El Papel Del Abogado Segun La Sociologia Juridica

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Introducción

Mi trabajo se trata, más que nada, de alcanzar una visión global de la función del derecho
en la historia desde la perspectiva del papel creciente del abogado como defensor de los
valores sustanciales de la persona y de su orden social. Es aquí donde se puede ver la
aventura espiritual y apasionante de la abogacía, sin cuyos desvelos la humanidad
seguramente no habría superado todavía la fase de la violencia y del sufrimiento social
cotidiano.

Tratare de abarcar los aspectos sociales, económicos, culturales y morales que integran e
influyen en el mundo de la Abogacía.

Me centre principalmente en esta carrera porque es lo que yo deseo estudiar.

Este trabajo, me sirve para conocer los aspectos que estarán presenten en el estudio y en el
desarrollo de mi carrera y de mi vida en gral.

La Facultad de Derecho propone formar personas capaces de analizar los problemas


jurídicos y participar en su solución, desde las diversas tareas que más adelante cumplirán
sus graduados como abogados, jueces, funcionarios públicos, asesores de empresas o
legisladores.

Los estudiantes reciben una formación abierta y dinámica que los capacita para una rápida
adaptación a los cambios constantes que se presentan en la vida social, cultural, y moral,
considerado un problema como un conjunto de situaciones reales que exigen soluciones de
justicia, y no exclusivamente como un sistema normativo.

Desarrollo

¿Qué es una Abogado?

Un abogado es aquella persona, licenciado en derecho, que practica profesionalmente


defensa de las partes en juicio y toda clase de procesos judiciales y administrativos y el
asesoramiento y consejo en materias jurídicas. En la mayoría de los ordenamientos, para
ejercer esta profesión, se solicita estar inscrito en un Colegio de Abogados.

Su rol es múltiple porque cultiva, investiga, difunde y aplica los conocimientos de la


ciencia del derecho para alcanzar la justicia defendiendo los derechos de las personas si
estos se ven afectados por terceros y/o orientándolos en sus derechos; es decir, cumple una
verdadera actividad judicial, teniendo en cuenta que hace estudios de la realidad social,
interpreta las leyes, y las aplica con un solo objetivo de hacer justicia.

Al interpretarlas las hace respetuosamente con relación a su texto como si se tratara de un


dogma; de este modo quienes aplican el derecho no pueden ser sino abogados.
La abogacía es una profesión que se basa en la verdad para el logro de la justicia que
constituye un derecho y a la vez una virtud que tiene por objeto restablecer la paz alterada
por un conflicto.

Ser abogado no es saber el Derecho, sino conocer la vida

El derecho positivo está en los libros, pero lo que la vida reclama no está escrito en ninguna
parte. Quien tenga previsión, serenidad, amplitud de miras y de sentimientos para
advertirlo, será Abogado; quien no tenga más inspiración ni más guía que las leyes, será un
desventurado mandadero.

La justicia no es fruto del estudio, sino de una sensación. “La sensación de la justicia” es
decir, que procuremos no actuar tan apegados a las leyes, que usemos lo que nosotros
tenemos conceptualizado como bueno, equitativo, prudente, cordial y sobre todo justo.

La abogacía es una profesión difícil de lograrla por las diversas cualidades requeridas. Una
publicación de la UNESCO sintetizando dichas cualidades puntualiza: “La rectitud de
conciencia es mil veces más importante que el tesoro de los conocimientos; primero es ser
bueno, luego ser firme, después ser prudente, la ilustración viene en cuarto lugar, la pericia
en el último”.

Ejercicio Profesional

Persona con título de grado habilitado conforme a la legislación de cada país, que ejerce el
Derecho, en representación de terceras personas, siendo un auxiliar activo e indispensable
en la administración de la Justicia de un país.

El abogado es el encargado de defender los intereses de una de las partes en litigio. Al ser
el abogado un profesional específicamente preparado y especializado en cuestiones
jurídicas, es la única persona que puede ofrecer un enfoque adecuado del problema que
tiene el ciudadano o 'justiciable'.

Debe destacarse que además de su intervención en el juicio, una función básica y principal
del abogado es la preventiva. Con su asesoramiento y una correcta redacción de los
contratos y documentos, pueden evitarse conflictos sociales, de forma que el abogado, más
que para los pleitos o juicios, sirve para no llegar a ellos, sirviendo en muchos casos como
mediador extrajudicial. Tanto es así que en la mayoría de los procedimientos judiciales es
obligatorio comparecer ante los tribunales asistido o defendido por un abogado en calidad
de director jurídico, es decir todo escrito y/o presentación judicial debe ir firmada por el
cliente (o su representante legal, el procurador/a) y por su abogado, lo cual le garantiza un
debido ejercicio del derecho a la defensa durante el proceso.

Un abogado suele tener poderes de su defendido o cliente mediante autorización por


instrumento público, u otorgado "apud acta" por comparecencia en el juzgado o tribunal, de
manera que pueda dirigirlo en juicio, o representarlo en actuaciones legales o
administrativas que no requieren, necesariamente, de Procurador/a de los Tribunales, y el
abogado representa al justiciable.

La actuación profesional del abogado se basa en los principios de libertad e independencia.


Los principios de confianza y de buena fe presiden las relaciones entre el cliente y el
abogado, que está sujeto al secreto profesional. El abogado se debe a su cliente, en primer
lugar, y debe litigar de manera consciente respecto a la responsabilidad social en la que se
halla, con un actuar crítico y equilibrado al servicio de la paz social, en la que colabora con
los juzgados y tribunales dentro del sistema judicial de cada país.

A través de los Colegios de Abogados u organismos pertinentes, dependiendo del país,


existen servicios de asistencia jurídica gratuita para los ciudadanos que carecen de medios
económicos para pagar los honorarios de un abogado. Son los llamados defensores "Ad
honorem" en el caso que asesoren desde Colegios de abogados, y abogados oficiales
defensores (o simplemente abogados de oficio) cuando dependen directamente del Estado.

Las especialidades más habituales en el mundo de la abogacía suelen ser: Derecho civil, de
familia, penal, mercantil, laboral, tributario, constitucional, administrativo y ambiental.

Los mandamientos del Abogado

1º ESTUDIA. Ya que el derecho se transforma constantemente.

2º PIENSA. El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

3º TRABAJA. La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.

4º LUCHA. Por el derecho y la justicia. Primordialmente por la justicia.

5º SÉ LEAL. Leal con tu cliente, con tu adversario y con el juez.

6º TOLERA. La verdad ajena. Así como quieras que se tolere la tuya.

7º TEN PACIENCIA.

8º TEN FE. En el derecho, en la justicia, en la paz y sobre todo en la libertad.

9º OLVIDA. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.

10º AMA A TU PROFESIÓN. Siéntete orgulloso de lo que eres.

Estos mandamientos expresan la dignidad de la abogacía. Son decálogos del deber, de la


cortesía o de la alcurnia de la profesión. Ordenan y confortan al mismo tiempo; mantienen
alerta la conciencia del deber; procuran ajustar la condición humana del Abogado, dentro
de la misión casi divina de la defensa.
Hoy, aquí, en este tiempo y en este lugar del mundo, las exigencias de la libertad humana y
los requerimientos de la justicia social constituyen las notas dominantes de la abogacía, sin
las cuales el sentido docente de esta profesión puede considerarse frustrado. Pero a su vez,
la libertad y la justicia pertenecen a un orden general, dentro del cual interfieren, chocan y
luchan otros valores.

La Abogacía es por eso, al mismo tiempo, política, ética y acción.

La Abogacía como acción

La Abogacía es un constante servicio de valores superiores que rigen la conducta humana.


La profesión demanda, en todo caso, el sereno sosiego de la experiencia y del
adoctrinamiento en la justicia; pero cuando la anarquía, el despotismo o el menosprecio a la
condición del hombre sacuden las instituciones y hacen temblar los derechos individuales,
entonces la Abogacía es militancia en la lucha por la libertad.

Arte, política, ética y acción son, a su vez, sólo los contenidos de la Abogacía. Esta se halla,
además. Dotada de una forma. Como todo arte tiene su estilo, y este estilo no es la unidad,
sino la diversidad.

Postulados del abogado

Por Ángel Ossorio y Gallardo

1º. No pases por encima de un estado de tu conciencia.

2º. No afectes una convicción que no tengas.

3º. No te rindas ante la popularidad ni adules a la tiranía.

4º. Piensa siempre que tu eres para el cliente y no el cliente para ti.

5º. No procures nunca en los tribunales ser más que los magistrados, pero no consientas ser
menos.

6º. Ten fe en la razón, que es lo que en general prevalece.

7º. Pon la moral por encima de las leyes.

8º. Aprecia como el mejor de los textos el sentido común.

9º. Procura la paz como el mayor de los triunfos.

10º. Busca siempre la justicia por el cambio de la sinceridad y sin otras armas que las de tu
saber.
Normas de ética profesional del Abogado

Por J. Jonorio Sigueria.

1º. Trata de ser honesto, no engañes al cliente ni le hagas concebir vanas esperanzas.

2º. No transijas ni con las malas causas, ni con los malos jueces.

3º. Ten confianza en la justicia y fe en la rectitud de los magistrados.

4º. No hagas uso de la inmoralidad o injusticia de la ley sino cuando te lo exijan


ineludiblemente la fuerza de las cosas o las necesidades imperiosas de la defensa.

5º. Se prudente, firme y culto en todos tus actos.

6º. No juzgues mal de las intenciones o conducta del contrario, ni menoscabes la


preparación de tus colegas, ni de nadie, sin tener motivo fundado para ello.

7º. No cristalices tu conciencia en la rutina. Estudia y consulta siempre.

8º. Ocupa útilmente tu tiempo. Cuida tu titulo. Acuérdate que has jurado.

9º. Empuja siempre dentro de tu oficio y en tu medida la obra de nuestra evolución


sociológica, que no solo de pan vive el hombre.

Aspectos Sociales que integran e influyen en el mundo de la Abogacía:

El estado-nación está en cambio, consecuencia de la reestructuración mundial sufrida por el


sistema capitalista. Reordenamiento de tipo financiero, productivo, informático, que
reorganiza el espacio mundial sobre la base de nuevas estrategias de acumulación.

En ese lugar el estado-nación está incómodo debido a que su formación y justificación se


realizan desde argumentos que buscan aggiornar y cohesionar bajo un mismo resguardo
intereses sociales, culturales, políticos o de otro orden, obviando o disimulando conflictos,
o contradicciones generadas por la diversidad de actores e intereses puestos en juego.

La crisis del estado-nación es una crisis que trae nuevas configuraciones, complejas y
paradojales. Y está en crisis, porque no puede contener en esa complejidad, la presencia de
múltiples realidades (individuales o colectivas) culturales, morales, políticas o de otra
índole, como consecuencia de que la nueva estructura mundial.

De aquí es que nacen las clases sociales, las diferencia de oportunidades, los conflictos
sociales, las pocas posibilidades de algunas personas para estudiar y desarrollarse.

Es ahí donde se complica el estudio de esta carrera, donde dependiendo de cuanto dinero
tengas, como vivas o de que familia vengas podrás desarrollarte y superarte o no.
En esta circunstancias, para ingresar a una facultad (y en casi todo ámbito de la vida actual)
las oportunidades no son regidas por la capacidad o las competencias con los que la persona
cuente si no que todo se rige por lo económico.

El principal problema de la sociedad es que un estudiante de bajos recursos, no es


motivado, guiado y mucho menos apoyado para desarrollarse y superarse mediante el
estudio. En raras ocasiones la persona cree, sueña o anhela la posibilidad de mejorar su
nivel de vida, salir de la pobreza.

Esto es porque saben que es muy difícil, casi imposible realizar algunas de estas acciones
sin contar con el dinero que sustente el cambio. Por lo cual, en lugar de buscar la manera de
hacerlo, o de luchar por lo que quieren anulan desde un principio el sueño o anhelo de
estudiar y /o mejorar su vida.

Así ingresan al sistema laboral, donde perciben un sueldo (por lo general escaso por su
nivel de educación) y para ellos esta bien, viven y mueren viviendo de esa manera.

Esto lleva a un círculo vicioso en donde nadie intenta superarse. Lo más probable es que
sus hijos vivan y piensen de la misma manera, ya que no cuentan con el incentivo de los
padres, ni la motivación y guía se requiere para estudiar una carrera.

Este problema lleva a un gran número de gente no instruida y a la saturación de empleados


con bajas jerarquías en las distintas empresas (con un bajo sueldo), ellos conforman los
sectores pobres o indigentes.

El estado, quien intenta “solucionar” los problemas de esta gente, le entrega mensualmente
a esta gente, una insignificante ayuda económica.

Esto si bien soluciona los problemas más urgentes e inmediatos de la gente, por otro lado,
les afecta ya que los acostumbra a vivir de esa ayuda, creyendo innecesario estudiar,
esforzarse por el desarrollo personal y/o trabajar.

Aspectos Económicos que integran e influyen en el mundo de la Abogacía:

Como decíamos antes, el estudiar esta o cualquier carrera tiene como principal requisito
contar con ciertos recursos económicos. Aun si habláramos de la Facultad Nacional que es
gratuita, se debería tener en cuenta esto, ya que desde el asistir a clases hasta la compra del
material significa un gasto de dinero.

Por lo cual considero que hoy y desde siempre, el estudio de una carrera y el desarrollo
intelectual y personal de las personas es excluyente.

Muchas personas quizás tienen las capacidades y competencias necesarias para un estudio
terciario o universitario pero no cuentan con los recursos económicos.
Por eso, si tenemos los recursos económicos, lo único que necesitamos es querer
desarrollarnos intelectual y personalmente, superarnos y esto se da a través del estudio.

Conveniencia o vocación

Por otro lado, como toda profesión u oficio, la remuneración que se recibe va a depender de
cómo nos desarrollemos, de nuestras capacidades y competencias para realizar las tareas
encomendadas.

Para mi forma de ver las cosas, estudiar una carrera, convertirse en un profesional, (sea cual
sea el rubro a seguir), no tiene que ver con la remuneración que pueda recibirse por ello,
sino que es importante que se elija a través de una evaluación del deseo y la convicción de
hacerlo, las competencias y capacidades que tenemos para esto, y por sobre todo la
vocación.

Por supuesto, siempre que se habla de trabajar (desarrollando un oficio o una profesión), se
tiene en cuenta que se recibirá una remuneración dependiendo de la actividad que
realicemos, el puesto jerárquico, y las horas trabajadas.

Por supuesto, con dicha remuneración deberemos sustentar los gastos de nuestra vida, por
lo cual, esto siempre influye a la hora de decidir que profesión u oficio se va a seguir, ya
que la elección de este, dictara como viviremos económicamente hablando.

Sin embargo, el plano económico, a pesar de estar estrechamente ligado a la elección de


una profesión, no debe ser el primer aspecto a evaluar y mucho menos el más importante.

Considerando que si elegimos una profesión u oficio solo evaluando las posibles ganancias
a obtener, o la salida laboral que tengan, al cabo de unos años de desarrollarla se tornara
difícil y casi insoportable, ya que no tendrá el encanto de una vocación y quizás tampoco se
pueda triunfar en ese ámbito ya que es muy importante tener en cuanta las competencias y
capacidades para el desarrollo de las tareas concernientes a la profesión.

En fin, esta es solo mi forma de pensar, y es como yo logre la elección de la profesión que
deseo seguir. Conozco mis competencias y mis capacidades, y por sobre todo tengo
vocación, sin importar el hecho de cuan remunerativa sea la profesión que deseo
seguir.Aspectos Políticos que integran e influyen en el mundo de la Abogacía:

Cuando reflexionamos sobre la administración de la cosa pública, nos damos cuenta que en
la mayoría de instituciones estatales, sean éstas parte del Órgano Ejecutivo, el Legislativo o
el Judicial, una gran parte de los empleados y funcionarios públicos ostentan la profesión
de abogados.

Esta realidad es fácilmente comprobable. Ministros, Presidentes de Instituciones


autónomas, Diputados, Asesores, Directores de Departamentos y por supuesto, Jueces,
Secretarios y Magistrados dentro del Órgano Judicial, resultan ser abogados, estudiantes de
derecho, o egresados de la misma.
Nada menos los dos nuevos entes reguladores, la Defensoría de Protección al Consumidor y
la Superintendencia de Competencia, tendrán muy probablemente como titulares de las
mismas a juristas, cuya dedicación será a tiempo completo.

Esta combinación del derecho con la función pública y/o política, debería ser considerada
como una ventaja para el Estado y sobre todo para los administrados. El conocimiento del
ordenamiento jurídico debería obligara a los funcionarios u ocupantes de cargos públicos,
no sólo a respetar los derechos de los contribuyentes, sino también a asesorar debidamente
a los titulares de las distintas instituciones para las cuales trabajan.

Para ello la ética es fundamental, pues sólo si se actúa con rectitud se puede aplicar el
derecho como se debe: sin ideologías, pues no estamos al servicio de un partido político
cuando se trabaja en el Estado, sino al servicio de los ciudadanos.

Sin embargo no basta con conocer la ley, se debe ir más allá; cuando se está dentro del
quehacer político y se es abogado, se tienen dos opciones: o sucumbir ante la politiquería, o
asesorar conforme al “deber ser”.

Esto último debería constituir la opción más frecuente y para ello los abogados que
temporalmente sirven al Estado, deben prepararse, combinando su conocimiento del
derecho con otras ramas del saber.

Aspectos Culturales que integran e influyen en el mundo de la Abogacía:

“…La Universidad es el ambiente en el que se produce el proceso de conservación,


transmisión y desarrollo de las formas superiores de la cultura, por lo cual resulta
responsable del destino de la humanidad.- De los tipos culturales que decidamos promover
en la Universidad, más que de acontecimientos políticos y militares, dependerá el curso que
tomará nuestra historia.- En tal sentido, podemos afirmar que paralelamente al desarrollo
científico, debemos intensificar el progreso en un sentido en que el mundo moderno parece
fallar: los aspectos morales y espirituales, sin los cuales todo proyecto técnico resulta
inútil…”.

En los albores de este nuevo siglo estamos persuadidos de la necesidad de efectuar una
pausa en el mundo de la abogacía, para replantear la incidencia que esta doctrina tiene el la
cultura y en la sociedad en general.

En suma, una toma de conciencia sobre la evolución histórica del Derecho y sobre las
proyecciones en la sociedad de nuestras actividades profesionales y académicas.-

El propósito es una propuesta de contribución a la búsqueda empírica de las soluciones


jurídicas que exigen estos tiempos en estas naciones, acuciadas por profundos cambios
sociales e ideológicos.

La trillada pregunta acerca de si el Derecho atraviesa una etapa de crisis, no resulta


inapropiada en el momento histórico que vivimos.- Es que el Derecho, como todas las
demás ciencias humanas, experimentó en la segunda mitad del siglo XX un relevante salto
de calidad, a partir de la revisión de sus presupuestos filosóficos básicos.- Ello impactó con
particular relevancia social y cultural en nuestro contexto, donde la ideología y las
mutaciones políticas plantean revisiones cíclicas de estos principios, con avances o
retrocesos, según los países y sus realidades coyunturales.-

Esta aparente crisis del Derecho, entendiendo crisis como una ruptura significativa de la
ciencia con sus postulados del pasado, encuentra uno de sus fundamentos más
trascendentes en una suerte de re-descubrimiento de la persona humana como un ser en
libertad.- La libertad ya no es solo visualizada como un atributo de la persona, sino también
como un elemento configurativo de su propia existencia.

Este cambio en los postulados del derecho influye y golpea fuertemente en la cultura y la
sociedad, ya que el común de la gente, no entenderá, ni aceptara estos nuevos conceptos y
concepciones hasta que no sufran una internalizacion de estos, lo cual dentro de una
sociedad como la nuestra, lleva muchos años.

Por otro lado, resulta particularmente relevante analizar el rol que la enseñanza
universitaria del derecho puede asumir dentro de una sociedad que padece altos niveles de
desconstitucionalización.

Por lo pronto, el desconocimiento constitucional que padecen los jóvenes es consecuencia,


de similar ignorancia que sufren sus padres y sus docentes. Se utiliza entonces la acepción
“padecer”, en el sentido que nos indica la “carencia de algo necesario para la vida o muy
deseado”.

Sin duda, la ignorancia es el primer cordón que enlaza las siguientes ataduras de la mente
humana.- Confiar en la fuerza liberadora del conocimiento es apostar a un futuro diferente.-

Existe otro dilema para esta profesión. “El abogado es el consejero o asesor jurídico más
cualificado” es una frase que comentan muchos abogados. No obstante, es necesario
preguntarse: ¿La sociedad percibe al abogado como el asesor más cualificado, como su
primera opción? ¿La relación calidad/precio/servicio de los abogados es la más valorada?
¿Se conoce claramente la utilidad social de la profesión de abogado?

Si los abogados son los profesionales más preparados como consejeros jurídicos, ¿por qué
los clientes potenciales escogen a veces los servicios de otros profesionales?

Porque existe la percepción o valoración social que determinados asuntos los pueden
resolver bien otros colectivos profesionales y a un precio inferior al de los honorarios de los
abogados. Con independencia de que ello sea así, existe esta creencia. Igualmente perdura
todavía, aunque no tanto como en el pasado, la clásica asociación del abogado con las
actuaciones judiciales (pleitos), percepción reforzada en buena parte por la industria de la
imagen (televisión y cine).
El mantenimiento del prestigio, de la consideración social, de una profesión es clave para
que no disminuya su demanda social. Realidad y percepción social a menudo discrepan.
Cuando la identidad (la realidad) y la imagen (la percepción social) de un colectivo
profesional no se corresponden, el colectivo en cuestión tiene un problema de imagen, de
posicionamiento en la sociedad.

Este es el caso donde un medio de comunicación masivo, como lo es la televisión, crea una
propia realidad social, crea cierta imagen de una profesión, basándose en la percepción y
subjetividad de ciertas personas. Además realiza una generalización de esta profesión, sin
analizar cada caso, o los diferentes profesionales.

Aspectos Morales que integran e influyen en el mundo de la Abogacía:

En la moral del abogado podemos decir que lo más importante es el criterio que debe tener
un abogado. La abogacía no se cimienta en la lucidez del ingenio, sino en la rectitud de la
conciencia. Malo será que erremos y defendamos como moral lo que no es; pero si nos
hemos equivocado de buena fe, podemos estar tranquilos.

Se desprende de ahí que el momento crítico para la ética abogacil es el de aceptar o repeler
el asunto.

“Nuestro oficio ¿es hacer triunfar a la justicia o a nuestro cliente? ¿Iluminamos al Tribunal
o procuramos cegarle?

Cuando un abogado acepta un caso, es porque estima -aunque sea equivocadamente- que la
pretensión de su tutelado es justa, y en tal caso al triunfar el cliente triunfa la justicia, y
nuestra obra no va encaminada a cegar sino a iluminar.

También da unos consejos a los abogados. Hay que ser refractario al alboroto.

Soportar la amargura de una censura caprichosa e injusta, es carga añeja a los honores
profesionales. Debajo de la toga hay que llevar la coraza.

Abogado que sucumba al que dirán debe tener su hoja de servicios manchada con la nota de
cobardía. No digo que el juicio público no sea digno de atención. Lo que quiero decir es
que después de adoptada una resolución, vacilar ni retroceder por miedo a la critica, que es
un monstruo de cien cabezas irresponsables y faltas de sindéresis.

Cuando se ha marcado la línea del deber hay que cumplirla a todo trance. El transeute que
se detenga a escuchar los ladridos de los perros, difícilmente llegará al término de su
jornada.

Primero.- Duda sobre la moralidad intrínseca del negocio. El problema es sencillo de


resolver. Como la responsabilidad es nuestra, a nuestro criterio hemos de atenernos y sólo
por el nos hemos de guiar.
Malo será que erremos y defendamos como moral lo que no lo es; pero si nos hemos
equivocado de buena fe, podemos estar tranquilos.

Adviértase que he confiado la solución del conflicto al criterio y no al estudio. Quien busca
en los libros el aquietamiento de la conciencia, suele ir hipócritamente a cohonestar la
indelicadeza para beneficio del interés…

Segundo.- Pugna entre la moral y la ley. Empiezo por creer que no es tan frecuente como
suele suponerse. Cuando en verdad y serenamente descubrimos un claro aspecto moral en
un problema, raro ha de ser que, con mas o menos trabajo, no encontremos para el la
fórmula amparadora en las leyes.

Tercero.- Moralidad de la causa e inmoralidad de los medios inevitables para sostenerla.


Es este un conflicto frecuentísimo y doloroso, pero su solución también se muestra clara.
Hay que servir al fin bueno aunque sea con los medios malos. Por ejemplo; dilatar el curso
de un litigio hasta que ocurra un suceso, o se encuentre un documento, amedrentar con
procesos extremos a un malvado que no se rendiría a los normales.

Todos nos hemos hallado en casos semejantes, y es no solo admisible sino loable y a veces
heroico, comprometer la propia reputación usando ardides censurables para servir una
finalidad buena que acaso todos ignoran menos el abogado obligado a sufrir y callar.

Cuarto.- Licitud o ilicitud de los razonamientos. Diré mi apreciación en pocas palabras.


Nunca ni por nada es lícito faltar a la verdad en la narración de los hechos.

Quinto.- Oposición entre el interés del letrado y el de su cliente. No pretendo referirme a la


grosera antitesis del interés pecuniario, por que eso no puede ser cuestión para ningún
hombre de rudimentaria dignidad. Aludo a otras muchas incidencias de la vida profesional
en que el letrado haría o diría, o dejaría de hacer o de decir tales o cuales cosas en servicio
de su comodidad, de su lucimiento o de su amor propio. El conflicto se resuelve por si solo,
considerando que nosotros no existimos para nosotros mismos sino para los demás, que
nuestra personalidad se engarza en la de quienes se fían de nosotros, y que lo que ensalza
nuestras tareas hasta la categoría del sacerdocio es, precisamente, el sacrificio de lo que nos
es grato en holocausto de lo que es justo.

Sexto.- Queda por considerar una sabrosa adivinanza que Colette Iver plantea en su
originalísima novela Les Dames du Palais. “Nuestro oficio ¿es hacer triunfar a la Justicia o
a nuestro cliente? ¿Iluminamos al Tribunal o procuramos cegarle?”.

Código de Ética Abogacil

Capítulo I: Disposiciones Generales

Art.1: Ámbito de aplicación: Las disposiciones del presente Código de Ética serán de
aplicación a todo matriculado en este Colegio en el ejercicio de la profesión de abogado en
la Capital Federal y/o ante Tribunales Federales, como asimismo en el supuesto
contemplado en el artículo 4 párrafo segundo de la Ley 23.187.

Art.2: Comienzo de vigencia: Las disposiciones del presente Código de Ética comenzarán
a regir desde el día siguiente a su publicación en el Boletín Oficial y sin perjuicio de toda
otra forma de publicidad que dispongan las autoridades del Colegio Público de Abogados
de la Capital Federal, anterior o posterior a la publicación en el Boletín Oficial.

Art.3: Órganos de aplicación: Son órganos de aplicación de las disposiciones de este


Código de Ética, los establecidos por la Ley 23.187, conforme las vías y procedimientos
regulados en la misma y por el Reglamento de Procedimientos del Tribunal de Disciplina
(B.O. Nro. 26.100, 6 de Marzo de 1987).

Art.4: Heteronomía: Las disposiciones del presente Código de Ética no podrán ser
modificadas o dejadas sin efecto, ni excusarse deberes u obligaciones profesionales allí
contenidos por acuerdo de partes, por lo que son nulos los convenios o acuerdos respecto de
temas comprendidos en este Código de Ética, o la renuncia a su exigibilidad.

Art.5: Interpretación: Se adopta como principio general para la interpretación de las


disposiciones de este Código de Ética el establecido en el segundo parágrafo del artículo 1
de la Ley 23.187: "La protección de la libertad y dignidad de la profesión de abogado forma
parte de las finalidades de esta ley y ninguna de sus disposiciones podrán entenderse en un
sentido que las menoscabe o restrinja".

Capitulo 2: Deberes Fundamentales del Abogado respecto del orden Jurídico-Institucional

Art.6: Afianzar la Justicia: Es misión esencial de la abogacía el afianzar la justicia y la


intervención profesional del abogado, función indispensable para la realización del derecho.

Art.7: Defensa del Estado de Derecho: Es deber del abogado preservar y profundizar el
Estado de Derecho fundado en la soberanía del pueblo y su derecho de autodeterminación.

Art.8: Abogacía y Derechos Humanos: Es consustancial al ejercicio de la abogacía la


defensa de los Derechos Humanos, entendidos como la unidad inescindible de derechos
civiles y políticos, y derechos económicos, sociales y culturales, conforme los contenidos
de la Constitución Nacional, y de las declaraciones, cartas, pactos y tratados internacionales
ratificados por la República Argentina.

Art.9: Abogacía y Usurpación del Poder Político: Es contrario y violatorio de los deberes
fundamentales del ejercicio de la abogacía, el prestar servicio a la usurpación del poder
político, aceptando ingresar a cargos que impliquen funciones políticas, o a la magistratura
judicial.

Capitulo 3: Deberes fundamentales inherentes al ejercicio de la Abogacía

Art.10: Son deberes inherentes al ejercicio de la abogacía:


 Utilizar las reglas de derecho para la solución de todo conflicto, fundamentado en los
principios de lealtad, probidad y buena fe.

 Tener un domicilio fijo y conocido para la atención de los asuntos profesionales que se
le encomienden.

 Atender su permanente capacitación profesional.

 Abstenerse de promover la utilización de su firma para obtener un resultado favorable


en gestión que responda al trabajo efectivo de otro profesional.

 Abstenerse de permitir la utilización de su nombre para nominar Estudio Jurídico con el


que no guarde vinculación profesional.

 Abstenerse de publicitar sus servicios sin la mesura y el decoro exigidos por la dignidad
de la profesión, en base al los honorarios a percibir, que pueda inducir a engaño.

 Evitar cualquier actitud o expresión que pueda interpretarse como tendiente a


aprovechar toda influencia política o cualquier otra situación excepcional.

 El abogado debe respetar rigurosamente todo secreto profesional y oponerse ante los
jueces u otra autoridad al relevamiento del secreto profesional, negándose a responder las
preguntas que lo expongan a violarlo.

 El abogado debe defender el derecho a la inviolabilidad del estudio y de los documentos


que le hubiesen sido confiados.

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