La Buena Voluntad. Kant.

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La buena voluntad.

1. Kant En el primer capítulo de la Fundamentación de la metafísica


de las costumbres expone Kant su concepto de buena voluntad. El
capítulo empieza con un párrafo célebre: «Ni en el mundo ni en
general tampoco fuera del mundo es posible pensar nada que
pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo
una buena voluntad.»' Los talentos del espíritu, las cualidades del
temperamento, los dones de la fortuna, sin la buena voluntad,
«pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dañinos». Y
¿cuándo una voluntad será buena? «La buena voluntad no es
buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación
para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo
por el querer, es decir, es buena en sí misma.» Más en concreto, es
buena la voluntad que obra, no por inclinación, sino por deber, o
sea, la voluntad que se determina a obrar «objetivamente por la ley
y subjetivamente por el respeto a la ley». Y ¿qué es el deber? ¿Qué
manda la ley moral? Que yo pueda querer que «mi máxima
particular de acción se convierta en ley universal». No es una ley
material, sino formal: manda sólo «la mera legalidad en general».
1. Fundamentación de la metafísica de las costurnbres. Trad. de M.
García Morente. Col. Austral 648, 4." ed., Madrid, Espasa-Calpe,
1973.
LA VOLUNTAD BUENA. EXPLICACIÓN.
Es imposible imaginar nada en el mundo o fuera de él que pueda
ser llamado absolutamente bueno, excepto la voluntad buena
Con estas palabras comienza la Metafísica de las Costumbres
¿Qué quiere decir Kant al afirmar que la voluntad buena es lo único
que puede ser llamado bueno sin más aclaración?
Es evidente que Kant está hablando de algo que no puede ser otra
cosa que algo bueno, de algo que necesariamente es bueno por sí
y, por tanto, sin consideración alguna hacia algo externo a sí misma.
Lo que sucede es que si reflexionamos un poco sobre todo ello nos
encontramos que no es ese el sentido normal que solemos aplicar
cuando hablamos de las cosas buenas. Así, por ejemplo, decimos
que una medicina es buena no porque ella sea buena en sí misma
sino por los efectos que produce si sana a un enfermo. Lo mismo
podemos decir en relación con multitud de otras  realidades: la
riqueza, por ejemplo, no es un bien absoluto en si mismo ya que
puede producir la miseria en otros; el talento tampoco es un bien
en sí mismo ya que puede ponerse al servicio de una mala causa.
Pensemos en otros ejemplos y veremos que que es difícil encontrar
algo que sea bueno en sí, o lo que es lo mismo que nos sea
imposible pensar en que no pudiera ser bueno. Pues bien, cuando
Kant habla de la voluntad buena afirma que estamos ante algo que
es bueno en sí mismo y no solamente en relación a otras cosas
externas a ellas misma. En este sentido la voluntad buena lo es en
virtud de su propio valor intrínseco y no por los efectos que puede
producir. Por ejemplo, alguien podría pensar que la  voluntad es
buena porque ayuda a llevar a cabo acciones que podrían producir
la felicidad de alguien. Según Kant, una voluntad es buena no
porque sea causa de buenas acciones que pueden producir en uno
la sensación de ser bueno o feliz.
Ahora bien,  afirmar de un modo absoluto que la voluntad es buena
necesariamente a partir de sí misma y, al mismo tiempo, no
explicar el por qué parece situarnos ante una afirmación
tautológica o un círculo vicioso. Y es que sucede como si alguien
afirmara lo siguiente: el agua fresca, es fresca y, al preguntársele
por qué, dijese que la causa de ello no estaba en algo externo al
agua en sí, sino en la misma agua en sí independientemente de que
pudiéramos comprobar empíricamente la causa de tal frescura.
Parece evidente que quien respondiera de ese modo estaría
afirmando una mera tautología ya que el predicado  no estaría
dando información alguna pues que lo que dice está contenido de
antemano en el sujeto. Pues bien, del mismo modo, cuando se
afirma que la voluntad buena es necesariamente buena por sí
misma parece que estamos también ante una tautología ya que se
nos prohíbe buscar la causa de tal bondad fuera de la voluntad
misma. Estaríamos ante una proposición vacía y sin contenido que
no nos da realmente información nueva de ninguna clase. Es
evidente que Kant era consciente de este problema y, por ello, en
la metafísica de las costumbres, no afirma únicamente que la
voluntad buena es buena por sí mismo sino que también explica
POR QUÉ y CUANDO tal voluntad es buena sin necesidad de
depender de los beneficios externos que pueda reportarnos. Para
explicar esta cuestión, Kant, acudirá al concepto de DEBER. Por ello
afirma: una voluntad que obra por deber es una voluntad buena

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