Antiquum Ministerium Venezuela

El Ministerio de Catequista
Retos, Institución y Consideraciones Pastorales
21 de septiembre de 2021
Introducción
• «Con palabras de afecto y de confianza, saludamos a
los abnegados agentes de pastoral en nuestras Iglesias
particulares, en todas sus categorías. Al exhortaros a la
continuación de vuestros trabajos en favor del
Evangelio, os estimulamos a un creciente esfuerzo en
pro de la pastoral vocacional, dentro de la cual se
inscriben los ministerios confiados a los laicos, en razón
de su bautismo y su confirmación. La Iglesia necesita
laicos conscientes de su misión [al] interior de la
[misma] y en la construcción de la ciudad temporal» (III
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano
y del Caribe, Mensaje a los pueblos de América Latina,
7).
El Ministerio de Catequista Retos, Institución y Consideraciones Pastorales 2
• Respecto a la mujer señalaron que ésta «debe
contribuir eficazmente a la misión de la Iglesia,
participando en organismos de planificación y
coordinación pastoral, catequesis, etc. La posibilidad
de confiar a las mujeres ministerios no ordenados le
abrirá nuevos caminos de participación en la vida y
misión de la Iglesia» (III Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Mensaje a
los pueblos de América Latina, Conclusiones, 845)

• Estos numerales manifiestan algunas de las
preocupaciones de los Obispos Latinoamericanos,
reunidos en Puebla en 1979, y el cambio eclesiológico
propuesto por el Concilio Vaticano II, plenamente
asumido en nuestro Continente:
o Reconocen a los laicos, incluidos los catequistas, como agentes de pastoral;
o Participan de la misión de la Iglesia;
o Tienen la responsabilidad de transformar las realidades temporales;
o La dimensión vocacional de los ministerios laicales, en virtud del bautismo y la
confirmación;
o La necesidad de abrir espacios de participación a la mujer en la Iglesia y el
acceso a los ministerios laicales.

Contenido
Retos para la institución del Ministerio de

Catequista
La Institución del Ministerio de Catequista
Consideraciones Pastorales

Retos para la
institución del
Ministerio de
Catequista

1.1. ¿Qué es un Motu Propio?
• Es un documento promulgado directamente por el

Papa (Carta apostólica), por su propia iniciativa y
autoridad, es decir, de forma libre y voluntaria.
• Posee un carácter legislativo, que modifica o

perfecciona algún elemento de la doctrina de la
Iglesia en referencia a la fe o a la moral para toda la
Iglesia, para una Iglesia Particular o para un organismo
de la Iglesia en específico.

1.2. El Reto de conferir a las mujeres
los ministerios laicales
• Para continuar la “reforma” de la Iglesia impulsada por el
Concilio Vaticano II (cfr. EG 26. 30), el Papa Francisco
consideró oportuno modificar el canon 230 § 1 del Código
de Derecho Canónico para dar acceso a la mujer a los
ministerios instituidos de lector y acólito, y de esta manera
poner en práctica la eclesiología de comunión expresada
en el canon 204 § 1 del mismo Código que define a los
laicos como aquellos que: «incorporados a Cristo por el
bautismo, se integran en el pueblo de Dios, y hechos
partícipes a su modo por esta razón de la función
sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su
propia condición, son llamados a desempeñar la misión que
Dios encomendó cumplir a la Iglesia en el mundo».

• Más adelante, el mismo Código reconoce la igualdad
entre todos los fieles, hombres y mujeres, «en cuanto a
su dignidad y acción», pues quienes han sido
regenerados «en Cristo, según su propia condición y
oficio, cooperan a la edificación de su Cuerpo» (CIC c.
208), manteniendo «siempre la comunión con la
Iglesia» (CIC c. 209 § 1).

• En consonancia con el Concilio Vaticano II, el Código,
señala que los laicos «en virtud del bautismo y de la
confirmación, como todos los demás fieles, están
destinados por Dios al apostolado, tienen la obligación
general, y gozan del derecho tanto personal como
asociadamente, de trabajar para que el mensaje
divino de salvación sea conocido y recibido por todos
los hombres en todo el mundo; obligación que les
apremia todavía más en aquellas circunstancias en las
que sólo a través de ellos pueden los hombres oír el
Evangelio y conocer a Jesucristo» (CIC c. 225 § 1).

• De igual manera, «tienen también el deber peculiar,
cada uno según su propia condición, de impregnar y
perfeccionar el orden temporal con el espíritu
evangélico, y dar así testimonio de Cristo,
especialmente en la realización de esas mismas cosas
temporales y en el ejercicio de las tareas seculares»
(CIC c. 225 § 2).

• Y reconoce que aquellos laicos «que sean
considerados idóneos tienen capacidad de ser
llamados por los sagrados Pastores para [desempeñar]
algunos oficios eclesiásticos y encargos» (CIC c. 228 §
1); por ejemplo: «los laicos que se distinguen por su
ciencia, prudencia e integridad tienen capacidad
para ayudar como peritos y consejeros a los Pastores
de la Iglesia, también formando parte de Consejos»
(CIC c. 228 § 2).

• Además, insiste en que «los laicos que de modo
permanente o temporal se dedican a un servicio
especial de la Iglesia tienen el deber de adquirir la
formación conveniente que se requiere para
desempeñar bien su función, y para ejercerla con
conciencia, generosidad y diligencia» (CIC c. 231 § 1).

1.3. ¿Qué son los Ministerios?
• El Santo Padre en la Carta apostólica Spiritus Domini

define a los ministerios como aquellos carismas o dones
que «el Espíritu del Señor Jesús, fuente perenne de la
vida y misión de la Iglesia, distribuye a los miembros del
Pueblo de Dios, [y] permiten a cada uno, de manera
diferente, contribuir a la edificación de la Iglesia y al
anuncio del Evangelio», los cuales al «ser reconocidos
públicamente e instituidos por la Iglesia, se ponen a
disposición de la comunidad y de su misión de forma
estable».

1.4. ¿Qué son los ministerios
laicales?
• En el caso específico de los ministerios laicales, éstos

«han sido instituidos por la Iglesia y confiados a través
de un rito litúrgico no sacramental a los fieles, en virtud
de una forma peculiar de ejercicio del sacerdocio
bautismal, y en ayuda del ministerio específico de los
obispos, sacerdotes y diáconos».

• Aceptando las recomendaciones de algunas
asambleas del Sínodo de los Obispos de profundizar en
la naturaleza de los ministerios laicales y en las
necesidades pastorales de estos tiempos, a fin de
ofrecer un apoyo oportuno a la comunidad eclesial en
su tarea evangelizadora, sostiene que dichos
ministerios, «al estar basados en el sacramento del
Bautismo, pueden ser confiados a todos los fieles
idóneos, sean de sexo masculino o femenino, según lo
que ya está previsto implícitamente en el canon 230 §
2» del Código de Derecho Canónico.

1.5. Los Ministerios de Lector y
Acólito
• Delega a las Conferencias Episcopales la tarea de

determinar la edad y condiciones para que los laicos
idóneos puedan «ser llamados para el ministerio
estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico
prescrito» y dejando en claro que la recepción «de
esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o
remunerados por la Iglesia» (CIC c. 230 § 1).

1.5. El camino hacia otros
Ministerios
• En la Carta que el Santo Padre Francisco dirige el 10 de
enero de 2021, Fiesta del Bautismo del Señor, al Prefecto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe acerca del
acceso de las mujeres a los ministerios del lectorado y
acolitado, señala que tanto los ministerios “ordenados”
(clérigos) como los ministerios “instituidos” (laicos), según lo
expresado en la Constitución apostólica Lumen Gentium «se
ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan
a su manera del único sacerdocio de Cristo» (LG 10) y en
línea con lo establecido por el Papa Paulo VI en la Carta
apostólica Ministeriam Quaedam, además de instituir los
ministerios enunciados previamente no excluye «que otros
“oficios” puedan ser instituidos por la Santa Sede a petición
de las Conferencias Episcopales», «de acuerdo con las
necesidades de la evangelización en su territorio».
• Lo anterior, no como consecuencia «del deseo de
adaptarse a las sensibilidades o a las culturas de las épocas
y de los lugares», sino «por la necesidad de permitir a cada
Iglesia local/particular, en comunión con todas las demás y
teniendo como centro de unidad la Iglesia que está en
Roma, vivir la acción litúrgica, el servicio de los pobres y el
anuncio del Evangelio en fidelidad al mandato del Señor
Jesucristo».
• Una mejor configuración de esos oficios o ministerios
ayudará «a la Iglesia a redescubrir el sentido de comunión
que la caracteriza y a iniciar un renovado compromiso en la
catequesis, en la celebración de la fe» y en su «servicio al
mundo».
1.6. La participación de la mujer
en la evangelización
• En la misma misiva sostiene el Papa que «la decisión de
conferir también a las mujeres estos cargos [ministerios],
que implican estabilidad, reconocimiento público y un
mandato del obispo, hace más efectiva en la Iglesia la
participación de todos en la obra de evangelización.
“Esto da lugar también a que las mujeres tengan una
incidencia real y efectiva en la organización, en las
decisiones más importantes y en la guía de las
comunidades, pero sin dejar de hacerlo con el estilo
propio de su impronta femenina” (Francisco,
Exhortación apostólica Querida Amazonia, 103)».

• Concluye afirmando que «el “sacerdocio bautismal” y
el “servicio a la comunidad” representan los dos pilares
en los que se basa la institución de los ministerios» tanto
para hombres como para mujeres.

La institución del
Ministerio de
Catequista
en toda la Iglesia

2.1. Estructura del Motu Proprio
Antiquum Ministerium
Consta de 1-2 Fundamentación Bíblica del Ministerio de catequista
11 3 Misión de los Catequistas

numerales 4 Renovación Conciliar de la Catequesis
La participación de los Laicos en la Catequesis en
5-6
virtud del Bautismo
7 Inclusión de nuevos ministerios laicales
Perfil del Ministro Catequista
8
Responsabilidad de redactar el Rito de Institución
9 Tarea de las Conferencias Episcopales
10 Institución en las Iglesias Orientales
La tarea de los Pastores en el discernimiento y
11
promoción de nuevos ministerios

2.2. Respuesta a los anhelos de las
Conferencias Episcopales
• A partir de los presupuestos teológicos y pastorales
previamente enunciados, el Papa Francisco con la
Carta apostólica Antiquum Ministerium cristaliza el
anhelo de varias Conferencias Episcopales de conferir
nuevos ministerios, «en apariencia, [a los laicos,
hombres y mujeres] pero muy vinculados a
experiencias vividas por la Iglesia a lo largo de su
existencia, para la implantación, la vida y el
crecimiento de la misma y para su capacidad de
irradiarse en torno a ella y hacia los que están lejos», los
cuales «por razones particulares crean necesarios o
muy útiles en la propia región» (AM 7).
2.3. Fundamentación Bíblica
• Una de esas experiencias es el Ministerio de Catequista,

el cual se remonta a los orígenes mismos del
cristianismo y está consignado en los escritos del Nuevo
Testamento.
• San Pablo hace alusión a éste cuando se refiere al
carisma que algunos poseían para enseñar a otros
miembros de la comunidad, que ya habían recibido el
Bautismo, todo lo referente a Jesucristo, Hijo de Dios y
salvador de toda la humanidad (cfr. 1Co 12, 28-31; Lc
1, 3-4; Ga 6, 6; AM 1).

2.4. El ministerio de Catequista
• Dichos carismas, infundidos por el Espíritu Santo en los
bautizados, «encontraron en algunos momentos una
forma visible y tangible de servicio directo a la
comunidad cristiana en múltiples expresiones, hasta el
punto de ser reconocidos como una diaconía
indispensable para la comunidad» (AM 2).
• Una de esas expresiones la encontramos en aquellos
«bautizados que ejercieron el ministerio de transmitir de
forma más orgánica, permanente y vinculada a las
diferentes circunstancias de la vida, la enseñanza de
los apóstoles y los evangelistas» (AM 2) a los que
integraban la comunidad, los cuales recibieron el
nombre de catequistas.
• A lo largo de los siglos, en el ejercicio de este ministerio
encontramos a «hombres y mujeres, que dedicaron su
vida a la enseñanza catequética a fin de que la fe
fuese un apoyo válido para la existencia personal de
cada ser humano» (AM 3). «Hombres y mujeres
animados por una gran fe y auténticos testigos de
santidad que, en algunos casos, fueron además
fundadores de Iglesias y llegaron incluso a dar su vida»
(AM 3).

• Lo anterior, quedó claramente expresado por el
Concilio al tomar conciencia de «la importancia del
compromiso del laicado en la obra de la
evangelización» y de «la implicación directa de los
fieles laicos en el desarrollo de la comunidad cristiana»
(AM 4).

• Ambas acciones (compromiso e implicación), «en los
laicos y laicas, [brotan] del propio bautismo, [por el
que] se sienten llamados a colaborar en el servicio de
la catequesis», a fin de ir «al encuentro de todos los
que esperan conocer la belleza, la bondad y la verdad
de la fe cristiana» (AM 5).

• En conformidad con las enseñanzas del Concilio, el
Papa Francisco subraya que «el apostolado laical
posee un valor secular indiscutible» y enmarca la
función del Catequista «en el servicio pastoral de la
transmisión de la fe, que se desarrolla en sus diversas
etapas: desde el primer anuncio que introduce al
kerygma, pasando por la enseñanza que hace tomar
conciencia de la nueva vida en Cristo y prepara en
particular a los sacramentos de la iniciación cristiana,
hasta la formación permanente que permite a cada
bautizado estar siempre dispuesto a “dar respuesta a
todo el que les pida dar razón de su esperanza” (1Pe 3,
15)» (AM 6).
• Esta función hace del Catequista «al mismo tiempo
testigo de la fe, maestro y mistagogo, acompañante y
pedagogo que enseña en nombre de la Iglesia. Una
identidad que sólo puede desarrollarse con
coherencia y responsabilidad mediante la oración, el
estudio y la participación directa en la vida de la
comunidad» (AM 6).

• Refiriéndose específicamente al ministerio laical de
Catequista lo define como «un servicio estable que se
presta a la Iglesia local según las necesidades
pastorales identificadas por el Ordinario del lugar, pero
realizado de manera laical como lo exige la naturaleza
misma del ministerio» (AM 8).

• Destaca que éste dará un «mayor énfasis al
compromiso misionero propio de cada bautizado, que
en todo caso debe llevarse a cabo de forma
plenamente secular sin caer en ninguna expresión de
clericalización» (AM 7).

• Al mismo tiempo, «posee un fuerte valor vocacional
que requiere el debido discernimiento por parte del
Obispo y que se evidencia con el Rito de Institución»
(AM 8).

2.5. Candidatos a este Ministero
• A este ministerio han de ser «llamados hombres y
mujeres de profunda fe y madurez humana, que
participen activamente en la vida de la comunidad
cristiana, que puedan ser acogedores, generosos y
vivan en comunión fraterna, que reciban la debida
formación bíblica, teológica, pastoral y pedagógica
para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe,
y que hayan adquirido ya una experiencia previa de
catequesis. Se requiere que sean fieles colaboradores
de los sacerdotes y los diáconos, dispuestos a ejercer el
ministerio donde sea necesario, y animados por un
verdadero entusiasmo apostólico» (AM 8).
2.6. Tarea de las Conferencias
Episcopales
• Confía a las «Conferencias Episcopales hacer efectivo

el Ministerio de Catequista, estableciendo el necesario
itinerario de formación y los criterios normativos para
acceder a él, encontrando las formas más coherentes
para el servicio que ellos estarán llamados a realizar»
en la Iglesia particular (AM 9).

2.7. Tareas de los Pastores
• En razón de lo anterior, será tarea de los Pastores
«escuchar la voz del Espíritu que nunca deja de estar
presente de manera fecunda» para «despertar el
entusiasmo personal de cada bautizado y reavivar la
conciencia de estar llamado a realizar la propia misión
en la comunidad» (AM 5); discernir «los dones que el
Espíritu Santo nunca deja de conceder a su Iglesia
para el crecimiento de la propia comunidad» (AM 10);
y «enriquecer la vida de la comunidad cristiana con el
reconocimiento de ministerios laicales capaces de
contribuir a la transformación de la sociedad mediante
“la penetración de los valores cristianos en el mundo
social, político y económico”» (AM 5).
2.8. San Juan de Ávila
• San Juan de Ávila (Almodóvar del Campo, Ciudad

Real, 6 de enero de 1500 - Montilla, 10 de mayo de
1569) fue un sacerdote y escritor ascético español.
• Desde 1946, santo patrón del clero secular español.
• Benedicto XVI lo proclamó doctor de la Iglesia el 7 de
octubre de 2012 con ocasión de la apertura de la XIII
Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los obispos
dedicado al tema de la Nueva Evangelización.
• Redactó un Catecismo titulado “Doctrina cristiana”,
estructurado en cuatro partes, de fácil memorización.

Presentación a los medios de comunicación
Sala de Prensa del Vaticano

11 Mayo de 2021
Presentadores
S. E. R. Mons. Franz Peter Tebartz van Elst S.E.R. Mons. Rino Fisichella
Delegado para la Catequesis Presidente del PCPNE

Consideraciones
Pastorales

3.1. Perfil del candidato al
Ministerio de Catequista
• «En el conjunto de los ministerios y de los servicios, con

los cuales la Iglesia lleva a cabo su misión
evangelizadora, el ”ministerio de la catequesis” ocupa
un lugar relevante e indispensable para el crecimiento
de la fe. Este ministerio introduce a la fe y, junto con el
ministerio litúrgico, engendra a los hijos de Dios dentro
de la Iglesia. Por lo tanto, la vocación específica del
catequista tiene su raíz en la vocación común del
pueblo de Dios, llamado a servir al plan salvífico de
Dios en favor de la humanidad» (DC 110).

• «Toda la comunidad cristiana es responsable del
ministerio de la catequesis, pero cada uno según su
condición particular en la Iglesia: ministros ordenados,
personas consagradas, fieles laicos… El catequista
pertenece a una comunidad cristiana y es una
expresión de la misma. Su servicio es vivido dentro de
una comunidad que es el sujeto principal de
acompañamiento en la fe». (DC 111)

• «El catequista es un cristiano que recibe un llamado
particular de Dios, aceptado en la fe, ese llamado lo
capacita para el servicio de la transmisión de la fe y
para la tarea de iniciar en la vida cristiana. Las causas
inmediatas para que un catequista sea llamado a
servir a la Palabra de Dios son muy variadas, pero
todas son mediaciones que Dios, a través de la Iglesia,
usa para llamar a su servicio. Para este llamado, el
catequista participa de la misión de Jesús que
conduce a sus discípulos a la relación filial con el
Padre… El catequista es testigo de su Tradición viva y
mediadora que facilita la inserción de los nuevos
discípulos de Cristo en el cuerpo eclesial». (DC 112)
• «En virtud de la fe y de la unción bautismal, en colaboración
con el Magisterio de Cristo y como servidor de la acción del
Espíritu Santo, el catequista es:
o Testigo de la fe y custodio de la memoria de Dios; al experimentar la bondad y la
verdad del Evangelio en su encuentro con la persona de Jesús, el catequista
guarda, nutre y da testimonio de la nueva vida que se deriva de Él y se convierte en
un signo para los demás;
o maestro y mistagogo que introduce al misterio de Dios, revelado en la Pascua de
Cristo; como icono de Jesús maestro, el catequista tiene la doble tarea de transmitir
el contenido de la fe y conducir al misterio de la fe misma;
o acompañante y educador de los que le confió la Iglesia; el catequista es experto
en el arte del acompañamiento, tiene habilidades educativas, sabe escuchar y
entrar en las dinámicas de la maduración humana, se hace compañero de viaje
con paciencia y con sentido de gradualidad, con docilidad a la acción del Espíritu,
en un proceso de formación, ayuda a los hermanos a madurar en la vida cristiana y
a caminar hacia Dios. El catequista, experto en humanidad, conoce las alegrías y
las esperanzas del hombre, sus tristezas y angustias (Cf. GS 1) y sabe cómo
relacionarlas con el Evangelio de Jesús». (DC 113)

• «La vocación al ministerio de la catequesis surge del
sacramento del Bautismo y se fortalece con la
Confirmación, sacramentos por los cuales el laico
participa en el oficio sacerdotal, profético y real de
Cristo. Además de la vocación común al apostolado,
algunos fieles se sienten llamados por Dios para asumir
el papel de catequistas en la comunidad cristiana, al
servicio de una catequesis más orgánica y
estructurada. Este llamado personal de Jesucristo y la
relación con Él son el verdadero motor de la acción
del catequista». (DC 122)

• «La importancia del ministerio de la catequesis
aconseja que en la diócesis exista, ordinariamente, un
cierto número de religiosos y laicos, estable y
generosamente dedicados a la catequesis,
reconocidos públicamente por la Iglesia, y que —en
comunión con los sacerdotes y el Obispo—
contribuyan a dar a este servicio diocesano la
configuración eclesial que le es propia». (DC 123)

3.2. Formación del Catequista
• Quien sea promovido para el Ministerio de Catequista

deberá pasar por un proceso de formación y
acompañamiento que incluya la integralidad de la
experiencia cristiana, vivida desde una comunidad de
fe, a través de un Itinerario de inspiración
catecumenal, siguiendo una formación orgánica y
sistemática, que cubra los diferentes niveles formativos
(cf. DGC 233; DC 154-156. 425).

• «Dado que es necesario capacitar a los catequistas
para la evangelización en el mundo de hoy, es
necesario armonizar sabiamente y con la debida
atención a las personas con las verdades de fe, el
crecimiento personal y la dimensión comunitaria, el
cuidado en las dinámicas espirituales y la dedicación
al compromiso por el bien común. De manera
concreta se deben considerar estos criterios:
o Espiritualidad misionera y evangelizadora;
o Catequesis como formación integral;
o Estilo de acompañamiento;
o Coherencia entre los estilos formativos;
o Perspectiva de la disposición para aprender y de la autoformación;
o Dinámica del laboratorio en el contexto grupal» (DC 135).

• «La formación del catequista incluye varias
dimensiones. La más profunda hace referencia al ser
catequista, incluso antes de hacer de catequista». (DC
136)
• «Las dimensiones de la formación de los catequistas no
deben considerarse independientes entre sí, sino
profundamente relacionadas, ya que son aspectos de
la unidad indivisible de la persona».(DC 137)

• «En la dimensión del ser, el catequista debe formarse
para convertirse en testigo de la fe y custodio de la
memoria de Dios. La formación ayuda al catequista a
reconsiderar su propia acción catequística como una
oportunidad para el crecimiento humano y cristiano.
Sobre la base de una madurez humana inicial, el
catequista está llamado a crecer constantemente en
un equilibrio afectivo, sentido crítico, unidad y libertad
interior, viviendo relaciones que apoyen y enriquezcan
la fe». (DC 139)

• «A partir de este nivel de interioridad, germina el saber
estar con, como una habilidad natural necesaria para
la catequesis entendida como un acto educativo y
comunicativo. En la relación que es inherente a la
esencia misma de la persona (Cf. Gn 2,18) se injerta la
comunión eclesial. La formación de los catequistas se
ocupa de mostrar y hacer crecer esta capacidad
relacional, que se expresa en la voluntad de vivir los
lazos humanos y eclesiales de una manera fraterna y
serena». (DC 140)

«
• «El catequista también es un maestro que enseña la fe.
De hecho, él hace del testimonio su primera virtud y no
olvida que también es responsable de la transmisión de
la fe eclesial. Por lo tanto, en su formación busca
espacio para profundizar y estudiar el mensaje que
debe transmitir en relación con el contexto cultural,
eclesial y existencial del interlocutor… La asimilación
del contenido de la fe como sabiduría de la fe se lleva
a cabo principalmente a través de la familiaridad con
la Sagrada Escritura, con el estudio del Catecismo de
la Iglesia Católica, de los catecismos de las Iglesias
particulares y de los documentos magisteriales». (DC
143)
• «En la dimensión del saber hacer, el catequista es
capacitado para crecer como educador y
comunicador. El catequista, reconociendo que su
interlocutor es un sujeto activo en el cual la gracia de
Dios actúa dinámicamente, se presentará como un
facilitador respetuoso de una experiencia de fe de la
cual él no es el protagonista». (DC 148)

• «La formación pedagógica del catequista tiende a
desarrollar ciertas actitudes como:
o La capacidad de libertad interior y gratuidad, de dedicación y coherencia
para ser un testigo creíble de la fe;
o la competencia en la comunicación y en la narración de la fe como habilidad
de presentar la historia de la salvación de una manera vital de tal manera que
las personas puedan sentirse parte de ella;
o el desarrollo de una mentalidad educativa, que implica la voluntad de
construir relaciones maduras con las personas y la capacidad de guiar las
dinámicas del grupo, favoreciendo la activación de los procesos de
aprendizaje tanto individuales como comunitarios;
o la gestión serena de las relaciones educativas en su calidad afectiva, entrando
en sintonía con el mundo interior del otro y disponiéndose para que pueda
expresar sus propias emociones;
o la capacidad de preparar un itinerario de fe que consiste en considerar las
circunstancias socioculturales, desarrollar un plan realista de acción, usar con
creatividad lenguajes, técnicas y herramientas; llevar a cabo la verificación».
(DC 149)

• «Los Centros de formación básica para catequistas,
con enfoque parroquial, interparroquial o diocesano,
tienen la tarea de proponer una formación sistemática
fundamental. Es recomendable una formación básica
sobre los contenidos esenciales, presentados de
manera sencilla, pero con un estilo formativo
apropiado a las necesidades actuales». (DC 154)

• «Los Centros de especialización, de carácter diocesano,
interdiocesano o nacional, tienen el objetivo de promover la
formación de animadores y responsables tanto de la catequesis
como de los catequistas que pretenden especializarse en este
servicio de una manera más estable. El nivel formativo de estos
Centros es más exigente y, por lo tanto, la intensidad educativa es
más prolongada y pide más tiempo. Partiendo de una base formativa
común de corte teológico y antropológico, para llegar luego a los
laboratorios formativos más experimentales, estos centros cultivan las
especializaciones catequéticas que se consideren necesarias para las
exigencias particulares del territorio eclesial. Es, pues, necesario tener
la capacidad de promover la formación de responsables que a su
vez garanticen la formación continua de los otros catequistas y
puedan asegurar el acompañamiento personalizado de los
participantes. Quizá sea apropiado que la oferta de estos Centros,
con la colaboración de otras oficinas pastorales de la Diócesis o de la
Iglesia particular, se dirija a los responsables de los diferentes sectores
pastorales y se convierta en Centros para la formación de agentes de
pastoral». (DC 155)

3.3. Normatividad
• Al Obispo diocesano es a quien compete la institución

de cualquier ministerio en su Iglesia particular (cf. c 157)
así como establecer una serie de condiciones que
garanticen la idoneidad del catequista para ser
instituido, ya que él es el primer responsable de la
catequesis y catequista por excelencia (cf. CT 63b).

• La documentación eclesiástica necesaria es: acta de
Bautismo y Confirmación, y en el caso de los casados
acta de Matrimonio.
• Quien no cuente con los sacramentos de Iniciación

Cristiana y el que esté irregular en cuanto a su situación
matrimonial no podrá ser candidato al ministerio.
• La edad mínima requerida será de 23 años para ser

candidato(a) a la institución del ministerio (cf. CIC c.
1031 § 1).
• Deberán acreditar que cuentan con una formación
orgánica y sistemática. La inicial y la básica serán
indispensables para acceder a la institución, en un
periodo mínimo de 3 años.
• Para ser instituido en un campo específico de la

catequesis, sino se ha tenido la formación específica,
se deberá garantizar una experiencia mínima en el
campo, ambiente o modalidad mínima de 2 años.

• La Convocatoria a los catequistas para que sean
instituidos Ministros se realizará preferentemente
durante la cuaresma, en ella tendrán que quedar muy
claros los requisitos.
• Esta convocatoria la podrán hacer los párrocos para
los catequistas de su comunidad y el responsable
diocesano para los catequistas que prestan algún
servicio en esos niveles.
• Los catequistas solo podrán ser instituidos como tales
para un servicio, aunque en la práctica desempeñen
otros.

• Para solicitar el ministerio, el catequista deberá
elaborar una solicitud por escrito a mano, dirigida al
Obispo, en ella ha de indicar las razones pastorales y
los motivos personales para ejercer el Ministerio de
catequista.
• En dicha solicitud tiene que indicar en qué campo de
la catequesis desea ejercer el ministerio.
• El obispo determinará el lugar del ejercicio del
ministerio.
• Finalmente en dicha solicitud el catequista tendrá que
manifestar su compromiso de seguir formándose.

• Una vez presentada la solicitud se dejará un tiempo
oportuno para hacer un discernimiento desde la
comunidad sobre la idoneidad del catequista que ha
presentado su solicitud.
• Este proceso lo hará el párroco entre el grupo de

catequistas, su consejo de pastoral y abierto a la
comunidad en general a través de un exhorto.

• Será obligatorio abrir un archivo en la parroquia o en la
instancia que tramite la institución de algún catequista,
con el expediente del candidato, el cual debe incluir
la documentación solicitada, la solicitud del candidato
y una copia del documento de Nombramiento.
• Habiéndose garantizado la idoneidad del catequista
para ser instituido, el Párroco solicitará al Obispo el
Nombramiento, en el que deberá estar señalado el
lugar y tiempo donde se ejercerá el ministerio, así
como la especificidad en el servicio a la catequesis.

• La entrega del Nombramiento se hará el día en que a
través de un Rito se confiera el ministerio; el momento
oportuno puede ser en el día de la Ascensión, el día
del catequista o al inicio del desempeño del ministerio.
• El lugar para el rito de Institución del ministerio será,
preferentemente, la Iglesia Catedral para dar un
mayor sentido de pertenencia a la Diócesis.
• El ministro para la Institución será ordinariamente el
Obispo Residencial, los Obispos auxiliares o Vicarios
episcopales en sus respectivas Diócesis.

• Por la experiencia en algunas Diócesis se podrá instituir
el Ministerio de catequista tomando en cuenta los
siguientes servicios:
o el de coordinador de otros catequistas en la
parroquia, en el decanato y en la diócesis;
o como formador de catequistas;
o para elaborar materiales y subsidios para la
catequesis.

• De acuerdo a las modalidades:
o catequista de Primer anuncio;
o catequista de Iniciación y/o Reiniciación cristiana;
o catequista de presacramentales;
o catequista de catequesis Permanente y;
o catequista de catecumenado.

• De acuerdo a los interlocutores:
o catequista de adultos;
o catequista de jóvenes;
o catequista de adolescentes;
o catequista de niños;
o catequista de ancianos;
o catequista de indígenas o campesinos;
o catequistas de personas con alguna discapacidad.

• A estas formas se pueden incluir otras de acuerdo a las
realidades de cada comunidad y a los diferentes
ambientes de servicio catequístico (migrantes,
emigrantes, personas marginadas, en cárceles,
hospitales, etc.).
• El ministerio confiere al Catequista un nivel de

reconocimiento en la comunidad, por tal motivo,
conviene que sea tomado en cuenta para asumir
tareas de mayor responsabilidad dentro de la Pastoral
catequética, de la Pastoral orgánica y del Consejo de
pastoral.
• Cuando por alguna razón el catequista no pueda
continuar ejerciendo el ministerio, lo ha de comunicar
inmediatamente al Obispo para que éste tome las
debidas providencias.
• En caso de que el catequista incurra en alguno de los

delitos contemplados en el Código de Derecho
Canónico podrá ser sancionado hasta con la privación
del ejercicio del ministerio (cf. CIC c. 1311 § 2; 1336 § 3.2
y 4.1 ).

Conclusión
• Después de recorrer el camino reflexivo en torno a los
ministerios laicales, iniciado por el Concilio Vaticano II
con la eclesiología de comunión expresada en Lumen
Gentium, Gaudium et Spes, Ad gentes, sólo por citar
algunos documentos, y su puesta en práctica en
nuestro Continente a través de las orientaciones
emanadas de cada una de las Conferencias
Generales del Episcopado Latinoamericano y del
Caribe, hemos podido constatar los dones que el
Espíritu Santo ha derramado sobre todo el Pueblo de
Dios – obispos, sacerdotes, religiosos y laicos –, los
cuales han dado fruto para toda la Iglesia.
• El Papa Francisco reconoce ampliamente la labor que
los laicos desempeñan para la edificación de la Iglesia
y la transmisión de la fe en esta “nueva etapa
evangelizadora”, mediante la apertura a la mujer de
dos ministerios que estaban reservados a los varones, el
lectorado y el acolitado, modificando un canon del
Código de Derecho Canónico y a través de la
institución del ministerio de Catequista para hombres y
mujeres.

• En la Carta apostólica Antiquum Ministerium afirma:
«También en nuestros días, muchos catequistas
capaces y constantes están al frente de comunidades
en diversas regiones y desempeñan una misión
insustituible en la transmisión y profundización de la fe.
La larga lista de beatos, santos y mártires catequistas,
que ha marcado la misión de la Iglesia, merece ser
conocida porque constituye una fuente fecunda no
sólo para la catequesis, sino para toda la historia de la
espiritualidad cristiana» (AM 3).

• También, nosotros reconozcamos el testimonio de
tantos catequistas, en especial de aquellos que nos
prepararon para la recepción de los Sacramentos de
la Iniciación, porque hacia ellos debe haber «un
cariño… una relación... un sentimiento de
agradecimiento… una veneración… una cercanía…
un vínculo muy importante» (Francisco, Discurso a los
participantes al Encuentro “Catequesis y Catequistas
para la Nueva Evangelización”, 17 septiembre de
2021).

! Muchas gracias por su atención !
Pbro. Omar Osiris López García

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