Tutela Caso Universidad

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Ipiales, 06 de Septiembre de 2021

Señores
JUZGADOS DE IPIALES – REPARTO

REF.: ACCIÓN DE TUTELA


ACCIONANTE: JUAN SEBASTIAN RUEDA PEPINOSA
ACCIONADOS: UNIVERSIDAD REMINGTON SEDE IPIAES

Cordial Saludo:

JUAN SEBASTIAN RUEDA PEPINOSA, identificado con cédula de ciudadanía No. 1.085.928.305
expedida en Ipiales (Nariño), actuando en nombre propio, de acuerdo a lo previsto en el artículo 86 de la
Constitución Política de Colombia, me permito instaurar acción de tutela, en contra de la UNIVERSIDAD
REMINGTON SEDE IPIALES, por vulneración de mis derechos fundamentales al DERECHO DE
PETICIÓN, DERECHO A LA EDUCACION, BUENA FE Y BUEN NOMBRE, fundamentado en los
siguientes hechos:

HECHOS:

1. Actualmente soy estudiante de la Universidad Remington Sede Ipiales, del pregrado de Ingeniería de
Sistemas y curso noveno semestre.

2. Ingrese en el año 2018 a la Universidad Remington a cursar el segundo semestre de ingeniería de


sistemas. Dicho ingreso se hizo al segundo semestre y no al primero, dado que fui estudiante de la
Universidad CRES, que por motivo de no ofrecer carreras profesionales en conjunto con mis compañeros
tomamos la decisión de matricularnos en la Uniremigton ya que fuimos informados que entre estas dos
universidades existía un convenio para seguir estudios profesionales.

3. Ante la posibilidad ofrecida por parte de los directivos de la institución de ser dirigidos por trasferencia
externa a la universidad Remington, donde se nos dio la posibilidad de ingresar a cursar el pregrado de
Ingeniería de Sistemas, esto tras aceptar el resultado de un debido proceso de homologación y que, tras
ser expuesto y acordado con nosotros como estudiantes, aceptamos e ingresamos a segundo semestre.

4. Desde el momento del ingreso hasta la fecha de presentación de esta tutela, han sido persistentes las
falencias en la plataforma estudiantil de la universidad. Ya que hay un evidente error en la relación entre
los periodos de tiempo y las materias con las notas asignadas. Situación preocupante, dado que, a pesar
de haber acordado y aceptado el resultado de una homologación, la misma no se registra en el sistema y
da a entender que no curse un primer semestre y entre directamente a segundo lo cual no tiene ningún
sentido ni fundamento, sin que se reflejen las notas resultados de la homologación previa a mi ingreso a
la institución.

5. Tras esta situación, han sido reiteradas mis solicitudes por medio de cartas, oficios, peticiones, y
acercamientos siempre cordiales y amables. A la administración y directivos para que por favor
actualicen mi información y corrijan mis registros académicos.

Dado que las materias cursadas, en el registro académico de la plataforma aparecen repetidas a lo
largo de varios periodos, tras cada registro aparecen repetidas con notas no correspondientes a la
realidad de las planillas ni a las del resultado de la homologación, previamente aprobada por la
universidad y bajo el cual acepte la transferencia.

De igual manera en Uniremigton, en la oficina de Registro y Finanzas, reposa mi carpeta estudiantil


en la cual está mi certificado de homologación expedido por la Universidad CRESS, al igual que el
certificado de notas correspondiente a primer semestre.

6. De dicha homologación reitero no se reflejan las notas. Y las materias aparecen bajo el concepto de NO
APROBADA, REPROBADA. Y ALGUNAS DIRECTAMENTE SIN NOTAS, tales materias son:

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- Fundamentos de matemáticas
- Algoritmos
- Arquitectura de Computadores
- Herramientas de Comunicación e Internet
- Catedra CRESS
- Ingles Técnico 1
- Técnicas de Estudio
- Seminario De Constitución

7. La plataforma no solo presenta fallas en las materias que debieron ser homologadas, si no en las
correspondientes al segundo semestre del primer periodo del año 2018 y tercer semestre correspondiente
al segundo periodo del año 2018 las cuales fueron:

 Metodología de la investigación, materia cursada y aprobada como lo corrobora el docente de la


misma el Profesor Oscar Osorio, (anexo imagen de respuesta del profesor Osorio vía correo
electrónico) el cual ante mis inquietudes me expresa que la nota la reportara a las directivas de la
universidad de serlo requerido y no al estudiante de manera directa. Cuya nota en sistema
aparece con (NO SE)

 Ecología humana y ambiental, materia cursada y aprobada en tercer semestre y correspondiente


al segundo periodo del año 2018, asignatura guiada por el profesor David Guillermo Díaz Mora,
cuya nota en sistema aparece con (NO SE)

 Programación Lineal, materia cursada y aprobada, impartida por el docente Carlos Rubio, que
pese a ser aprobada reposa en la plataforma de la universidad con el termino (NO SE)

He solicitado reiteradamente, se corrijan las notas ya que no coinciden con las obtenidas con los docentes y
sus planillas, planillas a las cuales no se me ha dado acceso, al igual que tampoco se me da a mi acta de
homologación, y documentos frente a los cuales la universidad se reserva el acceso. Por lo cual no puedo
aportar a la presente tutela.

8. Las directivas se limitan a atribuir estos errores a otros departamentos con los cuales no me es posible
comunicarme, ante esto opte por mandar derechos de petición buscando que rectifiquen y corrijan mi
información y frente a estos solo soy ignorado, no recibo respuesta alguna y mucho menos solución.

9. Ante la falta de una solución y la corrección de mis notas, estoy teniendo un sin fin de inconvenientes en
mi vida académica ya que estas materias y sus errores en registros no me permiten avanzar en mi plan de
estudios, esto alterando drásticamente mi proyecto de vida, también repercutiendo mi situación
económica, ya que las sugerencias de volver a cursar las materias son inconcebibles dado el inmenso
esfuerzo económico que debo hacer para pagar cada semestre, mi autoestima y mi vida como estudiante
también se encuentran en detrimento y es muy desmotivante tener que lidiar con estos inconvenientes sin
la cooperación de la institución.

DERECHOS FUNDAMENTALES VULNERADOS

DERECHO DE PETICIÓN

Es claro que en este caso se está desconociendo y vulnerando de manera flagrante, el derecho fundamental de
petición, teniendo en cuenta que la Corte Constitucional mediante la sentencia T-206 de 2018, estableció:
Este Tribunal ha considerado que la acción de tutela es el mecanismo procedente para determinar la violación
del derecho de petición. En esa dirección, la sentencia T-084 de 2015 sostuvo que “la tutela es un mecanismo
idóneo para proteger el derecho de petición de los administrados, toda vez que por medio del mismo se accede
a muchos otros derechos constitucionales”. De acuerdo con lo anterior, la Corte ha estimado “que el
ordenamiento jurídico colombiano no tiene previsto un medio de defensa judicial idóneo ni eficaz diferente de
la acción de tutela, de modo que quien resulte afectado por la vulneración a este derecho fundamental no
dispone de ningún mecanismo ordinario de naturaleza judicial que le permita efectivizar el mismo”.

De igual, manera en relación al respeto del derecho de petición, como herramienta para hacer efectivos los
principios de transparencia y publicidad de los actos del Estado, la Corte Constitucional, a través de la
sentencia T-487 de 2017, recordó que:

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La jurisprudencia de Corte Constitucional ha puesto de relieve la relación existente entre el derecho de acceso
a la información y el derecho de petición, precisando que “la Constitución consagra expresamente el derecho
fundamental de acceso a información pública (C.P. art. 74) y el derecho fundamental de petición (C.P. art. 23)
como herramientas esenciales para hacer efectivos los principios de transparencia y publicidad de los actos del
Estado. En este sentido, la Corte ha reiterado que tales derechos son mecanismos esenciales para la
satisfacción de los principios de publicidad y transparencia y en consecuencia se convierten en una
salvaguarda fundamental de las personas contra la arbitrariedad estatal y en condiciones de posibilidad de los
derechos políticos. Por tales razones, los límites a tales derechos se encuentran sometidos a exigentes
condiciones constitucionales y el juicio de constitucionalidad de cualquier norma que los restrinja debe ser en
extremo riguroso”.

En relación a los elementos que constituyen el núcleo esencial del derecho de petición, y que deben ser
garantizados y respetados por las entidades públicas, lo cual no ha ocurrido en este caso; la Corte
Constitucional, mediante la sentencia T044 de 2019, fue clara en determinarlos, así:
(i)Prontitud. Que se traduce en la obligación de la persona a quien se dirige la comunicación de darle
contestación en el menor tiempo posible, sin que exceda los términos fijados por la Ley 1755 de 2014. En aras
de fortalecer esta garantía el Legislador previó que la ausencia de respuesta puede dar lugar a “falta para el
servidor público y (…) a las sanciones correspondientes de acuerdo con el régimen disciplinario.” (ii)Resolver
de fondo la solicitud. Ello implica que es necesario que sea clara, es decir, inteligible y de fácil comprensión
ciudadana; precisa de modo que atienda lo solicitado y excluya información impertinente, para evitar
respuestas evasivas o elusivas; congruente, o que se encuentre conforme a lo solicitado de modo que lo
atienda en su totalidad; y consecuente con el trámite que la origina, cuando es el caso en que se enmarca en un
proceso administrativo o una actuación en curso, caso en cual no puede concebirse como una petición aislada.
(iii)Notificación. No basta con la emisión de la respuesta sino que la misma debe ser puesta en conocimiento
del interesado y, ante el juez de tutela. Ello debe ser acreditado.

Se debe tener en cuenta que esta acción es procedente, ya que no se cuenta con otro medio de defensa judicial
que haga efectivo el respeto y garantía del derecho fundamental de petición, en relación a lo cual, la Corte
Constitucional en la sentencia T-149 de 2013, determinó que:
De acuerdo con el Artículo 86 de la Constitución Política, toda persona podrá acudir a la acción de tutela para
reclamar la protección a sus derechos constitucionales fundamentales, y procederá contra toda acción u
omisión de la autoridades públicas, o particulares según se trate, siempre que “el afectado no disponga de otro
medio de defensa judicial, salvo que aquélla se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable”. En la misma línea, el Artículo 6 del Decreto 2591 de 1991 confirma la naturaleza residual de la
acción de tutela y sus condiciones de procedencia cuando existe un mecanismo ordinario de defensa, e indica
que la eficacia de dichos recursos debe ser apreciada en concreto, “atendiendo las circunstancias en que se
encuentra el solicitante”. Cuando se trata de proteger el derecho de petición, el ordenamiento jurídico
colombiano no tiene previsto un medio de defensa judicial idóneo ni eficaz diferente de la acción de tutela, de
modo que quien resulte afectado por la vulneración a este derecho fundamental no dispone de ningún
mecanismo ordinario de naturaleza judicial que le permita efectivizar el mismo. Por esta razón, quien
encuentre que la debida resolución a su derecho de petición no fue producida o comunicada dentro de los
términos que la ley señala, esto es, que se quebrantó su garantía fundamental, puede acudir directamente a la
acción de amparo constitucional.
Esta Corporación ha precisado que el derecho de petición consagrado en el Artículo 23 de la Constitución
Política, es una garantía fundamental de aplicación inmediata (C.P. art. 85), cuya efectividad resulta
indispensable para la consecución de los fines esenciales del Estado, especialmente el servicio a la comunidad,
la garantía de los principios, derechos y deberes consagrados en la misma Carta Política y la participación de
todos en las decisiones que los afectan; así como el cumplimiento de las funciones y los deberes de protección
para los cuales fueron instituidas la autoridades de la República (C.P. art. 2). De ahí, que el referido derecho
sea un importante instrumento para potenciar los mecanismos de democracia participativa y control ciudadano;
sin dejar de mencionar que mediante su ejercicio se garantiza la vigencia de otros derechos constitucionales,
como los derechos a la información y a la libertad de expresión. La garantía real al derecho de petición radica
en cabeza de la administración una responsabilidad especial, sujeta a cada uno de los elementos que informan
su núcleo esencial. La obligación de la entidad estatal no cesa con la simple resolución del derecho de petición
elevado por un ciudadano, es necesario además que dicha solución remedie sin confusiones el fondo del
asunto; que este dotada de claridad y congruencia entre lo pedido y lo resuelto; e igualmente, que su oportuna
respuesta se ponga en conocimiento del solicitante, sin que pueda tenerse como real, una contestación falta de
constancia y que sólo sea conocida por la persona o entidad de quien se solicita la información.

En relación a una contestación oportuna y de fondo, donde se realice un análisis detallado los supuestos
fácticos y normativos relacionados con el tema solicitado, lo cual, se debe aplicar en el presente caso, la Corte
Constitucional, a través de la sentencia T-369 de 2013, determinó que:
El derecho de petición consagra de un lado la facultad de presentar solicitudes respetuosas a las entidades
públicas y privadas. Y de otro lado, el derecho a obtener respuesta oportuna, clara, completa y de fondo al
asunto solicitado. La jurisprudencia constitucional también ha resaltado que la respuesta de la autoridad debe
incluir un análisis profundo y detallado de los supuestos fácticos y normativos que rigen el tema, así, se

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requiere “una contestación plena que asegure que el derecho de petición se ha respetado y que el particular ha
obtenido la correspondiente respuesta, sin importar que la misma sea favorable o no a sus intereses”.
Es deber de las autoridades de resolver de fondo las peticiones elevadas ante ellas, sin que ello quiera decir que
la respuesta deba ser favorable, y no son suficientes ni acordes con el artículo 23 constitucional las respuestas
evasivas o abstractas, como quiera que condenan al peticionario a una situación de incertidumbre, por cuanto
éste no logra aclarar sus inquietudes, especialmente si se considera que en muchos eventos, de esa respuesta
depende el ejercicio de otros derechos subjetivos. Ha señalado igualmente la jurisprudencia, que la respuesta
emitida en el marco de un derecho de petición debe ser dada a conocer efectivamente al peticionario, quien es
el directo interesado en saber sobre la explicación brindada y en los efectos de la misma.

DEBIDO PROCESO

En relación a la garantía del debido proceso, como derecho fundamental, que debe ser garantizado en todas
las actuaciones de las autoridades, la Corte Constitucional, en la sentencia T-957 de 2011, estableció:
La jurisprudencia constitucional ha definido el derecho al debido proceso “como el conjunto de garantías
previstas en el ordenamiento jurídico, a través de las cuales se busca la protección del individuo incurso en una
actuación judicial o administrativa, para que durante su trámite se respeten sus derechos y se logre la
aplicación correcta de la justicia”. Del mismo modo, ha señalado que el respeto a este derecho fundamental
supone que todas las autoridades judiciales y administrativas, dentro del ámbito de sus competencias, deben
ejercer sus funciones con sujeción a los procedimientos previamente definidos en la ley, respetando las formas
propias de cada juicio, a fin de que los derechos e intereses de los ciudadanos incursos en una relación jurídica
cuenten con la garantía de defensa necesaria ante posibles actuaciones arbitrarias o abusivas, en el marco de la
creación, modificación o extinción de un derecho o la imposición de una sanción. Bajo esa premisa, el derecho
al debido proceso se manifiesta como desarrollo del principio de legalidad y como un límite al ejercicio del
poder público, en la medida en que toda competencia asignada a las autoridades públicas, no puede
desarrollarse sino conforme a lo dispuesto en el ordenamiento jurídico, en procura de la garantía de los
derechos de los administrados.

Esta Corporación ha definido el debido proceso administrativo como “(i) el conjunto complejo de condiciones
que le impone la ley a la administración, materializado en el cumplimiento de una secuencia de actos por parte
de la autoridad administrativa, (ii) que guarda relación directa o indirecta entre sí, y (iii) cuyo fin está
previamente determinado de manera constitucional y legal”. Lo anterior, con el objeto de “(i) asegurar el
ordenado funcionamiento de la administración, (ii) la validez de sus propias actuaciones y, (iii) resguardar el
derecho a la seguridad jurídica y a la defensa de los administrados”.

De la misma manera, la Corte Constitucional, en cuanto al respeto del debido proceso, mediante la sentencia
T-036 del año 2018, señaló:
El artículo 29 de la Constitución Política consagra el derecho fundamental al debido proceso, el cual debe ser
respetado no solo en el ámbito de las actuaciones judiciales sino también en todas las actuaciones,
procedimientos y procesos administrativos, de manera que se garantice (i) el acceso a procesos justos y
adecuados; (ii) el principio de legalidad y las formas administrativas previamente establecidas; (iii) los
principios de contradicción e imparcialidad; y (iv) los derechos fundamentales de los asociados.

PRINCIPIO DE CONFIANZA LEGÍTIMA

Con respecto al alcance del principio de confianza legítima, y su protección que debe ser garantizada y
materializada, a través de la acción de tutela, la Corte Constitucional, mediante sentencia T-453 de 2018,
estableció que:
El principio de confianza legítima funciona entonces como un límite a las actividades de las autoridades, que
pretende hacerle frente a eventuales modificaciones intempestivas en su manera tradicional de proceder,
situación que además puede poner en riesgo el principio de seguridad jurídica. Se trata pues, de un ideal ético
que es jurídicamente exigible. Por lo tanto, esa confianza que los ciudadanos tienen frente a la estabilidad que
se espera de los entes estatales, debe ser respetada y protegida por el juez constitucional.

La confianza legítima es un principio constitucional que directa o indirectamente está en cabeza de todos los
administrados lo cual obliga al Estado a procurar su garantía y protección. Es un mandato inspirado y
retroalimentado por el de la buena fe y otros, que consiste en que la administración no puede repentinamente
cambiar unas condiciones que directa o indirectamente permitía a los administrados, sin que se otorgue un
período razonable de transición o una solución para los problemas derivados de su acción u omisión. Dentro
del alcance y límites es relevante tener en cuenta, según el caso concreto: (i) que no libera a la administración

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del deber de enderezar sus actos u omisiones irregulares, sino que le impone la obligación de hacerlo de
manera tal que no se atropellen los derechos fundamentales de los asociados, para lo cual será preciso
examinar cautelosamente el impacto de su proceder y diseñar estrategias de solución; (ii) que no se trata de un
derecho absoluto y por tanto su ponderación debe efectuarse bajo el criterio de proporcionalidad; (iii) que no
puede estar enfocado a obtener el pago de indemnización, resarcimiento, reparación, donación o semejantes y
(iv) que no recae sobre derechos adquiridos, sino de situaciones jurídicas anómalas susceptibles de
modificación.
En esencia, la confianza legítima consiste en que el ciudadano debe poder evolucionar en un medio jurídico
estable y previsible, en cual pueda confiar. Para Müller, este vocablo significa, en términos muy generales, que
ciertas expectativas, que son suscitadas por un sujeto de derecho en razón de un determinado comportamiento
en relación con otro, o ante la comunidad jurídica en su conjunto, y que producen determinados efectos
jurídicos; y si se trata de autoridades públicas, consiste en que la obligación para las mismas de preservar un
comportamiento consecuente, no contradictorio frente a los particulares, surgido en un acto o acciones
anteriores, incluso ilegales, salvo interés público imperioso contrario. Se trata, por tanto, que el particular debe
ser protegido frente a cambios bruscos e inesperados efectuados por las autoridades públicas. En tal sentido, no
se trata de amparar situaciones en las cuales el administrado sea titular de un derecho adquirido, ya que su
posición jurídica es susceptible de ser modificada por la Administración, es decir, se trata de una mera
expectativa en que una determinada situación de hecho o regulación jurídica no serán modificadas
intempestivamente. De allí que el Estado se encuentre, en estos casos, ante la obligación de proporcionarle al
afectado un plazo razonable, así como los medios, para adaptarse a la nueva situación

PRINCIPIO DE LA BUENA FE

En cuanto a las características de este principio, y la obligación de ser observado y respetado en las diferentes
actuaciones de la administración, la Corte Constitucional, ha establecido, en diferentes pronunciamientos,
entre ellos, la sentencia C-131 de 2004, que:
El mencionado principio es entendido, en términos amplios, como una exigencia de honestidad, confianza,
rectitud, decoro y credibilidad que otorga la palabra dada, a la cual deben someterse las diversas actuaciones
de las autoridades públicas y de los particulares entre sí y ante éstas, la cual se presume, y constituye un
soporte esencial del sistema jurídico; de igual manera, cada una de las normas que componen el ordenamiento
jurídico debe ser interpretada a luz del principio de la buena fe, de tal suerte que las disposiciones normativas
que regulen el ejercicio de derechos y el cumplimiento de deberes legales, siempre deben ser entendidas en el
sentido más congruente con el comportamiento leal, fiel y honesto que se deben los sujetos intervinientes en
la misma. La buena fe incorpora el valor ético de la confianza y significa que el hombre cree y confía que una
declaración de voluntad surtirá, en un caso concreto, sus efectos usuales, es decir, los mismos que ordinaria y
normalmente ha producido en casos análogos. De igual manera, la buena fe orienta el ejercicio de las
facultades discrecionales de la administración pública y ayuda a colmar las lagunas del sistema jurídico.

DERECHO A LA EDUCACION

La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social; con ella se busca
el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura. La educación
formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del
trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural, científico, tecnológico y para la protección del
ambiente. El Estado, la sociedad y la familia son responsables de la educación, que será obligatoria entre los
cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo, un año de preescolar y nueve de educación
básica. La educación será gratuita en las instituciones del Estado, sin perjuicio del cobro de derechos
académicos a quienes puedan sufragarlos. Corresponde al Estado regular y ejercer la suprema inspección y
vigilancia de la educación con el fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor
formación moral, intelectual y física de los educandos; garantizar el adecuado cubrimiento del servicio y
asegurar a los menores las condiciones necesarias para su acceso y permanencia en el sistema educativo. La
Nación y las entidades territoriales participarán en la dirección, financiación y administración de los servicios
educativos estatales, en los términos que señalen la Constitución y la ley.

DERECHO AL BUEN NOMBRE Y HABEAS DATA

Marco constitucional, legal y jurisprudencial. Reglas para verificar su afectación El artículo 15 de la


Constitución Política establece que: Todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar y a
su buen nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar. De igual modo, tienen derecho a conocer,

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actualizar y rectificar las informaciones que se hayan recogido sobre ellas en bancos de datos y en archivos de
entidades públicas y privadas. En la recolección, tratamiento y circulación de datos se respetarán la libertad y
demás garantías consagradas en la Constitución. Del contenido de mencionado precepto constitucional, se
observa la consagración de tres derechos fundamentales autónomos, a saber, intimidad, buen nombre y habeas
data, cuyo contenido si bien tienen estrecha relación, tienen sus propias particularidades, En este sentido, la
Corte Constitucional en reiterada jurisprudencia ha establecido las siguientes diferencias: En lo relativo al
manejo de la información, la protección del derecho al buen nombre se circunscribe a que dicha información
sea cierta y veraz, esto es, que los datos contenidos en ella no sean falsos ni erróneos. Por su parte, la garantía
del derecho a la intimidad hace referencia a que la información no toque aspectos que pertenecen al ámbito de
privacidad mínimo que tiene la persona y que sólo a ella interesa. Finalmente, el derecho al habeas data
salvaguarda lo relacionado con el conocimiento, actualización y rectificación de la información contenida en
los mencionados bancos de datos… El buen nombre es uno de los bienes jurídicos más importantes que
integran el patrimonio moral de una persona. En este orden de ideas, el ámbito de protección de este derecho,
en materia de manejo de la información crediticia y financiera, está circunscrito a la veracidad y certeza de la
misma, pues la transmisión de información errónea en este campo no solo afecta la buena imagen o fama que
un individuo ha construido en sociedad sino que también genera un impacto negativo en la esfera
económica… De otro lado, el derecho al habeas data o a la autodeterminación informática es aquella garantía
constitucional que le permite a la persona conocer, actualizar y rectificar las informaciones que se hayan
recogido sobre ellas en bancos de datos y en archivos de entidades públicas y privadas. La jurisprudencia
constitucional ha fijado las siguientes reglas para verificar su afectación: El derecho al habeas data resulta
vulnerado en los eventos en que la información contenida en un archivo de datos (i) sea recogida de forma
ilegal, (ii) sea errónea, (iii) o verse sobre aspectos reservados de la esfera personal del individuo. En
conclusión, el derecho al habeas data o autodeterminación informática, puede ser transgredido, entre otros
eventos, en el caso en que la información contenida en una base de datos sea recogida de forma ilegal o
contenga datos erróneos. En este último evento no sólo estaría comprometido el derecho a la
autodeterminación informática sino también el derecho al buen nombre… A su vez, la Ley Estatutaria 1266
de 2008, cuyo objeto es desarrollar el derecho constitucional que tienen todas las personas a conocer,
actualizar y rectificar las informaciones que se hayan recogido sobre ellas en bancos de datos, y los demás
derechos, libertades y garantías constitucionales relacionadas con la recolección, tratamiento y circulación de
datos personales a que se refiere el artículo 15 de la Constitución Política, así como el derecho a la
información establecido en el artículo 20 de la Constitución Política, particularmente en relación con la
información financiera y crediticia, comercial, de servicios y la proveniente de terceros países, en su artículo 4
establece los principios de la administración de datos.

PRETENSIONES

1. Que se tutelen mis derechos fundamentales al DERECHO DE PETICIÓN, DERECHO A LA


EDUCACION, BUENA FE, CONFIANZA LEGÍTIMA, HABEAS DATA, vulnerados por la
Universidad Remington SEDE IPIALES

2. Que se ordene a la Universidad Uniremington sede IPIALES que, por ser procedentes, razonables y
necesarias, de manera inmediata, se resuelvan mis peticiones ya que no han sido contestadas,

3. se realice la correspondiente corrección y actualización de mis notas en la plataforma de la


universidad, donde se evidencie las notas reales y correspondientes a los procesos de homologación
ofrecidos por la institución.

4. se me expida un certificado físico o digital que acredite la información actualizada y corregida,


respecto a las materias y sus correspondientes notas, que hasta la fecha llevo cursado, así como la
entrega de mis estudios de homologación. Documentos de los cuales no se me ha permitido el
acceso.

PRUEBAS

- Correo donde me comunico con uno de los docentes y me manifiesta que no puede exhibirme ni
entregarme notas, ya que solo sigue a las órdenes impartidas a las directivas de la universidad.

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- Petición a manera de reclamación presentada en contra de los errores en sistema por lo cuales se
fundamenta el pedirme cursar nuevamente otro semestre al no haber reporte de notas, de fecha de
enero 20 de 2021.
- Fotocopia de mi cedula.
- Recibo de matrícula actual, correspondiente al periodo xx-xxx-xx del semestre xxx

DE OFICIO

Las que el despacho considere pertinentes y necesarias, para tener mayor claridad sobre los hechos.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

Fundamento esta tutela en el Artículo 86 de la C.N. y los Decretos 2591 de 1991, 306 de 1992. Igualmente, en
los artículos 2-3 literal a) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 25 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, Art. 11 Constitución Nacional; Ley 100 de 1993, y demás normas
concordantes.

COMPETENCIA

Es usted competente Señor Juez, por la naturaleza constitucional del asunto y por tener jurisdicción en el lugar
donde ocurre la vulneración de los derechos fundamentales invocados, conforme al artículo 37, Decreto 2591
de 1991.

JURAMENTO

Bajo la gravedad del juramento, manifiesto que no he instaurado otra Tutela con fundamento en los mismos
hechos y derechos, materia de esta acción, según el Art.
37 del Decreto 2591 de 1991.

ANEXOS

- Los documentos enunciados en el acápite de las pruebas.

NOTIFICACIONES

- El accionante, a través del correo electrónico hidalgocamilo5@gmail.com o en la


- La accionada, Universidad Uniremigton sede Pasto al correo electrónico
ipiales@uniremington.edu.co

Atentamente.

JUAN SEBASTIAN RUEDA PEPINOSA


C.C. No. 1085928305 expedida en Ipiales (N)

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