Soneto XXVI de La Vita Nuova
Soneto XXVI de La Vita Nuova
Soneto XXVI de La Vita Nuova
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U.A.D.E.R
PROFESORAS: Adriana Crolla y Valeria Ansó
Esta gentilísima dama, de quien se ha tratado con anterioridad, llegó a ser tan
admirable por las gentes, que cuando pasaba por la calle, las personas corrían para verla; por
lo que yo sentía un maravilloso regocijo. Y cuando ella estaba cerca de cualquiera, tanta
honestidad cubría el corazón de éste, que no se atrevía a levantar los ojos ni a responder a su
saludo; y de ello, muchos, como lo han probado, podrían dar testimonio a quien no lo creyese.
Caminaba coronada y vestida de humildad, sin mostrar vanidad alguna por lo que ella veía y
escuchaba. Muchos decían después que hubiese pasado: “Esta no es mujer, sino que es uno de
los más bellos ángeles del cielo”. Y otros decían: “Esta es una maravilla. ¡Bendito sea el
Señor, que tan admirablemente sabe hacer!”. Digo que ella se mostraba tan gentil y tan llena
de todos los dones, que quienes la miraban concebían en sí una dulzura honesta y delicada, de
tal naturaleza, que no la sabían referir; y ninguno había que pudiese mirarla y que al instante
no le fuera necesario suspirar. Estas y otras cosas admirables procedían de ella virtuosamente;
por lo que yo, pensando en esto y queriendo proseguir el librito de su alabanza, me propuse
escribir unas palabras en las que diese a entender sus admirables y excelentes efectos, para
que no sólo quienes la podían ver, sino todos los demás supiesen de ella lo que las palabras
pueden dar a entender. Entonces escribí el soneto que empieza Tan gentil*
e par che della sua labbia si mova y parece que de sus labios se mueve
un spirito soave pien d’amore, un suave espíritu lleno de amor
che va dicendo a l’anima: Sospira. que va diciendo al alma: Suspira.
* ALIGHIERI, Dante. La Vida nueva. Buenos Aires. R.E.I. Argentina S.A. Biblioteca Página/12. 1993.