que también, en este proceso de conexión interior, ha hallado un huésped muy
especial que ha situado en el centro de sí misma y cuyo nombre se ha atrevido a pronunciar:
Dios. Su presencia le ha provocado no sólo una subida de ánimo más o menos estable, sino
que, sobre todo, le está reconfigurando su existencia con mayor sentido.

Este cuaderno recoge cómo EH va diferenciando su espacio interior del Dios que lo habita,
el primer agradecimiento a Dios y también la primera vez que EH se arrodilla inducida por
una especie de energía más fuerte que ella misma. La paz que le inunda, muy especialmente
el día 14 de diciembre, día recordado por ella misma en varias entradas, le hace sentirse
feliz y cada vez más integrada. Este mismo día coincide, de hecho, con una reflexión en
torno a unas palabras de JS sobre la osadía de pronunciar el nombre divino. Ella puede aho-
ra afirmar con rotundidad que es verdaderamente una persona religiosa. Y su cuerpo, como
caja de resonancia que es, expresa todo esto con una sensación de ligereza y ausencia de
dolores.

La escucha durante este cuaderno se hace cuerpo y es el gesto de arrodillarse el modo de


adentrarse en sí misma y de acoger el exterior. Se arrodilla para concentrar y reunificar sus
energías y para seguir viviendo con sentido la cotidianidad marcada por la presión nazi so-
bre la población judía.

En lo que se refiere a su relación con JS, surgen algunas dificultades que se convierten en
aprendizajes: la aceptación de que cada persona en una relación tiene diferentes ritmos y
que en los días de su menstruación surge una fuerza sexual que ha de tener en cuenta.

Y en todos estos cambios se percibe un importante influjo de los libros ante los que pasa
tantas horas, sumergiéndose en la visión que tienen sus autores sobre la vida, la muerte, el
sufrimiento, el amor o Dios, destacando especialmente R.M. Rilke con El Libro de las Horas y
F.M. Dostoievski con El Idiota. De hecho, el príncipe protagonista de esta última novela pa-
sará a formar parte de los amigos de la joven 81.

el pequeño volumen sin decir una palabra de los muchos que había querido decir, sentí que me estaba que-
dando corta, que no estaba sosteniendo su pesada y oscilante imagen” (29-XII-1941).
81
“Tengo un nuevo amigo: el príncipe Myshkin. Aún no sé mucho sobre él pero ya tiene un lugar firme en mis
pensamientos” (2-I-1942).
Cuaderno 5 (16 de febrero – 27 de marzo de 1942)
Introducción

El C5 comienza después de un tiempo considerable sin escribir. Hacía tres semanas, desde el
25 de enero, que EH no dejaba reflejada en su diario ninguna vivencia. Por otro lado, este
cuaderno, que ocupa un total de 40 días hábiles, está constituido por unas 34 entradas de
23 días diferentes, es decir, poco más de la mitad de los días. Sin embargo, se percibe cons-
tancia, pues el máximo de días “en silencio” es de tres: 4-6 y 24-26 de marzo.

En lo que se refiere a la situación de conflicto armado, se ha de apuntar que la dureza de la


vida en Ámsterdam se agravó para los judíos en estos primeros meses de 1942. De hecho,
nuevas prohibiciones convirtieron en delito los matrimonios o las relaciones sexuales entre
judíos y no judíos (25 de marzo) y sacar utensilios o electrodomésticos de las casas judías
(26 de marzo)1, los cuales quedaban automáticamente confiscados por las fuerzas alema-
nas.

Postura ante el sufrimiento

En este marco de presión constante tuvo lugar el encuentro entre EH y Jan Bool 2. Tras haber
asistido a una conferencia en la Oudemanhuispoort 3, se dirigían a la parada del tranvía de
Rokin cuando él preguntó con cierta amargura qué habría en los seres humanos que les lle-
vaba a destruir a otros. En ese momento EH le recordó que él también era un ser humano y
que “la porquería de los otros también está en nosotros” 4. EH ha ido adquiriendo la sagaci-
dad necesaria para advertir la sutileza del mal, que divide rápidamente la realidad situando
siempre a la propia persona en el bando de los buenos. El resto son simple y llanamente los
malos, los otros, los enemigos. EH, con una mirada profunda y lúcida sobre el ser humano,
sabe bien que “lo llevamos todo dentro”5, en cada cual está el bien y el mal, lo bello y lo feo,
lo amable y lo reprobable. Por tanto, cada uno tiene una responsabilidad social muy impor-
tante: trabajarse a sí mismo minimizando la posibilidad de mal que puede infringir a otros.

1
Transit Comp Westerbork, en: kampwesterbork.nl/en/jodenvervolging/tijdlijnjodenvervolging/index.html#
/in-dex (última consulta: 9-XII-2016).
2
Johan Melchior Bool (Medan 1916-Ámsterdam 1942) estuvo envuelto en el movimiento antifascista antes y
durante la guerra, animando a la huelga de febrero y escribiendo artículos para el periódico De Vrije Kathe-
der. Fue también miembro del Partido Comunista Holandés. Aunque continuó sus actividades de resistencia
tras el cierre de la Universidad en 1942, su salud empeoró muchísimo hasta que falleció ese mismo año.
3
El principal edificio de la universidad, en el centro de Ámsterdam.
4
19-II-1942. EH continua escribiendo: “No veo otra solución, realmente no la veo salvo la de volver a nosotros
y arrancar toda esa porquería. Ya no creo que podamos cambiar nada en el mundo a menos que primero
cambiemos nosotros. Y esa parece que es la única lección que es posible sacar de esta guerra. Que tenemos
que mirarnos a nosotros mismos y ninguna parte más” (19-II-1942).
5
Cf. 29-XII-1941, 13-IV-1942, 3-VII-1942, 18-IX-1942, 20-IX-1942…
Una “staretz” en Westerbork 79

El 22 de febrero recurre a unas líneas de R.M. Rilke con el fin de expresar su confianza en la
generosidad de la vida, de tal manera que no concibe que pudiera caer en la amargura por
muchos reveses que llegaran 6. De hecho, tan solo unos días después, EH expone dos modos
eficaces para que esa amargura nunca llegue: los recuerdos de los buenos momentos vivi-
dos y aceptar de antemano todas las dificultades que la vida vaya trayendo 7. Así, el 25 de
febrero8 ha de manifestar de facto su posicionamiento de cara al supuesto enemigo:

“Muy temprano el miércoles por la mañana un gran grupo estábamos en el recibidor de


la Gestapo, y nuestras circunstancias vitales eran semejantes. Todos ocupábamos el
mismo espacio, tanto los hombres que están detrás de las penas como lo que debíamos
ser interrogados. Lo que nos distinguía a cada uno eran nuestras actitudes interiores.

Me fijé en un joven de expresión sombría que iba deambulando de acá para allá estresa-
do y sin querer disimular su irritación. Buscaba cualquier pretexto para chillar a los judíos
indefensos: ‘saca tus manos de los bolsillos’ y cosas así. A mi parecer él era más digno de
lástima que aquellos a los que gritaba, a aquellos a los que gritaba me parecían dignos
de lástima por temerle.

Cuando llegó mi turno para acercarme a la mesa, me rugió: ‘¿Qué demonios le parece
tan gracioso? Quise replicarle: ‘Nada salvo usted’, pero me contuve. ‘¿Todavía está usted
sonriéndose? – me volvió a rugir. Y con toda la inocencia: ‘No me doy cuenta, es mi ex-
presión habitual’. Y él: ‘No se haga la tonta, y váyase al infierno de aquí’ como diciendo
‘Nos veremos de nuevo’.

Y esto presumiblemente significaría estar muerta de miedo pero… No me asusto con faci-
lidad. No porque sea valiente, sino porque sé que estoy tratando con seres humanos y
debo hacer todo el esfuerzo posible por comprender todo lo que ellos hacen. Y esta es la
relevancia de esta mañana: no que un disgustado oficial de la Gestapo me chillara sino
que yo no sintiera indignación, más bien una compasión real de tal modo que me hubie-
ra gustado preguntarle: ‘¿Tuviste una infancia muy infeliz, te ha dejado tu novia?’ Sí, mi-
raba determinado y atormentado, sombrío y débil. Me hubiera gustado tratar con él allí

6
“Debemos velar porque cada día crezcamos en fuerza para soportar los tiempos que vendrán. De repente me
acordé de un pasaje de una de las cartas de Rilke -debo buscarlo en Betz- que me gustaría aplicar a mi pro-
pia vida. Sí, aquí está: ‘De todo lo imprevisto que me espera en la vida, la decepción sigue siendo la posibili-
dad más remota, los muchos dones de la vida que he podido aplicar en mi trabajo me han dado demasiada
satisfacción y placer constante para dejarme cuestionar la inmutable generosidad de la vida’. Todavía soy
bastante joven, pero ha habido, y hay, días y momentos en mi vida que siempre me impedirán ser amarga-
da. Es como si la vida nunca pudiera hacerme daño porque he aceptado de antemano todas las cosas pesa-
das y difíciles que pudieran estar aguardando” (22-II-1942).
7
Cf. 22-II-1942. Esta idea va en consonancia con lo que escribiría desde Westerbork a María Tuinzing en el mes
de junio de 1943: “Hablo con mucha gente aquí que dice: ‘No queremos recordar las cosas de antes de otro
modo no podría conseguir vivir’. Pero yo puedo recordar todo lo de antes (de hecho no es un ‘antes’ para mí)
y seguir viviendo” (Carta 38).
8
EH lo narra dos días después, el 27 de febrero de 1942.
80 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C5

mismo, porque sé que esos pobres hombres como él son peligrosos en el momento que
se les deja solos con su propia humanidad. Pero se debe culpar de todo esto al sistema
que usa a tales personas. Lo que nosotros debemos erradicar es el mal en el hombre, no
al hombre mismo”9.

EH reflexiona ante su diario este encuentro al cabo de dos días y concluye que, a pesar del
sufrimiento y la injusticia, el odio no ha de ser nunca la respuesta. Y es que todo el horror no
es fruto de amenazas misteriosas venidas de lejos, sino que nace de otros seres humanos
que viven cerca. Este origen humano del mal es precisamente lo que supone un motivo de
esperanza ya que al igual que se ha desencadenado el horror, también es posible que vuelva
el orden y la paz. Por eso, lo realmente terrorífico es que la maquinaria destructora ha cre-
cido tanto que ya no solo elimina a las víctimas contra las que fue concebida, sino también a
los propios constructores 10.

Escucha interior

El encuentro con el oficial de la Gestapo también le lleva a reflexionar sobre una frase que
había escrito en su diario tan solo dos días antes: “Moldeamos nuestro destino desde den-
tro”11. EH no ve que su vida sea muy diferente de la del resto, a pesar de que unos tienen
hijos, o mujer, o marido, o es prisionero o es el guarda de la prisión. Para la joven holandesa
esto no conlleva gran diferencia entre las personas, ya que la verdadera distinción descansa
en la respuesta interior a las circunstancias históricas 12.

EH fue adquiriendo estas nuevas luces a medida que avanzaba en su lento pero constante
proceso de “desestancamiento”, para el que le fue necesario un alto coeficiente de pacien-
cia13 que pedía en sus breves oraciones14 y que R.M. Rilke le facilitaba, pues “la paciencia lo
es todo”15. Sin ella hubiera sido complicado sobrellevar la impotencia que experimentaba a la hora
de plasmar por escrito la creciente melodía interior que urgía por ser expresada. Pero EH no

9
25-II-1942.
10
Cf. 27-II-1942.
11
Unas semanas después, el 12 de marzo, insiste en la urgencia de enraizarse en el propio interior de cara a las
consecuencias de la guerra: “Si tienes una vida interior rica… no habrá mucha diferencia entre el exterior y el
interior de un campo. ¿Podré vivir a la altura de estos sentimientos? Pocas ilusiones nos quedan. La vida se
va a poner muy dura. Seremos separados de todos nuestros seres queridos. No creo que falte mucho tiempo
para ello. Tendremos que fortalecernos por dentro más y más”.
12
Cf. 27-II-1942.
13
Cf. 2-III-1942.
14
Cf. 3-III-1942.
15
Cf. 16 y 22 de febrero, 7 de marzo, 1 de abril y 4 de junio de 1942.
Una “staretz” en Westerbork 81

hallaba las palabras lúcidas que pudieran transparentarla. El bloque de granito debía ser
tallado, pero nunca llegaba el cincel adecuado 16.

Por otro lado, percibe que la mayoría permite que la vida quede gobernada por la inquietud,
sin lucidez para buscar un oasis de silencio a lo largo del día para escuchar la propia existen-
cia. La joven, sin embargo, constata en ella todo lo contrario: una casi angustiosa necesidad
de caminar por su “reino interior habitado de silencio”. De hecho, confiesa cómo el descan-
so de su jornada lo constituye un espacio que ella denomina “la hora de silencio”, aunque
este no dure a veces más de cinco minutos 17. Además, la joven describe cómo en las noches
siente que la cosecha del día se le entrega en sus brazos, experimentando una agradable
sensación de abundancia18. Esto no significa, sin embargo, que el silencio y la paz interior
fueran un fin en sí mismo ya que “es necesario acudir a quienes necesitan de la ayuda pro-
pia, incluso si esto conlleva dejar estas noches” 19.

Al día siguiente, el domingo 22 de febrero, EH destaca la necesidad de evitar afrontar el día


improvisadamente, ya que esto le lleva a una desorganización tal que su cuerpo se queja
por medio de fatigas y malestar. Y al contrario, se da cuenta de que, con una mayor estabili-
dad emocional y confianza personal, sus células se unen formando una estructura sólida
capaz de despachar con facilidad los dolores de cabeza o de estómago. Estas resonancias
corporales le confirman que, siendo importantes las circunstancias externas, lo esencial está
en el interior, en el modo con que cada uno las afronta20.

Diez días después nuevamente el cuerpo se manifiesta conectado a su mundo interior. EH


se arrodilla en el baño por causa de un fuerte sentimiento de infelicidad que le provocó un
nudo en la garganta. El ponerse de rodillas y escribir le ayudaron a sentir que las cosas em-
pezaban a encajar de nuevo21.

16
“Ten paciencia con todo aquello que no está resuelto en tu corazón e intenta amar las preguntas mismas,
como cuartos cerrados y libros escritos en un idioma muy extraño. No busques ahora las respuestas, que no
se te pueden dar porque no podrías vivirlas. Y se trata de vivirlo todo. Vive ahora las preguntas” (20-II-1942).
17
Cf. 21-II-1942.
18
Cf. 20-II-1942.
19
20-II-1942.
20
Cf. 22-II-1942. Estos avances no le impiden ver, sin embargo, la necesidad de seguir creciendo en la escucha
del propio cuerpo que, en ocasiones, siente que no se amolda del todo a su ritmo interior. De hecho, pade-
ce de vez en cuando algunos ataques de hambre que le resulta imposible controlar y que intenta atajar por
medio del ayuno (Cf. 22-III-1942).
21
Cf. 2-III-1942. Al día siguiente, EH es testigo nuevamente de la conexión entre el malestar físico, psíquico y
espiritual, de tal modo que la joven va comprendiendo cada vez más que un síntoma en uno de los niveles
puede estar señalando una carencia en otro diferente: “Consciente de la unidad entre cuerpo, mente y alma
de tal modo que todas las emociones, pasiones, deseos y rebeliones se han transformado en fatiga y los
inicios de la gripe” (3-III-1942).
82 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C5

El 20 de marzo22 se da en EH otro modo de arrodillarse, por el cual busca reorientar su vida


tras días especialmente intensos: “durante los días precedentes había sido como si la vida
estuviera demasiado llena” o “después de todos estos días tan llenos”. En el fondo, desea
frenar el miedo que le produce vivir desde convicciones ajenas en vez de situar en ella mis-
ma el eje en torno al que pivotan sus decisiones cotidianas 23. En épocas estresantes necesi-
ta asegurarse de que todo está en orden y que su energía no se dispersa, por eso necesita
arrodillarse en un rincón silencioso24.

En este proceso de toma de conciencia de la propia situación, la joven presta especial aten-
ción al mundo de los deseos, especialmente a los que hacen referencia a su sexualidad. EH
no huye de los deseos eróticos, sino que los acoge y les ofrece un espacio sin llegar a identi-
ficarse con ellos25. Así, llega a concluir que estos deseos no lo son todo y que, a pesar de la
urgencia con que se presentan exigiendo su inmediata satisfacción, se halla más placer en
otros gestos de ternura y alteridad más sencillos 26.

Por otra parte, EH describe con gran agrado y asombro ciertos progresos que jalonan su día
a día: el carácter orgánico e integral de su proceso de maduración 27; la lealtad a los propios
valores, aunque esto le lleve a ser impopular28; la percepción más clara de la homogeneidad
de la realidad: no existe diferencia entre el mundo exterior y el mundo interior, sino que la
oposición real se da entre vivir superficialmente o anclado en las fuentes profundas del
ser29; la reconciliación con episodios del pasado, que le hace adquirir una gran liberación y

22
No obstante, se tiene constancia que el día 2 de ese mismo mes también lo hizo.
23
“Por primera vez en meses yo estaba arrodillada junto a mi cama y concentrada en mi propia vida interior.
Porque durante los días precedentes había sido como si la vida estuviera demasiado llena e intensa. En cuan-
to al consumo de la propia energía, uno debería seguramente sentir cómo crece la propia fuerza y concen-
tración, y cómo uno debería ser la propia regla de la vida. Si vives de otra manera, no estás viviendo adecua-
damente y esto es por lo que sentí que debo reunir mis fuerzas en torno a lo más profundo de mi ser una vez
más (…) Por la noche tarde tuve miedo de repente de no ser sincera en lo que se refiere a estas palabras. Pe-
ro allí de rodillas, una vez más, totalmente sola después de todos estos días tan llenos, pude sentir una gran
armonía con mi energía interior. Y esto es lo que tú tienes que aprender cada día: acoger todo lo que ocurre
directamente en tu propia vida” (20-III-1942).
24
“Lo percibo en mi interior; incluso en mis momentos más fructíferos y creativos, hay furiosos demonios y
fuerzas autodestructivas. Sin embargo, siento que estoy aprendiendo a controlarme, incluso en esos momen-
tos. Ahí es cuando de repente tengo la urgencia de arrodillarme en algún rincón silencioso, con el fin de
mantenerme dentro de mí y estar segura de que mis fuerzas no se dispersan sin orden ni control” (22-III-
1942).
25
EH explica con la imagen de un barco cómo el deseo, a pesar de provocar situaciones no fáciles de lidiar, no
debe permanecer amarrado en un puerto seguro, sino que “debe ser como un barco lento y sereno, nave-
gando a través de los océanos infinitos, nunca en busca de la seguridad de un anclaje. Entonces, sin previo
aviso, inesperadamente, encontrará un puerto para un tiempo” (17-III-1942).
26
Cf. 2-III-1942.
27
Cf. 3-III-1942.
28
Cf. 8-III-1942.
29
Cf. 12-III-1942.
Una “staretz” en Westerbork 83

determinación para cuidar el trato cercano con cada persona; y la capacidad de pedir per-
dón por los celos. Además, advierte que sus fantasías eróticas se van transformando paula-
tinamente en una sensualidad más allá del cuerpo 30; es más consciente de la mirada que
ofrece a cada persona y lo que puede despertar en ellos 31; y es capaz de diferenciar en el
plano afectivo-sexual entre un “ataque primaveral” y un sentimiento por una persona con-
creta32.

Por último, el 27 de marzo EH constata que la agitación exterior no es la que le aporta vitali-
dad, sino la aventura de la interioridad. Y en los momentos en los que necesita descansar y
recobrar la verdadera energía interior le basta el tiempo entre dos respiraciones o cinco
minutos arrodillada. Aquel día queda tan sorprendida de lo bien que se encuentra al compa-
rarse con meses atrás que se pregunta si realmente esta vida es la suya. Una vida feliz, llena
de luz, con una vida interior que sigue creciendo, con la sensación de sentirse en casa, inte-
grando las experiencias en la corriente de vida que fluyen en su interior y un amor inmenso
que se despliega en ella y que no depende de la presencia de lo amado 33.

La presencia de Dios

Ponerse de rodillas adquiere en ocasiones un significado profundamente religioso. De he-


cho, la primera referencia con respecto a su relación con Dios en el C5 es una oración que
realizó en esta postura el viernes 20 de febrero 34. Aquel día EH se vio inmersa en una lucha
cuerpo/espíritu: deseaba más autocontrol, especialmente en el comer 35 y por eso reza, con
las manos en el rostro, casi con desesperación, pidiendo vivir más desde el ámbito del espí-
ritu36.

Al día siguiente, el sábado 21 de febrero, EH deja entender que la oración como escucha
profunda ya no son acciones puntuales para las que guarda ciertos momentos cada día, sino
que se han convertido en un estado continuado: “Durante días no he tenido la necesidad de

30
Cf. 16-III-1942.
31
Cf. 22-III-1942.
32
Cf. 2-III-1942.
33
Cf. 27-III-1942.
34
Aunque EH apunta en la entrada de ese día que lleva varios meses sin arrodillarse, el caso es que hay cons-
tancia de que el 24 de enero lo hizo, por lo que no son “meses”. Esto indica que a pesar de que en diciem-
bre de 1941 y enero de 1942 el gesto fue frecuente, éste no se estableció como postura cotidiana de ora-
ción.
35
“Esa rebanada de pan con mantequilla y chocolate clandestino y pensando en mi estómago pecador” (20-II-
1942).
36
“Un poco de autocontrol también. Y autodisciplina. Incluso en estos aspectos. Es tan extraño. No me había
arrodillado desde hace meses porque he estado rezando en mi interior todo el tiempo. Pero de repente caí
en el suelo, esa rebanada de pan con mantequilla y chocolate clandestino untados y pesando en mi estóma-
go pecador, junté mis manos junto a mi rostro y dije casi con desesperación: ‘Oh, Señor, permíteme vivir un
poco más en el espíritu’” (20-II-1941).
84 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C5

escribir, ni necesidad de hineinzuhören37 porque he estado en un constante estado de ‘escu-


charme a mí misma’. He parado de decir mis plegarias porque verdaderamente me manten-
go orando en mi interior”. Además, ese mismo día hallamos arrodillada a EH pidiendo a Dios
paciencia y amor en las cosas cotidianas, especialmente con las cosas que le irritan, ya que
entiende que no ser capaz de controlar el propio enfado es volver a niveles primitivos de la
evolución humana y, por tanto, no favorece el desarrollo social. El caso es que después de
este tiempo de silencio la compasión le fue más fácil. Ese día también rezó para alcanzar
más comprensión con respecto a las ansias de comer de Bernard que tanto le fastidian. Pues
bien “el resultado fue que Bernard obtuvo un plato extra de gachas de avena para desayu-
nar, servido con amor”38.

Al día siguiente, recogida en oración gracias a la música de Beethoven 39, eleva una plegaria
por quienes padecían el inmenso frío en los gélidos campos de concentración 40. Así, se ad-
vierte cómo la oración sigue una doble dinámica, conectando la realidad exterior y la inte-
rior. Mientras que en el caso de Bernard se observa que de un momento de recogimiento
ha surgido la compasión; en este segundo caso ha sido algo externo (la música) lo que le ha
llevado al recogimiento y, además, a una oración compasiva por los prisioneros. Así, este
mismo día, reza diciendo: “Mi Dios, una realmente puede estar agradecida por tanto bien”
(flores, música de Beethoven, encuentro con discípulos de JS, bizcocho casero…) para, más
adelante, dar gracias por su propia vida que percibe en constante crecimiento y con gran
potencial, a pesar de sus fallos y pequeñeces de cada día.

El agradecimiento es el reconocimiento de que lo que no se ha conseguido por las propias


fuerzas, se ha obtenido gracias a otro. Por tanto, al agradecer, el ser humano siente un cier-
to sentimiento de abandono que, en culturas asiáticas, por ejemplo, va acompañado de
gestos semejantes a los de la oración: manos juntas en el pecho y cabeza inclinada. No es
por tanto extraño que en EH, consciente del proceso inaudito que está viviendo, surjan, al
mismo tiempo que el agradecimiento, ciertas expresiones corporales de abandono. La jo-
ven, que en diferentes ocasiones se había rendido ante varones 41 o ante sus propios senti-
mientos42, empieza a experimentar una nueva clase de obediencia que, lejos de ir acompa-
ñada de avidez, exige paciencia: “Uno no debería forzar las cosas sino esperar que el fruto

37
Verbo alemán que quiere decir escuchar con profunda atención.
38
21-II-1942.
39
Esta sensibilidad por la música se encuentra en este mismo C5 en la entrada del martes 17 de marzo. EH
imagina que su corazón es como el teclado del piano en el que los dedos pueden tocar la obra musical.
40
“Rezaba a Dios para que les concediera fuerza y les deseaba que pudieran recordar los buenos momentos de
su vida” (22-II-1942).
41
Cf. 8-V-1941, 8-VIII-1941, 24-IX-1941, 22-II-1942, 25-II-1942, 16-IV-1942, 23-V-1942, 19-VI-1942.
42
Cf. 19-VI-1941, 7-X-1941, 11-X-1941, 27-IV-1942, 11-VI-1942, 16-VI-1942, 19-VI-1942, 9-X-1942.
Una “staretz” en Westerbork 85

maduro caiga. Mi deseo crece muy despacio y está madurando hasta una clase de completa
rendición que no había conocido antes”43.

Ese mismo viernes EH se arrodilla 44 a causa del himno de la caridad de 1Cor 13. Estas pala-
bras de san Pablo, a las que recurriría con cierta frecuencia 45, tocaron lo profundo de su
corazón haciendo saltar sus fuentes internas, permitiendo al amor fluir vitalmente dentro
de ella, purificado ya de toda negatividad. La joven se vio abocada a ponerse de rodillas ante
la inmensa fuerza creativa y compasiva que percibía crecer en su interior46.

No pasa una semana y EH, de nuevo, se dirige a Dios con agradecimiento. Esta vez por JS:
“Realmente debería estar agradecida, Dios, por darme tan intensos y apasionados senti-
mientos y por haber puesto un hombre en mi vida que es capaz de responder a ellos, aunque
no quiera tenerme en sus brazos unas semanas”. No obstante, EH no se queda en su propio
mundo afectivo, sino que es capaz de abrir horizontes y tomar conciencia de la realidad do-
liente: “Hay mucho sufrimiento lamentable en Tu mundo, Dios. Siento parte del mismo den-
tro de mí de vez en cuando. Y estoy agradecida por eso también… me ayuda a comprender y
a empatizar con mis prójimos un poco más” 47. Este mismo día también elevó una plegaria
por Käthe para que le fuera bien en el trabajo en Carl´s Hotel.

El 23 de marzo, en una de las últimas entradas del C5, EH explica cómo hace mucho tiempo
que no rezaba con tanta concentración y tan fervientemente como los cinco minutos que
dedicó esa misma mañana en el baño. Esto supuso para ella una señal de que estaba ini-
ciando una nueva fase en su capacidad de concentración interior. En esa breve oración pi-
dió: “Y, por favor, no me dejes ser vanidosa”48.

43
27-II-1942. Y cuatro días después: “Siento que el deseo sigue su maduración pero hay que tener paciencia”
(1-III-1942).
44
El C5 es el segundo cuaderno con mayor insistencia en el gesto de arrodillarse: en 7 días diferentes de los 23
narrados emplea hasta 9 veces el verbo. Al igual que en C4, la mayor parte de sus usos hace referencia al
proceso de escucha interior, de gestión emocional y de comprensión profunda de la realidad.
45
Se encuentra en las entradas de los días 27-II-1942; 3-VII-1942; 27-IX-1942 y Carta 23. Final de diciembre de
1942, a dos hermanas en La Haya.
46
“Y cuando me senté frente a la estufa tras volver ayer por la tarde, sintiéndome tan triste (…) tomé mi Biblia
y la abrí en 1 Corintios 13 por enésima vez (…) Me sentí como – sí, como si… ¿qué? No puedo expresarlo to-
davía adecuadamente. Ellas trabajaron en mí como una vara divina que tocó el fondo de mi corazón, origi-
nando que las fuentes escondidas saltaran de repente en mi interior. Y al unísono yo estaba de rodillas al la-
do de la pequeña mesa blanca y todo mi amor libre fluía a través de mí nuevamente, purgado de deseos,
envidia, malicia…” (27-II-1942).
47
2-III-1941.
48
23-III-1942. Esta oración hace referencia a que cada vez más gente se acerca a EH para consultarle sus pen-
samientos íntimos y llevarle sus problemas, y entre ellos hay personas interesantes y de valía, y debe tener
a raya su vanidad.
86 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C5

Julius Spier

Esta vanidad es la que EH va consiguiendo apartar de la relación con JS, a pesar de que el
coeficiente de ambigüedad siga siendo importante y, por consiguiente, también la inversión
de energía en gestión emocional. Así, mientras que el día 20 de febrero EH considera que su
amor por JS es menos posesivo y dos días después declara que ese amor va más allá de la
sensualidad49, cinco días después estas impresiones han de ponerse en tela de juicio 50.

La “fiebre de la primavera”, en palabras de EH, llega con el mes de marzo. El día 1 la joven
emplea esta expresión para calificar cómo sus deseos afectivos y sexuales se han desperta-
do con fuerza. De ahí su gran confusión y enfado al constatar que JS se retiene y no le ofrece
lo que ella necesita51. Al día siguiente, sin embargo, comienza el día dando gracias a Dios
por haber puesto a su lado a JS, que puede responder a su mundo tan apasionado 52.

A sabiendas de que la gestión de este enamoramiento le requerirá una buena dosis de pa-
ciencia, se achaca a sí misma leer y escribir mucho sobre la paciencia, pero la imposibilidad
de hacerla vida53. En su inquietud, llama por teléfono a JS y, entre otras cosas, le dice:

“He estado sintiéndome bien toda la semana… pero el momento en que estoy en tu
compañía todo se vuelve confuso otra vez tanto que surgen riadas de lágrimas (…) Tam-
bién le dije que es enormemente difícil mantener el propio deseo fuerte, puro y sin nu-
bes, y que uno tiende a ser muy poco amable con los demás cuando lo está pasando mal.

49
Cf. 22-II-1942.
50
El día 27 la joven experimenta un fuerte cansancio que provoca una bajada de defensas tal que empieza a
incubar la gripe y un aumento de deseo sexual. Y aunque apunta en su cuaderno que es necesario trascen-
der la sensualidad, comprueba que el deseo continúa. Y así, al finalizar la mañana se siente miserable, como
una mujer que cree que nunca más será deseada. No obstante, las emociones cambian por la tarde cuando
JS le lee una carta de Hertha y EH agradece su confianza. Y aunque ese día terminará acostada junto a Han,
desea a JS. Pero una frase carga más aún de ambigüedad lo que EH está viviendo: “Y aunque habrá momen-
tos en los que desee unirme a él para toda la vida, debo siempre recordar que realmente quiero ir por la vida
sola” (27-II-1942).
51
Cf. 1-III-1942.
52
“Ya no estoy enfadada con él, le quiero con predilección... Esta noche, ya en cama, me dije de repente: ten-
dría que dar gracias a Dios por darme unos sentimientos tan intensos y apasionados, y por haber traído a mi
vida un hombre capaz de responder a todos esos sentimientos incluso cuando ha dejado de poner sus manos
en mí durante varias semanas... Me había dicho que iba a odiarle hasta que se hubiese restablecido el equi-
librio entre cuerpo y alma en nuestra relación. Ayer todos mis sentimientos hacia él estaban bien confusos, y
pensaba que siempre estarían así. Pero ahora está bien cerca de mí y le amo sin el más mínimo sentimiento
de confusión...” (2-III-1942).
53
“¿Qué es lo que esperaba yo? ¿Que él se hubiese enardecido con mi propia pasión una y otra vez? Quizá no
fue más que una vanidad herida cuando él, en vez de echarse sobre mí, intentó distraerme con historias de
pacientes. Y yo escondí mi cabeza entre sus rodillas y luego le atraje hacia el suelo encima de mí: francamen-
te de mal gusto. No, mi niña, ya puedes copiar todos los espléndidos pasajes de Rilke que quieras sobre la
paciencia; pero lo que tienes que hacer es vivirla ¿me entiendes? Vivirla. Si no, lo demás es totalmente inútil.
Lo que temes es que él pueda de veras volverse un santo y, si es así, ya no habrá más gestos apasionados ni
más caricias a tu ego ¿no es eso?” (2-III-1942).
Una “staretz” en Westerbork 87

Y me contestó: acabo de escribir a Hertha diciéndole que si uno tiene un deseo tan ar-
diente, lo mejor es intentar convertirlo en amor hacia los demás. Yo dije: sí, pero hay
momentos en que cualquier cosa puede parecerte excesiva porque estás al límite de tu
respiración”54.

Normalmente el hecho de hablar sobre estas cuestiones le liberaba, pero ese día no fue así.
Aunque intenta vivir su sufrimiento sin cargarlo a nadie y, de hecho, hace por tratar espe-
cialmente bien a Han, llega un momento que no puede más. Ni siquiera hace efecto el arro-
dillarse. Solo su diario consigue ayudarle a resituar los acontecimientos 55.

Después de un día tan intenso emocionalmente, EH amanece el día 3 con la siguiente frase:
“Estoy increíblemente feliz”. El motivo fue una llamada que JS le hizo por la mañana tem-
prano para interesarse por ella y para pedirle ayuda para interpretar tres sueños que había
tenido esa misma noche. A pesar de la alegría, EH no es capaz de romper con el profundo
miedo de convertirse simplemente en una mujer más en el “harem” de JS, como ella misma
lo llama56.

Aunque el movimiento emocional en estas jornadas ha sido intenso, EH percibe que está
consiguiendo trascender el deseo por JS. A esto le ayuda su estimado poeta alemán:

“Rilke dice que llegará un tiempo en que hombre y mujer ya no estarán uno frente al
otro sino uno junto al otro para compartir la pesada carga de su sexualidad. Y ayer vi con
claridad que, justamente ahora, estoy caminando con él por esa senda: he convertido mi
Deseo57 en nuestra común aventura”58.

Una aparente ambigüedad cierra también el C5, a pesar de que se vislumbra con mayor cla-
ridad que en los meses precedentes el doble plano en que se da la relación con JS. Mientras
que el 8 de marzo decide no casarse porque esto sería dividir el deseo y perder capacidad de
amar (nivel de opción y acto de voluntad), el día 20 de ese mismo mes aparece una EH ena-
morada de JS, a pesar de que este en una velada se había pasado con el alcohol y se había
mostrado considerablemente fanfarrón (nivel afectivo y de deseo). A partir de este cuaderno
se manifestará cada vez con mayor nitidez la escisión entre estos dos niveles (voluntad y

54
2-III-1942.
55
“…y entonces acabé rindiéndome frente a este cuaderno y gradualmente las cosas encontraron su propio
lugar” (2-III-1942).
56
“Siempre la misma vacilante autoestima: tienes miedo de que te considere simplemente como un caso de
tantos, solo como todos los demás que acuden a él con sus deseos y añoranzas insatisfechas; no acabas de
creer que entre él y tú se da una relación real y auténtica; y cuando sucede que no se comporta de la manera
que tú querías, o hay alguna diferencia en vuestros ritmos, te sientes insegura y herida, y prefieres retirarte
en seguida y hacerte la interesante, llevándote a ti misma y tus intensos sentimientos a otro rincón…” (3-III-
1942).
57
En estas páginas EH escribe siempre su Deseo con mayúscula, como criticando irónicamente su egotismo.
58
3-III-1942.
88 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C5

deseo) y la lucha por conquistar mayor libertad interior con respecto a JS. Y es que sin esta
es imposible el amor, tal y como expresan estos versos de R.M. Rilke que la propia EH copió
en su diario:

“…Porque la culpa es eso, si es que la culpa existe:


no acrecentar la libertad del ser al que se ama.
Cuando amamos no tenemos sino esto:
dejarnos uno al otro, pues retener
es fácil y huelga el aprenderlo”59.

La belleza de la unidad

Una experiencia especial que le ofrece la libertad interior necesaria para seguir adelante con
su proceso es la vinculación interior con el todo. Así, por la noche, a veces de rodillas, en
otras ocasiones ya en la cama, cuando abandona la jornada y se vacía con el fin de ser capaz
de acoger un nuevo día al amanecer, experimenta una plenitud y una unidad no fácil de
poner en palabras:

“Y tengo tanto amor… Me meto agradecida en mi estrecha y solitaria cama (…) Y cuando
me tumbo allí, intensa y extendida y llena de gratitud por todo, es simplemente como si
fuera una con ¿con qué? Con la tierra, con el cielo, con Dios, con todo. Y verdaderamente
se siente como si estuviera abrazada a la tierra misma y no a un colchón genuinamente
burgués, suave y decadente”60.

Por esto mismo la joven vivencia su crecimiento como parte de un proceso madurativo mucho
más global, que la trasciende, que comparte con el resto de la creación universal61. Quizás esta sen-
sación se vio alimentada por la meditación de unas palabras de R.M. Rilke que la joven considera las
más maravillosas que conoce, “probablemente porque siendo tan perfectas expresan lo que
estoy experimentando cada vez más”62:
“A través de todos los seres pasa el espacio único;

espacio interior del mundo (Weltinnenraum). En silencio los pájaros

vuelan a través de nosotros. Y yo que quiero crecer,

yo miro hacia fuera y es en mí que el árbol crece” 63.

59
Reiner Maria Rilke, Gedichte 1906-1926 (Sämtliche Werke I), Requiem, 654.
60
22-II-1942.
61
“Es una gran cosa el mero hecho de darse cuenta de que uno forma parte de un proceso de crecimiento, sí, el
solo hecho de darse cuenta de tal proceso. Creo que la vida de demasiada gente consiste más bien en un
conjunto de momentos desconectados y accidentales” (20-II-1942).
62
A continuación se presenta el párrafo entero y, en negrita, las palabras que ella copia.
63
13-III-1942. Cf. Reiner Maria Rilke, Gedichte 1906-1926 (Sämtliche Werke, II, 92).
Una “staretz” en Westerbork 89

Con la palabra Weltinnenraum, “espacio interior del mundo”, R.M. Rilke expresa la intimidad
honda de cada uno de los seres en la que quedan interconectados. De esa manera la pro-
fundidad de las cosas se identifica con el hondón del ser humano, donde se posibilita la ex-
periencia de unidad con el todo.

Y apenas unos días después, ya de noche, volviendo en bicicleta de casa de JS, tiene una
ardiente experiencia de contacto con la naturaleza que le llevó a vivenciar al resto de criatu-
ras como verdaderos amigos64:
“De repente sentí la caricia templada del aire primaveral. ¿Por qué no debería sentir uno
un inmenso y tierno éxtasis de amor por la primavera, o por toda la humanidad? Y es
que uno puede hacerse amigo del invierno, también, o de una ciudad, o de un país”65.

Cantar las bondades de la cotidianidad es común cuando una persona mínimamente sensi-
ble se siente maravillada por mociones interiores de paz, gozo, gratitud… Más complicado
resulta hacerlo en medio de las pruebas o en un escenario amenazante. A finales de febre-
ro, cuando JS es citado por la Gestapo, EH vive la visita con una inmensa confianza que no
solo le sirvió para pasar ese mal trago, sino también para poder afirmar con mayor rotundi-
dad que la vida es bella y que eso es precisamente lo que hizo que aquel día fuera histórico.
Desde este prisma cada día es histórico porque la vida es bella independientemente de los
episodios que se den en la jornada 66.

Desde esa óptica el mundo adquiere una unidad en la que el azar queda excluido. Vivir no es
una aventura o un juego individual en un mundo inhóspito en el que cada uno ha de salvarse
a toda costa. Uno vive en comunión con todo lo existente y dentro de un proyecto armóni-
co67.

R.M. Rilke

El C5 es el segundo cuaderno que más alusiones reúne de R.M. Rilke. Más allá del texto ya
aludido sobre la paciencia 68 al que EH volvió en varias ocasiones, más allá de defender al
poeta austrohúngaro de la afirmación que hace Ilse Blumenthal, una de sus amantes, de ser

64
De hecho, EH recuerda cómo en su juventud tuvo una especial relación con un haya. Y es que la belleza le
embarga de tal manera que, en ocasiones, puede superar a una noche de amor romántico (17-III-1942).
65
17-III-1942.
66
Cf. 25-II-1942.
67
“Todo no es puro azar, como un juego o una excitante aventura. Por el contrario tengo el sentimiento de que
tengo un destino, en el que los acontecimientos están enhebrados de manera significativa (…) Estoy llena de
una profunda y solemne gratitud porque esto haya podido ocurrir en mi vida (…) Al final de este día siento la
necesidad de decir: La vida es muy buena, después de todo. Ahora tengo mi propia filosofía y estoy prepara-
da para anunciarla” (12-III-1942).
68
16-II-1942.
90 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C5

“suave”69 u otros autores que le tachan de formalista70, hallamos largas y significativas citas
en las páginas de su quinto cuaderno.

Quizás una de las entradas más sugerentes sea la del 20 de febrero de 1942. Es como si EH
acogiera los consejos que R.M. Rilke ofrece a Franz Xaver Kappus, cadete de la escuela mili-
tar y receptor de las misivas que conformaron Cartas a un joven poeta. Una de las adverten-
cias que este recibe es el de vivir con las preguntas a pesar de no haber obtenido aún res-
puestas. Sin duda alguna EH halló en R.M. Rilke una voz de autoridad que le sostuvo en su
batalla contra la impaciencia en su anhelo por hallar su propio modo de ser y hacer en el
mundo:

“‘Por ser usted tan joven, estimado señor, y por hallarse tan lejos aún de todo comienzo,
yo querría rogarle, como mejor sepa hacerlo, que tenga paciencia frente a todo cuanto
en su corazón no esté todavía resuelto. Y procure encariñarse con las preguntas mismas,
como si fuesen habitaciones cerradas o libros escritos en un idioma muy extraño. No
busque de momento las respuestas que necesita. No le pueden ser dadas, porque usted
no sabría vivirlas aún -y se trata precisamente de vivirlo todo. Viva usted ahora sus pre-
guntas. Tal vez, sin advertirlo siquiera, llegue así a internarse poco a poco en la respues-
ta anhelada y, en algún día lejano, se encuentre con que ya está viviendo con la respues-
ta’. Ahora siento una afinidad con el joven poeta. Y ahora, ahora que yo misma estoy
empezando a "vivir con la respuesta", solo ahora estoy empezando a comprender el sig-
nificado de estas palabras. Cuando todavía tenía que vivir con las preguntas, no enten-
día su significado en absoluto. Debo dar este pequeño libro a muchos jóvenes y tratar de
ayudarlos a entenderlo”.

Asimismo, EH encuentra en el poeta la confirmación a un deseo que comparte con algunos


autores rusos que miran a Europa sin recelo: favorecer el encuentro entre los pueblos. La lec-
tura de M. Betz y de F. Klatt, ambos estudiosos de R.M. Rilke, conduce a la joven a la siguiente
reflexión:

“En Betz, leí sobre la influencia de Rilke en la generación más joven de una Francia a
punto de ir a la guerra71. El Libro de las Horas, y así sucesivamente. En Klatt, ahora des-
cubro el mismo amor y la influencia fructífera del mismo poeta en la misma generación
en una Alemania que está a punto de ir a la guerra. Y para su Libro de Horas Rilke tam-
bién se basó en tensiones que reflejan la sabiduría de Rusia. ¡Cuán hermosos y esperan-
zadores son estos movimientos y alianzas a través de todas las fronteras! El alma no tie-
ne patria (…), o más bien, tiene una patria tan grande que no quedan fronteras. Esto tie-

69
Cf. 20-II-1942.
70
Cf. 8-III-1942.

71
Maurice Betz, Rilke in Frankreich…, 7-24.
Una “staretz” en Westerbork 91

ne la promesa de entendimiento mutuo y reconciliación, y debo contribuir a eso porque


siento que mi alma y mi intelecto reflejan todas las edades y todos los países”72.

La lectura sobre la relación entre el poeta austrohúngaro y el escultor Rodin inspiró a EH en


su proceso nada sencillo de escribir, comprendiendo que antes de buscar la forma final de la
obra de arte es necesario un profundo y serio proceso de interioridad y concentración 73. De
hecho, sin este trabajo previo de dejarse asombrar y empapar por aquello que estremece al
artista será imposible que surja nada porque, al final, en la literatura ocurre lo mismo que
con el estudio, la vida, la gente: se han de respetar los ritmos individuales 74. Por eso, de
momento, la joven se siente más segura tomando palabras prestadas de R.M. Rilke a la hora
de expresar cómo se encuentra 75.

Recapitulación

El silencio sigue siendo el modo de adentrarse en el Weltinnenraum, espacio interior del


mundo, en palabras de R.M. Rilke. En este espacio es posible conectar con todo lo creado y
sentirse parte de un todo. Esa sensación descansa a EH y le hace vivir con mayor unificación,
por eso intenta cuidar y acoger la quietud de las noches, aunque nunca este bienestar inte-
rior está por encima de la necesidad del prójimo.

Por tanto, la novedad del C5 es mostrar su proceso de maduración como parte de un proce-
so más amplio, unido al despliegue del cosmos. Esta comunión con el todo está muy unida a
una hipersensibilidad contra todo lo que rezume vanidad, una valoración de la humildad y
una convicción cada vez más firme de que todo está bien hecho, todo es bello. Y esto último
es lo que siente que debe comunicar con urgencia desde un profundo sentimiento de grati-
tud por su hallazgo.

Por otro lado, al mirar la situación sociohistórica concluye que la “porquería” que lleva a los
soldados nazis a asesinar también reside en el interior de cada persona y, por tanto, cada
uno es responsable de eliminar las malas hierbas del propio corazón. En este marco afirma

72
3-III-1942.
73
Cf. 29-III-1942.
74
“Y esa es probablemente la única manera correcta con la literatura, con el estudio, con la gente, o con cual-
quier otra cosa: dejar que todo se absorba, dejar que madure lentamente dentro de ti hasta que se haya
convertido en una parte de ti mismo. Eso también es un proceso creciente. Todo es un proceso creciente. Y
en el medio, emociones y sensaciones que te impactan como un rayo. Pero aún lo más importante es el pro-
ceso orgánico de crecimiento. Y luego: la aparición repentina de ‘Leitmotivs’” (1-IV-1942).
75
“Y si tuviera que encontrar palabras para el estado de ánimo en el que estoy, entonces preferiría tomarlas
prestadas una vez más, buscar las cartas "al joven poeta", leer las mismas palabras por enésima vez, y luego
sentir de nuevo la necesidad de copiarlas hasta que haya encontrado las mías propias” (1-IV-1942).
92 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C5

que todo lo llevamos dentro, es decir, que el interior del ser humano es un universo en mi-
niatura76 en el que se libran todas las luchas del mundo.

En lo que se refiere a la relación con Dios, el C5 recoge varias oraciones de petición por las
personas que sufren la deportación, así como la súplica de fortaleza para actuar con amor
en los detalles cotidianos. Y es que el Himno de la caridad de 1 Cor 13 trabaja por dentro a
la joven, quien verá a Dios desde una nueva perspectiva: ya no solo es un huésped en el
interior de la persona, sino también la mano que todo lo sostiene.

Por último, la relación con JS sigue su curso de purificación, aunque con la llegada del mes
de marzo, la “fiebre de la primavera” hace más compleja la gestión de los deseos. Pero los
momentos en los que se le da a experimentar la unidad con la creación le sirven de descan-
so en esta batalla interior.

76
P.D. Ouspensky, Un nuevo modelo del universo, Kier, Buenso Aires 2006, 270.
Cuaderno 6 (27 de marzo-30 de abril)
Introducción

Este cuaderno, que engloba 35 días hábiles y consta de 38 entradas que dejan constancia de
22 días, recoge varias prohibiciones oficiales contrarias a los derechos civiles de los judíos:
deben devolver sus radios, no pueden entrar en cafeterías… Además, comienzan las depor-
taciones de los judíos enfermos que están ingresados en los hospitales, los operadores en la
Bolsa de Ámsterdam se ven obligados a renunciar a sus diamantes a favor de los alemanes…
El horizonte se oscurece realmente, pero de EH surge una inmensa fuerza y una sólida con-
vicción: “Honestamente creo que puedo hacer frente a estos días aterradores, que los sopor-
taré, incluso que tomaré como un deber histórico el superarlos” 1. Es consciente de que unos
meses atrás sentía temor ante un futuro plagado de preocupaciones y dolor, “sin embargo,
hoy en día, en algún lugar dentro de mí, me siento tan conectada conmigo misma y también
con él que la realidad externa no puede hacer ningún daño a esta relación. Y cuanto más
énfasis se ponga en la vida interior, uno se hace menos dependiente de las circunstancias”.
Además, cree que esta fuerza está destinada a ponerse en juego más allá de la situación
actual de Ámsterdam: “Hay algo dentro de mí, resistente e indestructible, que me dice que
también seré capaz de encarar otras circunstancias”2.

Aunque a veces se pregunta si vive fuera del mundo al constatar que las medidas de los
alemanes apenas le afectan, EH tiene plena conciencia de la gravedad de la situación y se
postura sin ambigüedad ante “el océano de sufrimiento humano y el odio y todas las bata-
llas”3: la situación concreta en la que uno sufre no es realmente lo importante, lo que im-
porta es el sufrimiento mismo. Lo mismo ocurre con el amor: no importa tanto el objeto
que se ama como la opción de amar4.

1
29-IV-1942.
2
29-IV-1942.
3
30-IV-1942.
4
Así, -y es ejemplo de EH- uno puede apenarse mucho más por un gato que por las víctimas de una ciudad que
acaba de ser bombardeada. Por tanto, “no es el objeto del sufrimiento, del amor, de las emociones y la cali-
dad de esas emociones lo que cuenta (…) Y el hecho de que hoy en día tengamos las estrellas amarillas y
campos de concentración y terror y guerra es secundario. No siento que mi militancia sea menor por mi acti-
tud, porque la certeza y la dignidad moral son también parte de las grandes emociones. Pero la indignación
moral genuina debe profundizarse y no ser un odio personal insignificante porque el odio personal normal-
mente significa poco más que emplear los incidentes acaecidos como excusa para mantener vivas heridas
personales, quizás sufridas hace años (…) Hemos de mirar la indignación que sentimos y descubrir si sus raí-
ces son genuinas y profundas y realmente morales” (30-IV-1942).
94 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C6

Escucha y lectura: Sagrada Escritura y R.M. Rilke

Una actitud tal ha sido posible gracias a cómo se ha dejado forjar por la realidad y por el
Misterio que la habita. De hecho, si en los cuadernos anteriores existe en EH un deseo de
soledad que favorece su orden vital, energía, sentido, gozo y paz, el C6 supone un paso más.
Así, el segundo día del diario apunta cómo tan solo unos instantes le son necesarios para
vivir con autenticidad sus quehaceres cotidianos porque en ella el estado natural es la paz
profunda5. Y es que “a pesar de la mucha gente, las muchas cuestiones, los varios estudios,
uno debe siempre llevar el gran silencio consigo mismo, un silencio dentro del cual uno pue-
da siempre retirarse, incluso en medio de todo el ajetreo y en medio de las más agitadas
conversaciones. Uno debe poder siempre sacar fuerza renovada de sí mismo” 6. Es decir, es
posible hallar siempre la posibilidad de un retiro, de una celda silenciosa porque la quietud
no es solo algo externo sino que habita en nuestro interior.

A los espacios de silencio y de redacción del diario EH une la lectura 7 de R.M. Rilke y del
evangelio de Mateo8. El día 13 encuentra en Mt 10,18-19 una luz para interpretar la situa-
ción de presión que los nazis infringen al pueblo holandés: “Y por mi causa seréis llevados
ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Pero
cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que ha-
blar se os comunicará en aquel momento”9.

Por otra parte, R.M. Rilke pasa a un primer plano adquiriendo un protagonismo especial en
su taller interior10 durante este cuaderno, pues su obra es una continua invitación a vivir

5
“La vida podría rebosar de experiencias, pero en algún lugar, en lo profundo de nosotros, todos llevamos una
vasta y fértil soledad allá donde vamos. Y a veces lo más importante de todo el día es el descanso que to-
mamos entre dos profundas respiraciones o en el recogernos en oración durante cinco minutos” (28-III-1942)
6
28-III-1942.
7
“La literatura es mi patria” dirá el 29 de marzo de 1942.
8
Se iniciará en la lectura de este último el día 4 de abril y hace mención de él los días 8, 13, 15 (“mi san Ma-
teo”). De los cuatro días solo uno de ellos, el día 13, comenta los versículos Mt 10,18-19.
9
Es de notar la presencia del término “testimonio”, elemento propio de la misión personal de EH, y también
una ausencia: EH no sigue con Mt 10,20 (“Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de
vuestro Padre el que hablará en vosotros”), posiblemente porque no se siente cómoda llamando “Padre” a
Dios, término muy específico del cristianismo.
10
De las cincuenta y cuatro veces que es mencionado en sus diarios y cartas, catorce de ellas se sitúan en el C6.
No solo es su autor favorito, sino que es su manjar cotidiano. Ella misma dirá que en “estos últimos meses
mamo, me alimento de este hombre, de su obra, de su vida” (1-IV-1942). Y tres días más tarde expresa:
“Ahora mismo estoy profundamente sumergida en Rilke. Está constantemente en mis pensamientos. Nunca
había experimentado nada igual – estar completamente absorta en un escritor hasta perderme en él, por así
decirlo. Y entonces, ahí están encima de mi mesa también: la colección de obras de Rilke, y por la tarde aho-
ra y entonces me lee una línea de Rilke por el teléfono. Así sencillamente, al azar, sin ningún tipo de interés”
(4-IV-1942). De hecho, a la mañana siguiente constata en su diario uno de los efectos de tal concentración
en Rilke: “Leí algo más sobre Rilke la pasada noche. Cuando uno lo lee, uno no siempre recuerda los detalles
pero es como si uno creciera cada vez más atenta. Como si tuvieras que examinar todo y acercarte a todo lo
Una “staretz” en Westerbork 95

desde dentro. Tal interioridad es un inmejorable caldo de cultivo de la paciencia y la espe-


ranza confiada de los eventos futuros. Y aunque es cierto que hay días en los que pone en
cuestión si la calidad de esta paciencia soportaría una larga caminata en un paisaje solitario
o habitar en un pueblo pesquero al lado del mar o pasar el tiempo admirando las flores,
escuchando música, contemplando cuadros o leyendo la Biblia, también es verdad que ex-
perimenta con cierta frecuencia que una inmensa paciencia le visita11.

Vigilancia

Permanecer viviendo a un nivel de profundidad no es nada fácil, sino que exige vigilancia
para conseguir escaparse de aquellos pequeños enganches que atraen hacia la superficiali-
dad. Por eso el 21 de abril, sintiéndose especialmente conectada, escribe: “Uno debería
permanecer en contacto con la vida en el sentido más pleno de la palabra, con todo lo que
implica (…) y por tanto evitar el apego a las cosas irrelevantes de la vida”. Al día siguiente
insiste en la necesidad de no dejarse arrastrar por ciertos hábitos personales y/o sociales
que le llevan a perder el ritmo vital que necesita, ritmo en el que cada vez incluye más espa-
cios de soledad. De hecho, le gustaría tener mayor libertad interior para decir a sus amigos
que prefiere no participar en ciertas veladas, sino quedarse en casa para contactar con sus
fuentes más profundas12.

Así, EH se da cuenta de que en el pasado solía bromear superficial y forzosamente para di-
vertir a quienes estaban con ella pero esto le dejaba cierta sequedad. Sin embargo, ahora,
seguía teniendo ese punto chispeante de humor, de locura, pero no necesitaba ser el centro
de la atención. Había ganado en espontaneidad porque ahora se expresaba de dentro hacia
fuera. En los encuentros sociales y en las fiestas pierde cada vez menos tiempo en pensar en
el vestido que va a llevar, en cómo de seductora tendrá que ser en el baile o si muchos la
apreciarán. Los días de gran alegría y placer no son los días de disipación, vanidad y actuar
ante los demás, sino aquellos en que vive más concentrada y pacífica 13. De hecho, se ve con

que te llega mucho más atentamente de lo que jamás habías hecho antes, y como si todo lo que surge de ti
tuviera que ser escuchado con más atención, mucho más atención y más seriedad. Cuando él escribió las car-
tas que estoy leyendo tenía veintiocho años. Y a veces el pensamiento me golpea – yo también tengo 28
años- sí 28” (5-IV-1942). Aun así EH dirá que desea empaparse de él pero para luego vivir su propia existen-
cia con su propio estilo: “En este momento experimento un deseo apasionado de leer todo lo que ha escrito
Rilke, de acogerlo en mí, y luego desprenderme de él, olvidarlo y vivir de mi propia substancia (…) y descubrir
más tarde que los modos en que él y yo sentimos las cosas coinciden, hasta el punto de que ni siquiera se tra-
ta de una influencia” (22-IV-1942).
11
Cf. 4-IV-1942.
12
“Pienso que tendré que estar sola un largo tiempo, algunos meses, y si salgo victoriosa de ellos, si he tenido
el coraje de estar sola conmigo misma un tiempo largo y encontrar en mí misma lo que no he obtenido del
exterior, quizás entonces podré decir que verdaderamente he nacido” (22-IV-1942).
13
Cf. 17-IV-1942. En esta misma línea hallamos los comentarios de superación del propio esnobismos los días
28-III-1942 y 24-IV-1942.
96 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C6

suficiente habilidad para gestionar situaciones emocionalmente fuertes que anteriormente


le hubieran bloqueado o le suponían una importante inversión de energía. Progresivamente
aprende a intuir estos momentos emocionales que pueden llevarle a la pérdida de control, a
identificar y aceptar las emociones para, a continuación, buscar un momento de recogimien-
to para situarlas, evitando de este modo cargarlas en hombros ajenos 14.

EH se vivencia a sí misma en camino de maduración hacia la plenitud, aunque prefiere no


darle muchas vueltas a lo que puede significar esta plenitud. Sí tiene claro que va por buena
dirección, ya que cada vez percibe una mayor unidad entre el cuerpo y el alma, o con otras
palabras, que el cuerpo va fluyendo al ritmo de su interior 15.

Esta integración está probada también por su salud endeble. El hecho de que su cuerpo se
encuentre fatal (gripe, dolor de garganta, de cabeza, de estómago, menstruación…) no es
impedimento para reconocer que su espíritu no está siendo afectado. Puede seguir con luci-
dez el día, sin abandonarse al dolor16. De hecho, en una de las entradas finales del C6 advier-
te algo novedoso: también el propio cuerpo enriquece la percepción del mundo y, por eso,
no habría que evitarle las circunstancias desagradables. Por tanto, también se ha de tener en
cuenta la realidad desde la óptica de los días menstruales 17.

La presencia de Dios

En esta realidad cada vez más amplia y profunda, Dios está presente como sustrato y fun-
damento. Pero esta concepción no menoscaba la espontaneidad de EH para con Él, sino que
su familiaridad y confianza se expresan mediante sencillas oraciones que quedan disemina-
das a lo largo de su diario. Así, la primera plegaria que dirige a Dios en el C6 es breve pero
intensa: “Querido Dios, hoy no puedo alabarte, honestamente no me siento suficientemente
feliz”18. Y pocos días después, tras un bonito día con JS termina así la entrada de la mañana:
“A veces me pregunto, Dios mío, qué he hecho para merecerme esta vida tan rica y tan bella.
Soy la moradora más feliz en tu tierra” 19.

El 3 de abril redacta cómo se arrodilló20 por causa de un fuerte deseo que le sobrevino de
manera imprevista, como una urgencia que necesitaba ser expresada y que le llevó a pensar

14
Cf. 24-IV-1942.
15
Así lo percibe en un encuentro con JS: “Y cuando él subió escaleras arriba y se recostó sobre mí, fue para él el
comienzo de un juego sensual, cuando todo lo que yo deseaba era dejar que mi cuerpo expresase lo que estaba
sucediendo en mi alma” (27-III-1942).
16
Cf. 28-III-1942.
17
Cf. 24-IV-1942.
18
1-IV-1942.
19
5-IV-1942.
20
Se trata de la entrada en que más veces emplea el verbo “arrodillarse”: hasta en cinco ocasiones.
Una “staretz” en Westerbork 97

que su cuerpo estaba hecho para vivir arrodillada. Es como un gesto que está implantado en
su cuerpo, junto con el de inclinar la cabeza y situar sus manos sobre el rostro 21.

El 8 de abril EH insiste en esta urgencia que le estremece y que le lleva casi irresistiblemente
a arrodillarse, de nuevo inclinando la cabeza con actitud de devoción 22. Al día siguiente, EH
se describe, de nuevo, de rodillas dirigiendo a Dios tres peticiones: poder sobrellevar el día,
pues amaneció con pocas fuerzas; no gastar nada de energía con respecto a una citación
que JS había recibido de parte de Lippmann y Rosenthal23, sino vivirla con la resiliencia ne-
cesaria; y no emplear sus pocas fuerzas en odiar a los soldados alemanes que habían empe-
zado a barrenar el Skating Club24.

Del amor a Julius Spier a la comunión con el cosmos

EH sigue avanzando en el proceso de “cambio gradual desde lo físico a lo espiritual” en lo


que respecta a JS25. De hecho, los sentimientos hacia él en las primeras entradas son nobles:
preocupación por su situación legal e incertidumbre de cara a la Gestapo; interés por su
cuerpo en la medida que este expresa su interior; agradecimiento por la labor de acompa-
ñante; y unidad compatible con un espacio de libertad entre ellos 26. En definitiva, EH parece

21
Cf. 3-IV-1942. Pero a pesar de que su cuerpo participa de la experiencia, en nada tiene que ver con el movi-
miento de Oxford21, del cual huyó tras su primer acercamiento al parecerle puro exhibicionismo, como “ha-
cer el amor con Dios en público, una bacanal en la que los pequeños burgueses y viejas solteras buscaban
pareja” (3-IV-1942). Esta organización, también denominada Compañerismo del Primer Siglo, Rearme Moral
o Buchmanismo, fue fundada por Frank N.D. Buchman (1878-1961). Después de haber sido ministro lute-
rano emigró a Inglaterra, donde llegó a la conclusión de que ninguna religión es apta. Lo realmente impor-
tante es buscar y cumplir la voluntad de Dios. Desde 1938, el movimiento dejó de tener un carácter religio-
so, para orientarse hacia el aspecto sociopolítico y económico. Algunos puntos de su doctrina son: absoluta
honradez, absoluta pureza, absoluta abnegación y absoluto amor; confesarse los pecados mutuamente; res-
tituir el mal causado; guía recibida del Espíritu en la meditación... (http://www.apostolesdelapalabra.org
/apologetica, último acceso: 9-IX-2016).
22
Cf. 8-IV-1942.
23
Lippmann, Rosenthal & Co. o Liro era un banco judío holandés situado en la Nieuwe Spiegelstraat en Áms-
terdam. Durante la ocupación nazi, los alemanes emplearon esta institución para saquear a los judíos de sus
posesiones (cuentas bancarias, colecciones de arte, joyas…). El dinero fue utilizado para diversos fines co-
mo, por ejemplo, la financiación del campo de tránsito de Westerbork. Tras la guerra, ya sin reputación, el
banco fue adquirido por el Hollandse Koopmansbank.
24
Cf. 9-IV-1942.
25
Cf. 28-III-1942; 1-IV-1942.
26
“Trabajamos juntos, sé cada detalle de sus prácticas, tengo en mi cabeza todo el contenido que enseña,
hasta el punto de recordarle algo con tan solo un gesto en medio de una lección. Pero además, cada uno de
nosotros tiene una vida privada: él tiene su música y yo amo el ruso. No compartimos el mismo techo, esta-
mos separados por cinco calles, un puente y un canal. Y aunque nosotros viajáramos juntos, viviéramos jun-
tos y llegáramos a estar más unidos, seguiríamos a pesar de todo permaneciendo completamente libres” (4-
IV-1942).
98 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C6

haber entrado en una etapa de amor sereno pero intenso. No loco, pero sí con tintes de
idealismo, amor equilibrado y profundo27.

El día 15 de abril EH experimenta una inmensa alegría por haber “participado de su boca”,
por haber “bebido de su respiración”. Estas expresiones hacen referencia a un beso muy es-
pecial que le hizo sentir unida a JS de una manera totalmente novedosa, hasta el punto de
expresar que era la primera vez que besaba a un hombre. Es como si la integración del eros
en el ágape se hubiera producido por un momento. Al día siguiente explica el porqué de este
beso: las personas que se conocen tan bien siguen su propio ritmo y sus propias leyes, de tal
manera que se da una unidad muy especial28. EH confiesa cómo una hora de esta sintonía
con JS, de este compartir su respiración, le da una fuerza tal que podría vivir de ella durante
su vida entera. Y es que JS supone para ella cemento que une todas sus partes 29; luz y orden
para sus espacios más oscuros30; libro en el que lee y aprende31; mansión de grandes emo-
ciones con numerosas habitaciones 32; exhibición densa, misteriosa e inescrutable en un mu-
seo; médico de su cuerpo; luz, eficacia y creatividad33. Este último día le viene a la cabeza la
respuesta a una pregunta que le rondaba en la cabeza hacía bastante tiempo: si tuviera que
elegir entre sus estudios y los ojos fieles de Han o marchar a un campo de concentración con
JS, ¿qué elegiría? “Seguiré a S. allá donde fuera y compartiría sus penas” 34.

27
“Solo sé que le amo, un poco más cada día y que he madurado a su lado hasta convertirme en un ser hu-
mano adulto y genuino (…) El vínculo entre nosotros nunca ha sido tan profundo y tan fuerte como lo es aho-
ra (…) Los dos tenemos completamente bajo control nuestras potencialidades porque tenemos los mismos
valores, porque estamos abiertos, cada nuevo día, al otro y al mundo entero. Porque no nos hacemos de-
mandas el uno al otro. Porque los dos dominamos el arte de disfrutar los pequeños placeras de la vida y por-
que ambos creemos en Dios de la misma manera” (5-IV-1942).
28
“Quizá la única manera de besar a un hombre es cuando no brota simplemente de la sensualidad sino tam-
bién del deseo de respirar por un momento con una sola boca, de modo que un mismo hálito pase a través
de los dos. Y fue con S cuando tuve esa experiencia por primera vez” (16-IV-42).
29
Cf. 22-IV-1942.
30
Cf. 22-IV-1942.
31
Cf. 22-IV-1942.
32
Cf. 26-IV-1942.
33
Cf. 29-IV-1942.
34
De hecho, EH afirma en su diario el 30 de abril de 1942 que aceptaría ir al exilio con JS, pero también con
Han. Ambos tienen conciencia de estar viviendo una relación íntima pero, al mismo tiempo, con espacio
que hace posible sus respectivas fidelidades, a Han y a Hertha: “Nos creemos que las cosas están obligadas
a suceder a nuestro gusto. Me refiero a su fidelidad a Hertha. Él piensa: le soy fiel, está seguro de la fortale-
za de sus sentimientos hacia ella. Y entre tanto me permite jugar en su vida un papel que no cuadra con su
fidelidad. Y yo también: sé que Hertha existe y, en mis mejores momentos, estoy dispuesta a comportarme
de acuerdo con eso. Y encima está mi propia fidelidad a Han. Pero ambos, él y yo, tiramos por nuestro ca-
mino propio y creemos que somos fieles de todos modos, que tenemos en nuestro interior espacios suficien-
temente amplios para permitirnos muchas libertades no pequeñas, algo que no sería llevadero para una
persona normal” (30-IV-1942).
Una “staretz” en Westerbork 99

Pero su capacidad de amar trasciende a JS dirigiéndose también a cada persona con quien le
toca compartir su vida 35. También a su familia. De hecho, en la entrada del 16 de abril, ex-
presa cómo va cayendo en la cuenta de que su familia no ha tenido una historia fácil, pero
también que no es posible cambiar el pasado y que la continua autocompasión destruye a la
persona. Además, reconoce que los vínculos estrictos que se daban entre ellos se han suavi-
zado mucho y que, por tanto, puede amarles ahora de una manera más genuina. En defini-
tiva, EH piensa en sus padres y afirma: “yo solo puedo amarles”36.

Esta apertura de corazón es lo que le permite a EH expresar con alegría y sorpresa: “puedo
amar mucho, muchísimo”37. Y el modo de amar que se le va dando a EH tiene que ver con el
“estar con”, acompañar, guiar, enseñar cómo ir a lo profundo. Las habilidades propias de
una “acompañante” se van desplegando en ella posibilitándole una mejor – más amorosa-
acogida y escucha del otro. Ella, de hecho, se hace consciente de que cuida las relaciones
que establece siendo fiel a cada una de ellas, sin abandonar unas por cultivar otras. Para ello
va buscando el modo de vivir estos encuentros sin perder tiempo en superficialidades 38 y
buscando para cada persona un trato único. Y esto, dice EH, no le surge de la vanidad, sino
del amor alegre que siente por toda clase de personas.

Por otra parte, también cae en la cuenta de lo que provoca en las demás personas como,
por ejemplo, la transferencia afectiva con respecto a Leonie que busca gestionar de la mejor
manera39. Por eso dice que cada vez le resulta más fácil dejar la libertad necesaria al otro
para que crezca con autonomía, así como estar en la misma frecuencia para saber lo que
cada uno puedo asimilar. Asimismo, expresa cómo la escucha que ofrece no es solo a los
demás, sino en los demás; es una escucha empática que le lleva a conectar en profundidad

35
15-IV-1942.
36
16-IV-1942. Esta ternura y preocupación se extiende también a sus hermanos. De hecho, ese mismo día
escribe a JS (Carta 6) comentándole una conversación mantenida con su hermano Mischa a raíz del encuen-
tro que la misma EH había posibilitado a su hermano con el psicoquirólogo para tratar sus estadios depresi-
vos.
37
29-IV-1942.
38
Cf. 29-III-1942.
39
Cf. 1, 2 y 26 – IV- 1942. Leonie Snatager (La Haya 1918 - Greenbelt, EEUU, 2013) estudió economía en Áms-
terdam, donde conoció a EH en 1937 o 1938. Leonie a menudo se acercaba a visitar a EH (y a 'Pa Han') en el
Gabriël Metsustraat en Ámsterdam donde mantenían interminables conversaciones bajo el sol. En un mo-
mento determinado EH y Leonie se alejaron porque esta comenzó nuevos estudios en La Haya y meses más
tarde se prohibió viajar a los judíos. EH supuso una fuerte influencia para ella, aunque no se sentía cómoda
con el triángulo amoroso entre EH, JS y Wegerif. Parece ser que EH no era muy abierta con ella, pues la con-
sideraba demasiado entrometida. Leonie no estaba de acuerdo con el plan de ir al campo de Westerbork
voluntariamente, por lo que decidió ocultarse. Tras sobrevivir a la guerra, emigró a los Estados Unidos y se
casó con Walter Penney. Había empezado a escribir un diario detallado antes de la guerra que, tras su
muerte en 2013, fue donado al Museo del Holocausto en Washington.
100 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C6

con el otro40. De ahí que el 13 de abril EH escriba sobre cómo en todo lugar es posible tener
esta experiencia de conexión profunda, porque en cada persona se halla el “espacio interior
del mundo”41. Más aún: el ser humano también debe ofrecer ternura a la naturaleza, a la
noche de primavera, al cielo y las estrellas, al agua y al pequeño puente con quien puede
establecer una honda comunión42. Así, dos semanas más tarde, tiene una experiencia con-
templativa ante un magnolio, una conexión honda con sus flores, un anhelo de cuidar con
ternura sus hojas y una atracción tal que no le resultó fácil “despegarse” del árbol 43.

Vocación de escritora

También el C6 recoge su via dolorosa como escritora, como ella califica al hecho de no hallar
las palabras adecuadas para expresar sus sentimientos y pensamientos, admirándose con
preocupación por la diferencia existente entre lo que experimenta y lo que puede verbali-
zar. Y ante esta dificultad le viene a la cabeza una frase que halló en un pequeño papel hace
años: “La gracia, en sus raras apariciones, debe encontrar una técnica pulida” 44. Pero será
R.M. Rilke quien le indique el camino que ha de tomar: paciencia e interioridad 45, ya que las
palabas auténticas nacen de una necesidad interior imperiosa46. Pero el saber esto no impi-
de el dolor, porque algo inefable dentro de ella desea cristalizar en palabras y… ¡nada! el
bloque de granito sigue ahí, sin hallar el modo de tallarlo. Hasta siente vergüenza por no
poder a sus veintiocho años hallar palabras que encaucen sus luces internas 47.

Recapitulación

Este cuaderno refleja una necesidad más imperiosa de momentos de paz y silencio, en los
que tanto R.M Rilke como la Sagrada Escritura actuarán y movilizarán las energías espiritua-
les. Es como si la Vida le estuviera pidiendo un grado más de confianza antes del nacimiento
de lo nuevo que está en gestación: “Algo nace en mí, pero lo dejo crecer sin hacer pregun-
tas”48. Este no hacerse preguntas denota una nueva sabiduría en la joven: no quiere llevar
cuestiones existenciales al ámbito de la razón, de la cual tanto le ha costado salir y tanta

40
Cf. 1-IV-1942.
41
El 16 de abril de 1942 escribe: “Siempre me sentiré en casa porque encontraré estrellas”.
42
“Siento que esta es la única forma de transformar los muchos, profundos y tiernos sentimientos que uno
lleva para otros en hechos: confiarlos a la naturaleza, dejarles expandirse bajo el amplio cielo de primavera"
(25-IV-1942).
43
“Permanecí con la boca abierta casi cinco minutos como si estuviera unida a la flor, como si no pudiera creer
que podría haber algo tan bello… Apenas pude alejarme de las flores, acariciando las hojas muy suavemente
con la yema de mis dedos…” (26-IV-1942).
44
1-IV-1942.
45
Cf. 4-IV-1942.
46
Cf. 21-IV-1942.
47
Cf. 23 y 24 – IV-1942.
48
26-V-1942.
Una “staretz” en Westerbork 101

energía y creatividad le ha cobrado. Además, confía en que esta espera de la novedad sol-
vente la distancia entre su anhelo de escribir y su escritura de facto.

La relación con JS sigue ocupando una parte importante de la cotidianidad de EH, sin em-
bargo, se da una valoración mayor de la dimensión más espiritual de la relación, disminu-
yendo la pasión erótica de la misma. De hecho, este cuaderno es testigo del beso más espe-
cial que EH recibió en su vida, de su verdadero “primer beso”.

Su capacidad de ternura crece de tal modo que se desborda en el resto de relaciones que
establece, cuidando su modo de estar y de ser con quienes establece cualquier tipo de
vínculo. Escuchar con profundidad se convierte paulatinamente en uno de sus modos más
propios de amar, que pone en juego incluso con sus familiares, con quienes nunca fue fácil
la relación.

Por último, la actitud teologal se reafirma en medio de las realidades cotidianas, haciéndose
compatible la naturalidad a la hora de dirigirse a Dios y los momentos más silenciosos de
oración y diario.
Cuaderno 8 (18 de mayo – 5 de junio)
Introducción

El C8 comienza tras el séptimo cuaderno del diario de EH, que nunca fue hallado y que refle-
jaría lo ocurrido entre el 30 de abril y el 18 de mayo de 1942. La frecuencia de las entradas
es casi diaria, siendo dos días el máximo de tiempo en que no deja reflejada ninguna viven-
cia.

La situación que viven los judíos en Ámsterdam es cada vez más tensa. Durante el mes de
mayo el poder ocupante aprueba una de las medidas más segregacionistas: la oficialización
de la estrella de David amarilla con la letra “J” que todo judío debía llevar cosida en sus
prendas. Esta nueva ley, junto a otras que prohibían caminar por la acera, viajar en tren o
salir a la calle más tarde de las 20h, era el anuncio de que el fin se acercaba.

Confianza en Dios ante el sufrimiento

Sus primeras líneas manifiestan su preocupación por la muerte y la destrucción que empapa
la realidad. Describe lo que ha escuchado de Beppie, una mujer judía que se dejó seducir
por la Gestapo y fue cómplice de la eliminación de familias enteras. EH, sin embargo, inten-
ta mirar más allá de los hechos concretos y juzga que Beppie hubiera podido hallar medios
alternativos para expresar su angustia y soledad. Sí, Beppie es peligrosa, degenerada y mise-
rable; pero todas sus acciones horrendas estaban causadas por una situación que también
ella experimentó como amenazante. En este contexto, orar se convierte para EH en el refu-
gio y la celda monacal que le permite seguir viviendo con entereza y compromiso, no decaer
en los arduos momentos y no quedarse en la superficie o la distracción. Orar es reunificarse,
volver a las fuentes internas, abandonarse en una realidad mayor 1. Así, al día siguiente EH
se dirige a Dios 2 pidiendo por su salud y por la relación con JS 3. Pero también se dirige a Dios
por medio de la queja. De hecho, el 20 de mayo, ante una dificultad en la relación con Han-

1
“Las amenazas son cada vez mayores y el terror aumenta por días. Sitúo la oración en torno a mí como un
oscuro muro protector, me retiro dentro como si de una celda monacal se tratara y después salgo de nuevo,
con más calma, más fuerte y más recogida. Abandonarse en el interior de la pequeña celda de la oración es
alcanzar una realidad más grande y, al mismo tiempo, una necesidad. Esta concentración interior levanta
muros altos en torno a mí, dentro de los cuales puedo encontrar el camino de vuelta hacia mí misma, reunir
mi ser en una unidad, lejos de toda distracción. Puedo imaginar que vendrán tiempos en que permaneceré
arrodillada durante días esperando a que las paredes protectoras sean suficientemente fuertes para evitar
que me rompa en pedazos, que mi ser se pierda o quede completamente devastado” (18-V-1942).
2
La presencia de Dios en el C8 es escasa y se resume prácticamente en tres peticiones (dos el 19 de mayo y
otra el 26 de ese mismo mes), una definición (oración como celda protectora, del 18 de mayo) y una queja
(20 de mayo).
3
“Esta mañana he rezado para que mi cuerpo desvencijado pudiera permanecer unido”; “Querido Señor, ¿no
podrías hacerme solo un poco más imparcial, no celosa, realmente madura y ligeramente más por encima de
las cosas?” (19-V-1942).
Una “staretz” en Westerbork 103

neke Starreveld4 escribe: “Dios mío, en este mundo nuestro en que la gente se asesina unos
a otros y se odian visceralmente, ¿cómo pueden aquellos que aún tienen una vaga noción de
los verdaderos valores fallar al ponerlos en práctica en su día a día?” 5.

Salud

A pesar de que en cuadernos anteriores se ha constatado una mejora en la armonía de lo


físico, lo psíquico y lo emocional 6, el C8 describe cómo su cuerpo empieza a emitir señales
de alarma7. Su salud se resquebraja hasta tal punto que, aunque no solía fiarse de la efecti-
vidad de los médicos, se decide a reclamar su ayuda 8. De hecho, en una carta fechada el 25
de junio habla de cómo un médico le había ayudado a eliminar ciertos dolores en el vien-
tre9.

Otro tema asociado al cuerpo es la gestión emocional, en la que cada vez se nota más habi-
lidosa10. Sabe que si en vez de gestionar las emociones intenta controlarlas férreamente una
fuerte tensión se traduciría en grandes dolores. Especialmente cuando este control se ejer-
ce sobre las emociones que tradicionalmente se han etiquetado como negativas - la ira y la
tristeza-, que nunca han de cargarse sobre las espaldas ajenas, sino que, por lo contrario,
han de expresarse con cierta fluidez11.

4
Mujer holandesa cinco años mayor que EH que acudía esporádicamente a los cursos de JS con el fin de ser
sujeto de prácticas. EH establece contacto con Hanneke a partir de los autores que ambas leen: C.G. Jung y
R.M.Rilke.
5
20-V-1942.
6
Cf. 1-VI-1942.
7
Para expresar esta sensación extraña busca imágenes diversas para el cuerpo: caja para los sentimientos (Cf.
19-IV-1942), o es un barril con un líquido precioso como el alma (Cf. 29-V-1942) o es un columbario donde
se sitúan pensamientos, sentimientos y emociones internas (Cf. 30-V-1942).
8
Cf. 1-VI-1942.
9
Carta 7. 25-VI-1942, a Netty van der Hof. Esta carta ya pertenecería al tiempo de redacción del C9 (5 de junio
al 3 de julio de 1942): “Me siento como si tuviera termitas debajo del vientre, pero gracias a las gotas mági-
cas de un doctor homeopático, estos bichos se han marchado y todos mis poderes están siendo gradualmen-
te restaurados (…) Nuestras propias tensiones son lo más grande y lo más fructífero si no vamos a los extre-
mos. Eso es, al menos, lo que yo he descubierto en mi cuerpo y alma. Mis deseos más grandes, mi agota-
miento más grande, mi autocontrol más grande, mis nuevas fuerzas que surgen en mí y me hacen más pro-
ductiva y son mayores”.
10
Cf. 24-V-1942.
11
“De vez en cuando uno debería dejar de ponerse tantos límites y dejar que las emociones fluyan a sus an-
chas. Uno no necesita esconder la propia inquietud o tristeza, debería tratar con ella, pero sin rendirse a
ellas completamente como si no hubiera nada más en el mundo. Hay que ahorrárselas a la comunidad: a la
gente que viene a nosotros en busca de conocimientos, o escucha de un problema o un poema” (Carta 7, a
Netty van der Hof, 25-VI-1942).
104 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C8

Julius Spier

Este arte de la gestión se pone en juego en su relación con JS en la que surge una nueva
inquietud: el matrimonio por conveniencia. Esta idea aparece a raíz de su lucha interior en-
tre el deseo de ser su compañera de vida, respetar la fidelidad de JS con respecto a Hertha y
la necesidad de sentirse libre con respecto a él. Lo llamativo en EH no es que cambie de op-
ción con cierta asiduidad, sino que en un mismo día pueda decidirse por caminos diferentes.
Así, por ejemplo, el día 23 de mayo EH escribe “Quiero ser la esposa de S.” pero, a continua-
ción, indica que no desea forzarle a ser infiel pues teme perder su amistad. Finalmente,
agradece la influencia positiva de JS en su vida, pero reconoce el mucho bien que le haría la
separación para crecer en autonomía y, por eso mismo, concluye las entradas de este día
con la idea de que lo más conveniente es no hacer de un solo hombre el centro de su vida.

Al día siguiente, no obstante, llega a cuestionar la fidelidad de JS con respecto a Hertha y


llora por el sentimiento de abandono y lejanía que vivencia con respecto a él, hasta el punto
de llamarse a sí misma “perro loco”. Y aunque dos días más tarde se siente más equilibrada
emocionalmente y más reconciliada con la prometida de JS 12, apenas han pasado otras 48
horas cuando ya ha realizado el siguientes análisis de la situación con tres posibles caminos:
casarse, seguir sin compartir exclusivamente sus caminos y, además, el matrimonio de con-
veniencia. Sería dejar atrás la institución tradicional del matrimonio y tener la oportunidad
de permanecer juntos para resistir los momentos históricos tan duros 13. Pero no siendo su-
ficiente esta reflexión en la que intenta reconciliar deseos contrapuestos, escribe una frase
no menos enigmática: “Le amo mucho para casarme con él”. EH reconoce que estas pala-
bras pueden sonar paradójicas, pero son perfectamente comprensibles para ella. No lejos
de esta ambigüedad, EH concluye este cuaderno con estas palabras: “Definitivamente no
querría unir mi vida a él… Mi vida en todo caso está ligada a él para siempre, o mejor, está
unida a él. Y no solo mi vida, sino también mi alma” 14.

Esta lucha no es nueva. Tampoco el rechazo a una mímesis a costa de la propia autonomía.
Y es que descubre en ella tal miedo a convertirse en un peso o un lastre para él, que ni se
atreve a mencionarle nada de su salud endeble. Pero, por otro lado, no le satisface una rela-
ción con JS en la que tenga que estar preguntándose continuamente qué pensará de ella. De
ahí que escriba: “¡No olvidar la diferencia entre subyugación y CONJUGACIÓN!”15.

12
Eso no quita para que le diga que en la esfera erótica ella se siente polígama, mientras que en la esfera más
interior, monógama (26-V-1942).
13
Cf. 29-V-1942.
14
4-VI-1942. EH, en toda esta reflexión, o en el intento de poner razón a su mundo emocional complejo, co-
menta la dificultad de vivir sus ideas no convencionales con respecto a las relaciones de intimidad en una
sociedad con ideas sobre el matrimonio, la fidelidad… tan fijas (23-V; 29-V; y 4-VI-1942).
15
29-V-1942.
Una “staretz” en Westerbork 105

Unión cósmica

La joven incide en la expresión “todo en mí” 16, haciendo referencia a la posibilidad de vincu-
larse en profundidad con todo lo existente en el “espacio interior del mundo” rilkeano. Muy
unida a esta concepción cosmológica, EH narra su experiencia de tocar los misterios de la
vida y descansar en el pecho desnudo de la misma17. Se trata de una vivencia propia de
quien no vive a la defensiva buscando seguridad a toda costa, de quien cree que el mundo
está en buenas manos siguiendo un itinerario que el hombre no siempre puede comprender
y que EH corona con actitud teologal por medio de una cita de San Agustín: “Mi alma te
alabará en todas las cosas, oh Dios, Creador del Universo” 18.

Esta sensación de unidad cósmica no resulta fácil de expresar. Busca palabras e imágenes
pero nada le convence. Esta esterilidad, junto con la impotencia de constatar que no consi-
gue encauzar la creatividad, y una cierta pereza, la van paralizando. No obstante, el 3 de
junio escribe en su diario cómo recibe una revelación sencilla que le saca del inmovilismo:
“haz algo tangible aunque de fondo inmaterial”.

Ser testigo

Al día siguiente, 4 de junio, insiste en la necesidad que tiene de explicar a los demás lo que
hay dentro de sí. Aunque ella es consciente de que esto pudiera sonar pretencioso, sigue
aclarando: “No de manera individual en conversaciones privadas, sino a toda la humanidad,
sí, a todos ellos, en forma de una obra de arte o de otra manera”. Es como si ella fuera uno
de los muchos receptores de un trocito de la historia y tuviera la misión de retransmitirlo.
Pero ni siquiera sabe qué mensajes son los que debe transmitir. Quizás, por eso, sueña es-
cribir con grafía japonesa, que son rasgos rodeados de un gran espacio en blanco, son como
palabras entre el silencio, palabras que exigen callar. Se trata de un espacio no vacío, sino
inspirado; y cada palabra es como una piedra miliar19.

Este anhelo por la simplicidad y la quietud contrasta, sin embargo, con otros días en los que
ansía la palabra hasta el punto de dar la sensación de avidez, caos o angustia por acaparar
tanta literatura20. De todos modos, poco después, confecciona una lista de autores y artistas

16
29-V-1942.
17
Cf. 30-V-1942.
18
En lo que respecta a la creación, EH acoge los rasgos fundamentales de la imagen veterotestamentaria de
Dios: origen de todo cuanto existe, creador del ser humano a su imagen y semejanza. Para Alexandra Ples-
hoyano el hecho de que el ser humano haya sido creado a imagen y semejanza de Dios constituyó el leitmo-
tiv de EH (Alexandra Pleshoyano, “Etty Hillesum: For God and with God” en: The Way 44 (2005) 11).
19
Cf. 5-VI-1942.
20
“Todavía hay mucho que hacer que realmente no entiendo cómo puedo perder incluso un solo momento de
mi vida. Hay las transformaciones de Jung y luego su energía psíquica. San Agustín también está esperando,
y la Biblia, y todavía no he leído todo Rilke. Durante semanas, el Renacimiento de Walter Pater ha estado
106 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C8

que, cuando se acerca a ellos sin obsesión de consumirlos, le conectan con la parte más sa-
grada de sí misma, entre los que se hallan, entre otros, F.M. Dostoievski y R.M. Rilke 21.

Recapitulación

Ante la amenaza alemana cada vez más asfixiante, EH recurre tanto a la lectura espiritual
como a la oración con el fin de hallar fortaleza y refugio. Esta última se convierte para la
joven en su “celda monacal” en la que nada le puede ocurrir 22. A veces se dirige a Dios con
peticiones, pero también asoma la queja pues son momentos de gran apuro y debilidad
física. Vive su cuerpo como apéndice dolorido y no integrado en el resto de su existencia,
aunque sí intuye que es posible la comunión con el resto del cosmos pues todo se halla en
ella.

Por otro lado, la posibilidad del matrimonio por conveniencia supone una novedad con res-
pecto a los cuadernos anteriores, así como una dificultad añadida en la gestión de la rela-
ción con JS. Aun así, parece que el fondo de la cuestión permanece: su corazón está llamado
a amar con miras universales sin entregarse en exclusividad a un hombre.

Por último, vive con urgencia su vocación de escritora y testigo apareciendo un matiz nove-
doso: sus palabras han de ser evocadoras más que descriptivas, han de ser señales hacia el
silencio habitado más que explicaciones que den respuesta a toda pregunta. Aun así, expre-
sa su todavía incapacidad para tal tarea.

sobre mi escritorio. Y de repente abandoné al príncipe Myshkin a su destino (...) He descuidado por completo
a mis rusos, y libros sobre Rusia, y la lectura en el original ruso. Pero debí haberme dado cuenta de que no
debía desperdiciar mi fuerza en las especulaciones sobre el futuro y en los relatos salvajes, arrebatadores y
agotadores de la aflicción” (23-V-1942).
21
“Miguel Ángel y Leonardo. Ellos también forman parte de mí, habitan mi vida. Dostoyevsky y Rilke y San
Agustín. Y los apóstoles. Parece que me muevo en círculos particularmente exaltados. Pero no es una cues-
tión de mis pretensiones literarias. Estos escritores me dicen algo real y pertinente, cada uno a su manera.
Había varias cosas de Miguel Ángel que me cogieron de repente la garganta y me llenaron de emoción plena
y poderosa” (29-V-1942).
22
Cf. 18-V-1942.
Cuaderno 9 (5 de junio – 3 de julio)
Introducción

El C9 recoge un periodo de 29 días, de los cuales queda constancia de 26 de ellos por me-
dio de 49 entradas. Por tanto, solo existen tres jornadas de silencio: los domingos 7 y 14 y
el martes 30.

Las circunstancias históricas se agravan de un modo insospechado a raíz del atentado en


una central telefónica de la Fuerza Aérea alemana el día 3 de junio. Se produce una re-
presalia que acabó con doscientos judíos deportados a Matahusen, donde fueron asesi-
nados nada más llegar. Además, la Policía Verde Holandesa empieza a detener judíos por
todo el país, especialmente en Ámsterdam, para su posterior deportación a campos de
concentración o transición. Todas las fuerzas de seguridad holandesas participan en la
operación, desde policías municipales a la recién creada para la ocasión Policía Auxiliar
Voluntaria con 2.000 milicianos del NSB (Nationaal-Socialistische Beweging). El nuevo ho-
gar de los judíos serán los campos de trabajo de Amersfoort, Vught, Herzogenbusch y
Westerbork, dirigidos por guardias holandeses que se muestran más violentos incluso
que los alemanes 1. A sus inquilinos les son confiscadas las propiedades, tanto viviendas
como pequeños objetos de valor que se reparten entre los soldados y los mandatarios
holandeses y alemanes.

El 30 de junio se declara el toque de queda para los judíos desde las ocho de la tarde has-
ta las seis de la mañana; la prohibición de permanecer en casas de no judíos, pudiendo
solo comprar en tiendas de no judíos desde las tres hasta las cinco de la tarde; la prohibi-
ción de suministrar víveres a las casas judías; la prohibición de ir a peluquerías y otros es-
tablecimientos paramédicos de no judíos; la prohibición de entrar en estaciones de tren;
y el uso de cualquier medio de transporte público o privado, así como del sistema público
de telefonía, por lo que las líneas judías son cortadas 2. Aun así…

“…a veces inclino mi cabeza bajo la gran carga que pesa sobre mí, pero incluso si inclino mi
cabeza siempre tengo la necesidad, casi mecánicamente de juntar mis manos. Y así puedo
sentarme horas y conocer todo y bregar con todo y fortalecerme en ese bregar y, al mismo
tiempo, sentir la certeza de que la vida es bella y que merece la pena vivirla y que tiene sen-
tido”3.

1
El Castillo de Barneveld se empleó como prisión preventiva para evitar la muerte a unas seiscientas personas
destacadas del mundo de la ciencia o el arte. Es cierto que, en ocasiones, esta práctica era una trampa para
traer a víctimas específicas (J. C. H. Blom, R. G. Fuks-Mansfeld, Ivo Schöffer, The History of the Jews in the
Netherlands, Littman Library of Jewish Civilization, Oxford-Portland-Oregon 2002, 328).
2
Etty, 738.
3
2-VII-1942.
108 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C9

Postura ante el sufrimiento

Ante esta situación cada vez más amenazante, EH copia un fragmento de Stanley Jones 4
sobre la legitimidad de la ira, en el que menciona a F. Nietzsche y Jesús5. El autor justifica
la rabia pues es necesaria para subsistir ya que se transforma en protección ante el mal,
pero siempre y cuando esté fundamentada en una indignación moral y no en un mero re-
sentimiento personal6.

Del mismo modo, EH distingue entre relativizar y reducir el sufrimiento. Parecería que en
el momento en que se relativiza, también necesariamente se reduce. Sin embargo, esto
ocurre solo si a la hora de relativizarlo también se produce una desconexión de él. La jo-
ven propondrá, sin embargo, relativizarlo sin reducirlo o, lo que es lo mismo, no desco-
nectarse interiormente de él. El sufrimiento, que es una parte de la vida, es para vivirlo 7.

Según transcurren los días, el aliento de la muerte es cada vez más perceptible al ir desa-
pareciendo personas conocidas. Los rumores son escalofriantes y la oración por quienes
atraviesan el horror se convierte en una responsabilidad permanente. Pero estas circuns-
tancias penosas también implican otra obligación: ir a lo esencial sin entretenerse en in-
significancias, vivir para los demás saliendo de la propia autorreferencialidad 8.

4
Stanley Jones (1884-1973) fue un misionero y teólogo metodista cristiano. Es recordado principalmente por
sus conferencias interreligiosas a las clases educadas de la India. La amistad con K. Gandhi y la familia Nehru
le llevó a dirigirse a miles de misioneros afincados en la India invitándoles a valorar más el pensamiento au-
tóctono. Este esfuerzo por contextualizar el cristianismo en la India fue el tema de su obra fundamental, El
Cristo de la Ruta de la India (1925). Fundó el movimiento cristiano Ashram, y recibió el Premio Gandhi de la
Paz (http://www.sigueme.net/autores/191-stanley-jones. Última consulta: 7-VIII-2016). Parece ser que EH
ya conocía sus obras antes de encontrarse con JS, posiblemente por medio de su amiga Johanna Kuiper, que
había traducido algunos de sus escritos al neerlandés (Etty, 732).
5
Esta es la primera y única vez que EH emplea el nombre de “Jesús” en sus diarios. Además, habla de Cristo en
cuatro ocasiones, si bien de una forma muy tangencial.
6
“El alma se levanta y con una profunda indignación, resiste al mal. Nietzsche posiblemente tenía razón cuan-
do dijo que ‘la virtud es de poca importancia cuando no puede ser defendida con rabia’. Jesús pudo estar
lleno de ira: ‘él los miró con ira, estando apenado por su dureza de corazón′. Pero ¡ojo! Era ira mezclada con
dolor. Él estaba apenado. Esta es la diferencia entre la ira legítima y la ilegítima. Si nuestra rabia está enrai-
zada en una indignación moral, en un dolor moral y no es un resentimiento personal, entonces la ira es bue-
na y valiosa y saludable” (8-VI-1942).
7
“Relativizar el propio sufrimiento no disminuye la intensidad de ese sufrimiento, o al menos no debería hacer-
lo. Relativizarlo a base de reducirlo no es honesto, supone una injusticia a la vida, apaga algunas de las exi-
gencias de tu vida” (9-VI-1942).
8
“Él Acababa de telefonear para decirme que Hulle ha sido trasladado al campo de Amersfoort. Y corre el ru-
mor de que es posible escuchar la corriente de gentes golpeadas hacia allí... en medio del calor. Y nadie sabe
por dónde anda... la madre de Hulle. Pero no son ellos solos: son miles y miles por los que habría que estar
rezando en cada minuto y no olvidar ni un instante. Y es vergonzoso que tú, Etty, estés otra vez enredada en
deseos y añoranzas que no son aspiraciones genuinas. He de alcanzar claridad sobre este punto antes de que
pueda considerarme otra vez parte de la gran comunidad; y esto implica liberarse del propio egocentris-
mo...” (15-VI-1942).
Una “staretz” en Westerbork 109

Sin embargo, EH constata con dolor que hay muchos que prefieren imitar al avestruz: no
considerar la gravedad de los acontecimientos, perdiendo el tiempo y la energía vital en
preocupaciones intrascendentes9. Otros simplemente desconectan su mundo interior de
las circunstancias sociales por medio de una coraza impermeable. Y otras personas, como
EH, son capaces de seguir en contacto con la realidad que se convierte en un catalizador
de madurez10.

Pero el dolor de EH no es menos intenso cuando constata en otros una actitud diame-
tralmente opuesta a la ceguera voluntaria, esto es, entrar en el juego de la humillación.
No comparte la postura de quienes en todo perciben que se les está robando la dignidad
que es esencialmente inviolable. Como EH explica con gran lucidez, solo es posible que se
dé la humillación si existe una persona que se deja humillar, si existe una parte que al re-
cibir un trato vejatorio entrega resignadamente su valía 11.

Además, no se dirige al cielo maldiciendo o pidiendo explicaciones, sino que su capacidad


de amar se transforma en perdón para con Dios por el escenario dantesco en que tantas
personas están siendo pisoteadas 12. No es que EH crea que Dios es culpable del sufri-
miento humano13, sino que este “perdonar a Dios” refleja su complicidad con Él: al igual
que no es Dios quien ayuda al hombre, sino al revés14, tampoco es Dios quien perdona al
hombre, sino que es la divinidad la que recibe el perdón humano.

No obstante, a primeros de julio se agrava la situación y EH busca claridad en la oración y


el diario. El 2 de julio, en una larga reflexión sobre el sufrimiento, la joven explica cómo
solo se sufre con dignidad cuando se acoge la vida con todo lo que trae, ya que el sufri-
miento no es ajeno a la dignidad humana. Quien cree que el dolor, el mal, la enfermedad,
la injusticia no tienen nada que ver con la vida cotidiana, es fácil que se sienta herido en
su dignidad, llegando al punto de la locura, el suicidio o cualquier otra forma de autodes-

9
Cf. 15-VI-1942.
10
“Si uno no se rompe por la tristeza de hoy en día, o crece con un caparazón duro y cínico, o cae resignado,
entonces uno se hace más suave, gentil, comprensivo y amable. Mi tenacidad y mi amor tienen miles de
años y crecen miles de años cada día. Esta época es algo que puedo sobrellevar, que puedo cargar sin llegar
a colapsar bajo su inmenso peso…” (Carta 7. 25-VI-1942, a Netty van der Hof).
11
“La humillación siempre exige dos partes. El que humilla y aquel a quien se quiere humillar; pero sobre todo,
alguien que acepte dejarse humillar. Si falta este último o, dicho de otro modo, si la parte pasiva está inmu-
nizada contra todo tipo de humillación, las humillaciones infligidas se deshacen en humo. Lo único que que-
da son las medidas vejatorias que trastornan la vida cotidiana, pero no esa humillación o esa opresión que
agota el alma. Hay que educar a los judíos en este sentido” (20-VI-1942).
12
Cf. Carta 7. 25-VI-1942, a Netty van der Hof.
13
Cf. 29-VI-1942.
14
Cf. 11-VII-1942.
110 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C9

trucción15. Quien se siente maltratado por cualquier contratiempo y solo atiende a sus
propias necesidades, suele ver el mundo como lucha de dos poderes antagónicos: solo
existe el bien o el mal, lo blanco o lo negro, arriba o abajo… Es necesaria cierta cintura an-
te los avatares de cada jornada y conocer la gama de grises. La vida, como el corazón del
ser humano, es suficientemente amplia para albergar supuestos contrarios. Con un cora-
zón ensanchado en su taller interior, EH estaba preparada para dar la bienvenida a las
contradicciones de la vida 16.

Sin embargo, pronto es acusada por algunos amigos de haberse resignado ante el mal
causado por las fuerzas alemanas. EH explica que “llegar a un acuerdo con la vida” no es
resignación ni desesperanza, sino un compromiso de vivir el momento presente acogien-
do lo que venga sin pensar que ella pudiera ofrecer al universo una respuesta redentora
novedosa. No es resignación, sino un realismo básico que exige rechazar ilusiones vacuas
que impedirían encarar los acontecimientos con entereza y corazón abierto 17. EH conti-
núa su entrada del 2 de julio explicando cómo la oración es el modo de sacar las fuerzas
necesarias para soportar la carga pesada, y de nutrir la convicción de que merece la pena
seguir caminando porque la vida es bella. Pero también aclara que esto no arranca de su
interior la tristeza por todo lo que está ocurriendo.

Esta lúcida reflexión sobre el sufrimiento constituyó la antesala de la definitiva toma de


conciencia de la gravedad de la situación y de que la muerte era una opción muy proba-
ble18. Las pocas dudas que pudieran quedar se esfuman. Se busca el exterminio del pueblo
judío y las ordenanzas que se van promulgando son parte de una estrategia fríamente

15
“Sufrir no está por debajo de la dignidad humana. Quiero decir: es posible sufrir con dignidad y sin ella. Quie-
ro decir: muchos de nosotros en Occidente no entienden el arte de sufrir y experimentan miles de miedos a
cambio. Dejamos de estar vivos, llenos de miedo, amargura, odio y desesperación. Y me pregunto si hay mu-
cha diferencia entre ser consumidos aquí por los miles de miedos y en Polonia por miles de piojos y de ham-
bre. Hemos de aceptar la muerte como parte de la vida, incluso las muertes más terribles” (2-VII-1942).
16
“¿Y no vivimos una vida entera cada uno de nuestros días? ¿Y realmente importa si vivimos unos pocos días
más o menos? Estoy en Polonia cada día, en el campo de batalla… A menudo tengo visiones de humo verde
tóxico; estoy con el hambre, el maltrato y la muerte cada día pero también estoy con el jazmín, con el trocito
de cielo de mi ventana; hay sitio para todo en una simple vida. Para creer en Dios y para un final miserable”
(2-VII-1942).
17
Cf. 2-VII-1942.
18
“Vamos hacia nuestra destrucción, que es cada vez más clara. No debemos hacernos el tonto con respecto a
ella (…) Siento que está empezando un nuevo período en nuestras vidas, más serio y más intenso, en el que
nos concentramos en lo esencial. Cada día nos hacemos más sencillos” (3-VII-1942). Tres días después escri-
be: “Por todos lados nuestra destrucción se acerca a nosotros y tan pronto como el cerco se cierre, nadie
podrá venir en nuestra ayuda. Todas las pequeñas fisuras que todavía existen pronto se cerrarán” (6-VII-
1942).
Una “staretz” en Westerbork 111

programada19. Asumir este golpe no es ni fácil ni natural, pero EH es fiel a su estilo: vivir a
fondo lo que traiga la vida, sea lo que sea.
“Sí estoy en el mismo escritorio pero parece que he de trazar una línea debajo de todo esto y
continuar con un nuevo tono. Debo admitir una nueva luz interior en mi vida y buscar un lu-
gar para ella: lo que es claro es nuestra inminente destrucción y aniquilación, no debemos
hacernos ninguna ilusión al respecto. Van a destruirnos por completo, hemos de aceptarlo y
seguir desde este punto. Hoy estaba llena de una terrible angustia y tendré que bregar con
ella”20.

Vigilancia y escucha

Esta opción por vivir enraizada en la realidad, aunque esta aparezca bajo forma de aniqui-
lación, constituye la reacción personal de EH a la natural tendencia a encapsularse en
medio de la persecución. Sin embargo, le apena observar cómo otros no dedican tiempo
a trabajarse interiormente al requerir esfuerzo, valentía o simplemente porque no son
conscientes de la importancia de hacerlo 21. Muchos se enredan en los estímulos exterio-
res, poniendo excusas continuas y considerando que el trabajo personal no es sino un lu-
jo en tiempos complicados. El resultado no se hace esperar: atascos existenciales como el
que ella padeció22.

EH sabe diferenciar entre vivir en la pura superficialidad y vivir al son de una melodía in-
terior que va marcando el ritmo de la vida 23. Así, el 10 de junio toma prestada la imagen
rilkeana de la semilla dentro del fruto para expresar cómo ha adquirido mayor control
sobre su vida24 gracias al silencio que guarda antes del desayuno con el fin de iluminar su

19
La reducción de espacios públicos busca encerrar a la población judía en guetos en los que sea más fácil
controlarles: “Spier no podrá visitar más esta casa, ni tener acceso al piano ni a sus libros. Y yo no podré visi-
tar más a Tide” (3-VII-1942).
20
3-VII-1942.
21
“Un diario está ahí simplemente para ayudar a llevarse bien con sus emociones… La razón por la que la ma-
yoría no se trabaja a sí mismo es pura indolencia y pereza intelectual y falta de coraje” (6-VI-1942).
22
“Huimos de nosotros mismos muy a menudo… excusándonos con “realmente no importa”, “haya tantas
cosas importantes que están sucediendo en el mundo que no puedo hacer de mí mismo una gran preocupa-
ción”. Qué horrible es el atasco que queda en la gente por el material crudo indigesto simplemente porque
ellos creen que lo crudo no merece la pena digerirlo. Y se permiten ser confundidos por la versatilidad y la di-
versidad y por lo que a sus ojos parecen los más valiosos e importantes dones y posibilidades de otros” (8-VI-
1942).
23
“Ahora que he vuelto a mí otra vez, todas mis certezas han aparecido de nuevo, ya he pelado un montón de
patatas bajo el sol y he descubierto que tengo mi propia escala interior y que una melodía está emergiendo,
una a la que debo dar una oportunidad y mucho espacio y a la que debo ser fiel” (8-VI-1942).
24
“Recientemente, suelo volver a una frase sugerente de Rilke que me llamó la atención. Justo ahora me en-
contré con ella en una carta: ‘Más y más (y afortunadamente para mí) vivo la existencia del grano en el fru-
to, que ordena todo en sí mismo y fuera de sí mismo en la oscuridad de su funcionamiento. Y cada vez más
veo que vivir así es mi única salida. De lo contrario, no puedo transformar mi acidez en la dulzura que he de-
bido al amado Señor’” (10-VI-1942). La cita procede de Rilke, Briefe 1906-1907, 305.
112 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C9

cotidianidad y, así, comprometerse con fidelidad y lucidez 25. No se trata, por tanto, de un
silencio estéril y autocentrado que busca exclusivamente bienestar personal26, sino que le
ayuda a encarar la realidad que se acerca: nuevas prohibiciones que la entristecen pero
no la hacen tambalear porque cuando se vive de dentro hacia fuera, las circunstancias
externas tienen un poder desestabilizador más bien escaso27.

Vivir desde las fuentes profundas, además, favorece el desasimiento de ciertos apegos.
Así, el 17 de junio EH apunta una serie de hábitos que merecen vigilancia y disciplina 28,
tomándolos como entrenamiento para asuntos futuros de mayor calado, ya que “si tienes
suficiente energía para las pequeñas cosas en la vida, entonces la tendrás para las gran-
des. Y más tarde ocurrirá automáticamente y toda tu energía será liberada para las cosas
que realmente importan”29. Además, EH apunta que hay mucha gente que retiene una
porción del día con avaricia cuando se acerca la noche, pero no debiera ser así, sino que
es preferible un “acto de rendición” y de alivio cada noche, permitiendo al día llegar a su

25
“La hora antes del desayuno es como un balcón de la fachada, como una plataforma para mi día. Hay silen-
cio a mi alrededor aunque los vecinos tienen la radio puesta y Han tumbado detrás de mí ronca, incluso en
pianissimo” (10-VI-1942).
26
“Si las luces interiores que adquiero con la parte más noble de mi mente mientras estoy sentada en mi escri-
torio no se extienden a los detalles de la vida diaria, si algo de esta inmensa conciencia sobre los valores hu-
manos no empapa mi débil respiración, entonces la vida espiritual, vivir en el espíritu, o como se pueda lla-
mar a un momento de lucidez, no tendrá sentido” (10-VI-1942). En este texto EH emplea la palabra “mente”,
pero no se refiere a la mente controladora y ávida de captar y entender todo a su medida. De ahí que hable
de la “parte más noble de mi mente”.
27
“Y ahora parece que los judíos no podrán más entrar en los negocios de fruta y verdura, que deberán entre-
gar sus bicicletas, que no podrán subir más a los tranvías ni salir de la casa después de las 8 de la noche. Sí,
me siento deprimida por estas disposiciones; esta mañana, por un momento, he percibido estas normas co-
mo una amenaza plomiza, que buscaba sofocarme, pero no es por la disposición en sí. Me siento simplemen-
te muy triste, y entonces esta tristeza busca confirmación. No son nunca las circunstancias exteriores, es
siempre el sentimiento interior –depresión, inseguridad, etc.– que da a estas circunstancias una apariencia
triste o amenazante. En mi caso, funciona siempre del interior al exterior, nunca viceversa. A menudo las
disposiciones más amenazadoras –y son muchas actualmente- no tienen poder contra mi seguridad y con-
fianza interior, y una vez encaradas, pierden mucho de su carácter amenazante” (12-VI-1942).
28
“Otro pequeño detalle para el que uno puede emplear la gran palabra disciplina: por la noche a veces tengo
la urgencia terrible de hacerme con un bocadillo, no tanto por hambre sino más bien por autoindulgencia”
(17-VI-1942). “He renunciado al vaso de chocolate que siempre me regalo los domingos por la mañana.
Quiero acostumbrarme a este desayuno más monacal, que me convendrá más. Así es como voy acorralando
mi sensualidad hasta en sus rincones más ocultos, menos aparentes, y como la extirpo. Eso es lo mejor. De-
bemos aprender a liberarnos, cada vez más, de las necesidades físicas que no sean las más fundamentales.
Debemos educar nuestro cuerpo para que no nos reclame nada más que no sea lo estrictamente necesario
sobre todo en materia de comida, pues los tiempos, al parecer, van a volverse extremadamente duros; si es
que no lo son ya (…) Lo que hemos obtenido libremente de nosotros mismos está mejor fundado y es más
duradero que lo que hemos desarrollado bajo presión… Debemos liberarnos suficientemente de las cosas
materiales y exteriores para permitir al espíritu proseguir su vía y llevar a cabo su obra en todas las circuns-
tancias. Por tanto, ¡se acabó el chocolate! ¡Paso al suero! ¡Claro que sí!” (21-VI-1942).
29
17-VI-1942.
Una “staretz” en Westerbork 113

ocaso30. Esta actitud posibilita a la joven ver renovada su energía interna para irradiar
mejor el gran amor en los quehaceres cotidianos31. La joven, en definitiva, al arrodillarse
junto a la cama, posibilita que el presente se transforme en pasado para estar disponible
y abierta a la novedad venidera32.
La presencia de Dios
La primera entrada del C9 que hace referencia a Dios se da el 17 de junio, que junto con
otra referencia del jueves 18 y del sábado 20 constituyen una triple confesión de fe por
diversos motivos:
- La contemplación de la naturaleza: “Las rosas de té amarillas se han abierto. Este
amarillo me hace creer en Dios”33.
- Aun cuando constata que en ella se dan aspectos negativos, también hay virtudes
entre las que apunta la fuerte confianza en Dios: “Los vicios mayores no son extraños pa-
ra mí, pero también tengo una gran fe en Dios…” 34.
- La belleza de la vida, a pesar de que existen aspectos que la oscurecen y agentes que
provocan sufrimiento, le lleva a decir sin ningún tipo de rubor que cree en Dios y, justa-
mente a continuación, como si fuera un binomio inseparable, que cree en el hombre: “Yo
encuentro hermosa la vida y me siento libre. En mí se despliegan unos cielos tan amplios
como el firmamento. Creo en Dios y creo en el ser humano, y me atrevo a decirlo sin falsas
vergüenzas. La vida es difícil, pero eso no es grave”35.
La entrada del lunes siguiente, día 22, presenta a Dios como compañero (vivir con) y co-
mo huésped (vivir en, alojado dentro de mí). Lejos de suponerle esta relación con Dios un

30
“Uno debe, por así decirlo, entrar en la noche con vacío, con manos abiertas desde las que uno ha permitido
que el día se fuera de manera deliberada. Solo así uno puede tener un buen descanso. Y en unas manos des-
cansadas y vacías, que no han intentado atrapar nada y que han soltado todos los deseos, uno recibe un
nuevo día al amanecer” (17-VI-1942). Esta reflexión le ilumina en su modo de escribir en su diario. En caso
de que lo haga por la noche no debería ser desde un ansia de querer captar todo de manera obsesiva, sino
permitiendo que el día deje paso a la noche: “Los días pasan serenamente a la noche y la noche se va convir-
tiendo suavemente en día, y así hasta el infinito, y no puedes sentarte repentinamente en tu escritorio por la
noche y decir, antes de irte a la cama, debo primero recoger todos los momentos remarcables del día” (17-
VI-1942).
31
“La energía vitalizadora que emana desde mi mismo centro se mueve gradualmente hacia la periferia… Me
siento con más fuerza después de los días de depresión. Un poderoso sentimiento, y amor, por la vida está
extendiéndose cada vez más frecuentemente sobre mi ser entero y los informa incluso en las acciones más
pequeñas de cada día” (17-VI-1942).
32
“Me voy a mi pequeña habitación ahora y dejaré que el día se deslice por mis hombros hasta que esté sufi-
cientemente desnuda, preparada para la noche. Entonces me arrodillaré, y la pared blanca contra la que es-
tá mi cama se levantará delante de mí, austera y plana como una celda monástica. Mi acto de fe que antes
solía estar lleno de dudas (…) está gradualmente recuperándose de todas aquellas erosiones, y está enrai-
zándose cada vez más en cada parte de mi ser” (27-VI-1942).
33
17-VI-1942.
34
19-VI-1942.
35
20-VI-1942.
114 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C9

lastre o una privación de libertad, le hace sentirse esponjada, ligera y con suficiente am-
plitud para acoger la realidad en su interior. Vincularse a Él se ha convertido en una aven-
tura interior tan fascinante que los conceptos, incluso el concepto de Dios, le parecen
simples metáforas de una realidad infinitamente mayor. De hecho, la palabra Dios le re-
sulta primitiva y no siente la necesidad imperiosa de emplearla 36. Pero, al mismo tiempo,
al decir Dios le parece que se está dirigiendo a una realidad muy íntima con la que tuviera
que reconciliarse37. De hecho, EH vive la relación con Dios con sumo respeto. Es un ámbi-
to en el que no le está permitida la falsedad. Le resulta imposible orar de manera vacía o
postiza como si el diálogo con Dios no implicara la autenticidad más honda de su persona.
De ahí que en su diario se dirija a la prometida de JS, Hertha Levi, y le confiese que no le
es posible rezar por ella. Los celos no se lo permiten38.
Las noches son cada vez más especiales para EH, pues se convierten en el escenario ínti-
mo de comunión con Dios, aunque también de aullido de muerte que siega vidas inocen-
tes en los campos de concentración, adquiriendo el terror dimensiones dantescas. El 29
de junio EH escucha en una emisora inglesa que solo en Alemania han sido asesinados se-
tecientos mil judíos, por lo que “si sobrevivimos, llevaremos las heridas con nosotros el
resto de nuestras vidas”. Y al día siguiente, 30 de junio, se informa de las nuevas prohibi-
ciones: teléfono, transporte, horarios para ir a las tiendas… En definitiva: “Quieren nues-
tra total destrucción”39. Ante esta situación de horror, EH no se agarra a la tendencia na-
tural de supervivencia que lleva a situar el propio ego en el centro. No. EH continúa su
proceso de abandono en Aquel de quien se fía.
La muerte ha hecho tambalear la fe de innumerables personas a lo largo de la historia.
Para EH fue causa de fortalecimiento. La relación con Dios se ha visto puesta en jaque en
36
A pesar de esta sensación de cierta extrañeza en el mes de junio emplea en sus diarios esta palabra 37 ve-
ces, en el mes de julio 82 y hasta 93 veces en su último cuaderno que recoge desde el 15 de septiembre al
13 de octubre (Alexandra Pleshoyano, “Etty Hillesum: For God and with God” en: The Way 44 (2005) 10).
37
“Voy por la vida disponible y libre de cualquier atadura en mi vuelo… Pero debo recordar que vivo una vida
privilegiada. Soy una solitaria y puedo volar tan alto y tan rápido como quiera. Estoy solo al principio…
reuniendo toda la fuerza que puedo, viviendo la propia vida con Dios y en Dios y alojando a Dios dentro de
mí. Encuentro a veces tan primitiva esta palabra… Finalmente, no es más que una metáfora, un acercamien-
to a nuestra más grande y más constante aventura interior. Estoy segura de que no necesito la palabra
‘Dios’ que a veces me da la impresión de ser un grito primitivo, o de ser una prótesis útil. Y cuando a veces,
por la noche, me vienen ganas de dirigirme a Dios y decirle como un niño: ‘¡Dios, decididamente las cosas ya
no marchan!’, es como si me dirigiera a algo que hay en mí como si intentara reconciliarme con una parte de
mí misma” (22-VI-1942).
38
“Hay una mujer en Holanda que reza por ti cada tarde. Se trata de la noble de Tide, porque ella también le
ama, cerca de Dios, con un amor que es el primero y el último en su vida. Estoy contenta de que haya alguien
que rece por ti, tu vida está más protegida. Yo no puedo hacerlo todavía. No soy suficientemente generosa,
salvo quizás en extraños “flashes”, pero generalmente estoy llena de defectos- celos, obstinación… pero las
cosas no son tan malas como las estoy describiendo aquí… y quizás podría llegar una noche en la que rece
por ti sin ningún mínimo de cautela o celos” (23-VI-1942).
39
3-VII-1942, final del C9.
Una “staretz” en Westerbork 115

cientos de ocasiones con la cruda aparición del mal y el sufrimiento del injusto. En EH, sin
embargo, se da una teodicea de manera natural: el causante del mal es el propio hombre,
por tanto, quien realmente debe rendir cuentas es el ser humano y no Dios 40. Esta refle-
xión exculpatoria no le hace inmune a todos los avatares dramáticos que debe vivir el
pueblo judío, pero sí deja intacta la fortaleza donde guarecerse o el Huésped que nunca
la abandonará41.

Julius Spier

En el marco de la ambigüedad propia de esta relación, se dan ciertos destellos de madu-


rez y libertad en EH que provocan, por ejemplo, la lúcida gestión emocional del 10 de ju-
nio que EH narra al día siguiente. La joven, que visita a JS por una viva sensación de triste-
za y vacío, no se siente acogida por él. Sin embargo, es capaz de separarse de la fuerte
necesidad de consuelo y permanecer delante de él con entereza, sin venirse abajo. Es
como si EH hubiera encontrado su papel de mujer delante de JS: ella simplemente debe
ser sencillamente quien es. EH comprende que es posible estar con naturalidad y con
tranquilidad delante de la persona que ama sin estar pensando una y otra vez qué ha de
hacer para impresionarle 42.

JS, no obstante, sigue siendo una fuente de vitalidad para EH, quien no deja de admirar el
amor que este siente hacia los demás43 y la ayuda que les brinda; la intensidad de su tra-
bajo44; la lucidez para otear el interior de las personas; la confianza que los demás deposi-

40
“Dios mío: no tienes que rendirnos cuentas, somos nosotros los que te las tenemos que rendir. Sé lo que nos
podría ocurrir. Incluso ahora estoy desconectada de mis padres y no puedo llegar hasta ellos a pesar de que
solo nos separan dos horas en tren” (29-VI-1942).
41
“A menudo me siento arrastrada después de mucho tiempo en las colas, pero sé que esto es parte de la vida
y que en algún lugar hay algo dentro de mí que nunca me abandonará” (2-VII-1942).
42
“Pero ahora, estaba sentada allí, totalmente tranquila, diciéndome que no debo ser tan ambiciosa como
para creer que tengo que inspirar a un hombre en cada minuto de su vida; que tenía que aceptar que puedo
estar vacía y cansada y tener ganas simplemente de marcharme de su lado; y que eso puede pasar en la me-
jor relación. En el pasado me hubiera negado a reconocer ese vacío en mí, y hubiese hecho intentos desespe-
rados en todos los campos, desde el intelectual hasta el erótico y sexual, para restablecer el contacto a cual-
quier precio; y si eso fallaba hubiera tenido después orgías de soledad por mi cuenta. Y ahora estaba senta-
da allí, tan tranquila y modosita, también vagamente triste por supuesto. (…) En el pasado hubiera esperado
que él y otros amigos hicieran milagros para consolarme. Y ahora estaba bregando con mi propio vacío y
cansancio y enfermedad, dándome cuenta que eso es también parte de la vida y que no había necesidad de
sentirme tan desolada” (11-VI-1942).
43
“Cuanto más cansada e improductiva me siento, más sorprendida estoy por su energía y por el amor que
tiene para todos en cualquier momento” (13-VI-1942).
44
“Recibe hasta seis pacientes por día y les consagra intensas horas. Les ayuda a abrirse, para poder extraerles
los humores purulentos y descubre en ellos hasta las fuentes en las que se esconde Dios sin que ellos mismos
lo sepan. Trabaja con ellos hasta que empiecen a fluir de nuevo las aguas en sus almas resecas” (13-VI-
1942).
116 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C9

tan en él45… En definitiva, su ser medidor entre Dios y los hombres 46. Es tal la influencia de
JS para con sus pacientes que EH queda desconcertada pero al mismo tiempo asustada,
pues su inmensa capacidad sanadora, en caso de ser mal empleada, sería muy perjudi-
cial47.

En ocasiones, cuando parece que las aguas del deseo están bien encauzadas, aparecen
tormentas que desbordan y arrasan, especialmente si el cansancio es notable en EH o…
¿quizá sea el cansancio la consecuencia del control que debe ejercer sobre sus deseos?
Los textos del 13 de junio indican un camino de ambos sentidos:
- “En momentos de cansancio a menudo deseo cosas que, si soy honesta, no quiero en absolu-
to. Enviaré mis deseos y querencias a casa de vuelta”48.
- “Hay días que no puedo sobrellevarlos por la fatiga o por otras cosas. Esto es cuando preten-
do su atención y su amor para mí sola. Entonces no soy nada salvo mi estrecho ego, y los espacios
cósmicos de mi interior quedan cerrados. Y por supuesto también pierdo contacto con él. Entonces
quiero que también él sea nada más que un estrecho ego y solo para mí. Hace unos pocos días que
no rezo. Y esto no me gusta. Estas tres cosas están interconectadas”49.

Al apuntar en estas últimas líneas que “hace unos pocos días que no rezo”, deja ver su
convicción de que los momentos de serenidad, paz profunda, escucha interior y diálogo
con Dios inciden favorablemente en la vivencia no siempre fácil del deseo 50. No obstante,
reconoce que a veces busca fuera la paz que no haya dentro 51.

45
“Las ‘confesiones’ escritas se acumulan sobre su mesita, y cada una de ellas, o casi, termina con una llamada
de socorro: ‘¡ayúdeme! Y ahí está el para cada uno, dispuesto a ayudar’” (13-VI-1942).
46
“La pasada noche en mi novela del baño leí el siguiente pasaje sobre un sacerdote: ‘Él era el mediador entre
Dios y los hombres. Incluso nada le tocaba mundanamente. Y por eso comprendió la necesidad de quienes
estaban aún creciendo’” (13-VI-1942).
47
“Lo que me sorprende de él (S) es cómo emplea los efectos sugestivos de su personalidad dinámica y demo-
níaca para desencadenar todos los elementos de tu interior, lo mejor que puede para darles una nueva di-
rección. Si este hombre no tuviera un sentido de la responsabilidad tan fuerte y un amor tan grande por la
humanidad, podría generar desastres naturales en la gente débil que se confía a él” (Carta 7. 25-VI-1942, a
Netty van der Hof).
48
13-VI-1942.
49
13-VI-1942.
50
Desde esta dinámica es posible analizar lo que le sucede el 15 de junio, tan solo dos días más tarde, como si
de una narración tripartita se tratase:
- Planteamiento. EH desea que la relación con JS siga madurando pero también siente rabia por el estanca-
miento de la relación, celos con respecto a Hertha, rebeldía contra las ideas convencionales, ideas negati-
vas contra ella misma y una fuerte necesidad de su ternura y pasión.
- Nudo. Ante esta mezcolanza agotadora de emociones se retira al rincón de su cuarto, al lado de la estante-
ría de madera de peral que contiene libros de JS. Allí se arrodilla, se serena, convoca todas sus energías in-
teriores y busca lucidez en lo más profundo de su ser con respecto a esta situación incómoda con JS.
- Desenlace. Escribe en su diario unas líneas de gran sagacidad tras haber tocado el “yo esencial” del que
mana la vida: no es posible el amor sin libertad porque en este caso se estaría abortando la vida del otro.
Una “staretz” en Westerbork 117

Por otro lado, en ocasiones reflexiona cómo vincularse matrimonialmente con JS podría
suponer un modo de ofrecer ayuda a tantos que la necesitan y de superar la guerra 52.
Asimismo, dedica algunas entradas de su diario a reflexionar sobre el papel de la mujer:
su aportación no ha de limitarse a la satisfacción física del varón o a ofrecer vida biológica
al mundo, sino que su trabajo es productivo y vivificante53.

A pesar de que EH siente que muchas noches con JS son “la mejor noche” 54, se puede vis-
lumbrar el doble nivel en que se despliega la relación para con JS. Por un lado, un nivel de
deseo que se hace especialmente insistente en los días de menstruación y que, a veces,
cristaliza en celos y en otras ocasiones en gran necesidad de ternura o impulso erótico 55.
Por otro, se da un nivel volutivo en el que EH no quiere convertirse en la esposa de JS ni
unir su vida a él en un matrimonio convencional 56. Opta por seguir manteniendo una re-
lación de amistad íntima en la que se procure un espacio para las fidelidades de cada uno
(Han y Hertha)57 en el que la novedad no se apague58 y en el que el placer sexual no se
convierta en el sostén de la relación59.

Esto implica no hacer de la persona amada el fin último de la existencia, sino que el criterio fundamental
debe ser vivir generando vida.
51
Ella misma lo expresa así ese mismo día: “Una a veces intenta compensar temporalmente carencias de fuer-
za interior exigiendo al mundo exterior, con la correspondiente expectación irracional de que esto hará re-
surgir las fuentes… Uno podría casi reducirlo a la siguiente fórmula algebraica: una escasez o falta de amor
dentro de mí me lleva a pedir la doble cantidad de amor fuera de mí. E incluso si me fuera otorgado, no sa-
bría qué hacer con ello” (13-VI-1942).
52
“Tengo amor para mil personas más, para la creación entera y para una vida de estudio y trabajo productivo.
¿Cómo? No lo sé. Él es un anciano. No quiero casarme con él para atarle a mi vida sino solamente para resis-
tir estos tiempos duros a su lado. Tenemos que superarlos. Y también con sentido” (18-VI-1942).
53
Cf. 19-VI-1942.
54
Cf. 25-VI-1942.
55
“Si yo tuviera que escribir la plena verdad sobre las emociones de la pasada noche, tendría que admitir ho-
nestamente y de facto: fue el día antes de que empezara a menstruar y por lo tanto yo solo soy la mitad de
responsable de mis actos (...) No quiero una relación sexual con él. Mi cuerpo ansía ternura continua… en
cuanto a mi exigencia sexual, bien, no son tan apremiantes y en las pocas ocasiones que sacan la cabeza
puedo vencerlas” (19-VI-1942); “Un pinchazo celoso sucedió, por ejemplo, cuando él fue a pasear en esta
tarde soleada con Tide y no conmigo” (21-VI-1942); “Ayer la película (a veces siente que es rechazada por JS)
quería correr en mi cabeza cansada de nuevo, pero justo a tiempo me arrodillé junto a mi cama, algo que no
había pasado desde hace mucho tiempo, y dije con resolución: ‘No, Dios, este sinsentido es bastante inferior
a mi dignidad, por favor sácalo de mí’. Y me dije algunas cosas fuertes y sencillas y entonces todo terminó
con esas fantasías debilitadoras y me fui a dormir como una niña buena” (22-VI-1942).
56
“El gusto secreto que había por ser su mujer – aunque fuera solo a los ojos de la ley- con el fin de pasar los
momentos duros de la guerra, se ha ido” (23-VI-1942).
57
“Ayer puse una carta en sus manos que, a fin de cuentas, era una carta desesperada de amor y entonces me
senté con él en el tejado en una tarde de verano y le quise mucho, pero solo pocas horas después me sentía
desnuda y suave en los brazos de un hombre desnudo (Han) y experimenté una rápida intoxicación de ve-
rano, aunque mis pensamientos todavía estaban con el hombre del tejado. Y ambos hombres tienen más de
medio siglo. Es una vida loca…” (24-VI-1942).
118 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C9

Consciencia corporal

EH inició de la mano de JS un proceso de cambio existencial con un profundo sentido pe-


dagógico, es decir, con una intención de vivirlo en primera persona con el fin de poder
ofrecer a otros una ayuda posterior. Pues bien, en la medida que se acrecienta la amena-
za nazi contra los judíos de Ámsterdam, EH percibe que muchos no resistirán el embate
porque no están sólidamente plantados en la vida. Ayudar a hombres y mujeres a resistir
el agobio, la incertidumbre, la amenaza y la muerte por medio de una existencia arraiga-
da en los niveles más hondos de la persona será su máxima inquietud a partir de ahora 60.

Sin embargo, advierte en ella una continua necesidad formativa en la que su cuerpo juega
un papel primordial. En este cuaderno se percibe a una joven con gran soltura no ya solo
en el diagnóstico de su propio cuerpo y, por ende, de su propia persona, sino también en
la resolución sabia en busca de la armonía de todas sus dimensiones. Así, algunos días se
la ve tanto en tareas de observación como de diagnosis y tratamiento.
“Una vez que me había sentado en el escritorio me parecía obvio que la incomodidad física
no era el factor crucial. Entonces descubrí toda clase de cosas psicológicas, demasiado polvo
que se había acumulado en las ruedas (…) Ayunaré hoy hasta las seis para que mi estómago
funcione, por lo que eso significa que me echaré una breve siesta durante la hora de la co-
mida”61.
Progresivamente EH advierte una serie de cambios en su vivencia de la dimensión corpo-
ral: describe una inmensa necesidad de paciencia 62 con el fin de superar la tensión del bi-

58
“…para ver al amigo que forma parte de mi vida desde hace dieciséis meses y a quien siento que conozco
desde hace mil años y quien se me puede hacer presente con un nuevo aspecto y coger por sorpresa mi res-
piración” (1-VII-1942).
59
“Encuentro curioso y cada vez comprendo menos cómo algunas personas se siguen esforzando en extraer el
máximo placer una y otra vez de sí mismos y también de cuerpos ajenos. En un momento de inocencia hace
unos días le dije: ‘Hubo un tiempo en que solía irme a la cama con un hombre durante noches pero esos días
se me presentaban a veces como un pecado y un derroche por gastar demasiado tiempo y energía en el pro-
pio placer físico’. Lo que me sucede es lo siguiente: muy a menudo soy consciente de la urgencia de darme al
hombre que amo… Importa poco entonces si tienes una noche de amor a la semana o cada seis meses” (27-
VI-1942). Este mismo día recuerda en esta misma línea lo que un día le comentó JS: “De mis muchas expe-
riencias, solo las espirituales han permanecido conmigo, las otras se han esfumado de mi memoria” (27-VI-
1942).
60
“Y algo que puedes hacer por tus compañeros es esto: mantenerles vueltos hacia ellos, cogerlos y detenerles
en el vuelo hacia fuera y, entonces, tomarles de la mano y guiarles nuevamente hacia sus propias fuentes”
(8-VI-1942).
61
11-VI-1942.
62
Unos días más tardes vuelve a considerar la importancia de mantener la paciencia a flote en una situación
histórica tan complicada: “No estoy triste ni tengo miedo. Tendré paciencia, infinita paciencia, está siendo
probada cada minuto y por tanto crece cada minuto” (28-VII-1942).
Una “staretz” en Westerbork 119

nomio mente-cuerpo63; experimenta una sensación de ligereza corporal como saliendo


de sí misma64; y desaparece en ella la inquietud por la meteorología que, en un principio,
pensaba que determinaba su salud diaria 65.
Todos estos cambios denotan una transformación más global de su persona, pues “ahora
con un creciente dolor de cabeza entre mis sienes y un frío y desagradable sensación en
mi cuerpo, puedo llevar adelante lo mejor que puedo incluso mis no tan buenos días” 66.
EH sabe bien que en el pasado el dolor hubiera sido una excusa perfecta para echar abajo
cualquier programa y dedicarse tiempo solo a su propio restablecimiento. Ahora es capaz
no tanto de forzar al cuerpo como de educarlo, para que no se convierta en un tirano que
determina toda la persona 67. Sin embargo, también existían días de retroceso y de pérdi-
da de orientación. Especialmente la menstruación marcaba un bache que, en ocasiones,
no sabía encajar bien68.
Pero EH se empeñaba en no cargar a los demás con más dificultades. Uno mismo ha de
poner todo lo que pueda de su parte para acoger y afrontar sus propias dolencias con
mucha paciencia. Se manifiesta así la actitud que venía aplicando a su vocación literaria y
a su proceso de orden vital y que cada vez más le será necesario para gestionar su estado
frágil de salud:
“Nuestras enfermedades son también asuntos que deberíamos intentar asumir por noso-
tros mismos, sin implicar a otros demasiado y permanecer tumbados ahí absolutamente

63
“Hace varios días me quejaba de que había una gran brecha entre la movilidad de mi mente y la inercia y la
fatiga de mi cuerpo. Es todo inquietud e impaciencia. Uno debe ser capaz de estar enfermo y ejercitar la pa-
ciencia (…) Disciplina, entrenamiento y paciencia. Si tuviera un lema, sería solo una palabra: paciencia” (16-
VI-1942).
64
Así, el 26 de junio EH se tumba acurrucada en una parte del diván escuchando música y al mismo tiempo
algo le ocurre a su cuerpo, que no le resulta fácil explicar. De repente siente su cuerpo muy ligero, sin peso
de tal manera que “…podría haber impulsado mi cuerpo hacia cualquier persona y ofrecérselo. De repente
pensé que era un cuerpo bonito y atractivo, me hubiera gustado muchísimo dárselo (a JS), podría haber sali-
do fácilmente de él sin ningún problema. Ese sentimiento se mantuvo en mí varios días” (22-VI-1942)
65
“…las observaciones de Käthe de repente me hicieron darme cuenta de que había dejado de mirar el tiempo.
Tuve el profundo pensamiento de que llevaba mi propio clima y mis condiciones meteorológicas dentro de
mí y de que soy independiente de esas cosas externas. El hecho de que uno lleva su propio tiempo y sus pro-
pias estaciones dentro sorprendentemente me dieron un tremendo sentimiento de fuerza e independencia”
(26-VI-1942).
66
26-VI-1942.
67
“No puedo animar ni a mi alma ni a mi cuerpo. Estoy tan destrozada físicamente… completamente exhausta.
A las ocho ya estaba todo en calma de nuevo. Estaba casi orgullosa del hecho de que a pesar de lo exhausta
que estaba, aún pude dar una hora y media de conversación de ruso. En el pasado habría telefoneado para
cancelarla con alguna excusa sobre mi malestar” (1-VII-1942).
68
“Veamos lo que tu espíritu puede arrancar de este cuerpo recalcitrante y saboteador de hoy. Han empezado
otra vez las corrientes de las regiones más bajas, y es bueno volver a la homeopatía. Es bastante más agra-
dable estar en posesión de tus poderes físicos… Con cinco pastillas de carbón y una de menta en un estóma-
go en ayunas” (28-VI-1942).
120 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C9

quietos, muy pacientemente y sin demasiada rebeldía y todo parece colocarse después
de un rato”69.

La vida es bella

En la medida que EH es capaz de acoger la vida tal como llega descubre con verdad que
“la vida es bella”. Y esto no es simplemente una convicción mental, sino su experiencia
cotidiana:

“La vida es como una corriente fuerte e ininterrumpida en mí, está tomando una forma
cada vez más sólida y dando consistencia a los verdaderos cimientos de mi ser, de mis
días y de mis pensamientos de una manera tan completa que no pido nada más que con-
tinuar así”70.

Y esta sensación de entereza en medio de las dificultades le proporciona una gran liber-
tad interior y un ánimo renovado para afrontar la persecución sin caer en la tentación del
victimismo71. La queja continua contrasta con su sensación de ser “una mujer feliz y canto
las alabanzas de esta vida – ¡sí, ha leído usted bien!–, en el año del Señor –todavía y
siempre del Señor– de 1942, enésimo año de la guerra”72.

Asimismo el C9 es testigo de la necesidad de EH de vivir hasta el fondo todos los aconte-


cimientos que la historia vaya deparando pero sin apoderarse de los mismos. Por un lado,
al ver una bella flor roja, guisante de olor 73, y surgirle la tendencia de la apropiación,
comprende que tal posesividad impediría no solo acoger lo bello 74, sino también asfixiar-
lo. Así, las flores se convierten para EH en un misterio que no puede ni tan siquiera expre-
sar75 y que se convierten en un trampolín para captar realidades más profundas 76. O el
cielo es para la joven el inmenso techo de la casa común de los hombres que, al contem-

69
29-VI-1942.
70
19-VI-1942.
71
“Nada pueden hacernos, verdaderamente nada. Pueden hacernos la vida demasiado dura, despojarnos de
ciertos bienes materiales, quitarnos cierta libertad de movimiento completamente exterior, pero somos no-
sotros mismos quienes nos despojamos de nuestras mejores fuerzas mediante una actitud psicológica desas-
trosa: sintiéndonos perseguidos, humillados, oprimidos; experimentando odio; fanfarroneando para tapar
nuestro miedo” (20-VI-1942).
72
20-VI-1942.
73
Nombre científico o latino: Lathyrus odoratus.
74
“Reflexión a partir del color de unos guisantes: Uno debería no querer poseer ni agarrarse a nada. Quizás eso
es lo más difícil para nosotros los occidentales, porque carecemos de la gran paciencia y el precioso compo-
nente de la fe, que conlleva humildad para ser capaz de tener experiencias libremente…” (27-VI-1942).
75
“Es tan radiante, tan virginal, tan libre de ataduras y tan tierno entre toda esa oscuridad turbia y grisácea.
No puedo asimilar qué bello es el jazmín” (1-VII-1942)
76
Se da en EH una mayor apertura a la realidad divina: “Este amarillo me hace creer en Dios” (17-VI-1942); y a
la humanidad: “Sol en el balcón y brisa ligera que caricia el jazmín. Y dije: un nuevo día ha amanecido -
¡Cuántos otros lo habrán hecho hasta las ocho de esta mañana!” (1-VII-1942).
Una “staretz” en Westerbork 121

plarlo, se convierte en punto de conexión con cualquier realidad lejana. No porque quiera
evadir el “aquí” sino porque, al tomar perspectiva, comprende que su realidad es tan solo
una más en un océano de realidades interconectadas. No todo el mundo es Ámsterdam 77,
no todo el mundo vive en un campo de concentración. El cielo es para ella, por tanto,
promesa y símbolo de libertad y fraternidad 78.
Por otro lado, al pensar en escritores y filósofos rusos, se siente atraída por cómo enca-
ran la realidad con pasión y brío. Una actitud diferente es la de los occidentales, quienes
afrontan las circunstancias hasta que, al verse superados por ellas, se detienen para pen-
sarlas y conceptualizarlas y, así, ahogar el miedo que les producen 79.
Tras conocer la muerte de miles de judíos en Alemania y en los territorios ocupados, la
joven es capaz de escribir con insistencia: “Y a pesar de todo encuentro que la vida es be-
lla y tiene sentido. Minuto a minuto. Y permaneceré en mi escritorio hasta el último minu-
to y tendré fe en cada poema que lea”80. La prueba de que estas palabras no se pierden
en un heroísmo vago e incierto está en la determinación con que permanece en sus
quehaceres cotidianos. Si la supervivencia de su ego hubiera sido la prioridad, la inquie-
tud habría diluido la lucidez y habría buscado con su mente posibilidades varias para huir.
Pero EH no necesita escapar de ninguna realidad porque anhela vivirla hasta el final con
carácter ruso, siendo fiel a sus tareas de cada día hasta el momento en el que sea condu-
cida hasta nuevas circunstancias.
El caso es que la presión nazi se hace cada vez más insoportable y EH es cada vez más
consciente del objetivo de fondo: el exterminio. En esas circunstancias, en vez de crecer
el miedo y la desesperación, EH experimenta que aumenta su fe en la vida, en las perso-
nas, en Dios: “¿No es casi impío mantener la fe en tiempos como estos? Y no es frívolo- le
pregunté- seguir encontrando la vida tan bella?”81.

77
“Soy consciente de que a pesar de que nos van quitando pequeñas calles, el cielo sigue extendido sobre noso-
tros” (21-VI-1942).
78
“Esta mañana, bordeando en bicicleta el Stadionkade, me encantó contemplar el vasto horizonte que se
descubre en los límites de la ciudad y respirar el aire fresco que todavía no nos han racionado. Todo está
lleno de carteles que prohíben a los judíos todos los senderos que conducen a la naturaleza. Pero por encima
de este trozo de camino que sigue abierto para nosotros, se extiende todo el inmenso cielo” (20-VI-1942).
79
“Los rusos cargan su peso hasta el final, encorvados bajo todo el peso de sus emociones y sufrimientos pro-
fundos. Nosotros, los occidentales, paramos a mitad de camino y nos aliviamos con palabras, reflexiones, fi-
losofías, teorías… Para los rusos no importa si las cosas son lógicas o consistentes, lo habrán experimentado
hasta el final y eso es lo que importa. Para los occidentales las teorías y sistemas deben ir juntas armónica-
mente, de modo contrario sienten que sus vidas carecen de bases sólidas. Hay una tara en su vitalidad, en su
capacidad de bregar con las cosas… Los rusos encaran las situaciones hasta el final y a menos que mueran,
madurarán y se harán más fuertes si cabe. Nosotros traducimos lo que no podemos afrontar en palabras
como sufrimiento, belleza y esto hace que los frutos de nuestro intelecto sean más prolíficos” (28-VI-1942).
80
29-VI-1942.
81
2-VII-1942.
122 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C9

La vocación de escritora

Y en medio de tal persecución, pero también en medio de tal sensación de que la vida
tiene sentido a pesar de todo, su vocación de escritora halló, por fin, su pista de despe-
gue. Su bloque de granito parece que ha empezado a esculpirse. Parecería que la gran
obra que EH desea escribir y presentar al mundo se confunde con su propia identidad.
¿Pudiera ser que esa gran obra fuera, finalmente, su vida? 82

De nuevo un paseo en bicicleta le ha conectado e impulsado a la escritura de una manera


tan impetuosa que ella misma se sorprende 83. Es cierto que aunque en varias ocasiones
desearía escribir una novela autobiográfica sobre sus avances espirituales – La chica que
no sabía arrodillarse-, se repite en ella otro sueño de escritora: ir a lo esencial de tal ma-
nera que pudiera expresar en pocas palabras lúcidas, a modo de sentencias, sabiduría
universal que ayudara a sus lectores a comprender la realidad o a comprenderse a sí
mismos. O con sus palabras, “lo que me gustaría es ser capaz de producir aforismos intui-
tivos y verdades eternas de las experiencias más simples”84.

Al final del C9, a pesar de que ve cada vez más cerca la eliminación del pueblo judío, se
mantiene firme en su misión. Solo cambia un aspecto: si ella fuera eliminada, otros po-
drían seguir su tarea de transmisión. El caso es que ella pueda avanzar, ofrecer una serie
de verdades orientadoras sobre cómo vivir con plenitud, sin necesidad de que las nuevas
generaciones tuvieran que comenzar de cero. Y es que aceptaría incluso su muerte siem-
pre y cuando tanta crueldad no fuera estéril. Más aún, su testimonio alcanzaría un fruto
pleno si con él consiguiera evitar para la humanidad, aunque sea un poco, el sufrimiento
que su pueblo judío está cargando85:

EH pone punto y final al C9 con una determinación, una actitud, una convicción y una
cuestión. La determinación consiste en hacer todo lo posible por no cargar el propio peso
del sufrimiento, la angustia o la incomprensión a otros; la actitud existencial es la acepta-
ción de todo lo que venga, pues todo forma parte de la vida; la convicción: la vida sigue

82
“Las cosas realmente toman forma dentro de mí, progresivamente van adquiriendo una forma más delinea-
da, concentrada y tangible… Algunas veces es como si hubiera un gran taller dentro de mí donde se lleva a
cabo una labor dura, muchos golpes de martillo y quién sabe qué más… es como si estuviera hecha de grani-
to por dentro, un trozo de roca golpeado y ahuecado sin cesar por las poderosas corrientes” (10-VI-1942).
83
“A veces cuando voy en bicicleta por las calles, muy despacio, y profundamente inmersa en algo que llevo por
dentro, puedo sentir el potencial de una fuerza expresiva, tan imperiosa y tan cierta que estoy sorprendida
de encontrar que cada frase que escribo debería parecer torpe y débil” (10-VI-1942).
84
19-VI-1942.
85
“Ojalá pudiera vivir mucho tiempo de tal modo que un día pudiera explicarlo, y si no se me concediera ese
deseo, bien, entonces alguien lo hará, desde donde mi vida fuera segada. Y aquellos que vengan detrás de
mí no tendrán que empezar de nuevo otra vez, no tendrán que afrontar las mismas dificultades” (3-VII-
1942).
Una “staretz” en Westerbork 123

siendo bella y tiene sentido86; y una pregunta que le formula un amigo judío de Ber-
nard87: “¿No estás de acuerdo ahora que todos los alemanes deberían ser eliminados, es-
pecialmente colgados, recogidos y despedazados?”88

Recapitulación

El mes de junio constituyó una gran prueba para los judíos de Ámsterdam. En medio del
horror o precisamente por la crudeza de las circunstancias, la relación con Dios maduró
por la desnudez de una fe que no hacía pie en el caos. Dios se manifiesta en este cua-
derno como el compañero con quien vivir los duros avatares cotidianos, pero también
como huésped que habita en lo más hondo de la persona. La relación es tan viva que EH
la define como una gran aventura en la que los conceptos se quedan muy cortos para po-
der expresar algo tan vital. De hecho, la palabra “Dios” le provoca cierta incomodidad y le
resuena como una simple metáfora o un término arcaico con el que aún ha de reconci-
liarse.

En lo que respecta a su vivencia y postura ante el sufrimiento, el C9 es el cuaderno que


ofrece más pistas porque se redacta en un momento clave: la joven holandesa toma con-
ciencia de que el exterminio está programado fríamente, se está llevando a cabo y no se
va a detener hasta que se efectúe. De ahí que surjan importantes reflexiones sobre el
modo que tiene el ser humano de afrontarlo. Por un lado, habla positivamente de la ira
cuando esta se convierte en protección ante el mal, y no en origen de venganza. Por otro
lado, apoyará una relativización del sufrimiento en el sentido de acogerlo como parte de
la vida, pero sin reducirlo por medio de una desconexión de la realidad. Además, explica
cómo para que exista humillación no solo debe existir una parte que humilla, sino tam-
bién otra que se deje humillar.

Asimismo, le duele ver cómo muchos judíos no consiguen distinguir entre el mal que se
les aflige y la humillación que sienten al ser agredidos. Es como si no vivieran desde la
profunda verdad de que el ser humano es inviolable. Le resulta penoso también constatar
que otros prefieren imitar a los avestruces, evitando afrontar la realidad. En este contex-
to surge la expresión de “perdonar a Dios” expresando su idea exculpatoria: el mal tiene
su origen en la libertad mal empleada de los seres humanos, no en Dios.

86
“No cargaré a otros con mis miedos. No estaré amargada si otros no consiguen entender lo que nos está
ocurriendo a nosotros los judíos. Trabajo y continuaré viviendo con la misma convicción y encuentro la vida
llena de sentido, -sí, llena de sentido- aunque apenas me atrevo a decirlo a otros en estos días. Vivir y morir,
pena y alegría, la ampolla en mis pies y el jazmín detrás de mi casa, la persecución, los errores inefables, to-
do está dentro de mí y lo acepto todo como un poderoso todo y empiezo a comprenderlo mejor…” (3-VII-
1942).
87
Samuel Parijs.
88
3-VII-1942.
124 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C9

Este cuaderno recoge también un nuevo tipo de ascesis vinculada a la aceptación confia-
da del porvenir. Se trata de dejar marchar el día con todo lo que ha traído consigo para,
así, poder recibir como don el día siguiente. No se trata de aferrarse a lo vivido por miedo
a un futuro incierto, sino de confiar en que todo se dará nuevamente.

Y es que si algo tiene claro EH es que quiere vivir todo lo que le venga sin ahorrarse nada.
Podrá no ser muy buena en su vocación de escritora pero quiere vivir; sabe que cuenta
con defectos pero quiere vivir89; sabe que en ella hay muchas cualidades y quiere vivir. Y
vivir no significa para ella pasar consumiendo momentos, sino tocar el alma de todos
ellos. Más allá del signo positivo o negativo de los mismos y más allá de sus dones y cuer-
das flojas, quiere vivir con intensidad.

Por último, se ha de indicar que el C9 presenta una mayor madurez y libertad afectiva con
respecto a JS, un cuidado del silencio orante por las mañanas temprano y una serie de re-
flexiones sobre los misterios últimos - el origen, la eternidad, la belleza de la vida-, a par-
tir de sencillos elementos naturales 90.

89
Cf. 19-VI-1942.
90
“Podría vivir sin nada, salvo con un guijarro durante mucho tiempo y así poder sentir que vivo en el gran
mundo de la naturaleza de Dios. Realmente no descubrí ese guijarro hasta la tarde en el tejado bajo el sol,
vino directo de los días de la creación, y para mi asombro ante mi descubrimiento repentino de tantas eter-
nidades en tan solo un pequeño guijarro ha rechazado apagarse hasta este día” (25-VI-1942). Al día siguien-
te todavía se sorprende ella misma de cómo a partir de una piedra puede comprender la profundidad de la
realidad: “Puedo todavía sentir mi sorpresa por el guijarro; ese tan maravilloso trozo de la creación habría
sido hospedado en tan solo un guijarro. La vida es maravillosa” (26-VI-1942). También en el mes de junio, y
a partir del diverso color de unos guisantes, llegó a concluir que “una no debería querer poseer ni agarrarse
a nada. Quizás eso es lo más difícil para nosotros los occidentales, porque carecemos de la gran paciencia y
el precioso componente de la fe que conlleva: humildad, para ser capaz de experimentar libremente… La be-
lleza es también algo que uno debería saber tratar” (27-VI-1942).
Cuaderno 10 (3 de julio – 29 de julio)
Introducción

El C10, en la línea del cuaderno anterior, deja constancia de casi todos los días. Así, de los 27
días hábiles, EH introduce 52 entradas en 23 días diferentes. Durante estas semanas las au-
toridades nazis alemanas y holandesas deportaron a miles de judíos, arrestando por las ca-
lles a todo aquel que pretendiera escapar. Eran conducidos al punto de encuentro, el teatro
municipal, y cuando varios cientos de judíos abarrotaban el edificio y el patio trasero, se les
transfería a Westerbork. Y al cabo de pocas semanas, a Auschwitz-Birkenau para su exter-
minio.

Tal y como intuyó EH, el mes de julio fue el inicio del final. Tras la continua insistencia de sus
amistades, la joven aceptará inscribirse en el Consejo Judío como una vía posible para evitar
la deportación al este de Europa. No obstante, tras unos días, al sentir que su labor se tra-
ducía en complicidad alemana contra los judíos, solicitó atender a los deportados en el
campo de Westerbork. Por tanto el C10 narra los días previos al primer internamiento de EH
en el campo.

Postura ante el sufrimiento

En este contexto de deportación y aniquilación llega la respuesta de EH a Samuel Parijs 1:


“Eso podría satisfacer nuestros personales sentimiento de amargura y de venganza pero
¿por qué tomar el camino más barato y más fácil? ¿Por qué solo satisfacer nuestro ego?
(…) No solo en teoría sino en la práctica de cada día. Por ejemplo, mi repentina irritación
y agresividad hacia Käthe cuando siento que defiende a su país, o mejor, los bienes de su
país, porque después de todo, aquellos que viven allí son personas como nosotros… Me
puedes marear con tantas teorías como quieras pero ellos son personas como noso-
tros…”2.

Estas palabras no nacen de un idealismo desencarnado, sino de un realismo conectado a la


humanidad capaz de mantenerse en las dificultades extremas . El odio no se da en EH por-
que ella mira más allá del uniforme, reconoce la bondad más allá de las etiquetas y generali-
zaciones y, por eso, puede sentir incluso gratitud. Más aún, no duda de que los soldados
también sufran y sean dignos de las plegarias judías. Y es que no existen fronteras entre los
seres humanos porque todos, de un modo u otro, sufrimos 3. Ni JS ni ella experimentan odio

1
El C9 concluía con la pregunta de este amigo de Bernard: “¿No estás de acuerdo ahora que todos los alema-
nes deberían ser eliminados, especialmente colgados, recogidos y despedazados?”
2
3-VII-1942.
3
“Y si este día no me ha traído nada más, salvo esta final confrontación con la muerte y la extinción, entonces
estoy sin embargo agradecida a ese “kosher” soldado alemán del quiosco con su bolsa de zanahorias y coli-
flores. Primero él puso aquella nota en la mano de la chica del tranvía (Liesl Levie) y después vino la carta
126 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C10

cuando ven la maquinaria de exterminio en que se ha convertido el nacionalsocialismo ale-


mán. A ellos mismos les sorprende esta falta de aversión y son conscientes de que expresar-
lo públicamente sería un escándalo. Pero no es solo que el odio no embarga sus corazones,
sino que se disponen firmemente a poner peso en el otro platillo de la balanza: la del amor.
Odio y amor son fuerzas contrarias. En la mano de cada persona está hacer un mundo más
inhóspito o más acogedor4.

El resto de entradas del C10, en lo que se refiere a la reacción ante la shoa, constituyen una
especie de cuentas pacifistas que, desgranándose día a día, se erigen en una incansable
propuesta alternativa a la venganza: amabilidad con respecto a los otros judíos que sufren,
sin cargarles con el peso de nuestro propio sufrimiento 5; libertad con respecto a la inquie-
tud angustiosa por las pequeñas preocupaciones 6; amor y fe ofrecidos a los demás7; aban-
dono del egocentrismo para servir con sencillez en los detalles cotidianos 8; conservación de

que tuve que leer y releer: ella le recordó mucho a la última hija del rabí a quien él había cuidado en el lecho
de la muerte durante días y noches hasta el final. Y esta noche le está haciendo una visita. Y cuando Liesl me
dijo esto lo supe una vez más: tenemos que rezar por estos soldados alemanes. Fuera de estos uniformes
tienen un rostro. Los soldados alemanes también sufren. No hay fronteras entre la gente que sufre y tene-
mos que rezar por ellos también (3-VII-1942). Liesl Levie-Wolfsky, nacida en 1910, estuvo casada con Wer-
ner Levie (Berlín 1903 - Tröbitz 1945), director del teatro Hollandsche Schouwburg. Cuando este cerró, el
matrimonio se ganó la vida vendiendo diversos artículos, posteriormente, en una fábrica de bolsos. Deciden
no esconderse por lo que son detenidos en una redada en 1943 y deportados a Westerbork, donde perma-
necieron hasta enero de 1944, por lo que coincidieron un tiempo con EH. Werner murió, pero Liesl sobrevi-
vió a la guerra y más tarde emigró a Israel.
4
Este sentimiento de “no-odio” no significa, sin embargo, indiferencia o desconexión emocional: “He madura-
do mucho desde la última noche, muchos muchos años mayor y más seria de repente. Mi abatimiento se ha
marchado y un poder mayor que nunca ha aparecido. Esto también: aprendiendo cómo aceptar las propias
complicaciones uno aumenta su propia fuerza. Es todo tan sencillo y se me ha vuelto más claro y más claro
que solo espero que se me conceda una vida larga con el fin de poderlo aclarar a otros también” (3-VII-
1942). Y ese mismo día: “Qué extraño es que nosotros no sintamos odio o indignación o amargura, pero no
podemos decirlo a los demás abiertamente porque uno no podría entenderlo (…) Una cosa a pesar de todo
es cierta: debemos ayudar a incrementar el bagaje de amor en este mundo. Cada pizca de odio que añadi-
mos al exceso de odio que ya existe, vuelve al mundo más inhóspito e inhabitable” (4-VII-1942). Unos días
después recoge una cita de Walther Rathenau en la misma línea: “Cada acto de violencia tiene sus posterio-
res consecuencias, como todo lo que hacemos. Estamos aquí para tomar algo del sufrimiento ajeno sobre
nosotros, no para incrementarlo con nuestra propia violencia. Sé que sufres y sufro contigo. Sé amable con
ese sufrimiento y él será amable contigo…” (14-VII-1942).
5
“Todo el mundo sabe seguramente lo que va a ocurrir, pero debemos ser amables con los otros y no siempre
ensillarles con lo que nosotros perfectamente podemos cargar bien” (6-VII-1942).
6
“Ahora vivimos hombro a hombro con nuestro destino, o como queramos llamarlo, lo rozamos con nuestro
hombro día a día y nada es como lo aprendimos en los libros (…) Hemos de olvidarnos de las propias preocu-
paciones por el bien de los demás, por el bien de aquellos que amamos” (7-VII-1942).
7
“Toda la fuerza y el amor y toda la fe en Dios que uno posee y que ha crecido tan milagrosamente en mí en los
últimos tiempos, debe estar ahí para los demás que puedan cruzarse por casualidad en nuestro camino y que
lo necesiten” (7-VII-1942).
8
“Se debe aprender a superar los deseos personales y rendirse completamente. Y rendirse no significa dejar de
escribir o desvanecerse en la pena, sino ofrecer la pequeña asistencia de la que sea capaz allí donde Dios
Una “staretz” en Westerbork 127

la unidad de nuestro ser, sin agarrarnos a toda costa a la subsistencia de nuestros cuerpos9;
y misericordia10.

En definitiva, el C10 es testigo de un proceso, a priori, paradójico: el continuo estrechamien-


to nazi se convierte para EH en un resorte hacia la alteridad y un pensamiento amplio y pro-
fundo sobre la realidad. De ahí que algunas consideraciones cotidianas se conviertan para
ella en chispas de eternidad. Por ejemplo, las prohibiciones a los judíos (tranvía, terrazas en
cafés) le llevan a recapacitar sobre cómo tantas generaciones tuvieron que soportar frío y
calor como parte de sus vidas. Y es que EH, lejos de sentirse sola en el cansancio o la enfer-
medad, se sabe unida a “millones de personas de muchos siglos”11.

EH es capaz de hacer espacio en su interior para las paradojas y contradicciones de la vida,


concibiendo esta como un todo indivisible pues “tan pronto como uno intenta excluir algu-
nas partes, rechazando aceptarlas y arrogantemente optando por esto y no ese todo, todo
entonces llega a ser bastante arbitrario”12. En estas circunstancias, tirar la toalla, pensar en
el suicidio, bajar los brazos o enterrar la cabeza como un avestruz es una aberración porque
“uno no debe morir mientras aún vive. Uno tiene que vivir la vida plenamente y hasta el fi-
nal”13. Por otro lado, en el otro extremo, se encuentran quienes se aferran a la seguridad de
las ideas preconcebidas sobre lo que es una “vida buena”, impidiendo, de este modo, al ser
humano disfrutar en primera persona de la vida tal y como es: extremadamente fértil, rica,
desbordante, asombrosa, buena, bella, armoniosa… Los eslóganes perfectos llevan a vidas
pobres 14.

Testimoniar que la vida es bella

La libertad interior de la que rebosa EH es un surtidor que no le permite acaparar el tesoro


hallado, sino que le impele la necesidad de darlo a conocer sea el que sea el lugar al que

desee ponerme. Me siento tan extraña como si flotara en el aire, como si estuviera separada de la realidad,
como si no tuviera precisa consciencia de lo que está ocurriendo” (7-VII-1942).
9
“Vamos demasiado lejos si tememos por nuestros cuerpos infelices mientras nuestros espíritus olvidados se
marchitan en un rincón. Nuestras vidas se equivocan, actuamos con nosotros mismos sin dignidad. Nos falta
sentido histórico, olvidamos que incluso aquellos que están a punto de desvanecerse son parte de la historia.
No odio a nadie. No estoy amargada. Y una vez que el amor por la humanidad haya germinado en ti, crecerá
sin medida” (14-VII-1942).
10
“Son despiadados, sin ningún tipo de piedad. Y debemos ser todo lo misericordiosos que podamos” (20-VII-
1942).
11
4-VII-1942.
12
4-VII-1942.
13
5-VII-1942.
14
“La mayor parte de la gente tiene ideas estereotipadas sobre la vida en sus cabezas. Tenemos que acabar
con nuestras preconcepciones, eslóganes, sensación de seguridad y encontrar el coraje de dejar ir todo, todo
bastión estándar y convencional. Solamente entonces la vida será infinitamente rica y rebosante, incluso en
el sufrimiento que nos venga” (7-VII-1942).
128 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C10

Dios le envíe, sean las que sean las circunstancias vitales. Y es que el sufrimiento nunca fue
un impedimento para el anuncio de la bondad y la belleza de la vida porque el mal no tiene
su origen en Dios, sino en el ansia de seguridad del hombre que se aferra obsesivamente a
su propia salvación. En definitiva, el ser humano, al no soltar amarras, se hunde haciendo
hundir a otros. La carencia de una confianza básica en el Dios de la vida le conduce a la
muerte15.

La confianza plena que genera vida es una experiencia que hace sentir a EH ligera, sin miedo,
llena de fuerza y amor. Vivir así es contagioso o, por lo menos, llama mucho la atención. Pe-
ro el hecho de querer comunicarlo no es una necesidad o un acto necesario. Es más bien una
opción solidaria en vistas a la edificación de una nueva sociedad que, en caso de aprender,
podría disfrutar de mayor libertad y felicidad. De ahí que EH, deseando que tanto sufrimien-
to, sangre y vidas aniquiladas no caigan en saco roto, y soñando una humanidad mucho más
pacificada, haga la opción de transmitir su experiencia. Sus diarios fueron el medio concreto
en los que cristalizó esta determinación 16.

Esta percepción de la vida en medio de uno de los episodios históricos más vergonzosos y
degradantes de la historia de la humanidad parece paradójico para quienes se mueven en el
ámbito de la subsistencia del yo. Incluso más que paradójico, una aberración digna de ser
objeto de rechazo, si no de tratamiento psiquiátrico. De ahí que, en ocasiones, solo halle a
Dios como su interlocutor comprensivo 17.

Sin embargo, a pesar de la posibilidad de ser considerada una loca, en ella pesa más la res-
ponsabilidad de quien se sabe con un mensaje que puede generar mucha vitalidad en gene-
raciones posteriores18. De ahí que, a pesar de los momentos de decaimiento, resignación o

15
“Estoy preparada para todo, para cualquier lugar en esta tierra, sea donde sea que Dios me envíe, y estoy
preparada para dar testimonio en cualquier situación y hasta la muerte de que la vida es bella y llena de
sentido y que no es culpa de Dios que las cosas estén como están en el presente, sino nuestra” (7-VII-1942).
16
“En algún lugar dentro de mí me siento tan ligera, sin la menor amargura y tan llena de fuerza y amor. Me
gustaría tanto ayudar a preparar para la nueva etapa y transmitir intacto aquello que es indestructible den-
tro de mí a esa nueva edad, que seguro está por llegar, porque lo siento crecer en mí cada día” (20-VII-1942).
17
“Sí, Dios, te soy fiel, en las buenas y las malas, no sucumbiré y todavía creo en el sentido profundo de la vida.
Sé que debo seguir viviendo y que hay grandes certezas en mí y… y debo pensar lo increíble pero encuentro
la vida tan bella y tan feliz. ¿No es extraño? No me atrevería a decirlo a nadie, no con estas palabras” (20-
VII-1942).
18
“Me siento como si fuera el guardián de una preciosa parte de vida, con toda la responsabilidad que esto
implica. Me siento responsable del grande y bello sentimiento por la vida que llevo dentro y que debo pasto-
rear sano y salvo a través de estos tiempos, hacia otros. Hay momentos en los que siento como si me resig-
nara o me rindiera, pero pronto recobro el ánimo y hago lo que debo: mantener dentro de mí la chispa de vi-
da ardiendo” (21-VII-1942).
Una “staretz” en Westerbork 129

rendición, se determine por seguir mostrando su leitmotiv porque “si sobreviviera y me


mantuviera diciendo: ‘la vida es hermosa y llena de sentido’, ellos me tendrán que creer”19.

Vigilancia

El C10 retoma el antiguo y siempre nuevo combate contra los pensamientos. La joven lo
expresará mediante la imagen de una tierra amplia pero estéril en la que no descubre pen-
samientos especialmente brillantes. Aun así, sobre esta llanura se abre un inmenso cielo
azul que la protege y le esponja el corazón. Así, el acallamiento del ámbito racional es com-
patible perfectamente con la sensación de estar situada y feliz 20. Dos días después vuelve a
incidir en el límite del poder intelectual a la hora de ofrecer respuestas en las que uno se
juega una buena dosis de sentido y felicidad. Basta con vivir consciente para aprender esta
lección21 sin dejarse llevar por las ideas estereotipadas que ofrecen seguridad a expensas de
empobrecer la vida22.

Este posicionamiento se ha ido forjando a base de momentos más o menos largos de silen-
cio; de lucidez a la hora de respetar el ritmo que necesita el cuerpo, la mente y el espíritu;
de abrirse espacios en la cotidianidad para identificar los senderos que llevan a las fuentes
internas, como son la naturaleza, los textos sagrados y ciertas posturas corporales 23.

Pero de nuevo, este silencio, aunque produzca bienestar, no muere narcisistamente en sí


mismo, sino que se irradia compasivamente en las relaciones cotidianas. No se trata de for-
zar actos socialmente etiquetados de amorosos, sino que, al vivir en contacto con las fuen-
tes internas, estos fluyen en su misma dirección sin depender de las circunstancias en las

19
24-VII-1942.
20
“Hubo un tiempo en que pensaba que tenía que bregar con un montón de ideas brillantes cada día y ahora a
veces me siento como una tierra yerma y extensa, pero sin embargo cubierta de un alto y amplio cielo. Y es-
to es con mucho lo mejor. Hoy en día sospecho de los múltiples pensamientos que me surgen” (3-VII-1942).
21
“Pero también tengo que aceptar que los poderes intelectuales solos no consiguen llevar a uno muy lejos
cuando las cosas son realmente serias. El camino de ida y vuelta a la oficina de impuestos me ha enseñado
esto” (5-VII-1942). En esta misma idea insiste EH cuando escribe: “Ahora vivimos hombro a hombro con
nuestro destino, o como queramos llamarlo, lo rozamos con nuestro hombro día a día y nada es como lo
aprendimos en los libros” (7-VII-1942).
22
“La mayor parte de la gente tiene ideas estereotipadas sobre la vida en sus cabezas. Tenemos que acabar
con nuestras preconcepciones, eslóganes, sensación de seguridad y encontrar el coraje de dejar ir todo, todo
bastión estándar y convencional. Solamente entonces la vida será infinitamente rica y rebosante, incluso en
el sufrimiento que nos venga” (7-VII-1942).
23
“Me retiraré todo el día en mi propia quietud, aceptando la hospitalidad de este espacio sereno de este día
entero. Quizás descansaré entonces. Cuerpo y mente están muy cansados y no están en condiciones. Pero no
haré ningún trabajo hoy y todo debería estar muy bien (…) Hace sol fuera y esta habitación es tan acogedora
que debería ser capaz de rezar en ella (…). Leeré la Biblia con él. Entonces pasaré el día entero sentada en un
rincón de este espacio silencioso que llevo dentro de mí. Aún llevo una vida privilegiada (…) Estoy sola en mi
silencioso rincón, sentada como Buda y sonriendo como quien está bien, profundamente” (5-VII-1942).
130 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C10

que se esté24. Y es que lo esencial no es tanto lo que se vive, sino el cómo o desde dónde se
vive pues…
“…siempre hay un espacio sereno en algún rincón de nuestro ser y podemos siempre reti-
rarnos allí un rato. Esto no nos lo podrán robar. Durante un año entero he estado traba-
jando en este espacio callado dentro de mí, así que ahora se ha extendido en un gran
hall, palpablemente presente”25.

Pero los medios son simplemente medios. Incluso el diario que tanto le ha posibilitado. De
hecho, ella piensa que si las restricciones nazis se siguen intensificando, no podrá ni siquiera
hallar los utensilios básicos de la escritura 26. De ahí la necesidad de vivir conectados con el
propio interior, porque en los tiempos difíciles – tiempos de sospecha, de amargura, deses-
peranza, supervivencia- la verdadera comunicación, la que alimenta y descansa al alma, es
la que surge desde el corazón 27: una genuflexión o una súplica por su pueblo, que está sien-
do desalojado y arrastrado fuera de sus hogares.

La presencia de Dios

La oración se ha convertido para EH en el alimento cotidiano del que se nutre y en el des-


canso en las manos del Dios revelado en las Escrituras. Así, este cuaderno muestra cómo los
salmos, así como las historias bíblicas con sus diferentes personajes paradigmáticos de hu-
manidad, son manantial de fuerza 28.

24
“He ofrecido agua fresca a las flores de Dicky y he limpiado el baño, haciéndolo todo con el cuidado que uno
pondría en una casa ajena. Me siento tan cómoda aquí, o más bien, me siento tan cómoda conmigo misma y
por tanto allí donde tenga que estar” (5-VII-1942). Dicky de Jonge, nacida en Rotterdam en 1918, vivió en el
Courbetstraat con la familia Nethe, en la misma casa que JS. Ella trabajó en la educación. Debido a que Di-
cky era la más joven del Spier Club se la conocía como “la pequeña”. En ocasiones EH sintió celos por la rela-
ción cercana entre Dicky y JS (12-XII-1941).
25
5-VII-1942.
26
“Hace unos días aún pensaba para mí: la peor cosa que me puedo ocurrir será cuando se me impida tener
lápiz y papel para clarificar mis pensamientos. Son absolutamente indispensables para mí porque sin ellos
descarrilaré y seré totalmente destruida. Pero ahora sé que cuando uno empieza a bajar en sus demandas y
expectativas, es posible dejar marchar todo” (6-VII-1942).
27
“En este tempestuoso y caótico mundo nuestro toda verdadera comunicación proviene del corazón. Exterior-
mente, uno está fragmentado, y los caminos que van del uno al otro están sepultados bajo escombros, por lo
que a menudo no se encuentran el camino del uno hacia el otro. Solo podemos continuar viviendo juntos en
nuestros corazones y esperamos que algún día podamos caminar mano a mano de nuevo” (11-VII-1942).
28
“Estos salmos que se han convertido en parte de mi vida diaria son una excelente comida para un estómago
vacío (…) En mí hay tanta docilidad y aceptación. Y una alegría que descansa en Dios. Algo elemental fluye
del Antiguo Testamento y algo hogareño también. Gente espléndida en sus páginas, poética y austera.
Realmente es un libro increíble y estimulante, la Biblia, duro y tierno, simple y sabio. No solo fascinante por
lo que se dice en él sino también por llegar a saber quién lo dice. Está poblado de tribus enteras de caracte-
res sin descubrir. Me emocionó tremendamente pasar esos diez minutos leyendo la Biblia con él. Todas las
corrientes ahora fluyen a pesar de los espíritus y los corazones de los hombres, corrientes que han cristaliza-
do en “ismos”, una multitud de creencias y eslóganes y divisiones. Esas también están en la Biblia… he saca-
do fuerza de esa fuente colorida y gentil” (5-VII-1942).
Una “staretz” en Westerbork 131

Cuando se vive colgado de Dios, con plena docilidad a su voluntad revelada en la cotidiani-
dad, sin prestar demasiada importancia a las propias necesidades, la existencia deja de ser
pesada y una ligereza inmensa acompaña cada jornada. Un sentimiento paradójico se da en
quien vive de esta manera: la sensación de estar arraigado en la realidad pero, al mismo
tiempo, de que la realidad no tiene en sí misma su propio fundamento, por lo que hay que
dejar que la realidad sea lo que es y sea llevada por Quien la conduce29.

Se trata simplemente de no huir de la realidad y hacer lo que esté en la mano de cada cual
para dignificar la vida en aquellos lugares en los que Dios va poniendo a cada persona 30.
Esta cosmovisión de EH, libre de las fronteras que dividen a naciones y hombres, genera
pacificación31 - no desinterés o insensibilidad- y necesita nutrirse de la oración32.

El sábado 11 de julio emplea por primera vez una de las imágenes más sugerentes de su
itinerario espiritual: “ayudar a Dios”33. EH, con su naturalidad característica y sin complejos
planteamientos doctrinales previos, expone que no está en manos de Dios el detener la
crueldad de las ansias nazis. Lejos de la omnipotencia, Dios se muestra, más bien, necesita-
do de la ayuda de los hombres para resistir esta época oscura, que es caldo de cultivo de la
increencia, la desesperación y la inmoralidad 34.

29
“Se debe aprender a superar los deseos personales y rendirse completamente. Y rendirse no significa dejar de
escribir o desvanecerse en la pena, sino ofrecer la pequeña asistencia de la que sea capaz allí donde Dios
desee ponerme. Me siento tan extraña como si flotara en el aire, como si estuviera separada de la realidad,
como si no tuviera precisa consciencia de lo que está ocurriendo” (6-VII-1942).
30
EH expresa a lo largo de su diario esta búsqueda: “¿Tienes para mí otros planes, oh Dios? (…) Oh Dios, ¿Cuá-
les son tus planes para mí?” (18-VII-1942).
31
“Es como si las divisiones entre los hombres y las naciones que existen ahora se estuvieran disolviendo en mí.
Hay momentos en los que puedo ver claro a través de la vida y del corazón humano, en los que adquiero una
mayor comprensión y me siento mucho más serena y me lleno de una fe en Dios que crece tan rápidamente
en mi interior que al principio me asustaba pero que ahora es inseparable de mí” (7-VII-1942).
32
“Hemos de cargar nuestro “destino común”. Quien busque salvarse a sí mismo debe darse cuenta que si él no
es deportado, otro tomará su lugar. Como si importara quién de nosotros irá. El nuestro es un “destino co-
mún” y esto es algo que no debemos olvidar. ¡Un día pesado de vivir! Pero me encuentro siempre conmigo
misma en la oración — y orar, podré hacerlo siempre, incluso en el espacio más estrecho. Lo que yo puedo
cargar de este destino colectivo, lo cargo cada vez más sólidamente sobre mi espalda como un equipaje
atado a mí con fuertes nudos, y me habitúo a él, y lo llevo conmigo por las calles” (10-VII-1942). EH emplea
la palabra alemana “Massenschicksal” para hablar de este destino común del pueblo judío que, según la jo-
ven, nadie debería evitar (cf. Klaas A.D. Smelik, “Etty Hillesum´s Reaction to the Persecution of her People”,
en: Ethics…, 248).
33
Dos años y un día después, desde la prisión de Tegel en la que había sido confinado por las fuerzas del Reich,
Dietrich Bonhoeffer escribe unos versos que muestran cómo el ser humano atiende a Dios en su debilidad:
“Los hombres se dirigen a Dios cuando le sienten necesitado / lo encuentran pobre y despreciado, sin abrigo
y sin pan / lo ven devorado por el pecado, la debilidad y la muerte / Los cristianos están con Dios en su pa-
sión” (Dietrich Bonhoeffer, Resistencia y sumisión, Sígueme, Salamanca 1983, 244).
34
“Si Dios no me ayuda a continuar, entonces yo ayudaré a Dios (…) No hay que ser ingenuos en cuanto al
estado real de la situación, y he incluso abandonado la pretensión de que iré a ayudar a otros. Tan solo in-
132 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C10

“Ayudar a Dios” resulta ser, además, una ayuda de manera indirecta para los demás 35. Posi-
bilitar que el pábilo vacilante de la presencia divina no se apague supone una inmensa apor-
tación a una humanidad cuya fe en el bien, la justicia, la honestidad y otros grandes valores
están al borde del abismo. Y cuando todo es tan frágil y todo pende de un hilo, sobra la
grandilocuencia y la superficialidad. Solo la humildad extrema es bienvenida porque cual-
quier ápice de indiferencia, odio o hipocresía se convertiría en el tiro de gracia. Nada de
aparentar humanidad, solo ser inmensamente humanos: “Hemos de olvidar nuestras gran-
des palabras, empezando por Dios y finalizando por la muerte y debemos hacernos tan sen-
cillos como un puro manantial de agua”36.

La libertad interior de quien se experimenta fundado en Dios es el mejor antídoto contra el


miedo37. De ahí que ante las calamitosas circunstancias históricas que arrebatan la vida de
su pueblo, EH no siente la urgencia de huir. Su más preciada libertad y su relación con Dios
son inviolables y los soldados alemanes tan solo pueden eliminar su vida física 38.

Por otro lado, algunos conocidos que le instan a esconderse no comprenden su actitud, ta-
chándola de pasividad, indiferencia o impotencia:
“Muchos me acusan de indiferencia y pasividad cuando rechazo esconderme: ellos dicen
que ya me he rendido. Dicen que cualquiera que pueda intentar escaparse de sus garras,
tiene el deber imperioso de intentarlo. Pero el argumento es engañoso. Porque mientras
que alguien intenta salvarse, números ingentes de personas están de todos modos desapa-
reciendo… Y lo extraño es que no me siento en absoluto atrapada en las garras de nadie,
solo me siento en los brazos de Dios, por decirlo de una forma retórica y no importa si estoy

tentaré ayudar a Dios lo mejor que pueda y si consigo hacer eso entonces estaré siendo útil para ayudar a
los demás también. Pero no debo hacerme heroicas ilusiones sobre nada” (11-VII-1942).
35
La expresión “ayuda a Dios” está, según Sievers, conectada al texto bíblico de Jue 5,23 así como con el Tar-
gum, donde la ayuda de Dios se traduce en ayuda al pueblo de Dios (Cf. Joseph Sievers, “‘Aiutare Dio’: rifles-
sioni su vita e pensiero di Etty Hillesum”, Nuova Umanità 99-100 (1995) 113-127).
36
11-VII-1942.
37
En ese mismo mes de julio EH explica por qué no tiene miedo a quien le pueda hacer daño. Su ofensiva no
acaece en el campo de batalla, sino en su interior. De la mano de Dios es imposible tener miedo: “Mis bata-
llas se libran dentro de mí, contra mis propios demonios. No está en mi naturaleza inclinarme hacia los sal-
vajes y fanáticos de sangre fría que claman a favor de nuestra destrucción. No tengo miedo de ellos tampoco
y no sé por qué. Estoy tan tranquila, a veces es como si estuviera de pie en los parapetos del palacio de la
historia mirando hacia tierras lejanas. Una vez que has comenzado a caminar con Dios, solo necesitas seguir
caminando con Él y toda la vida empieza a convertirse en un largo paseo – qué sentimiento tan maravilloso”
(14-VII-1942).
38
Esto no implica que EH no valore la salud física o el cuerpo. De hecho, en una carta a JS de este mismo mes
se conservan las siguientes recomendaciones que le hace su amigo convaleciente: “Debes cuidarte. Si quie-
res ayudar a Dios, entonces cuidarte es tu primer y sagrado deber. Un hombre como tú, uno de los pocos que
ofrecen refugio decente por una porción de vida y sufrimiento y Dios, tiene el sagrado deber de mantener su
cuerpo, su mansión terrena tanto como pueda para ofrecer a Dios hospitalidad en él durante el mayor tiem-
po posible” (Carta 8. A Spier, julio de 1942).
Una “staretz” en Westerbork 133

sentada en este viejo y querido escritorio ahora o en una desnuda habitación en el distrito
judío o quizás en un campo de trabajo bajo la vigilancia de cincuenta y cinco guardias… yo
siempre me sentiré segura en los brazos de Dios. Ellos podrían romperme físicamente pero
nada más que eso. Yo podría encarar la crueldad y las privaciones que ni siquiera son posi-
ble imaginar en mis peores fantasías. Incluso esto es nada comparado con la extensión in-
mensurable de mi fe en Dios y mi receptividad interior. Siempre estaré firme en mis dos pies
incluso cuando estos sean plantados en la tierra más dura de la más rigurosa realidad. Y mi
aceptación no es indiferencia ni impotencia. Siento una profunda indignación moral hacia
un régimen que trata a los seres humanos de esta manera. Pero los acontecimientos han
llegado a ser tan avasalladores y demoníacos para estar enraizados en resentimientos o
amarguras personales. Estas respuestas me parecen terriblemente infantiles e inadecuadas
para el curso fatídico de los acontecimientos”39.

En este estado de incomprensión por parte de los demás pero de confianza en Dios, vuelve
a la expresión “ayudar a Dios”, recalcando la imagen de un Dios impotente que necesita del
ser humano para darle luz en los corazones ajenos. La desolación, la tristeza, el desamparo,
la indignación, la humillación y un largo etcétera se han convertido en los cascotes, piedras
y arenas que tapan el manantial en lo profundo de cada ser humano. Toda esta labor no es
sencilla de desempeñar ya que las circunstancias históricas exigen una confianza heroica
ante la continua tentación de bajar los brazos y de apagar la débil llama de la fe 40.

39
11-VII-1942.
40
“Te ayudaré, Dios mío, para que no me abandones, pero no puedo asegurarte nada por anticipado. Solo una
cosa es para mí cada vez más evidente: que tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte a ti, y así nos
ayudaremos a nosotros mismos. Es lo único que tiene importancia en estos tiempos, Dios: salvar un frag-
mento de ti en nosotros. Tal vez así podamos hacer algo por resucitarte en los corazones desolados de la
gente. Sí, mi Señor, parece ser que tú tampoco puedes cambiar mucho las circunstancias; al fin y al cabo,
pertenecen a esta vida… Y con cada latido del corazón tengo más claro que tú no nos puedes ayudar, sino
que debemos ayudarte nosotros a ti y que tenemos que defender hasta el final el lugar que ocupas en nues-
tro interior… Mantendré en un futuro próximo muchísimas más conversaciones contigo y de esta manera
impediré que huyas de mí. Tú también vivirás pobres tiempos en mí, Señor, en los que no estarás alimentado
por mi confianza. Pero, créeme, seguiré trabajando por ti y te seré fiel y no te echaré de mi interior” (12-VII-
1942). El 27 de julio, así como la mayor parte de los días que trabajó en las oficinas del Consejo Judío, el sin-
sentido y el aburrimiento se unieron provocando en EH una especie de hastío, cansancio y sensación de es-
tar en el sitio equivocado. Sin embargo, progresivamente va asumiendo que las jornadas que tendrá que
encarar serán arduas y que, precisamente allí, habrá de intentar desenterrar y dar a luz a Dios. Sobre las
montoneras de cascotes, de polvo, de cuerpos inertes, de miedos y agotamiento, será necesario alzar la
bandera de Dios: “Hoy hubo un momento en el que pensé que llegaba al final de mis fuerzas… pero ahora sé
que no debo parar, no importa lo duro que sea el día. Debo contar con vivir una vida complicada durante
años. E intentar bregar con ellas e intentar salvar un poco de Dios (…) Ahora estamos siendo casi atropella-
dos por las ruedas de nuestros tiempos… lo que importa es alzar la bandera de Dios en alto sobre los miles
de miedos y opresión y abatimiento de cada día” (27-VII-1942).
134 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C10

El pensamiento en Dios se va alargando durante toda la jornada y el diálogo ininterrumpi-


do41 que establece con Él está enmarcado en un cuidado mutuo continuo. Unas flores o
unas nubes despiertan en EH el inmenso deseo de entregarse por entero a la asistencia de
Dios. Su afán es generoso pero también humilde, pues insiste en que no puede asegurar que
sus acciones sean acordes a su anhelo e intención 42.

Dos días más tarde, el 14 de julio, expresa cómo se despliega en ella una actitud de aban-
dono tal que le hace presentir que resistirá todo aquello que tenga que vivir. Así, apoyada
en Dios, solo es posible esperar la victoria del bien43, aunque esa misma noche comenzaran
las redadas por las calles de Ámsterdam en busca de quienes no respondieron a la citación
de la policía del orden alemana y las deportaciones al campo de Westerbork 44.

Otra señal de abandono queda reflejada en la oración de petición. No desea reclamar a Dios
una posición de privilegio en un tiempo en que otros muchos están pereciendo. La única

41
“Necesito hablar contigo muchísimo, oh Dios”, pero debo ir a la cama. Siento como si estuviera drogada y si
no estoy en la cama a las diez no podré resistir otro día como el de hoy” (19-VII-1942).
42
“El jazmín de detrás de mi casa está completamente arruinado por la lluvia y las tormentas de los últimos
días. Sus blancas copas están flotando en charcos de barro negro en el tejado del porche bajo. Pero en algún
lugar dentro de mí el jazmín continúa creciendo sin problemas tan abundante como delicadamente como
siempre. Y exhala su fragancia por toda la morada en la que tú habitas, oh Dios. ¡Fíjate cómo cuido de ti! No
te ofrezco solo mis lágrimas y mis tristes presentimientos. ¡En este domingo ventoso y grisáceo, te traigo
hasta este jazmín oloroso! Y te regalaré todas las flores que encuentre en mi camino; son muchas, ya lo ve-
rás. Intentaré hacer que te sientas siempre en casa (…) Incluso si fuera encerrada en una celda estrecha y
una nube pasara por la ventana con barrotes, entonces te traería esa nube, oh Dios, mientras haya suficien-
te fuerza en mí para hacerlo. No puedo prometerte nada para mañana, pero mis intenciones son buenas. Ya
verás” (12-VII-1942).
43
“Tengo la tendencia natural de mantener una fe ilimitada en Dios, que me hace sentir que podré con cual-
quier situación. En cualquier situación estaré llena de confianza a pesar de todo. No por mí personalmente,
no la certeza de que las cosas terminarán bien para mí, sino simplemente una inmensa sensación de aban-
dono” (14-VII-1942). Dos son las imágenes que emplea EH para esbozar esta actitud de profunda rendición.
Una de ella, la bobina de hilo, la toma de un sueño: “En un sueño, anoche, me vi a mí misma, de repente,
como un rollo de hilo desenrollándose gradualmente. Y esto simbolizaba de alguna manera la postura que
cada vez se va haciendo más amplia y ancha con la que me abandono a todo lo que está por venir” (14-VII-
1942). La otra es un naufragio. En esta situación límite hay dos posibilidades: aferrarse a una madera a toda
costa como única tabla de salvación, incluso rivalizando con otros náufragos sin piedad alguna, o dejarse flo-
tar en el océano con la mirada puesta al cielo hundiéndose sin ningún tipo de violencia y con una oración en
los labios: “Un pequeño trozo de madera a la deriva en un océano ilimitado después de un naufragio en el
que cada uno se salva empujando a los demás al agua y mirándoles cómo se ahogan. Esto es tan horrible…
Yo prefiero unirme más bien a aquellos que prefieren flotar en sus espaldas por un tiempo, navegando en el
océano con sus ojos hacia el cielo y quienes entonces se hunden con una oración” (14-VII-1942).
44
La Ordnungspolizei u OrPo constituyó la fuerza regular de policía uniformada en la Alemania nazi, existente
entre 1936 y 1945. Debido a sus uniformes de color verde, también eran conocidos como Grüne Poli-
zei (policía verde). La Orpo mantenía una organización centralizada con el fin de unificar las fuerzas de la po-
licía urbana y las fuerzas rurales de cada estado. Finalmente, controló casi todas las fuerzas de manteni-
miento de la ley y respondía a emergencias del Tercer Reich, incluyendo bomberos, guardacostas, defensa
civil, e incluso los vigilantes nocturnos. Durante la Segunda Guerra Mundial jugó un papel significativo en la
perpetración del exterminio (https://es.wikipedia.org/wiki/Ordnungspolizei; última consulta: 5-VIII-2016).
Una “staretz” en Westerbork 135

petición que le surge es para los demás: que tengan fuerzas suficientes para afrontar la
realidad. No pide que las cosas sean de otra manera, sino que cada persona pueda cargar su
parte, de modo que la plegaria se convierte en una especie de transmisión de la propia fuer-
za al destinatario. El resto de oraciones de petición las considera infantiles, pues buscan
cerrar los ojos o negar la realidad 45.

En estos días finales de julio EH sigue verificando cómo “he sido transformada otra vez. Una
vez más hay alegría y lucidez y completo abandono”46. De ahí que siga siendo habitual en
ella el dejar marchar el día cuando llega la hora de dormir 47 y cómo “hay momentos en los
que me siento como un pequeño pájaro acurrucado en una inmensa mano protectora” 48.

Por otra parte, el 23 de julio se siente impulsada a arrodillarse en medio de los pasillos del
Consejo judío abarrotados de gente. En medio del caos, de la burocracia, del intento a toda
costa de salvar la propia vida de las garras enemigas… EH siente el ánimo de situarse en la
única postura corporal que le resulta digna ante Dios. Allá donde parecería que Dios está
ausente, a EH le nace un gesto de profunda devoción 49. Y es que precisamente en los mo-
mentos más complicados, obviar la profundidad y la belleza de las realidades cotidianas es
una verdadera locura, aunque a los ojos de los demás sea incomprensible cómo la joven
pueda percibir la sacralidad de cada detalle o gastar tiempo y dinero en insignificancias 50.

El 28 de julio se dirige a Dios con estas palabras de reconocimiento por los muchos cuidados
que recibe de su parte: “Estás siendo muy bueno conmigo, querido Dios” 51. Este reconoci-
miento no es sino el broche a muchas acciones de gracias que EH recoge en el C10 y es que
el agradecimiento, común en quienes viven las cosas pequeñas de cada día como inmereci-

45
Cf. 15-VII-1942. Siendo congruente con su razonamiento, EH relata el principal motivo de su oración de peti-
ción unos días después: transmitir amor y ser capaz de vivir el momento presente para así prepararse a una
nueva época: “Esto es por lo que he rezado esta mañana: …ojalá pudiera expresar todo el amor que llevo
dentro de mí; transmitirlo a esa nueva época de la humanidad que sobrevive en mí a pesar de todo lo que
ocurre cada día. Y hay solo una nueva manera de prepararse para la nueva época, viviéndola ya ahora en
nuestros corazones” (20-VII-1942).
46
27-VII-1942.
47
“Permitiré que la cadena de este día se vaya desenredando eslabón a eslabón (cita de R.M. Rilke que aparece
al final de la entrada del 25 de julio), no intervendré sino que simplemente tendré fe. Te permitiré llevar a
cabo tus propias decisiones, oh Dios” (28-VII-1942).
48
28-VII-1942.
49
Cf. 23-VII-1942.
50
“Muchos dicen: ¡Cómo puedes todavía pensar en flores! La pasada noche, caminando el largo trayecto hacia
casa bajo la lluvia y con la ampolla en el pie, aun hice una corta parada para buscar una floristería, y llegué
a casa con un gran ramo de rosas. Y ahí están. Ellas son tan reales como la miseria de la que somos testigos
cada día. Hay sitio para muchas cosas en mi vida, tanto sitio, oh Dios” (23-VII-1942). Ya quince días antes
expresaba cómo la belleza de lo natural le suscita ternura y cariño: “Puedo abrir mis brazos hacia este día
lluvioso y abrazarlo hasta la muerte” (8-VII-1942).
51
28-VII-1942.
136 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C10

das y con profundo asombro, es una constante en este cuaderno. EH se siente agradecida
por haber sido elegida por Dios para vivir con intensidad las muchas batallas en las que se
ha visto siempre con fuerza para afrontarlas; por no haber sido una joven insensible a lo que
sucede a su alrededor52; por los momentos pasados al lado de JS 53; por las veces en que Dios
le ha sacado de la tranquilidad de su casa, de su escritorio, de su diario y le ha lanzado al
mundo caótico, real, lleno de inquietudes, preguntas y desasosiegos54; y por la libertad inte-
rior que Dios le ha concedido para con quienes provocan y causan sufrimiento a otros, pu-
diendo vivir sin odiarles, sin amargura y aceptando y comprendiendo en profundidad los
tiempos y las personas55. Este agradecimiento le resulta tan de justicia que es cuando, obce-
cada en la queja egoísta dejando de acoger los regalos cotidianos, llega a enfadarse consigo
misma al final del día56.

Desbordante de gratitud, su mirada se amplía compasiva hacia quienes, aun sin conocerles,
se hallan en una situación de desamparo y hostilidad. No es de extrañar, por tanto, que las
últimas palabras del C10 fueran: “Ayúdales, oh Dios, ayuda a los judíos de Rotterdam”57. Y
es que EH quiere ser extensión del consuelo que el Dios bíblico ofrece a Israel, como una
madre con el hijo de sus entrañas58. Así, de un corazón orante y sensible a las necesidades
ajenas surgen gestos de acompañamiento reales. Una hora después de la oración anterior

52
“Y a pesar de todo soy una de tus elegidas, oh Dios, por ti permitiéndome experimentar tantas cosas y ha-
berme dado suficiente fuerza para soportarlo todo. Cuando ayer por la noche, a las dos, subí finalmente a la
habitación de Dicky y me puse de rodillas, casi desnuda, en medio del suelo, totalmente desecha, dije: hoy he
vivido grandes cosas, de día y de noche, mi Dios, gracias por ayudarme a soportarlo todo y por dejar pasar
tan pocas cosas sin que me afecten” (19-VII-1942).
53
“Y cuando iba caminando con él por el muelle – y gracias, oh Dios, por hacerlo posible, solo puedo estar cinco
minutos con él cada día, merece la pena trabajar duro todo el día por esto” (21-VII-1942) y “Querido Dios, se
supone que estaré con él el sábado por la noche. No puedo agradecerte lo suficiente por hacer eso posible
incluso ahora” (23-VII-1942).
54
“Dios, dame fuerza, no solo espiritual sino también física. Estoy terriblemente cansada, mi total dolor de
cabeza, y no tengo energía para el trabajo de hoy. Aun así te estoy agradecida porque me conduces desde
mi tranquilo escritorio hasta el medio de las preocupaciones y sufrimientos de este tiempo” (22-VII-1942)
55
“Te estoy profundamente agradecida por librarme de la amargura y el odio, con mucha aceptación serena,
que no es en absoluto lo mismo que derrotismo, y también por darme algo de comprensión de este tiempo”
(22-VII-1942).
56
“Cuando tengo en cuenta la sensación que tengo desde la pasada noche no puedo decirme nada salvo: eres
una desagradecida desgraciada. Hubo tantas cosas buenas esta semana. Tantas que podrían haberme sos-
tenido durante semanas, incluso si estas semanas no hubieran traído nada más que desastres” (27-VII-
1942).
57
29-VII-1942. Al día siguiente se produciría la primera deportación en esta ciudad holandesa.
58
“Son las diez y media. Me acabo de arrodillar delante de mi sillón, rezando fervientemente y un ardiente
silencio. Pidiendo ayuda y socorro para todos los que tienen miedo, no están preparados interiormente, po-
bre gente que están pasando sus últimas horas en sus casas. Ah, cuánto siento por ellos, mi corazón está tan
apesadumbrado y tan lleno de amor, que ojalá pudiera guardarlos a todos ellos dentro de él y consolarles
como una madre consuela a su hijo” (14-VII-1942). Cf. Is 66,13.
Una “staretz” en Westerbork 137

se decide a acompañar a Weyls a la estación. No solo la mente, los oídos y las rodillas, ahora
son los pies y las manos los que se hacen mediación de la cercanía cariñosa y atenta 59.

Vocación de escritora

EH descubre en ella una nueva capacidad para transmitir vida nueva a la época venidera: en
ella se queda grabado casi de manera automática y fidedigna todo aquello que acaece a su
alrededor, como si fuera una placa fotográfica. La cuestión es que el revelado no es tan in-
mediato y requiere tiempo para procesar y dar forma a aquello que ha quedado grabado en
su interior60. A base de golpes de martillo y cincel modelaría las crónicas de la historia para
que pudieran llegar a los futuros ciudadanos europeos 61.

La mirada de EH no se ajusta a la de un mero testigo ocular, sino que su mirar escudriña,


escruta y examina la realidad con el fin de conocer los secretos que la fundamentan. Es un
mirar que no se detiene en la propia alma, sino que se dirige también a los demás, espe-
cialmente en aquellas situaciones límite que dejan al ser humano vulnerable, desnudo, sin
adornos ni montajes mentales tras los que esconderse62.

De una manera natural, más o menos consciente, EH estaba ya desplegando su vocación


con notable madurez. Quizás esperaba formas o contextos diversos, pero desde luego en EH
ya existe una verdadera cronista del espíritu humano en medio de la shoa.

Por otro lado, EH ve fortalecida su vocación en la medida que advierte la insensibilidad de


ciertos judíos que han dejado de vivir para intentar sobrevivir, que han dejado de percibir la
profundidad de la realidad y a Dios, que ya solo poseen un ego muerto de miedo y aferrado
a cualquier tabla de salvación, a cualquier coste económico o moral 63.

59
“Son las 11,30 p.m. Weyls ata con una cuerda su mochila, que es demasiado pesada para su espalda menuda
y empieza a caminar hacia la Estación Central. Voy con él. Uno debería realmente levantarse toda la noche y
no hacer nada más que rezar” (14-VII-1942).
60
“He ido por la vida como si hubiera una placa fotográfica dentro de mí haciendo grabaciones infalibles de
todo lo que había a mi alrededor, hasta los más pequeños detalles. Soy bastante consciente de ello. Todo es-
tá nítidamente delineado en mí. Más tarde, mucho más tarde quizás, lo desarrollaré y lo imprimiré todo”
(10-VII-1942).
61
“Empuñaré esta pluma delgada como si fuera un martillo y mis palabras tendrán que ser como golpes con los
que se grabará la narración de nuestro destino y de una parte de la historia como nunca fue antes. No en es-
te totalitarismo, masivamente organizado, que atraviesa Europa entera. Sin embargo unas pocas personas
deben sobrevivir aunque sea para ser cronistas de esta época. Me encantaría ser una de ellos” (10-VII-1942).
62
“Hay en mí una urgencia siempre presente: mirar todo lo que ocurre. Un deseo de ver y escuchar y estar
presente para descubrir todos los secretos de la vida, observar con detenimiento lo que la gente parece en
sus últimas convulsiones. Y también, de repente, a mirarme a mí misma y aprender lo que se pueda del es-
pectáculo que la propia alma es testigo en estos tiempos. Y más tarde ser capaz de encontrar las palabras
correctas para expresarlo” (28-VII-1942).
63
“Lo que más miedo me da es la insensibilidad y toda esa gente con quien seré arreada. Y todavía alguien
tendrá que sobrevivir a esto y dar testimonio de que Dios vivió incluso en estos tiempos. ¿Por qué no podría
ser yo esa testigo?” (27-VII-1942).
138 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C10

Pero la joven holandesa considera necesario guardar más tiempo de silencio para asimilar lo
que en ella se ha grabado y, así, irlo convirtiendo paulatinamente en un lenguaje nuevo para
generaciones venideras. Mientras tanto, por si no tuviera la oportunidad de ponerlas por
escrito, se compromete a almacenar en su interior las crónicas y a sobreponerse cuando el
desánimo le amenace64. Y así fue. Halló espacios de paz, incluso en el infierno de Wester-
bork, para gestar un valioso testimonio.

El debilitamiento de Julius Spier

El C10 recoge una nueva fase en la relación con JS debido a la delicada salud de este. El
amor que siente EH por él queda especialmente purificado del erotismo, mientras que la
ternura toma la delantera, manifestada en la gratuidad, el cuidado, la oración y el gusto por
estar en su compañía. Es como si el amor hubiera madurado décadas en tan solo unas se-
manas. Así se lo expresa al mismo JS en una carta 65.

EH recurre a la petición a Dios por la salud de JS en varias ocasiones. En un primer momento


se refiere a la necesidad de rezar continuamente con todas las fuerzas 66, pero tan solo dos
días después la expresión cambia: ya no se trata de hacer oración a todas horas, sino de
convertirse en oración por él67. Progresivamente va asumiendo la posibilidad de que sus
destinos tengan que distanciarse. No por una guerra que, como todas, rompe vínculos injus-
ta y sangrantemente, sino por una decisión de la misma joven enraizada en la fidelidad a su
voz interior: un camino en soledad aunque apoyada por el amor de tantas personas 68.

64
“En este momento sé, con mayor certeza que nunca, que tengo una misión en esta vida, un pequeño proyec-
to especialmente para mí (…). Seré la cronista de nuestras aventuras. Las forjaré en un nuevo lenguaje y las
almacenaré dentro por si no tuviera oportunidad de escribirlas. Me desanimaré pero volveré a la vida otra
vez, me caeré pero de nuevo me levantaré y un día, quizás, podría descubrir un espacio de paz a mi alrede-
dor que será solo mío y entonces me sentaré allí el tiempo que sea necesario hasta que la vida emerja en mí
nuevamente y encuentre palabras para ofrecer un testimonio allí donde sean necesarios” (28-VII-1942).
65
“Te amo infinitamente, mi alma ama a tu alma infinitamente. Mi alma querría tumbarse al lado de tu alma
ahora y siempre, y este deseo está empezando a no tener nada que ver con el deseo de una mujer por un
hombre. A veces quiero tumbarme desnuda al lado de tu cuerpo desnudo, tal como Dios te ha creado, y no
tener otro sentimiento más que el de mi alma tumbada al lado de la tuya” (Carta 8. Julio de 1942, a Spier).
66
“Pero él debe permanecer con buena salud… voy a agrupar todas mis fuerzas de cada rincón de mi cuerpo y
de mi alma y lo concentraré en una inmensa e ininterrumpida oración por él” (4-VII-1942).
67
“Le amo lo más gratuitamente posible que puedo; y no le cargaré con el más pequeño de los pesos de mis
miedos y demandas. Incluso renunciaré al deseo de estar con él hasta el último momento. Mi ser entero se
ha convertido en una gran oración por él” (6-VII-1942).
68
EH pasa el día 5 de julio en casa cuidando a JS. Luego, en su diario hace la siguiente reflexión: “Dejar a al-
guien que amas ir con total libertad, dejarle vivir su propia vida, es lo más difícil de este mundo” (5-VII-
1942); “Debo dejarle ir (a JS). Quiero decir: además del amor por él, debo sacar fuerza y amor para todo el
mundo que lo necesite, pero mi amor y mi interés por él no deben hacerme demasiado egocéntrica. Y es po-
sible sacar fuerzas incluso del sufrimiento” (7-VII-1942); “Sí, cuando pienso en el hecho de tener que aban-
donarle y la imposibilidad de saber qué le va a ocurrir, siento como si me muriera ya” (11-VII-1942).
Una “staretz” en Westerbork 139

De hecho, la joven reflexionará por última vez sobre la posibilidad de casarse con él. Lo que
hubiera ocurrido en el caso de que se hubieran casado no es posible saberlo, pero sí es cier-
to que el vínculo que les unió en los meses últimos de vida de JS fue hondo y firme, incondi-
cional y entregado69. Por todo esto, el 20 de julio EH expresa la necesidad que tiene de JS,
pero no como un hombre con quien compartir la vida entera, sino, más bien, como un pun-
to de referencia al que volver en ciertos momentos, o como un refugio o un hogar que bus-
ca un pájaro tras sus vuelos70. Así, cinco minutos con él le son suficientes71.

De nuevo al día siguiente, martes 21 de julio, EH escribe sobre estos cinco minutos que
agradece a Dios de todo corazón. Cinco minutos que le renuevan las fuerzas y le ayudan a
sostenerse por un tiempo largo 72. Cinco minutos con los que quiere seguir contando, espe-
cialmente porque JS está enfermo73. Cinco minutos de presencia cercana sin necesidad de
muchas palabras. O cinco minutos de paseo que ya no son de amplias conversaciones, sino
sobre todo un intercambio de sentencias sapienciales con las que se animan a ser fieles a su
propia identidad en medio de unas circunstancias que se agravan por momentos. Cinco mi-
nutos a los que no desea acostumbrarse porque sabe que tardarán en repetirse ya que, tras
el intento de trabajar en las oficinas del Consejo judío, ha pedido traslado a Westerbork.
Cinco minutos al lado de su amigo convaleciente mientras ella realiza las labores sencillas de
la casa. Los ojos del rostro en el zurcido mientras los ojos del alma descifran que cotidiani-
dad y eternidad son uno74. Cuando apenas faltan unas horas para marchar a Westerbork,
R.M. Rilke se le presenta como único consuelo antes de dejar, convaleciente aún, a JS75.

En este contexto, cada uno de los gestos de JS, cada una de sus palabras o escritos, es aco-
gido por EH de manera nueva, como si una separación no muy lejana se transformara en
69
Cf. Francesc Grané Terradas, “Etty Hillesum. Paradigma de la experiencia espiritual en la postmodernidad”,
en: Pensamiento 261 (2013) 630.
70
“Toda clase de cosas me han quedado claras, Por ejemplo esta: no quiero ser la esposa de Spier… Él es un
hombre mayor que amo, amo infinitamente y a quien estaré unida por una alianza interior. Pero “casarme”,
lo que la gente llama “casarse”, debo, con toda seriedad y honestidad, decir finalmente que no quiero. Y el
hecho de tener que ir por mi propio camino por mí misma me da un enorme sentimiento de fuerza. Sosteni-
da a cada hora por el amor que le tengo a él y a otros… Prefiero estar sola y así estar para todo el mundo”
(20-VII-1942).
71
Cf. 20-VII-1942.
72
Cf. 27-VII-1942. En esta entrada EH escribe cómo sus fuerzas se ven renovadas por el solo hecho de estar a
su lado. Esta vitalidad y energía se mantienen durante varios días.
73
“Dios, querido Dios, no permitas que me marche mientras él está enfermo (…) Estoy tan preparada como es
posible estarlo, oh Dios, pero no me separarás de él todavía, ¿verdad? No es posible todavía” (28-VII-1942).
74
“Estás acurrucada en el suelo, en el rincón de la habitación del hombre que amas y zurces sus calcetines y al
mismo tiempo estás sentada al borde de un poderoso océano tan transparente que puedes ver su fondo. Y
esto es una experiencia inolvidable” (29-VII-1942).
75
“Necesitas soledad; puedes seguir madurando y llegar a la plenitud incluso separada de la persona amada. El
amor como tarea cotidiana. El amor no tiene miedo, no queda afectado por el límite del otro, deja espacio
libre para el otro” (29-VII-1942).
140 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C10

una lupa nítida y purificadora del mucho amor que siente por él. Así, unas breves líneas en
un trocito de papel son para EH en la primera verdadera carta de amor que recibe 76.

Recapitulación

Este cuaderno, redactado en un mes muy complicado para los judíos de los Países Bajos,
presenta cómo la gran libertad interior adquirida por EH hace que no tema a la muerte por-
que esta ya ha sido aceptada como parte de la vida. De ahí que la aniquilación haya queda-
do vaciada de poder y el odio al enemigo no surja porque su corazón, de hecho, no ve a nin-
guno. Tan solo constata que todo ser humano es igual que ella. Por ende, su opción funda-
mental es comunicar que la vida tiene sentido y que somos custodios de una gran potencia-
lidad de bondad que se debe poner en juego77.

El C10 no solo presenta la clara conciencia de que la persecución nazi pretende el extermi-
nio judío, sino que, además, EH ha de aceptar que su amigo y mentor JS se encuentra con
delicados problemas de salud 78. El túnel se hace oscuro, estrecho, agobiante. Y aunque en
los momentos de pérdida es común aferrarse a las personas que son significativas, EH es
capaz de tomar distancia de su natural apego proponiéndose no molestar a JS en nada, con-
vertirse en oración viviente por su amigo e incluso renunciar a permanecer a su lado hasta
el final. Esta actitud de abandono le lleva a aceptar que JS ha sido alguien fundamental en
su vida, pero que también puede dejar de serlo 79.

La disponibilidad a prestar ayuda a quien lo necesita llega hasta el punto de querer “ayudar
a Dios” en este mundo en el que tanta gente cuestiona a una divinidad que no actúa en el
sufrimiento de los inocentes. Esta ayuda, que en el fondo repercute en el bien de la huma-

76
“Cuando leí la nota de S esta mañana, algo se rompió dentro de mí y me sobrepasó. Estaba ocupada ponien-
do la mesa para el desayuno, de repente me tuve que parar en medio de la habitación, junté mis manos, in-
cliné la cabeza y las lágrimas que estaban encerradas en mi interior durante mucho tiempo, salieron desde el
corazón. Había tanto amor, tanta compasión, tanta gentileza y tanta fuerza dentro de mí… Cuando hube leí-
do su nota, estuve llena de profunda confianza. Debe sonar raro, pero estos pocos garabateos débiles y des-
ordenados escritos con lápiz es la primera y verdadera carta de amor que he recibido nunca. Tengo maletas
llenas de otras, de esas que se suelen llamar cartas de amor escritas por hombres en el pasado… pero estas
palabras suyas de ayer: ‘Oh tú, mi corazón se siente tan pesado’ y esta mañana ‘Querida, quiero tanto seguir
rezando’. Estas son los regalos más preciosos que jamás se han puesto ante mi consentido corazón” (15-VII-
1942).
77
“Un sentimiento de indestructible resiliencia. Todavía lo tengo ahora… pero no en un sentido puramente
material. No importa si mi cuerpo desentrenado podrá sobrellevarlo. Esto es de una importancia secundaria.
La cosa principal es que incluso si morimos una muerte horrible seremos capaces de sentir claramente y has-
ta el último momento que la vida tiene sentido y es bella, que nosotros nos demos cuenta de nuestro poten-
cial y vivamos una vida buena” (5-VII-1942).
78
Cf. 4-VII-1942.
79
“Le amo lo más gratuitamente posible que puedo; y no le cargaré con el más pequeño de los pesos de mis
miedos y demandas. Incluso renunciaré al deseo de estar con él hasta el último momento. Mi ser entero se
ha convertido en una gran oración por él” (6-VII-1942)
Una “staretz” en Westerbork 141

nidad, consiste en desenterrar a Dios de todos los corazones que hace tiempo lo sepultaron.
Asimismo, el C10 manifiesta cómo madura su relación con Dios en tres elementos: su acti-
tud de abandono, reflejada, por ejemplo, en una purificada oración de petición o en su op-
ción por dejarle las riendas de su vida ante las vicisitudes futuras; una profunda y continua
acción de gracias; y un deseo de mantener un ininterrumpido diálogo con Él.

El día 15 de julio, tras la gran insistencia de sus amigos y dejando a JS en cama, busca traba-
jo como mecanógrafa en el Consejo Judío. Aunque este cargo no suponía estar exenta de las
deportaciones, sí lo retrasaría. Y aunque comprende que este organismo es cómplice con la
injusticia nazi, le permite la entrada a los campos de concentración uniéndose, así, al des-
tino de su pueblo.

Dos días antes de su primera estancia en Westerbork, a punto de concluir el C10, hace una
recapitulación del año y lo califica como el “año más hermoso” gracias a su determinación
por vivir desde el interior. Además, está convencida de que el devenir será igualmente
bueno si sigue cimentada en lo profundo 80.

De este modo, EH se dirige a Westerbork con un bagaje excepcional: un proceso personal


que le ha sacado de un estancamiento existencial y le ha llevado a un conocimiento propio
que no solo le será útil a ella misma para gestionar situaciones de horror, sino también para
ayudar a otros a hacerlo. EH ha adquirido una mirada lúcida sobre la realidad que le posibili-
ta distinguir lo importante de lo superfluo, así como identificar qué batallas merece la pena
luchar y cuáles simplemente acoger81.

Por último, se ha de señalar la madurez que alcanza EH en lo que respecta a su vocación de


escritora. Se da en ella una mayor disposición a esperar atentamente en el silencio. Se ve a
sí misma como una placa fotográfica que graba todo lo que ocurre a su alrededor para que
en el futuro, si ella sobrevive, pueda ofrecer un testimonio que genere vida. Y si no, ahí es-
tarían sus cuadernos.

80
“Hemos tenido tiempo más que suficiente para prepararnos para la catástrofe presente: dos años enteros. Y
el último de estos ha sido el más crucial de mi vida, mi año más hermoso. Y sé con certeza que habrá una
continuidad entre la vida que he dejado y la vida que vendrá. Porque mi vida es progresivamente más inter-
na y lo exterior cada vez importa menos” (28-VII-1942).
81
“La vida en sus miles de detalles gira y da vueltas y se ha hecho perfectamente clara y transparente. Es sim-
plemente como si estuviera ante un océano y pudiera mirar a través del agua cristalina hasta el fondo” (29-
VII-1942).
Cuaderno 11 (15 de septiembre-13 de octubre)
Introducción

EH empezó a redactar el C11 el 15 de septiembre de 1942, día del fallecimiento de su gran


amigo JS. Recoge 29 días hábiles, de los cuales queda constancia de 23 de ellos gracias a 38
entradas, siendo de 3 días el mayor espacio de silencio: del día 5 al 7 de octubre.

Este cuaderno fue redactado en Ámsterdam después de las dos primeras estancias en Wes-
terbork, que no sobrepasaron los veinte días ninguna de ellas. La primera se produjo del 30
de julio al 14 de agosto, mientras que la segunda comenzó el 21 de agosto y finalizó unos
días antes de la muerte de JS. Su salud tan frágil fue el motivo de que se le diera permiso
para volver a Ámsterdam para recuperarse, privilegio que tenían los trabajadores del Conse-
jo Judío.

EH, que ha vuelto a Ámsterdam con el fin de decir el último adiós a su amigo y “partero” de
su alma, acumula un inmenso cansancio y cientos de imágenes y conversaciones indelebles
de un campo de concentración donde escasea el espacio, la intimidad, la higiene…

Aceptación del propio límite: salud

EH necesita descansar y, de hecho, su cuerpo se lo pide 1. Su deseo de volver al campo que-


da frustrado por una salud quebrada, pero la joven acepta la convalecencia con cierta resig-
nación, pues lo que no quiere de ninguna manera es cargar a otros con el propio peso del
límite2. Así que ese mismo día, el 15 de septiembre, informa a su amigo Osias de que su re-
greso no será inmediato, sino que ha de descubrir la causa de su malestar físico. Esta espera
supone para EH una situación novedosa: nunca había esperado con tanta ansia para mar-
char a un lugar al que nadie querría ir. De ahí que necesite una nueva clase de paciencia 3.

1
“Recuerdo que el ser humano tiene también un cuerpo. Había pensado que el espíritu y el corazón eran sufi-
cientes para sostenerme en medio de todo. Pero ahora mi cuerpo ha hablado alto por sí mismo y ha dicho
‘basta’” (15-IX-1942). Dos días después insiste en la misma idea: “Es deseable que mi cuerpo pidiera un alto,
oh Dios. Es necesario que descanse un rato si quiero hacer lo que tengo que hacer…. Incluso si el cuerpo está
dolorido, el espíritu puede continuar haciendo su trabajo, ¿no? Puede amar y escuchar profundamente (Hi-
neinhorchen)” (17-IX-1942).
2
“Nada en mi cuerpo se siente bien. Quisiera ardientemente recuperarme pero acepto todo de tus manos, tal
como venga. Sé que siempre será bueno. He descubierto que cargando el propio peso, uno puede convertirlo
en un bien” (15-IX-1942).
3
Sobre esta paciencia escribe en las siguientes entradas: “Necesito una nueva clase de paciencia. Escribir el
diario me puede ayudar” (15-IX-1942); “Mañana no iré a Westerbork. Todas las clases de dolores han surgi-
do en mi cuerpo (…) Tengo que averiguar primero lo que no está bien en mí para luego hacer algo al respec-
to. Necesitaré desarrollar un nuevo modo de paciencia para afronta esta nueva situación” (Carta 12, 15-IX-
1942, a Osias Kormann); “Dame paciencia, oh Dios. Una nueva clase de paciencia. Este escritorio forma par-
te de mi vida una y otra vez, y el árbol de fuera de mi ventana ya no me hace sentir llena de placer” (17-IX-
1942); “Semi-inválida, mareada y débil hasta la punta del pie: sería una carga para cualquier comunidad, y
esto es lo último que quisiera. Aquí estoy siendo curada y cuidada (…) tendré que inventar una nueva clase
Una “staretz” en Westerbork 143

Tomar contacto con el propio cuerpo, dejarle expresarse y escucharle no fueron aprendiza-
jes fáciles para la joven holandesa. De hecho, en más de una ocasión, fue advertida por el
médico: “Se aconseja a la paciente llevar una vida tranquila” – dice mi certificado. Y tengo
que comer arroz y miel y otras fabulosas exquisiteces”4. No es que ignorara la importancia
del cuerpo5, pero le llevó tiempo conocer y manejar las conexiones entre este y el resto de
dimensiones, incluyendo la relación con Dios6.

En varias cartas que escribe a Osias le comenta algunos de los cuidados que procura a su
maltrecho cuerpo (leche7, visitas al dentista8, inyecciones…), mientras que describe su situa-
ción con imágenes como “sentirse como una suela de zapato”, “tener una venda de hierro
alrededor de la cabeza”, “estar bajo los escombros de una ciudad” o “ser como una hoja
seca que cae”9.

Por otra parte, al reflexionar sobre el tiempo que debe esperar antes de volver a Wester-
bork, termina comprendiendo que seis semanas no deberían suponer nada para una perso-
na en el total de su vida10. Esta perspectiva más amplia del tiempo es novedosa en EH y es
que no le resulta nada sencillo sobrellevar la escisión entre la parte física -fuente de pade-
cimiento-, y la mental – de gran vivacidad: “Dolor de espalda, pero mi mente está clara y
fresca y mientras continúe así conseguirá arrastrar al cuerpo con ella” 11. Esto supone una
aguda sensación de impotencia y una fuerte consciencia del límite 12. Días después ofrece

de paciencia – oh, ya la he inventado- para poder soportar lo mejor que pueda esta nueva condición de tum-
barse-y-descansar” (Carta 4. 4-X-1942, a Osias Kormann).
4
17-IX-1942.
5
De hecho, en la última carta que escribe a JS le insiste en este mismo punto: “Debes cuidarte. Si quieres ayu-
dar a Dios, entonces cuidarte es tu primer y sagrado deber. Un hombre como tú, uno de los pocos que ofre-
cen refugio decente por una porción de vida y sufrimiento y Dios, tiene el sagrado deber de mantener su
cuerpo, su mansión terrena tanto como pueda para ofrecer a Dios hospitalidad en él durante el mayor tiem-
po posible” (Carta 8. Julio de 1942, carta a Julius Spier).
6
“Tendré que rendirme mucho más a ti, oh Dios. Y también parar de poner condiciones: si al menos recuperara
la salud y cosas así. Incluso si no estoy bien, la vida continúa, ¿verdad? No tengo derecho a poner condicio-
nes. No lo haré en adelante- Y en el momento que tome esa resolución mi dolor de estómago repentinamen-
te mejorará bastante” (26-IX-1942).
7
“Mi cuerpo se ha hecho presente de nuevo. No somos todo mente… mi cuerpo debería llamarme a ordenar
(…) Estoy sentada en mi escritorio mucho tiempo estos días bebiendo leche como un niño pequeño” (Carta
13. 22-IX-1942, carta a Osias Kormann).
8
Comenta a su amigo cómo continúa el dolor de estómago y cómo se cuida la dentadura: pasa dos horas dia-
rias en el dentista (Cf. Carta 14. 28-IX-1942, carta a Osias Kormann).
9
Cf. 3-X-1942.
10
Cf. 3-X-1942.
11
4-X-1942.
12
“Estoy luchando contra la impaciencia y abatimiento todo el día, provocados por los dolores de espalda y esa
sensación pesada en mis piernas, que desearían tanto viajar por todo el mundo pero que no pueden hacerlo
todavía. Pero no hay que ser tan materialista. Incluso mientras estoy aquí tumbada, ¿no estoy viajando a
través de todo el mundo?” (9-X-1942).
144 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C11

dos pistas sobre los rasgos de la “nueva paciencia” que le ayuda a afrontar tan cruda situa-
ción: alejamiento de la diversión que impide conectar con la propia realidad y acogida del
propio padecimiento con la esperanza de que pase13. Y es que EH ha comprobado que la no
aceptación de los estados anímicos bajos no conlleva la eliminación de los mismos, sino más
bien, su perpetuación14. De ahí que no resulte extraño que el entero diario termine con la siguien-
te frase en mayúsculas: “¡¡¡HAY QUE ACEPTAR LAS PROPIAS PAUSAS!!!”15

Aceptación del sufrimiento

EH llegará a confesar “He aprendido a amar Westerbork”16. Tal expresión desconcertante es


posible cuando se experimenta que toda realidad es valiosa y digna de esperanza, aunque
aparentemente sea un infierno. Y esto es posible para quien no se asusta de la realidad
monstruosa, se acerca a pisarla, la acaricia, la socorre y percibe en esa proximidad la necesi-
dad de redención y sanación. Es por eso que EH afirma con rotundidad que hay voces reso-
nando en la sociedad que a pesar de invitar a sobrevivir a toda costa, no nacen del heroísmo,
sino del miedo a la compasión y al sufrimiento 17.

Y aunque ciertos momentos exigen posicionarse sin ambigüedad 18, los rumores del extermi-
nio hacen crecer la incertidumbre. Así, el miedo es el hábitat en el que viven los judíos que
ya no se hacen ilusiones sobre el objetivo de las fuerzas alemanas 19. Además, en el campo
de Westerbork este pavor era renovado semanalmente, pues cada lunes se confeccionaba
una lista con el millar de personas que debían ser transportadas a Polonia (Auschwitz). La
misma EH habla de cómo esta tensión por no aparecer en la lista era peor que la falta de
salud o alimento. De hecho, este miedo se convierte en “agujeros que se tragan el poder
creativo de las personas y también la alegría de vivir” 20.

13
Cf. 9-X-1942. Tres días después escribe: “Lo único que puedo hacer es tumbarme quieta debajo de las man-
tas y ser paciente hasta que mude mi abatimiento y el sentimiento de estar rota (…) Cuando me sentía así en
el pasado, solía hacer cosas estúpidas: salir a beber con los amigos, pensar en el suicidio o leer durante la
noche docenas de libros al azar” (12-X-1942).
14
Cf. 12-X-1942.
15
13-X-1942.
16
17-IX-1942.
17
“Esconderse no es heroico ni revolucionario. Todos ellos están empleando una grandilocuente excusa para
evitar un destino que deberían estar compartiendo con el resto” (20-IX-1942).
18
“Después de esta guerra dos torrentes se desatarán: un torrente de amor-amabilidad y un torrente de odio.
Yo debería tomar el campo contra el odio” (20-IX-1942).
19
“Lo que está en juego es nuestra perdición y nuestro exterminio. Ninguna ilusión hay que hacerse sobre el
particular. “Se” quiere nuestro exterminio total, hay que aceptar esta verdad” (3-VII-1942).
20
30-IX-1942. Un ejemplo sobre el miedo en Westerbork, con el que decide cortar, es el de los sellos: “Des-
pués de haberme desmayado dos veces el mismo día, me ha quedado claro que debo empezar una nueva vi-
da sin tantas tensiones. Yo también estaba empezando a sufrir de ‘estampitis’: ellos te sellan tus papeles con
rojo, verde o azul. Jopi realmente está enfermo de ‘estampitis’, cuando él oye la palabra ‘sello’, quiere vomi-
tar” (Carta 47, 5-VII-1942, a Han y otros).
Una “staretz” en Westerbork 145

Es cierto que existen necesidades básicas pero, incluso en la carencia, es posible no darles
todo el poder sobre la propia persona. De ahí que EH hable de cómo el miedo a no tener
satisfechas estas necesidades también son “fantasmas” que absorben lo mejor del ser hu-
mano, fantasmas que ella misma siente y que provocan dentro de ella una lucha de tita-
nes21.

EH encuentra varios apoyos que le permiten evitar la parálisis por el miedo. Uno de ellos es
el evangelio de san Mateo, que le insta a vivir el presente. Así, Mt 6,34 22 fue para EH una
especie de mantra al que volvió una y otra vez para no dejarse consumir por la preocupa-
ción futura y “vivir como los lirios del campo”23. Esta idea evangélica no está reñida con la
comprensión de que esta vida está conectada misteriosamente con un futuro que no se
acaba. Es decir, que la vida no está constituida por la suma de momentos presentes, sino
que, más bien, la vida está empapada de una promesa de eternidad.

Así, la joven copió en su diario unas líneas procedentes de una carta que su hermano
Mischa escribió a Henny Tideman:

“Henny yo también creo que hay otra vida después de esta. Incluso creo que algunas per-
sonas pueden ver y experimentar esa vida junto con esta. Es un mundo en que los murmu-
21
Cf. 30-IX-1942.
22
“Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os
vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no
siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros
más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la
medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se
fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la
hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con voso-
tros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a be-
ber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Pa-
dre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas co-
sas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo.
Cada día tiene bastante con su propio mal” (Mt 6,25-34).
23
22-IX-1942. Sin embargo, no es esta la única entrada que recoge esta cita evangélica que el mismo JS le
enseñó. El mismo martes 22 toma conciencia de que no resulta tan fácil vivir la austeridad propia de quien
sabe que Dios le cuida y le cuidará (“En la mochila: una camisa, una pequeña Biblia, quizás el diccionario de
ruso, cuentos de Tolstoi, y sin ninguna duda habrá espacio para un volumen de las cartas de Rilke. Y también
el suéter de lana que una amiga me tejió… ¡cuántas posesiones tengo, oh Dios, y alguien como yo quiere vi-
vir como los lirios del campo!”) y dos días más tarde copia el final de la perícopa que hace referencia a la jus-
ticia del Reino. Da, así, un paso más. Lo único que debe preocupar es la justicia, pues cuando se lucha por
ella, todo lo demás, también las necesidades básicas, queda cubierto (“Es como Mi último tesoro: los pája-
ros del cielo y los lirios de los campos en Mateo 6,33: busca el Reino de Dios y su justicia y todo se os dará
por añadidura”). Tan solo cinco días después recurre de nuevo al versículo, insistiendo en que las preocupa-
ciones son como bichos molestos que desgastan poco a poco, siendo su origen la poca confianza en Dios
(“Hemos de luchar contra ellas cada día, como pulgas, esas muchas y pequeñas preocupaciones del mañana
porque ellas sangran nuestra energía. Hacemos previsiones mentales para los días siguientes y todo resulta
muy diferente. Es suficiente el hoy. Las cosas que tienen que ser hechas, deben ser hechas y en cuanto al res-
to no debemos acabar infectados por las miles preocupaciones nimias, tantos signos de no confiar en Dios”).
146 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C11

llos de eternidad de la mística se han convertido en realidad viva y en que los asuntos y di-
chos comunes y cotidianos han alcanzado un gran sentido. Es bastante posible que después
de la guerra la gente estará más abierta al mundo de lo que solían estar, que ellos colecti-
vamente despertarán a un orden mundial más alto”24.

El hecho de que las amigas compartieran esta carta y que EH transcribiera estas líneas, de-
nota que su contenido no le fue indiferente y que, probablemente, la hermana halló en ellas
una cierta identificación. Desde luego EH se encuentra incluida entre esas personas que
“pueden ver y experimentar esa vida (la futura) junto con esta”25.

Otro cauce que le permite vivir el “aquí y ahora” es conectar con las fuentes más profundas
que surcan su interior, y que EH identifica con Dios 26. La oración silenciosa y de quietud le
otorga descanso y nuevos bríos para lanzarse a la realidad. EH también es consciente de que
acogiendo la vida tal como viene y perforándola 27 en el silencio orante, la acción sobre la
realidad es más eficiente porque se parte de una comprensión más completa.

Asimismo, consciente de que la imaginación es una escapatoria fácil, se pone en alerta in-
tentando acoger el sufrimiento real y no la idea de sufrimiento. Entretenerse con la idea es
estéril, mientras que acoger la realidad permite sacar de la misma vida la fuerza necesaria
para seguir caminando28. Pero la gran soltura con que EH afrontaba las situaciones comple-
jas llamaba tanto la atención a quienes trataban con ella que solían achacar esta habilidad a
un carácter especial o a sus “nervios de acero”. No obstante, EH consideraba que su modo
de estar y hacer está imbuidopor sus ansias de vivir todo al máximo y de no ahorrarse nada,
por muy arduo que fuera29. De hecho, a finales de septiembre, retoma la conversación que
tuvo semanas atrás con el médico que le aconsejaba no vivir tan racionalmente 30 y se re-
afirma en que quienes le dicen esto no conocen el poder revivificador de la oración 31.

24
27-IX-1942.
25
Cf. Cita anterior.
26
“Si después de un largo y arduo proceso, día sí, día también, consigues conectar con tus fuentes más profun-
das, con Dios, en pocas palabras, y haces lo posible para asegurarte que tu camino hacia Dios no está blo-
queado, que puedes hacerlo trabajándote a ti mismo, entonces puedes mantenerte renovado en esas fuen-
tes internas y no tendrás por qué tener miedo de que tus fuerzas se agoten” (28-IX-1942).
27 2
Cf. Madeleine Delbrêl, La alegría de creer, Sal Terrae, Santander 1998 , 218.
28
Cf. 30-IX-1942.
29
Cf. 8-X-1942.
30
“El doctor me dijo ayer que mi vida interior es demasiado intensa; que debo bajar a la tierra; sigo golpeando
las puertas del cielo, que mi psique simplemente no puede soportarlo” (15-IX-1942).
31
“Estuve preocupada por este asunto bastante tiempo pero me he dado cuenta con una certeza cada vez
mayor que él no llevaba razón. Es verdad, yo podría pensar, a veces con una intensidad demoníaca y extáti-
ca, pero me refresco día a día en mi fuente original, la vida misma, y descanso de vez en cuando en la ora-
ción. Y lo que no saben aquellos que dicen ‘vives demasiado intensamente’ es que uno puede entrar en la
oración como en una celda de un convento y salir de nuevo con fuerzas renovadas y paz regenerada” (28-IX-
1942).
Una “staretz” en Westerbork 147

La muerte de Julius Spier: universalización del amor

Esta actitud de no ahorrarse nada se pone de manifiesto también en el modo con que afron-
tó la muerte de JS. En el diario no hay gritos de desconsuelo, sino de agradecimiento. JS le
había dotado de un bagaje precioso que le permitiría afrontar su propio desenlace y ofrecer
esperanza a otros. La joven es capaz de descubrir la luz y la vida que se manifiesta incluso en
la muerte. Así, un día después del fallecimiento de su amigo, escribe: “Viviré desde la parte
de los muertos que vive para siempre (eterno) y resucitaré lo mortecino, hasta que no haya
nada más que vida, una gran vida, oh Dios” 32.

Su fallecimiento es el aldabonazo definitivo para canalizar toda su energía afectiva hacia


quienes necesitan apoyo en medio del sangriento caos que padece el pueblo judío. El amigo
y “partero” de su alma le entrega el testigo para amar con un corazón íntegro al prójimo33.

El último texto conservado de EH antes del fallecimiento de JS es una carta a su amiga Hen-
ny Tideman, fechada el 11 de septiembre, en la que reconoce lo mucho que ha supuesto
este hombre en su vida, destacando cómo ha desenterrado a Dios de su corazón. El agrade-
cimiento profundo se convierte en manos dispuestas a servir en la misma misión, misión en
la que siempre contará con la fuerza y ánimo de su amigo 34.

Más aún, la joven no desea que su amigo se quede en el pasado como un bello recuerdo de
antaño, sino que pretende vivir a diario con él y, así, transmitir la vida que despertó en
ella35. El amor, con vocación de eternidad, posibilita la relación entre las personas más allá
de la muerte. De ahí que EH siga dialogando con JS: “Al menos no tienes que sufrir esto
conmigo… tendré que afrontarlo sola: el frío, las alambradas con púas y a pesar de todo vi-

32
16-IX-1942.
33
“Me enseñaste a pronunciar el nombre de Dios sin avergonzarme. Has sido el mediador entre Dios y yo. Yo
seré ahora la mediadora para cualquier alma que pudiera encontrarme” (15-IX-1942). Otra entrada que in-
cide en esta misma idea, dos semanas después: “Estoy contenta cuando descubro que incluso planes muy
bien montados no son nada salvo vana especulación (casarse con JS)… Vanidad de vanidades, pero lo único
que no es vano fue mi descubrimiento de que era capaz de compartir lo que soy sin reservas con otro, unirme
a otro y compartir su pena. ¿Acaso no me condujo a Dios después de pavimentar el camino con su imperfec-
ta mano humana?” (2-X-1942).
34
“El gran trabajo que él ha hecho en mí: él me ha desenterrado a Dios en mí y me lo ha dado a luz y yo conti-
nuaré ahora desenterrando y encontrando a Dios en todos los corazones que encuentre… No importa donde
me encuentre en el mundo, yo solo tendré que mirar hacia arriba para tenerle conmigo” (Carta 11, 11-IX-
1942, a Henny Tideman). Cuatro días más tarde, el día del fallecimiento de JS, escribe: “Mi corazón siempre
volará hacia ti como un pájaro. Tú eres una parte del cielo hacia la que siempre puedo mirar o mi corazón
volar” (15-IX-1942).
35
“Quiero tirar tus retratos y nunca más mirarlos. Quiero llevarte en mí y transmitirte con cada gesto nuevo y
tierno (…) Todo lo bueno y lo malo que puede hallarse en un hombre, estaba en ti: los demonios, pasiones,
bondad, amor ¡Gran discernidor, buscador de Dios! Tú buscaste a Dios en cada corazón de cada ser humano
que se abría a ti y ¡cuántas veces fue! Nunca te diste por vencido, podías ser impaciente en las cosas peque-
ñas pero en lo que se refiere a las grandes fuiste tan paciente… infinitamente paciente” (15-IX-1942).
148 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C11

ves en mi corazón. Llevo lo que es inmortal en ti” 36 y este, a su vez, se haga presente37. El
amor tiene la última palabra.

El duelo no viene marcado por la resignación, el olvido o la apropiación. Es el momento de


dejar marchar al otro por amor, intentando no oponer resistencia 38. Esta marcha definitiva
de JS supone un antes y un después en la “universalización” del amor de EH 39. Así, el día 17
de septiembre, describe cómo su capacidad de amar cristaliza en su misión de mediadora,
acogiendo a cada persona con una escucha humilde y honda 40 y favoreciendo el resurgi-
miento de Dios en el corazón de los demás. Asimismo, sabe que no basta con predicar, sino
que este alumbramiento exige una serie de herramientas y conocimientos psicológicos 41:

“Y ahí es cuando mi labor comienza. No es suficiente proclamarte, oh Dios, para enco-


mendarte al corazón de los demás. Uno debe también limpiar el sendero hacia Ti que
hay dentro de ellos, Dios, y para hacer eso uno tiene que ser un sagaz juez del alma hu-
mana. Un psicólogo entrenado. Lazos con el padre, con la madre, recuerdos de juventud,
sueños, sentimientos de culpabilidad, complejos de inferioridad, y demás obstáculos del
camino. Me embarco en un lento viaje de exploración con cada uno que se acerca a mí.
La caja de herramientas que necesito para pavimentar el camino hacia Ti en los demás
es bastante limitada todavía. Pero algunas herramientas ya están y las iré perfeccionan-
do, despacio y con paciencia. Y te doy las gracias por el gran regalo de ser capaz de leer
a las personas”42.

36
27-IX-1942.
37
“Inexplicablemente el espíritu de Jul planea este campo y me alimenta día a día” (Carta 60, 18-VIII-1943, a
Henny Tideman).
38
Cf. 13-III-1942: cita de R.M. Rilke sobre el amor.
39
Y su convicción de que el sexo no agota el significado del amor y de que este último es más amplio e incluso
más gratificante que el primero queda refrendada: “La idea de que uno puede amar a una persona y una
persona solo puede amar a otro la vida entera, me choca como algo bastante infantil. Hay algo empobrece-
dor en esto. ¿No aprenderá nunca la gente que el amor trae mucha más felicidad y recompensa que el se-
xo?” (9-X-1942).
40
“Qué grandes son las necesidades de tus criaturas en esta tierra, oh Dios. Te agradezco que las permitas
acercarse a mí con sus necesidades interiores. Se sientan ahí, hablando con serenidad y sin ningún tipo de
recelo, y de repente su necesidad aparece en toda su desnudez. Entonces, ahí están, fardos de miseria hu-
mana, desesperada e incapaz de hacer frente a la vida” (17-IX-1942).
41
Este preparar el camino para que Dios surja en el corazón de los hombres bien pudiera haberlo tomado de la
tradición judía y es que se trata de una expresión con la que se inicia el “libro de la consolación” del Deute-
roisaías: “Consolad, consolad a mi pueblo, –dice vuestro Dios–; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que
se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por
sus pecados. Una voz grita: ‘En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada
para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo
escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos –ha hablado la boca
del Señor–’”. Este texto lo empleará el evangelista Mateo en 3,3 y 11,10.
42
17-IX-1942.
Una “staretz” en Westerbork 149

EH continúa con una metáfora atrevida: el ser humano como casa de Dios o Dios como
huésped en el ser humano. Por tanto, su labor y compromiso con Dios es hacer que cada
persona se transforme en un hogar y un santuario que pueda albergarle 43.

“A veces, las personas son para mí como casas con las puertas abiertas. Entro, vago a
través de los pasillos, de las habitaciones. La disposición es un poco diferente en cada ca-
sa. Sin embargo, todas son semejantes, y debería ser posible hacer de cada una de ellas
un santuario para ti, Dios mío. Te prometo, sí, prometo que intentaré encontrar un hogar
y un refugio para ti en tantas casas como me sea posible. Es realmente una metáfora
graciosa. Iré por el camino e intentaré buscar una morada. Hay tantas casas vacías y las
prepararé todas para ti, el inquilino de mayor dignidad. Por favor, perdona esta pobre
metáfora”44.

Esta mediación necesita, como bien dice EH, una formación adecuada que posibilite un
buen hacer, pues aunque las personas tienen una estructura semejante, cada una tiene sus
circunstancias propias e individuales. No obstante, la joven intuye que, a pesar de que el
hacer importa, el ser es lo esencial45. Dos días después, EH vuelve a comprometerse a com-
partir lo mejor de ella: lo recibido en el ámbito del espíritu 46.

Para transmitir este legado espiritual, cuenta con la capacidad de leer y conocer interior-
mente a una persona a partir de todos los datos que esta le ofrece consciente o inconscien-
temente47. Más aún, EH descubre en los rostros de las personas el estado del mundo y su
devenir; el rostro, así como otros detalles cotidianos, son signos de los tiempos que puede
interpretar en la medida que vive enraizada en las fuentes internas 48.

43
Cf. 1 Cor 3,16: “¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?”.
44
17-IX-1942.
45
Cf. 16-IX-1942; 30-IX-1942.
46
“Siento que soy la heredera de una gran herencia espiritual. Seré su fiel guardián. Lo compartiré lo mejor que
pueda. Me descubro haciendo estos vagos y frágiles gestos, mi cuerpo se siente tan ligero y flotante, pero mi
espíritu está demasiado firme y fuerte” (18-IX-1942).
47
“Mucha gente son todavía jeroglíficos para mí, pero poco a poco voy aprendiendo a descifrarlos. Es lo mejor
que puedo hacer: leer la vida de los demás (…) En Westerbork era como si estuviera ante la cruda empaliza-
da de la vida. La vida está en lo más íntimo, desnuda de todas las trampas externas. Gracias, Dios, por ense-
ñarme a leer cada día mejor” (20-IX-1942). “Me encanta estar con gente. Ellos se abren a mí, cada ser hu-
mano es una historia nueva que se me cuenta por sí misma (...) Dios, tú me has dado el don de leer…” (4-X-
1942).
48
“Me gustaría recorrer con mis yemas de los dedos los contornos de los tiempos. Solo cuando uno conecta con
la vida que lleva dentro, puede conectar también con el sufrimiento humano, y entonces en el rostro de la
gente, en los miles de gestos, en los pequeños cambios de expresiones, en las historias vitales se puede leer
nuestros tiempos. ¿Cómo es que mi espíritu, lejos de estar oprimido, parecía crecer más ligero y brillante ahí
(en Westerbork)? Es porque leía los signos de los tiempos y ellos no me parecían vacíos de sentido” (22-IX-
1942).
150 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C11

Una semana después dedica un espacio en su diario para apuntar cómo los rumores más o
menos fundamentados sobre el desenlace trágico de las personas deportadas se erigen co-
mo un verdadero mal para la población judía. Más allá de que sean ciertos o no, consiguen
hacer mella en muchos oyentes, porque les sirven de justificación de su odio o incluso les
vacía de sentido cada esfuerzo. De ahí que EH añore que estas personas pudieran ser ense-
ñadas a arrodillarse con el fin de ahondar en sus personas y rescatar el sentido debilitado
por las murmuraciones 49.

Muchas personas que se encontraron personalmente con EH se sintieron únicas al ser escu-
chadas en profundidad e individualmente. Así, tras la primera estancia en Westerbork, ex-
presa cómo la preocupación por cada persona no se reduce al tiempo dedicado al diálogo,
sino que era su deseo, en caso de sobrevivir, visitar a quienes atendió para saber cómo les
fue a cada uno50. Así, en su convalecencia en Ámsterdam, recuerda a cuantos escuchó y
visitó en el campo, de tal manera que muchos detalles de cada día le evocaban la ayuda que
les podría estar ofreciendo51.

La opción de EH de dar prioridad al prójimo queda manifiesta también en el empleo, nue-


vamente, de la oración de descentramiento de San Francisco de Asís. EH tenía múltiples
razones para exigir comprensión en una situación tan decadente, pero invierte las tornas y
pide a Dios que le dé el don de comprender a los demás 52. Unos días después, el 13 de oc-
tubre, último día del diario conservado, la joven empleará dos expresiones de raíz bíblica
realmente entrañables para esbozar aquello en lo que desea convertirse para los prisione-
ros del campo: “bálsamo para muchas heridas” y “pan partido” para quienes tienen ham-
bre53.

La presencia de Dios

La entrega de EH no es, sin embargo, pura filantropía, sino que nace de una experiencia reli-
giosa que le permite hallar a Dios en las personas. Es capaz de ver la divinidad en la humani-

49
“Los rumores hacen daño a la gente, viven de ellos, empobrecen sus vidas y las vacían. ‘Antes tenía la casa
siempre llenas de flores, pero ahora, no, ahora ya no tengo ganas’. Vidas empobrecidas y vacías. ¿Pueden
ellos ser enseñados a trabajarse a sí mismos, a encontrar la paz dentro de ellos, a vivir una vida productiva y
confiada a pesar de estos miedos y rumores, a saber que uno puede arrodillarse en el más lejano y silencioso
rincón de la propia vida interior y permanecer allí arrodillado hasta que el cielo sobre ellos aparezca soleado
y claro otra vez?” (29-IX-1942).
50
cf. 2-X-1942.
51
“Cuando me levanté estaba seca, conseguí un vaso de agua y, agradecida por ese sorbo, pensé para mí mis-
ma: ‘Ojalá pudiera estar allí y dar a alguno de aquellos miles de sedientos un solo sorbo de agua′” (8-X-
1942).
52
Cf. 9-X-1942.
53
Cf. 13-X-1942
Una “staretz” en Westerbork 151

dad54 y, por ello, sabe bien que no es lo mismo responder a una ofensa con amor o con odio;
o que el ofendido no es diferente de quien ofende. De ahí que cada cual deba hacer lo que
esté en su mano para hacer de este mundo un lugar más habitable, que no es sino arrancar
la mala hierba que crece en el interior y que impide ver en el rostro del otro un prójimo. Ca-
da uno es libre de sumarse a la corriente de daño causado o de la herida sanada. EH ve, con
pena, que incluso amigos cercanos, como Klaas 55, se dejen llevar por una respuesta primaria
vengativa56.

Su apuesta por la alteridad, nacida de la gratitud de quien experimenta que todo es don,
está marcada por una paz interior que puede subsistir a pesar de que en la superficie del
mar se aviste marejada. Vivir desde el don, en el fondo, es reconocer que uno no recibe la
paga de sus propios méritos. Más aún, que los recibe a pesar de que sigan existiendo rinco-
nes de infierno y caos en el interior57.

Por otro lado, EH ha comprendido que la oración también es un acto de amor por lo que,
con toda la naturalidad, se dispone a rezar también por el mismo Dios: “ORACIÓN DE LA NO-
CHE: Junto mis manos en un gesto que se convierte en amor y en la oscuridad te cuento co-
sas tontas y serias y te imploro bendiciones. Sí, rezo por ti. Buenas noches, amado” 58. Más
aún, pasa de hacer oración a ser oración. Se identifica con lo que hace porque este hacer le
da la vida, no se la quita; este hacer no le ocupa todo el espacio, sino que le ensancha para
acoger más realidad; este hacer le hace más libre y por eso puede ser lo que hace 59.

EH empieza a calificar de “diálogo ininterrumpido” su relación con Dios, expresando así que
ya no se reduce a momentos concretos de oración. Al contrario, se da en ella una fluidez

54
“Amo a la gente porque en cada ser humano encuentro algo de ti. Te busco en cualquier ser humano y a
menudo te encuentro” (15-IX-1942).
55
Klaas Smelik (Den Helder 1897 - Ámsterdam, 1986) fue periodista y escritor de obras de teatro para la radio.
No está claro exactamente cuándo EH lo conoció, pero debe haber sido entre 1932 y 1936. A pesar de que
ya estaba casado, comenzaron un romance que duró seis meses y luego, a iniciativa de EH, concluyó en
términos amistosos. El Sr. Klaas Smelik conservó los diarios e intentó que se publicaran, pero ninguna edito-
rial quiso hacerse cargo. Será su hijo Klaas A.D. Smelik quien logró interesar al editor Jan G. Gaarlandt.
56
Cf. 27-IX-1942.
57
“A través de mí corren anchos ríos y en mí se levantan montañas. Y más allá de los matorrales de mi agita-
ción y confusión se expanden amplias llanuras de paz y rendición. Todos los paisajes están en mí. Hay sitio
para todo. La tierra está en mí, y el cielo. Y también sé que algo como el infierno también está en cada uno,
aunque hace mucho que no lo experimento en mí, pero puedo sentirlo en otros con gran intensidad” (9-X-
1942).
58
9-X-1942.
59
“Quiero tumbarme aquí en silencio durante otros pocos días, pero entonces yo desearía que mi vida se con-
virtiera en una gran oración. Una gran paz. Para llevar mi paz conmigo otra vez más. Dame paz, Señor, don-
de sea que me encuentre (…) Son cerca de las siete. Iré y me lavaré de la cabeza a los pies con agua fría y en-
tonces me tumbaré en la cama calladamente, casi muerta, y no escribiré más en este cuaderno, simplemen-
te me tumbaré e intentaré ser una oración” (3-X-1942).
152 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C11

relacional con quien se ha convertido en cómplice en los quehaceres cotidianos, en compa-


ñero de fatigas y de alegrías, en amigo y confidente, en estratega y Señor, en consuelo y
ánimo… en todo60.

Este diálogo ininterrumpido no conduce a EH al acostumbramiento que deriva en desagra-


decimiento. El encuentro con Dios que experimenta EH es siempre nuevo, siempre sorpren-
dente, siempre sobreabundante y, por tanto, siempre agradecido:

“¿Cómo puedo agradecerte, oh Dios, todas las cosas que me descubres? Por la amistad,
los muchos pensamientos fructíferos, por el amor que me abraza y siento dentro de mí y
que me hace dar cada paso. A veces creo que es incluso demasiado y no puedo decir có-
mo podré hacer justicia a todo esto. Pero es así como, gracias al inmenso amor, todo
dará fruto”61.

Así, el mismo día de la muerte de JS, agradece a Dios haberla elegido para revelarle la pro-
fundidad de sus últimos misterios: el sufrimiento, la vida, la muerte, el amor… 62 Pero tam-
bién acoge como dones los muchos detalles de cada día, de ahí que sienta gratitud por el
hecho de que Dios le haya ensanchado por dentro para poder recibirlos 63.

En la medida que EH descubre el gozo, la paz y el sentido de su vida en Dios, incluso en me-
dio de la guerra, se va despojando no solo de sus quereres y pretensiones, sino también de
querer controlar y solucionar por sí misma el sufrimiento que le produce el límite de su sa-
lud quebrada. Abandonada en Dios, nada ni nadie puede dañarle o, por lo menos, ese daño
siempre será secundario, porque todo está entregado, de antemano, al Dios que la habita.

60
“Siento una necesidad creciente de hablar contigo a solas” (15-IX-1942); “hablo continuamente con Dios
durante todo el día” (25-IX-1942); “uno podría rezar, día y noche, por miles. Uno no debería estar sin oración
ni un minuto” (3-X-1942).
61
20-IX-1942.
62
“Me doy cuenta de todo lo que me has dado. En un pequeño corazón se puede vivir tanto sufrimiento, tanto
amor. Gracias por haberme elegido para vivir esto (…) Estuve ante tu cama y me encontraba como ante uno
de tus últimos misterios, oh Dios. ¡Gracias! No hay respuestas, solo sobrellevar el misterio. Dame una vida
para entenderlo” (15-IX-1942). Y días después vuelve a expresar: “Mi cuerpo se siente más incómodo hoy
(…) Anoche pasé un buen rato pensando en Spier y de repente sentí punzadas de pena, y esto también es
parte de la vida. Y aun así estoy agradecida a ti, a Dios, realmente, estoy casi orgullosa de que no alejaras
de mí tus últimos y más grandes misterios” (24-IX-1942).
63
Esta sensación de sobreabundancia se pone de manifiesto en la entrada del 20 de septiembre por medio de
tres elementos: 1) EH expresa en dos ocasiones la imposibilidad de pagar o devolver todo lo que recibe:
“¿Cómo puedo agradecerte, oh Dios, todas las cosas que me descubres?” o “¿Cómo podré hacer justicia a
todo esto?”. 2) La enumeración de los dones: amistad, muchos pensamientos fructíferos, el amor. 3) La do-
ble conclusión: “Es demasiado”; “Su amor es inmenso. Y por eso puede hacer fructificar todo”. Asimismo, el
26 de septiembre EH exclama: “¡Qué nuevas riquezas se dan cada día! Gracias por haberme dado suficiente
espacio para acoger tanta riqueza!”
Una “staretz” en Westerbork 153

Y, por eso, el supuesto mal es incluso visto como posibilitador de un bien desde la secreta
perspectiva divina64.

Una imagen metafórica que denota este abandono en Dios es la de estar en sus manos. Si la
primera vez que EH emplea “Dios” en su diario es en la cita del verso de Verwey: “Yo tam-
bién quiero salir de la mano de Dios” 65, en el último cuaderno indica que se halla recostada
en sus manos e impregnada de su eternidad 66. De hecho, ese mismo día apunta cómo la cau-
sa del sentimiento de gratitud que le desborda es el inmenso amor por la vida y la paz pro-
funda de saberse en manos de Dios 67.

Los tiempos de convalecencia suponen para EH una lucha muy fuerte contra la impaciencia.
Así, escribe: “En momentos difíciles como estos, a menudo me pregunto qué pretendes con-
migo, oh Dios, y luego qué pretendo yo contigo”68. Esta guerra, mantenida en el tiempo,
conlleva una alternancia de momentos de decaimiento y otros álgidos. En estos últimos se
ve invencible, capaz de afrontar desde una actitud de abandono todo lo que venga 69. Pero
también llegan los baches con la presencia de la muerte o algunos de sus rostros, como el
límite, el fracaso o la enfermedad 70. Así, la joven aparece preocupada por el insomnio que
padece, pero decide no reducir su vida a un “simple cuidar de mi cuerpo” porque encerrarse
en su propio mundo temeroso, empobrecería su existencia. De ahí que con el fin de tras-
cender la obsesión por su malestar suplique con insistencia a Dios que le otorgue la paz ne-
cesaria71.

64
“Extraña alegría, pensamiento de que todo esto ha ocurrido para bien, la fuerza, el gozo y la certeza. No
pueden ser mías” (15-IX-1942).
65
8-III-1941.
66
“En el diario de Tide a menudo leo ‘Tómale gentilmente en tus brazos, Padre’. Y así es como me siento, siem-
pre y sin cesar: como si estuviera echada en tus manos, oh Dios, tan protegida y amparada y empapada de
eternidad. Como si cada respiración que hago estuviera repleta de ella y como si mis más pequeños actos y
palabras tuvieran una fuente más profunda, un significado más profundo” (17-IX-1942).
67
“Mi amor por la vida es tan grande y tan fuerte y tan sereno que me hace tan agradecida… hay una tan per-
fecta y completa felicidad en mí, oh Dios. Lo que él llamaba “reposar en la propia alma”. Esto es lo que mejor
expresa mi amor por la vida: reposo en mí misma. Y la parte de mí misma, la más profunda y rica en la que
reposo, es lo que llamo Dios” (17-IX-1942).
68
“Tendré que rendirme mucho más a ti, oh Dios. Y también parar de poner condiciones como ‘si al menos
recuperara la salud’ y cosas así. Incluso si no estoy bien, la vida continúa, ¿verdad? No tengo derecho a po-
ner condiciones. No lo haré en adelante. Y en el momento que “tome esa resolución” mi dolor de estómago
repentinamente mejorará bastante” (24-IX-1942).
69
26-IX-1942.
70
“En efecto, la paciencia y el abandono compensarán abundantemente el bien que ya no podemos hacer. Esta
santa indiferencia por la salud, por los talentos y la fortuna, esta amorosa unión de nuestra voluntad a la de
Dios, ¿no es la muerte a sí mismo y la perfección de la vida espiritual? ¿Hay medio más poderoso para atraer
la gracia sobre nosotros, sobre los nuestros y sobre nuestras obras?”
71
“Estoy empezando a padecer de insomnio y eso no está permitido. Salté de la cama al romper el alba y me
arrodillé ante mi ventana. El árbol permanecía impasible ahí fuera en la gris y serena mañana. Y recé: Dios,
154 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C11

Asimismo, en un doble movimiento, busca la serenidad que empapa la mañana gris del 3 de
octubre, fijándose en el árbol72 que asoma por su ventana y que le evoca una realidad supe-
rior o más interior. Y, además, arrodillándose para contactar con sus fuentes más profun-
das73.

Las entradas de los días 2 y 3 de octubre recogen una ardua negociación con Dios pues, por
un lado, desea que Este lleve la iniciativa de su vida y, por otro, ¡le gustaría tanto volver a
Westerbork en unos días!74 Y aunque EH hable de tratos con Dios, sabe bien que Dios no es
manipulable y, además, ya ha experimentado otras veces que caminos a priori cerrados le
posibilitaron la apertura de otros mejores. Por eso, ¿por qué no fiarse de Dios una vez
más?75: “No mi voluntad sino la tuya”76.

EH acaba de firmar un cheque en blanco que no le ahorrará dificultades pero que le posibili-
tará afrontarlas sin el desgaste psicológico y espiritual de las continuas preocupaciones 77.

dame la gran e inmensa calma que penetra toda la naturaleza. Si es tu deseo que yo sufra, entonces que sea
un inmenso y devastador sufrimiento, no miles de pequeñas ansiedades que pueden romper un ser humano.
Dame paz y confianza. Que cada día sea algo más que las miles preocupaciones cotidianas. Todas esas preo-
cupaciones por la comida, el vestido, el frío, nuestra salud… ¿no son todas ellas negaciones de ti, mi Dios? ¿Y
no te revelas a nosotros a fuerza de castigos? ¿Con insomnio y con vidas que han cesado de merecer la pena
vivir?” (3-X-1942).
72
También mencionado en 20-XII-1941, 5-I-1942, 28-III-1942,1-IV-1942, 3-IV-1942, 25-IV-1942, 28-VI-1942, 15-
IX-1942.
73
“Quiero tumbarme aquí en silencio durante otros pocos días, pero entonces yo desearía que mi vida se con-
virtiera en una gran oración. Una gran paz. Para llevar mi paz conmigo otra vez más. ‘La paciente debe lle-
var una vida tranquila′. Dame paz, Señor, donde sea que me encuentre. (…) Estoy bastante preocupada por
mi salud estos días y esto no es bueno. Permite que haya la misma gran calma en mí que difunde tu mañana
gris de hoy. Permite que mi día sea más que un simple cuidar de mi cuerpo. Ese es siempre mi último reme-
dio, salir de la cama y arrodillarme en un rincón escondido de la habitación” (3-X-1942).
74
“Encuentro duro afrontar el pensamiento de que no soy capaz de levantarme. Te prometo vivir tan intensa-
mente como pueda donde sea que tú me pongas. Pero me gustaría tanto volver el miércoles, aunque sea dos
semanas… Podrían asegurar un centenar de doctores que estoy en perfecta salud y mi voz interior decirme
que no debo ir, bien, entonces no iría. O esperaré y veré si tú me das otro signo, oh Dios, yo estoy determi-
nada a seguir. Haré un trato contigo: ¿serás amable conmigo? ¿Podría volver el miércoles durante dos se-
manas pero en caso de no encontrarme mejor me quedaría aquí? ¿Estás preparado para hacer este tipo de
tratos? De alguna manera no creo” (2-X-1942).
75
“No, mi chica, el modo con que tu cuerpo siente debajo de las mantas no me gusta ni un poco. ¿Cuántos de
tus caminos desconocidos y senderos no caminé con mi mochila a la espalda? Fue como un milagro. Puertas
se me abrieron de repente en cualquier lugar y me condujeron por caminos que yo pensaba que estaban ce-
rrados” (2-X-1942).
76
3-X-1942. Es el versículo de Mt 26,39.
77
“Estoy sintiendo cómo voy recobrando las fuerzas. He parado de hacer planes y de preocuparme por los ries-
gos. Pase lo que pase, es para bien” (3-X-1942).
Una “staretz” en Westerbork 155

No le rebajó el peso del fardo, pero le dio la libertad para cargarlo con la paz y la entereza
suficientes para convertirse en pan partido y bálsamo para muchas heridas 78.

Este cheque en blanco engloba las realidades materiales de cada día. De hecho, escribe a
Osias pidiéndole que recoja sus cosas de su habitación de Westerbork y que las guarde. A
sabiendas de que la falta de espacio en el campo es sorprendente, le dice: “Bien, por favor,
decide cuánto puedes rescatar, y si no – entonces también estará bien y Dios el Poderoso no
dudará en seguir cuidándonos”79.

Unidad cósmica

EH es capaz de vislumbrar escenas interiores que reflejan su estado existencial, pero tam-
bién tiene la sensibilidad de extasiarse con la belleza natural con la que se percibe en pro-
funda unidad. Como si profundos vínculos invisibles unieran irremediablemente a todos los
seres. Como si unos a otros nos perteneciéramos de alguna manera. Como si una solidari-
dad cósmica llevara a los seres a cuidarse mutuamente. Más aún, como si de alguna mane-
ra, en nuestra infinita interioridad, pudiéramos hallar la interioridad real de todo cuanto
existe. Esta idea de “llevar todo dentro”, ya presente en el C10, se repite con otras palabras
ahora: “El cielo vive en mí. Todo vive en mí” 80. O al día siguiente: “Todo está siendo repre-
sentado en algún lugar dentro de mí, todo. Hay amplias llanuras dentro de mí más allá del
tiempo y del espacio, y todo está siendo representado ahí”81.

Para EH la realidad ni es opaca ni es superficial, sino huella de la divinidad 82. De ahí que una
y otra vez siga “intentando, con cada uno de mis sentidos, coger algo de lo que está siendo
representado en tus criaturas oh Dios”83. El cielo, que es fuente de seguridad para EH, cons-
tituye junto con la tierra el techo y el suelo de la casa común. Y uno en su casa se siente pro-
tegido y nunca jamás abandonado a la suerte de los avatares históricos 84.

78
“Iré a tu caja registradora y cambiaré todas esas pesadas, tintineantes y pequeñas monedas que cargo por
un simple cheque en blanco. ¿Qué piensas de tanta poesía para un estómago vacío? Pero estoy a punto de
cambiar todas mis pequeñas preocupaciones por una gran paz” (3-X-1942).
79
Carta 15. 4-X-1942, a Osias Kormann.
80
15-IX-1942.
81
16-IX-1942.
82
La teología cristiana de la creación ha destacado siempre la dimensión semiológica de las cosas, más allá de
su estatuto ontológico. Desde esta perspectiva, las criaturas no son únicamente ‘esto’ o ‘aquello′, sino tam-
bién signos, huellas, vestigios, destellos…de la sabiduría, de la bondad, de la voluntad amorosa del Dios Ha-
cedor (Cf., Aurelio Ferrándiz García, La teología sacramental desde una perspectiva simbólica, Centre de
Pastoral Litúrgica, Barcelona 2004, 94). También puede consultarse J. Moltmann, Dios en la creación: doctri-
na ecológica de la creación, Sígueme, Salamanca 1987, 229-254.
83
20-IX-1942.
84
Cf. 20-IX-1942. Vuelve a esta misma idea dos días después comentando la expresión “destino desconocido”,
que se solía emplear para indicar la deportación a Polonia: “Y con una mochila iré a un ‘destino desconoci-
do’. Así es cómo ellos lo llaman. Pero a cualquier lugar que vaya, ¿no habrá la misma tierra bajo mis pies
156 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C11

En Westerbork, a pesar del agotamiento y el dolor patente, siempre buscó el espacio nece-
sario para tomar perspectiva y no dejarse llevar por una mirada distorsionada de la realidad.
Porque aun siendo real la catástrofe, EH percibía igual de reales las cosas buenas que, desde
su óptica, siempre eran más numerosas. Solo bastaba con mirar el cielo, los campos, el hori-
zonte, los altramuces 85… Precisamente, por eso, desde Ámsterdam dice: “Los días de verano
en la llanura y los campos amarillos de altramuces estirándose tan lejos como los barracones
despiojados están profundamente en mi corazón”86. Y un ciclamen rojo rosado que le acom-
paña en Ámsterdam tras su segunda estancia en Westerbork le recuerda que los tiempos
son complicados, pero hay una realidad más amplia que no se puede obviar 87.

A partir de la última semana de septiembre de 1942 aparecen varias entradas que hacen
referencia al gesto de arrodillarse conectado a la naturaleza. En la primera de ellas, EH re-
cuerda una carta de Joop del 27 de agosto en el que le decía:

“Aquí estoy con mis pies colgando fuera de la ventana mirando los campos de altramu-
ces amarillos… bañados por la luz del sol. Ahora todo es tan solemne y pacífico que yo
también estoy sereno y serio….” Y entonces él terminó su carta, escribiendo: “puedo en-
tender por qué uno podría decir “Solo un gesto es posible aquí: caer en las propias rodi-
llas. No, yo no lo hice; no pensé que fuera necesario, hice mi genuflexión incluso mientras
estaba sentado, y entonces me fui a dormir”88.

Es fácilmente reconocible quién es esa “uno” que avala la genuflexión. Se trata de EH. Es
como si ambos hubieran tenido alguna conversación sobre el gesto de arrodillarse ante la
belleza. Y sí, EH lo hacía y así se lo confesaría. Pocos días después, EH se arrodilla para pedir
a Dios la calma que percibe en la naturaleza y que tanta falta le hace 89. Y por último, los dia-
rios registran cómo se arrodilló dos veces en Westerbork: una de ellas fue a causa del miedo

ambulantes y el mismo cielo con la luna y con el sol, sin mencionar las estrellas, sobre mi cabeza agradeci-
da? Así que… ¿por qué hablar de un ‘destino desconocido’?” (22-IX-1942). También se encuentra esta refe-
rencia al cielo en algunas cartas de EH, como la del 8 de junio de 1943, que escribe a Han y a sus amigos de
Ámsterdam: “Al sol, bajo un glorioso cielo, entre matorrales bajos” (Carta 37).
85
Llama la atención la seducción que los altramuces ejercían en EH. En varias ocasiones los menciona como,
por ejemplo, en la carta 31, en la que pregunta a Osias Kormann por ellos (Carta 31. Primavera de 1943) o
cuando escribe a María Tuinzing: “Por las tardes vamos (con Jopie) y contemplamos el atardecer sobre los
altramuces violetas de detrás de la alambrada” (Carta 38, mitad de junio de 1943, a María Tuinzing).
86
24-IX-1942.
87
“Sigue surgiendo de mi interior como una pequeña y cálida ola, una y otra vez, incluso después de los mo-
mentos más difíciles: realmente la vida es bella. Es un sentimiento inexplicable. No hay un ancla en la reali-
dad que me toca vivir ahora (…) También está la realidad de este ciclamen rojo rosado y del ancho horizonte
que uno puede seguir descubriendo detrás del ruido y de la confusión de estos tiempos” (24-IX-1942).
88
24-IX-1942.
89
“Estoy empezando a padecer de insomnio y eso no está permitido. Salté de la cama al romper el alba y me
arrodillé ante mi ventana. El árbol permanecía impasible ahí fuera en la gris y serena mañana. Y recé: Dios,
dame la gran e inmensa calma que penetra toda la naturaleza” (3-X-1942).
Una “staretz” en Westerbork 157

que la embargó al ver los rostros de algunos soldados 90 y la otra fue por la poderosa sensa-
ción en una hermosa noche 91.

Tres días antes de cerrar el C11 aparece la última vez en que se emplea el verbo “arrodillar-
se”. En apenas dos párrafos explica cómo esta postura le permite salir adelante cuando los
acontecimientos parece que le sobrepasan. Además, afirma que este gesto fue la mejor he-
rencia recibida por JS, para concluir definiéndose a sí misma como “la chica que no sabía
arrodillarse o la chica que aprendió a orar”92.

Y en la última entrada de su diario volverá a expresar, ayudada de R.M. Rilke, la unión que
se da entre los acontecimientos de la historia hasta el punto de que unas generaciones in-
fluyen en otras aunque parezca que la muerte y el tiempo las separa93.

Ser testigo de que la vida es bella

Durante estas semanas nace en EH el anhelo de entrar en contacto con el sufrimiento para,
precisamente allí, manifestar su certeza de que la vida tiene la última palabra. Demasiadas
voces sobre los horrores de los campos ya pululaban en el ambiente por lo que ella no pre-
tendía ser “una cronista de horrores. Todavía me viene lo mismo: la vida es bella. Y creo en
Dios. Y quiero estar allí donde la gente llama “horror” y ser capaz de decir: la vida es bella.
Y ahora aquí estoy tumbada en un rincón, mareada con fiebre e incapaz de hacer nada” 94.

90
Cf. Carta 64. 24-VIII-1943, a Han y otros.
91
“Me llevó dos noches antes de poder abrirme para hablarlo con él, el más íntimo de todos los sentimientos. Y
siempre deseé muchísimo hacerle un regalo con ello. Sí, y tú lo sabes, y salí del barracón aquella noche. Era
tan hermosa. Y entonces yo, y entonces yo – oh era tan hermosa. Y no fue hasta una noche después que pu-
de ponerlo en palabras: me arrodillé allí mirando al gran prado” (20-IX-1942). Este arrodillarse de EH ante la
belleza de la noche es posible considerarla una experiencia religiosa, si las palabras de Simone Weil son
acertadas: "en todo aquello que suscita en nosotros el sentimiento puro y auténtico de lo bello, está real-
mente la presencia de Dios. Hay casi una especie de encarnación de Dios en el mundo, del cual la belleza es
un signo” (S. Weil, A la espera de Dios, Trotta, Madrid 1993, 101. Benedicto XVI empleó esta cita el sábado
21 de Noviembre de 2009 al recibir a dos cientos cincuenta artistas de renombre internacional en la Capi-
lla Sixtina).
92
10-X-1942. Para P. Woodhouse, que emplea más de cinco páginas de su libro a analizar este gesto, sostiene
que la genuflexión fue convirtiéndose en el fundamento de la vida de EH (Patrick Woodhouse, Etty Hillesum:
A life transformed, Bloomsbury, London 2014, 45).
93
“Siempre vuelvo a Rilke. Es extraño pensar que alguien tan frágil que escribió la mayor parte de su obra pro-
tegido por muros de un castillo, quizás hubiera sido roto por las circunstancias en que nosotros ahora vivi-
mos. ¿No es eso un testimonio adicional de que la vida está equilibrada? En tiempos pacíficos y bajo cir-
cunstancias favorables, sensibles artistas podían buscar la más pura y más adecuada expresión para sus
más profundas intuiciones para que así durante los tiempos turbulentos otros puedan volver a ellos para
apoyarse y hallar una respuesta preparada para las preguntas desconcertantes. Tristemente en los tiempos
difíciles tendemos a no hacer caso de la herencia espiritual de los artistas de un tiempo más fácil (¿pero no
es un artista siempre difícil de hecho?) Con desprecio: ‘¿Para qué nos sirven a nosotros ese tipo de cosas
ahora?’ Es una reacción comprensible pero corta de miras. Y realmente empobrecedora” (13-X-1942).
94
8-X-1942.
158 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C11

Y desde luego que le tocó ser testigo de inenarrables atrocidades. A duras penas podía dejar
por escrito algo que superaba las palabras… y en medio de la muerte, la pluma se abría pa-
so95. A pesar de todo, no deja de sorprender el contraste tan fuerte entre la crueldad del
campo con la naturalidad e inocencia de EH. Así, en una conversación con Ru Cohen, EH le
explica con cierto candor su percepción de la vida:
“Ru, siento, como si fuera un niño, que la vida es bella y esto me ayuda a afrontar todo…
Sí, verás, creo en Dios. Lo dije como si esto fuera lo más corriente en el mundo. ¿Quizás
esto es por lo que me sentí tan radiante y tan fuerte el resto del día? Espontáneamente,
sencillamente”96.

La vida le desborda por todos lados, le hace fuerte en la dificultad, le enriquece sin medida,
en definitiva, le hace muy feliz. Por eso, la vida es “…como un fuego o una ducha de chispas.
Todas estas palabras y expresiones (…) parecen grises, pálidas y sin color, comparadas con la
intensa alegría y amor por la vida y vitalidad que surge desde dentro de mí”97.

Una vez que tiene experiencia de lo más esencial, puede dar un testimonio impresionante a
las generaciones venideras, especialmente ahora que va comprendiendo que no será fácil
superar la guerra y que quizás mucha gente, incluso ella misma, sucumba. De hecho, podría
incluso aceptar la desaparición de la generación presente, pero hay algo que nunca admiti-
ría: que los futuros ciudadanos no aprendieran nada de este enorme sacrificio porque no
haya habido nadie que les ofreciera una respuesta sabia. Por eso, EH se siente con la obliga-
ción moral de convertirse en el corazón pensante de los barracones. Y desde ahí, exclamar
lo que se le está dando a vivir justamente en el horror: que la vida es bella a pesar de todo.
Para ello busca una fórmula perfecta 98 y pide a Dios que le haga poeta 99.

95
“Mi pluma no puede recoger en palabras suficientemente fuertes que expresen lo más remotamente pareci-
do la imagen de estos transportes. Desde fuera la impresión es de miserable monotonía, pero cada transpor-
te es diferente y tiene su propia atmósfera. Cuando el primer transporte pasó por nuestras manos, había un
momento en que pensé que nunca jamás volvería a reír o a ser feliz, que me había transformado en otra
persona, una persona mayor a la que le habían quitado a todos sus amigos. Pero paseando de nuevo por el
campo abarrotado, me di cuenta de que donde hay gente hay vida. Vida en todos los miles de detalles” (Car-
ta 23. Final de diciembre de 1942, a dos hermanas en La Haya).
96
25-IX-1942.
97
27-IX-1942.
98
Debbie Pevenage estudia cómo el desarrollo emocional de EH está estrechamente relacionado con su des-
pliegue como escritora, haciendo hincapié en que su diario no fue un mero instrumento terapéutico, sino
también una especie de borrador a través del cual mejoró el conocimiento propio y, al hacerlo, perfeccionó
su estilo de escritura. Para Pevenage el núcleo de los diarios de EH es el avance hacia la simplicidad en el ser
y el escribir. De hecho, sostiene que la diferencia de estilo entre los primeros cuadernos y los últimos es po-
sible atribuirlo al hecho de que EH solo fue capaz de hallar un lenguaje claro una vez que fue asentando sus
claves existenciales (Cf. “‘There Was Little of That Harmonious Rolling out of God´s Hand’: Struggle and Bal-
ance in the Diaries of Etty Hillesum”, en: Spirituality…, 253-268).
Una “staretz” en Westerbork 159

El día 30 de septiembre reconoce que ha de crecer en confianza en su vocación de escritora


y, al mismo tiempo, ser paciente para que aquello que deba ser escrito, primeramente se
haya desplegado en su interior100. Tres días más tarde, a pesar de no considerarse una poe-
tisa, encuentra dos razones para tejer una composición poética: una fuerte inspiración que
proviene de Dios y, en segunda instancia, la convicción de que un lugar tan marcado por el
sufrimiento y la desesperación, como es un campo de concentración, precisa de poetas 101.

Cinco días después vuelve a la expresión “corazón pensante de los barracones”102, afirman-
do que precisamente ella, al ser capaz de padecer la realidad de la shoa con apertura y has-
ta el fondo, tiene la posibilidad de comprenderla de una manera orgánica. Al fin y al cabo se
trata de asumir un papel que muchos prisioneros fueron incapaces de acoger por déficit de
resiliencia. EH acogió esta luz una noche en Westerbork cuando, tumbada en su camastro…
“rodeada de mujeres y chicas (…) que a menudo me dicen durante el día: ‘no queremos
penar, no queremos sentir, si no seguramente nos volveremos locas’, yo a veces, llena de
infinita ternura y despierta durante horas dejando que las muchas, demasiada impresio-
nes de un día larguísimo me empaparan, rezaba: ‘Déjame ser el corazón pensante de es-
tos barracones’. Y esto es lo que quiero ser otra vez”103.

Recapitulación

Este cuaderno presenta una situación histórica y personal muy complicada, que supuso para
EH un salto en el vacío. La estancia en Westerbork no deja dudas: la “solución final de la
cuestión judía” ya estaba en marcha y no se iba a detener hasta hacerse efectiva. Por otro
lado, la muerte de JS el 15 de septiembre – inicio del C11- supone una pérdida esencial para
la joven. EH se halla en un momento muy especial: se dispone a caminar por sus propios
medios, pero cimentada en los brazos divinos que la conducen.

99
“Sigo sufriendo todavía por las antiguas quejas. No puedo dejar de buscar la fórmula redentora (una palabra
que reúna todo lo que hay en mí de sobreabundancia y riqueza de vida). ¿Por qué no me haces poeta? A lo
mejor ya me has hecho. Simplemente he de tener paciencia para que en mí crezcan las palabras para pro-
clamar qué hermoso es vivir en tu mundo a pesar de todo lo que nos hacemos unos a otros. El corazón pen-
sante de los barracones” (15-IX-1942).
100
“Es siempre lo mismo: una querría escribir algo muy especial y brillante; una está avergonzada por la propia
vacuidad. Pero si tengo un verdadero deber en la vida, en estos tiempos, y en esta época de mi existencia,
esa es escribir, grabar y retener (…) Vivo mi vida al máximo (…) Pero ¿por dónde empezar? Querido Dios, hay
mucho que hacer” (30-IX-1942).
101
“No hay un poeta escondido dentro de mí, solo un pequeño pedazo de Dios que podría crecer en poesía. Y
un campo necesita un poeta, uno que experimente la vida ahí, incluso ahí, como un bardo y que sea capaz de
cantar sobre ello” (3-X-1943). Se ha de recordar que EH ya presentó al poeta como mediador y como sir-
viente (20-XII-1941). Con este significado de trasfondo se comprende mejor la necesidad de poetas en los
campos de prisioneros deportados.
102
cf. 15-IX-1942.
103
3-X-1942.
160 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. C11

Sin embargo, la vitalidad de su alma contrasta fuertemente con la debilidad de su cuerpo.


Esta desproporción va a suponer para ella una batalla sin igual, una purificación que le traerá
la valoración de la vulnerabilidad y gran humildad y abandono. Su voluntad es regresar a
Westerbork, pero aprende a decir: “Sea tu voluntad”. Asimismo, Mt 6,34 se convirtió en un
mantra sanador que le permitió distanciarse del miedo a la inseguridad. Y es que no es su
deseo esconderse o dejar de mirar la realidad. Ella anhela comprenderla en toda su hondura
con el fin de sacar una enseñanza de vida para las nuevas generaciones. Al servicio de este
fin pondrá su mente y su afecto, convirtiéndose en el “corazón pensante de los barracones”.

El diálogo con Dios es interrumpido porque la gratitud de EH es continua e inmensa al des-


cubrir y acoger todo como don que sobrecoge. Y aunque la gratitud y la confianza van de la
mano, no quita que, en ocasiones, entre en negociaciones con Dios por cuestiones de la sa-
lud y, en ellas, nazca una nueva clase de paciencia. Ante el cuerpo inerte de JS toma su testi-
go y asume la misión de mediadora entre los hombres y Dios. Pero para ello no sirve solo la
buena intención, sino que ha de estar preparada con herramientas de la psicología para no
dañar las “casas” ajenas, es decir, el interior de las personas. EH descubre su carisma de leer
a los demás y lo convertirá en su modo de ser cauce de amor y de convertirse en bálsamo
para las heridas de tantos prisioneros, aunque esto suponga romper su vida como un pan
partido y entregado a bocas y corazones hambrientos.

La genuflexión, en cuanto postura pero sobre todo como signo de abandono, fue la actitud
interior con la que la joven acogió las noticias horrendas de una Europa que se desangraba.
No es que así fuera insensible al dolor, pero sí crece en ella la certeza de que el mal nunca
podrá con la belleza. Ya sea en su habitación de Gabriël Metsustraat 6, ya sea en los barra-
cones o el barro de Westerbork 104.

104
“Rodeada de mis escritores y poetas y las flores de mi escritorio, amé la vida. Y allí, entre los barracones,
llenos de gente perseguida yo encontré confirmación de mi amor por la vida. La vida en aquellos barracones
con corrientes de aire no era una vida diferente a la de esta habitación serena y protegida. Había simple-
mente un gran todo lleno de sentido. ¿Podré describir todo esto algún día con el fin de que otros puedan
sentir también que la vida, así es, merece la pena vivirla y es amable? Quizás Dios me dé algún día las pala-
bras que necesito” (22-IX-1942).
Cartas
Introducción

Gracias al C11 se conoce, casi a diario, cómo se desarrolló el tiempo de convalecencia hasta
el 13 de octubre de 1942. Sin embargo, los diarios posteriores se perdieron, por lo que los
únicos autógrafos que permiten esbozar cómo evolucionó su vida y espiritualidad tras esta
fecha son las cartas desde el 28 de octubre (carta 17) en adelante. Las 63 cartas conservadas
escritas por EH después del 30 de julio de 1942, día en que pone sus pies por primera vez en
Westerbork, narran dos fases diferentes:

- La época en que EH está interna en el campo como trabajadora con el privilegio de


poder salir del mismo para recuperarse de sus malestares en Ámsterdam (cartas 9-
35: del 14 de agosto de 1942 al 5 de junio de 1943).
- La época en que EH se convierte en una interna más al rechazar salir del campo de
Westerbork para permanecer junto a sus padres y su hermano Misha (cartas 36-79:
del 7 de junio al 9 de septiembre de 1943).

Vida cotidiana

Tras las dos primeras estancias en Westerbork la joven vuelve a Ámsterdam con el fin de
restablecer su salud para, así, regresar cuanto antes al campo. La experiencia impactante de
los dos internamientos no le lleva, sin embargo, a modificar sus hábitos de siempre. Las co-
sas sencillas de cada día le ofrecen motivos más que suficientes para la reflexión de las
grandes verdades, por lo que no sorprende que sus escritos alternen el nivel más universal
con el nivel más concreto sin dificultad alguna:
“Creo que el mundo es enteramente bello, incluso los lugares que los libros de geografía
describen como áridos y carentes de encanto (…) ¿De dónde sacasteis ese fabuloso rega-
lo que es la media libra de mantequilla? Casi no podía creer lo que veían mis ojos; es fan-
tástico. Perdonadme esta impronta materialista”1.

Quien no tiene experiencia del gozo extraordinario que aporta lo ordinario suele perderse
inquieto en búsqueda de continuas impresiones sensibles que agotan la salud, estresan la
mente y resecan el alma. Una jornada de EH en tiempo de guerra, sin embargo, estaba hila-
da de actos sencillos y rutinarios: “…ejercicio de la mañana, sol, Biblia, ruso, pelar patatas,
literatura y conversaciones con gente muy optimista o pesimista o polémicos, o suicidas,
enfadados, tristes…”2. Su rostro refleja optimismo vital y es capaz de hablar bien de las per-

1
Carta 61. Posterior al 18-VIII-1943, a Han Wegerif y otros.
2
Carta 29. 24-III-1943, a Osias Kormann.
162 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. Cartas

sonas, de los acontecimientos diarios, de la belleza que descubre a su alrededor 3. En medio


de una guerra tan sangrienta no deja de ser impactante su alegría serena de quien se ve
libre del peso de la incertidumbre y el miedo 4.

Unidad cósmica

Las cartas manifiestan la capacidad de EH para describir la belleza de la naturaleza, incluso


justo después de haber narrado el suplicio de quienes partían hacia Polonia cada martes 5.
Para ella es tan real el horror del maltrato como la belleza de las criaturas que contempla en
Westerbork. No va a permitir que lo negativo se apodere de todo su corazón, sino que acep-
ta y acoge las dos situaciones como caras de la misma moneda6.

Este sentimiento de anchura, ligereza, alegría, frescor… que hallaba EH ante la creación,
contrastaba con el tono vital de la mayoría de los residentes en el campo 7. Ella no solo era
consciente de este contraste, sino también de la dificultad de explicar el porqué de su sonri-
sa matutina:
“Esta mañana había un arcoíris sobre el campo y el sol brillaba sobre los charcos de ba-
rro. Cuando entré en los barracones algunas de las mujeres me preguntaron: ‘¿Tienes
buenas noticias? Pareces muy contenta’. Pensaba decirles algo sobre Víctor Manuel, o

3
Se sabe que la naturaleza de Deventer siempre suponía para EH un ensanchamiento del alma, pero si hubiera
que elegir otros dos lugares muy concretos y especiales para la joven, se podrían indicar con poco margen
de error el baño, donde aprendió a arrodillarse, y el escritorio. Dos espacios de intimidad cotidianos, sin lu-
jos, sin aparente belleza en los que conectaba con su espacio interior. Ella misma escribe a María Tuinzing
cinco días antes de ser deportada a Auschwitz: “Y por favor, ¿darás cariño a mi querido escritorio, el mejor
lugar del mundo?” (Carta 68. 2-IX-1943, carta a María Tuinzing).
4
“La gente dice: ‘Tú siempre ves el lado bueno de las cosas’. Qué tontería. En todas partes se adivina lo bueno.
Y, al mismo tiempo, lo malo. Las dos caras de la realidad encuentran su propio equilibrio. Nunca he tenido la
impresión de tener que esforzarme por ver lo bueno: todo es perfectamente bueno tal como es. Toda situa-
ción, por deplorable que sea, es un absoluto que alberga en sí lo bueno y lo malo” (Carta 58. 11-VIII-1943, a
María Tuinzing).
5
P. Wodhouse señala que una de las tres pistas por las que evolucionó la vida interior de la joven holandesa
fue el amor por la naturaleza (flores, cielo, atardecer, arcoíris, nubes, pájaros, estrellas…). Además, indica
otras dos: la vida de oración y la amistad con P. Mechanicus y J. Vleeschhouwer con quienes, especialmente
en momentos de gran tensión, paseaba y charlaba por el Campo (Cf. P. Woodhouse, Etty…, 118-120).
6
“El cielo está lleno de pájaros, los altramuces morados se alzan regia y pacíficamente, dos mujeres están
sentadas en una caja mientras charlan, el sol está brillando sobre mi rostro y justo ante nuestros ojos un
asesinato en masa. Todo está simplemente más allá de la comprensión. Estoy bien” (Carta 37. 8-VI-1943, a
Han y otros).
7
“Una maravillosa brisa fresca está soplando” (Carta 42. Posterior al 26 de junio, carta a Christine van Noo-
ten). D. Melloni resalta cómo la capacidad de maravillarse de EH es ingenua en el sentido de no estar con-
taminada de prejuicios, porque es el fruto de un hábito contemplativo que lleva a dejar de lado los elemen-
tos inútiles que distraen de lo esencial (D. Melloni, “Meraviglia e trasformazione: la ragaza che non voleva
inginocchiarsi”, en: http://www.scuolaphilo.it/docs/Domi%20-%20Meraviglia%20e% 20trasformazione.pdf).
Una “staretz” en Westerbork 163

sobre un gobierno popular y sobre la paz que ya está llegando. No podía ponerles la ex-
cusa de un arcoíris, verdad? A pesar de todo esta era la única razón de mi felicidad”8.

EH no percibe un caos, sino un cosmos regido leyes universales que posibilitan la unidad y
que son muy diferentes a las establecidas por los humanos, ya que estas, además de ser
cambiantes, están provocando víctimas. Estas leyes arbitrarias se contraponen a las que
descubre al mirar los pájaros del cielo9. Aún así, EH se apena cuando advierte que muchas
personas no logran percibir que “todo está gobernado por leyes inescrutable”10, cuyo desco-
nocimiento supone un drama, pues la felicidad se juega en vivir o no en sintonía con dichas
leyes. De hecho, quien pone su existencia al compás del ritmo interno adquiere un equilibrio
y una consistencia que le posibilita atravesar densas dificultades 11.

Una salud rota y purificadora

A pesar de esta fluidez vital en el mes de noviembre su salud se resiente12. Así, en su carta a
Han del 23 de noviembre de 1942, apenas unos días después de regresar al campo, mani-
fiesta que no va a aguantar mucho si su cuerpo sigue sobreviviendo a base de pastillas. De
ahí que no solo le resulte imposible escribir, sino que, además, le parece que le llevará la
mejor parte de su vida digerir todo lo que allí está presenciando. A finales de diciembre, ya
en Ámsterdam, advierte que su salud se resquebraja. El tono de humor que emplea para
dirigirse a Osias Kormann no esconde su flaqueza:

“Empiezo mi vida en horizontal de nuevo, esta vez con la compañía más o menos agra-
dable de un cólico. Si esta piedra no se decide a disolverse de alguna manera… tendrán

8
Carta 56. 7-VIII-1943, a María Tuinzing.
9
“Estoy intentando vivir la vida dejando a un lado los sellos de colores y la lista de los martes. Me uno a las
gaviotas. En sus movimientos a través del inmenso cielo nublado se sospechan leyes, eternas leyes de un or-
den diferente a las leyes que hacemos los humanos” (Carta 47, 5-VII-1943, a Han y otros).
10
Carta 22. 22-XII-1942, carta a Osias Kormann. También se puede ver Carta 16. 9-X-1942, carta a Osias Kor-
mann.
11
“Existen leyes compasivas en la naturaleza. Ojalá pudiéramos vivir siguiendo su ritmo. Me doy cuenta de esto
una y otra vez dentro de mí: cuando estoy al límite de la desesperación, incapaz, de repente vuelve el equili-
brio y puedo reír y tomar la vida como viene. Después de sentirte realmente baja, puedes repentinamente
elevarte sobre la miseria de la tierra hasta el punto de sentirte más ligera y liberada que en cualquier mo-
mento de tu vida. El equilibrio es restablecido una y otra vez. Vivimos en un mundo extraño” (Carta 47, 5-VII-
1943, a Han y otros).
12
Ria van den Brandt sitúa en la época previa a la tercera estancia en Westerbork el siguiente texto copiado en
la semana cuarenta y ocho del Levenskunst. Se trata de una cita de la espiritualidad Sioux procedente del li-
bro El alma del indio de Charles Alexander Eastman y que refuerza la necesidad de vida interior para sopor-
tar el horror de los campos de concentración, en los que, entre otras cosas, se daba una masificación insa-
na: “la pestilencia que se deriva de las moradas abarrotadas e insalubres, era la pérdida de poder espiritual
inseparable del contacto demasiado estrecho con el prójimo. Cualquiera que haya vivido mucho al aire libre
sabe que hay una fuerza magnética y sensible que se acumula en la soledad y que se disipa rápidamente con
la sociedad humana” (Cf. Ria van den Brandt, “Etty Hillesum: le processus et les mots”, en:
http://www.amisdetty hillesum.fr; última consulta: 2-I-2017).
164 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. Cartas

que llevarme al hospital… Me pregunto qué tendrá en la cabeza para mí mi santo patrón
privado. Nunca fui un modelo de salud, pero en estos últimos meses las cosas han ido
demasiado mal. Mis órganos parecen estar tomándose la revancha por haber sido de-
masiado descuidada”13.

Un mes después, en otra misiva a su compañero de campo Osias Kormann, le comunica la


causa de los dolores: unos cálculos biliares. Conocer el origen, sin embargo, no alivia los
síntomas, llegando a decir que “cambiaría de lugar por una persona con salud, aunque esto
supusiera ser exiliada a Polonia”14. Dos meses después ha de cargar con un padecimiento no
menos importante: la percepción de la desproporción entre un cuerpo achacoso y un espíri-
tu muy vivo15:

La salud, a pesar de su fragilidad, es un asunto cada vez menos tratado en su corresponden-


cia, especialmente desde que llegan sus padres y uno de sus hermanos a Westerbork en ju-
nio de 1943. Los prisioneros, sus padres entre ellos, son el objeto de sus desvelos. El bienes-
tar de los demás deja en un segundo plano la preocupación por su salud o su futuro 16.

Postura ante el sufrimiento

EH consigue acoger los contratiempos de cada día incluso con un cierto tono de humor. Este
no nace de la resignación propia del “reír por no llorar”, sino del saber que la vida no se ajus-
ta con exactitud a cálculos previos. La joven ya sabe para entonces que la vida se escapa
como el agua entre los dedos de las manos, que no se la puede encerrar en fórmulas o con-
ceptos, sino simplemente vivirla al ritmo que vaya viniendo. Así le escribe a Osias Kormann
al enterarse de que se le ha denegado el permiso para volver a Westerbork: “parece que el
buen Dios y la Zentralstelle no quieren que tome café contigo esta semana”17.

13
Carta 22. 22/26 XII-1942, a Osias Kormann.
14
Carta 25. 21-I-1943, a Osias Kormann.
15
“Tengo un corazón joven y huesos viejos: el equilibrio entre ellos podría ser un poco mejor (…) El médico dice
que la mayor parte de la gente hoy en día sufre del alma o de la mente, pero en mí el que sufre es el cuerpo.
(…) Estoy segura de que deberíamos contemplar la naturaleza para recuperarnos” (Carta 29. 24-III-1943, a
Osias Kormann). En una carta escrita también en esa primavera a Kormann insiste en esta sensación: “En
cuanto a mí la misma contradicción continúa: el espíritu está más animado y creativo que nunca, pero la
carne no puede formar una estructura sólida para aguantar un espíritu tan ardiente15 (…) Sin embargo soy
paciente, no siempre por supuesto, y vivo prudentemente hasta que me pueda recuperar lo antes posible. Y
entonces volveré otra vez” (Carta 30).
16
Aun así, a un par de meses vista de su deportación final a Auschwitz, aparecen tres referencias más de su
puño y letra: “Un obstinado eczema que una vez tuve durante varios años 16en mi mano derecha ha salido
otra vez y lo mantengo vendado por el polvo” (Carta 45. 1-VII-1943, a Christine van Nooten); “Después de
haberme desmayado dos veces el mismo día, me ha quedado claro que debo empezar una nueva vida sin
tantas tensiones” (Carta 47, 5-VII-1943, a Han y otros); “Un poco de fiebre y diarrea… medio campo lo tiene,
pero a mí nunca me gusta estar en cama. Prefiero hacerme útil” (carta 49. 8-VII-1943, a Christine van Noo-
ten).
17
Carta 31. Primavera de 1943, a Osias Kormann.
Una “staretz” en Westerbork 165

La lucidez ante la situación de muerte injusta que asola Europa nunca le abandona. A los
pocos días escribe de nuevo a Osias Kormann contándole cómo esta vez sí se le había dado
permiso para regresar al campo pero, posteriormente, le informaron de que fue un error y
que no debía ingresar en el campo. De manera automática a EH le nace de dentro una breve
reflexión indignada: “Como si no fuera un error para los demás”18.

Una vez en el campo, escribe a Han confesándole que en tan solo unas horas Westerbork se
la ha tragado de tal manera que parece que lleva allí cien años 19. Describe cómo los ratones,
la falta de espacio, la suciedad insalubre… no son sino unos elementos más que rodean el
horror de la carga y descarga de personas en los trenes 20. Esa noche, cuenta EH, llegaba un
tren desde Vught21. Las condiciones físicas penosas iban acompañadas de preguntas de los
desgraciados viajeros que suponían para EH fuertes aldabonazos: “¿Podrías decirme, por
favor, podrías decirme por qué nosotros los judíos tenemos que sufrir tanto? No pude res-
ponder”, “Sigo llamando: Oh Dios, Oh Dios, pero ¿realmente existe?”22

Dos semanas después, EH escribe con un tono más esperanzador, a pesar de las impresio-
nantes calamidades que esboza: hombres durmiendo en camastros de tres en tres, sed te-
rrible, niños asustados…: “Intentaré sobreponerme a esto lo mejor que pueda e incluso sien-
to fuerza y valentía, aunque a veces solo vea oscuridad y sinsentido” 23. Y es que EH está ex-
perimentando en su interior una sensación que le permite vivir con sentido su dura estancia
en el campo: la continuidad con respecto a su vida anterior. Westerbork supone un salto, es
cierto, pero no una ruptura. De ahí que el sentido, la fuerza vital, el entusiasmo por la belle-

18
Carta 33. 5-V-1943, a Osias Kormann.
19
Carta 36. 7-VI-1942, a Han Wegerif.
20
Realmente la pobreza material, moral y humana del campo es tal que EH expone cómo “la miseria en Wes-
terbork va más allá de la realidad de tal manera que parece algo irreal. Se deberían escribir cuentos de ha-
das aquí. No sería difícil” (Carta 47. 5-VII-1943, a Han Wegerif y otros).
21
Es especialmente llamativo un testimonio de la llegada del tren de Vught esa noche, que menciona a EH: “La
gente del campo estaba profundamente en ‘shock’, especialmente quienes atendieron a los prisioneros que
bajaban del tren (…) La mañana entera fue de un estrés casi histérico. Era como si ahora, por primera vez, se
dieran cuenta de las pretensiones de los nazis (…) Entonces Etty Hillesum llegó con su bolsa de mano – ella
no podía hablar ni una palabra, solo llorar. Se sentó en una silla entre la cama de Weyl y la mía, con el rostro
bajo un pañuelo. Loonstijn le pidió: ‘Mi buena chica, por Dios, para, tenemos suficientes problemas, no nece-
sitamos una mujer lamentándose aquí’. Esto le ayudó un poco y Etty comenzó a contarnos lo que había vis-
to. Nos dijo que algunas personas de Vught parecían realmente saludables, y alguien por ahí dijo ‘Esos no
deben ser del Consejo Judío o del registro’. Pero Etty dijo, presumiblemente para arreglar su llanto del inicio,
que algunos prisioneros estaban sonriendo y se sentían con esperanza de no estar en Vught. Sin embargo,
Etty pronto empezó a llorar de nuevo. La dejamos hacerlo y esto le ayudó…” (Friedrich Weinreb, Collaboratie
en Verzet, 1940-1945, Meulenhoff, Ámsterdam 1969, 1082).
22
Carta 36. 7-VI-1943, a Han Wegerif.
23
Carta 40. 21-VI-1943, a Christine van Nooten.
166 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. Cartas

za, la presencia de Dios en su interior 24… no están puestos en cuestión ni penden de un hilo
condicionado por el coeficiente de sufrimiento 25.

Esta experiencia se pudo amortiguar, en parte, el 21 de junio de 1943 que, según confiesa a
Milli Ortmann26, fue el día más duro de toda su vida al ser testigo de cómo sus padres y su
hermano Mischa llegan a Westerbork. Ese mismo día escribe a Christine van Nooten narrán-
dole los mismos acontecimientos que califica como “una completa catástrofe”. No obstante,
varias líneas después afirma: “Me toca compartir este martirio con ellos pero estoy agrade-
cida porque puedo cuidarles en los detalles más pequeños”27. EH encuentra otro modo de
salir del propio dolor: ponerse en actitud de servicio y entrega, es decir, comprometiéndose
en hacer la realidad cercana más habitable y amable. Termina la carta pidiéndole que rece
por ellos un poco.

Cinco días después vuelve a escribir sobre la aceptación del propio destino, pero ya no de
manera abstracta con respecto al pueblo judío, ni siquiera con respecto a ella misma. Lo
hace teniendo en mente a su familia, por quienes sufre más que si fuera ella la destinataria
del daño. Así pues, la postura de la aceptación del mal no es ni pura ideología ni mera resig-
nación pasiva28.

En la última carta del mes de junio 29 comenta los diferentes apoyos que encuentra para
mantenerse en pie en el campo: unas fuerzas interiores que califica de “nuevas y podero-
sas”30; la consciencia de ser libre y de que nadie puede dañarle, es decir, el no sentirse humi-
llada, maltratada o saqueada en su dignidad porque vive desde el esencial valor de su per-
sona31; y su concepción de Dios compasivo y misericordioso, a quien no se le puede achacar
el origen del mal.

24
“En mi interior estoy serena y, aunque pudiera sonar extraño, muy feliz. Feliz porque Dios me ha dado la
fuerza para sobrellevar todo y encararlo y porque conmigo, al igual que contigo, la gratitud siempre será
mayor que el lamento” (Carta 11, 11-IX-1942, a Henny Tideman).
25
“Hablo con mucha gente aquí que dice: “No queremos recordar las cosas de antes de otro modo no podría
conseguir vivir”. Pero yo puedo recordar todo lo de antes (de hecho no es un “antes para mí”) y seguir vi-
viendo (…) Estoy bien y contenta. Vivo igual que si lo hiciera en Ámsterdam. A veces no me doy cuenta de
que estoy en un Campo, cosa que es extraña. Y todos vosotros estáis tan cerca de mí que no os echo de me-
nos” (Carta 38, mitad de junio de 1943, a María Tuinzing).
26
Carta 39.
27
Carta 40. 21-VI-1943, a Christine van Nooten.
28
“Haré lo que pueda para conseguir que Jaap venga aquí pero no hay que forzar las cosas para que ocurran.
Todos tenemos que aceptar el destino que se le asigne” (Carta 42. Después del 26 de junio de 1943, a Han y
otros).
29
Carta 44. 29-VI-1943, a Han y otros.
30
“Nuevas y poderosas fuerzas dentro. Para aceptar la propia fatalidad se necesita fuerza interior” (Carta 44.
29-VI-1943, a Han y otros)
31
Así, esa misma mañana, en el lavabo, se sorprende diciendo a un colega las siguientes palabras: “Los reinos
del alma y del espíritu son tan espaciosos e infinitos que estas pequeñas incomodidades físicas y sufrimien-
Una “staretz” en Westerbork 167

De hecho, EH no se esfuerza en buscar una comprensión mental del problema del mal y el
sufrimiento o una estrategia vital para no caer en sus redes. EH se lanza a la vida y allí com-
prende que el sufrimiento es parte de la misma y, por eso, no puede ser obviado. Lo que
propone, de hecho, es una actitud de no resentimiento que permite mirar a los ojos al mal
sin quedar sepultado por él e, incluso, acogerlo de manera constructiva32. Sufrir con digni-
dad sí es una enseñanza digna de pasar a las siguientes generaciones 33.

Más aún, al mirar al futuro EH no se detiene en la época de posguerra, sino que por medio
de la imagen de una tela de araña intenta explicar el misterio de cómo la vida trasciende
incluso la muerte34:

“Cuando la araña teje su red, ¿no traza primero los hilos principales por los que luego
asciende ella misma? La arteria principal de mi vida ya va por delante de mí y ha ingre-
sado en otro mundo. Es como si todo lo que está sucediendo y por suceder ya se hubiera
fundido en mi ser; lo asimilé, lo sobreviví y ya construyo la sociedad nueva que habrá de
venir después de esta”35.

Esta comprensión del tiempo como continuidad entre pasado, presente y futuro es propia
de quienes viven profundamente el presente y descubren en él la radical vinculación que
existe entre todo lo creado y entre cada decisión tomada por cada persona. Todo y todos
nos dirigimos hacia una meta en la que cada cual es corresponsable del resto del universo 36.

La aceptación del sufrimiento y de los acontecimientos quedó de manifiesto en la complica-


da noche del 5 al 6 de julio en la que su amigo Mechanicus y sus padres pudieron haber
subido al transporte hacia Auschwitz. EH escribe en una carta cómo hizo todo lo posible -
incluso se entrevistó con un VIP del campo- para sacar a Mechanicus y a sus padres de la

tos no tienen mucha importancia. No siento que me hayan privado de mi libertad; esencialmente nadie me
hace daño en absoluto” (Carta 44. 29-VI-1943, a Han y otros).
32
“A cada infamia, a cada crueldad, hay que oponerle una buena dosis de amor y buena fe, que primero ha-
bremos de hallar dentro de nosotros mismos” (Carta 46, 3-VII-1943, a Johanna (Jopi), Klaas Smelik y otros).
33
“Tenemos derecho a sufrir, pero no a sucumbir al sufrimiento. Y si sobrevivimos a esta época ilesos de cuerpo
y alma, de alma sobre todo, sin resentimientos, sin amarguras, entonces ganaremos el derecho a tener voz
cuando pase la guerra” (Carta 46, 3-VII-1943, a Johanna (Jopi), Klaas Smelik y otros).
34
M. Pach estudia cómo las cartas desde Westerbork han sido de una importancia vital para las generaciones
posteriores a la guerra porque están cargadas de la esperanza que la misma EH puso en formar parte del
“después de la guerra" (Cf. Manja Pach, “Let´s Talk about Hope! Etty Hillesum´s Future-Perspective: ‘We
May Suffer, but We must not Sucumb’”, en: Spirituality…, 351-364).
35
Carta 46, 3-VII-1943, a Johanna, Klaas Smelik y otros.
36
“Estoy intentando vivir la vida dejando a un lado los sellos de colores y la lista de los martes. Me uno a las
gaviotas. En sus movimientos a través del inmenso cielo nublado se sospechan leyes, eternas leyes de un or-
den diferente a las leyes que hacemos los humanos (…) Esta tarde Jopie, que se sentía terriblemente marea-
do y enfermo, estuvo junto a su “hermana-en-brazos”, Etty, un cuarto de hora mirando a estos pájaros color
negro y plata, cómo se movían entre las nubes azules y grises. De repente nos sentimos menos oprimidos”
(Carta 47, 5-VII-1943, a Han y otros).
168 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. Cartas

lista. Pero una vez movidos todos los hilos posibles, se acostó y dejó que las cosas siguieran
su rumbo. Y a la mañana siguiente Jopie fue quien le avisó de que todos estaban en el cam-
po. Nadie salió con el tren37.

En esta misma carta recurre a una idea sobre la humillación que ya hacía un año dejaba
apuntada en su noveno cuaderno. EH exponía cómo la humillación requería dos partes:
quien humilla y, sobre todo, quien acepte dejarse humillar38. En esta misma línea escribe:
“Ellos están jugando a un juego con nosotros. Y nosotros se lo permitimos. Esta será la ma-
yor vergüenza para generaciones futuras”39.
Entonces, ¿qué? ¿Qué es posible hacer? ¿Qué es posible esperar? Para EH estas preguntas
son propias de quien aún sigue poniendo como única meta su propia supervivencia; de
quien no ha aprendido que sobrevivir a toda costa puede estar reñido con la aceptación
digna de una posible muerte; de quien aún no sabe que en ocasiones se llega a callejones
sin salida; de quien se empeña en un 'hacer' egocéntrico y no en un ser y un 'estar ahí para
los demás'. EH hace ya tiempo que conocía que el desenlace cruento era una probabilidad
muy real. Otros, sin embargo, aún pataleaban hasta la extenuación renunciando a vivir con
entereza y sentido cada momento que les sea concedido, sin colgarse como un peso muerto
en las espaldas de otros. Cada persona ha de afrontar su soledad inherente y su muerte 40,
así como el sentido de por qué seguir viviendo en medio del horror. EH lo descubre con fuerza al
sentir un torrente de vida profunda, impetuosa, gozosa y libre 41.

Un par de semanas antes de su deportación definitiva, EH describe en varias de sus cartas


algunas escenas dantescas que le producen un miedo terrible y la sensación de que, des-
pués de tanto horror, nunca podrá volver a reír. De hecho, la segunda y última vez que apa-

37
Carta 47. 5-VII-1943, a Han Wegerif y otros.
38
Cf. 20-VI-1942.
39
Carta 47. 5-VII-1943, a Han Wegerif y otros.
40
“La gente no quiere admitirlo, pero a partir de un momento dado no se puede hacer nada excepto ′ser' y
′aceptar'. El proceso de aceptación, en mi caso, ya comenzó hace mucho tiempo (…) Mi madre y Mischa no
se resignan, pretenden mover cielo y tierra… No puedo hacer nada… solo puedo asumir la realidad y sufrir.
Esa es la base de mi fuerza, y no es poca la que tengo (…) Cada cual ha de ser capaz de arrastrar su propio
destino. Eso es aquí desesperante: muchos, incapaces de aceptar su suerte, cargan sus sufrimientos en las
espaldas ajenas. Y son esos lastres de los otros los que te hacen sucumbir y no los propios. Yo me veo obliga-
da a aceptar mi carga, no la de mis padres” (Carta 52. 10-VII-1943, a María Tuinzing).
41
“Cuando no te habita una fuerza intensa ante la cual el mundo exterior no es más que una sucesión de inci-
dentes pintorescos incapaces de rivalizar con el esplendor que constituye nuestro inalienable tesoro interior,
entonces todo está abocado a la desesperación” (Carta 58. 11-VIII-1943, a María Tuinzing). Esta convicción
va en la línea de una cita que copia en dos de sus cartas y que describen a la pintora Paula Modersohn-
Becker, con quien pudo sentirse identificada en algunos aspectos: Ella llevaba en la sangre esta gran ausen-
cia de exigencias frente a la vida, que solo existe en apariencia y que en el fondo no es más que la auténtica
expresión de exigencias superiores: el desprecio por todo elemento exterior que nace de la sensación incons-
ciente de su propia plenitud y de una felicidad interior misteriosa, imposible de elucidar por completo” (Car-
ta 58. 11-VIII-1943, a María Tuinzing y Carta 59. 12-VIII-1943, a Christine van Nooten).
Una “staretz” en Westerbork 169

rece el gesto de arrodillarse en las cartas no es para expresar una postura corporal de reco-
gimiento, sino una mezcla de profundo miedo y desconcierto: ¿Cómo era posible que la
Biblia pudiera sostener que todos los seres humanos, también aquellos soldados nazis, hu-
bieran sido creados a imagen y semejanza de Dios?42

De hecho, una vez que EH describe en esta carta lo que para ella es un infierno (bebés llo-
rando sin parar, madres sin fuerzas para cuidar a sus hijos o muriendo ante sus tiernos ojos,
chica semiparalizada...) clama al cielo: “Dios poderoso, ¿qué nos estás haciendo? Un nombre
se me ocurre: Herodes”. Pero si las condiciones son duras, una vuelta más de tuerca:
“El más duro trabajo en el campo es mejor que el suspense de cada martes. Antes no me
molestaba mucho porque al fin y al cabo a mí también me tocará ir a Polonia, pero vivir
con tus queridos familiares este miedo, sabiendo que un largo martirio les espera…es du-
ro de llevar. A veces tengo el deseo de hacer mi mochila y montarme en el próximo tren
rumbo al este. Pero ¡basta! No es correcto para el ser humano tomar el camino de salida
fácil”43.

En medio del terror no se difumina el carácter amoroso de Dios, sino que aparece con mayor
claridad porque ni permite el mal ni se aleja de quienes sufren. Dios hace posible la “miseri-
cordia” al permanecer de corazón con el mísero 44:
“He recibido una carta de Leguyt45 que me ha tocado mucho. Es otra de esas personas
que te hacen querer sobrevivir. Él manda una cita de Dr. Korff46: ′Y a pesar de todo Dios
es amor’. Estoy totalmente de acuerdo y ahora es más cierto que nunca (…) Es más difícil
para vosotros digerir los eventos de Westerbork que para nosotros. Me he dado cuenta
que en cada situación, incluso en las más difíciles, el hombre genera nuevas facultades
que le ayudan a sobrevivir. Y en lo que a esto respecta, Dios es suficientemente miseri-
cordioso”.

42
“Cuando pienso en los rostros de aquel escuadrón de guardias de uniformes verdes y armados- ¡Dios mío,
aquellos rostros! Los miré, uno a uno, por detrás de la seguridad de una ventana y nunca he estado tan asus-
tada en mi vida. Caí de rodillas con las palabras que presiden la vida humana: Y Dios hizo al hombre a su
imagen y semejanza. Este pasaje pasó una difícil mañana conmigo (…) Intento mirarles sin prejuicios (…) Hay
momentos en los que siento seriamente que después de esta noche sería un pecado volver a reír de nuevo”
(Carta 64. 24-VIII-1943, a Han Wegerif y otros).
43
Carta 64. 24-VIII-1943, a Han Wegerif y otros. Y apenas unos días antes de ser deportada a Auschwitz, insiste
en el sufrimiento insoportable y fuerte tensión que produce la incertidumbre de aparecer en la lista del pró-
ximo tren: “Si hay transporte el próximo martes, las posibilidades de permanecer aquí son escasas. Uno es
consumido especialmente por la tensión. Tensión por los demás, por supuesto” (Carta 68, 2-IX-1943, a María
Tuinzing).
44
Cf. W. Barclay, Comentario al Nuevo Testamento, CLIE, Edimburgo 2006, 809.
45
Asistente y socio de Han Wegerif.
46
Teólogo reformado en Leiden que escribe una obra titulada Y a pesar de todo Dios es amor.
170 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. Cartas

Dios, que no precisa de un espacio o un tiempo determinados 47 para conectar con Él, se ha
convertido en su cimiento firme: “Ellos no se dan cuenta. Mi Dios, que salvo tú, todo aquí
son arenas movedizas”48 a pesar del peso inmenso de la tristeza y el cansancio físico 49.

Una vida entregada amorosamente

La dureza de la situación no encapsuló a la joven que, por otro lado, experimenta cómo su
amor está siendo ensanchado por una experiencia religiosa transformadora 50. Sintiéndose
irreversiblemente en las manos de Dios no solo lleva una labor administrativa en el campo,
sino que también ofrece a los prisioneros un apoyo emocional 51. Además, les reparte café y
sueña con dos aportaciones que le son muy propias: organizar una biblioteca que permane-
ce almacenada en uno de los barracones y ofrecer alimento espiritual52.

Es de notar también la alegría que le produce a EH acudir a los barracones del hospital, al
tener la posibilidad de acercarse a quienes padecen en su humanidad 53. Es realmente con-
movedor el siguiente testimonio de uno de los internos:
“Etty Hillesum era una visitante bienvenida (…) Etty caminaba entre las camas con un
bolso de cuero que llevaba en el hombro, inclinándose hacia cada persona enferma y
preguntando: ‘¿Puedo hacer algo por ti? Podría enviar un telegrama por ti’ (…) Si Etty
venía solo de servicio entonces ella hablaba mucho sobre ella, sobre su padre a quien
amaba enormemente, sobre su madre y de su hermano sobredotado y peculiar. Estaba
claro que ella era la vida y el alma de la familia y que haría cualquier cosa por salvarles.
Pero ella no se engañaba a sí misma… solo era luchar contra el tiempo. No volví a ver a
Etty Hillesum. Lo que yo recuerdo era lo inteligente y comprometida que era esa chica. Y
lo que más me chocó era su sentido religioso de las cosas, una cualidad que ella había

47
“¿Acaso no es verdad que uno puede rezar en cualquier lugar, en unos barracones de madera tan bien como
en un monasterio de piedra o incluso en cualquier lugar en esta tierra donde Dios, en estos tiempos compli-
cados, muestre su rostro?” (Carta 23. Final de diciembre de 1942, a dos hermanas en La Haya).
48
Carta 56. 7-VIII-1943, a María Tuinzing.
49
“La vida de aquí no implica el desgaste de todo mi capital energético – a veces sobreviene una decadencia
física y entonces te abismas en la tristeza-, pero el núcleo central del ser se hace cada vez más fuerte” (Carta
46, 3-VII-1943, a Johanna (Jopi), Klaas Smelik y otros).
50
“Tengo un gran amor dentro de mí por alemanes y holandeses, judíos y no judíos, por toda la humanidad”
(Carta 14. 28-IX-1942, a Osias Kormann).
51
“A menudo pienso que todo lo que podemos hacer es irradiar la poca bondad que tenemos dentro de noso-
tros en todas las direcciones. Todo lo de demás es secundario” (Carta 19. 15-XI-1942, a Osias Kormann).
52
Cf. Carta 21. 29-XI-1942, a Han y otros.
53
“Hoy estoy contenta pues me han dado los barracones que hacen de hospital. Tengo libre acceso a ellos.
Compruebo si necesitan comida o algo de ropa” (Carta 38, mitad de junio, a María Tuinzing). “Es un glorioso
día. Estoy tan contenta con mi trabajo en el área del hospital…” (Carta 45. 1-VII-1943, a Christine van Noo-
ten).
Una “staretz” en Westerbork 171

descubierto en ella recientemente. Había algo en ella que hablaba de una antigua y pri-
mitiva lucha, el peso de miles de años y al mismo tiempo algo de luz y alegría” 54.

Modelada por el Himno de la caridad de san Pablo, atiende al amor en todo lo que hace55,
especialmente en lo que se refiere a la escucha profunda que precede a las palabras de con-
suelo y esperanza que ofrece a los prisioneros. No se tiene constancia de que EH fuera una
predicadora, pero sí una gran escuchante. Así, la carta 37 narra cómo, tras prestar oído a las
múltiples historias de una mujer, esta le abrazó diciéndole: “Gracias por ser de gran ayu-
da”56. Tres meses después, al narrar su rutina en el campo, aparece nuevamente un espacio
para la escucha: “Estoy bien: estudiando ruso, leyendo los salmos y escuchando las historias
de mujeres centenarias”57. EH está convencida de que la única actitud posible ante el horror
es el amor, ya que este es lo único que fortalece los vínculos que se dan entre todo lo que
existe58.

“El amor mueve el mundo”, dice el poeta Luis Cernuda. El amor mueve y transforma a las
personas, apunta EH. La joven holandesa constata que el modo de vivir de cada cual está
estrechamente relacionado con el amor que se les ofrece. Y EH percibe gran ausencia de
amor en Westerbork, cuando precisamente es tan urgente y cuando precisamente experi-
menta tantísimo amor en su interior59.

EH se dispone a derrochar ternura y revitalizar relaciones en medio del aburrimiento y la


apatía. Así, unas relaciones familiares que siempre fueron tensas fluyen más que nunca, tal
y como lo atestigua Philip Mechanicus, amigo de EH y periodista del Algemeen Handelsblad
holandés. Este escribe en su diario el domingo 11 de julio:

“Cada día la esposa besa a sus esposos, y la hija besa a su padre, con ternura, como si
fuera una felicitación y una despedida. Cada día la hija acaricia amorosamente el pelo
gris de su padre y en el rostro arrugado de su madre acaricia con suavidad sus arrugas.
Con inquietud mira la hermana a su hermano. Un ejemplo impactante de una familia fe-
liz; una ilustración ejemplar de cariño mutuo, de compartir espiritual, un innato sentido

54
Friedrich Weinreb, Collaboratie en Verzet, 1940-1945, Meulenhoff, Ámsterdam 1969, 1418.
55
Carta 23. Final de diciembre de 1942, a dos hermanas en La Haya.
56
Carta 37. 8-VI-1943, a Han Wegerif y otros.
57
Carta 68, 2-IX-1943, a María Tuinzing.
58
“Este es el único modo como uno puede vivir hoy en día, con un amor sin reservas por cada persona tortura-
da, sea cual sea su nación, raza o fe. Y cuando esto me golpeó durante un momento de completa desolación,
supe que podía seguir viviendo, no una vida meramente subrogada en un campo judío de tránsito durante la
Segunda Guerra Mundial, como la mayor parte de la gente hace, sino genuinamente, con un buen toque de
placer y alegría y convicción y una intuición de que todas las conexiones que existen en última instancia ha-
cen que la vida tenga sentido completo” (Carta 54. Final de julio de 1943, a María Tuinzing).
59
“Sigo descubriendo que no es causal el comportamiento de la gente y el amor que sientes por ellos. El amor
por cada tipo es como un brillo elemental que te sostiene… Oh María, hay tan poco amor aquí y yo me siento
tan inexplicablemente rica… No puedo explicarlo (Carta 56. 7-VIII-1942, a María Tuinzing)”.
172 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. Cartas

de la dignidad de la vida. Esta familia está amenazada por el tornado del antisemitismo
y al borde de la destrucción. La sombra de la desesperanza ya aparece en los ojos de la
madre, aunque en aparente calma ella se prepara para su destino desconocido”60.

Westerbork es también el escenario donde los vínculos familiares quedaron reestablecidos


y sanados gracias a la ternura. La negatividad de antaño se diluyó precisamente en un ámbi-
to macabro en el que no había espacio para lo superfluo y lo esencial salía a flote. Además,
en un corazón tan pacificado como el de EH, solo surge acogida incondicional, valoración
por cada acto que realizan sus padres y mucho amor.

Por otra parte, habiendo luchado tanto por alcanzar una capacidad de amar sin fronteras,
no quería que el amor por sus padres le restara ni un ápice de energía para el servicio de
tantos otros en Westerbork61. Sin embargo, ese amor de sangre hacía que le resultara impo-
sible verles sufrir. De ahí que mientras su hermano Mischa tenía la determinación de mar-
char con sus padres cuando los nombres de éstos aparecieran en la lista de los próximos
deportados, EH prefería quedarse62. El caso es que toda la familia subió al tren el 7 de sep-
tiembre de 1943, pero EH buscó un vagón diferente: los padres y Misha subieron en el va-
gón número 1 y EH en el 12.

Testimoniar que la vida es bella

Pero EH no solo ofrece un servicio atento y sanador a las personas que habitan en el campo,
sino que aporta un testimonio de sentido mucho más amplio al convertirse en el corazón
pensante de los barracones. Y es que la joven, que había confiado en la razón de manera
dogmática, fue comprendiendo que para leer, interpretar y vivir ciertas circunstancias, la
pura razón no basta. Por eso busca la herramienta adecuada para sumergirse en el horror
de su pueblo. Ese corazón pensante no excluye el mundo emocional, la experiencia en pri-
mera persona, la irracionalidad, la intuición ni la confianza en Dios63.

60
Philip Mechanicus, In dépôt, Ámsterdam 1964, 79ss.
61
“Hay un pasaje bíblico del cual saco mucha fuerza. Es algo así como: ‘Si me amáis, abandonad a vuestro
padre y a vuestra madre’. No hay que dejarse paralizar por la propia familia hasta el punto de no poder
prestar atención y cariño a los semejantes. Cada vez se me impone más la idea de que el amor por alguien
que se cruza en tu camino, el amor por alguien hecho a imagen de Dios, debe superar al amor nacido de los
vínculos de la sangre” (Carta 61, 18-VIII-1943, a Han Wegerif y otros).
62
“Al igual que Mischa quiere marcharse por amor de sus padres, yo no quiero irme. Diferente clase de amor.
Quizás mi amor es más cobarde… Creo que es más fácil rezar a distancia por la gente que verles sufrir a tu
lado” (Carta 51. 9-VII-1943, a Milli Ortmann). EH insiste en una carta a María Tuinzing el día siguiente en su
preferencia por no ir con sus padres porque tiene miedo de verles sufrir (Cf. Carta 52).
63
EH habla de nuevo de la necesidad de ese corazón pensante cuando recuerda en una carta la noche que
narró en su diario: “No sorprende escuchar todos los días en cualquier parte del campo: “No queremos pen-
sar, no queremos sentir, queremos olvidar todo lo antes posible”. Esto me parece que es el gran peligro. Las
cosas que pasan aquí nuestra razón no habría juzgado posible que ocurrieran. Pero quizás tenemos otras fa-
Una “staretz” en Westerbork 173

En la larga carta que escribe a dos hermanas de La Haya, como respuesta a una petición que
el padre de estas hizo a EH, apunta que no toda rebeldía ante la injusticia es del mismo cali-
bre ni da el mismo fruto. Así, una rebeldía que está impregnada de odio y que surge única-
mente cuando se ha herido a la propia persona, no es ni auténtica ni fructífera. ¿Dónde es-
taba esa indignación cuando el daño era infringido al prójimo? ¿Dónde queda la indignación
que nace del deseo de fraternidad incluso con aquel que provoca el mal? 64

Y es que llegan momentos trágicos en los que salvar la propia vida no es tan importante co-
mo el modo lúcido de afrontar una posible muerte. Sobrevivir a toda costa es, de hecho,
menos ético que encarar la gravedad del momento de tal manera que la sangre haga germi-
nar vida para la sociedad. Arraigados en la realidad es posible acoger las intuiciones y chis-
pas de eternidad que ofrecen sentido a las generaciones actuales y venideras 65.

Y una de esas intuiciones geniales fue cómo la belleza está cimentada más allá de la epi-
dermis de la realidad, de tal modo que es posible entender y gustar que la vida es bella y
tiene sentido. Así, EH narra en una carta a su amigo Osias Kormann cómo suele acudir a la
consulta de un médico que le pone especialmente furiosa por cómo se toma la gravedad de
la situación social de guerra y persecución. Este hombre manifiesta que en esos tiempos
solo el hecho de sonreír sería imperdonable. EH escribe con firmeza: “Pienso que se equivo-
ca”66. Y tres meses después, desde Westerbork, su postura no se mueve ni un ápice:
“La gente pierde energía en detalles. Esto es por lo que muchos encuentran inútil la exis-
tencia. Las pocas cosas importantes son las que deben permanecer en nuestra mente.
Las demás pueden ser perfectamente abandonadas. Y tú puedes encontrar las verdade-
ramente grandes en cualquier lugar, tienes que mantenerte redescubriéndolas dentro de
ti de tal manera que puedas renovarte una y otra vez. Y a pesar de todo siempre termi-
narás con la misma convicción: la vida es buena a pesar de todo, no es culpa de Dios que
las cosas vayan mal. La causa está en nosotros mismos. Y esto es lo que pienso incluso
ahora, incluso cuando estoy a punto de ser deportada a Polonia con mi familia entera”67.

cultades con la habilidad de captar con lo incomprensible. Creo que para cada situación, el hombre tiene una
facultad que le ayuda a encararla” (Carta 23. Final de diciembre de 1942, a dos hermanas en La Haya).
64
Cf. Carta 23. Final de diciembre de 1942, a dos hermanas en La Haya.
65
“Si lo único que podemos ofrecer los judíos a las nuevas generaciones son nuestros cuerpos salvados a toda
costa sin conseguir un significado nuevo de esta desesperación, no será suficiente. Nuevos pensamientos
irradiarán de los campos, nuevas intuiciones lúcidas tendrán que cruzar las alambradas punzantes para unir-
se a las intuiciones de quienes están fuera… y así poder comprender estos oscuros acontecimientos. Por eso
me parece un gran peligro cuando escucho a mi alrededor: ‘¡No queremos pensar, no queremos sentir, es
mejor cerrar los ojos ante tanta miseria!′ Como si sufrir –en cualquier forma y modo que nos viniera- no fue-
ra parte también de la vida” (Carta 23. Final de diciembre de 1942, a dos hermanas en La Haya).
66
Carta 29. 24-III-1943, a Osias Kormann.
67
Carta 42. Después del 26-VI-1943, a Han y otros.
174 Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum. Cartas

Y una semana después añade un rasgo más a su leitmotiv: la fascinación por esta vida mara-
villosa es una fuerza interior que ella no puede evitar, que parece transmitirse a su cuerpo
dándole ligereza y ánimo y, además, le empuja a comprometerse con un mundo diferente
después de los conflictos bélicos que asolan Europa68.

EH vive abierta y, por eso, posee un testimonio válido que ofrecer. A veces tendrá que pro-
clamarlo alto, a veces en silencio, pero siempre con la humildad de saber que cada testimo-
nio es una tesela de un gran mosaico. Cada uno es responsable de su tesela. Y ella asumió
esa responsabilidad con la autenticidad que siempre le caracterizó 69. Y su testimonio queda
recogido hasta en sus últimas cartas al certificar solemnemente que la vida merece la pena
también en estos tiempos:
“¡Qué terriblemente jóvenes éramos hace tan solo un año en estos páramos, María!
Ahora hemos envejecido un poco. Apenas nos damos cuenta de esto: hemos sido marca-
dos por el sufrimiento para toda la vida. Y a pesar de todo, la vida en sus insondables
profundidades es maravillosamente buena, María. Y si nosotros lo cuidamos suficiente-
mente, Dios está en manos seguras con nosotros a pesar de todo, María”70.

Recapitulación

El C11 describe la salud quebrantada de EH, sin embargo, el sufrimiento que ha de soportar
no es tanto el dolor físico como la impotencia originada por la desproporción entre los
achaques del cuerpo y el ánimo de su espíritu. Esta situación supone una fuerte purificación
de sus proyectos y una lucha interior con Dios al que se abandona. Meses más tarde, ya en
Westerbork, la joven holandesa es capaz de sobrellevar su endeble salud, de mostrarse
tierna y compasiva en un lugar inhóspito y de implicarse lúcidamente en la realidad porque
se ha determinado a mirar la situación de frente y vivir todo con su pueblo 71.

Varios elementos le ayudan a soportar tanto los meses de convalecencia como la estancia
en Westerbork. Así, por ejemplo, poner atención y cariño en los hábitos cotidianos, descu-
brir en la naturaleza las armoniosas leyes universales o percibir la continuidad de fondo que

68
“La miseria es grande y aun así me ocurre a menudo por las noches, cuando el día se va apagando dentro de
mí, hondamente, que camino con ágiles zancadas a lo largo de la alambrada y siento subir de mi corazón
una fascinación – no lo puedo evitar, proviene de una fuerza elemental: esta vida es maravillosa y grande,
tenemos que construir un nuevo mundo después de la guerra” (Carta 46, 3-VII-1943, a Johanna (Jopi), Klaas
Smelik y otros).
69
“Uno tiene la sensación de ser los oídos y los ojos de una pequeña parte de la historia judía, pero también
hay a veces la necesidad de ser una voz callada y pequeña. Cada testimonio es una pequeña tesela de un
mosaico que se ha de formar una vez que la guerra haya acabado” (Carta 64. 24-VIII-1943, a Han Wegerif y
otros).
70
Carta 68, 2-IX-1943, a María Tuinzing.
71
Cf. Carta 18. 4-XI-1942, a Osias Kormann.
Una “staretz” en Westerbork 175

existe entre su pasado y su presente le aportaron un plus de sentido para vivir aquellas cir-
cunstancias.

Ante situaciones extremas como las que narra de “niñas y niños, cuyos padres han sufrido la
deportación, y que no suscitan la más mínima piedad de otras madres… esas madres en su
desesperación inexpresiva e irracional, junto a sus niños desnutridos y sollozantes” 72, ella
opta por valores de fondo y no por intereses más personales y superficiales. Y mucho menos
por aquellos que tienen que ver con el odio y la revancha. De hecho, critica a quienes caen
en la incoherencia inconsciente de odiar cuando son odiados 73. Esto no quita que aparezcan
breves oraciones de queja o la indigestión que le produce el versículo del Génesis que afir-
ma que el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios 74.

Día a día su capacidad de ternura se universaliza, permaneciendo su corazón amplio y sin


focalizarse en sus familiares, que llegaron a Westerbork el 21 de junio de 1942, el día más
triste de su vida según ella misma lo calificó. Algunas personas hambrientas consiguen ali-
mento porque EH, de los envíos que le llegan del exterior, reparte “el pan entre aquellos
cuya situación era menos favorable”75. Pero quizás lo más llamativo es que EH no se inquie-
ta tanto por el hacer como por el ser. No se trata de ayudar o entregarse compulsivamente,
sino de vivir cada día y cada momento con plenitud de atención. Y ahí está la escucha que
tanto bien hace a las personas mayores que le hablan, pero también el estudio de la gramá-
tica rusa o el rezo de los salmos.

Las cartas, por su inherente función y por estar dirigidas a una o varias personas, no ofrecen
muchas pistas sobre la relación que EH establece con Dios. Este no solo aparece exculpado
de ser el origen del mal del mundo, sino que es precisamente la fuerza cotidiana y bondado-
sa para mantenerse en pie en el horror de la guerra. Presente en su vida por medio de ver-
sículos de la Sagrada Escritura, la joven nunca sintió que se le exigiera un tiempo o un lugar
determinado para establecer ese diálogo que nunca se vería interrumpido.

72
Carta 58. 11-VIII-1943, a María Tuinzing.
73
“Estas personas que se sienten desgraciadas porque se les grita y se les injuria, pero que a su vez gritan tam-
bién y ni siquiera se dan cuenta…”. Pocos días después, vuelve a insistir: “ante las vejaciones, no podemos
caer en la depresión; debemos intentar mantenernos fuertes por dentro” (Carta 63. 22-VIII-1943, a Han We-
gerif y otros).
74
Carta 64, a Han Wegerif y otros, desde Westerbork, martes 24 de agosto de 1943.
75
Carta 63. 22-VIII-1943, a Han Wegerif y otros.
Conclusión del capítulo I
Este capítulo ha puesto de manifiesto cómo EH pasó de un estancamiento existencial a vivir
el exterminio de su pueblo judío con una entrega compasiva y una paz gozosa, desde la con-
fianza de descansar en los brazos de Dios. No se trató de una conversión fulgurante, sino de
un itinerario espiritual que dio como fruto estas profundas transformaciones 1:

AUTORREFERENCIALIDAD APERTURA A LA ALTERIDAD

Pensar la realidad Conectar con la propia realidad

Ateísmo y racionalismo Diálogo ininterrumpido con Dios

Seducción y narcisismo Gratitud y misión como mediadora


CAMPO DE BATALLA:
Vocación frustrada de escritora Testimonio de la belleza de la vida
HINEINHORCHEN
Uso y desconexión del cuerpo Consciencia corporal y nueva paciencia

Odio al enemigo El otro es igual que yo

Avidez posesiva de la creación Unidad cósmica

ESTANCAMIENTO EXISTENCIAL ARRODILLAMIENTO EXISTENCIAL

Como en todo proceso espiritual, EH afrontó una lucha interior entre dos modos de vivir:
autocentrado o abierto a la alteridad. La joven halló, de la mano de JS, un primer cauce para
salir de su “estancamiento”: dejar de lado el mundo de las fantasías, la imaginación y el
pensamiento con el fin de vivir con los pies en el suelo y nutrirse de lo que realmente es y
existe. Los espacios de soledad, silencio y escucha profunda se convirtieron en un modo de
perforar la realidad hasta llegar a su Fundamento, al Dios que la habitaba. El resto se fue
desencadenando imparablemente gracias a su determinación por poner en juego su exis-
tencia, alentada tanto por el “partero de su alma” como por Quien habitaba en su propio
pozo2.

1
Aunque este esquema presenta la lucha entre elementos contrarios que se dieron en EH, se ha de decir que
no todos entraron en batalla ni al mismo tiempo ni con la misma intensidad. De hecho, algunos de ellos se
posicionaron con más facilidad del lado de la apertura (unidad con la creación) que otros (sensualidad, sa-
lud…).
2
Por tanto, ver en esta joven una persona egoísta que apenas puso atención a las realidad sociohistórica que
se estaba viviendo en su país (H. Boas), desconectada de la realidad (L. Langer o T. Todorov) o exhibicionista
(D. Patterson) es no haber intuido en el trasfondo de su evidente conversión un auténtico deseo de vivir
congruentemente con su mundo interior; es dejarse llevar por la sospecha de que la interioridad de EH fue
un modo de huir de la situación político-social; o no dar credibilidad a una experiencia religiosa que le confi-
guró por entera, ofreciéndole sentido en medio del terror, un modo pacífico de posicionarse ante el mal y
un deseo de entregarse con gratitud a los demás.
Una “staretz” en Westerbork 177

Asimismo, se ha de apuntar que no fue hasta que empezó a constituirse el campo de bata-
lla, el silencio escuchado, que la lucha no se inició. De ahí la insistencia hasta el final de EH:
“habría que enseñar a la gente a escuchar; es lo más importante que podemos aprender en
esta vida”3.

3
Carta 60, 18-VIII-1943, a Henny Tideman.
Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa
1. Recorrido histórico de la Ortodoxia rusa

1.1. Desde los orígenes hasta el siglo VII

Durante los tres primeros siglos la Iglesia conoció la persecución. Primeramente por parte
del judaísmo. Poco después el poder romano, implacable bajo algunos emperadores (Domi-
ciano, Decio o Diocleciano, entre otros), castigó con la cárcel, la tortura o el martirio a los
cristianos que se mantenían firmes en el testimonio del Resucitado.

Con el Edicto de Milán de Constantino (313) y, de manera especial, con el Edicto de Tesaló-
nica de Teodosio (380), el cristianismo empezó a generalizarse en el Imperio Romano, con-
virtiéndose finalmente en la religión oficial del mismo. Ser discípulo de Jesucristo dejaba de
ser una opción arriesgada y personalizada (o de familia) para ser, en más de una ocasión,
requisito sine qua non para ostentar algunos oficios o cargos imperiales. En definitiva, la
mordiente profética del cristianismo empieza a diluirse. Una vida más acomodada, una fe
menos comprometida y una piedad más social fueron tentaciones que algunos quisieron
evitar, dedicando su vida de manera exclusiva a Dios en lugares apartados de los núcleos de
población. Así aparecieron, primeramente en Egipto, los anacoretas y los Padres del desier-
to1.

Los primeros monjes eligieron habitar la soledad para desafiar a Satanás y fortalecer la
alianza con Dios. Además, no se limitaron a desenmascarar las tentaciones diabólicas o la
dinámica de las pasiones humanas, sino que desarrollaron estrategias de combate espiritual
que comunicaban a sus seguidores. Fue Evagrio Póntico (345-399) quien recapituló la sabi-
duría anterior y divulgó una espiritualidad “hesicasta” (ἡσυχία, “dulzura”, “paz interior”,
“silencio de la unión con Dios”) que buscaba disfrutar de la quietud espiritual.

Nuevas aportaciones llegaron en siglos venideros con los Cien capítulos gnósticos del obispo
Diadoco de Fótice2 (siglo V) y Juan Clímaco (580-650). De hecho, la Escala del paraíso, escri-
ta por este último, fue de gran importancia, ya que aportaba un magnífico “mapa” espiri-
tual3. Por lo tanto, desde el primer período del monaquismo cristiano se desarrolló una tra-

1
Cf. N. Zernov, La Iglesia Ortodoxa (Corregido y adaptado por Carlos Etchevarne), en: http://passaicrussian
church.com/books/spanish/iglesia_ortodoxa_zernov.htm#_Toc404819 (última consulta: 17-VI-2017).
2
Este autor espiritual testimonia y describe una experiencia semejante a la “consolación sin causa preceden-
te” que más de diez siglos después Ignacio de Loyola presentaría en sus Ejercicios Espirituales (Diadoco,
Obras Completas, Ciudad Nueva, Madrid 1999, cap. 34-35).
3
Este itinerario fue asumido en el siglo XIX por el staretz Ambrosio con quien Dostoievski tuvo la posibilidad de
encontrarse. De hecho, es probable que cuando el novelista ruso creó el personaje del staretz Zósima en
Los hermanos Karamazov pensara en su encuentro con él. Todo el marco externo, la descripción detallada
del monasterio, la espera de los visitantes, la escena del recibimiento por parte del staretz, hacen pensar en
Una “staretz” en Westerbork 179

dición que trataba de anticipar el Reino por medio del control de las pasiones y de orientar
a otros para afrontar las diversas tentaciones del Maligno por medio de, entre otras vías, la
confianza total en el superior y la obediencia perfecta al staretz.

1.2. Del siglo VII al siglo XIII

En el año 787 se convocó en Nicea el VII Concilio Ecuménico, donde se aprobó la veneración
de los iconos, una vez que se hubo fijado la diferencia entre la adoración –solo debida a
Dios- y el honor que se podía rendir a las sagradas imágenes. Este Concilio, al reafirmar la
verdadera humanidad de Jesús, permitió que fuera representado como cualquier otro hu-
mano. El fin de la iconoclasia produjo un poderoso resurgimiento del cristianismo bizantino.
Una extraordinaria inspiración artística condujo a una riquísima decoración gracias a impre-
sionantes mosaicos, frescos e iconos4.

Fue también una época de intensa labor misionera que cristalizó en la conversión de los
pueblos eslavos gracias a los santos hermanos Cirilo (†869) y Metodio (†885). En el año
863, los dos hermanos, con una traducción eslava de las Sagradas Escritura que habían rea-
lizado ellos mismos, fueron enviados de Constantinopla a la remota Moravia en respuesta a
la petición del príncipe Rastislav que, en el fondo, había pedido la evangelización de su pue-
blo para limitar el poder del imperio franco y liberarse del clero germano apegado al latín5.

La conversión de Rusia al cristianismo tuvo lugar en medio de las crecientes tensiones entre
Oriente y Occidente. El promotor fue el príncipe Vladimiro de Kiev (979-1015), quien decidió
bautizarse y convertir también a su pueblo al cristianismo. La belleza inefable de la liturgia a
la que asistió su embajada en Santa Sofía fue la gota que colmó el vaso de esta decisión 6.
Este paso, no obstante, conllevaba importantes consecuencias políticas, pues la entrada en
la comunidad de las naciones cristianas implicaba el reconocimiento del emperador cris-
tiano como único y supremo señor de todos los príncipes y pueblos cristianos.

Mediante un inteligente uso de la diplomacia y de la fuerza militar consiguió de Constanti-


nopla un establecimiento eclesiástico con una notable independencia. De hecho, dio a su
Iglesia una organización occidental - como revela la catedral de los Diezmos 7-, un ritual

Optina. Además, el staretz Zósima tiene ciertos rasgos de san Tikon, no en vano Dostoievski se sirvió de sus
escritos, precursores de la Filocalia, para redactar “las enseñanzas” del staretz Zósima.

4
Cf. N. Zernov, La Iglesia Ortodoxa (Corregido y adaptado por Carlos Etchevarne), en: http://passaicrussian
church.com/books/spanish/iglesia_ortodoxa_zernov.htm#_Toc404819 (última consulta: 17-VI-2017).
5
Jean Delisle, Judith Woodsworth (eds.), Los traductores en la historia, Editorial Universidad de Antioquía,
Antioquía 2005, 9-10.
6
Cf. John Binns, Las iglesias cristianas ortodoxas, Akal, Madrid 2009, 34-35. Ver también: Víctor Codina, Los
caminos del Oriente cristiano: iniciación a la teología oriental, Sal Terrae, Santander 1997, 120.
7
El diezmo era un método occidental de obtener ingresos.
180 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

oriental y una lengua litúrgica propia: la eslava8. Pero el príncipe Vladimiro no solo fue ad-
mirado por este tipo de resoluciones más o menos organizativas, sino que su vida congruen-
te con el cristianismo se tradujo en la abolición de la pena capital por incompatible con la
nueva religión; en una gran solidaridad para con los pobres de su capital a quienes alimentó
y cuidó; y una generosa disposición pacificadora en las relaciones con otros príncipes rusos.

Su intento de mantener el equilibrio entre Oriente y Occidente no fue continuado por su


hijo Yaroslav el Sabio (1019-1054), quien, influido por los sentimientos antilatinos de sus
maestros griegos, aceptó al patriarca de Constantinopla como supremo supervisor de la
Iglesia rusa. De hecho, como signo inequívoco de esta opción, consagró una catedral en Kiev
dedicada a la Divina Sabiduría (Santa Sofía), a imitación de la iglesia matriz de Constantino-
pla. Los rusos se convirtieron, de este modo, en los más fieles adeptos de la ortodoxia bizan-
tina y en sus más ardientes defensores 9.

Se puede decir que la Rusia del período de Kiev fue culturalmente avanzada pero política-
mente inestable, debido a la rivalidad de sus numerosos príncipes. Esto fue un inconvenien-
te grave ante la súbita invasión del Imperio mongol a mediados del siglo XIII.

1.3. Del siglo XIII al siglo XVIII

Kiev y otras principales ciudades fueron arrasadas por los mongoles y su población asesina-
da o deportada como esclavos 10. En este contexto, algunos pastores eclesiásticos mostraron
gran valentía, pues, al no tener sede permanente - sus ciudades estaban en ruinas-, iban de
un lugar a otro consolando al pueblo.

Generalmente se nombraban por turno a griegos y rusos para ocupar puestos de responsa-
bilidad eclesial. Uno de ellos, Teognosto (1325-1352), decidió fijar su residencia en Moscú,
convirtiendo esta pequeña población en un centro cultural y religioso de notable importan-
cia. En 1380, el príncipe Dimitri de Moscú (1359-1389), presidiendo una coalición rusa, infli-
gió la primera derrota a los tártaros en la batalla de Kulikovo Pole. Esta victoria no marcó el
fin del Imperio mongol pero hizo resurgir esperanza en el pueblo, que vio en Sergio de Ra-
donezh (†1392) un gran inspirador. Este santo pacificador contribuyó no solo a liberar a su
nación del miedo y de los mogoles, sino también a renovar la espiritualidad rusa. Su biogra-
fía, una especie de manual de vida ascética, favoreció un monaquismo de naturaleza preva-
lentemente contemplativa. Escribe G.P. Fedotov, “es el primer santo ruso que puede ser
definido como místico, vale decir portador de una vida espiritual peculiar, misteriosa, que no

8
Vladimiro hizo uso de las primeras traducciones de Cirilo, Metodio y sus discípulos.
9
Cf. Chistopher Dawson, La religión y el origen de la cultura occidental, Encuentro, Madrid 2010, 130.
10
Es cierto que muchas ciudades simplemente fueron pasadas por alto o se reconstruyeron con rapidez (Cf.
Julián Donado Vara, Ana Echevarría Arsuaga, Carlos Baquero Goñi, Historia Medieval II: (Siglos XIII-XV), Ra-
món Areces, Madrid 2014, 211).
Una “staretz” en Westerbork 181

está limitada a la práctica ascética, sino que es amor y oración continua” 11. Además, Sergio
de Radonezh desarrolló la actividad de staretz, dedicando buena parte de su tiempo a reci-
bir a quienes deseaban manifestarle sus pensamientos.

Este fervor quedó plasmado también en el arte religioso de inspiración bizantina, gracias a
Teófanes el Griego (1340-1410), que contaba con una exquisita sensibilidad hesicasta. Su
discípulo Andrej Rubl’ov (1360-1427), del monasterio de la Trinidad de Moscú, buscó el mo-
do de traducir en los iconos su ideal de vida interior y de comunión con la santa Trinidad.

También este siglo XIV fue testigo de una reflexión profunda sobre la comunicación entre el
orante y Dios, que condujo al célebre conflicto entre Gregorio Palamas (1296-1359) y Bar-
laam de Calabria. Este último cuestionó la oración del corazón y sus fundamentos teológi-
cos, ridiculizando, en particular, la integración del cuerpo en su práctica. Gregorio Palamas,
audaz defensor del hesicasmo, formula la doctrina de las “energías” divinas para explicar
cómo era posible que Dios, que es trascendente e inaccesible en su esencia imparticipable,
se comunicara al hombre finito, posibilitando la divinización real del orante (theosis)12.
Además de Gregorio Palamás, Filoteo Kokkinos (1300-1379) y Nicolás Cabasilas (1320-1391)
llevaron a cabo la consolidación teológica de la sabiduría ortodoxa.

Finalmente, la liberación de Moscú coincidió con la caída de Constantinopla en 1453 por los
musulmanes. En 1472 Iván III se casó con Sofía, sobrina del último emperador bizantino, y
Moscú, única capital libre entre los cristianos orientales, tomó el testigo de Constantinopla.
La capital rusa se vio espiritualmente enriquecida por dos corrientes diferentes: por un lado,
la promovida por José Volotski, tendía a un cumplimiento estricto de la vida en común mar-
cada por el abad; por otro, la liderada por Nilo Sorsky, de acento intimista, subraya la liber-
tad y la oración interior, el retiro profundo del mundo y la pobreza13. Pero también se ha de
apuntar que aunque la Iglesia rusa quedó dirigida por metropolitanos de Moscú y de todas
las Rusias, se dio una severa dependencia administrativa y política de los gobernantes rusos.
De hecho, en el siglo XVI cinco de los once metropolitanos de Moscú fueron destituidos de
sus cátedras y el metropolitano Felipe II fue asesinado en 1569 por orden de Iván el Terri-
ble14.

En este contexto se entiende que el patriarca Nikon (1605-1681), además de buscar simpli-
ficar el culto ortodoxo con el fin de acercarlo a la comprensión y vivencia de los feligreses,
se pusiera también como objetivo lograr una sólida autonomía con respecto al Estado. Su

11
G.P. Fedotov, Los santos de la antigua Rusia, Ymcapress, París 1989, 128.
12 7
La filocalia de la oración de Jesús, Sígueme, Salamanca 2004 , 20.
13
Cf. A. Guerra, “Introducción”, en: STRANNIK (trad.), El peregrino ruso, Espiritualidad, Madrid 2005, 22-23.
14
Historia de la Iglesia ortodoxa rusa, en: http://rusopedia.rt.com/cultura/religion/issue_316.html (última
consulta: 8-VII-2017).
182 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

ambición por ampliar la Ortodoxia hacia el sur – de influencia bizantina- le llevó a confec-
cionar un programa para la unificación de los ritos a partir de la liturgia griega 15. Así, todos
los libros deberían ser corregidos tras una comparación detallada con los textos sagrados en
hebreo y en griego; la reverencia del creyente en el templo no debía llegar hasta el suelo
sino hasta la cintura, para representar al hombre agradecido a Dios y no humillado; la señal
de la cruz debía realizarse con tres dedos y no con dos; únicamente serían apropiados para
el culto los iconos de estilo griego; la cruz no debía tener cuatro travesaños, sino tres y uno
de ellos cruzar la pértiga en plano inclinado 16.

Sin embargo, la reforma de Nikon produjo un cisma dentro de la Iglesia ortodoxa rusa.
Mientras la mayor parte de la población aceptó los cambios introducidos por el patriarca,
hubo un sector contestatario, encabezado por el arcipreste Avvakum, denominados los “vie-
jos cristianos”. Perseguidos, decidieron refugiarse en regiones remotas como las amplias llanu-
ras del sur o las tierras nevadas y silenciosas de Siberia. Convencidos de que había llegado el
reinado del Anticristo, los fieles se dispusieron a esperar el fin del mundo, mientras que los más
exaltados prefirieron la inmolación17.

El zar Pedro el Grande (1672-1725), en su afán de poner toda la vida de Rusia bajo el control
del Estado, prohibió la elección de nuevos patriarcas y al cabo de veinte años fundó el Cole-
gio Eclesiástico, pronto conocido como “Santo Sínodo”. Este órgano, dependiente del Esta-
do, se hizo cargo de la gestión de la Iglesia desde 1721 hasta la Revolución de Octubre de
1917, guardándose los emperadores la última palabra en las decisiones del organismo. Por
tanto, el Estado consiguió controlar toda la vida religiosa y ligarla a la ideología política del
país. Más aún, la Iglesia fue privada de casi todos sus terrenos; los presbíteros debían de-
nunciar todo aquello que pudiera representar algún peligro para el Estado, rompiendo in-
cluso, si fuera necesario, el secreto de confesión; se prohibía entrar en los monasterios an-
tes de los veinte años; se debía crear en cada diócesis una escuela para los hijos de los ecle-
siásticos; los obispos debían limitarse a la formación del clero; y los fieles bastaba con que
conocieran la doctrina ortodoxa y comulgaran una vez al año 18.

15
John Binns, Las iglesias cristianas…, 100.
16
Cf. N. Zernov, La Iglesia Ortodoxa (corregido y adaptado por Carlos Etchevarne), en: http://passaicrussian
church.com/books/spanish/iglesia_ortodoxa_zernov.htm#_Toc404819 (última consulta: 17-VI-2017).
17
Víctor Gallego, “La rebelión de Avvakum: fanatismo y disidencia en Rusia”, Revista de Occidente 337 (2009)
21-44. Formato digital en: http://www.revistasculturales.com/articulos/97/revista-de-occidente /1082/1/la-
rebelion-de-avvakum-fanatismo-y-disidencia-en-rusia.html. “Unos se ahogaban, otros se apuñalaban o se
enterraban vivos o bien se prendían fuego. En 1672 casi dos mil viejos creyentes se sacrificaron en Nizhni
Nóvgorod. Entre 1675 y 1691 se inmolaron cerca de veintiún mil viejos creyentes” (Pia Pera, I Vecchi credenti
e l'Anticristo, Marietti, Genova 1992).
18 2
Cf. Joseph Lortz, Historia de la Iglesia II: Edad Moderna y Contemporánea, Cristiandad, Madrid 2008 , 618.
Una “staretz” en Westerbork 183

Es cierto que, como contrapeso a las presiones del Gobierno, dentro de la Iglesia surgieron
hombres de profunda y honesta libertad espiritual que, lejos de una actitud de protesta,
buscaban un ambiente de retiro y una vida sencilla que paulatinamente generó una silen-
ciosa fama y que atraía a peregrinos que deseaban hallar luz en sus vidas a partir de la fe
ortodoxa. Eran los starcy.

Se puede decir, entonces, que en la segunda mitad del siglo XVIII la santidad “florece ahora
a la sombra del acontecer político, en el silencio de los monasterios”19. Uno de los espiritua-
les más apreciados fue Ticón de Zadonsk (†1783), autor del Tesoro espiritual oculto en el
mundo, que presenta la naturaleza como un libro espiritual y al hombre como un ser activo
– no mero espectador- de su propia salvación y de la del mundo por medio de la colabora-
ción con el Espíritu vivificador. Sin embargo, la renovación del monacato ruso y la difusión
de la “oración de Jesús” se debe sobre todo a Paisius Velichkovsky (†1794). Descontento
con los estudios teológicos de Kiev, donde prevalecía la teología latina, y después de unos
años de experiencia monástica en el monte Athos, fundó en Moldavia dos monasterios que
se convirtieron en epicentros del despertar espiritual en el mundo eslavo. Empezó así a re-
coger y traducir escritos ascéticos, ayudado en gran medida por la publicación, en 1782, de
la Filocalia, una colección de escritos de los Padres que tratan de la oración del corazón y de
la guerra contra las pasiones, editada por Nicodemo Hagiorita 20.

1.4. Siglo XIX

Tras el asesinato del emperador Pablo I, toma las riendas su hijo Alejandro I (1801-1825),
cuyo reinado – coincidiendo con las guerras napoleónicas- supuso un contacto entusiasta
con la cultura europea y una firmeza en las convicciones religiosas. Alejandro, hombre pia-
doso, rechazaba una religión puramente formal. Estaba convencido de que todos los cre-
yentes en Dios – no solo los cristianos- podían unirse en un esfuerzo común para promover
la buena voluntad entre los hombres. Fiel a esta idea, nombró a su amigo el príncipe Alejan-
dro Golitsin (1773-1844) Ministro de Educación y Religión, con la tarea de edificar el sistema
docente del Imperio sobre unos fundamentos religiosos aceptables a las diferentes confe-
siones. Es cierto, por otro lado, que el acento de los elementos emocionales y pietistas, tan
propios de los círculos de la sociedad de San Petersburgo, originaron una serie de sectas
que contribuyeron a una atmósfera religiosa de gran confusión 21.

19
Paul Evdokimov, Ortodoxia, Ed. 62, Barcelona 1969, 37.
20
Cf. John B. Dunlop, Amvrosij di Optina, Qiqajon, Magnano 2002, 12-39. Más tarde Ignatij Brjancaninov, a
mediados del siglo XIX, publicaría una nueva edición de la Filocalia ya no en eslavo eclesiástico sino en len-
gua viva. Pero será la de Teófanes el Recluso, unos años después, la más completa.
21
Algunas sectas prometían a sus seguidores la liberación del pecado y de los deseos carnales mediante una
experiencia orgiástica. La más activa era la secta Khlisti. Sus seguidores afirmaban estar poseídos por el “Es-
píritu Santo” y, una vez alcanzado este estado, no podían hacer nada malo; se entregaban a danzas rituales
184 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

El pensamiento religioso fue muy creativo durante el reinado del zar Nicolás I (1825-1855),
hasta el punto de surgir un conflicto entre los occidentalistas y los eslavófilos. Estos últimos
cuestionaban la originalidad de la cultura rusa, mantenían que su país estaba atrasado y
necesitaba aprender de Occidente y aseguraban que la Iglesia oficial no tenía ningún mensa-
je que ofrecer. La otra facción, los eslavófilos, se levantó contra ellos. Se trataba de dotados
intelectuales rusos22, de clase social alta, educados en una atmósfera de cultura occidental
pero fuertemente unidos a la Iglesia rusa, la única que había conservado la plenitud de la
revelación. Los eslavófilos estaban convencidos de que Rusia tenía tanto que ofrecer a Eu-
ropa como lo que podía recibir de esta y que, por tanto, debía reconocerse la originalidad y
el valor de la cultura ortodoxa. Sus obras tuvieron un valor permanente y condujeron al re-
nacimiento espiritual y cultural en la Rusia prerrevolucionaria 23.

A nivel político y militar, el zar Nicolás I cosechó una dolorosa derrota en la guerra de Cri-
mea (1853-1855), quedando desacreditado su rígido orden militar y burocrático. Su hijo y
sucesor Alejandro II (1855-81) buscó el equilibrio que no demostró su padre, inaugurando
reformas liberales, siendo la más importante la emancipación de los siervos en 1861. Este
cambio, ya demasiado tarde, no detuvo la aparición del grupo autodenominado intelli-
gentsia24, que ni era una clase social, ni una élite intelectual, ni un partido político 25. Consti-
tuida por personas de diferentes clases, niveles de educación e ideas políticas opuestas,
daba al pueblo un status casi divino26 y les unía en estas convicciones:

- La injusticia que sufrían los campesinos era un pecado nacional y la minoría privile-
giada era moralmente responsable de él.
- La autocracia era un mal que causaba retraso económico y desigualdad social y, por
lo tanto, se le debía dar fin.

que a menudo terminaban en promiscuidad sexual. En contraste con esta secta clandestina, existía otra, los
Skoptsi, fundada por Kondraty Selivanov que abogaba por la emasculación voluntaria. Otros movimientos se
inspiraron en el pietismo alemán, denominándose a sí mismos “cristianos espirituales” porque repudiaban
los sacramentos y la jerarquía y predicaban el anarquismo en las cuestiones sociales.
22
Los más célebres entre ellos fueron los hermanos Iván (1806-56) y Piotr (1808-56) Kireevsky, los hermanos
Constantino (1818-60) e lván (1823-86) Aksakov, Nicolás Yazikov (1803-46), Alejandro Koshelev (1806-83),
Yury Samarin (1819-76) y Alejo Komiakov 123 (I804-60).
23
La principal figura y la mente más original entre los eslavófilos fue Alejo Stepanovich Khomiakov (1804-
1860).
24
Término acuñado por el escritor y ensayista Piotr Boborikin y que identifica a un grupo de autores con in-
tereses de renovación social, pero que se concibió como una especie de “orden religiosa, casi como un sa-
cerdocio seglar consagrado a difundir una actitud específica ante la vida, algo parecido a un evangelio” (Ni-
colás Bediaef, Orígenes y sentido del comunismo ruso, Espasa Calpe, Madrid 1964, 24).
25
Cf. N. Zernov, La Iglesia Ortodoxa (Corregido y adaptado por Carlos Etchevarne), en: http://passaicrussian
church.com/books/spanish/iglesia_ortodoxa_zernov.htm#_Toc404819 (última consulta: 17-VI-2017).
26
Mijail Malishev, Boris Emelianov, Manola Sepúlveda Garza, Ensayos sobre filosofía de la historia rusa, Plaza y
Valdés, México DF, 2002, 95.
Una “staretz” en Westerbork 185

- Las teorías políticas y filosóficas radicales de Occidente, si se aplicaban a Rusia, po-


dían producir mejoras inmediatas en todas las esferas de la vida.

Sus líderes, algunos de ascendencia cristiana, pronto consideraron el ateísmo y el materia-


lismo como señales de una visión progresista y el cristianismo ortodoxo como anticuado. Y
es que consideraban un error que la Iglesia no apoyara el combate armado contra la auto-
cracia. La intelligentsia deseaba apasionadamente elevar a los campesinos rusos, pero des-
preciaba la fe de su pueblo y, por lo tanto, no generó excesiva confianza. Los jefes del ala
izquierda de la intelligentsia creían en el progreso automático y en el cambio de orden social
por medio del derramamiento de sangre.

Aun así, el clero de las ciudades se fue aislando del pueblo paulatinamente. Los candidatos
al sacerdocio y al episcopado se limitaban a los graduados de los seminarios. Sus libros de
texto en latín eran copias de manuales católicos o protestantes. Esta educación escasa y con
un espíritu extraño no ayudó tampoco a empatizar con los feligreses. Por otro lado, los le-
gisladores imperiales habían suprimido el autogobierno eclesiástico sin proporcionar al clero
un subsidio estatal adecuado. El mantenimiento de un sacerdote y de sus asistentes conti-
nuaba siendo de responsabilidad parroquial, lo que conducía a menudo a fricciones y dis-
gustos. También los obispos eran nombrados sin consultar a los miembros de la Iglesia y se
hallaban bajo el control del Santo Sínodo, que podía trasladarles de una diócesis a otra, as-
cenderles o destituirles. Y es que, pese a estar constituido por clérigos, el Sínodo estaba
presidido por un funcionario laico, el procurador general. El poderoso Konstantín Pobedo-
nóstsev, que ostentó durante veinticinco años este cargo (1880-1905), fue la “cabeza pen-
sante” de las reformas de Alejandro III (1881-1894) en miras a reforzar el control estatal de
la religión27.

Pero también el siglo XIX conoció un auténtico renacimiento del monacato, siendo un ejem-
plo paradigmático San Serafín de Sarov (1759-1832), uno de los santos más queridos por el
pueblo. Ingresó a los dieciocho años en la comunidad monástica de Sarov, donde fue su-
biendo en la escala de la ascesis hasta la más alta contemplación, estado en el que pudo
abstenerse de comer y dormir durante varias jornadas. En 1825, después de diecisiete años
de reclusión, San Serafín abrió las puertas de su celda a todos los que deseaban consultarle.

Pero por encima de Sarov, hallamos el monasterio de Optina como un centro espiritual de
gran fama y lugar de peregrinación para quienes deseaban beber de la auténtica tradición
patrística de la ortodoxia oriental28. N.V. Gogol (1809-1852), F.M. Dostoievski (1821-1881)29,

27
Alfonso Goizueta Alfaro, Limitando el poder 1871-1939, Historia de la diplomacia Occidental,
www.edicionesnobel.com, Madrid 2016, 236.
28
La tradición ascética revivificada por Paisy Velichkovsky durante el siglo XVII en Moldavia llegó a Rusia a
través de sus numerosos discípulos. Uno de ellos, Leónidas (1768-1841), se estableció en Optina Pustin,
186 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

L.N. Tolstoy (1828-1910), V.S. Soloviev (1853-1900) y V.V. Rozanov (1856-1919) fueron visi-
tantes de Optina, que no solo estaba reservado a los intelectuales o a la élite espiritual. Los
staretz estaban dispuestos a discutir problemas intrincados de teología mística o problemas
hogareños de los campesinos, a vender una vaca o a disponer un matrimonio. Toda la vida,
con su labor cotidiana, preocupaciones financieras, relaciones personales, pasaba ante ellos.
Todos tenían claro que el ser humano era una criatura llamada a aprender a amar a Dios y a
su prójimo en gozosa libertad. Los starcy de Optina que acumularon más reputación fueron:
Leónidas Nagolkin (1768-1841), Makario Ivanov (1788-1860) y Ambrosio Grenkov (1812-
1891)30.

1.5. Cultura religiosa rusa

Desde la creación del Santo Sínodo por Pedro I, la religión era un factor creador de patria,
intelectualidad y cultura en Rusia, aunque la Iglesia tuviera que pagar en falta de libertad a
la hora de denunciar aquellas decisiones zaristas que se opusieran a los derechos más bási-
cos. Esta situación explica que a los representantes del cristianismo ruso no solo haya que
buscarlos entre los ascetas y santos en los monasterios, sino que Rusia dio a la literatura
universal y a la filosofía política un buen número de magníficos escritores que mostraron al
mundo los caracteres típicos de su mística.

El siglo XIX, como se apuntó anteriormente, vio surgir el enfrentamiento entre el movimien-
to de los eslavófilos y el grupo de los occidentalistas. A pesar de las diferencias, ambas co-
rrientes profesaban un profundo amor por Rusia 31 y, de manera diversa, estaban convenci-
dos del potencial inmenso de Rusia que, tarde o temprano, supondría un enriquecimiento
para Occidente32. Unos y otros vivieron a flor de piel la cuestión religiosa; y unos y otros
bebieron de una misma fuente subterránea: el monaquismo oriental.

Ambas facciones supusieron una aportación significativa al devenir de la política, la cultura y


el pensamiento rusos, pero también del cristianismo. Suele haber un acuerdo implícito en
destacar, entre otros, a tres sabios rusos que encarnaron tres cristianismos diferentes dig-

monasterio próximo a Tula, y se hizo famoso como consejero espiritual. Fue sucedido por otro hombre de
santidad y sabiduría, Macario (1788-1860), y más tarde por el más famoso de los ancianos de Optina, Am-
brosio (1812-91).
29
El 16 de mayo de 1878 falleció un hijo de Dostoievski con tan solo tres años. Tanto le afectó esta muerte que
su mujer Anna Grigórievna pide al filósofo V.S. Soloviev que le llevara consigo a Optina. En el camino Dos-
toievski le contaría que preparaba una novela – Los Hermanos Karamazov- en la que propondría a la Iglesia
como el ideal social positivo.
30
John Binns, Las iglesias cristianas…, 152.
31
Se aplica a Berdiáyev la afirmación de que los eslavófilos amaban a Rusia como a una madre, y los occidenta-
listas como a una hija.
32
Cf. José Rafel Valles Calatrva, Marina Davidenko (eds.), La Crítica Social-Realista Rusa I, Universidad de Al-
mería, Almería 2000, 15.
Una “staretz” en Westerbork 187

nos de mención y estudio: F.M. Dostoievski, V.S. Soloviev y L.N. Tolstoi. Asimismo, en este
trabajo se añade a R.M. Rilke, un “ruso” de adopción que, originario del Imperio austrohún-
garo, fue un apasionado de este inmenso país, donde se encontró en dos ocasiones con el
conde L.N. Tolstoi y donde vivió la que fue, posiblemente, su experiencia religiosa más im-
portante: la celebración de los misterios pascuales apenas pisó Rusia por primera vez. Este
país constituyó la inspiración de El Libro de las Horas, obra decisiva en el itinerario espiritual
de EH. Además, se debe apuntar que la corriente occidentalista – opuesta a los eslavófilos-
bebió del idealismo alemán y del romanticismo, de quien R.M. Rilke es un notable represen-
tante.

1.5.1. F.M. Dostoievski

Fue uno de los pocos que vislumbraron el sufrimiento que acarrearía la victoria del materia-
lismo ateo en Rusia. De joven cayó bajo la influencia del socialismo francés. Fue arrestado y
condenado a muerte en 1849 por participar en una sociedad clandestina donde se discutían
ideas políticas radicales, aunque le conmutaron la sentencia por cuatro años en una prisión
siberiana. Estas terribles experiencias, lejos de negar a Dios, le hicieron regresar a San Pe-
tersburgo en 1819 como cristiano convencido. En medio del sufrimiento de su destierro
siberiano, F.M. Dostoievski conoció a Cristo, a quien, como él dijo, “aprendí a conocer de
niño, pero a quien había abandonado cuando me hice europeo liberal” 33.

Había conocido el pecado de los hombres en sus formas más espantosas y repugnantes;
había vivido codo a codo con endurecidos criminales y había observado la mente y el cora-
zón tanto de los verdugos torturadores como de las víctimas pisoteadas. Le absorbía el es-
tudio del mal, pero aún le fascinaba más su experiencia de la realidad de la libertad humana
en la elección entre el odio y el amor. Se daba cuenta de que la ingenua intelligentsia lleva-
ría al pueblo al desastre del totalitarismo despótico, al eliminar a Dios en nombre del pro-
greso. Comprendió que aquellos que rechazaban la religión lo hacían para demostrarse a sí
mismos y a otros que el ser humano era dueño de su propio destino y que no existía en el
universo ningún referente moral por encima del propio hombre34. Según F.M. Dostoievski,
esta reacción escondía el miedo a la libertad, que prefería cambiarse por una seguridad
apoyada en la pura materialidad. Pero de este modo nunca se podría ser verdaderamente
feliz35 y, la humanidad, una vez despojada de la libertad, se vería inmersa en una encarniza-
da lucha por recuperarla.

33
F.M. Dostoievski, Journal of an Author, 1873, nº50.
34
Cf. N. Zernov, La Iglesia Ortodoxa (corregido y adaptado por Carlos Etchevarne), en: http://passaicrussian
church.com/books/spanish/iglesia_ortodoxa_zernov.htm#_Toc404819 (última consulta: 17-VI-2017).
35
En su relato más insigne, La leyenda del gran inquisidor, F.M. Dostoievski pone frente a Cristo al Inquisidor
General quien acusa a Jesucristo de no tomar en serio la fragilidad humana: los hombres no pueden cumplir
los requisitos del cristianismo puro por lo que sufren sin remedio ni consuelo. El Inquisidor se presenta co-
188 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

A pesar de no poseer estudios teológicos, sus escritos están empapados de una profunda
experiencia de Cristo como Salvador de la humanidad. Para él, Cristo no fue un sabio o un
paradigma de ética universal: era la verdad, la belleza y la bondad encarnadas en perfecta
humanidad. Amando a Cristo, abrazando a Cristo, los hombres pecadores y divididos po-
drían recuperar la armonía y la integridad. En Cristo el mal era aniquilado, pues ante la luz
de su rostro la fealdad del egocentrismo queda diluida 36. Creía que los cristianos rusos te-
nían un mensaje para el resto del mundo, aunque predijo que habría un inevitable conflicto
entre fuerzas cristianas y anticristianas.

1.5.2. V.S. Soloviev

En su tesis La crisis de la filosofía occidental afirmaba la necesidad de una síntesis entre la fe


y la razón para el surgimiento de un pensamiento creativo. Una experiencia mística en la
sala de lectura del Museo Británico le impulsó a marchar al desierto de Egipto donde tuvo
una experiencia fundante: un encuentro con la Sabiduría Divina. A su regreso a Rusia, re-
nunció a su carrera académica y optó por dedicarse a la filosofía con gran libertad y mante-
nerse disponible como errante maestro de sabiduría.

V.S. Soloviev, al igual que F.M. Dostoievski, comprendió la urgencia de reconciliar Oriente y
Occidente y de contar con Dios en el progreso de la humanidad. Sin lo divino se rompe la
integridad del universo y entra en lucha encarnizada la naturaleza y lo humano. El idealismo
afirmaría de manera absoluta la razón humana, perdiendo el contacto con la realidad; el
materialismo afirmará la naturaleza vaciándola de todo sentido racional 37. El caso es que
V.S. Soloviev preveía un cataclismo por causa de un dictador mundial que, bajo la máscara
de benevolencia y protección, impondría su gobierno de hierro a todas las religiones.

Por tanto, se hacía necesario un cambio global cimentado en el principio de la encarnación.


Solo este evitaría que el cristianismo no se redujera a una mera adoración de Dios (teola-
tría). Para pasar de esta idolatría a una verdadera “teúrgia”, el ser humano debía colaborar
con Dios en la misión de la transformación del universo38.

En lo referente a su visión de la Iglesia, concebía a la comunidad eclesial constituida de tres


elementos distintos e igualmente necesarios, personificados por los apóstoles Juan (espíritu
contemplativo del Oriente cristiano), Pedro (tradición de acción y liderazgo de Roma) y Pa-

mo el verdadero amante de los hombres, quien dará prosperidad y felicidad a la humanidad al quitarle el
peso de la libertad. Cristo simplemente calla.
36
Cf. N. Zernov, La Iglesia Ortodoxa (Corregido y adaptado por Carlos Etchevarne), en: http://passaicrussian
church.com/books/spanish/iglesia_ortodoxa_zernov.htm#_Toc404819 (última consulta: 17-VI-2017).
37
Cf. Adriano Dell´Asta, Vladimir Soloviev, en: http://www.mercaba.org/Enciclopedia/S/vladimir_ solo-
viev .htm#_ftn1 (última consulta: 30-VII-2017).
38
Vladimir Soloviev, La gran controversia: Oriente y Occidente, Dunken, Buenos Aires 2012, 32.
Una “staretz” en Westerbork 189

blo (intereses intelectuales y doctorales de los protestantes). Hombre optimista, creía en la


posibilidad de la reintegración cristiana; de hecho, aunque ortodoxo, estaba dispuesto a
recibir la Santa Comunión en la Iglesia romana. Era una figura solitaria no comprendida en
todas partes; pero su dedicación a la causa cristiana, el estímulo de sus escritos y sus intui-
ciones místicas eran tales que se ganó la estima incluso de sus detractores 39.

1.5.3. L.N. Tolstoi

Este inigualable pensador y escritor fue perseguido por las autoridades eclesiásticas por su
fe heterodoxa: criticaba a los clérigos, elaboró su propia doctrina, denostaba los ritos de la
Iglesia, denunció el orden autocrático, la violencia de la policía y el orden militar. Y aunque
visitó varios monasterios, entre ellos el de Optina, antes de empezar a escribir Confesión,
mantuvo en estas visitas acalorados encuentros con los clérigos sobre la interpretación de la
Biblia40.

El 8 de marzo de 1881, L.N. Tolstoi le escribió una carta al zar Alejandro III pidiéndole que
perdonara a quienes asesinaron a su padre Alejandro II. Tolstoi citó los versos de Mateo
5,38-45 que hablan de la no-resistencia a la maldad. Tolstoi le pidió al zar que siguiera la
enseñanza de Cristo, la única verdad en este mundo. Alejandro III nunca respondió.

A pesar del interés por encarcelarle, el zar advirtió que esa situación aumentaría la fama de
L.N. Tolstoi, por lo que se decidió excomulgar al conde con el fin de hacer resurgir un pro-
fundo odio contra Tolstoi y el reparo por sus obras. En efecto, el 24 de febrero de 1901, el
Sínodo Santo publicó la noticia de su excomunión.

Aun así, recibió un gran número de cartas de los progresistas que le expresaban su simpatía
y su admiración41. E incluso la revista de Lenín, Iskra (Chispa), publicó un artículo sobre la
excomunión del autor ruso y sobre la obligación de los estudiantes de servir en el ejército. El
artículo afirmaba que el proletariado se solidarizaba con los estudiantes rebeldes y con el
conde42. Según S. Suvorin, el editor de la revista conservadora rusa en Londres, había dos
zares en Rusia: Nicolás II y Tolstoi. Nicolás II no puede sacudir el trono de L.N. Tolstoi, pero
este, sin embargo, está sacudiendo el trono de aquel y su dinastía. “El gobierno le maldice y
el sínodo le anatemiza”43.

39
Cf. N. Zernov, La Iglesia Ortodoxa (corregido y adaptado por Carlos Etchevarne), en: http://passaicrussian
church.com/books/spanish/iglesia_ortodoxa_zernov.htm#_Toc404819 (última consulta: 17-VI-2017).
40
Cf. L.N. Tolstoy, The Complete Works of Lyof N. Tolstoi (Vol. IX), Thomas Crowell & Co.. New York 1899, 1020.
41
A. Maude, Tolstoy’s Teaching, Grant Richards, London 1910, 89.
42
V. Lenin, “Tolstoj i Tzerkvia”, Iskra 8 (1901) 15.
43
Anna Hamling, “La situación de la iglesia ortodoxa en Rusia en el siglo XIX y la actitud de Tolstoi ante la igle-
sia”, Mundo Eslavo 15 (2016) 23.
190 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

1.5.4. R.M. Rilke

Poeta autodidacta, su carrera literaria se vio enriquecida el día en que conoció a Lou An-
dreas-Salomé, catorce años mayor que él, de quien se enamora profundamente. Su perso-
nalidad atrayente, el estímulo intelectual de una mente prodigiosa y, sobre todo, la imagen
maternal que su inconsciente necesitaba, le condujo a una notable obsesión 44.

El amor por Lou impregnó el alma de Rilke de la grandiosidad del paisaje y la humildad y
hondura del alma del pueblo de Rusia, adonde viajó con ella en 1899 y 1900.

El pueblo ruso tiene, a los ojos de R.M. Rilke, una espontánea vocación religiosa y artística.
Rusia es como la niñez de un artista, pues todo en ella es futuro, y futuro de grandes obras.
Cuando R.M. Rilke vio las extensas llanuras rusas, encontró, como esperaba, a Dios. Desde
entonces vinculó soledad a religiosidad: el hombre está solo ante Dios que es tan inmenso y
sobrecogedor como el paisaje. Pero a la vez un Dios que vive en los inocentes campesinos
rusos, que entra en las modestas isbas de madera o de barro, que sin perder su naturaleza
de padre se hace hermano. “Rusia me regaló el misterio y la fraternidad de Dios” dirá Rilke
en una carta muy tardía, de 1923, dirigida a Ilse Jhar45.

Fue sin duda un viaje que le marcó para siempre, de hecho consiguió hablar y escribir poe-
mas en ruso. La Rusia de F.M. Dostoievski y de L.N. Tolstoi – a quien visitó en dos ocasiones-
le enseñó el significado del dolor. Esa influencia difusa en toda su obra es visible en particu-
lar en El Libro de Estampas, en El Libro de Horas y en Las Historias del Buen Dios.

El Libro de Horas, influido por F. Nietzsche y su transmutación de los valores, busca volver a
la metafísica por los caminos del mito y de una especie de misticismo. Así expresa un gozo
inicial ante la proximidad de lo divino, que no deja de ser oscuridad y que está en continua
metamorfosis y dependencia del poeta. Este se identifica con una especie de monje que
crea a Dios gracias a su poesía, pero ha de permanecer en humildad y desasimiento porque
estos son la exigencia propia de la tarea estética. De ahí que R.M. Rilke alabe la vida de los
monjes, peregrinos, mendigos, pobres, desterrados y libres de los condicionamientos socia-
les, pues ellos están expuestos al misterio de la vida y la pura humanidad. Por eso, además
del sentimiento cósmico, existe una simpatía humana, una piedad, una compasión, que se
inclina sobre las mayores miserias y se dirige a todo ser que sufre. Y porque lo divino se

44
De hecho, un poema de amor escrito originariamente para Lou, fue incluido en El Libro de las Horas como si
estuviera dedicado a Dios: Apágame los ojos: puedo verte;/ciérrame las orejas: puedo oírte,/ y sin pies pue-
do andar hacia ti,/ y aun sin boca puedo invocarte./ Arráncame los brazos y te asiré / con el corazón como
una mano,/ detén mi corazón y latirá mi cerebro,/ y si incendias mi cerebro/ te llevaré en mi sangre (Raine
María Rilke, El libro de horas. Edición bilingüe de Eustaquio Barjau y Joan Parra, Círculo de Lectores, 2000,
47).
45
Cf. Rainer Maria Rilke, Rusia en verso y prosa, Comares 2009, notas editoriales.
Una “staretz” en Westerbork 191

puede captar a través de la pobreza, se refiera en varias ocasiones a su representante más


puro: San Francisco de Asís46.

En definitiva, Dios es lo numinoso e indisponible que se le reveló al poeta de un modo espe-


cial en sus viajes. A la divinidad R.M. Rilke lo identifica con el mar, con el silencio, con el
bosque, con alguien que va de casa en casa, con la oscuridad, con algo futuro e indefinible
en pos de lo cual va el hombre en una incansable peregrinación 47.

1.6. La Iglesia ante el avance revolucionario

La Iglesia durante el siglo XIX se esforzó por proteger sus intereses y, al mismo tiempo, man-
tener su rol de nexo entre los pobres y los ricos. Pero las masas empobrecidas empezaban a
desconfiar de una Iglesia que no les amparaba, refugiándose en las ideas marxistas que se
movían por los círculos obreros. Sin embargo, el hecho de que la Iglesia ortodoxa aún conta-
ra con cerca de noventa millones de seguidores, hizo que no cayera en la cuenta del peligro
del movimiento de liberación hasta que Lenin propuso la separación de Iglesia y Estado, la
marginación de la enseñanza de la Iglesia y la confiscación de las propiedades y otros bienes
de la Iglesia y de los monasterios.

El 2 de enero de 1905, el cura Georgij Gapón organizó la “Asamblea de Trabajadores Rusos


de Fábricas y Molinos” de San Petersburgo, que iba a propagar el mejoramiento de las con-
diciones de los obreros. Aunque Gapón no era un clérigo instruido, tenía un gran carisma y
fuerza de atracción48. Por otro lado, el poder estatal no vio una amenaza en este sindicato,
sino que se dio cuenta de que era más fácil controlar a los obreros si estos estaban organi-
zados en grupos de ideario religioso con líderes conservadores como Gapón 49. Este les tran-
quilizaba sugiriéndoles que consultaran al zar porque solo él era la verdad 50, por lo que los
obreros enviaron una petición al zar pidiéndole mejoras en las fábricas y que promulgara las
leyes sobre el aumento de los salarios básicos. Ante la respuesta negativa, los obreros per-
dieron la fe en “la verdad” y en el cumplimiento de las promesas por parte de la Iglesia: el 9
de enero fue el primer día de la Revolución.

El 15 de enero el sínodo de la Iglesia publicó un mensaje “a todos los hijos de Dios” para que
evitaran la violencia y que tuvieran fe en el zar. La Iglesia ortodoxa declaró su apoyo al go-
bierno justificando la violencia del zar como una reacción contra el chantaje. Durante el bie-

46
Cf. Rainer Maria Rilke, El libro de las horas. Edición bilingüe. Traducción y prólogo de Federico Bermúdez-
Cañete, Lumen, Barcelona 19994, 12.
47
Cf. Rainer Maria Rilke, El libro de las horas. Edición bilingüe…,13.
48
Anna Hamling, “La situación…”, 20-21.
49
Cf. Iñigo Bolinaga Irasuegui, Breve historia de la Revolución rusa, Nowtilus, Madrid 2010, 25.
50
En las Tserkovnyje Viedomosti el obispo Makaryj de Tomsk publicó un artículo explicando que solo el zar era
la verdad, que Dios estaba en el cielo, pero que el zar estaba ahí en Rusia.
192 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

nio 1905-1907 los obreros y los campesinos iniciaron el movimiento anticlerical que produjo
el caos entre el clero, convirtieron muchas Iglesias en lugares de reuniones sobre asuntos
revolucionarios 51, establecieron precios mínimos por los ritos de la Iglesia y echaron a los
curas reaccionarios de sus tierras. De este modo la Iglesia ortodoxa perdió su poder tanto a
nivel estatal como diocesano, entre los obreros y los campesinos.

2. Claves espirituales

En primer lugar se debe indicar que en Oriente no se produjo la escisión entre espiritualidad
y teología que sí se dio en Occidente en los siglos XII-XIII. Así, en la parte latina, la teología
fue más racional y especulativa, y la espiritualidad más individualista, moralizante y sin es-
pecial fundamento dogmático ni arraigo eclesial 52.

En Oriente todo está al servicio de la mística, por tanto la actividad por excelencia de la Igle-
sia ortodoxa es el servicio litúrgico que permite el contacto con Dios, mientras que la única
actividad del creyente es la ascesis que dispone cada vez más a la contemplación y a la ora-
ción continua. Si el corazón de la Iglesia latina es Roma, el de la ortodoxia no es El Fanar –
donde reside el patriarca ecuménico- sino el Monte Athos, y en concreto en Rusia, el con-
vento de San Sergio a las afueras de Moscú. Más aún, la mística rusa no es “especulativa
como la alemana o psicológica como la española, sino más bien mistagógica. Lo que para la
Iglesia occidental es la Teología Dogmática, es el rito para la Iglesia oriental”53. En Oriente la
teología es alabanza, contemplación, liturgia, adoración, experiencia espiritual, eucaristía. Y
es que el dogma se entiende tanto en cuanto se vive, ya que Dios se ha revelado no para
satisfacer la curiosidad especulativa del ser humano, sino para su salvación. Así, el obispo
Filereto de Moscú expresa:

“El credo no os pertenece sino en la medida en que lo vivís. Ninguno de los miste-
rios de la sabiduría de Dios, incluso el más secreto, debe pareceros extraño o to-
talmente trascendente, sino que con humildad debemos adaptar nuestro espíritu
a la contemplación de las cosas divinas” 54.

Dicho esto, se enumeran a continuación los rasgos principales de la teología/espiritualidad


del cristianismo ortodoxo.

51
Anna Hamling, “La situación…”, 22.
52
Víctor Codina, Los caminos del Oriente cristiano…, 31.
53
Divo Barsotti, Cristianismo ruso, Sígueme, Salamanca 1966, 20.
54
Cf. V. Lossky, Théologie mystique de l´église de l´Orient, Montaine, Paris 1944, 6.
Una “staretz” en Westerbork 193

2.1. El Misterio de Dios

Próximos a la Escritura y a los nombres que esta otorga a las tres Personas divinas, la orto-
doxia proclama que el Padre es el origen de todo, el principio sin principio, no engendrado
y, al mismo tiempo, el fin de todo. Todo depende de Él y retorna a Él. Este es el sentido en el
que hablan de la “monarquía” del Padre 55. El Hijo, engendrado por el Padre desde toda la
eternidad, da al Padre ser lo que es: Padre. Él es su imagen verdadera, luz nacida de la luz. Y
el Espíritu Santo “procede” del Padre, según la Escritura 56.

Pero, también, señalan que entre las Personas divinas hay, además de una “monarquía” del
Padre, una compenetración perfecta. A ella se refieren cuando hablan de “perijóresis”, es
decir, de comunión de las tres Personas divinas, unidas en el amor y existentes la una para
la otra. O, dicho de otra manera, con ella quieren explicitar el misterio como unidad de ac-
ción o de actuación de Dios y, a la vez, de respeto de la diversidad de las Personas.

La Ortodoxia bizantina acentúa más que la Iglesia latina la centralidad del Espíritu. En efec-
to, si en Occidente la segunda persona de la Trinidad es la referencia principal (con riesgo de
deslizarse hacia un cierto cristomonismo y al jerarquismo que le acompaña y en el que se
manifiesta), en Oriente es el Espíritu quien preside toda la vida eclesial y toda la teología. Es
cierto que los orientales reconocen, con los occidentales, que la Iglesia ha sido fundada por
(y sobre) los apóstoles a partir del mandato de Jesús, pero también lo es que está sostenida
en y por el Espíritu Santo57.

Una de las consecuencias directas que derivan de la centralidad del Espíritu en la Iglesia de
Oriente es la doctrina de la theognosis, según la cual se da una divinización del hombre por
el conocimiento íntimo con Dios, posibilitada por la Encarnación de Jesús y activada por el
Espíritu. De hecho, los theoporoi (portadores de Dios) son los monjes que han llegado a
este punto porque ya no se pertenecen a sí mismos sino que actúan y hablan en el Espíri-
tu58. Esta profunda comunión no se identifica con la identificación sustancial con Dios (pan-
teísmo) ni tampoco hipostática (caso único de Cristo), sino “energética”, simbiótica, “theog-
nótica” o participativa.

55
“La filosofía de los Padres mantiene que entre la ‘ousía’ y la ‘hypóstasis’ existe la misma diferencia que hay
entre lo común y lo particular. Los padres de la Iglesia se sirvieron “de ambos sinónimos para distinguir en
Dios lo común (‘ousía’, sustancia o esencia) y lo particular (‘hypóstasis’ o persona) (Lossky 1982, 39). Pues
bien, la causa y principio del Ser y de la unidad en la Trinidad es la ‘hypóstasis’ del Padre, que nada tiene que
ver con su esencia. Hay un Dios porque hay un Padre que, mediante sus poderes hipostáticos, da origen al
Hijo por ‘generación’ y al Espíritu por ‘procesión’. Al Hijo y al Espíritu, el Padre les da su naturaleza que, en
ellos, permanece una, indivisible e idéntica en las tres hipóstasis” (A. Bravo, Bizancio. Perfiles de un imperio,
Akal, Madrid 1997, 106-107).
56
Jn 14, 26.
57
J. Meyendorff, Orthodoxie et catholicité, Éditions du Seuil, Paris 1965, 13.
58
Cf. J. Melloni, Los caminos del corazón.., 22.
194 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

Sin embargo, se ha de apuntar que en la tarea de acercarse racionalmente al Misterio de


Dios, a diferencia de la racionalidad idealista o empírica de Occidente, la Ortodoxia reivindi-
ca la racionalidad simbólica, pues esta permite al hombre percibir la realidad en su unidad
originaria y constitutiva. El órgano capaz de acoger la realidad en su totalidad es el “cora-
zón”59, por eso es también el centro del cuerpo, de todas sus funciones vitales y la sede del
conocimiento integrador y unitario60. Solo él capta la realidad una en su plenitud (“teándri-
ca”), tan sorprendente y novedosa como desconcertante e iluminadora. El corazón capacita
a toda persona, como ser “teándrico” e inhabitado por Dios, a desear y participar de la
eternidad (“theognosis”) que activa dicha inhabitación 61, es decir, a dejarse convertir en luz
por quien es la Luz.

Pero esta Luz es cegadora o está rodeada de tiniebla impenetrable, en el sentido de que la
teología oriental reconoce que la esencia de Dios es simple, incognoscible e incomunicable.
Se trata de una teología apofática que propone “la vía negativa del conocimiento de Dios
que elimina progresivamente del objeto que quiere alcanzar toda atribución positiva para
llegar, al final, a una especie de aprehensión por suprema ignorancia de Aquel que no podría
ser objeto de conocimiento”62. Se estaría ante la propuesta de la “docta ignorancia” de Nico-
lás de Cusa o la convicción de que el conocimiento mejor de Dios se adquiere con el no co-
nocimiento, al “abrazar de modo incomprensible lo incomprensible en la docta ignorancia,
trascendiendo lo que es humanamente cognoscible de las verdades incorruptibles” 63.

Esta reclamación de la trascendencia y alteridad del misterio de Dios está, no obstante, en


equilibrio con la posibilidad de saber. Y es que se da al mismo tiempo la incomunicabilidad y
la transparencia; trascendencia e inmanencia; lejanía y cercanía. Y es que, como dice Grego-
rio Palamas, “Dios no está solo por encima del conocimiento, sino también por encima del no
conocimiento”64. Y es que el no conocimiento ya es un conocimiento en sí, porque el ser
humano es el único que sabe que no sabe65.

59
O. Clement, La Iglesia de los ortodoxos, Nerea, Madrid 2008, 16.
60
El corazón “es el centro no solo de la conciencia sino del inconsciente, no solo del alma sino del espíritu, no
solo del espíritu sino del cuerpo, no solo de lo que es comprensible sino también de lo que es incomprensible,
en una palabra, es el centro absoluto (del ser humano)” (B. Vyseslavcev, “Cuore nella mística cristiana e in-
diana”, en: Centro Aletti, L'intelligenza spirituale del sentimento, Lipa, Roma 1994, 35).
61
Se entiende, a la luz de este discurso y argumentación, que el objetivo y la razón de ser de la Ortodoxia no
sea, como en la modernidad idealista, el conocimiento claro y distinto de la revelación de Dios en Jesús o
del misterio de la Trinidad, sino el encuentro y la unión con Él, es decir, el ascenso o “teognosis” activado y
posibilitado (“sinergia”) por la Encarnación antecedente y fundante de Dios en Jesús
62
V. Losskij, A immagine e somiglianza di Dio, EDB, Bologna 1999, 55.
63
Nicolás de Cusa, De docta ignorantia, “Epistola auctoris”, (h I 163, líneas 6-11).
64
San Gregorio Palamas, Defensa de los santos hesicastas, I, 3, 21. También Cf. J. Meyendorf, Saint Grégoire
Palamas et la Mistique Orthodoxe, De Seuil, París 1978, 430.
65
T. Spidlik, La oración según la tradición del oriente cristiano, Monte Carmelo, Burgos 2004, 267.
Una “staretz” en Westerbork 195

Fue, de hecho, Gregorio Palamas quien tejió el fundamento teológico de la theosis por me-
dio de la teoría de las energías: debía de existir algo entre la esencia imparticipable de Dios
y los participantes, que a estos les permitiera participar en Dios. Esa cierta cosa son las
“energías” divinas, que son como los rayos del sol que traen luz y calor sin ser el sol en su
esencia. Estas “energías” actúan en el corazón para recrearnos a imagen y semejanza de
Dios. Así, Él se da al hombre sin dejar de ser trascendente a él. El hombre, por tanto, se co-
munica con Dios por medio de las energías divinas, que son verdaderamente Dios y que, sin
embargo, no constituyen su esencia trascendente, la cual habita en una luz inaccesible 66.

Por otro lado, conviene recordar que la mística de Oriente se fundamenta en la teología del
Logos y de su unión con la humanidad. De ahí que la redención no se conciba de manera
moral o jurídica sino físico-ontológica: la divinidad se une en Cristo con todo el género hu-
mano, con toda la creación por lo que todo está penetrado de Dios y el hombre solo debe
dejarse empapar por Él y abandonarse en sus manos. Es por esto que el santo no es aquel
que hace más méritos por medio de la práctica de las virtudes, sino aquel que está más cer-
ca de Jesucristo y se deja iluminar por el Espíritu en actitud de pobreza, limpieza de corazón,
paz, mansedumbre… y, sobre todo, de piedad. Esta virtud, de hecho, es la que más ayuda al
ser humano a acercarse a la infinita Bondad y la que otorga al cristianismo ruso su “carácter
de humanidad profunda y dolorosa, de belleza pura y luminosa” 67. Y es que los dos ingre-
dientes de esta virtud son la compasión y la oración o, con otras palabras, es una compasión
que se convierte en el grito confiado: “Señor Jesús, ten piedad de nosotros”.

Por tanto, mientras que en Occidente se busca más el esfuerzo personal para una coopera-
ción activa en la santificación, en Oriente se subraya el contacto más directo con Cristo a
través de los sacramentos y la liturgia68. De ahí que en la Iglesia ortodoxa se pueda delegar

66
San Gregorio Palamas, Defensa de los santos hesicastas, II, 3, 20. También cf. La filocalia de la oración de
7
Jesús, Sígueme, Salamanca 2004 , 20.
67
Divo Bersatti, El cristianismo ruso…, 53. Este mismo autor recoge unas palabras inspiradas de Isaac de Nínive
expresando el contenido de la virtud de piedad: “¿Cuál es el corazón que tiene piedad? Es el corazón del
hombre lleno de amor hacia toda la creación, los hombres, los pájaros, las fieras, los demonios y todo cuanto
existe. Su pensamiento y su mirada se dirigen a todas las criaturas y brotan lágrimas de sus ojos: una piedad
fuerte y profunda y una inmensa compasión llenan su corazón de dolorosa ternura y es incapaz de soportar
o de ver o de saber que cualquier criatura padece la más pequeña pena, la más insignificante injusticia”.
68
No obstante, la sabiduría de la Filocalia sostiene que la unión con el Espíritu transforma al creyente en Cristo
por dos posibles caminos: la vía activa, como expresa Calixto e Ignacio Xanthopouloi: “Gracias a la humil-
dad, la compasión y el amor, el alma se convierte en Dios por adopción. Habiendo trascendido la dualidad de
la materia, el alma se une a la Trinidad, al Origen de la vida, más allá de los seres. Y se alegra de recibir la
Luz de la luz, y experimenta de un modo inmediato la alegría continua y permanente” (Philocalie...I, 167-
168). Y la vía contemplativa, por medio de las contemplaciones y otras experiencias místicas que unen a la
persona puntualmente a Dios porque, como dice Calixto Cataphygiotés “no es sorprendente que el espíritu
se transforme en el estado que está gustando continuamente” (Philocalie…VI, “Centurias sobre el amor”, II,
48, 40) o Máximo el Confesor: “Cuando un hombre ha experimentado durante largo tiempo la iluminación
divina, él mismo se hace luminoso” (Philocalie…VI, “Centurias sobre la Teología y la Economía”, I, 54, 91).
196 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

en los laicos más fácilmente la dimensión organizativa o la enseñanza de la teología que los
actos cultuales 69. De hecho, es tarea de la Iglesia, según la teoría de la sofiología, posibilitar
la divinización del universo70. Así, la Iglesia rusa siempre ha tenido el convencimiento de que
estaba destinada a unir todo el universo, incluidos los ya fallecidos en santidad. Son los es-
lavófilos los que interpretan el escepticismo, el individualismo y la desunión de Occidente
como una señal de su alejamiento de Cristo y, por tanto, de la decadencia espiritual y desin-
tegración moral. De ahí que se agarren a su ortodoxia que preservará a Rusia del contagio
de Occidente y que renovará a todo el mundo.

Por último, autores como F.M. Dostoievski y A.S. Chomjakov, subrayan que la Iglesia siem-
pre se caracterizará por ser sujeto paciente de la humillación, el odio y la persecución, no
obstante nunca podrá ser destruida.

2.2. La Sagrada Escritura y la Tradición de los Padres

La firmeza del cristianismo ortodoxo en la Sagrada Escritura y la Tradición se fundamenta en


la inamovible confianza de Oriente en que el Espíritu Santo guía a la comunidad cristiana y
es el autor de las páginas sagradas71.

Esta fidelidad mira, por un lado, al pasado, ya que el Espíritu fue mostrando y haciendo
comprender la verdad a las pasadas generaciones que legaron su herencia a sus sucesores;
pero, por otro lado, mira el horizonte futuro, pues, como dice el profesor G. Florovsky, “la
tradición no es solo un principio protector, conservador; es principalmente el principio de
desarrollo y regeneración..., la tradición es la constante permanencia del Espíritu, y no solo
la memoria de las palabras. La tradición es un principio carismático, no histórico”72.

La Tradición no rivaliza con la Escritura, pues ambas contienen la misma verdad y tienen el
mismo autor, el Espíritu Santo, que inspiró a los hagiógrafos y abrió las mentes de los
miembros de la Iglesia a un verdadero entendimiento de la palabra divina. De ahí que San

69
Cf. Divo Barsotti, El cristianismo ruso…, 29-30.
70
La sofiología tuvo su origen en V.S. Soloviev (Cf. su opúsculo “La Rusia et l'Eglise Universelle”). Este tuvo tres
visiones de una mujer divina a la que más tarde llamó Sofía (Sabiduría), quien se convirtió para él en el prin-
cipio femenino del cosmos, imagen primordial de la Iglesia y de la Virgen. Sostenía que la Iglesia de Oriente
y la de Occidente estaban invisiblemente unidas y anhelaba el día en que la Iglesia fuera llevada por la sabi-
duría a la unidad total que se manifiesta en la creación (http://www.mercaba.org/DicEC/S/ sofiologia.htm;
última consulta 7-VII-2017). Otros autores más recientes, como P. Florenskij, S. Bulgakov, N. Berdiaev o V.
Lossky, también han desarrollado este pensamiento. Estos autores desarrollaron la cuestión de modo diver-
so y no siempre presentan las ideas del todo fijas. Así, por ejemplo, crea dificultad la opinión de S. Bulgakov
según el cual la Sophia Divina es una entidad intermedia entre Dios y el Mundo creado, y en ella Dios y el
mundo se unen.
71
Se debe indicar que la expresión “Sagrada Escritura” en la tradición de Oriente se ha ido ampliando con el
tiempo, haciendo referencia no solo a los escritos bíblicos, sino también a los Padres, e incluso a toda lectu-
ra no profana (T. Spidlik, La oración según la tradición del oriente cristiano…, 175).
72
G. Florovsky , The Churh of God, E. Mascall, Londres 1934, 64-65.
Una “staretz” en Westerbork 197

Gregorio de Nisa escriba: “Lo que hemos aprendido es que la Escritura inspirada ha sido es-
crita por el Espíritu Santo, pero que el propósito de la Escritura es la utilidad de los hom-
bres”73. Así es. Los padres sostienen que la Escritura, como la Encarnación del Hijo de Dios,
ha de ser un punto de referencia para el hombre, pues es un objeto central de la bondad de
Dios que desea que todos los hombres se salven. Y es que la Escritura no solo purifica o sa-
na, sino que se convierte para el monje en el alimento cotidiano 74.

Para la celebración del Encuentro Ecuménico Internacional de espiritualidad ortodoxa orga-


nizado por el Monasterio de Bose (3-6 septiembre de 2010) el Patriarca Ecuménico de Cons-
tantinopla Bartolomé I y el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias Kiril I enviaron sus men-
sajes de buenos auspicios. El primero de ellos escribió: “La Palabra de Dios es verdadera-
mente crucial en la lucha espiritual, en la medida en la que se allana el camino para el en-
ternecimiento y el arrepentimiento del corazón”. Por otro lado, el mensaje del Patriarca de
Moscú, Kirill I, subraya que “la Iglesia vive y respira de la Palabra de Dios no solo porque la
lectura del Antiguo y del Nuevo Testamento son elementos esenciales de la celebración li-
túrgica, sino también porque la misma oración eclesial está formada por la Palabra divina,
capaz de dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús, pero solo en
la potencia del Espíritu Santo –concluye el Patriarca de Moscú-, la Escritura abre nuestra
mente a la comprensión de las leyes celestes, alivia el alma y renueva el corazón del hom-
bre”75.

En los Relatos de un peregrino ruso se señala la importancia de un guía espiritual o staretz


para avanzar en la oración del corazón. Sin embargo, ¿qué ocurre si no se encuentra nin-
guno? Las Escrituras y la Tradición – que son los Santos Padres- harán de guía:
“En casos en que sea imposible encontrar uno (staretz), los mismos Santos Padres que
prescriben esto hacen una excepción. Nicéforo el Monje da instrucciones claras acerca
de ello, de este modo: ‘Durante la práctica de la actividad interior del corazón se re-
quiere un maestro auténtico y que posea un conocimiento cabal. Si no sabes de nin-
guno, debes buscarlo con diligencia. Si no lo hallas, entonces, invocando con contrición
a Dios por ayuda, saca instrucción y guía de las enseñanzas de los Santos Padres y veri-
fícalas por la Palabra de Dios expuesta en las Sagradas Escrituras’”76.

73
Gregorio de Nisa, Contra Eunomium, Lib. 3,5 (GNO II, 163).
74
T. Spidlik, I. Gargano, La spiritualità dei Padri greci e orientali, Borla, Città de Castello 1983, 147-148.
75
https://es.zenit.org/articles/el-papa-envia-su-bendicion-al-encuentro-catolico-ortodoxo-de-bose/ (última
consulta: 27-VII-2017).
76
Anónimo, Relatos de un peregrino ruso (introducción de Jean Gauvain y prólogo de Charles Krafft), 151, en:
http://www.iglesiaortodoxa.org.mx/informacion/wp-content/uploads/Relatos-de-un-Peregrino-Ruso.pdf. A
partir de ahora se citará simplemente como Relatos de un peregrino ruso.
198 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

2.3. La liturgia

Antes del siglo IV la Iglesia de Constantinopla no tenía una tradición litúrgica propia. Sin em-
bargo, poco a poco, va creando un rito en el que la influencia antioquena es determinante 77.
Este rito, que poseía ya lo esencial de sus formas actuales en el siglo IX, experimenta un
desarrollo extraordinario al traducirse a numerosas lenguas, permitiendo enraizar la liturgia
en el pueblo y dando a entender que la participación en la oración común de la Iglesia es el
signo esencial de su pertenencia al Cuerpo de Cristo.

La Iglesia ortodoxa llama mysterion a lo que la Iglesia Latina llama sacramentum, con el fin
de subrayar que la realidad espiritual está adherida a un signo perceptible por los sentidos.
Por eso, detesta la familiaridad con la que la Iglesia Latina expone y descubre lo sagrado. Se
niega a establecer reglas para la aproximación a los santos misterios o a describir la natura-
leza de lo mistérico con gran detalle. Evita dar oficialmente definiciones muy precisas, pues
desea que el misterio permanezca misterio, que no llegue a ser ni un teorema ni una institu-
ción jurídica. De ahí que la liturgia sea normalmente más solemne y larga que en la Iglesia
Occidental, pues tiene identidad en sí misma. No se trata tanto de celebrar en comunidad
como de poner el alma ante la presencia de Dios. El culto es teofánico, en el sentido que no
acentúa tanto el carácter simbólico que va narrando la historia de la salvación, sino que pre-
tende que esta aparezca casi de manera inmediata y transparente, aunque siempre velada
por medio de un respeto inmenso que cuida las distancias78.

Son los sacramentos los que abren la puerta a ver, tocar, comer, beber, oír y oler a Quien,
siendo radicalmente alteridad y trascendencia, se hace sorprendentemente cercano por la
Encarnación. Por tanto, lo realmente importante no es el discurso, el conocimiento racional
o la instrucción, sino el “llenarse de Dios” para, acogiéndole, hacerse uno e idéntico con Él,
ya que “quien contempla la luz se hace él mismo luz”79.

De entre los sacramentos, la eucaristía tiene un puesto de primera magnitud, ya que es, a la
vez, memorial y anticipación del festín del Reino que está por venir, además de sacramento
que, edificando la comunidad, la hace plenamente “ecclesia”80. Por tanto, la participación
en la vida divina y la comunitariedad eclesial son dos de las referencias fundamentales de la
Ortodoxia.

El icono es otra de las importantes mediaciones por medio de las cuales Dios se deja trans-
parentar. En ellos se expresan pictóricamente los dogmas cristianos, canalizando, a la vez,

77
O. Clement, La Iglesia de los ortodoxos…, 11. El “rito bizantino” es (de hecho, aunque no de derecho) el fruto
maduro en que cristaliza la acogida de la Verdad de la fe en los diferentes concilios ecuménicos.
78
Divo Barsotti, El cristianismo ruso…, 50.
79
Paul Evdokimov, Ortodoxia, Ed. 62, Barcelona 1969, 22.
80
J. Meyendorff, Orthodoxie et catholicité, Éditions du Seuil, Paris 1965, 20.
Una “staretz” en Westerbork 199

las demandas de experiencia religiosa. La Iglesia ortodoxa, conservando el precepto del De-
cálogo de no hacer imágenes de Dios81, aceptó a partir del II Concilio de Nicea (787) venerar
los iconos porque por medio de ellos y en ellos es posible contemplar – y conocer- a Dios en
lo representado82. Y es que el icono no es un simple parecido, sino una transfiguración, una
especie de jeroglífico, símbolo estilizado o escena abstracta penetrados por la luz divina 83.
De hecho, la terminología que acompaña al icono revela su carácter especial. En ruso no se
“pinta” un icono, sino que se escribe (pisat ikonu); por lo tanto los iconos se leen. Una per-
sona no lleva un icono a ningún sitio, sino que este visita un lugar. Y un icono perdido no se
encuentra, sino que este aparece 84.

Además, el axioma escolástico Deus non alligatur sacramentis, Dios no está ligado por los
sacramentos, Dios está por encima de los sacramentos, que tiene un origen occidental, tra-
duce muy bien el espíritu oriental. El materialismo sacramental es desconocido de los Pa-
dres griegos y esto nos recuerda que cuidar la Palabra de Dios es tan importante como acer-
carse a los santos misterios. Orígenes escribe, al hablar de las precauciones de que se rodea
a la Eucaristía: “Si, cuando se trata de su Cuerpo, se toman con justicia tantas precauciones,
¿por qué querríais que la negligencia con respecto a la Palabra de Dios merezca un castigo
menos grave que el de su Cuerpo?”85.

2.4. La ascesis como posibilidad de una vida espiritual

La vida espiritual no es un estado, sino más bien una relación. Es por eso que desde siempre
la mística ortodoxa ha expresado el dinamismo de la espiritualidad. Y aunque es cierto que
la distinción entre las tres vías ha llegado a ser clásica para los occidentales, su origen es
oriental y se remonta al Pseudo-Dionisio. Por otro lado, San Basilio y San Casiano distinguen
entre los debutantes, los iniciados y los perfectos, mientras que los Maestros de la Escuela
de Alejandría y Diodoro de Foticea mencionan tres tipos de cristianos:

- El eisagogikós, que es el que ha comenzado y practica las virtudes (práxis).

81
Cf. Ex 20, 4.
82
“La tradición ortodoxa…declara que, a través del icono, es la manifestación de la persona y de la hipóstasis
divina lo que se desvela, y son dejados de lado o en penumbra los detalles exteriores que caen bajo los sen-
tidos. De todos estos detalles exteriores solo se conservan los estrictamente necesarios para reconocer la
historicidad de un hecho o la dimensión espiritual de la persona de un santo” (Dimitrios I, Encíclica en el XII
centenario del II Concilio de Nicea (14.11.198), 13).
83
Cf. Un monje de la Iglesia de Oriente, Introducción a la Espiritualidad Ortodoxa, Lumen, Buenos Aires, 1989,
versión digital en: www.mercaba.org/Enciclopedia/I/introduccion_a_la_espiritualidad_ortodoxa.htm (últi-
ma consulta: 10-VI-2017).
84
Cf. Leonid A. Uspenski, Teología del icono, Sígueme, Salamanca 2013,9.
85
Orígenes, Hom. 13,3: PG 12,391.
200 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

- El mésos, el del medio, que se dedica más particularmente a la contemplación (theo-


ría) de Dios en los seres y en las cosas y al control de las pasiones (apatheía).
- El teleíos, el perfecto, cualificado para el verdadero conocimiento experimental de
Dios (theología)86.

Al inicio del itinerario se hace más necesaria la ascesis, es decir, una continua lucha contra
las tendencias a no seguir adelante en el proceso de una progresiva iluminación y adquisi-
ción de dones. No se trata tanto de una práctica de virtudes como un proceso de simplifica-
ción de la vida que conduce a la apathía o mortificación de las propias pasiones con el fin de
ganar en libertad y en unidad.

Una vez que se ha conseguido vencer las pasiones más groseras y evidentes, todavía debe
disponerse a un segundo combate: la lucha contra los pensamientos o vigilancia 87. Estos, en
palabras del obispo y padre espiritual ruso Teófano el Recluso, “se agolpan de un lado a otro
como mosquitos que revolotean, y las emociones siguen a los pensamientos” 88. El enemigo
se comporta como un hábil comerciante, capaz de seducir los ojos espirituales con una mer-
cadería detrás de otra. Cuando uno comienza a desear una de esas mercaderías, comienza
el camino de la autodestrucción. En una de sus homilías Pseudo Macario el Grande dice:
“La verdadera base de la oración reside en controlar los pensamientos en medio de una
gran paz y tranquilidad, a fin de evitar los obstáculos exteriores. El hombre deberá, en-
tonces, combatir, talar en el bosque los pensamientos malvados que lo rodean, impul-
sarse hacia Dios sin ceder ante la voluntad de sus pensamientos, sino, por el contrario,
en medio de su dispersión, reunir los pensamientos malvados con los naturales. El alma,
bajo el peso del pecado, avanza como a través de un río invadido por cañaverales, como
a través de una espesura de arbustos y de zarzas. Aquel que quiere atravesarlo debe ex-
tender las manos y, penosamente, separar por la fuerza el obstáculo que lo aprisiona.
Así, los pensamientos del poder enemigo envuelven al alma. Es necesario, pues, un gran
celo y una extensa atención de espíritu para reconocer los pensamientos intrusos del po-
der enemigo”89.

86
Cf. Un monje de la Iglesia de Oriente, Introducción…, www.mercaba.org/Enciclopedia/I/introduccion
_a_la_espiritualidad_ortodoxa.htm (última consulta: 10-VI-2017).
87
En la espiritualidad ortodoxa la vigilancia consiste en prestar atención a los pensamientos que asaltan a la
mente, para minimizar la dispersión y la turbación que producen en la persona. Así, Filoteo del Sinaí expresa
que “la sobria vigilancia ilumina y purifica de entrada a la conciencia” (Philocalie des Pères Neptique vol. VII,
Abbaye de Bellefontaine, Bégrolles-en-Mauges 1996, 24, 116). La vigilancia es la puerta de acceso a la hesi-
quía, es decir, a la paz, la calma, y la ternura y dulzura permanente del corazón (Cf. Javier Melloni Ribas, Los
caminos del corazón. El conocimiento espiritual de la Filocalia”, Sal Terrae, Santander 1995, 21).
88
Citado por John B. Dunlop, Amvrosij di Optina, Qiqajon, Magnano 2002, 12-39.
89
Hom 6: PG 34, 520b.
Una “staretz” en Westerbork 201

Los padres de la Iglesia oriental y los starcy rusos invitan, con el fin de vivir una experiencia
religiosa genuina, a estar con la mente en el corazón 90. Para ello se hace necesario un traba-
jo sutil de atención ya desarrollado por el hesicasmo de los siglos XIII y XIV. Se trata de un
combate contra los pensamientos que asaltan al corazón: “La atención debe ir inseparable-
mente ligada a la oración... Si, gracias a la atención, conservamos pura la oración, entonces
progresaremos”91. Nicéforo el Solitario, maestro de Gregorio Palamas, abunda en esta acti-
tud de estar atentos:
“La atención es el comienzo de la contemplación o, más bien, su condición necesaria:
porque por medio de ella, Dios se aproxima y se revela a la mente. Atención es la sere-
nidad de la mente o, dicho de otro modo, es mantenerse imperturbable, sin divagacio-
nes en el don de la misericordia divina. Atención significa detener los pensamientos, es
la morada del recuerdo de Dios y la casa del tesoro donde yace el poder de resistir todo
lo que pueda venir”92.

Asimismo, será Máximo el Confesor, en su Libro ascético, quien señale tres vías para llegar a
servir a Dios con toda la mente: el amor (relación con los demás), la continencia (relación
con uno mismo) y la oración (relación con Dios) 93.

Y será gracias a la vigilancia del corazón que se llegue a la humildad, que ha sido camino y
meta de todo progreso espiritual: “Explorad los más escondidos meandros de los oscuros
laberintos que rodean las luminosas profundidades de vuestro corazón, y extirpad el orgullo
como una mala hierba doquiera la encontréis (…) Solo la humildad es el camino de la alegría,
la puerta de la unión bienaventurada: la intimidad con Dios...” 94 Además, el espíritu recibirá
la revelación de la Luz divina y alcanzará la divinización de la totalidad del ser humano95,

90
“Es necesario, pues, que el asceta descienda de la cabeza al corazón. No se le pide que abandone su capaci-
dad intelectual –también la razón es un don de Dios-, sino que descienda con la mente al corazón. Él enton-
ces desciende al corazón –primero a su corazón natural, y por él hasta el corazón “profundo”-, en aquella
“celda interior” del corazón que no es más de carne. Aquí, en la profundidad del corazón, él descubre ante
todo el “espíritu semejante a Dios”, que el Espíritu Santo ha implantado en el hombre en el momento de la
creación, y con tal espíritu llega a conocer al Espíritu de Dios, que habita en lo íntimo de cada cristiano desde
el día del bautismo, si bien la mayor parte de nosotros no es consciente de su presencia” (Palabras de K. Wa-
re en la introducción de Igumen Chariton, The Art of Prayer: An Orthodox Anthology, Faber and Faber, Lon-
don 1973).
91
Opúsculo sobre la oración atribuido a Simeón el Nuevo Teólogo, Vol. XI, 264.
92
Cf. Antonio Rigo (ed.), Silencio y quietud: místicos bizantinos entre los siglos XIII y XV, Siruela, Madrid 2007,
51. También Simeón el Nuevo Teólogo en la misma obra, pág. 49.
93
Cf. Divo Barsotti, Cristianismo ruso, Sígueme, Salamanca 1966, 36-37.
94
Serafín de Sarov, Macario de Optina et al., Espiritualidad rusa, selección de Divo Barsoti, Rialp,
Madrid 1965, 75-76.
95
Cf. Javier Melloni, La sabiduría de la Filocalia…
202 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

llegando así a la plenitud de una vida unificada o “monotropos”, es decir, una vida según la
naturaleza, según su fin96.

2.5. La oración y la contemplación

Muy unida a la ascesis se halla la oración, ya que en Oriente esta es un tipo de aquella en el
sentido de que, lejos de la familiaridad occidental, el orante ortodoxo se mantiene en ado-
ración ante el Cristo de la liturgia, el Cristo Juez, el “Pantocrator”. Es casi una profanación
hablar del Jesús amigo o hermano del hombre, de ahí que se tiende a alejar a Jesús más que
a acercarle a la vida cotidiana. No se trata tanto de imitar a Cristo como de vivir en Él. Inclu-
so los iconos de la Virgen son un símbolo de su maternidad divina y santidad, evitando acen-
tuar su humanidad de mujer97.

Por otro lado, se ha de apuntar la distinción entre oración y contemplación. La primera ha


sido definida por la tradición oriental como la petición de los bienes convenientes 98, o ele-
vación de la mente a Dios99 o coloquio con la divinidad. Será Teofanes el Recluso quien, te-
niendo en cuenta el carácter antropológico de la Ortodoxia, realice una clasificación de los
diferentes grados de oración dependiendo de la estructura que más entra en juego. Así ha-
bría cuatro escalones:

1) Oración corporal o vocal (telesnaja, molitvoslovnaja).


2) Oración mental (umnaja).
3) Oración del intelecto y del corazón; o solo del corazón o del sentimiento (umnosser-
decnaja, serdecnaja, cuvstva). Este es el terreno del hesicasmo.
4) Oración espiritual o contemplación (duchovnaja, sozercatelnaja)100.

Para alcanzar el último grado (contemplación) se hace necesario pasar por la oración de
simplicidad o de mirada simple, que consiste en ponerse en presencia de Dios y permanecer
un momento ante Él, guardando un silencio interior tan perfecto que sea posible centrarse
solo en la divinidad, quedando unificados la multiplicidad de pensamientos y de sentimien-
tos, estando en calma, sin palabras y sin discursos interiores 101, es decir, la hesykhía sería

96
El Pseudo-Dionisio indica que el monje es llamado a una vida sin división alguna (Jerarquía ecclesiástica 6,3,
PG 3,532d.).
97
Divo Barsotti, El cristianismo ruso…, 48-49.
98
Cf. Basilio, Hom. in mart. Julittam 3, PG 31, 244a.
99
Cf. Evagrio Póntico, De orat. 35, PG 79, 1173.
100
T. Spidlik, La doctrine spiritualle de Theóphane le Reclus. Le Coeur et l'Esprit (OCA 172), Roma 1965, 244.
101
Cf. A. Guerra, “Introducción”, en: STRANNIK (trad.), El peregrino ruso, Espiritualidad, Madrid 2005, 22-21. Y el
obispo Teófano, en términos más teóricos pero igualmente líricos, se expresa así: “La sensación de incom-
pleto y de insatisfacción que nos turbaba antes que hubiera accedido a nuestro corazón el fuego espiritual,
el imparable vagabundeo de los pensamientos a los cuales estábamos sujetos: todo esto ahora desaparece.
La atmósfera del alma es ahora clara y libre de nubes: permanece un solo y único recuerdo, el de Dios. Hay
claridad en nosotros y fuera de nosotros, y gracias a esta claridad podemos notar todos los movimientos y
Una “staretz” en Westerbork 203

uno de los umbrales de la contemplación oriental. Esta palabra, que procede de hesthai o
estar sentado, significaría permanecer en calma, de hecho, ya en Vitae Patrum hace refe-
rencia a la manera de vivir a la que se llega una vez que se ha vencido al desorden, la agita-
ción y la pasión. Presupone la soledad, el silencio interior y exterior o amerimnia102, el desa-
pego de los pensamientos y de las palabras apasionadas o nepsis103, la disposición para re-
chazar rápidamente los pensamientos intrusos o antirrhesis104, la atención o prosoché105 y la
aplicación de unos métodos especiales de oración que tienen en cuenta las condiciones am-
bientales exteriores, las posturas corporales, así como la respiración 106. Los Relatos de un
peregrino ruso ofrecen los textos base de esta oración interior del corazón:

“Por eso, vosotros, las gentes sencillas, no debéis leer los libros de los Padres en el or-
den que están puestos aquí. Esta es una disposición conforme a la teología; pero aquel
que no es instruido y desea aprender la oración interior en la Filocalía, debe practicar el
orden siguiente: primero leer el libro del monje Nicéforo (en su segunda parte); segun-
do, el libro de Gregorio el Sinaíta entero, salvo los capítulos más cortos; tercero, las
tres formas de oración de Simeón el Nuevo Teólogo y su Tratado de la Fe; y cuarto, el
libro de Calixto e Ignacio. En estos textos cualquiera puede encontrar la enseñanza
completa de la oración interior del corazón. Si quieres un texto todavía más inteligible,
lee en la cuarta parte el modelo abreviado de oración de Calixto, patriarca de Constan-
tinopla”107.

Es precisamente el monje Nicéforo quien muestra cómo avanzar en el camino del hesicasmo
mediante el método de la “oración de Jesús”, repitiendo a modo de mantra el nombre de
Jesús108, quien se convierte en interlocutor en el vacío que se crea al acallar el pensamiento.
Para este santo la repetición del nombre del Salvador es el modo de abrir las puertas del
corazón:

los podemos juzgar en base a nuestros méritos en la luz espiritual que proviene del Señor, objeto de nuestra
contemplación. Cada pensamiento y sentimiento malvado que asalta al corazón encuentra una firme oposi-
ción en cuanto se acerca y es rechazado”.
102
La soledad y el silencio interior crean el caldo de cultivo adecuado para seguir más adentro, pero no hacen
al hesicasta ya que, como dirá Nicodemos el Hagiorita, promotor de la espiritualidad hesicasta, cada cual
lleva en su interior un discurso con el que razona, compone obra, realiza juicios y lee libros enteros sin mo-
ver los labios (Cf. Nicodemo el Hagiorita, Enchiridion 10, s.l. 1801, 157).
103
Cf. Hesiquio de Batos, Centurias 1,1, PG 93, 1480d.
104
Cf. T. Spidlik, La oración según la tradición del oriente…,389-390.
105
“La atención en busca de oración encontrará la oración, porque si hay algo que persigue la oración, es la
atención” (Evagrio, PG 40, 1233b).
106
Cf. T. Spidlik, La oración según la tradición del oriente…, 49.
107
Relatos de un peregrino ruso, 38.
108
Cf. Cebriá Pifarre i Clapés, “Aspectos de la oración de Jesús”, en: La Província cartoixana de Catalunya: la
Cartoixa de Montalegre. Actes del XXIII Congrés Internacional sobre la Cartoixa (5-8 de maig de 2005), Bar-
celona 2006, 44.
204 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

“Vosotros sabéis que en todo ser humano el hablarse internamente depende del pecho.
Así, pese a estar nuestros labios silenciosos, es en el pecho donde conversamos y ha-
blamos a nosotros mismos, rezamos, cantamos salmos y hacemos muchas otras cosas
de mayor inconveniencia. Entonces, habiendo ahuyentado todo pensamiento de este
conversar interno (lo que puede hacerse si se lo desea), dadle al pecho la siguiente cor-
ta oración: ‘Señor, Jesús Cristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí’ – y forzadla, a pe-
sar de cualquier otro pensamiento, para tener solamente este sonido adentro”109.

Con esta práctica lo que se busca es alcanzar el ideal cristiano de un permanente estado de
oración (katastasis) que recibe el nombre de “oración del corazón”, ya que es precisamente
el corazón el que da estabilidad a la diversidad de acciones de cada día 110. Y esta búsqueda
del propio corazón ya se encuentra en Evagrio 111, en Diádoco de Foticé112, en Juan Climaco,
en Máximo el Confesor y en Simeón el Nuevo Teólogo, aunque luego se perdiera hasta que
Gregorio el Sinaíta llegara al monte Athos, donde la aprendería el staretz Nilo Sorski (1433-
1508), quien la introdujo en Rusia.

Más allá de la hesykhía viene la contemplación o la unión extática, muy bien descrita por los
Padres del Desierto y el Pseudo-Dionisio. La unión transformante o matrimonio espiritual es
un modo característico de expresar la experiencia de la comunión con Dios que conduce a la
deificación. Por tanto, no es sinónimo de especulaciones intelectuales muy elevadas, ni de
una interiorización extraordinaria propia solo de personas elegidas 113. Se trataría, más bien,

109
Nicéforo Athonita, “Tratado de gran utilidad sobre la custodia del corazón”, en: Antonio Rigo (ed.), Silencio
y quietud…, 61. Se puede ver la aportación de Nicéforo en lo que se refiere a la “oración de Jesús” en O. Sa-
vin, La vía del peregrino. La mística de la oración Continua del Corazón, Arca de sabiduría, Buenos Aires
20014, 26. Los Relatos de un peregrino ruso ofrecen también una definición de la oración de Jesús: “es la in-
vocación continua e ininterrumpida del nombre de Jesús con los labios, el corazón y la inteligencia, en el sen-
timiento de su presencia, en todo lugar y en todo tiempo, aun durante el sueño. Esa oración se expresa por
estas palabras: ¡Señor Jesucristo, tened piedad de mí!” (Relatos de un peregrino ruso, 19).
110
La búsqueda de esta oración continua marcó el inicio del itinerario del peregrino ruso: “Por la gracia de
Dios soy hombre y soy cristiano; por mis actos, gran pecador; por estado, peregrino de la más baja condi-
ción, andando siempre errante de un lugar a otro. Mis bienes son: a la espalda, una alforja con pan duro, la
santa Biblia en el bolsillo y basta de contar. El domingo vigesimocuarto después de la Trinidad entré en la
Iglesia para orar durante el oficio; estaban leyendo la epístola de San Pablo a los Tesalonicenses, en el pasa-
je en que está escrito: Orad sin cesar. Estas palabras penetraron profundamente en mi espíritu, y me pre-
gunté cómo es posible orar sin cesar, siendo así que todos debemos ocuparnos en diversos trabajos a fin de
proveer a la propia subsistencia” (Relatos de un peregrino ruso, 14).
111
“El trabajo manual, las vigilias y el ayuno no nos están mandados en todo tiempo; pero es una ley que ore-
mos sin cesar… La oración, en efecto, hace a nuestro espíritu robusto y duro para la lucha…” (Evagrio Pónti-
co II, 49. Según Hausherr, “Traité de l’oraison d’Evagre le Pontique”, Acétique et Mystique XV (1934) 53).
112
“Quien quiera echar de sí todo mal humor no se ha de contentar con orar un poco y de cuando en cuando,
sino que se ha de ejercitar en la oración en espíritu” (Diádoco de Foticé, Cien capítulos sobre la vida del espí-
ritu, cap. 59).
113
Cf. Un monje de la Iglesia de Oriente, Introducción…, www.mercaba.org/Enciclopedia/I/introduccion
_a_la_espiritualidad_ortodoxa.htm (última consulta: 10-VI-2017).
Una “staretz” en Westerbork 205

de la iluminación por la luz tabórica (gracia del Espíritu Santo) o la visión y conocimiento de
Dios.

En todo este recorrido la persona experimenta variedad de emociones y sentimientos espi-


rituales como el calor, la paz, la alegría, las lágrimas… siendo este último el más estudiado
en Oriente. Juan Casiano ofrece la primera clasificación que se conoce sobre el fenómeno
de las lágrimas. Su origen es diverso, pues no solo nacen del sentimiento espiritual, sino
también por el recuerdo y el deseo del cielo, por el temor del infierno. Asimismo, existen
lágrimas que se derraman por causa del pecado ajeno o de los justos aplastados por el mal
del mundo114.

Para los antiguos orientales, lágrimas y compunción iban juntas, por ello terminaron signifi-
cando casi lo mismo. Así, Doroteo de Gaza pregunta a Barsanufio si existe compunción
(penthos) sin lágrimas. Este le explica el proceso que las relaciona: una vez que se ha venci-
do la propia voluntad, los pensamientos se recogen, y una vez recogidos engendran en el
corazón la compunción, y la compunción las lágrimas115.

2.6. La participación del cuerpo en la vivencia espiritual

Basilio, gran defensor de la oración corporal, invita a considerar “cómo las fuerzas del alma
influyen sobre el cuerpo y cómo los sentimientos del alma dependen del cuerpo” 116. Siglos
más tarde, José de Volokolamsk comenta: “Comencemos por preocuparnos de una conser-
vación correcta de nuestro cuerpo y de nuestros miembros; después consideremos la custo-
dia interior del corazón y del espíritu”117. Así, la “oración a Jesús” tiene en cuenta el ritmo
respiratorio como ayuda a quienes comienzan a practicarla 118.

Asimismo, la propuesta orante de G. Palamas tiene dos posibles formas: o bien se ora ade-
cuando las palabras a la respiración, poniendo la atención en la región del corazón; o bien se
centra la atención en la zona del ombligo 119. Y, en general, todo el movimiento hesicasta, en

114
Cf. J. Casiano, Concl. XX, 7,1-2. También se puede consultar Gregorio de Nisa, De Beatit. III (PG 44, 1224A).
115
Cf. San Doroteo de Gaza, Conferencias, 71, en: www.franciscanos.net/patristica/textos/doroteo.htm (última
consulta: 14-VII-2017).
116
Hom. In illud, Attende tibi ipsi 7, PG 31, 216b.
117
Regla monástica, en Makarij, Velikija Minei Cetii, t. de septiembre, s.Petersburgo 1868, col 506; Joseph de
Volokolamsk 107.
118
Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos sobre algunos aspectos de la meditación
cristiana, (15-X-1989), nº27.
119
Esta técnica, burlonamente llamada por Barlaam “omphaloscopia” (mera contemplación del ombligo), se
asemeja mucho a las tradiciones del lejano oriente: el yoga hindú o el dhikr musulmán (Cf. A. Bravo, Bizan-
cio..., Akal, Madrid 1997, 115). Sin embargo, esta no es una mera técnica corporal, sino que debe compren-
derse dentro de una comprensión cristológica de la vida humana en su totalidad. Es decir, aunque la
“hesychia” busca una especie de “apatheia” o silencio espiritual, paz del corazón o estado de oración perpe-
tua sin palabras, el encuentro con Cristo o en Cristo sigue siendo el norte de la brújula.
206 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

su deseo de alcanzar la quietud del alma, pone su atención en la quietud corporal, conce-
diendo relevancia a la postura física, a la respiración, a los latidos del corazón, al silencio, a
la repetición de palabras, a la alimentación…120 Así, por ejemplo, Nicéforo el Solitario expli-
caba la importancia de la respiración por la cercanía de los pulmones con el corazón. Los
conocimientos de anatomía de entonces entraban en juego para obtener lo más deseado, la
comunión con la divinidad:

“Vosotros sabéis que nuestra respiración es la inhalación y exhalación del aire. El ór-
gano que sirve para esto son los pulmones que rodean al corazón, de manera que el ai-
re que circula por ellos envuelve de paso al corazón. Esta respiración es, por consi-
guiente, el camino natural hacia el corazón. Por lo que, habiendo reunido vuestras
mentes dentro de vosotros mismos (lo que también es atención), conducidla hacia el
canal respiratorio a través del cual el aire llega al corazón y, junto al aire inhalado, for-
zad la mente a descender dentro del corazón y mantenedla allí...”.

Y en los Relatos de un peregrino ruso el staretz enseñaba este tipo de oración con los textos
de la Filocalia, entre los que estaban los de Simeón el Nuevo Teólogo:

“Abrió el starets la Filocalía, eligió un pasaje de San Simeón el Nuevo Teólogo y comen-
zó: ‘Permanece sentado en el silencio y la soledad, inclina la cabeza y cierra los ojos;
respira suavemente, mira por la imaginación en el interior de tu corazón, recoge tu in-
teligencia, es decir, tu pensamiento, de tu cabeza a tu corazón. Di, al ritmo de la respi-
ración: “Señor Jesucristo, ten piedad de mí”, en voz baja, o simplemente en espíritu. Es-
fuérzate en echar fuera todos los demás pensamientos, sé paciente y repite a menudo
este ejercicio’”121.

Por otro lado, en la tradición oriental se dan también una serie de inclinaciones, genuflexio-
nes y postraciones más o menos espontáneas y que se realizan de manera diversa: ponien-
do la mano derecha en el suelo, doblando las dos rodillas para apoyar las dos manos y la
cabeza en el suelo, besando la tierra… etc. Estas genuflexiones, llamadas metanías, eran
empleadas especialmente con motivo penitencial. Así, Teodoro Estudiata imponía diez me-
tanías a quien hubiera salido más de una vez de la iglesia sin avisar122.

120
Esta clave de la espiritualidad ortodoxa se asemeja a las técnicas del yoga o del zen (Cf. An-
dré Bloom, “Contemplation et ascése: contribution orthodoxe”, en VVAA, Technique et Contemplation, Étu-
des Carmélitaines, Brujas 1949, 49-67). De ahí que se relacione la No-dualidad del Vedanta hindú y el hesi-
casmo ya que tanto los místicos cristianos como los yoghis hindúes tenderían a la no-dualidad, practicando
formas eficaces para sosegar la mente y entrar en un silencio transformante y atento (Cf. J. Vigne, “No-
dualidad y Mística Cristiana: Vedanta y Hesicasmo”, en: www.fundacionpurusa.org /EXTRACTO5b.PDF).
121
Relatos de un peregrino ruso, 21.
122
Cf. Epitimia 13 y 27, PG 99, 1736.
Una “staretz” en Westerbork 207

2.7. La sinergia o cooperación entre Dios y el ser humano para el amor

Uno de los peligros que algunos autores ven en la espiritualidad ortodoxa es el poco espacio
que se le concede al amor. Es como si el alma rusa, al sentirse tan atraída por la Belleza Su-
prema y al dejar escondida la humanidad de Jesús en favor de su divinidad, encontrase más
dificultades o más tentación en hacer efectiva y menos abstracta esa relación viva con Dios
en la cotidianidad123.

No obstante, no se puede decir que la espiritualidad ortodoxa confunda “contemplación”


con “perfección”. La perfección es caridad, es amor. Una vida contemplativa que llega al
ejercicio de la caridad al grado supremo (culmen caritatis) será, precisamente por eso, ple-
namente perfecta (culmen perfectionis)124. Será un fin en sí misma y merecerá la ofrenda de
toda una vida. Los santos Calixto e Ignacio Xantopoulos, en esta línea, explican el nexo entre
oración, paz y caridad basándose en la Escritura:

“El principio de toda actividad agradable a Dios es la invocación, llena de fe, del nombre
salvador de nuestro Señor Jesucristo. Es él quien nos ha dicho: ‘Sin mi nada podéis hacer’
(Jn 15, 5); después le sigue la paz, pues es necesario «orar sin ira ni discusiones’ (1
Tim 2, 8), y luego la caridad, porque ‘Dios es amor, y el que está en el amor está en
Dios, y Dios en él’ (1 Jn 4, 16). La paz y la caridad no solo hacen la oración agradable a
Dios, sino que, a su vez, ellas nacen de la oración, tal como rayos divinos gemelos, y por
ella crecen y se consuman”125.

Por todo esto, la tradición ortodoxa contrapone la philautía - amor propio de los iniciados- a
la philanthropía- amor por todos los hombres y todas las cosas, propio de los avanzados.
Este, que es recibido como don, es el gran signo de la divinización del hombre, porque amar
de este modo solo puede ser una cualidad de Dios. Como dice Juan Clímaco:
“Por su cualidad misma, el amor es la semejanza con Dios, en la medida en que le es
permitido a los mortales. Por su energía, el amor es la embriaguez del alma. Por su natu-
raleza, el amor es la fuente de la fe, abismo de paciencia, mar de humildad”126.

Y en este punto el ser humano no cuenta, como no podía ser de otra manera, solo con sus
fuerzas, ya que la incorporación del hombre a Cristo y su unión con Dios requieren la coope-
ración de dos fuerzas desiguales pero igualmente necesarias: la gracia divina y la voluntad
humana. La voluntad (y no el entendimiento o el sentimiento), es el instrumento humano
de la unión con Dios. No puede haber unión íntima con Dios si nuestra propia voluntad no

123
Divo Barsotti, El cristianismo ruso…, 51.
124
Cf. Un monje de la Iglesia de Oriente, Introducción…, www.mercaba.org/Enciclopedia/I/introduccion
_a_la_espiritualidad_ortodoxa.htm (última consulta: 10-VI-2017).
125
AAVV, La Filocalia, versión digital: companerosdejesus.es/Varios%20-%20La%20Filocalia.PDF
126
Citado por Calixto e Ignaio Xanthopouloi, Philocalie…I, 195.
208 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

es sumisa y conforme a la suya 127. El Oriente cristiano no padeció las crudas controversias
en torno a la gracia, sino que este concepto (jaris, χαρις) mantuvo sus matices originales de
belleza luminosa, regalo, serenidad, armonía. De ahí que Orígenes enseñe que la gracia for-
talece la energía de la voluntad sin destruir la libertad o Clemente de Alejandría use la pala-
bra sinergia (συνέργεια) para expresar la cooperación o la combinación de estas dos ener-
gías: la gracia y la voluntad humana 128.

El eros en Dios llama al eros de cada persona, y esta se vuelve capaz de curar y convertirse
en portadora del Espíritu. La unión o sinergia de voluntades se convertirá en el amor divino
en cada persona, transformándola en cauce de bienaventuranza para los demás 129.

Lo dicho hasta aquí conduce a la reflexión sobre el compromiso ético de la Ortodoxia con la
realidad social, pues normalmente se ha relacionado a la Iglesia de Oriente con la paz y ar-
monía de los monjes del Monte Athos, como si la contemplación profunda fuera incompati-
ble con el ruido, la complejidad y la conflictividad de la vida social. Y en cierto modo, en oca-
siones, fue así porque se subrayó más la fuga del mundo, la dedicación a la liturgia y se dejó
en manos del Estado la atención a los ciudadanos con necesidades 130.

Sin embargo, no se debe olvidar la fuerte convicción ortodoxa de la interrelación e interde-


pendencia de todo lo existente y de que la salvación se produce no fuera de la comunidad,
sino dentro de la misma. La vivencia ética de los cristianos orientales es consecuencia de su
experiencia eucarística, pues este banquete sagrado fortalece la dimensión corporativa de
la asamblea y de esta con el mundo. Antes de la proclamación del símbolo de fe, el cele-
brante exhorta al pueblo a amarse mutuamente, pues solo así será posible confesarlo. Así,
se pone de manifiesto que una vida compasiva y una fe firme en Dios son dos caras de la
misma moneda y, por eso, mientras se canta el Credo, los celebrantes se dan unos a otros el
beso de paz y dicen: “Cristo está en medio de nosotros”.

Por otro lado, un cristiano que vive en paz y unidad con su prójimo contribuye a la hospitali-
dad y comparte sus bienes con los más desfavorecidos. La caridad privada, de hecho, no
127
“Tú no has querido ni sacrificio ni oblación… He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (Hb 10,5-
9).
128
Cf. Un monje de la Iglesia de Oriente, Introducción…, www.mercaba.org/Enciclopedia/I/introduccion
_a_la_espiritualidad_ortodoxa.htm (última consulta: 10-VI-2017). Ver también el capítulo “Vía de la unión”
en V. Lossky, Teología mística de la Iglesia de Oriente, Herder, Barcelona 2009, 146-160. Yannis Spiteris cita
en su obra Salvación y pecado en la tradición oriental: manual de teología ortodoxa a A. Jevtic: “El hombre
es imagen y semejanza de Dios solo desde una libre y estrecha sinergia con Dios, o sea, en la cooperación en-
tre la gracia increada del prototipo, que es Dios, y la libertad creada de la imagen, que es el hombre” (A. Je-
vtic, L´infinito camino. Umanazione di Dio e deificazione dell´uomo, Servitium-Interlogos, Schio 1996, 272).
129
Cf. Jovan Milanovid, “La actualidad de la teología de San Gregorio Palamas”, Instituto Saint Serge, Paris, en:
www.iglesiaortodoxa.es/biblioteca/2010_conferencia_p_%20jovan_milanovic_teol_palama_castellano.pdf
(última consulta: 17-VI-2017).
130
Divo Barsotti, El cristianismo ruso…, 41.
Una “staretz” en Westerbork 209

excluye la cooperación más estructurada por medio de hospitales, orfanatos, hogares para
pobres y ancianos 131. Y, aunque las acciones caritativas se vieron, en ocasiones, obstaculiza-
das por las condiciones políticas, nunca decayeron. Por ende, a mediados del siglo XIX, la
Iglesia rusa incidió en la responsabilidad social de los cristianos, siendo los eslavófilos los
grandes pioneros en este campo.

Aun así, existe una marcada distinción entre las actitudes de Oriente y Occidente hacia la
cuestión social. Para los ortodoxos, la Iglesia es la levadura en la masa que gradualmente la
transforma desde dentro cambiando los corazones y las mentes de sus miembros. La Iglesia
en Oriente se identifica con todos sus miembros, no solo con su clero y sus teólogos; las
comunidades cristianas se viven en comunión, no les es indiferente las condiciones sociopo-
líticas pero no tienden a predicar sobre estos temas ni a hacer manifestaciones públicas; se
prefiere trabajar entre bastidores y ofrecer resistencia pasiva a las políticas anticristianas
más que oponerse a los dirigentes abiertamente.

Es cierto, también, que el sentimiento nacional de los creyentes ha hecho que, en más de
una ocasión, los intereses religiosos se hayan subordinado a las ambiciones nacionales. A
veces, la excesiva atención por la belleza del culto ha sido a costa de otros aspectos de la
vida eclesiástica132, pero siempre ha permanecido el vínculo entre la creencia de la Encarna-
ción, que revela la capacidad de la materia para ser vehículo de divinidad, y su conducta
personal y social.
2.8. El cosmos creado bueno, profundo y armónico

Para la teología ortodoxa el mal no tiene subsistencia, pues simplemente es una corrupción
de las cosas buenas: “El mal consiste en esta mala alteración que lleva a la corrupción de la
cosa buena (…) Por tanto, aun siendo el mal un no ser, sí puede causar momentáneamente
cualquier tipo de sufrimiento en los seres buenos” 133. Su origen habría que ubicarlo en el
amor a sí mismos que se continúa en el tiempo por el vicio del orgullo:

“No existe un mal mayor que el amor de sí mismo... Y el coronamiento de todos los vicios
es el orgullo, el cual no solo consigue hacer caer a los hombres del cielo, sino también a
los ángeles, envolviéndolos en tinieblas, en lugar de luz”. Y también: “Ninguna pasión es
más ridícula que el amor por el dinero, la raíz de todos los males. Y ninguna pasión es
más odiosa que el orgullo”134.

Es decir, el orgullo es la culminación de un amor por uno mismo que había empezado con
ingenuidad pero que termina con la idolatría de los propios deseos, absolutizando el “yo” y

131
Cf. T. Spidlik, M. Tenace, R. Cemus, El monacato en el Oriente…, 224-225.
132
Cf. Divo Barsotti, El cristianismo ruso…, 40.51.
133
N. Matsoukas, Teologia Dogmatica e Simbolica, ED, Roma 1996, II, 111.
134
Hesiquio de Batos, Philocalie…III, 202, p.82.
210 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

despreciando todo lo que al alma le lleva a un encuentro generoso con el otro y el Otro. Y
este desprecio por la alteridad causa con frecuencia el surgimiento de víctimas inocentes o,
al menos, la omisión de una ayuda necesaria.

Por otro lado, el monacato de Oriente insiste en la presencia de Dios en el interior de los
seres: “El Señor habita en el contemplativo a través del conocimiento verdadero que este
tiene de los seres”135. De ahí que se hable de las “razones (logoi) de las cosas”. Esta expre-
sión de tradición estoica hace referencia a la esencia interna o logos que da consistencia o
estructura inmanente a todo lo que existe136. Así, un signo de madurez espiritual es, de he-
cho, penetrar en este logos.

Máximo el Confesor afirma que “el Reino de los Cielos es la comprensión del puro conoci-
miento de los seres según sus propias razones (logoi), este conocimiento que está en Dios
antes de los siglos” 137. Y Elías el Ecdicos, cinco siglos más tarde, escribe: “Las razones (logoi)
de lo incorporal son como el armazón óseo que está recubierto por la piel de lo sensible. Na-
die que no se haya liberado de su inclinación apasionada por lo sensible podrá verlas…” 138.

Asimismo, se ha de resaltar que la comprensión ortodoxa de la creación implica la unidad y


la armonía entre todos los seres. Y es que mientras que en Occidente se subrayó la biena-
venturanza personal en la visión de Dios, para Oriente el último término al que debe tender
tanto el hombre como todo el cosmos es la absorción en la unidad divina en la parusía. Por
tanto, la divinización no es exclusivamente la perfección última del hombre, sino la razón
última y finalidad suprema de toda la creación 139.

Este planteamiento ha estado en ocasiones bajo sospecha de panteísmo, sin embargo, el


mundo ortodoxo diferencia entre Dios y su obra. Se trata más bien de “panenteísmo” 140, del

135
Máximo el Confesor, Philocalie des Pères Neptique vol. II, Abbaye de Bellefontaine, Bégrolles-en-Mauges
1980, 58, p.113.
136
Cf. Javier Melloni, “Cardoner”, en: GEI, Diccionario de Espiritualidad Ignaciana I, Mensajero-Sal Terrae,
2
Bilbao-Santander 2007 , 283-284.
137
Philocalie des Pères Neptique VI…, 1985, 90, 122.
138
Philocalie des Pères Neptique VII…, 1986, 153. Por tanto, la persona religiosa debiera percibir esta gloria
velada en las criaturas, los logoi o “razones” de las cosas. Algunos Padres de la Iglesia, como Clemente de
Alejandría, Justino, Orígenes y Dionisio Areopagitas, emplearon este término en sus escritos. Mientras que,
dentro de los padres filocálicos, es Máximo el Confesor quien más lo utiliza en sus discursos: “El que no se
detiene ante las formas de las cosas visibles para satisfacer sus sentidos, sino que busca a través de su espíri-
tu las razones ocultas que hay en ellas, como si fueran figuras de las cosas espirituales, tal persona aprende
que no hay nada impuro entre las cosas visibles. Porque todo ha sido creado muy bueno según la naturaleza
(Gn 1)” (Philocalie...III, 92, p.145).
139
Cf. Divo Barsotti, El cristianismo ruso…, 33-34.
140
J.G. Caffarena emplea esta palabra para expresar la compleja relación metafísica entre lo Absoluto y lo
finito. Dice así: “No se puede situar al mundo simplemente “fuera” de lo Absoluto. Desde el punto de vista de
lo Absoluto, el mundo propiamente no es. Como, sin embargo, es, hay que “situarlo” en lo Absoluto. No es lo
Absoluto, está en lo Absoluto. “Dios está en todo y todo está en Dios” (…) La fórmula panenteísta resulta di-
Una “staretz” en Westerbork 211

anhelo místico de toda la creación de la unidad divina, de una transfiguración del mundo
que acoge en su interior el principio activo del Logos. Sería esta la causa del éxtasis de Alios-
ha en Los Hermanos Karamazov:

“Sobre su cabeza se extendía, dilatada y sin fin, la bóveda celeste llena de estrellas de
suaves reflejos. Desde el cenit hasta el horizonte parecía doblarse, difusa aún, la Vía
Láctea. La noche, fresca y sosegada hasta la inmovilidad, había envuelto la tierra. Las
torres blancas y las cúpulas doradas de la iglesia mayor brillaban sobre el cielo sem-
brado de rubíes. Las opulentas flores otoñales se habían dormido hasta la mañana en
los arriates cercanos a la casa. La paz de la tierra parecía fundirse con la del cielo, el
misterio terrenal se tocaba con el de las estrellas… Aliosha estaba de pie, mirando, y de
repente se dejó caer sobre la tierra como fulminado.

No sabía por qué la abrazaba, no se daba cuenta de la razón por la cual experimenta-
ba un deseo tan irresistible de besarla, de cubrirla de besos, pero la besaba llorando,
regándola con sus lágrimas, y juró frenéticamente amarla, quererla por los siglos de los
siglos. ‘Rocía la tierra con lágrimas de júbilo y ama esas lágrimas tuyas…’, le resonó en
el alma. ¿Por qué lloraba? Oh, él lloraba en su arranque de entusiasmo incluso por
aquellas estrellas que le estaban mirando desde las profundidades del infinito, y ‘no se
avergonzaba de su frenesí’. Era como si unos hilos de todos esos infinitos mundos de
Dios convergieran de golpe en su alma, y toda ella se le estremecía al entrar en contac-
to con los otros mundos. Sentía deseos de perdonar a todos por todo y de pedir perdón,
¡oh!, no para sí, no, sino para todos y por todo; ‘para mí también otros piden’, volvió a
resonarle en el alma. Pero a cada instante notaba de manera nítida y como si lo palpa-
ra que algo firme e inconmovible como aquella bóveda celeste le iba penetrando en el
alma. Una especie de idea se adueñaba de su mente y ello ya para toda la vida, por los
siglos de los siglos. Se había dejado caer al suelo siendo un débil joven y se levantó he-
cho un combatiente; de ello tuvo conciencia y lo sintió de pronto en el momento de su
éxtasis. Y nunca, jamás, en toda su vida, pudo olvidar Aliosha aquel momento. ‘Alguien
me hizo una visita al alma en aquella hora’, decía luego con una firmísima creencia en
sus palabras…”141

No se trata de un naturalismo puro, pues no se dice que el universo sea Dios, sino que todo
el universo está en Dios y todas las cosas, gracias al misterio de la Encarnación y de la Resu-
rrección, están penetradas por la divinidad 142. Y al ahondar en la maravilla de lo creado es
posible adivinar la unión original y originante de todo lo que existe. Así, dice Calixto el Pa-
triarca:

fícilmente evitable (…y posee) un antiguo historial en la tradición cristiana” (José Gómez Caffarena, Metafí-
sica Trascendental, Revista de Occidente, Madrid 1970, 317).
141
F. Dostoievski, Los hermanos Karamazov I, Salesianos, Santiago de Chile 1989, 444.
142
Divo Barsotti, El cristianismo ruso…, 34.
212 Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa

“Dios ha ofrecido al hombre interior, que es el alma, lo que hay de inteligible y de espiri-
tual en la creación sensible. Ya que, del mismo modo que en el hombre, el espíritu está
unido a los sentidos, así también en toda la creación sensible la belleza espiritual se per-
cibe en el corazón de cada cosa. No hay nada en las cosas sensibles -esto es lo mínimo
que se puede decir- que esté privado de la conexión con el espíritu”143.

2.9. Rusia, el monasterio y el staretz

Si para comprender a un pueblo es necesario conocer su tierra, en el caso de Rusia es más


que evidente. De hecho, se hace necesario reparar en su extensión amplísima habitada por
blancos y eternos inviernos silenciosos para comprender el deseo de una vida distinta, para
asimilar los hábitos cotidianos, pero también la mentalidad, el espíritu y la mística rusa. No
solo se da una estrecha relación entre los paisajes naturales y el alma de este pueblo, sino
que se podría llegar a hablar de culto a la propia tierra, causa posible de la sofiología de la
Iglesia rusa e incluso, quizás, de la veneración a la Virgen Madre de Dios 144.

Y sobre la faz de la tierra, empapada y traspasada por el Logos, aparecen enclaves sagrados
generadores de espiritualidad y cultura, que son los monasterios. En ellos se desarrollaron
los métodos de vigilancia espiritual, de la confesión y la literatura sobre la oración.

El monasterio en Oriente es una comunidad autónoma con sus propias reglas. La mayoría de
los monjes no han recibido el sacramento del Orden y frecuentemente las comunidades se
mantienen por el trabajo manual de sus miembros, ya sea por medio del trabajo agrícola o
ganadero, atendiendo huérfanos o peregrinos, pintando iconos o imprimiendo libros.

Son lugares de silencio, clausura y lucha interior pero se mantienen acogedores para todo
aquel que necesite ayuda espiritual o material. En muchos casos, hallará allí la posibilidad de
un tiempo de retiro, ayuno y oración llamado govenie y un padre espiritual o staretz145. Este
posee un “alma apostólica” por excelencia ya que está habilitado para hablar de Dios, leer
en los corazones (kardiognosía), profetizar el Reino y limitar el poder de los demonios 146.
Esto implica que la “apostolicidad” de la Iglesia deja de estar apoyada únicamente en el sa-
cerdocio ministerial o personas sagradas para ser acogida como una vocación especial o
carismática del laicado.

F.M. Dostoievski definió al staretz como la persona que asume el alma de quien tiene delan-
te, así como su voluntad. Y los discípulos del Padre Zacarías decían de él que “era como si

143
Philicalie…XI, 35, p.171.
144
Cf. Divo Barsotti, El cristianismo ruso…, 35.
145
Cf. N. Zernov, La Iglesia Ortodoxa (Corregido y adaptado por Carlos Etchevarne), en: http://passaicrussian
church.com/books/spanish/iglesia_ortodoxa_zernov.htm#_Toc404819 (última consulta: 17-VI-2017).
146
Cf. O. Clement, La Iglesia de los ortodoxos…, 20.
Una “staretz” en Westerbork 213

llevara nuestros corazones en su manos”147. Por tanto, el staretz es un hombre de paz inte-
rior y diakritikos, es decir, que ha recibido, como fruto de su oración y su renuncia, el don
del discernimiento que le permite leer el corazón humano. De este modo, puede responder
con sabiduría a las respuestas que le dirigen o que incluso ni le dirigen. Además, posee el
don de sanar heridas del alma por medio de sus consejos, su silencio, su presencia o su ora-
ción de intercesión. Esta última le lleva a tal identificación con sus discípulos que hace suyas
las alegrías y las penas, asumiendo el peso de sus culpabilidades o ansiedades 148.

Un staretz es más que un sacerdote, porque no puede ser nombrado por una autoridad
humana superior, sino que es el Espíritu quien lo elige y le ofrece el don de guiar a otros y
curarlos. Por tanto, es una figura profética149.

La relación de paternidad espiritual es variada. Hay quien visita un staretz una o dos veces
en su vida, o en un tiempo de crisis, mientras que otras personas se mantienen en contacto
regular con él mediante encuentros mensuales, semanales e incluso más frecuentes. Sin
embargo, no existe una frecuencia predeterminada, pues la relación crece bajo el influjo del
Espíritu Santo. Esta es siempre personal y única, por lo que no cabe el emplear estrategias
prediseñadas de manual, sino que cada hijo es diferente y recibe la palabra adecuada.

El padre espiritual tiene, además, dos características esenciales: lúcido y presto en la caridad
y la austeridad. Por otro lado, no busca la obediencia ciega pero sí la docilidad de quien
desea dejarse guiar en los nada fáciles caminos del corazón. De ahí la exagoreusis o necesi-
dad de revelar los propios pensamientos al anciano. Y, por último, se ha de señalar que si
una mujer es tan espiritual como un hombre, estas también pueden guiar y ser madres espi-
rituales (ammas)150.

147
Citado por Cf. Kallistos Ware, El Dios del misterio y la oración, Narcea, Madrid 1997, 146.
148
Cf. Kallistos Ware, El Dios del misterio…, 145-148.
149
Cf. T. Spidlik, M. Tenace, R. Cemus, El monacato en el Oriente…, 102.
150
Cf. T. Spidlik, M. Tenace, R. Cemus, El monacato en el Oriente…, 103. Barsotti habla de staritza al referirse a
Sofía bolotof de Chamordino, discípula de Ambrosio (Divo Barsotti, El cristianismo ruso…, 62).
Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava
Una vez narrado el itinerario espiritual de EH a partir de sus escritos (capítulo I) y teniendo
de fondo los rasgos de la Ortodoxia rusa (capítulo II), es el momento de poner de manifiesto
los vínculos entre ambas espiritualidades. Además, en cada una de las claves espirituales
comparadas se expondrá hasta qué punto la literatura rusa pudo ser un motivo de interrela-
ción.

1. Escuchar desde la hondura como batalla ascética

En ocasiones se ha contrapuesto a Edith Stein y EH exponiendo que el camino de la primera


pasó por la renuncia radical de los bienes, mientras que la joven holandesa halló su conver-
sión sin apenas atender a ningún tipo de renuncia. Y aunque es cierto que la espiritualidad
de Edith Stein está marcada por la ascesis a todos los niveles 1, sería un error considerar que
el proceso personal de EH no conoció batallas interiores y abnegación.

Aunque la joven holandesa emplea en sus escritos el término ascesis2 o palabras derivadas
en siete ocasiones, bien se podría decir que en su itinerario espiritual los ejercicios ascéticos
se resumen en “hineinhorchen” 3, palabra con que se refirió a la escucha profunda a sí mis-
ma, a Dios y a los demás. El caso es que solo cuando fue capaz de detenerse, acallar los múl-
tiples pensamientos y prestar atención a la vida profunda que discurre en su interior, todo
se dinamizó y el aparente estancamiento saltó por los aires para iniciarse una verdadera
aventura.

Esto no significa que la lucha se dé únicamente en el inicio del itinerario. Así, por ejemplo,
Evagrio considera que las tentaciones van en aumento con el progreso de la vida espiritual,
incluso también la calidad y la fuerza de los demonios que atacan. Por tanto, el monje per-
fecto es el hombre probado por excelencia: dokimos monachos4. De hecho, EH después de
año y medio de recorrido escribe: “Mis batallas se libran dentro de mí, contra mis propios
demonios”5.

1
Cf. Joaquim Bouflet, Edith Stein, filósofa crucificada, Sal Terrae, Santander 2001, 104.
2
20 y 29-III-1942, 2 y 3-IV-1942, 30-V-1942, 27-VI-1942, 14-VII-1942.
3
Cf. 23-VIII-1941 y 17-IX-1942.
4
Histoire lausique 18, C. Butler, Cambridge 1904, 52.
5
14-VII-1942. Un ejemplo claro es cómo, a pesar de estar convencida de la importancia del desasimiento de
ciertos elementos que le atan, indica la dificultad que encuentra en pasar de la teoría sobre la disciplina a la
práctica, especialmente cuando se trata de “dejar marchar el día en la noche sin demasiada resistencia, en
vez de pasar horas hojeando toda clase de libros o ir de un lado a otro por toda la casa”. Y aunque sabe que
este cambio de ritmo suave y unificado le ayuda a vivir más centrada, indica un problema que encuentra:
“Podría parecer exagerado pero es una gran verdad: irse a la cama a la hora, dejar el día voluntariamente,
requiere disciplina” (17-VI-1942). Este caso hace referencia al segundo grado de apotaxis en la clasificación
que Juan el Solitario (s. V-VI) hace del desprendimiento, pues EH hace referencia a una renuncia psicológica
(pasión). Los otros dos grados son el corporal -abandono de las posesiones- y el espiritual -eliminación de
Una “staretz” en Westerbork 215

1.1. De la mente al corazón

Durante los primeros meses de su proceso, EH tuvo que luchar contra su avidez por com-
prender todo lo que le rodeaba y su tendencia a viajar a los mundos fantasiosos. Esto no
solo le desconectaba de la realidad, sino que también la conducían a un grave agotamiento
y vacío existencial.

La tradición espiritual ortodoxa compara las prácticas ascéticas con un combate contra los
enemigos del alma. De hecho, a los monjes se les denominaba “combatientes” o agonid-
zomenoi6. Esta lucha, que a veces se presenta como un campo cerrado donde los vicios y las
virtudes entran en combate, sería la que EH experimentó: “Esto me cuesta mucho dolor y
me exige una gran dosis de fuerza, pero si puedo llevar esta batalla hasta el final, seré más
fuerte que nunca”7. En palabras de la sabiduría ortodoxa, EH se hallaría en el estadio del
“hombre común”, en el que numerosos pensamientos o pomysly vagan en la mente sin ba-
jar al propio centro: el corazón. Este es, según los Padres Orientales, el órgano principal de
la vida psíquica y espiritual, el ámbito más profundo del ser en el que Dios se manifiesta al
hombre. O, como indica el staretz Macario de Optina, “el corazón, en efecto, es el amo y el
rey de todo el organismo corporal, y cuando la gracia se apodera de las praderas del cora-
zón, reina sobre todos los miembros y todos los pensamientos del alma, y es de allí de donde
ella espera el bien” 8.

Para describir este descenso a su interior EH emplea diversas imágenes, como pozo, taller,
laboratorio, bloque de granito, llanura… a las que se han de añadir, al menos, otras dos en
su época de madurez. Así, EH se imagina un océano surcado por una flota de barcos que
transportan tesoros de valor incalculable. Las tempestades que sobrevienen agitan de tal
manera los navíos que alguno de ellos naufraga. Este océano es figura del ser humano y, el
profundo del océano, donde se aloja el valioso botín que espera ser rescatado, su corazón.
Para rescatarlo se hace necesario adentrarse en uno mismo 9. De hecho, EH señala en su
cuarto cuaderno cómo se va desarrollando este proceso interno:

“El cosmos se ha movido de mi cabeza a mi corazón o, en mi caso particular, a mi vientre- da


igual, de la cabeza a otra área. Y una vez que Dios se mudó dentro de mí al espacio en que él
reside, bien, ¡de repente paré de tener dolores de cabeza y de estómago!”10.

las opiniones (Juan el Solitario, Dialogue sut l´âme et les passions des hommes IV (Orientalia Christiana Ana-
lecta 120), Roma 1939, 99).
6
Cf. T. Spidlik, M. Tenace, R. Cemus, El monacato en el Oriente…,149-150.
7
9-VI-1941.
8
Hom Spirit. XV, 20.
9
“Muchos tesoros han caído en mi corazón. Intentaré toda mi vida sacar a la superficie algunos de los tesoros
hundidos. Todavía me falta el equipamiento…” (25-IX-1942).
10
15-I-1942.
216 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: escuchar desde la hondura

Para este descenso los monjes rusos proponen la docilidad al staretz, la liturgia y la fidelidad
a los tiempos de oración como medios eficientes para alcanzar el habitus de la concentra-
ción espiritual. EH contaba con JS, el hábito de la meditación y los ejercicios físicos, tiempos
de ayuno y un firme compromiso con la cotidianidad. Estos elementos le llevaron a descu-
brir que la realidad era más profunda de lo que a priori pensaba y que surgía armoniosa-
mente al ritmo de la hondura que alcanzaba y la habilidad por limpiar de escombros el pro-
pio pozo.

En la medida que EH se convierte en el buen pastor de sus pensamientos, reuniéndolos y


convocándolos11, le resulta más sencillo habitar su propio corazón. Las amenazas del “ego”
se disuelven y va germinando una confianza en que es posible vivir desde las fuentes inter-
nas, sin necesidad de buscar en el exterior aceptación y valoración. Así, el staretz Macario
de Optina explica en una carta de dirección espiritual cómo la experiencia de Dios se verte-
bra en torno a la humildad y a la vida de oración 12. No obstante, era necesario adentrarse
en el propio interior y destruir previamente en nosotros todo aquello que querríamos que
no existiera en los demás13. Como si la misma EH conociera estas orientaciones del staretz
Macario, ofrece un programa de vida enraizado en la sencillez, la modestia, la humildad:
“Sé muy discreta, y muy insignificante, siempre luchando por más sencillez. Sí, sé sencilla
y vive sencillamente, no solo dentro de ti misma, sino también en tus tratos cotidianos.
No murmures a tu alrededor, no intentes tanto ser interesante, mantén la distancia, sé
honesta, lucha contra el deseo de que los demás piensen que eres fascinante. En su lu-
gar, alcanza la verdadera sencillez en tu vida interior y en su entorno. Sí, sé genuinamen-
te modesta y sencilla, espera, sé abierta, permítete crecer y también trabajar. Sí, trabaja.
No importa en qué, todavía no he encontrado un terreno sólido bajo mis pies, pero escri-
bir ensayos en ruso o leer a Dostoyevsky y Jung o tener una conversación, todo esto pue-
de ser trabajo. Y tener confianza en que todo se unirá, y todo saldrá bien al final. Esa
confianza es algo que he tenido durante mucho tiempo. Obras y hechos que se articulan
y encajan, sin espacios vacíos entre ellos y un montón de trabajo firme y constante. Y
siendo muy muy modesta”14.

1.2. Soledad habitada

En Oriente se distingue la soledad física o material, que es la ausencia de personas, de con-


versaciones y ruido, de la soledad del corazón, que se alcanza cuando en el fondo de uno

11
Cf. 20-XII-1941.
12
Serafín de Sarov, Macario de Optina et al., Espiritualidad rusa, selección de Divo Barsoti, Rialp, Madrid 1965,
75-76.
13
Cf. 23-IX-1942.
14
1-IV-1942.
Una “staretz” en Westerbork 217

mismo los pensamientos y las pasiones callan, posibilitándose un espacio de auténtica co-
municación con Dios y con todo el universo en Dios 15.

También EH va a describir, cuando apenas lleva cinco meses con el diario, dos clases de so-
ledad que coinciden en bastantes elementos con la espiritualidad ortodoxa. En primer lugar
apunta una soledad que le hace infeliz, que surge de la ausencia de contacto profundo con
las personas y, en general, con todo. Se trata de la sensación de ausencia de vínculos entre
las diferentes realidades y de sentido de la vida. La segunda, que le llena de fuerza y entu-
siasmo, surge de la experiencia de conectar con las personas, las cosas y Dios, y de que pue-
de vivir con autonomía sin estar dependiendo de nadie. Entonces se siente parte de un todo
lleno de significado16.

Será la soledad o el reposo del corazón lo que, según Hesiquio de Batos, posibilita escuchar
de Dios cosas maravillosas17. Pues bien, si hay un elemento característico de EH es la escu-
cha profunda, hasta el punto que tuvo que inventar una palabra para poder describir con
más rigor su experiencia: hineinhorchen. La escucha es esencial para la tradición judeocris-
tiana porque la fe procede de la escucha 18. Mientras que el mundo griego contemplaba la
realidad y la admiraba, el mundo hebreo se acercaba a ella, la escuchaba y le hablaba 19. En
EH se dan los dos mundos: la admiración y la escucha, pero esta última aparece con una
fuerza especial.

Posiblemente las palabras más hondas sobre esta actitud de escucha se dan en el mes de
septiembre de 1942, cuando expone cómo su vida podría quedar definida por la escucha a sí
misma, a los demás y a Dios. Y en esa escucha a los demás, realizada desde lo más hondo y
destinada a lo más hondo de la otra persona, se da una comunión tan íntima que pareciera
que Dios mismo se escuchara a Sí mismo en lo más profundo de la persona:

“Verdaderamente mi vida es una continua escucha profunda de mí misma y de otros y


de Dios. Y si digo que escucho, es Dios realmente quien escucha dentro de mí, lo más

15
Cf. T. Spidlik, M. Tenace, R. Cemus, El monacato en el Oriente…,234. Es cierto que existe una relación estre-
cha entre huida de los hombres – silencio- soledad interior y, por eso, siguió vigente el apotegma de Arse-
nio: Fuge, tace, quiesce.
16
9-VIII-1941.
17
Cf. AAVV, La Filocalia, versión digital: companerosdejesus.es/Varios%20-%20La%20Filocalia.PDF
18
Cf. Rm 10,17. Gracias a la ascesis se consigue un grado de humildad suficiente para poder escuchar la voz
divina. Así, Nicetas Stéthatos dice que “el Espíritu Santo solo revela los tesoros que están ocultos en las Es-
crituras a los espirituales. En cambio, el hombre que está encerrado en sí mismo no puede recibir tal revela-
ción, porque sigue sus propios pensamientos y se niega a comprender o escuchar lo que dicen los demás”
(Javier Melloni Ribas, Los caminos del corazón…, 104).
19 3
Eduardo Arens, La Biblia sin mitos: una introducción crítica, Paulinas, Lima 2006 , 118, 226.
218 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: escuchar desde la hondura

esencial y lo más profundo en mí escucha a lo más esencial y más profundo en el otro.


Dios escucha a Dios”20.

1.3. Fiel a la voz interior

En la medida que los pensamientos de EH quedan acallados, descubre un nuevo sonido en


su interior de matices suaves que, en vez de agotarla o confundirla, le guía con lucidez. Aun
así no siempre le resulta sencillo dejarse conducir por esta “voz interior”, pues sus tenden-
cias egolátricas siguen reclamando su satisfacción con mayor o menor insistencia:
“Ojalá me mantenga honesta y abierta para conmigo misma y suficientemente determi-
nada para llegar a ser lo que debo ser y hacer lo que mi conciencia me pide, entonces to-
do irá muy bien. Creo que la vida me está pidiendo grandes cosas y que también ha pla-
neado algo para mí, pero debo permanecer abierta a mi voz interior, debo prestarle
atención, permanecer abierta y honesta y no intentar desprenderme de mi peso”21.

Meses después describe mediante conceptos más filosóficos un “algo” que le mueve y le
guía. Ese “algo” cada vez más perceptible y fuente de creatividad es como una “sustancia”
que crece sin precisar esfuerzo humano, salvo paciencia y espacio para la gestación y el
despliegue.
“Hay una sustancia, como lo quieras llamar, dentro de cada uno, algo que conduce la vi-
da y desde la que es posible fabricar muchas cosas. Esto es algo que empiezo a percibir
cada vez más. Desde esta sustancia puedo crear muchas vidas que madurarán desde el
interior. Todavía me queda un largo camino para dominar esta sustancia. Quizás tengo
todavía poca confianza en su propia vida, en sus propias vidas. Yo no tengo más que
ofrecer que el espacio en que estas vidas puedan desarrollarse y no tengo más que pres-
tar que mi mano empuñando una pluma para grabar estas vidas con sus propias intui-
ciones y experiencias”22.

Esta sustancia se asemeja al Espíritu de la tradición cristiana en cuanto que conduce, guía,
aporta creatividad y moviliza 23 pero, en otro aspectos, se identifica más bien con el alma, en
cuanto hondura en que se conecta con la divinidad. El caso es que en la entrada del día si-
guiente, aunque no habla de “sustancia”, sí lo hace de “alma” como un ámbito especialmen-
te desconocido por los occidentales pero sondeado con sabiduría por las tradiciones orien-
tales. Es posible que EH se refiera más bien a lo que actualmente se entiende por interiori-

20
17-IX-1942.
21
27-VII-1942.
22
11-X-1942.
23
Dice Serafín de Sarov: “Si todos los hombres se arrepintiesen y observasen los mandamientos de Dios, la
tierra sería un paraíso porque ‘el Reino de Dios está dentro de nosotros’. El Reino de Dios es el Espíritu Santo
y el Espíritu Santo es el mismo en el cielo y en la tierra” (Archimandrita Sofronio, Silvano del Monte Athos. La
vita, la dottrina, gli scritti, Torino 1978, 315).
Una “staretz” en Westerbork 219

dad o yo- esencial24, es decir, al núcleo central y existencial de la persona en la que reside su
identidad y vocación; al ámbito de conexión con Dios donde se decide el sentido de la vida:
“El alma tiene una edad diferente de la que se graba en el registro de nacimientos y
muertes. Cuando se nace, el alma ya tiene una edad que nunca cambia. Creo que el alma
es esa parte de la que el hombre es menos consciente, al menos en Europa occidental,
porque creo que los orientales viven sus almas con mayor plenitud. Nosotros, los occi-
dentales, no sabemos realmente qué hacer con ellas. De hecho nos avergonzamos de
ellas como si fueran algo inmoral- “Alma” es algo muy diferente a lo que nosotros lla-
mamos “corazón”. Hay muchísima gente que tiene mucho corazón pero muy poca al-
ma”25.

Sin embargo, el monje ortodoxo sabe que en el alma trigo y cizaña se dan a la vez y que la
vida presenta falsos atajos que conducen por derroteros de destrucción. El mal espíritu,
astuto seductor, se disfraza y aparece sub angelo lucis26 para presentar “sutilezas y asiduas
falacias”27. Por ello, es necesario permanecer atentos, discernir las mociones y “ser fiel a la
propia espontaneidad… Fiel a los sentimientos y pensamientos que han empezado a germi-
nar. Ser fiel en el más propio sentido de la palabra, ser fiel a Dios, a los mejores momentos
de cada uno”28.

Esta sensibilidad espiritual permite distinguir los llamamientos del buen espíritu para seguir-
los y los del mal espíritu para rechazarlos, porque estos secuestran la propia libertad. Y es
que para la sabiduría ortodoxa en el corazón del hombre se da una batalla entre el espíritu
de la luz y el espíritu de las tinieblas, a los que se suman los propios pensamientos 29. Diado-
co de Foticea se refiere al discernimiento como el sentido espiritual del gusto:
“El sentido del espíritu es el gusto preciso de lo que se discierne. Ya que, del mismo modo
que, cuando tenemos salud, por el sentido corporal del gusto distinguimos sin equivo-
carnos lo que es exquisito de lo que es repugnante, y deseamos lo primero, así también
nuestro espíritu, cuando empieza a desarrollarse con vigor y con un gran desprendi-
miento, puede sentir plenamente la consolación divina sin jamás dejarse atrapar por el
adversario”30.

La habilidad para el discernimiento que adquirió EH le permitió darse cuenta de las veces en
que dio pasos en falso, actuó con transparencia, justificó la búsqueda del yo o quedó parali-
24
José Antonio García-Monge, Unificación personal y experiencia cristiana: vivir y orar con la sabiduría del
corazón, Sal Terrae, Santander 20012, 107.
25
12-X-1942.
26
Cf. 2 Co 11,14.
27
Cf. EE 329-332.
28
30-IX-1942.
29
Javier Melloni Ribas, Los caminos del corazón…, 117.
30
Philocalie…VIII, 30, p.140.
220 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: escuchar desde la hondura

zada por el miedo31. No obstante, avanzó progresivamente en lucidez y lealtad a Dios, hasta el
punto de tener libertad suficiente para renunciar a sus propios proyectos, por muy plausi-
bles que pudieran parecer. Todo este aprendizaje requirió continuas dinámicas de ensayo-
error, gran paciencia, determinación por la honestidad 32 y constancia en la humildad, siendo
esta última condición y meta del progreso espiritual:
“Oh tú, el más pequeño de los hombres, ¿quieres encontrar la vida? Conserva en ti la fe y
la humildad, y encontrarás en ellas la compasión, el socorro. Dios te hablará al corazón,
y encontrarás a Aquel que te protege y que habita secreta pero visiblemente junto a
ti”33.

De hecho, al ser la humildad y la mansedumbre las virtudes características de la santidad


rusa, se explica que dos de las lecturas de EH fueran la Imitación de Cristo de Tomás de
Kempis34 y las florecillas de San Francisco de Asís35. Y es que estas dos obras de la mística
occidental han sido las más queridas por la espiritualidad eslava debido a la humildad ge-
nuina que exhalan36.

Influencia de sus lecturas

Como se ha visto anteriormente, EH tuvo que acallar sus pensamientos, imaginación y fan-
tasías para poder tomar conciencia de su propia realidad y del momento presente. Este as-
pecto lo presenta también F.M. Dostoievski, para quien el nihilismo suponía un servilismo
del pensamiento. Así, lo contrario al amor no es tanto el odio como el hecho de rumiar una
y otra vez la realidad con la mente37.

Por otro lado, los poemas rilkeanos de El libro de la vida monástica fueron para EH una con-
tinua invitación a ir adentro de sí misma y escuchar su vida interior. Pero su determinación
por sumergirse en las fuentes profundas de su ser quedó potenciada por la carta que R.M.
Rilke dirige a Lou Salomé, en la que evoca una conversación mantenida con el escultor Au-
guste Rodin. EH copia en su diario un extracto: “Se me ha hecho evidente que tengo que
imitar a Rodin reorientando desde el interior mi proceso artístico. De él no debo aprender a

31
“No he sido totalmente honesta conmigo misma. Tendré que aprender esta lección también, será la más
difícil de todas: ‘Oh Dios, encarar el sufrimiento que tú me impones y no el que yo he elegido para mí…’ He
estado empleando muchas palabras estos últimos días para convencerme a mí misma y a los demás de que
tengo que volver a Westerbork y que mi estómago no está tan mal- quizás no lo está, de hecho- pero cuando
uno necesita tanta evidencia concluyente, entonces algo está equivocado” (2-X-1942).
32
“Mi más verdadera paciencia me ha abandonado. Sé, sin embargo, que volverá a su tiempo… y mi honesti-
dad no dudará en permanecer” (2-X-1942).
33
Isaac de Nínive, Oeuvres spirituelles, Desclée de Brouwer, París 1994, discurso 19, 128.
34
Cf. 8-V-1941, 30-IX-1941, 8-XII-1941.
35
20-IX-1941, 3-X-1942.
36
Divo Barsotti, Cristianismo ruso, Sígueme, Salamanca 1966, 64.
37
Cf. G. Steiner, Tolstói o Dostoievski, Siruela, Madrid 2002, 342.
Una “staretz” en Westerbork 221

esculpir, sino a recogerme en lo profundo para dar forma a lo que hago. Debo aprender a
trabajar, Lou, a trabajar”38.

EH no lee a R.M. Rilke solo por placer, sino para poder sobrevivir y es que el poeta alemán le
abre un mundo de silencio, quietud y profundidad en medio del infierno en que vive inmer-
sa39. Y este mundo interior, como EH no se cansa de exponer, es tan real como el exterior.
Más aún, si se le da cauce y se vive desde él se consigue mucho más que preocupándose de
las cosas de afuera: “Y esta es mi última sentencia de sabiduría: una línea de Rilke es tan real
como un cupón de queso”40.

Muchas de estas preocupaciones y miedos manifiestan que el núcleo desde el que se está
viviendo es la mente y no el corazón. EH irá aprendiendo de la mano de JS y también de
R.M. Rilke a ir más allá de la racionalidad empírica o idealista41. Paulatinamente va conce-
diendo mayor valor a otras “herramientas” que posibilitan una vida plena, rica, con sentido.
Así, el 4 de noviembre, en una carta a su amigo Osias Kormann que se encuentra en Wes-
terbork, le transcribe unas reflexiones de R.M. Rilke sobre el mundo de los deseos:

“A menudo he tenido la intuición de que los deseos de alguna manera llevan en sí su


propio cumplimiento. Un pequeño deseo ya es la mitad; solo requiere la otra mitad, su
cumplimiento, para hallarse entero. (…). Es una maravilla cómo los deseos pueden ma-
durar en algo completo, repleto, entero, en algo que uno miso no puede mejorar y que
inspira y forma y alimenta. (…). Pareciera que la fuente de una vida intensa se debe fun-
damentar precisamente en permitir los grandes deseos”42.

Unos meses antes escribe: “Ayer me impactó esta frase de Rilke: ‘...llegará un tiempo en el
que me encuentre solo con mi experiencia, perteneciendo a ella, remodelándola: porque
incluso ahora todo lo que está sin transformar me oprime y me confunde’” 43. El autor le
muestra cómo es posible hallar un equilibrio entre dos polos: implicarse hasta el fondo en lo
que la vida va deparando y, por otro lado, acoger con hondura y serenidad lo vivido 44. De

38
29-III-1942.
39
Cf. P. Woodhouse, “The influence of the work of Rainer Maria Rilke”, en Klaas A.D. Smelik, Meins G.S.
Coetsier, Jurjen Wiersma, The Ethics and Religious Philosophy of Etty Hillesum (Supplements to the Journal
of Jewish Thought and Philosophy) Brill, Leiden 2017, 291.
40
16-XII-1941.
41
EH parece situarse más bien en el movimiento de la Ilustración simbólica de B. Pascal, S. Kierkegaard… (Cf.
Patxi Lanceros, La herida trágica: el pensamiento simbólico tras Hölderlin, Nietzsche, Goya y Rilke, Anthro-
pos, Barcelona 1997, 53).
42
Carta 18. 4-XI-1942, a Osias Kormann. Las palabras del poeta están tomadas de R.M. Rilke, Letters 1907-
1914, 98ss.
43
R.M. Rilke, Briefe 1902-1906, 118.
44
“Sí, pertenecer a la propia experiencia. Y transformarla. Esa es también mi gran meta. Debemos llevar nues-
tra experiencia con nosotros, colocarla en el centro de un espacio callado en nuestro interior y escucharla
allí. Eso es algo que no puedes hacer si haces demasiado caso al entusiasmo que ataca a tu pobre ser desde
222 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: escuchar desde la hondura

este modo, EH se va haciendo capaz de escuchar su voz interna incluso en lugares y momen-
tos de gran caos y ruido. Y no solo captarla, sino, además, seguirla y vivir conforme a ella. La
lectura de R.M. Rilke le supone un trampolín en este proceso de recepción y congruencia:

“Esta semana me ha traído la inmensa claridad de lo fuerte que he llegado a ser. Conti-
núo siendo fiel a mi voz interior incluso en la casa de locos en la que trabajo… me siento
en una esquina y leo a Rilke… creo mis propias reglas y las sigo. En todo este caos y mise-
ria sigo mi propio ritmo, hasta el punto de que en cualquier momento entre la tarea de
escribir cartas puedo sumergirme en mí para las cosas que me importan. No es que huya
del sufrimiento que hay en torno a mí, sino que vivo a mi manera”45.

Es cierto que no siempre le resulta sencillo ser obediente a lo más auténtico que la habita,
sino que en ella descubre la incongruencia. El viernes 2 de enero se da en ella una ambiva-
lencia fuerte: por la mañana arrodillada y por la tarde robando guantes de lana. En ese mo-
mento se sorprende de cómo se dan en su interior, al mismo tiempo, el mal y el bien. Dos
caminos contrarios pero dramáticamente tan cercanos el uno del otro. De este modo siente
cómo Memorias de la casa muerta46 no es simple ficción. En realidad todo el drama de la
honestidad, la libertad y las elecciones morales en momentos críticos que empapan la obra
de F.M. Dostoievski es vivido por la joven holandesa en primera persona. De hecho, el nove-
lista ruso concebía la experiencia humana en un plano entre el cielo y el infierno, entre Cris-
to y el Anticristo. Tanto los agentes de salvación como los de condenación asaltan al ser hu-
mano, quien ha de elegir en cada momento. Y será precisamente esta exposición cruda y
desnuda ante su conciencia vulnerable y ante el sufrimiento lo que le llevará, si sale victorio-
so, a la salvación47. Esta concepción de la libertad humana es realmente dramática y angus-
tiosa, pero esto es preferible al programa de Shigálov quien, en Los demonios, propone una
sociedad perfecta y oligárquica en la que se privaría del alma a la población llenándoles el
vientre, convirtiéndoles en animales satisfechos 48.

Por otro lado, en lo que se refiere a la escucha interior, EH sabía cómo R.M. Rilke definía a
los santos por su capacidad de escucha. De acuerdo con la primera elegía de Duino, “los san-
tos escucharon, los santos a quienes la inmensa llamada levantó de la tierra” (vv. 55-56). Las

el interior. Estar solo. Quietud. No importa la cantidad ingente de personas que hay a tu alrededor. ¡Fuera
vanidad!” (17-IV-1942).
45
25-VII-1942.
46
En abril de 1948 F.M. Dostoievski fue encarcelado acusado de pertenecer al Círculo Petrashevkisi, grupo de
discusión literaria perseguido por el zar Nicolás I. En un principio, el escritor ruso fue condenado a muerte
pero, en el último momento, pudo conmutar la pena por cinco años de trabajos forzados en Siberia. Tras ser
liberado en 1854 cumplió la segunda parte de su condena sirviendo como soldado raso en el ejército ruso.
Estas experiencias de aislamiento, soledad, silencio y aburrimiento mortal constituyen buena parte del ma-
terial a partir del que construye esta obra.
47
Cf. G. Steiner, Tolstói o Dostoievski…, 294.
48
Cf. G. Steiner, Tolstói o Dostoievski…, 340.
Una “staretz” en Westerbork 223

mujeres y los hombres santos eran dignos de alabanza por escuchar “la voz de Dios” (v.
59)49. Así, el viernes 20 de febrero se cuestiona sobre el estrés, la impaciencia y la incapaci-
dad de escucha que se da a su alrededor.

El caso es que EH ha iniciado un camino interior e irreversible que está transformando su


vida, como un campo de trigo que crece y madura imparable e imperceptiblemente: “La pa-
sada noche sentí de repente que mi paisaje interior era como un inmenso campo de trigo
madurando. Por la noche esto suena tan simple y verdadero: dentro de mí están los campos
de trigo, creciendo y madurando”50. Esto requiere “aguardar la hora del nacimiento de una
nueva claridad con profunda humildad y paciencia”. Este texto, copiado en varias ocasiones,
es un extracto del poema “Du meinst die Demut. Angesichter” de El Libro de las Horas en el
que se insiste en la humildad como camino hacia Dios. Y si humildad y verdad van unidas, EH
cuenta con una inspiración adicional: L.N. Tolstoi, el gran amante de la verdad 51.

49
De todos modos se ha de apuntar que el poeta no está pensando en “Dios” o en los “santos” de una manera
tradicional. Para el poeta, “Dios” es una fuerza que se encuentra dentro del cosmos y que es capaz de levan-
tar a la gente del suelo, mientras que los “santos” son personas que están tan atentas a esta fuerza miste-
riosa que se pierden a sí mismos (v. 68) (Robert Anthony Krieg, “Romano Guardini: Fe cristiana y literatura
(II). Un diálogo con Rainer Maria Rilke”, en: http://www.mercaba.org/Guardini/fe_cristiana _litearatura2
.htm).
50
20-II-1942.
51
Carta a Nikolái Nikoláievich Strájov (Yásnaia Poliana, 23 de agosto de 1894):“La verdad, o más bien, el cono-
cimiento de la verdad no se puede recortar según la realidad. Es mejor que la realidad se acomode, como
puede y sabe hacerlo, a la verdad. Asustarse por una realidad que no está de acuerdo con la verdad, es como
asustarse en matemáticas por los números irracionales” (Lev Tolstói, Correspondencia 1880-1910, Era, Mé-
xico DF 2007, 163). Por otro lado, la gran pasión de F.M. Dostoievski por Cristo y su gran convencimiento de
que solo Él era el camino, la verdad y la vida, le llevó a afirmar que, aunque alguien le demostrase que Cristo
no era la verdad, seguiría creyendo en Él.
224 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: diálogo ininterumpido

2. Diálogo ininterrumpido con Dios

La actitud teologal que se da en EH parte de una situación de crisis vital que la está rom-
piendo por dentro, de tal modo que se arriesga a fiarse de un tú, JS, para salir del agujero
mortífero en que se encuentra. Por eso, a pesar de sus resistencias, y tras constatar el bien
que le producen los ejercicios físicos y el silencio ante el diario, decide meditar treinta minu-
tos diarios. No se trata simplemente de un tiempo para acallar su mente, sino que ella mis-
ma lo describe como la posibilidad de quitar los matorrales de las llanuras interiores para
que, así, algo de Dios pueda “entrar en ti, y algo de ‘Amor’, también. No esa clase de amor
de lujo que te hace sentir deliciosamente media hora, enorgulleciéndote por las cosas subli-
mes que puedes sentir, sino el amor que se puede aplicar en las cosas pequeñas de cada
día”1.

Estas palabras de EH recuerdan la doctrina de las “energías” del Gregorio Palamas con la
que explica cómo Dios se da al hombre sin dejar de ser trascendente a él2. Por medio de
estas energías el Espíritu va divinizando a la persona progresivamente hasta llegar a una
comunión o sinergia de voluntades: el ser humano ha de rendir su voluntad amorosamente
a la voluntad y gracia divinas de tal manera que se vaya aquilatando una compenetración
suave y gozosa3.

En apenas dos años y medio EH vive una transformación radical porque las raíces hallaron
un nuevo pozo del que nutrirse. La joven buscó y halló en el interior de su corazón a un
Huésped al que quiso dar alojamiento y desenterrar en los corazones ajenos. El Dios que le
incomodaba inicialmente llegó a convertirse paulatinamente en su interlocutor permanen-
te. De este modo EH llegó a la meta de la espiritualidad ortodoxa: un estado permanente de

1
8-VI-1941.
2
Cf. La filocalia de la oración de Jesús…, 20. En la mística de Occidente Santa Teresa de Jesús expresa este
misterio de amor con este poema:¡Oh ñudo que ansí juntáis/dos cosas tan desiguales!/No sé por qué os
desatáis,/pues atado fuerza dais/ a tener por bien los males./ Juntáis quien no tiene ser/con el Ser que no se
acaba./Sin acabar, acabáis;/sin tener que amar, amáis;/engrandecéis nuestra nada (Tomás Álvarez (Ed.),
16
Santa Teresa, Obras completas, Monte Carmelo, Burgos 2011 , 1363).
3
El Maestro Eckhart emplea una imagen sugerente para explicar cómo esta cooperación no se da de una ma-
nera espontánea, sino que requiere largas y arduas batallas en el interior de la persona, hasta la rendición
final: “Cuando el fuego terrestre, bajo la forma de una chispa, inflama la madera y la hace arder, la madera
asume la naturaleza del fuego y se vuelve semejante al mismo fuego (...). Cuando el fuego comienza a hacer
efecto, alumbra la madera y la hace arder, la vuelve muy pequeña y desemejante consigo misma, le quita
todo lo que tiene de grosero y de frío, el peso y la humedad del agua, y la vuelve cada vez más semejante a
su propia naturaleza de fuego. Pero ni la madera ni el fuego encuentran apaciguamiento, satisfacción ni re-
poso en ningún calor, pequeño o grande, ni en ninguna semejanza, hasta que el fuego no se haga uno con la
madera y le comunique su propia naturaleza, su propia esencia, de tal forma que no haya más que un solo
fuego, idéntico y sin ninguna diversidad ni ninguna distinción. Pero antes de llegar a eso, se produce siempre
un furioso combate y una batalla, rugidos y luchas entre el fuego y la madera. Cuando toda diferencia ha si-
do destruida y borrada, el fuego se calma y la madera se calla” (Meister Eckhart, El fruto de la nada y otros
6
escritos. Edición de Amador Vega Esquerra, Siruela, Madrid 2008 , 56).
Una “staretz” en Westerbork 225

oración en el que el orante, desnudo ante Dios, es divinizado por el mismo Espíritu. EH llegó
a experimentar ese “orar sin cesar” de la carta de san Pablo a los Tesalonicenses, que fue el
punto de partida y de llegada de los Relatos de un peregrino ruso.

2.1. Dios, huésped y fortaleza

Fue el 26 de agosto de 1941 cuando EH descubre dentro de ella, como si de un pozo se tra-
tara, a Dios mismo4. Las piedras de su ateísmo y racionalismo no le permitieron un acceso
rápido ni sencillo5, pero la sola consciencia de estar habitada por una Presencia supuso un
dinamismo irreversible.

Tres conversaciones supusieron para EH un catalizador para confesar con autonomía y orgu-
llo su ser creyente. En primer lugar la incomodidad de la frase “En realidad, soy religiosa”
que un día pronunció su madre como si la fe, en el fondo, no supusiera un compromiso real
en el día a día6. Por otro lado, su hermano Jaap, parafraseando a R. Descartes, le insinúa
provocativamente: “Cogito ergo sum. Credis, ergo non es”7. Y, por último, las palabras de JS
sobre cómo algún día sería bueno atreverse a pronunciar el nombre de Dios 8.

Así, progresivamente, a medida que se arrodilla física y existencialmente, que se atreve a


pronunciar el nombre de Dios, que experimenta la sobreabundancia de la paz, el gozo, la
fuerza y el amor de Dios, se dispone a acogerle en su interior y a desenterrarle en los cora-
zones ajenos. De este modo, se convierte en una staretz que favorece el proceso de ilumi-
nación en quienes se acercan a ella. Y es que EH, al igual que la espiritualidad ortodoxa,
también se refiere a la cercanía o lejanía de Dios con términos relacionados con la luz:

“Eso es, de hecho, lo peor que puede pasar: como si tu luz interior hubiera sido apagada
o, pongámoslo de manera más atrevida, como si Dios te hubiera abandonado por un
momento. Pero la pasada noche, conducida por un inesperado deseo de plenitud inte-
rior, de repente tuve que arrodillarme de nuevo en medio de la sala, y cuando me levan-
té el grisáceo amanecer ya no era un trozo de papel sino que tenía las dimensiones espa-
ciales de antes”9.

Para el Oriente cristiano la luz para referirse a Dios va más allá de una mera metáfora. Dios
es la luz porque la persona que llega a la gnosis, a la conciencia plena de lo divino, experi-
menta dicha luz increada: “Nos ilumina, esa luz sin ocaso, sin cambio, inalterable y jamás

4
Cf. Jer 2, 13: “Sin embargo, mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha. Espantaos, cielos, sobre
esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo el Señor. Porque dos males ha hecho mi pueblo: me deja-
ron a mí, fuente de agua viva, por cavar para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”.
5
Cf. 24-IX-1941.
6
30-XII-1941.
7
29-X-1941.
8
14-XII-1941.
9
5-I-1942.
226 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: diálogo ininterumpido

eclipsada; habla, actúa, vive y vivifica, transforma en luz a cuantos ilumina. Dios es luz y
aquellos a quienes él vuelve dignos de verlo, lo ven como luz…”10

El 9 de enero de 1942 comienza a experimentar cómo Dios se convierte dentro de ella como
una fuerza organizadora, integradora y pacificadora de toda su persona 11. En el mismo mes
aparecen una serie de expresiones de Dios como huésped o inquilino interior: “Te he asig-
nado una morada cada vez más espaciosa dentro de mí, y también estoy empezando a creer
en Ti”12. Esta imagen es propia de la tradición cristiana ortodoxa refiriéndose de manera
especial a cómo el Espíritu Santo habita en el corazón del hombre. Mientras que Jesucristo
es el Dios encarnado, el Dios-con-nosotros, el Espíritu Santo es el Dios en nosotros, el Dios
derramado en nuestras entrañas, como el ungüento que penetra, el agua que se bebe, el
aliento que se respira, la savia que vivifica… Él es nuestro Huésped, “mora en vosotros y en
vosotros está”13. Dios desea habitar en el interior de la persona aunque esta puede vivir
obviándole e incluso expulsarle: “¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de
Dios habita en vosotros?”14. El ser humano se erige entonces en el recinto sacro en que ha-
bita el Santísimo15. Así, la secuencia de Pentecostés habla del Espíritu como “Dulce Huésped
del alma” y una antífona oriental canta: “El Espíritu Santo vivifica las almas; las exalta en la
pureza; hace resplandecer misteriosamente en ellas la naturaleza una de la Trinidad” 16.

10
Simon el Nuevo Teólogo, De professione christiana, PG 46, 244c. En la Iglesia de Occidente es san Buenaven-
tura quien presenta una escala de luminosidad de los seres, los cuales, a medida que se alejan de su valor
propio y semejanza divina de Dios, se vuelven opacos. La luz (fulgor-esplendor) es una irradiación de la luz
fontal (lux) que constituye substancialmente a la criatura. El primer principio causal es luz infinita, pura y en
acto perfecto. Es causa eficiente, ejemplar y final de cada ser espiritual, por lo que cada hombre es por
esencia una luz participada y substancial en sí misma (Cf. J.G. Bougerol, Lexique Saint Bonaventure, Éditions
Franciscaines, París 1969, 93-94. II Sent., d. 13, a. 2, q. 2, fund.:“Forma substantialis est nobilior quam acci-
dentalis; sed lux est nobilísima formarum corporalium, sicut in multi locis dicit Augustinus: ergo cum multae
alia formae corporales sint substantiae, videtur, quod lux sit forma substantialis”). Pero no subsiste en sí in-
dependientemente de la influencia necesaria y continua de la causa eficiente creadora (Gerald Cresta, Luz,
iluminación y verdad en el De triplici via de San Buenaventura, en: https://dialnet.unirioja.es/descarga
/articulo/4864766.pdf; última consulta: 13-II-2017).
11
Esta entrada, en la que la fuerza de Dios dentro del creyente hace que toda la persona quede centrada,
evoca las palabras de Santa Teresa: “Visto ya el gran Rey, que está en la morada de este castillo, su buena
voluntad, por su gran misericordia, quiérelos tornar a él y, como buen pastor, con un silbo tan suave, que
aun casi ellos mismos no le entienden, hace que conozcan su voz y que no anden tan perdidos, sino que se
tornen a su morada. Y tiene tanta fuerza este silbo del pastor, que desamparan las cosas exteriores en que
estaban enajenados y métense en el castillo” (4M 3,2).
12
9-I-1942.
13
Jn 14,17.
14
1 Co 3,16. El santuario era la parte más interior y sagrada del Templo de Jerusalén. Era el Sancta Sanctorum.
15
Cf. Rafael Prieto Ramiro, La espesura del amor, Dios (Cuaresma y Pascua 2009), Cáritas Española, Madrid
2009, 279.
16
Tomo 4, oficio de domingo.
Una “staretz” en Westerbork 227

Teófano el Recluso habla, de hecho, de un “órgano del Espíritu” ya que, al igual que la pupi-
la del ojo es el punto de contacto entre el mundo interior y el mundo exterior, debería exis-
tir un punto misterioso por medio del cual Dios entra en la vida del hombre con todas sus
riquezas. El Maestro Eckhart indicará que Dios habita en el fondo del alma, allí donde el
fondo de Dios y el fondo del alma no son más que un único y mismo fondo. Esta raíz de la
misma vida y de todas las fuerzas humanas lo ha localizado la Escritura y los Padres en el
corazón17. Allí, en lo que JS verbalizaba como “alma”, descansa EH con Dios:
“Mi amor por la vida es tan grande y tan fuerte y tan sereno que me hace tan agradeci-
da… hay una tan perfecta y completa felicidad en mí, oh Dios. Lo que él llamaba “reposar
en la propia alma”. Esto es lo que mejor expresa mi amor por la vida: reposo en mí mis-
ma. Y la parte de mí misma, la más profunda y rica en la que reposo, es lo que llamo
Dios”18.

No resulta arbitrario vincular esta imagen con el salmo 62:


Solo en Dios descansa mi alma,

pues de Él viene mi salvación.

Él solo es mi roca y mi salvación,

mi ciudadela: no vacilaré jamás.

¿Hasta cuándo habéis de ensañaros contra un hombre,

golpeando todos en brecha como contra pared inclinada,

como contra muro ruinoso?

Solo buscan derribarle; se deleitan con la mentira;

bendicen con su boca, y en su corazón maldicen.

Solo en Dios descansa, alma mía,

porque de Él (viene) lo que espero.

Él solo es mi roca y mi salvación,

mi ciudadela: no vacilaré.

En Dios está mi salvación y mi gloria;

Dios es mi fuerte roca y mi asilo.

Confía en Él, ¡oh pueblo! en todo tiempo.

Derramad ante Él vuestros corazones,


porque Dios es nuestro asilo.

17
Cf. T. Spidlik, La oración según la tradición del oriente…, 316-317.
18
17-IX-1942.
228 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: diálogo ininterumpido

Este canto es la oración de un creyente judío en un momento de gran dificultad y bien po-
dría ser el que EH lee al azar en el vagón que le lleva a Auschwitz y que traduce de manera
personal como “El Señor es mi Cámara Alta”. Según Paul Lebeau, en la traducción de los
Salmos de la Statenvertaling, edición muy difundida en neerlandés, se suele hablar de Dios
como mijn Hoog Vertrek19 (Cámara Alta), pero esta expresión también se halla en dos oca-
siones en Sal 62,3.7. Esta Cámara Alta sería el Templo, que en la lírica hebrea no hace refe-
rencia únicamente a la función de asilo del santuario 20 sino al mismo YHWH21 que lo habita.

Este descanso del alma o quietud es diferente de la euthymia o la ataraxia de los filósofos
griegos. Está más bien en la línea del concepto judío de shalom, que originariamente es el
acuerdo al que llegan dos personas después de una discusión. Así es, la paz bíblica es conse-
cuencia, entre otras razones, de haber llegado a la relación justa con Dios, que se produce
precisamente en la oración22.

Por otro lado, W. Tommasi propone una mirada a la dimensión materna de la relación de EH
con Dios. Alojando a Dios dentro de sí, la joven, que en el plano personal había rechazado
ser madre hasta el punto de provocarse un aborto, asume ahora una maternidad simbólica
respecto a Dios, un Dios percibido como dependiente de ella y necesitado de ayuda. Ofre-
cerle hospitalidad para salvarlo de la catástrofe. La relación de la joven con Dios es, por tan-
to, circular23: acoge a Dios en el fondo de su intimidad y, de este modo, es capaz de desen-
terrarlo en los demás por medio de una vida entregada. Llena de Dios, puede dar a Dios 24. O
expresado con palabras de Máximo el Confesor: “Cristo nace misteriosamente sin cesar,
encarnándose a través de aquellos a los que salva, y hace del alma que le da a luz una nueva
madre virgen”25.

2.2. Etty Hillesum, mujer de Palabra

La Sagrada Escritura en la espiritualidad ortodoxa es el alimento cotidiano para el monje


que desea llegar a la deificación. Y es que, al estar inspirada por el Espíritu, su conocimiento
19
Cf. P. Lebeau, Etty Hillesum…, 207.
20
G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento I, Sígueme, Salamanca 19753, 491.
21
Hans-Joachim Kraus, Los Salmos 60-150, Sígueme, Salamanca 2014, 29.
22
Cf. T. Spidlik, M. Tenace, R. Cemus, El monacato en el Oriente…, 46.
23
W. Tommasi, “‘Cuerpo y alma son…, 99.
24
O expresando teológicamente este “mutuo engendramiento”: “El hombre se convierte en hijo en el Hijo,
introduciéndose en el corazón de la Trinidad por participación en la vida de Cristo Jesús, y Dios nace de nue-
vo en el hombre, en una especie de encarnación continua” (Javier Melloni Ribas, Los caminos del corazón…,
137).
25
Philocalie…VI, “Interpretación del padrenuestro”, 256. La acción de dar a luz a Dios lleva a preguntarse por la
maternidad divina en la teología oriental. Para la Iglesia ortodoxa la imagen de la santidad humana y de la
Iglesia está en la Theotókos, la toda santa (panhagia), la llena del Espíritu Santo, que es la santidad hiposta-
siada. María de Nazaret, con su sí prolongado a lo largo de su vida, engendró a Dios para la tierra y al hom-
bre para el cielo (Víctor Codina, Los caminos del Oriente cristiano…, 144).
Una “staretz” en Westerbork 229

“siembra la virtud, hace el pensamiento ligero, nos impide ser sumergidos por las vicisitudes
inesperadas de los acontecimientos, nos eleva por encima de los dardos del diablo, nos hace
permanecer muy cerca del cielo…”26.

Esto mismo pudo experimentar EH gracias a JS, quien le propuso la lectura de la Biblia dán-
dole, además, algunas orientaciones sobre la naturaleza de aquello que se disponía a leer.
Así, apenas un mes y medio después de conocerle, escribe en su diario: “Y ahora algo más
de S., unas cuantas notas que me atrajeron: Por ‘palabra de Dios’ no tenemos que referirnos
solo a la Biblia. En un sentido más amplio, se aplica al conocimiento, a la inspiración, a la
obra del Espíritu Santo manifestada en el hombre”27.

Sin embargo, aparecen en su diario otras personas con las que EH pudo apoyarse en sus
inicios bíblicos. Llama especialmente la atención una carta de Douwe J. Vis. Este calvinista y
director de una empresa de semillas recibió algunas clases de ruso por parte de EH 28, a
quien escribe el 6 de septiembre de 1942 invitándole a fijarse en 1 Co 13, 9-12. Asimismo, le
ofreció un breve comentario: sufrir persecución, aunque ahora no seamos capaces de en-
tenderlo, puede traer algún tipo de bien. Además subraya la unión entre el AT y el NT y có-
mo toda la Biblia contiene la verdad revelada.
“Ahora vemos las cosas como un enigma en un espejo, pero los hijos de Dios verán más
tarde cara a cara. Sin embargo, a veces somos capaces aquí en la tierra de entender las
cosas mirando hacia atrás, a pesar de que pueda parecer espantoso para el pueblo. Por
ejemplo, la persecución de la primera comunidad cristiana en Jerusalén. ¡Qué horror de-
bió haber sido para aquellas personas, que habían tenido otras expectativas de la salva-
ción en Jesucristo! Pero el azote de Dios los expulsó de Jerusalén y como resultado su mi-
sión comenzó en el mundo. (Ver los Hechos de los Apóstoles.)

Me alegro de que hayas llevado la Biblia. No quiero ser pedante cuando te pregunto:
¿Entiende lo que está leyendo (Hechos 8,30)? Porque la Biblia es más que un libro lleno
de pensamientos exaltados, que puede fortalecer a alguien en su sufrimiento. Es la reve-
lación del Dios Creador de todas las cosas, que hasta el día de hoy tiene todas las riendas

26
Juan Crisóstomo, Hom. 5, De studio praesentium1, PG 63, 485.
27
19-III-1941. Son varias las entradas que testimonian cómo las Escrituras fueron materia de diálogo entre
ellos. La joven deja constancia de cómo la primera tarde entera que pasaron juntos - 21 de abril de 1941-
hablaron sobre la Biblia. Otro día especifica que la conversación fue en torno al libro de Job: “Fue otro en-
cuentro muy interesante, y más tarde, en casa, las cosas de las que hablamos (el Libro de Job y Fausto) con-
tinuaron agitándome” (27-II-1942). Y meses después, cuando EH cuida a un JS cada vez más enfermo, la lec-
tura de la Biblia en un ambiente sereno y meditativo sigue siendo un lugar de encuentro y maduración: “Me
retiraré todo el día en mi propia quietud, aceptando la hospitalidad de este espacio sereno de este día ente-
ro. Quizás descansaré entonces. Cuerpo y mente están muy cansados y no están en condiciones. Pero no ha-
ré ningún trabajo hoy y todo debería estar muy bien (…) Ahora me pondré la bata colorida y bajaré a leer la
Biblia con él.” (5-VII-1942).
28
Cf. 4-XII-1941.
230 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: diálogo ininterumpido

en la mano y ha puesto todo su poder en manos del crucificado. Espero ante todo que la
unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento le haya quedado clara (el punto de ma-
yor conflicto entre judío y cristiano). Esta unidad es enseñada con gran énfasis, por
ejemplo, en el Evangelio de Mateo, por las continuas referencias a las profecías y otros
libros del Antiguo Testamento”.

Para cuando recibe esta misiva, EH llevaba tiempo buscando el modo de acercarse a la Bi-
blia, aunque no fueron fáciles los inicios: “Por supuesto, podría leer la Biblia cada mañana,
pero no creo que esté preparada para ello. Todavía me preocupo por el verdadero significa-
do del libro, en lugar de perderme en él”29. Y de hecho, al aproximarse a las Escrituras le sur-
gían dudas que querría comentar a JS. El caso es que no se desanima y establece nuevas
estrategias para introducirse en la mística bíblica:
“Con cinco pastillas de carbón y una menta con el estómago vacío, leí el primer capítulo
de Génesis. Pensé: ‘Y la tierra era informe estaba vacía, y la oscuridad estaba sobre la
faz del abismo’30. Tal vez sea impertinente de mi parte decirlo, pero el resto del primer
capítulo me resulta muy ingenuo. Las ‘grandes ballenas’31 me impresionaron especial-
mente. He intentado hacer algunas incursiones en la Biblia con anterioridad desde varios
ángulos. Una vez a través de San Juan, otra vez a través de los Salmos, y así sucesiva-
mente. Pero ahora he resuelto empezar desde el principio del Antiguo Testamento, y ca-
da mañana daré un paso más con el estómago vacío. Debo preguntarle a mi amigo de
lectura de Biblia por qué encuentro ese primer capítulo tan sorprendentemente inge-
nuo”32.

Esta familiaridad con la Escritura le lleva a emplear palabras o imágenes bíblicas para expre-
sar un sentimiento o una idea 33 y a obtener luz para situaciones concretas, actuando de
manera similar a la sabiduría que exponen los Relatos de un peregrino ruso:

“Para recibir la iluminación espiritual y llegar a ser un hombre interior, hay que tomar
un texto cualquiera de la Escritura y concentrar en él toda la atención tanto tiempo

29
8-VI-1941.
30
Gen 1,2
31
Gen 1,21.
32
28-VI-1942.
33
“No hay duda de que está grabado en algún lugar de nuestra mitología (cf. Ex 40,34-38): Un judío avanzan-
do, envuelto en una nube. Era una nube de mis propios pensamientos y sentimientos que me envolvían y me
acompañaban, y me sentía tan cálida, protegida y segura” (23-VIII-1941). Y en otro lugar: “Dios mío, mi es-
critorio se parece al mundo en el primer día de la creación. Tal caos y confusión. Además de los exóticos lirios
japoneses, un geranio, rosas de té descoloridas, conos de pino que ahora son reliquias sagradas, una chica
marroquí con una mirada que es animal pero serena al mismo tiempo, también está San Agustín y la Biblia y
las gramáticas rusas y diccionarios y Rilke (…) todos mezclados juntos, y por supuesto Jung” (21-VI-1942).
Una “staretz” en Westerbork 231

como se pueda. Por este camino se llega a descubrir la luz de la inteligencia. Para orar,
hay que proceder de la misma manera”34.

Así el 28 de noviembre de 1941 EH explica cómo ha escogido algunos pasajes y los ha dota-
do de un significado nuevo, significativo y experiencial. Estos son el mandamiento del amor
al prójimo, el himno paulino de la caridad y la creación del hombre a imagen y semejanza de
Dios. De hecho, este último texto, Gen 1,26-27, fue su pilar de la no violencia.

La lectura del evangelio de Mateo lo iniciará el día 4 de abril y hace mención de él en las
entradas de los días 8, 13, 15 (“mi san Mateo”35). El día 13 se detiene en Mt 10,18-19: “y por
mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y
ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar.
Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento” 36. No resulta complicado
unir estos versos con la situación de presión que los nazis infringen al pueblo holandés y el
futuro incierto, e incluso de terror, que se acercaba imparablemente. Realmente EH descan-
sa en la Escritura:
“Y, de hecho, solo me he sentido bien en las mañanas estos últimos días con lecturas bí-
blicas, con Rilke y con estas páginas. También me ha impresionado la sensación de estos
últimos días en los que me levanto en medio de la noche a veces pronto para escribir un
libro. Una sensación de estar embarazada, mentalmente embarazada, y de querer traer
algo al mundo por fin”37.

En el mes de julio de 1942 EH intensifica la lectura de las Sagradas Escrituras, en especial los
salmos y narraciones épicas del pueblo hebreo, en cuyos personajes paradigmáticos encuen-
tra una fuente de humanidad y fuerza en medio de la situación dramática que se vive en los
Países Bajos38. Pero también adquirió lucidez para afrontar la gravedad de los acontecimien-
tos en los evangelios, en especial Mt 6,34:

34
Relatos de un peregrino ruso, 83. En el primer relato de esta primera parte se ofrece una comparación entre
la Filocalia y las Escrituras Sagradas en las que estas últimas quedan comparadas con el sol mientras que la
primera sería más bien un cristal ahumado para poder mirarlas: “El sol es un astro majestuoso, brillante y
muy excelso, al que no es posible mirar de frente. Para contemplar a este rey de los astros y soportar sus en-
cendidos rayos, hay que echar mano de un vidrio ahumado, infinitamente más pequeño y más oscuro que el
sol. Pues bien, la Escritura es este sol resplandeciente y la Filocalía es el cristal ahumado”.
35
Así lo denominó el 15-IV-1942: “Tengo miles de cosas que escribir, pero debo primeramente leer mi san Ma-
teo”.
36
Es de notar la presencia del término “testimonio”, un elemento propio de la misión personal de Etty y, qui-
zás, también una ausencia: Etty no sigue con Mt 10,20 (“Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el
Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros”), posiblemente porque no se siente cómoda llamando
“Padre” a Dios, término propio del cristianismo.
37
13-IV-1942.
38
“Estos salmos que se han convertido en parte de mi vida diaria son una excelente comida para un estómago
vacío (…) En mí hay tanta docilidad y aceptación. Y una alegría que descansa en Dios. Algo elemental fluye
del Antiguo Testamento y algo hogareño también. Gente espléndida en sus páginas, poética y austera.
232 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: diálogo ininterumpido

“Corren malos tiempos, Dios mío. Esta noche me ocurrió algo por primera vez: estaba
desvelada, con los ojos ardientes en la oscuridad, y veía imágenes del sufrimiento hu-
mano. Dios, te prometo una cosa: no haré que mis preocupaciones por el futuro pesen
como un lastre en el día de hoy, aunque para eso se necesite cierta práctica. Cada día es
suficiente por sí mismo (Mt 6,34)” 39.

Este versículo también es comentado por Marcos el Asceta, quien aconseja acallar la mente,
pues esta inflama de manera sutil e imparable el miedo a ser desposeídos de algún elemen-
to que para la persona es valioso:
“Sabiendo esto, el Señor nos manda: No os preocupéis por el mañana (Mt 6,34). Jus-
tamente, el que no se haya liberado de las cosas materiales y de la preocupación que la
pérdida de las mismas conlleva, ¿cómo se liberará de los malos pensamientos? Y el
que se encuentre cercado por los pensamientos, ¿cómo verá al pecado realmente
existente que se encuentra en ellos? Esto es tiniebla y niebla para el alma y tiene prin-
cipio en las reflexiones y las malas acciones”40.

EH experimenta que la fuerza que le sostiene en Westerbork no procede de las palabras


agradecidas de los prisioneros ni de las amistades hechas allá, ni siquiera de una ideología
filantrópica. Son las palabras de la Sagrada Escritura las que le ofrecen consuelo, como días
después señala al referirse al profeta Isaías, cuyas palabras le reconfortan una y otra vez y le
dan una “secreta paz interior que sobrepasa todo conocimiento”41. De hecho, confesará por
carta desde Westerbork que hay un texto evangélico del que saca suficientes fuerzas para
atender a los internos del campo sin que el vínculo familiar le lleve a obsesionarse por el
cuidado hacia sus padres y su hermano:

Realmente es un libro increíble y estimulante, la Biblia, duro y tierno, simple y sabio. No solo fascinante por
lo que se dice en él sino también por llegar a saber quién lo dice. Está poblado de tribus enteras de caracte-
res sin descubrir. Me emocionó tremendamente pasar esos diez minutos leyendo la Biblia con él. Todas las
corrientes ahora fluyen a pesar de los espíritus y los corazones de los hombres, corrientes que han cristaliza-
do en “ismos”, una multitud de creencias y eslóganes y divisiones. Esas también están en la Biblia… he saca-
do fuerza de esa fuente colorida y gentil” (5-VII-1942). Al final del mes de julio, en espera de ser enviada a
Westerbork por el Consejo Judío, ya que su trabajo en la oficina no le resultaba en absoluto satisfactorio,
imagina qué podría llevar consigo al campo de concentración en el momento de la partida. No faltará la Bi-
blia: “Haré mi mochila y en algún rincón escondido habrá seguro un espacio para el Antiguo y el Nuevo Tes-
tamento” (28-VII-1942).
39
12-VII-1942. Este mismo versículo se convertiría ochos meses después en palabra consoladora de Dios ante
el exterminio seguro del pueblo. EH ha integrado la confianza en la Providencia, que no evita el mal pero
otorga una promesa de victoria: “No te preocupes por el mañana. El mañana tiene ya sus propias preocupa-
ciones. Cada día tiene bastante con su propio mal”. Esta es una actitud que te permite llevar Westerbork ade-
lante. Y así, cada noche, con paz segura de mente, dejo mis necesidades terrenales a los pies de Dios mismo.
A menudo hay necesidades triviales (…) Las grandes preocupaciones ya no son tan grandes” (Carta 55, antes
del 31 de julio de 1943, a Christine van Nooten).
40
AAVV, La Filocalia, versión digital: companerosdejesus.es/Varios%20-%20La%20Filocalia.PDF
41
Carta 57. 8-VIII-1943, a María Tuinzing. En realidad la cita se corresponde más bien a la carta de San Pablo a
los Filipenses: “La paz de Dios que sobrepasa cualquier entendimiento” (Fp 4,7).
Una “staretz” en Westerbork 233

“Hay un pasaje bíblico del cual saco mucha fuerza. Es algo así como: ‘Si me amáis, aban-
donad a vuestro padre y a vuestra madre’42. No hay que dejarse paralizar por la propia
familia hasta el punto de no poder prestar atención y cariño a los semejantes. Cada vez
se me impone más la idea de que el amor por alguien que se cruza en tu camino, el amor
por alguien hecho a imagen de Dios, debe superar al amor nacido de los vínculos de la
sangre”43.

En la tradición ortodoxa es Basilio uno de los Padres que más incide en cuidar las distancias
con los familiares, hasta el punto de interpretar al pie de la letra las palabras evangélicas: “Si
alguien viene a mí, y no odia a su padre, a su madre… no puede ser discípulo mío”44. Por
tanto prescribirá la renuncia total a la familia, especialmente porque teme que los vínculos
susciten en los monjes la añoranza de su vida pasada45.

Por otro lado, se ha de señalar que los escritos de EH testimonian cómo, en ocasiones, ante
dificultades graves, prefería abrir la Biblia al azar como signo de su necesidad de luz o fuerza
y, al mismo tiempo, de dejarse guiar por Dios sin ser ella quien forzara una solución. Así lo
hace antes de una visita a la Gestapo con JS46 y en el tren que la conduciría a Auschwitz:
“Christine, abro la Biblia al azar y me encuentro con esto: ‘El señor es mi Cámara Alta’” 47. EH
se dirige hacia el campo de exterminio pero ya hacía muchos meses que en la última entra-
da de su diario conservado, el 13 de octubre de 1942, expresó su abandono en Dios con las
palabras de Jesús: “No sea mi voluntad sino la Tuya”48.

Una vez que se ha mostrado la importancia de las Escrituras Sagradas en el recorrido espiri-
tual de EH, se hace más comprensible que siempre tuviera un ejemplar con ella. Así, en va-
rias ocasiones imagina qué objetos de máxima necesidad introduciría en su maleta si fuera
obligada por las fuerzas alemanas a salir hacia un campo de concentración. Este pensamien-
to recurrente alcanzó su inconsciente de tal modo que también fue objeto de sus sueños. La
Biblia aparece entre estos objetos tan valiosos:

42
Cf. Lc 14,26 y Lc 18,29.
43
Carta 61, 18-VIII-1943, a Han Wegerif y otros.
44
San Basilio, Grandes Reglas, 32,2 col. 996c.
45
Cf. T. Spidlik, M. Tenace, R. Cemus, El monacato en el Oriente…, 172-173.
46
“Abrí la Biblia al azar, pero esta mañana no me dio ninguna respuesta. Quizás también porque no había
preguntas, solo una enorme fe y gratitud porque la vida fuera tan hermosa, y eso hace que este sea un mo-
mento histórico, eso y no el hecho de que S. y yo estamos de camino a la Gestapo esta mañana. Pero porque
sé que la vida es hermosa y llena de promesas, no importa lo que pase. Ojalá me permitieran ir con él” (25-II-
1942).
47
Carta 71. 7-IX-1943, a Christine van Nooten. En la traducción de los Salmos de la Statenvertaling (edición
muy difundida en neerlandés) se suele hablar de Dios como Cámara Alta, sin embargo. la cita de Etty no es
literal. Podría referirse al versículo 3 del salmo 17 (18): “El Señor es mi roca y mi baluarte”.
48
Cf. Mt 26, 39.42.
234 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: diálogo ininterumpido

“Esta noche soñé que debía hacer el equipaje. Iba y volvía preocupada por los zapatos
que iba a llevar – todos ellos me causan dolor en los pies. Y ¿cómo iba a envolver toda mi
ropa interior y comida para tres días y sábanas en una maleta o en una mochila? Y tenía
que encontrar espacio en algún lugar para la Biblia. Y si era posible para El Libro de las
Horas y Cartas a un joven poeta de Rilke. Y también deseaba coger dos pequeños diccio-
narios de ruso y El Idiota, para así mantener el nivel de idioma”49.

Y un par de meses más tarde, antes de marchar por segunda vez a Westerbork - por tanto
los campos de concentración ya no son una hipótesis más o menos lejana-, indica cómo la
Biblia ha de estar en su equipaje, junto a R.M. Rilke y L.N. Tolstoi. En el mismo texto emplea,
de hecho, una imagen evangélica relacionada con la austeridad monacal:
“En la mochila: una camisa, una pequeña Biblia, quizás el diccionario de ruso, cuentos de
Tolstoi, y sin ninguna duda habrá espacio para un volumen de las cartas de Rilke. Y tam-
bién el suéter de lana que una amiga me tejió… ¡cuántas posesiones tengo, oh Dios, y al-
guien como yo quiere vivir como los lirios del campo!”50.

Pero las Escrituras no solo ocuparon un espacio en una maleta sino que, como indica en dos
de sus cartas51, la Biblia, junto con El Libro de las Horas de R.M. Rilke y una fotografía de JS
dormían con ella bajo la almohada de Westerbork. He aquí, por tanto, los tres grandes
maestros que la guiaron en un despliegue generosos de su existencia.

Por último, se ha de indicar otro valioso testimonio de que EH fue una mujer hondamente
arraigada en la Escritura. Jopie Vleeschhouwer, que acompañó a la joven en sus últimas ho-
ras en Westerbork antes de subir al tren que le llevaría a Polonia, narra cómo EH, al prepa-
rar su mochila, comenta: “Llevo mis diarios y mis pequeñas Biblias y mi gramática rusa y
Tolstoy, y no tengo ni idea de qué más llevo en mi equipaje”52.

49
7-VII-1942. Apenas pasan cuatro días cuando vuelve a insistir en las mismas obras: además de las Cartas a
un joven poeta y El Libro de las Horas de R.M. Rilke, habría siempre espacio para la Biblia: “Cogeré una mo-
chila y la haré sólo con lo absolutamente esencial, aunque todo debe ser de gran calidad: cogeré una Biblia y
el delgado volumen de las Cartas a un joven poeta y seguramente tendré que buscar espacio para El Libro de
las Horas. No llevaré ninguna fotografía de quienes amo; tomaré todos sus rostros y gestos que he coleccio-
nado y los colgaré en las paredes de mi espacio interior de tal modo que siempre estarán conmigo. Y estas
dos manos irán siempre conmigo, sus dedos expresivos como fuertes y jóvenes ramas. Y estas dos manos
siempre me protegerán en oración y no me dejarán hasta el final. Y estos ojos negros también me acompa-
ñarán, con su bondadosa, gentil y curiosa mirada. Y cuando mis rasgos se hayan convertido en feos y desfi-
gurados por el inmenso sufrimiento y la gran cantidad de duro trabajo, entonces toda la vida de mi alma se-
rá capaz de refugiarse en mis ojos” (11-VII-1942).
50
22-IX-1942.
51
Cf. Carta 57. 8-VIII-1943, a María Tuinzing y Carta 60, 18-VIII-1943, a Henny Tideman.
52
Carta 71. De Jopie Vleeschhouwer a Han Wegerif y otros (lunes 6 de septiembre de 1943). En otra carta se
recoge el siguiente testimonio: “Esta mañana recibimos una carta clandestina de alguien, un amigo de los
Swiep, diciéndonos que Etty estaba fuertemente consternada al escuchar las noticias, atendió a sus padres y
Una “staretz” en Westerbork 235

2.3. “La chica que no sabía arrodillarse”

Otra sugerente conexión entre la espiritualidad de EH y la espiritualidad ortodoxa es la rela-


ción entre el cuerpo y el espíritu. Esta valoración de la dimensión psicofísica se evidencia en
cómo el hesicasmo atiende a las posturas corporales, la respiración o el latido cardíaco. Esto
mismo fue tenido en cuenta por la joven holandesa quien, de la mano de JS, comenzará a
fluir interiormente gracias a unos ejercicios físicos y de respiración, así como a algunos
tiempos de ayuno que se impone53. De hecho, para decir monje en eslavo se puede emplear
el término postnik, que significa “aquel que ayuna”. Esta práctica, común en muchas tradi-
ciones religiosas y en el AT y NT, fue fundamentada por José de Volokolamsk, quien recordó
que sin un corazón humilde, sin oración incesante y sin caridad, el ayuno sería insuficiente 54.

EH narra en su diario tanto los ambientes y lugares (cuarto de baño, habitación, por la ma-
ñana recién amanecido un día gris, al lado de la cama por la noche…) como las posturas cor-
porales en las que hace oración. En una ocasión EH menciona que ha adoptado como postu-
ra el sentarse al estilo budista55, acercándose a la práctica hesicasta. Y aunque para los anti-
guos Padres el permanecer sentado en la oración tenía como motivo la enfermedad, el hesi-
casmo recomienda “sentarse en un asiento bajo, ante todo porque la oración atenta necesi-
ta una postura estable y, además, para seguir el ejemplo del ciego del que se habla en el
evangelio que, sentado al borde del camino, se puso a gritar al Señor: ‘Jesús, Hijo de David,
ten piedad de mí’ (Mc 10,47); él fue escuchado y atendido”56.

Sin embargo, lo más significativo en la joven holandesa es el gesto de la genuflexión al que


llegó, inicialmente, a partir de su voz interior y de los testimonios de JS y de Henny Tideman.
Realmente sorprende que EH emplee el verbo “arrodillarse” con tanta frecuencia a la hora
de describir su actividad o estado espiritual 57, más aún siendo de tradición judía en la que

hermano, y para sí misma pidió solo una Biblia y una gramática rusa” (Carta 79. De Maria Tuinzing a Christi-
ne van Nooten (probablemente el miércoles 9 de septiembre).
53
Cf. 20-III-1941; 8-VI-1941; 22-III-1942; 11-VI-1942.
54
Cf T. Spidlik, M. Tenace, R. Cemus, El monacato en el Oriente…, 156-157.
55
“Estoy sola en mi silencioso rincón, sentada como Buda y sonriendo como quien está bien, profundamente”
(5-VII-1942).
56
Ignatij Brjancaninov, O molitve lisusovoj, 327. Citado por T. Spidlik, La oración según la tradición oriental…,
409-410. K.G. Dürckheim afirma que al meditar, el hecho de “‘estar en su centro’ no es nunca algo exclusi-
vamente interior: concierne también a la existencia en el mundo, esto es, en el cuerpo” (K.G. Dürckheim,
Hacia la vida iniciática. Meditar. ¿Por qué y cómo?, Mensajero, Bilbao 1982, 151).
57
En 251 días narrados en sus diarios, ella lo emplea en 44 días, con 63 repeticiones. Arrodillarse es para EH un
acto muy íntimo que aprende de JS y que suele realizar en el baño sobre una alfombra rugosa de coco, pero
también en la sala de estar o en su habitación al lado de la cama o frente a la ventana, es un acto que suele
ir acompañado de inclinación de cabeza y de situar las manos sobre el rostro. Además, en alguna ocasión
abundantes lágrimas anegaron su rostro.
236 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: diálogo ininterumpido

esta postura es inexistente. No obstante, su “arrodillarse” no parece tener un significado


unívoco, sino que se podrían distinguir cinco tipos de genuflexión:

a) Arrodillarse como respuesta natural ante la belleza de los elementos naturales que
observa, sintiéndose en profunda comunión y armonía con la creación.
b) Las veces que “es arrodillada” por una fuerza mayor que ella misma, hasta el punto
que siente que ha sido creada precisamente para arrodillarse, para vivir desde den-
tro, contemplativamente, con profunda devoción .
c) EH se arrodilla para hacer oración de petición en momentos especialmente compli-
cados para ella, y también para otros. También aparece la acción de gracias.
d) El modo más frecuente es el arrodillarse como un ejercicio buscado para hallar luz,
paz, orden, fuerza y protección en su interior.
e) Como ejercicio más explícitamente teologal, de relación con Dios.

Estos modos se dan, en general, de manera entrelazada, por lo que no resulta fácil estructu-
rar el proceso espiritual de EH rastreando el gesto de arrodillarse, sin embargo, sí se ha de
reseñar que el gesto de arrodillarse se va haciendo más común, intenso, profundo y conna-
tural58. Pero lo realmente significativo es que EH se describiera a sí misma como “La chica
que no podía arrodillarse” 59 y que en una de las últimas entradas del diario identificara esa
chica con “la chica que aprendió a rezar” 60. De ahí que se pueda afirmar que EH, al arrodi-
llarse en los momentos de oración, posibilita que su cuerpo entre a formar parte de la rela-
ción íntima con Dios. Lejos de una visión platónica, EH experimenta el cuerpo como hogar
para Dios que debe ser conservado en buenas condiciones. Al practicar una oración corporal
en un contexto ordinario (habitación, en la sala de estar, en su habitación…), sacraliza la
propia cotidianidad.

Dejando las metanías aparte, postraciones puntuales explicadas en el capítulo anterior, en


la tradición oriental de los primeros siglos la oración de rodillas es, según Orígenes, “símbolo
de aquella postración y de aquella sumisión de la que habla Pablo cuando escribe: ‘por eso
doblo las rodillas ante el Padre’ (Ef 3,14). Es este arrodillamiento espiritual, así llamado para

58
De hecho, el 24 de septiembre de 1941 la joven describe las resistencias que tiene ante el gesto y cómo en
esos primeros meses pregunta curiosa a Tide o JS. Por otro lado, el 22 de noviembre deja claro que este
“aprender” a arrodillarse es un proceso, dándose una repetición especialmente frecuente del verbo en los
meses de diciembre de 1941 y enero de 1942. Además se percibe una densidad y profundidad especial en el
C11, tras su estancia en Westerbork.
59
21 y 22-XI-1941.
60
10-X-1942.
Una “staretz” en Westerbork 237

que todas las criaturas adoren a Dios en el nombre de Jesús y se sometan humildemente a
Él…”61.

Otro elemento bien estudiado por la tradición oriental y que manifiesta la unidad físico-
psico-espiritual que es el ser humano son las lágrimas. Juan Clímaco, autor del primer estu-
dio sobre las mismas, apunta sus diversos orígenes aunque, en la línea de Oriente, incidien-
do en su vinculación con la compunción (penthos). También en EH hubo lágrimas en las con-
fesiones escritas a JS62, lágrimas por los soldados que se enfrentaban en Europa 63, lágrimas
que nacen de la inmensidad de amor y compasión que halla en su interior64, lágrimas por
sentirse amada profundamente65, lágrimas mientras reza arrodillada 66 y lágrimas de una
presencia inefable de Dios en medio de Westerbork67.

Influencia de sus lecturas

El proceso que condujo a EH a pronunciar el nombre de Dios no estuvo exento de obstácu-


los. Por un lado, la carga semántica que tiene para ella este término; por otro, su frío escep-
ticismo y racionalismo inicial; y, por último, un cierto temor por no encerrar en un concepto
demasiado manido una realidad inconmensurable. Este último aspecto, muy unido a la di-
mensión apofática de la tradición ortodoxa, pudo tomarlo de R.M. Rilke, tal y como indica
esta entrada durante las Navidades de 1941:

61
J. Daniélou, Origène, París 1948, 44. J. Ratzinger, quien se convertiría en el papa Benedicto XVI, recuerda que
“sin adoración, el gesto corporal no significaría nada, mientras que el acto espiritual le debe al cuerpo su
verdadera naturaleza ya que existe una unidad psicosomática en el hombre, que se expresa en los gestos
corporales. Los dos aspectos han de ir unidos porque se pertenecen mutuamente” (Joseph Ratzinger, The
Spirit of the Liturgy, Ignatius Press, San Francisco 2000, 190-194).
62
Cf. Carta 4. A Gera Bongers. 6-II-1942.
63
Cf. 13-XII-1942.
64
“Tengo dos grandes sentimientos en lo más profundo de mí: el amor, un amor inexplicable, que quizás no
pueda ser analizado porque es muy primitivo, por las criaturas y por Dios o por lo que yo llamo Dios; y com-
pasión, una compasión sin límites que puede en ocasiones provocar que las lágrimas manen de mis ojos. Sí,
así es, amor y compasión. Sé económica y frugal con estos conceptos” (30-XI-1941).
65
“Cuando leí la nota de S. esta mañana, algo se rompió dentro de mí y me sobrepasó. Estaba ocupada po-
niendo la mesa para el desayuno, de repente me tuve que parar en medio de la habitación, junté mis manos,
incliné la cabeza y las lágrimas que estaban encerradas en mi interior durante mucho tiempo, salieron desde
el corazón. Había tanto amor, tanta compasión, tanta gentileza y tanta fuerza dentro de mí… Cuando había
leído su nota, estuve llena de profunda confianza” (15-VII-1942).
66
“Así es como fue, más o menos, mi oración de esta mañana. De repente tuve que arrodillarme en la dura
alfombra de coco en el baño, y las lágrimas cayeron por mi rostro. Y esa oración me dio suficiente fuerza pa-
ra el resto del día” (20-VII-1942).
67
“Cuando estoy en algún rincón del campamento, con los pies en Tu tierra y los ojos apuntando a Tu cielo,
siento el rostro anegado de lágrimas, única salida de la intensa emoción y de la gratitud. A veces, por la no-
che, tendida en el lecho y en paz contigo, también me embargan lágrimas de gratitud, que constituyen mi
plegaria” (Carta 60. A Henny Tideman, 18-VIII-1943).
238 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: diálogo ininterumpido

“Esta noche: Trude en su casa. Está bien. Todo está bien como es. Cómo han progresado
las cosas en estos últimos meses! Tanta paz y tanta tolerancia. Un mutuo enriquecimien-
to después de haber luchado contra esos celos. Todo está en su sitio. Y sin discordia.
Tampoco es insípido. En el pequeño diario de bolsillo que Tide le regaló para Navidad es-
cribió las palabras ‘Dios esté contigo’. Y eso me irritó otra vez, todo ese uso simplista de
Dios en cualquier lugar pero entonces de repente recordé las palabras de Rilke en El Libro
de las Horas: “Te deleitas en todos aquellos que te usan como un instrumento”68.

Por otra parte, lejos de ser el responsable del mal que asolaba a su nación, Dios es para EH
un ser necesitado que requiere de los hombres para no acabar sepultado por la indiferencia,
el ateísmo o el racionalismo. Solo desenterrándole en los demás podría salvarlo de una épo-
ca tan escéptica como sangrienta.

Quizás EH tomó la imagen de un Dios sepultado del imaginario rilkeano. Para R.M. Rilke la
oscuridad, las tinieblas y el crepúsculo que rodean a Dios son la tiniebla del corazón de los
hombres69. La tiniebla, que son los sentimientos y lo incomprensible, lucha con la lucidez de
la razón y lo mental. Cuando la batalla se inclina hacia la razón, gana terreno la ciencia; en
caso contrario, gana terreno la naturaleza, y con ella el hecho de contemplarla sin tener que
analizar sus fenómenos, tal y como hiciera R.M. Rilke durante toda su vida, ya que contem-
plar el mundo es observar a Dios, y Dios vendrá “desde el seno de la tierra”. Además, Dios
se ha replegado hacia el abismo oscuro de lo incomprensible y de la fe interior porque teme
que el poeta llegue hasta Él70. De este modo, Dios ha quedado “autoenterrado”71:
[Sepulturero-] También tiene uno que vivir; además, se lo ruego; ¿acaso no hacen lo mismo la
mayoría de los hombres? Entierran a Dios allí, de la misma manera que yo aquí a los hombres.

[Narrador-] Hubo un tiempo en que los hombres enterraban a Dios en el cielo, es verdad. (…)

68
El poeta sabe que solo es posible buscar la voluntad de Dios desde una opción clara por no amarrar a Dios
con el fin de llevarle al propio terreno. Sin embargo, la trascendencia de Dios hace que este intento sea en
vano y que, desgraciadamente, el ser humano haya empleado crueles artimañas que han creado más des-
concierto que paz. Así, R.M. Rilke hace una crítica en esta línea con un poema de El Libro de las Horas: “To-
dos los que te buscan te someten a prueba / Y los que sí te encuentran te sujetan/ en imagen y gesto”. Su
denuncia ante los desastres provocados por las guerras de religiones hace que identifique a Dios con un
cristianismo nominal, por lo que prefiere esperar en no sabe quién: “De ti no quiero vanidades/ que te de-
muestren. / Yo sé que el tiempo / se llama de otro modo que tú. / No hagas ningún milagro por mi amor
(http://protestantedigital.com/ magacin/9383/El_misticismo_de_Rilke; última consulta el 13-II-2017).
69
La dimensión apofática de la teología oriental estuvo influida por Filón de Alejandría, para quien Dios tam-
bién habita en la tiniebla: “Comprendiendo que él ama una realidad difícil de conocer e incluso inaccesible,
Moisés, sin embargo, la busca y entra en las tinieblas donde Dios mora, es decir, en los pensamientos impe-
netrables e informulables sobre el ser” (Filón de lejandría, citado por T. Spidlik, La oración según la tradición
del oriente cristiano…, 268-269).
70
Véase por ejemplo el poema “Ich bin, du Ängstlicher. Hörst du mich nicht” en R.M.Rilke, El libro de horas…,
40-41.
71
Fabián Soberón, Dios y Rilke, en: pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero28/d_rilke.html;
última consulta: 13-II-2017.
Una “staretz” en Westerbork 239

[Sepulturero-+ ¿Es que ha dejado acaso de suceder? *…+

[Narrador-] ¿Comprende usted? -Volví a empezar- . Hubo un tiempo en que los hombres oraban así.
Extendí los brazos y, al hacerlo sin querer, sentí dilatarse mi pecho. Y entonces se echaba Dios en
aquellos abismos llenos de humildad y tinieblas, y sólo a su pesar retornaba al cielo que, insensible-
mente, se iba acercando más y más a la tierra. Pero tuvo su origen una nueva religión y, dado que
esta no podía hacer comprender a los hombres en qué difería su nuevo Dios del antiguo (pues, en
cuanto se empezó en verdad a glorificarle, los hombres reconocieron en él a su pasado Señor), el pro-
feta de la nueva creencia cambió la forma de orar. Enseñó a juntar las manos *…+

Los hombres lo aceptaron, y la mímica de los brazos extendidos vino a ser menospreciable y espanto-
sa, y más tarde enclavada en cruz para mostrarla al mundo como símbolo de la ignominia y de la
muerte. Pero a la vez siguiente que volvió Dios a poner su mirada en la tierra se sintió sobrecogido.
Junto a un sinnúmero de manos juntas se habían levantado gran cantidad de catedrales góticas, y de
esta manera manos y techumbres, verticales y afiladas por un igual, se extendían hacia Él, cual armas
hostiles. *…+

Se le ocurrió de pronto, que, si bien la cabeza humana es lúcida, el corazón del hombre está lleno de
una tiniebla no inferior, y le sobrevino la nostalgia de habitar en el corazón de los hombres y de no
recorrer ya más la clara y fría especulación de sus pensamientos. Ahora Dios ha proseguido su ca-
mino. A su alrededor la oscuridad se hace más densa, y la noche, *…+ Dios, que se nos escapa en el
cielo, volverá a nosotros desde el seno de la tierra”72.

En segundo lugar, El Libro de las Horas le llevó a comprender que solo el encuentro con Dios
le posibilitaría responder a su pregunta por el sentido. EH, desprovista de una iniciación
sistemática en una tradición religiosa, parte de una definición de Dios propuesta por C.G.
Jung y que ella misma deja escrita en su diario el 12 de enero de 1942: “imagen que la limi-
tada mente humana crea con el fin de expresar una experiencia inefable e insondable” 73.
Con el tiempo, EH constata un cierto coeficiente de alteridad que identifica con su parte
más profunda74. Sin embargo, pudiera ser que El Libro de la Vida Monástica de Rilke favore-
ciera el surgimiento de un “Tú”, pues el poeta alemán habla de Dios como una oscuridad
silenciosa y profunda que se descubre al meterse en el propio interior: “Mi Dios es oscuro y
como una red de miles de raíces, silenciosamente bebiendo”75. En una entrada del 21 de
diciembre de 1941 EH alude a esto mismo. Comienza su diario copiando algunas líneas de El
Libro de las Horas y después escribe: “Confianza, verdadera gran confianza, está madurando

72
Rainer Maria Rilke, Historias de un buen Dios, Plaza y Janés, Barcelona 1975, texto: Un relato de muerte con
manuscrito.
73
Conferencia en Rhineland, 1933.
74
cf. 10-VIII-1941.
75
El Libro de las Horas 1.3. Cf. P. Woodhouse, “The influence of the work of Rainer Maria Rilke”…, 293.
240 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: diálogo ininterumpido

en mí finalmente. Me siento a salvo y segura en tus manos, oh Dios. No me desconectaré tan


a menudo de los manantiales profundos que hay en mí” 76.

La joven encuentra resonancias de su itinerario de maduración en los versos de R.M. Rilke.


Así, los poemas que se refieren a Dios como una profunda realidad interior que está llegan-
do a ser en el corazón humano adquieren una densidad especial para EH:
“Es hermoso darse cuenta de que uno forma parte de un gran proceso de crecimiento.
Anoche sentí de repente que mi paisaje interior era como una inmenso campo de maíz
madurando (…) dentro de mí hay campos de maíz creciendo y madurando… ”77.

Además, el poeta austrohúngaro ofrece a EH nuevos matices de ese “Tú” con el que se rela-
ciona. Así le lleva a comprender que Dios, contrariamente a la comprensión judía, tiene que
ver la vulnerabilidad y la impotencia. El poeta habla de Dios como un vecino que vive solo,
que tiene sed y necesita de la ayuda humana. A pesar de la pobreza de este Dios, “todas las
cosas hacen resonar tu nombre” e “incluso cuando nosotros no queramos, Dios madura”78.

Este Dios vulnerable y en necesidad pero, al mismo tiempo, erigido como núcleo de la exis-
tencia humana, lleva a EH a definir su vocación: cuidar a Dios y buscarle un hogar en cada
corazón humano donde pueda sobrevivir en estos tiempos de increencia y horror. Esta me-
táfora atrevida, no ajena a la espiritualidad ortodoxa, como vimos antes, parece que le pudo
llegar por el poeta austrohúngaro, según queda reflejado en la entrada del 17 de septiem-
bre de 1942: “Hay tantas casas vacías, y las prepararé todas para Ti, el más honrado inqui-
lino. Por favor, perdona esta pobre metáfora. Y con esto vuelvo a Rilke: “Porque ciertamen-
te, incluso la grandeza de los dioses depende de su necesidad: no importa la casa que guar-
demos para ellos, ellos no están seguros excepto en nuestro corazón”.

Otro matiz de la divinidad que la poesía de R.M. Rilke hace vislumbrar a EH es su carácter de
principio y fundamento de la creación. De hecho, el 8 de marzo de 1942 EH copia un poema
en que Dios aparece como una gran mano que sostiene toda la realidad caduca, una mano
que sostiene la historia finita:

Las hojas caen, desde lo remoto,


como marchitadas en lejanos jardines del cielo;
caen con gestos de renunciamiento.
Y a través de las noches cae la pesada tierra
desde todas las estrellas hacia la soledad.
Todos caemos. Esta mano cae.
Y mira las otras: así caen todas. Y sin embargo hay Uno que

76
21-XII-1941.
77
20-II-1942.
78
Poema “Daraus, dass Einer Dich einmal gewollt hat” en R.M. Rilke, Sämtliche Werke I, 256-262.
Una “staretz” en Westerbork 241

con suavidad infinita sostiene entre sus manos estas caídas79.

Estos versos reflejan cómo EH va comprendiendo a Dios no solo como un huésped que se
puede alojar en su interior, sino también como Quien afirma todo lo creado, todo lo que
tarde o temprano se marchita. La actitud de abandono ante este Dios cuyas manos sostie-
nen la fragilidad se irá haciendo cada vez más patente en su vida. Así, se propone dejar con-
fiadamente que cada jornada se despida en la noche: “Permitiré que la cadena de este día
se vaya desenredando eslabón a eslabón”80. Pues bien, estas palabras no son sino una alu-
sión clara a una idea de R.M. Rilke que tres días atrás había copiado en su diario:

"Un día encontraré mis propias palabras para las cosas que tengo que decir; Mientras
tanto, los tomo de Rainer Maria: ‘... que en realidad no hay decisiones. Esta es la ver-
dad. Porque cuando una cosa sucede tan naturalmente, tan libremente, partiendo de
algo que hay dentro de ti, no queda espacio para la decisión. La cadena se desenrolla,
eslabón a eslabón, uno unido a otro, ligera pero firmemente articulada, móvil y, sin
embargo, en asociación interminable’”81.

En cuanto al influjo de L.N. Tolstoi en lo que se refiere a la imagen divina se ha de afirmar


que es escaso, ya que su interpretación del cristianismo es, por así decirlo, “de tejas abajo”.
No obstante, en ocasiones se dirige a Dios empleando, al igual que EH, la imagen de un
huésped que mora en la persona y una especie de identificación con lo más profundo de su
ser y de su verdad: “Auxilio, Padre. Ven y mora dentro de mí. Ya moras dentro de mí. Ya eres
“yo”. Mi trabajo consiste solo en reconocerte. Escribo esto ahora y estoy lleno de deseo. No
obstante, sé quién soy”82.

En el lado opuesto se halla F.M. Dostoievski, para quien Dios es precisamente la solución del
ser humano, pues este solo existe si es una imagen o reflejo de Dios, existe solo si Dios exis-
te. Y es que si el hombre elimina a Dios y se hace a sí mismo un Dios, su propia imagen pe-
recerá83. Y el hombre puede llegar a Dios por medio de la figura en que pivota toda su obra:
Cristo. No un Cristo glorioso sino el de El descendimiento de la cruz de Holbein que tanto
emocionó al novelista, pues esta obra, a modo de icono, no representaba simplemente el
sufrimiento de Dios, sino que presentaba de forma real lo que había existido verdadera-
mente. Esta concepción de Cristo, mostrada de manera genial en quien se convertiría en

79
Traducción al castellano tomada de Ángel José Battistessa, Rainer María Rilke: itinerario y estilo, Ollantay,
Buenos Aires 1950, 100.
80
28-VII-1942.
81
25-VI-1942.
82
19-VI-1898. Dos años antes, en mayo de 1896, L.N. Tolstoi ofrece la otra cara de la moneda: es él quien habi-
ta en Dios. “Por primera vez, sentí a Dios claramente; que Él existe y que yo existo en Él; que la única cosa
existente soy yo en Él…”
83
G. Steiner, Tolstói o Dostoievski…, 294.
242 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: diálogo ininterumpido

buen amigo de EH, el príncipe Mishkin 84, tiene sus raíces en el folklore ruso y en la hagiogra-
fía de la Iglesia oriental. Así lo expresa F.M. Dostoievski: “Se transmite de generación en ge-
neración y se ha fundido en el corazón del pueblo. Quizás es Cristo el único amor del pueblo
ruso, y éste le ama a su manera, hasta el límite del sufrimiento” 85. De todos modos, el autor
ruso es uno de los cauces por los que la joven holandesa no solo va a reforzar la imagen de
un Dios sufriente, sino también la confianza en la Biblia como instrumento al que agarrarse
en todo momento, muy especialmente en los más desesperantes. Así lo confiesa al recordar
cómo “Dostoevsky pasó cuatro años en una cárcel siberiana como única materia de lectura.
Nunca se le permitió estar solo y las condiciones sanitarias no era especialmente maravillo-
sas”86.

Además de todo lo dicho con respecto a la imagen divina de EH, se debe apuntar que tam-
bién comprendió a Dios como un Otro a quien dirigirse, a quien pide soportarlo todo 87; un
Tú amigo, cómplice y protector. Así, en el C9, la relación con Dios sigue estrechándose hasta
expresiones llamativas como la de “perdonar a Dios”88 o “ayudar a Dios”. Esta última idea,
que autores como W. Tommasi sitúan como el culmen de la experiencia religiosa de EH, no
es original de la joven, sino que procede de El Libro de las Horas de R.M. Rilke, quien, a su
vez, lo tomó de la mística de Angelus Silesius y el Maestro Eckhart 89. Sea como sea, muestra
cómo la relación de EH con Dios está, aunque sin perder en ningún momento el respeto
asimétrico, llena de confianza y fluidez. De ahí que se dirija a Dios como un otro muy real,
con quien puede relacionarse con inmediatez y naturalidad.

Esta cercanía de Dios, sin embargo, no anula a EH, sino que la libera de miedos y falsas se-
guridades y la lanza a vivir la realidad con profundidad y con plena libertad. Quizás, de fon-
do, está F.M. Dostoievski, quien está convencido de que Dios eleva y ennoblece al hombre.
No le degrada sino que va al encuentro del hombre para dignificarle, pero el drama es que
este le puede negar gracias a la libertad que Dios mismo le ha otorgado 90.

84
Personaje principal de El idiota, de Dostoievski. “Tengo un nuevo amigo: el príncipe Myshkin. Aún no sé mu-
cho sobre él pero ya tiene un lugar firme en mis pensamientos (2-I-1942).
85
Citado por G. Steiner, Tolstói o Dostoievski…, 298.
86
11-VII-1942.
87
Wanda Tommasi, Etty Hillesum. La inteligencia del corazón, Narcea, Madrid 2003, 107-109; y para profundi-
zar en el binomio trascendencia e inmanencia en EH A.D. Smelik, “L´immagine di Dio en Etty Hillesum”, en
AAVV, L´esperienza dell´altro 161-168; también es posible consultar Sylvie Germain, Etty Hillesum. Una cos-
cienza ispirata, Edizioni Lavoro, Roma 2000, 209-215, en que se habla del Dios escondido que habita y actúa
dentro de EH.
88
Cf. Carta 7. 25-VI-1942, a Netty van der Hof y Carta 8. A Spier, julio de 1942
89
Cf. José Miguel Ibáñez Langlois, Rilke, Pound, Neruda: tres claves de la poesía contemporánea, Rialp, Madrid
1978, 76.
90
Dostoievski: la cuestión de Dios y del hombre, en: https://opusprima.wordpress.com/2011/01/19/ dos-
toievski-la-cuestion-de-dios-y-del-hombre; última consulta: 13-II-2017.
Una “staretz” en Westerbork 243

En lo referente al gesto de arrodillarse, se ha de apuntar que una de las veces en las que EH
escribe sobre la genuflexión es citando una carta de R.M. Rilke. Para el poeta el gesto de
arrodillarse está conectado con la oración y es la condición para que Dios llene a los que le
esperan. De estos versos EH saca la conclusión de que si Dios la impregna y la colma, ella
misma será mediadora del Misterio, haciendo sagrado todo aquello que viva, tanto lo posi-
tivo como lo menos bueno e incluso aquello que no ha sucedido aún:

“De una carta de Rilke escrita en 1906: ‘…desde que salí de Rusia, no había conocido con
tan inmensa convicción que la oración y su tiempo y su reverencia y sus gestos perfectos
son la condición de Dios y su vuelta a quienes lo esperan gratuitamente y se arrodillan
puramente y se levantan otra vez y son de repente desbordados…’ Así que me arrodillaré
y me levantaré, cada día, solo en mi habitación, haciendo sagrado todo aquello que ocu-
rra ahí: incluso lo que no ha ocurrido, lo que me haya decepcionado, e incluso me haya
traicionado…”91.

F.M. Dostoievski emplea con asiduidad este gesto en Los Hermanos Karamazov, particular-
mente en los capítulos dedicados a Aliosha y al staretz Zósima92. Quizás EH encontró en esta
obra la ratificación de que esta postura corporal era empleada por quienes querían vivir
desde el centro de sí mismos en el que Dios habita. Además, en su vida cotidiana encontró
dos personas significativas que la practicaban: JS y Henny Tideman.

91
27-IV-1942.
92
Así, por ejemplo, se describe a la madre de Aliosha arrodillada y suplicando a la Virgen; o cómo Aliosha re-
flexiona sobre el pueblo ruso que, abrumado por la injusticia y el pecado, necesita un santuario o un santo
ante el cual caer de rodillas; o cómo algunos religiosos, al finalizar el día, confesaban de rodillas sus faltas
ante el abad; o cómo el mismo Aliosha o el Padre Teraponte emplean la postura de la genuflexión para rezar
durante un tiempo prolongado.
244 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: cronista de la vida bella

3. Mediación agradecida entre Dios y las personas

Un corazón agradecido por haber recibido tanto de Dios no permanece en la inacción, in-
sensible a su entorno. Más bien se lanza a comunicar la plenitud y el amor que lo traspasa
con el fin de favorecer a otros. Así le sucedió a EH y así lo expresa Gregorio el Sinaíta cuando
escribe a Máximo el Kausokalyba:
“Establécete en un lugar para dar mayor fruto y, como asceta experimentado, serás de
ayuda a muchos (…) El Señor, en efecto, no llamó a los Apóstoles para enviarles a estar
siempre en las montañas, sino junto con los hombres, de modo que, gracias a la comu-
nión en la santidad, los impíos se hagan santos y se salven por medio de la santidad”1.

La experiencia religiosa de EH se manifestó no solo en la acción de gracias, sino en la res-


puesta amorosa de ofrecer gratis aquello que había recibido gratis: una iluminación sobre lo
que es el ser humano, el mundo, el amor, la verdad, la vida, la belleza, la unidad y el todo.

3.1. Vivir en acción de gracias

No deja de ser llamativo cómo a EH le llevó más de diez meses dirigir una acción de gracias a
Dios2 y cómo en sus últimos cuadernos, escritos precisamente en un contexto de violencia
desconcertante, la gratitud es una melodía continua3. Para comprender este nivel de grati-
tud se hace necesario tomar conciencia de la enorme diferencia entre la EH que llegó a la
puerta de JS en febrero de 1941 y la EH que hallamos en Westerbork. Al igual que toda per-
sona, en EH surge el agradecimiento espontaneo cuando se hace consciente de haber reci-
bido, sin merecerlo, algo valioso y fundamental para vivir: un sentido a su existencia que le
hacía permanecer alegre, serena, con fuerza, no dependiente emocionalmente de las cir-
cunstancias externas, con capacidad de asombro y de disfrute de las pequeñas cosas; intui-
ción profunda de estar en los brazos de Dios, en quien podía abandonarse con confianza;
esperanza en la belleza y bondad del mundo a pesar del horror; valentía y generosidad para
unirse al destino de su pueblo…4

Casiano, que se hizo eco de los Padres del Desierto, distingue tres grados ascendentes en la
oración cristiana: súplica por sí mismo; intercesión por los otros y acción de gracias o ala-

1
Vida de Máximo el Kausokalyba. Citado por Antonio Rigo (Ed.), Silencio y quietud: místicos bizantinos entre
los siglos XIII y XV, Siruela, Madrid 2007, 36.
2
El 12-XII-1941 fue la primera vez que su diario recoge un agradecimiento a Dios.
3
Por ejemplo, julio de 1942 es una continua acción de gracias.
4
W. McDonough describe la llegada a la gratitud por medio del siguiente proceso: 1. El problema principal de
EH es el miedo. 2. El resto de sus problemas son síntomas de este miedo. 3. JS le ayuda a responder y afron-
tar los temores. 4. Surge la gratitud y la osadía para afrontar el presente (W. McDonough, “Etty Hillesum as
Moral-Theological Guide”, en: Ethics…, 99).
Una “staretz” en Westerbork 245

banza5. Este fue precisamente el recorrido que hizo EH en los últimos años de su vida. Co-
menzó pidiendo fuerzas para no enredarse en la relación afectiva con JS 6, posteriormente
abrió su oración por aquellos que pasaban el horror del exterminio 7 y terminó dando gracias
a Dios por todo y en todo lugar 8. Así, Calixto e Ignacio Xanthopouloi, dos de los autores que
los Relatos de un peregrino ruso invitan a estudiar para profundizar en la “oración de Jesús”,
indican cómo la humildad no consiste en acusarse ni en despreciarse, sino en sentirse en
total receptividad de la gracia de Dios, porque “la gracia se posa sobre el corazón del que
permanece en acción de gracias”9.

Además, la gratitud favorece una mirada amplia sobre el mundo, agudizando así un altruis-
mo capaz de abrazar y transformar el mundo 10, como se ha podido constatar en la joven
holandesa, quien se sintió impelida a “salir-de-sí” para responder a la generosidad del bene-
factor, Dios, comprometiéndose a desenterrarle en los corazones ajenos, convirtiéndolos en
un hogar para Él.

3.2. Misión: dar gratis lo que se ha recibido gratis

EH, que acoge con sencillez y confianza la sobreabundancia que le llega, se decide a entre-
gar a manos llenas todo lo que ha ido aprendiendo y ha generado vida en ella 11. Así se parte
y comparte como un pan al servicio de los internos en Westerbork enviando la correspon-
dencia de los prisioneros, ayudando a llevar las maletas de los deportados y visitando a los
enfermos. Más aún, EH descubre que el ser es más que el hacer, por lo que su entrega más
cualificada consiste en ser ella misma, con su visión esperanzada y llena de sentido, al lado
de otros.

Así, una de las primeras tareas a las que se siente llamada es a empoderar a las personas, a
hacerles ver que en ellas hay suficiente fuerza para salir adelante, siempre y cuando escu-
chen su voz interior y cultiven la paciencia:
“Solo puedes ayudar a los demás si vives de acuerdo a lo que quieres explicar y siento
que estoy cada vez más en posición de prestarles a los demás un poco de ayuda simple-
mente clarificándoles que nadie más puede realmente ayudarles y que deben aceptar

5
Cf. Un monje de la Iglesia de Oriente, Introducción a la Espiritualidad Ortodoxa…, en:
www.mercaba.org/Enciclopedia/I/introduccion_a_la_espiritualidad_ortodoxa.htm (última consulta: 1-VIII-
2017).
6
Cf. 20-III-1941.
7
Cf. 29-VII-1942.
8
Cf. 1 Tes 5,18.
9
Philocalie… I, 16, H, p.63.
10
Cf. C. Shelton, “Gratitude: Considerations from a moral perspective”, en: R. Emmons, M. McCullough (Eds.),
The Psychology of Gratitude, Oxford University Press, Oxford 2004, 273.
11
Cf. Carta 60, 18-VIII-1943, a Henny Tideman.
246 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: cronista de la vida bella

eso, no como algo que hace a uno infeliz, sino como algo que puede hacer uno conscien-
te de su propia fuerza y voz interior, a la que se debe escuchar pacientemente hasta
acumular suficientes certezas en su interior, pero uno debe ser paciente”12.

Además, EH dedica cada vez más tiempo a escuchar con profundidad (hineinhorchen) a
quienes se acercan a ella, leer sus vidas y comprenderlas como si fueran casas visitables con
puertas abiertas. Y esto para desenterrar en todos al Dios que les habita. EH, tomando el
testigo de su “partero del alma”, se convierte en mediadora entre la divinidad y la humani-
dad; o, expresado análogamente, en una staretz, si se tiene en cuenta el papel que la tradi-
ción ortodoxa asigna a este tipo de personas:
“Se dirige siempre a una persona humana con un destino único, una vocación y dificulta-
des particulares. Gracias a un don especial ve cada ser como lo ve Dios y busca el modo
adecuado para ayudarlo, abriendo el sentido interior de forma directa sin hacer violencia
a su voluntad, de modo tal que la persona humana, liberada de las propias cadenas ocul-
tas, pueda llegar a la gracia. Para hacer esta operación carismática no basta tener un
conocimiento profundo de la naturaleza humana que nace de una larga experiencia. Es
necesario tener, cada vez, una visión de la persona. Una persona no puede ser conocida
sino mediante una revelación”13.

Las palabras que ofrecía EH a los prisioneros de Westerbork son luminosas y cargadas de
esperanza y compasión. Los testimonios que han llegado de quienes conocieron a EH en
estas circunstancias evocan las palabras de Macario de Egipto:
“Los que llevan dentro de sí la divina riqueza del Espíritu, cuando hablan con los demás
sobre temas espirituales, transmiten esta riqueza como si la extrajeran de su propio te-
soro (…) Porque, si podemos decirlo así, cada una de sus palabras ha vuelto al lugar de
donde había sido tomada”14.

Esta paternidad o maternidad espiritual cuenta con tres características que se dieron en EH
en los últimos meses de su vida: el discernimiento (diacrisis), la capacidad de conocer y de
amar la miseria del otro y de asumir sus sufrimientos (cardiognosis) y el don de transformar
a aquellos que se acercan a pedir ayuda15. Y en última instancia, como se ha indicado ante-
riormente, la misión más esencial no es tanto lo que se hace, sino lo que se es. De hecho, el
staretz podía ayudar a una persona no solo con sus palabras y oraciones, sino simplemente
con su presencia, estando. EH lo expresa de este modo:

12
20-II-1942.
13
John B. Dunlop, Amvrosij di Optina, Qiqajon, Magnano 2002, 12-39.
14
Philocalie...V, 88, p.55.
15
Javier Melloni, Itinerario hacia una vida en Dios (Cuadernos Cristianismo y Justicia 30), 33, en:
www.cristianismeijusticia.net/files/eies30.pdf; última consulta: 15-X-2016.
Una “staretz” en Westerbork 247

“Ojalá pudiera ser el receptáculo de su mejor naturaleza (Consejo judío). Déjame ser
más que hacer. Déjame ser el alma de ese cuerpo. Y descubriría en cada uno de ellos
un gesto o una mirada que los sacaría de sí mismos y de lo que ellos parecían ser abier-
tamente conscientes. Yo sentí que era la guardiana de ese gesto y esa mirada”16. Y dos
semanas más tarde: “Ser donde uno debe ser, ser ahí al 100%. Mi hacer consiste en mi
ser. Ahí donde mi fe aún tiene que crecer y donde caigo más: en lo que yo llamaría mi
talento creativo (escribir)…”17.

De hecho, mientras que en Occidente se suele hablar de religiosos de vida activa o de vida
contemplativa, en el monacato oriental no es necesario hacer esta distinción pues, conside-
rándolo unido, se entiende que la vida religiosa es esencialmente contemplativa. Y es que se
está convencido de que la simple existencia del monje acarrea influencias a su alrededor,
pues nada sucede y nada existe en el universo que no repercuta en todas sus partes. Por
tanto, el monje no debe cooperar a la salvación por su acción, sino por su perfección 18.

Westerbork, por tanto, siendo un hito esencial en el despliegue de la misión personal de EH,
no es el punto final. Su lugar esencial y definitivo de misión, comprenderá con el tiempo, es
ella misma. Ser más que hacer:
“Westerbork está siempre en mí… Estaré contenta de volver allí, aunque es duro dejar
a quienes están cerca de mí aquí. Pero me siento urgida a volver a aquel punto en me-
dio del páramo donde han sido almacenados tantos destinos humanos. No puedo ex-
plicarme ahora por qué esto es así pero se me desvelará más tarde”19.

3.3. Del eros al ágape20

La profunda atracción que EH sintió desde el primer instante por JS fue un arma de doble
filo: por un lado halló en este hombre a un guía psicoespiritual que le ayudó a salir del esta-
do depresivo y de atasco existencial en el que se encontraba, pero, al mismo tiempo, su
poderosa personalidad llegó a ser en ocasiones un obstáculo para la construcción de su
nueva identidad. Tuvo que buscar un equilibrio complejo hasta llegar a una cercanía no ob-
sesiva nada fácil de alcanzar. Así lo expresa a raíz de un poema de R.M. Rilke:
“R.M. Rilke se lo decía a Dios pero estas líneas iban para mí en el tren y en los pocos días
en Deventer en cualquier lugar en el que pensaba en nuestra amistad: ‘mantener tu den-

16
16-IX-1942.
17
30-IX-1942.
18
I. Hausherr, “Théologie du monachisme chez saint Jean Climauqe”, en: Études de spiritualité orientale
(Orientalia Christiana Analecta 183), Roma 1969, 391.
19
Carta 9, 14-VIII-1942, a Osias Kormann.
20
Aunque la literatura cristiana normalmente ha considerado que el amor agápico es el que integra tanto el
amor erótico (eros) como el amor de amistad (philia), San Gregorio de Niza, en su comentario a El cantar de
los cantares, defiende que el amor más apropiado para hablar de la experiencia religiosa es el eros por su
fuerza apasionada (cf. PG 44 (1), 767-784).
248 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: cronista de la vida bella

sa y oscilante imagen’. Y cuando le entregué el pequeño volumen sin decir una palabra
de las muchas que había querido decir, sentí que me estaba quedando corta, que no es-
taba sosteniendo su pesada y oscilante imagen”21.

Por tanto, la joven tuvo que afrontar varios meses de lucha con el fin de rebajar la ávida
pulsión de apropiación y no hacer del “yo” el centro de la existencia. Progresivamente con-
siguió contemplar la belleza de la naturaleza sin poseerla, se desposeyó de la tendencia de
quedar bien en los encuentros sociales e incluso dejó marchar a JS sin atarse a él. Este ca-
mino arduo que lleva al despliegue del amor gratuito supone, como expresan los Padres
ortodoxos, una lucha que lleva a la humildad y al propio corazón. Rescatando la libertad,
esta es entregada a Dios para, de este modo, participar de la vida intratrinitaria de donación
y recepción recíproca entre las Tres Personas 22.

De hecho, Evagrio Póntico, al elaborar una lista de las ocho tentaciones o malos pensamien-
tos (λογισμοι) que llevan a la perdición al ser humano, sitúa el amor a sí mismo como la raíz
de la que surgen los ocho vicios: gula, avaricia, pereza, tristeza, lujuria, ira, vanidad y orgu-
llo23. Pues bien, EH tuvo que hacer frente prácticamente a todas ellas porque, en definitiva,
tenía que domar un narcisismo importante que gobernaba tiranamente su persona.

No es de extrañar entonces que uno de los textos que más trabajó internamente a EH fuera
el himno a la caridad de la Carta del Apóstol Pablo a los Corintios 24, que se convirtió para
ella en un órdago a la virtud mayor, el amor. Otras dos imágenes de raíz bíblica pusieron el
punto y final a la última entrada del diario conservado, el 13 de octubre de 1942. Con ellas
esbozó lo que pretendía hacer y ser en Westerbork:

- La primera de ellas evoca la Última Cena en que Jesús, queriéndose entregar por en-
tero y para siempre a sus discípulos y a toda la humanidad, toma pan y, después de
bendecirlo, lo parte y lo reparte a los Doce diciendo: “Este es mi cuerpo”25. También
EH siente que en Westerbork se ha entregado hasta el extremo: “He partido mi
cuerpo como el pan y lo he compartido entre los hombres. ¿Y por qué no? Ellos esta-
ban hambrientos…”.
- La segunda imagen hace referencia a cómo se posiciona ante un mundo maltrecho:
“Nosotros deberíamos querer actuar como bálsamos de todas las heridas”. En la Sa-
grada Escritura el profeta Jeremías preguntó con tristeza: “¿No hay bálsamo en Ga-

21
29-XII-1941.
22
Cf. J. Melloni, Los caminos del corazón.., 145.
23
Cf. A. y C. Guillaumont (eds.), Évagre le Pontique, traité pratique ou le moine (Sources chrétiennes 170-171),
Cerf, París 1971, 6-14. También es interesante el artículo de W. Harmless, “The Sapphire Light of the Mind:
The Skemmata of Evagrius Ponticus”, Theological Studies 6 (2001) 498-529.
24
27-II-1942; 3-VII-1942; 27-IX-1942 y Carta 23. Final de diciembre de 1942, a dos hermanas en La Haya.
25
Mt 26,26.
Una “staretz” en Westerbork 249

laad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pue-
blo?”26. Jesús propone una parábola en la que un samaritano, no un sacerdote judío
ni un levita, atiende a un hombre apaleado por unos malhechores sanando sus heri-
das con aceite y vino. Es como si EH respondiera a Jeremías: “Sí, yo quiero ser la me-
dicina del pueblo” o se hiciera disponible a la frase con la que Jesús concluye el rela-
to: “Ve y haz tú lo mismo”27.

Un grado máximo de un amor agápico bien podría ser la confesión de EH: “He aprendido a
amar Westerbork”28. Estas palabras, en principio paradójicas, guardan semejanza con la ex-
presión de F.M. Dostoievski “la belleza salvará al mundo” refiriéndose al Crucificado, que se
desarrollará en el punto 5 de este capítulo.

En definitiva, EH va exponiendo a lo largo de sus diarios su convicción de que el amor es la


única solución incluso de la “solución final” 29, pues el amor es más fuerte que la muerte y la
única fuerza capaz de cambiar el mundo30.

Influencia de sus lecturas

En la línea de la espiritualidad ortodoxa, EH reflexiona a partir de sus lecturas de A.S.


Pushkin y M.Y. Lermontov sobre la necesidad de no centrarse en uno mismo, de no alimen-
tar el propio “ego” incluso cuando uno se está refiriendo a otros. Por eso es mejor poner
orden en uno mismo antes de afrontar cuestiones más complejas:
“Cuando Pushkin escribe sobre sí mismo, es como si estuviera escribiendo sobre otros,
pero cuando Lermontov escribe sobre otros, es como si estuviera escribiendo únicamente
sobre sí mismo. Verdaderamente, no voy a hablar de mi ego. Pero seguramente uno de-
be aclararse sobre uno mismo antes de ir más lejos”31.

Es cierto que a una mujer como EH, con un nutrido historial amoroso, no le resultó sencillo
conducirse en sus relaciones afectivas, muy especialmente con JS. R.M. Rilke, no obstante,
le acompañaría en esta tarea. Así, después de un encuentro pasional con JS, se recrimina la
carencia de esa paciencia que una y otra vez reclama su poeta favorito:
“Y escondí mi cabeza entre sus rodillas y más tarde lo tiré al suelo justo encima de mí -
realmente insípido. Pasión a la orden. No, hija mía, puedes copiar magníficos pasajes de
‘paciencia’ de Rilke tanto como quieras, pero tienes que vivirlo, lo entiendes, vivirlo, o de

26
Jer 8,22.
27
Lc 10,37.
28
17-IX-1942.
29
Cf. A. Pleshoyano, L´amour comme seule solution: Une herméneutique théologique ou coeur du mal, Lit Ver-
lag, Münster 2007.
30
Cf. M.C. Lucchetti Bingemer, “The Journey of Etty Hillesum from Eros to Agape”, en Ethics…, 89.
31
6-VI-1942.
250 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: cronista de la vida bella

lo contrario no sirve de nada. Eso era lo desconcertante de Ilse Blumenthal, con sus car-
tas a Rilke, que nunca vivió ella misma. ¡Y ahora es una mujer amargada y desilusiona-
da, que una vez fue la destinataria de esas cartas! No, querida niña, la vida no es tan
simple, y alégrate de no ser tan simple”32.

Al día siguiente será de nuevo el poeta quien le inspire para vivir de una manera más sana la
relación con JS: el hombre y la mujer no deberían vivir como seres opuestos por su sexuali-
dad, sino vivir como compañeros por su dignidad. EH ve que la relación avanza por este cau-
ce de mayor complicidad a pesar de los brotes de pasión que le arrollan en momentos pun-
tuales33.

Asimismo, EH acogió la concepción del poeta austrohúngaro según la cual el amor no tiene
como principal objetivo el bienestar del que ama, sino el mantenerse más rendidos, más
abiertos, más vivos y más receptivos a las voces que vienen de fuera34. Pero posiblemente
fue la insistencia del poeta en la libertad que debe reinar en las relaciones que desean cui-
dar el amor lo que más resonó en el corazón de la joven holandesa. Así el día 13 de marzo
de 1942, en el C5, EH transcribió otras líneas con esta misma idea:
“Culpa: no incrementar la libertad de la persona amada con toda la libertad que uno puede
reunir dentro de sí mismo. Cuando amamos, solo tenemos esto: dejarse ir el uno al otro: re-
sistir es fácil para nosotros y no tiene que ser aprendido”35.

También será R.M. Rilke quien le ayude a discernir cuándo la propia donación a otros res-
ponde a un amor genuino o, más bien, a una especie de autosatisfacción 36. Al fin y al cabo,

32
2-III-1942.
33
“¿Dónde, cielos, he puesto esas Cartas a un joven poeta? Anoche ya tarde en el baño - todavía tengo esas
experiencias cruciales en el baño - de repente tuve un recuerdo personal intenso y vivo de un pasaje de ese
libro. En él Rilke dice que llegará el momento en que el hombre y la mujer ya no estarán cara a cara, sino al
33
lado el uno del otro, compartirán la pesada carga de su sexualidad . Y estoy recorriendo este camino con él
ahora – eso me quedó claro ayer. He convertido mi Deseo en una aventura conjunta, y sin duda la afronta-
remos juntos” (3-III-1942).
34
De hecho EH leyó a JS las siguientes líneas de Klatt sobre R.M. Rilke, que luego copiaría en su diario el 27 de
marzo de 1942: “En ese contexto, se debe entender que Rilke estaba convencido de que el amor no juega su
papel principal para nuestra ganancia personal, sino simplemente para rendirnos más abiertos, más vivos,
más receptivos a las voces que vienen de fuera, de que están equivocados quienes creen que el amor se aca-
ba en ellos y en quienes aman” (Klatt, Rainer Maria Rilke, 78).
35
Rainer Maria Rilke, Requiem. Sämtliche Werke I, 654. Y unos meses más tarde EH vuelve sobre la misma idea
a partir de otro texto del poeta: “…el amor se convierte en una tarea diaria por uno mismo y una serie cons-
tante de desafíos magnánimos hacia el otro. Los seres que se aman de esta manera llaman sobre sí peligros
infinitos, pero están a salvo de los pequeños riesgos que han desgastado y desmenuzado tantas emociones
iniciales. Debido a que siempre esperan lo más posible el uno del otro, tampoco pueden equivocar al otro a
través de la limitación. Por el contrario, incesantemente crean espacio, amplitud y libertad el uno para el
otro...’” (9-VII-1942).
36
“Tengo que copiar un poco más de Rilke, quien me impresionó ayer porque se aplica a mí tanto como a él:
‘...existe en mi naturaleza una gran inclinación casi apasionada por todo tipo de entrega: sé desde la infan-
cia que no hay mayor alegría que la de no guardarme nada y empezar a entregarse a uno mimo en aquellas
Una “staretz” en Westerbork 251

el amor consistirá en pura disponibilidad para el otro, permanecer de todo corazón allí don-
de se está sin avasallar el espacio ajeno: “Así las cosas van y vuelven una y otra vez a venir, y
nosotros solo tenemos que estar allí con todo nuestro corazón”37.

Nuevos matices sobre el amor llegaron a EH por otras lecturas. Así, fue comprendiendo que
el amor que debe regir las relaciones interpersonales y entre pueblos va mucho más allá de
la justicia de dar a cada uno lo que le corresponde. El amor con entrañas de misericordia de
la tradición judeocristiana le fue transmitido, entre otros cauces, por las obras de F.M. Dos-
toievski. Así lo descubre la joven holandesa cuando se acercan las Navidades de 1941:
“En medio del libro de Betz sobre Rilke de repente encontré una breve cita de Dostoevsky
con la que terminaré por hoy: ‘Es un error juzgar a las personas como tú haces. No hay
amor en ti, solamente estricta justicia; esto te hace injusto’”38.

El autor ruso, por medio de su comentarista A. Suarès, va haciendo comprender a la joven


holandesa que el amor es una realidad tan profunda que lo empapa todo:
“‘La vida no es más fuerte ni más grande que el amor. Él está esperando esa inmensa be-
lleza que nuestro deseo nos ha prometido. No ‘amor vitae’ sino ‘vita amoris’: Ese el últi-
mo cimiento de Dostoevsky. Depende del amor el crear vida o salvarla. Lo mejor de noso-
tros sirve a este fin y el amor más puro es el mejor de todos’39. Este pequeño libro de
Suarès sobre Dostoevsky es de hecho para S. Él debería haberlo escrito. Extraeré frag-
mentos de él toda esta semana y así podré dárselo en Navidad”40.

La capacidad de amor de EH cristalizó en su vocación como mediadora, pretendiendo ser no


solo un vínculo entre Dios y cada persona, sino también un punto de conexión entre dos
mundos tan diversos como son Europa y Rusia, Occidente y Oriente, dos modos de com-
prender el ser humano, el sufrimiento y la vida:
“Me gustaría, por ejemplo, llevar también a Rilke a Rusia. Después de todo, siempre sen-
tía tanta nostalgia por ella. Y traeré a los rusos a Europa. Sé un mediador entre estos dos
mundos, que tienen tantas cosas en común. Pero antes de que pueda hacer eso, todavía
tengo mucho que aprender, madurar y comprender”41.

cosas que más ama. Ahora sé que se trata de una forma de inseguridad, casi de búsqueda de placer senti-
mental, y de cualquier otra cosa salvo bondad: antes de que pueda llegar a ser una virtud, debo ganar la
fuerza necesaria para reunir toda mi entrega en algo arduo y laborioso: en el trabajo’” (25-VII-1942. La cita
procede de R.M. Rilke, Briefe 1907-1914, 59).
37
15-VII-1942. R.M. Rilke, Briefe 1907-1914, 11.
38
Maurice Betz, Rilke in Frankreich…, 180.
39
A. Suarès, Dostojewski…, 136.
40
12-XII-1941.
41
4-IV-1942. El día anterior escribe: “Más tarde iré a Rusia como embajadora de Europa. Después volveré a
Europa como embajadora de Rusia”. De ahí que no sea casualidad que la joven leyera a Walter Schubart. Es-
te profesor de sociología y filosofía de la universidad de Riga, sintió, como le ocurrió a EH, una fuerte voca-
252 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: cronista de la vida bella

Y si EH menciona la nostalgia de Rusia por parte de R.M. Rilke, no se ha de olvidar la nostal-


gia de Europa de F.M. Dostoievski42, quien está convencido de la tarea de Rusia de unir todo
el universo43. EH acoge en su interior ambos anhelos de encuentro y desea hacer carne la
fraternidad de los pueblos en su estilo cotidiano de vida y en su modo de afrontar la situa-
ción de guerra.

Por otro lado, la obra de L.N. Tolstoi aterriza una y otra vez el evangelio en actos de amor
concretos, pues ve en el cristianismo no tanto una revelación divina como una enseñanza de
amor y justicia que da sentido a la vida. Libre del misterio iconográfico tan propio de la reli-
gión rusa, rechaza el culto lleno de simbolismo y apuesta por el amor que está en todo
hombre “como el vapor encerrado en una caldera: el vapor se expande, mueve los pistones y
hace su trabajo”44. Además, para este gran escritor ruso el amor al prójimo es la única señal
que tiene el ser humano de su vinculación con la divinidad 45.

ción por unir el Oriente y el Occidente, Europa y Rusia. En su obra Europa y el alma del oriente trata de ex-
plicar Europa desde la mirada rusa. Concibe, al igual que EH, que Occidente y Oriente son dos mundos que
se ven el uno al otro como extraños por causa de las diferencias de mentalidad y sensibilidad. Occidente se
ha formado en un espíritu ordenancista propio de la Roma imperial y sus herederos germánicos, mientras
que el Oriente eslavo acogió el cristianismo de una manera muy diferente a Roma: desde la mística (Cf. Ma-
nuel Fernández Espinosa, “Sobre “Europa y el alma de Oriente”, de Walter Schubart”, en:
https://culturatransversal.wordpress.com/2014/11/ 08/sobre-europa-y-el-alma-de-oriente-de-walter-
schubart/ (última consulta: 21-VI-2017). Una de las veces que aparece el nombre de Cristo en los escritos de
EH es en una cita de este autor sobre la justicia y el amor: “La idea de justicia no es el principio ético mayor…
el amor que Cristo enseñó fue asimilado más rápidamente por Rusia que por Europa occidental” (24-VII-
1942).
42
Esta mirada a Europa se traduce en estas palabras puesta en boca de Iván Karamazov: “Oye, Aliosha: quiero
viajar por Europa. Sé que solo encontraré un cementerio, pero qué cementerio tan sugerente. En él reposan
ilustres muertos; cada una de sus losas nos habla de una vida llena de noble ardor, de una fe ciega en el pro-
pio ideal, de una lucha por la verdad y la ciencia. Caeré de rodillas ante esas piedras y las besaré llorando, ín-
timamente convencido de hallarme en un cementerio y nada más que en un cementerio” (Cf. F. Dostoievski,
Los hermanos Karamazov I, 287).
43
“La ortodoxia, ¿no es acaso la única verdad, el único camino de salvación para el pueblo ruso y, en siglos
venideros, para toda la humanidad…? Quizás la misión más importante y providencial del pueblo ruso frente
a la humanidad entera consista en conservar en toda su pureza la imagen divina de Cristo, para, que cuando
llegue el momento oportuno, pueda manifestarla ante todo el mundo, que ha perdido su camino” (Cf. Divo
Barsotti, Cristianismo ruso…, 80).
44
G. Steiner, Tolstói o Dostoievski…, 292.
45
“Durante toda la noche y por la mañana, como nunca antes, tenía dudas de todo, de Dios, de la verdad, del
sentido de la vida. No podía creerme a mí mismo por haber tenido estos sentimientos. Sólo esta mañana
empecé a vivir de nuevo. Todo lo que me había pasado era un castigo por mis sentimientos negativos que
sentía en los días anteriores. Y esto me parece extraño pero es la verdad que el conocimiento de Dios solo se
nos revela por medio del amor. El amor es el único método de conocerlo” (L.N. Tolstoi, Diario, 57:131). Re-
sulta interesante también el artículo A. Hamling, “Tolstoy, Unamuno and Christian Existentialism”, Cuad.
Cát. M. de Unamuno 38 (2003) 94.
Una “staretz” en Westerbork 253

4. Cronista de la vida bella

En la tradición cristiana el mártir, aquel a quien le ha sido arrebatada su vida violentamente


a causa de su fe, es el testigo por excelencia. Oriente considera al mártir como el prototipo
de santo, por lo que debía ser honrado como al perfecto seguidor de Cristo. Y aunque ya
Clemente de Alejandría, Orígenes, Tertuliano y Cipriano ven el martirio sangriento como una
llamada solo para algunos cristianos, todos los bautizados están llamados a dar testimonio
de su fe en la vida cotidiana, ya sea por el martirio gnóstico, el martirio espiritual o el marti-
rio de conciencia46. Así pues, los monjes, animados por el deseo de morir por Cristo, pero sin
la posibilidad de hacerlo sangrientamente, harán lo posible por extremar su vida cristiana a
modo de sustitución, especialmente por medio de la huida del mundo y de la ascesis 47. De
este modo se convierten también en testigos del mundo futuro, anticipándolo de alguna
manera.

En este marco, ¿se puede hablar de EH como mártir o testigo? En rigor, no. Sin embargo, la
profesora M.G. Nocita sostiene que el ser de EH queda constituido por dos poderosas diná-
micas: su capacidad de sentir la vida y su capacidad de comunicarla. Y esto sí se asemeja a la
dinámica martirial: el mártir ha acogido el don de Dios, se ha visto transformado por Él y se
ha abandonado en sus manos incluso en los momentos en que el enemigo de la fe le amena-
za con arrebatarle la vida. Así se llega al culmen del testimonio de una fe firme en que la vida
es bella a pesar de todo y en que la muerte no tiene la última palabra.

Influida por JS, EH halló en la escritura una vía de conocimiento personal que le llevó a des-
cubrir en ella un talante especial para sentir y leer la vida, así como para comunicarse exis-
tencialmente al otro. Por consiguiente, escribir se convierte para EH en algo más que un po-
tente instrumento clínico. Se trata de un ejercicio espiritual por medio del cual va a ofrecer
un testimonio novedoso, ya que su estilo femenino le lleva a pasar, en palabras de F. Mana-
ra, de hacer “filosofía de” a “filosofía con” 48, es decir, no va a hacer un intento de concep-
tualizar el mundo, sino de abrazarlo, de escucharlo y de dialogar con él.

4.1. Tallando el bloque de granito

Casi desde el inicio de su diario se percibe en EH una obsesión por hacer realidad la pasión
que latía en su interior desde niña. EH confiesa cómo su tendencia hacia la escritura se daba
ya en la infancia y cómo mientras que otras niñas soñaban con sus maridos e hijos, ella solía
46
Cf. E.E. Malone, The Monk and the Martyr. The monk as the Successor of the Martyr, Catholic University
Press, Washington 1950, 4-43. San Clemente consideraba un mártir gnóstico a quien llevaba una vida sacri-
ficada y de fidelidad amorosa en la cotidianidad, sin importar el tipo de muerte (Cf. José María Tojeira,
El martirio ayer y hoy: testimonio radical de fe y justicia, UCA, El Salvador 2001, 95).
47
Cf. T. Spidlik, M. Tenace, R. Cemus, El monacato en el oriente cristiano…, 37.
48
Cf. Fulvio C. Manara, "Philosophy as a Way of Life in the Works of Etty Hillesum”, en: Spirituality…, 395. “Fi-
losofar con” es una expresión de Luce Garay, filósofa del movimiento feminista francés.
254 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: cronista de la vida bella

tener otra visión: una mano ocupada en escribir. En su imaginación siempre aparecía una
mano delgada y muchos papeles y la mano seguía escribiendo, y seguía 49. Esta vocación
interior se hace más urgente con los acontecimientos desbordantes que acaecen tanto en
su interior como en su entorno social, naciendo en ella un profundo anhelo por ofrecer un
testimonio significativo y fértil para las generaciones futuras 50.

Sin embargo, el despliegue de su vocación no resultó ser un camino de rosas. Vivió con ten-
sión, a veces angustiosa, su deseo de verbalizar su riquísimo mundo interior. Tallar el bloque
de granito, imagen empleada por EH para expresar su esfuerzo por poner en palabras sus
intuiciones interiores, no fue nada sencillo mediante el único cincel posible: el silencio pa-
ciente y conectado a la vida. Por otro lado, esta exigencia se hace más fuerte en la medida
que se percata de que muchos de sus contemporáneos judíos pierden el sentido de la vida
ante tanto sufrimiento. EH se ve impulsada a decir cuanto antes una palabra esperanzadora,
pues no pretende ser “cronista de horrores”51.

Además, la joven tuvo que hallar el equilibrio adecuado entre la cabeza y el corazón a la
hora de acercarse a la realidad doliente de Westerbork. Solo erigiéndose en el “corazón
pensante de los barracones”, intentando comprender la realidad no solo con el intelecto,
sino también desde el espacio del espíritu en el que se da la verdad del ser humano, descu-
brió que la vida merece la pena y es profundamente buena y bella, a pesar del sufrimiento
extremo. Así, dice Serafín de Sarov:
“Cuando la inteligencia y el corazón están unidos en la oración, y los pensamientos del
alma no están dispersos, el corazón se entibia con un calor espiritual y la luz de Cristo
resplandece en él, llenando de paz y de alegría al hombre interior”52.

Pero después de crudas y agotadoras batallas para hallar palabras transparentes que no
contaminaran el contenido de su mensaje, encuentra la clave que todo lo explica: Dios.

A mediados de 1942, cuando percibe que la masacre es una realidad en marcha, se com-
promete a ser como una placa fotográfica que recoja todo lo que vive para, de esta manera,
poder elaborarlo más tarde – en caso de sobrevivir- y poder transmitir que la belleza y la
bondad son invencibles, mientras que el odio hace más inhóspito este mundo.

No es posible saber si EH vivió su muerte teniendo o no conciencia de haber ofrecido a las


generaciones futuras un verdadero testimonio esperanzador sobre cómo afrontar el sufri-
miento desde la verdad de que la vida es esencialmente bella y está fundada en un Dios que

49
Cf. 7-VIII-1941.
50
Cf. Maria Gabriella Nocita, "Feeling Life: Etty Hillesum becomes word”, en: Spirituality…, 279-295.
51
Cf. 8-X-1942.
52
Irina Gorainoff, Seraphim de Sarov: sa vie. Entretien avec Motovilov et instructions spirituelles, Desclée de
Brouwer, Abbaye de Bellefontaine 1991, 239.
Una “staretz” en Westerbork 255

no abandona a su suerte al ser humano. Sin embargo, hoy, con mayor perspectiva, es posi-
ble afirmar que sí llegó a escribir la novela con la que soñó, La chica que no sabía arrodillar-
se. Y es que sus diarios realmente relatan el proceso de su conversión y su postración ante
Dios, ante la hondura de la realidad y ante el ser humano vulnerable, que no es sino el obje-
tivo que se había marcado para este escrito 53.

En el fondo, a golpe de pluma y tinta, fue esculpiendo el verdadero bloque de granito ella
misma. Y, de esta manera, sus escritos, verdadera obra de arte, se han convertido en una
crónica de valor eterno capaz de traspasar épocas y siempre aportar a la humanidad una
palabra de dignidad54.

EH, como tantos artistas y escritores, como aquellos Padres Orientales que dejaron su expe-
riencia por escrito o los monjes que pintaban preciosos iconos, se sintió en la necesidad de
crear belleza que, gracias a su naturaleza extática, saca a la persona de sí, trasladándola a
horizontes profundos y universales 55. Así, EH confirió a unos cuadernos de escuela un carác-
ter sagrado56, haciendo de ellos un icono del Dios que desenterró en ella misma y en tantos
internos de los campos nazis. Y es que al igual que un icono no es una mera representación
para decorar templos, su diario no es una mera narración de acontecimientos macabros. Al
igual que el icono revela la última finalidad de la creación-ser templo del Espíritu Santo 57- EH
confeccionó un icono en el que dejó patente cómo el mundo es bello a pesar de todo, por-
53
Cf. 21-XI-1941.
54
El hecho de que sus escritos estén traducidos a dieciocho idiomas y sirvan de inspiración a miles de perso-
nas, es motivo suficiente para afirmar que estamos ante una “obra de arte” de una notable belleza (Cf. Klaas
A.D. Smelik, “Introduction”, en: Ethics…, 1, nota a pie de página 2).
55
Este poder de la belleza de producir en quien contempla una experiencia transformadora es recogido por F.
Dostoievski en El Idiota. El personaje tísico y nihilista Hipolit exclama ante el Cristo yacente de Hans Holbein:
“Cuando se mira esta pintura, se imagina la naturaleza como un monstruo, mudo e implacable. O más bien –
y por muy inesperada que la comparación pueda parecer, está más cerca de la verdad, mucho más cerca–, se
imagina la naturaleza como una enorme máquina moderna, insensible, callada, que arrebató, aplastó y se
tragó un gran Ser, un Ser invalorable que, por sí solo, vale la naturaleza entera...” (Fiodor M. Dostoievsky, El
Idiota (Obras completas, t.2), Aguilar, Madrid 19739, 666). Y en el lecho de la muerte, el mismo Hipolit le
pregunta al príncipe Myshkin: “¿Es verdad, príncipe, que vos dijisteis un día que al mundo lo salvará la belle-
za?” (Fiodor M. Dostoievsky, El Idiota…, 506). El silencio del príncipe es elocuente: la belleza que salva al
mundo es el amor que comparte los sufrimientos de los demás. Este fue el testimonio hecho vida de EH y
que ha quedado plasmado en las páginas de sus diez cuadernos conservados y sus cartas.
56
“Los caminos de la belleza son místicos caminos por donde nos alejamos de nuestros fines egoístas para
transmigrar en el Alma del Mundo (…) La belleza es la intuición de la unidad y sus caminos, los místicos cami-
nos de Dios” (Ramón del Valle-Inclán, La lámpara maravillosa. Ejercicios Espirituales, Rua, New York, 1942,
28).
57
Cf. Dimitrios I, Juan Pablo II, Adalbert Franquesa, Francisco Javier Martínez Medina, Los iconos. Historia.
Teología. Espiritualidad (Cuadernos Phase 126), Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona 2002, 53. En esta
misma página aparece el testimonio del staretz Silouane: “Un día…yo oraba ante el Icono del Salvador y con-
templando la imagen decía: ‘Señor Jesús, ten piedad de mí, pecador’. A estas palabras, en lugar del Icono vi
al Señor Jesús viviente, la gracia del Espíritu Santo llenó mi alma y mi cuerpo y conocí en el Espíritu Santo
que Jesucristo es Dios…”
256 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: cronista de la vida bella

que Dios lo empapa de su Presencia. Y es que la iconografía conduce a la pneumatología, a la


Belleza que salvará al mundo58.

4.2. Vivir testimoniando que la vida tiene sentido y es bella, a pesar de todo

En el siglo XII la escuela teológica de los canónigos de San Víctor, Hugo y Ricardo, y poste-
riormente San Buenaventura, presentan los tres ojos del conocimiento: oculus carnis, cuyo
objeto es lo sensible; oculus mentis, cuyo objeto es el mundo de las ideas; y oculus fidei, cu-
yo objeto es la Esencia de Dios 59. En el monacato de Oriente este triple desvelamiento se
identifica con el conocimiento de las “razones (logoi) de las cosas”. Esta expresión de tradi-
ción estoica hace referencia a la esencia interna o logos que da consistencia o estructura
inmanente a todo lo que existe60.

Un acercamiento así, más allá de la pura apariencia, y una firme determinación por vivir
hasta las últimas consecuencias posibilitaron en EH una comprensión de la realidad paradó-
jica: a pesar del horror, la vida es bella. Quien experimenta que el Amor tiene la última pa-
labra y es más fuerte que la muerte, solo podrá afirmar que la vida es bella. Ni el terror más
inhumano vaciará jamás la verdad, la bondad y la belleza de la vida. Este fue su leitmotiv y
el núcleo de su testimonio a las generaciones futuras. Así, en la tradición cristiana oriental
se insiste en que las personas con una experiencia interior de la presencia salvífica de Cristo
– por medio del bautismo- “conocen claramente quien es bueno y bello por esencia, perci-
ben la gracia, gustan la belleza”61.

En otras palabras, EH se niega a funcionar como muchos judíos de Ámsterdam, situando la


propia subsistencia como el máximo valor ante el que todo lo demás ha de quedar doblega-

58
Cf. Víctor Codina, Los caminos del Oriente cristiano…, 125.
59
San Buenaventura describió los “tres ojos del conocimiento”: el del mundo externo y objetos físicos median-
te el “ojo de la carne” o del conocer empírico; el de los temas filosóficos y de la lógica elaborados por medio
del “ojo de la razón” y el de las realidades trascendentales, mediante la experiencia participante o conoci-
miento silencioso. Aunque cada nivel o forma sigue manteniendo su propia autonomía, el superior siempre
empapa los anteriores porque está más saturado de Ser, generando un intercambio o unión entre lo cono-
cido y el cognoscente, el cual queda transformado en un sujeto más receptivo y abierto para captar la reali-
dad como un misterio de gozo y gratuidad. Este saber que contiene sabor o poso es la sabiduría, porque el
sujeto saborea el conocimiento por participación con el objeto conocido (Cf. San Buenaventura, In Hexaem.,
V, 224; 538a).
60
Cf. Javier Melloni, “Cardoner”, en: GEI, Diccionario de Espiritualidad Ignaciana I, Mensajero-Sal Terrae, Bil-
bao-Santander 20072, 283-284. El filósofo y teólogo español R. Panikkar defiende este modo de conocer la
realidad porque supera tanto el dualismo cosmológico como el monismo idealista. Así, la experiencia com-
pleta de los tres ojos supone una “experiencia holística (que) no es meramente racional, sin ser por ello irra-
cional... el ámbito racional no cubre toda la realidad y la experiencia mística lo “ve”. Esto quiere decir que no
podemos reducir al hombre a “animal racional”. Esta es la función del tercer ojo: la intuición de una realidad
no asimilable por la razón, pero no en contradicción con ella...” (Raimon Pannikar, Obras completas. Tomo I:
Mística y espiritualidad: Vol. 1: Mística, plenitud de Vida, Herder, Madrid 2015, versión digital).
61
Nicola Cabasilas, Vida en Cristo, PG 150, 552C, 150.
Una “staretz” en Westerbork 257

do. La joven holandesa considera secundario a quién le toca morir un día u otro. Lo real-
mente digno de atención es el testimonio que se debe a las nuevas generaciones: un modo
íntegro de asumir los nuevos escenarios. Y es que hay modos que dejan una herencia riquí-
sima de vida nueva, que forjan pensamiento creativo fértil, que suscitan comprensión pro-
funda de la realidad sociohistórica, que originan intuiciones originales y originantes de futu-
ro. Pero también hay modos estériles e insolidarios, como el de quienes cierran el corazón y
la mente al destino individual y de masas.

Influencia de sus lecturas

El hecho de que EH se sintiera llamada a ofrecer un testimonio no es ajeno a la experiencia


de R.M. Rilke quien, al escribir Las elegías de Duino (1923) y los Sonetos a Orfeo (1922), se
vio como “portador” o “profeta” de un mensaje que le era dictado por algo o por alguien
distinto de él62. Igualmente, el poeta austrohúngaro tuvo que ver con la espera tensa de EH
por hallar las palabras que vehicularan con transparencia su mensaje. En este aprendizaje
de la paciencia la joven copia hasta en cinco ocasiones un texto del poeta que le hace per-
severar en la esperanza:
“… y esperar con profunda humildad y paciencia la hora del nacimiento de una nueva
claridad; solo eso es vivir como artista: Para ello no hay ninguna medida de tiempo; un
año no cuenta, y diez años nada son. Ser artista es: no calcular y no contar; crecer como
el árbol, que no apura sus savias y que está, confiado, entre las tormentas de primavera,
sin la angustia de que no pueda llegar un verano más. Llega, sin embargo. Pero solamen-
te llega para los que tienen paciencia y viven despreocupados y tranquilos como si ante
ellos se extendiera la eternidad. Lo aprendo día a día; lo aprendo también a través de su-
frimientos, a los cuales estoy agradecido por ello: la paciencia es todo”63.

Y es que para R.M. Rilke, Dios era el gran poeta que busca salir del silencio que lo ahoga y el
hombre, a su imagen y semejanza, otro poeta atrapado en el silencio. Ante esta situación,
dice: “Cada hombre es íntimamente un poeta, un poeta que se ahoga en el silencio. Las alas
de la palabra nos salvan del agua. Por eso, Kappus, el verdadero poeta es el que retorna al
silencio, es el que acepta la muerte del verbo”. R.M. Rilke no dice que el hombre deba bus-
car la palabra para huir del silencio, sino que debe aceptar la muerte del verbo y permane-
cer ante la conciencia de la precariedad de la palabra 64. De hecho, el Dios que EH descubre

62
Cf. Robert Anthony Krieg, “Romano Guardini: Fe cristiana y literatura (II). Un diálogo con Rainer Maria Rilke”,
en: http://www.mercaba.org/Guardini/fe_cristiana_litearatura2.htm; última consulta: 7-II-201).
63
Copiada por EH, a veces abreviada, en entradas de 1942: 16 y 22 de febrero, 7 de marzo, 1 de abril y 4 de
junio. La traducción al castellano está tomada de R.M. Rilke, Cartas a un joven poeta, Edicomunicación, Bar-
celona, 1999, 24.
64
Cf. Fabián Soberón, Dios y Rilke, en: pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero28/d_rilke.html;
última consulta: 13-II-2017.
258 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: cronista de la vida bella

en el silencio le orienta a una escritura muy particular y que compara con la escritura japo-
nesa. No pretende llenar el silencio con sus palabras, sino que estas empujen al lector al
silencio65. Seguramente leyó estas palabras del poeta:

“Supongo que el crepúsculo cubre con su manto púrpura el cuerpo de arena de cada
hombre y envuelve el silencio de Dios. Porque Dios vive en el silencio. He pensado que
Dios no soporta el silencio, como nosotros no soportamos nuestra soledad. Dios ha deci-
dido escribir un verso para desalojar las toneladas del silencio. Y ese verso (Dios es un
gran poeta, quizás el mejor poeta) inventó la palabra, y así es que venimos nosotros a
existir, por obra del insoportable silencio de Dios”66.

En otro orden de asuntos, es curioso cómo Mauricio Wiesenthal, biógrafo actual de R.M.
Rilke, sostiene que este llama a pensar con el corazón, sin despreciar este órgano como si
fuera “la máquina del capricho”. Este autor lo ve, más bien, como “la máquina del ritmo, es
la máquina de la precisión, es la máquina de la vida (…) es una forma de conocer”67. Es es-
pecialmente llamativo cómo este autor emplea una expresión análoga a la de EH, “ser el
corazón pensante de los barracones”, para indicar el modo de conocimiento con el que se
acerca el poeta a la realidad68.

R.M. Rilke también influyó mucho en EH a la hora de comprender que era posible celebrar
la vida en medio de la muerte. Y es que El Libro de las Horas contiene varios poemas que
intentan responder a la cuestión “¿Qué significa vivir con autenticidad, aun en medio de las
dificultades y sufrimientos?” El libro de la peregrinación y El libro de pobreza y la muerte,
escritos tras las penurias por las calles de París, invitan a EH a hacerse esta misma cuestión
que llegará a su máximo apogeo a la hora de afrontar la muerte. Así, para R.M. Rilke, como
también lo fue para EH, la muerte no es la negación de la vida, sino el fruto maduro de la
misma. Esta maduración se hace posible por medio del amor, de la escucha, del cuidado de
los demás, de ser cauce de comunión…, en definitiva, muriendo a uno mismo. Hacia el final
de El Libro de las Horas, situado bajo su almohada en el campo de Westerbork, se puede
leer la siguiente oración: “Oh Señor, da a cada cual su propia muerte, / el morir que procede
de cada vida, / el amor tuvo su significado, su necesidad”69.

Asimismo, Wil van den Bercken ve una fuerte influencia del staretz Zósima de Los Hermanos
Karamazov en la convicción de EH de que la vida es bella, a pesar de todo. De hecho, tam-

65
Cf. 5-VI-1942.
66
R.M. Rilke, Cartas a un joven poeta, Ed. Alianza, Madrid, 1995, 98-99.
67
Entrevista de Alfonso Armada a Mauricio Wiesenthal, en: www.abc.es/cultura/cultural/abci-mauricio-
wiesenthal-rilke-mistico-llama-pensar-corazon-201512291246_noticia.html
68
En esta misma línea hallamos al autor X. Zubiri con su expresión “corazón sentiente” o la célebre sentencia
de B. Pascal “el corazón tiene razones que la razón no entiende”.
69
R.M. Rilke, El libro de la pobreza y de la muerte…, 457-458.
Una “staretz” en Westerbork 259

bién es la contemplación de la naturaleza lo que le lleva al monje a afirmar que la vida ya es


un paraíso y que las personas deberían moverse por un amor activo, real y mutuo 70. Este
mismo autor apunta también un evidente paralelismo entre EH y Dimitri Karmazov. Este prome-
te continuar alabando a Dios, incluso en las minas subterráneas de Siberia, por el sol, por la
creación y, a pesar de estar encadenado interiormente, seguirá sintiéndose libre. EH expre-
sa esta misma determinación:

“Incluso si ellos me encierran en una celda subterránea, un trocito de cielo se extenderá


en mi interior y mi corazón alzará el vuelo como un pájaro libre y esto es porque todo es
demasiado sencillo, tan terriblemente sencillo y bello y lleno de sentido” 71.

Esta libertad interior es lo que permite tanto a Dimitri como a EH convertir el infierno hu-
mano en un paraíso personal72. Aun así no parece que la joven holandesa esté buscando un
paraíso personal ni tan siquiera huir del infierno de Westerbork, como parece sugerir este
autor. Desea simple y crudamente vivir, tal y como F.M. Dostoievski expresa a su hermano
Mijaíl:

“¡Hermano! No estoy triste ni desanimado. La vida es vida en todas partes, la vida está
en nosotros, no fuera de nosotros. A mi lado habrá seres humanos, y ser hombre entre
estos seres, y seguir siéndolo siempre, a despecho de cualquier desgracia que ocurra, no
decaer, no hundirse: he aquí la vida, he aquí su objetivo”73.

La libertad interior es una experiencia propia de quien sabe que nadie puede arrebatarle la
vida porque ya la ha entregado 74 o porque simplemente nadie puede herir el alma75porque
está a buen recaudo en las manos de Otro. Es cierto que tal libertad se ha acrisolado por
medio del sufrimiento o, al menos, las novelas de F.M. Dostoievski insisten en cómo Dios
actúa por medio de un doloroso conocimiento de la debilidad y límites que padecen sus

70
“Señores –exclamaba yo entusiasmado-, miren las obras de Dios: el cielo es claro, el aire puro, la hierba fres-
ca; los pájaros cantan en la naturaleza magnífica e inocente. Solo nosotros, impíos y tontos, no comprende-
mos que la vida es un paraíso, no tendríamos más que quererlo, para verlo aparecer con toda su belleza y
nos abrazaríamos entonces llorando” (F. Dostoievski, Los hermanos Karamazov I…, 370). La espiritualidad de
Zósima aparece en las páginas de EH en cómo compagina el sufrimiento con la felicidad; la solidaridad uni-
versal con el bien y el mal que anida en cada corazón; y el misterio infinito con la belleza de cada ser creado.
Y aunque Zósima no es nombrado explícitamente en los diarios ni en las cartas, sí aparece en el Le-
venskunst, en la semana 6 y 23 en unas citas sobre la culpa y el amor (Cf. Wil van den Bercken, “Etty Hille-
sum´s Russian Vocation and Spiritual Relationship to Dostoevski”, en: Spirituality…, 166, nota 34).
71
15-IX-1942.
72
Wil van den Bercken, “Etty Hillesum´s Russian Vocation and Spiritual Relationship to Dostoevski”, en: Spirit-
uality…, 171).
73
22-II-1854. Palabras citadas por A. Vidal, Dostoievski, Barral, Barcelona 1972, 59.
74
Cf. Jn 10, 18: “Nadie me la quita por la fuerza; soy yo quien libremente la doy”.
75
Cf. Mt 10,28: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a
Aquél que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”.
260 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: cronista de la vida bella

personajes. En este sentido, es interesante la escena de Los hermanos Karamazov en que


Marcelo, un joven mortalmente enfermo, expresa:
“La vida es un paraíso y nosotros estamos en el paraíso, sólo que no queremos verlo
(…) ¿De qué sirve contar los días cuando basta uno solo para conocer la mayor felici-
dad posible? Queridos míos, ¿de qué sirven los litigios, tener rencor el uno contra el
otro? (…) Amemos y alabemos, besemos y bendigamos nuestra vida (…) Estoy llorando
de alegría, no de dolor (…) ¿no me encuentro ya en un paraíso?”76.

Este texto recoge, además, la idea ortodoxa de la realización del “Reino” en el propio inte-
rior, que se trasluce en una nueva forma de ver el mundo, la vida, la propia persona. Esto
mismo lo expresa Isaac el Sirio:
“Cuando se llega al verdadero conocimiento, movidos por la percepción del misterio de
Dios, se es consumado en el amor… Cuando escribía estas cosas, mis dedos se paraban
sobre el papel. No podía soportar la alegría que nacía en mi corazón… El amor es hijo
del conocimiento (…) Se dice que el reino celeste es la contemplación espiritual (du-
chovnoe sozercanie). Esta no se conquista a través de la fatiga del pensamiento, pero
puede ser gustada por la gracia. Hasta que el hombre no se purifica a sí mismo no tie-
ne la fuerza suficiente ni siquiera para sentir hablar. Si llegas a la pureza del corazón…
improvisadamente lograrás la visión espiritual…”77

Por último, EH encuentra en L.N. Tolstoi otro enamorado de la vida. Su amor por vivir llega
hasta el punto de declarar que “Dios es la vida”, que “conocer a Dios y vivir es una misma
cosa” e incluso que la muerte no tiene especial consistencia porque es como un cruce de
una conciencia a otra, de una imagen del mundo a otra, un cambio de decorado que mani-
fiesta con mayor verdad la realidad. En mayo de 1898 escribe Tolstoi a la condesa después
de una experiencia profunda en un paseo por el bosque:
“Y pensé, como hago constantemente, en la muerte. Y fue tan claro para mí que al otro
lado de la muerte todo será igualmente bueno, aunque de diferente manera, y compren-
dí por qué los judíos representaron el paraíso como un jardín”78.

Esto no significa que el conde ruso se resigne con las penurias de este mundo. Ni mucho
menos. Rompe con cualquier atisbo platónico, dinamita cualquier tipo de escatología y pro-
clama la posibilidad de un Reino de Dios aquí y ahora, en esta tierra y en esta vida.

76
F. Dostoievski, Los hermanos Karamazov I…, 356-357.
77
Isaac of Nineveh, Mystic Treatises (Arent Jan Wensinck trad.), Amsterdam 1923, 288-289. 354.
78
Citado por G. Steiner, Tolstói o Dostoievski…, 258.
Una “staretz” en Westerbork 261

5. Aceptación del sufrimiento sin resentimiento ni resignación

EH no tuvo que hacer frente solo al sufrimiento que acarreó la trágica ocupación alemana
de los Países Bajos, sino también a la débil salud que siempre le acompañó y que se agudizó
por la guerra. Vivenciarse como caja de resonancia de su propia existencia en tiempos de
crisis y aprender los ritmos lentos de integración del cuerpo y del alma, así como la necesa-
ria acogida del propio límite, fueron aprendizajes arduos durante toda su vida. Y es que,
aunque la espiritualidad ortodoxa afirma que el ser humano es imagen y semejanza de Dios
en cuanto unión de cuerpo y alma1, también es consciente de que la enfermedad, el dolor
físico y las contradicciones de la vida son tentaciones que ponen al hombre frente a una
elección: aceptar y vivir la prueba con adhesión y sumisión de fe, o bien, murmurar con
una desconfianza que pudiera llevar a la apostasía 2.

La joven holandesa consigue que su frágil salud, muchas veces ligada al complejo proceso
de integración personal o al miedo ante la barbarie nazi, no le paralice vitalmente optando
por gestionarla desde la confianza. Su cansancio es real pero no le impide seguir adelante,
ya que logra un estado de “nueva paciencia” en el que la salud, aun siendo importante, no
está situada en la cúspide de su jerarquía de valores. Esta quedará reservada para su Hués-
ped confidente con quien ha establecido un diálogo ininterrumpido y al que le rinde el gesto
más íntimo que conoce: la adoración de quien se arrodilla. Muchas veces físicamente; de
corazón, para siempre.

5.1. La postura de EH ante el mal y el sufrimiento

EH comparte con la mística ortodoxa una visión optimista del mundo basada en un Dios
Creador bondadoso y providente que protege a sus criaturas. Por eso también se halla cerca
de la comprensión oriental del mal: este no tiene subsistencia, sino que es simplemente una
corrupción de las cosas buenas, una ausencia de bien en la realidad sensible o espiritual que
fue creada con bondad. Un planteamiento semejante fue lo que condujo a EH a asumir una
postura de pasividad activa ante el sufrimiento, como ya expone en sus dos primeros cua-
dernos:
“Estar enfadado e insatisfecho es ser improductivo; sufrir genuinamente es ser producti-
vo porque nuestra insatisfacción, nuestra ira, refleja pasividad activa mientras que el su-
frimiento genuino refleja actividad pasiva. La pasividad activa de la insatisfacción conlle-
va resistencia, rebelión contra lo que es inalterable y así paraliza otros poderes del hom-

1
“Basándose en la naturaleza del hombre tal y como aparece en la Escritura, podemos afirmar que el hombre
no es imagen de Dios solo en lo que afecta al cuerpo o solo en lo que se refiere al alma, sino que es dicho de
ambas cosas, alma y cuerpo” (G. Palamás, Prosopopoeiae, PG 150, 1361 BC).
2
VVAA, La Filocalia…, Glosario: “tentación”, en: companerosdejesus.es/Varios%20%20La %20Filocalia.PDF
262 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: aceptación del sufrimiento

bre. La actividad pasiva del genuino sufrimiento conlleva bregar y acoger lo que es inal-
terable y esto hace surgir nuevos poderes”3.

En la tradición oriental esta actitud se conoce como amerimnia. Se trata de un concepto que
puede caer en la incomprensión – al igual que le ocurrió a EH- porque está cerca de la acedía
o la ausencia de interés, pero en la vida monástica apunta a una actitud diametralmente
opuesta: “despreocupación de las cosas terrenas”4 después de haber luchado por “no tener
ya ningún afán de las cosas de este mundo y atender a Dios solo, asiduamente y sin distrac-
ciones”5.

Asimismo, EH hace hincapié en cómo el verdugo también tiene necesidad de amor y com-
prensión. Esta visión parece provenirle de algunos autores que leía, como W. Rathenau, de
quien toma estas palabras:
“Estamos aquí para cargar algo del sufrimiento del mundo sobre nosotros… y no para in-
crementarlo a base de violencia. Sé que sufres y sufro contigo. Sé amable con ese sufri-
miento y él será amable contigo (…) Tienes demasiado amor en ti; ofrécelo todo a tus co-
legas, a niños, a las cosas, incluso a ti mismo y a tu dolor…”6.

Durante el mes de junio de 1942 los acontecimientos se aceleran y el miedo en los espacios
judíos se incrementa, sin embargo, EH se cuida mucho de no expresar en su diario la separa-
ción entre ellos (nazis, verdugos, mal) y nosotros (judíos, víctimas, bien). Por eso se referirá a
los soldados alemanes como “nuestros así llamados enemigos”7, con el fin de distanciarse de
este binomio “dia-bólico”. Y, además, fija su postura ante la amenaza que vislumbra en el
horizonte:

- La ira es legítima si se convierte en protección ante el mal, pero no si traduce en ata-


que8.
- Es necesario relativizar el sufrimiento, pero sin reducirlo, esto es, vivir a fondo todo lo
que venga, pero sabiendo que nadie ni nada podrá apagar nunca el tesoro que lleva-
mos dentro ni la belleza y el amor de esta tierra 9.

3
17-III-1941.
4
Pseudo-Efrén, Ad renunciantes, t.3, 323F.
5
Doroteo de Gaza, PG 88, 1109b. Cf. I. Hausherr, Hésychasme et prière, Orientalia Christiana Analecta 176,
Roma 1966, 216ss. Tomada en este sentido positivo el monje puede cultivar la anaisthesia, es decir, la in-
sensibilidad: “(los monjes) deben permanecer como muertos delante de los muertos, sin experimentar cons-
cientemente nada con respecto (a los otros hombres)” (Simeón el Nuevo Teólogo, Hymnes XLI, 257-258, SC
196 (1973) 33).
6
20-X-1941.
7
23 y 24-IX-1942 y 2-X-1942. Cf. B. Siertsema, “Etty Hillesum´s View son the Nazis and their Henchmen”, en:
Ethics…, 271.
8
Cf. 8-VI-1942.
9
Cf. 9-VI-1942.
Una “staretz” en Westerbork 263

- Para la humillación hacen falta tanto quien humilla como el que se deja humillar, y el
pueblo judío no puede caer en esto segundo, sino que ha de vivir sabiendo que la dig-
nidad de la persona es inviolable 10.
EH se sitúa de este modo a sabiendas de que las prohibiciones de las fuerzas alemanas van
paulatinamente acorralando al pueblo judío e impidiendo su libertad de movimiento. Sin
embargo, al mirar el cielo, se da cuenta de que nunca nada ni nadie podrá arrebatar su li-
bertad, su valor, su dignidad. El problema radica en que normalmente no se vive desde esta
verdad, sino que la propia valía se intenta fundamentar en elementos efímeros y volubles,
como el éxito, la fama, el poder, el dinero, las posesiones… Y estos sí que pueden ser des-
truidos11.

Con una sensibilidad muy fina para sondear y comprender el corazón humano, la joven re-
flexiona sobre cómo el sufrimiento puede contagiarse de unas personas a otras al cargar el
sufrimiento en hombros ajenos más o menos inconscientemente o al propagar rumores de
terror generadores de miedo al oír las alarmas del miedo12.

En el C10 expone, de hecho, cómo el sentido de la vida emerge cuando se acogen con valen-
tía todos los aspectos de la vida sin extirpar los desagradables, y es que las condiciones in-
justas, lejos de ser abogadas del sinsentido, son precisamente el manantial más claro de
sentido y de riqueza vital porque, precisamente gracias a ellas, todo aparece como don,
como realmente es13.

Por eso, esconderse es la gran contradicción de quien desea cimentar su vida en el amor, ya
que huir es sinónimo de considerar la supervivencia del yo como el valor absoluto. Mientras
que aceptar la incertidumbre del futuro viviendo el momento presente es propio de quien
se sabe en manos de Dios.

Así, su rechazo del odio no es solo un modo de construir un mundo más habitable, sino que
nace de la convicción de que el hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza14. Por
tanto, la venganza, la rabia o la amargura han de ser rechazadas ya que todo ser humano,
sea víctima o verdugo en un momento o en otro, es imagen de Dios y, por ello mismo, ha de
ser acogido, comprendido y apreciado como tal. Es cierto que no siempre fue sencillo para
10
Cf. 20-VI-1942.
11
Cf. 20-VI-1942.
12
“Cuando sufrimos, ¿estamos seguros de que no hacemos sufrir a otros con nosotros? ¡Ojalá la gente empe-
zara a darse cuenta de esto! Es un proceso de creciente concienciación que todos deberían aprender. Pero
aquellos que ya han iniciado este proceso deben dar un primer empujón a quienes aún no han “nacido”. Úl-
timamente ese debe ser mi camino de hacer mi ‘trabajo social’” (11-VI-1942).
13
“Cuanto más dura y amenazante es la vida, también es más rica porque cuanto menos expectativas tene-
mos, las buenas cosas de la vida se convierten en regalos inesperados que aceptamos con gratitud” (4-VII-
1942).
14
Cf. Gen 1,26-27.
264 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: aceptación del sufrimiento

EH, de hecho “a veces se hace muy complicado comprender, oh Dios, lo que aquellos crea-
dos a tu semejanza se hacen unos a otros en estos días desgarrados. Pero no me encierro en
mi habitación sino que trato de mirar las cosas directamente incluso los peores crímenes y
descubrir al pequeño y desnudo ser humano en medio de los monstruosos restos causados
por los hechos insensatos del hombre (…) Trato de enfrentarme a Tu mundo, Dios, para no
escapar de la realidad en hermosos sueños - aunque creo que pueden existir hermosos sue-
ños bajo la realidad más horrible - y yo continúo alabando Tu creación, Dios, a pesar de to-
do"15.

Pero fue en Westerbork donde, ante tal panorama de destrucción, esta verdad se convertía
casi en inasumible:
“Cuando pienso en los rostros de ese pelotón de soldados, guardias con sus uniformes
verdes – Dios mío, qué rostros- Les miré, uno a uno, desde detrás de la seguridad de una
ventana, y nunca he estado tan asustada en toda mi vida. Caí de rodillas con las pala-
bras que presiden la vida humana: Y Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Este
pasaje pasó una difícil mañana conmigo”16.

Este arrodillarse estuvo tejido no solo de miedo por los rostros de los soldados, sino tam-
bién de gran desconcierto por la dificultad de encajar la verdad bíblica sobre el hombre
creado a imagen y semejanza de Dios. Esta fue una de las más comentadas por los Padres
Orientales, subrayando que la persona no es un ser autónomo sino imago Dei por partici-
pación, es decir, que se realiza en la medida que vive de Dios. Por eso, para en la medida en
que se dé la unión con Dios, el ser humano es capaz de conocer a Dios y a sí mismo17. Ade-
más, algunos Padres, como Ireneo, Orígenes, Basilio y Gregorio de Nisa, emplearon la distin-
ción entre “imagen” y “semejanza” para explicar la tensión del hombre hacia Dios: mientras
que “imagen” es el don gratuito de Dios, la “semejanza” hace referencia a la respuesta libre
del ser humano, el esfuerzo realizado con la gracia de Dios para asimilar y personalizar la
autodonación de Dios en cada persona 18. EH recorrerá este camino propio de la ortodoxia:
en la medida que va reconociendo a Dios en su vida, mejor se conoce a sí misma y mejor
reconoce a los demás como imágenes de Dios.

Otro texto, esta vez del evangelio, le ilumina en este mismo sentido. Se trata de Mt 5,23,
que incide en la unidad existente entre la relación con la divinidad y la relación con el próji-

15
29-V-1942.
16
Carta 64, a Han Wegerif y otros, desde Westerbork, martes 24 de agosto de 1943.
17
“En mi cualidad de tierra, estoy atado a la vida de aquí abajo; pero como soy también una parcela divina,
llevo en mi seno el deseo de eternidad” (Gregorio de Nisa, PG 37, 452).
18
Cf. Yannis Spiteris, Salvación y pecado en la tradición oriental: manual de teología ortodoxa, Secretariado
Trinitario, Salamanca 2005, 71.
Una “staretz” en Westerbork 265

mo19. No es compatible vivir en Dios sin vivir en fraternidad, sin reconciliarse con quienes
están cerca: “Antes de llevar tu ofrenda al altar, recuerda si tu hermano tiene algo contra ti.
Primero reconcíliate con tu hermano…”20. Por otro lado, en una carta que se fecha aproxi-
madamente en el mes de diciembre de 1942, la joven fundamenta en san Pablo la opción
por el amor:
“Sé que aquellos que odian tienen una buena razón para hacerlo, pero ¿por qué debe-
ríamos elegir siempre el camino más fácil? He intuido casi forzosamente que cada
átomo de odio que añadamos al mundo lo convierte en un lugar más inhóspito aún…
La tierra llegará a ser más habitable solo a través del amor que el judío Pablo describe
a los ciudadanos de Corinto en el capítulo 13 de su primera carta”21.

5.2. Una “nueva clase de paciencia” en la fragilidad

La parálisis existencial que vivía EH cuando tocó el timbre del número 27 de la calle Courbe-
tstraat iba acompañada de dolores físicos importantes, especialmente de cabeza y de estó-
mago. No le resultó difícil comprender que se trataban de síntomas sensibles cuya raíz era
el miedo a poner orden en medio de su caos y a desasirse de la seguridad que le procuraba
la mente. Una fuerte resistencia a dejar las riendas de su vida en manos de JS primero y de
Dios después, en momentos históricos tan complicados, cristalizó en sensaciones corporales
muy incómodas y dolorosas, que hicieron necesaria una “nueva clase de paciencia”22.

Esta paciencia novedosa hacía referencia a su salud más que a su esfuerzo por expresar por
escrito sus luces interiores, o al proceso de maduración que requería cierto grado de ascesis
o al estado anímico de tristeza que pedía apaciguamiento. Esta “novedad” hablaba de una
condición física tan paupérrima que condujo a la joven al confinamiento en cama durante
largo tiempo, mientras que su deseo ardiente reclamaba volver con presteza a Westerbork.
Sin embargo, serán precisamente estas cadenas de debilidad las que le alcanzarán una fe y
una humildad probadas; la comprensión de que el dolor no es una barrera para con los de-
más, sino una puerta abierta y accesible a los otros 23; y la posibilidad de renunciar a sus
proyectos presuntuosos para abandonarse a la voluntad de Dios.

19
“No tiene sentido redentor aquel dolor que equivale a autoperfeccionamiento ascético, construcción de sí
mismo o acumulación de dificultades vendidas, aunque pueda tener a veces un sentido humano como auto-
disciplina necesaria y cristianamente integrable en los otros dos” (José Ignacio González-Faus, La nueva hu-
manidad, Sal Terrae, Santander 2000, 519-520).
20
25-IX-1942.
21
Carta 23. Final de diciembre de 1942, a dos hermanas en La Haya.
22
Cf. 15-IX-1942, Carta 12 y Carta 15.
23
Marco Tondello, Un corpo in relazione, en: www.academia.edu/8398832/Etty_Hillesum_Un_corpo_in_ rela-
zione; última consulta: 3-I-2017).
266 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: aceptación del sufrimiento

No es extraño, por tanto, que fuera el día del fallecimiento de JS la primera vez que EH ha-
ble de esta “nueva clase de paciencia”. Quien hubiera podido ser un apoyo importantísimo
en su tiempo de convalecencia ha muerto. En estas circunstancias de no hacer pie en sí
misma, sabe a quién recurrir: “Tus lecciones son duras, oh Dios, déjame ser tu alumno bueno
y paciente”24.

Como se ve esta paciencia no es la makrothymia estoica que busca fortaleza en el dolor y un


digno repliegue con el fin de permanecer fiel a sí mismo. EH se halla cerca de la hypomoné
ortodoxa que se refiere a una especie de obediencia a Dios en las condiciones que pone al
hombre, un abandono a su voluntad en acontecimientos que no se eligen, una permanencia
en Dios aunque suponga dolor, sufrimiento o martirio 25. De ahí que Juan Clímaco diga que la
paciencia y la constancia en las tribulaciones hacen que el monje “muera antes de la tum-
ba”26. La virtud de la paciencia es, de hecho, una de las más preciadas por los monjes hesi-
castas, pues, gracias a ellas, el diablo siempre tiene las de perder y el corazón queda poco a
poco ablandado por la plegaria. Así, un ermitaño del monte Áthos habla con estas palabras
recogidas por el archimandrita Hierotheo Vlachos:
“Antes de comenzar el santo trabajo de la oración, tengamos en mente que re-
quiere por nuestra parte, y durante toda su duración, un deseo ardiente y una es-
pera perseverante, mucho fuego y una inmensa paciencia, combinada con la espe-
ranza en el amor de Dios”27.

Esta nueva paciencia es el motor del último grito con el que EH pone fin a su diario: “¡¡¡HAY
QUE SABER ACEPTAR LAS PROPIAS PAUSAS!!!”28

Influencia de sus lecturas


24
18-IX-1942. La persona que no vive el presente no puede habitarse sino que vive dividida entre el pasado
que ya ha sido y el futuro que aún no ha llegado, existe entre la nostalgia y la ansiedad, dejando de lado lo
único que realmente se tiene y sobre lo que sí podemos ejercer influencia y decisión: el presente (Cf. Enri-
que Martínez Lozano, Vivir lo que somos…, 23-36). El papa Benedicto XVI, en la homilía del inicio oficial de
su Pontificado, reclama la sincronización con respecto a la paciencia de Dios:“¡Cuántas veces desearíamos
que Dios se mostrara más fuerte! Que actuara duramente, derrotara el mal y creara un mundo mejor. Todas
las ideologías del poder se justifican así, justifican la destrucción de lo que se opondría al progreso y a la libe-
ración de la humanidad. Nosotros sufrimos por la paciencia de Dios. Y, no obstante, todos necesitamos su
paciencia. El Dios, que se ha hecho cordero, nos dice que el mundo se salva por el Crucificado y no por los
crucificadores. El mundo es redimido por la paciencia de Dios y destruido por la impaciencia de los hombres”
(Cf. Santa Misa de imposición del palio y entrega del anillo del pescador en el solemne inicio del ministerio
petrino del Obispo De Roma. Homilía De Su Santidad Benedicto XVI. Plaza de San Pedro Domingo 24 de Abril
de 2005, en w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies /2005/documents/hf_ben-
xvi_hom_20050424_inizio-pontificato.html).
25
Cf T. Spidlik, M. Tenace, R. Cemus, El monacato en el Oriente…, 100-101.
26
Juan Clímaco, Escala 27,83, PG 88, 1113d.
27
H. Vlachos, Conversaciones con un ermitaño de las Montaña Sagrada sobre la oración del corazón, Le Seuil,
París 1988, 36.
28
13-X-1942.
Una “staretz” en Westerbork 267

L.N. Tolstoi consideraba el amor como la ley suprema de la que derivaba el precepto de no
oponerse al mal por la fuerza29. Esta ley no era más que la interpretación directa de Mt
5,38-3930. De este modo, el verdadero amor sabe renunciar abnegadamente al bienestar
personal a favor del prójimo y permanecer en un estado de benevolencia para con todos los
hombres. EH, por su parte, no se cansará una y otra vez de insistir en que cada persona ha
de cargar con el peso que le corresponde, sin echarlo en hombros ajenos:

“Nada en mi cuerpo se siente bien. Quisiera ardientemente recuperarme pero acepto to-
do de tus manos, tal como venga. Sé que siempre será bueno. He descubierto que car-
gando el propio peso, uno puede convertirlo en un bien”31.

Según L.N. Tolstoi, el amor es la única actividad racional del hombre que resuelve todas las
contradicciones de la vida humana y que evita que el resto de actividades tengan su única
motivación en satisfacer las tendencias más instintivas. Así, el amor suprime la lucha que
enfrenta a unos con otros, buscando cada cual su propia felicidad 32. La horizontalidad con el
mal y el mirarlo a los ojos cara a cara supone una ascesis que permite al ser humano una
elevación que derrota al mal33. EH lo expresa así:
“Creo que podemos sacar algo positivo de la vida bajo cualquier circunstancia. Pero solo
tenemos derecho de decir esto si no hacemos nada por huir, incluso de las peores condi-
ciones. A menudo pienso que nosotros deberíamos cargar nuestra mochila, junto con la
de otros, y marcharnos en el transporte con ellos”34.

Para F.M. Dostoievski el hombre está atrapado en su radical ambigüedad, es decir, en las
diversas formas que asumen en él las relaciones entre opuestos. En el hombre se dan dos
caras, es un arma de doble filo, es ambivalente y su corazón está enraizado en la lucha entre
el bien y el mal. No se trata de una historia cósmica maniquea, sino más bien de la tragedia
de la libertad, la cual conduce al hombre a la posibilidad de realizar el acto más perverso y
demoníaco como el más noble y generoso. La mayor preocupación no es que pueda con-

29
Pablo Eltzbacher, El Cristianismo Anarquista de León Tolstoi, en: https://grupodeestudiosgomezrojas.files.
wordpress.com/2009/09/el-cristianismo-anarquista-de-leon-tolstoi.pdf Tolstoi, buen conocedor del Ensayo
sobre la desobediencia civil del pensador norteamericano Henry David Thoreau, envió a un periódico hindú
su escrito Carta a un hindú a partir del cual se inició un breve intercambio epistolar con Mahatma Gandhi.
También sostuvo correspondencia con George Bernard Shaw, Rainer Maria Rilke y el zar Nicolás II de Rusia,
entre otros.
30
Así lo cuenta el mismo autor: “Os han enseñado que se mandó: ‘Ojo por ojo y diente por diente’. Pues yo os
digo: No hagáis frente al que os agravia. De golpe y por primera vez comprendí este versículo de forma sim-
ple y directa. Comprendí que Cristo dice exactamente lo que dice” (León Tolstoi, Mi religión. Citado por W.
Tommasi, Etty Hillesum. La inteligencia…, 53).
31
15-IX-1942, día del fallecimiento de JS.
32
A. Ríos Rojas, Lev Tolstoi…, 131-133.
33
A. Ríos Rojas, Lev Tolstoi…, 107.
34
Carta 18. 4-XI-1942, a Osias Kormann.
268 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: aceptación del sufrimiento

templar el abismo de los más altos ideales y de los más pérfidos, sino que puede contem-
plarlos al mismo tiempo35.

Aun así la libertad del hombre es su vulnerabilidad para con Dios, mientras que todo lo que
le despoje de libertad le llevará a la más absoluta ceguera del espíritu. Más aún, sin el mal no
habría posibilidad de elección libre ni del tormento que posibilita a reconocer a Dios:

“La existencia del mal es una prueba de la existencia de Dios. Si el mundo consistie-
ra total y únicamente en la bondad y la justicia, no habría necesidad de Dios, pues
el mundo sería dios. Dios es, porque el mal es. Y esto significa que Dios es porque la
libertad es”36.

En definitiva, todo itinerario hacia Dios tiene sentido si el ser humano puede elegir igual-
mente el camino contrario hacia las tinieblas. Sin embargo, el mal será vencido por el bien
en una lucha terrible entre Dios y el diablo en el corazón mismo del hombre 37. Así, tras su
primera estancia en Westerbork, habiendo padecido el horror en primera persona, EH se
mantiene firme en la esterilidad del odio y la inmensa vitalidad del amor. En el último cua-
derno conservado recuerda una conversación con su amigo Klaas, quien se deja llevar por la
impulsividad de la venganza:
“‘No conseguiremos nada con el odio’, Klaas. Él odia a nuestros perseguidores con un
odio eterno, presumiblemente con buenas razones. Pero él es un abusón. Él haría bien el
papel de guardia en un campo de concentración. (Las víctimas serían también unos per-
fectos verdugos). Klaas, todo lo que te quiero decir es esto: tenemos tanto trabajo que
hacer en nosotros que no deberíamos estar pensando en odiar a nuestros así-llamados-
enemigos. Nosotros también hacemos daño… nadie es realmente malo desde lo profun-
do. Es lo único que podemos hacer, Klaas, no veo alternativa: cada uno de nosotros debe
meterse en sí mismo y destruir todas las cosas que él piensa que debería destruir en los
demás. Y recuerda que cada átomo de odio que nosotros añadamos a este mundo, lo
hace más inhóspito”38.

35
De hecho, después de El Idiota, Dostoievski planeó escribir una novela que llevaría por título Hagiografía de
un pecador con el fin de destacar la presencia simultánea del bien y del mal en el mismísimo individuo. Este
proyecto no se ejecutó, pero constituyó el laboratorio originante de los personajes de las obras posteriores.
A pesar de haber elegido correctamente, cada personaje es susceptible de convertirse en lo opuesto casi al
momento siguiente, es decir, la impronta de la ambigüedad es indeleble en la persona (Cf. Luigi Parayson,
Dostoievski: Filosofía, novela y experiencia religiosa, Encuentro, Madrid 2007, 225).
36
G. Steiner, Tosltói o Dostoievski…, 301.
37
Cf. F. Dostoievski, Los hermanos Karamazov I…, 143.
38
27-IX-1942.
Una “staretz” en Westerbork 269

Para F.M. Dostoievski el mal es producto de una libertad inadecuadamente ejercida, de la


rebelión, de la lucha del hombre consigo mismo 39. A pesar de todo no lo considera total-
mente negativo ya que puede llegar a convertirse en un bien, de la misma manera que la
muerte se transforma en vida gracias a Cristo. En este sentido el mal solo está presente en
el mundo, en el corazón del hombre; a nivel metafísico solo es real el bien. Así, el hombre
en Dostoievski no es ni bueno por naturaleza (el buen salvaje de J.J. Rousseau) ni es el homo
homini lupus (T. Hobbes, Leviatán), sino más bien un santo-pecador en tensión. Del mismo
modo, EH no ve en los soldados alemanes una serie de verdugos, sino hombres con un de-
seo intacto de amor y perdón.

Por otro lado, para F.M. Dostoievski, el sufrimiento puede hacer madurar el amor si es aco-
gido con pretensión de compasión 40, de hecho en los apuntes para Los Hermanos Karama-
zov dejó por escrito la siguiente idea: “El hombre no nace para la felicidad. Conquista su
felicidad, y siempre mediante el sufrimiento. Aquí no hay ninguna injusticia, porque el cono-
cimiento, directamente percibido por el cuerpo y el espíritu…, se adquiere con la experiencia
de los pros y los contra, que es necesario experimentar sobre sí” 41. Este pensamiento está
inspirado en Isaac el Sirio (de Nínive), que es el autor al que más recurre en la elaboración
de dichos apuntes: “Aflicciones, preocupaciones, tentaciones son parte de los dones que
Dios envía para preparar el camino… Nadie puede subir al cielo viviendo entre comodidades.
Sabemos a dónde conduce el camino de las comodidades”42.

Es comprensible que el sufrimiento pueda llevar al umbral de la desesperación, sin embargo,


el suicidio nunca será una salida correcta. Así, el personaje Kyriloff de Demonios busca con el
suicidio su absoluta libertad con respecto a Dios, pero esa opción le lleva a la nada 43. EH, al

39
Si Dios es la clave de la existencia del ser humano, la libertad es su drama, por ello en Crimen y castigo los
personajes se ven exhortados a escoger entre el bien y el mal, entre la rebeldía o la obediencia a ese Dios
Padre que interpela a la conciencia en cada encrucijada de la vida. Se trata de una permanente tensión en la
que la aceptación del camino de Dios es un acto de la libertad.
40
“Todo verdadero amor en la tierra está hermanado con el sufrimiento. A un hombre a quien se ama, en el
sufrimiento todavía se le ama más íntima y profundamente. Y a uno a quien no se ama en absoluto, en el su-
frimiento quizá se le puede llegar a amar” (Reinhard Lauth, Die Philosophie Dostojewskis. In systematischer
Darstellung, Piper, Munich 1950, versión digital en www.reinhardlauth.net/Instituto/Dostoievski
/Home.html).
41
F.M. Dostoievski, Polnoe sobrante socinennii v tridcati tomach, Nauka, Leningrado 1972-1988, Tomo 7,
150. La traducción al español es de Hna. Marina Medina Postigo, Monaquismo Sirio, en:
https://caminocisterciense. blogspot.com.es /2014/05/monaquismo-sirio.html (última consulta: 8-VII-
2017).
42
Isaac of Nineveh, Mystic Treatises (Arent Jan Wensinck trad.), Amsterdam 1923, 280.
43
Cf. Yannis Spiteris, Salvación y pecado…, 143.
270 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: aceptación del sufrimiento

igual que el autor ruso, lo tiene claro: “Uno no debe morir mientras aún vive. Uno tiene que
vivir la vida plenamente y hasta el final” 44.

Por otra parte, el protagonista de El idiota y “amigo” de EH45, el príncipe Mischkin, repre-
senta el arquetipo espiritual y moral más elevado que ha surgido de la mano de F.M. Dos-
toievski46. Inspirado en el evangelio, Mischkin aparece en la obra como la encarnación de la
bondad, de la misericordia, de la humildad, de la piedad, de la compasión, de la dignidad, de
la defensa de la vida y de la libertad auténtica47. Así, el autor pone en su boca un sobrecoge-
dor alegato contra la pena de muerte mediante el relato de unas ejecuciones: “Matar a
quien mató es un castigo incomparablemente mayor que el mismo crimen. El asesinato en
virtud de una sentencia es más espantoso que el asesinato que comete un criminal” 48.

El autor ruso opone al materialismo, utilitarismo y ateísmo su concepción del mundo y del
hombre: si no existe Dios ni la inmortalidad del alma, todo está permitido 49. La salvación del
hombre radica en Cristo, al que se llega por la resignación y el sufrimiento. La salvación de
Europa y de la humanidad está en el espíritu cristiano de la Rusia ortodoxa 50. De ahí que
en El idiota, Hipólito pregunte al príncipe Myskin qué belleza salvará al mundo y este guarda
silencio dándole a entender que es el amor manifestado en la cruz 51.

44
5-VII-1942.
45
Cf. 2-I-1942.
46
Enrique Castaños, El príncipe Mischkin de El idiota como arquetipo moral, en: http://www.enriquecastanos.
com/dostoyevski_idiota.htm#_ftn2
47
Así, Romano Guardini sostiene que “El príncipe es el hombre Liov Nikoláyevich Mischkin. Su existencia es de
un carácter enteramente humano; hay en ella cuerpo y alma, alegría y miserias, pobreza y fortuna, puntos
culminantes y ruina. Mas de esa su existencia enteramente humana emerge, nítida, la imagen de otra que
no es humana, la de Dios hecho hombre” (Romano Guardini, El universo religioso de Dostoyevski, Emecé,
Buenos Aires 1954, 294).
48
F.M. Dostoievski, El idiota. Obras completas II, Aguilar, Madrid 1966, 520-521. Esta escena evoca sin duda la
penosa experiencia del mismo F. Dostoievski, quien estuvo a punto de morir guillotinado por conspiración
contra el Estado el 22 de diciembre de 1849 en la Plaza Semenovski de San Petersburgo. Momentos antes
de procederse a la ejecución, la pena le queda conmutada por cuatro años de trabajos forzados en Siberia.
49
Cf. F. Dostoievski, Los hermanos Karamazov II, Salesianos, Santiago de Chile 1989, 241.
50
Cf. A. Vidal, Dostoievski, Barral, Barcelona 1972, 135.
51
De hecho se habla de “la belleza del crucificado” aunque pareciera un escándalo que un patíbulo pudiera
resultar bello. Sin embargo, el Cardenal Martini considera que en la cruz hay cuatro aspectos que la hacen
preciosa: que Dios nos ama incondicionalmente, que nuestras culpas son perdonadas, que Jesús está cer-
cano en nuestras pruebas y que tendremos valentía de sufrir por Él (C.M. Martini, La belleza que salva. Re-
flexiones para la cuaresma, San Pablo, Bogotá 2000, 13). Y es que Dios tiene su propia forma y belleza que
se da en la unidad de la humillación y la exaltación, es decir, en la cruz. De tal modo que K. Barth sostenga
que buscar la belleza de Cristo en un Cristo que no sea Crucificado es en vano (Karl Barth, Die kirchliche
Dogmatik II, EVZ, Zurich 1942,750. Cf. H.U. Balthasar, Gloria. Una estética teológica, vol I. La percepción de
la forma, Encuentro, Madrid 1985, 55). EH ha recorrido las tres fases del amor presentadas por Kierkegaard:
el amor pasional que es amor por las cosas, el amor dirigido a un ser humano y, finalmente, el amor religio-
so hacia Dios y la humanidad entera, que se manifiesta en los últimos meses de su vida (S. Kierkegaard, Gli
atti dell'amore, Milano 1983, 437-438.). Este proceso fue posible porque EH nunca quitó al ser humano del
Una “staretz” en Westerbork 271

Por otro lado, el staretz Zósima, monje del monasterio ortodoxo de Los Hermanos Karama-
zov, rechaza hacer el mal a los verdugos porque esto supone un odio añadido y un paso
atrás en el anhelo de la armonía suprema 52. Y, en otro lugar, se dirige a una mujer que llora
la muerte de su hijo de tres años recordándole que Dios nunca la había dejado y que nunca
la abandonaría53.

Por otro lado, Ivan Karamazov, hijo mayor del segundo matrimonio de Fiodor Karamazov,
racionalista y ateo, desea devolver el ticket del paraíso porque su precio, la sangre inocente
derramada, es demasiado alto. No es que el sufrimiento ponga en duda su fe pero sí sus
intenciones buenas para con la humanidad. Será Alyosha, hermano pequeño y novicio en el
monasterio local, quien le responda a Ivan que Dios mismo se convierte en sufriente en su
Hijo para cargar sobre él el sufrimiento humano. Y aunque EH no emplea el término Cristo,
sí hablará del Dios Creador que sufre con su creación 54. Y tanto para F.M. Dostoievski como
para EH, Dios no salvaría por medio de milagros externos sino por actos libres cotidianos 55.

Chigalev, protagonista de Los endemoniados, busca una respuesta al mal por medio de la
revolución. Sin embargo, F.M. Dostoievski no era partidario de políticas utópicas y revolu-
cionarias de izquierdas, pero tampoco de una teocracia-eclesial de derechas, sino que pon-

centro y amando a cada persona concretó su amor a la humanidad y a Dios y no dejó espacio al odio (Sere-
na Delpino, Tre sentieri sulla via della mistica: Kierkegaard, Hillesum e Panikkar. Tesi di Laurea, Università
Ca´Foscari Venezia, Anno Accademico 2013/2014, 52-53).
52
“Pero para qué me sirve que sean vengadas, para qué me sirve el infierno para los torturadores, qué es lo
que puede enmendar aquí el infierno cuando los otros ya han sido torturados. Y qué armonía va a haber si
hay infierno: yo quiero perdonar y abrazar, yo no quiero que nadie sufra más…” (F. Dostoievski, Los herma-
nos Karamazov I…, 305).
53
“En este mismo instante en que usted contempla con horror que, no obstante, todas sus fuerzas, no sólo no
se acerca a su fin, sino que hasta parece como que de él se aleja, en ese mismo instante, se lo advierto desde
ahora, usted, de pronto, habrá alcanzado su fin y verá claro sobre usted la prodigiosa fuerza del Señor, que
todo ese tiempo estuvo amándola y en todo ese tiempo no dejó de llevarla de su mano”. Este pasaje, conte-
nido en el capítulo “Mujeres de fe”, parece haber tenido su origen en una conversación con el ermitaño
Ambrosio. F. Dostoievski padecía el duelo por la muerte de su hijo Aliosha antes de cumplir los tres años.
Anna Dostoievskaia señaló que su marido volvió del monasterio Óptina Pustyn como si fuera otra persona,
en paz y sin pesar. Retomó su trabajo en Los hermanos Karamázov con una fuerza espiritual renovada (Wi-
lliam Brumfield, Óptina Pustyn: lugar de retiro espiritual de Tolstói y Dostoievski, en
http://es.rbth.com/viajes/2015/07/05/optina_pustyn
_lugar_de_retiro_espiritual_de_tolstoi_y_dostoievski_50699; última consulta: 14-II-2017).
54
Cf. 29-VI-1942.
55
Así describe EH un día en Westerbork: “…ejercicio de la mañana, sol, Biblia, ruso, pelar patatas, literatura y
conversaciones con gente muy optimista o pesimista o polémicos, o suicidas, enfadados, tristes…” (Carta 29.
24-III-1943, a Osias Kormann). Dice el autor ruso: “El Salvador no descendió de la cruz porque no deseaba
convertir a los hombres mediante la presión de un milagro exterior, sino a través de la libertad de la creen-
cia” (G. Steiner, Tolstói o Dostoievski…, 267). Esta postura es radicalmente opuesta a la de L.N. Tolstoi para
quien un Cristo humilde, ambiguo y poco militante dificultó la comprensión y la realización del Reino de
Dios (Cf. G. Steiner, Tolstói o Dostoievski…, 269).
272 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: aceptación del sufrimiento

drá el acento en la conversión y la santidad, a las cuales subordina los cambios sociales 56.
EH, en esta misma línea, se distanciará tanto de la resignación como del odio o la huida.
Prefiere, por el contrario, la escucha profunda, la conexión con la realidad y ser al ritmo de
la voz interior.

Más aún, en la “teología del mal” que parece tejer F.M. Dostoievski con sus obras, el verdu-
go es precisamente aquella persona que más cerca está de Cristo al necesitar más de Él, al
estar herido por el mal y al ser, como Cristo, objeto de maldición57. O en el caso de EH, al ser
Dios objeto de continuo enterramiento. Asimismo, este autor ruso une al sufrimiento y a la
humildad el concepto de sabiduría 58, que es, por otro lado, uno de los puntos clave de la
teología ortodoxa y el objeto de la oración de petición de la joven holandesa en varias oca-
siones:
“El conocimiento es poder, y es probablemente por eso que acumulo conocimiento, por el
deseo de ser importante. Realmente no lo sé. Pero Señor, dame sabiduría, no conocimiento.
O más bien el conocimiento que conduce a la sabiduría y la verdadera felicidad y no aquel
que conduce al poder. Un poco de paz, mucha bondad y un poco de sabiduría”59.

56
Cf. Víctor Codina, Los caminos del Oriente cristiano…, 58. De hecho, para el autor ruso el mal “…representa
la fuerza de negación del Absoluto, al mismo tiempo que la autodenegación: esta fuerza proviene de los
elementos no racionales de la libertad, el sinsentido de la voluntad no sustentada por Dios. El pecado no es
tanto el egocentrismo en sí, cuanto sus consecuencias: la actitud egocéntrica que excluye el amor, la fe, la
comunión con Dios, es un camino exterior a Dios; y el infierno es una existencia en la que las relaciones para
con Dios han sido deformadas, y su término es la desesperación, que ya no es el pecado sino la muerte mis-
ma” (P. Evdokimov, Dostoïevsky et le problème du mal, Ed. du livre français, Lyon 1942, 402).
57
El personaje que mejor lo refleja es Raskòlnikov de Crimen y castigo.
58
Por eso muchos de los protagonistas de sus novelas llevan este nombre: Sofía (Sonia) Marmeládova de Cri-
men y Castigo, Sofía Ulitin de Los demonios, Sofía Dolgoruki de El adolescente y también Sofía se llama la
madre de Aliosha Karamazov.
59
5-IX-1941. El 15 de marzo de 1941 ya había copiado esta cita de Will Durant en la que “El conocimiento es
poder”.
Una “staretz” en Westerbork 273

6. Unidad con la creación: “lo llevamos todo dentro”

Desde el inicio de su diario se constata que si hubiera un modo de acceder al espacio íntimo
de EH, este sería el de la contemplación de la belleza natural. Sin embargo, a medida que va
progresando en su camino espiritual, la creación adquiere matices nuevos y más hondos. Si
en un primer momento la creación se convierte en el umbral del Misterio ante el que solo
es posible arrodillarse, más adelante comprenderá que la contemplación de las criaturas ni
siquiera es necesaria porque todas ellas habitan en nuestro interior o, con otras palabras,
una misteriosa y profunda vinculación se da entre todos los seres creados y entre estos y el
Creador1.

6.1. Acceso al Creador por medio de las criaturas

La contemplación de la naturaleza en Deventer supuso para EH una intensa experiencia es-


tética ante la que sintió el deseo de arrodillarse. Sin embargo, EH tuvo que aprender el
desasimiento con el fin de que su ansia acaparadora no asfixiara la belleza. Para disfrutar de
esta en plenitud hubo de purificar sus pensamientos de toda avidez posesiva, convirtiéndo-
los, según terminología filocálica, en “pensamientos simples”. De este modo, el espíritu del
ser humano puede acceder a la “verdadera gloria de los seres”. Una mirada respetuosa
permite al mundo revelar su misterio profundo, pues “la contemplación no consiste solo en
ver los cuerpos tal y como son, sino también en ver sus razones y lo que ellas contienen” 2.

Asimismo, la contemplación de la belleza de la creación suscita en la joven holandesa paz


interior y le agudiza el sentido de la armonía y el deseo de una vida hermosa. El asombro y
la admiración no tardarán en transformarse en actitudes interiores como la adoración, la
alabanza y la acción de gracias hacia el Autor de esta hermosura 3. De este modo, las criatu-
ras se convierten para EH en acceso a Dios, al que consideraba Creador, en sintonía con la
tradición judeocristiana 4. Más aún, la contemplación será para ella el modo natural de vivir

1
El Papa Francisco lo expresa en su encíclica Laudato Si con estas palabras: “Para la tradición judío-cristiana,
decir ‘creación’ es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde
cada criatura tiene un valor y un significado. La naturaleza suele entenderse como un sistema que se analiza,
comprende y gestiona, pero la creación sólo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta
del Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una comunión universal”
(Carta Encíclica Laudato si del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común (24-05-2015), en:
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-
laudato-si.html; última consulta 10-II-2017).
2
Elías Ecdicos, Philocalie… VII, 85-86, p.153.
3
Cf. Pontifico Consejo para la Cultura, La Via Pulchritudinis. Camino privilegiado de evangelización y de diá-
logo. Documento final de la Asamblea Plenaria ( 27-28 Marzo 2006), en: www.mscperu.org/mision; úl-
tima consulta: 8-VIII-2016.
4
El libro de la Sabiduría considera necios a quienes, admirando la creación, no dan el salto de alabanza al
Creador (cf. Sab 13), mientras que Sal 19 presenta a los elementos naturales proclamando la gloria de Dios
(Sal 19,1).
274 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: unidad con la creación

yendo más allá de momentos puntuales de lucidez y comunión con todo lo que existe y
alargando en el tiempo la percepción y la permanencia en esta gloria velada en las criaturas.

Sin embargo, EH no llega a la comunión con el cosmos aceptando resignadamente que el ser
humano es un ser solitario, sino comprendiendo que forma parte de un todo en el que cada
ser tiene un valor incalculable, en el que todo es compañía y don. Todo se le regala y todo
regalo está atravesado por el amor del Dador. La sabiduría ortodoxa también habla de este
conocimiento espiritual de los seres que permite comprender la ley que rige el cosmos, que,
a su vez, hace intuir al espíritu una Presencia que unifica todo lo real. Así lo expresa San
Gregorio del Sinaí:

“A través del espíritu y de la meditación del corazón, el hombre ve aparecer claramente


al Dios Verbo (Logos) a partir de los ‘logoi’ de los seres; ve aparecer la sabiduría personi-
ficada de Dios Padre a partir del momento en que lleva en él los logoi de los modelos que
imprimen sus trazos en los seres”5.

6.2. Unidad cósmica

El gesto de arrodillarse que acompañó todo su proceso aparece vinculado en sus últimos
cuadernos a una sensación de unidad con el cosmos tan profunda que llegó a cristalizar en
diálogos contemplativos y afectivos con las criaturas. Según la joven, no solo el prójimo es
destinatario del amor humano, sino toda criatura. En la tradición ortodoxa, Isaac el Sirio es
quien expresa algo semejante:

“¿Qué es un corazón compasivo? Es un corazón que arde por toda la creación, por todos
los hombres, por los pájaros, por las bestias, por los demonios, por toda criatura. Cuando
piensa en ellos y cuando los ve, sus ojos se le llenan de lágrimas. Tan intensa y violenta
es su compasión, tan grande es su constancia, que su corazón se encoge y no puede so-
portar oír o presenciar el más mínimo daño o tristeza en el seno de la creación”6.

Expresiones como “todo lo llevo dentro de mí” fueron intentos de referirse a una solidaridad
universal que le hizo comprender que la vida tiene sentido solo si se entrega por el bien co-
mún y que la belleza y el bien nunca podrán ser vencidos:
“Cuando el espíritu mira lo múltiple, ve en cada cosa lo que es espiritual e inteligible. No
mira lo que hace que cada cosa sea un ser aislado, sino lo que hace que todo forme parte
de una unidad”7.

5
Philocalie… X,”Diversas sentencias”, 134, p.105. El testimonio de Pablo d´Ors va en la misma dirección: “Gra-
cias a la meditación he ido descubriendo que no hay un yo y un mundo, sino que mundo y yo son una misma
y única cosa (…) Todo lo que haces a los demás seres y a la naturaleza te lo haces a ti. Mediante la medita-
ción, se me ha ido revelando el misterio de la unidad” (Pablo d´Ors, Biografía del silencio…, 32-33).
6
Isaac de Nínive, Oeuvres spirituelles…, discurso 81, 395.
7
Calixto Cataphygiotés, Philocalie…XI, 30, pp. 47-48.
Una “staretz” en Westerbork 275

El especialista en teología ortodoxa Olivier Clément insiste en cómo todo aquello que tiene
lugar en el hombre tiene un significado y un alcance universales: “el destino de la persona
humana determina el destino del cosmos” 8 y es que el ser humano es al mismo tiempo mi-
crocosmos y microteos, síntesis del universo e imagen de Dios, ya que Dios se hizo hombre
para unirse al cosmos 9.

Quizás no sea casual que esta percepción de la unidad de la creación se produjera especial-
mente en espacios de soledad, interiorización y de toma de conciencia de una Presencia
mayor que ella misma, a veces en su interior, a veces fuera de ella misma. De hecho, es pre-
cisamente en experiencias de gran hondura, sean calificadas de místicas o religiosas, cuando
se llega a rozar este misterio o Misterio.

Por otro lado, esta comprensión solidaria del cosmos trae una serie de implicaciones socia-
les y políticas. Si todos estamos profundamente conectados, todos somos corresponsables
de cómo afrontar las circunstancias históricas y los enemigos no son enemigos porque son,
en cierto modo, una parte de nosotros 10.

Teodoro de Mopsuestia emplea una comparación para expresar esta verdad: al igual que un
rey que ha construido una ciudad bellísima manda levantar una estatua que lo represente
en el centro de la misma, así también Dios, tras haber creado el mundo, puso al hombre
como su imagen y representación en el centro. Por eso también el ser humano está vincula-
do a toda la creación con una “simpatía” natural y toda la creación tiende hacia el hombre 11.

Por último, se debe apuntar que la vida espiritual de la ortodoxia sería incompleta sin la
comunión con los santos ya difuntos. Lo mismo que un cristiano puede pedir a otro que in-
terceda por él, lo mismo es posible encomendarse a las oraciones de los santos. Según el
Pseudo-Dionisio, no solo velan por la Iglesia terrena, sino que la iluminan y ayudan en el
camino de la perfección. Toda vida cristiana, por tanto, para ser completa, debería compor-
tar esta relación cotidiana e íntima con el mundo de los santos y de los ángeles, en cuya
cumbre jerárquica aparece la Theótokos, la Bienaventurada Virgen María, Madre del Verbo
Encarnado. En EH no se hallan referencias a una relación con los santos, ni con los ángeles ni

8
O. Clément, “La resurrection chez Berdiaev”, Contacts 78-79 (1972) 213.
9
Cf. VVAA, Iniciación a la práctica de la teología. Dogmática 2, Cristiandad, Madrid 1985, 26. R. Panikkar ha-
blaría de armonía teantropocósmica (Cf. R. Panikkar, The Cosmoteandric Experience: Emeging Religious
Consciousness, Motilal Banarsidass, Delhi 1998). F. Manara encuentra vínculos sugerentes entre la espiritua-
lidad de EH y la filosofía antigua presentada por Pierre Hadot, Exercises Spirituels et Philosophie Antique,
Études agustiniennes, París 1981.
10
“Tenemos que afrontar el invierno juntos con toda la humanidad, también con los así-llamados-enemigos (…)
nos sentimos parte de un gran todo, teniendo en cuenta que nosotros solo somos uno de los muchos frentes
diseminados por el mundo” (24-IX-1942).
11
Cf. Yannis Spiteris, Salvación y pecado…, 69.
276 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: unidad con la creación

con la Virgen María, pero sí con JS12. Así escribe desde Westerbork a Henny Tideman sobre
su difunto amigo común: “Inexplicablemente el espíritu de Jul planea este campo y me ali-
menta día a día”13.

Influencia de sus lecturas

El amor por la tierra rusa es uno de los puntos de encuentro entre EH, la literatura y la espi-
ritualidad ortodoxa. Como se dijo en el capítulo anterior, en pocas ocasiones se hace tan
evidente el influjo de la tierra en el alma de un pueblo. Las estepas interminables y silencio-
sas de Rusia modelan el espíritu y la religiosidad rusa. También la de EH, quien describe en
varias ocasiones el paisaje de su alma con esta imagen:

“Un sentimiento casi tangible, como si hubiera toda clase de espacios y distancias ce-
rradas en mi interior que ahora quieren abrirse con fuerza y desplegarse en espacios y
distancias de mayor amplitud. Como si las distancias fueran cosas tangibles que yo tu-
viera que liberar. Como una estampida de caballos en un establo abarrotado. Ese sen-
timiento del espacio dentro de mí es muy fuerte y esta mañana justo antes de desper-
tarme era cada vez más fuerte y más tangible que nunca. Como si infinitas estepas se
extendieran dentro de mí”14.

Pero ampliando la mirada, tomando mayor perspectiva, EH muestra con su vida que en un
mundo sin fronteras, en el que todos estamos profundamente vinculados, el mayor absurdo
es la guerra entre nosotros 15. De ahí que en ocasiones exprese que lleva dentro de sí los
acontecimientos, las personas y las realidades externas16, como en cierto modo sostiene
también L.N. Tolstoi en Guerra y Paz:

“El enorme, interminable vivac, poco antes ruidoso con el crepitar de las hogueras y las
voces de muchos hombres, había quedado silencioso; las rojas hogueras palidecían y se
apagaban. En lo alto del cielo iluminado colgaba la luna llena. Campos y bosques más
allá del campamento, invisibles antes, ahora se veían a lo lejos (…) Pierre miró al cielo y a

12
Es cierto que en la carta 42, dirigida a Han después del 26 de junio de 1943, denomina “ángel” a un ruso
robusto que duerme al lado de su padre y que le ayuda a caminar y le silba cuando ronca. También es un
ángel Christine van Nooten por las previsiones que envía a la familia Hillesum (Carta 59, 12-VIII-1943). El 21
de junio de 1942 EH escribe cómo había estado conversando con JS sobre lo angélico y lo demoníaco a par-
tir de una paliza que le propinó Klaas a su hija por el hecho de que esta no le había conseguido el veneno
que le había pedido. En cuanto a los santos, solo menciona a San Francisco de Asís en dos ocasiones: el 20
de septiembre (al final de la oración de la paz pone su nombre) y el 3 de octubre de 1942 (transcripción de
un texto de R.M. Rilke).
13
Carta 60, 18-VIII-1943, a Henny Tideman.
14
21-VI-1942.
15
“Un día me encantaría viajar por todo el mundo, oh Dios; siento que atravieso todas las fronteras y que es-
tablezco un vínculo con todas tus criaturas en lucha. Y me gustaría proclamar esta unión con una voz peque-
ña y callada pero también convincente y sin pausa” (24-IX-1942).
16
Cf. 16-VI-1941; 29-XI-1941; 29-XII-1941; 20-II-1942; 13-IV-1942; 3-VII-1942; 4-VII-1942; 27-VII-1942; 16-IX-
1942; 20-IX-1942; 9-X-1942.
Una “staretz” en Westerbork 277

las rutilantes estrellas en su profundidad insondable. ¡Y esto es yo, y todo está dentro de
mí, y todo soy yo!- pensó Pierre-. ¡Y lo han cogido todo y lo han metido dentro de una
cabaña hecha con tablas!”17.

Este descubrimiento de Pierre, al igual que sospechó EH en sus experiencias estéticas, tiene
consecuencias éticas: la belleza de la naturaleza contrasta con la prisión de Pierre y con los
conflictos humanos, apareciendo estos últimos como irrisorios y absurdos en medio de tanta
armonía y bondad. El ser humano es capaz de gustar toda la realidad a pesar de la estupidez
de la guerra18.

Sin embargo, F.M. Dostoievski expresa mucho mejor la unidad entre este mundo sensible y
los otros mundos potenciales, llegando a ver la realidad empírica como insustancial o fantás-
tica o las leyes positivas como suposiciones irreales o lo demoníaco como señal de la proxi-
midad del hombre a Dios:
“Para Tolstoi solo existe el eterno antagonismo de la vida y la muerte; para Dostoievski
solo la unidad eterna de ambas. El primero mira a la muerte desde dentro de la casa de
la vida con ojos de este mundo; el último, con ojos del mundo de los espíritus, mira a la
vida desde un lugar que a los vivientes les parece la muerte”19.

Lo mismo expresa EH con esta sugerente comparación entre F.M. Dostoievski y L.N. Tolstoi.
Este último sería “el portador realista de la vida espiritual, el matemático de los movimientos
del alma (ver Infancia, etc.). Y otro escritor (Dostoievski): El portador místico de, digamos,
una pata de silla. El primero describe de fuera adentro, el segundo de dentro hacia afuera.
Con uno el alma se convierte en algo tangible, y con el otro una silla se convierte en algo in-
tangible. El realista de lo intangible. El místico de lo tangible”20.

Esta visión de un cosmos interconectado pudo tener otro cauce adicional: R.M. Rilke. EH
copió estas palabras suyas sobre cómo el ser humano busca dividir el tiempo en etapas para
sentirse más seguro, perdiendo de vista así la comunión universal de todo lo que existe y
acontece:

17
Lev Tolstói, Guerra y paz, versión digital en www.alejandriadigital.com/2015/12/07/guerra-y-paz-de-leon-
tolstoi-en-pdf-obra-de-dominio-publico-descarga-gratuita/, Libro XIII.
18
Cf. G. Steiner, Tolstói o Dostoievski…, 279.
19
D.S. Merezhkovski, Tolstoi as Man and Artist, with an Essay on Dostoïvski, citado por G. Steiner, Tolstói o
Dostoievski…, 326-327. Según G. Steiner, D.S. Merezhkovski fue probablemente el primer estudioso en po-
ner de manifiesto el contraste entre F.M. Dostoievski y L.N. Tosltoi. Su antonimia estaría reflejando la divi-
sión de la conciencia rusa del s. XIX y habría quienes esperaría un tiempo mesiánico en el que ambas fuerzas
se unieran: “Hay un puñado de rusos- ciertamente no muchos- hambrientos y sedientos de la realización de
su nueva Idea religiosa: creen que en una fusión entre el pensamiento de Tolstói y el de Dostoievski se en-
contrará el Símbolo – la unión- que dirija y reviva”.
20
21-XII-1941.
278 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: unidad con la creación

"Ay, contamos los años y creamos fases de vez en cuando y nos detenemos y empeza-
mos a dudar entre ambos, pero todo lo que nos sucede es un todo en el que una cosa
está relacionada con otra, ha nacido por sí misma, crece y madura a lo largo de su
propio camino, y en última instancia, nosotros también tenemos que estar allí, sim-
plemente, fervientemente, como la tierra está allí, ser uno con las estaciones, brillante
y oscura y completamente en el espacio, no buscando descansar sino en esta red de in-
fluencias y fuerzas en la que las estrellas se sienten seguras"21.

De hecho, unos meses antes había transcrito otro pasaje del poeta en el que esboza un futu-
ro deseable en el que la comunión entre los hombres y las mujeres fuera tal que ya no nece-
sitaran buscarse como opuestos, sino como hermanos:

“Acaso haya entre los sexos mayor grado de parentesco y afinidad que el que se supone
comúnmente. Y la gran Renovación del mundo consistirá quizás en que el hombre y la
mujer, una vez libres de todo falso sentir y de todo hastío, ya no se buscarán mutuamen-
te como seres opuestos y contrarios, sino como hermanos y allegados. Uniéndose como
humanos, para sobrellevar juntos, con seriedad, sencillez y paciencia, el arduo sexo que
les ha sido impuesto”22.

Por otra parte, la joven se siente invitada por R.M. Rilke, en medio de la masacre, a poner su
atención en el “Weltinnenraum”, el “espacio interior del mundo”. Así, el 8 de marzo de
1942, con gran entusiasmo, copia en su diario unos versos de Rilke:
Una y otra vez saco este cuaderno de mi cajón, solo para añadir otro verso. ¿Experimentaré
estas líneas tan intensamente como las experimento ahora? Unas pocas líneas de Es winkt
zu Fühlung fast aus allen Dingen:

“A través de todos los seres pasa el espacio único;

espacio interior del mundo. En silencio los pájaros

vuelan a través de nosotros. Y yo que quiero crecer,

yo miro hacia fuera y es en mí que el árbol crece.”23

Mediante la expresión “espacio interior del mundo” el poeta desea referirse a la profundi-
dad propia de cada ser en la que se produce una conexión con el resto de entes. Sin embar-
go, la experiencia de unidad con el cosmos a la que llega EH no posee los rasgos rilkeanos.
Para el poeta el gran reto del ser humano es aceptar que está solo en el mundo, que la vida
no tiene sentido y que el amor no puede darse realmente. Y solo quien admite tal soledad,

21
1-VII-1942. R.M. Rilke, Briefe 1906-1907, 395.
22
20-II-1942.
23
Quotation from Rilke, Gedichte 1906-1926 {Sämtliche Werke, II, p. 92)
Una “staretz” en Westerbork 279

podría, de manera paradójica, dar un sentido a su vida y al mundo 24. A medida que se re-
nuncie al deseo de intimidad, se podrá alcanzar una profundidad espiritual. Mediante este
nuevo ascetismo es posible reconciliarse con el propio mundo interior y exterior, dando al
universo una esencia divina y posibilitando, de este modo, la unión con el cosmos.

En contrapartida, EH no aboga por una soledad esencial del ser humano, sino por la necesi-
dad de silenciar el espíritu con el fin de percibir la profunda comunión de todos los seres.
Estos, aun no siendo divinos, son huella del Dios Creador que les ha dado el ser y que, ade-
más, les conduce hacia la plenitud, que es la meta y el sentido de cuanto existe. En definiti-
va, aunque el “espacio interior del mundo” de R.M. Rilke y de EH poseen caracteres diversos,
la joven halló en esta expresión una luz para referirse a la comunión honda de todos los se-
res. Además, a su mundo interior le pondría la etiqueta de “paisaje del alma”, como ocurrió
en la vuelta en tren desde Deventer, cuando al contemplar los paisajes (cielos amplios, cana-
les, campos…) reflexiona:
“El tren a Deventer. Mirando los rostros a mi alrededor… Los cielos abiertos, serenos y tam-
bién un poco tristes. Miro por la ventana y es como si estuviera recorriendo el paisaje de mi
propia alma. Paisaje de alma. Me siento así a menudo: que el paisaje de fuera es el reflejo
de mi interior. El jueves por la tarde a lo largo del río Ijssel. Un paisaje radiante, extenso y
brillante. Y una sensación de estar viajando a través de mi alma” 25.

Meses más tarde, el 16 de abril de 1942, JS y EH paseaban a lo largo de la orilla de un arroyo


escoltado por sauces desde donde se divisaba un prado amplio y precioso a las afueras de la
ciudad. En este paseo pasaron por una casa que a EH le parecía proceder de otro siglo y con
la que conectó interiormente: “Lo que quiero decir es que sentí una conexión con todo lo
que me rodeaba, era una con el paisaje que atravesaba, y con la casa vieja que de repente
revivió para mí”. Justo después de esta frase, EH escribe “Rilke. Las cosas”26, como querien-
do apuntar que tal experiencia conectaba con las ideas expresadas en una de sus cartas a
Lou Salomé y a la que volvería tanto el 4 como el 22 de abril. El poeta austrohúngaro, influi-
do por el escultor A. Rodin, trata en dicha misiva de la necesidad de trabajar con paciencia y
manualmente la realidad, de hallar la verdad y de alcanzar una vida unificada27. Por tanto,
R.M. Rilke le ofreció un modo – o al menos se lo confirmó- de comprender la realidad

24
“Sin dar, sin atribuir significados de futura realidad humana ni a las rosas ni a esas cosas que son ofrecimien-
tos sin fin” (versos 71-72 de la primera elegía de Duino).
25
30-XII-1941.
26
Tras el contacto con A. Rodin, R.M. Rilke pretende que su poesía se aproxime al máximo a las artes manua-
les. Así, habla del “poema-cosa” como una realidad observable y manejable más allá de la vida del poeta;
una realidad idéntica a sí misma que es capaz de mostrar su verdad a cualquier receptor por igual (Cf. Óscar
Pastor Hurtado, “La influencia de Rodin en la obra de Rilke”, Dicenda. Cuadernos de Filología Hispánica 25
(2007) 193).
27
Para referirse a este ideal en la espiritualidad ortodoxa se emplea el término monotropos.
280 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava: unidad con la creación

preñada de una dimensión profunda no menos real. Más aún, de la mano del poeta, sintió
cómo ella podía ser un punto de conexión que posibilitara la comunión del todo, siempre y
cuando no se esforzara tanto en imitar a otros como en ser auténtica, dejando nacer lo que
ya estaba brotando en su interior:
“Espera y mira y sé paciente; trabaja en tus tareas diarias; sé cada vez más tú misma,
incluso sé un enlace con el todo. Pero ninguna imitación manida, y ni un solo minuto de
vida indiscriminada. Conviértete en un instrumento, no solo en su espíritu, sino en su
cuerpo también. Esto está, por supuesto, siendo escrito bajo la influencia de Rilke, de
Rainer María, que ha estado allí tan grande como la vida y que se está convirtiendo en
un apoyo cada vez más potente para los brotes tiernos que están a punto de germinar
sigilosos en mi vida interior. Bajo la influencia de Rilke, pero realmente desde dentro de
mí misma. Los países extranjeros a los que iré (…) una inquietud juvenil que se está con-
virtiendo en certeza - y los rostros de las muchas personas, tantas como paisajes a los
que viajaré”.

Por otro lado, algunos textos de F.M. Dostoievski sobre la ternura debida a la creación pare-
cen guardar un paralelismo sugerente con algunas de las entradas de EH del mes de abril de
1942:

F.M. Dostoievski Etty Hillesum

“Ama toda la creación de Dios, “Anoche, cuando volvía a casa en bicicleta de don-
cada grano completo de arena de de S. derramé toda mi ternura, toda la ternura que
ella. Ama cada hoja, cada rayo de no es posible ni expresar a un hombre cuando se le
la luz de Dios. Ama los animales, ama mucho, muchísimo. La derramé sobre la in-
ama a las plantas, ama todo. Si mensa noche primaveral. Me paré en el pequeño
amas todo, perseverarás en el puente y contemplé el agua; me derretí en el paisa-
misterio divino de las cosas. Una je y ofrecí toda mi ternura al cielo y las estrellas, el
vez que lo percibas, comenzarás a agua y el pequeño puente. Y ese fue el mejor mo-
comprender mejor cada día, y al mento del día. Y sentí que esta era la única manera
final vendrás a amar el mundo en- de transformar todos los sentimientos profundos y
tero con un amor que todo lo terribles que uno convierte en hechos: confiarlos a
28
abarca” . la naturaleza, darles cauce bajo el cielo abierto de
primavera...”29.

28
F. Dostoievski, Los hermanos Karamazov I, 394.
29
25-IV-1942.
Una “staretz” en Westerbork 281

No obstante, F.M. Dostoievski afirmará que cósmica también es de signo negativo pues “ca-
da uno de nosotros es culpable de todo ante todos” 30. Esta tesis expuesta por el staretz Zó-
sima es rechazada, sin embargo, por Ivan Karamazov, quien afirma la inexistencia de Dios y
la insensatez del amor al prójimo al considerar incompatibles la divinidad y el sufrimiento de
los inocentes31. De hecho, concluye que si Dios corrigiera estas injusticias en un mundo fu-
turo, e incluso si las víctimas eventualmente abrazaran a los verdugos, él seguiría determi-
nado a devolver el billete a ese cielo. EH más bien se sitúa en la línea del staretz Zósima,
recordando al comunista revolucionario Jan Bool para quien…
“…la porquería de los otros también está en nosotros. No veo otra solución, realmente
no la veo que la de volver a nosotros y arrancar toda esa porquería. Ya no creo que po-
damos cambiar nada en el mundo a menos que primero cambiemos nosotros. Y esa pa-
rece que es la única lección que es posible sacar de esta guerra. Que tenemos que mirar-
nos a nosotros mismos y ninguna parte más”32.

Por último, M.Y. Lermontov, otro de los autores a los que EH se acercó, llegó a echar en cara
a Dios la “peculiar” construcción de su universo, agradeciéndole irónicamente los dones
recibidos: sufrimiento, mal, lejanía y la condena del tiempo. Solamente hallaba algo de paz
en la contemplación de la naturaleza, por lo que su protagonista Pechorin de Un héroe de
nuestro tiempo busca la calma y el equilibrio yendo de caza sobre su caballo y contemplan-
do las montañas. De hecho, la amistad más fiel y segura del poeta fueron los paisajes del
Cáucaso, que le sirvieron de gran consuelo en su breve vida33. EH, aunque difiere con este
autor en la exculpación de Dios, tiene un especial paralelismo con Pechorin: la naturaleza le
embarga de una paz lúcida y gozosa y, no pocas veces es sobre su bicicleta, que hace las
veces de caballería34. El sol, el viento, las flores, el cielo, el árbol que observa desde su ven-
tana… son susurros de Dios para su alma.

30
F. Dostoievski, Los hermanos Karamazov I, 208.
31
F. Dostoievski, Los hermanos Karamazov I, 356.
32
19-II-1942.
33
Cf. Mijaíl Y. Lérmontov, Un héroe de nuestro tiempo. Antología poética. Selección, traducción e introducción
de Víctor Gallego Ballesteros, Alba, versión web.
34
Cf. 25-XI-1941; 12-XII-1941; 1-III-1942; 2-III-1942; 17-III-1942 y 10-VI-1942.
282 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava

Conclusión del capítulo III

Después del desarrollo de este capítulo se puede afirmar que las características principales
de la espiritualidad de EH no son ajenas a la Ortodoxia rusa sino que, al contrario, se dan
coincidencias reseñables en algunos puntos esenciales.

Es cierto que algunas de ellas – por no decir todas- no son exclusivas de la espiritualidad
eslava, ni tan siquiera de la espiritualidad cristiana en general, sin embargo, hay dos razones
fundamentales que inducen a pensar que verdaderamente la influencia ortodoxa es notable
en algunos de los rasgos de EH.

La primera de ellas se trata de las continuas referencias a Rusia impregnadas de anhelo,


nostalgia y admiración a lo largo de sus escritos. En 28 ocasiones emplea el término “Rusia”,
y más de un centenar de veces algún adjetivo derivado. De hecho, es curioso cómo ella
misma se denomina la “secretaria rusa” de JS1 y cómo en un sueño, JS le dijo, por su menta-
lidad más abierta pero también demoníaca, que parecía más rusa que holandesa 2. Esta
atracción por Rusia queda manifiesta en la elección de sus lecturas: más de seis autores ru-
sos del siglo XIX, época en que la cuestión religiosa era una inquietud existencial y polémica,
fueron leídos, estudiados y traducidos por la joven.

La segunda razón es la existencia de aspectos comunes entre su propio desarrollo espiritual


y la mística rusa, siendo, en algunos casos, la literatura el cauce de la influencia.

Así, al igual que el monje hesicasta atiende la dimensión corporal de la oración mediante
ejercicios físicos y respiratorios, atención a la zona del corazón, posturas corporales concre-
tas, ayuno…, la joven holandesa, aconsejada por JS, asume unas prácticas semejantes que
marcarán el inicio de su itinerario espiritual. Este exigió pronto, además, una actitud de es-
cucha profunda (hineinhorchen) para, mediante una batalla ascética contra los pensamien-
tos (pomysly), bajar la mente al corazón, alcanzando así las fuentes más sagradas de su per-
sona y un estado de quietud (hesykhía).

El descubrimiento de Dios como Huésped en el pozo cegado de su interior se vio iluminado


con la lectura de la Sagrada Escritura y del poeta R.M. Rilke, quien le motivará a desenterrar
a Dios de su corazón y de los ajenos, así como a ayudarle para no ser vencido por el ateísmo
de la época.

La postura pacifista y no violenta de EH se acerca a la propuesta de L.N. Tolstoi, quien la


toma a su vez del evangelio según san Mateo. Para el autor ruso la venganza no es el ca-
mino para construir el Reino de Dios en la tierra, sino que el amor es la única fuerza que
evitará que el género humano se distancie de sus instintos egocéntricos en sus acciones. No
1
Cf. 17-XII-1941, 7-II-1942
2
Cf. 7-III-1942.
Una “staretz” en Westerbork 283

obstante, EH se desmarca de un Reino puramente terreno y completa su fundamentación


del mal en la idea teológica de la creación del ser humano a imagen y semejanza de Dios,
tan estudiada por los Padres. No es posible odiar al enemigo porque este no existe desde el
momento que una solidaridad cósmica es la red que mantiene el universo, desde el momen-
to que todo surge y se mantiene en las manos de Dios.

De hecho, su concepción del origen del mal como fruto de una libertad esclava por las pa-
siones, especialmente por el egoísmo, pudo tomarla EH de las obras de F.M. Dostoievski,
quien, a su vez, la obtuvo de la tradición ortodoxa. Será él quien más incida en el drama de
la posibilidad del error o la negación del bien, pero, al mismo tiempo, en la necesidad de no
cerrar los ojos ante el mal, sino permanecer delante del mismo. Cierto que en EH esta acti-
tud no surge de un voluntarismo más o menos ascético, sino de un abandono previo o ame-
rimnia.

Asimismo, otra idea coincidente es que hacer obras de Dios no siempre coincide con Dios,
mientras que ser uno mismo sí. De hecho, la espiritualidad ortodoxa sospecha del mucho
hacer proactivo y del poco dejarse hacer pasivamente o simplemente ser. Y es que, aunque
la perfección se da en la caridad, es el Espíritu quien va divinizando (theognosis) a la persona
dócil, haciendo de su corazón una fuente de bondad, verdad y belleza. Y es que en el propio
corazón habita Dios, con quien es posible mantener un diálogo ininterrumpido o un “orar
sin cesar”, objetivo del peregrino ruso. Fruto de esta relación de intimidad y confianza, pero
también fruto de un servicio cada vez menos erótico y más agápico para con los internos de
Westerbork, emerge una vida de gratitud gozosa.

Por otra parte, la contemplación de la belleza más allá de la capa epidérmica de la realidad
es otra de las coincidencias entre ambas espiritualidades: la creación está fundamentada e
impregnada de Dios, de tal modo que es huella del Creador, está necesitada de redención y
del cuidado tierno del ser humano, a cuyo destino se halla vinculada inexorablemente. El
“espacio interior del mundo” de R.M. Rilke no le arroja al panteísmo, sino que en la línea de
los logoi de Máximo el Confesor, se afirma en una postura panenteísta por la que la criatura,
siendo diversa al Creador, no puede existir fuera de Sus manos. Precisamente en ellas
aprendió a dejar cada noche la jornada vivida y una cada vez más frágil salud solo sostenida
por una “nueva clase de paciencia” o hypomoné. De este modo, el vagón número 12 no
conducía solamente a EH a Auschwitz, sino también a Aquel a quien rindió su voluntad (sy-
nergia) y al pueblo herido por quienes se hicieron bálsamo. El Dios vulnerable y vulnerado
de F.M. Dostoievski se haría nuevamente belleza a finales de noviembre de 1943, actuali-
zando la redención del mundo otra vez más.

Por último, al igual que EH halló en JS un guía clave para su itinerario espiritual – no en vano
le denominó “partero de mi alma”- también en la Iglesia ortodoxa brillan con una luz espe-
284 Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava

cial los starcy. Si metafóricamente hablando JS pudo ser un staretz para EH por su papel de
mediador entre ella y Dios, EH se convirtió también en una staretz en Westerbork para de-
cenas de personas a las que testimonió que la vida era bella a pesar de todo. Ella misma
asumió este compromiso de mediadora delante del cadáver de JS aquel 15 de septiembre
de 1942: “Me enseñaste a pronunciar el nombre de Dios sin avergonzarme. Has sido el me-
diador entre Dios y yo. Yo seré ahora la mediadora para cualquier alma que pudiera encon-
trarme”.

Los escritos de EH son en la actualidad una prolongación de su vocación de mediación, son


un “icono de una mártir”, un testimonio esperanzador de que merece la pena vivir en medio
del caos si uno se convierte en corazón pensante de los barracones actuales y en pan parti-
do para todos aquellos que claman hambrientos.
Una “staretz” en Westerbork 285

Conclusión final: Etty Hillesum, una staretz en Westerbork


“El fin del starets sobrevino inesperadamente, pues, aunque todos los que estaban con
él se daban cuenta de que se acercaba su fin, nadie se podía imaginar que muriera tan
repentinamente. Por el contrario, como ya hemos dicho, viéndole tan animado, tan lo-
cuaz, creyeron en una notable mejoría, aunque fuese pasajera. Cinco minutos antes de
su muerte, nadie podía prever lo que iba a ocurrir. Sintió de pronto un dolor agudo en
el pecho y se llevó las manos a él. Todos se apresuraron a socorrerlo. Sonriendo a pesar
de su dolor, se deslizó de su sillón, quedó de rodillas y se inclinó hasta tocar el suelo con
la frente. Después, como en éxtasis, abrió los brazos, besó la tierra murmurando una
oración (eran sus propias enseñanzas) y entregó su alma a Dios alegremente, dulce-
mente...”3.

Así narra F.M. Dostoievski el fallecimiento del staretz Zósima. Desgraciadamente nunca se
ha podido contactar con nadie que hubiera conocido a EH en Auschwitz. Los diarios escritos
en este campo también desaparecieron, por lo que no sabemos cómo fue el ánimo que le
acompañó en los últimos cinco meses de su vida ni, mucho menos, si en el momento de su
muerte se arrodilló – al igual que Zósima- ni si musitó una oración entregando su alma. Esto
queda en el corazón de Dios.

Sin embargo, después del itinerario recorrido, sí es posible volver al título de la tesis (Etty
Hillesum, una “staretz” en Westerbork) y alegar hasta qué punto esta metáfora habla con
verdad de la joven holandesa y de su alma “eslava”:

- Si dio respuesta a un anhelo de autenticidad que latía en lo más hondo de su cora-


zón, poniendo los medios necesarios – muchas veces arduos- para lograr vivir con
sentido y libertad, EH fue una staretz.
- Si la escucha profunda de su ser, de su gente, de sus libros, de la realidad social le
condujo a silenciar la mente, desenterrar las fuentes internas en lo profundo del po-
zo y de despertar la capacidad de conectar con el Dios que la habitaba, EH fue una
staretz.
- Si puso a Dios como su fundamento, respetó su nombre sin banalizarlo, se dejó en
sus manos y confió en que las riendas de la historia las llevaba siempre Él, EH fue un
staretz.
- Si luchó mil batallas para que el eros se fuera convirtiendo en ágape, sin por ello re-
chazar el placer, la amistad, la sexualidad, el cuerpo o la creación, EH fue una staretz.
- Si actuó desde la paz y la reconciliación, sin tachar a nadie de enemigo, sin caer en el
victimismo o en el odio, viendo en el infractor un ser humano con dignidad, EH fue
una staretz.

3
F. Dostoievski, Los hermanos Karamazov I…, 401.
286 Conclusión final: Etty Hillesum, una staretz en Westerbork

- Si comprendió que toda la creación existe interconectada y fue capaz de descubrir


en unas flores, en un río, en un campo, en un buen desayuno, la fuerza suficiente pa-
ra afrontar el exterminio, EH fue una staretz.
- Si le dolieron los miserables con compasión proactiva y optó por compartir el destino
de su pueblo deportado, EH fue una staretz.
- Si respondió a su vocación de comunicar la verdad de que la vida es bella a pesar de
todo, ya sea por medio de la belleza hecha escritura o la bondad hecha pan partido y
bálsamo para heridas ajenas, EH fue una staretz.
- Si no se limitó resignadamente a ver pasar la realidad o a analizarla fríamente exclu-
sivamente desde el intelecto; si no cayó en la desesperación de querer huir a toda
costa, sino que decidió “ser” más que “hacer” y convertirse en el corazón pensante
de la situación social, EH fue una staretz.
- Si se refugió en las Sagradas Escrituras y en la oración como celda monástica, si
abandonaba cada noche la jornada en las manos de Dios para así recibir nueva vida
al despertar y si con Él mantuvo un diálogo ininterrumpido que no tiene fin, EH ES
una staretz.

Pero si este trabajo se redujera a la pretensión de verificación de una hipótesis se quedaría


a medio camino. No sé hasta qué punto se puede justificar un trabajo de Teología que no
diga nada a la sociedad y a la Iglesia en la que se va fraguando con constancia. Pero estas
páginas recogen un legado precioso y asombrosamente actual para cualquier creyente – e
incluso no creyente- que desee afrontar con verdad su propia existencia en un mundo heri-
do.

Este coeficiente de actualidad no significa precisamente novedad, porque si algo ha mostra-


do la travesía de este escrito es que EH tiene el mérito de actualizar en su persona y en una
situación totalmente inimaginada hasta la época por su crueldad, la sabiduría que le llegaba
por diversos cauces: JS, evangelios, amistades… y, también, la literatura rusa del siglo XIX y
rilkeana inspiradas en parte por la mística tradicional ortodoxa.

Por tanto, ¿no será que la actualidad de los principios espirituales no dependa tanto de la
fecha de nacimiento de los mismos como de que exista alguien con el coraje de actualizar-
los?

Creo que poca discusión cabe sobre la urgencia de afrontar con lucidez los problemas que
asolan nuestra época, de construir identidades con raíces sólidas, de evitar el fanatismo
religioso de miras estrechas, de escuchar la voz interior del corazón, de trabajar la austeri-
dad y la ascesis para ganar en libertad interior, de descubrir la belleza de toda la creación
que existe interconectada, de respetar los tiempos de crecimiento de las personas y los
pueblos, de poner en juego mayor gratitud y menos queja, mayor gratuidad en el “ser” y
Una “staretz” en Westerbork 287

menos narcisismo en el hacer, de abandonarse confiadamente en el Dios que guía la histo-


ria, de convertirse en mediación de paz arrancando los gérmenes de odio que llevamos den-
tro o de sanar heridas y darnos en alimento a los demás.

Creo que, quizás, lo que hagan falta sean testigos que, con su ejemplo, nos permitan com-
probar que todo esto es posible y que el final es feliz. Estamos ávidos de starcy que acom-
pañen vidas que anhelan más plenitud, que sostengan y alienten en momentos complica-
dos, que comprendan el corazón ajeno, tengan una palabra de luz y recuerden, nos recuer-
den, una y otra vez, que la vida es bella a pesar de todo porque todo está preñado de Dios.

Creo que Etty Hillesum ofrece un modo paradigmático de cómo se actualizan principios es-
pirituales de siempre en situaciones sociopolíticas de inmensa gravedad, porque ella res-
pondió a su llamada interior de ser.
288 Anexo 1: Autores rusos citados por Etty Hillesum en sus diarios y cartas

Anexo 1: Autores rusos citados por Etty Hillesum en sus diarios y cartas
Si se analiza el número de días en los que EH hace una alusión explícita a estos autores en
sus cuadernos conservados (C) o en sus cartas, constatamos lo siguiente:

C1 C2 C3 C4 C5 C6 C8 C9 C10 C11 Cartas TOTAL

Lermontov 5 2 1 1 9

Gogol 2 2

Pushkin 2 2 2 1 7

Chekhov 1 1

Kropotkin 1 1

Tolstoi 3 2 1 1 1 8

Dostoievski 2 3 1 8 1 2 17

Rilke 2 3 1 13 12 12 5 8 10 8 3 77

TOTAL 14 10 3 25 16 13 7 11 10 9 4 122

Como se aprecia en la tabla, EH se refiere con poca frecuencia a:

 El geógrafo y filósofo P.A. Kropotkin. La joven tomó una de sus obras para averiguar
cómo reaccionó ante la noticia de que pasaría varios años en prisión 4.
 El escritor N.V. Gogol. Considerado el primer novelista moderno ruso, fue especialis-
ta en cuentos cortos. EH menciona La historia de cómo Ivan Ivanovich entró en con-
flicto con Ivan Nikiforovich 5 y la dificultad que le supuso comprender su obra en ru-
so6.
 El maestro del relato corto A.P. Chekhov solo es mencionado una vez por la joven 7.

4
Cf. 10-VI-1942. EH transcribe las siguientes palabras de la obra: "Y pensé: lo primero es asegurarse de que mi
sistema no se derrumbe, no quiero enfermar aquí. Me imagino que estoy en una expedición al Polo Norte,
obligado a pasar unos años en el Ártico. Me moveré todo lo que pueda, haré mis ejercicios y no dejaré que
las condiciones me tumben. Diez pasos de un extremo de mi celda a otro es mejor que nada, hacerlo 150 ve-
ces hace un verst ruso (antigua unidad de longitud rusa, equivalente a 1066,78 metros). Haré siete versts ru-
sos cada día, unas cinco millas, dos versts por la mañana, dos antes del almuerzo, dos después del almuerzo,
y uno antes de ir a dormir" (P. Kropotkin, Gedenkschriften van een revolutionair, A. E. van der Heide, Haar-
lem 1902, 265.
5
12-III-1941.
6
20-III-1941.
7
“Ahora terminaré de leer el gentil y melancólico cuento corto de Chekhov y luego muy temprano a dormir” (1-
III-1942).
Una “staretz” en Westerbork 289

En cuanto a A.S. Pushkin, considerado por muchos el padre de la literatura rusa moderna
por lo mucho que influyó en escritores posteriores como L.N. Tosltoi, N.V. Gogol o F.M. Dos-
toievski, EH menciona dos de sus obras: Eugenio Oneguin: una novela en verso y El cuento
del Zar Saltan8. El resto de alusiones a A.S. Pushkin no resultan de especial interés 9, salvo
cuando le compara con M.Y. Lermontov concluyendo que ella misma necesita aclararse so-
bre la propia persona antes de manejar situaciones más complejas, pero siempre sin volver
al autocentramiento10.

EH dedicó muchas horas a la traducción de las obras de L.N. Tolstoi. Aunque en los diarios y
las cartas no aparecen citas de este autor ruso, sí se sabe que llevó parte de sus escritos a
Westerbork11 y Auschwitz12. La joven menciona las obras Infancia (1852), Cuentos populares
(1881-1886) y Guerra y Paz13 (1865-1869). En esta última se describe la historia de Rusia
entre 1805 y 1812, período en el que se produjo la ocupación napoleónica 14. En el mes de
marzo de 194115 EH, impactada por la noticia del fallecimiento del sabio e irremplazable
profesor de Lenguas eslavas Van Wijk, recuerda cómo el profesor acogía a sus estudiantes
con sumo respeto en su despacho, donde no faltaban las “cabezas familiares de Tolstoy y
Dostoievski”. En este mismo mes expresa su deseo de leer un ensayo sobre Guerra y paz16,
pero también de vencer todos los pensamientos que estas obras le hacen surgir en su cabe-
za para, así, avanzar en su orden existencial yendo hacia el interior sin perderse en lo pura-
mente mental17.

En cuanto a M.Y. Lermontov no se encuentran citas textuales. La mayoría de las alusiones


aparecen en el C118 para expresar la lucha que hay en su interior entre leer a este autor y
dejarse llevar por las fantasías que le vienen con respecto a JS. La joven habla de un tal Toe-

8
El 25 de enero de 1942, en la carta 4 dirigida a Aimé van Santen, EH pregunta: “¿Cómo puedo alcanzar al zar
Saltan?” mientras que el 27 de febrero de 1942 expresa cómo había hablado con JS sobre el sueño de Tatia-
na, enamorada de Onegin.
9
Carta 2, a Julius Spier, agosto de 1941; 29-IX-1941; 31-XII-1941; 20-II-1942; 19-VI-1942.
10
Cf. 6-VI-1942.
11
Cf. 22-IX-1942.
12
Carta de Jopie Vleeschhouwer a Han Wegerif el 6 de septiembre de 1943.
13
“Deseo leer un ensayo sobre Guerra y paz” (23 de marzo de 1941).
14
Este grande de la literatura es considerado como el maestro espiritual de “todas las Rusias, de la cristiana,
de la comunista, de la noble y de la campesina, porque en él se operaba el nexo entre la entrega exterior y el
análisis interior” (Antonio Ríos Rojas, Lev Tolstoi. Su vida y su obra, Rialp, Madrid 2015, 105).
15
Cf. 25-III-1941.
16
Cf. 23-III-1941. El 19 de junio expresa su deseo de leer en ruso las obras de L.N. Tolstoi.
17
Cf. 10-III-1941.
18
11, 12, 16, 17 y 25 de marzo de 1941. También en la carta 2 en agosto de 1941 se habla de la tensión entre
la lectura y JS.
290 Anexo 1: Autores rusos citados por Etty Hillesum en sus diarios y cartas

bosch que fue a devolver el libro Un héroe de nuestro tiempo19 y le comentó que considera-
ba a Pechorin20 un modelo de humanidad sana y que sería bueno ser lo suficientemente
honestos para aceptar el mundo como lo hizo él. También menciona un análisis psicológico
del Demonio, otro poema de este autor, que espera comprender algún día en toda su pro-
fundidad21.

F.M. Dostoievski es el segundo autor más citado por la joven holandesa (35 veces), por de-
lante incluso de la Biblia (33 veces). EH se acerca a él de una manera directa por medio de
sus obras, especialmente El Idiota, Los Hermanos Karamazov y Memorias de la casa muerta.
Además, se sumergió con gran interés en el comentario confeccionado por el autor francés
André Suarès 22. Le costó bastante adentrarse en la lectura de El Idiota, pero a base de per-
sistencia logró enamorarse de quien llamó mi “nuevo amigo”23: el protagonista de la obra el
príncipe Myshkin. E incluso quiso llevarse los dos volúmenes de la obra a Westerbork, aun-
que esto supusiera sacrificar espacio destinado para comida 24.

Pero de entre todas sus lecturas sobresale el poeta austrohúngaro R.M. Rilke, del que llega-
rá a decir: “Mi mayor maestro durante este tiempo, además de S., ha sido Rilke. Él no es
simplemente mi relax durante horas una vez que he realizado mi trabajo, sino que llena mis
días y es parte de mi ser”25. La joven llega a él directamente por sus obras – especialmente
El Libro de las Horas, Cartas a un joven poeta y su correspondencia- e indirectamente por la
obra Rilke in Frankreich de Maurice Betz. Los viajes a Rusia (1899 y 1900) dejaron una huella
imborrable en el poeta, hasta el punto de hallar inspiración para su obra Libro de la vida

19
Una de las novelas más importantes de M.Y. Lermontov. La traducción holandesa de Aleida G. Schot apare-
ció en 1939.
20
El héroe de la novela de Lermontov. Es un noble rico, oficial del ejército ruso, incapaz de encontrar la pleni-
tud.
21
23-XI-1941.
22
André Suarès, pseudónimo de Felix André Yves Scantrel (1868-1948), escritor francés y especialista en
Dostoevsky adquirió una gran popularidad gracias a sus biografías sobre Pascal, Ibsen y Dostoevsky, que
aparecieron juntas bajo el título de Trois Hommes en 1913. Una edición alemana por separado apareció en
1922. Durante la Segunda Guerra Mundial tuvo que esconderse por su ascendencia judía y sus escritos anti-
fascistas.
23
2-I-1942.
24
Son llamativas algunas entradas del diario en que aparece F.M. Dostoievski relacionado con otros de los
autores que EH lee. Por ejemplo, cuando EH cita un poema de R.M. Rilke porque en él descubre la idea de El
Gran Inquisidor de Dostoievski sobre cómo la gente pide milagros a Cristo para poder creer en Él, aunque
Cristo no desea generar fe a base de muestras de poder (Cf. 16-XII-1941). Otro texto sugerente es la compa-
ración que realiza entre F.M. Dostoievski y L.N. Tolstoi. Este último sería “el portador realista de la vida espi-
ritual, el matemático de los movimientos del alma (…) Y otro escritor (Dostoievski): El portador místico de,
digamos, una pata de silla. El primero describe de fuera adentro, el segundo de dentro hacia afuera. Con uno
el alma se convierte en algo tangible, y con el otro una silla se convierte en algo intangible. El realista de lo
intangible. El místico de lo tangible” (21-XII-1941).
25
26-VI-1942. Vuelve a incidir en esta idea en una entrada justo tres meses después, el 26 de septiembre.
Una “staretz” en Westerbork 291

monástica. En una carta escrita el mismo año de su muerte a una amiga confiesa: “Rusia
(usted se dará cuenta de ello a través de algunas de mis producciones, como El Libro de las
Horas) vino a ser, en cierto sentido, el fundamento de mi experiencia y receptividad”26. Así,
en dicha obra hay constantes referencias a Rusia y al idioma ruso, que empleó en varios de
sus poemas27.

26
17-III-1926.
27
Fernando D. González Grueso, “El Dios de Rilke en El libro de horas” , Espéculo 36 (2007), versión digital en
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Una “staretz” en Westerbork 305

Índice general

Introducción ...................................................................................................................................... 7
1. Objetivo ..................................................................................................................................... 7
2. Metodología .............................................................................................................................. 7
2.1. Narrar la espiritualidad ................................................................................................... 7
2.2. Emplear las herramientas del análisis literario ................................................................ 8
3. Estado de la cuestión ............................................................................................................... 10
3.1. Estudios que proponen claves hermenéuticas............................................................... 11
3.2. Estudios sobre espiritualidad ........................................................................................ 13
3.3. Estudios sobre intertextualidad .................................................................................... 15
3.4. Estudios comparativos con autores leídos por EH ......................................................... 17
3.5. Una tesela en un gran mosaico ..................................................................................... 19
4. Hipótesis de trabajo................................................................................................................. 21
5. Estructura ................................................................................................................................ 22
6. Interés ..................................................................................................................................... 22
7. Límite del trabajo..................................................................................................................... 24

Capítulo I. La espiritualidad de Etty Hillesum .....................................................................25


Cuaderno 1 (8 de marzo-4 de julio de 1941) ................................................................................ 28
Introducción............................................................................................................................. 28
Ordenar el caos ........................................................................................................................ 29
Postura ante el sufrimiento ...................................................................................................... 32
Escucha profunda ..................................................................................................................... 33
Presencia de Dios ..................................................................................................................... 35
Julius Spier ............................................................................................................................... 37
Consciencia corporal ................................................................................................................ 40
Vocación de escritora ............................................................................................................... 41
Recapitulación ......................................................................................................................... 42
Cuaderno 2 (4 de agosto – 21 de octubre) ................................................................................... 44
Introducción............................................................................................................................. 44
Escucha e interioridad .............................................................................................................. 45
Vigilancia.................................................................................................................................. 47
La presencia de Dios ................................................................................................................. 48
Julius Spier ............................................................................................................................... 50
Salud ........................................................................................................................................ 51
Vivir para los demás ................................................................................................................. 52
Recapitulación ......................................................................................................................... 53
Cuaderno 3 (21 de octubre – 6 de diciembre) .............................................................................. 55
Introducción............................................................................................................................. 55
306 Índice general

Interioridad .............................................................................................................................. 55
Confianza en Dios..................................................................................................................... 57
Un amor que lucha por ser universal ........................................................................................ 59
Recapitulación ......................................................................................................................... 61
Cuaderno 4 (8 de diciembre – 25 de enero)................................................................................. 62
Introducción ............................................................................................................................ 62
Postura ante el sufrimiento ...................................................................................................... 62
Vigilancia ................................................................................................................................. 63
Un Dios ante el que arrodillarse ............................................................................................... 65
Escucharse ............................................................................................................................... 70
Un amor en proceso de universalización .................................................................................. 72
Dejarse configurar por la literatura .......................................................................................... 73
Recapitulación ......................................................................................................................... 77
Cuaderno 5 (16 de febrero – 27 de marzo de 1942) ..................................................................... 78
Introducción ............................................................................................................................ 78
Postura ante el sufrimiento ...................................................................................................... 78
Escucha interior ....................................................................................................................... 80
La presencia de Dios................................................................................................................. 83
Julius Spier ............................................................................................................................... 86
La belleza de la unidad ............................................................................................................. 88
R.M. Rilke................................................................................................................................. 89
Recapitulación ......................................................................................................................... 91
Cuaderno 6 (27 de marzo-30 de abril) ......................................................................................... 93
Introducción ............................................................................................................................ 93
Escucha y lectura: Sagrada Escritura y R.M. Rilke ...................................................................... 94
Vigilancia ................................................................................................................................. 95
La presencia de Dios................................................................................................................. 96
Del amor a Julius Spier a la comunión con el cosmos ................................................................ 97
Vocación de escritora ............................................................................................................. 100
Recapitulación ....................................................................................................................... 100
Cuaderno 8 (18 de mayo – 5 de junio) ....................................................................................... 102
Introducción .......................................................................................................................... 102
Confianza en Dios ante el sufrimiento .................................................................................... 102
Salud ...................................................................................................................................... 103
Julius Spier ............................................................................................................................. 104
Unión cósmica ....................................................................................................................... 105
Ser testigo .............................................................................................................................. 105
Recapitulación ....................................................................................................................... 106
Cuaderno 9 (5 de junio – 3 de julio) ........................................................................................... 107
Introducción .......................................................................................................................... 107
Una “staretz” en Westerbork 307

Postura ante el sufrimiento .................................................................................................... 108


Vigilancia y escucha................................................................................................................ 111
La presencia de Dios .............................................................................................................. 113
Julius Spier ............................................................................................................................. 115
Consciencia corporal .............................................................................................................. 118
La vida es bella ....................................................................................................................... 120
La vocación de escritora ......................................................................................................... 122
Recapitulación ....................................................................................................................... 123
Cuaderno 10 (3 de julio – 29 de julio) ........................................................................................ 125
Introducción........................................................................................................................... 125
Postura ante el sufrimiento .................................................................................................... 125
Testimoniar que la vida es bella.............................................................................................. 127
Vigilancia................................................................................................................................ 129
La presencia de Dios ............................................................................................................... 130
Vocación de escritora ............................................................................................................. 137
El debilitamiento de Julius Spier ............................................................................................. 138
Recapitulación ....................................................................................................................... 140
Cuaderno 11 (15 de septiembre-13 de octubre) ........................................................................ 142
Introducción........................................................................................................................... 142
Aceptación del propio límite: salud ........................................................................................ 142
Aceptación del sufrimiento .................................................................................................... 144
La muerte de Julius Spier: universalización del amor .............................................................. 147
La presencia de Dios ............................................................................................................... 150
Unidad cósmica ...................................................................................................................... 155
Ser testigo de que la vida es bella ........................................................................................... 157
Recapitulación ....................................................................................................................... 159
Cartas ........................................................................................................................................ 161
Introducción........................................................................................................................... 161
Vida cotidiana ........................................................................................................................ 161
Unidad cósmica ...................................................................................................................... 162
Una salud rota y purificadora ................................................................................................. 163
Postura ante el sufrimiento .................................................................................................... 164
Una vida entregada amorosamente ....................................................................................... 170
Testimoniar que la vida es bella.............................................................................................. 172
Recapitulación ....................................................................................................................... 174
Conclusión del capítulo I............................................................................................................ 176

Capítulo II. Rasgos de la espiritualidad ortodoxa ..............................................................178


1. Recorrido histórico de la Ortodoxia rusa ............................................................................... 178
1.1. Desde los orígenes hasta el siglo VII ............................................................................ 178
308 Índice general

1.2. Del siglo VII al siglo XIII................................................................................................ 179


1.3. Del siglo XIII al siglo XVIII............................................................................................. 180
1.4. Siglo XIX...................................................................................................................... 183
1.5. Cultura religiosa rusa .................................................................................................. 186
1.6. La Iglesia ante el avance revolucionario ...................................................................... 191
2. Claves espirituales ................................................................................................................. 192
2.1. El Misterio de Dios ...................................................................................................... 193
2.2. La Sagrada Escritura y la Tradición de los Padres ......................................................... 196
2.3. La liturgia.................................................................................................................... 198
2.4. La ascesis como posibilidad de una vida espiritual ...................................................... 199
2.5. La oración y la contemplación ..................................................................................... 202
2.6. La participación del cuerpo en la vivencia espiritual .................................................... 205
2.7. La sinergia o cooperación entre Dios y el ser humano para el amor ............................ 207
2.8. El cosmos creado bueno, profundo y armónico........................................................... 209
2.9. Rusia, el monasterio y el staretz.................................................................................. 212

Capítulo III. Etty Hillesum a la luz de la espiritualidad eslava ........................................... 214


1. Escuchar desde la hondura como batalla ascética ................................................................. 214
1.1. De la mente al corazón ............................................................................................... 215
1.2. Soledad habitada ........................................................................................................ 216
1.3. Fiel a la voz interior..................................................................................................... 218
Influencia de sus lecturas ....................................................................................................... 220
2. Diálogo ininterrumpido con Dios ........................................................................................... 224
2.1. Dios, huésped y fortaleza ............................................................................................ 225
2.2. Etty Hillesum, mujer de Palabra .................................................................................. 228
2.3. “La chica que no sabía arrodillarse” ............................................................................ 235
Influencia de sus lecturas ....................................................................................................... 237
3. Mediación agradecida entre Dios y las personas ................................................................... 244
3.1. Vivir en acción de gracias ............................................................................................ 244
3.2. Misión: dar gratis lo que se ha recibido gratis ............................................................. 245
3.3. Del eros al ágape ........................................................................................................ 247
Influencia de sus lecturas ....................................................................................................... 249
4. Cronista de la vida bella ......................................................................................................... 253
4.1. Tallando el bloque de granito ..................................................................................... 253
4.2. Vivir testimoniando que la vida tiene sentido y es bella, a pesar de todo .................... 256
Influencia de sus lecturas ....................................................................................................... 257
5. Aceptación del sufrimiento sin resentimiento ni resignación ................................................ 261
5.1. La postura de EH ante el mal y el sufrimiento ............................................................. 261
5.2. Una “nueva clase de paciencia” en la fragilidad .......................................................... 265
Influencia de sus lecturas ...................................................................................................... 266
Una “staretz” en Westerbork 309

6. Unidad con la creación: “lo llevamos todo dentro” ............................................................... 273


6.1. Acceso al Creador por medio de las criaturas .............................................................. 273
6.2. Unidad cósmica .......................................................................................................... 274
Influencia de sus lecturas ....................................................................................................... 276
Conclusión del capítulo III ......................................................................................................... 282

Conclusión final: Etty Hillesum, una staretz en Westerbork .............................................285

Anexo 1: Autores rusos citados por Etty Hillesum en sus diarios y cartas .........................288

Bibliografía ........................................................................................................................292

Índice general....................................................................................................................305

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