Examen Físico de Mamas y Gineco-Obstétrico
Examen Físico de Mamas y Gineco-Obstétrico
Examen Físico de Mamas y Gineco-Obstétrico
La
mama se encuentra sobre el músculo pectoral mayor y, en su borde inferior, sobre el serrato
anterior.
Para describir los hallazgos clínicos,
la mama se divide en cuatro
cuadrantes establecidos por una
línea horizontal y otra vertical que
se cruzan en el pezón. Una quinta
zona, una cola axilar de tejido
mamario, a veces denominada cola
de Spence, se extiende de forma
lateral hasta el pliegue axilar
anterior. Otra posibilidad es
describir los hallazgos según la
carátula del reloj (p. ej., a las 3) y la
distancia al pezón en centímetros.
La mama es un tejido sensible a las hormonas que responde a los cambios del ciclo
menstrual y del envejecimiento. El tejido glandular, es decir, las glándulas
tubuloalveolares secretoras y los conductos, forma 15-20 lóbulos tabicados que irradian
alrededor del pezón.
El tejido conectivo fibroso proporciona apoyo
estructural en forma de bandas fibrosas o
ligamentos suspensorios, conocidos también
como ligamentos de Cooper, conectados a la
piel y a la fascia subyacente.
El tejido adiposo, o grasa, rodea la mama,
sobre todo en las zonas superficiales y
periféricas. Las proporciones de estos
componentes varían con la edad, el estado
general de nutrición, el embarazo, la
administración exógena de hormonas y otros
factores. Tras la menopausia, se produce atrofia
del tejido glandular y una disminución notable
del número de lobulillos.
La superficie de la aréola presenta pequeñas elevaciones
redondeadas, formadas por las glándulas sebáceas, las glándulas
sudoríparas y las glándulas areolares accesorias. A menudo se
observan algunos pelos en la aréola. Durante el embarazo, las
glándulas sebáceas producen una secreción grasa que sirve como
un lubricante protector para la aréola y el pezón durante la
lactancia.
Tanto el pezón como la aréola poseen una musculatura lisa, que se
contrae para exprimir la leche del sistema ductal durante la
lactancia. La rica inervación sensitiva, sobre todo del pezón,
induce la “bajada de la leche” tras la estimulación neurohormonal
por la succión del lactante.
La mama adulta puede ser blanda, pero a menudo se palpa como una estructura
granulosa, nodular o abultada. Esta textura desigual es normal y se denomina
nodularidad fisiológica. Casi siempre es bilateral y puede manifestarse en toda la
mama o sólo en algunas partes. La nodularidad puede aumentar antes de la
menstruación, momento en que las mamas suelen agrandarse y ponerse sensibles o
incluso dolorosas. Sobre los cambios mamarios durante la adolescencia y el
embarazo.
En ocasiones se ven uno o más pezones adicionales o supernumerarios a lo largo
de las “líneas de la leche”. Por lo general, sólo hay un pequeño pezón y una
aréola, que suelen confundirse con un lunar ordinario. Aquellos que contienen
tejido glandular a veces muestran un incremento de la pigmentación, hinchazón,
sensibilidad o incluso lactancia durante la pubertad, la menstruación y el embarazo.
Examen físico de mama
INSPECCIÓN
La inspección se realiza con la vista. La paciente se encontrará sentada con el tórax y
brazos descubiertos, bajo una iluminación adecuada y con el examinador parado frente a
ella. Se divide en estática y dinámica.
Inspección estática
Con las extremidades superiores colgando a lo largo del tronco, en posición de relajación,
se inspeccionan las mamas, aréolas y pezones; se observa la forma, volumen, simetría,
bultos, hundimientos, cambios de coloración de la piel y red venosa. Los pezones deben ser
de color homogéneo similar al de las aréolas; la superficie puede ser lisa o rugosa; observe
si algún pezón está invertido (umbilicación), la dirección hacia la que apuntan, si hay
exantema, ulceración o cualquier secreción que orienten a la sospecha de una lesión
mamaria.
Los tubérculos de Montgomery son dispersos, no sensibles, no supurantes y constituyen un
hallazgo habitual.
Signos clínicos que se pueden encontrar durante la inspección
• Pezón invertido (umbilicación) o cambio de dirección de este. Esto puede darse por
padecimientos inflamatorios o infecciosos del pezón como la galactoforitis. En algunas
ocasiones esta orientación existe desde el inicio del desarrollo de la glándula mamaria, si
este no es el caso, se debe sospechar de patología mamaria maligna.
• Retracción de la piel. Es un signo cutáneo que indica alteración fibroblástica subyacente,
habitual de los carcinomas cercanos a la piel, pero también se puede encontrar secundario a
traumatismos (necrosis grasa).
• Cambios de coloración de la piel. Engrosamiento de la piel y poros prominentes,
conocida también como piel de cochino o piel de naranja, característico de tumores que
invaden a la piel, como el tumor de tipo inflamatorio, donde ocurre infiltración a los vasos
linfáticos subdérmicos. También existen cambios de coloración, como el eritema debido a
procesos inflamatorios e infecciosos agudos, como abscesos, mastitis, ectasia ductal y
galactocele infectado.
• Secreción por el pezón. Puede haber secreción en forma espontánea. Se considera normal
cuando es calostro o leche, y anormal cuando es de aspecto seroso, serohemático o
hemorrágico.
• Exantema o ulceración. Se observa en la enfermedad de Paget de la mama.
• Red venosa. Puede ser visible en mujeres obesas o gestantes; los patrones venosos suelen
ser similares en ambas mamas; en ocasiones, los unilaterales se deben a dilataciones de las
venas superficiales, como consecuencia del flujo sanguíneo que irriga una neoplasia
maligna.
Inspección de mamas
1. Tamaño/simetría
2. Volumen: masas, agujeros o depresiones
3. Aspecto de piel
Patron venoso
Inspección de pezón.
1. Tamaño y forma 2. Erupciones o ulceraciones
• Palpación
o Unimanual (tacto vaginal)
1. Colocarse guantes esterilizados. de pie, frente o a un costado de la mujer, 2
según le sea más fácil, y efectúe con delicadeza la introducción de los dedos
índice y del medio, enguantados y lubricados, para palpar la vagina.
2. Separar los labios mayores y menores con los dedos índice y pulgar de la
mano derecha para facilitar la introducción de los dedos de la mano izquierda.
3. Los dedos de la mano que realiza el tacto (mano izquierda) deben colocarse
de la siguiente manera:
El meñique y anular flectados sobre la mano; pulgar, índice y medio
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extendidos. Esta disposición permite la adecuada depresión del periné,
facilitando la exploración de la parte profunda del conducto vaginal, aunque
los dedos del examinador sean cortos. La depresión perineal es especialmente
fácil cuando la paciente tiene su musculatura relajada.
4. Lubricar con vaselina líquida o jalea esterilizada los dedos índice y medio,
si es conveniente, e introducirlos en el conducto vaginal. En ocasiones (niñas,
mujeres postmenopáusicas, secuelas de tratamiento radiante) el examen sólo 4
puede practicarse con un dedo (índice).
5. El primer tiempo del tacto es la exploración del extremo terminal de la
uretra: Con el dedo índice se realiza la expresión de la parte terminal del
conducto y de las glándulas periuretrales observando el meato. En caso de
uretritis se puede observar la salida de pus por el meato y/o por los conductos
de las glándulas periuretrales al realizar esta maniobra.
6. A continuación, con el dedo índice en la pared lateral del introito vaginal y
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el dedo pulgar en el espesor del labio mayor se palpan las glándulas de
Bartholino ubicadas debajo del músculo constrictor de la vagina, cuyo
conducto excretor se abre a los lados del vestíbulo, inmediatamente por fuera
del borde lateral del orificio de la vagina, aproximadamente en la unión de
los dos tercios anteriores con el tercio posterior del introito. Las glándulas normales
prácticamente no se palpan.
7. Se continúa con la introducción de los dedos índice y medio de la mano izquierda por el
conducto vaginal. Esta maniobra debe ser suave, teniendo especial cuidado de no producir
dolor. Una vez dentro se debe inspeccionar lo siguiente:
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Valoración de la vagina
1. Consistencia: girando los dedos exploradores abiertos.
2. Longitud: Comparando con la longitud de los dedos del examinador.
3. Diámetro: Calculando la apertura de los dedos.
4. Masas palpables: Palpando fondos de saco y caras laterales.
5. Conducto vaginal: Se debe palpar todo el conducto vaginal buscando deformaciones,
cicatrices, tabiques, quistes, etc., y los fondos de saco, detectando la presencia de dolor,
abombamiento, retracción, etc.
9. Posteriormente se palpa el cuello uterino examinando lo siguiente:
Valoración del cuello uterino
1. Tamaño: mediante palpación. Es menor en pacientes no gestantes y mayor en
pacientes gestantes.
2. Consistencia: presionando sobre el cérvix con los dedos; en un útero no gestante la
sensación a la palpación es similar a la punta de la nariz, y en útero gestante similar a los
labios de la boca.
3. Regularidad: palpando el contorno. Puede ser irregular en pacientes multíparas.
4. Situación: estableciendo la localización en relación con la luz de la vagina.
5. Permeabilidad: procurando introducir el dedo índice a través del orificio cervical
externo.
6. Dolor: valorando en qué momento de la exploración se ocasiona dolor. Ante una anexitis
el dolor será mayor al desplazar el cérvix hacia el lado contralateral, y mucho más intenso
en casos de embarazo ectópico.
o Bimanual combinado
Sigue y complementa el tacto vaginal. Es sumamente
útil, ya que nos hace accesible el útero y los anexos.
1. Una vez terminado el tacto vaginal y sin retirar los
dedos de la vagina, estos se giran de manera que la
cara palmar de los mismos toque la pared vaginal
anterior.
2. Palpe el útero:
a) Coloque la otra mano sobre el abdomen, a la mitad
de la distancia entre el ombligo y la sínfisis del pubis.
b) Mientras se eleva el cuello uterino y el útero en la
mano introducida en la vagina, presione con la otra
mano tratando de agarrar el útero entre las dos manos.
c) Anote su tamaño, forma, posición, consistencia,
sensibilidad, movilidad, superficie y reconozca si
hay alguna zona de dolor o masas.
d) Ahora deslice los dedos de la mano introducida en
la vagina hasta el fondo de saco anterior y palpe el
cuerpo del útero entre las dos manos. En esta
posición, los dedos vaginales pueden palpar la cara
anterior del útero y la mano, colocada en el abdomen,
la cara posterior.
e) Si no puede palpar el útero con ninguna de esta
maniobras, quizá esté inclinado hacia atrás
(retroversión). Deslice los dedos vaginales hasta el
fondo de saco posterior y palpe el útero apoyando con
firmeza los dedos. A veces, una pared abdominal
obesa o poco relajada impide la palpación del útero, aun cuando se coloque en posición
anterior.
Hallazgos normales: El útero debe palparse justamente por encima de la sínfisis del pubis
y debe ser ligeramente movible cuando se aplica presión durante la palpación bimanual. Por
la palpación puede notarse una ligera molestia secundaria a la tensión muscular. El útero en
retroversión habitualmente no es palpable con este procedimiento. Tiene forma de pera y es
firme y liso. El tamaño promedio del útero de la mujer no embarazada tiene unos 8 cm de
diámetro mayor o longitudinal, de los cuales 3 cm corresponden al cuello; unos 4-5 cm de
diámetro transversal a nivel del fondo (de cuerno a cuerno), que disminuye
progresivamente hacia el cuello, y unos 3 cm de espesor o diámetro anteroposterior.
3. Palpe cada ovario:
a) Coloque la mano del abdomen en la fosa ilíaca derecha y los dedos vaginales en el
fondo de saco lateral derecho.
b) Presione hacia abajo con la mano, intentando empujar los anexos hacia los dedos
vaginales. Trate de reconocer el ovario derecho o cualquier masa anexial adyacente. Si
desplaza suavemente las manos, logrará deslizar los anexos entre los dedos y registrar su
tamaño, forma, consistencia, movilidad o dolor.
c) Repita el procedimiento en el lado izquierdo. Los ovarios normales suelen doler un poco.
En general, se palpan bien si la mujer es delgada y está relajada, pero es difícil o resulta
imposible si es obesa o se relaja mal.
d) En mujeres delgadas se puede palpar la trompa y el ligamento redondo como un delgado
cordón y el ovario como una formación elíptica o redondeada de aproximadamente 2 x 3
cm.
VALORACIÓN EN PALPACIÓN BIMANUAL
Posición del útero: debe valorarse la relación del cuerpo con el cuello (flexión y
versión).
Exploración del istmo uterino: se debe valorar el reblandecimiento de este segmento
del útero (signo de Hegar) es uno de los más precoces de gestación.
Tamaño del cuerpo uterino: causas comunes de aumento son, el embarazo (crecimiento
uniforme, de consistencia blanda, e indoloro) y el mioma uterino (crecimiento irregular y
consistencia más dura).
Anexos: se palpan con facilidad cuando se encuentran engrosados
Región parauterina: se pueden palpar tumores o quistes de los ovarios, abscesos
tuboováricos, procesos inflamatorios agudos o crónicos de los oviductos, hidrosálpinx,
embarazo ectópico, procesos pelviperitoneales agudos o crónicos (consistencia leñosa),
entre otros.
Masas anexiales
Las masas anexiales suelen deberse a trastornos de las tubas uterinas o de
los ovarios.
Quistes y cáncer ováricos
Los quistes y los tumores ováricos pueden detectarse como masas
anexiales en uno o ambos lados. Más adelante pueden extenderse fuera de
la pelvis. Los quistes suelen ser lisos y compresibles; los tumores, más
sólidos y, a menudo, nodulares. En general, los quistes no complicados
casi nunca son dolorosos.
Las pequeñas masas quísticas (diámetro ≤ 6 cm), móviles, en una mujer
joven, suelen ser benignas y a menudo desaparecen después del siguiente
período menstrual. El diagnóstico de síndrome de ovario poliquístico se
basa en la exclusión de varios trastornos endocrinos y en la presencia de
dos de las siguientes tres características: menstruaciones irregulares o ausentes,
hiperandrogenismo (hirsutismo, acné, alopecia, incremento de la testosterona sérica) y
confirmación de ovarios poliquísticos en la ecografía.
El cáncer ovárico es relativamente infrecuente y suele manifestarse en un estadio
avanzado. Los síntomas incluyen dolor pélvico, meteorismo, aumento del perímetro
abdominal y síntomas urinarios; a menudo hay una masa ovárica palpable.
Embarazo ectópico, incluida rotura
El embarazo ectópico se produce por la implantación del óvulo fecundado fuera de la
cavidad endometrial, sobre todo en la tuba uterina (90% de los casos). El cuadro clínico
varía de subagudo, en el 80-90% de los casos, al shock por la rotura y la hemorragia
intraperitoneal (10-30% de los casos). El dolor abdominal, a la palpación de los anexos y la
hemorragia uterina anómala son las manifestaciones clínicas más frecuentes. En más de la
mitad de los embarazos ectópicos hay una masa anexial palpable que casi siempre es
grande, fija y mal definida, a veces con epiplón, intestino delgado o colon adheridos. En los
casos más leves, puede haber antecedentes de amenorrea u otros síntomas de un embarazo.
Enfermedad inflamatoria pélvica
La EIP se debe al “ascenso espontáneo de los microorganismos del cuello del útero o la
vagina al endometrio, las tubas uterinas y las estructuras adyacentes”. En el 85% de los
casos se trata de ETS o vaginosis bacteriana que afectan a las tubas uterinas (salpingitis) o
la tubas y los ovarios (salpingooforitis), principalmente por N. gonorrhoeae y C.
trachomatis. La característica de la enfermedad aguda es el dolor a la palpación de los
anexos, el cuello uterino y el útero.