Historia de Las Drogas

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Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica

Autogestión del aprendizaje

La historia del narcotráfico

Carlos Ortega Jazo

Luis Enrique Cárdenas Amezcua

Automotriz
Historia del narcotráfico
A principios del siglo XX la Primera Guerra Mundial influyó de manera indirecta en la
metamorfosis de la frontera norte de México, especialmente de Ciudad Juárez. El gran
terremoto que azotó a San Francisco el 18 de abril de 1906, fue la causa de que un grupo de
chinos huyeran y algunos de ellos llegaron a Juárez. Se instalaron en la ciudad y al poco
tiempo abrieron lavanderías y cafeterías, muchas de las cuales no eran sino burdeles
disfrazados, donde se apostaba dinero y se fumaba mariguana, morfina y cocaína. Sam
Hing puede ser considerado el primer capo del país, trabajando con Rafael L. Molina,
Carlos Moy, Manuel Chon, Manuel Sing y Sam Lee. Este clan sucumbió cuando, a
mediados de los años veinte, fueron asesinados 11 inmigrantes chinos dedicados a dicho
comercio ilícito, iniciándose así, la larga historia de las ejecuciones asociadas al
narcotráfico en este país.

El responsable de las muertes fue un individuo apodado “El Veracruz”, integrante del
grupo de “La Nacha” y su esposo “El Pablote”, quienes a mediados de los años veinte,
conformaron una pareja muy singular. La señora Ignacia Jasso era una persona muy
recatada y caritativa, tenía unos 30 años de edad. Su esposo era más abierto y saboreaba
del derroche y las parrandas; la cabeza de la organización era “La Nacha” quien manejaba
su organización con discreción y generosidad, de tal manera que no se vio obligada a
utilizar "grandes dosis de violencia" para controlar su imperio. Sus principales clientes
eran soldados norteamericanos que cruzaban la frontera. Tuvieron cuatro hijos: Manuel,
Natividad, Ignacia y Pabla; esta última es madre de Héctor González “El Árabe”, uno de los
máximos distribuidores de droga en los años sesenta.

Algunos periodistas manifiestan que fue la primer pareja que constituyó una
“organización” parecida a los actuales cárteles, es decir, trataban en lo posible de menguar
la competencia y que se respetara su territorio de comercio.

“El Pablote” murió en una riña de cantina. Provocó a un policía y terminó en un duelo a
tiros con él. Así acabó la vida del primer capo de la droga en Juárez. A Doña Ignacia le fue
difícil continuar su comercio ilícito después de la muerte de su marido, Luego fue acusada
y aprehendida por la venta y posesión de droga,
El Apoyo Oficial

Lázaro Cárdenas (último militar mexicano que llegó al cargo de presidente de la nación),
tuvo la hombría de nacionalizar nuestro petróleo, Asimismo, se engrandece su figura
histórica con la decisión del General al ponerse al frente de la lucha contra la Invasión de
Cochinos, en Cuba.

Sin embargo, en busca de la ecuanimidad y no del personalismo fanático, hay que analizar
con detenimiento la historia que ha creado nuestra problemática presente.

Nos referiremos el haber impulsado desde el poder del cardenismo y como si fuera una
empresa paraestatal, la narco-economía de México, que actualmente está valuada en más
de 100 mil millones de dólares.

¿Cómo se inició la narco-economía en México? De acuerdo con el autor José Alfredo


Andrade Bojorges, en su libro La Historia Secreta del Narco: “Desde Navolato Vengo”
(editorial Océano, 1999): “La Segunda Guerra Mundial provocó el incremento en el uso
legal y el consumo ilegal de las drogas en el mundo”.

Antes de la guerra, una libra de heroína costaba unos 300 francos en París, durante el
conflicto bélico subió a 3,000 francos. Un cigarro de mariguana en San Francisco subió de
20 centavos de dólar a 1 dólar. Las drogas no eran necesidades de civiles sino de los
ejércitos estadounidense, francés y alemán.

En nuestro país la región natural estratégica para el cultivo de la amapola y la mariguana,


es el noroeste mexicano.

En este marco geográfico existía otro de orden político, donde tenían intereses dos grandes
grupos: los cardenistas y los obregonistas que querían impulsar la economía de la región.
Los primeros tenían intereses en Michoacán y Badiraguato (la zona serrana de Sinaloa) y
los segundos mantenían su influencia en Guasave (zona marítima) y el sur de Sinaloa. Así,
en 1941 se creó la Zona Militar del Pacifico, que fue una decisión inteligente para que los
norteamericanos no se adueñaran del noroeste mexicano con el pretexto de la guerra con
Japón. Para ello el presidente Manuel Ávila Camacho nombró al general Cárdenas
comandante de la Región Pacifico Norte. Dice el texto que el general Cárdenas no veía con
bien las pretensiones locales de Sinaloa, pues los campesinos querían participación de las
ganancias petroleras por el hecho de ser dueños de la superficie de donde se extraía el
petróleo. Esa riqueza debería ser del Estado. Por su parte los obregonistas veían con
desconfianza que Cárdenas estuviera rodeado de cristeros.

Desde mediados de los años cincuentas hasta los setentas fue una etapa en la que
prevalecieron los grupos diseminados que se dedicaban al contrabando y a la venta de
enervantes. No existía un poder central y tampoco había alguna organización visible que
estuviera por encima de las demás.

Para los obregonistas, los cardenistas del Partido Verde del Bajío habían sido los culpables
del magnicidio de Alvaro Obregón. La Revolución Mexicana creó nuevos cacicazgos en
Sinaloa. Los cardenistas con el general Gabriel Leyva y los obregonistas con Pablo Macias
Valenzuela.

Para esas fechas de los años sesentas, ya había tres operadores en la zona noroeste del país,
Ernesto Fonseca Carrillo en Sinaloa, Jaime Herrera Nevares en Durango y Miguel Urías
Uriarte en Sonora, la distribución de las drogas (oficiales) estaba controlada por el
Secretario de Salubridad de Lázaro Cárdenas, los cardenistas de la C.N.C. , ofrecían
amistad, ayuda y consejo a cambio de un porcentaje de las cosechas de la droga, el jefe
cardenista del general Leyva Velásquez (que luego fue Gobernador de Sinaloa) era Federico
Amaya Rodríguez, Jefe del Estado Mayor Presidencial de Lázaro Cárdenas.

El negocio de las drogas, generaba ingresos que entraban a las arcas del Gobierno Federal
en la época revolucionaria, como una “paraestatal”, pero luego el Estado perdió el control y
se privatizó y criminalizó totalmente.

En la década de los 70´s nació el cartel de Guadalajara el cual se consolida como la más
fuerte organización de trafico de drogas en el país, formado entre otros por Miguel Ángel
Félix Gallardo, Juan Ramón Matta Ballesteros, Ernesto Fonseca Carrillo, Manuel Salcido
Uzeta, Javier Barba Hernández, Rafael y Juan José Quintero Payan, Pablo Acosta
Villarreal, Juan José Esparragoza, Amado Carrillo Fuentes y Rafael Caro Quintero.

El encanto de los dólares producto de este negocio que se generaban de manera


conformemente oficial sedujo a los Livas de Nuevo León y a los Morales de Jalisco y
Veracruz.

Paralelamente en el noreste mexicano se gesta otra organización el Cártel del Golfo que es
dirigida por Juan Nepomuceno Guerra (de quien se decía que era tío de Juan García
Abrego), quien en sus orígenes en los 60´s se dedicaba al contrabando de licor y de
electrodomésticos que terminaban en los mercados del Distrito Federal y Monterrey, fue
un legendario contrabandista de whisky en Tamaulipas.

La Transición

La frontera norte de nuestro país, límite de una nación estratégicamente ubicada, para
funcionar como "trampolín de las drogas", (frase varias veces utilizada por autoridades
norteamericanas, para definir el papel que juega la geografía en el tráfico de
estupefacientes). Alguna vez el presidente Gustavo Díaz Ordaz al ser entrevistado por una
periodista estadounidense, sobre que pensaba acerca de que Ciudad Juárez funcionara
como "trampolín de las drogas"; el presidente mexicano contestó: "no se olvide señorita,
que si existe un trampolín, es porque hay una alberca".

Barry Mc Caffrey, el Zar antidrogas de EE.UU., durante su visita, en agosto de 1999, a


Ciudad Juárez, declaró: Ciudad Juárez con una población de un millón 300 mil habitantes,
el 39% son menores de edad, no está ajena ni muy lejana al gran problema de las drogas y
de ciudad de paso o "trampolín que era considerada antes, ahora es una plaza importante
de consumo.

Los inicios de la guerra contra el narcotráfico

En 1977 se lleva a cabo por primera vez la Operación Cóndor, en la que participaron 10 mil
soldados. Su objetivo era destruir sembradíos de marihuana y aprehender a quienes
estuvieran a cargo de ellos. La acción iba enfocada a la región de Sinaloa, Durango y
Chihuahua. Más tarde la Operación Cóndor se dividió en 13 zonas de coordinación en el
país y su acción se centró en la cordillera de la Sierra Madre Occidental. El coronel Jaime
Quiñones Cruz, comandante del 20 Regimiento de Caballería, declaró que México dejó de
ocupar los primeros lugares en el abastecimiento de esos productos. El oficial mayor de la
PGR señalaba que los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango (Triángulo Dorado
Mexicano), en una triangulación de 70 mil kilómetros, era la zona que producía más del
70% de los enervantes en todo el país. Para 1979 el subprocurador General de la República,
Samuel Alba Leyva, afirmó que las siembras, el cultivo y el tráfico de estupefacientes en
Sinaloa, Chihuahua y Durango, habían sido prácticamente liquidada por la Policía Judicial
Federal (PJF) y el Ejército, siendo este un gran logro del gobierno en la lucha en contra del
narcotráfico.
De acuerdo con algunos enfoques norteamericanos sobre las organizaciones de
narcotraficantes en México, desde los años setenta existe un pacto iniciado por don Pedro
Avilés en Chihuahua y seguido por Miguel Ángel Félix Gallardo de Tijuana; hay un pacto y
por ello una verdadera organización de cárteles. A finales de los de los setenta aparecen los
primeros testimonios documentales que reseñan la actividad de los narcotraficantes y que
habrían de convertir las ciudades fronterizas en uno de los principales enclaves del
narcotráfico a gran escala y de talla internacional.

Con el posicionamiento de Juan García Ábrego en el noreste y a principios de los ochenta


entró en contacto con los carteles colombianos, y se convirtió en el eje de casi todos los
movimientos de cocaína que pasaban por México y la línea de negocios del contrabando se
mudó hacia el tráfico de drogas, tejiendo redes para las rutas de distribución y
comercialización de cocaína y a diferencia de otros grupos, el jefe del naciente cartel del
Golfo rechazó una continuidad de pagos en efectivo por cada kilo de cocaína que cruzara a
los Estados Unidos. En vez de eso, condicionó el pago en especie a la contraparte
Colombiana, una práctica que imitaron más tarde el resto de los mexicanos, lo que les llevó
en poco tiempo a convertirse en los nuevos amos del negocio, (a diferencia de los otros
cárteles mexicanos que eran puramente transaccionales) creando núcleos de impunidad en
Reynosa, Matamoros y finalmente en Nuevo Laredo, donde controlaban todo lo que
sucediera Juan García Ábrego, fue de los pocos narcotraficantes que se formó fuera de las
filas de la organización de Avilés y de Félix Gallardo. En 1996 es detenido y extraditado
García Abrego, heredando el espacio a Osiel Cárdenas Guillen, un expolicía judicial del
estado de Tamaulipas, quien en poco tiempo se convirtió en “el capo más inteligente” y
sanguinario de una tercera generación, elevando la capacidad de fuego de los
narcotraficantes con el reclutamiento de tropas de élite del Ejército mexicano como brazo
armado del cártel. Este fue el inicio de un fuerte grupo paramilitar a los que se les conoce
como el grupo de “Los Zetas” y que se encuentran al servicio de grupos de narcotraficantes
del “Cartel del Golfo”, (como lo veremos mas adelante en este trabajo).

La Segunda Generación

Durante los finales de la década de los 70´s, en Ojinaga había un personaje sobresaliente
conocido por todos en la región como “El Zar” o (El Zorro de Ojinaga). Pablo Acosta
Villarreal era un hombre que gustaba de sombreros finos, metralletas R-15 y camionetas
Bronco; disfrutaba ayudando a los pobres y a los estudiantes; “El Zorro de Ojinaga", fue el
primer gran capo de esa zona y llegó a controlar la exportación de cocaína, heroína y
marihuana por la región nororiente de Chihuahua. Después de su muerte quedaron ahí
Amado, Cipriano y Vicente Carrillo, personajes que desde inicio de los setenta llegaron de
Sinaloa para trabajar con Pablo Acosta recomendados por su tío Ernesto Fonseca Carrillo
alias "Don Neto".

En Ciudad Juárez, a finales de la década de los setenta inició su trayectoria como traficante
Gilberto Ontiveros Lucero "El Greñas", y alcanzó la cumbre en 1984. “El Greñas” era
ampliamente conocido por sus gustos estrafalarios. Adquirió vehículos de lujo, inició la
construcción de un suntuoso hotel (El Palacio del César), compró un Lear Jet, y tenía entre
otras propiedades una residencia en Cuernavaca, que anteriormente fue propiedad de un
Sha de Irán.

Otros de los personajes sobresalientes del llamado cártel de Juárez son Rafael Muñoz
Talavera y Rafael Aguilar Guajardo, jefes máximos de la organización. Según la DEA,
Muñoz Talavera introdujo 20 toneladas de cocaína decomisadas en una bodega ubicada en
Los Ángeles en California; además, la misma organización colocó otras 40 toneladas en
ciudades norteamericanas ese mismo mes.

Fue tanta la bonanza entre noviembre de 1987 y octubre de 1989, que Muñoz Talavera y
Aguilar Guajardo lograron mover entre México y Estados Unidos más de 400 toneladas de
cocaína en ganancias netas, más de 500 millones de dólares.

Otro personaje relevante es Amado Carrillo Fuentes, quien penetró como hombre de gran
capacidad negociadora, se dice que fue capaz de convocar a los capos del país para
plantearles un mecanismo de operación sin enfrentamientos, lo que les dio mejores
resultados. Conocido como “El Señor de los Cielos”, fue el primer narcotraficante que
introdujo grandes volúmenes de cocaína en aviones; operaba de manera perfectamente
organizada. Amado únicamente supervisaba los envíos importantes y dejaba el resto del
trabajo a Efrén Herrera y a Vicente Carrillo.

Paulatinamente Carrillo se fue retirando de la dirección de su organización. Durante 1996


se mencionaba que había abandonado su posición en la estructura del cártel de Juárez.
Amado Carrillo fue detectado nuevamente el 3 de julio de 1997, cuando se supo de su
muerte a causa de una intervención quirúrgica.

“Los vacíos no existen”, como lo demuestra la historia del crimen en la frontera: a la caída
de un hombre fuerte sucede el encumbramiento de otros hombres “herederos” quienes por
lo general son los segundos de las organizaciones principales de la generación anterior, el
nuevo dirigente del cártel de Juárez fue primero Pedro Lupercio Serratos, alias "El
Abogado" y al parecer trabajó con los hermanos Arellano Félix, del cártel de Tijuana.
Posteriormente se manejó el nombre de Vicente Carrillo, hermano de “El Señor de los
Cielos”, durante estas transiciones el narcotráfico se ha convertido en Estado paralelo, con
sus propias reglas y sanciones y ha utilizado la violencia como instrumento de poder y
como método de control.

La Influencia Colombiana

Mientras José Gonzalo Rodríguez Gacha en Colombia adoptó la cultura mexicana, su jefe
Pablo Escobar Gaviria cambió el rumbo de los traficantes de cocaína en México, pasando
de ser simples transportistas a “socios” ya que después de negociar con ellos, los pagos
empezaron a suministrarse en especie, y por ende los sobornos también. México fue
violentado por la influencia de la cocaína sudamericana y hacia mediados de los 80 sus
miembros entraron a una fase progresiva nunca antes vista y a su vez, esa coalición disparó
la cantidad de la entrada de droga por la frontera sur con destino hacia los Estados Unidos
a niveles sorprendentes para la época. “Medellín había desplazado, a su tradicional
trayecto de Cuba a la Florida por la del territorio mexicano”.

El círculo de las drogas en México desbordaba en el descaro. Miguel Ángel Félix Gallardo
(primera generación), un ex empleado del Banco Rural y expolicía fue considerado por la
DEA como el gran padrino de las drogas en México. Bajo sus órdenes trabajaron Rafael
Caro Quintero y Ernesto Fonseca, “Don Neto”, el tío de Amado Carrillo Fuentes, Pablo
Acosta Villarreal, Rafael Aguilar Guajardo. En ese croquis difundido por el gobierno de los
Estados Unidos todos formaban alianza con Félix Gallardo, fueron cabeza de serie en la
organización con la que el cartel de Medellín trabajó para cruzar su droga por territorio
mexicano. Durante una parte de la década de los 80, los traficantes mexicanos fueron
intocables.

Mientras Rafael Caro Quintero supervisaba la más grande plantación de marihuana que se
haya conocido en México, en el rancho “El Búfalo”, Gonzalo Rodríguez Gacha supervisaba
los aterrizajes de las avionetas que transportaban la cocaína de su organización.

Los plantíos de Caro Quintero, se supo después de su caída, eran protegidos por miembros
del ejército, en tanto que los desplazamientos de la cocaína eran a su vez custodiados por
elementos de la P.G.R. y las policías regionales.
Los nexos con Medellín impactaron el comportamiento y actividades tanto de traficantes
como de policías. Ese año de 1988 es trascendental para comprender lo que sucedió
posteriormente en el panorama criminal mexicano, denotando la estrecha contribución de
los traficantes mexicanos con sus contrapartes colombianas.

El Ocaso

En 1993, al morir Pablo Escobar en México, sus antiguos socios habían corrido la misma
suerte, o algo muy parecido: en abril de ese año, en las playas de Cancún, Rafael Aguilar
Guajardo fue ejecutado con ráfagas de un fusil de asalto AK-47. El otro gran traficante de
Chihuahua, Rafael Muñoz Talavera, estaba preso en un penal de Hermosillo, igual que lo
estaban en otras prisiones Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto
Fonseca Carrillo.

A partir de entonces y en gran parte por la modernidad que ha sufrido el país y la vida
cotidiana en general, México vio surgir, con otro carácter de proporción y con mayor
fuerza, a las nuevas organizaciones de narcotraficantes embriagados con el poder y la
fortuna. Creyéndose los todopoderosos cometieron excesos que pronto les costaron la vida
o la libertad. Iniciaba así una nueva cuenta regresiva, ahora para los grandes capos como:
Juan García Abrego, Amado y Vicente Carrillo Fuentes, Joaquín Guzmán Loera, Héctor
Palma Salazar, Benjamín y Ramón Arellano Félix, Albino Quintero, Miguel Caro Quintero,
Ismael Zambada, Juan José Esparragoza, los hermanos Arturo y Héctor Beltrán, Gilberto
García Mena, Edelio Lopez Falcón, entre muchos otros, todos ellos descendientes y/o
trabajadores de los “padrinos” o de los capos de la primera y segunda generación.

El crimen o “Delincuencia Organizada”

La LEY FEDERAL CONTRA LA DELINCUENCIA ORGANIZADA en nuestro país en sus


primeros Artículos detalla:

Artículo 1o.- La presente Ley tiene por objeto establecer reglas para la investigación,
persecución, procesamiento, sanción y ejecución de las penas, por los delitos cometidos
por algún miembro de la delincuencia organizada. Sus disposiciones son de orden público
y de aplicación en todo el territorio nacional.

Artículo 2o.- Cuando tres o más personas acuerden organizarse o se organicen para
realizar, en forma permanente o reiterada, conductas que por sí o unidas a otras, tienen
como fin o resultado cometer alguno o algunos de los delitos siguientes, serán sancionadas
por ese solo hecho, como miembros de la delincuencia organizada:

Pero a lo largo de la historia, se ha descrito o se entiende por crimen organizado, a la


delincuencia a gran escala de mafias, que han desempeñado un gran papel durante el siglo
XX, principalmente durante la época de la prohibición en los Estados Unidos, en donde los
jefes o padrinos de la mafia se disputaban entre ellos los controles de las ciudades, que
terminaban en sangrientas masacres. Un gran ejemplo de éstas fue la batalla entre Al
Capone y Bugs Moran que finalizó con La Masacre de San Valentín en 1929, en la que
fueron asesinados los principales gánsteres de Moran por los de Capone.

Hoy en día el crimen organizado está mucho más recóndito que durante la década de los
30 del siglo pasado y funciona básicamente con similares códigos y cánones.

El crimen organizado se refiere a individuos y grupos que mantienen una relación continua
entre sí y que se ganan la vida por medio de una variedad de acciones ilícitas y secretas
pero muy rentables.

Además, el crimen organizado tiene un criterio de organización “blindado o duro”


diseñado para “perdurar más allá que cualquiera de los individuos involucrados”. La
organización generalmente no se destruye si un miembro se va o se pierde, eventualmente
se renueva, no importa cuál sea su jerarquía.

Para asegurar su permanencia el crimen organizado ha establecido habilidades para


socorrerse y continuar funcionando. Para lograr esta persistencia, la organización acude a
la violencia, al terror, la intimidación, a la corrupción y a la selecta elección de sus nuevos
miembros.

Las organizaciones criminales propiamente: se Proyectan con visión para conseguir fines a
corto mediano y largo plazo. No tienen un interés público propio, tienen un escalafón
organizado, tienen permanencia en el tiempo, utilizan la fuerza o la amenaza, son
condicionales en la elección de sus miembros, suministran productos y servicios ilegales
apetecidos por la población general, utilizan la corrupción y el terror para contrarrestar a
empleados públicos y políticos, sus miembros se especializan en distintas actividades
dentro del grupo y funcionan de acuerdo con un código secreto.
Surgimiento y expansión de “LOS ZETAS”

El norte del país ha sido el semillero de grupos de asesinos. En Tamaulipas “Los Texas”
fueron conocidos y feroces, se a mafiaron con Los Chachos al servicio de Edelio López
Falcón. Pero apareció Osiel Cárdenas Guillén. Primero rompió con todo lo que oliera a
Juan García Ábrego y a Guillermo González Calderoni (quien fuera definido como "el
mejor policía de México", por el entonces Procurador Ignacio Morales Lechuga y luego,
acusado de torturador, así como de haber acumulado una fortuna, gracias al narcotráfico,
de unos 400 millones de dólares). Tres grupos más se unieron a Osiel (1998 y 99): Los
Flores Soto, Los Ortiz Medina y La Mexican Mafia. Pero a Cárdenas Guillén se le ocurrió:
“Un solo grupo formado por militares”. Los sedujo entre 1999 y 2000. Nada de acarrear
drogas. Sencillamente operar con sus tácticas de asalto, cobrar piso ó rentas, matar
enemigos, policías traidores, deudores y ejecutar “rajones”. Originalmente se asentaron en
Matamoros. Pero como allí hay una gran presencia militar le “sacaron la vuelta”. Se fueron
de Matamoros a Reynosa, Ciudad Miguel Alemán y de ahí al resto del estado y luego del
país.

El nombre lo obtienen del lenguaje policíaco de la extinta “Policía Judicial Federal ó


P.J.F.”, no olvidemos que durante esa época las plazas de la P.J.F. en las fronteras norte y
sur del país estuvieron ocupadas por elementos castrenses quienes tuvieron
adiestramiento militar de élite como el grupo aerotransportado de fuerzas especiales
(GAFE) quienes incursionaron en labores policíacas entre la sociedad civil y durante tres
años ocuparon esas plazas, siendo la jerarquización de la PJF en el alfabeto fonético, “M” o
(metro) equivale a agente, “Z” o (zeta) equivale a jefe de grupo, “X” o (equis) comandante
de la plaza, “Y” o (yanqui) comandante o subdelegado estatal. Es de aquí donde reciben el
nombre de “ZETAS” ya que el grupo original reclutado por Cárdenas Guillén fueron estos
elementos que ocuparon las plazas de jefes de grupo, siendo militares y estando habilitados
en la “PJF”.

Dos magnos problemas tuvieron Los Zetas. Cuando perdieron a su líder Arturo Guzmán
Decena. El otro fue la captura de su jefe Osiel. Se quedaron sin patrón ni “jefe de grupo”
para dirigirlos y cumplir sus órdenes. Fue entonces cuando decidieron matar
competidores: Su reacción estratégica a la pérdida del patrón fue una intensificación de las
actividades que les habían proporcionado ingresos marginales desde 1999. Aceleraron el
ritmo de recaudación de “impuestos” entre pequeños delincuentes de Nuevo León y
Tamaulipas. Desde transportistas de droga, pequeños vendedores, apostadores ilegales,
prostíbulos y contrabandistas de toda calaña. El cobro de “impuestos” fue un éxito.

Su prestigio como “prestadores de servicios de violencia” les abrió muchas puertas y


entraron en pleito con los funcionarios y policías que manejaban esa protección y los
quitaron de en medio y/o los reclutaron. Los Zetas empezaron a perder fuerza, por eso
optaron por emigrar a otras entidades del país para diversificarse y resurgir con más
fuerza, más elementos y con mayores ingresos para tener fondos de reserva para la guerra
que están teniendo.

La trasformación o Evolución

Con la muerte o encarcelamiento de los grandes capos o “padrinos” y sus sucesores los de
primera y segunda generación, “evoluciona” también un estilo para operar el tráfico de
drogas ilícitas en México.

Hoy el narcotráfico continúa a gran escala pero con bajo perfil, es decir con pequeños pero
prósperos empresarios, bien disgregados entre la sociedad, quienes a su vez subcontratan a
los “burros” o transportistas quienes bajo su cuenta y riesgo hacen llegar hasta las
diferentes ciudades de destino en los Estados Unidos, los pequeños pero continuos
cargamentos de droga, encargándose ellos mismos del traslado de las mercancías, los
cobros, el acarreo del dinero y los respectivos pagos a los dueños, obteniendo por ello, los
“burros” o transportistas un porcentaje de las utilidades.

Con nuevas reglas de operación y nuevos jefes por lo general de bajo perfil y aunque
algunos de ellos son de los más buscados por las autoridades, la mayoría de éstos se han
involucrado y confundido entre los círculos de la industria, el comercio e incluso del
Gobierno pero sin mostrar su poder, utilizando medios menos aparatosos pero más
violentos que los de sus antecesores, para ello son reclutados narcomenudistas locales y/o
policías de bajo nivel, pero que a su vez el mismo perfil los hace ideales para realizar
funciones de sicarios, sin la necesidad de tener que mantener grandes cuerpos y sistemas
de seguridad por tiempo completo para su protección, utilizando el personal reclutado solo
para trabajos “especiales”. Este sistema, les permite permanecer con custodia permanente
de tipo “oficial” a bajos costos y con la seguridad de que pueden realizar sus actividades
cotidianas, permaneciendo en un rol de rutina normal para la población en general,
auxiliándose de sistemas de comunicación de bajo costo, desechables y relativamente
seguros.
Es aquí donde México vio nacer a las nuevas estructuras de narcotraficantes, otra forma de
operar con mayor fuerza y más violenta. La antigua red de garantía que certificaban los
“altos niveles” del gobierno y de las policías federales y estatales, fue asumida por policías
de bajo rango y con un bajo perfil, sobre todo por los cuerpos de seguridad pública de los
estados y municipios. Los cárteles mexicanos de la droga han dejado de recurrir cada vez
más, a la protección de altas autoridades corruptas, a nivel federal y estatal, para que les
garanticen la seguridad de sus actividades y han comenzado a crear sus propios cuerpos
represivos, de seguridad e inteligencia (acopio de información) para proteger su industria.

Para estas pequeñas organizaciones no es fácil sostener aparatos de seguridad de 50 o más


miembros, sobre todo cuando éstos dependen en exclusiva de las ganancias del
narcotráfico a baja escala y no de otras actividades criminales como “Los Zetas”.

Mientras los nuevos sicarios realizan sus “trabajos” de cobranza y custodia, al mismo
tiempo mantienen informados a sus patrones de los posibles operativos y de las
incursiones de otros grupos delictivos en las zonas de influencia de ellos.

La nueva generación de narcotraficantes es mucho más discreta, los grupos rara vez suman
más de 20 miembros. El narcotraficante de la actualidad es miembro de organizaciones
muy pequeñas y sutiles, ya no viste con calzado lujoso, ni reloj Rolex, o cadenas de oro y
una pistola en el cinto. Las utilidades del negocio tienden a ser repartidas menos
equitativamente. Hay menos dinero en la parte baja de la pirámide criminal y pocos deseos
o no hay necesidad de seducir a grandes políticos y al sistema judicial con crecidas sumas
de dinero.

Los narcotraficantes de hoy en día son mucho más difíciles de atrapar. Algunos
especialistas estiman que la mayoría tiene entre 20 y 40 años, que no tienen antecedentes
criminales, se desenvuelven, se disfrazan y se despistan trabajando a través de pequeños
negocios legítimos.

Los transportistas o burreros esconden o “clavan” la droga en lugares poco usuales como
pequeños compartimientos o “clavos” en vehículos de tipo familiar y tras arribar a sus
destinos desclavan o recuperan los paquetes y los entregan a sus clientes, esto es algo típico
del nuevo rostro del negocio de la droga en México. Los días en que ésta industria era
dominada por los grandes cárteles, están quedando atrás.
Efectos

La inseguridad pública y la delincuencia organizada han pasado a ser una complicación, al


grado de que una de sus expresiones como es el narcotráfico con todos sus alcances, ha
sido considerada una amenaza a la seguridad nacional.

Otro efecto, es que a falta de una buena planeación de lucha contra la “delincuencia
organizada”, desde un punto de vista integral, holístico y en consecuencia la consumación
de operativos que sólo tienen objetivos limitados e inmediatos, más bien en respuesta a los
ataques de la delincuencia y esas acciones no son encaminados a atacar el problema desde
la raíz, con una adecuada planeación.

A falta de mejores estrategias en materia de prevención, vigilancia y seguimiento sobre los


resultados en esta lucha por parte de las instancias encargadas de ello, con una visión a
corto, mediano y largo alcance, Son las principales debilidades que enfrenta el gobierno,
para combatir la “delincuencia organizada”.

Esto sigue siendo en general el gran reto, ya que el poder de estos grupos de delincuentes
sigue incrementándose pese a las acciones del Gobierno.

En virtud de la postura de las autoridades quienes en su afán de publicitar grandes


resultados en esa lucha se han esmerado en descabezar a las organizaciones delictivas, mas
no en desarticular su estructura desde sus bases por lo que al desbancar una cabeza de
alguna organización, ésta se reagrupa y surgen varias células más pequeñas pero con el
mismo poder criminal que rápidamente se reorganizan y se vuelven más violentas para
poder permanecer activas.

Desde este punto de vista, es prioritario iniciar recíprocamente a ese esfuerzo, planes
estratégicos menos ambiciosos, pero a su vez más radicales y encaminados a eliminar las
bases de la “pirámide criminal”. ya que estas bases son los eslabones más endebles de las
cadenas y sería más comprometido para los lideres emergentes, el reclutamiento de nuevos
miembros y a su vez sería muy costoso para éstos el salvar o librar los problemas legales de
estos menores miembros de las organizaciones, mermando de ese modo el progreso de la
célula u organización.
Acentuación de la delincuencia

Desde luego que los delitos cometidos por la delincuencia organizada no pueden explicarse
en México, sin el crecimiento que ha observado el crimen en todas sus modalidades.

El “crimen organizado” ha estimulado la delincuencia común, realizada por delincuentes


que pueden ser habituales o eventuales, quienes actúan en asociación o individualmente y
en gran parte debido al crecimiento de las adicciones con drogas más poderosas y adictivas
que envuelven a la sociedad en un clima de inseguridad, que se manifiesta en todas sus
modalidades, los crecientes niveles de inseguridad pública se deben principalmente al
aumento acelerado de la criminalidad en muy pocos años.

Especialmente el tipo violento de delitos, con gran impacto en la sociedad, la victimización


repetitiva de la población en general y sobre todo a la gran impunidad existente, aunado al
burocratismo de las denuncias que puedan presentar los ciudadanos para atenuar ese
clima, que en realidad son problemas de inseguridad pública, pero que debido a la poca
información que manejan las autoridades y al afán publicitario de los medios de
comunicación, se logra atemorizar a la población, tratando de desvirtuar la realidad,
involucrando los problemas de inseguridad pública con los derivados de la delincuencia
organizada, logrando infundir un temor generalizado entre los habitantes, derivándose con
ello otros fenómenos en cadena que generan un aumento de la delincuencia.

El fenómeno de la “Victimización”

Según el Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad (ICESI) y la Cuarta


Encuesta Internacional Sobre Inseguridad Urbana, en 2006 los ciudadanos desconfían
más de los ministerios públicos que de los policías; De las corporaciones policíacas, se
confía más en las federales que en las estatales; Casi la mitad de los ciudadanos perciben
que la delincuencia ha aumentado; y lo más alarmante es “la cifra negra” que ha alcanzado
niveles del 87% ya que en promedio solo se denuncian 13 de cada 100 delitos. En un
estudio comparativo, realizado por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública
(CESOP) de la Cámara de Diputados, se encontró que en seis diferentes encuestas
nacionales (incluyendo dos del propio ICESI) coincidieron en estimar la cifra de delitos
denunciados en 34 por ciento durante el periodo entre 1999 y 2004.
De acuerdo con los resultados de la Cuarta Encuesta Nacional Sobre Inseguridad, por cada
delito que se denuncia existen otros siete que no. En otras palabras, las autoridades sólo
conocen 12 o 13 por ciento del total de los delitos que se cometen mientras que, de acuerdo
con el propio ICESI, el promedio mundial de delitos denunciados es de alrededor de 33 por
ciento.

Como se puede observar, la disparidad sobre el porcentaje de delitos denunciados y no


denunciados resulta muy amplia, lo que hace imperiosa la necesidad de incrementar la
cultura de la denuncia y de mejorar las áreas de prevención del delito de las Instituciones
de Seguridad Pública del país.

Un dato preocupante también está conformado por el alto índice de victimización, ya que
del total de las víctimas, el 27% de ellas sufrieron dos o más delitos, y dentro de este grupo,
al 80% los atacaron los mismos delincuentes ya que se trata de criminales frecuentes o
habituales quienes tienen la seguridad que no serán denunciados.

El Ministerio Público

Existe una gran demora en el ámbito de la Procuración de la Justicia, especialmente en el


Ministerio Público donde las cifras indican que solo se inicia la averiguación previa en
menos del 20% de los casos denunciados y al razonar en el uso de las drogas como una
forma inofensiva de diversión, ya que por el solo hecho de declararse adicto ante el
ministerio público son puestos en libertad los miles de viciosos que son detenidos, dejando
entrever, en apariencia de la población en general, que estas personas claramente
identificadas como viciosos y delincuentes, corrompen a las autoridades y obtienen su
libertad de inmediato, desalentando a la ciudadanía a denunciar los delitos que cometen,
por temor a las venganzas, esto sin tomar en cuenta, que el uso de drogas, está
estrechamente ligado a la mayoría de los problemas de inseguridad pública, que afectan a
la mayoría de los ciudadanos, con éstas referencias podemos entender porque los
delincuentes, no solo se atreven a seguir cometiendo delitos, sino que también siguen
afectando a las mismas víctimas.

La labor de las autoridades facultadas en la investigación y persecución de los delitos ha


dejado mucho que desear, con solo observar el efecto de las denuncias presentadas ante el
Ministerio Público, podemos concluir que en este aspecto estamos muy atrasados y se
suaviza cualquier acción tendiente a sancionar a los verdaderos delincuentes.
Tomando en cuenta que del total de Averiguaciones Previas iniciadas, en el 49% no sucedió
nada, un 26% se encontraban en trámite y únicamente en el 17% se detuvo al presunto
delincuente, quien quedó libre en el 10% de los casos y en el 7% de las indagatorias la
acusación no procedió.

Destacan entre los motivos por los que las víctimas del delito no lo denuncian, el hecho de
que consideran pérdida de tiempo acudir ante el Ministerio Público y por desconfianza en
las autoridades encargadas de llevar a cabo las acciones investigadoras.

Esto ha ayudado a aumentar la desconfianza de la sociedad en nuestras autoridades y


crean pesimismo y apatía en contra de la denuncia, creando un ambiente propicio para la
propagación del crimen.

Impresión obscura de la Policía

Otra problemática en torno a la inseguridad es que se aprecia que la policía en nuestro país
es represiva y poco dispuesta, aunado al hecho de que los elementos reclutados, con
frecuencia son de bajos niveles académicos, sin previo estudio de capacidades, sin un
programa adecuado de adiestramiento y formación, y con un salario muy bajo.

Según la encuesta realizada por el ICESI, la percepción que la ciudadanía tiene respecto a
la policía es de una gran desconfianza, ya que 7 de cada 10 personas manifiestan tener poca
o ninguna confianza en las autoridades policíacas. Asimismo una de cada 10 personas
encuestadas, manifestó que un policía le solicitó un soborno.

Debemos comenzar a actuar de manera más directa y responsable en el tema de Seguridad


Pública, ya que si bien es la principal obligación del Estado, es en nuestro beneficio vivir en
un país seguro y con justicia, además de que la inseguridad resulta muy costosa para el
país, toda vez que se estima que los crímenes representan alrededor de 15% del Producto
Interno Bruto, es decir, aproximadamente 108 mil millones de dólares al año.

Se debe dar libertad a los cuerpos de policía del país para la adecuada persecución de los
delitos en una forma expedita, esto con la adecuada instrucción, sin necesidad de mediar
en el momento la orden ministerial correspondiente, pero con el compromiso de la parte
quejosa de apegarse a lo establecido en las leyes para formalizar las denuncias.

Impartición de justicia
La impartición de justicia en México se ha convertido en un serio problema debido a la
falta de claridad en los procesos, a “la corrupción”, los juicios siguen un proceso de mucho
tiempo, y en pocos casos el juez conoce realmente los expedientes. Esos elementos,
ocasionan que obtengamos sentencias injustas, tardías y que no satisfacen el interés de las
víctimas en la reparación del daño sufrido.

La impunidad ocasiona que la criminalidad vaya en aumento, si partimos de que sólo el


23% de los delitos se denuncian, y que se imponen sentencias condenatorias a los
responsables de sólo 9 de cada 100 delitos denunciados, el porcentaje de delitos cometidos
y sancionados es del 2% (por lo que el porcentaje de impunidad es del 98%). Situación de
más alarmante y visto desde un aspecto firme, estas cifras, se convierten en uno de los
grandes retos de todo el sistema de impartición de justicia, teniendo que pugnar por
invertir estas cifras y por ende los casos de impunidad y de suavidad en la impartición de la
justicia.

Los juicios se han convertido en una copia de los episodios de la averiguación previa,
existiendo un enorme formalismo que retrasa las diligencias, y no ofrece soluciones justas
para los problemas de los ciudadanos víctimas de la criminalidad.

Unificación de la Policía a nivel nacional.

Es necesario unificar a la policía bajo un proyecto nacional de Seguridad Pública, para


transformarla, en un órgano profesional para combatir el crimen, en la prevención,
investigación y persecución de ilícitos, haciéndola capaz de compilar información a nivel
nacional, para canalizarla a labores de inteligencia, aplicable a la prevención y persecución
de los delitos que atenten contra la seguridad pública.

Consideremos que al integrarse la policía federal en una sola dependencia, con apoyo en
un Programa Nacional de Seguridad Pública “de Estado”, ayudará a que la Policía se
convierta verdaderamente en un instrumento de la sociedad, para su defensa y protección.

A través de un esquema a nivel nacional policiaco, que integre a todos los cuerpos
policíacos federales del país en uno solo, deben establecerse mejores condiciones para el
reclutamiento de policías, tratando de hacer una selección de sus aptitudes y habilidades,
establecer programas de capacitación y profesionalización para buscar mejores salarios
para éstos elementos, primero porque se deben buscar personas con niveles de estudio más
altos, pero si el sueldo es bajo no sería atractivo para ellos, y en segundo lugar para evitar
que surja la corrupción.

La batalla contra los delincuentes requiere de elementos dignos y honorables. No cabe


espacio para la descomposición en los cuerpos responsables de brindar y mantener la
buena seguridad pública, en este aspecto debemos exigir que existan sanciones
ejemplarmente severas, tanto para los servidores públicos que se aparten de la legalidad,
como para los delincuentes que atenten contra su integridad, brindándole un ambiente
sano y seguro de trabajo, en el que podrá desarrollarse y ofrecer ese ambiente a su familia y
por ende, a la comunidad que sería la más beneficiada de un entorno saludable de trabajo,
pero a su vez, se debe estimular a los responsables del orden público con programas de
incentivos, estímulos, ascensos, y con la recuperación del poder adquisitivo del salario
haciéndolo decoroso, asociado a prestaciones laborales que redunden en la prosperidad y
en la seguridad familiar, ya que este es un punto básico, que al no ofrecerse se manifiesta
en la aceptación de cohechos y trabajos extras que son mejor remunerados y que en
muchas de las ocasiones están al margen de la ley.

Autonomía del Ministerio Público

Insistimos en la autonomía del Ministerio Público, para que lleve a cabo funciones de un
abogado que vigile el debido proceso penal y no como un policía que viole las garantías de
acusados y víctimas del delito, siendo necesario que se convierta en un órgano técnico y no
político.

En este aspecto la autonomía de gestión presupuestaria y técnica del Ministerio Público


debe ser encaminada a evitar que haya influencia externa en sus actuaciones y se legitime
su trabajo, al evitar presiones y especulaciones en cuanto a lo político o recibir la “línea” y
del porqué de sus arbitrajes, debiendo encauzarse totalmente al cumplimiento absoluto de
la Ley, situación que se reflejará en sus acciones y resoluciones, en beneficio de la sociedad
en busca de Justicia y Seguridad.

Esta reforma va de la mano con una modificación del sistema de impartición de justicia, ya
que el Ministerio Público se convertiría en el encargado de llevar la etapa de investigación
del delito y una vez que cuente con elementos suficientes, sea la parte acusadora en un
juicio oral, público y contradictorio ante el Juez, con una parte defensora como
contraparte.
Es decir, la integración de la averiguación previa estará en manos del Ministerio Público,
quien con el apoyo directo de las policías y por intermedio de los investigadores, llevará
adelante la etapa de investigación, preparándola y transcribiéndola al lenguaje legal y
dejará en manos del Juez, la facultad de juzgar sobre la culpabilidad o inocencia del
inculpado.

Sólo con una relación fuerte entre los tres Poderes: Ejecutivo, Legislativo, y Judicial, los
tres niveles de gobierno: Federal, Estatal, y Municipal y los ciudadanos, podremos someter
a la delincuencia, la seguridad es compromiso de todos.

Cruzada Nacional contra la Delincuencia

En la ofensiva contra el delito en lo habitual, debemos llevar a cabo programas que


optimicen las acciones de vigilancia preventiva, agilicen los procedimientos de procuración
de justicia, aseguren una impartición de justicia clara y libre, que cumplan honradamente
en el ámbito de la realización de juicios y la ejecución de las sentencias.

En esta retórica el Secretario de Seguridad Pública, Ing. Genaro García Luna, anunció el
inicio de la Cruzada Nacional contra la delincuencia, que significa la aplicación de 10 ejes
que deberán facilitar la lucha contra los grupos del crimen organizado.

Durante la XXI sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, el C. Secretario en su


calidad de presidente del consejo, desglosó el programa anunciado por el presidente Felipe
Calderón, que incluye desde la creación de un sistema de interconexión entre los
gobiernos, hasta el registro público vehicular.

El primero de los ejes que se aprobó durante la reunión fue la formación y


profesionalización de los cuerpos de seguridad, que incluye el servicio Civil de Carrera, con
lo que quienes trabajen en las dependencias de justicia, cuenten con estándares
internacionales.

El segundo punto, es el equipamiento para la Seguridad Pública,

El tercero es la creación de la Plataforma México, una red de telecomunicaciones, números


de emergencia y llamadas anónimas que tenga una cobertura y distribución nacional; así
como la interconexión entre municipios, estados y federación.

El cuarto será el Registro Público Vehicular a nivel nacional.


El quinto eje contempla la ampliación de la infraestructura técnica con la que cuentan los
agentes.

El sexto de los puntos dados a conocer por el secretario de Seguridad Pública es la


implementación de instancias que coordinen la información y las operaciones a nivel
estatal y federal. Y es que, dijo García Luna, “si de algo se ha aprovechado la delincuencia
es la falta de coordinación entre autoridades que estamos aquí presentes, de ahí que la
piedra angular en la reingeniería para el combate al delito sea una efectiva colaboración”.

En los siguientes ejes se menciona el combate al narcomenudeo, operativos conjuntos, así


como sistemas de evaluación y seguimiento de quienes realizan las actividades de
resguardo de seguridad.

También y como uno de los puntos que destacó Genaro García Luna, se incluye la
participación de la comunidad en Seguridad Pública. Aseguró que éste, es uno de los
principales puntos a desarrollar,

Hizo un llamado a las amas de casa, padres de familia y jóvenes a que en la medida de sus
posibilidades apoyen en las acciones para restablecer la seguridad. “En la medida que cada
familia le cierre la puerta a la ilegalidad.

En la medida en que cada instancia del Estado cumpla con su parte en esa lucha, en esa
medida el crimen perderá espacios de acción y reductos de impunidad”, expresó García
Luna.

También admitió, que “la lucha va a ser probablemente muy dura”, pero podría ganarse la
guerra en contra del narcotráfico. El secretario de Seguridad Pública calificó como "un
objetivo irrenunciable", la recuperación de espacios invadidos por la delincuencia.

Por ello, llamó a cerrar filas “sin ideologías ni partidismos” para garantizar la paz y
seguridad que se requiere para el desarrollo del país.

Participación ciudadana

Lo que nos dará superiores efectos es realizar una efectiva política de prevención del delito,
ya que siempre será más eficaz prevenir que reaccionar en contra del crimen, aunque un
sistema de justicia eficiente que aclara y sanciona el mayor número de crímenes posibles,
desde luego que forma parte integral de una estrategia de la prevención.
Se debe favorecer el presupuesto y el trabajo en la prevención del crimen e involucrar la
participación de la sociedad en la toma de decisiones sobre seguridad pública al evaluar a
los servidores públicos, con la finalidad de fortalecer y transparentar la capacidad de las
instituciones públicas para prevenir y combatir la delincuencia y el crimen organizado.

Se debe dar la más amplia prioridad a la prevención, es decir, a evitar que el delito se
cometa. Nada compensa ni resuelve la afectación que se causa a la sociedad y a las
personas en lo individual, cuando han sido víctimas de un ilícito.

Esencial es fomentar la cultura de la denuncia ciudadana, pero también lo es el fomentar la


cultura de la respuesta oportuna y efectiva de las autoridades, toda vez que no hay peor
inhibidor de la participación ciudadana que la apatía de las instancias responsables.

Reformas legislativas

Ante la grave situación que vive el sistema de Seguridad Pública y de Procuración de


Justicia, necesitamos reformas estructurales que permitan una mayor coordinación de
cuerpos policíacos; que contemos con un Ministerio Público independiente y especializado
en la indagación de todos y cada uno de los delitos y que éstas se den con agilidad,
transparencia y justicia en los procedimientos y juicios penales.

Partiendo del punto de vista que la principal responsabilidad que tiene el estado es la de
garantizar la seguridad de sus habitantes, se debe de considerar la opción de legislar sobre
la no intervención para la reducción en los presupuestos destinados a la seguridad pública
de los estados y los municipios, para no escatimar recursos en ese rubro, e invertir en
temas relacionados a la profesionalización de los cuerpos de seguridad y en tecnologías
aplicables para la adecuada prevención y persecución de los delitos, y que el trabajo de las
diferentes comisiones legislativas se concentren y se ocupen en la apropiada inversión y en
el aumento del presupuesto ya asignado y no en mediáticas luchas políticas feroces que
desencadenan un punto de vista de desorganización entre los poderes legislativos y el
ejecutivo tanto federal, como de los estados y retomar el tiempo de legislación en
verdaderas propuestas de forma y fondo para recuperar la confianza de la población en
general.

La coordinación de los tres niveles de Gobierno


Carlos Castresana, experto de la ONU, Doctor en Derecho y Fiscal del Tribunal Supremo de
España; galardonado internacionalmente por su combate a la corrupción, defensa de los
derechos humanos y combate al tráfico de drogas, manifiesta que apremia a las
autoridades a recuperar el estado de derecho. Indica que hay que superar retardos
endémicos, procurando combatir los cuatro rubros fundamentales que constituyen el
programa de acción, que son: el debido tratamiento de las adicciones, la adecuada atención
a las víctimas, el combate a la corrupción y a la delincuencia organizada.

El combate a la delincuencia organizada requiere medidas de corto, medio y largo plazo,


como cualquier problema, no hay una solución mágica a corto plazo, lo que se pretende es
fortalecer las instituciones y cambiar las estructuras de las instituciones en aquello que no
estén resultando funcionales.

Es necesariamente un apoyo a largo plazo, que va a arrojar resultados cuando las


modificaciones legislativas, la capacitación de los funcionarios, y otros puntos
quebrantables como lo son mejorar la condición salarial de los policías y garantizarles una
seguridad plena en el perfeccionamiento y en el desarrollo de sus funciones, ya que se haya
implementado, eso lleva años, no es algo que se conciba de la noche a la mañana.

En materia de corrupción no es posible combatir caso por caso, eso es algo que se debe
hacer pero que le corresponde a la Procuraduría de Justicia, a lo que se debe contribuir, es
a “erradicar las condiciones en las que la corrupción se produce” y se hace frecuente o se
sistematiza. Las condiciones en definitiva que hacen la corrupción difícil hasta llegar a
erradicarla son las que se deben proponer.

Un verdadero Poder Judicial independiente, responsable ante los ciudadanos y servicio


público que sea capaz de frenar los abusos del poder político, del poder económico, de la
delincuencia organizada, de quienes pueden de hecho saltarse la Ley porque no necesitan
sujetarse a derecho, esa es la gran tarea pendiente.

Hace falta una sociedad civil muy presente y un Poder Judicial que de verdad actúe
conjunto a ello un gran esfuerzo de unidad de los tres poderes del gobierno y una gran
voluntad de coordinación a los tres niveles, Local, Estatal y Federal, porque “la
delincuencia organizada está muy bien estructurada”.

Y sin embargo, en el lado de la sociedad a veces lo que se percibe es una desorganización,


peleas encarnizadas internas entre partidos políticos, entre distintos niveles de Gobierno,
entre distintos poderes, etcétera, y toda esa descomposición, toda esa desorganización, es
vacío de poder que aprovecha la otra parte.

Conclusiones

La sociedad mexicana, tiene que atender a la historia del narcotráfico y la delincuencia


organizada, como una prioridad de supervivencia. Habrá que entender que no son los
Gobiernos los que pierden, de resultar vencidos en esta guerra, sino la Nación, a la que
todos pertenecemos y nos debemos como mexicanos.

Sin embargo, la campaña no se va a ganar únicamente mediante el establecimiento del


estado de derecho a través de la fuerza y las armas, sino mediante una coordinación a
corto, mediano y largo plazo con una planeación estratégica, en la que se debe involucrar
los tres niveles de gobierno, la sociedad civil y los medios de comunicación, en una
auténtica cruzada nacional en pro de la prevención de todos los tipos de delito y por ende a
las adicciones.

El monstruo que se enfrenta actualmente es una verdadera Hidra de Cien Cabezas. Es por
eso, que los frentes de la educación, de la cultura, de la legalidad y de la participación
ciudadana nos están llamando también al servicio en materia de prevención del delito y de
las adicciones.

El reto no es pequeño. Varias generaciones han caído ya bajo el yugo de las drogas o bien
por la seducción de las increíbles ganancias ilícitas que el narcotráfico genera en todas sus
modalidades y en todos los estratos sociales.

Hay que generar un “compromiso, Gobierno y Sociedad”, y demostrar en las batallas que
los que han errado el camino, con su involucramiento, pueden todavía desagraviar su
deuda con la sociedad, pero sin dar cuartel a los que participen en el bando contrario y no
se rindan ante el clamo social en general.
Pros
Reducir las fuentes de financiación de las mafias y grupos
terroristas: la mayoría de las organizaciones criminales
internacionales se financian, de una y otra forma, con la
producción, tráfico y venta de las drogas ilícitas; desde las mafias
colombianas y mexicanas, hasta los talibanes afganos. Si el negocio
pierde su estatus de ilegalidad, las ingentes ganancias se reducirían
muchísimo y el comercio de drogas perdería su lucrativa
clandestinidad.
Mejorar las posibilidades de controlar y atender a los adictos: así
como se hace con el tabaco o el alcohol, si la producción y
comercialización de drogas fuera legal, los gobiernos podrían
controlar no solo la calidad del producto, sino monitorear y atender
con mayor facilidad a adictos y consumidores.
Posibilitar la tributación del negocio: por supuesto, como con todo
negocio legal, el Estado podría recolectar impuestos sobre la
producción y venta de la droga. En efecto, se conseguirían con toda
seguridad muy buenos ingresos sobre este comercio
multimillonario.
Enfoque preventivo sobre coactivo: finalmente, está el asunto de la
posibilidad de consumir como parte de las decisiones individuales
tomadas en el marco de la libertad de las personas. Esto es más
complejo de lo que parece, sin embargo, es claro que un enfoque
sobre el consumo más preventivo (que facilitaría la legalización)
que coactivo, sería menos invasivo y restrictivo de las libertades
individuales de los ciudadanos.

Contras
Las mafias se debilitan, pero no desaparecen: la legalización del negocio
podría acabar con los inmensos ingresos que de este negocio llega a las
organizaciones criminales, pero no acabaría con ellas, es más, cabe la
posibilidad que, como buenos hombres de negocios, las mafias simplemente
decidan diversificar a otros sectores de la economía ilegal. Las mafias son un
problema de aplicación de la ley y debilidad estatal, no de que existan
actividades prohibidas, por eso, la legalización no puede verse como la
panacea al atender la cuestión global del crimen organizado.
Nuevos, y no menos complejos, desafíos: la legalización cambiaría del
enfoque coercitivo al preventivo, pero esto no supone una simplificación del
problema; atender adictos es tan complejo como luchar porque no tengan
acceso a las drogas. De igual manera, el mayor y más fácil acceso a las
sustancias, aunque con seguridad no lleve a un aumento apocalíptico del
consumo como algunos creen, si mejorará las posibilidades de muchas
personas de acceder y eventualmente convertirse en adictos. El Estado y la
sociedad, sea cual sea el enfoque que siga, no podrá lavarse las manos del
problema tan fácilmente.
Sobre lo que se va a legalizar: ¿vamos a legalizar la marihuana, la cocaína, la
heroína y las drogas sintéticas? ¿o solo la marihuana? Porque según lo que se
escoja las consecuencias de la legalización podrían traer consigo algunas
combinaciones de los pros y los contras de los que hemos hablado. Mejor
dicho, legalizar la marihuana parece el más sencillo de los acuerdos, pero
también resultaría ser el más irrelevante en términos de la lucha contra las
drogas y la atención de adictos. De igual manera, podríamos legalizar la
heroína, una de las sustancias más dañinas y adictivas, pero con seguridad
esto supondría un reto social y político enorme.

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